Entrar pisando fuerte, eso es lo que ha hecho Nicki Nicole. La cantante de Rosario (Argentina) estrenó en abril: “Wapo Traketero”, con una maravillosa voz y un videoclip muy trabajado a cargo de Cocodrilo P&B, el vídeo está a punto de llegar a las 25 millones de visitas.

Pero ahí no se iba a quedar la historia. Después de arrasar con su primer single, hace unas semanas anunció que iba a formar parte del proyecto musical del productor Bizarrap, y de nuevo Nicki Nicole superó sus propias expectativas y las de los oyentes, el vídeo fue tendencia en Argentina, España y múltiples países y en una semana alcanzó 10.000.000 de reproducciones.

Fotografía Videoclip Años Luz de Mauro Ricart

Aunque los números no deban significar nada, el impacto generado está haciéndose eco en el mundo de la música, números acompañados de calidad musical sin duda, los elogios de sus compañeros de profesión no tardaron en llegar y ya empiezan a pedirse colaboraciones con grandes artistas como por ejemplo Paulo Londra.

Y aquí llega la gran pregunta: ¿Qué género musical hace Nicki Nicole? ya la han asociado con el Pop, el Trap e incluso si buscas en Google, el buscador te responde que es una cantante de rap.

En mi opinión, Nicki Nicole está totalmente alejada del último género, pero su música, de momento, consigue una buena mezcla entre la música urbana de su país y una voz maravillosa que la hace diferente del resto y le da un giro a la escena. 

Fotografía: Videoclip Wapo Traketero

No hay que olvidar, aun así, que la cantante solo tiene 3 temas publicados, su voz le permite dar mucha versatilidad a futuros temas y quizás lo que hace ahora Nicki no tenga nada que ver con su música dentro de un año.

El pasado 23 de agosto estrenó en su canal de youtube “Años Luz” y poco sabemos de sus próximos proyectos, ya está confirmada la colaboración con Duki, que quizás salga en el disco del argentino, y Big Ligas ya anunció su intención de colaborar con ella.

Lo que también es seguro, es que la carrera de Nicki Nicole es muy prometedora, habrá que seguirle la pista durante los próximos meses y no dejaremos de escuchar su música.

Nota de la redacción:

Los tres partidos que gobiernan el Ayuntamiento de Madrid: PP, C’s y Vox, han decidido de forma unilateral y sin proporcionar la menor información, sin hablar con el Consejo rector o los trabajadores de M21RADIO, cerrar la señal de esta emisora. No es buena noticia la desaparición de un medio de comunicación, y se mire por donde se mire representa un nuevo atentado a la libertad de expresión.

Creada en 2016 de la mano de Ahora Madrid, formación que gobernó el Ayuntamiento de Madrid desde 2015 hasta 2019, esta emisora ha tenido un “carácter eminentemente formativo, social y cultural”, como han dicho El Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y la Federación de Sindicatos de Periodistas (FESP) en su declaración de condena a este cierre.

Las personas que han trabajado en esta emisora, así como un gran número de profesionales del periodismo han denunciado y criticado también la desaparición de este medio.

Desde Espacio crítico nos sumamos a estas condenas y lamentamos que se haya dado un paso atrás en la salvaguardia del derecho constitucional a la información.

Dos personas que han trabajado en esta emisora, con recorridos y experiencias muy distintas, denuncian también este cierre y, desde sus vivencias personales comentan su paso por la emisora. Ayer publicamos el artículo de Mariano Muniesa, especialista en música rock que trabajó dos años en M21, y a continuación publicamos el de Jacobo Rivero, que fue coordinador-director de Madrid Destino y uno de los fundadores de esta emisora.

Equipo Espacio Crítico

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En una serie de programas que realizó el maestro Antonio Benamargo dedicado a Camarón para la radio municipal de Madrid M21, el flamencólogo José Manuel Gamboa señalaba sobre los inicios del genial cantante de San Fernando: “La juventud nunca ha tenido buena prensa”. Algo así ocurre cuando se habla sobre el proyecto de la Emisora Escuela M21 y la situación actual en la que el Ayuntamiento de PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox, han clausurado el proyecto en un auténtico ejercicio de ‘apagón informativo’ más propio de una dictadura que de una democracia.

En el verano de 2015, poco después de que Manuela Carmena fuera elegida alcaldesa de Madrid, el Ayuntamiento planteó la recuperación de la emisora de radio municipal, un proyecto que se había iniciado tímidamente en 1987, pero que a partir de la década de los noventa había tomado cuerpo como Onda IMEFE para prácticamente desaparecer en 2005. Ocurría que en 2015 el Ayuntamiento mantenía la frecuencia en el 88.6 de la FM y algunas instalaciones, más bien precarias, en un centro de formación de empleo del distrito de Barajas.

La lógica sobre la que reconstruyó la radio municipal era la de crear una escuela de radio que se vertebrara alrededor de la información cultural y de servicio público de la ciudad. Una suerte de escuela de formación con prácticas reales que estuviera apoyada por programas en directo y dinámica de radio profesional. Con ese objetivo se fueron tejiendo alianzas en diferentes direcciones. Por un lado con escuelas de radio y universidades, por otro con entidades de la ciudad que pudieran estar interesadas en participar y por último con la contratación de una estructura fija y permanente –que sirviera tanto para la emisión profesional como para la formación– a la que se sumasen colaboraciones en programas semanales para estructurar un relato cultural lo más completo posible.

Estructuralmente la radio se constituyó como una colaboración entre tres organismos municipales: la Agencia para el Empleo (propietaria de la frecuencia y encargada de una parte de la formación radiofónica), el Área de Portavoz (para la información de servicio público) y Madrid Destino (para la información cultural y las contrataciones de personal). Se realizó entonces un diseño de necesidades en relación a los contenidos y se apuntó la necesidad de cubrir de manera estable la información municipal, la formación radiofónica educativa, la estructura técnica, el trabajo con las redes sociales y dos turnos de magazine radiofónico diario –uno de mañana y otro de tarde–, con una dirección provisional que coordinara el trabajo entre las tres entidades y que además desarrollase las bases para un concurso público que determinara a través de un proyecto la dirección artística de M21.

Los puestos estructurales salieron a concurso y determinaron la estructura de plantilla estable de M21 –se pedían experiencia mínima de diez años en radio y se valoraba sus conocimientos en formación–, a la que se sumaron tres puestos de la Agencia para el Empleo para coordinar los procesos formativos y un asesor técnico del Ayuntamiento para la implementación de los nuevos estudios y necesidades dotacionales.

A partir de ahí se pensó en las necesidades de colaboraciones para que la radio tuviera desde el primer momento peso y personalidad, también para que cumpliera el objetivo de ser una referencia en la agenda cultural de la ciudad de Madrid. La idea sobre la que pensé la primera parrilla, en mi condición de coordinador e impulsor del proyecto, era la de abarcar la mayor cantidad de géneros y relatos culturales de la ciudad. De esta manera se buscaron programas que tuvieran que ver artes escénicas, cine, libros, poesía, danza, deporte, derechos humanos, cómics e ilustración, música… Sobre esta última se proyectó que hubiera programas que hablasen de flamenco, rock, pop, jazz, blues, hip hop… y también sobre la cultura musical en un sentido amplio.

En los primeros meses se recibieron más de mil propuestas. Hubo cantidad de solicitudes de programas y un ingente número de reuniones de todo tipo. Desde individualidades a entidades, asociaciones, grupos culturales, etcétera. Finalmente estructuramos la parrilla con alrededor de sesenta programas externos. Se quedaron fuera muchísimas propuestas, algunas excelentes pero que por distintos motivos no encajaron. Colaboraciones que más allá de los programas fijos y diarios de la estructura de M21 pudieran dar coherencia y peso a una parrilla diaria y continuada en radio. Había nombres históricos de la radio junto con gente joven que acababa de empezar, una mezcla que sumada a las personas que venían a trabajar por programas de inserción laboral y estudiantes en prácticas construyeron en la redacción una atmósfera electrizante.

En paralelo, a partir de la que sería ya la emisión estable de contenidos en febrero de 2017 se sacó una revista mensual ilustrada, a modo de radio leída, que coordinaba, en lo referido a los encargos y selección de dibujos, Enrique Flores: M21 Magazine. En la publicación había una sección ilustrada dedicada a los programas de radio (“La radio por dentro”) y dos páginas dedicadas al desarrollo de la escuela donde las personas que venían a trabajar o hacer prácticas pudieran expresar su opinión sobre la experiencia. El único requisito que tenían era “no hacer la pelota”. Este formato de revista de la radio se mantendría hasta la incorporación en septiembre de 2018 de las nuevas directoras de la emisora, ganadoras de un concurso público al que se presentaron quince proyectos, Ángeles Oliva y Toña Medina.

Es importante señalar que los programas sobre los que se configuró la primera parrilla fueron seleccionados de manera temporal. Nunca fue el ánimo crear una radio fija y a perpetuidad con la misma parrilla desde el primer día hasta la jubilación de cada una de las emisiones. Siempre se señaló que para las colaboraciones M21 era una “radio de paso, no de permanencia”. Básicamente porque el pilar fundamental era la formación radiofónica, como había sido Onda IMEFE y como nos parecía tenía sentido ser una emisora escuela. En la formación se incluía el hacer radio de verdad, emitiendo en directo, junto con personas con experiencia. En ese sentido lo que sí fue una premisa es que esos programas tuvieran una remuneración decente dentro del atomizado mundo que vivimos del periodismo.

Ángeles Oliva y Toña Medina lograron la plaza de directoras con un proyecto titulado “La radio que soñé. Una radio poliedro, aspersor, plaza”. Fueron elegidas por un jurado plural con extensa experiencia en radio. Fue el más completo de un grupo en el que también hubo otras propuestas interesantes, pero que fue seleccionado por la importancia que daban a la formación, la construcción de un mapa sonoro de la ciudad y la creación de una atmósfera radiofónica propia e identificable. En la medida de que ellas eran las que tenían que diseñar la nueva etapa plantearon cambios en la estructura de prioridades de gasto y voluntad de cambios en la parrilla lógicos. Así las cosas decidieron no renovar algunos programas de la primera etapa. Una lógica sobre la que no está de más recordar que siempre se pensó M21. Obviamente a alguna gente no le sentó bien y otra se adaptó para ir hacia nuevos proyectos.

En cualquier caso, la situación actual es de cierre cautelar. No hay apenas información sobre el futuro de la Emisora Escuela M21 y desde el Ayuntamiento de Almeida lo único que llegan son insultos, datos falsos y acusaciones absurdas. Es muchísima la gente que ha pasado en este tiempo por M21, mucha la que se ha acercado con una ilusión tremenda, mucha la que ha entrado por primera vez en el Palacio de Cibeles y ha roto la distancia enorme entre institución y ciudadanía. Son muchos los sonidos y los relatos y sin duda hubo fallos, como no podía ser de otra manera, pero lo que está claro es que M21 fue y es un proyecto de ciudad con voluntad de expresarse desde la independencia, la pluralidad y la libertad. Tres conceptos que por lo visto molestan, como ocurría con la juventud y el desparpajo de Camarón.

Nota de la redacción:

Los tres partidos que gobiernan el Ayuntamiento de Madrid: PP, C’s y Vox, han decidido de forma unilateral y sin proporcionar la menor información, sin hablar con el Consejo rector o los trabajadores de M21RADIO, cerrar la señal de esta emisora. No es buena noticia la desaparición de un medio de comunicación, y se mire por donde se mire representa un nuevo atentado a la libertad de expresión.

Creada en 2016 de la mano de Ahora Madrid, formación que gobernó el Ayuntamiento de Madrid desde 2015 hasta 2019, esta emisora ha tenido un “carácter eminentemente formativo, social y cultural”, como han dicho El Sindicato de Periodistas de Madrid (SPM) y la Federación de Sindicatos de Periodistas (FESP) en su declaración de condena a este cierre.

Las personas que han trabajado en esta emisora, así como un gran número de profesionales del periodismo han denunciado y criticado también la desaparición de este medio.

Desde Espacio crítico nos sumamos a estas condenas y lamentamos que se haya dado un paso atrás en la salvaguardia del derecho constitucional a la información.

Dos personas que han trabajado en esta emisora, con recorridos y experiencias muy distintas, denuncian también este cierre y, desde sus vivencias personales comentan su paso por la emisora. Publicamos a continuación el artículo de Mariano Muniesa, especialista en música rock que trabajó dos años en M21, y mañana lo haremos con el de Jacobo Rivero, que fue coordinador-director de Madrid Destino y uno de los fundadores de esta emisora.

Equipo Espacio Crítico

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En el verano de 2016 me entrevisté en el Palacio de Cibeles con Jacobo Rivero, gestor de Madrid Destino, para hablar de un proyecto de comunicación que desde el Ayuntamiento de Madrid se iba a poner en marcha y para el cual quisieron conocer mi opinión y contar conmigo para formar parte del equipo que lo iba a arrancar. Ese proyecto consistía en la reestructuración de la antigua Onda IMEFE, la emisora de radio municipal del Ayuntamiento, que en la práctica no existía y que se quería convertir en una auténtica emisora de radio para Madrid.

Tal y como me explicó Jacobo el proyecto, la idea era apasionante: una radio cuya parrilla sería enormemente diversa, plural, con una atención especial y prioritaria a la cultura, sintiendo el pulso de la ciudad y tal como se expresaría más tarde en su lema, conectando con los sentidos de Madrid. No habría informativos, con lo cual no habría línea política de ninguna clase y sus contenidos se basarían en la cercanía a lo que acontecía en Madrid y en espacios con contenidos de calidad y originalidad. Presenté una propuesta para hacer un programa que mostrase el pasado, el presente y el futuro del rock en nuestra ciudad, una de las músicas que han dado históricamente gran parte de su personalidad y de su idiosincrasia a la capital, al que llamé “Madrid a 400 Wattios”, que se aceptó y se incorporó al inicio de las emisiones regulares en febrero de 2017.

A pesar de la amarga y decepcionante experiencia que supuso para mí, y para muchísimos compañeros y compañeras excelentes profesionales de la radio el funesto giro que el proyecto tomó a partir del cambio de dirección a mediados de 2018, asunto en el que luego me extenderé porque creo que también explica en parte los motivos de su reciente cierre, nunca olvidaré la ilusión, el entusiasmo y el clima de compañerismo y confraternización que caracterizó aquella etapa inicial del proyecto M21 Radio. En coherencia con el cambio político y los nuevos aires de progreso y libertad que supuso la victoria electoral de Ahora Madrid con Manuela Carmena al frente, –sí, lo reconozco, quisimos creer que esa oportunidad de cambio iba a ser real y no en lo que degeneró al final– por fin, sin condicionamientos publicitarios o comerciales, ese espíritu de mostrar un Madrid nuevo, abierto, cosmopolita, multicultural, se iba a plasmar en una radio pública en la que se daba cabida a todas las expresiones culturales, desde el teatro, la poesía, los libros o el cine, pasando por el flamenco, el jazz, el blues, el rock, la música latina o la música clásica, con excelentes magazines de mañana y tarde dedicados a seguir minuto a minuto la actualidad de Madrid y programas de divulgación social de una calidad realmente extraordinaria.

Por tal motivo, todo el equipo que arrancamos el proyecto lo dimos absolutamente todo por hacer los mejores programas, y además lo hicimos colectivamente, apoyándonos, haciendo comunidad, haciendo tribu, si se quiere. Nos sentíamos partícipes de una aventura fantástica, de un proyecto que revolucionaba las ondas y del que yo siempre dije que en esta etapa inicial, en 2017 y la primera mitad de 2018, era, reflejaba y ejemplificaba lo que debía ser Radio 3, emisora pública cultural con algunos buenos espacios, pero, en mi opinión, lastrada durante años y años por una mentalidad funcionarial, aburrida, acomodada y de un elitismo cuya pedantería y arrogancia se hacía en ocasiones insoportable.

Mariano Muniesa en los estudios de M21 Radio en Madrid, en la primera emisión de su programa con un invitado de excepción: el gran vocalista de rock duro Leo Jiménez.

Ya desde el primer momento la derecha, esa derecha madrileña rancia, casposa, resentida y llena de veneno que se tomó como una afrenta, como una herida en su orgullo que la izquierda les arrebatase por la fuerza de los votos lo que consideraban su finca privada, atacó el proyecto con una agresividad inaudita, la llamó despectivamente “Radio Carmena” y pidió en todos los foros y ocasiones que se le presentaron su cierre. Como se entenderá fácilmente, no solamente producía bochorno y vergüenza ajena, sino auténtica repugnancia escuchar los ataques a M21 de esta gente, que habiendo convertido Telemadrid a lo largo de más de 25 años de gobierno en la CAM en un instrumento de propaganda, intoxicación y manipulación descarada a favor del PP –pregunten si tienen alguna duda a los trabajadores y trabajadoras de la plataforma “Salvemos Telemadrid”– se atrevían a hablar de “partidismo” en una emisora sin informativos. En tanto en cuanto sus muletas naranjas obviamente respaldaban sin reservas los ataques del PP a M21 y posteriormente la banda de los cuñados verdes también vociferaba que había que cerrar esa radio de rojos, al confirmarse la vuelta de la derecha al gobierno del Ayuntamiento de Madrid, tuve la total y absoluta certidumbre de que la defenestración de M21 iba a ser cuestión de meses, a lo sumo de un año.

Han tardado menos todavía. El 30 de septiembre ha sido el último día de emisión de M21, tras confirmarse que el Ayuntamiento de Madrid cerraba la emisora. En coherencia con la mentalidad neoliberal de la derecha, que considera los medios de comunicación empresas y negocios privados, nunca servicios públicos y saciando su ansia de destrucción de todas las realizaciones, fueran buenas o malas, del equipo de Ahora Madrid, sin respetar a los –pocos– buenos profesionales que sobrevivieron al desastre de la última dirección que aún quedaban allí y enviando al paro a un considerable número de trabajadores y trabajadoras, fulmina por decreto M21 Radio.

Ahora bien, ni se puede ni se debe obviar un hecho sobre el que entiendo que es muy necesario hacer una reflexión muy crítica y una denuncia clara y contundente de una serie de actitudes y comportamientos que dañaron enormemente el proyecto original de M21 Radio, lo desnaturalizaron y fueron contra la propia esencia de lo que acertadamente se llamaba el “ecosistema M21”, es decir, la filosofía de pluralidad, diversidad y amplitud de miradas, visiones y lenguajes que una emisora de radio cultural pública como M21 contenía.

En el verano de 2018 y tras ganar el concurso público que se convocó para la renovación de la dirección de la emisora, ocuparon el nuevo cargo un tándem formado por dos personas, “Toña” Medina y Ángeles Oliva, quienes venían del entorno SER-Prisa y que en el escaso año y tres meses en los que ejercieron sus funciones directivas, demostraron el nivel de incompetencia, sectarismo, incapacidad y mediocridad más bochornosos que he conocido en los 35 años que llevo trabajando en el mundo de la radio. Todos los programas culturales que formaban parte del ADN de la emisora y que mostraban los sonidos más representativos de la ciudad, fueron expulsados de la programación sin una sola explicación coherente, negándose al diálogo con los afectados e incumpliendo abiertamente las bases del documento con el que ganaron la licitación. Despreciando y tirando a la basura todo lo que fue el espíritu original de M21 Radio, con una arrogancia, un engreimiento y una ausencia tan absoluta de respeto por sus compañeros y compañeras de profesión tales que ni siquiera se dignaron comunicarnos personalmente sus decisiones, sino que le endosaron el marrón a Jacobo Rivero para que nos mandase un escueto whatsApp haciéndoles de mamporrero.

En el colmo del cinismo, la hipocresía y la cobardía, y nunca directamente por ellas, que tenían esa obligación como directoras, sino una vez más a través de Rivero, que ya no era director, se nos envió a todos los afectados la promesa de que se convocarían reuniones para explicar los motivos de esa incomprensible decisión de suprimir de la parrilla más de 24 programas y dejando fuera de sus contenidos el cine, el teatro, el flamenco, por supuesto el rock, faltaría más, con idea de estudiar su posible recolocación y que de qué manera podrían encajar en un  futuro en su proyecto, decían… esas reuniones jamás se convocaron, imagino que obvio es decirlo.

Una plataforma de profesionales represaliados por la arbitrariedad de esta dirección, enviamos oficialmente y pasada por registro del Ayuntamiento de Madrid en marzo de 2019 una carta colectiva a Manuela Carmena solicitándole, en tanto en cuanto ella se implicó personalmente en el proyecto M21 y lo impulsó con mucha convicción, que hiciera de mediadora entre la Plataforma y unas “directoras” que se negaban a recibir a sus compañeros de profesión tras el compromiso de reunirse con nosotros.

Esa carta nunca fue contestada. Lo cual, a tenor de los hechos que se han ido produciendo con posterioridad, lo cierto es que no sorprende. “Toña” y Ángeles se cuidaron muy mucho de que los popes del grupo Prisa-SER-El País siguieran en la emisora; hay que recordar que alguno de ellos seguían en la parrilla a pesar de que gozaban de una jugosa indemnización de muchos ceros que le habían sacado a la radio nacional pública. Las mismas Oliva y Medina han seguido haciendo programas de radio para SER-Prisa al tiempo que dirigían la emisora y, como de todos es sabido, Manuela Carmena es el más reciente fichaje estrella de la tertulia “Hora 25” de esta cadena de radio, mascarón de proa del grupo Prisa. ¿Creen ustedes en las casualidades?

Cabe pensar que quizá Manuela Carmena encontró para nuestra carta otra utilidad… ¿Tal vez envolver empanadillas?

En cualquier caso, M21 Radio desaparece del dial radiofónico víctima del afán insaciable de revancha de una derecha extrema que odia y teme la libertad de expresión, pero que muere herida de mediocridad, desconectada por completo de la auténtica realidad cultural de Madrid, olvidada por los oyentes que la acogieron encontrando en ella una alternativa novedosa, fresca y rompedora y que han dejado pudrirse en medio de la necedad de una dirección que por el bien de la comunicación, espero que no vuelvan nunca a tener la oportunidad de destrozar un proyecto de radio como lo hicieron con M21.

Tiempos difíciles para quienes amamos la radio hecha desde la imaginación, la cercanía al oyente, desde el compromiso con la profesionalidad y el anhelo por comunicar y compartir historias, emociones, sensaciones y sentimientos. Habrá que seguir luchando. 

Tiene algo este libro. Hay en él una voz muy personal. Una música sorda lo recorre de principio a fin, dejando en quien lo lee cierta turbación, una sensación inquietante que no deja indiferente.

En los catorce relatos que forman parte de Lo contrario de mirar, Ana Pellicer, habla, a veces con mucha delicadeza y en ocasiones con una intimidad casi agresiva, de amor, dolor, gozo, alegrías súbitas, engaño, deseo, sexo, erotismo, locura, mujeres, preocupación social, y siempre, con una presencia silenciosa, América Latina, sea México, El Dorado, Bogotá, Buenos Aires, La Habana…

La autora ha escogido cuidadosamente cada frase, cada palabra; y con una prosa muy elegante lo mismo habla de lo dicho que no se ha dicho, que del triunfo y suicidio de un escritor, del rescate de la banca, de la anagnórisis de una poeta, de la fugacidad de un amor, o de lo efímero y de lo duradero.

“Yo quiero creer en la necesidad de llevar cicatrices. Trato de no pensarlas en abstracto sino por significado como emblema de otra cosa: de un rato de amor, de un acto de entrega, de un accidente.”, dice en Semántica de la cicatriz; “el verdadero placer es adelantarse al placer […]. Obtener el gozo de lo que va a ser por lo que ya promete”, leemos en Banquete; “no podemos imaginar cabalmente cuánto dolor son esos millones de euros, cuánto cuesta el gramo de divisa en nuestro cuerpo, el de nuestros hijos, el de nuestros viejitos. La relación entre piel y crédito, vísceras y prima de riesgo” (Rescatados). “Que te olvide una vez. Que empiece a morir para adelante. Que ya va siendo hora” (Lo contrario de mirar).

“Y de pronto recordó, como si su cerebro hubiera bloqueado la idea conscientemente a lo largo de todo el vuelo, aquel cuerpo que la había llevado hasta allí, ese cuerpo que cobraba sentido unido al suyo y por el que había experimentado deseo intenso en un hotel de lujo deshabitado, esa piel infinita, ese doloroso olvido que quizás seremos y que todavía la acompañaba, las risas, el miedo, los llantos e bajito, los tantos besos, la extraña calma y la ubicación en la locura, el no-lugar y, como siempre, el viaje que lleva a otro viaje” (La enfermedad es un invento de los gringos).

Personajes e historias muy heterogéneos protagonizan estos catorce relatos, que con mucho respeto hacia quien los lee, sugieren más que cuentan y, como dice Yuri Herrera, “no se parecen a nada. Ana Pellicer explora a sus personajes como quien va a practicar una cirugía, pero deja esa responsabilidad al lector, a quien le abre espacios a través de silencios y sutilezas y así le da la oportunidad de tener la última palabra».

Poco sabemos de Ana Pellicer, que es doctora en filología, gestora cultural y profesora universitaria, y que Lo contrario de mirar es su primer libro, publicado en una editorial, Sitara, también nueva, muy reciente (2017).

Una autora y una editorial a seguir.

Puede que lo que más aprecien los artistas sea tener un estilo propio, que cuando el espectador contemple su obra reconozca la autoría al instante al instante. Que diga: sí, esto es de ese artista, no puedo estar equivocado. Esto es lo que ocurre con Paolo Sorrentino (Nápoles, 1971). La forma que tiene el director italiano de narrar una historia (guiones y montaje) es inconfundible. Películas como La gran belleza o La juventud muestran su habilidad para penetrar hasta el fondo de las cuestiones humanas más esenciales e íntimas como lo son la muerte, el amor o el arte, al mismo tiempo que es capaz de dibujar con frescura y originalidad un mapa del mundo contemporáneo. Nuestra actualidad, en la que por la mañana podemos ser espectadores apasionados de un reality showy, por la tarde lectores concienzudos y conmovidos del Rilke más reflexivo. Es memorable la inserción a modo de pastiche de un videoclip de pop en la película La juventud, unos minutos antes de que el personaje de Harvey Keitel nos enseñe, en la cima de una montaña, cómo se ve el presente y el futuro desde allí arriba, en medio de la quietud y el silencio, cuando el espíritu se siente más inclinado a tratar este tipo de cuestiones.

Silvio (y los otros) se diferencia del resto de sus creaciones más recientes en que trata un personaje real, el expresidente de la República italiana Silvio Berlusconi. Sorrentino, sin embargo, tarda bastante en mostrar al personaje interpretado por Toni Servillo. Lo va rodeando, dejando que el espectador vaya sintiendo su inminente presencia, su seductora, sensual y lasciva presencia. Así que llegamos a él por medio de otro personaje. Sergio Morra, cansado de llevar a cabo negocios de poca monta en su natal Trento, toma una decisión radical. La única manera de prosperar será ir a Roma y acercarse al Presidente, como todos lo llaman. Solo así podrá salir de la mediocridad y mezclarse con lo más granado de la sociedad italiana. ¿Pero cómo acceder a Il Cavaliere? ¿Cómo atraer su atención, ahora que está sumido en una crisis tras su abrupta salida del gobierno? Sergio alquila una casa que está justo delante de la mansión de Berlusconi en la Cerdeña. Monta fiestas, fleta un barco lleno de velinas, se gasta una fortuna en intentar llamar su atención. Hasta que lo consigue. Y entonces presenciamos a un Berlusconi que se esfuerza por mostrarse viril, seductor y juvenil. Pero es todo un engaño. En su lugar nos encontramos con una persona derrotada, maquillada y que utiliza un líquido especial para lavar su dentadura que huele tan fuerte que una de las velinas le espeta que ese olor le recuerda a su abuelo.

La imagen que se ofrece del político es distinta a la que, en un primer momento, podríamos esperar encontrarnos. Nada de fiestas bunga bunga. No hay sexo ni desenfreno. Solo patetismo y decadencia. Silvio primero ignora el cebo de Sergio. Está demasiado ocupado intentando volver a enamorar a su mujer. Le canta canciones, quiere que vea que es una persona sensible, romántica y enamorada. Pero es todo en vano, y es entonces cuando se entrega a sus antiguos vicios. O lo intenta. Él mismo se da cuenta de lo patético que es todo. Con dolor, se da cuenta de que ya no es el que era. Nos encontramos con un personaje lleno de matices, con una psicología profunda que en muchas ocasiones se aleja de esa imagen que el mismo Berlusconi ha cultivado en los medios de comunicación y en sus numerosas actuaciones extravagantes como jefe de gobierno. Observamos la derrota, el canto de un cisne engominado que se proclama ángel de la noche, pero que no es nada más que una criatura patética. Intenta dar un golpe de efecto en política y lo consigue. Vuelve a formar gobierno, pero ya está condenado. Mientras, observamos a una jet set italiana que lo endiosa al mismo tiempo que lo intenta apuñalar por la espalda. Sorrentino consigue que sintamos compasión por él. Es una especie de Don Giovanni mozartiano, un personaje que durante toda la obra no ha dado más que motivos al espectador para que lo rechace, pero que, a última hora, le hace sentir pena, lástima y empatía.

Sorrentino, de esta forma, consigue ofrecernos un relato inesperado y poliédrico de uno de los últimos personajes que han brillado como estrellas en esta sociedad del espectáculo en que vivimos. Con menos ocasiones que en otras de sus películas para la reflexión profunda y el encuentro con las preguntas esenciales, Silvio (y los otros) se erige como una de las grandes ficciones recientes que han abordado la manera de ser del político moderno. Por cierto, Sorrentino ha optado por distribuirla en dos formatos distintos. Existe una versión corta que es una película de más de horas y existe una serie de dos capítulos, que añaden 54 minutos al metraje de la película. Les recomendamos que opten por ver los dos capítulos y, a ser posible, en versión original. 

Finaliza agosto y las complicidades de mujeres migrantas en luchas se juntan en Madrid para tener un encuentro-taller con la antropóloga feminista Rita Segato. El impás político no es motivo para dejar de pensar e imaginar en común aquello que la invitada viene debatiendo en distintos foros: hacia un pensar interpelado. Este encuentro ha sido una iniciativa conjunta entre el Seminario Permanente sobre América Latina (SEMPAL)[1] en su línea de trabajo “Conversatorios situados” y el Frente Migrante en Madrid.

El encuentro tuvo lugar en el Centro de Residencia Artísticas del Matadero (Madrid), la temática que reunió a distintas voces versó sobre «Hacia un pensar interpelado y disponible: Pensamientos situados, gramáticas subversivas y pedagogías del atreverse». Dicha actividad es resultado del dialogo que el SEMPAL y el Frente Migrante vienen construyendo con la perspectiva teórico práctica de Rita Segato. Estuvieron presentes una coralidad de orígenes, colores, historias, palabras, forma de lucha y esperanzas. Aproximadamente nos miramos y reconocimos 45 mujeres (mujerzazas) migrantes de distintas geografías: Paraguay, Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina Venezuela, Perú, Kurdistán, Marruecos, también estuvieron presentes aquellas que han nacido en España de padres o madres migrantas.

Digamos que un arco de generaciones e historias de vida muy heterogéneas, con diferentes miradas, experiencias, culturas, religiones se atrevió a pensar y reflexionar sobre las gramáticas subversivas y las pedagogías del atreverse en el marco de la lucha de las mujeres migrantes en España, en Madrid. La intensidad y amplitud del debate en una especie de sazón ante los planteamientos de la ponente, hace de la labor de síntesis un trabajo nada fácil, y menos neutral. El ambiente fue de una complicidad y coincidencia, pero también la diferencia de posturas epistemológicas, respecto de los varios campos de lucha en juego hizo ver las posibilidades del horizonte por construir.

Captando los pensamientos expresados en el taller recogemos aquellas ideas que tenían la magia de formar nidos de saber. La autora, en primer lugar, nos contó su experiencia como migrante y afirmó que ser migrante es como “tener un paisaje que se desprendió de su origen, pero sigue siendo parte de nuestros cuerpos”. Además, Segato afirmó que los cuerpos son los nuevos territorios, que transitan y son objeto de conquista”.

Siguiendo este hilo, Rita indicó que entiende la raza como la marca en el cuerpo que representa una posición geopolítica en la historia y, por lo tanto, establece una relación de poder en la sociedad. Este concepto de raza ha sido creado por el mundo blanco, que ha racializado las relaciones. Como explica, por ejemplo, Chimamanda Ngozi Adichie, en su libro Americanah, en el que la protagonista se da cuenta de que es negra cuando se muda a Estados Unidos, ya que en Nigeria nunca había sentido el rechazo de la sociedad y la discriminación que sufrió en los EUA.

El eco de estas primeras palabras de saber invitaba inesperadamente a dialogar a los microespacios artísticos de proyectos racializados que habitan en el Centro de Residencias Artísticas. Rita habló con mucha elocuencia y con una mirada subversiva, sobre muchos temas importantes que afectan nuestras sociedades actuales. Entre los diversos temas mencionados, destacamos el patriarcado, las religiones, la pedagogía de la crueldad, etc. Uno de sus análisis que llamó la atención es cuando afirma “que estamos al principio de la vuelta de página del patriarcado en la humanidad”. Creo que esta frase nos deja un poco de esperanza en el contexto actual en el que vemos un grande retroceso al conservadurismo. 

De hecho, también hablamos detenidamente sobre la religión y su politización en la última década. Segato afirmó que vivimos un secuestro fundamentalista de la religión cristiana, musulmana y judaica, que tiene como principal enemigo a la mujer, y por lo tanto el patriarcado es la consigna más importante de la religión. Dicho secuestro es realizado por sectores del poder, que tienen como principal objetivo la “dueñidad”, el señorío de la sociedad. En otras palabras, son los grandes propietarios de la riqueza y quieren también ser dueños de los cuerpos de las mujeres.

Además, la autora señaló que tenemos que huir del fanatismo del monoteísmo, porque la verdad única es lo que ha hecho posible el genocidio, ya que el monoteísmo tiende a utilizar estrategias fascistas del enemigo. De hecho, para vivir en una sociedad democrática hay que respetar las diferentes religiones y espiritualidades, pero no debemos caer en el fanatismo religioso, porque entonces se tiende a pensar que el otro no es posible, creando el monopolio de la verdad y la justicia.

Durante la charla de Rita Segato hubo varias intervenciones de las compañeras que estaban asistiendo al taller. Algunas de ellas compartieron su preocupación acerca de las compañeras migrantes de lucha que han sido captadas por los fundamentalismos religiosos. Dicho fenómeno, por lo tanto, no está sucediendo solamente en Latinoamérica, sino que también en España, donde el secuestro de la religión actúa donde existe un vacío del Estado, donde la política pierde su capacidad pedagógica y selecciona aquellas personas que han sido afectadas por la crisis y se encuentran en una situación de vulnerabilidad social.

A la pregunta de una de las compañeras “qué hacemos para resistir contra la estrategia fascista de la religión y al ataque a nuestros derechos”, la autora contestó que tenemos que pensar detenidamente para generar las «palabras», los «pensamientos» adecuadas para la denuncia de dichos sectores. Solamente con la elaboración de las palabras, podremos crear un lenguaje contrastante al poder patriarcal y racista. De allí su interés por las gramáticas subversivas y las pedagogías del atreverse.

El tema del papel del Estado también ha sido debatido, y Rita dijo que, aunque tenemos que estar dentro del Estado para impulsar políticas sociales y feminista, hay que estar también contra él, porque el Estado nos traiciona siempre a las mujeres. Y añadió que la única forma que tenemos para combatir el patriarcado, el capitalismo y racismo, es retejer la sociedad, hacer comunidad entre nosotras, defender nuestros derechos y crear nuestras sociedades feministas, cuidándonos, apoyándonos y luchando.

Hasta ahora se ha destacada los temas que se han tratado en el taller, pero es importante señalar que especialmente en la segunda parte del taller hubo muchas intervenciones de las compañeras migrantes, que contaron sus historias, experiencias de militancia, de lucha, de vida, poniendo en evidencia los obstáculos y logros que habían vivido. Este compartir de los saberes, experiencias y luchas ha sido muy enriquecedor para todas, siendo un espacio también de sanación, de conocernos y de identificarnos con las experiencias de las demás.

Para concluir, ha sido un primer taller de una riqueza impresionante a nivel de ideas, de conceptos, de compartir experiencias y de reconocernos como mujeres migrantes. El colectivo migrante que estaba presente señaló la importancia de destacar nuestras diferencias, pero también de identificar nuestras similitudes.

Dentro de muy poco los conversatorios situados seguirán generando saberes e historias debida.  



[1] El Seminario es un espacio de análisis y reflexión del Observatorio de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.

A pesar de que el verano aún nos mantiene muy aturdidos y el otoño parece muy lejano, la temporada cultural ha comenzado y con mucha fuerza. Así y todo no perdamos la oportunidad de aprovechar las próximas semanas de Septiembre para recuperar lo que hemos dejado perezosamente para el último momento.

Para los que pasen por, o residan en, Madrid, algunas de las mejores exposiciones del año están a punto de ser clausuradas. Recordamos las dos extraordinarias del Museo del Prado, “Fra Angélico” y ¨Miradas Afines¨ que se clausuran el 15 y 29 de septiembre respectivamente. Asimismo, Olga Picasso en el CaixaForum el 22/09 y TetsuyaIshida en el Palacio de Velázquez del Retiro el 8/09 entre las que hemos comentado en entregas anteriores.

Sin embargo en Madrid aún tenemos oportunidad de deleitarnos con algunas exposiciones que pronto serán clausuradas.

Eternidad. ¿Imágenes para siempre?

Del 27/06/2019 al 22/09/2019                                               
Lugar: Museo Lázaro Galdiano (varias salas). Calle Serrano 122 (Madrid).

Hasta el 22/09 en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid expone la bilbaína Lucía Vallejo Garay «Eternidad. ¿Imágenes para siempre?»

Muerte, miedo, soledad y vida beben de artistas clásicos como Caravaggio, Van der Weiden, Zurbarán y otros cuya fuerte carga emocional puede sentirse en el templo de la pintura que es el Prado y en la magnífica colección del propio Museo Lázaro Galdiano.

Si algo caracteriza a esta brillante artista es su fondo reflexivo e intelectual. Desde “La Divina Comedia” de Dante a Leibniz y su reflexión sobre el pliegue infinito en el Barroco.

Sobre todo déjense seducir por las formas y la reflexión que las esculturas provocan.

Una vez más, el arte realza la vida cuando no nos deja indiferentes.

Aprovechen también y piérdanse un tiempo por el museo. Merece, y mucho, la pena.

http://www.flg.es/agenda-de-actividades/exposiciones-temporales/exposicion-lucia-vallejo-eternidad#.XXJxY3tS8uU

Exposición William Klein. Manifiesto

Espacio Fundación Telefónica
Junio a 22 de septiembre de 2019
M X J V S D
C/ Fuencarral, 3, Madrid, 3ª planta
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https://espacio.fundaciontelefonica.com/evento/william-klein-manifiesto/

William Klein. Manifiesto es la gran retrospectiva de este maestro de la fotografía en nuestro país.

En los 50 se centra en los juegos de luces y sombras. Posteriormente coquetea con el abstracto. Finalmente su objetivo se dirige hacia el ser humano, ése que se mueve en multitudes que albergan vidas procedentes de todas las escalas sociales y cuyo comportamiento y lenguaje delante de la cámara revelan el consciente e inconsciente de las sociedades y ese devenir hacia un individualismo forzado y contrario a la esencia del mismo.

Movimiento, ruido, multitud. Esencias de la sociedad moderna que retrata como si fuera un antropólogo en medio del Amazonas o los bosques tropicales. Esos puntales de la vida que son las ciudades complejas y que tienen los días contados si continúan, como Saturno cuando devora a su hijo, fagocitando los recursos que necesita para mantener un falso cartel de modernidad a la entrada de las mismas.

Insisto. No se la pierdan. Es, una vez más, arte que no deja indiferente.

Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983

Del 31 mayo al 22 septiembre - LA CASA ENCENDIDA - MADRID
Sala D, Sala E

Si decimos Nasti de Plasti o Carajillo, El Víbora, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, Los tebeos del Rollo en Barcelona, a Cascorro Factory en Madrid y muchas más ilustraciones y colaboraciones en distintos medios, sin duda estamos hablando de Carlos Sánchez Pérez cuyo nombre artístico era Ceesepe.

Ilustrador extraordinario, con un lenguaje muy propio y reconocible, la exposición que hasta el 22/09 se exhibe en las salas de La Casa Encendida de Madrid nos ofrece una excelente panorámica de su trabajo creativo en el cómic y la viñeta.

Ver esta exposición no es solo un goce para el amante del Cómic y de la ilustración tan exquisita como puede ser una viñeta. Es un viaje, un tanto nostálgico, a una época en la que el término transgresión, cuando se hubo de renunciar a una ruptura política, pudo, a ratos inconscientemente, sembrar en el inconsciente colectivo, que buscaba librarse de una sociedad cerrada y pacata, lo que la posible suma de individuos libres podría suponer como reflejo de una más que deseada, necesaria, y utópica libertad integral.

Si algunos consideran que se desvirtuó el mensaje, en el caso de Ceesepe ni mensaje ni mensajero optaron por ese camino.

Hace exactamente un año que fallecía este inolvidable artista. Alguien que no pintaba barreras ni muros identitarios sino que resaltaba las peculiaridades de ciudades como Madrid y Barcelona como un todo dentro de una bellísima diversidad.

Insisto. No deja a nadie indiferente. Saldrán con muchas más preguntas y muchas posibles respuestas.

https://www.lacasaencendida.es/exposiciones/vicios-modernos-ceesepe-1973-1983-9543

Un planeta libre de la amenaza nuclear, una de las reivindicaciones más irrenunciables de todos los movimientos progresistas en todo el mundo.

El 28 de marzo de 1979 se produjo en la localidad de Three Mile Island, cercana a Harrisburg, en el estado de Pensilvania, uno de los más controvertidos accidentes relacionados con el uso de la energía nuclear: En la madrugada de aquel día, una concatenación de fallos en el sistema de seguridad de los refrigeradores de la planta produjo una fusión parcial del núcleo del reactor de la central de Three Mile Island.

A consecuencia de este accidente, se emitieron a la atmósfera una cantidad de gases radiactivos que nunca se pudieron llegar a cuantificar con exactitud y que según los estudios realizados a posteriori tanto por Greenpeace como por diversos organismos científicos tanto estadounidenses como de ámbito internacional, produjo un exponencial aumento de los casos diagnosticados de cáncer y leucemia en la población que vivía hasta en un radio de 20 kilómetros alrededor de Three Mile Island. Una parte muy significativa de esos casos se dieron en la ciudad de Harrisburg.

Antes del desastre de Harrisburg ya existía un enconado debate entre los defensores y los detractores del uso de este tipo de energía, por los devastadores efectos que producía sobre el medio ambiente, los altísimos grados de contaminación que generaba y por los riesgos potenciales, que como se demostró en este accidente, entrañaba su desarrollo a gran escala para la salud y la seguridad, amén de los estratosféricos costes económicos que implicaba a todos los niveles –se calcula que entre 1979 y 1993, los años que se tardó en limpiar completamente el reactor, se tuvo que destinar una cantidad total de 980 millones de dólares para poder realizar esas labores de limpieza- y de los peligros para la paz mundial que en plena guerra fría existían si se generalizaba su uso en la construcción de armamento nuclear.

Todas estas razones eran las que ya desde comienzos de los años 60 llevaron a la implantación de un fuerte movimiento antinuclear en Europa, protagonizado fundamentalmente por el CND desde Inglaterra y en Estados Unidos, fuertemente ligado al movimiento pacifista y a los primeros grupos de izquierda alternativa en países como Alemania u Holanda, en donde ya en los años 70 cobraron una relevancia social nada desdeñable los grupos squatters de ocupación de espacios de uso especulativo para su transformación en espacios sociales autogestionados o los colectivos ecologistas que llegarían a confluir en la creación de Die Grünen, el Partido Verde Alemán, fuerza política que llegó a contar con millones de militantes y de votantes en la antigua RFA en la década de los 80 y que entró con una fuerza inédita en una formación política de izquierda alternativa en el Bundestag.

Un planeta libre de la amenaza nuclear era una de las reivindicaciones más irrenunciables de todos los movimientos progresistas en todo el mundo y desde lo sucedido en Harrisburg, esa reivindicación cobró más fuerza si cabe frente a las posiciones de la grandes empresas, los gobiernos, las cúpulas militares de las grandes superpotencias y los capitostes de la industria del armamento, quienes trataban en todo momento de equiparar el desarrollo de la energía nuclear con el progreso técnico y el bienestar social. Y en este sentido, no le fue nunca a la zaga la URSS a los Estados Unidos; Mijaíl Gorbachov siete años después, tras el desastre de la central nuclear de Chernobil, insistió en que pese a todo, el desarrollo de la energía nuclear era un objetivo estratégico de los planes políticos y económicos del estado soviético.

La dimensión de la catástrofe de Harrisburg no pasó inadvertida al mundo de la cultura y más específicamente, al mundo del rock. Si en los años 60 el rock de la Costa Oeste, la banda sonora del movimiento hippie, ya había mostrado su activismo a favor de la paz con figuras como la de Country Joe & The Fish y los grandes eventos como Monterey o Woodstock habían tenido como emblema el símbolo de la paz, en 1979, tras el accidente nuclear, un nutrido grupo de músicos del rock americano se organizó y fundó un grupo activista al que llamaron MUSE, siglas de Musicians United for Safe Energy, en castellano, Músicos unidos por una energía segura, para tratar de concienciar sobre la necesidad de impedir que se siguieran desarrollando los programas de energía nuclear y de que nunca más volviera a suceder otro Harrisburg.Jackson Browne, Graham Nash, Bonnie Raitt y John Hallfueron los principales impulsores de la creación de MUSE y de la iniciativa más importante que llevaron a cabo: la celebración de una serie de cinco grandes conciertos en el Madison Square Garden de Nueva York entre los días 19 y 23 de septiembre de 1979 que se denominó ‘No Nukes’, que culminaron con un gigantesco mitin en el que intervinieron los miembros de MUSE así como destacados activistas del movimiento antinuclear en el antiguo vertedero de Battery Park, en el extremo norte de Nueva York, al que se estima que acudieron alrededor de 200.000 personas.

En esas históricas noches participaron entre otros Crosby, Stills and Nash, Bruce Springsteen y la E Street Band, James Taylor, Carly Simon, Chaka Khan, The Doobie Brothers, Colin Jesse Young, Gil Scott-Heron, Tom Petty y Poco, así como los propios miembros de MUSE, Bonnie Raitt, Jackson Browne y John Hall.

Los organizadores de MUSE tuvieron pocos problemas para completar un cartel difícilmente repetible en el ámbito del rock tanto pasado como actual. Algunos de los artistas que intervinieron ya habían hecho campaña públicamente contra la energía nuclear: James Taylor, por ejemplo, había escrito una carta abierta y pública al presidente Carter sobre el tema. Otros, como Tom Petty, los Doobie Brothers, Chaka Khan y Poco, no hicieron previamente tan explícitas sus críticas al uso de la energía nuclear, pero toda vez que fueron convocados, aceptaron entusiastas formar parte de los conciertos y en sus declaraciones públicas de la época apoyaron sin reservas la iniciativa de MUSE

Los shows de ‘No Nukes’ incluso lograron convencer a Bruce Springsteen para que volviera a los escenarios después de una ausencia bastante prolongada, aunque se abstuvo de emitir declaraciones públicas en apoyo de la causa porque, tal y como su manager le dijo a la revista Rolling Stone en ese momento, sintió que «la música era suficiente”. El pasado año 2018 el propio Springsteen recopiló todas las grabaciones de sus conciertos en el No Nukes Festival y los editó como disco oficial, a pesar de que según algunas críticas de la época, no todas sus actuaciones fueron especialmente brillantes.

Las actuaciones del No Nukes recaudaron varios cientos de miles de dólares que se donaron a las organizaciones de lucha antinuclear, pero eso fue solo el comienzo para MUSE. En noviembre de ese mismo año, las grabaciones de los conciertos llegaron a las tiendas de discos en la forma de ‘No Nukes: The Muse Concerts for a Non-Nuclear Future’, un triple LP en cuyo encarte interior se incluyó un libro en el que se explicaban todos los detalles del accidente, se proporcionaba información sobre el colectivo MUSE y de todas las organizaciones antinucleares norteamericanas. Al año siguiente, llegó la película ‘No Nukes’, uno de los más acertados precedentes de lo que hoy conocemos como rockumentary, combinando escenas de backstage con fragmentos de las actuaciones en directo, e incluso a uno de sus mentores, le sirvió para iniciar su carrera política: John Hall, años más tarde fue elegido para la Cámara de Representantes de Estados Unidos.

Y aunque MUSE finalmente se retiró del primer plano de la actualidad mediática, la organización se mantuvo unida, y en los últimos años, se han reunido periódicamente para llamar más la atención sobre los peligros de la energía nuclear mientras ayudan a recaudar fondos para ayudar a aquellos que han sufrido los efectos y las consecuencias de los accidentes nucleares.

En 2007, Raitt, Nash y Browne grabaron una nueva versión del clásico de Buffalo Springfield «For What It’s Worth» a beneficio de la causa; en 2011, Browne, Raitt y Hall organizaron otro espectáculo ‘No Nukes’, con una lista de artistas que incluía a Tom Morello de Rage Against The Machine y Crosby, Stills & Nash, para ayudar a las víctimas del desastre de Fukushima, otro de los más devastadores accidentes producidos en la historia reciente en una central nuclear.

Como Graham Nash le dijo a Rolling Stone antes del concierto de 2011, «Las personas que poseen los medios de comunicación más influyentes del mundo pueden contarse con los dedos de una sola mano. No quieren personas. Quieren ovejas, compradores, consumidores, pero ciegos, sordos y mudos», argumentó. «Compre otro par de zapatillas de deporte, compre otra Coca-Cola, cómase otro Big Mac, y no oiga hablar de mí mientras le robo”. Ese es el mensaje. Solo estamos tratando de tomar conciencia de los problemas del accidente japonés y amplificarlos».

Para Jackson Browne, la causa de ‘No Nukes’ fue básicamente, tal y como lo relató a los medios, una cuestión de conciencia social. «Era algo que podía hacer y quizá con ello dormir un poco mejor por la noche. No sé si podríamos haber hecho más, pero creo que todos los que nos involucramos, lo dimos todo por nuestra parte. Es cierto que la energía nuclear aún existe, es un arma en manos de un poder que seguramente es demasiado fuerte para enfrentarlo desde la música, pero por otra parte, no podíamos quedarnos callados. El poder debe sentir que aunque sea más fuerte, la razón pocas veces está de su lado. Y si los músicos podemos poner bien alto nuestros amplificadores para que el poder lo sienta, es lo menos que podemos hacer”.

Mick Jagger declaró a New Musical Express en el verano de 1968, tras el mayo francés: “Es absurdo pensar que se puede empezar una revolución social con un disco. ¡Ojalá se pudiera! Si fuera posible, los Stones quizá ya lo habríamos hecho”.

En este año de 2019 se cumplen 40 años del desastre de Harrisburg, de los conciertos ‘No Nukes’ y de la gran movilización social que promovieron, que supuso en todo el mundo un gran avance en la conciencia colectiva sobre el gran peligro de la energía nuclear. Tras unos años de receso en la lucha por la defensa del medio ambiente, hoy la reivindicación por un mundo ecológicamente sostenible, la lucha contra el cambio climático, en definitiva, la lucha por la supervivencia del planeta, cuya depredación por el capitalismo salvaje hoy estamos viviendo en nuevas tragedias como los incendios de la Amazonía, las boutades de ignorantes como Donald Trump y la ofensiva ultraconservadora negacionista del gran problema de sostenibilidad que nuestro planeta padece, quizá un disco no pueda dar la vuelta a esa situación, como decía Mick Jagger. Pero sí puede concienciar, puede mostrar una realidad que desde determinadas esferas de poder se pretende esconder o deformar, y sobre todo, puede demostrar que aquellas personalidades que han adquirido una solvencia, una credibilidad, un respeto dentro de la cultura, tienen también en sus manos aportar, como hicieron los músicos de MUSE en 1979, su esfuerzo a esa concienciación colectiva tan necesaria. Máxime en estos días. 

Todo a punto para la 37.ª edición de la Setmana del Llibre en Català

Una iniciativa para fomentar la lectura y potenciar el contacto entre lectores, autores, editores y libreros.

La Setmana del Llibre en Català ha encontrado la fórmula que le funciona. Después de muchas tentativas, durante la últimas ediciones el punto de encuentro entre lectores, autores, libreros y editores solo crece y suma propuestas. La Setmana del Llibre en Català, que este año llega a su 37.ª edición, se celebrará del 6 al 15 de septiembre en la avenida de la Catedral de Barcelona con unas dimensiones que superan las del año pasado. “La Setmana no tiene nada que ver con Sant Jordi, es una fiesta del libro que fomenta la proximidad y ofrece el mayor número de libros en catalán de la historia”, puntualiza Joan Sala, presidente de la Comisión Organizadora de La Setmana.

Los organizadores quieren mostrar la riqueza y diversidad de la edición en catalán y su potencia industrial, por ello en un solo espacio, en 1.750 metros cuadrados y durante 10 días, se concentra la oferta de libros y de publicaciones en catalán más grande de la historia y al alcance de todo el mundo. Serán un total de 219 expositores repartidos en 62 módulos; un 7,5% más de expositores, en relación a la edición de 2018. 

“Los dos últimos años ha funcionado bastante bien para no tener que hacer cambios. Uno de los grandes trabajos es la creación de nuevos lectores tanto jóvenes como adultos. Mucha gente cree que la producción de libros en catalán es minoritaria y es un sector muy fuerte; siempre destaco que en catalán se encuentra de todo, ensayo, libro ilustrado, cómic, ciencia ficción… Además, tenemos la suerte de contar con muy buenos traductores y una hornada de nuevos autores. Las editoriales hacen buen trabajo descubriendo autores, y todo esto hace que tengamos una gran diversidad y que todo el mundo encuentre su libro”, explica Joan Sala.

Fomentar la lectura

Hacer que pequeños y mayores lean más y aprecien los libros es uno de los objetivos de la Setmana del Llibre en Català. Y el contacto directo entre autores, lectores, editores y libreros ayuda. “Por lo que se refiere a los niños tuvimos un éxito espectacular con la biblioteca personal. La idea es muy buena y funciona. Y en el caso de los adultos, funciona la posibilidad de ver a los autores o intercambiar impresiones con editores y libreros”, argumenta Sala.

Uno de los atractivos de la feria es acceder a los libros de fondo, a menudo desplazados por el alud de novedades que pueblan las librerías; además de decenas de actividades de todo tipo para pequeños y mayores como presentaciones, recitales, itinerarios literarios, charlas, cuentacuentos… A la hora de presentar las novedades literarias La Setmana cuenta con una radio propia en la que participarán Guillem Terribas, Albert Sánchez Piñol, Rosa Ribas o Joan Daniel Bezsonof entre otros autores.

Este año, el invitado especial de la feria es David Lagercrantz, el escritor escogido para continuar la serie Millennium escrita por Stieg Larsson. Lagercrantz se ha ocupado de la cuarta entrega, El que no et mata et fa mésforty de la quinta, La noia que va viureduesvegades.

Premio especial para Cavall Fort

Otra de las funciones de la feria es reconocer la tarea de autores, libreros y editores, y el premio especial de esta próxima edición lo ha merecido la revista Cavall Fort. La revista nació en diciembre de 1961 con el objetivo de ofrecer un medio para que los niños pudieran aprender a leer y escribir en catalán. Esta preocupación marcó el formato y el contenido de la revista: desde la decisión de incluir páginas de cómic para estimular el interés del lector, hasta la elección del modelo de lengua. Para poder llevar hacia adelante la revista, sus creadores buscaron el apoyo de los obispados de Vic, Girona y Solsona, que dieron cobertura legal en una época en la que el impulso de una publicación en catalán era un desafío al régimen franquista.

Pero un dato importante de La Setmana del Llibre en Català que acostumbra a pasar desapercibido para los lectores es la compra y venta de derechos. Por tercer año, el Making Catalan Literature for International Publishers and Agents se celebrará dentro del marco de La Setmana gracias a la colaboración con el Institut Ramon Llull. El Institut dedicará un módulo a la venta, en exclusiva, de libros de autores catalanes traducidos a otras lenguas. “Esto el público no lo ve pero son más de 400 reuniones y esto es fundamental para impulsar los libros en catalán. De este modo La Setmana combina las características del festival literario con la feria y la correspondiente compra venta de derechos”, destaca Joan Sala.

De forma recurrente, el libro de George Orwell, 1984, asoma en el debate público y periodístico como ejemplo de una de esas novelas que parecen haber acertado en sus (funestas) predicciones sobre el futuro. Pero hay ejercicios retrospectivos que ponen igualmente los pelos de punta, sobre todo cuando se comprueba que, en cierta forma, también hablaban de un futuro que ya se ha convertido para nosotros en presente. La conjura contra América es uno de estos ejercicios de ficción.

Ernst Cassirer y Martin Heidegger en Davos.

La novela se basa en un supuesto, el de qué hubiera ocurrido si en 1940, en lugar de ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos Franklin D. Roosevelt, lo hubiera hecho un candidato antisemita y simpatizante de las potencias del Eje que hubiera optado por la neutralidad del país en la guerra. Y así ocurre en la novela de Philip Roth. Charles Lindbergh, primer hombre en volar en solitario desde el continente americano al europeo (Nueva York-París), héroe nacional, se hace con la presidencia, después de una campaña atípica, siempre enfundado en su traje de aviador, sus discursos lacónicos y su forma de plantear las elecciones: votad por mí o votad por la guerra. Y el pueblo americano, cansado de tener que atravesar una crisis cada década, vota por él.

La historia está contada por un niño, Philip, hijo menor de una familia judía de cuatro, la familia Roth, que vive en Newark. Los hechos históricos se van intercalando con el relato de la familia, demostrando como los primeros pueden llegar a afectar las vidas de los individuos y las comunidades que estos forman.

Philip Roth escribe una historia basada en un supuesto, pero que juega con elementos reales. La extrema derecha y el antisemitismo han existido siempre en Estados Unidos y una organización criminal como el Ku Kux Klan ha sido solo la punta del iceberg de un gran número de agrupaciones que a lo largo de la historia de este país han aflorado (el Bund, el Partido Nazi Americano, la asociación América Primero) y que han tenido en común el racismo y la defensa de una América blanca, cristiana y anglosajona. Estamos hablando de la América WASP (White-AngloSaxon-Protestant), del Partido Demócrata en los estados del sur en esa época, en un gran número de republicanos en todo el país, del general Douglas MacArthur o de Huey Long. 

La novela describe con detalle como la implantación de un gobierno fascista nunca sucede de la noche a la mañana, sino que se enmascara detrás de un rostro atractivo y sonriente como el de Lindbergh, y los cambios que acomete son lentos y progresivos, muy sutiles. Poco a poco, los judíos, la familia Roth, los judíos de Newark, Washington y del resto de Estados Unidos, se van dando cuenta de que ya no son ciudadanos en igualdad de derechos. De que tienen un gobierno que les culpa de los males del mundo, de que no se integran en la sociedad americana, que tienen manía persecutoria. Una gentuza paranoica que vive voluntariamente en guetos. Lo primero que ocurre es que los antisemitas que siempre lo habían sido, ahora lo muestran. Al tener un presidente que piensa como ellos, se sienten impunes y dicen lo que nunca habrían dicho por temor al rechazo. Pero ahora son ellos los que mandan, así que se sienten fuertes. Después está el cambio en lenguaje, los eufemismos. Antisemitismo es una palabra que ya no se usa. Ya solo hay americanos y americanismo. Los judíos tienen que dejar de lado su judaísmo para ser más americanos. Y entonces vienen los cambios en las leyes, la desprotección de la comunidad judía, y las primeras políticas que van en su contra y que buscan destruir su comunidad. En todo este proceso, que dura varios años, no faltan los colaboracionistas y el estallido final de violencia, el asesinato impune de judíos y el último giro hacia una dictadura.

Viendo el relato de Roth, resulta imposible no buscar similitudes entre este gobierno ficticio de Lindbergh y el momento actual. Basta con observar las ideas intolerantes, racistas y aislacionistas de partidos como Vox o Frente Nacional o de gobiernos como el de Hungría o de la Administración Trump. Lo sorprendente no es que leyendo el libro uno se dé cuenta de que estamos en una situación parecida a la de los años treinta (esto resulta exagerado), sino que se aprende la forma en que hace política la extrema derecha. Sutilidad, esta palabra la describe a la perfección. Buenas palabras, sonrisas, seducción, que ocultan un fondo radical que busca el momento adecuado para implantarse con naturalidad en la sociedad.

Philip Roth era un escritor extraordinario, capaz de explicar la realidad desde la ficción, con una escritura tan fluida y tan bien construida (y tan bien traducida por Jordi Fibla) que será capaz de asombrar a cualquier lector.      

La conjura contra América, de Philip Roth (Traducción de Jordi Fibla). Barcelona, Debolsillo, 2005.

La concejal del distrito Moncloa-Aravaca (PP) se ha estrenado con ruido. Más bien con estrépito, con el escándalo que constituye prohibir la actuación de dos cantantes: Luis y Pedro Pastor, prevista en las fiestas del distrito municipal que gobierna. Mucho hablar de Constitución: «Nosotros, los constitucionalistas” para cargarse derechos fundamentales, como los recogidos en el art. 20:

Artículo 20 de la Constitución Española:

1. Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.

