El Nuevo Pacto Verde Europeo

  • Sandro Tumino

    Sandro Tumino

    Especialista administrativo. Miembro de Generazione Zero

Entre las nuevas esperanzas europeas y las características específicas regionales

El  Nuevo Pacto Verde Europeo representa uno de los proyectos más ambiciosos de la Unión Europea para hacer frente a la crisis climática y medioambiental.

Desde su presentación en 2019, se propone convertir a Europa en el primer continente de impacto climático cero para 2050, implicando a sectores clave como la energía, la industria, la movilidad y, evidentemente, la agricultura.

Pero, ¿qué significa todo esto para los agricultores? especialmente en una región como Sicilia, y ¿cómo puede evolucionar el diálogo entre agricultores y ecologistas en un contexto tan particular?

En el corazón del Pacto Verde está la estrategia «Del productor al consumidor», cuyo objetivo es reducir el impacto ambiental del sistema agroalimentario europeo. Uno de sus principales objetivos, desde ahora hasta 2030, es reducir en las granjas el 50% del uso de pesticidas, el 20% de los fertilizantes y el 50% de los antibióticos. Otro punto destacado es destinar al menos el 25% de las tierras cultivadas a la agricultura ecológica.

Para muchos agricultores sicilianos, estas directivas pueden parecer especialmente difíciles de aplicar. Sicilia, con su clima árido y una agricultura adaptada a condiciones extremas desde hace siglos, se encuentra con que tiene que enfrentarse a retos adicionales en comparación con otras regiones europeas.

Los agricultores italianos, sobre todo los de regiones más expuestas a la sequía como Sicilia, se enfrentan a retos relacionados con la gestión de los recursos naturales, y la transición a técnicas más ecológicas, como se refleja en los debates más amplios sobre el uso de pesticidas y fertilizantes en Europa.

La preocupación de muchos agricultores sicilianos es que la normativa europea no tenga en cuenta las peculiaridades locales y que los cambios impuestos desde arriba puedan tener consecuencias devastadoras para la producción y la renta agraria.

En cambio, desde el punto de vista de los ecologistas, el Pacto Verde se ve como una oportunidad única para replantear el sistema agrícola en Sicilia, haciéndolo más resistente y sostenible.

Uno de los puntos cruciales del plan es la agricultura, con objetivos que aspiran a reducir el uso de pesticidas y fertilizantes y a incentivar prácticas agrícolas sostenibles. Este plan se considera una oportunidad para regiones como Sicilia, que conservan una rica biodiversidad, pero que también están amenazadas por la agricultura intensiva y el cambio climático.

Según los ecologistas, unas prácticas agrícolas más sostenibles no solo podrían preservar el medio ambiente, sino también impulsar el turismo verde y la economía local, revalorizando los productos típicos sicilianos gracias a un mayor cuidado de la calidad y el medio ambiente.

Organizaciones como la FAO e iniciativas como el programa AGRIcoltura100, promovido por Confagricoltura, destacan la importancia de la formación y el apoyo financiero para que los agricultores puedan adaptarse al cambio climático y reducir el impacto medioambiental de sus actividades.

A pesar de las dificultades, el Pacto Verde puede representar una oportunidad para promover un diálogo más profundo entre agricultores y ecologistas. En Sicilia ya han surgido proyectos innovadores de agricultura regenerativa que están demostrando que es posible combinar productividad y sostenibilidad. Algunas explotaciones están experimentando con métodos que implican menos labranza del suelo, el uso de abono natural en lugar de fertilizantes químicos y la rotación de cultivos para mejorar la salud del suelo.

Pero, por supuesto, hay muchos retos pendientes. En primer lugar, el coste de la transición a prácticas más sostenibles suele ser elevado. A muchos agricultores sicilianos les gustaría hacer más por el medio ambiente, pero lo ecológico es caro. El cambio a estas nuevas técnicas exige inversiones que muchos pequeños agricultores no pueden permitirse por sí solos. Por esta razón, es crucial la financiación europea en el marco del Pacto Verde. Pero es fundamental que estos recursos lleguen rápida y eficazmente, adaptándose a las especificidades locales, para apoyar la transición verde y promover una agricultura más sostenible.

