Independientemente de que haya habido otros factores, como la guerra en Ucrania o ciertos problemas de desabastecimiento, que hayan podido contribuir a agravar aún más la situación, existe suficiente consenso en que los altos precios alcanzados por la energía y en concreto por el gas natural, que venían subiendo desde un año antes del inicio de la guerra, constituyen la causa principal de la inflación de casi dos dígitos porcentuales que tenemos actualmente tanto en España como en la UE. De igual forma, no está nada claro que, tras la eventual finalización de la guerra, vaya a ser posible retornar al nivel de precios de la energía que había antes de la misma, porque, como veremos más adelante, la postura de los países productores ha cambiado de un tiempo a esta parte, sin que ello tenga demasiada relación con la guerra.
Ante esta inflación de origen exógeno, los gobiernos europeos no tienen muchas más opciones que intentar reducir la demanda por cualquier medio para no reforzar la espiral de precios al alza. No es tarea fácil al tratarse de una materia prima esencial para la vida diaria, de gran consumo tanto a nivel individual como industrial, que además hoy por hoy no es aún posible sustituir por otra fuente de energía alternativa.
El presidente Biden viajó recientemente a Arabia Saudí y tuvo una polémica entrevista con el príncipe heredero Mohamed bin Salman, en un vano intento de convencerle para que aumentara la producción y así se redujera el precio del crudo. A diferencia de otras ocasiones, los saudíes no sólo no accedieron a la petición americana, sino que, por el contrario, propiciaron que los países de la ampliada OPEC+ decidiesen conjuntamente reducir la producción en 2 millones de barriles diarios. Todo un cambio drástico en la postura de colaboración que habían mantenido antaño. Biden reaccionó manifestando en declaraciones a la CNN, que EE.UU “reconsideraría su política con Arabia Saudí, cuya relación con Rusia”, dijo, “tendrá consecuencias”. Todo un síntoma de que Putin ha encontrado en los países productores unos nuevos aliados, si no en la guerra, sí en su estrategia de lograr un incremento sustancial en el precio de los hidrocarburos. Por ello cabe pensar que los altos precios de la energía se van a mantener más allá de la finalización del conflicto bélico.
Determinar cuál sería un precio más justo del crudo y de sus derivados es un tema que merecería consideración aparte. Mientras tanto, en la actual tesitura, los bancos centrales y en concreto el BCE en un exceso de celo o como una forma de demostración de poder, han decidido cumplir con el objetivo que tienen asignado de combatir la inflación a cualquier precio, utilizando la herramienta de política monetaria que tienen más a mano, que no es otra que disminuir la oferta monetaria, bien sea aumentando los tipos de interés o reduciendo el balance del Banco. Reemplaza así su anterior política de QE (Quantitative Easing) por otra en sentido opuesto QT (Quantitative Tightening), consistente en reducir paulatinamente su cartera actual de bonos soberanos.
Este giro copernicano de la anterior política de QE a la QT en las actuales circunstancias es de esperar que se aplique también al llamado Corporate Sector Purchase Program (CSPP), consistente en la compra por el BCE de activos financieros del sector empresarial en condiciones muy ventajosas para las empresas de acuerdo con el denominado “principio de neutralidad”, por el que los valores elegibles por el BCE se distribuían cuantitativamente en proporción a la participación de cada sector en el mercado sin tener en cuenta su interés social, ni tampoco si en el aspecto medioambiental, eran “verdes” o “marrones”.
Cuando los bancos centrales emiten grandes sumas de dinero (QE) sin discriminar los receptores ni el uso que se va a hacer de él, no tienen en cuenta que los efectos de la inflación que se puede generar no son uniformes ni simultáneos en todos los sectores. Aquéllos que reciben el dinero de nueva creación en primer lugar, ganan poder adquisitivo al ser capaces de acceder a bienes de consumo o de capital a precios relativamente inferiores, mientras que quienes lo reciben con un cierto retraso sólo podrán hacerlo una vez que los precios ya hayan subido a causa de la inflación que posiblemente se genere. Si es posible afirmar que las políticas monetarias de QE nunca son neutrales, del mismo modo sus opuestas de ajuste cuantitativo (QT), que ahora se pretenden implantar, tampoco lo son.
Dos objeciones pueden hacerse a la política monetaria emprendida por el BCE. La primera es preguntarse en qué medida ello va a suponer la bajada de los precios de la energía, que se ha demostrado que en gran parte, a pesar de las sanciones que trata de imponer la UE, está en manos de los países productores, que pueden buscar canales de distribución alternativos o incluso tomar la decisión de recortar producción, con la que las grandes empresas petroleras como Saudi Aramco, están paradójicamente alcanzado cifras récord de beneficios.
Es también el caso de Rusia, que hace unos días respondió recortando un 5% su producción a las limitaciones de precio impuestas por la UE para el gasoil y otros productos refinados que, a pesar de su difícil trazabilidad y posibles vías alternativas de distribución, pudieran identificarse como de origen ruso. Está comprobado, por otra parte, que cualquier reducción en la producción significa un incremento del precio y, paradójicamente, un aumento de ingresos para los países productores.
La segunda objeción es que la subida de tipos de interés puede causar un doble efecto colateral perverso, que afecta a los países más endeudados y a los sectores más vulnerables de la población. Dentro de la Eurozona supone una “fragmentación” y una divergencia en los costos de endeudamiento de los distintos estados que, al tener el BCE estatutariamente prohibido la financiación directa de los estados miembros, han de acudir a los mercados en busca de crédito. Por esta razón el BCE ha tenido que anunciar en paralelo una nueva herramienta “antifragmentación”, por la cual, contrariamente a lo que se pretende con su política de ajuste cuantitativo QT, adquiere un cierto compromiso de comprar deuda de aquellos países que considere que están sufriendo una subida injustificada en su coste de endeudamiento. En cuanto a los ciudadanos que tienen una hipoteca de interés variable, que son mayoría, se verán más agobiados y algunos al borde de la insolvencia.
Independientemente de estas actuaciones estatutariamente permitidas, lo ideal sería que, con el fin de volver a situar la política monetaria en el ámbito del debate democrático y del interés general, el BCE pudiera, al menos coyunturalmente, utilizar su capacidad de emitir moneda para, mediante financiación directa, respaldar eventuales déficits fiscales de los estados miembros, que pudieran generar crecimiento y puestos de trabajo si la posible situación de estanflación lo hiciera necesario, sin necesidad de tener que enfrentarse a las restricciones de gasto que les impongan los mercados. Se evitaría así aumentar aún más su ya elevado endeudamiento.
El BCE, como constructo que es de una sociedad europea diversa y también lamentablemente desigual, no debería caracterizarse por su “neutralidad” económica, sino por su naturaleza “democrática”, de la que carece absolutamente, así como por su transparencia, por cierto también bastante mejorable. Resulta inadmisible que los tratados de la UE puedan servir de pretexto para llevar a cabo una política a favor de los más ricos. Por tanto, es exigible al BCE que extreme mucho la prudencia en la implantación de sus nuevas políticas monetarias y aplique también a la economía el adagio latino: “PRIMUM NON NOCERE”.
De otra forma, la ciudadanía acabará preguntándose por qué hubo y hay dinero para rescatar a los bancos y no para ayudar a las clases populares o para financiar un macroplan de inversiones que es esencial y urgente para la transición energética.
Antonio Crespo Massieu (1951), licenciado en Filosofía y Letras (UCM) y diplomado en Estudios Portugueses por la Universidad de Lisboa, es sobre todo poeta. Autor de varios libros, fue finalista del Premio Nacional de Poesía en 2012 y su obra poética forma parte de numerosas antologías. De él ha dicho el escritor Matías Escalera Cordero: “Desde hace tiempo, en realidad, desde que me topé con Elegía en Portbou, estoy convencido de que Antonio Crespo Massieu, permanecerá en la futura crítica de la poesía española del tránsito del siglo veinte al veintiuno como el poeta de la memoria y de las injustas ausencias que han provocado tanto la barbarie como el tiempo –a lo largo del temible siglo XX–, los dos más acérrimos enemigos del hombre y de la vida”.
El dolor que amamos (Bartleby Ediciones, 2022) es su último y muy reciente libro. Con este motivo Espacio Público conversa hoy con él.
EP: El título del libro “El dolor que amamos” forma parte de una frase de Albert Camus que cita usted al comienzo del libro. Dolor y amor son dos constantes en todo el libro, ¿por qué?
A.C.M.: Dolor y amor, se entrelazan en nuestra existencia, pero, al menos para mí, lo significativo de la cita de Camus, autor querido que siempre me ha acompañado -deslumbramiento y apasionada lectura a mis 15 y 16 años- es que el amor hace perceptible “lo más real en este mundo: el dolor de las personas que amamos”. Acercarse al dolor, sentirlo como nuestro, amarlo incluso; con esta idea dialoga la cita de Rubén Darío que se incluye a continuación: “Vamos al reino de la muerte por el camino del amor”.
Dos temas confluyen en el libro: la pérdida del cabello en la mujer como consecuencia de tratamientos médicos y ese repetido ejercicio de humillación que ha sido y es rapar el pelo a las mujeres y que se ha practicado en todas las guerras y posguerras. Así, en la primera parte, “El acróbata de la noche” centrada en la enfermedad, el ángel mínimo, el ángel de las pequeñas cosas, recoge una a una cada hebra del pelo caído y que ya nunca volverá a crecer y recorre “salas de espera, quirófanos, ucis”, los espacios del dolor y el desconsuelo, pero también acompaña la esperanza de la sanación.
EP: Combray, Vinteuil, Swan… aparecen en varios de sus poemas; es inevitable no recordar a Marcel Proust. ¿Es una de sus referencias literarias?
Lo es, y además en este tiempo detenido de la pandemia y pospandemia volví a leer los siete tomos de En busca del tiempo perdido en la vieja edición de bolsillo de Alianza Editorial que tenía en casa. Pero en este libro son muchas las referencias literarias, a veces explícitas y otras menos evidentes; por citar algunas: Marguerite Duras, Claudio Rodríguez, Garcilaso, James Joyce, Guadalupe Grande, Coleridge… Pero, sí, Marcel Proust, el “olor, el sabor del tiempo”, “su claridad de niño herido”.
EP: “El dolor de la pequeña rapada de Nevers” dice dos veces, ¿es un homenaje a Hiroshima mon amour, la película de Alain Resnais (1959), y a Marguerite Duras?
A.C.M.: Sí, tanto el poema inicial de esta parte como el que la cierra, dicen el dolor de “la pequeña rapada de Nevers”, memoria y homenaje a Marguerite Duras y Alain Resnais por esa película que iluminó mi adolescencia: “Hiroshima mon amour”. Lo que yo descubro, a mis 15 o 16 años, al ver la película de Alain Resnais, es algo tan esencial, y que sin duda estaba ya en mi interior, como que ninguna humillación, ningún acto de desprecio al ser humano puede ser justificado. En Hiroshima mon amour “la culpa” de la mujer que interpreta Emmanuelle Riva es haberse enamorado y haber amado por vez primera a un soldado alemán, tan joven como ella y, casi con seguridad, combatiendo en una guerra que no ha elegido y en un país al que no odia. La necesidad de la piedad, lo que se expresa así en el poema: “Ninguna humillación consentirás. / No olvides Hiroshima, mas tampoco Nevers./ Toda causa, por noble que sea, la envilece el desprecio./ No olvides nunca la piedad./ Solo por ella serás justificado”
EP: Pourquoy Font bruit es el título de uno de los poemas. En la última parte del libro, que usted dedica (cosa bastante inusual) a explicar las referencias y dedicatorias, dice que es para Juan Carlos Mestre por recibir “la visitación del pródigo y la música de las esferas”. Puede explicar un poco más este pequeño homenaje.
A.C.M.: El origen más concreto de esta dedicatoria está en un poema suyo en el que la “Oración o discurso sobre la dignidad del hombre de Pico de la Mirandola está presente, en el poema mío que citas ocupa un lugar central, es, por tanto, una deuda. De una manera más lejana, y más profunda, está en mi admiración por su poesía y su ejemplar compromiso cívico. Pero en estas dedicatorias, que no es tan inusual situar al final del libro, está bien acompañado. Muchos son los poetas y los amigos que aquí figuran, algunos de ellos desaparecidos en estos últimos años, hermanos suyos, hermanas nuestras, en la república de la imaginación, en este territorio de la dignidad y la fidelidad a la palabra. En la poesía necesaria que, como nos dijo Guadalupe Grande es “la actividad más democrática, más desobediente y más necesaria” pues “es tener un pie en el pasado y otro en el futuro. Intentar otras posibilidades para circular a través de la vida y la historia”.
EP: La segunda parte del libro “Y quedan interrogados e imperfectos” comienza con esta cita de Milo de Angelis: A veces, al borde la noche, se queda uno en suspenso y no se muere […]. Las ausencias están presentes constantemente en un ejercicio de memoria histórica y personal. ¿Cree que es necesaria la memoria para que sigan viviendo quienes ya no están presentes?
A.C. M.: Sí, tal como señalas, en esta segunda parte los primeros poemas hablan de ausencias personales: la madre, el padre, el hermano y la amiga; y esta es Guadalupe Grande que nos dejó tan pronto, se diría que ayer mismo, y que aún nos acompaña, por otra parte, este es el único poema escrito durante la pandemia. Los poemas siguientes hablan de “los efímeros”, aquellas vidas apenas vividas que fueron arrebatadas por la historia. El escándalo de un país, el nuestro, que hizo y sigue haciendo del olvido una virtud cívica (el poema dedicado a María Martín y a toda y todos los que aún siguen en las cunetas y fosas comunes y esperan -¡hasta cuándo!- verdad, justicia y reparación); la memoria siempre viva de Federico García Lorca y de Lucia Modiano y Marie-Loise Antelme que no pudieron sobrevivir a Auschwitz. Y la herida que, para mi generación, la que nació a la militancia política en 1969, significó el asesinato de Enrique Ruano Casanova. Tarea del poeta es escuchar las voces de los ausentes, salvar del olvido, rescatar con la palabra; al menos así es como yo entiendo la poesía.
EP: Y aunque es la última pregunta, nos vamos a referir al principio del libro, a la portada. Se trata de la pintura de Antonello da Messina “Cristo muerto sostenido por un ángel” (Museo del Prado) a la que se le ha dado un tratamiento especial que ha eliminado la presencia de Cristo y el ángel para dar protagonismo al paisaje. ¿Por qué?
A.C.M.: En el origen del libro está la visión de un cuadro de Antonello da Messina, “Cristo muerto sostenido por un ángel”, que se conserva en el Museo del Prado. En él, un ángel mínimo sostiene un cuerpo enorme, descoyuntado. Al contemplarlo me pregunté, y me sigo preguntando: ¿qué forma de amor o piedad sostiene el frágil equilibrio del mundo y acompaña el dolor de las personas que amamos? ¿Hay algo, alguien que equilibra la balanza de la historia, el dolor del mundo? ¿Un solícito cuidado, un irresistible y fraternal impulso de justicia o dignidad? Esta figura del amor es la que yo vi en el cuadro. Y este ángel, niño o niña, pequeño, invisible, es el que acompaña, a lo largo del poemario, el dolor de las personas que amamos. El poema pórtico que introduce el libro es casi una écfrasis de este cuadro y, desde esa descripción, formula las preguntas que, aún sin respuesta cierta, puedan sostener el dolor y acoger “el desamparo infinito de todas las ausencias”.
Respecto a la portada del libro, Cristina Morano, que se ha encargado de la maquetación, nos ofreció una reproducción del cuadro de Antonello da Messina; pero nos pareció que lo marcaba demasiado en un sentido religioso. De inmediato nos brindó esta belleza que es un detalle del cuadro, aquí está la “luminosa piedad iluminando la ciudad de los hombres”. Y tal vez sea esta, la luminosa piedad, el verdadero tema del libro.
El dolor que amamos será presentado en Madrid el 6 de marzo a las 19.00h. en el Café Comercial. Juan Carlos Mestre y Manuel Rico acompañarán al autor.
Público’ y la Fundación Espacio Público organizan, con motivo del primer año de la entrada de los tanques a Ucrania, el acto ‘¿Qué puede hacer Europa para la construcción de la paz en Ucrania?’. El evento acoge a expertos como la periodista rusa instalada en España desde el momento en el que surgió el conflicto Inna Afinogenova; la copresidente de Transform! Europa, Marga Ferré; el colaborador de Público, excorresponsal en Rusia, antiguas repúblicas soviéticas, Japón y Corea y experto en geopolítica y seguridad mundial, Juan Antonio Sanz; y con Jordi Calvo, doctor en paz, conflictos y desarrollo, economista e investigador, además de coordinador del Centre Delàs y miembro de la Junta del International Peace Bureau. La mesa redonda está moderada por la directora adjunta de nuestro diario y experta en temas internacionales, Esther Rebollo. La inauguración corre a cargo del periodista de la Fundación Espacio Público, Marià de Delàs, y la clausura está protagonizada por la directora de Público, Virginia Pérez Alonso.
Hoy analizamos un éxito y un fracaso del sistema. Celebramos como éxito, el hecho de que hay 10 millones de pensionistas que disfrutan desde el pasado mes de enero de una subida de su pensión de un 8,5%, algunos de ellos habituales asistentes de las concentraciones que convocan la derecha y la ultraderecha española en la Plaza de Colón de Madrid. Es un gran éxito el haber conseguido que existan estas pensiones, que aparte de la justicia distributiva, entra dentro del flujo circular de la renta, aunque los titulares de los medios de comunicación liberales hablan de “Gasto de Pensiones”.
¿Cómo que gasto? Es simplemente una redistribución de la renta.
Los pensionistas no están metiendo el dinero que reciben en un sumidero, no lo llevan a los Paraísos Fiscales, sino que lo gastan en el consumo, es una redistribución y a la vez, es un incentivo para la actividad económica.
Pero al mismo tiempo, frente a este éxito, se evidencia un gran fracaso del sistema: Mientras que la pensión máxima llega a los 3.000 euros mensuales, o incluso ese importe que lo puede alcanzar una unidad familiar de dos pensionistas, es una cantidad suficiente que permite mantener un nivel de vida holgada, hoy la mayoría de los jóvenes están percibiendo unos sueldos muy precarios. El IMV es un sistema complejo con infinitas trabas burocráticas, y al final, el objetivo es llegar a percibir alrededor de 6.000 euros al año, importe que muchos pensionistas cobrarían en 2 pagas mensuales.
Esto es un gran fracaso del sistema, y a los jóvenes no se les escucha su voz en los medios de comunicación, siendo los mayores beneficiarios de cualquier medida vinculada a un Ingreso Garantizado, ya que favorecería su emancipación.
Por eso, desde este grupo de reflexión, proponemos la implantación de la Renta Básica Universal, es decir, para TODA la población de forma individual, desde su nacimiento hasta su fallecimiento, de la misma forma que en la Sanidad Pública todas las personas, ricas y pobres, tienen derecho a ser atendidas. Para empezar, no importa la cuantía de su importe, pero debería tener tal grado de automatismo que haga innecesario cualquier prueba de recursos, ni cualquier otro papeleo para percibirla. Si consiguiéramos encontrar unas propuestas que produjeran este automatismo, estaríamos empezando el camino hacia una autentica Renta Básica Universal que cubriera las necesidades básicas para garantizar la existencia de toda la población y eliminara los niveles de pobreza extrema. Ahora bien, volvemos al pesimismo:
¿Tenemos en estos momentos en nuestro país una clase política con voluntad real de implantar una Renta Básica?
La respuesta es rotunda: No la hay, porque aquellos que lo llevaron como bandera, sobre todo la nueva izquierda emergente, cuando proponen sustanciar una medida de este tipo, ofrecen alternativas asistencialistas, y eso no tiene nada que ver con la Renta Básica.