Luis pastor es un veterano, querido y respetado cantautor que había sido contratado por el anterior equipo municipal para actuar en las fiestas de Aravaca. El vídeo que encabeza estas líneas, grabado durante la presentación del libro Saramago. Un retrato apasionado (Clave Intelectual, 2011) en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en noviembre de 2011, refleja con claridad su pensamiento.

Pedro Pastor Guerra, su hijo, ha seguido el camino de Luis y recoge en las letras de sus canciones sus ideas de compromiso social.

Parece que al PP no le gusta la poesía, ni la libertad de expresión, ni de pensamiento. Y como si la ciudad fuera suya, prohíbe de forma caciquil la libertad artística y musical.

Pero la decisión de Sordo se le ha vuelto en contra. No sólo porque numerosas asociaciones vecinales se han manifestado en contra de esta prohibición. También porque el grupo musical que quería contratar, Los Fesser ha renunciado a hacerlo. Una decisión que les honra. Y han emitido este comunicado:

Y efectivamente, así lo dice:

"Si la  música es ruido
Que estallen los oídos
Que lo escuchen ahí arriba
Asesinos del arte
Los músicos no irán a ninguna parte".

El equipo de Espacio crítico expresamos desde aquí nuestra solidaridad con Luis y Pedro Pastor y nuestra admiración y respeto hacia Los Fesser, un grupo pequeño pero con una dignidad muy grande.

Ni el “tsunami” de calor que invade a más de media Europa consigue aplacar el interesantísimo elenco de exposiciones y ofertas culturales que hay por toda la península ibérica y muy destacadamente en Madrid.

Comenzamos por una exposición que hasta el 8 de Septiembre se exhibe en la sala Principal del Centro Tabacalera Promoción del Arte sito en la Calle Embajadores 51 de Madrid, en el límite del barrio de Lavapiés, modelo de expolio y Gentrificación express donde los haya.

La exposición titulada ELOY DE LA IGLESIA. OSCURO OBJETO DEL DESEO realiza un recorrido por la heterogénea trayectoria artística de este director y guionista nacido en Zarauz en el año 1944 y fallecido en el año 2006.

Integrante del PCE durante la dictadura franquista, mantuvo múltiples disputas con la censura debido a su deriva ideológica y al hecho de no ocultar su homosexualidad en tiempos de represión de todo lo que no encajaba en los postulados del régimen.

Prolífico director de películas que mayormente retratan un mundo marginal, invisibilizado por el régimen y una sociedad pacata, estas reflejan un mundo molesto para la emergente y mediocre clase media propia del desarrollismo y del postranquismo. Así, temas como el mundo de las drogas, que se vivía en las ciudades españolas en las décadas de los 70 y los 80, la homsexualidad y relaciones familiares insanas fueron tratados con valentía y madurez por un prolífico director que dejó su huella en el cine español, siendo un referente, como se dice en la presentación de la exposición, para las nuevas generaciones de cineastas.

Eloy de la Iglesia. Oscuro objeto de deseo. LA PRINCIPAL                     21.06.2019 - 08.09.2019

https://www.promociondelarte.com/tabacalera/noticia-423-eloy-de-la-iglesia-oscuro-objeto-de- deseo

Desde julio a diciembre de 2019 los amantes de nuestro vecino, y muy querido, Portugal podrán disfrutar de una de las mejores selecciones de lo más actual de la cultura española.

La selección abarca desde exposiciones al teatro, con una variada oferta de Flamenco, música de todos los estilos, jazz, cine y otras representaciones de lo que hoy se considera lo más impactante, novedoso y llamativo de la cultura de nuestro país.

23 ciudades de Portugal albergan esta heterogeneidad de la cultura que la Mostra intenta, y consigue, sembrar en un país que, a pesar de su cercanía y enorme respeto por todo lo español, aún desconoce.

Anímense los amantes de lo Ibérico como producto de una cultura que, habiendo compartido tanto, no han sido capaces de compartir una complicidad que tanto nos une y cuya variedad nos admira. Escenario y producción se complementan íntimamente. Ese es el objetivo a medio y largo plazo.

https://www.mostraespanha.org

David Wojnarowicz - La historia me quita el sueño 
29 mayo – 30 septiembre, 2019 - Edificio Sabatini, Planta 1/ MNCARS

Seguimos en el “ojo del huracán” cultural, y muy destacadamente pictórico, que es Madrid y su amplísima oferta de calidad en todas las estaciones y sobre todo en verano.

Si términos, hoy lamentablemente tan de moda, como: distopía, intolerancia, política queer, contestación, rebeldía nos resultan muy familiares, es importante que recordemos que no provienen de una situación lejana. La lucha y denuncia que en los ochenta tuvo lugar en los Estados Unidos, y más concretamente en Nueva York, no surgió por un acto de espontaneidad sin causa. El abandono y casi desprecio hacia el sufrimiento que la epidemia del SIDA ocasionó en la comunidad Gay, tuvo un reflejo fresco, rebelde y muy impactante en el arte contemporáneo. Hoy ese reflejo es reconocido y mostrado por el MCNARS a través de la obra que el artista David Wojnarowicz creó desde el final de los 70 hasta 1992 cuando el Sida terminó con su vida en un momento en que no se podían aún controlar los efectos letales de esa devastadora enfermedad.

Una exposición altamente recomendable que no dejará indiferente a nadie y que nos retrotraerá al sufrimiento que todo enfermo de la epidemia, especialmente de la comunidad queer norteamericana, padeció y cuyas secuelas sociales están lejos de ser historia.

Recomiendo que ver el vídeo donde Manuel Borja-Villel, director del MNCARS hace una excelente introducción de la exposición y la obra del artista.

https://www.museoreinasofia.es/exposiciones/david-wojnarowicz

Dos últimas recomendaciones que siguen la senda del Ojo del huracán de Madrid y su magnífica oferta expositiva.

Photo ESPAÑA: Donna Ferrato. Holy 
Sala Minerva - 22.09.2019 (Lunes cerrado) - 17:00 > 21:00

Dentro de la muestra Photo España 2019 y su extensa e intensa oferta fotográfica, la Sala Minerva acoge la exposición titulada “HOLY” de la fotógrafa, nacida en Massachuset USA, DONA FERRATO.

Una vez más una artista de la fotografía norteamericana hace uso de su genio artístico y su capacidad de ver más allá para denunciar la violencia doméstica, tan a flor de piel en las sociedades occidentales. Hace “visible lo invisible” mostrando la violencia contra las mujeres y evidenciando que su supervivencia depende de ellas mismas.

En las múltiples exposiciones que el Museo del Prado ha organizado a raíz del 200 aniversario de la inauguración del mismo no han de perderse las dos exposiciones temporales que este verano brillan con luz propia.

No muy extensas pero si intensas, las exposiciones:

Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia 
Museo Nacional del Prado. Madrid 28/05/2019 - 15/09/2019

y

Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines 25/06/2019-29/09/2019

no dejarán tampoco indiferente a los amantes de la pintura clásica.

El arte del renacimiento italiano con la introducción de la perspectiva, las influencias del Giotto, Donatello y Brunelleschi, que desembocan en una maestría admirable de cuño propio, confluyen en una exposición magníficamente comisariada.

Se pueden admirar, entre otros muchos cuadros, predelas, vírgenes como la Anunciación del Prado, La Virgen de la Humildad con cinco Ángeles de la colección Thyssen en depósito en el MNAC de Barcelona, así como la Virgen de la Granada, una de las últimas adquisiciones del Prado y que en la exposición ocupa un lugar relevante.

No se pierdan el vídeo sobre la restauración de la Anunciación, algo que impacta por la profesionalidad y saber hacer de las restauradoras del Prado.

Miradas Afines, nos incita a reflexionar en torno a las similitudes entre las escuelas de pintura española y holandesa de finales del siglo XVI y siglo XVII. A través de la comparación de pinturas extraordinarias de Velázquez, Ribera, Murillo, Zurbarán y otros pintores españoles de la época con los pintores holandeses Vermeer (del cual se exhiben dos obras), Rembrandt, Franz Halls, y otros reconocidos artistas holandeses, nos vamos apercibiendo de que, como Ortega y Gasset escribió:

“La unidad de la pintura de Occidente es uno de los grandes hechos que hacen manifiesta la unidad de la cultura europea.”

Estas exposiciones nos confirman, una vez más la categoría de la que probablemente sea hoy la institución española más reconocida internacionalmente y a la que el pintor y escritor español Ramón Gaya, desde el exilio, denominó: “Roca Española”.

Que ustedes lo disfruten.

Julieta Valero (Madrid, 1971) posee una de las voces más sugestivas y fascinantes de la poesía actual en castellano. Los tres primeros años, su nuevo poemario, constituye en sí mismo una exploración de la maternidad, los límites de la vida y la muerte y el espacio que media entre el mundo y el lenguaje con el que le damos forma.

El título del libro podría indicar al lector que su contenido se desarrolla de forma cronológica, aludiendo, precisamente, a los tres primeros años de vida de su hija. Pero el mecanismo que utiliza la autora es completamente inverso. El tiempo, más que seguir una estructura de causa y efecto, con datos ordenados casi por fecha, se propaga como el espacio por un mapa y, de la misma forma, es visto desde arriba. Los poemas están escritos al límite de la gramaticalidad y los significados son múltiples, las metáforas (los cauces, el hueco) se combinan con titulares de periódico que se mezclan con las imágenes poéticas como el agua sucia en la cristalina.

Julieta Valero intenta expresar lo que le suscita la maternidad (conciencia de vida o nacimiento es también conciencia de finitud y muerte) y con ello se acerca a los márgenes del mundo. Su hija aprende a hablar y así la autora se da cuenta de como funcionan las conexiones del mundo con el lenguaje, como muchas veces lo que queremos expresar se experimenta sin palabras en la experiencia y como el nombrar y los giros lingüísticos (tampoco y concoco) parecen existir incluso antes de que hayamos fijado su significado en la infancia.

Existe una aproximación cognitiva a las palabras antes de comprender su significado (página 34).

Dan ganas de que Julieta Valero escriba una especie de tratado sobre lenguaje y poesía, mundo y experiencia, nombrar y significado y de que los demás lo podamos leer. Y dan ganas porque su libro muestra una mente poética de una profundidad asombrosa.

Los tres primeros años es un poemario que merece ser leído y releído. Da la sensación de que solo a través de las sucesivas relecturas se logrará vislumbrar el amplio rango de alusiones, significados y relaciones metafóricas que se abordan. En todos los poemas hay un misterio. Hay que dejar que las palabras entren en nosotros.

La guerra comercial lanzada por Donald Trump contra China ha multiplicado los debates acerca de un posible conflicto abierto con Estados Unidos. Después de años de sinergia y dependencia mutua (productiva, comercial y financiera) de sus modelos de crecimiento, las referencias a la denominada “Trampa de Tucídides” se multiplican en los medios de comunicación. Sin embargo, buena parte de esos análisis se encuentran sesgados por la tendencia a asignar mecánicamente a China las inercias del expansionismo occidental. Históricamente, la política exterior china se ha orientado más a asegurar su posición geopolítica, habitualmente hegemónica, que a desarrollar un dominio de carácter imperialista. El proyecto político del Partido Comunista Chino se encuentra en la intersección entre el socialismo, el desarrollismo y el nacionalismo. No en vano, gran parte del apoyo popular que sigue, en buena medida, manteniendo se basa en su capacidad de haber dado respuesta al sentimiento de humillación nacional que se generó en el siglo que va desde el final de la primera Guerra del Opio en 1842, al de la invasión japonesa de China en 1945. De modo que los recientes movimientos externos e internos (incluida la campaña de claros tintes nacionalistas acerca de “El sueño chino”, lanzada por Xi Jinping) deben interpretarse como una nueva fase en el intento de reforzamiento de la soberanía del país asiático. Algo para lo que el logro de una creciente independencia económica se considera fundamental.

En este sentido, se puede interpretar que la política exterior china se encuentra, fundamentalmente, al servicio del proceso de desarrollo del país. Durante las tres primeras décadas del proceso de reforma y apertura externa, China tomó una posición acomodaticia en sus relaciones internacionales, aceptante de los principios de la globalización neoliberal, proceso del cual se convirtió en la plataforma productiva central. Los líderes chinos consideraban que la consecución de un orden internacional “cooperativo y armonioso” era imprescindible para acompañar a la modernización económica del país. Por esta razón, durante los años del liderazgo de Hu Jintao y Wen Jiabao la estrategia de “ascenso pacífico” definió su política exterior.

Sin renunciar a ese planteamiento, durante los últimos años China ha comenzado a transitar hacia una estrategia más proactiva, que busca ejercer una creciente influencia y toma de partido en el orden internacional. Como parte de ella, ha desarrollado una nueva diplomacia, de marcado carácter económico-financiero (aunque acompañada de asociaciones en materia de seguridad). Para ello ha conformado nuevas instituciones multilaterales, como el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS o el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura; firmado múltiples acuerdos de intercambio de divisas con el objetivo de facilitar el comercio bilateral; y comprado, en plena crisis del euro, relevantes cantidades de títulos de deuda pública de países europeos. Esta diplomacia tiene a la no injerencia en los asuntos internos de otros países como principio rector y, por lo general, trata de evitar la beligerancia militar. Sin embargo, al mismo tiempo apuesta por el mantenimiento de las instituciones y principios del orden neoliberal, en especial del liberalismo comercial (profundizado internamente con las zonas de libre comercio de Shanghai y Hainan), lo cual no deja de resultar paradójico en pleno giro proteccionista de EE.UU.

Desde este nuevo rol internacional, China ha lanzado varias iniciativas clave para asegurar la continuidad de su proceso de desarrollo. La nueva etapa del mismo tiene como objetivo principal subir escalones en las cadenas globales de valor hasta convertir a la economía china en una potencia tecnológica. Aunque, por naturaleza, esta es una transformación de largo plazo, China está avanzando en ella a pasos agigantados, algo que es lo que ha encendido todas las alarmas en EE.UU. Sin embargo, la estrategia exterior china, lejos de orientarse como amenaza a la actual potencia hegemónica, lo que busca, más bien, es seguir avanzando en su autonomía económica y financiera. En el país asiático esta autonomía es concebida desde una posición de liderazgo, pero en interdependencia con otros países. Es por esta razón que los proyectos para fortalecerla traspasan las fronteras chinas: tanto la Iniciativa de la Franja y la Ruta (la nueva “Ruta de la Seda”), como la paulatina internacionalización del renminbi (moneda del país) están concebidas como la plataforma desde la que emprender un crecimiento común.

Por supuesto, hay que evitar ser ingenuo respecto a las intenciones chinas. Esas iniciativas no suponen ningún tipo de macro-proyectos de “cooperación al desarrollo”, en el sentido habitualmente dado al término en Occidente. Por el contrario, ambas comparten una gran capacidad de extender la influencia de China, tanto en el entorno cercano (Sudeste Asiático, Asia del Sur y Central) y más lejano (África Oriental y Europa, especialmente del Este), como en el resto del mundo. Y ambas corren paralelas a movimientos estratégicos de carácter más agresivo (como las reclamaciones de soberanía, acompañadas de movimientos militares, en el Mar del Sur de China) con las que el país asiático trata de asegurar unas rutas comerciales que son esenciales para su integración en la economía mundial. No obstante, son iniciativas que buscan defender los intereses chinos desde la hegemonía económica (asegurándose el suministro de materias primas y bienes intermedios; apuntalando los mercados de exportación; y desarrollando los privilegios que conlleva la emisión de una divisa potencialmente clave a nivel internacional); más que desde el dominio territorial (vía invasión militar).

De nuevo, no se trata de relativizar lo que el ascenso chino supone para el orden mundial, sino de entenderlo según su propia lógica. No en vano, China aplica los principios de la interdependencia también a nivel interno, donde está combinando su plan “Made in China 2025”, con el que pretende reorientar su sector industrial hacia las actividades innovadoras; con una nueva legislación más protectora de la inversión extranjera y de la propiedad intelectual. Además, esa legislación se está viendo acompañada de la apertura a las empresas transnacionales de sectores estratégicos, hasta ahora protegidos, como el financiero, o el de las telecomunicaciones. De esta manera se está dando respuesta a una de las más importantes reivindicaciones detrás de la guerra de Trump: el intento de frenar la transferencia “forzada” de tecnología desde las empresas estadounidenses hacia las chinas. En realidad, en esta nueva fase, es probable que China tenga menos necesidad de continuar replicando tecnologías foráneas, que de asegurarse el aprovisionamiento de algunos inputs (en especial, los semiconductores) que son clave para su industria de smartphones o para las redes 5G, entre otras ramas en las que China está tomando posiciones rápidamente. En todo caso, el país parece seguir apostando por impulsar el desarrollo económico interno en un contexto de creciente integración externa.

En conjunto, distintos analistas han especulado sobre la posibilidad de que estemos asistiendo a la emergencia de un proceso de globalización a la china. En mi opinión, este proceso se caracterizaría por un orden más bipolar, que multipolar, aunque alejado de la política de bloques propia de la segunda mitad del siglo XX, dado, entre otras cuestiones, el actual solapamiento de las alianzas de seguridad desarrolladas por China con países tradicionalmente bajo el dominio estadounidense. En él coexistirían la decadente institucionalidad post-Bretton Woods, con los nuevos organismos internacionales vinculados a la creciente influencia china. Los principios ideológicos que han ordenado la globalización neoliberal (libre comercio, apertura a la inversión externa, desregulación financiera, etc.) serían adaptados según un pragmatismo similar al del proceso chino de reforma. Quizás el elemento más determinante en la configuración de este nuevo orden lo constituya la potencial re-articulación de las cadenas globales de producción. Si las mismas continúan la actual tendencia a la interdependencia global (por supuesto, desequilibrada en el poder de toma de decisiones y en la distribución de la renta en su interior), la probabilidad de conflicto geopolítico disminuiría, dado el mantenimiento de un alto grado de dependencia mutua. Si, sin embargo, se empezasen a formar nuevas cadenas vinculadas a las iniciativas chinas de integración, esa probabilidad podría aumentar.

Incluso en el mejor de esos casos, este sería un proceso lleno de contradicciones, que se encontraría lejos de poder asegurar una transición hacia un orden internacional más equitativo y sostenible. Durante años se puso de moda hablar del Consenso de Pekín, como una alternativa al Consenso de Washington. Los mejores resultados de la pragmática transición china al capitalismo, que combinó procesos acotados de mercantilización, con el mantenimiento de muchas de las más importantes herramientas de intervención del Estado en la economía (tipo de cambio; controles de capital; instituciones financieras, incluido el banco central del país; empresas estratégicas, etc), sirvieron de contrapeso a los dañinos sesgos ideológicos que acompañaron a la puesta en marcha de planes de ajuste estructural a lo largo y ancho del mundo. No obstante, lo cierto es que ni China parece haber querido nunca convertirse en una referencia para el resto de económicas semi-periféricas; ni, dadas sus extremas particularidades, su modelo de desarrollo es realmente replicable por otros países; ni, teniendo en cuenta los fenómenos externos e internos a los que se encuentra asociado, puede suponer una esperanza de fondo para quienes aspiran a lograr una mayor justicia en la sociedad global.

De hecho, las contradicciones generadas por la creciente influencia china podrían abarcar prácticamente todas las dimensiones: la de los derechos civiles (con la creciente represión a movimientos sociales y étnicos; y la expansión de programas de control y vigilancia de la población); la laboral (con la externalización hacia el Sudeste Asiático de las fábricas de bajos costes, asociados a escasos derechos laborales; además del mantenimiento de la prohibición interna de formar sindicatos autónomos); la ecológica (con la profundización del extractivismo en los países proveedores de materias primas, especialmente en África y Latinoamérica; al mismo tiempo que con una insuficiente reducción de las emisiones contaminantes en la economía china); la de la política internacional (con la ayuda al sostenimiento de regímenes autoritarios que suponen, indirectamente, varias de las iniciativas puestas en marcha; sin dejar de lado cómo la diplomacia financiera está generando una nueva dependencia de muchos países respecto a China); e, incluso, la militar (con potenciales movimientos agresivos en los conflictos que resultan clave para el país asiático; a pesar de su, en principio, renuncia a la beligerancia abierta).

En síntesis, tratemos de evitar los análisis mecanicistas acerca de la expansión china; contextualicémosla dentro de su estrategia de desarrollo económico como herramienta central para defender la soberanía del país; y, evitando caer en maniqueísmos, seamos prudentes con las posibilidades que ofrecen las iniciativas de integración, productiva, comercial y financiera, lanzadas por China. Éstas apuntarían a una reconducción del proceso de globalización, que, sin embargo, se encontraría lejos de poder evitar muchas de las contradicciones, desigualdades e insostenibilidades a las que el orden neoliberal nos ha expuesto durante las últimas décadas.

Pasados ya varios días del Orgullo más mediático de los últimos años podemos hacer un análisis claro de lo sucedido. Para empezar me gustaría recordar que Ciudadanos lleva acudiendo al Orgullo muchos años y que su presencia nunca ha sido pacífica. Casi desde el comienzo su vinculación con el Orgullo tenía que ver con la defensa de una igualdad formal que no requiere de ninguna transformación social para disfrutarse y, al mismo tiempo, con la defensa a ultranza de los vientres de alquiler. Ciudadanos se ha convertido en el máximo representante y defensor de las empresas que ofertan estos “servicios” y ha convertido la defensa de una ley que regule esta práctica en una de sus señas de identidad como partido, además de su casi única vinculación con la comunidad gay, suponiendo falsamente que esta es una reivindicación generalizada en el colectivo. Debido a esto ya el año pasado hubo gente que les abucheó en varios tramos del recorrido, pero aún Vox no había llegado a las instituciones. Este año se ha dado un paso más y hemos vivido la expresión masiva de rechazo a la presencia de Ciudadanos en el Orgullo, lo que tiene que ver con la situación política general, y con la lucha de la derecha por ganar posiciones en las batallas culturales alrededor de algunos consensos sociales que en los últimos años se están configurando desde posiciones contrahegemónicas que están contribuyendo a cambiar un mapa político que parecía confirmar una derrota global de la izquierda; tiene que ver con cuestiones algunas más coyunturales y de consumo interno y otras claramente relacionadas con la resistencia a las políticas neoliberales en todo el mundo. El feminismo anticapitalista, alejado del feminismo liberal que ha dominado los discursos y las instituciones en los últimos años; el movimiento LGTBI, obligado a reaccionar ante los ataques de la extrema derecha; el movimiento ecologista, necesariamente alejado del capitalismo verde…y otros movimientos, como el de personas con discapacidad, tienen que ver con el empeño de Ciudadanos por convertir este Orgullo en una muesca más que añadir a su ya larga trayectoria mamporrera. Ahí está la necesidad, por parte de la derecha, de despojar de cualquier significado transformador a aquellos movimientos que parecen estar ganando posiciones sociales, y así poder reducirlas a sus significados más inanes. No les está saliendo bien.

En primer lugar, el boicot a Cs tiene que ver con la coyuntura política relacionada con la llegada a las instituciones de un partido de extrema derecha, visceralmente opuesto a los derechos de las personas LGTB (y de las mujeres), partido con el que Ciudadanos está pactando sin complejos y al que está contribuyendo a blanquear. Así que para el colectivo LGTBI ya no hablamos de cuestiones más o menos opinables, sino que entramos en el terreno de la lgtbifobia explícita, la que busca acabar con nuestras vidas (ya sea de manera real o simbólica). No hay mucha discusión ahí, quien pacta con quienes nos quieren hacer desaparecer, no puede tener espacio en una manifestación política de reivindicación de derechos. Los organizadores de la manifestación exigen que para participar como organización en la manifestación se firme un compromiso explícito de no cooperación con la extrema derecha. PP y Cs no quieren firmarlo y se les niega entonces su participación como partidos.

En segundo lugar, al encontrarse vetados para participar como partido, Ciudadanos se encuentra con la oportunidad deseada de organizar otra de las performances que vienen organizando por toda España y que, según ellos mismos desvelan en comunicados internos, les permiten ser objeto de atención pública y salir en los medios. Ir allí donde no los quieren les confiere un aura de valientes, de rebeldes y de víctimas. En el caso del Orgullo, mi opinión es que no les ha resultado bien. Pretender ocupar el lugar de las víctimas ante un colectivo que ha sido históricamente encarcelado, torturado y asesinado, es grotesco. Impugnar una exclusión que se fundamenta en el hecho, absolutamente cierto, de que Cs está pactando con quienes quieren devolver al colectivo LGTB a la oscuridad, tampoco resulta de recibo. Acusar de fascistas a quienes hemos sido víctimas del fascismo no tiene mucho recorrido.

Pero, en tercer lugar, y volvemos al principio, lo ocurrido en el Orgullo y el tratamiento que se ha hecho en los medios de este asunto permite sacar varias conclusiones que creo que merecen atención más allá del caso concreto del Orgullo y que están relacionadas con los intentos de Ciudadanos (de la derecha, en realidad) por socavar ciertos nuevos consensos que se están construyendo en torno a cuestiones políticas que reflejan la resistencia global al neoliberalismo. La pugna se está produciendo en torno al empeño neoliberal por escindir completamente la idea de libertad de las condiciones materiales que la hacen posible. Este empeño se ha referido tradicionalmente a las condiciones materiales pero ya ni siquiera a estas, va más allá y alcanza incluso a las cuestiones de reconocimiento simbólico que son imprescindibles (recordamos a Fraser) para que la libertad de quienes están oprimidos pueda ejercitarse. En los últimos años algunos movimientos sociales han ido construyendo nuevos consensos sociales en torno a sus reivindicaciones. Algunos son más disputados y más frágiles, aunque se están extendiendo, caso del feminismo de raíz anticapitalista; otros son mayoritarios, como la igualdad LGTBI; otros en fin, pueden convertirse en mayoritarios rápidamente, como el ecologismo.

El Partido Popular, abiertamente opuesto a las reivindicaciones LGTB, no buscó nunca participar en la manifestación del Orgullo porque ha sostenido abiertamente posiciones contrarias a los objetivos de esta manifestación. El PP ha reivindicado siempre en este punto, sus posiciones reaccionarias, alineadas con la derecha tradicional y con la jerarquía católica. Ciudadanos, en cambio, pretende ser una derecha puramente neoliberal, despojada de cualquier principio conservador (de cualquier principio en realidad), y defensor de una igualdad puramente formal basada en la capacidad de consumo; una igualdad que no impugne en ningún caso ni el privilegio ni las desigualdades estructurales. Ciudadanos ha sido el partido que ha defendido un concepto de libertad más abstracto, el más alejado de cualquier idea de igualdad, alejado también de cualquier principio moral. Para los representantes de Ciudadanos, libertad puede ser casi cualquier cosa siempre que no se altere el statu quo. Y mientras que el Partido Popular parece optar por no meterse de lleno en estas batallas ya que su nicho sociológico de votantes ya está construido, Ciudadanos ha optado por pelearlas todas, desde los derechos LGTBI hasta el feminismo pasando por el ecologismo o la discapacidad. Su estrategia es muy conocida. Consiste en proclamar que las reivindicaciones de estos movimientos son “de todos”, en escenificar un apoyo enfático pero puramente estético y, sobre todo, en utilizar la palabra “política” con la intención de socavar cualquier reivindicación transformadora. Parece obvio que los derechos de las mujeres, la situación de las personas LGTB o el ecologismo son cuestiones puramente políticas, pero sin embargo existe una fuerte corriente (política por cierto) que en su lucha por la hegemonía social trata de utilizar “política” en ese sentido despolitizador. Es una lucha por el sentido. Se trata de una estrategia que busca conectar con un cierto sentimiento social de hartazgo y crítica de la política tradicional y que busca, al mismo tiempo, imponer un nuevo consenso sobre la idea de que la política es mera gestión de lo existente, que la gestión de los asuntos públicos no es política, que no hay alternativa al capitalismo y que lo único que está en discusión, por tanto, es como lo hacemos funcionar. Ciudadanos no está solo en esto. Carmena utilizó esta misma estratagema cuando afirmó que la política municipal era una cuestión de gestión y que, por tanto, no buscaba perfiles políticos; lo mismo está haciendo ahora Pedro Sánchez cuando afirma que sólo acepta ministros de Podemos que no tengan perfil político. Es un movimiento peligroso que busca el beneficio rápido al sumarse al descredito popular de la política institucional pero que puede volverse rápidamente en contra y degenerar en un cuasi fascismo social.

Ciudadanos llegó a la política asumiendo como bueno el término “violencia doméstica” y tenía a Toni Cantó como máximo exponente de su neomachismo. Posteriormente, según la ola feminista crecía, pretendió surfearla sumándose a las manifestaciones, diciendo que el feminismo es de todas y oponiéndose furibundamente al manifiesto, no porque estuvieran en contra del mismo (lo que habría requerido más explicaciones) sino porque era “político”. Con el Orgullo le ha pasado lo mismo. Pensaban que podían sumarse a la visibilidad LGTBI leyendo su visibilidad como un ejercicio de visibilidad despolitizada, ignorando que la propia visibilidad contrahegemónica ya es política y que es imposible despolitizar un movimiento que pretende trastocar (y que lo está consiguiendo) lo que hasta hace poco eran consensos mayoritarios acerca de la sexualidad, el amor la identidad, la familia o la heterosexualidad…pero que ahora se están convirtiendo en consensos simplemente conservadores.

Ciudadanos pretende apropiarse del capital simbólico de movimientos sociales de transformación y, mediante una operación supuestamente despolitizadora, volverlos inanes e inútiles. Y en esta operación tan evidente cuentan con el apoyo masivo de unos medios de comunicación capaces de convertir en agresiones gravísimas una protesta pacífica que consistió en una sentada, en la expresión del rechazo a la participación de este partido en una manifestación a la que se les había pedido que no asistieran, y en el lanzamiento de una botella vacía de plástico. Días y días en los que todos los medios, a pesar de los informes policiales que lo negaban, han alimentado el bulo de las agresiones y en los que han pretendido ganar un relato que resulta imposible ganar, porque llamar fascistas a víctimas tradicionales del fascismo no resulta fácil ni para ellos.

En los próximos años les veremos tratando de sumarse a la ola ecologista pretendiendo que es posible serlo sin transformar las pautas de consumo y de producción, igual que ahora (lo sé por mi experiencia con ellos en la Asamblea de Madrid) pretenden erigirse en los defensores de los derechos de las personas con discapacidad mientras que se defienden los recortes que convierten en un infierno las vidas de estas personas. Me parece que con el Orgullo no les ha salido bien. El 8 de marzo que viene veremos a Arrimadas y Cía. pretender convertirse en víctimas de un feminismo “politizado”. No les va a ser fácil.

Brasil es un país musical, vivimos intensamente la música como parte de nuestro día a día, tenemos canciones para cada momento importante, para cada amor… hablamos de los y las artistas con el cariño de quién los conoce de toda la vida, aunque solo los hayamos visto de lejos en algún concierto, y a veces ni eso; el lanzamiento de un nuevo disco es motivo de largas conversaciones, sobre el ritmo, la poesía y la filosofía que abundan en sus letras. Escuchar, sentir y vivir la música hace parte de nuestra identidad cultural, como también lo hace llorar la muerte de un músico como a la de un ser querido que ha partido. Así fue con João Gilberto, uno de los más grandes músicos brasileiros, nació en Juazeiro, en Bahia, hace 88 años y ha fallecido recientemente.

João Gilberto es querido y admirado en Brasil por su arte, por haber creado un estilo revolucionario en la música brasileira, reinventado la forma de tocar la guitarra. En la composición “Chega de Saudade”, de Tom Jobim y Vinícius de Moraes, él presentó un ritmo sincopado, rompiendo el orden establecido, explorando la riqueza de acordes e incorporando elementos del jazz norte-americano. En ese momento surgió la bossa nova, teniendo como base el samba y samba canción. Para Caetano Veloso, João Gilberto innovó al sugerir una línea maestra del desarrollo del samba, con origen en el samba de rueda del Recóncavo baiano y maduración en el samba urbano carioca.

João Gilberto innovó también a la hora de cantar: utilizando técnicas de respiración de yoga, alargaba las frases melódicas sin perder el aliento, y cantando más bajo, podía adelantar o retrasar el canto en relación al ritmo, siempre que el ritmo fuera constante, creando así su propio tiempo. Ha introducido en la grabación de «Chega de saudade» el uso de dos micrófonos, uno para la voz y otro para la guitarra; hasta entonces, se grababa con un solo micrófono, destacando la voz en detrimento de la guitarra. Ha sido un revolucionario de la música, considerado por muchos como un artesano musical, ha reinventado canciones, recomponiendo ritmo, armonía y melodía.

Como movimiento musical, la bossa nova tuvo una vida corta e intensa: surgió en 1958 y duró hasta alrededor de 1963, pero abrió espacio a muchos artistas, como Baden Powell, Marcos Valle, Caetano Veloso, Chico Buarque, Gilberto Gil, Gal Costa, Maria Bethânia y muchos más.

En 1964, el álbum grabado junto con el saxofonista americano Stan Getz ganó el Grammy, premio análogo al Óscar en la música. En 2000 João Gilberto conquistó su segundo Grammy, en la categoría World Music, con el álbum João Voz e Violão, producido por Caetano Veloso. João Gilberto ha tenido su talento y genialidad reconocidos a nivel internacional, tanto en América cuanto en Europa y Japón. A ese reconocimiento internacional les damos mucha importancia en Brasil, quizá porque una parte nuestra necesita descolonizarse, quizá porque muchas veces nuestros gobernantes no dan el merecedor valor y apoyo a la cultura.

En este sentido, el actual gobierno ultra derechista de Jair Bolsonaro está quitando financiación a las políticas públicas dirigidas a la cultura; la poca o nula importancia que tiene el sector cultural para Bolsonaro quedó de manifiesto al no hacer ningún pronunciamiento sobre la muerte del padre de la bossa nova. Al ser presionado por periodistas se limitó en decir «era una persona conocida. Nuestros sentimientos a la familia, ¿ok?» además de la negación en decretar una jornada de luto nacional. Pero Brasil ha llorado su muerte, sabemos cuánto aportó a nuestro país y somos conscientes del maravilloso legado que ha dejado para todo el mundo.

Damos infinitas gracias a João Gilberto por la grandiosidad de su arte. Su música seguirá tocando nuestra alma y llenando nuestros corazones.

¡Gracias maestro!

Se plantea Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) en varios momentos de su libro qué es exactamente lo que está escribiendo. Si es un libro de memorias, una pieza de ficción, de autoficción o un ensayo con pinceladas biográficas. Lo cierto es que todas estas etiquetas valdrían para definir Cambiar de idea. Pero no serían nada más que eso, etiquetas. Puede que lo mejor fuera definir su libro sencillamente como una novela. Porque si por algo se define este género literario es por la hibridación. Desde su origen, lo novelesco ha consistido en mezclar elementos distintos entre sí en un mismo recipiente. Y esto es precisamente lo que mejor hace Aixa de la Cruz en su novela: mezclar. Mezclar ideas, planos narrativos y datos biográficos que, puestos en contexto, dibujan una evolución vital animada por un proceso de aprendizaje no muy distinto al que muchas personas están experimentando en la actualidad.

A punto de cumplir los treinta, Aixa revisa su infancia, su adolescencia y la etapa de los veintitantos y lo que descubre es que su trayectoria vital está llena de contradicciones, momentos en los que pensó que obraba bien y en realidad hacía mal, etapas en las que dejó que los prejuicios adquiridos marcaran su manera de ser y actuar, ya fuera de manera inconsciente o fomentando la equidistancia.

Así, a medida que va avanzando el autoanálisis, atravesado de anécdotas expuestas con el grado de dosificación justo para que el lector desee seguir leyendo (algo que ocurre en general con todo el libro, que es imposible no leer de una sentada), se preocupa por mantenerse coherente. Años después se dará cuenta de que esto es imposible. De que falló en muchas cosas que creyó hacer bien. De que podría haber actuado mejor en varias ocasiones y que sus repetidas negativas a ser etiquetada como feminista solo hacían que postergar lo inevitable.  

Si algo se aprende leyendo Cambiar de idea es que en la actualidad ser feminista es la única toma de posición empática y solidaria frente al problema de la violencia machista. Y este es el objetivo del proceso de aprendizaje al que me refería más arriba y que muchas personas están llevando a cabo en los últimos años a raíz del surgimiento despreciable de las manadas (de Sanfermines, de Manresa, de Gran Canaria…). Sucesos que sacuden nuestra mentalidad y nos hacen cambiar de idea, desenmascarando un sistema en el que muchos participan sin necesidad de cometer ningún crimen. Es esta capa trasparente y pegajosa de la sociedad patriarcal (la que atenúa las violaciones, la que dice que la víctima disfrutaba o que se lo buscaba por su forma de coquetear o vestir) la que impone los prejuicios de los que Aixa se va liberando a medida que avanza el libro. Así es como llega a decir que el tema de su novela es la culpa. Y el final es la exposición de una redención, de una conversión en algo mejor.

Es aquí donde se habría podido probar otro enfoque. El tema de la novela no tendría por qué haber sido la culpa. Lo podría haber sido el aprendizaje como, de hecho, lo es en varios tramos del libro. Los/as jóvenes (y me incluyo) tendemos a ser muy morales (en lo político, en lo familiar) y a medida que pasan los años se aprende a ser flexible, a entender que no todo es definitivo (o eso dicen). Algo así también se da en el libro. La escritora aprende a no juzgarse con tanta dureza, a corregir su conducta y su forma de pensar sin necesidad de flagelarse. Es un aprendizaje de la empatía con los demás y hasta con uno mismo. Porque esto sí que es algo que no cambia y se repite en varios momentos del libro: la predisposición a la empatía.  

Así que este libro que no se sabe muy bien a qué género pertenece acaba siendo un instrumento de conocimiento de uno mismo y de la sociedad. En nosotros como individuos descubrimos la huella de la educación y de la sociedad en la que vivimos. Cambiarse uno mismo es cambiar también la sociedad a través, sobre todo, de la forma en que podemos acabar potencialmente educando a otros.

Hay una idea (página 85) que muestra el núcleo de la novela: no hay manera de enfrentarse a lo nuevo sin compararlo con lo conocido. Para llegar a cambiar de mentalidad, hay que confrontar la antigua mentalidad. Y en esto consiste cambiar de idea.

Acaba el libro con unas reflexiones acerca de la violación que el lector deberá descubrir por sí mismo y que ponen el broche de oro a una novela luminosa en lo narrativo y valiosa en las ideas que expone. Cambiar de idea es el último de una serie de grandes títulos publicados en el marco del ambicioso y novedoso proyecto de la editorial Caballo de Troya. Desde el 2014, cada año un editor invitado añade nuevas piezas al catálogo con el objetivo de promocionar nuevas voces en castellano. A Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez debemos el placer de poder disfrutar del último libro de Aixa de la Cruz.

China vive un momento clave de su largo proceso de modernización. En la agenda sobresalen asuntos de muy diversa naturaleza y todos con el denominador común de su profundo calado. Ciertamente, el cambio en el modelo de desarrollo económico es uno de ellos pero también las transformaciones derivadas de un vigoroso proceso de urbanización (que alcanzará al 70 por ciento de la población en la próxima década), los cambios demográficos, la reducción de las desigualdades y la lucha contra la pobreza (de 700 millones al inicio de la reforma a 0 el año próximo, según los objetivos del XIII Plan Quinquenal) o, en otro orden, la consolidación de una nueva legitimidad en torno al imperio de una norma que preceptúa la hegemonía indiscutida del PCCh. Xi Jinping quiere cerrar el ciclo de decadencia arrastrado desde el siglo XIX, aupando a China en todos los ámbitos, confirmando el regreso histórico de la China de siempre.

Toda esa transformación interna se produce en un contexto caracterizado en lo global por la identificación de una oportunidad estratégica que Beijing desea aprovechar al máximo para colmar sus aspiraciones. Si la China de Hu Jintao pedía paso, la de Xi Jinping ha decidido dar el salto a la cima completando las cuatro modernizaciones reivindicadas por Zhou Enlai en 1964 (industria, agricultura, defensa, ciencia y tecnología). Esa ambición, por otra parte, difícilmente evitable en condiciones normales a la vista de las dimensiones de un Estado-continente, genera tensiones y resistencias en otros actores en la medida en que obedece a un proyecto autónomo que con sus activos y contradicciones se resiste a una homologación dependiente de Occidente y determina incertidumbres respecto a su hipotético comportamiento futuro en el orden global.

La vía en curso y elegida complementa la transformación interna con un programa global sin precedentes. Es el fin definitivo de aquella modestia preconizada de Deng Xiaoping en una China que se antoja ya lejana, cuando entonces se situaba en la posición 38ª del ranking global. La China actual, segunda potencia económica desde 2011, capaz de convertir el éxito económico en la esencia de su proyecto, abraza ahora el impulso tecnológico como la clave para liderar el mundo en las próximas décadas. Por otra parte, con la Iniciativa de la Franja y la Ruta tiene a su alcance un poderoso argumento desarrollista para incrementar su presencia e influencia en todo el mundo.

La China híbrida

Cumplidos 98 años y a las puertas de su primer centenario, el PCCh, con más de 90 millones de miembros, ha logrado plasmar un eclecticismo ideológico que tanto se fundamenta en el canon clásico, hoy centrado en la para algunos sorprendente reivindicación del marxismo, como en la singularidad civilizatoria china. Asimismo, persiste en su propósito de consolidar un modelo en permanente evolución pero que se sustenta en la gestión de cuidados equilibrios entre el mercado y la planificación o entre lo público y lo privado, sin renunciar a la orientación de origen, es decir, un proyecto nacional que pretende de signo no liberal.

Siguiendo una vía propia y diferenciada, tantas veces difícil de catalogar y entender desde nuestros parámetros, China aspira a conformar un liderazgo de nuevo tipo trasladando sus incrementadas capacidades económicas y comerciales a la gobernanza global habilitando para ello un conjunto de nuevos acrónimos (desde la Organización de Cooperación de Shanghái a los BRICS o el BAII, etc.) que reflejan sus alianzas prioritarias. Ante ello, mientras Europa duda y Japón se lo piensa, EEUU le señala ya como el principal rival estratégico para preservar su hegemonía.

China también se la juega con Xi Jinping

Iniciado en 2012, el liderazgo de Xi ha supuesto la apertura de una nueva fase política en la China contemporánea. A partir del XIX Congreso, en 2017, el xiísmo ha adoptado carta de naturaleza en el frontispicio ideológico del PCCh, junto al maoísmo y el denguismo.

Eliminado el límite de dos mandatos consecutivos (de cinco años cada uno) y concentrado el máximo poder en sus manos, Xi, considerado como “núcleo” de casi todo, ha acentuado en los últimos años su control sobre la práctica totalidad de los estamentos y procedimientos del aparato partidario-estatal.

Enarbolando la necesidad de un liderazgo fuerte para el actual y decisivo momento histórico, Xi ha prestado enorme atención al fortalecimiento del PCCh, instituido como viga estructural del sistema en todos los ámbitos en permanente estado de alerta. El centralismo y la superación del principio de dirección colegiada han extendido su poder situándole muy por encima de otros dirigentes. Trazando diferentes círculos de lealtades, sus aliados predominan en los principales estamentos, desde el Consejo de Estado a la Comisión Militar Central. Y en el poder provincial, hasta un 85 por ciento de los cuadros dirigentes formarían parte de su red de poder. El culto a la personalidad y la exigencia de lealtad le procuran una imagen omnipotente que, sin embargo, como demuestra la historia de la propia República Popular, pudiera ser engañosa y efímera.  

Un mal paso

Las fragilidades del proceso chino son conocidas. El mayor temor es la vorágine de la inestabilidad política y esta puede tener orígenes diversos: la división en la cúpula del poder, un freno acusado del crecimiento, el fracaso de las reformas clave, el estallido de conflictos sociales, un reventón territorial de cierta magnitud…

La reivindicación nacionalista del sueño chino ofrece un consenso amplio en el PCCh pero subsisten también las diferentes visiones respecto al rumbo de la economía y el modelo final resultante o al ritmo a imprimir en cuestiones clave como la reunificación con Taiwán, la política exterior y las relaciones con EEUU o, en el plano interno, la liquidación de algunas normas esenciales de la vida partidaria instituidas por Deng Xiaoping en los años 80 precisamente para evitar repetir graves errores del pasado.

China y Xi parecen haberlo apostado todo a un último esfuerzo. Pueden haber medido bien sus fuerzas. O no. Las críticas pueden silenciarse apelando a una obligada devoción pero esta puede agrietarse si las cosas se tuercen. Un mal paso, aquí o allá, puede desencadenar una pesadilla en el sueño chino.

Está en el ADN de la derecha, y es algo que es consustancial a su filosofía política, su pensamiento, su concepción de la sociedad y de la vida, e incluso me atrevería a decir que está hasta en lo más profundo de sus vísceras: la intolerancia, la incapacidad de asumir ni entender la posición del contrario y, sumado a ello, el odio a ese contrario. La derecha en el estado español, y muy especialmente en Madrid, soporta, aguanta, tiene que aplicarse aquello del “ajo, agua y resina”, frente a la existencia de un Madrid abierto al resto del estado y al resto del mundo, demócrata, consciente de la necesidad de progresar, evolucionar y volver a ser una capital referente en la defensa de los derechos humanos, comunidad de acogida de los refugiados y migrantes, multicultural y ecológica, que sea un modelo de ciudad donde la diversidad, la pluralidad y la libertad, a través de la cultura, se conviertan en sus señas más claras de identidad.

Pero a la derecha en Madrid, ese panorama les produce una pestilente mezcla de odio, desprecio e indignación. Envalentonados y ensoberbecidos –aunque atrapados en una trampa letal- por el soufflé de Monasterio, Abascal y el resto de energúmenos de la caverna ultra, envenenados por un resentimiento invencible contra quienes en 2015, por un instrumento como el voto popular llegaron al consistorio madrileño, ahora emborrachados de odio y sed de venganza, atacan con la saña propia de quienes no tienen ni programa, ni proyecto ni afán de crear un Madrid mejor, sino solamente odio y resentimiento revanchista. No lo podían soportar. Era escandaloso que “su” Madrid, la finca privada de los señoritos, fuese gobernada por esa plebe de rojos y rastas, de peludos y rapperos, de gays y lesbianas, que se atrevió a mandarles a la oposición.

Por culpa en gran parte de la incapacidad demostrada en los últimos meses previos a las elecciones en el ayuntamiento de Madrid, actitudes personalistas no exentas de una incomprensible arrogancia y operaciones políticas planeadas al margen de la transparencia y la lealtad exigible a quienes llegaron al ayuntamiento con la promesa de recuperar esa transparencia, el Madrid que se nos prometía–otra cosaha sido el resultado final-como una aspiración de cambio, libertad y progreso no revalidó una mayoría suficiente como para continuar en el consistorio. A consecuencia de esta situación, esas derechas perfectamente fotografiadas en la esperpéntica reunión de Colón, ahora que vuelven a mandar en su finca, ya no ocultan su sed de sangre.

En los últimos días hemos asistido a uno de los primeros y más significativos episodios del inicio de la caza de brujas, que tal y como sucedió por parte del grupo de presión del senador McCarthy en la América de los años 50, dirige su punto de mira hacia aquello que son conscientes que es más peligroso para sus inconfesables intereses: la cultura. La cultura entendida en primer lugar como un espacio de libertad, diversidad y debate, que crea masa crítica, que desentumece el pensamiento y que se constituye como un sector social no plegado a discursos preestablecidos sino que al contrario, pone en cuestión en muchas oportunidades la verdad “oficial”.

Una vez más, un músico valiente, comprometido y que podrá gustar más o menos, pero que nunca ha dejado de expresar en sus letras un mensaje crítico y sincero con aquello que en esta sociedad debe ser criticado, ha vuelto a ser el objetivo elegido por la derecha madrileña. Cesar Strawberry, líder de Def Con Dos, quien fue acusado de “enaltecimiento del terrorismo” y procesado en la Audiencia Nacional, la institución que tomó el relevo en los años de la transición del antiguo Tribunal de Orden Público franquista, ha visto como una vez más la censura cercena no solamente su derecho a la libertad de expresión, sino el derecho de todos los madrileños y madrileñas, y más concretamente el de los vecinos y vecinas de mi barrio, Tetuán, a disfrutar de la actuación de su ya legendario grupo, Def Con Dos.

Haciendo una vez más gala de esa mentalidad dictatorial, arbitraria y liberticida que como dije en el encabezamiento de este artículo, está en lo más intrínseco de la derecha española, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido prohibir la actuación en las fiestas del barrio de Tetuán a Def Con Dos. En un twit emitido por la concejala del distrito, Blanca Pinedo Texidor, se dice textualmente: “Hemos cancelado el concierto de Def con Dos de mañana en el Parque Rodríguez Sahagún. Consideramos que no es digno de una institución que representa a los madrileños promover la actuación de un grupo cuyo cantante ha sido condenado por enaltecimiento del terrorismo”.

La concejala, manifestando o bien de un sectarismo propio de mentalidades muy alejadas de una concepción democrática de la vida y de la sociedad, o bien de una ignorancia palmaria que la incapacita abiertamente como cargo público, obvia el hecho público, notorio y demostrado de que Cesar Strawberry, en la causa abierta bajo esa acusación hace cuatro años, ha sido dos veces absuelto de tales supuestos delitos, y que ante los sucesivos recursos presentados, existe ahora mismo un recurso de amparo interpuesto por su defensa ante el tribunal constitucional que está pendiente de resolver. Por lo tanto, si esta concejala tuviera alguna noción mínima de los principios generales del derecho, o si alguno de sus asesores lo tuviera, sabrían que Cesar Strawberry NO ESTÁ CONDENADO EN SENTENCIA FIRME Y DEFINITIVA POR DELITO ALGUNO DE “ENALTECIMIENTO DEL TERRORISMO”. Su argumentación, por ende, se viene completamente abajo dado que no existe ninguna base jurídica para prohibir esa actuación apoyándose en una condena que aún debe ser examinada por el Tribunal Constitucional e incluso si se diera el caso, por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Pero el problema fundamental no es ni siquiera de carácter técnico-jurídico. Es un ataque directo y abierto a la libertad de expresión, ataque del que existen numerosos precedentes siempre protagonizados por los partidos de la foto de Colón. Ataque que en este caso, se basa en dos factores perfectamente claros e identificables: uno, en el contexto de unas tormentosas negociaciones entre la derecha salvaje, la derecha oportunista y la derecha condenada por los tribunales como organización criminal para repartirse la tarta del poder en el ayuntamiento y la comunidad de Madrid, sumar puntos por parte de los chicos del “valor seguro” ante los chantajistas del soufflé para que aflojen un poco la tenaza en la que les han metido. Dicho de otra forma, complacerles en su afán por reinstaurar la censura franquista con una actuación que sin duda, complace a los votantes de la caverna. Dos, hacer una demostración de sus intenciones, una demostración de poder. Decir bien alto y dejar bien a las claras que la finca es suya de nuevo, y que van a ejercer de dueños y señores de ella.

Hace algunos años, publiqué un libro de investigación y reportajes, La Caza de Brujas acerca de la censura y la persecución política y judicial que se organizó desde los medios de comunicación de la derecha, sus firmas más reconocidas en el entorno ultra –Alfonso Rojo, Ussía, Losantos, etc.- el Partido Popular y el gobierno Aznar contra los grupos y artistas más relevantes del rock vasco, al calor de la inefable “guerra contra el terrorismo” auspiciada desde la administración Bush en 2001-2002, que sirvió como la coartada perfecta para iniciar una campaña inquisitorial contra todo discurso disidente de la “verdad oficial” y que se centró en un estilo musical con un fuerte componente reivindicativo y contestatario como el rock en el estado español, y más específicamente en los grupos de rock vascos con un mensaje más duro contra la represión que las y los jóvenes vascos sufrían desde los años 80 y la implantación del tristemente célebre Plan ZEN del ministro Barrionuevo.

En ese libro, argumenté, expliqué y mostré como al final los tribunales de justicia absolvieron a los principales acusados de supuestos delitos de apología del terrorismo –SoziedadAlkoholika, Su Ta Gar, BerriTxarrak- en tanto en cuanto nunca se aportó por parte de la acusación ni de la fiscalía una sola prueba que estuviera dotada de la suficiente apoyatura jurídica para sustentar una acusación así, dándose además el escandaloso y bochornoso caso de que cuando un grupo ultraderechista intentó hacer estallar un artefacto explosivo en una actuación de Fermín Muguruza en Barcelona, los responsables de este atentado terrorista en grado de tentativa nunca pisaron la Audiencia Nacional. En cambio, Fermín Muguruza sí tuvo que comparecer ante esta instancia judicial denunciado por alguien como el alto cargo de la guardia civil Rodríguez Galindo, quien por su condición de miembro de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) y participación en actividades de terrorismo de Estado, en 2000 fue condenado a 71 años de prisión por secuestro y asesinato y a la pérdida de empleo y grado en su carrera dentro de la Benemérita.

Una vez más, y obviamente coincidiendo con el regreso de la derecha a Madrid, en este caso además apoyada y amedrentada por los ultras herederos de Blas Piñar, por desgracia lo narrado en ese libro, que debería formar parte del pasado, de un pasado negro por supuesto, pero pasado al fin y a la postre, vuelve a ser actualidad.

Un último apunte sobre la hipocresía que rodea todo este lamentable asunto, más allá de la constatación de que Madrid vuelve a las tinieblas y de que la lucha contra la censura, la represión y la arbitrariedad va a ser muy cruda: recordemos, en información facilitada por Público, como el rappero Brecho KV, administrador de Komando Vikálvaro, un grupo de rap de la localidad madrileña, ha sido “sancionado administrativamente” por lucir públicamente una pegatina en la que se leía la frase “Almeida Carapolla, seremos tu peor pesadilla”, ejemplo muy significativo de las intenciones de este nuevo consistorio. Ante esta ofensiva ultra, será muy necesaria una implicación y un compromiso lo más intenso posible con la defensa de la libertad de expresión y la solidaridad con los represaliados, cosa que en el mundo del rock, y así hay que decirlo porque es verdad, apenas se vio cuando se desató la caza de brujas contra Soziedad Alkóholika o Su Ta Gar, en donde muchos músicos, periodistas y seguidores del rock supuestamente “reivindicativos”, bien por miedo o por oportunismo, adoptaron posturas difícilmente justificables. 

Termino esta reflexión con el twit de César Strawberry sobre lo sucedido, y que me parece que es la más acertada conclusión a todo lo expuesto. “Tenemos un partido en la alcaldía condenado por corrupción. A ver si lo suspendéis también”.

Nada que añadir.

Duki, el artista argentino de 23 años, llenó ayer la Sala La Riviera en un concierto enérgico en el que nadie paró quieto durante más de 2 horas.

Duki no es uno de esos artistas que tengan pocas canciones, sin haber sacado un disco todavía (aunque ya ha anunciado que está en camino) entre colaboraciones y canciones en solitario es prácticamente imposible recordar todos los temas que han salido durante los últimos dos años.

Estamos ante un músico que comenzó su carrera hace 2 años y que se ha convertido en un icono de la música Trap como mostró ayer el concierto en Madrid.

Ayer en Madrid, muy lejos de su ciudad natal y de donde provienen la mayoría de sus seguidores, todos los temas fueron cantados por la sala. Todos los temas hicieron que el que el público saltara, gritara o disfrutara, es el efecto Duki.

Para los que no conocéis a Duki esta es su historia en pocas líneas: Pasó de rapear en las plazas de Argentina en competiciones de freestyle a hacer música y volverse el artista principal de un nuevo movimiento: el Trap Argentino.

En la playlist de spotifyThis is Duki” en el subtitulo se lee: “De freestyler a jefe del Trap”, lo explicado anteriormente; pero esta evolución no es exclusiva de la música, los conciertos de Duki han subido de nivel respecto a lo que veíamos hace solo unos meses.

Ser el propulsor de un nuevo movimiento musical, significa crecer a la par que este. En los primeros conciertos de Duki no era raro que los micrófonos fallasen, el audio desapareciese en la mitad del show… Algo normal para un artista que está empezando, pero en sus primeros conciertos el argentino ya era un fenómeno de masas que llenaba salas.

Ayer vimos algo totalmente distinto, con el famoso productor “Orodembow” en la mesa y los artistas Moonkey y West Dubay precediendo a Duki, el argentino mostró un show mejorado, trabajado y que funcionó igual de bien cuando saltamos con “Hitboy” que cuando cantamos “She don´t give a fo”.

La gira ahora continúa en Bilbao y Barcelona antes de irse a Perú, Chile y México en cuestión de días. Parece seguro que Duki seguirá rompiendo barreras y avanzando en su revolución.

Temas de Duki:

  • Hitboy
  • She don’t give a fo:
  • Quavo:

Música de Duki:

Conversación de Lourdes Lucía con Laura Freixas

Ante todo quiero decir que conozco a Laura Freixas, que he aprendido mucho de ella sobre el valor del feminismo y que admiro su sinceridad y su honestidad. Valga esta introducción para afirmar también que yo no hablaría en este espacio de su último libro A mi no me iba a pasar, recién publicado por Ediciones B, sino me hubiera parecido un gran libro, que merece la pena ser leído y comentado. En esta obra no hay impostura, lo que dice es lo que piensa, lo que siente Laura Freixas. Las vivencias narradas son muy individuales, tanto como la vida de cualquier persona. Pero hay también algo extrapolable a otras muchas mujeres. De ahí que le haya propuesto a la autora mantener esta conversación.

LOURDES LUCÍA (LL). Tu libro es un recorrido por tu infatigable búsqueda de saber qué quieres, quién eres. Desde tu estatus de hija de una familia burguesa con un padre absorbente y dominante al de mujer casada, madre, escritora… lo que describes en el libro es una lucha constante contra el papel que veías tenías asignado por ser mujer. ¿Cómo has conseguido esa sinceridad tan brutal? ¿Te ha dolido escribirlo?

LAURA FREIXAS (LF). Dolido… no demasiado. Escribir este libro lo que ha supuesto es un enorme esfuerzo para entender. Para discernir los conflictos básicos, para identificar los momentos cruciales. Para encontrar el tono. Para no caer ni en victimismos ni en didactismos. En cuanto al dolor, fue lo que sentí, intensamente, en su momento: dolor, desgarro, vergüenza, desconcierto… pero la escritura, tengo la sensación de que por el hecho de confesar (mi cobardía, mis contradicciones…), me absuelvo. Escribiendo me hago dueña de mi vida, en vez de soportarla. Es terapéutico, casi diría: milagroso.

LL. En el libro afirmas: “Da miedo equivocarse sola. Mejor fracasar acompañada, con protección, consuelo, bendiciones, mejor eso, mucho más llevadero, que soportar, encima del fracaso la soledad y el reproche”. ¿Cuánto de miedo a la soledad te ha impedido o frenado tu camino hacia conseguir tu independencia, estar contenta contigo misma?

LF. Mucho. Me daba miedo enfrentarme a mis padres y que dejaran de quererme y protegerme, me daba miedo llevar la contraria a mi marido por la misma razón, me daba miedo ir a contracorriente de la sociedad, desafiarla, decidiendo no tener hijos, por ejemplo… El miedo a la soledad es mecanismo poderosísimo, y uno de los que más nos afectan a las mujeres. Los hombres construyen fratrías, grupos muy sólidos, de todo tipo: partidos políticos, empresas, cofradías, ejércitos, academias… es decir, grupos que comparten el poder y les sirven para reforzarse entre sí, mientras que nosotras estamos solas y aisladas si no estamos dentro de una familia. Y para estar dentro de una familia tenemos que ser la buena hija, la buena esposa, la madre amantísima. Esa situación nos hace dependientes de los hombres, nos fragiliza.

LL. Eres una mujer que tanto por la familia de la que procedes, como por tu matrimonio, tienes un estatus social y económico acomodado. Tus contradicciones, tu lucha personal se da entre tu deseo de ser escritora, de seguir tu instinto para hacer lo que realmente deseas, y el papel que la sociedad te ha adjudicado: buena hija, fiel esposa, madre perfecta, servicial ama de casa. Pero hay muchas mujeres con problemas similares y que además viven en condiciones económicas muy precarias. En el libro se ve claramente que no eres indiferente a la pobreza ajena. ¿Cómo creen que afrontan estas mujeres, que carecen de recursos económicos, su lucha por la igualdad?

LF. Veo a mujeres con pocos recursos saliendo adelante a base de inteligencia práctica y de eso que ahora se llama “inteligencia emocional”, y también del apoyo afectivo que encuentran en otras mujeres, o en sus hijas e hijos. Pero tienen muy pocos recursos -dinero, formación, poder…-, muchos menos, en general, que los hombres de su misma clase, por una serie de motivos ligados al estatus de la mujer; por ejemplo, al hecho de que ellas se responsabilizan de las hijas e hijos mucho más que ellos. Es que el ejercicio de la maternidad, para las que son madres, es obligatorio, mientras que el ejercicio de la paternidad, para los que son padres, se considera optativo. Dicho eso, no puedo ni quiero hablar en nombre de ellas.

LL. Algunos de los mejores momentos, que están constantemente en el libro, son aquellos en los que te refieres a la maternidad. “No es que yo no quisiera tener hijos. Sí querría tener hijos, lo que no sabía si quería era ser madre. Prefería ser padre”. Pero más adelante, cuando ha nacido tu hija: “Era un milagro, un maremoto, un zafarrancho. Era un deslumbramiento, una revelación, un amourfou. Era un idilio, una enormidad… Yo era feliz, feliz, feliz; la felicidad no me cabía, me estallaban las costuras, no podía expresarla con palabras” “Una especie de borrachera de ternura”, citas a Carmen Laforet. Ser madre es como ser Dios, dices en el libro, para después reconocer que la maternidad no es la panacea que lo llena todo, que ser una mujer es algo más. Me gustaría que comentes un poco más este tema.