Precisamente, lo que pretende el Pacto Verde Europeo es facilitar esta transición destinando fondos tanto para la sostenibilidad como para el apoyo económico a los sectores más afectados, como la agricultura. El plan ofrece incentivos y un entorno normativo favorable para facilitar las inversiones, con especial atención a los pequeños agricultores y a las zonas rurales.

En Sicilia, el reto de la sostenibilidad se complica aún más por unas condiciones meteorológicas cada vez más extremas. Con el aumento de las temperaturas y la creciente escasez de agua, la agricultura de la isla se enfrenta a una crisis que va más allá de la simple sostenibilidad económica y medioambiental. Es una cuestión de supervivencia. Si no se actúa ahora, muchas zonas agrícolas podrían convertirse en incultivables.

A pesar de estas preocupaciones, el Pacto Verde Europeo ofrece una visión positiva del futuro. Si se  implementa bien, puede ser un catalizador de la innovación y el crecimiento sostenible, no solo en el sector agrícola, sino en toda la economía siciliana. Una agricultura más respetuosa con el medio ambiente podría revalorizar los productos típicos de la isla, como el vino, el aceite y los cítricos, haciéndolos aún más competitivos a nivel internacional. Además, el turismo vinculado a la sostenibilidad podría recibir un nuevo impulso, creando puestos de trabajo y oportunidades de desarrollo económico.

El Pacto Verde representa un reto complejo para Sicilia, pero también una oportunidad para iniciar un diálogo profundo y constructivo entre agricultores y ecologistas. Si se logra encontrar un equilibrio entre las necesidades medioambientales y económicas, el futuro de la agricultura siciliana podría ser no solo más ecológico, sino también más próspero.


Versión original en italiano

Tra nuove speranze europee e specificità regionali

Il Green Deal europeo rappresenta uno dei progetti più ambiziosi dell’Unione Europea per affrontare la crisi climatica e ambientale.

Dalla sua presentazione, avvenuta nel 2019, punta a rendere l’Europa il primo continente a impatto climatico zero entro il 2050, coinvolgendo settori chiave come l’energia, l’industria, la mobilità e, ovviamente, l’agricoltura.

 Ma cosa significa tutto questo per gli agricoltori? Soprattutto in una regione come la Sicilia, e come può evolvere il dialogo tra agricoltori ed ecologisti in un contesto così particolare?

Al cuore del Green Deal c’è la strategia «Dal produttore al consumatore«, che mira a ridurre l’impatto ambientale del sistema agroalimentare europeo. Tra gli obiettivi principali rintracciamo la riduzione del 50% dell’uso di pesticidi, del 20% dei fertilizzanti e del 50% degli antibiotici negli allevamenti entro il 2030. Altro punto saliente riguarda il destinare almeno il 25% delle terre coltivate all’agricoltura biologica.

Per molti agricoltori siciliani, queste direttive possono sembrare particolarmente difficili da attuare. La Sicilia, con il suo clima arido e un’agricoltura che si è adattata per secoli a condizioni estreme, si trova a dover fare i conti con sfide aggiuntive rispetto ad altre regioni europee.

Gli agricoltori in Italia, in particolare nelle regioni più esposte alla siccità come la Sicilia, affrontano infatti sfide legate alla gestione delle risorse naturali e al passaggio a tecniche più ecologiche, come emerge da discussioni più ampie sull’uso di pesticidi e fertilizzanti in Europa​.

 La preoccupazione di molti agricoltori siciliani è che le normative europee non tengano conto delle peculiarità locali e che i cambiamenti imposti dall’alto possano avere conseguenze devastanti per la produzione e il reddito agricolo.

Dal lato degli ecologisti, invece, il Green Deal è visto come un’opportunità irripetibile per ripensare il sistema agricolo in Sicilia, rendendolo più resiliente e sostenibile.