La universalidad tiene la ventaja de no estigmatizar al perceptor con la etiqueta de pobre, y a los jóvenes les permitiría ver un horizonte de oportunidades donde desarrollar sus capacidades personales, bien sean artísticas, científicas, literarias, etc., y hacer aquello en que realmente se sientan realizados.
Uno de los problemas que observamos es que a nivel popular el concepto de Renta Básica no es aceptada por el desconocimiento que hay sobre ella. Nuestra batalla cultural sería intentar cambiar el concepto de asistencialista, que actualmente existe por un derecho ciudadano, dando un toque ilusionante a la racionalidad de la Renta Básica, aunque para esto debamos asumir los nuevos paradigmas respecto al concepto de trabajo que vemos imponerse día a día debido al desarrollo de las nuevas tecnologías, y en especial, la Inteligencia Artificial.
Cuando hablamos de “ciudadanía” en general debemos de aclarar que no todo son solamente derechos, sino también conlleva responsabilidad con la sociedad donde se vive. Aquí también es necesario aclarar que el derecho de ciudadanía no está en el pasaporte, sino que está en la residencia donde viven, tributan y consumen. Tenemos que desanclar el concepto de ciudadanía del de nacionalidad.
Todos observamos cómo están aumentando los problemas de salud mental debido a los niveles de incertidumbre que tenemos sobre el futuro, especialmente los jóvenes que están llegando a un nivel de desmotivación preocupante y que los hace pasivos. Recientemente hemos oído que el 44% de los jóvenes el año pasado han pensado en algún momento en quitarse la vida. Necesitamos discursos de esperanza, necesitamos recuperar la capacidad de pensar en cosas mejores, de pensar en términos positivos, en un futuro interesante.
El argumento que todo el mundo utiliza para oponerse a la Renta Básica es el enorme coste que supondría, pero:
¿Alguien se ha ocupado de calcular lo que nos cuesta NO tener una Renta Básica?
Los únicos cálculos que se conocen son lo poco competitivos que son los países con mayor desigualdad frente a otros con una mayor igualdad. Es tiempo de asumir el cambio de época. Necesitamos un salto adelante en los derechos ciudadanos, iniciativas que potencien y apoyen las posibilidades de las redes locales, que ya no son individuales como nos propone el neoliberalismo, sino que serán colectivas.
En todo caso, todas las propuestas de Renta Básica van acompañadas de cambios tributarios que implican que, en términos netos, los que no la necesitan acaban devolviéndola vía impuestos y que el coste total se reduzca sustancialmente.
Por último, no debemos olvidar que los efectos de la Renta Básica Universal son transversales. No son un fin, sino un medio que afectaría la política fiscal, a la ecología, a las políticas sociales, a la España vaciada y, por supuesto, a las pensiones. Las experiencias piloto que se han puesto en marcha hasta la fecha han dado los siguientes resultados comprobados:
No se ha notado un especial efecto sobre el empleo, los perceptores han continuado trabajando, y aquellos que han optado por abandonar su puesto de trabajo, en una gran mayoría, era para completar sus estudios universitarios.
Se han incrementado las iniciativas empresariales, la Renta Básica les ha proporcionado un suelo de seguridad que les permite asumir el riesgo.
Algunas personas reducen su jornada laboral en favor de labores de cuidados, hobbies, voluntariado, etc., favoreciendo de esta forma la distribución del trabajo.
En todos los casos se ha observado que la Renta Básica aporta mayor seguridad, disminuye el estrés, mejora la salud mental, reduce el abandono escolar y la delincuencia…. Ventajas suficientes para apostar por su implantación.
Y no debemos olvidar la liberación que supone al personal de los servicios sociales para que se dediquen a lo suyo: a proteger a quien más lo necesite y no verse obligados a perseguir a los protegidos.
Notas:
(1) Síntesis del debate realizado en el seno del Grupo sobre La Redistribución y la Renta Básica.
Hay que esforzarse por debatir más de políticas que de meritocracia en público
Carlos Gil
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo (Italia), con la tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate (2020), premiada por el European Consortium for Sociologial Research (ECSR)
Uno de los principales problemas en la acalorada discusión pública sobre la meritocracia es la confusión generalizada sobre su significado y el papel del esfuerzo. Hay dos interpretaciones que hay que aclarar antes de tener un debate serio sobre las políticas y acuerdos necesarios para mejorar la igualdad de oportunidades: (1) la meritocracia como mecanismo de selección y (2) la meritocracia como ideología cargada de (pre)juicios morales. Una vez aclaradas, veremos que la meritocracia es una concepción muy pobre de la igualdad y que hablar de ella en público agita el avispero ideológico, desviando así la atención de las políticas indispensables para construir sociedades más justas.
La meritocracia como mecanismo de selección
Por un lado, la meritocracia puede entenderse como un mecanismo de selección o asignación de las posiciones y recompensas valoradas en una sociedad basado en el mérito del individuo, sea lo que sea el mérito, quién lo define y si es posible medirlo — un debate clave que abordaré más abajo.
Nadie dijo que no haya que esforzarse. Ya desde las revoluciones liberales del siglo XIX se hacía énfasis en la carrera abierta al talento en las burocracias estatales para derribar las sociedades aristocráticas donde la posición social era directamente heredada por linaje familiar, tradición o propiedad. En las democracias actuales, la mayoría de los ciudadanos prefiere que el sistema educativo, el mercado de trabajo o las instituciones públicas se rijan por los criterios más transparentes y objetivos posibles en los procesos de selección, evaluación y promoción — como la capacidad y el trabajo duro. Pocas personas consideran que esforzarse no sirva para nada y que no haya que hacerlo para salir adelante. Que se recompense —eso sí, de forma igualitaria— el esfuerzo es necesario para motivar e incentivar a la gente para, por ejemplo, cursar estudios más difíciles o trabajar en ocupaciones con mayor responsabilidad. Esto es lo mínimo que se espera del capitalismo: una competición justa en la que se recompense a cada uno según sus méritos individuales y lo que el mercado valore en ese momento histórico, independientemente de si vienes de abajo o de arriba, de tu género, orientación sexual u origen étnico.
Últimamente se ha desviado interesadamente el debate sobre la meritocracia hacia el peligro de cuestionar la sacrosanta trinidad de levantarse temprano, trabajar duro y ser resilientes y difundir así la cínica idea de que esforzarse no vale para nada a nuestros ingenuos jóvenes. ¡A ver si van a quedarse en casa de brazos cruzados a esperar la “paguita”! Así, se desvía la atención de una segunda interpretación de la meritocracia menos idílica: la meritocracia como caballo de troya del liberalismo extremo, el statu quo y la legitimación de desigualdades injustas para aquellos desafortunados en la lotería social y genética. Nadie elige ni merece las (des)ventajas de nacer en una familia con menos o más recursos o heredar unos u otros genes que influencian el desarrollo de las habilidades productivas que valora el mercado.
Para que quede negro sobre blanco: esforzarse es importante para conseguir los objetivos que uno se proponga y sobre todo si vienes de abajo. Por algo se llama clase trabajadora. Dicho esto, si vienes de clase obrera, tener talento y trabajar duro no te garantiza los mismos resultados que a alguien que venga de la elite y también se esfuerce, o incluso no dé palo al agua — que se lo digan a Froilán. Que el mismo esfuerzo no tenga la misma recompensa según la clase social en la que has tenido la fortuna de nacer no quiere decir que el esfuerzo no tenga valor, sino que la meritocracia es un timo. El esfuerzo solo podría justificar desigualdades entre personas que han nacido en las mismas circunstancias de clase y, como no podemos cuantificar todas estas circunstancias, quizá podríamos centrar nuestros esfuerzos en ofrecer más oportunidades en lugar de juzgar quién merece qué antes de ofrecerlas. Podemos aspirar a más como sociedades democráticas que competir en una carrera amañada desde el pitido de salida para repartir los trabajos y bienes que valoramos.
La meritocracia como sistema ideológico
En su segunda interpretación, la meritocracia es un sistema ideológico de legitimación de la desigualdad que da por hecho el hollywoodiense sueño americano de que hay igualdad de oportunidades. El sueño de que, si te levantas muy temprano, te esfuerzas mucho y te buscas un buen coaching, no habrá obstáculo que te impida conseguir aquello que te propongas: ya sea ser astronauta, millonario, influencer, jugador de fútbol, CEO de una multinacional o estrella del trap, tú lo vales. Si no lo consigues, podrás culparte solo a ti mismo por tus malas decisiones y por tu falta de habilidad, empeño o carácter. Tuviste poco autocontrol y te comiste la golosina de la mesa en lugar de esperar media horita más para tener dos. Cada uno recibe lo que se merece, ni más ni menos ¡Espera, la meritocracia no siempre fue así, me la han cambiado!
El origen distópico de la meritocracia y su metamorfosis liberal. La palabra meritocracia es joven y nació como una sátira distópica del sociólogo Michael Young para denunciar los peligros de una sociedad que aplicara a rajatabla la fórmula mérito = habilidad + esfuerzo para elegir a sus elites gobernantes. En esta sátira ambientada en Gran Bretaña, las posiciones en la estructura de clase se deciden desde la escuela primaria sin tener en cuenta las desigualdades socioeconómicas de partida entre las familias para puntuar más alto o bajo en esta fórmula meritocrática. No en vano, el término meritocracia se acuñó como una crítica a la reforma del segregador sistema educativo inglés de 1944, que introdujo la diferenciación temprana de itinerarios curriculares —el equivalente español del bachillerato o formación profesional— basada en una prueba de cociente intelectual a los 10 años. El cuento de la meritocracia acabó como el rosario de la aurora, con una rebelión de las clases sociales perdedoras en 2033, despreciadas por el desdén de la oligarquía ganadora. En lugar de una sociedad eficiente y justa, la meritocracia derivó en una tiranía cruel y despiadada con los menos afortunados.
Poco a poco, pero sobre todo desde los años 80, la meritocracia sufrió una dulce metamorfosis hasta derivar en un sistema ideológico que justifica las desigualdades y pone el foco en la responsabilidad del individuo. Se moraliza la desigualdad y no se reconoce ni las circunstancias materiales ni los factores estructurales que la explican. Como consecuencia de este martillo pilón ideológico y en paralelo al incremento de la desigualdad de ingresos y riqueza, ha crecido también la creencia en que nuestras sociedades son meritocráticas. Ya se sabe, “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.
Así, casi sin darnos cuenta, la meritocracia se convirtió en un slogan vacío de políticas que promete el sueño americano para todos. Un ebrio brindis al sol tal y como ya lo expresara Tony Blair, ex primer ministro británico y máximo exponente de la tercera vía socialdemócrata tras la caída del bloque comunista. De estar a años luz de ser una meritocracia en 1995, Blair se regocijaba de que, solo dos años después, mientras se desmantelaban los estados de bienestar y se privatizaba la economía, ya lo habían conseguido:
“Estamos a años luz de ser una verdadera meritocracia” (Julio de 1995). “Quiero una sociedad basada en la meritocracia” (Abril de 1997). “La Gran Bretaña de las elites se ha acabado”. “La nueva Gran Bretaña es una meritocracia” (Octubre de 1997). “El antiguo establishment está siendo reemplazado por una nueva, más grande y más meritocrática clase media” (Enero de 1999). T. Blair
Aunque Michael Young se tirara de los pelos, apelar a la meritocracia se convirtió en un comodín aspiracional, una cortina de humo tanto liberal como socialdemócrata (de tercera vía), para vender la moto del ascensor social y no abrir el melón del frigorífico: ¿qué políticas públicas y grandes acuerdos entre fuerzas políticas hacen falta para reducir las desigualdades de clase y conseguir mayores niveles de igualdad de oportunidades? ¿A qué privilegios tendrían que renunciar las elites para tal envite?
No hay lugar ni momento justo para evaluar el mérito. La carrera es una metáfora recurrente para ilustrar cómo se reparten las posiciones sociales y recompensas económicas valoradas en una sociedad bajo la meritocracia. Imaginemos una carrera de velocidad en la que se dibuja la línea de salida en la misma posición para todos los participantes y así compitan en igualdad de partida. A partir del pistoletazo de salida, las posiciones finales y los trofeos serían solo una función de la habilidad (velocidad) y el esfuerzo (entrenamiento previo) de los corredores.
Si aplicamos esta metáfora a nuestro sistema educativo o mercado de trabajo, ¿cuándo sería justo dibujar la línea para que empiece la carrera por el estatus socioeconómico en igualdad de condiciones y evaluar el mérito? ¿Al nacimiento, en la educación primaria o en el mercado de trabajo? ¿Cómo diferenciamos el mérito individual de las circunstancias familiares que escapan a nuestro control y que ayudan o dificultan desarrollar este mérito? ¿Cómo separamos nuestras decisiones responsables de las circunstancias materiales que las preceden y posibilitan?
Desde el nacimiento, e incluso antes, ya empiezan a gestarse desigualdades de clase, a través de los recursos culturales y económicos familiares, en el desarrollo de aquellas habilidades productivas —cognitivas y socioemocionales— que luego serán recompensadas con calificaciones y sueldo por los evaluadores del mérito en el sistema educativo y mercado de trabajo: los profesores y los empleadores. La educación es el principal canal para la movilidad social de los hijos de la clase trabajadora, al no contar con un capital y patrimonio considerable que heredar. En la meritocracia liberal, se da por sentado que los sistemas educativos públicos son suficientes para compensar las desigualdades de partida e igualar las oportunidades de acumular las competencias que más recompensa el mercado. A pesar del meritorio esfuerzo de la comunidad educativa en hacer que estas desigualdades no fueran aún más grandes, si no existiera la escuela pública, estás desigualdades de clase en el desarrollo del mérito académico se mantienen casi intactas a lo largo del sistema educativo y no se han reducido significativamente en las últimas décadas.
Así, se pone todo el peso y la culpa de la política social en el sistema educativo público y la (falta de) habilidad individual. El papel de la escuela pública como igualador social es crucial, pero es solo condición necesaria, ya que, por cada acción política para igualar el terreno de juego, habrá una reacción de las clases privilegiadas para ir varios pasos por delante. Por ejemplo, a través de la educación privada, que no para de crecer. ¿De verdad somos tan ingenuos de creer que solo por facilitar el acceso a la universidad pública a las clases trabajadoras vamos a erradicar la desigualdad de oportunidades? Hay una infinidad de canales por los que los hijos de clases altas seguirán aún en ventaja para conseguir una mejor posición en el mercado de trabajo: la formación privada y en el extranjero, la transmisión de capital y patrimonio, los contactos, la información privilegiada o el know-how de cómo funcionan las bambalinas de las instituciones.
Volviendo al ejemplo de la carrera, imaginemos que el ganador tiene la línea de salida adelantada con respecto al resto de corredores partiendo así con varios metros de ventaja, empieza a correr cinco segundos antes del pitido de salida, calza las mejores zapatillas del mercado y ha entrenado en el mejor club de atletismo con Usain Bolt como instructor personal. El resto de los corredores, además, afronta una calle llena de obstáculos en la pista. Obviamente, aunque genéticamente nuestro hipotético personaje no goce de ventajas considerables, gana la carrera y se le recompensa con un premio en metálico 50 veces superior al segundo clasificado. Además, nuestro aventajado corredor recoge el trofeo henchido de orgullo mientras los espectadores y medios de comunicación ensalzan su gran habilidad y esfuerzo para ganar la carrera, llevándose todo el prestigio y reconocimiento social.
¿A quién le puede parecer esto justo? Probablemente solo a quien parta de una situación de privilegio y quiera conservarla para él mismo y los suyos. Es racional mirar por el interés propio, sí, pero no es justo bajo ninguna óptica moral. La investigación psicológica ha mostrado que hasta los niños de 3 años saben reconocer la injusticia y tienen una preferencia universal por la equidad. Quizá esto nos diga algo sobre el rol evolutivo que ha tenido la cooperación para que el ser humano progrese como especie y sociedad, en lugar de resignarnos a que el hombre sea un lobo para el hombre. Si más gente que nace o llega a situaciones de privilegio lo reconociera también y estuviera dispuesta a cambiar el statu quo no sería del todo hipócrita, sino solidario con quienes no tuvieron la misma suerte. Ahí queda la llamada de multimillonarios como Warren Buffet a tasar más a los ricos al pagar un porcentaje ridículo de impuestos en términos relativos con respecto a un trabajador medio de su empresa.
Incluso cuando es un hecho científico que gran parte de nuestros logros está condicionada por las (des)ventajas de nacer en una familia con más o menos recursos, así como por las instituciones, inversiones e infraestructuras públicas, muchos atribuyen su éxito única y exclusivamente a su esfuerzo y valía personal. Investigaciones experimentales indican que, al jugar al Monopoly, si se lanza una moneda al aire para determinar al azar qué jugador empezará la partida con más dinero que el resto y tirará con dos dados, el jugador que por pura suerte y sin ningún mérito ha empezado la partida con ventaja suele racionalizar las causas de su victoria a través de sus brillantes dotes estrategas ¡Oye, que a mí nadie me ha regalado nada!
Dos mitos fundacionales de la meritocracia desmontados por la evidencia
La igualdad de oportunidades no existe, son los padres. La ideología liberal meritocrática da por hecho que ya hemos llegado a la igualdad de oportunidades y todos navegamos en el mismo barco, el de la clase media, sea lo que sea. La acumulación de riqueza de las elites goteará hasta que suba la marea y eleve todos los barcos. El sueño americano se parece más a la utopía socialista sin clases sociales que a las sociedades capitalistas de alta desigualdad de ingresos y riqueza heredada en las que vivimos. Es una visión tremendamente distorsionada que no refleja los altos niveles de desigualdad realmente existentes.
En España no hay meritocracia. Si la entendemos como una sociedad en la que haya igualdad de oportunidades y la clase social de nuestros padres no influya en nuestro nivel educativo, ocupación, ingresos y riqueza, y sean solo nuestro esfuerzo y habilidad los responsables. ¿Y la europea? Es un hecho empírico que la igualdad de oportunidades no se cumple ni en las sociedades contemporáneas que han hecho mayores esfuerzos por reducir las desigualdades durante décadas a través de amplios acuerdos políticos, estados de bienestar universalistas, redistribución y dinamismo económico, como los países nórdicos. La igualdad de oportunidades solo existe sobre papel mojado, basta abrir cualquier constitución o declaración de derechos. Ni en la España de hoy, ni en ninguna sociedad industrial o posindustrial de la historia moderna ha existido la igualdad de oportunidades plena hasta la fecha. Ni siquiera en las sociedades comunistas.
Los monopolios privados, los beneficios empresariales desorbitados, el fraude fiscal, la corrupción pública y la transmisión de (des)ventajas de padres a hijos implican que no haya una competición justa. Si no queda más remedio que competir, si no hay otra alternativa, que al menos la competición no sea una pantomima.
No hay igualdad de oportunidades, ni se la espera. La igualdad de oportunidades es una utopía. El punto clave del debate es que sin igualdad de partida nunca puede haber una “verdadera” meritocracia en la que las circunstancias de la cuna sean irrelevantes, solo legitimación de la desigualdad. Aun más importante, la igualdad de oportunidades es imposible de conseguir por cuatro razones: (1) falta de consenso político y del votante en las políticas para combatir la desigualdad de resultados por los juicios morales que la consideran como justa o injusta; (2) la fractura de la meritocracia por parte de las clases altas con la transmisión intergeneracional de sus privilegios; (3) los límites de intervención del estado; (4) la imposibilidad de igualar los resultados en la generación de los padres dentro de sociedades capitalistas avanzadas tecnológicamente con una gran división técnica del trabajo.
Esto no quiere decir que haya que tirar la toalla y abandonar la política social, sino todo lo contrario: políticas universalistas, redistributivas y compensatorias que no beneficien solo a las clases medias-altas son esenciales para acercarnos a la utopía de la igualdad de oportunidades en su segunda acepción: “una representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano”.