LF. La maternidad es una experiencia absolutamente crucial en la vida de las mujeres (en un sentido amplio, que incluye la decisión de tener o no hijos, los problemas de la fertilidad, los embarazos no deseados, etc.) y por motivos obvios, es crucial también para la Humanidad. Sin embargo, la cultura apenas ha examinado la maternidad. Las madres en la literatura son vistas desde fuera, por los hijos (últimamente también por las hijas). Ellas no hablan, no escriben, o si lo hacen no queda rastro de sus palabras en la cultura. Todo esto lo fui descubriendo, como cuento en el libro, a partir de mi desconcierto de no encontrar novelas que hablaran del embarazo, del parto, de la experiencia de convertirse en madre. Y esas novelas, obras de teatro, películas… son imprescindibles para que las mujeres podamos construir la maternidad tal como la queramos. Ese vacío contribuyó a que yo viviera la maternidad con mucho asombro. Al principio me deslumbró; luego se fue convirtiendo en una carga. Entre otras cosas porque fue -como he visto después que lo suele ser- el momento en que claramente se marcó la división de roles entre mi marido y yo; un punto, desgraciadamente, que ya no tuvo retorno.

LL. Me ha gustado mucho ese paralelismo que estableces entre escribir, crear y la maternidad: “Y ser madre tenía todavía otra cosa en común con escribir, pintar o componer: era empezar de cero, sacarse de dentro algo nuevo, algo que una misma no conoce hasta que lo extrae y lo despliega”. ¿Piensas que el proceso de creación intelectual tiene que ver con la creación biológica?

LF. La cultura patriarcal está basada en dicotomías: hombre=cultura, mujer=naturaleza, hombre=razón, mujer=emoción, hombre=sujeto, mujer=objeto… y una de ellas es la que atribuye a los hombres en exclusiva la creación artística y no reconoce en cambio en las mujeres otra forma de creación legítima que no sea la procreación. Hay que entender que esas dicotomías son arbitrarias, falsas (y además, jerárquicas: el término asociado al varón siempre se considera superior). Por mi parte, creo que creación y procreación no son opuestas ni incompatibles, sino dos facetas de lo mismo. Producen la misma satisfacción, la de poner algo nuevo en el mundo, algo que lleva nuestra marca pero que a la vez es autónomo, y que no morirá con nosotras.

LL. Tienes una hija biológica y un hijo adoptado, Sasha. El capítulo en el que describes el viaje a Rusia y todas las peripecias para finalizar la adopción es estremecedor, una descripción de la angustia que sufriste paralela a la narración de la agonía del naufragio del Kursk como telón de fondo. ¿Fue tan duro como lo escribes?

LF. Sí, la adopción fue para mí, y sospecho que lo es en general, una experiencia tremenda, muy angustiosa. Pasa como con la maternidad biológica, que tiene muy poco que ver con esa versión idealizada y edulcorada que se nos han dado de ella.

LL. Hay algo que queda claro en todo el libro: el egoísmo de los hombres en una sociedad machista. Tu padre con tu madre, tu tío con tu abuela, tu marido contigo. Ofreces ejemplos literarios muy bien traídos al caso (El libro de mi madre, de Albert Cohen). ¿Piensas que es posible acabar con tantos estereotipos machistas?

LF. En una sociedad machista y clasista, los privilegiados (por su sexo o por su clase) se acostumbran a pensar que sus privilegios son naturales, o que no son privilegios; que quienes les sirven, lo hacen porque quieren, porque les gusta, porque es su naturaleza o su cultura o porque no son capaces de nada mejor, o que no les sirven realmente sino que tienen una relación de intercambio igualitario con ellos… Yo he vivido este proceso desde los dos lados: como mujer soy discriminada, como perteneciente a la burguesía tengo privilegios. Y mi conclusión es que la desigualdad no se combate solo con leyes y políticas públicas, sino que hace falta entender y cuestionar la subjetividad de unos y otros. Hace falta un examen de conciencia personal y colectivo.

LL. No quiero olvidarme de tu profesión, eres una mujer culta que ha trabajado en el mundo de los libro como editora, traductora, escritora… Cuando hablas de la editorial que te contrató vemos que el machismo (y el clasismo) abundan también en el mundo de las letras. Tienes que ser un hombre para que te reconozcan, para que te vean. “Yo no quería mandar, quería crear, confiesas en un momento determinado. ¿Crees que el machismo dominante invade también estos espacios culturales?

LF. La idea de que la cultura se salva, de alguna manera misteriosa y milagrosa, del machismo y del clasismo reinantes, la idea de que es un reino donde solo imperan la libertad, la calidad, la excelencia, la meritocracia… daría risa si no fuera tan perjudicial. Por supuesto, la cultura reproduce, amplifica y legitima la desigualdad, tanto en sus estructuras (ausencia o escasez de mujeres y sobrerrepresentación masculina en todos los espacios de poder cultural, como en los espacios de poder en cualquier otro ámbito) sino en sus contenidos. Películas, novelas, anuncios, libros infantiles… glorifican las fratrías masculinas, ningunean a las mujeres, justifican la violencia contra ellas, exaltan su sufrimiento… Y en cuanto abrimos la boca para criticarlo, saltan todas las alarmas: nos acusan, como un solo hombre, de fanáticas, censoras, inquisidoras… Vaya, ¿desde cuándo no se puede analizar, criticar, sugerir otras lecturas, otros relatos…? A mí me gustaría que la cultura y sus protagonistas fueran un poco más humildes y autocríticos.

Por último, me ha parecido un libro muy bien escrito, estupendamente estructurado. Hay mucho respeto hacia quien lo lee y eso es de agradecer. Como lectora me gusta que no se hagan concesiones gratuitas, que no se trate de agradar, de complacer por encima de todo. Creo que has escrito un gran libro. Enhorabuena.

¡¡Gracias, Lourdes!! Yo te admiro mucho como editora, intelectual, activista… y es un honor para mí lo que dices de mi libro.

Espacio Público reunió una vez más a un buen grupo de amigas, amigos, seguidores y seguidoras en un nuevo encuentro, esta vez festivo, pre-veraniego, que sus promotores aprovecharon para hablar un poco sobre la vida de esta plataforma dedicada a la reflexión y el debate sobre grandes temas de nuestra época.

Un centenar de personas acudieron a la sede de Ecooo, ejemplo de organización dedicada a impulsar la transición hacia un nuevo modelo energético. Acogió una vez más Espacio Público en su sede de Lavapiés.

Se trataba de pasar un buen rato entre gentes habitualmente interesadas en la difusión de conocimiento, pensamiento crítico y contraste entre puntos de vista. Es a lo que se dedica este Espacio desde hace seis años.

Por ese motivo, la directora de Público, Ana Pardo de Vera, y otras tres personas vinculadas al grupo promotor, Maria Eugenia Rodríguez Palop, Pedro Chaves y Lourdes Lucía hablaron durante unos minutos sobre los debates virtuales y presenciales que se han impulsado desde el año 2013, sobre el que ahora mismo se encuentra abierto en la red, “El Trumpismo, la nueva barbarie”, la renovación de su página web, los nuevos lugares abiertos para el análisis de la realidad política económica y social, los nuevos contenidos culturales y la importancia que tiene para un medio de comunicación como Público la existencia de un Espacio dedicado al pensamiento y el debate.

Entre los cuatro destacaron la utilidad de su página web como una auténtica herramienta de referencia para el trabajo intelectual, recordaron debates como los que se han mantenido sobre la mayor o menor autenticidad de la democracia, las raíces de la crisis económica, la realidad europea, las políticas de austeridad, el conflicto entre Catalunya y el Estado, el TTIP, la inmigración, el municipalismo, la pobreza energética, la necesidad de reinventar la justicia, el rol social de los intelectuales y los medios de comunicación… y las contribuciones de personalidades como Josep Fontana, Manuela Carmena, Susan George, Francisco Louça, José Luís de Zárraga, Joaquín Estefanía, Jaime Pastor, Sami Nair, Jordi Borja, entre otras muchas.

Agradecieron el esfuerzo realizado por todos los que han hecho posible Espacio Público, en todos los aspectos, técnicos, logísticos, intelectuales, e invitaron a los asistentes a formar parte de la comunidad de Público, a impulsar los nuevos debates y a celebrar el encuentro con unas horas de fiesta.

El equipo de Espacio Crítico queremos dedicar un obligado recuerdo a Laura Almerich Santacreu, rendirle este pequeño homenaje unos días después de que nos haya dejado. Valgan estas líneas para recordar a esta música catalana, que desde hace 50 años (1969) trabajó con Lluís Llach, con quien tuvo una relación de amistad muy estrecha, tanto que el cantante le dedicó dos canciones: “Laura”, que forma parte del álbum Campanades a morts de 1977 y “Rosas blancas” en Rar varios años después (1994), en colaboración con el poeta Miguel Martí i Pol.

Nacida en 1940, Laura Almerich tocaba la guitarra clásica, su instrumento favorito. Pero también tocaba el acordeón, el teclado, el piano, la marimba y la zanfona. En 1967 participó en la grabación del primer elepé de María del Mar Bonet. Y así comenzó su vinculación con la nova cançó.

Y para recordar a Laura, mujer y música, recogemos estas palabras de uno de sus admiradores:

La “rialla” dels seus dits. No podia triar Lluís Llach millor paraula per fer entendre com Laura compartia amb infinitat de persones “la nostra angoixa per l’avui” i “la nostra joia pel demà”.

(La “sonrisa” de sus dedos. Imposible que Lluís Llach encontrara mejor palabra para hacer entender de qué manera Laura compartía con infinidad de personas “nuestra angustia por el hoy” y “nuestra alegría por el mañana”).

Berenice Abbott

Siguiendo con nuestra crónica de las exposiciones y ofertas culturales actuales a lo largo de nuestro país quisiera destacar una excelente exposición de fotografía que está mostrándose en la Sala Mapfre de Madrid desde el 1 de junio.

Berenice Abott, fotógrafa de dos extraordinarias ciudades iconos de la cultura occidental del siglo XX: París y Nueva York.

Amante de la modernidad, retrató a lo más transgresor de la intelectualidad tanto parisina como neoyorquina. Personajes tan destacados en la escena cultural como Djuna Barnes, Jean Cocteau, Peggy Guggenheim, Man Ray (de quien fue secretaria) y muchas otras y otros. A partir de los años 30 se establece en Nueva York, ciudad de la que retrata un Manhattan en transición y al alza que, posteriormente, vibrará en todas la pantallas del mundo por su magnetismo artístico y cinematográfico, en definitiva: cultural.

Berenice Abbott. Retratos de la modernidad – Sala Mapfre

Paseo de Recoletos 23, 28004 Madrid

Del 01/06/2019 a 25/08/2019

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Tetsuya Ishida

Tetsuya Ishida, Kiro [Viaje de regreso], 2003. Acrílico y óleo sobre lienzo, 45,5 x 38 cm.
https://www.museoreinasofia.es/exposiciones/tetsuya-ishida

En el Palacio de Veláquez del Parque del Retiro de Madrid se expone la obra de un artista japonés, Tetsuya ishida, cuya corta vida ha revalorizado su obra incrementando exponencialmente tanto el interés por ella como el precio de la misma, corroborando la tendencia de “artista joven muerto ergo más ganancia para los intermediarios” propia del mercado del arte.

La incomunicación del sujeto en una sociedad controlada desde la cuna hasta la tumba es el principal tema que Ishida plasma en sus pinturas. Como un encefalograma social su realismo pictórico refleja la alienación del sujeto hasta el punto de que el espectador no puede escapar a la idea de que es uno de los otros en este “autorretrato de otros” como muy acertadamente se ha denominado a la exposición. Y es que la cronología, paso a paso y cuadro a cuadro, que se nos propone en la exposición tiene su momento álgido en el vértice donde convergen la crisis de los 90 en Japón y sus consecuencias para los “dóciles” individuos borrachos de alienación y crisis personal. Esa angustia tanto externa, social, como interna, individual, desemboca en un proceso de aún más, si cabe, alienación, magnificado por medio de un consumo sin límites de consecuencias enormemente desestabilizadoras, a medio plazo, para una sociedad muy conservadora en sus comportamientos (1,5 millones de Hikikomoris o aislados sociales, preocupante incremento de la tasa de suicidios y otras).

Como un Mishima de los noventa, e inicios del XXI, Tetsuya Ishida se suicidó a los treinta y dos años añadiendo, con ese gesto de autoinmolación, nuevos capítulos al siempre sorprendente misterio que para el resto del mundo significa la peculiar y “ordenada” sociedad japonesa.

Tetsuya Ishida – Autorretrato de otro

Palacio de Velázquez, Parque del Retiro

12 de abril– 8 septiembre, 2019

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Una mirada LGTBI

Coincidiendo en fechas con el cincuenta aniversario de la revuelta de Stonewall, el MEAM, Museu Europeu d’Art Modern de Barcelona propone una interpretación del catálogo del mismo en clave LGTB+, dando voz a los distintos colectivos que lo componen.

15 personas de distintas procedencias y realidades dentro del colectivo han contribuido a la selección y comentario de algunas obras de la colección del museo relacionadas con una selección de temas claves para el mismo.

https://www.meam.es/es/exhibitions/91/una-mirada-lgtbi-a-la-colecci%C3%B3n-del-meam.html

Una mirada LGTBI+ A LA COLECCIÓN DEL MEAM,

Museu Europeu d’Art Modern, Barcelona.

Del 30 de mayo al 7 de julio 2019.

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Iphigenia en Vallecas

Una vez más, una muy interesante propuesta teatral que viene avalada por varios premios a su protagonista. El último, el relevante premio Max 2019 al mejor espectáculo y a su protagonista, María Hervás, como mejor actriz revelación. Iphigenia en Vallecas, adaptación española de la obra del autor inglés Gary Owen Iphigenia in Splott, no es sólo una extraordinaria obra maestra de la representación teatral contemporánea sino una bofetada en las mentes de las clases sociales aún sobrevivientes del tsunami del 2008 cuyo salvavidas no es otro sino el de la invisibilización y erección de muros mentales y urbanos ante realidades amenazantes a su “modernidad líquida,” parafraseando al sociólogo Zigmund Bauman.

https://teatrokamikaze.com/programa/iphigenia-en-vallecas-4/

Teatro Pavón Kamikaze. Madrid.

04/26 Julio

Que ustedes lo disfruten.

El empoderamiento de la mujer en la sociedad es un fenómeno que a pesar de los ataques que sufre por parte de los sectores más reaccionarios y de la ofensiva de la derecha machista más extrema, nadie puede negar ya que es una realidad consolidada y que no va a admitir una vuelta atrás. El mundo de la cultura es uno de los ámbitos en el que más significativamente se ve y se vive esa transformación, quizá lenta, pero imparable, del modelo social que relegaba a la mujer a ese papel de mero elemento decorativo, dedicado en exclusiva a las labores del hogar y la maternidad que desde el ultraconservadurismo siempre se ha querido proyectar.

Vivimos en un tiempo en el que afortunadamente, tras años, decenios y siglos en los que la cultura occidental fue un terreno casi exclusivo de desarrollo de los talentos y capacidades en ese campo de los hombres. Eventualmente, se admitía como detalle anecdótico la presencia de alguna mujer que con un esfuerzo casi sobrehumano, lograse romper la barrera del machismo imperante en el mundo de la cultura, mundo que de una u otra forma, siempre ha sido un reflejo de la sociedad en la que se vive.

En los últimos tiempos, y dentro de un entorno en el que el machismo ha tenido, de forma no consciente ni especialmente elaborada pero sí muy evidente, una presencia desagradablemente abundante como es el del mundo del rock, ha surgido una magnífica y saludable iniciativa que me parece muy importante dar a conocer: la creación del colectivo Rockin´ Ladies y su presentación en Madrid, la capital del estado, que supuso un suceso cuya trascendencia ha tenido una enorme repercusión, y que por tal motivo quiero compartir con todos y todas las que nos leen en este espacio.

©Carlos Troncoso

Este colectivo partió, tal y como se nos explicó en la informal rueda de prensa que se ofreció antes de empezar el espectáculo musical por parte de Paris Lacryma (quien además de música, es trans y activista en el ámbito LGTBI), María Neila (cantante de Alien Rock Explosion, experta en promoción discográfica y narradora en el campo de la literatura infantil y juvenil) y Raquel García, fotógrafa y principal impulsora del proyecto, del anhelo de visibilizar el rol de las mujeres en el rock, y no solo como cantantes, sino como guitarristas, baterías, teclistas y bajistas, reivindicar su papel como músicas y mostrar clara y abiertamente que las mujeres tocan, componen, interpretan y crean con la misma calidad y originalidad en el mundo del rock que los hombres y que por tanto, su labor debe dejar de estar en el underground. Este concierto de presentación dejó bien a las claras a quien tuviese algunas dudas, esa nutrida, variada y excelente presencia de las mujeres en el mundo del rock en nuestro país.

©Carlos Troncoso

Antes de narraros los mejores momentos de esa actuación, algunos apuntes acerca del trabajo de Raquel García, plasmado en una excelente exposición fotográfica sobre mujeres en el rock, que ha sido el resultado de un arduo trabajo de investigación a través de todas las redes sociales para conseguir encontrar a todas esas mujeres que dentro del mundo del rock y del metal, son magníficas intérpretes dotadas de un talento espectacular, pero que están totalmente invisibilizadas. Después de recorrer durante más de dos años ciudades como Vigo, Palma de Mallorca, Madrid, Bilbo, Barcelona o Sevilla, Raquel organizó más de 100 sesiones de fotos con músicas de todas las edades, estilos y disciplinas dentro del rock, que además de exponerse en We Rock, muy pronto empezarán a exponerse en numerosas salas de conciertos y centros culturales de todo el estado.

©Carlos Troncoso

A raíz de esta iniciativa, las músicas han empezado a poner en común proyectos, a difundir sus trabajos, a tejer una red de contactos y apoyo mutuo que es todo un ejemplo de organización y trabajo colectivo, del que los músicos masculinos tendrían mucho que aprender. Si otros sectores del tejido cultural han puesto en marcha organizaciones para defender colectivamente sus derechos, como la Unión de actores por ejemplo, en el mundo de la música, y muy especialmente en el rock, nunca los músicos han sido capaces de formar un sindicato para luchar contra la precariedad en la que siempre han trabajado, en gran parte por un absurdo individualismo consecuencia directa de la falta de conciencia colectiva de la que siempre han adolecido. Hoy, un grupo de mujeres jóvenes, entusiastas, inteligentes y que sí tienen esa conciencia, han dado toda una lección a todos los músicos masculinos que no han sabido despegarse de esa mentalidad individualista empobrecedora.

©Carlos Troncoso

En cuanto a la jam-session, en la que participaron más de 30 músicas conformando diferentes grupos, se pudieron escuchar diferentes versiones de grandes canciones de la historia del rock hechas por mujeres, tales como “Who Invited You? de The Donnas o “Cherry Bomb” de las Runaways en el estilo más punk, “Black Velvet” de Alannah Myles dentro del rock más estándar, más comercial si se quiere, himnos inmortales como el “Because The Night” de Bruce Springsteen popularizado por Patti Smith o “I Love Rock´n´Roll” de Joan Jett & The Blackhearts, piezas heavymetaleras como “All We Are” de Warlock, “Love Is A Killer” de Vixen o “Emergency” de las Girlschool o clásicos del grunge de los años 90 tales como “Shitlist” de L7. Y en cuanto a las chicas que estuvieron encima del escenario, componentes de grupos como Buko, Suevicha, Hijas del Agobio, Alien Rock Explosion, One Second Faith, Las Locas del Co., Doxa, Bedlam Queen, Duendelirium, Morgana y un largo etcétera ofrecieron una sesión de rock fuerte, potente e intenso que todos y todas las que llenamos la sala disfrutamos muchísimo, así como con la performance de danza tribal protagonizada por el grupo Sombras Tribal y con la sesión de rock llevada a cabo por las DJ’s Rocío Mulberries, Klara Bastard y Evil Twin.

©Carlos Troncoso

En la página web del colectivo Rockin´Ladies (www.rockinladies.es) se puede acceder al censo Riot Girl de mujeres músicas y de grupos de rock femeninos o con al menos un componente mujer que está elaborando otra de las activistas más implicadas en esta iniciativa, Vanessa Balón, colaboradora habitual del programa de Radio 3 ‘Bandera Negra’ y conocida blogger, así como tener más información acerca de todas las actividades que están llevando a cabo y de sus futuros proyectos.

©Carlos Troncoso
©Carlos Troncoso

Un significativo paso adelante en ese empoderamiento de la mujer que puede y debe tener un importante amplificador en la música y más específicamente en el rock.  


Desde el 31 de mayo hasta el 16 de junio, el parque de El Retiro de Madrid recibe a millones de visitantes (en 2018 fueron algo más de dos millones de personas) que podrán ver, comprar y leer, en 361 casetas, cientos de libros, decenas de autores (y autoras). Según Manuel Gil, director de la FLM, este año se espera que haya más autoras presentes en la Feria, cosa lógica si tenemos en cuenta que aproximadamente el 65% de las personas que la visitan son mujeres.

Dato curioso y significativo: sólo 4 de los 78 carteles que anuncian las distintas ediciones de la Feria del Libro de Madrid han sido realizados por mujeres. Y tres de ellos son de las tres últimas ediciones. El de este año ha sido realizado por Sara Morante.

De las 361 casetas, 207 son de editoriales, 113 corresponden a librerías, 30 a instituciones/organismos oficiales y 11 a distribuidoras. Todo esto nos puede hacer pensar que podremos encontrar una gran variedad de títulos, materias, autores, autoras… Y así es, pero no en la proporción que se puede esperar. Existe una tendencia a la uniformización que podemos comprobar al ver que en muchas casetas se repiten los mismos títulos (los más vendidos). También es curioso el fenómeno de la atracción que despiertan personajes muy conocidos a través de la televisión, los cuales se han incorporado al mundo de la escritura con la publicación de algún texto sobre su faceta profesional: cocina, moda, espectáculo. Es un fenómeno ya típico de la FLM la formación de largas colas para obtener una firma o simplemente una fotografía del personaje admirado.

No se puede negar que hay libros excelentes, magníficos autores y autoras y grandes profesionales en las librerías y los editoriales más importantes. Son bien conocidos porque son los que ocupan un lugar preferente en los medios, los vemos en televisión, los escuchamos por la radio, leemos críticas de sus obras en los medios…

Pero hay otros que pasan desapercibidos para los grandes medios, y eso no quiere decir que no existan. Por el contrario, existen y merecen la pena. Siempre me ha parecido muy pretencioso recomendar una lista de “los mejores libros”. Porque para saber cuáles son los mejores habría que conocer la mayoría, cosa imposible si tenemos en cuenta que en España se publican unos 70.000 títulos al año. Aun así, y dentro de estas limitaciones, queremos hablar en este espacio de algunos libros que se alejan del pensamiento único y nos ofrecen ideas y análisis para la reflexión crítica.

Dicen, de Susana Sánchez Aríns, publicado por la editorial De Conatus.

Una obra curiosa e innovadora; todo un descubrimiento: el relato, a través de una voz compuesta por muchas voces, de una historia familiar atravesada por la represión franquista y el terror a las consecuencias de la guerra civil. Sin ser poesía ni ensayo ni novela, bebe de todas estas fuentes, componiendo una narración que te atrapa.

De Pepa Roma, Una familia imperfecta, publicado por Espasa en castellano y por Pagès Editors en catalán. Caseta 211

La historia de una saga familiar, que conocemos a través de una voz en primera persona, que cuenta la historia de tres generaciones de una familia catalana venida a menos, con sus misterios y dilemas. Una novela que nos ofrece también un recorrido por las últimas décadas de la historia de España, especialmente en Cataluña.

Laura Freixas, A mí no me iba a pasar, Ediciones B. Caseta 234

Laura Freixas es uno de los referentes más sinceros del feminismo actual. En este libro se ha atrevido a hacer una reflexión muy valiente, desde el plano más personal, sobre la vida privada y el feminismo.

Continuamos con varias obras de no ficción, ensayos desde un punto de vista crítico. Obras para conocer mejor lo que está pasando, para pensar y saber más.

María Eugenia Rodríguez Palop. Revolución feminista y políticas de lo común frente a la extrema derecha.  Editorial Icaria.

Una defensa de los derechos civiles, la alerta ante las involuciones democráticas, la bandera del feminismo como potencia transformadora de la sociedad y el método democrático y solidario para resolver los retos sociales, económicos y ecológicos derivados de las diferentes crisis y de la amenaza de la extrema derecha.

Juan Tortosa Periodistas: El arte de molestar al poder Editorial Roca. Caseta 335

Un recorrido que abarca cuatro décadas de profesión, a través del cual Juan Tortosa relata por medio de anécdotas personales una gran parte de la historia reciente, desde la Transición hasta la actualidad. Haber estado presente en muchos de los acontecimientos que se han producido, le ha permitido al autor ser testigo privilegiado de anécdotas, comportamientos, decisiones, que comparte en este libro con todas aquellas personas que quieran conocer mejor la historia de España en los últimos 40 años.

Bruno Estrada, La revolución tranquila, prólogo de Joaquín Estefanía. Editorial Bomarzo.

Bruno Estrada nos transmite la idea de que los procesos de transformación social profundos sólo se pueden realizar si se plantean desde espacios democráticos, puesto que la Historia nos ha enseñado que los procesos de cambio violentos convierten los avances en retrocesos.

José Manuel López. Microcracia. Política para hacer un país desde su gente. Prólogo de Manuela Carmena. Editorial Clave Intelectual. Caseta 350.

El autor defiende que puede haber un futuro nuevo si se sabe combinar la pluralidad y la energía, la creatividad y la perspectiva de la gente común a la acción de gobierno, al día a día de la política institucional. Este libro representa un loable esfuerzo de construcción teórica a partir de la experiencia directa de la política local.

Juan Carlos Monedero. La izquierda que asaltó el algoritmo (Catarata) Caseta 336

Los tiempos actuales de inteligencia artificial requieren nuevas propuestas por parte de la izquierda. Si durante el siglo XX las formaciones de izquierda lucharon contra enemigos reales en fábricas, calles, parlamentos,  hoy, el poder opera de otra forma, de manera invisible, y le ha encargado a un sofisticado amo del calabozo matemático, el algoritmo, demasiadas decisiones sobre nuestras vidas.

Enrique del Olmo (coautor con Jorge Urdánoz) Reformar el sistema electoral (Gedisa). Caseta 206

Para los autores, el sistema electoral es el corazón de la democracia, ya que de él depende la intuición fundamental de que somos los ciudadanos y las ciudadanas los que estamos al mando. Por eso es lo primero que deberíamos cambiar para poder cambiar todo lo demás.

José Manuel Naredo. Taxonomía del lucro. Editorial Siglo XXI de España. Caseta 164

Para Naredo, en la economía dominante el poder y el dinero caminan siempre juntos, generando redes clientelares que gobiernan la apropiación y redistribuyen el lucro, provocando enormes daños económicos, ecológicos y sociales.

Unai Sordo. ¿Un futuro sin sindicatos? Introducción y epilogo de Bruno Estrada. Editorial Catarata. Caseta 336

Unai Sordo da respuesta en este libro a muchos de los retos del sindicalismo en el siglo XXI: la afiliación y la negociación colectiva; la implicación de los jóvenes en la defensa de sus derechos; los vínculos del sindicato con el feminismo; su relación con los partidos políticos; sus fuentes de financiación; la amenaza, real o ficticia, que suponen la robotización y la digitalización; la influencia de los mercados globales en el futuro del trabajo.

Definir la democracia es una reflexión filosófica en sí misma por cuanto su definición varía según sean interpelados su forma de soberanía, sus regímenes electorales o más ampliamente sus contenidos culturales o sociales, sus exigencias teóricas o sus esperanzas altruistas. “Toda elocuencia humana en todas las asambleas de todos los pueblos y en todos los tiempos puede resumirse en esto: la disputa del derecho contra la ley”, escribe Hugo[1], planteando una definición de democracia, a saber la disputa entre lo legal y lo legítimo, lo que no dejar de tener eco en la formulación de Claude Léfort, la “legitimidad de un debate sobre lo legítimo y lo ilegítimo”[2], estos interrogantes, por otra parte, constituyen la reflexión nodal de la desobediencia civil: “la desobediencia civil puede ser definida como un acto público, no violento, decidido de manera consciente, pero político, contrario a la ley y llevado a cabo, normalmente, para producir un cambio en la ley o bien en la política del gobierno. Actuando así, el acto interpela el sentido de la justicia de la mayoría de la comunidad y se declara que, según una opinión reflexionada con madurez, los principios de cooperación social entre dos seres legales no son respetados en la actualidad”[3]. ¿Quiere esto decir, además, que la desobediencia civil constituye el cuestionamiento arquitectónico de la democracia? Sí, en la medida en que obedecer las leyes que el pueblo mismo se ha dado equivale a desobedecer aquellas que juzga incompatibles con su soberanía. Por que la apuesta de la desobediencia civil no es desobedecer por desobedecer sino hacerlo con el único objetivo de mejorar el gobierno (“pero para hablar de ello desde una perspectiva práctica y ciudadana, al contrario de aquellos que se dicen anarquistas, yo no pido, de entrada, “nada de gobierno”, sino, desde el comienzo, un mejor gobierno. Que cada uno haga conocer el tipo de gobierno que ganará su respeto y esto será el primer paso para obtenerlo”[4]) dicho de otra manera, se trata siempre de someter a la reflexión de la conciencia ciudadana la condición bien fundamentada de lo legal. Únicamente el Estado sufre en reconocer esta parte de iniciativa y conciencia ciudadana. Ya en 1835 Tocqueville identificaba este disfuncionamiento de la “centralización” estatal de esta manera: “Ocurre a veces, que la centralización intenta, en su desesperación, llamar a los ciudadanos en su socorro; pero les dice: “Obraréis como yo quiera en tanto que yo quiera y precisamente en el sentido que yo quiera, vosotros os haréis cargo de los detalles sin aspirar a dirigir el conjunto, trabajaréis en las tinieblas y juzgaréis más tarde mi obra por sus resultados”. Y concluye Tocqueville: “No es bajo semejantes condiciones que se obtiene el concurso de la voluntad humana. ¿Por qué? Porque el Hombre está hecho de tal modo que prefiere permanecer inmóvil que marchar sin independencia hacia un objetivo que ignora”[5].

En otras palabras, la desobediencia civil no es un acto de insubordinación desorganizado, sin finalidad precisa, sino antes al contrario la reivindicación de una conciencia esclarecida, de una ciudadanía crítica[6] preparada para razonar con el legislador.

Efectivamente, si el contrato social es tácito[7], entonces todos los ciudadanos, participando a través de la vía de esta disputa entre lo legítimo y lo legal, vivifica lo tácito del contrato y les ofrece la posibilidad de co-construir el mencionado contrato previamente aceptado desde el nacimiento. La desobediencia civil recuerda, de este modo, otra verdad estructural de la democracia, a saber, su carácter inacabado y la necesidad permanente de su profundización[8]. Amartya Sen[9], por su parte, evoca la noción de “incompletud de la justicia” para testimoniar la necesidad de interrogarse sin cesar sobre el hiato entre los principios y las prácticas democráticas, entre el derecho formal y el derecho real. Desde el momento en que considera la aventura del hiato cerrada, el Estado de Derecho se marchita y desde ese momento se contradice haciendo permanentes las desigualdades. Si la democracia está inacabada, es porque percibe constantemente la ausencia que la funda y permanece del lado de su carácter incompleto. La democracia no es, según Sen, un proceso mecánico de agregación de opiniones individuales, sino un proceso de deliberación al cual cada uno está llamado a aportar su contribución activa. En este sentido, el autor no defiende una concepción puntual de la democracia donde una decisión tomada por mayoría sería suficiente para dilucidar los problemas de una vez por todas. Al contrario, su visión va de la mano con una construcción permanente de la sociedad, de sus expectativas y valores. Es necesario entrar en la era de la capacidad constructiva de la democracia real. El valor y la calidad de las normas sociales dependen menos de la calidad de su contenido que de ser el resultado de un ejercicio claramente deliberativo de opinión. La democracia debe ser intrínseca, instrumental y constructiva[10].

El estado no debe, por ello, buscar imponer su versión específica de lo que debe ser hecho en materia de acción pública, si no reconocer y pedir el sentido de la justicia de los actores locales. La justicia, en democracia, se construye a varias manos. Es la obra tanto del colectivo como de lo progresivo. La justicia se construye con el número y el tiempo, no se postula a priori.

Así, lejos de ser un factor de parálisis en la acción pública, el reconocimiento de la pluralidad de diferentes concepciones posibles de la justicia aparece como la condición misma de la aceptabilidad de la decisión pública[11]. Para Jürgen Habermas, la desobediencia civil puede ser una manera de participar en la elaboración de la razón pública en la medida en que “la desobediencia civil incluye actos ilegales, generalmente protagonizados por sus actores colectivos, definidos tanto por su carácter público y simbólico como por el hecho de estar basados en principios, actos que implican, en primer lugar, medios de protesta no violentos y que apelan a la capacidad de razonar y al sentido de la  justicia del pueblo”[12].

La razón pública es una fabricación directamente relacionada con la deliberación pública, lo que muestra que se trata tanto de consenso como de disenso. En tanto que forma privilegiada del conflicto político la figura de la desobediencia civil “garantiza (…) la continuidad con esta convicción de la Teoría Crítica según la cual la realización hegeliana de la razón debe ser comprendida como “un proceso de aprendizaje conflictual en el cual un conocimiento universalizable emerge en el curso de la resolución de problemas aportando mejoras, en este caso contra la resistencia de los grupos dominantes”. Tanto en Jürgen Habermas como en Axel Honneth, la herencia hegeliana se inscribe aquí en el conflicto al corazón mismo de la teoría moral y política: “Frente a patologías sociales resultado de una incapacidad de las sociedades para expresar adecuadamente el potencial racional ya inherente en sus instituciones y sus prácticas, le despliegue de la razón resulta una praxis común que engendra soluciones indisolublemente ligadas a conflictos que hacen posible un aprendizaje”[13]. En este sentido, la desobediencia civil se define como un gesto de apropiación democrático, e incluso de empowerment (empoderamiento) del ciudadano.

Obedecer en democracia supone “consentir” la ley, y este consentimiento es indisociable para el ciudadano de un compromiso político, que reenvía al ejercicio del voto o de manera más permanente, al de la participación democrática por la via de los diferentes dispositivos de consulta y codecisión. Desobedecer civilmente significa entonces, que las condiciones de obtención del consentimiento informado del ciudadano no han sido respetados del modo y manera en que el Estado de Derecho lo requiere.

Durante mucho tiempo se ha creído que consentir en democracia podía asimilarse a un silencio. En efecto, desde Montesquieu, se ha planteado la naturaleza asimétrica de la soberanía del pueblo: desde el comienzo, la soberanía del pueblo se escinde entre “dirigir”, es decir la soberanía indirecta de la representación y “controlar”, es decir la soberanía popular, en el sentido en el que ella vigila y sanciona mediante el ejercicio del voto, o impide mediante el uso de la manifestación, la huelga u otra forma de protesta social. Pierre Rosanvallon define esta última como la soberanía negativa del pueblo[14]. En este contexto, el no-consentir es un ruido (manifestación, impedimentos múltiples) mientras que consentir sigue siendo un silencio. Pero, en un ámbito más contemporáneo, de reivindicación de la autonomización del ciudadano, de ejercicio más continuado (menos intermitente) de la soberanía y de la democracia, consentir necesita ser considerado como un hecho más formalmente explícito.

De este modo, la desobediencia civil puede preceder un consentimiento futuro y encarnar una soberanía más positiva del pueblo, que no esté fundada solo en la sanción o el rechazo, sino en una co-construcción factible. Una soberanía del pueblo, exclusivamente “negativa”, puede ser considerada como una soberanía del eunuco (Hugo), o demasiado anacrónica en un tiempo de reivindicación colectiva (asociaciones y redes) e individual (ciudadano ordinario). La desobediencia civil puede, así, definirse como una herramienta ciudadana de regulación democrática, como es cada vez más común en internet.

A esta idea de positivar la soberanía por esencia negativa del pueblo -dicho de otro modo, vivir su poder de decisión y no solamente su poder de control-, es necesario añadir que la ciudadanía y la sociedad civil se han convertido en vectores y lugares muy cualificados de innovación social y de expertise democrática. Thierry Pech y Marc-Olivier Padis evocan su capacidad de educar al Estado[15]. En efecto, muestran hasta qué punto la sociedad civil es a menudo el garante de la no-discriminación por parte de las instituciones, funcionando como una especie de vigilante. Ciertamente, la sociedad civil tiene un rol clásico de perturbación -modificando el habitual juego de los procedimientos institucionales- pero que rompe el aislamiento de las elites políticas introduciendo en el espacio público los “sujetos huérfanos”, esto es aquellos contra quienes todo conspira para ser colocados al margen. Para la mejora del Estado de Derecho esta capacidad de inclusividad de sujetos es fundamental. Pero el Estado no siempre tiene la posibilidad de efectuar estas diferentes vigilancias estratégicas respecto a sujetos que son importantes para los ciudadanos, pero a menudo son minoritarios. Por eso, la sociedad civil, porque sabe cómo traducir sus experiencias, está en condiciones de ofrecer a la democracia un universalismo concreto, que sin avanzar en el vacío, sea, efectivamente susceptible de nutrir las acciones de desobediencia civil.

En efecto, la desobediencia civil recuerda que la definición de democracia oscila siempre entre su aceptación teórica (modelo) y una más existencial (experiencia). “La idea de un universalismo cerrado del modelo debe ceder el paso a un universalismo abierto de la confrontación de experiencias”[16]. Esta reflexión de Rosanvallon, que se dirige inicialmente a la relación entre Occidente y el resto del mundo, puede también inscribirse en el interior mismo de cada sociedad democrática, en la medida en que cada una de ellas reposa sobre controversias entre la mayoría y las diferentes minorías y marginalidades que la constituyen. No construir un “universalismo democrático de cierre” es, sin dudarlo, vigilar para no occidentalizar el concepto de democracia imponiéndole un modelo en detrimento de otro, pero puede también referirse al consenso y al conformismo impuesto al interior de toda sociedad democrática, especialmente la occidental. En efecto, es importante que la democracia no se convierta en un “objeto de fe” si no que se convierta, más bien, en “un objeto de división y controversias”. En esto estriba su pacto con la libertad de conciencia y de expresión, su lucha contra las formas de censura y de autocensura, y de manera más fundamental, su pacto con la falibilidad en el sentido en el que la democracia no sabría ser dogmática. Apoyándose en John Dewey, Albert Ogien llega incluso a diferenciar entre política y democracia, haciendo de esta última un método de conocimiento. “Lo que se requiere para dirigir y conducir una investigación social exitosa, es un método que se desarrolle sobre la base de relaciones recíprocas entre hechos observables y sus resultados. Esto es, esencialmente, el método que proponemos seguir”, escribía Dewey[17]. Y Ogien concluye: “A este método, Dewey lo denomina: Democracia. Para él, esta palabra no reenvía, pues, a un régimen político definido por una serie de derechos individuales (voto, opinión, huelga etc.) ni por un sistema específico de instituciones (libertad de asociación, separación de poderes, control del legislativo sobre el ejecutivo, justicia independiente, libertad de información). Democracia sirve como expresión para calificar la naturaleza de cualquier procedimiento experimental: espíritu de descubrimiento, libre disposición de las informaciones, discusiones abiertas sobre hipótesis, compartir intuiciones y resultados, etc. La democracia, según la enuncia Dewey, es un proyecto colectivo de producción de conocimientos mediante la acción, a la cual todo individuo interesado por un problema público puede contribuir, con igual competencia, con el fin de aportar una solución satisfactoria desde el punto de vista de las consecuencias previsibles”[18].

Siendo así, se entiende como la desobediencia civil se asimila en Dewey al hecho “de tomar parte de manera responsable, en función de las capacidades de cada cual, a la formación y a la dirección de las actividades del grupo al que se pertenece, y a participar en función de sus necesidades y de los valores que el grupo defiende. Para los grupos esto exige la liberación de las potencialidades de los miembros de un grupo en armonía con los intereses y los bienes comunes”[19].


Nota: Artículo publicado con autorización de la autora y de la Revista Pouvoirs, a ambas Espacio Público les agradece enormemente su generosidad. A sugerencia de la revista la citación correcta del artículo sería la siguiente: Cynthia Fleury, « Formes anciennes et nouvelles de la désobéissance civile », Pouvoirs n°155, Désobéir en démocratie. El artículo ha sido traducido por Pedro Chaves. El traductor ha conservado las notas con las referencias originales dada la naturaleza del artículo. Por último, dada la extensión del artículo y las pretensiones de la inserción en este número de Espacio Público, no se ha traducido la segunda parte del mismo que se puede consultar en la revista y a cuya lectura el traductor anima encarecidamente.

Cinthia Fleury, filósofa y psicoanalista, Profesora en la Universidad Americana de París, miembro del Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE).

[1] Victor Hugo, Le Droit et la Loi, et autres textes citoyens (1841-1851), Paris, 10/18, 2002, p. 15.

[2] Claude Lefort, Essais sur la politique, Paris, Seuil, 1986

[3] John Rawls, Théorie de la Justice (1971), Paris, Seuil, 1987, p 57

[4] Henry David Thoreau, La Désobéissance civile, 1849 (traducción de la autora).

[5] De la démocratie en Amerique, t.1, 1835, chap. “Des effets politiques de la décentralisation administrative aux États-Unis”.

[6] Pippa Norris, Critical Citizens: Global support for Democratic Government, Oxford, Oxford University Press, 1999.

[7] Jean-Jacques Rousseau, Du contrat social, 1762

[8] Pierre Rosanvallon, La Démocratie inachevée. Histoire de la souveraineté du peuple de France, Paris, Galimard, 2000.

[9] Amartya K. Sen et Martha C. Nussbaum (dir.), The Quality of Life, Oxford, Clarendon Press, 1993; et Amartya K. Sen, The Idea of Justice, Londres, Penguin, 2010.

[10] Cf. Jean-Michel Bonvin, “La démocratie dans l’approche d’Amartya Sen”, L’Économie politique, vol.27, nº 3, 2005, p. 24-37.

[11] Cynthia Fleury, Les Pathologies de la démocratie, Paris, Fayard, 2005

[12] Jürgen Habermas, De l’éthique de la discussion (1991), Paris, Cerf, 1992.

[13] Estelle Ferrarese, “le conflit politique selon Habermas”, Multitudes, vol. 41, nº 2, 2010, p. 196-202, la cita de la primera parte: Axel Honneth, La Société du mépris, Paris, Gallimard, 2006, p.117.

[14] Pierre Rosanvallon, La Contre-démocratie. La politique à l’âge de la défiance, Paris, Seuil, 2006.

[15] Thierry Pech y Marc-Olivier Padis, Les Multinationales du coeur. La politique des ONG, Paris, Seuil, coll. “La République des idées”, 2004.

[16] Pierre Rosanvallo, Le Parlement des invisibles, Paris, Seuil, 2014. Cf. Ver también su proyecto “Raconter la vie”.

[17] John Dewey, “Le public et ses problèmes” (1927), Hermès, vol, 31, nº 3, 2001, p. 77-91.

[18] Albert Ogien, “La démocratie comme reivindication et comme forme de vie”, Raisons politiques, vol. 57, nº 1, 2015, p. 31-47.

[19] John Dewey, “Le public et ses problèmes”, art. Ya citado.

La dominación no necesita para existir sólo el uso de la fuerza, sino que exige también reconocimiento. Dicho de otro modo: para obedecer se requiere coerción y consenso. La forma institucional e íntima que adopta hoy la dominación de las mujeres bajo el capitalismo neoliberal es ilustrativa al respecto. El capitalismo en esta fase está organizado a través de la división sexual del trabajo. Para ello, está orientado a maximizar las tasas de ganancia del capital transformando a las mujeres en seres a las que se expropia trabajo, tiempos y afectos, explota su fuerza de trabajo y hace de sus cuerpos un nicho rentable de negocio. Invisibilizar el conflicto derivado de poner muchas vidas al servicio de la acumulación de capital es el modo de borrar cualquier posibilidad de disidencia. Pero, además, se ha de disponer de mecanismos efectivos de socialización, con sus correspondientes incentivos y castigos, que produzca correctamente identidades femeninas que consientan. No hay capitalismo sin explotación y no hay explotación sin consentimiento. La violencia siempre es el plan B.

La coacción estructural en la que se desarrolla la vida de las mujeres es muy sofisticada y su conversión en sentido común esconde aún más sus rasgos. Por eso resultan comprensibles las dificultades que siguen teniendo muchas mujeres para deslegitimar el mandato recibido. Su desobediencia implica no sólo rechazar la forma patriarcal de organizar la vida bajo el capitalismo neoliberal, sino también rechazar cómo se entienden a sí mismas. De ahí que las estrategias del movimiento feminista siempre hayan estado dirigidas tanto a captar la mente de las mujeres e impulsar su empoderamiento individual y colectivo, como a hacer visible públicamente los intereses ocultos en la sujeción de las mujeres e incidir en el rumbo de los cambios estructurales. Es decir, la desobediencia, sea como fuere que la definamos, es indisoluble del feminismo como movimiento social y propuesta política emancipatoria.

De hecho, la historia de su acción colectiva es la constatación de un cuestionamiento permanente a las reglas establecidas que siempre tuvo como resultado democratizar los consensos previamente establecidos. Desafiantes y enormemente creativas, las acciones desplegadas en los momentos de mayor visibilidad, las olas feministas, constituyen un legado ineludible del que seguimos tirando para redefinir las fronteras de los potenciales nuevos consensos. En ese amplio repertorio hallamos las formas más convencionales de participación y acción como la huelga, el llamado al boicot, las concentraciones o manifestaciones. Pero, también, transgresiones de la legalidad sea por hacer lo prohibido o por no hacer lo ordenado. Este quehacer ilícito forma parte de la cadena genética del feminismo como muestra que fueran las sufragistas del siglo XIX quienes materializaron la desobediencia civil como filosofía y estrategia, o los ejercicios de apología, auto-imputación e inducción al delito practicados por las feministas a finales de los 70, exigiendo el derecho al aborto, la despenalización del adulterio o la legalización de los anticonceptivos, sin olvidar su solidaridad con las mujeres encarceladas por los denominados “delitos específicos” y no amnistiadas. Sus acciones han buscado no sólo activar la dimensión movilizadora, sino también, cuestionar la legitimidad existente, desplegar una vasta red de información, apoyo material y vital, y crear espacios participativos que facilitaran la construcción de identidades colectivas.

Desde esta memoria democrática ¿qué forma adquiere el carácter desobediente de esta cuarta ola feminista del siglo XXI?

En 2011 irrumpían las italianas al grito de “Se non ora quando?” y tras ellas hasta la actualidad, millones de mujeres en decenas de países han desbordado todas las previsiones en manifestaciones multitudinarias que ha utilizado la solidaridad como arma: “Hermana, yo si te creo”, “Juana está en mi casa”, “Ni una menos”, “Vivas nos queremos”. Y también han centrado su cuerpo reivindicativo en las violencias machistas, especialmente la sexual, así como en la justicia reproductiva. Y han utilizado las redes sociales como dispositivo de articulación y como altavoz de unas denuncias que convulsionaban el mundo del espectáculo y los medios en EEUU con el #Me too. Ese sentir se expandía por España, gracias a periodistas valientes y al coraje de tantas mujeres cansadas del silencio, con el #Cuéntalo, en el que más de un millón de mujeres contarían las agresiones sexuales sufridas.

A partir de 2017 estas movilizaciones empiezan a articularse coordinadamente a escala planetaria en torno al 8 de marzo. La gran herramienta canalizadora de la movilización, y al tiempo punto de ruptura, será la huelga, que visibilizará el diálogo y la alianza transversal que el feminismo ha sabido articular con las protestas de la época. Esto es lo que la última gran huelga feminista en la España de 2019 reivindicaba: “la vida en el centro” y explicitaba: que “la rebeldía y la lucha contra la alianza entre el patriarcado y el capitalismo que nos quiere obedientes, sumisas y calladas”, muestra la conexión con todos los movimientos que surgen como respuesta a las políticas de ajuste que se ponen en marcha a partir del estallido financiero del 2008. Una respuesta que ya había sorprendido, como señala Susan Watkins, por el resurgir de un feminismo militante. Porque este feminismo capilar ya se había dejado oír con fuerza en las acampadas que ocuparon espacios públicos emblemáticos como la Puerta del Sol en Madrid y Occupy Wall Street en New York en 2011, de la misma manera que venía desde el sur reclamando una crítica al colonialismo desde las primaveras árabes con el epicentro simbólico en la Plaza Tahir de El Cairo. No debemos olvidar que tiene razón Boaventura de Sousa Santos cuando recuerda que, al otro lado de la línea abismal, la apropiación y la violencia son la respuesta a las reclamaciones, que en muchos lugares incorporan a la represión, las violaciones como una forma sistemática de castigo.

La agenda feminista se amplía y se conecta con todas las luchas que se están dando en la esfera de la reproducción social: con las mareas sanitarias y educativas, con las y los pensionistas, con la plataforma anti-desahucios, con las mareas de estudiantes contra el cambio climático, etc. De ahí que las autoras del “Manifiesto de un feminismo para el 99%” planteen que las huelgas feministas forman parte de una nueva lucha de clases que, por primera vez, incluye las luchas por la reproducción social. La clase ya no serían solo las relaciones que explotan directamente “el trabajo”, sino también las relaciones que lo posibilitan y lo sostienen. Ni la clase ni tampoco la huelga volverán a ser nunca más igual. Se reinventa tanto conceptualmente con en las nuevas formas de hacerla: durante 24 horas como un paro laboral, de cuidados, de consumo y estudiantil.

Sin duda, la huelga es la principal herramienta que está movilizando y guiando las propuestas de transformación social en esta cuarta ola feminista. Acompañándola antes y después de estas, un sinfín de acciones militantes continúan cotidianamente logrando impactar sobre la realidad social con éxito. La elección de la estrategia depende de la correlación de fuerzas en la que se desarrolla el conflicto, o de la relevancia de las alianzas para lograr un impacto capaz de abrir grietas en la legitimidad del orden. Ahí está un sindicalismo de nuevo tipo, el bio-sindicalismo como lo llama Yayo Herrero, de las cuidadoras profesionales de residencias de Gipuzkoa y Bizkaia, que está logrando en alianza con las familias de las personas cuidadas no sólo mejorar sus condiciones laborales, sino, también, visibilizar la relevancia social de un trabajo emergente que sostiene las vidas cuando ésta ya está llegando a su fin.

También sabemos que no obedecer es abrir las puertas al sacrificio y las personas tenemos un fuerte instinto de supervivencia. Quizá, por eso, no es fortuito que la desobediencia civil de la época la estén protagonizando quienes ya han perdido un techo bajo el que cobijarse: la Plataforma de afectados por la hipoteca (PAH), impulsando la ocupación individual y colectiva de viviendas vacías y preferiblemente de entidades financieras.

En definitiva, hoy existe un potencial bloque histórico desobediente, articulado a escala planetaria, con enorme capacidad para abrir paso a profundas transformaciones del capitalismo neoliberal, de la institucionalidad y de la legalidad que lo sostiene. Un potencial bloque histórico que, camino de su consolidación, está reinventando las estrategias de acción colectiva. El movimiento feminista está haciendo de faro y se coloca a la vanguardia de un bloque que articula proyectos capaces de cambiar las sociedades de arriba abajo. Cuando esto pasa, el poder puede bien tratar de solventar las demandas, bien incrementar la criminalización, la represión y la propaganda, o bien prepararse para salir de la posición de mando. En España, todas estas posibilidades están encima de la mesa. Sólo los gobiernos que tras este ciclo electoral incorporen las voces de las fuerzas políticas que se están haciendo eco de una desobediencia feminista histórica con un fuerte carácter anticapitalista y son garantía de articular un programa de transición centrado en la garantía de la reproducción social, van a poder sacarnos del atolladero en el que la vida futura ha dejado de ser una distopía ficcionada.

La desobediencia al lado de la rebeldía han sido los instrumentos más utilizados a lo largo de la historia de la humanidad para combatir injusticias y falta de libertades. Pero mientras la rebelión no siempre es pacífica la desobediencia siempre lo es, como lo demuestra la larga lista de gentes que la han practicado a lo largo de la historia, desde Sócrates que tomó la cicuta antes que renegar de sus creencias ante el Senado de Atenas; Thomas More que escogió su conciencia antes que obedecer al rey y murió en el patíbulo; o Thoreau, Gandhi, Rosa Parks, Luther King y tantos otros, como nuestros insumisos a la conscripción que aceptaron ir a la cárcel antes que renunciar a sus ideas. O en nuestra cosmogonía, una mujer, Eva, desobedeció a Dios robando una manzana o Prometeo robo el fuego a los dioses.

La educación reglada nos convierte en ciudadanos sumisos a la ley y el orden social establecido. Pero en cambio, poco se nos educa en la crítica y en la desobediencia a las injusticias. Esto viene a cuento porque todos somos conscientes de que no vivimos en una sociedad plenamente democrática, sino que la sociedad está llena de lagunas y espacios donde la democracia es imperfecta, ostensiblemente mejorable o ausente. Por ejemplo, ahí está el mal trato que se da a los inmigrantes en los CIES (Centros de Internación de Emigrantes), o el de los/las encarcelados/as en prisiones y tantas otras cuestiones que tienen que ver con la protección social de los más necesitados.

Como ninguna democracia es perfecta, sino al contrario, todas son perfectibles, es lógico que haya ciudadanía que se oponga a ellas y trabaje para cambiar situaciones injustas y, en ocasiones, se enfrente a la ley para intentar que la democracia se amplíe y llegue a esos espacios donde no existe. Y aquí es donde aparece la desobediencia, que de la mano de la objeción de conciencia se opone a aquellas leyes injustas con el ánimo de mejorarlas. Y es por este motivo que en la mayoría de las democracias avanzadas la objeción de conciencia está recogida en el ordenamiento jurídico y convierte la desobediencia es un acto legítimo.

Pero la desobediencia para cargarse de razón y consistencia moral tiene unas reglas que en la modernidad provienen de David Henry Thoreau y Gandhi, y que han sido sostenidas sólidamente desde la filosofía política por John Rwals, Norberto Bobbio y Jürgen Habermas. De entre ellos, Rawls, es quién mejor ha descrito la desobediencia como una de las garantías del estado de derecho con la definición más reconocida como un acto público, no violento, consciente y político, contrario a la ley cometido con el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno.

Acto público, porque nunca puede ser clandestino ni esconderse ante la ley pues perdería el reconocimiento de ejemplaridad que persigue; no violento, porque si se empleara la violencia perdería fuerza moral ante la sociedad y debería ser perseguido por el mal cometido; consciente, porque debe ejercerse en conciencia y con plenas facultades; político, porque se ejerce para cambiar un programa de gobierno; contrario a la ley, porque pretende cambiar un ordenamiento jurídico en aquellos casos que suponen una clara vulneración de derechos fundamentales y de manera especial aquellos que atentan contra la libertad de expresión y reunión.

Regla general de la desobediencia que Rawls ha desarrollado junto a otros requisitos:

  • concebirla como un último recurso una vez se han agotado todas las vías legales para que la reivindicación que se solicita no es atendida por la administración del estado;
  • que en un estado de derecho no puede ser total contra todo el ordenamiento jurídico, esto solo tendría justificación en una dictadura;
  • que sólo puede ir dirigida contra aquella ley u ordenamiento que vulnera un derecho;
  • que se trata de un acto individual, porque, aunque se pueda hacer de forma colectiva, las consecuencias de la desobediencia se deben asumir de forma individual dado que la ley recae sobre el sujeto que la ha infringido;
  • que la desobediencia debe darse siempre dentro de un marco de respeto al estado de derecho, porque, aunque se viole la ley, la fidelidad a la ley queda expresada por la naturaleza pública y no violenta del acto, y, en especial, por la voluntad de aceptar las consecuencias legales de la propia conducta.

Esto último, es puesto en primer plano por Gandhi, Luther King y sus seguidores, pues se deben asumir las consecuencias legales que se deriven del acto de desobediencia. Pues, aunque se rechaza la ley se está dispuesto a asumirla, así como las sanciones que se desprendan. Y como se supone que están cargadas de razón, se volverán contra el ordenamiento jurídico del estado que las promulga y servirán de ejemplo moral para toda la población.

Pues el objetor quiere dar muestras de ejemplaridad ante la sociedad y presentarse como un buen ciudadano, y por este motivo se muestra dispuesto a aceptar las consecuencias de su acto. Así lo hicieron aquellos que han servido de ejemplo, el primero, Thoreau, que nos dejó como testimonio un documento transcendental, Desobediencia civil, y después sus seguidores, León Tolstoi, Bertrand Russell, Gandhi, Luther King y tantos otros y otras que aceptaron ir a la cárcel para poner de relieve que se estaba cometiendo una injusticia contra ellos.

En el Estado español lo hicieron los objetores e insumisos al servicio militar obligatorio que desobedecieron la ley de formas diversas, unos no presentándose en los cuarteles, otros negándose a vestir ropa militar y ser adiestrados en el uso de armas para hacer la guerra, y algunos, incluso, desertando dentro de los cuarteles o en las ONG donde prestaban el servicio militar substitutorio. Y muchos de ellos fueron condenados y encarcelados, y algunos fueron inhabilitados para ejercer como funcionarios públicos. Un movimiento de objeción al servicio militar que tomo tales proporciones que obligó a cambiar la ley, primero reconociendo la objeción de conciencia al servicio militar, después, aboliendo la conscripción. Que después ha tenido continuidad en los que hacen objeción fiscal al gasto militar.

En ese sentido, la desobediencia es una herramienta política de enorme fuerza, pues si es ejercida de manera mayoritaria por la población, ningún estado puede hacer frente a un movimiento de esa envergadura. Ese fue el argumento principal del pensamiento de Gandhi que consiguió liberar la India de la dominación del imperio británico, la fuerza de la noviolencia y sus herramientas, la desobediencia y la no cooperación. La misma desobediencia que animó al movimiento por los derechos civiles de la comunidad negra de Estados Unidos encabezada por Luther King; el de las sufragistas de Reino Unido que luchaban para obtener el voto para las mujeres y tantas otras gentes anónimas que a lo largo de la historia la han practicado.

El conflicto político en Catalunya

En Catalunya, la desobediencia civil ha sido objeto de atención por parte de los seguidores de la independencia ante la negativa del Gobierno central a admitir un referéndum que permitiera a la ciudadanía catalana pronunciarse sobre la autodeterminación. Aunque finalmente no fuera ejercida como tal, pues la consulta que finalmente se llevó a cabo el 1 de octubre de 2017 por parte del Govern de la Generalitat con el apoyo de entidades sociales, no fue presentada como un acto de desobediencia, sino como un acto democrático para ejercer el derecho a votar. Una decisión, que ponía por delante la conciencia de los convocantes frente a una decisión judicial que la prohibía. Este desafío implicaba un alto riesgo para funcionarios y gobernantes que ocupaban puestos de responsabilidad en la administración de Catalunya, pues incumplir el ordenamiento jurídico del estado representaba que podían ser llevados ante los tribunales, pues, aunque no lo declaraban, se trataba de un acto de desobediencia a la ley y los tribunales.

Así, resulta paradójico que los políticos que ejercieron funciones ejecutivas o legislativas en los meses de septiembre y octubre de 2017, fechas en que se produjeron los hechos por los que se los enjuicia, los encausados apelen a la democracia para defender sus actos, aduciendo que estaban refrendados por un programa electoral que defendía un referéndum de autodeterminación y unos votos de la ciudadanía que los aupó a las instituciones. Pero en cambio niegan admitir que desobedecieron la ley.

Una apelación a la democracia contradictoria, pues estos políticos aprobaban disposiciones contrarias a la ley, la misma ley que les permitía ocupar cargos de responsabilidad en las instituciones autonómicas.

Es evidente que la no asunción de la desobediencia es debida al temor de ser sancionados o inhabilitados para ejercer funciones públicas y esconden sus acciones bajo la excusa de que obedecen el mandato popular que los había elevado al cargo que ocupaban.

Desde luego que la distancia entre Luther King, Gandhi y los insumisos de conciencia al servicio militar está muy lejos de la de estos gobernantes catalanes, pues aquellos no dudaron que ante la injusticia que denunciaban, estaban dispuestos a ir a la cárcel. Mientras que estos políticos recurren a artilugios verbales sobre la democracia para amagar el desacato a la ley porque temen ser inhabilitados.

Debería estar claro que, el funcionario público que debe el cargo que ocupa al ordenamiento jurídico que le permite ejercerlo, en caso de objetar y desobedecer la ley, debería dimitir y abandonar su cargo y sí no lo hace, aceptar las sanciones que se deriven. Lo mismo, y con mayor enjundia lo deben admitir los políticos con responsabilidad de gobierno. Pues éstos deben su cargo precisamente a la ley que les permite ejercer esa función.

Para acabar y volviendo al terreno de la teoría de la desobediencia. En un estado democrático, aunque existan limitaciones en cuanto a derechos, la desobediencia no se puede dirigir contra todo el ordenamiento jurídico, esto sólo tiene justificación en un estado autocrático y dictatorial, que no es el caso del Estado español, y sólo se puede dirigir contra aquella ley que se considera injusta porque vulnera un derecho. Esa es la enorme dificultad de los partidarios de la independencia de Catalunya.

