“El ecosistema que perdimos: cómo caminar hacia la Ciudad sostenible y de todas”

  • Sonsoles García

    Sonsoles García

    Coordinadora del Área de planificación ecológica de Ideas en Guerra

Un pastel heredado

La España del asfalto y del cemento, que se retrotrae a los oscuros años del Instituto Nacional de Vivienda, y cuyas bases ideológicas heredaron los especuladores del ladrillo a principios de los 2000, nos ha condenado a varias generaciones a habitar sistemas urbanos radicalmente deshumanizados. Una lógica post-neoliberal que ha generado una situación habitacional dramática.

El pasado mes de agosto, los más de sesenta grados registrados por las cámaras de Greenpeace[1] en la Plaza de Callao de Madrid materializaron lo poco habitables y humanas que son nuestras ciudades. Una situación de alarma que los colectivos ecologistas llevan advirtiendo años pero que no parece calar hondo en los planificadores urbanistas y gobernantes. 

Las prospectivas de este sistema urbanístico y habitacional gripado tampoco son muy esperanzadoras. El cambio climático amenaza con destruir cualquier atisbo de bienestar urbano y social en nuestras ciudades. Para volver a recuperar todos los espacios impuestos tras cada especulación inmobiliaria, tras cada petardazo urbanístico, las y los jóvenes debemos consensuar nuevas bases constituyentes de nuestra ciudad ideal. Tenemos que pensar juntas cómo ocupar y reordenar el espacio bajo la máxima de priorizar su conservación, y prolongar su (buena) salud el mayor tiempo posible. 

De no hacerlo, cuando exijamos vivir bien, ya no quedará hueco donde hacerlo de forma digna. Nuestro futuro ha sido comprometido a un entorno urbano que no nos pertenece. En diálogo con el resto de sectores poblacionales, debemos desarrollar nuestro propio arquetipo de modelo de ciudad.

Sentar las bases de una buena vida en la ciudad

Esta distopía urbana, donde una lluvia puede provocar el colapso del metro, con niveles de contaminación tóxicos para cualquier forma de vida, o donde el calor condena a miles de personas durante varios meses del año a mal vivir; nos ha condenado a habitar la gran ciudad de forma pasiva, intentando esquivar sus malos tratos, sobreviviendo a sus calamidades.

Los jóvenes debemos tener claro lo que no nos merecemos y a lo que aspiramos. En primer lugar, tenemos que asumir que las lógicas del poder se imprimen a través de cada calle. Es decir, las desigualdades también se reproducen por todo el territorio. Además de estar infradotadas en recursos y servicios, los barrios desfavorecidos cuentan con menos zonas verdes, sus edificios han sido construidos con materiales más baratos y tienen poca capacidad de aislamiento térmico. Por todo esto, estas áreas sufrirán mucho más las altas y bajas temperaturas, y todos los efectos perniciosos del cambio climático[2].

Por eso, así como es importante ser conscientes de que nuestra situación habitacional y urbana no es nuestra culpa, regenerar nuestras sociedades pasa por entender la herencia histórica de estas zonas infradotadas y vulnerables. La lucha urbana, como la eco-social, no puede dejar a nadie atrás.

Por otro lado, debemos de acordar los nuevos cimientos de nuestro sistema urbano, abandonando la resignación propia de la distopía para pasar a la euforia utópica.

De la ciudad postindustrial y de los servicios a la ciudad ecosistema

A lo largo de la historia se ha entendido la ciudad de muchas formas. Este artículo defiende la reivindicación de la ciudad como ecosistema y como espacio de dialéctica social (de confrontación y de lucha constante). Entenderla así, nos permite aspirar a la cohabitación ideal de todas sus partes. Para que la ciudad funcione como un ecosistema, todos sus organismos deben estar vivos, retroalimentarse y ser circulares en su funcionamiento.

Una buena práctica para mimetizar a la naturaleza en el desarrollo de nuestros espacios urbanos, es observar la lógica ecosistémica[3] que siguen los espacios naturales como durante muchos años -y aún ahora- hicieron las zonas rurales. Empecemos por retomar el espacio que le pertenece a las personas y pongámonos en el centro del sistema. 

Conquistemos la idea de ciudad de los peatones, donde sea un derecho disponer de zonas verdes cerca de tu residencia. O, permitámonos aspirar al famoso modelo de ciudad de los quince minutos[4], o a la ciudad de los niños[5]. También, por supuesto, será necesario llenar nuestro arquetipo de ciudad de ideas como la colectividad, la autogestión de los barrios, o la participación ciudadana para ser parte de la toma de decisiones de construcción y regeneración de espacios.

A exigir a nuestros gobernantes: El compromiso de desarrollar planes urbanísticos consensuados, asegurando que se escuche a la ciudadanía, en procesos guiados por la voz de expertos en la materia y con representantes de todos los ámbitos y sectores. Además, requerir el impulso de planes de vivienda pública de calidad, junto con la garantía de asegurar una representación colectiva de inquilinos. También, demandar la descentralización de servicios públicos a las zonas rurales y de la periferia, conectados a través de una red de transporte público de calidad. Para escapar de la lógica de mercado en materia urbanística, como en materia de vivienda, es vital entender toda actividad constructiva y de rehabilitación como actividad de servicio público. Por ello, será pertinente recubrir todos estos procesos de mecanismos de rendición de cuentas para el sector público y privado.

Una cita pendiente

Este artículo no podría concluir sin mencionar la importancia del componente de habitabilidad en todo este debate. El derecho a una vivienda digna es una de las piedras angulares sobre las que construir un nuevo modelo de ciudad, y debe de formar parte de la lucha urbana ecosocial.

Queda como tarea pendiente poner la ciudad patas arriba. Aprovechemos cada oportunidad para tomar impulso y revisar juntas el derecho a la ciudad junto con el de la vivienda. De fallar en esta encomienda, este legado urbanístico costará superarlo tanto como nos está costando sobrevivirlo.

@fund.espacio.publico

Sonsoles García de @Ideas en Guerra participa en el debate Echo-logic con el artículo «El ecosistema que perdimos: cómo caminar hacia la Ciudad sostenible y de todas». Sigue el debate en nuestra pagina web: https://espacio-publico.com @Público #cambioclimatico #transiciónecologica

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Notas

[1] Fuente: Greenpeace, 2024

[2] Para más información consultar: Aznarez, C., Kumar, S., Marquez-Torres, A., Pascual, U., & Baró, F. (2024). Ecosystem service mismatches evidence inequalities in urban heat vulnerability. Science of the Total Environment, 922, 171215.

[3] Esta idea la expone Esther Higueras García en su libro: “El reto de la ciudad habitable y sostenible” (2009). Puedes acceder a un resumen de las principales ideas en:  E. Higueras García, Esther (2013). La ciudad como ecosistema urbano. Monografía (Artículo de Discusión). E.T.S. Arquitectura (UPM), Madrid.

[4] La ciudad de los quince minutos es un término acuñado por Carlos Moreno. Para más información sobre su despliegue o aplicación

[5] Una perspectiva urbanística ligada a la promoción de la participación pública de todos los sectores. Uno de sus desarrolladores conceptuales es Francesco Tonucci en: “La ciudad de los niños”.

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