Consenso político. Dado el grado de polarización política en materia fiscal y educativa, es muy difícil remar en la misma dirección y construir un estado de bienestar fuerte con mayor recaudación, redistribución y generosas políticas sociales durante décadas. La búsqueda de la igualdad de oportunidades no es cuestión de una legislatura y esta es precisamente una de las principales líneas rojas entre la derecha y la izquierda, entre el liberalismo y la socialdemocracia.
Los límites de intervención del estado y las familias. El estado no puede inmiscuirse en que los padres inculquen a sus hijos habilidades, aspiraciones y preferencias específicas para sus estudios o carrera profesional. Las familias más aventajadas, como todas, siempre querrán lo mejor para sus hijos, cosa legítima y natural, pero romperán así con la meritocracia y la carrera comenzará ya desvirtuada desde la cuna. La familia es incompatible con la igualdad de oportunidades y aquí el estado poco puede hacer, pero hay canales de transmisión de la desigualdad entre padres e hijos que pueden considerarse más injustos, como la transmisión directa de riqueza y los enchufes.
Además, hay un punto fundamental del que no se habla. Dependiendo del punto de vista ideológico, se centra el relato en la falta de oportunidades de los que vienen de abajo para subir o en su falta de habilidad, esfuerzo o motivación para conseguirlo. Sin embargo, ¿qué pasa con los de arriba? Para que existiera una meritocracia o la movilidad social fuera “perfecta”, los hijos de familias aventajadas deberían caer en ocupaciones no cualificadas o renta baja si no se esfuerzan lo suficiente o muestran talento.
En la realidad, las clases altas tienen recursos económicos, culturales y sociales para garantizar que sus hijos no se despeñen en la escalera social: gozan de un suelo de cristal, red de seguridad o paracaídas. Son solo ellos quienes pueden permitirse el lujo de equivocarse, no esforzarse o tener bajas habilidades productivas. Tienen más segundas oportunidades y por ello las clases altas rompen la meritocracia con sus privilegios. Un ilustrativo ejemplo reciente es el escándalo Varsity Blues por los sobornos de familias de alto estatus para que sus hijos, que no eran muy brillantes, fueran admitidos a universidades americanas de élite.
Si de verdad tanto quieren una meritocracia, las clases sociales más aventajadas deberían estar dispuestas a renunciar a parte de sus privilegios para igualar el terreno de juego y que haya una competición sin trampas. Solo si esto sucediera, que no lo hará, tendría sentido hablar de meritocracia.
La pescadilla que se muerde la cola. La meritocracia sufre una contradicción intrínseca que la convierte en una falacia circular: no cuestiona el nivel de desigualdad de ingresos o de riqueza en la sociedad, lo que se conoce como desigualdad de resultados o premios en la carrera. Esta desigualdad incentivaría en cambio el trabajo duro, la creatividad y la innovación. En una meritocracia perfecta, habría movilidad social hacia abajo y hacia arriba: los hijos de las elites bajarían en el ascensor social con la misma probabilidad que los hijos de clases trabajadoras subirían. Habría un cambio de cromos en la estructura de clases sociales, pero la pobreza, la precariedad y las desigualdades económicas y de riqueza seguirían intactas.
Ya sabemos que es imposible en la práctica, pero incluso si hubiera igualdad de oportunidades en la generación de los padres, estos conseguirían resultados muy diferentes en términos de recursos culturales y económicos que después transmitirían a sus hijos. Esta desigualdad de resultados sin límite, que consiente la meritocracia, imposibilita la igualdad de oportunidades en la generación de los hijos. Combinar mucha movilidad social o igualdad de oportunidades y mucha desigualdad de resultados es incompatible en la práctica. Las sociedades modernas más igualitarias del planeta, las nórdicas, dan buena cuenta de ello. Aunque el expresidente demócrata de Estados Unidos, B. Obama, no prometía la igualdad de resultados, sí que sabía que la combinación de desigualdad y baja movilidad social deja desvelado al sueño americano:
“La premisa de que todos hemos sido creados iguales es la razón de ser de la historia americana. Y dado que nosotros no prometemos igualdad de resultados, nos hemos esforzado por dar igualdad de oportunidad a todos – esta es la idea de que el éxito no depende de haber nacido en la riqueza o el privilegio, sino que depende del esfuerzo y el mérito”. […] “Las tendencias combinadas del aumento de la desigualdad y la disminución de movilidad amenazan fundamentalmente el Sueño Americano, a nuestra forma de vida, y lo que representamos alrededor del mundo”. B. Obama (2013).
La meritocracia como una pobre concepción de la igualdad
Lo podemos pensar como una pregunta que nos tenemos que hacer como sociedad: ¿queremos vivir en un rascacielos sin ascensores ni escaleras donde una subclase malvive en el sótano sin luz ni agua mientras la elite del ático bebe champagne en el jacuzzi? Los del ático y los del sótano serían siempre hijos de las mismas dinastías familiares ¿O preferimos vivir en un edificio más bajo, horizontal y abierto en el que las plantas estén conectadas por escaleras mecánicas de subida y de bajada?
Bajo las lentes de la meritocracia liberal, la sociedad se entiende como una competición por la distribución de los recursos, por los trabajos más prestigiosos y mejor pagados. La otra pregunta que debemos hacernos como sociedad es si lo que valora el mercado, los premios que se dan a los ganadores de la carrera, son los mejores criterios para determinar nuestro bienestar colectivo. Que el mercado recompense un trabajo con un salario 500 veces más alto que otro no implica que este trabajo sea 500 veces más útil o beneficioso para la sociedad, que esta persona se haya esforzado 500 veces más, que su esfuerzo valga 500 veces más, que su trabajo tenga 500 veces más responsabilidad o que sea 500 veces más difícil de desempeñar. Repítelo 500 veces conmigo. Quizá sería hora de dignificar el trabajo y su valor también por debajo y mejorar las condiciones económicas y laborales de la mayoría, la de los trabajadores. La igualdad no está reñida con el crecimiento económico, hasta el Fondo Monetario Internacional lo ha reconocido.
Al César lo que es del César: tampoco sería justo que hubiera igualdad total de resultados o recompensas, ya que no habría ningún incentivo para esforzarse o asumir responsabilidad. Cómo dijo M. Rajoy allá por 1984, no es cuestión de “equiparar a quien por capacidad, trabajo y méritos son claramente desiguales”, pero tampoco es que se pretenda, cómo también temía Rajoy, “explotar la envidia y el resentimiento para asentar sobre tan negativas pulsiones la dictadura igualitaria”. Se trata de otra cosa, de la última pregunta que tenemos que responder: ¿cuánto queremos (re)compensar y tasar a los “ganadores” y a los “perdedores” de la carrera si no podemos separar sus circunstancias de sus méritos? Aunque hasta hace poco la respuesta del liberalismo y la socialdemocracia era relativamente unánime, esta pregunta es un dilema moral que hoy representa una gruesa línea roja entre la izquierda y la derecha. De cómo resolvamos este dilema dependerá nuestra capacidad para construir sociedades con mayor igualdad de oportunidades y despertar del sueño americano porque, cómo decía el cómico George Carlin, que en paz descanse: “se llama sueño americano porque hay que estar dormido para creérselo”.
La meritocracia es una meta e ideal político muy pobre, vacío de contenido, un canto de sirena que nos distrae de las políticas públicas realmente necesarias para construir sociedades más justas y que exploten el potencial personal y productivo de todos sus ciudadanos, independientemente del accidente de nacimiento ¡Despertemos y manos a la obra!
Notas:
Carlos Gil es doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo (Italia), gracias a la beca Salvador de Madariaga del Ministerio de Educación, con la tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate (2020), premiada por el European Consortium for Sociologial Research (ECSR). El artículo está basado en esta tesis y un capítulo del libro La movilidad social en España (2015), coescrito con Ildefonso Marqués y publicado por Catarata.
Un cortometraje documental sobre el asentamiento Los Nietos (Almería) y la vida de los inmigrantes que viven allí.
En julio de 2022 comenzó la distribución del cortometraje La Rotonda, un documental sobre el asentamiento conocido como El Walili o Los Nietos, situado en Níjar (Almería), que había comenzado a rodarse en noviembre 2021. Este asentamiento está situado en la rotonda de Los Albaricoques, punto de paso estratégico para acceder desde la autovía del Mediterráneo a San José y las playas turísticas de Cabo de Gata.
Este documental ha sido premiado como mejor corto documental en el Festival Internacional de Cine Premios Lorca de Granada en noviembre de 2022, y en el Sevilla Indie Film Festival en febrero de 2023, ha sido seleccionado para competir en varios festivales y muy próximamente, el 19 de febrero, se proyectará en el Festival de Cine Independiente de Ibiza (Ibizacinefest).
Su directora es Carmen Tortosa y con ella tenemos la oportunidad de hablar hoy en Espacio Público.
EP: Su cortometraje muestra de forma muy clara las terribles condiciones de vida en las que viven los emigrantes de El Walili, aproximadamente 400 jornaleros la mayoría de los cuales llegó a la Península desde la costa africana. ¿Cómo surgió la idea de rodar en este lugar?
CT: Como has comentado, este asentamiento está situado en una rotonda de paso para las playas de San José y de Cabo de Gata, y como muchos amantes del Parque Natural, he pasado por allí desde que tengo uso de razón. Pero fue en 2020, una vez finalizado el periodo de confinamiento estricto por la pandemia, y debido a la posibilidad de hacer teletrabajo, que me alojé en un cortijo en Los Albaricoques. Todos los días pasaba por la Rotonda, y veía el poblado de Los Nietos, con sus casas hechas de plásticos negros y productos de reciclaje, con una estética muy llamativa. Me preguntaba muchas cosas ¿Cómo se desarrollaría la vida allí? ¿Tendrían algún tipo de apoyo? ¿Cuánta gente vivía? ¿Cómo es que nadie hablaba de ello? Pensé que su visión no debería dejar indiferente a nadie y que, sin embargo, poco sabemos de él, ni de otros asentamientos similares en la zona; era como si no existieran, como si sus habitantes fueran invisibles. Me dije que había que contar aquella historia. La historia del poblado de Los Nietos y de los inmigrantes que viven allí. Además tan cerca del Mediterráneo, ese mar, tan ambiguo, que acoge veraneantes de todo el mundo y que es testigo de muertes continuas de personas que aspiran a un mundo mejor, y que cuando consiguen llegar, se encuentran condiciones como las que se ven en el poblado de Los Nietos.
EP: Mientras La Rotonda viaja por distintos festivales, el pasado 30 de enero El Walili fue desalojado forzosamente, con un amplio despliegue policial, sin que hubiera una alternativa habitacional para sus moradores. ¿De dónde salió esta orden de desalojo?
Desde que se empezó a organizar el asentamiento en Los Nietos, un antiguo cortijo del municipio de Níjar, hace más de 10 años, no existía nadie con legitimidad sobre el terreno, ya que es una propiedad enquistada por una herencia que no fue aceptada por alguno de los herederos. Han sido muchos años sin un plan de alojamiento que permitiera vivir y trabajar dignamente a los inmigrantes que allí iban llegando.
El desalojo y demolición del asentamiento, este 30 de enero de 2023, fue solicitado por el Ayuntamiento de Níjar, gobernado por el PSOE, y se ha ejecutado a través de una resolución judicial. Como dices sin una alternativa a sus habitantes, y de un modo cruel y precipitado, con amplio despliegue policial y excavadoras desde primera hora de la mañana. Sin tener en cuenta para nada la opinión de los afectados, dejándolos en situación de vulnerabilidad y con muy pocas alternativas. Supongo y espero que se estudiará la violación de sus derechos humanos. Como se ve en la película, con parte del rodaje en una de las casas del asentamiento, el interior disponía de bastantes enseres, frigorífico, cocina, sofá, mesa, camas, etc. No puedo imaginar cómo se las apañaron para poder sacar todo eso, ni dónde lo pudieron llevar. O si tuvieron que ver cómo las excavadoras se lo tragaban.
La realidad es que el desalojo ha dejado sin hogar a medio millar de trabajadores de los invernaderos.
EP: La eurodiputada Idoia Villanueva llevó al Parlamento Europeo la denuncia de este desalojo; y el parlamentario andaluz José Manuel Jurado, que estuvo presente en el desalojo, denunció que los trabajadores «tienen miedo y que no saben dónde van a ir» ¿Ha tenido noticias de cómo están ahora los protagonistas de La Rotonda?
CT: No he sabido nada de ellos, de hecho les tenía informados del recorrido del cortometraje a través del móvil, y siempre me contestaban enseguida, desde el desalojo no han visto mis mensajes. Ellos no han podido ver la película todavía, ya que no he logrado proyectarla en Almería, como hubiera sido mi deseo. Lo más probable es que se hayan marchado, como hicieron muchos de los trabajadores en el fin de semana previo. El día del desalojo, 30/01/2023, quedaban en el asentamiento una cuarta parte o menos de sus habitantes. Espero que se vean pronto en pantalla grande.
EP: Mientras que los habitantes de El Walili han sido desalojados, se amplían las hectáreas de invernaderos y las empresas que tienen instalados allí sus negocios van ampliando beneficios. ¿Qué está haciendo el Ayuntamiento de Níjar para apoyar a estas personas inmigrantes?
Pues sí, gracias a la mano de obra que proporcionan estos trabajadores, los invernaderos de Almería siguen creciendo continuamente y surtiendo de frutas y verduras a toda Europa. Almería está a la cabeza de las exportaciones agrícolas. La economía de la zona depende en gran parte de esta actividad.
El Ayuntamiento de Nijar, encargado del desalojo y demolición, ha ofrecido a unas 80 personas de las que vivían en el asentamiento, un alojamiento en una nave con literas en un polígono a las afueras de Níjar y alejado de los lugares de trabajo de los inmigrantes, sin garantizar un alojamiento definitivo. Dentro de su plan de realojo contempla 62 viviendas en alquiler “a precio asequible” y rotatorias que han sido patrocinadas por la Junta de Andalucía y que no se prevé que estén terminadas hasta este verano.
EP: En su documental, protagonizado por emigrantes marroquíes, se ve claramente que el asentamiento no reunía las mínimas condiciones de habitabilidad. El diputado en la Asamblea de Madrid, Serigne Mbaye Diouf, se desplazó a Almería y afirmó que estas personas, en su mayoría varones, han mostrado ciertas reticencias a seguir las recomendaciones a subirse a los buses porque no tenían claro dónde los iban a llevar, en qué condiciones y cómo iban a desplazarse para trabajar mañana. ¿Sabe cómo son las condiciones de este realojo forzado?
CT: Es cierto que el asentamiento no reunía condiciones mínimas de habitabilidad, no tenía electricidad, hacían enganches con la peligrosidad que eso conlleva, no contaba con agua corriente, recogían en bidones de un depósito cercano, ni recogida de basuras, etc. Pero era el único sitio que tenían, no tenían posibilidades de alquiler, nadie les alquila nada, ni los jefes les ofrecen alojamiento. Lo que no puede ser es que los utilicemos como mano de obra barata en los invernaderos, que tengan que buscarse la vida como pueden para tener un lugar donde estar y poder ir al curro, y que encima los echemos de sus «viviendas», los dejemos totalmente abandonados con criterios supuestamente de mejora para ellos.
El desalojo se realizó en autobuses en los que podían llevar solamente bolsas o maletas con sus pertenencias, sin tener casi información, con las dificultades del idioma, el desconocimiento de la zona y la incertidumbre de cómo podrían desplazarse al trabajo al día siguiente. Me pregunto ¿qúe hicieron con sus bicicletas? Parece que hubo muy poco apoyo de asistencia social y mediadores. CEPAIM, Almería Acoge, Médicos del mundo y Hermanas Mercedarias denunciaron la improvisación y falta de adecuación de la alternativa de realojo, así como las prisas de última hora después de tanto tiempo.
En resumen, si bien el asentamiento no reunía condiciones mínimas de habitabilidad, las alternativas no parecen demasiado cuidadas y no se ha tenido en cuenta la opinión de sus habitantes. Tiene que haber otras formas. ¡Tiene que haber políticos que sepan lo que hay que hacer, o por lo menos eso sería lo deseable!
EP:¿Cree que su corto puede contribuir a divulgar la denuncia de las terribles condiciones de vida que tienen que soportar muchas personas que se han visto obligadas a emigrar?
Sí, nos gustaría denunciar la situación a la que se enfrentan las personas que se ven obligadas a emigrar por las diferentes situaciones complejísimas de sus países de origen, pero sobre todo para ayudar a sus familias, y que arriesgan su vida a través del desierto, mar y carreteras para alcanzar este paraíso europeo. Se topan con la triste realidad, una de ellas el trabajo en los invernaderos de Almería, con un trato cercano al esclavismo, con jefes y capataces que les cobran por hacer un contrato de trabajo, que les pagan entre 4-5 euros la hora, con unas condiciones de precariedad insospechadas, que no encuentran dónde vivir, que nadie les alquila ni una habitación, que no se pueden empadronar, que se desplazan con bicicletas, no precisamente nuevas, a sus trabajos, por carreteras mal iluminadas y con mucho tráfico, y en horarios de noche, sin conocer el idioma…; cuentan solamente con el apoyo de ellos mismos y su organización dentro de los asentamientos y con el apoyo de las ONGs de la zona, sobre todo CEPAIM.
Pensamos que la proyección de nuestro corto, en el que describimos la vida en el asentamiento de una forma intimista y muy digna por parte de los protagonistas de nuestra historia (migrantes marroquíes), es muy importante en este momento tan delicado. Queremos intentar poner un granito de arena a favor de ellos, a favor de la solidaridad y de un mundo más humano.
EP: Además de a Ibiza, La Rotonda viajará a Sevilla donde le han dado el premio a mejor documental SEVIFF, a Granada y también a Portugal. ¿Tiene pensado proyectarlo en otras ciudades, como Madrid?
En Ibiza se puede ver en la programación oficial de Ibizacinefest -Festival de cine independiente-, el 19 de febrero. En Sevilla en la Sala Cero, el día 23 de febrero, donde recogemos el premio a mejor cortometraje documental en SEVIFF-Sevilla Indie Film Festival. En Granada se va a proyectar a través de FILM IN Granada, dependiente de Diputación, en el Palacio de los Condes de Gabia, el día 16 de marzo, con coloquio sobre el tema. El 16 de abril iremos a Portugal, donde formamos parte de la selección oficial en Moinho Cinefest. El cortometraje sigue en periodo de distribución y nos encantaría que se pudiera ver en Madrid, lo hemos enviado recientemente a la convocatoria de Documenta Madrid, ojalá les parezca interesante.
Hoy se cumplen 90 años de la masacre perpetrada por la Guardia de Asalto, dirigida por el Capitán Rojas, en Benalup-Casas Viejas. Esta masacre tuvo consecuencias en el gobierno de la nación, ya que deterioró la imagen del mismo, desprestigió a Manuel Azaña (presidente del gobierno), influyó en la ruptura de la coalición republicano-socialista, y favoreció la abstención de una parte importante de las bases de la CNT, que ayudó a la victoria de la derecha en las elecciones de 1933, de manos de la CEDA y el Partido Republicano Radical, de Alejandro Lerroux.
El 11 de enero de 1933 se produjo el levantamiento anarquista en Benalup-Casas Viejas, pueblo pobre de Cádiz, bajo el dominio de la Casa de Medina Sidonia, con unas situaciones sociales terribles. Un grupo de anarquistas atacó el cuartel de la Guardia Civil, matando a dos agentes. Este levantamiento se produjo en el marco de levantamientos de poca efectividad realizados en varias localidades de España por la CNT, que no se consideraba ligada al gobierno republicano-socialista, ni a la “República burguesa”. Un contingente de guardias de asalto llegó al pueblo y desató una represión muy dura sobre la población. No sólo el Capitán Rojas ordenó la quema de la casa de “Seidedos” y su familia, que resistían a las fuerzas del orden, sino que fusilaron a sangre fría a 14 personas, de las cuáles la mayoría no participaron en los hechos. Azaña defiende, con noticias parciales, la actuación de las fuerzas del orden, pero una investigación posterior, y la labor de los cronistas, acabó provocando que se supiese la verdad sobre Casas Viejas.