Esta dificultad es patente en Catalunya, pues se ha hablado mucho de iniciar campañas de desobediencia, y, propuestas las ha habido, pero no ha cuajado ninguna. Las entidades sociales y los partidos políticos que quieren la independencia no han lanzado ninguna propuesta en ese sentido. Aunque, cierto es, que la CUP, defiende la desobediencia como estrategia política y alguna de sus miembros con cargo público la ha ejercido (Montserrat Venturós, alcaldesa de Berga, se negó a descolgar del balcón del Ayuntamiento una bandera independentista y fue inhabilitada seis meses por un juez).

Como ya se ha indicado, la desobediencia no puede ser practicada contra toda la Constitución, sino sólo ante aquel ordenamiento que se considera injusto. Ante el enorme conflicto que se vive en Catalunya, no existe otro camino, a nuestro parecer, que el de su transformación por medio del dialogo entre todos los actores implicados. Así, se impone un receso y empezar a buscar las condiciones que hagan posible el dialogo.

¿Dónde están las mujeres en las bibliotecas, cuántos libros escritos por mujeres hay en ellas?  Esto es lo que trata de averiguar el proyecto Bibliotecas en Igualdad, impulsado por la asociación feminista Clásica y Modernas (https://www.clasicasymodernas.org/), para poner de manifiesto que el porcentaje es muy desfavorable a las autoras, aunque no todo el mundo lo sepa. Por ello, llevan realizando durante varios meses el taller “El misterio de las mujeres desaparecidas en las bibliotecas”. La actividad es muy sencilla: se escoge una biblioteca, se prepara una estantería separada del resto y se pide a las personas que participan en el taller que vayan buscando libros escritos por mujeres y los depositen en ella. El resultado es evidente: son muy pocas las obras de autoras femeninas en comparación con las realizadas por hombres.

Tan clara es la diferencia entre obras de autores y autoras, que Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España, explicaba en la Universitat de Valencia durante el simposio “Bibliotecas en igualdad” celebrado el pasado 12 de abril, que un reciente estudio sobre el catálogo bibliográfico de la BNE muestra cómo de 1.351.143 títulos registrados, sólo 232.047 corresponden a autoras. Este estudio ha sido el resultado de un encargo de la BNE al INE para comprobar cuántos de los nombres de las autorías de estas obras coinciden con el listado de nombres femeninos que consta en las bases de datos del INE. Los resultados tendrán que ser afinados, pero la conclusión no puede ser más reveladora: solamente algo más de un 15% de los libros que están en la BNE son obra de mujeres.

Sólo aproximadamente el 15% de los libros que están en la Biblioteca nacional de España son obras escritas por mujeres.

Esta diferencia es consecuencia de la discriminación y sometimiento de las mujeres a lo largo de la historia: tengamos en cuenta que la BNE se fundó en el año 1711 y que sólo 126 años más tarde una mujer fue autorizada a consultar sus fondos. La valiente se llamaba Antonia Gutiérrez Bueno y tuvo que obtener en 1837 un permiso especial de la Reina Regente María Cristina para poder acceder a los fondos de la Biblioteca. Y lo logró porque estaba escribiendo un libro. Aislada y en una habitación especial dispuesta para ella sola, Antonia pudo hacer las consultas que necesitaba para escribir su obra, que, además, tuvo que publicar con el seudónimo de un hombre. Y no fue hasta ochenta y un años después (1918) cuando entró a trabajar la primera bibliotecaria en la BNE, que hasta 1990 no tuvo a una mujer como directora.

En este simposio, durante 10 horas un centenar de personas, en su mayoría mujeres, debatieron, compartieron ideas y experiencias y pusieron de manifiesto la desigualdad que sufren las mujeres hoy en el mundo de la cultura.

La BNE se fundó en el año 1711 y sólo 126 años más tarde una mujer fue autorizada a consultar sus fondos. La valiente se llamaba Antonia Gutiérrez Bueno y tuvo que obtener en 1837 un permiso especial de la Reina Regente María Cristina para poder acceder a los fondos de la Biblioteca. Y lo logró porque estaba escribiendo un libro.

Desde experimentadas escritoras como la académica Carme Riera o la profesora Anna Caballé a jóvenes especialistas en videojuegos: Marina Amores y Diana P. Gómez, autoras del libro ¡Protesto!, los videojuegos desde una perspectiva de género (Editorial AnaitGames), pasando por autoridades académicas, representantes de las instituciones y profesionales del mundo de la cultura hablaron de cómo han vivido (o sufrido) en carne propia la desigualdad de género.

Carme Riera subrayó que  la invisibilidad de la mujer es mundial y destacó los análisis realizados por Amartya Sen que afirman que el 70% de los pobres de la Tierra son mujeres, y que mujeres son dos tercios de las personas analfabetas que existen en el planeta.

Por su parte, Anna Caballé enfatizó en que cuando una mujer toma la iniciativa en cualquier rama de la cultura los hombres piensan que eso no les concierne. Ellos (y la opinión socialmente dominante) ven la cultura hecha por mujeres como un espacio protegido “de mujeres para mujeres”, aunque según Caballé esto afortunadamente está empezando a cambiar. Pero tampoco tanto se destacó a lo largo de esta jornada, porque si el papel de las mujeres es secundario en el mundo de los libros, el cine, la pintura o la música, en nuevas modalidades como pueden ser los videojuegos las mujeres están absolutamente relegadas. No sólo el lenguaje que se emplea es totalmente excluyente, es que en esta modalidad las mujeres han sido prácticamente borradas: Marina Amores destacó que sólo el 3% de las programadoras de videojuegos son mujeres.

Sólo el 3% de las programadoras de videojuegos son mujeres.

Otra importante cuestión que se constató es el desconocimiento que hay de lo que hacen y han hecho las mujeres en otras partes del mundo. Esto se vio claro cuando la periodista María Márquez informó del proyecto la “Feminoteca” que se está realizando en las bibliotecas públicas de Madrid. Un expositor itinerante está recorriendo varias bibliotecas de los barrios periféricos en los que se desarrollan a la vez  debates, conciertos, charlas y otras actividades que tienen por protagonistas a mujeres. En este expositor figuran veinte escritoras destacadas que han sido votadas por un amplio grupo de socias de C&M como las autoras que más les han influido. Pues bien, el perfil general de estas escritoras es que son blancas, europeas y norteamericanas.

Por último, Marina Gilabert, coordinadora del simposio,  informó de que algo va a cambiar, y de hecho ya está empezando a hacerlo, puesto que se están recibiendo centenares de adhesiones a este proyecto provenientes del personal que trabaja en numerosas bibliotecas, en las que se está suscribiendo un compromiso de aumentar los fondos bibliográficos de obras escritas por mujeres.

La Feria del Libro de Madrid, que también apoya y colabora con las Bibliotecas en Igualdad, será el escenario este mes de mayo de nuevas actividades de este proyecto, que no ha hecho más que empezar.

moderado por:

  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

  • Irene Bassanezi Tosi

    Doctoranda en Estudios Avanzados en Derechos Humanos en UC3M

Conclusión del debate

La crónica-resumen del debate presencial ha sido publicado en Público en el siguiente enlace:

https://www.publico.es/politica/enfoques-entender-y-frenar-trumpismo.html

 

Ponencia inicial

El Trumpismo, la nueva barbarie

El Trumpismo, la nueva barbarie

El populismo al estilo Trump ha venido para quedarse

  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

En una Conferencia impartida en septiembre del pasado año[1], comenzaba Jurgen Habermas la misma de esta manera: “Me han pedido que hable de “Nuevas perspectivas sobre Europa”, pero no consigo pensar en ninguna”.

Habermas aludía a la “descomposición de estilo Trumpiano” que está ocupando el centro del espacio público y que ha llegado, también, al corazón de Europa.

En mi opinión, la idea de “descomposición” es solo una parte de la realidad visible, aquellas que hace referencia al debilitamiento y agonía del modelo liberal vigente y dominante a nivel global, especialmente desde comienzos de los 80. Pero oculta lo que es el rasgo más destacable pensando en perspectivas: la recomposición de los sistemas políticos de representación en todo el mundo y también en Europa.

El histrionismo de personajes como Berlusconi, en su momento,  o Trump, ahora, contribuyen a banalizar el impacto de lo que ocurre, pero resulta difícil ocultar la relevancia de una situación global que va más allá de cuestiones episódicas o anecdóticas.

La “revuelta populista” de extrema derecha, es global, generalizada y tiene importantes componentes culturales que la dotan de consistencia y estabilidad.

Las claves

  • La situación actual no es una “anormalidad”, una situación transitoria cuya evolución desembocará, antes o después en la “vuelta a la situación anterior”. Estamos ante eso que Gramsci llamaba “interregno”, una situación provisional de cambio en el modelo de dominación hegemónico. Lo que no nos gusta es que el nuevo mundo que se adivina nos horroriza. La política está para eso, para intentar cambiar la situación existente y tratar de encontrar los elementos que pueden modificar, en una dirección más favorable, la situación existente. Lo importante es asumir lo que forma parte del pasado y lo que anticipa el presente respecto a lo que puede depararnos el futuro.
  • La situación actual es el resultado de diferentes variables coincidentes, pero lo que es relevante reseñar ahora es que la crisis de los sistemas políticos tiene que ver con el asalto neoliberal a los sistemas democráticos.
  • Este asalto se reconoce en varias narrativas que han sido muy potentes en los pasados años:
    • El estado es el problema y no la solución (Reagan dixit)
    • No existe sociedad sino individuos (Thatcher dixit)
    • TINA (There is no alternative) No hay alternativa, nuevamente Thatcher dixit
    • La falta de competencia entre los partidos políticos dominantes
    • La perdida de sustancia de las democracias liberales reducidas a un espectáculo de sucesión entre los partidos mainstream
    • Las puertas giratorias entre lo privado y lo público y al revés
  • El resultado de esta desconfianza creciente afecta al conjunto de los partidos políticos y al sistema en su conjunto: afecta a los fundamentos sustantivos de las democracias representativas: la división de poderes; la calidad de la representación; la confianza en la participación política como un factor de control público o cambio; la pérdida de calidad de las elecciones como mecanismo de creación de legitimidad entre los elegidos… etc.
  • Junto a este hecho, es muy importante destacar dos cuestiones adicionales: la primera es el modo en el que la inmigración se ha constituido como un elemento central -en un contexto de incertidumbre- que articula tanto el extrañamiento de una parte de la sociedad respecto al sistema político, como el creciente temor a la pérdida de identidad de los grupos nacionales históricos y al abandono de los “modelos de vida”. Por eso, entre otras razones, la apelación a la vida (idealizada) de un pasado “ordenado y previsible” goza de tanto predicamento; la segunda cuestión es la politización de la desigualdad, no en el modo en el que habríamos previsto desde la izquierda, desde luego. La desigualdad es el fenómeno más reseñable de la crisis y la que explica el modo en el que se han distribuido de manera asimétrica los efectos sociales de la misma. La politización de la desigualdad ha servido para alimentar el rencor contra el sistema político en su conjunto. Por eso, la combinación en las protestas, de reivindicaciones razonables con otras completamente extemporáneas y modos de reivindicación del espacio público en la frontera de la anomia social.
  • La nueva situación no se explica solo ni fundamentalmente desde la “bronca de los desheredados”. La coalición social del malestar es muy amplia y formada, de manera fundamental, por las clases medias sometidas por la crisis a una situación de “privación social”, un gap entre expectativas y realidades en un contexto de desestructuración social creciente.
  • Uno de los fenómenos políticos más relevante de este hecho es el “desalineamiento”, esto es la pérdida de los vínculos tradicionales entre los partidos políticos y sus clientelas tradicionales.
  • Los otros dos hechos a destacar son: por un lado la inestabilidad creciente y persistente de los sistemas de representación: nadie sabe que va a pasar y con ello una volatilidad imprevisible; los nuevos fenómenos han venido para quedarse.
  • Los fenómenos populistas de extrema derecha están sacudiendo Estados Unidos y Europa en su conjunto. Hay que decir que hay elementos compartidos en su emergencia pero que no todos responden a las mismas dinámicas ni tienen los mismos componentes. Pero, en cualquier caso, es un error, como antes hemos querido compartir creer que el populismo es un fenómeno explicable desde la movilización de los sectores desfavorecidos o los famosos “perdedores de las globalización”. El populismo ha conseguido articular una amplia coalición social e ideológica. El caso de Trump es particularmente llamativo en este punto: en su victoria concurren tanto sectores populares afectados por el derrumbe de la industria tradicional; como conservadores ideologizados (votantes tradicionales de los Republicanos); neoliberales antiestado y antiimpuestos, como sectores tradicionales de clase media, votantes habituales de los demócratas, que se han sentido concernidos por los llamados al conservadurismo moral que Trump y la altright pregonan.
  • Además, el populismo de extrema derecha, busca activamente esta ampliación de la coalición social. No es un proyecto de “perdedores”, es un proyecto con voluntad de ganar.
  • Y un punto adicional a considerar: hay una pretensión constituyente en el populismo de derechas. Es decir, una voluntad firme de reconstruir el sistema político en una perspectiva no liberal. En este sentido el “iliberalismo” que preconizan personajes como Trump, Orvan o Salvini es una impugnación de la democracia misma, no solo de la liberal, y un intento firme por reducir la pluralidad política y criminalizar el conflicto social y la discrepancia.

¿Qué es lo común?

Prácticamente en todos los casos, la retórica de Trump, como ejemplo de otros fenómenos similares, se articula a partir de dos ejes centrales: en primer lugar, el desafío a la legítima autoridad del “establisment”. Las élites son las responsables de la situación en general y particularmente de la situación de los más desfavorecidos, que han sido “abandonados” por estas élites.

Los objetivos favoritos de esta retórica incluyen los medios de comunicación (traidores al pueblo); las elecciones (que son consideradas fraudulentas salvo que gane el candidato populista); los políticos (corruptos y vividores); los partidos políticos (disfuncionales); los funcionarios del sector público (el estado profundo); los jueces; los intelectuales (arrogantes); los científicos (quien necesita expertos?) etc.[2]

Lo importante es que la impugnación de las élites no es funcional: por lo qué hacen mal en el desempeño de su tarea; sino moral, lo sustantivo es que están equivocados en su núcleo de valores y eso los inhabilita como representantes de la sociedad y del “pueblo”. Es una despolitización del conflicto social al servicio de un liderazgo que aseguraría al pueblo frente a las amenazas externas e internas.

El segundo elemento compartido, se refiere a que la única fuente legítima de autoridad moral y política proviene del pueblo. Entendido este de un modo muy poco definido y concreto, más bien en términos de quien está conmigo sería el pueblo y quien está contra mi el enemigo del pueblo.

Por esta vía, nuevamente, se eliminan los “cuerpos intermedios”, partidos, sindicatos, asociaciones, instituciones etc… y se sobredimensiona el papel del liderazgo como articulador y defensor de los verdaderos valores del pueblo.

Había que añadir que se ha enfatizado como elemento común el uso de las redes sociales y nuevos medios de comunicación online en el desarrollo y difusión de este fenómeno, pero lo cierto es que nada de esto hubiera sido posible sin, por una parte, el desplazamiento hacia la extrema derecha de una parte de los partidos mainstream, que han “normalizado” los discursos confrontacionales y el lenguaje del odio; y en segundo lugar sin el papel jugado por algunos medios de comunicación tradicionales en ese desplazamiento del “sentido común” en el ámbito de la derecha. Es decir el fenómeno Bannon en Estados Unidos y su papel a través de la web “Breitbar news”, sería incomprensible sin el papel de la Fox y otros medios “mainstream”.

Hay muchas más cosas que podrían añadirse y que servirían al propósito de suministrar más elementos del actual contexto, pero creemos que estos pueden servir para ofrecer algunos elementos adicionales que sirvan para contextualizar el debate.

[1] https://www.socialeurope.eu/new-perspectives-for-europe

[2] Norris, Pipa y Inglehart, Ronald (2019), Cultural backlash, Trump, Brexit, and authoritarian populism. Cambridge University Press, página 4.

El regreso de los trabajadores al centro de la política económica

  • Miguel Martínez Lucio

    Profesor de la Universidad de Manchester

Unas de las características de la derecha populista, como es el caso del presidente Trump y algunos aspectos de la política de ‘Brexit’ en el Reino Unido, es la manera en la que han hecho referencia a los intereses de la clase trabajadora.  Esta derecha intenta posicionar los intereses de la clase trabajadora en oposición a lo que llaman el establecimiento ‘cosmopolita’ del sistema político. Es un desarrollo que se basa en la manera en la que grandes partes de dicha clase trabajadora han sido marginadas en la política económica de los últimos años. Aunque se puede decir que era la derecha neoliberal la que afrontó esta estrategia de cambio en la política industrial (con sus cierres de la industria de los astilleros, etc.), la manera en que la tradición social democrática participó en esta desindustrialización permite que figuras como Donald Trump en los EEUU o el político Nigel Farage en el RU sean los portavoces de estas tradiciones perdidas. Paralela a esta política ‘populista’ (post)industrial se ve el desarrollo de un discurso xenofóbico donde las pérdidas materiales de la clase obrera tradicional (por usar tal frase) se explican por el cada vez más alto ritmo de inmigración. La ironía del discurso contemporáneo de la supuesta nueva derecha es que pone énfasis en la pérdida de la identidad social y económica de los trabajadores. Se puede decir que la Nueva Derecha de los ochenta también tuvo lo que Stuart Hall (el sociólogo británico de origen caribeño) llamó también un discurso populista que manipuló las incertidumbres de tales clases: pero en este caso el proyecto juega con la ilusión de remontar la industria tradicional (aunque sea poco probable que esto ocurra) y volver a un contexto histórico del siglo XX. Este juego ideológico marca la diferencia entre el discurso neoliberal de Reagan y Thatcher con el de Trump. Este juego de palabras que significa una vuelta a las minas de carbón y a las fundiciones de acero, por ejemplo, tiene el impacto de poner a la izquierda y a los sindicatos en una posición defensiva dado su papel cómplice en el momento de la desindustrialización. La manera en la que el trabajo se ha ido degradando cada vez más como se puede ver en la economía de plataformas y su empleo fragmentado permite que esta derecha estilo Trump cree una alianza simbólica con las clases trabajadores (que se mantiene dado que es pronto para juzgar las realidades y resultados de esta contra política).

Es por esto que la respuesta de la izquierda(s) en este momento puede ser crucial para no solamente relanzar una política progresista en el seno de la economía, sino para permitir una nueva visión real y concreta del papel de los trabajadores en la economía. En el caso del RU está claro que nadie puede predecir lo que ocurrirá durante 2019 dado el contexto surreal que traen las discusiones sobre la salida del país de la Unión Europea: pero, estamos viendo debates entre partes de la izquierda que intenta confrontar este tema de como renovar el socialismo de una forma que imagina un nuevo papel institucional de los trabajadores en la economía.

El que fuera Primer Ministro del Reino Unido en dos momentos diferentes de las décadas de los 60 y 70, Harold Wilson, comentó una vez que una semana es mucho tiempo en política. La gran velocidad en la que se mueve el panorama político nos fuerza a todos a pecar de precavidos a la hora de hacer predicciones. En el caso del contexto actual del Reino Unido, muy pocas cosas resultan predecibles dada la aguda crisis por la que atraviesa el Estado como consecuencia de la decisión de salirse de la Unión Europea. Quién accederá al poder y quién tendrá posibilidades de ganar las elecciones generales en el futuro próximo es tan incierto como la naturaleza de las políticas y de los líderes de los principales partidos políticos. Sin embargo, en medio de toda esta crisis constitucional y caos político, se han producido una serie de cambios relativos a muchos aspectos del Partido Laborista, aun cuando éstos hayan ocurrido en un clima de enorme hostilidad hacia su líder, Jeremy Corbyn, y las redes y comunidades políticas alineadas con él. Los desafíos constantes a su liderazgo y las alegaciones persistentes a su postura de apoyo histórico a la causa palestina (según muchos, como parte de una estrategia para expulsarle) generan una sensación de incertidumbre y desasosiego existencial a la hora de escribir sobre lo que puede pasar en el panorama político británico.

A pesar de todo, e incluso teniendo en cuenta que para cuando este artículo se publique cada palabra del mismo pertenecerá a la historia antigua, la realidad es que el Partido Laborista ha sido testigo de dos procesos paralelos significativos en los últimos cuatro años más o menos, desde que Jeremy Corbyn se convirtiera en su líder. El primero consiste en que la tendencia más neoliberal y cercana a la filosofía del ‘Nuevo Laborismo’ de Tony Blair ha sido cuestionada desde dentro del mismo Partido Laborista. En segundo lugar, las políticas innovadoras del equipo de dirección de Jeremy Corbyn (especialmente las de John McDonnell) han supuesto una curiosa y significativa renovación del compromiso gracias a unos enfoques de la política económica e industrial más comprometidos con lo social.

En una primera instancia, las ideas en torno a la Tercera Vía, que habían surgido en torno al trabajo del sociólogo Anthony Giddens y cristalizado en algunos aspectos de las políticas del Partido Laborista de los años 90, constituyeron una ruptura importante con respecto a las políticas sociales y económicas más tradicionales y de vocación pública. Que el Partido Laborista fuese el partido históricamente considerado como más ‘socialista’ es cuestión de opiniones, pues en algunos momentos fue descrito como una ‘iglesia extensa’ que incluía tanto a socialdemócratas partidarios del mercado como a ‘socialistas democráticos’ más identificados con la clase y los sindicatos. Desde sus inicios, se han dado debates permanentes sobre el papel de los sindicatos y de la clase política, así como sobre el grado óptimo de intervención estatal. Sea como fuere, los años del Nuevo Laborismo bajo la batuta de Tony Blair y Gordon Brown representaron lo que Simon Jenkins denominó en su libro Thatcher and Sons [Thatcher y sus hijos] una política de continuidad con rasgos políticos de la Nueva Derecha en lo que se refiere a la limitada colaboración con los sindicatos de cara a la política económica y al rechazo a ampliar el papel del Estado en la economía y la industria, aunque en el terreno de lo social hubiera, en cierto sentido, una relativa mejora en la asistencia social y los servicios de salud. La filosofía surgió de las experiencias y las prácticas llevadas a cabo en Francia y España por los gobiernos respectivos de Mitterrand y González.

En gran medida, la Victoria de Jeremy Corbyn constituía en parte una reacción desde dentro y desde el entorno cercano al Partido Laborista a dichas políticas, que, para algunos, estaban asociadas a los orígenes de las políticas de austeridad y al fracaso a la hora de regular el capital de manera efectiva. También suponía, por otro lado, una reacción a la creciente inclinación de la filosofía del partido hacia los negocios y hacia la gestión, como resultado de su fascinación por todo lo que tuviera que ver con lo comercial y lo corporativo. Un camino no muy diferente al tomado por algunos de los principales líderes socialistas del caso español. Esto es, el atractivo de la idea del mercado y las escuelas de negocio como motor de la economía y su singular, aunque simbólica retórica de la responsabilidad social corporativa.

Sin embargo, el viraje reciente hacia la izquierda también ha sido el resultado de un conjunto de debates y redes que existieron y fueron fundamentales en las innovaciones que se dieron en la década de los 80 e incluso en la de los 90 a nivel local y municipal, con el socialismo municipalista como bandera. Esta era la izquierda que se había formado en las décadas de los 70 y 80 en varias ciudades claves (especialmente Londres) en oposición a la hegemonía de las políticas conservadoras de Margaret Thatcher. En ciudades como Londres se pudo experimentar con políticas locales alternativas en los campos de la economía y el transporte. Un ejemplo de ello serían las políticas industriales inclusivas e innovadoras que se pusieron en marcha en torno a organismos como el Greater London Enterprise Board, bajo el auspicio de la primera oleada de la marca de socialismo local puesto en práctica por Ken Livingstone en Londres en la década de los 80. Esta red se estableció como movimiento político ubicado en el margen izquierdo del Partido Laborista (con vínculos con la extrema izquierda), y su trabajo se caracterizó por su alto compromiso con la igualdad y las políticas multiculturales. Estos fueron los orígenes de los discursos emancipatorios de Jeremy Corbyn y John McDonnell (como ministro de economía en la oposición), ubicados en el margen izquierdo en torno a una socialdemocracia más progresista que, como ya expliqué en los Pasos de la izquierda (Número 12), permanecieron en la memoria colectiva y se constituyeron en repertorio de acción para todas aquellas personas que se ubican a la izquierda del partido y más allá.

En segundo lugar, estos acontecimientos han dado lugar a un programa del Partido Laborista que hace cinco años habría sido inimaginable. Se han incorporado una serie de innovaciones e ideas que tratan de combinar una mayor socialización de la economía y un desarrollo significativo del compromiso democrático. Que para los habitantes del norte de Europa muchas de estas políticas no se antojen ni tan radicales ni tan innovadoras, no resta importancia al hecho de que existe un intento de equilibrar la ampliación del renovado papel del Estado con una lógica industrial más participativa. Esto no significa (desafortunadamente) la proclamación de la necesidad de la clásica renacionalización a gran escala y el aumento del control por parte de los trabajadores, pero sí implica el replanteamiento del desarrollo de la economía, no solo alejándose de la obsesión por la austeridad económica sino acercándose a nuevas formas de democracia industrial. Supuestamente, los costes del programa han sido calculados y diseñados para garantizar la estabilidad económica, en parte debido a la obsesión que existe en la política británica (entre otras) con los programas presupuestados al detalle, como consecuencia de la fijación neoliberal permanente con los presupuestos económicos y su estabilidad, pero también de la certeza de que la prensa vinculada a la derecha utilizará el fantasma del gasto excesivo y la inflación (vinculados a las dosis habituales de xenofobia) para desvirtuar un programa progresista.

En lo que se refiere al nuevo programa del Partido Laborista, la creación de un Banco Nacional de Inversión para recaudar y generar una inyección de 250.000.000.000£ en la economía se presenta como el aspecto fundamental para respaldar la industria y los proyectos de infraestructura claves, así como para vincular dicha financiación al desarrollo de cooperativas y pequeños negocios, entre otras iniciativas. Esta institución no es única en Europa, pero está resultando curiosa la manera en que se está vendiendo políticamente como la priorización de los espacios alternativos que han estado copados en la práctica por el capital financiero y corporativo que ha prevalecido en el país. En cuanto a la regulación financiera, las propuestas giran fundamentalmente en torno a la aprobación de una serie de reformas que debían haberse puesto en marcha de manera efectiva en 2008 como resultado de la crisis financiera. Hasta cierto punto uno podría alegar que dichas propuestas no son radicales, pero en comparación con el Nuevo Laborismo, cuando menos, representan un giro en el modo en que las finanzas pueden replantearse. El programa también sostiene que ‘el Laborismo modificará la ley empresarial de manera que los directores cumplan sus obligaciones directas no solo con los accionistas, sino también con los empleados, los clientes, el medio ambiente y el público en general, y realizaremos una consulta sobre la aprobación de la legislación correspondiente dentro de este Parlamento’. O dicho de otro modo, promulgar el concepto de responsabilidad social corporativa de un modo más efectivo y garantizar que se presta una mayor atención a los derechos de los trabajadores y consumidores. A este respecto, uno puede apreciar el carácter innovador de las medidas en la necesidad de desarrollar la dimensión participativa que tantas restricciones sufrió durante los gobiernos laboristas previos de Blair y Brown. En el discurso actual, la confianza en el capital no es tan fuerte. El objetivo es utilizar los dispositivos legales y los marcos normativos de una manera más efectiva y generar una mayor sensibilización en torno a la importancia de la regulación. En muchos aspectos, lo que pretenden es sacar provecho de lo que los académicos de la gestión empresarial llaman ‘buenas prácticas’, y que ya existen en otros contextos nacionales, quizá más regulados, con la intención de sortear y debilitar algunas de las críticas de presunto radicalismo que la prensa asociada a la derecha activará en caso de elecciones.

En el terreno de los servicios públicos, como pueden ser los ferrocarriles, el objetivo es volver a la propiedad pública una vez terminadas las concesiones; la creación en el sector de la energía de un conjunto de influencias operativas más descentralizadas y de iniciativa pública; y la eventual transferencia de la industria del agua a estructuras regionales públicas. El discurso tiende a enfatizar los problemas surgidos de la flagrante especulación en dichos sectores y el fracaso de las estructuras regulatorias que se implementaron para proporcionar concesiones y de la supervisión minimalista que obvió el comportamiento habitual de las empresas. Este nuevo discurso se basa en una propiedad pública que no solo depende de una política estatal centralizada. El argumento central parece ser que el error cometido por la socialdemocracia en el pasado, cuando nacionalizó y pasó a ser propietaria de servicios claves como el agua, la electricidad y el transporte, consistió en no intensificar la influencia pública sobre los sectores nacionalizados al no generar un mayor grado de compromiso y rendición de cuentas públicos y políticos a nivel local. En este sentido, lo esencial de este discurso no es solo que el mercado y las privatizaciones hayan fracasado, sino que los socialdemócratas fueron incapaces de establecer un proyecto de Estado y de pensar en fórmulas de compromiso públicas y más adaptadas al ámbito regional en lo que se refiere a dichos servicios, pero también a otros. Así, lo que hizo el Nuevo Laborismo es permanecer encandilado con la nueva filosofía de gestión heredada de Thatcher, mientras que anteriormente el laborismo de Wilson y Callaghan, caracterizado por un peso (relativamente) mayor del Estado, se aferró a las fórmulas más tradicionales y jerárquicas del control de la gestión; y en ninguno de los dos casos consiguieron superar las filosofías de gestión jerárquica y alcanzar un mayor nivel de control o implicación por parte del Estado y del trabajador. Los defensores de dichos gobiernos, o incluso del de Tony Blair, podrían alegar que siempre existieron reticencias por parte de los líderes sindicales a la hora de implicarse en la gestión de los sectores industriales, pero más allá de las funciones simbólicas desempeñadas por los representantes de los consumidores y trabajadores, la crisis de la socialdemocracia se puede analizar en términos de fracaso a la hora de renovar el vínculo entre el Estado y la sociedad en lo que a participación se refiere.

Existen muchas otras dimensiones que merecería la pena analizar sobre el conjunto de propuestas políticas del actual Partido Laborista como la ampliación de los mecanismos de formación, el incremento de la inversión en el renqueante sector de las infraestructuras nacionales y el aumento de los niveles de inversión en ecología. También se presta una mayor atención a los derechos de los trabajadores en la economía de plataformas y en otros mecanismos similares en los que el trabajo está sufriendo un proceso de fragmentación y a la necesidad de una nueva estrategia para promover la dignidad laboral a través de la anulación de un conjunto de leyes que han restringido los derechos sindicales en diversos ámbitos. En cualquier caso, la clave se sitúa de nuevo, asociada al debate sobre el control público, en el intento de vincular una lógica industrial democrática a las actividades propuestas. Han sido varios los factores que han originado un interés creciente por la idea de ampliar el control y la influencia de los trabajadores sobre la industria y los negocios. Independientemente de cuál sea el contexto político futuro, el asunto de los representantes de los trabajadores y la gobernanza empresarial se antoja como un punto de debate clave. Las políticas del Partido Laborista bajo la dirección de Jeremy Corbyn comienzan a apelar a la necesidad de los trabajadores de contar con algún grado de influencia institucional sobre sus empresas, más allá de la cortina de humo que suponen los planes de sugerencias y las reuniones de equipos, aunque aún está por ver cómo y cuándo sucederá esto una vez que el laborismo entre en el gobierno. Una de las ideas que ha sido propuesta y discutida es que el Partido Laborista, una vez en el gobierno, pediría a las empresas con más de 250 empleados que reservaran hasta un tercio de los puestos de sus Consejos de Administración para los trabajadores, como método para garantizar una mayor vigilancia y control del negocio y para evitar decisiones económicas caprichosas y cortoplacistas. Esta propuesta es significativa en tanto que comienza a comprender la necesidad de democratización de la gobernanza empresarial y que este nuevo papel de los trabajadores redunda tanto en la eficiencia económica como en la justicia social de los planteamientos corporativos. Pero esto no es solo una respuesta a la crisis financiera de 2008 y al modo en que la opacidad de la toma de decisiones ha socavado la coyuntura económica del país. También constituye una fórmula para contrarrestar la recientemente estigmatizada idea promovida por los conservadores desde 1979 bajo la cual la posesión individual de acciones por parte de los trabajadores es el mejor modo de crear un capitalismo más popular y (supuestamente) responsable: el enfoque thatcheriano de la copropiedad a través de acciones ha sido poco común, fragmentado y altamente individualizado, de modo que ha supuesto un escaso control efectivo sobre los Consejos de Administración.

La idea propuesta por el laborismo parece prometedora, en parte porque el asunto de la participación colectiva del trabajador sigue quedándose fuera de la agenda política y del imaginario de la izquierda y del movimiento obrero, en la misma medida en que los discursos académicos sobre la naturaleza del trabajo se quedan absortos en la problemática de la explotación y no generan respuestas alternativas. Todos estamos legítimamente centrados en los costes sociales y económicos de la creciente degradación de la situación laboral y en las nuevas formas de explotación de la llamada economía de plataformas, pero la idea de desarrollar formas alternativas y participativas de organización y gobernanza se discute muy ocasionalmente en este contexto.

Evidentemente, estas propuestas no son las más ambiciosas que se podían presentar, tal y como podría revelar cualquier breve comparación con otras partes de Europa más comprometidas con lo social. Sin embargo, la lógica subyacente busca que la participación popular se constituya en un nuevo agente de importancia estatal. En mi opinión, estas políticas no son tan extensibles como podrían serlo, pero durante décadas el contexto político del Reino Unido no ha estado familiarizado con este tipo de políticas. La necesidad de introducir una dimensión más democrática en las estructuras de la economía y de repensar el papel de los trabajadores, más allá de la ampliación del alcance y de la práctica de la negociación colectiva, necesita de una mayor reflexión. En algunos aspectos, esto se vincularía con la lógica de democracia radical puesta en práctica por la teórica política belga, residente en el Reino Unido, Chantal Mouffe. La reforma económica y las políticas progresistas asociadas a ésta necesitan desarrollarse con la mirada puesta en nuevas formas de implicación pública y social y no solo a través de la propiedad directa o indirecta del Estado. En este sentido, se requiere un fuerte replanteamiento y un repliegue con respecto de la filosofía empresarial contemporánea y su obsesión por las heroicidades y prácticas de gestión asociadas al liderazgo individualista. El asunto al que se enfrentan los progresistas de la izquierda es que el enfoque de mercado ha seguido su curso en muchos aspectos, pero el regreso a un estado de bienestar Keynesiano clásico no es ni tan sencillo ni constituye ya una alternativa.

Sea como fuere, terminamos como empezamos: una semana es mucho tiempo en política. La posibilidad de que vuelva a haber un gobierno laborista en algún momento, y que sea con las políticas que acabamos de analizar, no está muy clara. La importancia del debate actual sobre los distintos aspectos de la izquierda británica reside en que cualquier vuelta a un conjunto de políticas más orientadas hacia lo social y con un papel más proactivo en el sector industrial que ponga fin a la economía de la austeridad, debería abordar el modo en que la influencia y el control de los trabajadores y consumidores (como colectivo) tenga efecto sobre lo económico. Ahora mismo este asunto pendiente es fundamental para la izquierda tanto dentro como fuera del Reino Unido.

Entrevista a Emilio Sánchez Mediavilla

Emilio Sánchez Mediavilla es uno de los fundadores de Libros del K.O, una editorial creada por tres amigos hace ahora ocho años. Su punto de partida es el periodismo y en su catálogo se pueden encontrar desde clásicos como Josep Plá o Julio Camba a periodistas actuales como Enric González o Ramón Lobo.

Su línea editorial se basa en la publicación de libros, crónicas periodísticas que cuentan historias reales y que les han llevado a tener algún serio disgusto como fue el secuestro de Fariña (Nacho Carretero), pero también grandes éxitos como este mismo título o el reciente El director de David Jiménez.

1.  El sociólogo Pierre Bourdieu  alertaba hace 20 años de las concentraciones editoriales en grandes grupos que en la actualidad están llegando a controlar hasta el 80% de la producción editorial, la distribución y la prensa cultural,  conduciendo el campo literario hacia su valor más comercial. Para una editorial pequeña, competir en esta situación es una tarea complicada, pues es cierto que la labor de una empresa editorial es saber dar salida a la creación literaria, pero también tiene que obtener los recursos suficientes para poder seguir existiendo. Es una tarea nada fácil en estos tiempos en los que también están cambiando los hábitos de ocio a una velocidad de vértigo. ¿Cómo se os ocurrió crear una editorial?

Han pasado casi diez años desde la primera vez que Álvaro y yo empezamos a hablar de montar una editorial, y la verdad es que sigo sin tener muy claro de dónde surgió la idea. Ninguno de los dos, ni del resto de amigos que luego se unieron, teníamos la más mínima experiencia en el mundo editorial. Personalmente, yo siempre había fantaseado con montar una revista, y tal vez eso sea Libros del K.O.: una revista por otros medios.

A pesar de la concentración editorial, a los sellos grandes les siguen saliendo grietas: me gusta pensar que las editoriales pequeñas (no me convence el apellido independiente, es un eufemismo irreal) cada vez somos más capaces de meter la cuchara en su pastel, pero tampoco conviene hacerse ilusiones.

Aunque la concentración empresarial, en cualquier sector, siempre es inquietante, ni yo mismo me creo la división simplista entre grandes malas y heroicas pequeñas buenas. Ni tampoco creo que lo comercial tenga que ser obligatoriamente un concepto negativo. Un editor debe aspirar siempre a que sus libros tengan la máxima difusión posible; otra cosa es que no estés dispuesto a hacer según qué cosas para conseguirlo. Pero todos los editores queremos vender más. En cualquier editorial, grande o pequeña, son los best sellers los que te permiten luego publicar títulos más arriesgados y minoritarios.  

Y sí, como lector no le veo ninguna ventaja a la concentración editorial, pero yo, como editor pequeño, también estoy obligado a mirar para dentro y reconocer que las pequeñas nadamos en una precariedad que luego extendemos al resto de nuestros colaboradores. Muchas editoriales pequeñas están funcionando con la misma lógica que los sellos más grandes: inundar el mercado de novedades a un ritmo delirante.

De izquierda a derecha: Álvaro Llorca, Alberto Sáez y Emilio Sánchez Mediavilla, fundadores de Libros del K.O.

2. El secuestro de Fariña os supuso muchos perjuicios pero también os dio publicidad, levantó una oleada de solidaridad entre libreros, lectores, intelectuales. ¿Cómo valoras este respaldo? ¿Se echa de menos más colaboración y menos competencia en el mundo del libro?

La reacción de los medios y del sector fue fabulosa, recibimos muchísimo apoyo desde el primer momento. El gremio de libreros de Madrid estuvo muy activo desde el primer día y nos apoyaron con campañas tan originales como Finding Fariña (una herramienta con la que se podía leer el libro a través de El Quijote). Su apoyo directo y decidido hizo mucho más ruidoso el silencio del Gremio de Editores, al cual pertenecemos. Seguimos esperando algún mensaje.

Creo que sí existe simpatía y complicidad entre las editoriales pequeñas, pero seguramente, salvo excepciones (Contexto, por ejemplo), no hayamos sido capaces de transformar esa amistad en una plataforma con capacidad de cambio. En la feria del libro nos saludamos, nos tomamos unas cervezas, compartimos miserias, pero luego todos volvemos a nuestras cuevas a seguir peleando cada uno por nuestro lado. A modo de excusa, creo que la inseguridad y la precariedad del sector nos paraliza: estamos demasiado preocupados en sobrevivir como para crear asociaciones o plataformas conjuntas. Y es un error.

3. Hablemos de El director, vuestro último éxito. ¿Cómo os llegó el libro? ¿Fue un encargo o fue el propio autor quien os lo entregó?

Fue el propio David Jiménez el que se puso en contacto con nosotros. Ya había escrito el libro y ya tenía ofertas de otras editoriales, por eso me hace especial ilusión que eligiera al K.O. David rechazó ofertas mucho más jugosas y se arriesgó con nosotros. Fue valiente (además de por el contenido del libro) porque una cosa es hablar con simpatía de las pequeñas y otra, llegado el momento, rechazar a una editorial grande por un sello como Libros del K.O.

4. Circula una viñeta en la que se dice: “Libertad de prensa: dícese de aquello que practican muchos periodistas cuando los despiden”. Según cuenta Jiménez, hay periodistas, los que ocupan los puestos más altos, que han aceptado prebendas para decir los que sus amos quieren. Pero en la situación actual de total precariedad que sufren la mayor parte de los profesionales de la prensa, ¿hasta qué punto se es libre para informar con imparcialidad, objetividad e independencia?

Obviamente, un libro como El Director no lo puede escribir un periodista veinteañero ochocentista. Porque no puede inmolarse tan joven y porque tampoco hubiese tenido acceso a las esferas de poder que narra David en su libro. La precariedad limita la libertad, pero no solo en prensa, sino en cualquier oficio, el editorial incluido.

5. Hay quien plantea que El director es una especie de venganza de David Jiménez por haber sido despedido, pero tengo entendido que se negó a firmar la cláusula de confidencialidad, que le hubiera proporcionado mucho dinero, precisamente para poder ser libre y contar lo que dice en este libro. ¿Es así?

No conozco todos los detalles del acuerdo de David con El Mundo. Lo que sí cuenta él es que en ese documento se incluyó una cláusula que recogía su “libertad de expresión constitucionalmente reconocida”. En esas palabras se ampara para poder escribir el libro.

David recibió dinero del periódico porque se trató de un despido improcedente después de 20 años de trabajo. Algunos críticos, supuestamente de izquierdas, han usado la indemnización como arma para desprestigiar el libro porque, claro, todos sabemos que una indemnización no es un derecho laboral, sino un regalo de la empresa ante la que solo cabe agachar la cabeza y callarse la boca.

 Es un error leer el libro como una venganza. Hay algunos puñales, pero el libro trasciende la “historia de redacción”: su gran valor es cómo describe el ataque del poder político y económico a la prensa. Quienes se quedan en la primera lectura (cotilleo de redacción) y obvian la segunda (denuncia de la corrupción con casos concretos y nombres y apellidos), están teniendo un ataque de corporativismo. Si un exdirector de banco escribiera unas memorias de este tipo, ¿cuántos de esos periodistas le recriminarían la “deslealtad”?

6. Entre los autores de vuestro catálogo hay 52 hombres y 11 mujeres. Es decir, sólo un 21% son autoras femeninas. ¿No hay mujeres periodistas o no son suficientemente buenas para Libros del K.O.?

Sí, claro que hay muchísimas mujeres periodistas, con talento de sobra para publicar en la editorial que quieran. Esos números que das están descompensados por la colección hooligans ilustrados (más de 20 títulos) en los que todos los autores son hombres. Bueno, eran: el 27 de mayo Lucía Taboada y Marta San Miguel se convertirán en las primeras Hooligans Ilustradas. Pero sí, en nuestros inicios hace ocho años había un claro reflejo machista del que no éramos conscientes. Nuestras amigas nos lo decían y nuestra primera reacción era ofendernos: “¿pero qué decís?”. Y respondíamos con excusas: “¿qué le vamos a hacer si no nos llegan apenas propuestas de autoras?”. Nuestra mirada ha cambiado completamente y en los últimos años el reparto de voces en nuestro catálogo es muchísimo más variado.

7. El deporte ocupa un lugar importante en vuestras colecciones. En España hay millones de personas que oyen a través de la radio los programas deportivos, especialmente los dedicados al fútbol. En estos programas hay una inducción constante al juego y a la apuesta, fomentando la ludopatía, uno de los grandes males actuales de nuestra sociedad que está afectando sobre todo a la gente más desfavorecida, y en especial a mucha gente joven. ¿Os habéis planteado tratar este tema en algún momento?

Sí, es un tema que ha salido en varias conversaciones. Pero, como ocurre con todos nuestros libros, a este tema hay que buscarle un enfoque, una estructura, un tono, una trama, que lo haga interesante en formato libro.  

Muchas gracias y mucha suerte

A través de un recorrido por el amplio panorama expositivo de las instituciones de las diferentes comunidades autónomas, quiero destacar la exposición que desde el 25/04/2019 al 26/04/2020 tiene lugar en el  CAAC (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) de Sevilla y que tiene por título:  “NOSOTRAS DE NUEVO”. (Comisarios: Juan Antonio Álvarez reyes y Yolanda Torrubia Fernández).

Nueve años después de la exposición en clave de género “Nosotras”, el CAAC ha desarrollado una trayectoria donde el feminismo y la relación entre experiencia personal y política se convirtieron en dos de los ejes vertebradores de la misma.

http://www.caac.es/programa/frame.htm

Desplazándonos a Madrid, quisiera recomendar dos exposiciones en un mismo espacio expositivo: el MNCARS, conocido, más popularmente, por el Reina Sofia, o simplemente el Reina: POÉTICAS DE LA DEMOCRACIA. Imágenes y contraimágenes de la Transición.

Del 5 de diciembre, 2018 al 25 noviembre, 2019. Dirección del proyecto: Manuel Borja Villel y Rosario Peiró. Comisariado: Rosario Peiró, Lola Hinojosa, Cristina Cámara y Germán Labrador, con la colaboración de Carla Giachello

Acentuando la importancia de la participación, junto con la reivindicación y lo colectivo, en el proceso de cambio de perspectivas que supuso la transición en el arte y la creación a partir de mediados de los años setenta, se da en España un proceso paralelo al vivido por la sociedad civil y que, en el caso del terreno del arte, conllevará la adopción de nuevos soportes y narrativas cuyo objetivo principal será el ¨subvertir el orden franquista” y los intentos de sus herederos por prolongarlo.

Una exposición que no dejará indiferente a aquellos que se sintieron cómplices de los vaivenes de una década excepcional.

https://www.museoreinasofia.es/exposiciones/poeticas-democracia

YENDO LEYENDO, DANDO LUGAR

Del 3 de abril al  26 de agosto, 2019. Esta exposición es la primera retrospectiva de López Cuenca. Considerado como poeta visual, en sus primeros tiempos se interesa por la ciudad, los espacios que se generan en ésta, el lenguaje popular que surge de la misma y el de las vanguardias que se generan fruto de los procesos dinámicos contemporáneos.

López Cuenca utiliza textos e imágenes de distintas procedencias sociales, a nivel cultural, para denunciar las discriminaciones y violencias que, tanto contemporáneamente como a lo largo de la historia, se han dado y siguen produciéndose.

https://www.museoreinasofia.es/prensa/nota-de-prensa/rogelio-lopez-cuenca

Por último insistir en la magnífica exposición que tiene lugar en el Museu Nacional d’Art de Catalunya y que pudimos disfrutar hace unos meses en el Museo Nacional del Prado de Madrid: BERMEJO. EL GENIO REBELDE DEL SIGLO XV.

Judío converso, nacido en Córdoba, de fuerte personalidad, genialidad y maestría en el arte de la pintura, Bermejo desarrolló gran parte de su obra en el reino de Aragón. De un modernismo sorprendente fue redescubierto, después de siglos de invisibilidad, por los grandes desarrolladores del Modernisme catalán y copiado, en algunos casos, para lucimiento de los acaudalados empresarios y “botiguers” que competían en la Barcelona vanidosa y desigual de inicios del XX.

Toda una sorpresa y delicia para los amantes de una pintura fresca, original y sorprendente por su cronología.

https://www.museunacional.cat/es/bartolome-bermejo-0

Un último consejo: para todo aquel amante del teatro que resida o pase por Madrid recomiendo no perderse la excelente producción del Centro Dramático Nacional: Shock. El Cóndor y el Puma. Esta obra que se representa en el teatro Valle Inclán de la capital sorprende por su frescura, valentía y dinamismo. Dirigida por Andrés Lima y textos de cuatro dramaturgos contemporáneos entre los que se encuentra Juan Mayorga, elegido hace un año miembro de la Real Academia Española, hay que subrayar el excelente, y físicamente agotador, trabajo de los seis actores que la representan. Ramón Barea, premio nacional de teatro, y Ernesto Alterio, junto con el resto del elenco, mantienen durante dos horas y media la atención de los espectadores entre sarcasmos y horrores que se alternan para conseguir el objetivo de desenmascarar una de las operaciones más abyectas diseñadas por una ideología depredadora y cruel: el neoliberalismo.

Si pueden no se la pierdan.

Que ustedes lo disfruten.

Mesa redonda ‘¿Cambio de ciclo en América Latina?’. Participantes: – Pedro Brieger, director del portal de noticias NODAL. – Isabel Wences, profesora mexicana-española de la Universidad Carlos III de Madrid e investigadora de IELAT. – Roberto Vasques, analista político brasileño. – Mercedes Hernández, defensora de derechos humanos e investigadora de ciencias sociales guatemalteca. – José Antonio Sanahuja, profesor de la Universidad Complutense de Madrid. – Roberto Montoya, periodista y escritor especializado en política internacional, de origen argentino. Modera: Ana Pardo de Vera, directora de Público.

 

moderado por:

  • Enrique del Olmo

    Sociólogo

  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

Conclusión del debate

¿Cambio de ciclo en América Latina?

¿Involución en América Latina? Espacio Público lanzó la pregunta en esta página web para propiciar la reflexión por escrito sobre los cambios que allí tienen lugar. Lo hizo con la ponencia inicial del director del portal informativo latinoamericano Nodal, Pedro Brieger. Decenas de personas estudiosas de la historia y la realidad latinoamericana y caribeña se pronunciaron sobre el tema con elaboradas respuestas. A modo de conclusión, como siempre, Espacio Público convocó un coloquio presencial. En esta ocasión, la Casa de América de Madrid acogió la iniciativa y la cantidad de personas que quisieron asistir desbordó con mucho la capacidad de la sala Simón Bolívar y de la adyacente que se habilitó para intentar ampliar el aforo.

Allí se discutió sobre los recientes acontecimientos y las tendencias generales. Sobre lo que preocupa a la población y sobre las causas ¿Nos encontramos realmente ante un cambio de ciclo en América Latina?, ¿asistimos a un retorno de las políticas económicas neoliberales que parecían descartadas?, ¿qué resistencia oponen las fuerzas de izquierda a los movimientos favorables a una restauración conservadora?, ¿hasta qué punto se implica de nuevo la administración norteamericana en las decisiones de los gobiernos latinoamericanos?

¿Vuelve Estados Unidos sobre el “patio trasero”?

El mayor protagonismo de Estados Unidos en la vida política venezolana llama la atención y abre más interrogantes sobre su significado en la actual coyuntura internacional.

La directora de Público, Ana Pardo de Vera, planteó el debate con la incógnita de las repercusiones que tendrá la iniciativa de Donald Trump contra el gobierno de Nicolás Maduro, poniendo el acento en que nada de lo que allí ocurre es ajeno para Europa y mucho menos para España.

Algunos ponentes fueron bastante explícitos:

“Estados Unidos nunca descansa en América Latina”, aseguró el periodista y sociólogo argentino Pedro Brieger. Ahora “lo novedoso es la simultaneidad en los cambios”, explicó para destacar la gran cantidad de países que en poco tiempo pasaron a tener gobiernos progresistas así como los procesos que tienen lugar desde hace pocos años en sentido contrario.

“En la frontera de México con Estados Unidos hay más militares que en Siria”, dijo la profesora mexicana y española Isabel Wences, que denunció como muy peligroso el odio que manifiesta Donald Trump hacia los mexicanos y mexicanas, a los que siempre se refiere con todo tipo de insultos.
“Estados Unidos ha entrado con nueva doctrina en América Latina, que ya no es la de la Escuela de las Américas, para ‘milicos’”, advirtió el analista brasileño Beto Vazquez.

Los estados centroamericanos siguen intervenidos, y no solo por Estados Unidos, explicó la investigadora social guatemalteca Mercedes Hernández.
Pero los análisis sobre la implicación estadounidense en la región son evidentemente complejos y están llenos de matices. Así se puso de manifiesto durante todo el coloquio.

El periodista Roberto Montoya, por ejemplo, estuvo de acuerdo con Brieger en que Estados Unidos nunca abandonará América Latina, pero habló de la existencia de un declive en la hegemonía norteamericana, debido a la presencia de China, y en menor medida de Rusia, en la vida económica de los diferentes países de la zona.

Brieger discrepó de la idea según la cual Estados Unidos habría abandonado Latinoamérica para concentrarse en conflictos como el de Afganistán o Irak, y recordó que el intento de construcción de un área de libre comercio en las Américas fue el gran proyecto estadounidense para América Latina.
Para Montoya, sin embargo, el hecho de que Donald Trump preste respaldo a los gobiernos más ultras, como el de Bolsonaro en Brasil y potencie la intervención de su país en Venezuela, no puede hacer olvidar que “tiene muchos frentes abiertos” y que la situación económica y política “no le dejan margen de maniobra para hacer lo que quiera”.

En América Latina, explicó, el neoliberalismo se hizo fuerte de la mano de gobiernos militares, luego continuó por otros medios. Está claro según él que en aquel continente se ha producido el cambio de ciclo objeto de discusión en este debate. Cambios en “procesos distintos”. El ciclo progresista empezó en el 98 con Hugo Chávez en Venezuela. Lo que ocurra en este país es importante porque podría cerrar ese ciclo, también en Venezuela, señaló.

El profesor José Antonio Sanahuja también habló sobre la influencia de China en todos los países, sea cual sea la naturaleza ideológica de su gobierno, del retorno de Estados Unidos a América Latina y explicó que los liderazgos opuestos a la “lógica neoconservadora” fueron posibles en alguna medida porque la Administración norteamericana se había retirado de la región para prestar atención a su intervención en Oriente Medio.

Los atentados del 11S en Estados Unidos tuvieron bastante que ver con este cambio de actitud de la primera potencia occidental, se recordó en el debate.
Sanahuja señaló, por otra parte, que la democracia liberal atraviesa “una profundísima crisis”. Las clases medias, que han experimentado una expansión notable, se enfrentan a las rigideces que nos les permiten ascender socialmente, explicó y caracterizó el actual momento con la constatación de la existencia de “un elemento importante que hay que tener presente”: “Hay descontento social profundo entre una población que quiere cambios”.

“Las izquierdas en América Latina no han sabido crear un bien público” y han dejado espacio a la derecha, explicó el profesor de la UCM.

Beto Vázquez mantuvo que “la estrategia de vuelta al poder” de la derecha estaba “muy elaborada”. Han llegado al poder con “campañas de manipulación y noticias falsas”. “Estamos ante un otoño de los pueblos”, afirmó el analista brasileño.

Isabel Wences, que calificó como “anticíclica” la actual experiencia mexicana, puso en valor los reconocimientos formales de los derechos humanos en diferentes países de América Latina, pero habló sobre la necesidad de mirar la otra cara de la moneda, a menudo olvidada, que tiene que ver con la extrema pobreza en la que viven muchas personas y las situaciones de auténtica esclavitud,
Y Brieger, aunque también había señalado el “avance de algunas derechas en Latinoamérica” y que la consecuencia había sido que numerosos países dejaron de contar con gobiernos progresistas, insistió en la existencia de una corriente de izquierda muy heterogénea, presente en diferentes países.

La esperanza feminista y el fanatismo religioso

Ana Pardo de Vera preguntó por las causas del odio de la ultraderecha hacia el feminismo y se refirió al “fanatismo religioso”, que caracterizó “como un virus que se ha ido inoculando” para difundir entre la población las ideas más contrarias al respeto por los derechos humanos.

“Miro con esperanza el movimiento feminista argentino”, afirmó Mercedes Hernández, que destacó la juventud de las mujeres que llenan las calles de las ciudades, pero no pasó por alto la “nostalgia del pasado de los machos”. La investigadora guatemalteca denunció la existencia de una “ofensiva de hombres que cultivan todo tipo de odios”. El fanatismo religioso, dijo, “es una de las herramientas” de un discurso del odio, misógino, “que nos debe llenar de preocupación”, afirmó.

Isabel Wences, que insistió en la necesidad de detener el discurso del odio que fomenta Donald Trump, habló sobre la necesidad de “devolver la dignidad a los mexicanos” y sobre la responsabilidad de su actual presidente Andres Manuel López Obrador. “Tiene una gran tarea por delante, para restablecer la relación entre iguales”, dijo y reclamó que para ello es preciso trabajar con una “agenda feminista”.

López Obrador, observó, “ha puesto a mujeres en puestos clave” de su administración, “pero esto no es suficiente”, “hay que recuperar lo público”. Pero Wences también advirtió sobre la creciente influencia de las organizaciones religiosas. “Los movimientos evangélicos son peligrosísimos”, dijo, y reconoció que López Obrador y el propio Lula, en su momento, tuvieron que contar con su pujanza.

La izquierda y la inseguridad

La directora de Público reclamó atención sobre las responsabilidades de los gobiernos de izquierda en los procesos de involución.

Chávez, afirmó Montoya, dio un paso importante con iniciativas de integración latinoamericana que fueron más allá de la cooperación económica, pero los gobiernos progresistas “no vieron venir la contraofensiva conservadora”. La izquierda, según este analista, no sólo ha de señalar a los injerencistas, sino también a sus cómplices.

Wences y Brieger ya habían señalado que muy a menudo cuando se habla de América Latina se ponen sobre el tapete problemas de corrupción y de calidad democrática pero se olvidan problemas realmente acuciantes: “No hablamos del hambre de la población”.

Y José Antonio Sanahuja señaló en esta reflexión el menosprecio o el “olvido” de los dirigentes progresistas latinoamericanos por un tema tan grave como la seguridad ciudadana. “La preocupación por la inseguridad” existe y “las izquierdas no han sabido abordarla”. La derecha, en cambio, ha asumido el tema pero con el “punitivismo” como receta.

Ponencia inicial

¿Involución en América Latina?

¿Involución en América Latina?

  • Pedro Brieger

    Periodista y sociólogo

América Latina es hoy la única región donde hay un cuestionamiento real en un conjunto de países a las políticas neoliberales impuestas por los organismos financieros internacionales. Si uno mira hacia Europa, África, Asia u Oceanía verá que existen múltiples movimientos sociales que cuestionan las políticas de ajuste y que algunos tienen una importante representatividad parlamentaria. Sin embargo, como región, hay sólo una donde existen debates profundos y liderazgos fuertes que cuestionan –como mínimo– el orden neoliberal y proponen propuestas superadoras.

La reciente dura respuesta del gobierno de los Estados Unidos a la decisión de El Salvador de romper relaciones con Taiwán y reconocer a la República Popular China es un claro ejemplo de la preocupación de la Casa Blanca por cada paso mínimo que pueda dar en su “patio Trasero” un gobierno alineado con la corriente progresista que se ha desarrollado en América Latina y el Caribe en el siglo veintiuno.

Hay que destacar que esta corriente es muy heterogénea y difícil de definir en términos conceptuales porque abarca desde el Frente Amplio de Pepe Mujica en el Uruguay hasta la Cuba revolucionaria, pasando por el chavismo en Venezuela, Evo Morales Bolivia o el kirchnerismo en la Argentina que gobernó durante doce años. Esta corriente está formada por hombre y mujeres que se definen como “progresistas”, de “izquierda”, “populistas”, “nacionales y populares”, “socialistas”, y una amplia gama de definiciones que incluyen a algunos y excluyen a otros. Sin embargo, tienen muchos puntos en común que los llevó a acercarse para forjar por primera vez desde las independencias nacionales del siglo XIX una región integrada en base a un discurso que algunos definen como “post-neoliberal”, aunque varios hayan seguido aplicando postulados clásicos del dogma neoliberal; y la búsqueda de un camino de integración regional sin la tutela de los Estados Unidos, aunque esto tampoco implica una retórica “antiimperialista” en conjunto.

Esta nueva corriente emergió como una novedad para América Latina en el siglo XXI y se fue consolidando en franca disputa con las corrientes conservadoras, liberales, de derecha que con sus diferencias y matices gobernaron durante los siglos XIX y XX.
En el siglo XX los gobiernos populares-progresistas-nacionalistas o de izquierda en sus múltiples variantes fueron relativamente de corta duración porque la mayoría fueron derrocados por sangrientos golpes de Estado, con la salvedad de Cuba y su revolución en 1959.

Así se puede mencionar a modo de ejemplo los derrocamientos de Juan Domingo Perón en la Argentina en 1995, Joao Goulart en Brasil en 1964 o Salvador Allende en Chile en 1973, entre una larga lista de gobiernos populares. Estos golpes venían acompañados del cierre de los parlamentos y la postergación indefinida de elecciones, prohibición de partidos políticos y sindicatos, censura, represión, muertes y desapariciones. Si se lo compara con las destituciones de Manuel Zelaya en Honduras (2009), Fernando Lugo en Paraguay (2012) y Dilma Rousseff en Brasil (2016) se verá que en estos tres casos se intentó mantener un relativo grado de “institucionalidad” respetando incluso los cronogramas electorales establecidos. Esto quiere decir que algo se ha modificado en América Latina en el siglo XXI porque –por ahora– son imposibles los golpes militares a la usanza del siglo XX.

Si miramos retrospectivamente veremos que la última etapa de uniformidad en la región fue la década de los noventa del siglo pasado, la que en diversos trabajos hemos definido como “la década del mito neoliberal”. Esa década en América Latina tuvo una característica: la aplicación de las teorías neoliberales y el éxito de su discurso mediático. Salvo Cuba, que es un caso aparte, en los noventa la ola del pensamiento neoliberal se expandió a lo largo y ancho de América Latina. El neoliberalismo extremo desde una posición marginal y minoritaria durante casi todo el siglo XX logró convertirse en doctrina hegemónica. Para ello fueron necesarias dos fases: una de imposición y otra de consenso. En la primera, para imponer su nuevo paradigma como verdad absoluta e incuestionable, necesitaron de dictaduras militares que impidieran cualquier tipo de oposición y sociedades paralizadas por el miedo (ej: Brasil, Chile, Argentina).
Es importante señalar que la imposición del modelo neoliberal no fue consecuencia directa del fracaso de los proyectos “populistas” porque la mayoría de los gobiernos “populistas” NO fueron castigados por el voto popular, sino que fueron derrocados por golpes de Estado.