Uno dei punti cruciali del piano è proprio l’agricoltura, con obiettivi per ridurre l’uso di pesticidi e fertilizzanti e per incentivare pratiche agricole sostenibili. Questo piano è visto come un’opportunità per regioni come la Sicilia, che custodiscono una ricca biodiversità, ma che sono anche minacciate dall’agricoltura intensiva e dal cambiamento climatico.

 Secondo gli ecologisti, pratiche agricole più sostenibili potrebbero non solo preservare l’ambiente, ma anche rilanciare il turismo verde e l’economia locale, valorizzando i prodotti tipici siciliani attraverso una maggiore attenzione alla qualità e all’ambiente.

Organizzazioni come la FAO e iniziative come il programma AGRIcoltura100, promosso da Confagricoltura, evidenziano l’importanza della formazione e del supporto finanziario per gli agricoltori, affinché possano adattarsi ai cambiamenti climatici e ridurre l’impatto ambientale delle loro attività​.

Nonostante le difficoltà, il Green Deal può rappresentare un’opportunità per promuovere un dialogo più profondo tra agricoltori ed ecologisti. In Sicilia, sono già emersi progetti innovativi di agricoltura rigenerativa, che stanno dimostrando come sia possibile coniugare produttività e sostenibilità. Alcune aziende stanno sperimentando metodi che prevedono una minore lavorazione del suolo, l’uso di compost naturale al posto dei fertilizzanti chimici e la rotazione delle colture per migliorare la salute del suolo.

Ma, naturalmente, ci sono ancora molte sfide. In primo luogo, il costo della transizione verso pratiche più sostenibili è spesso alto. Molti agricoltori siciliani vorrebbero fare di più per l’ambiente, ma il biologico è costoso. Per passare a queste nuove tecniche servono investimenti che molti piccoli agricoltori non possono permettersi da soli. Per questo motivo, i finanziamenti europei previsti dal Green Deal rivestono un’importanza cruciale. Tuttavia, è essenziale che tali risorse arrivino rapidamente e in modo efficiente, adattandosi alle specificità locali, per sostenere la transizione verde e promuovere un’agricoltura più sostenibile.

Il Green Deal europeo mira proprio a facilitare questa transizione, destinando fondi sia per la sostenibilità che per il supporto economico ai settori più colpiti, come quello agricolo. Il piano prevede incentivi e un contesto normativo favorevole per facilitare gli investimenti, con un focus particolare sui piccoli agricoltori e le aree rurali.

In Sicilia, la sfida della sostenibilità è ulteriormente complicata dalle condizioni climatiche sempre più estreme. Con l’aumento delle temperature e la crescente scarsità d’acqua, l’agricoltura dell’isola deve affrontare una crisi che va oltre la semplice sostenibilità economica e ambientale. È una questione di sopravvivenza. Se non si intervenisse ora, molte aree agricole potrebbero diventare incoltivabili.

Nonostante queste preoccupazioni, il Green Deal europeo offre anche una visione positiva del futuro. Se ben implementato, può essere un catalizzatore per l’innovazione e la crescita sostenibile, non solo nel settore agricolo, ma nell’intera economia siciliana. Un’agricoltura più attenta all’ambiente potrebbe valorizzare i prodotti tipici dell’isola, come il vino, l’olio e gli agrumi, rendendoli ancora più competitivi a livello internazionale. Inoltre, il turismo legato alla sostenibilità potrebbe ricevere un nuovo impulso, creando posti di lavoro e opportunità di sviluppo economico.

Il Green Deal rappresenta una sfida complessa per la Sicilia, ma anche un’opportunità per avviare un dialogo profondo e costruttivo tra agricoltori ed ecologisti. Se si riuscirà a trovare un equilibrio tra le esigenze ambientali e quelle economiche, il futuro dell’agricoltura siciliana potrebbe essere non solo più verde, ma anche più prospero.

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