La prensa reaccionaria se cebó con la figura del odiado Manuel Azaña, citándolo como responsable de la masacre y de haber pronunciado la frase: «Ahora vaya a sus hombres y dígales que rechacen los ataques y que nada de hacer prisioneros ni heridos. Tiros a la barriga. Tiros a la barriga y nada más». Teóricamente, esta frase había sido pronunciada como orden al capitán del Estado Mayor Bartolomé Barba, quién lo transmitió, supuestamente, al Capitán Rojas, que ejecutó con frialdad y crueldad. También fue duramente criticado Azaña por la prensa izquierdista. La persona que se había opuesto a la actuación de la fuerza pública contra las personas que estaban incendiando las Iglesias en Madrid en 1931 y había dicho: «todos los conventos de España no valen la vida de un republicano. Si sale la Guardia Civil, yo dimito».
Eso no importó. El buen nombre de Azaña fue arrastrado por el barro a través de la utilización de bulos, que apenas se logró borrar con el juicio posterior, dónde el Capitán Rojas fue condenado, y se encontró numerosas contradicciones del Capitán del Estado Mayor, Bartolomé Barba. Azaña pudo recuperar su prestigio tras la detención arbitraria por parte del gobierno radical-cedista, que intentó culparlo de la fracasada Revolución de 1934, y de la proclamación de la República Federal Catalana dentro de la República Federal Española, realizada por el presidente Companys, al estar éste en Barcelona. Su absolución y la lucha por la amnistía a los revolucionarios del 34 le permitió volver a la arena política. No todos han tenido tanta “suerte”.
Azaña no ha sido la única víctima de campañas para arrastrar su nombre por el barro. Es una táctica bien conocida, en vez de atacar a sus argumentos, o su actuación de gobierno, se les ataca personalmente, tratando de deslegitimar al político, o política, en cuestión. Una falacia ad hominem de manual.
Otro ejemplo fue el de Pablo Iglesias Possé, fundador del PSOE, que fue acusado por parte del diario “El Debate”, de adscripción católica, de haber traicionado sus ideales que solía defender “en sede parlamentaria”, porque según el diario Iglesias había acudido al Congreso envuelto en un caro y lujoso abrigo de pieles. El viejo patriarca del socialismo español era un hombre austero que solo poseía dos trajes, uno para el verano y otro para el invierno. Aquel ataque le supo tan mal que no volvió a usar el gabán, pasando frío muchos días antes de volver a ser acusado de tan terrible delito.
El propio PSOE es también víctima de dos bulos muy repetidos a lo largo de los últimos años, cómo son que había votado en contra del voto femenino, debido a la oposición a aprobar este derecho por la diputada socialista Victoria Kent, y que la Guerra Civil había comenzado en 1934 con la Revolución de Asturias. Cierto que Kent se opuso a la aprobación del voto femenino con argumentos discutibles, como lo fue que el partido de Clara Campoamor (PRR) votó en contra, ella votó a favor, y que los socialistas votaron en bloque a favor del voto femenino (salvo 26 de 110, que no votaron o se abstuvieron). Una búsqueda en los diarios del Congreso desmiente rápidamente el bulo.
En el caso de la fallida Revolución de Asturias de 1934 como inicio de la Guerra Civil, casi que se desmiente solo. Una revolución que duró dos semanas, con unos millares de combatientes, que acabó en un baño de sangre, no pudo ser el inicio de la Guerra Civil porque luego pasaron dos años hasta que los militares, que llevaban algunos de ellos conspirando con falangistas y tradicionalistas desde hacía tiempo, en acuerdo con Mussolini, iniciaron el levantamiento militar contra el gobierno salido legítimamente de las urnas.
Carrillo es otra de las víctimas de los bulos para desacreditar su figura. Empezó con la responsabilidad que se le adjudicó a Santiago Carrillo, siendo el Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa en 1936, por la masacre perpetrada en Paracuellos del Jarama, justo con la cercanía de las tropas franquistas de Madrid. La realidad es que fue ordenada y ejecutada por la NKVD, cenetistas exaltados, y hombres enviados por el Secretario de Organización del PCE, Fernández Checa, usando los aparatos de la DGS. Fernández Checa actuaba a las órdenes del partido, y de Moscú, no de la Junta de Defensa.
Las implicaciones de Carrillo están descartadas por las últimas investigaciones históricas, pero, la prensa de derechas, y los pseudohistoriadores revisionistas de derechas, han utilizado este hecho para atacar a Carrillo e igualar el “terror rojo” (desordenado, caótico, y que fue combatido por el gobierno republicano), y el “terror azul” (organizado, institucionalizado, metódico, y que continuó después de la guerra de manera sistemática). Las investigaciones determinan que el bulo comienza con el nombramiento de Carrillo como ministro del gobierno Giral en 1946, y fue aumentando con el nombramiento de Santiago Carrillo como Secretario General del PCE, y más todavía conforme se acercaban a la Transición español.
En otra ocasión, Carrillo fue atacado porque éste viajaba en un Mercedes. Ese vehículo fue usado en una ocasión, cuando su amigo Teodulfo Lagunero ayudó a pasar a Carrillo con su peluca puesta por la frontera en ese Mercedes, que era de su propiedad. ¡Cómo podía ser que un comunista viajase en un Mercedes! Por eso, mucho de los dirigentes de aquella época han vivido de manera muy austera, para que sus ideales no se viesen empañados con ataques fáciles a su manera de vestir, o de vivir.
En la actualidad, ésta máquina de enfangar el debate público, y de realizar ataques personales para deslegitimar a políticos de izquierdas, han llegado al paroxismo, gracias a el uso de las redes sociales, los memes, y otros artefactos discursivos. Un ejemplo de campañas de intoxicación fue la que trató de endosar, en plena crisis de desahucios, la compra de una casa a un desahuciado por parte de Valderas, vicepresidente de la Junta (IU), que en realidad había comprado hacía 15 años. O el lawfare que le realizaron a Torrijos (IU), teniente alcalde de Sevilla, cuando fue perseguido por la Jueza Alaya, siendo “imputado” por la prensa en declaraciones de la Jueza Alaya, sin que hubiese un documento real de imputación, justo antes de las elecciones, y otras barbaridades.
La campaña que se ha realizado contra Podemos (financiados, supuestamente, por Irán y por Venezuela), a Juan Carlos Monedero, o al propio Iglesias, han sido brutales y desmedidas. En el caso de Iglesias y Montero, las campañas de acoso, o de insultos, y de deshumanización (“coletas rata”- a Iglesias, “usted ha logrado ascender agarrada a la coleta del jefe”- a Montero), han sido la tónica, buscando destruir sus imágenes públicas. Quizá la más dura fue la del bulo de las residencias, dónde el gobierno de Ayuso trató de culpar a Iglesias, como Ministro de Derechos Sociales, de las muertes en las residencias de ancianos, cuando las órdenes de no trasladarles a los hospitales, salvo que tuviesen un seguro privado (siempre hay clases), las había dado la propia Ayuso. Los ataques personales han acabado calando en una parte de la población, además aderezados con algunos errores propios, pero, en cuanto a los casos de corrupción, no han logrado probar nada de nada, pero han acabado con algunas carreras políticas.
Con Yolanda Díaz han intentado que pareciese una “pija”, alejada de sus votantes, siendo nombrada por Federico Jiménez Losantos como la “fashionaria”, o ser noticia que se había hecho la pedicura, o lo supuestamente caras que son sus sandalias. Críticas a las políticas de la Ministra, las justas, cuando no se utilizan bulos o se retuercen las estadísticas para tratar de decir que la Reforma Laboral ha sido un engaño.
Esta política de destrucción del contrario desestabiliza la democracia. La derecha suele utilizar expresiones gruesas en el Congreso siguiendo la estrategia de la tensión, y tratando de no debatir el fondo de las políticas del gobierno actual, o de la izquierda, ya que hacer campaña a favor de las desigualdades no es muy popular. La pregunta que nos hacemos es; una vez desmentido el bulo. ¿Quién repara el daño?
La arqueóloga y prehistoriadora Almudena Hernando es catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de su Instituto de Investigaciones Feministas.
Su impresionante carrera como investigadora ha estado dedicada al estudio de cómo se ha ido construyendo la identidad de los seres humanos a lo largo de la Prehistoria y de la Historia. Estos trabajos le han llevado a dirigir varios proyectos de estudio con grupos indígenas, como los q’egchí’ de Guatemala, los awá del Amazonas brasileño y los gumuz y dats’in de Etiopía.
Sus tres obras más destacadas, Arqueología de la identidad (2002),La fantasía de la individualidad. Sobre la construcción sociohistórica del sujeto moderno(2012), y la muy reciente La corriente de la Historia (Y la contradicción de lo que somos) (2022), han sido escritas y publicadas con 10 años de diferencia entre sí. En cada una de ellas elabora, complejiza y profundiza el argumento desarrollado en las anteriores, como si fuera un juego de muñecas rusas (metáfora que utiliza en el último libro) que permite descubrir siempre un nuevo nivel de complejidad dentro del anterior. En las tres queda patente la búsqueda de la autora de los mecanismos a través de los que se construye la identidad humana (y el género) en las diferentes condiciones socioeconómicas que han caracterizado a las sociedades humanas, pero es en el último donde reflexiona sobre las transformaciones que están operando en la identidad a raíz de la explosión de internet.
Hoy tenemos la oportunidad de conversar con ella.
En primer lugar queremos darte las gracias por dedicarnos este tiempo. Sabemos que estás celebrando conferencias, debates y presentaciones de tu último libro y que has hecho un esfuerzo para que tengamos esta conversación. Mi primera pregunta tiene que ver con algo que está presente en la evolución de todos tus libros y que se refiere a la situación que tenemos los seres humanos con respecto al mundo y a la comunidad a la que pertenecemos: ¿qué es la identidad relacional?
Soy yo la que agradece a Espacio Público y a ti el interés, Lourdes. Y en efecto, no hay mejor manera de comenzar a desarrollar mis argumentos que preguntando por la identidad relacional. Se trata de la identidad colectiva, de adscripción a un grupo, que tenemos todos los seres humanos, a pesar de que la Ilustración nos dijera que se fue abandonando cuando apareció la individualidad y de que la mayor parte de la gente especializada en el análisis de procesos sociales la identifique con expresiones muy particulares y generalmente conservadoras de la misma, como son las identidades religiosas o nacionalistas. La identidad relacional es una identidad de pertenencia que, a diferencia de la individualidad, construimos todos los seres humanos a través de mecanismos que no pasan por la reflexión. Se construye a través del cuerpo (el modo en que nos saludamos, movemos, sentamos, ponemos los labios y la lengua para generar un acento determinado al hablar, etc.), a través de los objetos que utilizamos (por ejemplo, la vestimenta), las acciones que compartimos, el espacio al que nos vinculamos y los vínculos que construimos (somos las hijas/hijos, hermanas/hermanos, madres, padres, amigas… de).
La adscripción a un grupo humano, es decir, la construcción de identidad relacional, es imprescindible para neutralizar la angustia que nos generaría darnos cuenta de la impotencia esencial del ser humano frente a la inacabable complejidad del universo. A través de ella nos sentimos (aunque no lo reconozcamos conscientemente) parte de una unidad mayor, de una comunidad que nos sostiene y nos permitirá construirnos la fantasía de la individualidad cuando la sociedad empiece a caracterizarse por la división de funciones y la especialización del trabajo. Al principio de las trayectorias históricas, como en las sociedades cazadoras-recolectoras actuales, no había nadie que hiciera tareas diferentes a los demás, salvo que los hombres hacían unas cosas y las mujeres otras. Pensemos en sociedades, como la de los awá del Amazonas brasileño con la que trabajé, en donde no hay ningún jefe, ni siquiera un chamán. Así serían también las sociedades del comienzo de las trayectorias históricas de acuerdo con el registro arqueológico. En ese tipo de sociedades, como no hay nadie que haga cosas distintas a los demás, no hay sensación de diferencia interpersonal, así que la única identidad que existe es la relacional, que se visibiliza a través de una apariencia similar (una decoración en los labios, o en las orejas…), acciones y objetos similares, etc. Pero, como digo, a medida que apareció la complejidad socioeconómica, definida por la división de funciones y la especialización del trabajo, comenzaron a percibirse diferencias interpersonales.
Al principio, esas distintas posiciones fueron ocupadas solo por hombres (por razones que no podemos explicar aquí) que, de este modo, fueron dando cada vez más importancia a su “diferencia” y a la capacidad de decisión y de agencia que les iba caracterizando, de forma que simultáneamente fueron dejando de poner energía y de dar valor a la identidad relacional que, sin embargo, resulta imprescindible. Así que lo que hicieron fue impedir que las mujeres se individualizaran, de forma que ellas mantuvieran solo ese modo de identidad que antes también les caracterizaba a ellos, para que, a través de relaciones heterosexuales normativas, les garantizasen a ellos los vínculos, la pertenencia y los cuidados.
Lo que llamamos identidad de género femenina es solo la identidad relacional que al principio caracterizaba tanto a hombres como a mujeres y que, a medida que ellos se individualizaron, quedó asociada solo a las mujeres. Como ellos eran los que ocupaban posiciones de poder, fueron construyendo un discurso social y un orden político en el que se atribuía exclusivamente a las dinámicas asociadas a la individualidad (la razón, la tecnología, los cambios) la seguridad de nuestro grupo, ocultando progresivamente que sin los cuidados y los vínculos, sin la pertenencia a una comunidad (que había pasado a ser considerado tarea de mujeres), la sociedad no habría podido construir la fantasía de “progreso”, de poder y de control en la que nos socializábamos todos. Esto es el patriarcado. Yo creo que no se entiende el presente sin comprender que el orden lógico que ha regido occidente ha consistido en idealizar y premiar los valores asociados a la individualidad y en ocultar los asociados a la identidad relacional, que sin embargo, como la propia pandemia vino a demostrar, son los únicos imprescindibles para la supervivencia humana.
Comparas el cambio que se produjo con el paso de la oralidad a la escritura, con el momento actual de aparición de internet y las plataformas virtuales. Y dices que entramos en una nueva fase, dejamos atrás la Prehistoria y la Historia y comienza la Poshistoria. ¿Qué cambios crees que pueden producirse? ¿Hemos empezado ya a vivirlos?
Sí, lo comparo, porque a cada modo de representación del mundo corresponde un nuevo modo de entenderlo y de entender lo que es la persona dentro de él. La Prehistoria se caracterizó por la oralidad, no había escritura. En condiciones de oralidad, el mundo solo tiene las dimensiones que se pueden recorrer, porque no hay mapas. Y la persona no se considera integrada por un cuerpo y una mente, como sucederá con la escritura, sino solo por un cuerpo, al que se atribuyen las funciones que, a partir de la aparición de la escritura serán depositadas en la mente (de hecho, seguimos diciendo “el corazón me dice”, “siento con las tripas”… que es lo que hacen las sociedades orales), o atribuyen sus pensamientos y emociones a espíritus que se les aparecen o les hablan en sueños.
Llamamos Historia a esa parte del proceso de transformación del sapiens que comenzó con la aparición de la escritura alfabética. Esta “herramienta intelectual” cambió completamente tanto la construcción del mundo como de la persona. Aparecieron los mapas y la posibilidad de la ciencia, con lo que el mundo se amplió y el control tecnológico adquirió potencias desconocidas en la oralidad. Y a su vez, cambió la construcción de la persona, porque la escritura alfabética permite representar lo que pensamos, y con ello nos permite “ver” el pensamiento como algo que existe, una nueva instancia de realidad. ¿Y de dónde viene el pensamiento? De la mente. La persona, a partir de la escritura, comenzó a considerarse integrada por un cuerpo y una mente, fijo el primero y transformable la segunda.
Pues bien, en mi opinión, internet y el uso de la Red están provocando un cambio en la relación con el mundo y en el modo de construcción de la persona tan trascendente como el que marcó la escritura respecto a la oralidad. Por eso, pienso que está dando comienzo una nueva etapa histórica, a la que llamo Poshistoria. Nos comenzamos a relacionar con el mundo a través de representaciones virtuales (piénsese en el GPS si volvemos al ejemplo del espacio), lo que aumenta la capacidad de control del mundo y modifica el modo de construcción de la persona, que va sustituyendo la intimidad, en la que comunicaba el contenido de su mente, sus pensamientos y emociones mediante relaciones personales directas, por lo que Paula Sibila llamó ya en 2010 “extimidad”, en donde lo más privado se hace absolutamente público. La persona se relaciona de forma menos “presencial” cada vez, de forma que va dejando de cultivar la conversación cara a cara, y se construye cada vez más a través de las imágenes que publica de sí misma. Creo que esto está llevando a que mucha gente joven deje de localizar su malestar en la mente y comience a depositarlo en la imagen del cuerpo.
En mi opinión esto puede tener que ver con la explosión de identidades LGTBIQ+, aunque no con su origen. La sociedad es cada vez más compleja, lo que significa que sus miembros están/estamos cada vez más individualizados. Y esto hace que la persona se sienta cada vez más exigida a diferenciarse de los demás, a tener su propia “marca personal”, es decir, a individualizarse. A mí me parece que la sociedad reconoce cada vez menos la imprescindibilidad de la identidad relacional y que gran parte del sufrimiento emocional y de los problemas de salud mental de la gente joven tienen que ver con la atomización creciente de la sociedad, resultado de la relación creciente del mundo a través de internet y del extremo capitalismo (de las plataformas) que ahora nos rige.
Afirmas que los derechos que se han ido conquistando a lo largo de la historia nos han ido individualizando y que con ello en lugar de acabar con las estructuras de dominación –el patriarcado entre otras–, lo que estamos haciendo es reforzarlo. ¿No es esto una contradicción?
Bueno, es que esto no se puede entender si no se entiende en qué consiste el patriarcado y las identidades de género. Como dije antes, lo que sucedió en la historia (entendida, así con minúscula, como el proceso total de transformaciones desde sapiens) es que solo los hombres se fueron individualizando, es decir, ocupando posiciones especializadas, de poder y de riqueza, hasta llegar a la modernidad. Como ya he señalado, para sostener su propia fantasía de potencia, impidieron que las mujeres también se individualizaran, de forma que ellas siguieran encarnando la identidad relacional y les garantizaran a ellos los vínculos y la pertenencia que es imprescindible para la supervivencia. Pero al llegar a la modernidad, las mujeres comenzamos a individualizarnos también y a luchar por nuestros derechos. Sin embargo, nos integramos en un orden sociocultural que había sido construido por los hombres y que, por tanto, solo daba valor político y social a las dinámicas relacionadas con la individualidad que les caracterizaba a ellos. Es decir, las mujeres nos incorporamos a un orden social en el que el reconocimiento pasa por desarrollar la razón, tener éxito, dinero, poder, y que, desvaloriza, en el orden económico, social y político, todo lo que tiene que ver con la identidad relacional, esto es, con los cuidados, los vínculos, lo comunitario, lo común, la pertenencia.
Las mujeres tuvimos que hacernos cargo de ambos modos de identidad, porque no teníamos a nadie que nos garantizara a nosotras los vínculos y la pertenencia, así que, a diferencia de los hombres, nos individualizamos sin dejar de poner energía en la construcción de lo relacional. Pero como el orden social solo da importancia a lo primero, la inmensa mayoría de las mujeres sigue también desvalorizando políticamente lo segundo, aunque lo encarne, puesto que el orden social solo les va a dar reconocimiento por los logros asociados a su individualidad. Y además, en general, como si tienen trabajos especializados no se pueden ocupar de las tareas relacionales que hasta entonces asumían, y los hombres no se hacen cargo de ellas porque siguen dando prioridad a sus trabajos especializados, las mujeres individualizadas de la modernidad están delegando las tareas asistenciales y de cuidado a mujeres más precarias (por raza, etnia, condición de inmigrante, clase social).