En la segunda fase, con la apreciable participación de los medios masivos de comunicación se fue consolidando un consenso ideológico aplastante y la conformación de lo que Ignacio Ramonet definió como “pensamiento único”. El trabajo ideológico de los pensadores que difundieron las teorías neoliberales tuvo éxito ya que en pocos años lograron que sus ideas parecieran –reitero, parecieran– el único modelo lógico y viable.

Un grupo importante de economistas –muchos de ellos conocidos como “los Chicago Boys”– apoyados por los principales organismos económicos internacionales y sostenidos monetariamente por empresas multinacionales, crearon fundaciones, institutos o centros de investigación y lograron una real inserción en los principales medios de comunicación que les permitió convencer de lo “moderno” de sus teorías, aunque sus postulados originales se remontaran al siglo XVIII o XIX. También lograron imponer la idea generalizada de que todo lo público es “ineficiente”, que el Estado es intrínsecamente perverso, que la única manera para que las empresas de servicios funcionen es privatizándolas, que así se reducirán gastos y se eliminará la corrupción; de la necesidad de achicar el Estado, bajar el gasto público, abrir los mercados, incrementar la producción de artículos destinados a la exportación, flexibilizar y “modernizar” los mercados laborales, quebrar el poder de los sindicatos supuestamente interesados solamente en enriquecer a sus cúpulas, y reducir los gastos sociales. Estos, y otros postulados, se basaron en la construcción de un mito de crecimiento y prosperidad en los años noventa del siglo pasado y que fueron conocidos como el “consenso de Washington”, los principios esbozados en 1989 por el británico John Williamson, que trabajó en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, esta década se vio alterada por tres hechos. Primero, la aparición del zapatismo el 1 de enero de 1994 justo cuando se implementaba el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Segundo, el triunfo de Hugo Chávez en diciembre de 1998 en Venezuela. Tercero, la revuelta popular que en la Argentina derrocó al gobierno del presidente Fernando de la Rúa en diciembre de 2001, vista en la región como una revuelta en contra del neoliberalismo porque la Argentina era presentada por los organismos internacionales como ejemplo de “éxito” de las reformas estructurales y el “consenso de Washington”

Con el comienzo del siglo se inició un proceso de triunfos electorales que llevó a la conformación de una corriente heterogénea difícil de calificar en los cánones tradicionales de “izquierda-derecha”. En el año 2005 hizo su aparición de manera conjunta y con alto impacto político durante la Cumbre de las Américas en la ciudad de Mar del Plata, Argentina. Allí, los cuatro presidentes del MERCOSUR (Kirchner, Lula de Silva, Tabaré Vázquez y Duarte Frutos) conjuntamente con Hugo Chávez, evitaron que naciera el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), el gran proyecto regional de Estados Unidos para toda América, excluyendo a Cuba. Y lo hicieron de manera espectacular con un gran acto público en un estadio de futbol con Chávez como principal orador y Evo Morales –en ese entonces un dirigente social– en las tribunas. La Cumbre de las Américas fue un momento de inflexión porque de manera inesperada Washington se quedó sin perspectivas claras y las derechas latinoamericanas –subordinadas a la Casa Blanca– tampoco atinaron a esbozar algún tipo de respuesta al finalizar la cumbre para darle continuidad al ALCA.

Poco tiempo después Evo Morales se convirtió en presidente de Bolivia, apareció Rafael Correa en Ecuador y se fue conformando un eje político que se atrevió a disputar la hegemonía de Estados Unidos y las derechas latinoamericanas de manera simultánea como nunca antes había sucedido desde las independencias doscientos años atrás.

En un momento, dejando de lado Guyana y Surinam (dos países que recién se están acercando a la región a pesar de su lugar geográfico), ocho de los otros diez países de América del Sur estaban gobernados por esta corriente.

De manera intuitiva –a veces– se comprendió que existía una disputa continental y que debían estar juntos, con sus diferencias (a veces profundas). Y en 2008 nació la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) como claro proyecto político para integrar la región y en 2010 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) incorporando a Cuba y dejando fuera a Estados Unidos y Canadá en un gesto político sin precedentes si se recuerda que en 1962 la Organización de Estados Americanos –el único organismo regional existente en ese entonces– excluyó a Cuba. La CELAC, no sólo les imponía a los gobiernos de derecha la incorporación de Cuba, sino que también excluía a Estados Unidos.

La cuarta cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) realizada en Quito el 27 de enero de 2016 demostró la vigencia de este organismo regional. A pesar de las dificultades que tienen los presidentes para asistir a tantos eventos internacionales, la mitad de los 33 países envió a sus presidentes o primeros ministros. Salvo los presidentes de Argentina, Surinam y Uruguay llegaron a Quito 9 presidentes de UNASUR, lo que marca la importancia que le otorgan todos.
A nadie se le escapa que la CELAC fue creada para excluir a los Estados Unidos de un organismo continental que incluye 33 de los 35 países del continente, y para incluir a Cuba, marginada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la década del sesenta, como recordó Rafael Correa. De la misma manera, cualquier conocedor de la historia americana sabe que la OEA fue impulsada por los Estados Unidos en 1948 para brindarle legitimidad a sus políticas mucho antes de la revolución cubana de 1959.

En ese momento las derechas latinoamericanas parecían arrinconadas por el avance arrollador de la corriente progresista. Hasta tal punto, que en 2009 Álvaro Uribe –presidente de Colombia y un pilar de la política regional de Washington– tuvo que aceptar que UNASUR hiciera una reunión especial para debatir y rechazar los acuerdos militares de su país con los Estados Unidos y la instalación de bases militares.

Empero, en 2009 fue destituido Manuel Zelaya en Honduras y en 2012 Fernando Lugo en Paraguay. El presidente de Ecuador Rafael Correa advirtió que se estaba generando una “restauración conservadora” de las derechas con el inestimable apoyo de los Estados Unidos. En el año 2015 hubo un hecho trascendental: la corriente progresista en el poder sufrió en la Argentina una derrota en las urnas frente a un candidato de derecha, Mauricio Macri. Pocos meses después, en agosto 2016 fue destituida Dilma Rousseff, destitución convalidada inmediatamente por el presidente argentino. El giro a la derecha de los dos países más poderosos de la región parecía avalar la tesis de Correa de “restauración conservadora”. Los grandes grupos de comunicación rápidamente instalaron la idea que el “populismo” desaparecería y todo volvería a la “normalidad”; esto es, gobiernos “pro-mercado” y alineados con los Estados Unidos en vez de bregar por un mundo multipolar.

Sin embargo, las derechas latinoamericanas tienen serias dificultades para consolidar esta “restauración conservadora” y resolver la disputa a nivel regional. Hoy los golpes de Estado al estilo del siglo XX no son viables para cerrar ciclos, por lo tanto, estos ciclos progresistas no sufren derrotas históricas producto del asesinato, cárcel o exilio de sus principales referentes. Las elecciones en la Argentina en 2105 son un ejemplo de lo antedicho. El kirchnerismo sufrió una derrota electoral pero no fue derrotado. La diferencia es sustancial. La presidenta Cristina Fernández, en su último día al frente del país, convocó a una multitud frente al palacio presidencial para despedirse después de doce años de kirchnerismo, casi como si estuviera festejando una victoria de su movimiento y no una derrota. Al día siguiente asumió la presidencia Mauricio Macri sin fervor popular y casi sin gente en las calles.

Esto quiere decir que la “restauración conservadora” tiene serias dificultades para consolidarse. En primer lugar, porque no puede recurrir a los golpes de Estado del siglo XX para resolver la disputa que existe a nivel regional, aunque triunfe en procesos electorales, destituya presidentes por la vía institucional o utilice al Poder Judicial para perseguir a los referentes populares que sufren derrotas, pero no son derrotados (ej. Cristina Fernández, Rafael Correa, Lula de Silva). Por otra parte, las derechas latinoamericanas pueden ganar elecciones con una exitosa estrategia de marketing político “en contra de”, pero no tienen nada nuevo para ofrecer o seducir a las grandes mayorías como está quedando demostrado en el caso argentino y las dificultades del presidente Macri para imponer sus políticas de ajuste.
Sus planes económicos son el clásico compendio de políticas neoliberales, similares a las delineadas por el “consenso de Washington” en los años noventa del siglo pasado, o a lo que el “gurú” del neoliberalismo –Milton Friedman– le sugería en una carta a Augusto Pinochet en 1975. Allí bosquejó una serie de recomendaciones muy similares a las medidas económicas que hoy los gobiernos de corte neoliberal presentan como “modernas”.

La corriente progresista no está derrotada a nivel regional, aunque hoy le cueste marcar la agenda política. La corriente de derecha-conservadora parece más abocada a destruir lo heredado que a construir una agenda propositiva. La disputa entre las dos corrientes puede extenderse en el tiempo: La gran pregunta es cómo se resolverá.

PD: El resultado de la primera vuelta electoral en Brasil permite pensar en un triunfo del candidato de corte fascista Jair Bolsonaro el 28 de octubre y una modificación sustancial para la región. En caso de asumir Bolsonaro el 1 de enero de 2019 la disputa regional tendría nuevas características, difíciles de analizar al momento de entregar este trabajo.

* (Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Ha colaborado y colabora con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ha ganado importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión).

moderado por:

  • Lourdes Lucía

    Abogada y editora

  • Ana Barba

    Edafóloga, activista social y política por la democracia participativa, el feminismo y la ecología.

  • Paloma Bravo

    Graduada en Ciencias Politicas (UCM), activista social y estudiantil

Un fantasma recorre Europa, y nosotras le llamamos camarada. El leve aleteo de las alas de una mariposa se siente ya en cualquier parte del mundo y se multiplica como un eco.

I

13 de febrero de 2011: “Se non ora quando?”. Todas las ciudades italianas acogieron una masiva movilización de mujeres que luchaban por su reconocimiento y su dignidad, y contra su cosificación como objetos de intercambio sexual.

21 de enero de 2017: Women´s March. La movilización más multitudinaria en Estados Unidos desde la guerra de Vietnam comenzó en Washington y tuvo una auténtica “hermanada”, casi 700 marchas hermanas en todo el mundo. Con esta Marcha se quiso rememorar la Marcha de un Millón de Mujeres celebrada en 1997 en Filadelfia, en la que participaron centenares de miles de mujeres afroamericanas. Hoy se ha articulado alrededor de la Women´s March Global y mueve una gran marea de reivindicaciones feministas.

3 de junio de 2015. “Ni una menos” #Niunamenos. La movilización de las mujeres ocupa 80 ciudades argentinas contra las violencias machistas y el feminicidio. En 1995, la mexicana Susana Chávez utilizó el lema “Ni una mujer menos, ni una muerta más” para protestar por los feminicidios en Ciudad Juárez. Chávez fue después una víctima de feminicidio (2011). Su lema fue propuesto por la argentina Vanina Escales para la maratón de lectura del 26 de marzo de 2015, dando nombre, finalmente, a la movilización del 3 de junio de ese mismo año. El impulso no perdió fuerza y se repitió en años sucesivos: el 3 de junio de 2016 #Vivasnosqueremos y el 3 de junio de 2017 Basta de violencia machista y complicidad estatal. Hoy se ha extendido como una gran mancha de aceite en otros países latinoamericanos como Chile, Uruguay, Perú y México.

8 de marzo de 2017. El desborde feminista en España “Ni una menos, nos queremos vivas”, “Ni un paso atrás”, es la traducción ibérica de una alianza mundial. A partir de ese 8 de marzo, las promotoras de la Asamblea Feminista se reúnen el 8 de cada mes para generar las condiciones que este año nos llevarán, sin ninguna duda, a una movilización sin precedentes: #HaciaLaHuelgaFeminista, “Si nosotras paramos todo se para”, “Paramos para cambiarlo todo”, “Juntas somos más”. Las mujeres, unidas, combativas y rebeldes, no son solo una agregación o una suma de mujeres.

II

En España las mujeres sufren más paro, más jornadas parciales, una abultada brecha salarial (aunque su nivel formativo es superior al de los varones), una vejez más depauperada, mayor discriminación en el empleo, y un trabajo de cuidados no remunerado que nuestro sistema productivo ni siquiera podría pagar (Pérez Orozco, Carrasco, Pazos, Gálvez); sufren la falta de paridad en los órganos de poder y una escasa representación en los puestos de responsabilidad y dirección (Valcárcel, Amorós); ven mermados sus derechos sexuales y reproductivos, ahora en riesgo de regresividad, gracias, entre otras cosas, al recurso de inconstitucionalidad que el PP presentó contra la vigente ley del aborto y cuya ponencia ha recaído sobre un magistrado afín; y son víctimas de una violencia física, sexual y económica, tan cruel como pertinaz, con la que no ha logrado acabar nuestra estrechísima Ley de Violencia de Género (Bodelón, Montero, Gimeno).

La Ley se ha topado en estos años con recortes brutales, con trabas en la asistencia letrada a las mujeres, con turnos judiciales infradotados y desiguales en función de la residencia de la víctima, con la falta de especialización y de formación del personal de justicia, y con un sistema probatorio dantesco que obliga a las mujeres a demostrar no sólo que han sufrido una agresión, sino que tal agresión es el fruto de una dominación machista y reiterada. De hecho, en España, el problema no ha sido nunca el de las denuncias falsas de la popular mitología machista sino más bien que se ha denunciado poco, que cada vez hay más renuncias a las denuncias, y que, cuando se ha denunciado, ni las víctimas, ni sus hijos/as, han recibido suficiente protección.

La Ley de Violencia de Género ha sido la Ley más resistida de España en el ámbito judicial, y no ha podido evitar que casi 1000 mujeres hayan sido asesinadas desde 2002-2003, ni que un 1.4 millones de mujeres y niñas hayan sido víctimas de violencia sexual. Los casos de Diana Quer, Nagore Lafagge o de “la manada”, han demostrado, además, que esa resistencia es compartida por una buena parte de la sociedad. La parte que desplaza la responsabilidad de ellos a ellas, las culpabiliza por lo que les sucede, y pone en duda la credibilidad de sus testimonios. Lamentablemente, y a pesar del Convenio de Estambul, el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aprobado hace unos meses en el Congreso, no ha contemplado ni los derechos ni la reparación de estas víctimas, pero ni en España, ni en el resto del mundo, se han podido acallar sus voces.

El movimiento #MeToo, como otros antes, ha roto bruscamente el silencio cómplice y encubridor que se había instalado alrededor de las agresiones sexuales y la cultura de la violación (Despentes), generando una onda imparable de sororidad digital; las movilizaciones en lugares tan alejados como Chile, Polonia o Turquía, han puesto el acento en las dimensiones pandémicas de la violencia machista. En 2014, solo en la UE se contabilizaban 13 millones de mujeres entre las víctimas de violencia física, y 3.7 millones, entre las de violencia sexual (una de cada 20 mujeres declaraba haber sido violada antes de los 15 años de edad).

III

La emergencia global feminista frente a todas las violencias machistas (física, psíquica, sexual, social, cultural y/o simbólica), con las que se intenta continuamente laminarnos, ha sido también la respuesta de las mujeres a las opciones políticas que han colonizado las instituciones con planteamientos agresivos y excluyentes, en los que el machismo y la misoginia han jugado un papel decisivo: frente a Trump y sus agresiones verbales, frente a Macri, Erdogan o la Rusia de Putin. Si en 2008 eclosionó la movilización mundial contra los recortes y la ideología de la austeridad; contra la depauperación, la precarización y la desposesión a la que tal ideología nos condujo, y contra la ausencia de una respuesta institucional que pudiera contenerla, no hay duda de que estos últimos años han sido los años de las mujeres.

El feminismo ha desmontado las falacias meritocráticas que han alimentado un sinfín de gobiernos conservadores y neoliberales; se ha alzado contra el desmantelamiento de las políticas sociales, el abierto desdén por las acciones afirmativas, la tajante división público-privado, la exclusiva protección de la familia heteropatriarcal, la conservación de la cultura en su versión más reaccionaria, la alianza con las Iglesias y los poderes establecidos, la protección de las élites o el clasismo racializado, todas ellas marcas indelebles de unas propuestas políticas que, o bien niegan las estructuras patriarcales de dominación, o bien no encuentran nada de malo en ellas.

IV

El feminismo universalizado en esta última década ha girado, además, alrededor de la centralidad del cuerpo de las mujeres, un campo de batalla violentado y agredido por la barbarie capitalista y patriarcal (Segato), pero también la última frontera en la conformación/deconstrucción de sus identidades y la reivindicación de sus derechos (Wittig, De Lauretis, Serano). Y ha sido esta centralidad del cuerpo la que ha llevado a algunas feministas a poner en valor la experiencia del inacabamiento, la finitud y la fragilidad (Nussbaum); la de vivir inmersas en un nudo de relaciones concretas que visibiliza nuestra inter/ecodependencia.

Este feminismo ha reivindicado, entre otras cosas, el cuidado como una virtud cívica y un deber público de civilidad, colocando en primer plano las prácticas feministas, la experiencia y el aprendizaje de las mujeres (Del Olmo).

Desde la ética del cuidado (Gilligan), la autonomía no se concibe como inmunidad o autosuficiencia, fruto de experiencias psicológicas estrictamente subjetivas, estrictamente solipsistas, sino como el resultado de sinergias relacionales, en permanente estado de regeneración, reflexión, revisión y diálogo (L. Gil, Béjar). La diferenciación no se entiende como separación o fragmentación sino como un modo particular de estar conectada con las otras. La autonomía es, aquí, sinónima de capacidad distintiva; la capacidad de crear y transformar las condiciones de la existencia y la vida propia en un mundo común. Y el cuidado no se percibe solo en su dimensión material sino también inmaterial, de ahí que se haya hablado de una política de los afectos. Por supuesto, no se trata aquí de apelar a las relaciones de cuidado generadas en la desigualdad, sino de pensar en los cuidados como una palanca de transformación social. Y aunque no faltan quienes han conectado este discurso con la trascendencia de la maternidad (también en su dimensión normativa), esta conexión no ha de verse necesariamente en un código reaccionario. La relevancia de la “madre” como sujeto político se ha articulado desde posiciones constructivistas, materialistas y deconstructivistas, entre otras, y ha estimulado un largo debate que, por fortuna, no acaba de cerrarse (Chodorow, Muraro, Merino, Llopis).

Lo cierto es que si hoy el norte no percibe la grave crisis de cuidados que le devora, es porque esta responsabilidad social ha recaído sobre un contingente de mujeres migrantes. Mujeres que cuidan a nuestrxs hijxs, nuestros dependientes, nuestrxs mayores, y que dejan a lxs suyxs al cuidado de otras mujeres. Mujeres que suplen la ausencia de las instituciones y la irresponsabilidad de los varones, nutriendo nuestros vínculos, mientras debilitan los suyos, y que generan una plusvalía afectiva y emocional que no podemos siquiera calcular. Estas mujeres precarizadas, explotadas, invisibilizadas, revictimizadas una y mil veces, viven conectando dos espacios territorialmente discontinuos, uno aquí y uno allí, tejiendo redes materiales y cultivando un imaginario de cariño en la distancia. Gracias a ellas podemos nosotras acceder a un trabajo remunerado en mejores condiciones, tener hijxs, criarlxs, educarlxs, “conciliar”, habilitar un mundo en el que la dependencia no sea un estigma invalidante, y hasta disfrutar de una casa ordenada, limpia y apacible; gracias a ellas podemos comprar el tiempo que nos roba un sistema patriarcal y depredador, y hacerlo a un coste bajo o accesible.

La crisis de los cuidados que sufrimos en el norte se amortigua con las crisis endémicas del sur, con contingente de mujeres que llegan trabajosamente desde otros lugares, enfrentando graves dificultades para arraigarse y regularizarse, y que son tratadas como infraciudadanas y como inframujeres. Este trasvase del cuidado de unas manos femeninas a otras, está estructurado por la clase social, la etnicidad y la raza, genera desigualdad intragénero, refuerza el rol pasivo del varón, y apuntala el sistema capitalista y misógino que acaba con todas nosotras (Sassen, Benhabib, Anzaldúa, Lugones).

V

La misma violencia que nos desposee a todas de nuestras relaciones, que nos fragmenta, nos divide y nos disocia, hasta de nosotras mismas, es también la que acaba con nuestros territorios y con los recursos naturales a los que debemos nuestra subsistencia (Shiva, Herrero, Puleo). El colapso civilizatorio que hoy padecemos, y que se muestra en el cambio climático, el fin de la biodiversidad, la tortura animal, la crisis alimentaria, el expolio de los territorios y sus cultivos, entre otras cosas, muestra también los efectos devastadores de esos valores masculinos asociados al crecimiento desenfrenado, el egoísmo como presupuesto racional, el individualismo, el narcisismo, la competitividad como motor del “bienestar”, el “progreso”, la visión lineal del tiempo. Y en todas partes del mundo, las mujeres resisten a diario frente al expolio de los comunes (Federici), defendiendo la reproducción de la vida, con todos los nudos materiales e inmateriales de los que depende nuestra misma posibilidad de ser.

VI

En fin, en el cuidado se asume nuestra radical vulnerabilidad y la normalidad de la dependencia, intentando eliminar su estigma negativo para concebirla como un rasgo necesario y universal de las relaciones humanas, por eso, en esta construcción, las necesidades no puedan desligarse de los bienes relacionales, ni de las deudas de vínculo que hemos contraído con las otras. Esta epistemología arraigada en las vivencias y en los saberes situados que hemos extraído de ellas (Haraway), ha sido una fuente indudable de cambio, porque entiende que la única manera coherente de hacer acotaciones teóricas generales consiste en tomar conciencia de que estamos realmente localizadxs en algún lugar específico (Spivak, Braidotti, Rich). De hecho, como se ha dicho en muchas ocasiones, ha sido el discurso experto el que ha contribuido al sometimiento de las mujeres, eliminando los instrumentos que tenía a su alcance para canalizar sus protestas.

VII

De manera que los derechos que reivindican las mujeres y su resistencia frente a la violencia sistémica están fuertemente enraizados en su experiencia relacional y en una construcción que apela más a las vivencias concretas y colectivas, que a la abstracción y la formalidad propias del androcentrismo jurídico (Mackinnon) y el discurso clásico de los derechos (Facio, Held). Las mujeres hemos comprendido que la lucha por acceder al poder y a la riqueza en condiciones de igualdad, no podía desvincularse de nuestra diferencia (Young) ni de un horizonte de emancipación en el que tuviera cabida un nosotras plural (Fraser, Butler). Y este discurso anclado en la subjetividad, nos ha permitido subvertir los códigos culturales dominantes, situándonos más cómodamente en un universo posthegemónico que en el de las rígidas ideologías y los grandes relatos. Si hay algo que el feminismo ha dejado claro es que no son los macrorrelatos los que hoy motivan, movilizan y socializan.

VIII

La revolución feminista que está en marcha será el origen de una larga noche para muchos, pero nuestra fortaleza consiste en haber respondido a la exclusión simplificadora y homogeneizante del unipoder, con dosis cada vez más ricas de complejidad e interseccionalidad (Vasallo); en sabernos diferentes y sentirnos cómodas compartiendo un horizonte común de transformación social, cultural y de sensibilidad. Las mujeres hemos logrado construir una narrativa cultural propia partiendo de una polifonía de voces y de una arqueología de lo común; asumiendo las contradicciones y la contingencia con ese pensamiento contextual y enraizado que tan bien representó bell hooks y en el que se conjugaba sin problemas la realidad relacional y el desafío al canon de la semántica hegemónica.

La clave de nuestra resistencia es la de no haber simplificado nuestros ecosistemas, la de haber logrado caminar, paso a paso, la inconclusa senda de nuestra propia construcción, contrastando, releyendo y superando nuestras diferentes identidades, y disputando sin descanso el relato y el imaginario colectivo (Woolf, Millett, Lorde, Freixas). Frente a lo uno, las muchas. Mientras no pueda hablarse de un feminismo en singular, la victoria será nuestra.

IX- inacabado

Venceremos, porque en cada jardín habrá un rumor de bosque.

moderado por:

  • Ariel Jerez

    Profesor de Ciencia Política (UCM) y Consejero estatal coordinador del Area Consejo del Mundo Rural, la sostenibilidad y la Soberanía Alimentaria de Podemos.

  • Paloma Bravo

    Graduada en Ciencias Politicas (UCM), activista social y estudiantil

  • Fernando Fernández Such

  • Juantxo López de Uralde

    Activista ecologista, coportavoz de Equo y diputado en el Congreso del Grupo Confederal de Unidos Podemos

No recordábamos una temporada de sequía como la que estamos atravesando, que es probable que el año entrante traiga recortes también al consumo doméstico en muchas localidades. La sequía es una realidad que nos amenaza con carácter cíclico, pero en el actual contexto de cambio climático se ve agravada por la inevitable reducción de reservas de agua ante una mayor evaporación (hasta el 20% en épocas estivales) y un crecimiento de pozos ilegales y regadíos insostenibles, sin duda evitables. Nuestro mundo rural está siendo muy afectado por el cambio climático, que refuerza tendencias de por si negativas observadas en las últimas décadas, pero es vital insistir que la desestructuración de mundo rural tiene un impacto negativo para el conjunto de la sociedad. El fracaso de nuestro modelo rural nos afecta a todos, en pueblos y ciudades.

De alguna manera la realidad actual pone también de manifiesto el agotamiento del modelo de  producción agropecuaria que se apoya en el paradigma del desarrollismo agroindustrial. La actividad agrícola y ganadera abandonó el equilibrio que tradicionalmente le vinculó al entorno natural,  que hoy se acerca más a un modelo fabril de producción de alimentos, con un manejo de los recursos naturales como simples factores de producción, que en un contexto de cambio ambiental está sobreexplotando nuestros campos y acuíferos, y contribuye al vaciado el mundo rural.

Es urgente repensar nuestro mundo rural, el modelo económico organizado desde las ciudades y su realidad territorial. Necesitamos esta reflexión sobre toda una serie de problemas, errores y fracasos ya evidentes, todavía no solventados, muchas veces ni siquiera asumidos ni abordados. En este contexto de crisis social y de proyecto de país, no se puede perder de vista que determinadas iniciativas de política retrógrada que aprovechan las tensiones del proceso independentista, para afirmar una identidad rural conservadora ligada a valores pretendidamente  tradicionales, que se sienten amenazados por sectores ecologistas urbanos a los que falazmente denuncian por poner en peligro no solo sus costumbres, sino también sus fuentes de trabajo y supervivencia.

Según muchos analistas, el sentimiento de abandono del mundo rural trabajado por la derecha reaccionaria, explica el aumento del voto a la ultraderecha en países como Alemania y Estados Unidos, y fenómenos como el Brexit. Nos encontramos en la situación paradójica que buena parte de las élites presentes hace décadas en las decisiones adoptadas en las instituciones rurales locales y regionales, hoy no tienen empacho en denunciar la situación como un problema de identidad, con la intención sin duda para ocultar el problema de fondo: el modelo de agro español es altamente concentrador, hace muy ricos a muy pocos, en un territorio escaso como el peninsular tiene altos costes cada vez más insostenibles para la mayoría rural, al tiempo que contribuye a despoblar regiones enteras.

Ante esta situación necesitamos reforzar los puentes entre pueblos y ciudades, abrir nexos entre los tejidos asociativos urbanos y rurales, para pensar un nuevo modelo que garantice los derechos constitucionales de todos los vecinos, sean rurales o urbanos, en todas las comarcas de todos los territorios autonómicos de España. Ante la desertificación que amenaza al 80% de nuestro territorio, solo tendremos futuro como país si somos capaces de hacer emerger una nueva corriente de opinión sostenible, capaz de repensar nuestro modelo de desarrollo, recuperando el pulso en nuestros pueblos y sensibilizando en nuestras ciudades sobre los principios de mitigación y adaptación al cambio climático, en un marco alternativo de una nueva cultura de la sostenibilidad.

El medio rural abarca el 80% del territorio español, pero en él solo vive el 20% de la población, y esa cifra cada vez es menor. No hay nada más insostenible para el futuro del mundo rural que la despoblación. Una realidad que afecta casi un tercio de nuestras comarcas, y con especial incidencia en los pueblos de menos de 5000 habitantes. El libro de Sergio del Molino ha dado nombre a amplias zonas de la España interior: la España vacía, y también ha avivado el debate sobre el potencial de recuperación de muchos de nuestros pueblos, un espacio que pierde población a pasos agigantados. Nos formulamos muchas preguntas ¿Es posible recuperar nuestros pueblos? ¿Cuál debe ser la fórmula para hacerlo?

Estas mismas preguntas se las hicieron antes quienes impulsaron la ley de Desarrollo Sostenible del medio rural. Una ley que pretendió precisamente poner ideas y recursos en marcha, pero que se quedó enterrada en los cajones de un Gobierno cuyo compromiso con el auténtico desarrollo rural no existe. Precisamente desde Unidos Podemos en el Congreso, llevamos dos años trabajando para desempolvarla como primer paso para avanzar hacia la recuperación del medio rural.

El desarrollo rural no ha interesado en España. Basta ver cómo las líneas de ferrocarril que unían nuestras comarcas y vertebraban el territorio se han ido desmantelando, faltas de cualquier presupuesto. La política de transportes ha apostado desde 1992 por las grandes líneas de alta velocidad que unen grandes núcleos urbanos, pero que los pueblos sólo ven pasar, como pasan los meses y los años sin que nadie pase por allí. Es inexplicable que todavía hoy la mayor parte del territorio español no tenga un acceso decente a Internet, herramienta imprescindible para cualquier emprendimiento empresarial. El abandono acarrea también una precarización de los servicios públicos, y todo ello profundiza la sensación de abandono que hoy es dominante en nuestros pueblos.

En lo referido al sistema agropecuario, el Estado lleva décadas impulsando un sistema agroindustrial que promueve las grandes explotaciones y que no solo desincentiva las explotaciones familiares pequeñas y medianas, sino que las desprecia por considerarlas ineficientes, inviables y alejadas del modelo agroexportador que promueve. Esa política continúa amparándose en una PAC que necesita de una revisión profunda de sus postulados, en el horizonte de negociación de la futura reforma partir de 2020. Por hacernos una idea del tipo de agricultura que impulsa la PAC (más allá de la retórica que la rodea) basta decir que el 18,71% de los perceptores cobra el 76,52% de las ayudas.  España se está convirtiendo en el país con mayor número de cabezas de porcino por hectárea y con las mayores explotaciones de engorde de porcino, por el simple hecho de que la gran cantidad de residuos que se generan hacen indeseables esas explotaciones en otros países. Es decir, somos receptores de las actividades ganaderas indeseadas, mientras la ganadería extensiva mucho más sostenible sufre de un progresivo abandono por la falta de ayudas y apoyos reales a su mantenimiento. El modelo de macrogranjas se ha extendido del porcino al aviar, y del aviar al ovino de leche, vacuno de carne y al vacuno de leche. Hoy todo el sector lechero en crisis desde que se produjo el desmantelamiento de las cuotas en el 2012, se resiste y trata de sensibilizar a la opinión pública ciudadana contra la Macrogranja de 20.000 vacas que se pretende instalar en el pequeño pueblo de Noviercas en la Soria abandonada. Mientras el Ministerio de Agricultura y la Junta de Castilla y León, tan solo responden con la cínica pregunta “¿mientras que cumpla la normativa que problema hay?”

Parece que el modelo actual impulsa en España un espacio rural vacío, en el que la industria extractiva pueda moverse a sus anchas.  Así, las exiguas poblaciones de algunas comarcas tratan de movilizarse contra grandes proyectos mineros. Este es el caso de la oposición a la mina de uranio de la empresa Berkeley en el Campo Charro salmantino, o las movilizaciones en Ávila contra las minas de feldespato.

Son muchos los proyectos “neocoloniales” de este tipo, que dejarán escasa riqueza local salvo el pelotazo de algún oportunista y dejarán detrás enormes costes ambientales para sufrir y pagar entre todos. La regulación ineficiente y falta de atención pública de los medios de comunicación sobre territorios poco visibles han permitido excesos empresariales con iniciativas de explotación altamente lesivos para nuestros recursos naturales y ecosistemas que antes o después, tendrán que transitar hacia modelos más sostenibles. Solo una voluntad firme de la autoridad pública puede enfrentar la adecuada innovación normativa para luchar contra el fraude, reforzando con recursos la capacidad de inspección y sanción de una Fiscalía Ambiental que necesita mayor autonomía, y planificar nuevas iniciativas de desarrollo local en los territorios afectados por las diversas reconversiones de actividad para garantizar una transición socialmente justa a la sostenibilidad.

Precisamente, en el cuidado y conservación de la riqueza natural y de nuestro patrimonio en biodiversidad para las generaciones venideras tenemos una ventana de oportunidad para revitalizar nuestro mundo rural. Una biodiversidad puede y debe servir como uno de los motores de desarrollo sostenible del mundo rural, ya que el 27% del territorio se encuentra bajo la figura de protección de la red Natura 2000. Pero es necesario entender que esa riqueza natural es la consecuencia de años de interrelación de los habitantes con su medio, y que por tanto solo será posible mantener si revitalizamos el factor humano. El empleo verde y la fiscalidad rural especial, tienen que orientar una política pública de repoblación con mucha mayor coordinación entre los planes de las administraciones europea, estatal, autonómica y local.

En este contexto el debate de la gobernanza de este mundo rural se vuelve esencial. El caciquismo ha sido el mal político y social endémico, extendido todavía en el mundo rural de nuestro país en pleno siglo XX. Mientras 3.200 municipios de España están amenazados por su desaparición y mientras que en 100 zonas rurales, más del 40% de la población supera los 65 años, los gobiernos tanto autonómicos como estatales, solo se esfuerzan en apuntalar las diputaciones como respuesta administrativa, sin avanzar propuestas que pongan el énfasis en el desarrollo local endógeno y participativo de base comarcal.

Estamos convencidos que un mundo rural vivo y sostenible en España es posible. Pero este proyecto nos exige pensar en dos objetivos fundamentales: cómo reducir la vulnerabilidad ante el cambio climático del que puede considerarse el sector económico más afectado, el agropecuario; y entender la despoblación no solo como problema demográfico, sino de primer orden político democrático, donde mantener el horizonte de igualdad de derechos constitucionales en todo nuestro país, reclama revisar una institucionalidad a todas luces fallida, que debe lograr avanzar en mayores cuotas de  coordinación interadministrativa de base comarcal. La noción de “vigilancia ciudadana del territorio” es un factor clave de protección ante excesos empresariales y la corrupción, de fiscalización de la gestión de nuestros recursos naturales, bienes comunes que estamos obligados a pensar como patrimonio público del conjunto del país.

Un proyecto de país justo, socialmente equilibrado, y ecológicamente viable exige una ciudadanía crítica, activa y movilizada. Por eso, con la participación de decenas de entidades, en el marco del Foro Social del Clima que tuvo lugar en el congreso el 14 y 15 de diciembre de 2017, se plantearon algunas propuestas políticas concretas para seguir trabajando:

  • Lucha activa contra la despoblación rural

Sin gente no es posible el impulso que necesita el mundo rural, por ello la lucha contra la despoblación es clave. Para ello es imprescindible garantizar servicios sociales de calidad, como educación y sanidad; la adopción de medidas fiscales que favorezcan la repoblación rural, mejora de comunicaciones y garantizar servicios como el acceso universal a Internet.

  • Impulso al desarrollo sostenible del medio rural

Es necesario dar un impulso político a la Ley de Desarrollo sostenible del mundo rural, y garantizar la adecuada financiación de las políticas que promovemos.

  • Desarrollo de las Comarcas como espacios de gobernanza de futuro

La comarca da respuesta a la gobernanza ligada a un entorno cultural, ecológico, económico y social en el cual las vinculaciones de sus habitantes con el territorio son reales y permite construir el desarrollo sostenible rural por el que abogamos.

  • Plan de acción contra el cambio climático

Además de las acciones de mitigación y reducción de emisiones, es imprescindible abordar un Plan de Adaptación del medio rural a los impactos del cambio climático. El sector primario es el más afectado por los cambios del clima. Las afecciones pueden ir desde los cambos en las épocas de cultivo, a la disponibilidad de agua.

  • Apoyo a la protección de la biodiversidad

Consideramos que la biodiversidad es uno de nuestros más importantes recursos, y que puede ser motor de empleo. Para ello es imprescindible que se aborde la activación de la Red Natura 2000, elaborando Planes de Ordenación en todas las reservas, que permitan el impulso de actividades de conservación y divulgación.

  • Política agroalimentaria al servicio de un nuevo modelo de producción social y sostenible.

Hay que cambiar el paradigma de producción agrícola, fomentando un nuevo modelo que prime y apoye las pequeñas explotaciones frente al modelo actual que se basa en fomentar a las macroexplotaciones en detrimento de lo pequeño y sostenible.

  • Una nueva Política Pesquera Común

Que prime la pesca artesanal, que genera más y mejor empleo, promoviendo el consumo de pescado de cercanía. Impulso a las reservas marinas para fortalecer las pesquerías. Garantizar la sostenibiidad de os caladores.

  • Una nueva política de aguas

El cambio climático esta reduciendo la disponibilidad de agua y esto no puede corregirse con grandes infraestructuras, sino con nuevas políticas que promuevan el ahorro y la eficiencia, apoyada en el adecuado cambio tecnológico y una nueva cultura de la sostenibilidad impulsada desde la sociedad civil, que deben velar por un bien común tan vital como este.

  • Introducir criterios de género que favorezcan el papel de la mujer en el desarrollo rural.

Debe promoverse el papel de la mujer en el mundo rural desde una perspectiva igualitaria en este nuevo modelo, tanto facilitando la diversificación en la actividad agropecuaria como buscando impulsar su protagonismo en la política participativa comunitaria en una política local renovada, factor clave de un nuevo modelo de desarrollo.

  • Favorecer y promover la ganadería extensiva y los sistemas tradicionales de pastoreo.

Ya que son los que al mismo tiempo garantizan una producción sostenible, el mantenimiento de los ecosistemas naturales y mayor generación de empleo. Pero son necesarias ayudas que permitan un aumento sustancial de la calidad de vida de las personas que trabajan en el sector, para hacerlo más atractivo.

  • No a los acuerdos globales de libre comercio (TTIP y CETA)

Porque impulsan el modelo agroindustrial más destructivo del medio ambiente, del empelo y de las políticas sociales. A veces la destrucción del medio rural se decide muy lejos

  • Proteger la biodiversidad cultivada y las variedades de semillas y razas autóctonas.

Especies y variedades autóctonas que son especialmente valiosas por si mismos. Pero en el momento actual  de cambio ambiental suponen una riqueza enorme para hacer frente a las alteraciones que puedan producirse .

  • Prohibir la liberación en el medio ambiente de OMGs

España es el único país de la UE en el que se cultivan comercialmente OGMs. Por Principio de precaución y en tanto en cuanto no este demostrada su inocuidad, estos productos no deberían ser liberados en el medio ambiente.

Juantxo López de Uralde. Activista ecologista, coportavoz de Equo y diputado en el Congreso del Grupo Confederal de Unidos Podemos.


Ariel Jerez. Profesor de Ciencia Política (UCM) y Consejero estatal coordinador del Area Consejo del Mundo Rural, la sostenibilidad y la Soberanía Alimentaria de Podemos.

moderado por:

  • Enrique del Olmo

    Sociólogo

  • Marga Ferré

    Presidenta de la FEC (Fundación Europa de los Ciudadanos) y miembro de la red europea de pensamiento crítico Transform!

  • Juan Carlos Monedero

    Profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Cofundador de Podemos. Presenta el programa En la frontera en Canal Red

La Revolución que reinventó el mundo

  • Josep Fontana

La conmemoración del centenario de la revolución rusa de octubre de 1917 debería llevarnos a una evaluación razonada de sus aciertos y sus errores, de la cual podamos sacar lecciones útiles para un presente de desconcierto e incertidumbre. Entre sus aportaciones positivas figura en primer lugar la de haber alentado en todo el mundo las esperanzas de cambio y la voluntad de protesta de los de abajo hasta forzar a los gobiernos del capitalismo avanzado a desarrollar políticas de “reformismo del miedo” para defenderse de la amenaza potencial de la subversión. Fue en gran medida el miedo al comunismo lo que favoreció que la socialdemocracia crease lo que llamamos el estado del bienestar, basado en una redistribución de los beneficios de la actividad económica. La prueba de ello es que cuando, a fines de los años setenta, desapareció el miedo al comunismo,comenzó el desguace del estado del bienestar y se inició la etapa de desigualdad creciente en que estamos hoy sumergidos.

Otra de sus aportaciones decisivas fue su contribución al proceso de descolonización, un campo en el que los comunistas se mantuvieron activos desde que en 1927 inspiraron la reunión en Bruselas de la Liga contra el imperialismo que reunió a representantes de 134 organizaciones, procedentes de 37 territorios coloniales distintos, con la participación de figuras como Sukarno, Nehru, Haya de la Torre, Messali Hadj y una amplia representación del Kuomintang chino. Un año más tarde, en septiembre de 1928, el sexto congreso de la Internacional comunista publicaba unas Tesis sobre los movimientos revolucionarios en los países coloniales y semicoloniales en que se planteaban los métodos con que ayudar a las “revoluciones democrático-burguesas” de estos países.

Entre sus errores más graves figura el de haber renunciado al ideal leninista de crear una sociedad que, tras una fase transitoria de dictadura del proletariado, procedería a abolir gradualmente todos los mecanismos de poder del estado –la policía, el ejército y la burocracia- iniciando así el camino hacia su desaparición y hacia una sociedad en que se preveía incluso el fin del trabajo asalariado. Lejos de ello, el poder soviético acabó erigiendo un estado opresor, escudándose en la necesidad de defender la revolución de sus enemigos internos y externos.

Para entender cómo ocurrió esto hay que ir hasta la génesis de la revolución. Su planteamiento inicial, desde febrero de 1917, repetía la fórmula de los partidos socialdemócratas tradicionales: convocar una asamblea constituyente, establecer una república democrático-burguesa y emprender el camino de una lenta evolución hacia el socialismo. Fue Lenin quien en abril de 1917, haciéndose eco de la crítica a la socialdemocracia que Marx había formulado en 1875, propuso ir más allá y forzar el paso inmediato a una sociedad socialista. Seis meses más tarde, en octubre, era evidente que el gobierno que presidía Kerensky no podía seguir conteniendo la disolución del ejército y el malestar de obreros y campesinos, de modo que la toma del poder por un gobierno de los soviets se produjo con facilidad.

En lo que se había equivocado Lenin era en sus previsiones de que el capitalismo europeo estaba en trance de “venirse abajo”. Lejos de ello, replicó armando a los participantes en una llamada “guerra civil” en que intervinieron, directa o indirectamente, hasta dieciséis países distintos, que causó ocho millones de muertos y destruyó por completo la economía.

El programa de transformación de la sociedad que se había iniciado en 1917 se estancó en el verano de 1918 como consecuencia del inicio de una revuelta en que participaban a la vez los partidarios de la asamblea constituyente y las fuerzas del zarismo, armadas por las potencias capitalistas. La denuncia que Kaustky hizo en Die Diktatur des Proletariats, presentando lo que ocurría en Rusia como el enfrentamiento entre un socialismo democrático y una dictadura bolchevique,demostraba que no había entendido lo que estaba ocurriendo realmente.

La ”guerra civil” se ganó gracias al apoyo de los obreros y los campesinos, pero lo que en octubre de 1917 era un poder representativo de los soviets se había convertido entre tanto, por las circunstancias de la guerra, en una dictadura bolchevique, contra la que en 1921 protestaban los obreros de Petrogrado y los marinos de Kronstadt. Lenin consideró que era necesario mantener este control político mientras se emprendía una campaña de reconstrucción económica, como condición necesaria para reemprender el programa de transformación social.

Tras la muerte de Lenin este proyecto pudo haber seguido sobre la base de la continuidad de la Nueva Política Económica y del desarrollo de los métodos de planificación que elaboraba el Gosplan, como proponían Bujarin o Rykov. Pero Stalin optó en 1929 por iniciar una nueva “revolución” que propugnaba la industrialización forzada, lo cual condujo a un enorme despilfarro de recursos y a una oleada de violencia que se reforzó todavía entre 1937 y 1938, cuando el pánico a la supuesta amenaza de una conjura interior, en complicidad con un ataque externo, costó la vida a más de setecientas mil víctimas.

Aunque los sucesores de Stalin no volvieron a recurrir al terror en esta escala, conservaron un miedo a la disidencia que hizo muy difícil que tolerasen la democracia interna. Consiguieron así salvar el régimen soviético, pero fue a costa de mantener un estado opresivo y de la renuncia a avanzar en la construcción de una sociedad socialista.

A pesar de todo, en el resto el mundo la ilusión generada por el proyecto leninista siguió animando durante muchos años las luchas de quienes aspiraban a realizar la revolución, lo cual ayudó a la socialdemocracia en su tarea de combatir la expansión de las ideas revolucionarias con una política de reformas que hizo posible que entre 1945 y 1975 se viviesen en el mundo desarrollado lo que los franceses llaman “los treinta años gloriosos” en que el crecimiento económico estuvo acompañado por un grado de igualdad social como no se había conocido hasta entonces en la historia reciente.

A partir de 1968, sin embargo, el “socialismo realmente existente” mostró claramente sus límites como proyecto revolucionario, cuando en París renunció a implicarse en los combates en la calle, y cuando en Praga aplastó las posibilidades de desarrollar un socialismo con rostro humano. Perdida su capacidad de generar esperanzas, dejó también de aparecer como una amenaza que inquietase a las clases propietarias de “occidente”, lo cual las permitió retirar las concesiones que habían hecho hasta entonces, al tiempo que la socialdemocracia se acomodaba a la situación y aceptaba plenamente la economía neoliberal.

En los años ochenta, en momentos de crisis económica y de inmovilismo político, los ciudadanos del área controlada por la Unión Soviética decidieronque no merecía la pena seguir defendiendo el sistema en el que habían vivido durante tantos años. El testimonio de un antiguo habitante de la Alemania oriental que hoy vive en Estados Unidos ilustra acerca de la naturaleza de este desengaño. Sabíamos entonces, afirma, que lo que nuestraprensa decía sobre nuestro país era un montón de mentiras, de modo que creímos que lo que decía sobre “occidente” era también mentira. No fue hasta llegar a Estados Unidos que descubrió que era verdad que había mucha gente en la pobreza, viviendo en las calles y sin acceso a cuidados médicos, tal como decía la prensa de su país. Hubiese deseado, concluye, haberlo sabido a tiempo para decidir qué aspectos de las sociedades de occidente merecía la pena adoptar, en lugar de permitir a sus expertos que nos impusieran la totalidad del modelo neoliberal.

Una reflexión como esta debería servirnos de advertencia en estos días, cuando la mayoría de las evocaciones del centenario de la revolución que se publiquen van a ser enteramente negativas, fruto de cien años de lavado del cerebro de una propaganda hostil, animada todavía hoy por el interés en ocultar todo lo que pueda haber de positivo en su legado. La alternativa no puede ser la defensa a ultranza, sino un análisis objetivo -no digo desapasionado, porque no es posible eliminar la pasión en algo que trata de la vida y el bienestar de los seres humanos- con el fin de rescatar lo que siga siendo válido de sus aciertos y evitar caer de nuevo en sus errores.

En las notas que siguen me aproximo a tres temas, con el deseo de fomentar o facilitar la discusión con las lectoras y los lectores de «Público». En primer lugar, recordar las predicciones para el 2016 y como confirmaron casi todo lo peor de lo que podría suceder. En segundo lugar, describo brevemente la post-crisis y efectos de alto riesgo en Europa. Por último, y antes de algunas conclusiones sobre lo que puede cambiar en Europa, una nota sobre los mayores riesgos inmediatos.

Lo que podía ser peor en 2016

A finales de 2015, varias instituciones publicaron sus listas de pesadillas acerca de todo lo peor que podría suceder en el nuevo año. En resumen, tenían tres tipos de riesgos, lo que llaman «cisnes negros» o aquello que es improbable y que, a pesar de serlo, puede incluso ocurrir: el Brexit y la crisis europea; la crisis financiera y degradación económica; y la elección de Trump y crisis de la globalización. Se suponía entonces que estos serían escenarios extremos y poco probables.

La agencia Bloomberg, basándose en encuestas de los principales empresarios, confeccionó entonces un ranking de pesadillas y presentó un cuadro para calcular sus efectos. Las tres peores serían un ataque de Daesh a los oleoductos en Oriente Medio, que empujaría hacia arriba el precio del petróleo, el Brexit y un ciberataque destructivo contra la banca internacional.

La elección de Trump, por el contrario, que pensaban que sólo era posible si Clinton desistía, apenas aparecía en las pesadillas de Bloomberg para 2016. Se consideró que formaba parte de lo casi imposible, pero se suponía que podría provocar una gran incertidumbre que favorecería a la industria militar, un acuerdo con Rusia para una nueva Guerra Fría desplazada hacia el Pacífico y efectos impredecibles sobre el orden internacional. Para la Unión Europea, la pesadilla sería la salida del Reino Unido, el debilitamiento de Merkel y la marcha atrás del Banco Central Europeo en la política de expansión monetaria. En economía, el peor escenario sería un crecimiento débil de China o la aceleración del calentamiento global con efectos peligrosos para la agricultura y el acceso al agua. Otras fuentes de tensión podrían encontrarse en Brasil si Rousseff fuera apartada del poder y en Venezuela si se prolongara la crisis.

Tal como se puede ver, casi todas estas pesadillas se hicieron realidad.
Otra institución que planteó posibles escenarios fue The Economist: el peor, aunque con baja probabilidad, sería la elección de Trump, que desestabilizaría la economía global. La Unión Europea podría fracturarse si el Reino Unido la abandonara, si la crisis de refugiados creara nuevas tensiones internas que afectaran a Merkel y si Grecia fuera empujada a abandonar el euro.

De todo eso ya tenemos bastante, pero podía ser peor. En primer lugar, la crisis europea: muros contra los refugiados y aumento de la xenofobia, la aventura de Cameron con el referéndum británico, la sangría de Grecia… Pero luego vinieron más acontecimientos: el referéndum en Italia con la derrota de Renzi y las elecciones en Austria, que confirmaron la fuerza de la extrema derecha y el desvanecimiento de los partidos tradicionales. Y en 2017 tenemos elecciones francesas, holandesas y alemanas (y quizás italianas). Cada uno de estos procesos sólo puede acentuar la crisis europea.
En segundo lugar, la victoria de Trump. Amenaza inmediata, el repudio del Acuerdo de París sobre el cambio climático. Pero también hay que mirar hacia el gobierno que se perfila, con el peso de los tiburones de Wall Street y de la industria petrolera, los militares belicistas y la resurrección de los profetas ultraconservadores. Podemos ver lo que se nos viene encima: maná de los dioses para las finanzas y el neoliberalismo emparejado con el autoritarismo, como en sus peores momentos.

Pero existe todavía otra pesadilla que está por llegar: una nueva crisis financiera. La pregunta, por cierto, no es si esta crisis se producirá, sino cuándo se va a producir. El aumento de la volatilidad de los mercados financieros y la acumulación de la deuda son las consecuencias de una política amenazadora: el BCE puso dinero en circulación que revalorizó las acciones pero no impulsó la demanda y en particular la inversión, mientras que las tasas de interés negativas estrecharon los márgenes bancarios y estimularon nuevas operaciones financieras de riesgo, de las que el Deutsche Bank es un ejemplo (el valor nocional de los derivados es superior al valor del PIB mundial). Es decir, nuestro problema mundial son las soluciones al problema.

Al finalizar el año pasado, nos encontramos con una crisis de la demanda mundial y con una escasa capacidad para responder a una recesión, porque los bancos centrales no pueden hacer mucho.

Tomen nota, por favor: el centro del peligro está en Europa, que acumuló los mayores errores durante toda la década y lo pagará ahora con la ‘trumpificaçión’ de su política en Francia y Alemania.

Europa en el torbellino

La anterior crisis financiera, desencadenada por el colapso de las subprime a partir de verano de 2007, fue una oportunidad para cambiar la brújula. En el caso de la Unión Europea, el crash y la prolongada recesión fueron el contexto, la justificación y el motor para realizar mas cambios en los sistemas sociales, sometiendo la disputa social por los salarios a un nuevo mecanismo de control y transferencia de ingresos para el capital.
En crisis anteriores, el mecanismo de ajuste fue la depreciaciación de los salarios a través de la inflación o los aumentos de impuestos, reforzada mediante la depreciación de la moneda. Las políticas fiscales y monetarias se utilizaron para devaluar una parte del capital y sobre todo para devaluar el trabajo, ajustando de esta manera el proceso de acumulación.

En las condiciones actuales, ninguno de estos instrumentos se encuentra disponible, al menos en la zona euro. Así que para este cambio gradual de régimen, el aumento del desempleo estructural se ha convertido en el instrumento más importante para reducir los salarios directos, y el aumento de los impuestos para reducir el salario indirecto. La Figura 1 muestra el aumento del desempleo en la zona euro durante los primeros años de la recesión, y conviene señalar que el resultado agregado oculta los extremos, especialmente el crecimiento exponencial del paro en España, Portugal y Grecia.

Gráfico 1

F: Mark Blyth (2013). Promedio en toda la zona del euro en 2013

Este gráfico, como los siguientes, muestra la evolución durante los años inmediatamente posteriores a la crisis financiera, para dejar claros los factores agravantes de las contradicciones y la posibilidad de haber optado por una alternativa. La verdad es que esto es la historia de un fracaso (o del suceso de la destrucción): ante la crisis que el desempleo pone de manifiesto, se elige la solución de la austeridad, que agrava la crisis. La austeridad siempre fue una «idea peligrosa», tal como señaló Blyth.
Para este análisis, el indicador del desempleo es preferible al del PIB, ya que es más representativo de la evolución de la situación social y no tanto de un efecto de combinación de señales posiblemente contradictorias. Y este indicador describe el proceso de desintegración de las sociedades europeas, en particular de protectorados bajo la política de austeridad: en promedio, en la zona del euro, desde el tiempo de las subprime hasta ahora, el desempleo se ha duplicado.

La justificación para esta corrección ‘austeritária’, que condujo a un aumento del desempleo, fue la insostenibilidad de las deudas soberanas (deudas públicas), alimentadas por un gasto público excesivo e ineficiente. Sin embargo, como se puede ver en los gráficos de Mark Blyth, este es un caso en el que la causa parece ser consecuencia de la consecuencia o en al que la consecuencia parece ser causa de la causa: el aumento del gasto público se produce después de la crisis y no antes crisis.
El Gráfico 2 muestra como creció el peso de las deudas soberanas a lo largo de cuatro décadas, siendo evidente que se estabilizó durante los primeros años del nuevo siglo, para dispararse a continuación con la recesión.

Gráfico 2

F: ibid. Media no ponderada de la deuda soberana promedio de trece países de la OCDE, incluyendo las economías dominantes

Evolución del peso de las deudas soberanas hasta los programas de ajuste en Grecia, Irlanda y Portugal, 1970-2011

Lo mismo ocurrió en cada uno de los países, si se toman por separado. Ocurrió incluso en Alemania: se produjo un aumento del gasto público como respuesta a la depresión y, en consecuencia, el peso de la deuda en el Producto creció significativamente, pasando de cerca del 65% en 2008 al 80% en 2011.

Gráfico 3

F: ibid.

¿El buen ejemplo de Alemania?

La política del gobierno alemán era la misma que la que crítica o impide que se aplique en otros países: amplió la política presupuestaria para estimular la demanda, como respuesta a la crisis. Pero no permite que esto se lleve a cabo en otros países, a los que impone condiciones de austeridad, es decir, de política recesiva para responder a la recesión. En consecuencia, en los países sometidos a rescate y que, no siendo centros financieros, están obligados a pagar un interés excesivo por la financiación en los mercados internacionales, el déficit y la deuda se agravan por efecto de la recesión, al tiempo que aumenta el desempleo y las economías pierden capacidad de producción, o sea, que pierden la capacidad de resolver la crisis recesiva.

Saturno y sus hijos

¿Así que todo lo peor que podía pasar en 2016 llegó a pasar? Calma. Los pronósticos apocalípticos eran un poco exagerados y todavía hemos de ver lo peor. Estas predicciones vinieron de todas partes, es cierto: los adversarios de Brexit anunciaron la catástrofe si el Reino Unido optaba por salir de la Unión Europea, muchas gentes del continente continental suspiraban para que llegara un momento clarificador que iluminara sobre los errores de la institución europea. Y, sin embargo, «los mercados», el termómetro de nuestros días, no dijeron ni mu. No hay recesión en el Reino Unido, ni los capitales huyeron, ni la Unión desbancó..
Lo mismo en Italia. El referéndum se volvió en contra de Renzi y de sus planes de concentración de poder, forzando los resultados de las elecciones (él el primer ministro sin haberse presentado a las elecciones), pero «los mercados» se mantuvieron en lo suyo. En resumen, el Brexit todavía necesitará su tiempo y en Italia no hay aun un tipo de Brexit.

El problema empieza a partir de ahora, porque, como nos dicen, calma, Italia no está por el Brexit, no hay que asustarse, y luego Francia tampoco está por el Brexit, como Italia, Austria es un lugar tranquilo, Holanda no es Francia, Alemania no es Holanda, todos los casos son diferentes y todos tienen el mismo problema. Eso significa que tenemos el peor de los problemas: la Unión, como Saturno, quiere devorar a sus hijos. Calma, por lo tanto, pero atención, porque hay que tener en cuenta que la cosa está peor incluso de lo que parece.

Se fue Cameron y se fue Renzi. Hay que tener en cuenta la coincidencia: ambos tenían amplia mayoría parlamentaria. No les fallaron las instituciones, fue el pueblo, hasta el punto de que, confundidos en el intento cesarista de un referéndum, se embarcaron en ambos casos en juegos políticos que precipitaron su caída. Hollande también se va y probablemente Dijsselbloem también se irá, o quien lo sostiene, y vamos a ver quién más. Saturno va tras todos sus hijos, metódico y voraz, mientras los creadores de las normas europeas y sus líderes van creando vacíos a su alrededor.

De hecho, la UE no tiene un liderazgo convincente. Tiene una jefatura autoritaria, pero renuente y postrada, Merkel, que, tras el fracaso del acuerdo con Turquía sobre los refugiados, se retiró para estar pendiente de sus elecciones (tal como se ha recordado, en Europa no se hará nada hasta octubre de 2017, cuando en Alemania vayan a las urnas y poca cosa se hará de manera diferente a partir de entonces, ya que la correlación de fuerzas será todavía peor). La UE también tiene también bomberos pirómanos en los países del Este, celebra cumbres «refundadoras» cada semestre, genera discursos inconexos y, en ausencia de cualquier otra cosa, elabora llamamientos a los «valores» para conmover a los creyentes. En esencia, no sabe qué hacer y no hace nada.

En esta parálisis, el peligro es Saturno, que devora a los gobernantes, les conduce a la irrelevancia y deja pasar el tiempo. Perdida la capacidad de responder a escala nacional a la crisis económica, se vuelven rehenes de las agencias de calificación; renunciando a la democracia parlamentaria para votar los presupuestos, resuelven con reglas sin legitimidad; reducen la política al arte de la espera de un milagro y quedan reducidos a espectáculo. Y el espectáculo no es suficiente para entretener durante todo el día.

Es por eso por lo que debe asustarnos la calma de los «mercados» en Italia y en el Reino Unido. La prolongación de la agonía de una recuperación mediocre que deja a los jóvenes en el desempleo, hacer la vista gorda a las guerras del petróleo y los muros contra sus refugiados, son las opciones que agravan las divisiones, la desconfianza y la corrosión social, es decir, esto si que es el trabajo de Saturno.

La Unión se destruye por dentro, porque es divergencia y no es Unión. En otras palabras, la calma Europea es solamente miedo. Miedo a que se necesite inyectar rápidamente varios miles de millones en el banco Monte dei Paschi di Siena (Nota: esto fue escrito a mediados de diciembre, antes de la decisión sobre el Monte), miedo de que venga después Unicredit, miedo lo que pueda dar de sí el Deutsche Bank, el miedo al dominó.

Pero, sobre todo, Europa tiene miedo de todas las elecciones. Es esto lo que se viene abajo. La diferencia es la siguiente: ya estuvieron Berlusconi y Sarkozy en el Consejo Europeo, como Trumps avant la lettre, la cosa iba bien desde los tratados si pusieran en pie para hacer cumplir las reglas del euro; ahora el virus de la desconfianza rompe esquemas, descompone a los partidos de la postguerra, se convierte en un calvario de desmantelamiento. Es la obra de Saturno.

Conclusiones para la política

Esto me permite presentar seis conclusiones, mediante revisando los argumentos aquí compilados y sugiriendo otros para el debate.
La primera es que las crisis forman parte del pulso del capitalismo, aunque en las últimas dos décadas las burbujas especulativas hayan tenido mayor volumen e impacto como resultado de la globalización y la liberalización financiera.

La segunda es que esta combinación de acumulación de dificultades por medio de la extracción de los ingresos financieros ha creado un proceso de endeudamiento insostenible, que condujo a la crisis de las subprime de 2007 y a la recesión de 2008, después de un largo período recesivo.