De esta manera, el avance de los derechos asociados a la individualidad de las mujeres no ha puesto en cuestión la lógica y los valores que caracterizan al orden patriarcal y capitalista. De hecho, cada vez están más reforzados.
Dices que “el bienestar del mundo occidental crece a costa del aumento de la pobreza en múltiples ámbitos dentro y fuera de sus fronteras y del agotamiento de los recursos naturales del planeta», que la lógica de la historia es extractivista y creas una metáfora muy visual para explicar lo que es el proceso histórico y la estructura social: un edificio con muchos pisos, los más altos son los de la gente rica y los más bajos los de la gente pobre. Y cuanto más crece en altura, más crecen los sótanos que albergan a quienes no poseen nada. Y ahí, en los sótanos, estaríamos también las mujeres. ¿Qué habría que hacer para que estos edificios dejen de crecer, se desmoronen?
Habría que cambiar la lógica que dirige el sistema, que es patriarcal y capitalista. Se trata de pasar al orden de lo político, al orden de la “verdad” que nos rige, todo eso que sabemos que es verdad, como ha demostrado la propia pandemia: que los cuidados, la construcción de vínculos y de comunidad son imprescindibles para la supervivencia. Es lo que siempre ha dicho el “ecofeminismo”, la filosofía de “la vida en el centro” de Yayo Herrero, las epistemologías del Sur. Se trata de que, desde los órganos de poder, se deje de estimular la hiperproductividad (lo que está pasando en el mundo académico, por ejemplo, es un ejemplo claro de la exigencia hiperproductiva, antisocial y deshumanizadora que nos rige. Las comisiones del Ministerio que regulan las normas para valorar los CVs en las selecciones de nuevo personal docente obligan a que se premie a la gente que más datos produce o que más “papers” tiene, lo que obstaculiza (hasta impedir) la entrada a la gente que hace crítica social, porque esto requiere unos tiempos y una elaboración mucho más lenta. ¡¡Y no hablo de la carrera de informática, sino de la mía, la historia¡¡¡).
Se trata de cambiar los criterios de “excelencia”, de bajar los horarios de trabajo, de permitir que la gente tenga tiempo de ocio para que pueda relacionarse y construir vínculos y comunidad, de poner en valor social los cuidados, de forma que los hombres los asuman en la misma medida que las mujeres, de fortalecer las políticas públicas que se hagan cargo del sostenimiento de la sociedad (cuidados, salud, educación, lo contrario de lo que está sucediendo en nuestra Comunidad de Madrid, en donde resulta evidente una estrategia de destrucción de lo público). De estimular la lectura y la conversación en la gente joven, para que puedan construir una intimidad que van dejando de saber construir, y con ello no sigan disminuyendo los índices de empatía y solidaridad.
Una parte muy importante de este libro, y de toda tu obra, lo ocupan las mujeres y su capacidad para establecer vínculos relacionales: los cuidados, por ejemplo, algo que se ha visto claramente durante la reciente pandemia. ¿Crees que si los hombres asumen estos estos vínculos podríamos caminar hacia sociedades donde haya más igualdad?
Por supuesto que sí. Para mí la identidad no deriva del cuerpo o sexo que se tenga, sino del grado de abstracción que es inherente a la formación que recibimos y del grado de especialización o poder que ocupamos. Por supuesto que hay hombres no patriarcales que quieren encarnar un nuevo modo de estar en el mundo, alejado de la llamada “masculinidad hegemónica”, y están asumiendo o compartiendo cuidados. Pero me parece que son muy escasos los que entienden profundamente en qué consiste renunciar a los privilegios de género. Ojalá hubieran muchos más.
Otra de las cuestiones muy interesantes es cuando diferencias entre identidad de género e identidad de sexo. Y hablas de las personas LGTBI+Q. De personas trans, binarias, no binarias… ¿Piensas que de alguna manera estamos asistiendo a una cierta revolución ontológica?
Sí, así lo pienso. En mi opinión, la Poshistoria implica una transformación ontológica respecto de la Historia tan importante como la Historia la implicó respecto de la Prehistoria. Como decía antes, en la Prehistoria la persona se considera formada solo por un cuerpo, y en la Historia por un cuerpo y una mente (es decir, por una exterioridad no transformable, y una interioridad transformable). Si hay malestar, en la Prehistoria se atribuía (y se atribuye en las sociedades orales) a espíritus malignos (mal de ojo, por ejemplo), mientras en la Historia se atribuye a problemas en el contenido de la mente, que se pueden resolver con terapias psi.
Creo que, en la Poshistoria, al comenzar a construirse la persona a través de las imágenes en el mundo virtual, el malestar se está depositando crecientemente en la apariencia, en el cuerpo, lo que hace que se invierta la relación: cuando hay malestar lo que debe transformarse es el cuerpo o su apariencia porque se va perdiendo la noción de interioridad transformable. Esto no es nuevo de internet. Ya existía en toda la historia trans, que es una historia de marginalidad y lucha, pero creo que esa ontología es coherente con internet y por eso está expandiéndose en la Poshistoria. Al mismo tiempo, creo que se están manejando categorías distintas para hacer referencia a sexo y a género.
En la Historia, el sexo hace referencia a la exterioridad material inmutable y el género a la interioridad psicológica transformable. Pero en la Poshistoria, se está recuperando la triple categoría que arranca de los estudios de John Money en los años ’50 del siglo XX. En ella se distingue entre sexo (macho/hembra), identidad de género (hombre/mujer) y expresión de género (masculino/femenino). Aquí, el concepto de “identidad de género” hace alusión a una interioridad psicológica no transformable, el llamado ”sexo sentido”: me siento hombre o me siento mujer y esto es así, fijo, estable. Si lo que siento no es coherente con lo que mi cuerpo es, cambio el cuerpo, o tengo expresiones de género fluidas, cambiantes, no binarias. Yo creo que el debate entre el feminismo radical y lo LGTBIQ+ tiene que ver con que sus representantes hablan desde ontologías diferentes, y eso hace imposible el entendimiento. Cada cual piensa que su forma de entender a la persona es la única acertada, y que la otra está equivocada. Pero esto es un error, en mi opinión.
Como investigadora interesada en comprender cómo se percibe a sí misma una persona sin escritura, sé que yo no me puedo poner en la piel de lo que siente una persona de un grupo cazador-recolector porque yo he sido socializada en las categorías de la Historia y creo en la existencia de la mente. Pero sí puedo intentar acercarme analíticamente en la medida que me lo permitan esas categorías y, sobre todo, se me hace evidente que mi manera de entender el mundo y de entender qué es una persona no es universal, que existe otro modo igualmente complejo y operativo para la supervivencia que es el que las personas con oralidad representan. Y esto no solo me suscita el máximo respeto, sino incluso la asombrosa admiración que siempre me ha generado comprender la maravillosa versatilidad del ser humano y de la cultura. Creo que exactamente lo mismo sucede cuando se contemplan las nuevas identidades de la Poshistoria desde las categorías de la Historia: no es posible ponerse en la piel de quien ha sido construido de otra manera, pero debe aceptarse que su nueva manera de entender a la persona y la realidad es tan legítima y está tan condicionada históricamente como la de la Historia. Hay que aceptar que la manera de ser persona en la Historia, integrada por cuerpo y mente no es universal, que solo es una manera posible de entender a la persona. A cada modo de representación de la realidad, corresponde una ontología distinta, y creo que ahora se están mezclando en el planeta tres diferentes: la mediada por la oralidad, la mediada por la escritura y la mediada por internet y el uso de la Red.
Estaría conversando horas y horas porque el libro suscita preguntas y reflexiones, que es lo que yo creo que debe tener un buen ensayo, pero tenemos que ir terminando. Por último, si la conquista de derechos nos ha ido haciendo más individuales y cuando creemos estar luchando contra el patriarcado, contras las injusticias, podríamos en realidad estar reproduciéndolos. ¿Qué salida nos queda?
Nos queda la salida de analizar de qué modo podemos estar contribuyendo todos/as/es a la reproducción de ese orden a través de mecanismos de los que no somos conscientes. Y si resulta que los podemos estar reproduciendo, luchar por transformarlos. Si la sociedad avanza en una determinada dirección es porque todas las personas nos vamos transformando subjetivamente y contribuimos a esa corriente. A través de la socialización, la cultura nos modela de una cierta manera, pero precisamente porque estamos socializadas así, vamos transformando a nuestra vez la cultura. A medida que tenemos tecnología y ciencia se nos va transmitiendo que el cambio es un valor positivo, así que cada vez cambiamos más aceleradamente, generando más tecnología y más cambio. Nos vamos llenando de ansiedad y de hiperexigencia, que cada vez deja menos espacio a cultivar lo relacional. Se trata de un feedback inacabable entre subjetividad y cultura. No puede olvidarse que hay una parte de la identidad que es consciente de sí y otra que no lo es, que es actuada, y lo que más pesa en lo que transmitimos es lo que hacemos, no lo que teorizamos que debe hacerse.
Si las mujeres luchamos con la razón por los derechos de las mujeres, pero no intentamos pasar al orden político la importancia de los cuidados y los vínculos, sino que solo luchamos por los derechos asociados a la individualidad, seguiremos reproduciendo orden patriarcal. Si para luchar por esos derechos se intensifica la presencia y la actividad en redes virtuales, estaremos contribuyendo a potenciar el deshumanizado y patriarcal capitalismo de las plataformas, que cada vez dirige más nuestros deseos y comportamientos, orientándolos al consumo. Por su parte, si la gente LGTBIQ+ no toma conciencia de que no pueden disociarse las categorías de feminidad y masculinidad de los modos de identidad relacional e individualizado que los han caracterizado a lo largo de la historia, y que solo tienen sentido dentro de la lógica patriarcal, seguirán contribuyendo, sin ser conscientes de ello, a ocultar los fundamentos de ese orden, que está más fuerte que nunca.
Yo veo el edificio que hemos venido construyendo en el llamado Norte Global como una pirámide en cuya cúspide se sitúan los hombres más individualizados y desconectados que existen (piénsese en quienes dirigen el orden mundial, los CEOs de las plataformas, de las GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), que ayudan a construir a través de la atomización social que genera internet una sociedad cada vez menos empática, más agresiva y con más sufrimiento, al tiempo que ellos acumulan una riqueza y un poder cualitativamente superior a todo lo conocido en la Historia. La existencia de ese tipo de masculinidad no hará sino incrementar cada vez más la dominación sobre las mujeres y su cosificación, como es evidente que está sucediendo con el aumento de la prostitución, la trata, la erotización de la violencia sexual en la pornografía, los vientres de alquiler, el maltrato, los asesinatos…
La cúspide de la pirámide por arriba, y su base de sustentación, por abajo, permanecen inalterables, con rasgos cada vez más intensificados, mientras que en los niveles intermedios nos movemos las mujeres y la gente LGTBIQ+ con crecientes niveles de contradicción, dependientes en general de una lógica de reconocimiento que nos obliga a negar la importancia social y política (aunque podamos reconocerla en el ámbito privado) de una parte esencial de lo que somos, la parte relacional que es imprescindible para sostenernos.
Yo creo que para encontrar la salida, 1) no se puede dejar de hablar de patriarcado (ni por tanto despolitizar los conceptos de feminidad y masculinidad); 2) es esencial entender que la clave de ese régimen de poder, que está en las entrañas del capitalismo, es la ocultación que ha hecho de la imprescindibilidad de las dinámicas relacionales, vinculares y comunitarias para la supervivencia humana, y que hay que arbitrar medidas políticas para ponerlas en valor social; 3) no se puede dejar de hablar del sujeto político “mujeres” (cis o trans, esto no es trascendente para mí), porque a medida que los hombres con poder estén más individualizados y desconectados emocionalmente, la cosificación y la dominación sobre las mujeres será más necesaria para mantener su fantasía de potencia, y 4) debe respetarse la nueva ontología de la Poshistoria, las identidades trans y fluidas o no binarias con el mismo grado de respeto con el tratamos la de la Historia.
No es incompatible considerarse feminista con reproducir orden patriarcal, y no es incompatible ser LGTBIQ+ y ser feminista. Todo depende de hasta qué grado estemos dispuestas a reconocer nuestras contradicciones y a entender bien qué es necesario cambiar para transformar el diseño del edificio de lo que hasta ahora hemos llamado “progreso”.
Muchas gracias, Almudena.
La corriente de la Historia (y la contradicción de lo que somos)
Almudena Hernando
Traficantes de Sueños (2022)
Plankton Press es una nueva y recién nacida editorial española. “Una editorial sin rumbo […], de no ficción e independiente, que publica libros para conectarse con el mundo”, se autodefine. Una forma de entender lo que nos rodea a partir de la escritura, que debe servir también para cambiar el mundo.
Y en esta definición encaja perfectamente uno de los primeros títulos que han publicado: Modas y otras neurosis de Katja Eichinger, escritora, fotógrafa y cineasta alemana que escribe de temas sociales, cultura y moda.
El texto, traducido por Núria Ventosa, va acompañado de fotografías realizadas por el fotógrafo alemán Christian Werner.
En los 10 capítulos que componen el libro, Katja recorre con agudeza, inteligencia y humor temas tan variados como el streetwear y la libertad. Un encuentro casual con el filósofo Habermas que llevaba unas deportivas blancas, le da pie para hablar de cómo las grandes marcas se apropiaron de la moda callejera y la convirtieron en producto de lujo, como hizo por ejemplo Balenciaga, disparando su facturación al poner su logotipo en las bolsas de plástico utilizadas en las lavanderías. “El auge de la moda urbana demuestra que la libertad se ha convertido más que nunca en un bien de consumo, […] Sí, somos libres de tomar decisiones de consumo: podemos elegir ente contratos de móviles, seguros de vida, destinos de vacaciones, entre Nike y Adidas, entre Puma y Reebok. Pero todo eso no es en realidad la libertad. Y lo sabemos.”, afirma la autora.
El bolso de diseño es otro de los temas que aborda la autora, que nos cuenta la anécdota de cómo una gran (y barata) bolsa de paja donde llevaba una inmensidad de cosas la cantante Jane Birkin se convirtió en el bolso más codiciado y caro del mundo, fabricado por Hermès, un producto exclusivo al alcance de muy pocos bolsillos, que como todas las mercancías caras se ha convertido también en una inversión. Y además en un símbolo del estatus social de las mujeres que lo pueden llevar. Y entre citas en las que no faltan las de pensadores como Freud o Walter Benjamin, nos enteramos de que los bolsos pueden ser también una metáfora de la vagina femenina.
El selfie, una de las últimas modas más extendidas, es también analizado por Katja Eichinger como lo que en un principio puede parecer una de las representaciones más claras del narcisismo, pero que también significa la necesidad de autoafirmación. Y con estas reflexiones en las que entran Lacan, Marx, Roland Barthes o Rousseau, entre otros pensadores (todos hombres, por cierto), la autora nos habla de que también son un negocio para quienes han abrazado la nueva profesión de influencer: “Una persona que publica fotos suyas en las redes sociales a cambio de dinero y lo aprovecha para promocionar productos”.
La cirugía estética, sobre todo en las mujeres, es otro de los asuntos que no olvida Katja Eichinger. Interesante conocer las cifras de cómo está creciendo esta moda/negocio en todo el mundo, especialmente el aumento de labios y pechos, así como retoques de nariz y de pómulos. El miedo a envejecer es el motor que lleva a muchas mujeres a pasar por el quirófano antes de cumplir los 50 años. No es casual que el ensayo dedicado a este tema comience con una cita de Simone de Beauvoir: “Envejecer es definirse.”
La barba, símbolo de masculinidad, que ha conocido varios booms; o los tatuajes que han ido ganando en popularidad durante las últimas décadas, y han pasado de ser llevados por bandas juveniles o presidiarios a ser exhibidos por millones de personas como un algo mágico en lo que se trasforma el cuerpo, son también algunas de las “neurosis de la moda” en las que entra la autora.
Especialmente crítica es Katja Eichinger con la moda rápida, “de usar y tirar” (fast fashion), cuya cabeza más visible es Zara (Inditex), y de la que también se benefician empresas como Primark, H&M, Mango… “La moda rápida exige que desechemos prendas rápidamente y en cantidad para que podamos consumir otra vez rápidamente”. Y ello provoca un coste medioambiental y social que no podemos pagar.
No olvida la autora el traje de caballero, indispensable en el atuendo de los hombres para el trabajo o las ocasiones especiales, casi único hasta épocas muy recientes cuando ha sido sustituido por el jersey negro de cuello vuelto o el chaleco polar, que junto a los mocasines Gucci ha conseguido su propio hastagh: #Patagucci (chaleco Patagonia arriba y mocasines Gucci abajo).
La ropa también delimita quiénes forman parte de un club. Y apoyándose en Virginia Woolf, nos dice que “la ropa, y con ella también la moda, es siempre un ritual colectivo”. Y así se van creando clubes de personas que visten de forma similar. Y los más exclusivos son quienes pueden costearse los productos de lujo, definidos fundamentalmente por su exclusividad: solo muy poca gente tiene acceso a ellos. Productos cuyo valor no es de uso, no reside en la utilidad que se les pueda dar, sino en su exclusividad. Porello, muchas firmas de lujo queman al final de año los stocks no vendidos para garantizar que son exclusivos de la élite millonaria.
Finalizan estos breves ensayos con algunas reflexiones sobre la moda y la política, su evolución en el tiempo y su importancia en la época actual en la que la visibilidad se ha convertido más que nunca en un tema político.
Una mirada rápida, que no superficial, sobre el mundo de la moda y la moda en el mundo, realizada por una mujer muy despierta y aguda, que sigue y ama la moda. Moda y otras neurosis, además de muy interesantees también un libro muy divertido.
Modas y otras neurosis
Katja Eichinger
Fotografías de Christian Werner
Traducción de Nuria Ventosa
Plankton Press, 2023
El pasado sábado 21 de enero volvimos a ver una nueva “foto de Colón” en defensa de la Constitución convocada por aquellos a quien la Carta Magna es una auténtica desconocida para sus propios intereses. La realidad es que a los ideólogos convocantes, herederos de Torquemada, del Cardenal Cisneros, del duque De Alba, de Fernando VII, de Primo de Rivera, del generalísimo…..lo que menos les importa es el texto constitucional, así como la democracia, simplemente buscan el regreso al poder para recuperar sus históricos privilegios. Estos nuevos constitucionalistas nunca han asumido el principio de Soberanía Popular, contrario a sus intereses, aunque están siempre dispuestos a dar una lección magistral con sus bulos y sofismas ( ahora sobre el plan oculto de Sánchez con ETA y demás independentistas) ……han sido y siguen siendo unos auténticos arquitectos del terror.
Cabe recordar sus opiniones respecto al artículo 128 CE que con tan sólo mencionar se mofan sin pudor alguno recordando Venezuela cada vez que algún miembro del actual gobierno lo ha mencionado. No olvidemos que una de las musas de los convocantes los financia incumpliendo la Ley de Fundaciones representando ,además, una institución condenada judicialmente en diversas ocasiones por sus políticas sobre vivienda pública, incluso evitando cumplir con la ley dilatando la ejecución de dichas sentencias….. y cabe preguntarse, conocerán el art.47 CE ?
Los principales convocantes de este acto son los mismos que bloquean la renovación de CGPJ , sintiéndose orgullosos de tener atada y bien atada la Sala Segunda del Tribunal Supremo, aludiendo un sin fin de perniciosas excusas …….y cabe preguntarse, conocerán el art 122.3 CE?
Para los nuevos constitucionalistas vivimos bajo el yugo de un gobierno ilegítimo, okupa y que se forra con los impuestos, utilizando todo tipo de embustes …… y cabe preguntarse, conocerán el artículo 99 CE?
Cuando este Gobierno habla de educar en derechos humanos, igualdad y respeto de género, interculturalidad y en la lucha contra la pobreza gran parte de los convocantes lo tachan de adoctrinamiento de la dictadura progresista ….cabe, también preguntarse, conocerán los convocantes el artículo 27CE?
Llama la atención que los principales convocantes sean los mismos que abogan por la privatización y eliminación de los principales servicios públicos en favor de fondos privados, “buitres”, para el enriquecimiento de la aristocracia financiera, y quién sabe si para el blanqueo de ganancias de algún famoso narcotraficante, especialmente todo lo relacionado con la SANIDAD…. y cabe preguntarse, conocerán el artículo 43CE?
Resulta ofensivo que para una parte importante de los convocantes, una vez más, sobran 26 millones de ciudadanos en este país, whatsappp noviembre 2020. Estos no tienen el más mínimo pudor de declarar que ser fascista es estar en el lado bueno de la historia, declaraciones públicas de Isabel Díaz Ayuso respaldada por el señor Almeida. En estos casos cumple nuestro Jefe del Estado sus obligaciones constitucionales?
Nuestros nuevos constitucionalistas son aficionados a estos actos cargados de mentiras en busca de una rebelión anticonstitucional que les ayude a recuperar sus privilegios, incluyendo sus famosas vacaciones con narcotraficantes….., el resto (los 26 millones de ciudadanos que sobramos) seguiremos día a día intentando lograr una sociedad con una mejor y mayor Justicia Social.
P.D. Recordar a los nuevos constitucionalistas que en la Constitución española de 1978 existe un Título X por el cual la Constitución puede adaptarse a otras nuevas y modernas formas de Estado, no siendo por ello anticonstitucionales…….no sólo existe el artículo 155 en dicho texto!
¿Qué cambio económico y social se puede realizar y con qué recursos? ¿Cómo combatir la concentración de la riqueza, las desigualdades, las amenazas de las guerras y la depredación del planeta? ¿Cómo afrontar los nuevos retos que plantea la crisis energética en el Estado español y en la Unión Europea? ¿Cómo construir un modelo de sociedad más justo de “buen vivir” para todas y todos?
Para analizar estos temas contamos con la participación de técnicos, investigadores, ecologistas, periodistas, economistas, analistas, y responsables del gobierno, que aportaron diagnósticos y propuestas.
En los últimos tiempos hemos vivido un debate sobre la Educación y la implementación de la LOMLOE, que ha generado bandos en torno al rechazo o la aceptación de la ley. Al producirse en las redes sociales y en la prensa, ha generado más ruido que debate, y ha ayudado más a polarizar a los y las docentes que a acercar posturas sobre un asunto tan relevante como es el de la Educación.
En este marco se ha ido produciendo una queja constante de una parte del profesorado sobre la “bajada de nivel” del alumnado en los últimos años. Algunos responsabilizan al propio sistema, incluso se llega a culpar a la LOMLOE que lleva unos meses en vigor, o, implícitamente, al alumnado o a sus familias, considerando que en el pasado había mejores alumnos y alumnas, más motivados y mejor formados que en la actualidad. Esta apreciación tiene un componente cultural de nuestra tradición griega. Los griegos consideraban que vivían en una era en decadencia respecto a la “edad dorada”, dónde los hombres no tenían necesidades, ya que vivían, según Hesíodo, con “el corazón libre de preocupaciones, al margen de las penas y las miserias”; siempre jóvenes, desconocían la enfermedad y la vejez. Pasaban el tiempo en un puro regocijo, ajenos a todos los males, y cuando llegaba la hora de la muerte “parecían sucumbir a un dulce sueño”.
Poseían todo sin necesidad de trabajar o de luchar: “El suelo fecundo producía por sí solo una abundante y generosa cosecha y ellos vivían de sus campos, en la alegría y la paz, en medio de bienes sin cuento”. Ésta concepción de la Historia dónde el pasado, en la mayoría de las ocasiones, es un tiempo mejor y mítico, es recurrente en la Europa de la tradición grecolatina, a la que se le suma el sesgo del superviviente, que sanciona como bueno un sistema educativo porque la persona que da su opinión fue capaz de sobrevivir a dicho sistema, aunque otros muchos no.
En muchos de los análisis que se realizan en las redes sociales, y artículos de prensa, hay una ausencia parcial, o casi total, de análisis sociológicos. Sin embargo, hay dos estudios que no ignoran dicha dimensión, y que han hecho saltar las alarmas; la evaluación diagnóstica realizada en 2022 al alumnado catalán de 6º de Primaria y 4ºESO, y un informe de Esade EcPol y la Fundación Cotec sobre la “Pérdida de aprendizaje tras un año de pandemia: el caso de Euskadi.”
En el caso catalán, revelan una caída generalizada en el aprendizaje de todas las competencias analizadas. Matemáticas ha sido especialmente golpeada, al haber obtenido la peor puntuación desde 2011. En 6º de Primaria el 38,8%, y en 4ºESO el 53,7%, tienen un nivel calificado como medio-bajo o bajo, y disminuye también el número de alumnado con puntuaciones altas, además de que aumentan los que no llegan al aprobado. Los efectos negativos también se han notado en castellano (-2,7 puntos), en inglés (-6,3 puntos), y matemáticas (-9,1 puntos) en 2021 frente a las pruebas de 2020, según el Consell Superior d’Avaluació de Cataluña para el alumnado de 4ºESO. La nota positiva ha sido que en esta evaluación la brecha de género en matemáticas y otras materias científicas se ha acortado.
En el País Vasco, el informe presentado por Esade EcPol y la Fundación Cotec, plantea que ha habido un diferente impacto por el COVID19 en las redes educativas que conforman nuestro sistema de enseñanza. Según el informe, la red más perjudicada ha sido la Pública frente al Concertado-Privado. Recordemos que el País Vasco es de las Comunidades Autónomas con menor alumnado matriculado en la Pública (51,099%), que coincide en mayor medida con el alumnado con mayor complejidad, y algunos sectores de las clases medias, en un claro sistema segregado. Según el informe, el alumnado de la Escuela Pública perdió el equivalente a medio curso de Matemáticas por la pandemia, mientras que el de la Concertada-Privada apenas perdió.
Según los investigadores de dicho informe, la pérdida global de aprendizaje equivalió al 13% del curso escolar, con diferencias significativas entre las dos redes, siendo mayor en la Escuela Pública (30%) que en la Concertada-Privada (2%). Esto se vio reflejado en las distintas materias, como en Matemáticas, dónde la pérdida general fue del 25% de un curso (un 54% en la pública y un 7% en la concertada). Y en Euskera fue del 15% (26,8% en la pública y 6% en la concertada). En castellano se han encontrado pequeñas diferencias tan nimias que concluyeron que no hubo impacto.
Aunque faltan estudios para otras CCAA, si podemos extrapolar los datos, siempre con prudencia, al resto del país. Podemos calcular que el impacto medio en el aprendizaje, provocado por el confinamiento, fue entre un tercio a medio curso, dependiendo del alumno/a en cuestión y su contexto. A esto habría que sumar el tercio que se pierde durante las vacaciones estivales y, en aquellas clases que fueron semipresenciales en el siguiente curso, un avance menor que en aquellas que hubo presencialidad total. Por dar una nota para no autoflagelarnos, en los EEUU el impacto ha sido muy notable, por ejemplo, en Matemáticas, y el COVID19 ha afectado de forma muy negativa en la mayor parte de los países. En España se ha logrado reducir un poco el impacto gracias a la rápida vuelta a los centros educativos.
Por lo tanto, podemos afirmar que el impacto del COVID19 es uno de los causantes de la bajada de nivel que hemos observado en las clases. Ese freno ha sido mucho mayor en el alumnado en los contextos sociales y económicos complejos, que en aquellos estratos sociales acomodados, y ha impactado más en los centros Públicos que en los Concertados-Privados. La explicación es sencilla, por un lado, los padres y madres más acomodados han podido ayudar más a sus hijos e hijas durante el confinamiento con las tareas, presentan espacios más amplios de estudio, ordenadores individuales y más capital cultural para compensar lo que se perdía con la falta de clases presenciales, además de que los centros Concertados-Privados tuvieron menos problemas para pasar a la enseñanza online.
Sin embargo, los centros Públicos, que escolarizan a la mayor parte del alumnado NEAE, inmigrante, y/o de clase social baja, tuvo un 15% de alumnado desconectado, que coincidió con el más vulnerable. Además, al alumnado desaventajado socialmente los progenitores les pudieron ayudar mucho menos, o tenían problemas materiales que no siempre se pudieron compensar, o faltas de competencias en informática que dificultaron las clases, además de medios más precarios para pasar a la enseñanza online. Por no hablar, de que se están encontrando alumnos/as de infantil al que se ha retrasado el comienzo del habla por el uso de las mascarillas por parte de los adultos.
Las escuelas son espacios de socialización y conocimiento. El alumnado más vulnerable necesita más las clases presenciales para poder avanzar en su carrera escolar. Además, las clases semipresenciales no ayudaron en el siguiente curso a lograr recuperar el terreno perdido, y en muchas Comunidades no se han realizado medidas para reforzar los conocimientos que no se adquirieron. Lo que se hizo fue flexibilizar el paso del curso, para que no se viesen perjudicados, y la EBAU, porque el alumnado no llegaba con el mismo nivel.
Otra de las cuestiones que ha afectado a la bajada de nivel, además del daño provocado por el COVID19, que, como afirmamos antes, ha afectado más al alumnado que necesita más la Escuela y está en situación desfavorecida que al acomodado, es la extensión de la pobreza y la exclusión social, que mezclado con la segregación escolar y la existencia de centros gueto, ha empeorado los resultados educativos de varias CCAA, como Madrid en PISA (Comunidad más segregada) o Cataluña (segunda Comunidad más segregada), por ejemplo. La existencia de una doble red segregadora acaba por eliminar los efectos compensadores del alumnado locomotora en las clases más desfavorecidas, hunde resultados, genera centros gueto y de alta complejidad, y acaba provocando un cierre de clase que obstruye la igualdad de oportunidades y acaba con la justicia social.
A esto habría que sumarle el uso excesivo de las pantallas, que compite con las horas de estudio, de descanso, fomenta una menor capacidad de concentración, una menor tolerancia a la frustración ya que el móvil da recompensas inmediatas, una tendencia a abusar del “copiar-pegar” para realizar trabajos, como la pérdida de habilidades relacionadas con la lectoescritura y comprensión lectora, al reducirse las horas de escritura a mano y de lectura. De hecho, un informe de Cáritas alerta que casi el 37% de los adolescentes pasa más de 6 horas con el móvil, uno de cada cinco tiene adicción (siendo más vulnerables el alumnado de clase baja), desarrollando rasgos adictivos más las chicas que los chicos, y aumentando las probabilidades de suspender varias materias a aquellas personas que son adictas o usan más horas el móvil. Por no hablar del impacto en la salud mental, que ha agravado también el COVID19, aumentando en un 26% las tasas de suicidios en adolescentes, y un mayor desarrollo de problemas de ansiedad, depresión, intentos autolíticos, etc.
Las brechas sociales, la existencia de los centros gueto, la extensión de la pobreza en algunos sectores de la sociedad, la segregación escolar, la complejidad (que no asume en su mayoría la Concertada-Privada) escolar de algunos centros, sumada al uso excesivo de las pantallas, a la pandemia y el confinamiento, explican estos resultados. Así lo reconocen, en parte, las autoridades educativas catalanas. Un sistema segregado escolarmente no sólo es injusto socialmente, es ineficiente a la hora de los resultados educativos en pruebas estandarizadas, y fomenta un cierre de clases impidiendo, en gran medida, la movilidad social.
Por lo tanto, cuando hablamos de “bajada de nivel” debemos atender a estos factores sociales e históricos que están afectando a dicha bajada; ya sean de carácter coyuntural, como la pandemia o las pantallas, de carácter estructural, como la pobreza y la exclusión social, cómo de carácter institucional, cómo es la segregación escolar, ya sea por clase social, origen nacional, o género.
Sin tener en cuenta estos factores sociológicos, no sólo se errará en el análisis de los problemas aludiendo a un supuesto “edad dorada” a la griega, y tampoco se podrán tomar medidas contundentes como: un pacto de Estado contra la segregación escolar, medidas para mejorar las competencias en lectoescritura, de reducción de las desigualdades sociales y educativas, favorecer la movilidad social, la igualdad de oportunidades, la Justicia social, y fomentar la cohesión de la sociedad y una democracia robusta y no polarizada en riqueza y oportunidades.
Antes de responder a la pregunta del título de este artículo, debemos hacer una reflexión sobre los orígenes del liberalismo.
Si nos atenemos a lo que Francis Fukuyama define en su libro “El liberalismo y sus desencantos” podemos decir que es una doctrina surgida por primera vez en la segunda mitad del siglo XVII y que aboga por la limitación de los poderes de los gobiernos o los Estados mediante las leyes y, en última instancia las constituciones, así como con la creación de instituciones que protejan los derechos de los individuos que viven bajo su jurisdicción.
A menudo, asumimos que los términos liberalismo y democracia son sinónimos, pero en realidad, ambos conceptos se basan en principios diferentes. El concepto de democracia está relacionado con el “gobierno del pueblo”, es decir, gobierno de las mayorías elegido en elecciones multipartidistas, periódicas y libres mediante sufragio universal. En cambio, el liberalismo antepone un sistema de normas formales que restringe los poderes del ejecutivo, incluso aunque este haya sido legitimado mediante unas elecciones.
La verdad es que, a lo largo del tiempo, el liberalismo se hizo demócrata, y la democracia se hizo liberal. Pero en realidad, el liberalismo nunca se ha sentido cómodo con el sufragio universal, pues su modelo fue el voto censitario. De hecho, según la Constitución española de 1837 pactada por los liberales progresistas y moderados, solo podían votar los españoles que pagaran impuestos a Hacienda por valor de “200 reales”, lo que dejaba el censo electoral en el 5% de la población española, y solo hombres. Es importante reseñar que el sufragio femenino en España fue reconocido por primera vez en la Constitución Republicana de 1931.
El liberalismo histórico defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica, fomentando un individualismo consumista en un mundo basado en el crecimiento continuo y la libre competencia, una forma de laissez faire, de acuerdo con las tesis de Adam Smith expresadas en su libro “La riqueza de las naciones”. Pero en el siglo XIX nace una corriente de pensamiento dentro del liberalismo que aboga por los seres humanos y su bienestar, que situaba en el centro el desarrollo social y material del ser humano. Esta corriente se denominó liberalismo social y cada vez se fue distanciando más del liberalismo económico.
En los años 40’s y 50’s empieza a haber posturas a favor de una economía social de mercado, que plantea una sociedad regida por un modelo económico que, basado en la competencia, combine la libre iniciativa con un progreso social asegurado por la capacidad económica, potenciando la corriente del liberalismo social.
Pero aparecen en escena un par de ultraliberales como Ludwing con Mises y Friedrick Hayek, que plantean un nuevo liberalismo clásico, pero mucho más radical. Esta nueva teoría se experimenta a finales de los años 70’s con los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y se pone en marcha en Chile aprovechando la dictadura de Augusto Pinochet en los 80’s llevada a cabo por los “Chicago Boys”, consolidando el nuevo concepto de neoliberalismo, creando una hegemonía de pensamiento y generando una gran brecha económica entre la ciudadanía siempre a favor de los más ricos por medio de la financiarización de la economía.
Podemos estar de acuerdo en que los individuos deberían asumir personalmente la responsabilidad de sus vidas, pero el neoliberalismo crea circunstancias en las que las personas se enfrentan a amenazas fuera de su control. La dominación es primordial para el funcionamiento del liberalismo, y por eso existen grupos que lo defienden como ideología, en particular aquellos que denominamos élite económica.
Desde la perspectiva española, habría que destacar una cierta hipocresía de esos presuntos liberales que siempre abogan por la no intervención del Estado en los asuntos económicos y que todo sea iniciativa privada, pero que, en cuanto surgen problemas buscan la subvención, la ayuda del Estado, etc. fomentando la privatización de beneficios y la socialización de pérdidas.
Adam Smith decía que había que poner límites a los empresarios, ya que si se reunían era para restringir la libertad de mercado y la competencia. El mercado es un mecanismo que puede ser razonablemente eficaz, pero:
1. Siempre que exista competencia.
2. Que no existan desequilibrios potentes de poder, porque en ese momento, el mercado no funciona.
Ahora lo progresista es defender la competencia y la lucha contra los monopolios, y por supuesto, una redistribución económica. Una de las alternativas para lograr este objetivo es crear una Banca Pública y una serie de empresas públicas que sirvan de referencia a la competencia junto a un control de los monopolios.
Otro de los problemas que ha tenido el liberalismo español actual ha sido el choque con la idea de España. Lo liberal, que teóricamente podía haber sido condescendiente con determinadas posiciones periféricas, ha coincidido en España con unas posiciones de cierre de banderas, y esa condescendencia que era una singularidad del liberalismo español que tenía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, actualmente se ha perdido.
A pesar de estas sombras en nuestro liberalismo español, no podemos echar en saco roto las luces de las grandes conquistas alcanzadas en nuestra historia, como fue la introducción del Krausismo o la Institución Libre de Enseñanza, por parte de Francisco Giner de los Ríos, Ramón Carande, además de las aportaciones de muchísimos otros intelectuales del pensamiento republicano como Antonio Machado o Manuel Azaña.
Llegados a este punto, podemos concluir que, en la España de hoy no existe una opción auténticamente liberal. Lo que existe es un neoliberalismo en determinadas fuerzas políticas e intelectuales que pretenden implantar un liberalismo clásico del laissez faire radical que no interesa para nada hoy día.
Resuelta la primera cuestión, planteamos otra pregunta: ¿Es útil el liberalismo hoy? Estamos en una nueva época, vivimos en tiempos de emergencia ecosocial junto a una fase de descomposición de los grandes acuerdos democráticos de posguerra, grandes referentes de avances sociales, y por eso el peligro del fascismo es enorme. Los paradigmas están cambiando y estamos utilizando herramientas que pertenecen al pasado. Tenemos que elegir entre vivir las últimas fases de un modelo que agoniza, o intentar comprender y empujar en la buena dirección el nuevo mundo que se avecina.
¿Estaríamos de acuerdo en que lo importante ahora es tratar de garantizar una vida buena y justa a todas las personas y comunidades en un entorno de proximidad y en un planeta habitable? Esto es en lo que los movimientos de DDHH, multiculturales, feministas y ecologistas vienen confluyendo en los últimos tiempos.
¿Estaríamos de acuerdo en que para conseguir esto, hay que supeditar la economía a los límites de la biosfera y hacer una justa redistribución de la riqueza? Indudablemente, creemos que ese es el camino. El desafío histórico que supone afirmar que tenemos que poner límites a la economía, es algo que pasa por primera vez en la historia a nivel global, y es muy difícil que alguien lo hubiera tenido en cuenta en las teorías anteriores.
Creemos que en España existe una mayoría social no alienada que, aunque no pensemos todos lo mismo, podemos alcanzar un gran acuerdo para superar los retos que tenemos por delante. Es imprescindible un Estado fuerte y democrático, por lo menos para la fase de transiciones, junto con personas y comunidades jugando un papel esencial en este proceso.
En definitiva, la mayoría no alienada queremos paz, y para que exista paz social tiene que haber un Estado de Bienestar construido sobre los ejes de una fiscalidad justa y una buena gestión de los recursos.
Notas:
(1) Síntesis del debate realizado en el seno del Grupo sobre el papel del liberalismo español en la época actual.
ECTOGÉNESIS (del griego ecto, exterior y de génesis, origen, creación). Procreación a través de un útero artificial.
Si bien Aldous Huxley utilizó este concepto para su obra más famosa, no fue el único. También utilizó dos conceptos más: hipnopedia y senescencia. ¿Suenan raro?, ¿no los conoces?
HIPNOPEDIA (del griego hipno, sueño, y pedia, educación). Huxley inventó el término y, en esencia, consistía en la educación por medio del sueño. Aunque no lo creas, ya se está usando. Pregúntale a los “coach” que proponen inducir ideas a los niños a través de frases que se les repiten mientras duermen.