La tercera es que este proceso de endeudamiento se vio alimentado por la creciente desigualdad que, al igual que en la década anterior a la primera depresión (1929), estimuló la transferencia de ingresos de los trabajadores y pensionistas hacia las finanzas, primero a través de la deuda privada y luego de la deuda pública.

La cuarta es que la política de austeridad orientada hacia el aumento del desempleo tiene un efecto estratégico: debilitar el poder de negociación de los trabajadores y de los movimientos sociales y obtener la privatización los bienes públicos esenciales, y se diferencia así de las políticas de respuesta a la primera gran depresión, con las que se procuraba aumentar la inversión para crear puestos de trabajo.

La quinta conclusión es que la recesión y austeridad generan el espiral de la deuda, por lo que la austeridad es la causa más que la cura de la depresión. La austeridad es además una idea peligrosa. Para responder a la depresión es preciso poner fin a la austeridad y, por lo tanto, la reestructuración de las deudas.

La sexta conclusión es que para reestructurar las deudas es preciso abandonar el euro e imponer y reconvertir la deuda en la nueva moneda nacional, devaluada para promover la sustitución de importaciones y mejorar los saldos comerciales y, sobre todo, permitindo asi la emisión monetaria y, por tanto, dejar de depender de la financiación a través de los mercados financieros, recuperando un banco central nacional. Después de la experiencia del gobierno griego, no es posible que la izquierda siga fomentando la ilusión de que la Unión Europea permite una negociación amable para un acuerdo que salve las economías endeudadas. Si Grecia ha enseñado algo ha sido que el castigo político y la destrucción de un país serán los instrumentos de la Comisión y del BCE para garantizar la protección de los acreedores y las rentas perpetuas para apoyar la financiación.

El centro y la izquierda en la evolución europea

Con la actual correlación de fuerzas y con la polarización política que la victoria de Trump acentúa, la pregunta más difícil de responder es si las izquierdas pueden protagonizar la alternativa. Deben hacerlo, en todo caso. Como que la Unión es la divergencia, caminará hacia la descomposición o recomposición y, si los movimientos populares no tienen la capacidad de determinar las políticas, estos serán los primeros objetivos del populismo y de las instituciones que lo instigan. Así, la recuperación de la iniciativa por parte de los movimientos populares significa la movilización de las mayorías que, en este contexto de desintegración, puede levantar al mismo tiempo la legitimidad democrática (y por lo tanto las identidades de los estados-nación, que son el único sostén de la democracia) y un proyecto de lucha por el pleno empleo (y, por tanto, la reestructuración de la deuda con la salida del euro y la nacionalización de los bancos).

¿Puede esta mayoría hacerse con el centro? No puede, o al menos no se puede hacer de forma estable de tal manera que responda a la crisis europea. El centro está desapareciendo, porque los partidos socialistas, al igual que otras formaciones, fueron absorbidos por la doble idea del predominio de las finanzas (que es el modo de reproducción social de la élite) y la idolatría del neoliberalismo (que es la ideología autoidentificadora y constitucional de la UE). En casi todos los países, empezando por Alemania, los líderes del PS forman parte de los engranajes de la máquina de justificación de la austeridad, la privatización y la desregulación. El discurso sobre los «valores» de Europa se ha convertido en el mantra que unifica a las élites gobernantes y que preside su educación y reproducción, sin admitir excepciones ni disensiones.

La doctrina y las reglas de la libertad de circulación de capitales, que destruye la posibilidad de que las políticas de expansión de la demanda o de reorganización de la oferta y de los sistemas de producción, es el dogma que se escribe en los tratados europeos, blindados a alteraciones que puedan favorecer políticas anti-cíclicas. En otras palabras, la Unión Europea sólo reconoce las políticas destructivas para responder a una recesión y sólo se reconoce en el discurso que las ensalza.

Es cierto que ha habido algunas excepciones en el campo de los partidos socialistas en los últimos tiempos: la revuelta de las bases del Partidos Laborista contra Blairismo con la elección y reelección de Corbyn, y la aceptación por parte del PS portugués de un acuerdo con la izquierda, en contra de toda su historia. Estos casos muestran que las políticas de izquierdas tienen que encontrar caminos unitarios, siempre que se puedan medir en logros sociales importantes, que se contrapongan a la cultura de sumisión a la austeridad. Si el nuevo gobierno portugués aumenta el salario mínimo a pesar de la ira de la patronal y de la presión europea, si se compromete a no privatizar y a dar marcha atrás todo lo posible en esa política a pesar de las presiones internacionales, a reducir los impuestos sobre el trabajo y a reequilibrar el sistema fiscal en detrimento de los grandes patrimonios, si se incrementan las pensiones y se recupera los salarios recortados durante el período de la troika, entonces eso ayudaría a recomponer la correlación de fuerzas. Así que hay que poner mucha atención en el contenido específico de la política y la responsabilidad de luchar por nuestra gente.

Pero éstas son excepciones creadas por las circunstancias. En Alemania, el SPD es parte de la mayoría Merkel; y tanto Gabriel como Schauble se alinean en el ataque contra Grecia. En España o en Francia, el centro se va fragmentando por haber seguido la orientación que criticó y contra la que prometía ofrecer una alternativa.

El centro vive bajo una amenaza. La amenaza es su propia ortodoxia neoliberal y, en particular, el riesgo de una próxima crisis financiera que acentúa la agresión económica neoliberal, es decir, la trumpificación de la política europea. Mediante la adopción de políticas neoliberales, el centro ha dado la victoria a la derecha en casi todos los países y, después de diez años de recesión y estancamiento, la situación social y la capacidad de respuesta es disminuida por la austeridad. Europa está menos preparada para responder a una nueva crisis: los bancos centrales no pueden actuar con impacto rápido (los tipos de interés ya no pueden bajar), el desempleo es mayor que en cualquier período anterior a las recesiones pasadas, y la vulnerabilidad social es más pronunciada. La desigualdad, que es el nombre de la explotación en la sociedad de clases, es ahora mayor que antes de la crisis de 2007-2008. Conclusión: una nueva crisis financiera provocará políticas sociales más duras y continuará destruyendo el centro.
Europa está cambiando, sí, pero sus instituciones forman parte de esta deriva hacia la derecha. La UE se ha convertido en una máquina para la hegemonía de la derecha, su agenda se reduce a la política neoliberal y aplica únicamente la vieja solución: búsqueda de más valor absoluto, más tiempo de trabajo, con menores salarios y pensiones más bajas, menor salario indirecto (escuela, salud, políticas sociales) y más sumisión.
A los analistas y lectores, una nota: no hay que olvidar nunca lo esencial. Todo lo que está en juego es la distribución de lo que se produce.

A los militantes de izquierda, sólo un consejo: no piensen que la música que sonará será la misma de siempre. La historia comienza como farsa puede terminar como tragedia. Todo depende de quién esté y de lo que hagamos.

moderado por:

  • Lourdes Lucía

    Abogada y editora

  • Teresa Gómez

Conclusión del debate

El cambio que necesita Europa para que la gente se sienta segura

Europa está en crisis y la izquierda europea no es capaz de dar respuesta. Cuando la izquierda no encuentra la respuesta «la extrema derecha es el plan del B del sistema». Este fue el debate que se puso sobre la mesa este miércoles en el coloquio organizado por Espacio Público. Existe una mayoría social que anhela un cambio, en cambio la izquierda europea está en crisis y esto lo está aprovechando la extrema derecha.

En un debate organizado por Espacio Público, la política y exministra socialista Cristina Narbona, el economista y miembro del Consejo de Estado de Portugal Bloco de Esquerda, Francisco Louça, la antropóloga y activista ecofeminista Yayo Herrero, el periodista Josep Ramoneda y el economista Nacho Álvarez han reflexionado este miércoles sobre el auge de la extrema derecha y las oportunidades para el cambio en Europa. El debate ha sido moderado por la directora de Público, Ana Pardo de Vera.

Europa necesita el cambio, pero ¿de qué forma puede hacerlo? Hay puntos de intersección sobre las crisis europeas. Hay quienes proponen promover el cambio a través de las instituciones y quienes piensan que lo mejor es acabar con Europa y empezar de nuevo.

La extrema derecha en Europa

«El problema al que vamos a asistir es que una parte de la derecha clásica se acerca a la extrema derecha que tratará de homologarse”, explicaba el periodista Josep Ramoneda. Ramoneda ha explicado que a la izquierda social demócrata le está costando encontrar las claves para responder a las inquietudes de la ciudadanía. A día de hoy hay un malestar profundo y la extrema derecha se está convirtiendo en la consecuencia final de “una fantasía”.

Marine Le Pen es ejemplo de ello. Ramoneda explica lo siguiente: «Ha habido una evolución del discurso de Le Pen, pasó de un discurso de mujer moderna con dos demonios: Europa y el islam. Al mismo tiempo en el seno de su partido estaba su sobrina, quien representa un núcleo ideológico muy duro, muy católico, integrista y conservador. Esta mezcla ha hecho posible que la capacidad de atracción fuese importante».

A día de hoy, y en opinión del escritor, “la diferencia entre fascismo, derecha y extrema derecha se está acortando”. Por este motivo Ramoneda llama a recuperar la idea del progreso con una perspectiva de futuro ya que alerta de que “la extrema derecha es el plan B del sistema”.

El periodista explica que la extrema derecha ha aspirado más que la extrema izquierda y que a esto se le ha llamado «populismo». Un término al que Ramoneda se niega utilizar. Considera que «no es una categoría que explica sino que es una categoría que etiqueta. Solo quiere decir que ‘estos señores no son aceptables para gobernar en el régimen en el que vivimos’, y por tanto no me interesa como categoría».

Las democracias liberales están en crisis y parecen no tener respuesta al movimiento de extrema derecha europeo. En cambio esta situación en Portugal es diferente.

El caso portugués

Francisco Louça, dirigente del Bloco de Esquerda en Portugal alerta: “Todas las sociedades europeas tienen miedo de las decisiones en Europa, eso quiere decir que se tiene miedo a la solución que se basa en la democracia”. En el país vecino la extrema derecha no tiene significado y esto, según explica Louça, se debe a que en Portugal la democracia surge de la revolución y con la derrota de la dictadura se desplaza a la política. En Portugal “la mayor amenaza es lo que ocurre en Europa”.

Además, Louça advierte de que en Europa se está utilizando la amenaza “para justificar un paso que no se había dado hasta ahora” y es el de “limitar las libertades y favorecer la militarización”.

El político portugués llama a “mirar con atención a la extrema derecha europea”, aunque afirma que a pesar de ser una gran “amenaza” existen problemas más terribles en nuestro continente.

Louça alude a la economía para tratar la crisis europea. «Pensar que el desarrollo del capitalismo europeo es el resultado histórico inevitable tiene una idea por detrás del contrato social europeo, una solución socialdemócrata. Habría una forma de democratizar europea».
Además, afirma que dar un paso más a la reconstrucción «es peligroso». El cambio del capitalismo provoca la supremacía de las finanzas.
Louça explica que la única forma de encontrar una solución a la moneda europea pasa «por la devaluación», es decir «reducir salarios y pensiones». El economista portugués alude al caso de Grecia y afirma que «solo se pueden discutir soluciones basándonos en el caso de Grecia».

Asimismo, explica el término de varias velocidades: «Todos los gobiernos dicen que estarán en la primera velocidad, y esto es solo publicidad. La única razón política es que nadie sabe que son varias velocidades». Francisco Louça concluye que «el cambio necesario está en la correlación de fuerzas democráticas».

«Si la izquierda no lo evita triunfará la tecnocracia»

Cristina Narbona también quiso dar su punto de vista sobre la situación de la extrema derecha en Europa. “El mundo a día de hoy se enfrenta a una crisis social y ecológica y debe ser la izquierda la que ponga los límites”, de esta forma analizaba la situación europea la militante socialista.

La exministra de Medio Ambiente considera que el mundo se enfrenta a una fuerza civilizadora y que “si la izquierda no lo evita triunfará la tecnocracia conservadora que conducirá al colapso”. Solo podrá forzar un cambio las alianzas progresistas que surjan en cada país. “Debemos insertar en nuestro debate la evolución del proyecto europeo y cómo cambiarlo, algo que solo podrá cambiar con una alianza de fuerzas progresistas”.

La militante socialista considera que en España se está iniciando “un nuevo tiempo político que sirva para crear un espacio positivo de consenso”. A pesar de ello alerta del auge de la extrema derecha y pide “una vacuna contra los pliegos de la extrema derecha”. Considera que la única vacuna posible contra las posiciones conservadoras es “una revisión del contrato capital-trabajo para poder construir un nuevo contrato que persiga un progreso más justo, seguro y duradero”.

Narbona considera necesario insertar «nuestro debate en la evolución del proyecto europeo y en cómo puede cambiar. Solo puede cambiar con una alianza de fuerzas progresistas. Esto se debe empezar a construir en el ámbito de cada país y en España estamos en el inicio de un nuevo tiempo político que sirva para crear una espacio positivo de consenso.»

Además, Narbona, ya en el plano económico, reconoció que la reforma del artículo 135 de la Constitución «era un error» ya que «obligaba a respetar los límites». Hasta 2011 la Constitución reconocía lo siguiente: «El Gobierno habrá de estar autorizado por Ley para emitir Deuda Pública o contraer crédito», es decir, el artículo facultaba al Gobierno para emitir deuda pública y así financiarse. En cambio tras la reforma el artículo se amplió a cinco puntos y ponía tope al gasto del Estado y a la exigencia de pagar la deuda pública antes que nada.

Narbona considera que se debe producir de otra manera y aspira a soluciones «supranacionales». Sus argumentos coinciden en este plano con los de Yayo Herrero.

Un progreso «más justo»

Un progreso más justo también lo reclamaba la activista ecofeminista Yayo Herrero. Yayo denuncia que “dentro de nuestro modelo económico solo se ve lo productivo y no se ven las necesidades humanas”. Las sociedades creen “en la economía y no en quien las sostiene”.

La antropóloga denuncia que las rentas de trabajo bajas no mantienen el modelo económico. A Herrero le preocupa el incremento del PIB y considera necesario tener en cuenta el «cómo, quién y para qué» se produce.
Además, explica que existen rentas bajas «porque no se puede mantener el crecimiento». De esta forma critica que se impidan la llegada de recursos naturales.

Yayo alude al discurso homófobo de Le Pen de “no cabemos todos” para denunciar que con este argumento la líder de la ultraderecha francesa es capaz de proporcionar un discurso “más creíble y fundamentado” y ahí radica el problema actual de Europa. “El sostenimiento de este modelo requiere que haya otras personas excluidas y por eso el sur de Europa tiende a la expulsión de los focos”.

Herrero apela a la necesidad que tienen las izquierdas «de hacer propuestas creíbles” ya que hasta que no los hagan “no tomarán tierra”. La activista incide en los datos y rechaza «considerarlo catastrofismo», cree que las políticas deben gestionar la demanda. Considera que «la izquierda tiene que tomar tierra».

Yayo Herrero debatió con Josep Ramoneda sobre la posible solución de Europa. Mientras que el político explicaba que aludir al catastrofismo no era la solución, y se resistía al aquí no acabemos todos y «se debía debatir» porque imponía el «miedo y la inseguridad». Ramoneda afirmaba entender que «una de las urgencias principales es reconocer que los miedos y las inseguridades son fundadas y por tanto hay que construir sobre ellas.» Yayo explicaba que estos eran los datos. La activista ecofeminista aludía a la huella ecológica para defender sus argumentos.

Herrero defendió que «si toda la población del planeta viviese como la vida de una persona nos harían falta 3 planetas. Desde los años 80 los rendimientos del trabajo han ido descendiendo y lo que ha ido subiendo son rentas financieras. Las rentas del trabajo bajan porque no hay condiciones materiales que sostengan el modelo de crecimiento»

«La crisis de la UE es la crisis de la socialdemocracia»

El economista Nacho Álvarez también ha querido mandar un mensaje a las izquierdas europeas para salvar su situación y hacer frente a la extrema derecha. Álvarez pide que sean capaces de “construir discursos que puedan transmitir la idea de que la seguridad pasa por el cambio”, y en ningún caso la izquierda debe dar a elegir entre seguridad y cambio porque de esa forma no triunfará.

El economista hacía referencia a que «la crisis de la Unión Europea es la crisis de la socialdemocracia» y explicaba la existencia de dos tipos de crisis: una de tinte social y otra política.

El responsable de economía de Podemos explicaba así la crisis de la izquierda : “Buena parte de las sociedades europeas entienden que no solo hay una crisis económica y que la gestión se torna en una suerte de estafa y esto ocurre cuando se visibiliza la ruptura del contrato social.” Alude a dos planos uno nacional y otro supranacional.

En España esta ruptura se visibilizó con el movimiento 15M. En Europa hay una mayoría social “que anhela un cambio” y para ello Álvarez propone que se construya “un frente que se oponga al neoliberalismo de los últimos años”.
La crisis de la izquierda preocupa a los demócratas y por ello Ramoneda opta por “construir una idea de progreso”. Es necesario que la gente tome conciencia “de que lo que está lejano está ya aquí”. Por tanto es importante acortar la distancia mentalmente y que la recuperación «se produzca en el ámbito de las ciudades».

Opinión que comparte Louça quien pide atención para “mirar lo que se puede hacer a corto plazo” y denuncia que «la unión provoca la desunión».

Cierre de los debates de ‘Espacio Público’

Desde la fila cero hubo quien quiso apuntar sus conclusiones. Jaime Pastor afirmó que «la Unión Europea es irreformable». Eddy Sanchez explicó que «la batalla política está en la periferia. Ambos habían participado en los debates de Espacio Público.

Con este coloquio se ha cerrado el debate iniciado en Espacio Público sobre las oportunidades para el cambio en Europa, propuesto por Francisco Louça y la discusión sobre el auge de la extrema derecha que arrancaba con un texto de Josep Ramoneda.

Ambos debates han contado con la intervención de intelectuales y dirigentes como Rosa Regàs, Ska Keller, Marina Albiol, Nick Dearden, Miguel Urban, Carlos Berzosa, Héctor Maravall, Isidor Boix, Julián Ariza, Javier Madrazo, Pere Vilanova, Joan Subirats, Jaime Pastor, Javier Doz, Sabino Cuadra, Daniel Albarracín, Fernando Luengo, Eddy Sánchez, Gabriel Flores…

Ponencia inicial

El ascenso de la extrema derecha en Europa

El ascenso de la extrema derecha en Europa

Notas sobre el auge de la extrema derecha en Europa

1.- La extrema derecha no es el fascismo, aunque en algunas cosas se le parezca. Podríamos decir al modo de Emmanuel Terray que la extrema derecha “se mueve en el espacio intermedio que separa a la derecha clásica del fascismo”. Si en la derecha hay siempre una pulsión a favor del orden establecido, no es el caso del fascismo que pretende la construcción de un Estado nuevo, que alienta a las masas contra las élites, que cree en la violencia y en la guerra como estado superior de la realización humana y que hace del vínculo directo entre el líder y las masas la forma suprema de la política.

No hace falta recordar que para Carl Schmitt el estado nazi y el estado bolchevique tenían una cosa común: era las dos formas de estado modernas. Esto no significa que no haya espacios de proximidad entre la extrema derecha y el fascismo. Buena parte del programa –sobre todo por lo que hace a la exaltación nacional, la defensa de una identidad excluyente conceptualmente cercana a la idea de raza y a la identificación pueblo patria- es compartida.La derecha democrática se mueve actualmente entre los parámetros del llamado neoliberalismo económico y el conservadurismo social.

Los neoliberales ponen el acento en la desregulación de la economía, en el papel ancilar de la política supeditada a las exigencias del poder financiero global, en el cosmopolitismo, en la globalización sin fronteras, en la prioridad del crecimiento y del beneficio empresarial sobre la redistribución y la cohesión social. Aunque el crecimiento de momento sólo beneficie a unos pocos, a la larga acabará reportando beneficios a todos, como el agua que cae del cielo.

El escritor suizo Jonas Luescher bautizó este argumento como teoría del estiércol de caballo: “Cuanta más avena demos al caballo, más abundante será su producción de excrementos y los pajarillos tendrán más para comer”. Apoteosis de la idea de desigualdad y del desprecio del neoliberalismo por el común de los mortales. El conservadurismo apuesta por la continuidad, por la tradición, por los valores cristianos, por el orden por el marco patriótico y nacional. Ambas concepciones raramente se dan en estado puro, y más bien se han ido acoplando en la medida en que el neoliberalismo marca los límites de la gobernanza económica y el conservadurismo aporta la cobertura política, para hacer más llevaderas las incertidumbres que el proceso de globalización genera en los ciudadanos.

François Fillon es un ejemplo casi perfecto de ello: él mismo se presenta como liberal en lo económico y radical conservador en la tradición de la derecha católica francesa.En este contexto, la extrema derecha representa la radicalización de los valores conservadores para encuadrar a unas clases medias y populares que se sienten abandonadas e indefensas. Los valores fundamentales son compartidos: orden, autoridad, jerarquía, desigualdad, defensa de las instituciones, nacionalismo fundamental, prioridad a los nacionales, lo que vería es el nivel de intensidad. Volviendo a Emmanuel Terray: “Si la derecha clásica sólo admite la violencia si se ejerce en los límites fijados por la ley; la derecha extrema la contempla como un medio entre otros, a utilizar en función de las circunstancias”. Y así el rechazo al extranjero se convierte en xenofobia, el patriotismo en nacionalismo identitario y chauvinismo, la lucha antiterrorista en guerra al Islam, la autoridad en autoritarismo.

Y una última precisión conceptual: hay que abandonar la inflación de palabras usadas con intencionalidad política, ya que nada significan: no aportan conocimiento sino confusión; no sirven para entender sino para fomentar la ignorancia. La razón de su uso es estrictamente descalificatoria. Simplemente, se trata de colocar una etiqueta al adversario que le marque como excluido. Me refiero especialmente a populismo y antisistema. Y ahora está entrando en escena una tercera que camina rápidamente hacia este papel de gadget ideológico para todos los servicios: posverdad.A juzgar por los discursos oficiales, Marine Le Pen, Trump, los Grillini, el independentismo catalán y Podemos tienen en común que son populistas y antisistema. Magnífico recurso para descalificar a todo aquello que desborda los estrictos límites del monopolio tradicional del poder, sin aportar información ni conocimiento alguno. Lo único que une a cosas tan dispares es que son diferentes expresiones al malestar generado por los estragos provocados por los años nihilistas en que se creyó que todo era posible, que no había límites al capitalismo, que acabaron con la crisis de 2008, y por la gestión que de ella hicieron los gobiernos conservadores y socialdemócratas.

Pero la extrema derecha, ya sea en su versión norteamericana –Trump- o en su versión francesa –Le Pen- no tiene nada de antisistema, al contrario, es el plan B autoritario del sistema, y el independentismo catalán será anticonstitucional pero sumamente respetuoso con el sistema económico y social.Igualmente, populismo es una palabra que atrapa todo, que ya no significa nada. Sus definiciones más solventes son dos: hacer promesas a la ciudadanía a sabiendas que no podrán ser cumplidas. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Nada se ajusta tanto a esta definición como la campaña electoral de Rajoy de 2011. La otra definición gira en torno a la conversión del pueblo en sujeto político de cambio, bajo liderazgos personales fuertes. Pero el pueblo es un concepto demasiado amplio, que sólo adquiere sentido desde la pluralidad que lo constituye. Algunos dirigentes de Podemos han hecho suya la idea de populismo, para identificar la construcción de un nuevo relato de base popular. Pero que poco tiene que ver con el uso descalificativo que se hace del término populismo, y con los otros movimientos identificados como tales. En cuanto a la posverdad -`presentar como novedad la apelación a los sentimientos y a las emociones en política’-, me parece ridículo. La novedad es que la viralización de las mentiras las convierte en verdades con grandes dificultades para combatirlas. Para revisar el crecimiento de la extrema derecha en Europa hay que despojarse de estos tópicos.

2.- En general, toda Europa viene sufriendo un desplazamiento a la derecha desde los años 80. La inseminación de la derecha clásica por el llamado neoliberalismo, que ha dado lugar a una síntesis a menudo llamada neoconservadurismo, en un contexto de inseguridad e incertidumbre creciente; y la incapacidad de la izquierda para dar respuesta al desamparo de las clases medias y populares hundidas por la crisis, ha dejado espacio libre al crecimiento de la extrema derecha en Europa. La derecha clásica ha sido radical en las devastadoras políticas económicas, pero discreta y prudente en el discurso público. Y la extrema derecha, sin complejos a la hora de levantar la voz, ha canalizado las iras de muchos sectores. Y ha conseguido arrastrar a buena parte de la derecha –e incluso a la izquierda en algunos casos- para hacer su propia agenda.La extrema derecha se nutre de las crisis de las clases medias. Como ha descrito Marina Subirats, desde los años 90 se fue construyendo la ilusión de que toda la sociedad era una inmensa clase media, con unos pocos ricos en la parte de arriba de la pirámide que habían optado por la secesión, y unos sectores marginales, casi invisibles, por la parte de abajo. Unos compraban en Zara y otros incluso en Louis Vuitton pero la quimera de la felicidad estaba construida con los mismos mimbres mentales del consumismo de masas. Esta ilusión se quebró con la crisis de 2008 que rompió a las clases medias por la mitad. Los que conservaron el empleo y pudieron mantener su trabajo profesional, favorecidos por la caída de la inflación, pudieron trampear la crisis razonablemente, pero se sintieron asediados por una de los sentimientos que más rápidamente se propagan en las clases medias: el miedo.

Los que perdieron posición y se encontraron ante un abismo que creían ya superado para siempre, entraron en el desconcierto y la angustia. Y muchos de ellos abandonaron a los partidos en los que habían confiado al sentirse traicionados y se dejaron llevar por el rechazo a la política o por las promesas de redención comunitarista que ofrecía el discurso duro de la extrema derecha. La izquierda vio cómo su propio electorado se iba al otro lado del espectro. Y la derecha, pero también la socialdemocracia, optaron por el mimetismo de la extrema derecha: seguridad, xenofobia y miedo, con lo cual no hicieron más que reforzarla.3.- La ciudadanía, en su desamparo, necesitaba chivos expiatorios: los encontró en los inmigrantes y en las élites. La crisis de los refugiados –a la que Ángela Merkel intentó inicialmente responder con franqueza, pero acabó acomodándose al estado general de opinión- reforzó el discurso contra los extranjeros, convirtiendo a los nacionales en víctimas y presentando a los inmigrantes como privilegiados que nos roban bienes y derechos.

Desde esta perspectiva se han ido desplegando todos los tópicos del discurso de extrema derecha: excepción nacional, antieuropeísmo, repliegue identitario, prioridad a los autóctonos, comunitarismo, rechazo a la diversidad cultural. Los atentados del terrorismo yihaidista han reforzado el rechazo al extranjero, convirtiendo a los musulmanes en principal chivo expiatorio.El complemento ideológico de la extrema derecha es el discurso antiélites, que les permite presentarse como lo que no son: una alternativa al sistema. En realidad, la extrema derecha es el plan B del sistema: la vía más directa hacia el autoritarismo posdemocrático. Pero se trata de capitalizar la reacción de la ciudadanía contra unas clases dirigentes y contra una clase política que, escondida detrás del discurso de los expertos, se ha ido alejando de la ciudadanía y desconectando de ella. Y para ello se presenta como personas ajenas a los que mandan, cercanas al pueblo y parte de él. Autenticidad popular como fondo de legitimación: somos como todos. El discurso antiélites es también una respuesta a una política que está transformando la democracia por la vía de la transferencia de la soberanía hacia la aristocracia de los expertos. Es decir, hacia la liquidación de la democracia liberal.4.- La derechización de Europa debilita enormemente los valores de las grandes tradiciones liberales y republicanas europeas. Como si la enorme inundación producida por la globalización, que siguió a la caída del muro de Berlín, siguiera todavía activa. Primero, se llevó por delante al comunismo, después a la socialdemocracia, ahora tocaría al liberalismo.

La razón crítica, la conciencia universal expresada en el imperativo categórico kantiano, la idea de humanidad como portadora de derechos básicos de todas las personas, las libertades civiles, se sienten amenazadas. Y el principio republicano es reemplazado por un comunitarismo de la peor especie. Y lo grave de la situación es que la derecha abandona el liberalismo ideológico –que no el económico- para hacer suya la agenda de la extrema derecha. Lo hemos visto en Francia donde la derecha católica, tradicional y conservadora ha desplazado al más liberal de los candidatos de las primarias, Alain Juppé, a favor del neoconservadurismo de François Fillon. Y no olvidemos que la derecha española ha sido pionera en este sentido. Mariano Rajoy intentó imponer una contrarreforma en los primeros años de su mandato. El presidente quiso demostrar que la derecha había recuperado el poder sin complejos, y puso en acción al arsenal católico, conservador y centralizador. Desde la impunidad de la mayoría absoluta, implementó tres proyectos estrella que encargó a los tres ministros con más carga ideológica del Gobierno: la ley de Educación de Wert, la ley Mordaza de Fernández Díaz, y la del Aborto, en manos de Alberto Ruiz Gallardón. La propina fue la reforma laboral. Los tres ministros ya no están, sacrificados a mayor gloria del presidente. La reforma del aborto quedó en intento. La Lomce ya ha decaído, envuelta en una promesa de pacto sobre la educación. Y la ley Mordaza está en el punto de mira de la oposición. España resiste, en parte porque la reacción contra la crisis nihilista ha venido de la izquierda y no de la extrema derecha.

moderado por:

  • Eddy Sánchez

    Profesor de Ciencias Políticas de la UCM y Director de la Fundación de Investigaciones Marxistas

  • Ana Barba

    Edafóloga, activista social y política por la democracia participativa, el feminismo y la ecología.

Conclusión del debate

El pasado noviembre de 2016 Espacio Púbico y CTXT iniciaron un debate inédito en los medios de comunicación, no solo españoles, sino europeos. A una década del comienzo de una de las crisis económicas más profundas desde el crack de 1929, los debates, cuando se han tenido, han girado sobre la idea de reformar el capitalismo; sin embargo, desde Espacio Público hemos decidido preguntarnos sobre el socialismo.

Conscientes de que el verdadero poder consiste en lograr que no se hable de lo que no interesa a quienes lo detentan, el economista y sindicalista Bruno Estrada elaboró el guión sobre el que se desarrolló el debate, moderado por Ana Barba, Portavoz de Ganemos Madrid y por Eddy Sánchez, Profesor de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM.

Durante tres meses y a través de treinta intervenciones, académicos, militantes de todas las izquierdas, activistas de movimientos sociales, sindicalistas y periodistas desarrollaron uno de los debates políticos más intensos dirigidos a responder a una pregunta: qué entendemos por socialismo hoy.

El socialismo hoy nace ante la evidencia de pensar en términos estratégicos, atendiendo a la necesidad de poner la mirada en las dinámicas de fondo que recorren nuestras sociedades y la incertidumbre de encontrarnos, ante una gran transición geopolítica y de los modos en que se ha organizado nuestra sociedad y formas de trabajar.

Movimientos de fondo que se profundizarán ante los escenarios que se mueven, entre el énfasis en una economía global en que el capital cada vez tendrá menos impedimentos para circular por el mundo y las reacciones y resistencias que genera.

La expansión de la globalización económica ha resucitado no solo expresiones de identidades étnicas y locales, sino que ha resucitado al gran sujeto a través del cual el socialismo ha desarrollado sus estrategias a lo largo del siglo XX: el poder del Estado.

Durante esta década de crisis han surgido movimientos sociales que han ido construyendo dinámicas de movilización con el objetivo de enfrentarse a los expolios originados por la movilidad del capital, que ven en el Estado la principal estructura de oportunidad para las formas de actividad política de dichos movimientos.

El objetivo de democratizar la economía aparece de nuevo como la estrategia más adecuada para emprender planes de cambios sociales radicales, algo que fue compartido por las estrategias socialistas y socialdemócratas del pasado siglo.

La idea sobre el declive de los Estados territoriales y su necesaria recuperación o no, la necesidad de elaborar estrategias globales que superen el “repliegue” hacia el Estado-nación, la participación de los trabajadores en la gestión y el capital de las empresas, la cuestión del trabajo y del sujeto de cambio sustentado sobre el trabajo o la concepción del cambio social sobre la idea del desarrollo en términos de atraso-modernidad o la constatación de su necesaria superación, son parte de los ejes de un debate al que invitamos a profundizar.

Finalizamos este debate con un acto el próximo martes 21 de febrero a las 12h en la Facultad de CC. Políticas y Sociología de la Universidad Complutense.

Ponencia inicial

El socialismo de este siglo

El socialismo de este siglo

  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

El verdadero poder consiste en lograr que no se hable de lo que no interesa a quienes lo detentan. Hace nueve años estalló la mayor crisis financiera, económica y social de los últimos ochenta años, ocasionada por una creciente desregulación de los mercados financieros a escala global y por la creciente concentración de capital vivida en las últimas décadas en muy pocas manos, como nos muestra Piketty, una crisis que por su magnitud solo es comparable con el Crac de 1929 y, sin embargo, la palabra socialismo está ausente del debate político. Curioso.

Desde tiempos inmemoriales se han producido movimientos de protesta contra los privilegiados. Los bagaudas eran tropas de campesinos sin tierra que lucharon contra los latifundistas patricios y las legiones que los protegían en las postrimerías del Bajo Imperio romano. La rebelión armada de más de trescientos mil campesinos alemanes que se inició en 1525, la movilización social más importante de Europa antes de la Revolución Francesa, ponía en cuestión la gran concentración de tierras y riqueza de la que gozaban los príncipes de la Iglesia católica. Thomas Müntzer, uno de sus principales líderes, incluso pregonaba que todos los cristianos debían tener las mismas propiedades y que, por tanto, se debía abolir la propiedad privada y repartir todos los bienes de la Iglesia entre los integrantes de la comunidad cristiana.

Pero el concepto político del socialismo no surgió hasta el desarrollo del capitalismo en las sociedades europeas, bastante avanzado ya el siglo XIX, tras las profundas transformaciones que experimentaron esos países. En menos de un siglo atrasadas sociedades agrarias se convirtieron en modernas sociedades industriales con un alto grado de urbanización, con una gran concentración de trabajadores en inmensas fábricas y en las que el capital sustituyó a la religión como principal herramienta de cooperación social.

Pero el capital, a diferencia de la religión, no crea sentimiento de pertenencia a una comunidad,  ya que los valores predominantes en una sociedad basada en la libertad de creación y acumulación de capital son esencialmente insolidarios y egoístas. A partir del siglo XVIII los nuevos grupos sociales emergentes, la burguesía industrial y financiera, necesitaron un cambio de paradigma moral que definiera lo que estaba bien y mal en las nuevas sociedades capitalistas. Se trataba de dotar de una superioridad moral al individualismo egoísta que fomentaba el incipiente capitalismo industrial inglés, imprescindible para lograr hegemonía cultural. No hay que olvidar que los pobres eran abandonados a su suerte en las grandes ciudades industriales inglesas. El capitalismo industrial inglés no solo tenía que “vencer” comercial y/o militarmente al del resto del planeta, también tenía que “convencer”. El individualismo insolidario debía ser moralmente superior al comunitarismo sumiso que imponía la religión, por eso el “darwinismo social” de Spencer impregnó la ideología de las clases dirigentes capitalistas en el siglo XIX.

El socialismo surge, antes que como una ideología, como un grito desesperado de quienes eran explotados con salarios de miseria en trabajos rutinarios, mecánicos y alienantes. Bertolt Brecht contaba que, en los años veinte, en las reuniones de los intelectuales alemanes comprometidos con la Revolución con los obreros se suscitaba a menudo una pregunta: ¿Qué es el socialismo? No como un sistema definido por conceptos más o menos abstractos, sino como algo concreto, comprensible para los obreros analfabetos, embrutecidos por un trabajo duro y repetitivo. En una de esas reuniones nocturnas, robando unas horas al descanso imprescindible para recuperar fuerzas después de un agotador día de trabajo, un corpulento minero con su cara tiznada por los restos el carbón respondió: “Socialismo son patatas”. Durante gran parte del siglo XIX, el socialismo, en una sociedad capitalista que era tremendamente depredadora para la inmensa mayoría de los trabajadores, significaba en primer lugar lograr un sistema económico que garantizara condiciones de materiales de vida dignas y que pusiera freno a la explotación.

Hay que esperar hasta el siglo XIX para que emerja una elaboración ideológica, de la mano de intelectuales burgueses como Carlos Marx y Friedrich Engels, capaz de ofrecer no solo una crítica global a las desigualdades sino también la formulación de valores sobre los que debiera erigirse una sociedad, que superara los valores de supervivencia propios de Sociedades de la Necesidad. El socialismo, desde sus orígenes, está profundamente imbricado con la democracia, ya que es un instrumento de cooperación social horizontal, en el que todos pueden participar en la determinación de los fines por los que se coopera, a diferencia de la religión y el capital. El sufragio universal era para Bernstein el gran arma del proletariado, donde este se implantaba los trabajadores lograban grandes avances sociales.

Hay que recordar que a principios del siglo XX, en la mayor parte de los países europeos la democracia tan sólo podían ejercerla quienes tenían un cierto patrimonio, la llamada democracia censitaria. La lucha por el sufragio universal formó parte de las reivindicaciones y luchas obreras casi desde sus inicios. Ya en 1836 la Asociación de Trabajadores de Inglaterra elaboró la Carta del Pueblo en la que exigía el voto universal y secreto. La extensión de la democracia para todos los ciudadanos suponía que las organizaciones obreras no solo defendían los intereses materiales de un grupo social explotado, sino también unos valores de libertad e igualdad social que implicaban al conjunto de la sociedad. Ensanchando la base de la democracia, construyendo comunidad entre trabajadores, es como ganaron hegemonía cultural las ideas socialistas.

Las luchas que se englobaron bajo el paraguas ideológico del socialismo tenían la idea de construir sociedades más justas y libres, por eso plantearon actuaciones en tres ámbitos: en el económico, buscando la mejora del bienestar material de los trabajadores; en el político, impulsando la democratización de la sociedad para que cada trabajador-ciudadano fuera libre para decidir sobre su futuro; y en el cultural creando, gracias al concepto de clase, la percepción emocional de que los excluidos pertenecían a una comunidad.

En Rusia, tras la Revolución de 1917, se produjo una alteración sustancial de los principales valores que conformaban el socialismo.  A la igualdad se la consideró preeminente sobre la libertad, como un fin en sí mismo, no como un medio para conseguir “mas libertad para más personas”, en términos de Stuart Mill. Lenin, en 1920 durante el VIII Congreso de los Soviets, apenas transcurridos tres años desde el inicio de Revolución Rusa lanzó un epigrama, una consigna, lo que hoy sería un mensaje de Twitter, que intentaba sintetizar para las masas de obreros y campesinos iletrados qué era el socialismo: “el poder de los soviets más la electrificación”. La electrificación a principios del siglo XX representaba la modernización, los avances técnicos logrados por el capitalismo, que distribuidos a través de un sistema dirigido por los soviets, permitiría garantizar condiciones de vida dignas para todos. Las “patatas” demandadas por el minero alemán.

Sin embargo, los soviets, los organismos democráticos de los que se dotaron los trabajadores rusos para hacer oír su voz en las fábricas y en la política, fueron esclerotizados poco a poco por los bolcheviques. Quienes entendieron el socialismo como la estatalización de la mayor parte del aparato productivo intentaron competir con el capitalismo en su capacidad de proveer bienes materiales, pero esa carrera la ganó el capitalismo y finalmente significó el fin de la Unión Soviética. La estatalización del aparato productivo se acompañó de un proceso de restricción de las libertades y de la participación política que estaba en contra de las bases mismas que habían dado lugar al concepto político del socialismo. Los regímenes del autodenominado “socialismo real” terminaron ofreciendo pocas patatas, a la vez que secuestraban la democracia y la libertad. Mal negocio.

Alguien tan poco sospechoso de ser socialista, como Joseph Schumpeter, intuyó que la verdadera amenaza del capitalismo eran los cambios sociológicos que se iban a producir en las Sociedades de la Abundancia creadas por el propio capitalismo. En su libro “Capitalismo, Socialismo y Democracia”, escrito en 1941, ya dijo que son los éxitos del capitalismo los que le condenan. Percibió que las democracias liberales de principios del siglo XX, por presión de los partidos y los sindicatos, estaban mutando hacia estructuras sociales más inclusivas, desarrollando la democracia industrial y sólidas instituciones públicas con capacidad regulatoria sobre la actividad económica.

Hoy se puede comprobar cuánta razón tenía. Los países del planeta más ricos, inclusivos y democráticos, los países nórdicos, son aquellos que han sido capaces de crear grandes cantidades de capital y de distribuirlo con relativa equidad entre toda su población gracias a la profundización de la democracia. Es decir, en estas inclusivas Sociedades de la Abundancia se ha producido una cierta agonía del homo economicus que ya predijo Schumpeter y se observa un crecimiento de valores altruistas, de libertad, postmateriales, laicos y solidarios, según nos indica la World Value Survey, una hegemonía cultural del “universo de los valores socialistas”. Ello ha sido posible porque una gran mayoría de la población de esos países tiene sus necesidades materiales básicas cubiertas, garantizadas por un marco de relaciones laborales que protege los derechos de los trabajadores y por un Estado del Bienestar que les provee de vivienda, educación y sanidad.

De forma paralela se ha producido una fuerte penetración de la ideología neoliberal entre las élites económicas y políticas, incluidas las vinculadas a los partidos socialdemócratas. Con la Tercera Vía la mayor parte de sus líderes participaron de esa hegemonía cultural neoliberal, adoptando una posición de sumisión al marco político, económico y social definido por los intereses de la oligarquía financiera: la globalización financiera y comercial.

A finales de los años noventa y principios del S. XXI se produjo una situación paradójica. La tecnoestructura política de la socialdemocracia compró la agenda política neoliberal, y en ese sentido la hegemonía cultural cambió de manos. Por primera vez la vieja socialdemocracia se situó por detrás del cambio social, en muchas ocasiones incluso frenándolo. Por ello, sus partidos, cómplices activos de las políticas neoliberales, pierden el apoyo de su base electoral en muchos países europeos, en Alemania, en Francia, en España, en Grecia, en Austria.

Lo que ignoraron los líderes de la Tercera Vía es que una elevada desigualdad social no es solo una consecuencia no deseada del actual sistema económico dominante, sino parte consustancial de él. De ahí que el concepto de igualdad de oportunidades resulte vacío en términos políticos. La desigualdad es funcional para las élites del capitalismo, tal como expresaba Mandeville, ya que permite que los valores de supervivencia, predominantemente  egoístas y de escasa sociabilidad, tengan un importante peso en las sociedades ricas.

En las Sociedades de la Abundancia, en las que se enquista una elevada desigualdad durante un largo periodo de tiempo, se termina erosionando la propia democracia, y eso lo aprovechan algunos grandes latifundistas de capital para privatizar la política, como ha ocurrido con Trump en EEUU, en la Italia de Berlusconi, o en la España del Partido Popular y su financiación corrupta.

El concepto político de socialismo ha ido cambiando en función de las transformaciones sociales que se han venido produciendo, por eso el gran reto del socialismo en este siglo es su capacidad de representar, en términos de intereses pero también en términos emocionales, de valores, a un universo de trabajadores mucho más amplio: a un creciente volumen de jóvenes trabajadores de actividades de servicios, de alta y baja cualificación, con escasa capacidad de negociación de sus condiciones individuales y colectivas de trabajo, a caballo entre una creciente explotación laboral y unas relaciones contractuales que suponen una mercantilización de las relaciones laborales (economía colaborativa, externalización productiva, trabajadores autónomos); representar a una menguante clase obrera industrial pero en la que un gran número de trabajadores aun conserva una notable capacidad de negociación colectiva, gracias a la actuación de los sindicatos; a un número creciente de trabajadores de alta cualificación, formados gracias a un sólido sistema de educación pública, con un elevado poder de negociación individual o colectivo de sus condiciones de trabajo, lo que en términos de consumo les ha permitido ser considerados como clase media. Este es el grupo social en el cual es más patente la agonía del “homo economicus”.

En la actualidad la vieja socialdemocracia esta en una terrible encrucijada: apenas encarna al primer grupo social; representa porciones cada vez menores de una decreciente clase obrera en competencia no solo con movimientos políticos más a la izquierda, sino también más a la derecha (fenómeno Berlusconi, Le Pen o Trump); y el fracasado experimento de la Tercera Vía le ha desconectado del profundo cambio de valores que ha experimentado el tercer grupo social. En los países desarrollados hemos asistido al aumento de los trabajadores pobres, en mayor medida tras la Gran Recesión de 2007, y de forma paralela a la creciente utilización demagógica por parte de la derecha política populista de sentimientos comunitarios arcaicos y excluyentes, la pertenencia a una religión, raza o nación. Asimismo, en la medida que las trabajadoras y trabajadores se han hecho más diversos, resulta evidente que el concepto marxista de clase es incapaz de ofrecer una identidad colectiva muy amplia, con capacidad de construir hegemonía.

El socialismo del siglo XXI debe seguir siendo capaz de ofrecer una mejora del bienestar material, “patatas”, para los dos primeros grupos sociales, por eso no debe despreocuparse por el crecimiento económico y por lograr un reparto más igualitario de la riqueza generada. Pero debe ofrecer bastante más. El socialismo debe identificarse como una organización social en la que todos los ciudadanos puedan disfrutar de altos grados libertad en todos los campos de la vida personal y social, no solo los más ricos ni los que han accedido a una mayor cualificación y formación. Por eso las fuerzas que se reclamen socialistas deben avanzar en la democratización de la economía, el lugar donde se quedó varada la vieja socialdemocracia a finales del siglo XX.

Un socialismo de este siglo debe integrar, como elementos complementarios, al Estado y al mercado. Lo más relevante para generar sociedades más igualitarias y más libres no es la forma de distribuir los bienes y servicios producidos, sino la propiedad de las empresas. Socialismo debe ser sinónimo de una democratización de la economía que debe entrar en la empresa, creando sólidos espacios de capital “colectivo”, como planteó la ley de cogestión alemana de 1976, los Fondos Colectivos de Inversión de los Trabajadores que se instauraron en Suecia en 1984, el Fondo de Solidaridad creado por la Federación de Trabajadores de Quebec en 1983, o el fondo del petróleo de Noruega de los años noventa.

A lo largo de su historia la democracia ha sido el mejor instrumento que ha encontrado el ser humano para aunar colectivamente los vectores de libertad, conocimiento y cooperación, que son los que modernizan las sociedades, no solo tecnológicamente sino también en términos de valores morales. La ampliación de la base de la democracia exige democratizar la globalización, profundizar en la democratización de los Estados-nación, democratizar las empresas y, cómo no, democratizar el futuro, esto es, tener en consideración que nuestros actos de hoy van a condicionar la vida de cientos de millones de personas mañana, por ejemplo en relación al cambio climático.

Las recientes elecciones de EEUU han puesto en evidencia que el centro del conflicto económico, político y social sigue situado entre dos polos: la democratización de la economía o la privatización de la política. Es evidente que la democratización de la economía tiene una gran potencialidad redistribuidora, pero el reto del socialismo de este siglo también debe ser el reconstruir para millones de trabajadores una percepción emocional colectiva vinculada a la ciudadanía democrática: “pertenecen a una misma comunidad todos los individuos que libremente participan en la toma de decisiones sobre su futuro colectivo”. La democracia es el instrumento de transformación colectiva mediante el cual las trabajadoras y trabajadores deben reconquistar la hegemonía cultural perdida frente a los latifundistas de capital.

moderado por:

  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

  • Nalonso

    Profesora en la URJC y miembro de EconoNuestra

Conclusión del debate

«La austeridad es una falacia». Así comenzaba la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos y miembro de EconoNuestra, Nuria Alonso, un debate organizado por Espacio Público, EconoNuestra y Economistas Frente a la Crisis para analizar y explicar las consecuencias de las políticas de recorte en Europa y sus alternativas.

En el coloquio moderado por el economista Iván Ayala han intervenido además Nacho Álvarez (secretario de Economía de Podemos), Manuel de la Rocha Vázquez (secretario de Economía del PSOE) y Bruno Estrada (miembro de Economistas Frente a la Crisis y adjunto al secretario general de CCOO).

Nuria Alonso se ha referido a la idea del despilfarro del capitalismo que explica la aplicación de esta política de recortes que ha asolado Europa. «La austeridad ha cuajado en la calle, por eso hemos votado lo que hemos votado», ha añadido la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos.

Manuel de la Rocha Vázquez ha abogado por el concepto erróneo de austeridad que los neoliberales «utilizaron para atacar el Estado de Bienestar». Además, el secretario de Economía del PSOE cree que los defensores de esta ideología han utilizado esta idea para avanzar en los recortes y subir los impuestos.

El secretario de Economía de Podemos ha hecho alusión al «robo» de este término por parte de los mandatarios europeos al movimiento ecologista, quienes planteaban una austeridad «sensata, con unos recortes necesarios para hacer frente al consumismo exacerbado».

En cuanto a los efectos, Alonso sostiene que el problema de todo esto es que, con la excusa de vivir por encima de nuestras posibilidades, las autoridades europeas han aprovechado para recortar en los gastos sociales y, al mismo tiempo, ceder ese dinero al sector privado. «La prestación al servicio público ha quedado totalmente mermada».

Bruno Estrada ha mencionado una cartografía de los recortes en la que se analiza la evolución del gasto público de las administraciones públicas entre 2009 y 2014. Este informe, elaborado por CCOO, estimó que se habían recortado 77.000 millones de euros.
Asimismo, el miembro de Economistas Frente a la Crisis considera que «este ajuste salarial ha aumentado las desigualdades entre los españoles».

Estrada cree además que la Unión Europea no tiene los recursos suficientes para paliar este problema económico, lo cual refleja la debilidad de las instituciones europeas. «Eran otras políticas las que se tenían que haber aplicado en Europa», ha zanjado.

«Por supuesto que la austeridad ha sido un éxito. Sin duda, esta política de recortes ha sido utilizada para blindar el capital financiero controlado por un cierto sector de la derecha europea, especialmente de la alemana», ha argumentado Nuria Alonso para explicar los errores que se han cometido a la hora que aplicar estas políticas.

El secretario de Economía del PSOE ha afirmado que hay que valorar el tamaño del sector público para garantizar el Estado de Bienestar. «Hay que luchar en Europa para que se respete la unión monetaria y fiscal, que inyecte dinero público y reduzca el déficit público de forma gradual».

Brexit y austeridad

«Son muchos los gobiernos de la Unión Europea, entre ellos Cameron, que han utilizado estos ajustes para apretar las tuercas a la ciudadanía que tanto ha luchado conseguir los derechos otorgados por el Estado de Bienestar», ha dicho Nacho Álvarez, quien además sostiene que Reino Unido podía haber evitado los recortes, ya que no pertenece a la Unión Monetaria. «Cameron ha hecho recortes porque ha querido», ha aclarado.

Estrada ha hecho referencia a la práctica interesada de estas medidas por parte de los mandatarios europeos y, especialmente, de los líderes ingleses: «Cuando ocurrieron los atentados de París, de repente, Gran Bretaña se olvidó de estas austeridad para invertir en un armamento necesario que eliminara al Estado Islámico».

Álvarez cree que hay que revertir los recortes para solucionar esta situación. «No hay que gastar sin más, sino revertir los recortes que han dejado profundas cicatrices en el Estado de Bienestar».

El secretario de Economía del PSOE confía en la inversión europea de redes transeuropeas que defiendan el bienestar público y actúen contra el cambio climático. También, sostiene que los países con más margen, como Alemania, podrían hacer una inversión más proactiva para ayudar a los estados miembros. En cuanto a España, De la Rocha determina la defensa de las clases trabajadoras como un principio básico para acabar con estas políticas de ajuste.

Por último, la miembro de EconoNuestra, como reflejó en su aportación a través del debate online abierto en Espacio Público en torno a las consecuencias y soluciones de estas políticas de ajuste, ha manifestado la importancia del papel del sector público para terminar con la austeridad. «Hay que regular la actividad privada para revertir la situación porque esta iniciativa no es capaz de hacerlo. Sigo confiando en la defensa del Estado de Bienestar para hacer frente a esta crisis», ha zanjado.

Ponencia inicial

¿Hacia dónde nos conduce la austeridad?

¿Hacia dónde nos conduce la austeridad?

moderado por:

  • María Eugenia Rodríguez Palop

    Eurodiputada de Unidas Podemos. Titular de filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid.

  • Vanesa Jiménez

  • Ignacio Sánchez-Cuenca

    Profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III y consejero editorial de CTXT

Conclusión del debate

«Cómo financiar un buen medio, esa la gran cuestión». Así planteaba el filósofo y escritor Santiago Alba Rico la necesidad de garantizar y fomentar la pluralidad de los medios para acabar con el «paradigma letrado» que impera en nuestra sociedad.

En un debate organizado por Espacio Público y CTXT, la periodista Rosa Pereda, la profesora de Filosofía del Derecho María Eugenia Rodríguez Palop, el politólogo Víctor Alonso Rocafort y Santiago Alba Rico han discutido sobre el papel de los intelectuales y los medios en la esfera pública, y sobre su influencia en la agenda política actual. Miguel Mora, director de CTXT, ha sido el encargado de la moderación y planteamiento del tema.

En su intervención, Rosa Pereda ha insistido en que, a pesar de la degradación de la esfera pública, los intelectuales siguen estando presentes como siempre y, por supuesto, «luchando como cuando lo hacíamos contra Franco».

«Los intelectuales están en trance de desaparición», ha explicado Santiago Alba Rico. Cree que «sigue habiendo muchas palabras, pero no hay intelectuales».

Francia, según ha dicho, es de alguna manera una excepción: «La intelectualidad forma parte del folclore francés, pero es de derechas, islamófoba y capitalista, por lo que influye en el discurso y en la ciudadanía».

Alba Rico considera que los medios de la transición tuvieron mucha importancia, mientras que ahora, estos mismos medios se están pasando al lado oscuro. Para él, «España, por un lado, es débil y por eso se va a la derecha y, por otro lado, hay una parte indeterminada de la sociedad que es la que hay que trabajar para vincularla al discurso».

El ensayista además ha afirmado que la filosofía ya no existe, ya que ésta estaba sujeta a la narrativa. «Esto se debe al capitalismo», ha explicado.

María Eugenia Rodríguez Palop ha iniciado su intervención con una serie de datos que refleja el panorama de la mujer en el mundo de la universidad: el 56,6% de las graduadas universitarias son mujeres, el 40% son profesoras titulares, hay un 20% de catedráticas y solo una rectora.

La profesora de Derecho se ha mostrado muy crítica con la carrera académica, ya que el sistema «impuesto» permite que los alumnos absorban estructuras de dominación por parte de los profesores.

María Eugenia Rodríguez Palop, quien ha asegurado que «los medios se rigen por la lógica del capital financiero», cree que los intelectuales deben ser pensadores autónomos y críticos. Y sobre todo, tienen que deberse al servicio público.

Víctor Alonso Rocafort, el único de los cuatro participantes que ha reivindicado la política, ha propuesto dejar atrás el régimen del 78, crear nuevos medios y que el intelectual entre en escena desde el cuidado de la palabra.

En cuanto a la Universidad, el politólogo considera que es un «agujero ético» en el que unos grupos de poder someten. «Como no podemos crear una Universidad alternativa, podemos crear unos medios que echen cara a los tradicionales», ha añadido.

Asimismo, Rocafort ha señalado que en España hay una tradición antiintelectual en la izquierda y antireaccionaria que ataca a la ciencia, la filosofía, las humanidades, la música… «La intelectualidad que tenemos que defender es aquella que forme a los ciudadanos como oradores. Por eso hay que potenciar las humanidades, la filosofía y la ciencia para transformar la esfera pública», ha insistido.

Fomentar la pluralidad

«El periodismo no puede ser gratis», ha comentado Alba Rico. Además, el filósofo sostiene que los medios alternativos no han conseguido la autoridad necesaria como sí hicieron otros medios durante la Transición.

Por su parte, Rocafort ha manifestado que tenemos que «repensar muchas cosas», como fomentar un espacio público donde se apoye a todos los proyectos políticos y por supuesto, donde la crítica tenga una aceptación. «Los medios deben de ser muy conscientes para permitir la pluralidad porque eso es lo que garantiza la democracia», ha zanjado.

Juan Carlos Monedero, desde el público, ha destacado la necesidad de optimismo en estos tiempos para la regeneración de la esfera pública. «Deberíamos dejar a un lado los discursos facilones de orden sentimental», ha respondido Santiago Alba Rico al sentirse aludido por las palabras del politólogo.

El encuentro pone broche final al debate abierto por Espacio Público y la revista CTXT desde el pasado mes de mayo titulado Medios, intelectuales y política: un debate largamente aplazado y cuyo ponente, Pablo Sánchez León, trata, entre otros temas, de las ventajas de los intelectuales como grupo sin organización, los intelectuales españoles del 78, las ‘puertas giratorias’ del mundo académico posfranquista, y a quién rinde cuentas el intelectual mediático.

Entre los nombres que han debatido en el espacio virtual, además de los invitados al espacio digital, destacan: Ignacio Sánchez-Cuenca, profesor de Ciencias Políticas de la Carlos III; Leopoldo A. Moscoso, politólogo y sociólogo; José Antonio Pérez Tapias, miembro del Comité Federal del PSOE y profesor decano de Filosofía en la UGR; Jaime Pastor, profesor de Ciencias Políticas; Marina Subirats, socióloga, política y filósofa; o Beatriz Gimeno, consejera y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid.

Ponencia inicial

Medios, intelectuales y política

Medios, intelectuales y política

moderado por:

  • Carlos Enrique Bayo

    Periodista

  • Henrique Mariño

Conclusión del debate

Tras crisis de los refugiados subyace el fracaso político de la UE. Es la conclusión a la que han llegado este jueves los ponentes del debate Europa ante la inmigración, organizado en Madrid por el foro Espacio Público, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y el diario Público. No sería, pues, una crisis coyuntural debido al éxodo motivado por la guerra siria sino la constatación de que las políticas comunitarias han dado la espalda a los extranjeros que buscan un futuro mejor o huyen de conflictos.

“La UE fracasó en su política de emigración, dejándola treinta años en manos de las mafias. No es un problema de individuos sino un problema estructural”, cree el politólogo Sami Naïr, encargado de abrir el acto, celebrado en Ecooo, y que llenó por completo los espacios habilitados para seguir el debate. “La crisis de los refugiados ha demostrado la ausencia de una política común”, añade el filósofo francés de origen argelino, que considera que “Europa ha pisoteado sus valores”.

El último ejemplo, el pacto con Turquía para expulsar a los solicitantes de asilo llegados a Grecia, que a su juicio “no va a funcionar porque los países miembros no lo van a aplicar o lo aplicarán según sus intereses”. Es decir, que no acogerán a los refugiados que deberían. Basta el ejemplo de España, que en seis meses sólo ha recibido a dieciocho de las casi 16.000 personas que se comprometió a traer a nuestro país.

“Puede erigir los muros que quieran, porque las migraciones seguirán”, añadió Naïr, convencido de que hoy en día “la UE no existe” y de que “sus dirigentes no representan a las sociedades europeas”. Frente a esa pasividad institucional, son las ONG quienes asisten a los recién llegados, lo que lleva al responsable de relaciones externas de Médicos Sin Fronteras, Carlos Ugarte, a considerar “impresentable” que sean los voluntarios quienes tengan que asumir la función de la Unión Europea.

“El faro a la hora de adoptar una solución política es tratar a la gente con humanidad”, cree el miembro de MSF. “Uno no puede blindar las fronteras sin que se desvíen los flujos migratorios hacia los puntos más peligrosos, es decir, hacia el mar”. Ugarte, que recordó que en 2015 hubo casi 60 millones de personas desplazadas en el mundo, criticó a Frontex por estar orientado a la protección de las fronteras, “lo que demuestra la ceguera absoluta de la UE”, que permite que el mar “haga una criba”.

“No sólo es una crisis humanitaria sino también una crisis de derechos humanos”, explicó Itziar Ruiz-Giménez Arrieta, profesora de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Autonóma de Madrid. También supone una “crisis de valores de las instituciones europeas, que debería repensar su política exterior”, añadió la moderadora del acto, que dio paso a Estrella Galán, convencida de que “el derecho de asilo ha sido secuestrado, por no decir que ha sido ahogado intencionadamente en el Mediterráneo”.

La secretaria general de CEAR no sólo fue crítica con la “deshumanización” de Bruselas, cuyas estrategias “son parches porque las rutas van a cambiar”, sino también con el Gobierno de Mariano Rajoy. “España ha enseñado a la UE cómo expulsar legalmente a los refugiados, al tiempo que les sigue exigiendo el visado de tránsito, un trámite que no se puede realizar cuando las embajadas cierran debido a las guerras”.

Marina Albiol quiso dejar claro que “ésta no es una crisis humanitaria inevitable sino consecuencia de políticas llevadas a cabo por la UE y Estados Unidos debido a intereses económicos, que es lo que hay detrás de todas las guerras”. La europarlamentaria de Izquierda Unida advirtió además de que “la extrema derecha no está sola”, pues su discurso está siendo compartido por partidos socialdemócratas, conservadores y liberales.

“El acuerdo con Turquía, ilegal e inhumano, es un mercadeo de intereses, pues se compran y venden personas por 6.000 millones”, concluyó Albiol, quien llamó a la movilización de la ciudadanía: “No vamos a ganar nada en los Parlamentos que no se haya ganado previamente en las calles”.