El otro término, inventado por Huxley también, es:
SENESCENCIA (del latín, senescens, envejecer). Proceso de envejecimiento celular. Actualmente se define como el momento en que las células humanas dejan de dividirse y/o reproducirse, pero no mueren.
¿Madurez? ¿Vejez?
Hoy, para este artículo, voy a utilizar el primero de los términos: ECTOGÉNESIS.
Pues bien, hasta que este proceso sea viable, somos las mujeres (sexo mujer, no género mujer), las que gestamos y parimos.
¿Hay alguna duda de ello?
Si piensas que me equivoco puedes ahorrarte tiempo, no sigas leyendo porque no me vas a entender. Es más, ya has opinado antes de llegar al final.
_____________________________________
Sigo definiendo términos:
Trabajo es todo aquello que requiere un esfuerzo (otra cosa es el empleo, no confundamos).
Aunque la RAE recoge, al menos, 12 acepciones para dicho término, voy a quedarme, ahora, con este: Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.
Y lo voy a utilizar para hablar del que es, no ya el más importante, sino el trabajo IMPRESCINDIBLE para los humanos. Hablo de la reproducción. No hay vida, no hay riqueza, no hay continuidad de la especie sin que un ser humano, mujer (sexo, no género), geste y para. Por mucho que queramos reivindicar lo contrario, la naturaleza es como es. Los mamíferos nos reproducimos así. Mientras los niños no nazcan de una semilla en una mata, o de un huevo puesto por una gallina, será la mujer la que tenga en su útero un óvulo, fecundado por un espermatozoide, durante los nueve meses de rigor y luego pase por el parto para que ese bebé sea, en un futuro, productor de riqueza y consumidor de la misma (es decir, le interesa al gran capital, no solamente a la naturaleza).
Quiero dejar claro que la decisión de no ser madre es muy respetable. La decisión de cambiar de sexo, porque no te identificas con el que has nacido, también lo es, pero es incuestionable que la reproducción es como es. Otra cosa es que algún día se consiga en probetas, tipo Huxley, es decir, se logre la ECTOGÉNESIS.
Toda esta introducción es necesaria para abordar el tema que realmente quiero abordar, ya que tengo la costumbre de intentar ir a la raíz, al origen de la cuestión y/o problema, para encontrar una solución. Atacar el efecto sin solucionar la causa es batalla perdida. De ahí toda esta explicación previa. Si tomas un analgésico para calmar el dolor que te produce el dedo que has metido en el ojo, es, cuanto menos, inútil si no sacas antes el dedo del ojo.
Dejando esto como arranque quiero que intentemos no pensar con la mente capitalista que nos hace creer que todo aquello que no genera una nómina no es trabajo y que todo aquello que no genera beneficio económico tampoco lo es, aunque, en el caso de lo que quiero explicar, sí produce beneficio económico, aunque no lo percibas tú directamente.
La economía feminista, en contra de lo que muchos piensan (incluso las que hablan de ella en púlpitos y artículos) se basa en ver la economía desde un ángulo muy diferente al habitual. Astrid Agenjo, (Doctora en Economía por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y Máster en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid), la define así: Esta corriente económica pone la vida, sostenible y digna, en el centro.
Nuestra conocida y querida antropóloga, ingeniera, profesora y activista Yayo Herrero, dice: “No hay economía ni tecnología ni política ni sociedad sin naturaleza y sin cuidados”. La ecología y la economía feminista van de la mano. Ambas toman como centro la naturaleza. ¿Y que han más cercano a la naturaleza que la reproducción y los cuidados?
Estamos acostumbrados a que todo gire en torno a la producción. A la producción, no a la reproducción. Pues bien, la economía feminista gira en torno a la reproducción y a los cuidados. En torno a la VIDA. En síntesis, intenta poner en el centro lo que es necesario para sostener la vida. Trabajos que, como expliqué antes, son IMPRESCINDIBLES. La reproducción es el único imprescindible para la vida humana. Sin él no habría trabajadores, ni consumidores de lo producido por los trabajadores, si solo queremos verlo desde el punto de vista capitalista. Y no habría continuidad de la especie, es decir, el hombre desaparecería de la faz de la tierra, si utilizamos el punto de vista biológico. Es decir, lo mires desde donde lo mires, sin REPRODUCCIÓN, los humanos no existiríamos.
El doctor en biología, considerado uno de los más eminentes primatólogos y etólogos contemporáneos, Frans de Waal, dice, en El bonobo y los diez mandamientos: “El cuidado maternal mamífero es la inversión más costosa y prolongada en otros seres que se conoce en la naturaleza, que empieza con la nutrición del feto y acaba muchos años después.”. O no acaba nunca, como diríamos cualquier madre a la que nos preguntasen cuándo dejamos de cuidar a los nuestros.
¿Verdades de Perogrullo? Tan de Perogrullo deben de ser que no lo vemos, o no somos capaces de tenerlo en cuenta.
Si las generaciones de nuestras madres y abuelas, las que se dedicaron, porque así lo determinaba la educación y la cultura transmitida, a casarse, ser madres, cuidar de su familia, no han cotizado (nada o poco) como para generar un derecho a una pensión contributiva de jubilación, según las normas que rigen actualmente, no es porque no hayan trabajado, es porque ese trabajo, repito, el más importante de todos los trabajos, no se consideraba obligado a cotizar. Es más, ni se consideraba trabajo… ¿o sí?
¿Recordáis qué ponía, en el apartado “PROFESIÓN” en los DNIs de nuestras madres y abuelas? Os lo digo yo: SUS LABORES, por lo tanto, en el fondo, se reconocía como tal.
Es curioso que los movimientos feministas que conocemos nos intenten hacer creer que esa labor es denigrante para la mujer. Nunca lo vi así. Quizá porque me acostumbré a pensar sin ser condicionada por intentos de manipulaciones exteriores.
Una conocida feminista (no de las de camiseta y consigna), allá por 1870, dijo: “Para que la mujer llegue a su verdadera emancipación debe dejar de lado las ridículas nociones de que ser amada, estar comprometida y ser madre, es sinónimo de estar esclavizada o subordinada”. Ella era Emma Goldman (anarquista, crítica, pensadora, activista radical, feminista y defensora de la libertad de expresión, el amor libre y el control de la natalidad). No lo dudéis. Era una acérrima feminista. Otra de sus frases: “… nunca haré las paces con un sistema que degrada a la mujer a una mera incubadora”. Para ella no está reñida la maternidad con el feminismo, pero ese, también, es un tema que trataré en otra ocasión.
________________
Teniendo en cuenta que intento sacar el dedo del ojo antes de recetar paracetamol para aliviar el dolor generado por mantenerlo dentro, doy el siguiente paso hacia la cuestión que me ha movido a escribir este artículo.
Cuando utilizamos cantinelas tan repetidas que ya no sabemos ni qué significan, deberíamos, al menos, analizarlas a fondo. En este caso, y porque formo parte del movimiento pensionista y me duelen los errores de mis compañeras, quiero explicar por qué estoy segura de que se equivocan cuando sueltan el slogan: queremos acabar con la brecha de género en las pensiones. Es un error, un gran error, querer acabar con algo que ni es brecha ni es de género. Y paso de analizar si es reivindicación feminista, pseudo feminista o… lo que el capitalismo encubierto quiera que sea. Si la reivindicación es incongruente, se cae por su propio peso. Y no solamente eso sino que deja en evidencia a las reivindicadoras.
Es cierto que existe un porcentaje elevado de diferencia entre la media de las pensiones de las mujeres y las de los hombres. Ronda el 33% (lo sé porque yo misma hice el cálculo con datos del INE y de la Seguridad Social).
Dejando aparte que las diferencias también podríamos calcularlas en base a las edades (sin tener en cuenta el sexo -que no el género-) o a las comunidades autónomas, por poner solo un par de ejemplos, y también encontraríamos otros tipos de brechas, estas diferencias a las que me refiero en esta ocasión, se deben a que todas las personas recibimos el mismo trato, independientemente del sexo (repito, que no el género), edad, provincia, etc.
El SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES (SPP de aquí en adelante) es igualitario. Trata a todo cotizante por igual. No hace distinciones por sexo (otro tema aparte es la “justicia” de las normas). Por lo tanto, si pides igualdad, no pidas trato diferente. ¿Se ve la incongruencia?
Si pedimos igualdad y defendemos un SPP, no podemos hablar de brecha de género pretendiendo que el SPP nos lo solucione. Estaríamos pidiendo una manera diferente de cálculo. Dejaríamos sin efectividad la igualdad y la base del sistema que defendemos.
Vamos a ver si podemos sacar el dedo del ojo antes de tomar el paracetamol.
Es cierto que las mujeres, de media, cobramos menos que los hombres por las pensiones contributivas de jubilación.
Ah, pero las que denuncian esa brecha se les ha olvidado otro detalle. Esa media, ese 33%, es falso. La diferencia de poder adquisitivo es mucho mayor. Si es que hacen bien las cuentas, claro, y lo que quieren saber es realmente lo que cobran, unos y otras, a su jubilación.
¿Por qué es mayor? Porque se les ha olvidado tener en cuenta que hay muchas mujeres que, por no tener el tiempo cotizado suficiente para tener derecho a una pensión contributiva (15 años) no entran en el cálculo, ya que no cobran ninguna pensión contributiva. No quiero meter cifras para demostrarlo porque no es la intención de este artículo. Es suficiente con que se me haya entendido para ver que también se equivocan en esos porcentajes de los que hablan.
Esta es una evidencia más de que la lucha por la “brecha de género” está enfocada desde el ángulo capitalista. No han tenido en cuenta más que a las mujeres que han cotizado 15 años o más. El resto, ¿qué pasa?, ¿no existen para calcular la dichosa brecha?
Esas mujeres, las que dedicaron toda su vida, exclusivamente o a tiempo parcial, a la reproducción y a los cuidados, se encuentran sin derecho a una vejez digna. Cómo si su trabajo no las hiciera merecedoras de tal. Y no olvidemos que, por cultura y por costumbre, muchas de estas mujeres han trabajado, también, en negocios familiares y/o en trabajos para otros desde casa (coser, bordar…), y ni se planteaba siquiera la posibilidad de cotizar por ellas.
Tampoco me vengan con que sus maridos ya tienen una pensión, porque no es la pensión de ellas, y son ellas las merecedoras de un reconocimiento y una vejez digna. Ni tampoco me cuenten eso de que se les da una no contributiva porque tampoco. Las no contributivas no son pensiones, son caridad. Y, hay más, esas ayudas (repito, no pensiones) se conceden si reúnen, ellas y su unidad familiar, las características necesarias para ser consideradas pobres de necesidad. Es caridad y condicionada a la precariedad, no solamente suya, sino de su marido.
Queda claro que ese planteamiento no reconoce el trabajo hecho ni las hace merecedoras de una pensión per se.
Peor todavía, perpetúan la dependencia del varón. ¿Es esta una reivindicación feminista?
Las mujeres, y nombro el sexo porque somos las dotadas por la naturaleza, para la reproducción, deberíamos exigir que se nos considere el trabajo que hacemos PARA LA SOCIEDAD como trabajo imprescindible. Y, por tanto, como generador a derechos acordes.
Los cuidados, hoy por hoy, sobre todo los de los primeros meses de los hijos, recaen, sino exclusivamente al menos en su mayor parte, en nosotras. Y sin cuidados un niño no crece, no se desarrolla. No será un futuro trabajador ni un futuro consumidor. Ni tampoco origen de una nueva generación. Por tanto, seguimos trabajando para la sociedad.
Los cambios culturales están convirtiendo a los padres en cuidadores también. Estupendo. Así será, pero no mañana, ni pasado mañana. Y sea cuando sea, aun así la gestación y el parto sigue siendo labor de la madre. En su totalidad (miedo me da pensar en que algún día Huxley tenga razón y los hijos no tengan padres).
Las 2 generaciones vivas que, hoy por hoy, han dedicado su vida a este trabajo, repito, se merecen, por ellas, por nosotras y por nuestras hijas, pero también por la sociedad venidera, que se les proporcione una vejez digna, independientemente de su situación económica y familiar. ¿O se tienen en cuenta estos datos para calcular las pensiones contributivas de jubilación? ¿Verdad que no?
Deberíamos empezar a cambiar el chip. A pensar que la vida no ha de girar en torno al dinero, sino a la vida, como ha de ser si el ser humano quiere seguir en el planeta. Respetar la vida y que esta la considere como el eje de todo, nos hará, también, más respetuosos con el medio en el que se desarrolla: EL PLANETA.
Yayo tiene razón. Reproducción y ecología van de la mano. Y yo me atrevo a añadir: eso también es FEMINISMO.
EPÍLOGO:
Respecto a la demanda sobre la pensión, soy consciente de que esto es una batalla que, si algún día se gana, probablemente ya no quedarán vivas las mujeres por las que lucho. No importa, me conformo con que se les reconozca su trabajo y, desde dentro de cada uno de nosotros, les pidamos perdón por no haber sabido valorarlas y les demos las gracias por todo lo que han aportado a la sociedad humana. Y, sobre todo, me conformo con que el chip para ser capaces de ver el error en centrar la existencia en algo que no sea la propia existencia, empiece a funcionar.
La filósofa argentina Diana Maffía (Buenos Aires, 1953) hace tantas cosas y tiene tantos títulos y reconocimientos que resultaría imposible enumerarlos en esta entrevista. Quedémonos, de momento, con que es la Directora del Observatorio de Género de la Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tiene en su haber ser Doctora honoris causa por la Universidad de Córdoba (Argentina). Una distinción académica que, aclara, es un reconocimiento a una historia feminista, en la que la vida íntima y la política se relacionan estrechamente y donde el trabajo académico y el activismo feminista son siempre colectivos. El último homenaje lo ha recibido a finales de noviembre, también en forma de Doctora honoris causa, esta vez, por la Universidad Jaume I. Visitó España para recibirlo, participar en una Conferencia en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) y en una Maestría de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Unió el pensamiento filosófico con el activismo feminista, en tiempos de estudio y dictadura, inspirada por algunas las filósofas feministas, Clara Kushnir, Celia Amorós y María Lugones, y desde entonces, la irrupción de los estudios de género en las universidades argentinas y la apertura de espacios de reconocimiento para las mujeres y las feministas en otras muchas instituciones, no podrían explicarse sin su trabajo. Ha sido, también, diputada y adjunta a la defensoría del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Reconoce que no ha sido fácil ser feminista, pero ahora dice con humor que “cuando persistís mucho en el error, a eso se le llama trayectoria”.
Hija de una pareja que vivió 70 años en común y casada desde hace 40 años con otro filósofo, dice que es convencional en la foto, pero no en la película. Crítica con las derivas identitarias que cancelan los discursos que no nacen de cuerpos que encarnan las interseccionalidades, repite en bucle las palabras puente, alianzas y diálogo. Preocupada afirma que “el empobrecimiento del lenguaje, dificulta que podamos establecer diálogos”.
Llega a la cita de zoom sin almorzar. Lleva todo el día acelerada y apagando incendios. Tiene prisa o hambre, o las dos cosas, y lo noto. Es directa y tajante. De mirada amable y generosa en sus disertaciones. Ahí pierde la noción del tiempo. Consigue reventar el guion que tenía preparado y lo agradezco.
¿Qué moviliza hoy a las feministas a diferencia de lo que movilizaba a las de las décadas anteriores?
En los 80 nuestras identidades personales eran identidades políticas. No se concebía una manera de estar en la academia o estar en la vida, en tu pareja, en tus elecciones personales, en tus amistades, que no estuviera atravesada por tus posiciones políticas. Tenía que ver con maneras de ver la sociedad, maneras de ver el mundo y una manera de establecer alianzas de acción en común. Eso se fue perdiendo en los 90. Los gobiernos neoliberales fueron produciendo un efecto de silenciamiento ideológico, reorientando la atención y el deseo hacia la competencia y el consumo, que es un movimiento continuo porque es insaciable. Durante ese periodo, casi una generación entera no participó en el feminismo. Se veía como una cosa de gente vieja, algo pasado de moda. La crisis del 2001 en Argentina y la violencia extrema de los femicidios y las mujeres secuestradas por las redes de trata y de explotación sexual, que interpela a chicas muy jóvenes, produjeron un hartazgo social que dio lugar primero a la marcha Ni una menos y después a los pañuelos verdes. Las calles se llenaron de chicas que venían de colegios secundarios, con su mochila y su pañuelo verde. Se sintieron interpeladas porque el riesgo lo corrían mujeres de su edad. La lucha contra la violencia hacia las mujeres se unió a la lucha por el aborto seguro y gratuito y, entonces, las feministas empezamos a ser vistas políticamente.
Te he escuchado decir que el feminismo de hoy se caracteriza por estar muy politizado, por estar muy vinculado con la demanda social y de clase, pero que, también, es un feminismo menos reflexivo…
La marcha Ni una menos fue muy importante. Antes de esta marcha, los tres de cada mes, nos encontrábamos apenas 30 o 40 mujeres para denunciar los femicidios. Cuando ocurrieron los femicidios de chicas muy jóvenes, las comunicadoras más jóvenes comenzaron a activarse en la red y en tres semanas armaron una marcha que movilizó a ¡500.000 mujeres! Es cierto que las chicas jóvenes que llegan a esta primera marcha masiva dicen “aquí empezó todo”. Nosotras llegamos al feminismo a través de una reflexión intelectual, ellas llegan, sin embargo, de un modo más performativo. Un modo que pone el cuerpo en escena. Las formas de comunicar son maneras que establecen alianzas, pero no se sabe argumentar en qué consiste esa alianza. Ahí siento que hay casi una supresión del lenguaje. Creo que esto, generacionalmente, no sólo sucede en el feminismo, también pasa en otras manifestaciones. Ese empobrecimiento del lenguaje dificulta que podamos establecer diálogos y, entonces, lo que queda son posiciones a favor o en contra viscerales, muy emocionales. Impide la posibilidad de aproximar posiciones, desde la comprensión de la otra y tejer algún consenso que nos permita actuar en común. Precisamente ese diálogo entre diferentes es lo que nos ha dado el feminismo y deberíamos preservarlo. Evitar lo que nos está pasando recientemente. Las cancelaciones y el repliegue identitario. Llevo más de tres décadas trabajando a favor del reconocimiento, a favor de leyes y políticas feministas y recientemente muchas veces me han dicho “tú no puedes hablar porque esto a tí no te pasó porque eres una mujer cis, o blanca, o heterosexual”. Claro que serlo me da privilegios y me ha costado mucho reconocerlos frente a otras mujeres, pero fueron otras mujeres las que me enseñaron a hacerlo. Reconocer estos privilegios es lo que da la posibilidad de establecer alianzas. Permite no actuar a favor de tus privilegios, sino en favor de un movimiento más plural. Siento que esto es cada vez más difícil sin lenguaje, sin argumentar. No se trata de haberte leído los diez libros fundamentales del feminismo como les dicen a las jóvenes algunas de mis compañeras. Se trata de movilizar la voluntad de comprender, la voluntad de entender lo que la otra persona está tratando de decir. No movilizar la voluntad de derrotar, desplazar y cancelar a la otra.
La práctica sin teoría es ciega y la teoría sin práctica es estéril
Sí, pero lejos de esa idea iluminista de que son sujetos diferentes los que ponen pensamiento y los que ponen acción, yo aprendí a respetar la teoría producida desde fuera de las universidades, en las organizaciones populares y en las culturas diversas. No se puede dialogar con una mujer kurda y comprender muchas de sus acciones revolucionarias desde una posición de feminista socialdemócrata europea que piensa que su pensamiento es esencialista y binario. Durante mucho tiempo el feminismo estuvo dividido por eso. No es que las que estamos en la academia bajamos las ideas a la población, como si esta estuviera abajo y nosotras fuéramos señoras feudales. Hay una metafísica de la espacialidad que tiene que ver con el poder.