Tras su intervención, tomaron la palabra una veintena de expertos, periodistas, políticos y representantes de ONG. Julio Rodríguez, exjefe del Estado Mayor de la Defensa, criticó el uso de la “estrategia del miedo” por parte de la UE, que ha fracasado por aplicar “soluciones cortoplacistas a problemas que vienen de lejos». El número dos de Podemos al Congreso por Zaragoza, que finalmente no fue elegido diputado en las pasadas elecciones generales, recordó que, tras los atentados de París, las empresas armamentísticas se dispararon en bolsa.

Antonio Miguel Carmona, que encabezó la candidatura del PSOE al Ayuntamiento de Madrid, trajo a la memoria que “Europa creció gracias a la llegada de inmigrantes”. A su juicio, Bruselas no lleva a cabo una política migratoria sino “antimigratoria”, por lo que la gestión de los refugiados supone una “vergüenza”. Carmona, al igual que antes había hecho Galán, censuró que los campos de refugiados se hayan convertido en “campos de internamiento” o de detención. Y abogó por una Europa multicultural: “Debe abrir sus fronteras porque no pertenece a los europeos sino al mundo. Si no es así, dejará de ser Europa”.

Fede García, que trabaja con inmigrantes desde SOS Racismo Araba, criticó “unas leyes que impiden que personas que llevan en nuestro país muchos años no puedan conseguir los papeles”, mientras que el secretario de la federación estatal de la citada organización no gubernamental, Mikel Mazkiaran, pidió la retirada de subvenciones a los partidos que fomentan el odio. “La UE está cometiendo un delito de omisión de socorro, pero como no la podemos enviar a un tribunal, la ciudadanía tiene que tomar la acción”, apuntó.

La necesidad de dar ese paso adelante fue compartido por varios ponentes. Así, la socióloga Cristina Santamarina consideró que “la sociedad civil tiene que pasar a la acción y generar un movimiento cívico, porque no se está poniendo en juego la humanidad de las personas que buscan refugio sino también nuestra propia humanidad”. Por su parte, Patricia Orejudo, profesora de Derecho Internacional Privado de la Universidad Complutense, creyó conveniente “recapacitar sobre cómo nos hemos venido comportando para cambiar esa actitud”.

Rosa Martínez, diputada de Equo, incidió en que en los desplazamientos forzosos también influye el cambio climático, que podría afectar en el futuro al sudeste español. “Es un multiplicador de los efectos políticos, como se refleja en Siria, donde seis meses antes de la guerra una sequía provocó el éxodo a las ciudades”. Por su parte, Nuria del Viso, investigadora Fuhem Ecosocial, subrayó el “problema estructural” de que “pocas personas tengan un nivel de vida despilfarrador a fuerza de explotar los recursos de muchas personas, lo que provoca que termine habiendo desplazados”.

El mundo del periodismo también tomó la palabra. Fernando Berlín se refirió al “fracaso de la moral individual”; Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, advirtió del “peligro de la ausencia democrática”, que provoca “que se actúe a espaldas de lo que exige la ciudadanía”; y Pepe Mejía pidió el derecho a voto para los inmigrantes, el cierre de los CIE y el fin del “negocio» de las deportaciones.

Ussama Jandali, portavoz de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio, coincidió con Albiol en el peligro que representa el avance de la extrema derecha y abogó por luchar para que los ultras y otros partidos “no puedan capitalizar lo que está ocurriendo, llevándonos a la deriva”. Jandali también consideró que “hay que trabajar en origen para evitar que la gente no tenga que huir” y fue crítico con la “hipocresía” de ciertos discursos de izquierda que critican los bombardeos de EEUU pero se tapan los ojos ante los de Rusia.

El economista Manuel Garí denunció que la UE ha sufrido “una involución autoritaria”, por lo que resulta necesaria “una labor ingente de reconstrucción de otra globalización de la solidaridad y la cooperación”, mientras que Pablo Sapag, profesor de la Universidad Complutense y del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, se refirió a la “malversación conceptual” que lleva a “confundir a inmigrantes con refugiados”.

La presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria, Pilar Estébanez, mostró finalmente su tristeza porque “la primera vez que la UE de los Veintiocho tiene una crisis hemos tratado a las víctimas sin dignidad”, lo que le llevó a sentenciar que “la Europa social está muerta”. Para que cambie, Estébanez también apostó por “salir a las calles” para protestar contra “la cloaca y el vertedero de los derechos humanos” en los que se han convertido nuestras fronteras, en palabras de un asistente al acto que intervino tras los invitados.

Este debate presencial, que contó con la presencia de numeroso público e hizo necesario habilitar otra sala en la que los presentes pudieron seguir las intervenciones a través de una pantalla, pone fin al debate online ¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración?, que desde finales de enero puede seguirse a través de la web de Espacio Público.

Ponencia inicial

¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración?

¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración?

¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración?

  • Sami Nair

La UE se enfrenta a dos tipos entremezclados de demanda migratoria; una estructural: la de los inmigrantes económicos; otra coyuntural: la de los solicitantes de asilo. Los primeros intentan escapar de la miseria en países pobres no comunitarios, los segundos huyen de situaciones de guerras civiles. Ahora bien, desde que se proyectó una estrategia de contención de los flujos migratorios en 1986, por causa de la creación de un espacio económico común, materializado por el Acta Única (1986), el Tratado de Maastricht (1991) y los Acuerdos de Schengen (1993) seguidos por el Convenio de Dublín (2003), la UE siempre tuvo una visión de la demanda migratoria instrumental y cortoplacista. Esquemáticamente definido, el lema era: primero favorecer la libre circulación de los comunitarios (adopción de la libertad de circulación y establecimiento en el Tratado de Maastricht), segundo, los extra comunitarios sólo pueden ser aceptados cuando se les necesitan.

Se instauraron varias medidas: el cierre de la libertad de inmigración laboral para los no-comunitarios a cambio de un aumento de la reagrupación familiar para aquellos instalados legalmente en Europa; la reducción drástica de la concesión del estatuto de refugiado y, por tanto, del derecho de asilo; la gestión policíaca del control de fronteras y, por fin, la adopción, en 2003, del principio por el cual el solicitante de asilo no puede interponer su solicitud en el país final de destino sino que debe hacerlo en el de llegada a Europa. Esta última decisión, impuesta por los países del primer círculo europeo (principalmente Alemania y Francia) obligaba a los demás a volverse gendarmes de la estrategia migratoria europea. De ahí la creación de barreras en las fronteras externas europeas para contener a los inmigrantes (campos de internamientos y Frontex).

Esta estrategia ha funcionado con un éxito relativo hasta 2008. Pero la crisis económica, el aumento de las desigualdades entre Europa y África del norte y subsahariana, el empobrecimiento súbito de los países del este sometidos a políticas despiadadas de ajuste estructural, la extensión incontrolable del caos en Oriente Medio con la destrucción del Estado iraquí en 2003 y la descomposición de Siria desde 2011, provocan la huida de millones de personas hacia Europa. Frente a esa enorme demanda de socorro, la muralla de los acuerdos de Schengen y Dublín se ha derribado. Y más grave aún, la UE ha sido incapaz de reaccionar colectivamente.

La tendencia actual de renacionalización de las políticas migratorias, que se perfilaba desde los años 2010, lo demuestra con creces.

En realidad, si las políticas de contención de estos últimos treinta años saltan hoy, es, por un lado, porque han llevado a la acumulación de una enorme demanda migratoria insatisfecha de las poblaciones migrantes y, por otro, porque la UE no tenía una política común de gestión de la misma en su entorno geoeconómico.

Era una ilusión irresponsable considerar que se podía construir un espacio económico europeo rico e integrador sin tener en cuenta la situación económica y política del contexto regional extra europeo: la población de la orilla sur del Mediterráneo va a superar los 356,9 millones de habitantes para mediados de 2030 sin que se pueda prever una mejora en la capacidad integradora de los mercados de trabajo en estos países. En África subsahariana, la población está creciendo rápidamente y va a alcanzar los 1.369 millones de habitantes para mediados de 2030, con un aumento estimado, según proyecciones de la ONU, de 200 millones de personas por década. A eso hay que añadir que África subsahariana no ha reducido su tasa de pobreza estos últimos 25 años. Según un informe del Banco Mundial, “solo consiguió sacar a un 28% de la población de la penuria, porcentaje que chirría frente al norte de África (81%), sudeste asiático (84%) y América Latina y el Caribe (66%).» En consecuencia, la demanda migratoria será incontenible.

Por otra parte, si los países del Este no sufren el mismo auge demográfico, en cambio sí que afrontan una importante demanda de empleo pues sus condiciones de vida y poder adquisitivo están cada vez más condicionados por el euro y el mercado único europeo. De ahí la irreprensible necesidad de emigración hacia la zona euro. Y si desde Afganistán, Iraq, Siria, la demanda migratoria es de peticionarios de asilo, en el fondo también se trata de una emigración económica. Igual desde Eritrea, Somalia, Níger, Libia.

Hoy en día, es de hecho muy difícil diferenciar entre los solicitantes de asilo y los inmigrantes económicos, puesto que todos padecen la misma condición económica y social.

Frente a esta situación, los países europeos están divididos: unos necesitan inmigrantes (Alemania), otros no. Y cada uno va a lo suyo. La única manera de salir de este círculo vicioso, es replantear radicalmente la estrategia europea en materia de inmigración. Por ello, es preciso tener claro una visión de largo alcance.

En primer lugar, se debe admitir claramente, y explicárselo a la opinión pública, que los flujos migratorios seguirán: es verdad, por varias razones, que es imposible abrir las fronteras para volver a la libre circulación e instalación que prevaleció casi hasta 1980, pero la gestión policíaca imperante hoy en día no basta. El aumento de la inmigración ilegal, las dificultades de integración vinculadas a la reagrupación familiar y la proliferación de las mafias de trata de seres humano atestiguan la complejidad del fenómeno migratorio.

En cuanto a la crisis actual de los refugiados, se necesitará años para resolverse, si se resuelve, pues no se puede descartar el derrumbe definitivo de unos Estados actuales y el surgimiento de un nuevo mapa geopolítico, tal y como lo pretende hoy en día el supuesto Estado islámico. Es decir nuevas olas de refugiados.

La UE debe tomar en cuenta este contexto; y por ello, reorientar su política migratoria con unas medidas imprescindibles:

1) Para los refugiados:

  • Proponer a los socios europeos una cumbre para elaborar un balance de los Acuerdos Schengen y revisar el Reglamento de Dublín. Es muy peligroso aceptar la metodología impuesta por Alemania que modificó su ley de asilo sin consultar al resto de los países europeos.

  • Reexaminar los criterios de definición actualizando la noción de países seguros y también adaptar la vinculación al primer país de llegada a territorio europeo con el procedimiento de solicitud de asilo.

  • Incrementar la implementación de vías legales para la solicitud de asilo y en particular garantizar la posibilidad de pedir asilo en embajadas y consulados en los países de origen, limítrofes y de tránsito.

  • Incrementar las oficinas europeas de examen de solicitudes de asilo, que debieran multiplicarse, y asegurar en ellas la presencia de representantes de ACNUR, sobre todo en los países limítrofes a aquellos en los que existen situaciones de conflicto que generan desplazamientos de refugiados. Es imposible hacerlo en Siria, Afganistán o Eritrea, pero se puede conseguir en Jordania, Líbano, Iraq o Turquía, por referirse sólo a ejemplos que afectan a los refugiados sirios.

  • Activar específicamente y de forma flexible los visados humanitarios.

  • Flexibilizar la exigencia del visado de tránsito para aquellas personas que proceden de países en conflicto.

  • Hacer realidad la Directiva Europea de Protección Temporal activando el mecanismo contemplado para hacer frente a emergencias humanitarias.

  • Reforzar e incrementar los programas de re-asentamiento en coherencia con el número de refugiados existente, asumiendo un reparto equitativo y solidario entre todos los Estados, a partir de un sistema común europeo de asilo. Es decir, aceptar las cuotas obligatorias.

2) Para los inmigrantes estrictamente económicos:

  • Flexibilizar las entradas, y no sólo para los cualificados. En realidad, son las capas populares quienes necesitan de la emigración para poder enviar remesas a su país de origen.

  • Crear, junto a los permisos de residencia ya existentes en todos los países de la zona euro, documentos de residencia «movilidad» de los trabajadores, de acuerdo con los países de origen y en función de las necesidades de los países de acogida. Hay que establecer una política de visados más democrática, aumentar significativamente su número para la entrada de trabajadores con permisos de residencia temporal y renovable en aquellos sectores en que sean necesarios. Esos permisos pueden dar lugar, al término de un período determinado y en condiciones específicas, a un permiso de residencia permanente.

  • Incentivar una política europea común de codesarrollo vinculada a los flujos migratorios. Ésta debe ser articulada con las políticas nacionales de cooperación, del mismo modo que se debe aumentar el presupuesto europeo consagrado a la ayuda al desarrollo para financiar proyectos empresariales (comerciales e industriales), medio-ambientales y agrícolas en los países de origen.

Desde el Consejo europeo de Tampere (1999) se ha aceptado la vinculación de los flujos migratorios no comunitarios con una política de codesarrollo, es decir, de ayuda al desarrollo de los países de origen utilizando el vector migratorio. Hay que aplicar esta decisión, instaurando una gestión de ida y vuelta de la inmigración, ayudando a quienes quisieran volver a sus países con proyectos económicos factibles y sin quitarles el derecho de regresar a Europa para implementar sus actividades.

  • Elaborar una estrategia común con los países fronterizos para luchar contra las mafias y, bajo mandato de la ONU, para actuar en mar y en tierra ayudando a los Estados fallidos.

Es, por lo tanto, crucial que las instituciones europeas inicien juntas una reflexión que elabore una estrategia solidaria de gestión a largo plazo de las migraciones. Que sean de trabajo o de asilo, las migraciones serán uno de los grandes desafíos del siglo XXI, así como el medio ambiente o la pobreza. Es un reto no sólo social y económico, sino también cultural e identitario. A la hora de la acogida, los países europeos no deben vacilar en dejar claro a los recién llegados las condiciones de la misma: respeto de los valores, normas y adhesión a la identidad común. Cada colectividad tiene el derecho a defender su identidad. Pero eso no significa aceptar el repliegue nacionalista y xenófobo. Hoy en día, en el contexto de crisis del empleo, en todos los países europeos se están desarrollando comportamientos de rechazo a la inmigración, de desprecio a los refugiados. Y, por lo tanto, de restricción drástica de los derechos de los extranjeros, ya sean inmigrantes o refugiados. Es imprescindible luchar contra esta corriente y afirmar, con la máxima determinación, que la defensa a la libertad de emigrar es una causa profundamente justa y humana. No hay que dejarse impresionar por el contexto de hostilidad actualmente dominante.

El continente europeo, el espacio más rico y desarrollado del planeta, debe apostar por relaciones cooperativas y solidarias con su flanco mediterráneo, zona de las más peligrosas fracturas del mundo. Porque, al fin y al cabo, el porvenir de ambos es indisociable y común.

moderado por:

  • Orencio Osuna

    Director de la Fundación Espacio Público

  • Teresa Gómez

Conclusión del debate

Tras dos meses de interesante discusión en nuestra web, y cuando están a punto de abrirse las urnas y votar en elecciones generales, damos por finalizado un debate que ha resultado rico y plural, tanto por el nivel de sus intervenciones como por los puntos de vista aportados. La ponencia inicial de José Luis de Zárraga proponía delimitar qué tipo de cambio queremos para este país, quiénes pueden confluir para protagonizarlo y cómo habría que realizar esa confluencia.

Moderado por Orencio Osuna y Teresa Gómez, los autores de las aportaciones han oscilado entre quienes consideran que el cambio es muy difícil y quienes piensan justo lo contrario. La opinión más generalizada es que las cosas no van a ser nunca como hasta ahora tras las elecciones del domingo 20 de diciembre para elegir los miembros del nuevo Congreso de Diputados. Hay quienes consideran que el proceso de transformación tiene que ser urgente y quienes apuestan por la prudencia. De uno u otro modo, se ha puesto en marcha un proceso irreversible que hace muy pertinente que hayamos estado debatiendo en nuestro foro hasta qué punto la oportunidad de cambio existe o no.

Plantea Zárraga que, dada “la improbabilidad de una mayoría absoluta, cualquier gobierno precisará el apoyo de varias fuerzas, y que la cuestión de la confluencia de movimientos y partidos que propugnan el cambio se encuentra esta vez en primer plano y adquiere una importancia decisiva”.

En su misma línea, o discrepando de su planteamiento, han intervenido con aportaciones políticos como Sabino Cuadra, economistas como Fernando Prieto o abogados como Héctor Maravall. Para el sociólogo Enrique del Olmo “vamos a un período donde las fórmulas de acción van a ser diversas y los instrumentos también, y donde las decisiones que se tomen van a tener un impacto real”, El historiador Pablo Sánchez León, por su parte, sostiene que
“la clave no está tanto en los resultados en sí cuanto en la manera en que sean introyectados por los ciudadanos que llevan desde el comienzo de la crisis aumentando su conciencia política y su sensibilidad social”

La tesis de Dolors Comas, catedrática de Antropología, es que “las fisuras y los agujeros del sistema político español han dejado al descubierto sus insuficiencias y podredumbre. No es extraño, añade, que mucha gente aspire a que las cosas cambien, pero este deseo de cambio se proyecta hacia actores múltiples dispersándose en el camino”.

Invitamos a repasar tanto estas intervenciones como las de Jaime Pastor, José Antonio Errejón, Eddy Sánchez, Jordi Guillot y las del resto de autores que han tenido a bien honrarnos con sus aportaciones.

A todos ellos muchas gracias, así como a quienes intervinieron en el debate presencial que tuvo lugar en la madrileña sala cultural Galileo el 3 de diciembre y en el que intervinieron, moderados por Ana Pardo de Vera, Alfonso García Vicente (PP); Rafael Simancas (PSOE); Rafael Mayoral (Podemos); Carolina Punset (Ciudadanos) y Víctor Alonso Rocafort (Unidad Popular)

Ponencia inicial

20 D: Oportunidad de cambio

20 D: Oportunidad de cambio

moderado por:

  • Alejandro López de Miguel

    Periodista de Público

  • Lourdes Lucía

    Abogada y editora

Conclusión del debate

En el debate sobre el Tratado Trasatlántico de Libre Comercio (TTIP) hemos tenido el honor de contar con verdaderas firmas de prestigio durante los dos largos meses en que ha estado abierto el foro de “Espacio Público” para discutir este asunto. Un lujo. Estamos convencidos que toda aquella persona interesada en entender qué es exactamente el TTIP, por qué se trata de un tema tan controvertido y cuál es la envergadura de los asuntos que están en juego obtendrá cumplida respuesta si recurre a la lectura de las intervenciones que hemos ofrecido en nuestra web durante las últimas semanas y que ahora quedan aquí para quien en cualquier momento tenga interés en consultarlas.

Gracias a la moderación de Lourdes Lucía y Alejandro López de Miguel, hemos conseguido contar con el abanico más amplio de firmas posible. Desde Susan George, autora de la ponencia, a Cecilia Malmström, Comisaria Europea de Comercio y cuya postura está en las antípodas de la que defiende la ponente, presidenta de honor de Attac y presidenta en la actualidad del Transnational Institute de Ámsterdam.

Entre los europarlamentarios que representan a España en Bruselas han intervenido en nuestro debate sobre el TTIP Lola Sánchez (Podemos); Jordi Sebastià (Compromís-Primavera Europea); Marina Albiol (Izquierda Unida); Inmaculada Rodríguez-Piñero (PSOE); Santiago Fisas (PP) y Maite Pagazaurtundúa (UPyD). Cecile Olivet y Hilde van der Pas han escrito en nombre del Transnational Institute y Liliane Spendeler como directora de Amigos de la Tierra. También hemos contado con la aportación de instituciones como Business Europe o Corporate Europe Observatory (el Observatorio de los lobbies en Bruselas). También han realizado aportaciones representantes políticos y sindicales de todos los colores, lo que ha permitido que el debate haya sido muy vivo y, a nuestro juicio, sumamente clarificador.

Fue muy interesante el “Cara a cara” que, como colofón a todo lo que se estaba exponiendo en el Foro, mantuvieron el 22 de octubre de 2015 en el plató de “Espacio Público” moderado por Juan Tortosa, la eurodiputada Marina Albiol, de Izquierda Unida, y el diputado del Partido Popular José López Garrido. También el debate presencial moderado por Lourdes Lucía en el que, una semana después intervinieron, con el aforo completo, Juan Fernando López Aguilar (PSOE); Lola Sánchez (Podemos); Cuca Hernández (Attac); Antonio Espinosa (Ciudadanos); Sol Sánchez (Unidad Popular) y Luis Rico (Ecologistas en Acción)

Parte de las intervenciones que han tenido lugar en el debate en la web de “Espacio Público”, incluída la ponencia de Susan George, aparecen publicadas en el número especial que “Le Monde diplomatique” dedicó en Octubre al TTIP y a otros tratados internacionales como TISA o NAFTA.

Pensamos que por mucho que se hable del TTIP y de cuáles pueden ser sus consecuencias, siempre será poco dado el secretismo con el que, desde hace dos años, se llevan las negociaciones en Bruselas y la escasísima repercusión que esas conversaciones están teniendo en la mayor parte de los medios de comunicación. En este Foro hemos querido aportar nuestro humilde granito de arena. Un punto y seguido, porque muy probablemente, y más pronto que tarde, habremos de volver sobre ello.

Ponencia inicial

Sólo la ciudadanía puede frenar la grave amenaza del TTIP

Sólo la ciudadanía puede frenar la grave amenaza del TTIP

moderado por:

  • Bruno Estrada

    Economista, adjunto al Secretario General de CCOO

  • Lourdes Lucía

    Abogada y editora

Conclusión del debate

La decisión de abrir en nuestra web un debate sobre Renta Mínima Garantizada surgió a raíz de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) puesta en marcha por CCOO y UGT con la intención de reunir 500.000 firmas y presentarla en el Parlamento (en el que surja de las próximas elecciones, por supuesto).

La idea, que Carlos Bravo expone en la ponencia inicial, es asegurar recursos económicos básicos a todas las personas residentes legales en España, en edad laboral, que queriendo trabajar no pueden hacerlo, que hoy no tienen prestaciones de desempleo y carecen de recursos que les permitan vivir con dignidad.

Según datos del INE, recuerda Bravo, actualmente hay 2.151.000 personas que se encuentran en esta situación y viven en hogares con una renta per cápita inferior al 75% del Salario Mínimo Interprofesional, 5.837 euros anuales, por lo que podrían ser beneficiarios de esta prestación. Estas personas viven en hogares conformados por un total de 6 millones de personas, de los que cerca de 2 millones son niños.

La Prestación que proponen los sindicatos ascendería a una cuantía mínima equivalente al 80% del IPREM (426 euros/mes) y se vería incrementada para los beneficiarios con hijos y familiares a cargo. Para garantizar su universalidad la proponen como una prestación de la Seguridad Social en su ámbito no contributivo, cuya financiación debería garantizarse vía impuestos, a través de los Presupuestos Generales del Estado. El coste sería de 11.000 millones de euros.

Nada más publicar la ponencia, el debate empezó fuerte porque Daniel Raventós, presidente de la Red Renta Básica y miembro de ATTAC, nos remitió la primera aportación, que tituló de una manera directa y nada ambigua: “La miseria de una renta mínima garantizada, ¿estamos hablando en serio? –se preguntaba.

Para Raventós, la renta mínima garantizada (RMI) es un desastre porque , aunque respecto a la situación que tenemos actualmente, algo ayudaría a algunas personas, respecto a lo que se sería necesario para paliar la terrible situación de millones de personas la RMI es menos que insuficiente. Mientras la Renta Básica (RB) permite, según el presidente de la Red que la defiende, eludir las llamadas trampas de la pobreza y del paro, para él a RMI es un subsidio condicionado. “La RB se garantiza ex-ante, la RMI, en caso de poder tener acceso a ella, ex-post” – escribe, como podrán comprobar cuando se detengan a leer su aportación completa.

¿Qué propuesta fortalece más la posición de los trabajadores al negociar su salario?

José María Herreros, del Observatorio Renta Básica de ATTAC Madrid, la defiende argumentando que la RB permite que las necesidades fundamentales, como disponer de un ingreso con el que hacer frente a los costes de la vida diaria, no dependan necesariamente de un mercado laboral que persigue objetivos diferentes y distantes de lo que es la justicia social. Además, fortalece la posición de trabajadores y los empodera a la hora de cualquier negociación, ya que permite ‘decir no’ a condiciones laborales abusivas.

Tal vez sea ésta una de las razones –“provoca” Herreros- por la que desde el mundo sindical se ha mirado siempre con recelo la RB, pensando que restaría importancia a la acción sindical cuando sería justamente lo contrario pues no solamente reforzaría los derechos laborales sino que también permitiría o facilitaría el reparto del empleo existente y pondría en valor el trabajo que existe y que el mercado ni considera ni tiene en cuenta.

En cambio Miguel Laparra, de la Universidad Pública de Navarra, cree que el debate no es entre una propuesta de renta mínima de inclusión o una renta básica universal. Según él, el éxito de la implantación de una renta mínima garantizada será un avance significativo hacia un modelo de protección social más inspirado en derechos universales como la renta básica (aunque sea por diversas vías) y que seguramente deberá construirse progresivamente.

Cive Pérez, partidario también de la Renta Básica nos recuerda que, por definición, tanto las rentas mínimas de inserción como los subsidios por desempleo están sujetos a la condición de que el perceptor no efectúe ningún tipo de trabajo remunerado. Lo que significa que si a un perceptor de la ayuda se le ofrece la oportunidad de efectuar algún pequeño trabajo se enfrenta a un tremendo dilema: si acepta el trabajo perderá el subsidio y volverá a la pobreza; si rechaza el trabajo mantendrá el subsidio, pero como su cuantía está por debajo del umbral de pobreza, seguirá sumido en ésta. No estamos hablando, por supuesto, de un empleo bien remunerado, sino de alguna actividad eventual que le permitiera complementar el magro ingreso del subsidio.

Esto conduce a una situación dramática, según Cive Pérez, porque los perceptores de una renta de este tipo, lograda tras superar arduos trámites administrativos, no pueden permitirse el lujo de perder esa ayuda por una eventualidad pasajera. Por ejemplo, aceptar un empleo de tiempo parcial o completo cuyo salario neto, aproximándose al nivel del beneficio neto, suponga para el interesado la pérdida de la totalidad del beneficio.

Y pone un ejemplo: si a una persona que percibe un subsidio de 55 se le ofrece un salario de 100, que una vez efectuada la retención fiscal se queda en 90, es normal que lo rechace ya que el hecho mismo de trabajar genera costos adicionales (transporte, comida fuera de casa, guarderías, etc) que anulan el diferencial de beneficio obtenido con la venta de tiempo vital.

Carlos Susias, presidente de la Red Europea de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN), escribe en su aportación que “desde las Administraciones Locales y el Tercer Sector de Acción Social se debería trabajar más para ampliar el conocimiento de los mecanismos de Sistema de Rentas Mínimas y de sus características entre las personas en situación de pobreza y exclusión social, ya que aún falta desarrollar una mayor conciencia de sus derechos. Un buen sistema de rentas mínimas, enmarcado en un pacto contra la pobreza que funcione, añade, puede ser la mejor carta de presentación para una Renta Básica… y así sí se puede esperar su necesaria llegada”.

Ventajas e inconvenientes

La ensayista Carolina del Olmo, por su parte, expone cuál es a su juicio la ventaja fundamental de la Renta Básica frente a otras formas –como la que proponen CCOO y UGT- de intentar garantizar un ingreso mínimo a quienes lo necesitan. Y lo explica así: al ser incondicionada, desaparecen los trámites y papeleos, en ocasiones tan complejos que, según reconoce la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, sólo un 10 por ciento de los expedientes que reciben para tramitar la Renta Mínima de Inserción (RMI) llegan completos.

La mayoría de los efectos beneficiosos de una RB para la erradicación de la pobreza y la redistribución de la renta se pueden conseguir, a juicio del sociólogo José Antonio Noguera, con mucho menos dinero de lo que parece y con reformas viables. Hay alternativa tanto a las medidas tímidas e incompletas como a la huida hacia adelante. Una renta garantizada que ponga a toda la población por encima del umbral de la pobreza monetaria es perfectamente viable y financiable, y se puede plantear de forma técnicamente más exigente que la propuesta sindical, asegura.

María Eugenia Rodríguez Palop, profesora de Filosofía del Derecho, considera que la RMI y la RB no se plantean objetivos muy distintos, pero técnicamente, están en las antípodas, y esto no es baladí, escribe. La distancia entre ellos es insalvable por lo que hace a sus presupuestos antropológicos (según se niegue más o menos la sociabilidad humana), su concepción del trabajo asalariado (un espacio transformado más o menos emancipatorio), su visión de la libertad como no dominación (a lo Kant o a lo Rousseau), su mayor o menor confianza en los individuos aislados o asociados, su mayor o menor preocupación por la protección de los bienes comunes, y sus distancias calculadas del sistema capitalista/crecentista.

Contra los tópicos

El economista Lluís Torrens considera que el ochenta por ciento de la población sale ganando con la combinación de renta básica y una fiscalidad del IRPF sencilla y transparente que permite calcular los efectos individuales.
Si el fraude se redujera, el tipo medio bajaría significativamente o se podrían aplicar compensaciones ad-hoc para estas clases medias aparentemente perjudicadas que ahora están el top de la pirámide de ingresos. Hace Torrens especial hincapié en el, a su juicio, inmenso valor emancipador que tiene una renta básica: la posibilidad de que los jóvenes o las mujeres dependientes se vayan de casa cuando deseen, con una asignación de partida para emprender su proyecto vital, y sin tener que declararse pobres.
“Cualquier cabeza de familia –añade- sería feliz pagando un poco más a cambio de poder liberar a sus hijos adultos de la obligación de permanecer eternamente en el hogar materno; cualquier jubilado sería feliz de no ver a sus nietos sentados en su mesa cada día únicamente porque sus hijos no tienen recursos para ponerles la mesa en casa”.

El Impuesto Negativo sobre la Renta (INR)

José Antonio Herce, profesor de Economía en la Complutense madrileña, considera que para conseguir los efectos deseables de una RB o de una RMI sin caer en ninguno de sus efectos indeseables, es mucho más eficaz y eficiente un esquema de Impuesto Negativo sobre la Renta (INR). Los elementos de tal esquema ya existen en todos los ordenamientos de imposición personal del mundo y solo con un elemento adicional de transferencia para quien cumpla una sencilla condición dinámica de ingresos se lograría el resultado deseado. Además, el aparato administrativo necesario para su operación ya existe y no sería precisa ninguna adaptación costosa para adaptarlo a la funcionalidad requerida por un esquema de este tipo.

El INR es simplemente un esquema de impuesto sobre la renta (proporcional a tipo único, o progresivo, lo mismo da) en el que la existencia universal de un mínimo exento determina una transferencia al contribuyente exento del pago del impuesto por un importe equivalente a la diferencia entre dicho mínimo exento y sus ingresos efectivos. Así de simple. Quien esté 1 euro por debajo del mínimo exento recibe un euro (puede hacerse por tramos casi continuos) y quien esté 1 euro por encima del mínimo exento paga los impuestos que le corresponda a ese euro. Solo se pagan impuestos por el exceso de renta más allá del mínimo exento, de forma que, en su caso, no se pierde toda la transferencia si antes se estuviese debajo del mínimo. El esquema, incluso con un tipo único (que a muchos asusta, inexplicablemente) puede hacerse tan progresivo como se desee o la sociedad admita, solo con ajustar el mínimo exento.

La Renta Garantizada de Ciudadanía

Sobre este asunto habla en el debate Diosdado Toledano, representante en Catalunya de la Comisión Promotora de la ILP de Garantía Ciudadana. Razona por qué este derecho es fundamental para superar la pobreza en Catalunya y garantizar la dignidad de las personas se encuentra en una etapa decisiva para su aprobación como Ley. La propuesta de ley de la Renta Garantizada de Ciudadanía (RGC), tras superar una larga carrera de obstáculos a lo largo de dos años y medio, desde la aceptación de esta Iniciativa Legislatura Popular (ILP) por la Mesa del Parlament a principios de 2013, acaba de entrar en la fase de ponencia, debate de enmiendas y votación.

¿En que se fundamenta la reclamación de este derecho? En el redactado del artículo 24.3 del Estatut d’Autonomía de Catalunya aprobado en 2006, que dice textualmente: “Las personas o las familias que se encuentran en situación de pobreza tienen derecho a acceder a una renta garantizada de ciudadanía que les asegure los mínimos de una vida digna, de acuerdo con las condiciones que legalmente se establecen”.

Sobre la aceptación social de las propuestas

Desde un punto de vista del sistema general de protección, las prestaciones a los mayores y a los trabajadores (estos cada vez menos) continúan siendo la parte fuerte del sistema. Nos lo recuerda en su aportación Guillermo Fernández Maíllo, miembro del Comité Técnico de la Fundación FOESSA para explicar que seguimos teniendo un sistema excesivamente asimétrico. Un sistema que los jóvenes entienden claramente injusto hacia ellos. El volumen económico de nuestro sistema de prestaciones asistenciales, aún siendo cuantitativamente importante, es muy ineficaz en términos de reducción de la pobreza comparativamente con los países de nuestro entorno. Necesitamos con urgencia, reclama Maíllo, acometer el incremento de la renta por diversas vías porque estamos consolidando una fractura social que no nos imaginamos las consecuencias que tendrá en el largo plazo. En el corto no se puede permitir que las discusiones de este espacio de reflexión se anulen entre sí. Todas deben sumar, desde distintas experiencias y formas de ver la realidad. Los ciudadanos llevan mucho tiempo esperando.

En su segunda intervención, Daniel Raventós replica a quienes piensan que la RB no es la mejor alternativa para enfrentarnos de forma inmediata al contexto de emergencia social en la que nos encontramos y se pregunta: Si en situaciones de mayor bonanza económica y social no era una medida “inmediata” y tampoco lo es en una situación de emergencia social como la actual, ¿será la Renta Básica alguna vez una medida a tener en cuenta?

A quienes sostienen que la Renta Básica tiene menos aceptación social que, por ejemplo, la Renta Mínima de Inserción, Raventós les replica que “la aceptación social es algo que varía muchísimo. Hace solamente un año, ya no digamos tres, ¿había alguien que pensase que las nuevas alcaldesas de Barcelona y Madrid, mero ejemplo, tenían mucha aceptación social? Una de las buenas formas para que algo que no goza de mucha aceptación social consiga tenerla cabo de no mucho tiempo… es aportando razones.
La escritora María Pazos también interviene en el debate y afirma que necesitamos discutir a fondo los principios de la política social en democracia y cómo aplicarlos efectivamente. “A cada persona según sus necesidades y de cada persona según sus posibilidades”, un planteamiento algo distinto a darle a cada persona una cantidad y que se las arregle como pueda.
Pero estos debates no son los que estamos manteniendo –escribe Pazos-. “En cambio, continúa, nos enfrascamos en otros en los que, curiosamente, no salen a relucir esos principios en torno a los que se forjó un pacto social en la segunda mitad del siglo XX. Diferentes premisas que se confrontan sin explicitarse y convierten la conversación en un diálogo de sordas/os. Lo que es más triste, este escollo nos está haciendo perder un tiempo precioso para debatir las medidas urgentes de política social”. Y remata su intervención con este lamento: “Al final yo también he terminado hablando de la Renta Básica. ¡Qué pena!”.

Como colofón al debate en la web, Público TV emitió por streaming el jueves 25 de junio un coloquio moderado por Juan Tortosa en el que, además del ponente, Carlos Bravo, los participantes fueron Miguel Laparra, José Antonio Herce, María Eugenia Rodríguez Palop, Lluís Torrens, Guillermo Fernández Maíllo y Daniel Raventós, todos ellos autores de distintas aportaciones durant4e el tiempo que el debate se mantuvo abierto en nuestra página web.

Ponencia inicial

Completar las redes de protección social, una necesidad

Completar las redes de protección social, una necesidad

  • Carlos Bravo Fernández

    Secretario de Protección Social y Políticas Públicas. Confederación Sindical de Comisiones Obreras

Alejar a la economía de la recesión no es lo mismo que sacar a las personas de la crisis. A pesar de los datos de crecimiento económico de los últimos trimestres, la cifra de demandantes de empleo supera con creces los 5,5 millones de personas, de ellos más de la mitad son mujeres, y el número de desempleados de larga duración se sitúa cerca de los 3 millones de personas.

De no hacer nada, la recuperación económica terminará provocando una salida de la crisis que va a dejar atrás a cientos de miles de personas, muchas de ellas trabajadoras y trabajadores cuyas edades, cualificaciones, etc., han dejado de ser interesantes para las empresas. La garantía del acceso al derecho al trabajo para todos y todas es una prioridad de los sindicatos, y por ello venimos proponiendo políticas económicas y laborales radicalmente diferentes a las impuestas hasta ahora, pero hasta que se concrete la recuperación del empleo, hasta que este empleo sea de calidad y de estabilidad económica real a las personas y, en cualquier caso, con carácter estructural, debemos garantizar protección social a quienes no la tienen.

Las reformas de la protección por desempleo, lejos de haberse adaptado al actual mercado de trabajo y de dar respuestas al elevado desempleo y subempleo estructural, han estado guiadas por el objetivo de la reducción del gasto, lo que ha derivado en una reducción de más de 25 puntos porcentuales en los índices de cobertura del desempleo. No sólo se ha precarizado el mercado laboral sino también la prestación por desempleo. Se ha restringido el número de beneficiarios y la duración y cuantía de su percepción.

El conjunto del actual sistema de protección social, siendo importante, se ha visto claramente sobrepasado por la crisis y los recortes, de modo que crecen las lagunas de desatención. El número de hogares en los que todos sus miembros carecen de cualquier tipo de renta laboral (salario, desempleo, subsidios, pensiones,…) no ha parado de crecer y ya alcanza los 771.000. El riesgo de pobreza alcanza a 1 de cada 4 personas y se concentra mayoritariamente en las personas en desempleo. Tristemente, la pobreza infantil ya no es sólo un problema de los países en vías de desarrollo.

En el siglo XXI un Estado moderno y desarrollado como el español debe cuidar de todos sus ciudadanos, ampliando y completando los sistemas de protección social. Tiene el deber de intervenir en la economía para frenar el empobrecimiento que está sufriendo a parte muy importante de nuestra sociedad. La reducción de la pobreza, y la integración social y laboral, deben ser objetivos prioritarios para los poderes públicos. Todos los ciudadanos y ciudadanas deben tener garantizada una adecuada protección social pública.

Por ello, CCOO y UGT hemos propuesto mediante una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) la creación de una Prestación de Ingresos Mínimos que asegure unos recursos económicos básicos a todas las personas residentes legales en España, en edad laboral, que queriendo trabajar no pueden hacerlo, que hoy no tienen prestaciones de desempleo y carecen de recursos que les permitan vivir con dignidad. Según datos del INE, actualmente 2.151.000 personas se encuentran en esta situación y viven en hogares con una renta per cápita inferior al 75% del Salario Mínimo Interprofesional, 5.837 euros anuales, por lo que podrían ser beneficiarios de esta prestación. Estas personas viven en hogares conformados por un total de 6 millones de personas, de los que cerca de 2 millones son niños.

La Prestación de Ingresos Mínimos que proponemos UGT y CCOO ascendería a una cuantía mínima equivalente al 80% del IPREM (426 euros/mes) y se vería incrementada para los beneficiarios con hijos y familiares a cargo. Para garantizar su universalidad la hemos propuesto como una prestación de la Seguridad Social en su ámbito no contributivo, cuya financiación debe garantizarse vía impuestos, a través de los Presupuestos Generales del Estado.

Se trata de una prestación común para todo el Estado, compatible con las competencias en materia de asistencia social de las comunidades autónomas. Es una propuesta ambiciosa, sin duda, pero realizable. Con un coste mínimo en el momento actual, de extrema necesidad para millones de personas, de 11.000 millones de €, que irían a consumo inmediato en su totalidad y, con ello, ayudarían a mejorar la actividad económica y generarían, en consecuencia, ingresos adicionales al Estado que facilitarían su financiación. Su coste estructural sería, una vez fuera de la crisis, inferior, pero seguiría siendo necesario para evitar los vacíos de cobertura de nuestros sistemas de protección social. Hoy son mayores, pero existen siempre.

Esta Prestación se configura así como un pilar fundamental de una política económica y social basada en la lucha contra la pobreza, ya que garantiza el acceso a la protección social de una parte importante de la población que en la actualidad no está siendo amparada por ninguna prestación. El objetivo es el de completar nuestro actual sistema de protección social y dar respuesta a las necesidades esenciales de millones de personas castigadas por la crisis y por las erróneas políticas económicas aplicadas.

Para lograr la creación de esta Prestación de Ingresos Mínimos, CCOO y UGT junto a otros colectivos sociales, impulsamos una Iniciativa Legislativa Popular que requerirá de una importante movilización social, a la que desde aquí invitamos a todos cuantos compartan con nosotros el objetivo de garantizar una protección social pública suficiente para todas las personas y una salida social y justa de la crisis.

moderado por:

  • Pedro Chaves

    Politólogo, investigador especializado en la UE

  • Marià de Delàs

    Periodista

Conclusión del debate

¿Se pueden cambiar las ciudades? Esta pregunta ha sido el punto de partida de la ponencia que el geógrafo y urbanista Jordi Borja ha desarrollado en nuestra web durante los dos últimos meses.

En ella, su autor planteaba que hay que “socializar políticamente las elecciones” y que, ante el cambio de época en el que estamos, es preciso replantearse la ciudad metropolitana, la base económica, la unificación fiscal y política y un proyecto urbanístico integrador. Esto, a su juicio, requiere grandes proyectos entre los que se encuentran reorganizar el mapa territorial o adaptar la institucionalidad política y financiera a las realidades económicas y sociales para hacer posible una fiscalidad más justa.

Aboga el ponente por acentuar actuaciones especialmente referidas a la pobreza, la vivienda, el empleo y la protección social. Ante las actuaciones más potentes, las referidas al urbanismo, las intervenciones en el tejido urbano o los desarrollos nuevos, se pregunta: ¿para quién? Recuerda que hay tener en cuenta los efectos perversos de las buenas acciones urbanísticas, las que mejoran la ciudad pero contribuyen a multiplicar los precios del suelo y de la vivienda porque esto suele acabar redundando –afirma- en la expulsión de las ciudades de los sectores populares y a veces también medios.

Apuesta Borja por yugular la especulación mediante políticas fiscales y urbanísticas que a la larga acaben socializando el suelo urbano y urbanizable. Y termina haciendo votos por la llegada del aire fresco: “Los portavoces de la nueva política –escribe- se presentan a las elecciones, veremos cuando lleguen al gobierno lo que proponen y lo que hacen después… Ya es mucho que existan, que hayan sabido presentarse exitosamente en el escenario político y mediático y que tengan opciones de gobernar tanto a nivel local y autonómico como estatal. Pero por ahora, sobre todo es una marca. Y la marca también se ha convertido en producto”.

En el foro de Espacio Público pueden leerse las diversas aportaciones que a la exposición de Borja han ido haciendo distintos autores, entre ellos Enrique del Olmo, Rosa de la Fuente, Martiño Noriega, Xulio Ferreiro, Francisco Ramos, Nacho Murgui o Jaume Grau entre otros.

Frente al “Resistir es tener esperanza” de René Chair que citaba Borja en su ponencia, Martiño Noriega, candidato por Compostela Aberta a la alcaldía de Santiago, sostiene que “Resistir es perder” y señala la gravedad que supone que el PP haya realizado, en estos últimos años, “una privatización partidaria de los ayuntamientos bajo la coartada del necesario cambio conservador, y mientras Roma arde”.

El socialista Ramos Antón, parlamentario en las Cortes de Castilla León, exponía en su aportación que “en la maleta de las grandes reformas no hay que olvidar constitucionalizar el derecho al gobierno local y el espacio político de las competencias locales, para que no se lo lleve el viento”.

Por su parte la profesora de Ciencia Política Rosa de la Fuente planteaba, entre otras cuestiones, cómo se puede sustituir el urbanismo neoliberal del ciclo expansivo de la economía por un urbanismo social en un contexto de contención de las inversiones públicas o privadas.

El candidato de Marea Atlántica a la alcaldía de A Coruña, Xulio Ferreiro, si bien no cree “que podamos esperar de estas elecciones municipales que sean el pistoletazo de salida inmediato a un proceso constituyente sí piensa, sin embargo, que pueden servir para recuperar la esperanza e impulsar eso que llamamos «nuevo ciclo político».

Nacho Murgui, número dos, tras Manuela Carmena, en la lista de Ahora Madrid al ayuntamiento, ha querido valorar positivamente por escrito el hecho de que, “tras décadas de desafección política y desencanto, de acudir a las urnas con la «pinza en la nariz», llega ahora el momento de la sonrisa y la alegría de seguir avanzando en los cambios que hagan de nuestro país y de nuestras ciudades lugares dignos en los que vivir”.

Como colofón al debate en la web, Público TV emitió por streaming el miércoles 20 de mayo un coloquio moderado por la periodista Pepa Roma y en el que, además del propio ponente, los participantes fueron Montserrat Muñoz, número dos a la Comunidad de Madrid en las listas de IU; Carme García Lores, PSC, alcaldesa de Rubí; Nacho Murgui, Purificación Causapié, número dos por el PSOE al ayuntamiento de Madrid y el sociólogo Julio Alguacil, profesor de la Universidad Carlos III.

Ponencia inicial

Municipalismo. Cómo cambiar las ciudades

Municipalismo. Cómo cambiar las ciudades

moderado por:

  • Manuel Garí

    Economista ecosocialista

  • Juan Tortosa

    Periodista

Conclusión del debate

Cuando la calefacción o el aire acondicionado se convierten en un lujo

¿Es necesario repensar la definición de pobreza energética?¿Desciende la esperanza de vida cuando se pasa demasiado frío o demasiado calor? ¿Es posible disminuir las facturas del consumo básico de energía en las familias y al mismo tiempo generar empleo? ¿Hasta cuándo va a continuar la escalada de precios de la electricidad, del gas…? ¿Es el “bono social”, tal y como está pensado, una solución?

Durante casi dos meses, Espacio Público ha mantenido en su web un debate a partir de estas preguntas que Rodrigo Moretón planteaba en su ponencia de arranque sobre la “Pobreza Energética”, un fenómeno cada vez más preocupante en nuestro país. “No debemos entender la pobreza energética como una realidad independiente del proceso de pobreza y desigualdad que se está produciendo en nuestro país”, sostiene Moretón, y en ello abunda también Cote Romero cuando apunta en su comentario que “el confort térmico es una cuestión clave que afecta a la salud de las personas (agrava enfermedades pre-existentes, por ejemplo), pero esto no impide hacer un análisis más exhaustivo de la definición de la pobreza energética: la falta de acceso a servicios de primera necesidad genera una profunda desigualdad y exclusión social”.

Guillermo Fernández Maíllo, de Cáritas y la Fundación FOESSA, expone cómo “las estrategias para la supervivencia, en el espacio de la exclusión, llegan a hacer perder la posibilidad de un proyecto vital” y por su parte Laia Ortiz, portavoz de ICV, plantea que “la mejor política para prevenir la pobreza energética sería realizar una auditoría de la deuda eléctrica, promocionar más y mejor las renovables, facilitar y promover el autoconsumo y, en definitiva, recuperar el control público y ciudadano de un sector vital para la economía que ayude a garantizar unas condiciones de vida dignas a millones de familias en este país”.

El debate presencial para cerrar el ciclo tuvo lugar el martes 28 de abril en la sede de ECOOoo. Participaronm Jorge Morales, Cote Romero, Jorge Fabra, Rosa Martínez, Rodrigo Moretón y José Vicente Barcia.

«La pobreza tiene nombre y apellidos», comenzó diciendo Barcia como moderador de la charla. “Cada vez son más los españoles que sufren pobreza energética: 4 millones de personas se declaraban incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada durante el invierno en 2012”.

«Ya nadie se cree los cuentos chinos de las eléctricas» explicaba por su parte Jorge Morales, ingeniero y empresario defensor de un nuevo modelo energético. «Deberíamos plantear un nuevo modelo que tuviera en cuenta una definición personalizada, para que cada caso o familia pagara lo que le correspondiera sin seguir normas absurdas, y habría que definir quién está pagando esta pobreza energética», criticaba Morales. Según el ingeniero, «las empresas no están pagando el bono social, sino todos los ciudadanos en las desmedidas facturas».

«La pobreza energética es una situación insostenible e invisible«, señalaba Rosa Martínez, coportavoz de Equo, ecologista y ecofeminista. «Es muy difícil cuantificar cuánta gente da de comer a sus hijos latas en lugar de cocinar o hacen que hagan los deberes en la biblioteca porque en su casa no tienen luz», incidía.

Para la ecologista, existe una «clara falta de voluntad política por solucionar este problema, que cada vez afecta a más españoles». «Hay soluciones técnicas y tecnológicas suficientes como para hacer frente a la pobreza energética, empezando por construir o rehabilitar los edificios que no sean ecoeficientes», explicaba.

«No es normal que las empresas paguen menos que las familias» incidía Jorge Fabra, economista y referente en el ámbito de la regulación eléctrica. Fabra recuerda que según los datos de Eurostat del año 2013, todos los sectores españoles, desde el segmento industrial hasta el doméstico pagan más por sus facturas que el resto de la Unión Europea. «Por ejemplo, las rentas medias de nuestro país pagan un 26% más que la media de los europeos», citó.

A lo que se sumaba Cote Romero, directora de Ecooo: «La pobreza energética genera exclusión social y puede provocar hasta la muerte”. «La Organización Mundial de la Salud ha sacado un informe sobre cómo el 30% de las muertes en invierno es por no tener en el hogar la temperatura adecuada«.

«El problema energético ha empezado a tener importancia y peso en la sociedad por la actual coyuntura política y de crisis que estamos viviendo», decía por otro lado Rodrigo Moretón, investigador en el Instituto de Energía Solar, miembro del Círculo de Economía, Energía y Ecología de Podemos (3E) y firmante de la Ponencia. “Es un modelo social, medioambiental y económicamente insostenible”. Según Moretón, la energía solar fotovoltaica podría ser algo «peligroso o directamente un enemigo» para las grandes compañías, porque se trata de algo que proporciona independencia y autonomía a los ciudadanos».

«¿Nacionalización sí o no?». En este punto todos los miembros de la mesa parecían estar de acuerdo: «No es necesario siempre y cuando las grandes compañías cumplan y respeten los derechos de los ciudadanos, cosa que actualmente no hacen”.

Ponencia inicial

¿A quién enriquece la pobreza energética?

¿A quién enriquece la pobreza energética?

Desde un punto de vista térmico, los últimos años no han destacado por valores extremos. Las temperaturas invernales se han mantenido en torno a los 8ºC de media, que es lo habitual. Sin embargo, la sensación térmica social ha cambiado y se tiene la percepción de que los inviernos están siendo especialmente crudos. El cambio fundamental es que antes de la crisis el frío estaba fuera, pero poco a poco se ha ido metiendo en las casas. Así se ha normalizado y extendido el concepto de pobreza energética.

La primera vez que se formuló esta idea fue en 1973 con el objetivo de medir las consecuencias sociales que la “crisis del petróleo” estaba teniendo sobre la población. La definición inicial de pobreza energética se hace desde una perspectiva “térmica”, bien medida como proporción de los hogares que no pueden mantener la temperatura media en invierno entre 18ºC y 21ºC (Organización Mundial de la Salud, 1987), bien como aquellos que gastan más de un 10 por ciento de sus ingresos en asegurar el confort térmico. Además se identificaron tres factores primarios a partir de lo que se explicaba la renta de las familias, la eficiencia energética de las viviendas y los precios de la energía.

Han pasado cuarenta años desde que se propuso esta definición y en este tiempo han cambiado los patrones culturales y tecnológicos de acceso energético. Además, las condiciones socioeconómicas que marcan esta crisis son muy diferentes a las que se vivieron en los años setenta. Surge aquí una primera cuestión:

¿Es necesario repensar la definición de pobreza energética?

Por un lado, habría que incorporar todos los consumos que tienen las familias como el agua, el gas, la electricidad e incluso el acceso a internet, sin reducir el campo a lo “térmico”. Por otro, sería necesario añadir a los factores primarios la cultura energética -los hábitos- que hasta ahora solo se han tenido en cuenta como elemento para incentivar el consumo. Incorporar nuevos insumos (factores de producción) es clave, ya que marcan los puntos sobre los que dirigir el desarrollo de políticas que consigan revertir la situación.

Más allá de como la definamos, no debemos entender la pobreza energética como una realidad independiente del proceso de pobreza y desigualdad que se está produciendo en nuestro país. Se trata simplemente de una mirada desde una perspectiva “energética” a un problema estructural. Las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza sufren pobreza energética, pero se hace difícil pensar que pudiese haber personas en pobreza energética que no se encuentren en un proceso de exclusión.

Desde que la crisis empezase en el año 2008 la pobreza se ha hecho más extensa. La Encuesta de Condiciones de Vida (INE) de 2013 reconoce una tasa de pobreza del 21,6% de la población de nuestro país (10 millones de personas). El informe de la Fundación FOESSA presentado recientemente amplía ese número a 11,7 millones de personas porque incorpora más factores, además de la renta. Por último el propio INE, al aplicar el indicador AROPE de la UE (que mezcla renta, número de empleos en los hogares y privación), llega hasta los 13 millones (28% de la población) en el año 2013.

En los últimos cinco años, el umbral de la pobreza ha pasado para una persona de 7.576,8 euros a 7.182,1. Una familia compuesta por dos adultos y dos menores ese techo estaba en 2010 en 15.911,2 euros; a finales de 2014 se había reducido hasta loa a 15.082, casi mil euros menos. En resumen, los “pobres” son ahora “más pobres”. La pobreza se ha hecho más crónica también porque la desigualdad se ha disparado –el índice Gini que mide la desigualdad se encuentra en los niveles de 1986- y hace que las personas que están en situación de pobreza tengan menos posibilidades de salir de su situación.

El gasto energético de las familias

Para conocer cuál es el gasto energético de las familias, lo mejor es acudir a la Encuesta de Presupuestos Familiares (INE) y comparar los datos del año 2006 con los de 2011. Son años en los que se ha producido un significativo cambio en el peso de las partidas de la economía de los hogares. Las que más crecieron fueron los alquileres (45%), la electricidad, el gas y otros combustibles (45%) y los servicios relacionados con la vivienda -como el agua- (31%). De media se pasó de dedicar un 4,6% del presupuesto doméstico a la energía y los suministros a un 6,5%.

Estas variaciones se deben a dos elementos diferentes. El primero es el notable incremento del precio de los insumos (materias primas) energéticos. La electricidad ha incrementado su precio en un 59,7 % entre 2006 y 2013 según el Instituto Energético de Galicia (INEGA); el precio efectivo del gas ha subido un 25% desde el año 2005. También lo ha hecho el agua y pueden servir de ejemplo los datos del Observatorio del Precio del Agua (Agència Catalana de l’Aigua) que reconoce que el precio medio que se paga por metro cúbico en Cataluña —sin las tasas municipales— se ha incrementado casi en un 44% entre 2008 y principios de 2012.

El segundo factor al que atribuir el aumento del presupuesto doméstico para la energía tiene que ver con la propia gestión de la economía familiar. La reducción de renta obliga a ajustar los gastos y a priorizar unas partidas sobre otras. Se toman decisiones que, en función de la situación serán más o menos drásticas. A la hora de atarse el cinturón una familia comenzará, por lo general, reduciendo sus costes variables: menos gasto en ocio, en ropa… Luego pasará a reducir todo lo que pueda sus costes fijos. Más tarde decidirá prescindir de aquellos servicios que parecen más superfluos, posiblemente internet.

Este proceso acaba trasladando a coste variable –del que se puede prescindir- la mayor parte de partidas que antes se consideraban coste fijo. Cuando ya no quede de donde reducir, llegará el momento de renunciar a la calefacción, o restringirla; después llegará el turno de prescindir del agua caliente –alterando sus hábitos de higiene-. Y por último, muy posiblemente, hasta se deje de usar la cocina y se apueste microondas. Al final empezará a jugar con su “tesorería” y se producirá una dinámica de pagos intermitentes de facturas para poder mantener el servicio –Un 9,2% de familias tuvo ya en 2013, según el INE, dificultades para pagar el agua, la hipoteca, el alquiler, el gas, la electricidad, la comunidad… y tuvieron que dejar pendientes recibos hasta poder pagarlos… o no. El proceso desembocará inevitablemente en el corte de los suministros y por último, si no se puede pagar la vivienda, en una dinámica de exclusión acelerada: el desahucio y todo lo que lleva aparejado. Son precisamente los Alquileres y las hipotecas, la partida que más ha crecido en la Encuesta de Presupuestos Familiares.

Las dos compañías eléctricas que gestionan el 80% del suministro doméstico (Endesa e Iberdrola) realizaron en 2013, tal y como recogen sus memorias, 931.263 desconexiones. Si se hace una extrapolación al 20% restante, el dato resultante es que se “cortó la luz” a más de un millón de hogares, el 5% de los usuarios domésticos. Teniendo en cuenta el tamaño medio de los hogares españoles estaríamos hablando de 3,6 millones de personas. La Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (AEOPAS) calcula que se tramitan al año más de 500.000 avisos de corte, un 30% más que hace cuatro años. De estos, se llegan a ejecutar aproximadamente un 60%, es decir, 300.000. Podríamos tener datos similares con otros suministros domésticos como el gas.

En este contexto de pobreza es donde hay que interpretar los datos que la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) aporta en su informe sobre pobreza energética del año 2014: Un 9% de familias se declaran incapaces de mantener su vivienda caliente (4 millones de personas) y un 12% gasta más de un 10% de sus ingresos en confort térmico (7 millones de personas). Aunque el informe es de 2014, los datos son de 2012.

El descenso de la esperanza de vida

El resultado de esta espiral negativa es que empeora las condiciones de vida de millones de personas y las instala en una desigualdad estructural. En el año 2007 se realizó un estudio sobre la esperanza de vida en la ciudad de Madrid con resultados llamativos. Un varón residente en el Barrio de Salamanca vive 78,9 años frente a los 71,3 años de uno residente en el Barrio de Orcasur. Esta diferencia de 7,6 años se produce en una distancia de 15 kilómetros. Siete años después, y con una crisis de por medio, lo que ha ocurre es que además de que las condiciones de vida son más difíciles (más frío, menos higiene, peor alimentación,…) es necesario trabajar más para llegar a fin de mes. Según la Fundación 1º de Mayo, el 12,3% de los trabajadores se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Han de trabajar más horas para alcanzar una renta mínima. La suma de ambos elementos hace que hoy la distancia entre Orcasur y el Barrio de Salamanca supere, con toda seguridad, esos 7,6 años de diferencia en la esperanza de vida. Esta es la consecuencia real de la pobreza energética.

Hasta el momento, para paliar esta situación se ha utilizado el Bono Social recogido en la Ley 24/2013. Se trata de un descuento del 25% de la factura eléctrica para aquellos hogares con una potencia contratada inferior a 3kW, pensionistas con más de 60 años que perciban pensión mínima por jubilación, incapacidad permanente o viudedad, familias numerosas y también aquellas otras en las que todos sus miembros se encuentren en situación de desempleo. Casi dos millones y medio de hogares se beneficiaron del Bono Social en 2013, la mayor parte por tener menos de 3 Kw de potencia. Es interesante ver que, desde el año 2009, el número de personas inscritas ha disminuido en medio millón, lo que no parece lógico cuando la situación social ha empeorado y los gastos en energía crecen tal y como indica la Encuesta de Presupuestos Familiares. Y llama la atención el crecimiento de las solicitudes de las familias numerosas, que llegan a los 162.000 hogares.

¿Es el Bono social tal y como está pensado una solución?

A la luz de los datos parece que no. En primer lugar, no está llegando a la gente que más lo necesita; gran parte de las familias numerosas que lo solicitan no parecen estar entre las que menos renta tienen y un porcentaje no despreciable de los que tienen menos de 3 Kw de potencia contratados –a los que se les aplica sin solicitarlos- son segundas residencias vacacionales. En segundo lugar, el problema se circunscribe a la electricidad cuando lo generan también otros muchos factores. Lo que también ocurre es que la población vulnerable no está accediendo todo lo esperado al sistema, pero no por una mejora de su renta.

¿Es posible disminuir la factura en necesidades básicas de las familias y generar empleo simultáneamente?

En este momento las políticas de eficiencia energética están pensadas como inversiones a realizar en el marco de mejoras de viviendas –apoyo a cambio de ventanas, cambio de calderas, electrodomésticos eficientes,…- o edificios –grandes intervenciones en fachadas subvencionadas parcialmente-. Pero este tipo de políticas seguramente va a contribuir a aumentar la “desigualdad energética”: son cada vez más ineficientes los que más lo necesitan y cada vez más eficientes los que menos lo requieren.

Un cambio en la política es posible si se decide invertir en mejorar las viviendas de los hogares pobres. Se trataría no sólo de inversiones en edificios –que son elevadas para la rentas de los hogares y requieren cofinanciación y acuerdo de todos los vecinos-, sino también poner en marcha pequeñas intervenciones en viviendas particulares a fondo perdido sobre elementos de poco coste como lámparas de bajo consumo, perlizadores de agua, aislamiento de ventanas mediante aislantes adhesivos, termostatos… Se trata de hacer una política macro como suma de muchas intervenciones micro.

En términos sociales esto podría permitir, por un lado, generar un nicho para una mano de obra que no requiere una altísima cualificación y que facilitaría reengancharse tras haber sido expulsada del mercado de trabajo –muchos de la construcción- y por otro, una intervención en hogares vulnerables que incrementaría su renta de forma estable como consecuencia del ahorro producido. En términos energéticos, este tipo de actuaciones son menos eficientes en las viviendas que las que se realizan globalmente en los edificios, pero muchas intervenciones micro sumadas –y posibles- son más eficientes que pocas intervenciones globales –poco factibles a día de hoy-.

¿Es posible disponer de un sistema de precios diferenciados?

Las grandes compañías multinacionales suministradoras de insumos tienen parte de su negocio en otros lugares. En algunos países latinoamericanos, por ejemplo, existen tarifas diferenciadas en función de la renta. Plantear una propuesta de tarifas en función de algunos tramos de renta es una posibilidad que al menos habría que explorar.

Es posible un replanteamiento del Bono Social para resolver el problema de aquellas familias más vulnerables. Sería más eficiente si se tratase de un sistema por el cual, siempre en función de la renta, se solicitase una mejora en la eficiencia de la vivienda que reduciría establemente las facturas y además generaría empleo. Esto debería ampliarse también a otros insumos (gas, internet, agua, electricidad y podría acompañarse de la implantación de un sistema de tarifas en función de la renta. No hay que olvidar en ningún momento que otro de los temas que está presente permanentemente en el análisis es el coste de la energía

¿Se puede mantener la escalada de los precios de la energía?

El cambio de la política sobre la energía en este momento es una buena herramienta para luchar contra la pobreza de forma estructural. La Estrategia Europea 2020 marca como desafíos fundamentales, entre otros, el cambio climático y el aprovisionamiento energético y como objetivos el empleo, la educación y la pobreza. Estos conceptos se traducen en líneas de financiación de fondos europeos (FSE y FEDER fundamentalmente) que pueden ser orientados en estos campos y sobre los que se está en proceso de decisión.

Temas abiertos para debatir, hay. Y posibilidades financieras para abordarlos, también.

moderado por:

  • Julia Pérez

    Unión de Asociaciones Familiares. UNAL

  • Orencio Osuna

    Director de la Fundación Espacio Público

Conclusión del debate

La Justicia habría de ser un servicio útil y no lo es. Hoy día no es el servicio público que precisa la gran mayoría de ciudadanos para resolver sus litigios, basados en los derechos y obligaciones, tanto entre sí como entre ellos y el Estado. Así comienza Manuela Carmena la ponencia con la que “Espacio Público” abrió el debate sobre la necesidad de reinventar la justicia. Durante los más de dos meses en que ha estado abierto, han contribuido como reflexiones personalidades de todos los ámbitos del mundo de la Justicia.

Carlos Carnicer, presidente del Consejo General de la Abogacía, plantea que “si existe un documento formalmente antiguo e inadecuado en nuestras Administraciones Públicas ese es la citación judicial. Un documento totalmente incomprensible para el español medio e intolerablemente amenazante para quien es llamado a colaborar con la Administración de Justicia. La citación –añade Carnicer- es muchas veces el primer acto de la Justicia al que asiste el ciudadano que es llamado a colaborar con ella. Y la mala imagen que tiene la Justicia entre los ciudadanos podría evitarse si, simplemente, se tratara a los ciudadanos con el respeto que merecen”.

Mercedes García Arán, catedrática de Derecho Penal de la UAB, escribe que “es posible propiciar una transformación de la Justicia con mecanismos de actuación más horizontal, con participación de agentes sociales y alejada de los ritos que hoy la anquilosan”

El juez José María Fernández Seijo propone la desaparición del Ministerio de Justicia: “En algún momento –afirma- debería ponerse un poco de orden y rediseñar el tablero partiendo en primer lugar de la desaparición del ministerio de justicia, sus competencias deberían ser o bien transferidas a las comunidades autónomas o bien redistribuidas entre el ministerio de presidencia, el de administraciones públicas, el de exteriores y el de cultura”.

Por su parte María Victoria Cinto, vocal del Consejo General del Poder Judicial, cree que “definitivamente es la hora del cambio, de la reinvención, de promover unos nuevos usos y maneras, de fijar los objetivos de una nueva gestión que acerque la justicia a las demandas de la sociedad, que sirva para resolver sus conflictos y crear un marco de convivencia asumible por todos”

Joan Baucells Lladós, profesor de Derecho Penal en la Universidad Autónoma de Barcelona, entiende que “no podremos avanzar en la mejora de la elaboración de las leyes si no se reinventan también los mecanismos de control de estos niveles de racionalidad. Cuando uno lee sus sentencias –explica-, tiene la impresión que el control de las leyes penales por el Tribunal constitucional no ha hecho más que empezar, y que aún está pendiente de elaboración una teoría suficientemente comprensiva de sus contenidos y de sus límites”.

El abogado Jaume Asens critica el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), “institución endogámica, a su juicio, altamente politizada e incapaz de acometer su principal tarea: poner orden en la justicia y proteger la independencia de quien debe ejercerla. Con su vinculación al poder político, -añade Asens-se ha convertido en un problema más que en la solución.

Joaquim Bosch, portavoz de Jueces por la Democracia sostiene que “es probable que no haya ningún ámbito como el de la Justicia en el que exista una coincidencia tan generalizada en la percepción de un patente abandono institucional” y Antonio Segura, vicepresidente del Foro de abogados de izquierdas mantiene que “el componente social de la propia plantilla de jueces, juezas, y miembros del ministerio fiscal no se corresponde con la diversidad ideológica de la actual realidad social”.

Para la ex ministra Margarita Robles, ahora magistrada del Tribunal Supremo, “los jueces tienen que ser el punto esencial y básico de la protección de los derechos de los ciudadanos” mientras que el también magistrado Ignacio González Vega repasa y analiza la manera de acceder a la judicatura en nuestro país.

Este fue uno de los puntos de más controversia entre los participantes en el debate presencial previo al cierre de esta ponencia, que moderó Julia Pérez, especialista en Tribunales del diario Público, y que tuvo lugar el pasado 9 de abril en Madrid, en la sede de Ecooo.  En él intervinieron, junto a Manuela Carmena, los también magistrados Joaquim Bosch y Manuel Ruiz de Lara y los abogados Gloria Elizo, Jaume Asens y Antonio Segura.

Quien esté interesado en conocer el debate que ha tenido lugar en la web desde febrero hasta abril de 2015, lo puede consultar a continuación.

Ponencia inicial

La Justicia: hay que reinventarla

La Justicia: hay que reinventarla

moderado por:

  • Laura Freixas

    Escritora, Asoc Clásicas y Modernas

  • Paula Pof

    Periodista

Conclusión del debate

Este debate, que se ha desarrolló fundamentalmente en los dos últimos meses del 2014, ha tratado de analizar las causas profundas de un fenómeno socialmente alarmante, cómo es el de la violencia de género. La ponencia de la que arranca la discusión analiza las circunstancias y la lógica que motivaron la promulgación de la ley orgánica de Protección Integral contra la Violencia de Género y sostiene que la violencia no es un problema que afecte sólo al ámbito privado sino que fundamentalmente atañe   al ámbito público y representa una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres.

Planteada en este ámbito la discusión, muchas de las intervenciones han señalado que no estamos ante un problema propio de un colectivo: las mujeres (puesto que las mujeres no constituyen “un colectivo” y esta consideración sería inaudita en el caso de los hombres) sino ante un problema social frente al que el Estado tiene que tomar medidas efectivas , puesto que todo Poder Público tiene la obligación de garantizar la vida y la seguridad de sus ciudadanos y ciudadanas..

El centro de la discusión se ha centrado en la igualdad. No hay democracia sin igualdad, y no puede haber igualdad en la sociedad sin democracia (Miguel Lorente). El debate sin embargo desborda el ámbito estrictamente político para adentrarse en las causas profundas que laten en la sociedad y que alimentan el machismo.

La violencia es un concepto adquirido. Frecuentemente, la violencia de los hombres contra las mujeres comienza en la infancia y representa parte de la socialización masculina. Muchos muchachos son socializados en la creencia de que las mujeres y niñas tienen obligaciones con ellos (cuidar de la casa, cuidar de los hijos, tener relaciones sexuales con ellos…).( Francisco Abril ) Este análisis arroja un dato inquietante: que los jóvenes, son más propensos a usar la violencia que cualquier otro grupo. La violencia de los hombres contra las mujeres se ejerce, principalmente, en el espacio privado y las relaciones de pareja y su inicio tiene lugar, muchas veces, en las parejas más jóvenes.

El machismo viene de lejos y se introduce en el inconsciente; este es otro de los aspectos relevantes que ha aportado el debate. La imposición de los esquemas del Patriarcado no sólo se producen por mecanismos sociales, culturales y económicos, sino también, por un entramado de estereotipos de género inconscientes, que se han ido tejiendo a lo largos de las generaciones que nos preceden. Durante la infancia se transmiten, consciente e inconscientemente, tanto por el padre como por la madre, y cristalizan en la adolescencia. (Regina Bayo) Estos aspectos de la subjetividad e identidad sexual no son conscientes, -y precisamente por eso-, se manifiestan con gran fuerza en momentos de cambio o de crisis en la vida de la pareja, como con el nacimiento de los hijos, o ante la pérdida de la estabilidad económica.

El debate deja claro que la violencia machista no se puede entender si se reduce a un problema que ocurre entre dos personas. Las causas hay que buscarlas más bien en un conjunto de dispositivos sociales que provocan que las mujeres sufran constantemente una violencia que es estructural. Se trata de una forma de control que el patriarcado ejerce sobre todas las mujeres (Isabel Serra y Rebeca Moreno)

Uno de los mecanismos por el que se reproduce la dominación es la “violencia simbólica”, que afecta a las mujeres (y a los hombres) de modo que las ciega respecto a la sumisión en la que incurren. Las mujeres están sometidas a un continuo bombardeo de mensajes contradictorios: una publicidad obsesivamente centrada en el cuerpo y en la seducción que reinscribe los clichés de feminidad más conservadores disfrazados de modernidad (Ángeles de la Concha); una exaltación de la libertad sexual que luego en la intimidad se ignora o se castiga; un acceso al mundo del trabajo, a la política y a las profesiones más prestigiosas que resultan luego irreconciliables con una vida familiar en el que la pareja se limita a “ayudar” en temas y ocasiones puntuales; una exaltación de la maternidad que se castiga laboralmente con el despido encubierto o la relegación a puestos de segundo orden; un reconocimiento a la valía profesional que fuerza a renuncias personales…

De este modo, más allá del plano conceptual, pero en relación con el concepto de “feminismo”, luchar contra la violencia machista implica  mejorar las condiciones materiales de las mujeres. La  violencia machista no puede ser entendida como una circunstancia al margen de las condiciones sociales, políticas y económicas en las que se desarrolla

En esta relación entra la violencia y las condiciones sociales están de acuerdo la mayoría de los intervinientes. Si bien algunos entienden que además de eso hay que tener en cuenta el poco amparo real que los juzgados prestan a las mujeres maltratadas. El 55 por ciento de las denuncias se archivan sin más trámites y el resultado final es que no llegan al 40 por ciento los maltratadores condenados (Lidia Falcón). Esta tesis considera que la ley contra la violencia de género es radicalmente insuficiente, entre otros factores, porque solo ampara a las mujeres que tengan vínculos sentimentales con los maltratadores.

Una parte significativa de las intervenciones han subrayado un factor especifico que acompaña a la violencia de género: la víctima, en muchos casos con lazos afectivos con el agresor, es una víctima especial, muy distinta a las víctimas de otros delitos. Se constata que estas agresiones y crímenes son los únicos en los que son las víctimas las que se avergüenzan o esconden y no quienes los perpetran. Todo ello envuelto frecuentemente en un halo de fracaso vital.

No es raro, pues, que las mujeres sean remisas a denunciar. (Eulalia Lledó). A esto se le tiene que sumar la silenciada desprotección en que las mujeres suelen quedar después de denunciar.

La discusión sobre la violencia de género se complementó con un debate en Público TV que moderó la escritora Laura Freixas y en el que participaron la escritora y periodista Lidia Falcón, el psicólogo Pablo Llamas, miembro a su vez de la AHIGE, Ángeles de la Concha, catedrática de lengua inglesa, la ponente Soledad Murillo y el profesor de Derecho Constitucional Octavio Salazar

Ponencia inicial

¿Ha llegado la democracia a la vida privada?

¿Ha llegado la democracia a la vida privada?

Identifico democracia con el mutuo respeto, una regla de la que nos dotamos siempre que aceptemos las distintas formas de vivir. John Rawls definía la justicia en términos de procurar hacer efectivas las “bases sociales del autorespeto”. En el plano personal, el respeto consiste en concederse un valor innegociable. En suma, resistirse a claudicar cuando alguien en nombre de los afectos, pretende amoldar un proyecto vital, por el simple hecho de ser ajeno a sus necesidades particulares. Situaciones demasiado frecuentes en un vínculo de pareja, donde mantener lo propio, desde las amistades, hasta las aspiraciones profesionales, pudieran representar motivo de tensiones, o conflictos más serios.

Sabemos bien que las interacciones sentimentales son extraordinariamente complejas, pero no siempre los desacuerdos recurren a la palabra y menos aún a pactos en los que se explicite lo que cada persona espera de la otra. Todo lo contrario, la pareja también es un escenario de poder. Un poder que no se muestra públicamente, se reproduce en la intimidad de una relación sentimental, se justifica en nombre del amor y requiere de una sistemática expropiación de la identidad. Además, contiene una firme desautorización de todo rasgo de individualidad, recurriendo desde los agravios, hasta los golpes. De hecho, debemos a la teoría feminista haber conceptualizado el poder desde el esquema de subordinación y autoridad, y visibilizado aquellos mecanismos sociales, económicos y culturales que legitiman la desigualdad.

Esta lógica fue clave en la elaboración de la Ley Orgánica 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Tuve la oportunidad de participar activamente en su elaboración. Fui el primer cargo público en materia de igualdad, pero sin añadir, familia, infancia o juventud entre sus competencias. Sólo igualdad. Razón por la cual las siguientes reflexiones son deudoras de la legislatura de la que formé parte (2004-2008), así como de las negociaciones, o mejor decir, las conversaciones con el ánimo de convencer de la necesidad de una norma a aquellos que serían los responsables de su puesta en marcha. La Ley tuvo su origen en una propuesta por parte de la oposición, en el año 2002 y en sede parlamentaria, que el Gobierno del Presidente Aznar desestimó. Las entonces muy minoritarias, pero constantes, manifestaciones de mujeres cada 25 de noviembre, no dejaban de recordar la urgencia de la medida. Se recuperó la idea y se amplió el campo de su articulado. Para empezar, ya en su exposición de motivos, o tarjeta de presentación de todas las normas, que recomiendo leer para conocer los principios que las inspiran, en la Ley 1/2004 se cita expresamente que la violencia no es un problema que afecte al ámbito privado sino al ámbito público. Y se añade que representa una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres. Antes de su promulgación, era el concepto violencia doméstica el más usado, desde la jurisprudencia, hasta los medios de comunicación. De esta manera, quedaban fuera de esta definición aquellas mujeres que no convivían con el agresor: tanto jóvenes que sufrían violencia, así como las mujeres maduras que eran amenazadas por su expareja. Esta focalización en la vida afectiva como escenario de violencia, fue muy controvertida por creerse que era reduccionista. De hecho se dudaba de su eficacia, dado que no se recogían todos los tipos de violencia que figuran en la Resolución 48/104 de la Asamblea de Naciones Unidas en diciembre de 1993: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada». En cambio la Ley perfila la figura del maltratador en un compañero sentimental, se conviva o no.

Primeras Objeciones a la Ley 1/2004.

Una de las principales dificultades para entender la especificidad de la violencia de género, fue su denominación. En primer lugar, desde el punto de vista nominativo la definición de “género” que aportaba la Ley, fue rechazada por la Real Academia de la Lengua, que advirtió sobre la inutilidad de su uso, eso sí, sin citar ninguna de las múltiples referencias teóricas sobre la aplicabilidad del mismo. Ni lo entendió entonces, ni aún hoy está incorporado; a pesar de mostrarse receptiva ante términos como “friki”, “manga”, entre muchos otros, con más suerte por parte de la Comisión de Vocabulario Científico y Técnico de la RAE. Esta valoración es mucho más que una anécdota, representa la inquietante estrategia de convertir una categoría de análisis en una extravagancia y, como tal, cualquiera puede desestimarla, negarla o refutarla, sin más. La misma idea que mantienen aún las Universidades españolas, al ubicar los estudios de género, como un conocimiento periférico en la capacitación curricular: master o asignaturas optativas son las únicas opciones. Esta limitación en la oferta educativa repercute en reforzar la subestimación teórica por parte de quienes deben aplicar la Ley, porque de no entender su significado, esta omisión afectará al desarrollo de su práctica profesional y sobre todo, a la eficacia de respuesta a las mujeres maltratadas.

En segundo lugar, fue extraordinariamente complejo desvincular la violencia de género de su interpretación como un asunto privado, un suerte de problema de pareja en el que no es lícito inmiscuirse, salvo que se produzcan actos constitutivos de delito. Pero convertirla en un asunto público fue clave en cada proceso de presentación de la Ley a distintos profesionales, que en un futuro deberían implementarla. Se trataba de recordar que la violencia era consecuencia de una deficitaria aplicación de las políticas de igualdad y esto repercute en las conductas de los agresores y de las víctimas. Bien es cierto, que cada día tenemos la fortuna de contar con rigurosos análisis sobre la materia, donde cada aportación teórica, o práctica, nos ayuda a entender la complejidad del fenómeno; sin embargo es necesario profundizar en aquellos análisis que relacionen violencia, con la posición de inferioridad que se reserva a las mujeres dentro de la estructura social, política o económica de nuestro país. En otras palabras, disponemos de menos ejemplos que vinculen la violencia con el grado de igualdad de trato y que a su vez sean capaces de identificar qué factores de desigualdad provocarían un estado de indefensión de las mujeres. Nos convendría saber ¿con qué recursos personales cuenta una mujer para poder iniciar el difícil proceso de iniciar un proceso judicial? O bien, conocer qué ocurre en el intervalo entre llamar al teléfono de emergencia 016, más de 30.000 llamadas anuales, y la decisión de interponer una denuncia, que representan menos de la mitad. De todo ello informó el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, órgano del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuya anterior Presidenta Inmaculada Montalbán mostró, en el año 2013, su preocupación por una caída en las denuncias de un 9,6 en los últimos cinco años.

En tercer lugar, hacer entender que no se trata de un problema propio de un colectivo, porque si todo Estado de Derecho tiene la obligación de garantizar la vida de sus ciudadanos y ciudadanas, con esta obligación constitucional se deberían ver implicadas todas las instancias sociales, y no sólo las áreas de mujer inscritas en cualquiera de las instituciones públicas. Sin embargo, un problema fundamental radica en la extendida interpretación de considerar a las mujeres como un colectivo. Pero ¿qué efectos tiene para las mujeres ser definidas de este modo? Aparentemente parece una definición neutral, carente de consecuencias, pero nada más lejos de la realidad. Primero, porque los colectivos se asimilan a las minorías, es decir, se les adjudica un rasgo particular que les adscribe al grupo en función de su -color, raza, edad, clase social-. Lo cual no ofrecería problemas, sino fuera porque esta operación sólo rige para las mujeres, en ningún caso a los hombres se les concede tal tratamiento diferencial, salvo que posean una particularidad concreta: jóvenes, ejecutivos, jubilados. En cambio, las mujeres siempre son catalogadas como un colectivo en su totalidad. Ni siquiera es preciso adscribirse a un grupo a través de un rasgo concreto, ni por edades, renta, color u orientación sexual. Las mujeres por el hecho de ser mujeres se definen como un colectivo, cuando en nuestro país representan un 50,8% de la población censada (INE. A 1 de enero de 2014).

Esta es la primera estrategia de exclusión, pero lo más inquietante, son las características que se les atribuye como colectivo, cuyo significado común son sus “especiales dificultades”: problemas de conciliación, de autoestima, de trabajo, entre otros. Dificultades que se analizan como inherentes a las mujeres. Es decir, no quedan cuestionadas instancias públicas cuyo funcionamiento y regulación horaria, pudieran representar un serio obstáculo a su participación. O las constantes convocatorias de reuniones, que se convierten en requisitos de una presencia activa, sin olvidarnos de las interminables jornadas diarias que la esfera política, sindical, empresarial reserva para afianzar sus relaciones formales e informales, pero estas pautas de funcionamiento no se cuestionan. Si las mujeres no tienen tiempo es un asunto personal o, lo que es lo mismo, imputable a su organización horaria.

Como personas interesadas en la violencia de género debemos preguntarnos, ¿aceptamos estas definiciones u optamos por seguir haciéndonos preguntas? En suma, ¿las interpretamos como características propias de las mujeres o resultado de una división sexual de funciones, que hombres y mujeres reproducen a través de los roles? Sin embargo, al asimilar al conjunto de las mujeres al repertorio de los colectivos,estas quedan expuestas a ser tratadas desde esta óptica de grupo, definición que opera para los responsables de diseñar políticas sociales. ¿Qué ventajas depara esta clasificación, si estadísticamente las mujeres representan la mayoría de la población? Para empezar a las minorías se les reconoce más por sus “problemas” pendientes de solucionar, que por sus méritos o aportaciones. No olvidemos que las necesidades tienen un tratamiento político distinto que los derechos, sobre las primeras recae la incierta voluntad política de solucionarlas pero siempre estarán cautivas de presupuestos públicos, o del grado de conocimiento sobre igualdad de quienes la incluyen entre sus competencias. Carencia que ni siquiera se tiene pudor de lamentar. El propio Secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad reconoció, según sus propias palabras, en una rueda de prensa que no se había leído la Ley 2/2010 de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo, a pesar de formar parte de un gobierno que iniciaría una reforma regresiva de la misma.

Por estas razones, los programas, o medidas son específicas y se orientan a subsanar aquellos supuestos “déficits” que las mujeres presentan. De esta manera se utiliza el término “inserción” en cualquiera de las esferas sociales: laborales, culturales. Pero la respuesta está condicionada por el grado de compromiso de cambio de las instituciones, demasiado refractarias a una revisión de sus procesos. Resulta más sencillo administrar políticas específicas: los programas de diversidad, dentro del capítulo Responsabilidad Social, en la empresa privada, o bien el denominado sector, dentro de la Administración Pública. La misma interpretación motiva que en los foros internacionales se organicen sesiones específicas sobre mujeres. Por ejemplo, en la Unión Europea la agenda de igualdad se ubica en la Comisión de Políticas Sociales, a cuyas sesiones acuden aquellos cargos políticos que la incluyen entre sus responsabilidades pero deben compartirla con otras áreas de trabajo, lo que concentra la igualdad junto a otras competencias como Educación, Salud, Políticas Sociales (Alemania, Grecia, Portugal, Italia Reino Unido, Noruega, Finlandia). Son excepcionales los países en que existen Ministerios de la Mujer en la Administración General del Estado (España hasta el 2010 y Suecia). Si acudimos a los escenarios políticos, observamos al líder de cualquier partido haciendo un acto sólo para mujeres, reproduciendo así la concepción de éstas como colectivo, lo que creará estructuras específicas, mujeres de, feminismos de, a la que se añade el nombre de la formación política.

En todos los casos, se comparte el mismo discurso: la indudable capacidad de las mujeres y su injusta invisibilidad. Tal defensa sobre las virtudes de un colectivo, sería inaudita en el caso de los hombres. Además, fuera de estos marcos de proclamación de excelencia, cuando las agendas públicas o privadas, políticas, traten asuntos claves, como la economía, la protección por desempleo o la administración territorial, estás no tendrán presencia alguna en la toma de decisiones. Evitar esto fue un propósito de La Ley 1/2004, que quiso convertir en un asunto de interés general aquello que se definía como un asunto privado de las mujeres. Por ello, lejos de establecer regulaciones en clave de colectivo específico, se buscó una equivalencia de derechos en el espacio público y para ello, era preciso aportar artículos sobre educación, mercado de trabajo, hasta la creación de nuevas estructuras, como los juzgados especializados de violencia contra la mujer y una fiscalía de violencia de género. O la Delegación Especial contra la Violencia de Género, que creó un observatorio para homologar datos estadísticos, además de crear el teléfono 016.

En cuarto lugar, más que un obstáculo, se trata de lo que fue, bajo mi punto de vista, una pérdida irreparable para aumentar la efectividad de la Ley: no lograr introducir el machismo como un agravante. Del mismo modo, que la xenofobia, el antisemitismo o el racismo son tipificados como tales en el artículo 22.4 del Código Penal. Esta valiente propuesta la hizo la Presidenta del Observatorio del Consejo General del Poder Judicial, Montserrat Comas, quien argumentó en una comparecencia en el Congreso, la conveniencia de introducir este tipo de discriminación en el código penal, dado que la Ley 2/2004 sólo agravaba las penas para los delitos de lesiones. Pero nadie, ni siquiera el partido del Gobierno que impulsaba la Ley, aceptó su fundamentación. La negativa fue contundente, lo que demuestra que la violencia se encapsulaba en los problemas de un colectivo específico y no precisaba tratamientos jurídicos más severos para evitarla. Siempre me he preguntado si la presencia de otras discriminaciones directas en la legislación, no habrá dependido de la solidez de alianzas, o de la capacidad de presión, como lobbies, de los colectivos que las padecen.

En quinto lugar, sobre la Ley pesó otra grave acusación: la de beneficiar a las mujeres en detrimento de los hombres, concretamente en relación al artículo 38: Protección contra las amenazas. El debate procesal se basaba en un interrogante: ¿por qué un mismo hecho: amenazar o coaccionar tiene un distinto tratamiento penal, tipificado como delito en el caso de lo realice un hombre con una relación sentimental con la víctima, y no pesa del mismo modo para las mujeres? Esta elevación de la pena fue interpretada como una relación inversa entre legalidad y discriminación, y provocó encendidos argumentos. Sabíamos, como se manifestó en los encuentros de trabajo con médicos forenses que las coacciones y amenazas eran la antesala de las lesiones. Los hombres no vivencian pánico, es cierto que pueden sentir ira, agresividad, pero no miedo y, mucho menos, terror. Pero este aparente “trato de favor” conectaba peligrosamente con el imaginario social sobre que las acciones positivas, o en el ámbito político, las famosas “cuotas” y que a pesar de ser mecanismos garantes de la igualdad, se presentan ante la opinión pública como medidas fraudulentas para favorecer a las mujeres.

Si las mujeres carecen de referentes de autoridad, ¿de qué elementos podrán servirse para reunir las fuerzas suficientes para tomar una decisión? ¿Qué significados les devuelve la vida pública que les doten de la suficiente legitimidad para denunciar una situación insostenible? ¿Acaso no incide en su autoconcepto, la insistente representación de lo femenino a través de la emocionalidad, la nigromancia y sólo con algunas excepciones, son convocadas en el papel de expertas, para hacer aportaciones sobre la economía o la ciencia?

La tarea de una sociedad decente, como diría Martha Nussbaum, es ofrecer a todos sus ciudadanos las mejores condiciones para desarrollar sus capacidades, y esto sólo se logra si colocamos la igualdad no como un mero principio, sino desde el exigente plano de una buena convivencia. Si las mujeres no perciben la igualdad de trato, o como la define Ronald Dworkin, la distribución equitativa de recursos y oportunidades vitales ¿cómo va a marcar límites a quien coacciona su libertad, sobre todo cuando no se trata de cualquier persona, sino de aquel con quien está vinculada afectivamente? Sin embargo, todo el mundo espera que ella dé el primer paso, que la víctima denuncie, como única vía para acceder al sistema de protección. ¿Por qué la fiscalía no actúa de oficio, cuando está autorizada para hacerlo conforme a sus competencias? ¿O todavía se define la violencia de género como un delito privado, y no como un delito público? ¿Qué ocurre entre la denuncia y el final del procedimiento?

Se sigue depositando en la víctima el poder de decisión, en una interacción donde los primeros efectos de la violencia radican en hacer dudar a la víctima de sus propias percepciones. ¿Con qué elementos podrá defenderse y actuar en nombre de su autonomía? Especialmente, cuando la imagen que devuelven las instancias públicas o privadas sobre las mujeres está ligada a sus problemas y no a sus capacidades. De dónde extraerán las mujeres la suficiente autoafirmación para escapar del círculo de la violencia. Quizás esto explique que aún carezcamos de campañas contra la violencia, cuando disponemos de campañas de tráfico con periodicidad bimensual. Son los medios de comunicación quienes informan sobre los episodios de violencia, sobre la crueldad de los asesinatos y, aunque aún esta materia informativa se ubique en la sección de sociedad y no en la sección política, es indudable que han contribuido a mantener este persistente fenómeno.

Una víctima sin similitudes: la mujer maltratada

Las relaciones sentimentales fueron el eje de la Ley, porque su dinámica genera una grave indefensión para la víctima y una certeza de impunidad para el agresor. Sabemos que toda pareja debería estar abierta para aceptar los desacuerdos como un factor saludable propio de la intimidad, porque de no existir diferencias, estaríamos ante un miembro que siempre cede frente a otro que lidera. Uno de los pactos igualitarios en un vínculo afectivo radica en ampliar la libertad del otro, para lograr que la pareja sea una suma de individuos con proyectos propios, no de roles, provistos de identidades y funciones. En nombre del amor, no cabe exigir la pertenencia de otra persona, nadie es propiedad privada de nadie. Muchas mujeres se comportan como si tuvieran un propietario, por lo cual la secuencia de “tenerse” como referencia se vuelve problemática para ellas, como si traicionaran su rol.

Saberse un individuo es mucho más que una afirmación personal, señala el grado de autonomía que puede disfrutar una persona, comprobar si se toma como referencia a la hora de tomar decisiones o bien busca la aprobación. Por ejemplo, en los lenguajes cotidianos detectamos a mujeres, jóvenes o adultas sometiendo sus opciones al consentimiento de sus parejas afectivas. En suma, considerarse sujeto es la máxima protección contra la violencia y precisa de una poderosa voluntad de deslealtad hacia los preceptos de género, un doble vínculo con difícil salida. Si la privacidad, en el sentido positivo de lo «propio» y como elemento constitutivo de la individualidad, es una tarea difícil para cualquiera, lo es aún más para quienes gozan de mayor aceptación, si la renuncia y el sacrificio conforman sus virtudes públicas más valoradas. La habitación propia de Virginia Woolf resulta una brillante metáfora de la decisión a pensarse en singular, libre de toda demanda externa que las encierre en un conflicto de lealtades, entre lo que quiere hacer y lo que debe. En esta línea, Richard Sennett, señala dos tipos de compromiso, aquellos que parten de la decisión y los que encierran un mandato de obligación.

Podríamos afirmar, que la autonomía, entendida como “autogobierno”, como libertad de pensamiento y de acción es la prevención más eficaz contra todo tipo de violencias. Sabiendo, de la dificultad que esto entraña en una relación de pareja. Como señala la socióloga Eva Illouz, todo vínculo sentimental opera sobre “la economía de la escasez respecto a las libres opciones con otros encuentros”. Y añade “qué se puede esperar legítimamente del otro sin quebrantar su libertad”. Ahora bien, si nos centramos en una relación de maltrato no cabe esperar matices: la libertad de movimiento está prohibida. Se reclama una severa división de roles, y cualquier rasgo de individualidad será interpretado como una rebelión inaceptable, ante la cual el castigo sirve de advertencia y alecciona de posibles infracciones.

¿Qué diferencias existen en una víctima de violencia respecto a otras víctimas? Pensemos en un escenario de conflicto. Ante el mismo, un sujeto tiene la posibilidad de huir, pedir ayuda, o responder a la agresión. Ninguno de estos gestos son opciones para una víctima de violencia. La huida es tan complicada, por las dudas y el miedo, que la psicóloga Leonor Walker escribió una estrategia de fuga específica para las mujeres maltratadas. Tampoco pide ayuda, ni lo comparte con sus amistades o con su familia. Volverá clandestinos los agravios y las agresiones que sufre. Incluso aquellos que dejan señales; camuflará sus lesiones y si requieren atención médica los revestirá de accidentes domésticos. Hecho que motivó en la Ley la creación de unos protocolos destinados a los facultativos de atención primaria, quienes se hallaban ante la contradicción deontológica, de dar verosimilitud al testimonio de la paciente, o bien redactar un parte de denuncia ante la evidencia de las agresiones. Porque la denunciar representa para las mujeres maltratadas un rotundo fracaso personal, la constatación de no haber sabido hacerlo de un modo que no provoque iras.

Como investigadora, al realizar grupos de discusión con mujeres maltratadas, coincido con otros que concluyen que el sentimiento de vergüenza, de culpabilidad y fracaso sólo deja de ser paralizante en el caso de que los hijos e hijas puedan sufrir algún riesgo. En esas circunstancias el rol de madre, gana al de esposa, o compañera sentimental, y produce el impulso necesario para solicitar ayuda o asesoramiento. Del resultado de este acompañamiento experto dependerá el tiempo que requiera para sentirse segura e interponer una denuncia. La víctima de violencia es singular por otros motivos. Porque no responde a la agresión, aun viviendo en un régimen de terror cotidiano, ella espera a que las cosas cambien, mientras realiza un autoexamen revisando en qué podría haber fallado. Su discurso culpabilizador coexiste con la rehabilitación del agresor, buscando una explicación a su hostilidad. Siempre serán los agentes externos los responsables de su crueldad: el trabajo, su carácter, su infancia. Michael Foucault señalaba que el miedo es el mejor instrumento de control porque logra que la víctima aprenda a examinar cada gesto que pueda molestar a su agresor. Se inhibe por adelantado anticipándose a las posibles reacciones. El miedo es devastador y anestesia cualquier intento de salida.

Sin analizar estos hechos, sin analizar qué significa la igualdad, los cuerpos y fuerzas de seguridad, trabajadoras y trabajadores sociales, el personal médico, del campo de la psicología, o de la judicatura, fiscalía y abogacía seguirán sin comprender por qué resulta tan lento y penoso para las mujeres maltratadas tomar la decisión de denunciar, o qué causas concurren para que ella retire una denuncia antes de la vista oral. En otros escenarios, como las casas de acogida, o los pisos de emergencia, las directoras se preguntan qué les lleva a preguntar por él una vez que el miedo ha remitido, o qué les incita a querer acordar una cita. Incluso aspectos aún más espinosos, cuando una Orden de Alejamiento se vulnera cada vez que ella abre la puerta o accede a un encuentro, aun sabiendo que éste sea sumamente peligroso. Todas estas vicisitudes provocan que los profesionales, la policía nacional o local, no sepan cómo actuar, aunque el cumplimiento de la Ley es taxativa: vulnerar la Orden de Alejamiento es constitutiva de delito, pero el consentimiento de la víctima les confunde. El resto de los profesionales, saben que a pesar de haber invertido su trabajo, o su asesoramiento acompañado a la víctima, ésta no responde como el resto de las víctimas a su intervención; duda y perdona. Por lo que es lógico, que experimenten una desafección con su tarea, porque no siempre existe reciprocidad entre su empeño y el resultado esperado.

Lo mismo sucede en la familia nuclear de la mujer agredida, o bien están desorientados porque no aciertan sobre cómo influir en su hija, o en su hermana, y porque temen que al advertirla del peligro de una relación tan nociva provoquen, muy a su pesar, la reacción contraria: una encendida defensa del maltratador. Su desorientación es el motivo de demanda al teléfono de emergencia 016, que registra una media de un 23% de sus llamadas a solicitud de familiares y allegados. En otros casos, encontramos aquellas familias que prefieren apelar a la estabilidad de la pareja y minimizan el desastre, por lo que la disuaden de mantener la denuncia y, en muchas ocasiones, le piden que la retire. Lo que constituye uno de los motivos de preocupación para la Coordinadora Estatal de Mujeres Abogadas (www.cemabog.org)sobre el papel que juega la familia en la cronificación de la violencia. Pero todas estas aptitudes carecerían de sentido sin relacionar la violencia contra las mujeres con las políticas de igualdad y el género. Por supuesto, sin olvidarnos qué clase de perjuicios persisten para desautorizar la Ley, y lo que es más grave, a las mujeres víctimas de violencia de género, como incoherentes, o tramposas, como sucedió con la difamación sobre las denuncias falsas.

Podría parecer que los valores de la sociedad se renuevan en la medida que se ejercita la democracia, tanto en la esfera pública como privada. Lo que significa enterrar principios de autoritarismo y subordinación hasta convertirlos en aptitudes intolerables. Sin embargo, las encuestas (Barómetros del CIS) demuestran que la igualdad, como principio; es decir como idea es aceptada sin fisuras. Todas las respuestas coinciden en que mujeres y hombres disfrutan de los mismos derechos, ahora bien, cuando la igualdad ha de traducirse en prácticas sociales concretas, en acciones, los parámetros de género muestran enormes resistencias. Persevera la desigualdad en el uso del tiempo. Un solo ejemplo en cuanto al grado de corresponsabilidad familiar: La atención de hijos e hijas (CIS. Marzo, 2014 ) es asumida por las madres en un 82%, seguida de la abuela en un 8,5% y en tercer lugar el padre, con un 4,5%.

La vigencia del término “género”

El término género no debe entenderse sólo en el plano descriptivo de unas diferencias biológicas, sino como una interpretación cultural, un conjunto de expectativas sociales de los roles que han de desempeñar mujeres y hombres. En suma, un código de comportamientos y de convenciones sociales. Está directamente ligado a la división de espacios: lo público y lo privado. La sociedad, si bien parece distribuir jurídicamente la igualdad, nombra como responsables del hogar a las mujeres y como sustentadores principales a los varones. Ante un conflicto dentro de una relación afectiva, cabría saber si nos hallamos ante dos sujetos cuya opinión quiere hacerse valer, o bien son los roles masculinos y femeninos quienes se abren paso en la contienda. ¿En que se apoya cada uno en la discusión, de qué modelos o experiencias se sirven? Los roles son pautas de conducta exigentes y logran ejercer una enorme presión de conformidad, pero a cambio aseguran a quienes se adaptan un tranquilizador sentimiento de legitimidad ante los demás. No hay rupturas ni extrañezas. En definitiva, un código basado en el “deber ser”, en el caso de los roles femeninos más orientados a especializarse en lo ajeno, que en una misma como un marco de referencia vital.

Si la categoría género es útil para entender qué papel juegan los roles, aumenta su capacidad explicativa a la hora de interpretar la dinámica de una relación de maltrato. Por ejemplo, ¿a qué patrones de comportamiento responde permanecer cautiva de una relación de maltrato durante 8 años de promedio? O, el número estadísticamente relevante de hombres que no dudan en declarar que las aman, incluso después de haberles provocado lesiones o la muerte. ¿Qué les lleva a experimentar una culpabilidad subjetiva cuando son ellas las vejadas y agredidas? ¿Por qué no actúan como otro tipo de víctimas, con capacidad para asociarse y demandar adhesiones a la sociedad, con fuerza para denunciar su agresión públicamente, y exigen de manera firme una reparación al daño causado? Son escasas las asociaciones, o su nombre lo dice todo: Asociación Mujeres Supervivientes de Andalucía. La mayoría de las mujeres maltratadas no siguen este modelo, la vergüenza y una enorme sensación de derrota las inhabilita para formar asociaciones, o para reclamar medidas cuando las Administraciones Públicas no actúan con la debida diligencia.

En las relaciones de maltrato el peso de los roles de género no sólo actúan como un elemento desencadenante del conflicto, también sirven para perpetuarlo. Muchos policías se sorprenden sobre el tipo de hechos que el agresor relata como motivo de una paliza, e incluso del asesinato. Las diligencias recogen unos hechos que, aparentemente, carecen de entidad para provocar tan cruel castigo. En principio, pudieran parecer hechos sin importancia, discusiones habituales en el ámbito doméstico. Su perplejidad es sincera. No lo entienden. Lo cual es lógico, porque se trata de algo mucho más importante que el grado de satisfacción respecto a la tarea doméstica; el maltratador persigue verificar un escrupuloso cumplimiento del rol femenino y por supuesto, de no hacerse así su pareja se atendrá a las consecuencias.

Sabemos que el rol de esposa y madre aún están confinados a un desprendimiento de una misma para atender las necesidades ajenas. Y aunque los nuevos estilos de vida han enriquecido las formas de su ejercicio: madre sola, mujeres separadas, o madres con una orientación sexual distinta, sus compromisos de atención son requeridos sin contemplaciones. Resulta muy difícil mantener unos límites a las demandas familiares y, con el mismo empeño a mantener a salvo una relación de pareja, más aún exigir reciprocidad. La figura de la “madre” no sólo alude a quienes efectivamente lo son, sino que se reclama como un atributo definitorio, una cualidad sustancialmente femenina. La maternidad siempre remite a un rol femenino; un hombre se feminiza al adoptarlo y pasa a ser una excepción con una gran valoración positiva. Así es, porque la definición de la paternidad se define por otros rasgos: la trasmisión de apellido y de la principal renta familiar. En cambio, la maternidad es una aptitud de cuidado, de hecho las chicas jóvenes “cuidan” a sus compañeros sentimentales, se ajustan a sus tiempos, a su peculiar forma de ser, o bien se adaptan a sus gustos, o a sus amigos. Y, en la mayoría de los casos, esta atención conlleva la desatención de sus propias amistades, o afecta a su rendimiento. ¿Todavía nos sorprende que en una vista oral, la víctima rectifique su testimonio? Además el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal contempla la figura del derecho a la dispensa, o la posibilidad que tiene toda mujer de no declarar contra su marido, aunque éste sea el maltratador y ella la víctima. Ante lo cual el fiscal puede retirar la acusación.

Sostener emocionalmente una relación es definido como logro en el discurso femenino, ello pudiera explicar que más de un 36% de las víctimas se nieguen a declarar contra su marido o compañero sentimental. Lo cual nos indica la tensión de lealtades que operan en un acto procesal de este tipo, donde no siempre los jueces advierten de lo que eso significa. Los resultados son estremecedores, el maltratador sale en libertad y es previsible que ajuste cuentas con su “delatora”. La Memoria Anual de la Fiscal de Sala, Coordinadora de la Violencia contra la Mujer, alerta sobre otras estrategias de desautorización de la víctima, como son los Recursos de Revisión ante la Sala II del Tribunal Supremo. El condenado se querella contra la víctima sosteniendo que su condena sólo se basó en una denuncia, la mujer se presta a declarar y, como resultado de confirmar este supuesto, queda condenada. La propia Memoria reconoce que es preciso estudiar esta forma específica de violencia, porque sabe que los comportamientos de género inciden en el desarrollo procesal. El número de sobreseimientos es el indicador sobre el grado de impunidad de los maltratadores, que desde el año 2005 ha supuesto un incremento de un 158%. Suspender la causa por falta de pruebas, sin iniciar investigaciones de oficio, delata un mal funcionamiento de los órganos de justicia, ante cuyos déficits no parece haber ni un seguimiento y, mucho menos, se activan las medidas correctoras suficientes.

En cuanto a los hombres maltratadores, un debate permanente se centraba sobre la posibilidad de lograr su rehabilitación, o bien dudar de cualquier método eficaz para ello. Este tema, además gravita sobre una posición ética acerca de la capacidad de recuperación de un sujeto. En el caso de los maltratadores, es una condición ineludible que éstos acepten su responsabilidad en la agresión, sin señalar a su pareja como la principal causante de su hostilidad. Y esta dificultad en reconocerse como agresor, es precisamente el obstáculo sobre el que aluden la mayoría de los terapeutas en el tratamiento. Los maltratadores encuentran una extraordinaria dificultad en asumir la responsabilidad de sus acciones, para minimizarlas. Los hombres violentos, ni perciben el pánico ni viven disculpándose. Testimonios de los que son testigos permanentes los cuerpos de policía especializados, que observan su modo de definirse: sujetos que “responden” a una provocación, a una suerte de insubordinación. Del mismo modo, cuando el conflicto remite los maltratadores saben activar la lástima, han vivido del perdón y de las segundas oportunidades que les facilitaba la víctima. Esto ocurre justo en el momento de la ruptura, o cuando se está tramitando una denuncia. Es frecuente hallar testimonios de hombres que reclaman el perdón y apelan al sentimiento de pena, pero sin reconocer la gravedad de lo sucedido, no para rendir cuentas sobre lo arraigado del poder y el narcisismo, sino con la intención de purgarse, de redimirse.

“Yo parecía la victima cuando salí de la cárcel”. Un maltratador que narró en el diario El País (13.03.2011) cómo disciplinó a su mujer, una periodista con carácter independiente, que a pesar de reiteradas agresiones, nunca denunció. Fueron los vecinos, porque los golpes suenan, quienes tomaron la iniciativa. Otras veces, son los vecinos quienes declaran en los reportajes de televisión, la extrañeza ante la detención de un maltratador, puesto que era correcto, e incluso, amable. Sin pensar que el agresor se especializa en quien sabe que seguro mantendrá la espiral de silencio que precisa la violencia. También La Ley contra la Violencia contempla medidas en este campo. Se incluyeron trabajos en beneficio de la comunidad, como parte de la reeducación de maltratadores, una medida aún pendiente de práctica. Sería difícil contabilizar el número de Ayuntamientos que así lo hicieron, pero no cualquier clase de trabajo, sino aquellos cuya naturaleza esté ligada al cuidado, por ejemplo, en la atención de personas dependientes, o en centros de salud, o de mayores. Porque si el poder ha estructurado sus relaciones sentimentales, vivenciarse en la posición de procurar cuidado a los demás, sería un cambio nada desdeñable para ellos.

Sabemos que la identidad masculina se centra en una independencia económica y en aportar la principal renta a la unidad familiar. Su identidad positiva es directamente proporcional a su posición en el mercado de trabajo. ¿Acaso no se vincula la identidad masculina con la esfera laboral? Con tal contundencia como la que conlleva un despido en el que se hace un examen retrospectivo sobre en qué se falló. El cine de Fernando León, en su film Los lunes al sol, muestra la desolación de un grupo de hombres despedidos, cuya conversación se recrea en las anécdotas de su trabajo, única forma de seguir cohesionando al grupo. Otro tema sería reparar en el papel reservado a las mujeres de sus protagonistas. Resignificar la masculinidad, tomar el poder patriarcal como una debilidad y no como un signo de prestigio, es un buen ejercicio que promueven los Grupos de Hombres por la Igualdad, quienes buscan renovar los modos de relación convencional, donde la sentimentalidad mal entendida, requiere de la subordinación sentimental de las mujeres para afianzarse.

Materiales de derribo contra la Ley.

Desde el año 2005 que se crea, siguiendo la Ley 1/2004, el Observatorio Estatal de la Violencia de Género (https://www.msssi.gob.es/) no hay respuestas institucionales firmes a la altura de la gravedad del fenómeno. Incluso, contando con 65 mujeres asesinadas de promedio año, aún persisten ideas que colocan la Ley como sospechosa de no ser ecuánime con los principios de igualdad de trato ante la justicia. Veamos algunas de ellas y aprovechemos para hacernos preguntas sobre los significados que recaen sobre la violencia.

La primera de las difamaciones fue extender la idea de que las mujeres maltratadas incurrían en el delito de falsedad en sede judicial, sosteniendo denuncias falsas, las cuales son constitutivas de delito, conforme a los artículos 456 y 457 del Código Penal. Ante ellas, el juez, como la fiscalía o el Ministerio Público, debe actuar con contundencia. La responsable de contaminar a la opinión pública con estas afirmaciones, fue la Jueza Decana de Barcelona, María Sanahuja que añadía “da la sensación que algunas personas usan la fase de instrucción para tener mejor situación en los casos de separación”. El terreno estaba abonado para fomentar el sentimiento de sospecha sobre las mujeres maltratadas. Nunca presentó datos, o estadísticas que avalaran su afirmación. La cual sigue dando sus frutos, dado que recientemente, un Diputado de UpyD, miembro de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados, sin aportar dato alguno, pero sabiendo muy bien que se hacía eco de un estereotipo con gran aceptación, volvió a inculpar a las mujeres. Tuvo que ser el Consejo General del Poder Judicial quien recordará en su informe del año 2011 que se produjeron 134.002 denuncias de las cuales sólo 19 fueron falsas, es decir, un 0,01. Pero sabemos bien que los prejuicios no admiten argumentos. En este sentido, cabría hacerse una pregunta: ¿Qué opera en la sociedad española para no contrarrestar esta idea con el elevado número de denuncias? Sin contar que el teléfono de emergencia 016, creado en el año 2005 con el único propósito de asesorar, haya recibido a 1 de enero de 2014, 10.220 consultas, o las 9.475 registradas en el año anterior.

Otra difamación radica en plantear que la Ley es inservible, tan contundente conclusión se expresa sin contar con una evaluación de la misma, como se fijó en la Disposición Adicional undécima. Lamentablemente, sólo se dispone de un informe de un grupo de expertos a iniciativa del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) en abril de 2006, referido sólo a cuestiones técnicas sobre su aplicabilidad. Es necesario emprender una evaluación global, con más años de perspectiva. Y sobre todo, en relación con los mecanismos de coordinación que fijó en su articulado. Por ejemplo, las Unidades de Igualdad de las Subdelegaciones de Gobierno, ubicadas en cada capital de provincia con el objetivo de reunir a jueces, fiscales, cuerpos y fuerzas de seguridad, asociaciones de mujeres. Uno de los primeros recursos que utilizan las mujeres para asesorarse, así como cualquier grupo experto. De esta forma se actuaría en un doble plano: prevención y seguimiento de las víctimas de violencia. Sin olvidar, el ámbito rural que tan estrecho margen de anonimato ofrece a las mujeres que quieren asesorarse o denunciar. Estas unidades dependen de la Vicepresidencia de Gobierno, deberían contar con personal y con medios. ¿Qué objetivos se han cumplido en estas Subdelegaciones, o bien, con a qué tipo de obstáculos se enfrentan?

Lo más cómodo es reproducir la lógica del rival y manifestar que la Ley no funciona y a continuación añadir el número de víctimas como prueba irrefutable de su fracaso. Así es la norma y no su aplicación la responsable de esta pérdida de eficacia. Así se pronunció la Ministra Ana Mato en sede parlamentaria, proponiendo un mecanismo que se ha vuelto el comodín político por excelencia: un Pacto de Estado, un compromiso entre Gobierno y distintos grupos políticos para establecer acuerdos sobre esta materia. Es evidente, que el primer punto debería ser aplicar la Ley, para para ello se ha de contar con un riguroso diagnóstico del grado de cumplimiento de la misma. Sin embargo, la retórica política soporta todo y tiende a poner el cronómetro a cero. Así mientras el Ministerio competente de su seguimiento se inclina por las alianzas, el Ministerio de Justicia estudia reformar el Código Penal introduciendo cambios lesivos para las víctimas de violencia de género. Veamos algunos: determinar una pena de multa para los delitos de violencia, dado que en el caso de ir a prisión el maltratador, esto afecta a los bienes gananciales, e incluso merma la renta familiar. Las vejaciones deberán ser falta y no delito. O el más grave, por contradecir las prescripciones de Naciones Unidas, es utilizar el mecanismo de mediación cuando una de las condiciones para que ésta sea efectiva es que exista una relación de equivalencia en cuanto a la capacidad de negociación, algo imposible si se reconoce que entre una víctima y su agresor, el poder es la pauta interactiva predominante.

Otro argumento sobre la supuesta inutilidad de la Ley, que triunfa entre quienes sospechan de la inutilidad de la misma, es decir que lo más útil es la educación, en una clara invocación a la capacidad de los valores sociales para desechar conductas intolerables en las relaciones de pareja. Sin embargo, aunque la Ley incluyó la posibilidad de que Asociaciones o personas expertas en esta materia, se integrarán en los Consejos Escolares, a 10 años de la promulgación de la norma, aún no se ha aplicado. Si a ello sumamos la supresión de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, donde el respeto y la resolución de conflictos formaban parte curricular y aportaba ideas para la didáctica escolar, el escenario se complica. Es cierto que apelar a la educación es totalmente necesario. La educación mixta se implantó en España en 1970, pero a pesar de ello, aún pervive una distinta valoración sobre las conductas de niñas y niños: “los niños no lloran” y “las niñas no deben hablar así”, como expresa Marina Subirats, son signos de una educación que debería introducir materiales de coeducación como forma de corregir estas conductas. Por suerte, contamos con excelentes materiales que versan sobre cómo educar para la igualdad, o impulsan una educación no sexista, que Institutos de la Mujer o asociaciones de profesoras han elaborado. Aun así, el sistema educativo no hace los suficientes esfuerzos en esta línea. Ante ello surge una pregunta: ¿Qué resultados obtendríamos si el sistema educativo hiciera el mismo esfuerzo que cuando logró al desacreditar el hábito de fumar, si insistiera en la importancia del cuidado en el ámbito familiar, así como en un reparto equitativo de las tareas domésticas?

Una forma eficaz de derribo radica en ir degradando la igualdad privándola de recursos. Las políticas de igualdad, son políticas activas y como tal son un asunto económico. Los Presupuestos Generales del Estado y de las Administraciones Públicas han reducido en un 27% los capítulos de gasto destinados a la violencia de género. Sabemos que este mes de noviembre celebrarán muchos actos condenando la violencia, este gesto es gratis y mantiene su capacidad de convocatoria ciudadana, pero y simultáneamente es compatible seguir al pie de la letra la Ley 27/2013 sobre la Racionalización de la Administración Local, que afectará directamente a la prestación de atención a la Violencia de Género. Pero es mucho esperar que las agendas políticas supervisen los efectos de su toma de decisiones, aunque sean lesivas para las trayectorias profesionales y vitales de las mujeres.

Todo cabe en materia de igualdad, por ello mientras se busca un Pacto de Estado cautivo de la buena voluntad de las partes, hay pendientes de aprobación leyes urgentes, como una Ley Integral contra la Trata de Mujeres y Niñas con fines de Explotación Sexual. O bien, recuperar derechos que se han quebrantado,como que las mujeres hayan dejado de cotizar por cuidados a personas dependientes la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía personal y atención a personas en situación de dependencia, más conocida como la Ley de Dependencia, ha sido derogada de facto, aunque siga en vigor.

No hay consecuencias, porque lo que no aporten las Administraciones Públicas, como son las prestaciones derivadas de los servicios sociales, bien los pueden cubrir las mujeres, que de hecho no contabilizan el tiempo donado en los cuidados, ni obtienen reconocimiento alguno por parte de los miembros de la familia que se benefician de ello. Si se sigue degradando la igualdad como derecho práctico, no será fácil para una mujer maltratada creer que le asiste el derecho a proteger su dignidad, física o mental, si además sólo es visible para los poderes públicos el 25 de Noviembre, Día Internacional contra la Violencia contra las Mujeres.

moderado por:

  • Orencio Osuna

    Director de la Fundación Espacio Público

  • Bonifacio Cañibano

    Periodista

Conclusión del debate

Este debate sobre el sindicalismo, que se ha mantenido vivo durante algunos meses, ha abordado múltiples cuestiones que resulta imposible resumir en unos folios, de modo que nos centraremos en algunas de las más destacadas. Una parte de las intervenciones han resaltado el valor histórico que han tenido los sindicatos a la hora de conseguir no solo condiciones de trabajo más dignas para la clase obrera, sino también su contribución en la introducción y mejora de los derechos sociales y la democracia, haya llegado esta a un grado de desarrollo mayor o menor. Este es un apunte significativo, especialmente en el contexto español, donde los sindicatos se implicaron directamente en la lucha contra la dictadura y desempeñaron un papel relevante en su desaparición. ¿Dónde estaríamos ahora sin la lucha sindical? ¿cuales serían las condiciones de trabajo sin la presencia de miles de sindicalistas en las empresas? Estaríamos más cerca de Singapur que de Suecia (Héctor Maravall). Esta corriente, la que ha resaltado en el debate el papel histórico de los sindicatos, se pregunta también por las causas por las que los sindicatos , sobre todo los mayoritarios , tienen una imagen tan devaluada ante la ciudadanía

Titulamos el debate “los sindicatos en tiempos neoliberales” para encuadrar la situación actual de los sindicatos, que soportan, como el conjunto de los ciudadanos la agresión frontal del capitalismo “sin complejos”, empeñado en desmantelar toda forma de resistencia de las clases populares, y entra esas formas muy especialmente la resistencia de los sindicatos . A resaltar esta agresión han contribuido numerosas intervenciones. En el marco de la agresión del capitalismo neoliberal contra “la resistencia”, sitúan muchos de los intervinientes la mala imagen de los sindicatos que finalmente se ha instalado en la sociedad. “Hay que estar ciego para no ver que, más allá de hechos o conductas reprobables de algunos de sus miembros; más allá de errores o carencias, tal campaña guarda relación directa con el hecho de que los sindicatos constituyen el principal obstáculo frente al desarrollo de las políticas en curso, cuyo fondo, aquí y en Europa, es desarbolar el modelo social construido tras el final de la Segunda Guerra Mundial” (Julián Ariza)

Es también en este contexto donde se sitúa la represión policial y judicial contra los sindicalistas por parte del Gobierno, que ha recurrido sin dudarlo a métodos que difícilmente se compadecen con el sistema democrático. Más de trescientos sindicalistas de las formaciones mayoritarias están procesados y les ocurre lo mismo a varios centenares más de las formaciones minoritarias “se ha producido un brutal y sistemático ataque contra los sindicatos más representativos y mayoritarios, con participación de empresarios, policía, jueces y fiscales y poderosos medios de comunicación. Esta triada perversa, está socavando, no sólo la credibilidad de los sindicatos, sino hasta el propio Derecho Constitucional de Huelga, que tan costoso fue para los trabajadores conquistarlo en la Dictadura. Utilizando una vía indirecta y basándose en el apartado 3 del art. 315. Un apartado, antigualla del C. P. franquista que quedó en el Código Penal vigente, tras su revisión en el año 1995. Basándose en él, están penalizando a los participantes en los piquetes informativos” (Eduardo Saborido)

No han faltado las intervenciones que han subrayado los errores tácticos, los abandonos de su cometido o la falta de honestidad de algunos comportamientos sindicales. “El sindicato “gestoría” que resuelve mi tema sin importarme lo que tengo al lado. El sindicato gestoría o incluso el sindicato empresa que tiene a su servicio gestores y que se comporta como una auténtica empresa en el mercado capitalista que nos envuelve. Que vende el producto: seguros de vida, seguros si te pones enfermo, viajes, vacaciones, cuotas súper-rebajadas…que también despide a sus trabajadores como otra cualquier empresa.” (Ángela Sánchez)

Todos estos factores han contribuido a la actual crisis del sindicalismo, porque en este debate hay un amplio consenso en la aceptación del que el sindicalismo atraviesa una crisis importante; pero también hay consenso a la hora de señalar las causas objetivas de esa crisis, que van más allá de los comportamientos sindicales y que se enraízan en el cambio vertiginoso que se ha producido en la organización del trabajo y en el modelo de producción.

Joan Coscubiela lo señalaba en su exposición: Al sindicalismo le esta desapareciendo el hábitat que lo vio nacer: el estado-nación, la sociedad industrialista, la empresa integrada, las condiciones de trabajo homogéneas, fruto de la organización fordista del trabajo incluso el empresario tradicional, que ahora no tiene en muchas ocasiones cara, y que es sustituido con frecuencia por un ejecutivo que gestiona unos fondos posiblemente multinacionales que conforman el capital de la empresa. Han desaparecido del paisaje habitual, salvo excepciones, las grandes empresas y prolifera el minifundismo empresarial y los pequeños centros de trabajo donde es cada vez más difícil organizar a los trabajadores. A los sindicatos les ha pasado como al oso panda, que están desapareciendo los bosques de bambú en los que vivía y de los que se alimentaba , ejemplarizaba Coscubiela en el debate en Público TV, que ha cerrado el debate virtual.

Esta es quizás la cuestión más inquietante que se ha planteado y para la que no hay respuestas fáciles en este momento gramsciano en el que el viejo sindicalismo no se ha ido todavía y el nuevo no ha llegado aún. Emergerá una nueva forma de organización sindical, porque en la medida en que mutan los poderes empresariales mutarán también las formas de resistencia frente a ellos (Ignacio Muro).

Con una clase obrera profundamente fragmentada y dispersa, con la inmensa mayoría de los trabajadores en precario, con una patronal crecida y corrupta, con los viejos partidos obreros, que han dejado de ser obreros, los sindicatos están abocados a asumir funciones que van más allá de los intereses de sus afiliados y que van más allá de concebir los centros de trabajo como el núcleo fundamental de la lucha. En estas circunstancias , “sencillamente no es posible hacer sindicalismo exclusivamente desde los centros de trabajo y ha llegado el momento de organizar a los trabajadores fuera de las fábricas “(Leo Moscoso).

Una nueva organización de los sindicatos mutando hacia una forma de organización social, que desborde el propio centro de trabajo, ha sido una posición claramente defendida por una parte significativa de los intervinientes “Porque el problema principal es que el empleo ya no es mecanismo de integración, es sinónimo de precariedad y pobreza. Y es por ello que la lucha quizá no pase por defender el empleo, sino por defender la vida, la dignidad no del empleo, sino de nuestro día a día” (Ignacio Martín)

Algunos de los que sostienen este planteamiento contemplan que la huelga general de consumo sería ahora mucho más factible y eficaz que la huelga general del trabajo, que ha sido tradicionalmente la forma de resistencia sindical más contundente, pero que en el ecosistema del minifundismo empresarial, es difícilmente ejecutable .

Ponencia inicial

Los sindicatos en tiempos neoliberales

Los sindicatos en tiempos neoliberales