¿Las luchas partidistas por la representación institucional del feminismo entorpece la construcción de alianzas feministas transversales para forzar cambios desde las instituciones?
En Argentina, cuando empezamos a ser vistas políticamente, los varones de los partidos empezaron a preguntarse quién estaba convocando a las mujeres. No podían creerse que la marcha surgiera de una convocatoria espontánea y que nadie respondiera a ningún patronazgo o matronazgo particular. Por supuesto había mujeres de partidos políticos, pero no estaban allí convocadas por sus partidos. Esa visibilidad fue lo que hizo que los partidos empezaran a querer manejar los feminismos de diversas maneras. Al año siguiente de la primera marcha de Ni una menos, la comisión organizadora ya se había dividido. Era un año electoral. Ese movimiento que era transversal, fuertemente político, pero no partidario, se rompió y empezaron las fisuras. De hecho, los 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, solemos tener dos marchas diferentes.
Has alertado también sobre el peligro de que las mujeres prioricen la pertenencia partidaria, frente a las alianzas interseccionales
Lo peor que veo de esas pertenencias partidarias es el silenciamiento de la crítica feminista, cuando se producen situaciones abusivas en relación a prácticas patriarcales. Cuando hay situaciones de acoso sexual por compañeros del propio partido, cuando se dice que va a haber paridad y después se va echando a las mujeres para quedarse con dos o tres. No se trata de que haya sólo paridad, se trata de cambiar la lógica de los lugares a los que accedemos. Esa perspectiva paritaria ha provocado una enorme frustración porque ha generado muchas figuras individuales que no representan a los colectivos de mujeres y feministas, sino que construyen alianzas con los varones con los que comparten intereses. Por otro lado, es difícil para el feminismo decir voy a hacer transversalidad pasando por los partidos, cuando los propios partidos rompen su compromiso con la representación porque sus liderazgos no practican aquello que enuncian. Otra dificultad es que el movimiento feminista trabaja en red. Tiene una manera de hacer política, de colaborar y construir alianzas muy distinta a los partidos políticos, generalmente piramidales. Las feministas tenemos que hacer alianzas transversales, incluso pasando de nuestras pertenencias partidarias. Cosa que en Argentina se está poniendo muy difícil y creo que en España, también.
El feminismo ha formulado muchas veces que hay que estar en todas partes ¿qué riesgo tiene para las feministas fiarlo todo al Estado como herramienta central en la transformación del mundo?
No creo en absoluto que el Estado sea el único que tiene que transformar la sociedad. Muchos de los cambios que nos han permitido sobrevivir a crisis tremendas los hemos hecho las mujeres desde los movimientos sociales. Hay que pensar en una institucionalidad de lo común que permita formas de organización comunitarias, quizá más pequeñas, que hagan de puente con el Estado. Que facilite la interrelación entre articulaciones académicas, partidarias, sindicales, de movimientos sociales. Esto es lo que veo que no funciona porque el Estado funciona por delegación y las delegaciones tienen sus propios intereses.
Has dicho que los hombres se sacaron la carga de proveedores sin sacarse los privilegios y que andan perdidos en su rol…
Los hombres tienen que pensar en cómo cambiar el modo de organización social para que no sea un sistema de explotación y dominio sobre las mujeres. Pensar en ese mundo es difícil para las mujeres, pero aún es muchísimo más difícil para los hombres, porque todo el tiempo están ejerciendo sus privilegios. Los hombres tienen que pensar en una masculinidad como praxis que no reproduzca esas relaciones de opresión. También es verdad que se han apropiado de un lenguaje de aliados, como una especie de escudo protector y que se victimizan cuando no ven reconocido el enorme esfuerzo que creen estar haciendo. Las feministas no odiamos a los hombres, odiamos las expresiones violentas de machismo y tratamos de que no nos dañen a ninguna de nosotras. Mujeres y hombres tenemos que dialogar para repensar este sistema porque las mujeres no podemos hacerlo solas. Lo que ocurre es que los varones, en general, están muy lejos de tener conciencia de la subjetividad violenta y privilegiada que los construye como individuos.
La reacción antifeminista aumenta y podría estar teniendo capacidad para conectarse con los malestares de las mujeres, dándoles una respuesta que refuerce su papel reproductor y cuidador…
Aquí veo dos cosas. Por una parte, que hay un montón de diputadas con discursos conservadores que han podido acceder a las instituciones por los esfuerzos del feminismo. Sin embargo, obedecen al patriarcado porque este no sólo se impone a través de castigos, sino que también lo hace a través de premios. A los partidos conservadores les encanta que sean mujeres las que anuncian su desprecio por las cuestiones feministas. Y, por otra parte, el nuevo activismo feminista, que es más performativo, que usa consignas, eslóganes, que hacen del movimiento feminista un movimiento colorido, que tiene múltiples expresiones y yo adoro, sin embargo, hay muchas mujeres, más conservadoras, que sienten que ese nuevo feminismo no las representa. Quizá sienten que su deseo de un modelo de vida más doméstico, menos riesgoso es despreciado desde algunos sectores feministas y eso hace que se sientan más cercanas a discursos de la derecha religiosa que, obviamente, caricaturizan al feminismo como exhibicionista, contrario a los valores de la familia, etc. Quizá esos discursos reaccionarios están teniendo mucho éxito por desinteligencia de nosotras mismas. Como movimiento tenemos que buscar esos puentes de comprensión. Esos diálogos se dan con el lenguaje y, como decía antes, creo que en ese terreno del lenguaje estamos teniendo dificultades.
¿Crees que esa dificultad del lenguaje también explica algunas de las dificultades del diálogo entre una parte del movimiento feminista y del movimiento LGTBI?
Falta diálogo. En Argentina hemos trabajado mucho en común entre el movimiento feminista y el movimiento de la diversidad. Fruto de ese esfuerzo creativo, se entendió que los mandatos patriarcales sobre la sexualidad y sobre todo, sobre los derechos no reproductivos, alcanzaban a todas las mujeres, pero también a las diversidades. Que había leyes en común que lograr y se trabajó mucho. Es cierto que estamos impugnando el binarismo y que aún no hemos logrado tener datos de mujeres y hombres que nos permitan intervenir sobre la realidad para cambiarla. Al tiempo, nos manejamos con conceptos limitadísimos como personas gestantes o que una x defina el género no binario. Nadie está satisfecho con estos conceptos. Muchas mujeres y varones trans no quieren ser nombrados como “personas gestantes” y las personas binarias dicen “no somos una x”. La única forma de enfrentar este desafío es activar espacios amorosos y amables de diálogo que nos permitan ir resolviendo, en el estado y fuera del estado, especialmente fuera, porque es donde podemos manejar las tensiones de una forma productiva.
Nota: Se agradece el apoyo inestimable de Irene Bassanezi Tosi para la realización de la entrevista.
Hace unos días, tan pronto como las circunstancias creadas por la pandemia del covid-19 lo han permitido, el Movimiento Laico y Progresista de Aragón (MLPA) ha celebrado en Zaragoza su 25 aniversario.
En el acto, muy concurrido y con una asistencia muy destacada de gente joven, fueron presentados dos libros: Nietas de la República de Jordi Serrano y Asaltar los suelos, en el que han participado varias de las personas que destacan lo más interesante de sus experiencias sobre su colaboración con el MLPA.
Instaurado en una única Comunidad Autónoma, la de Aragón, este movimiento reúne algunas características muy específicas entre las que destaca su defensa de la laicidad. Y aprovechando este 25 aniversario, la Fundación Espacio Público ha querido conversar con tres de sus protagonistas.José Luis Palacios, coordinador del MLPA y uno de sus impulsores nos dice: El MLPA es una confluencia de una decena de organizaciones que desde postulados laicos y progresistas pretende organizar a la población juvenil y sumarla al conjunto de luchas sociales que pugnan por un mundo mejor, contra un orden internacional que no podemos aceptar. Nace tras el cierre de las 150 Casas de Juventud de Aragón, una red de espacios juveniles autogestionados, impulsada por los ayuntamientos democráticos de izquierda. El PP llegó al poder municipal y autonómico en el noventa y cinco y se aprestó a acabar con esos escenarios de participación social. Su núcleo militante constituyó esta red que llamamos MLPA. Una red que agrupa a centenares de militantes capaces de concitar la participación de decenas de miles de jóvenes en las tres mil actividades que organizan cada año.
Quiero destacar el enorme potencial que tiene cualquier proceso de participación colectiva para el cambio social, con tal de que esté mínimamente bien enfocado. Lo vimos en el 15-M, o en cualquiera de las ‘mareas’ en defensa de los servicios públicos. Y lo vemos en esta pequeña gota de agua que es el Movimiento Laico y Progresista de Aragón en el río de movimientos sociales que existen en nuestro país: Las asociaciones del MLPA, con la enemiga de la derecha, han resistido durante veinticinco años: han agrupado a miles de jóvenes -en un trabajo de formación tildado de inocuo e incomprendido por buena parte de la izquierda-. Pero ese trabajo de base es el que ha permitido que nuestra organización incorporara esa energía juvenil al conjunto de las luchas que se han dado en este cuarto de siglo: la guerra de Irak, el trasvase del Ebro, las movilizaciones en defensa de los servicios públicos… Y mientras tanto, ante la ausencia de recursos para los movimientos asociativos, ha creado sus propios espacios: el Centro de Formación La Nave, con 150 plazas para la formación militante en régimen de estadía; y el Ateneo Laico Stanbrook.
Sí, somos solo una gota de agua en el río que pugna por el cambio social. Pero un río está compuesto de muchas gotas. Por eso la izquierda social, política y sindical no debió abandonar el trabajo con la gente; y deberá volver a la acción de base en los barrios y los centros de trabajo y enseñanza. Nosotras jugamos mucho con la idea de “asaltar los suelos” frente a el “asaltar los cielos” de Marx. Solo desde la autoorganización de la ciudadanía, en sus cosmos vitales, se acumulará suficiente energía para otros asaltos más aéreos, continúa diciendo.
Uno de los espacios que habéis construido es el Ateneo Laico Stanbrook. ¿Por qué este nombre? le preguntamos
El Stanbrook fue el penúltimo barco que salió del puerto de Alicante el 28 de marzo de 1939 con 2.638 personas a bordo. El coraje cívico del capitán Archibald Dickson salvó a esos republicanos y republicanas de la muerte o los campos de concentración franquistas. Nuestra organización siempre ha estado muy preocupada por la ruptura del hilo rojo que une a las distintas generaciones de militantes sociales. Nombrar a nuestro Ateneo con el nombre de uno de los barcos que salvaron la vida a miles de españoles era, aunque simbólicamente, reconstruir ese hilo y reafirmarnos en nuestros valores republicanos. Antonio Marco Botella, un esperantista de los años treinta, valenciano afincado en Zaragoza, fue uno de esos heroicos pasajeros. Intervino en el acto de inauguración del Ateneo. La emoción invadió a los jóvenes militantes que escucharon sus palabras, nos contesta
Y para finalizar, añade que los principales retos del para el futuro son que el MLPA tiene la capacidad para incorporar a su acción a mucha gente, de alcanzar un impacto social inusual en este tiempo de atonía. Pero ha perdido mucho músculo orgánico; dos años de pandemia han dificultado enormemente los procesos de formación de las personas que lo componen y dirigen. Recuperar la “organicidad” del pasado, fortaleciendo sus estructuras internas, es el reto inmediato. La apertura de los Ateneos Quanza y Sinaia, en Huesca y Teruel; o la reconexión con los movimientos sociales de izquierda, son nuestros objetivos en los dos próximos años.
Y además de hablar con un veterano activista con muchos años de experiencia , hemos querido conversar también con una mujer joven. Se trata de María Korkóstegi Sola, de 16 años, coordinadora de Fadea (federación de estudiantes) del MLPA en el IES Clara Campoamor de Zaragoza, que nos cuenta cómo entró en contacto con este movimiento:
Conocí el MLPA con trece años, estaba una noche en Torrellas, el pueblo de Zaragoza donde se ubica el Centro de Formación asociativa La Nave. Mi entorno familiar participó en la fundación de la red de entidades laicas. Decidí quedarme esa noche con los militantes de las asociaciones de medias que ese finde se reunían en La Nave. Allí conocí a varias personas que me dieron seguridad y me animaron incorporarme al movimiento, nos dice.
Me impulsó a participar en este movimiento laico sentir que los jóvenes tenemos una voz y podemos cambiar cosas. El feminismo no es solo cosa de adultos, sino que tiene que llegar a la juventud. La lucha contra el cambio climático, contra el racismo y la xenofobia, la integración e igualdad de todas las personas son los objetivos que mueven mi lucha.
La única manera de mejorar la vida de la gente joven en Aragón es organizándose para ello. Y para organizarse se necesita sentir partícipe de un grupo; en nuestras organizaciones eso se da de una manera natural. Es necesario crear proyectos y compartirlos con personas. Y sentirse orgulloso de ellos. Porque los cambios que se logran desde una organización no son solo hacia el exterior, sino que modifican a las propias organizaciones y a la vida de sus militantes, concluye.
Otro de los libros presentados en este acto es Nietas de la República de Jordi Serrano Blanquer, historiador y rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya (UPEC) con el que también hemos tenido la oportunidad de conversar.
La falta de participación y asociacionismo durante la dictadura “pesa como una losa en las mentalidades colectivas”, dices en el libro. ¿Cómo se refleja eso en la democracia de hoy?
Vivimos en una democracia de muy baja intensidad, con los índices de participación asociativa más bajos de Europa. Algunos autores dicen que es porque España, Grecia y Portugal somos mediterráneos, ¿No será porque tuvimos los tres países dictaduras muy longevas? Además, los constituyentes tenían miedo a la participación y se ha conseguido ahogar todos los intentos de tener unos niveles de participación europeos. Había y hay miedo a los niveles de participación asociativa, política, juvenil y sindical de la II República. En este libro documento un gran ejemplo de lo que afirmo
Explicas con una gran profusión de datos a la gente joven que durante la II República “la participación popular fue extraordinaria, enorme”, aunque con poca participación de las mujeres que apenas participaban en la vida social. ¿Cómo ves hoy la participación de la juventud y especialmente de las mujeres en asuntos políticos y sociales?
Hubo un momento extraordinario e histórico de la participación de las mujeres en la vida colectiva y es cuando las chicas se hacen con la dirección de la Juventudes Socialistas Unificadas porque los chicos van al frente. Algunas incluso fueron al frente: las milicianas. Una revolución brutal. Esto está descrito en el libro de Teresa Pàmies “Cuando éramos capitanes”. Pàmies fue de la JSU y gran escritora casada con Gregorio López Raimundo el gran líder del PSUC nacido en Tauste.
Si nos trasladamos a la actualidad se ha dado un salto espectacular. La participación de las mujeres se da en todas partes, es una revolución exitosa e imparable. Estudian más, se preocupan más por lo colectivo, leen más, están más asociadas. Si hablamos de la juventud en general, creo que los adultos han sido muy poco autocríticos y se cabrean cuando los jóvenes quieren participar. Se ha visto como han intentado liquidar las expresiones políticas del 15M.
¿Qué significó para la participación juvenil la entrada de la izquierda en las instituciones a partir de 1979?
Veníamos de la brutal crisis de participación juvenil justamente en el momento que se llega a la democracia. Se le llamó el desencanto. En los jóvenes fue anterior y una auténtica carnicería, que se agravó con la llegada de la heroína que hizo estragos. Hay que recordar que del ciclo electoral las elecciones municipales fueron las últimas, dos años más tarde, precisamente por el recuerdo que tenía la derecha de las elecciones de 12 de abril de 1931 que el 14 trajeron la II República. Fue un momento de gran esperanza que llegó demasiado tarde y de gran desilusión después. Esperanza porque se estaba construyendo la democracia, pero las flamantes instituciones tenían nula experiencia y enseguida se sintieron amenazadas por la sociedad civil. Y así continuamos ahora. Las instituciones siguen viendo a los ciudadanos organizados con recelos. También la izquierda.
Las Casas de Juventud son las grandes protagonistas del libro. Dedicas muchas páginas a hablar de ellas y proporcionas muchos datos sobre su implantación en el territorio de la Comunidad Autónoma de Aragón. ¿Cómo explicarías muy brevemente lo que son?
Fue la mejor explosión de participación democrática de la juventud en España. Los que lo mirábamos desde fuera lo veíamos con emoción y asombro. La creación de 150 Casas de Juventud en Aragón fue un fenómeno asociativo y cultural que enlazaba con la tradición republicana (inespecífica) hasta en el último rincón de Aragón. Una parte del PSOE y del PCE-IU lo vio con recelo e intentó liquidarlo. Una gran manifestación en la Plaza del Pilar de 25.000 jóvenes en el año 1992 consiguió salvarlas. Ha sido seguramente la manifestación juvenil más importante de la historia de España hasta el 15M. Una parte del PSOE reaccionó y les ayudó. Pero la victoria del PP con Luisa Fernanda Rudi en el Ayuntamiento de Zaragoza y de Santiago Lanzuela en el Gobierno de Aragón, los dos del PP, empezaron a generar dudas.
La Federación de Casas de Juventud de Aragón se planteó juntamente con la Confederación Europea de Clubes de Jóvenes (ECYC) la construcción de una federación española. Gana las elecciones José María Aznar y ven como un peligro la extensión de las Casas al Reino de España. Y se las cargan, pero lo hacen de una manera feroz, brutal, para dar un escarmiento para que nadie más lo intente. Y así ha sido, excepto una aldea gala llamada Movimiento Laico y Progresista de Aragón. El resultado es que no hay sociedad civil de izquierdas en Aragón. Las izquierdas ya les iba bien. El resultado es que hay los partidos de izquierda se quedaron sin jóvenes, casi sin militantes. Una mala manera de hacer política, una manera suicida. Cuando se hace el relevo se hace fuera de las organizaciones políticas y esto genera problemas que pagamos hay. No ha habido una transmisión generosa de conocimientos de una generación a la siguiente.
El Instituto de Química-Física Rocasolano del CSIC, la Vicepresidencia adjunta de Cultura Científica del CSIC y el Ministerio de Ciencia e Innovación, lanzó el proyecto RAP conciencia, una iniciativa dirigida a gente joven para crear y grabar temas de rap sobre una base instrumental. Ahora, el próximo sábado 26 de noviembre se celebrará un concierto en el Teatro Fernando Rojas del Círculo de Bellas Artes, en el que actuará El Chojín como intérprete y maestro de ceremonias.
Este concierto es el resultado del trabajo desarrollado por jóvenes que se han esforzado por difundira ciencia a través de sus creaciones de rap. Y en su trabajo se ha valorado la composición musical y también el ingenio, el vocabulario, la creatividad y su capacidad para que la investigación científica adquiera el reconocimiento social que merece.
Según información del CSIC“Los autores y autoras de las tres mejores letras participarán junto con De la Lastra y Arché en la composición de un tema que se grabará en un videoclip dirigido por Carlos Solís (I+DFilms). El jurado, compuesto por los dos raperos y las investigadoras del IQFR-CSIC Beatriz González Pérez y Lourdes Infantes, valorará que la composición siga la base musical establecida, el vocabulario empleado, la creatividad e ingenio de la letra, así como la veracidad de la información transmitida y el mensaje de las letras”.
El objetivo ha sido utilizar este medio de comunicación juvenil para que a través de las letras puedan hablar de científicos y científicas, de personas que trabajan en la investigación y cuyos inventos son de la máxima utilidad para toda la sociedad. Sin ciencia no hay futuro ni bienestar. Y a través del rap cada cual defiende una aportación científica si menospreciar las demás.
La Joven Orquesta de Estudiantes y Colegios Mayores (JOECOM) dirigida por Teresa Lufuluabo se encargará de la orquestación musical de algunas canciones del rapero, así como de los temas ganadores del concurso y otras piezas de los raperos De la Lastra y Arché.
De forma paralela al concierto RAP conciencia, se ha lanzado también el concurso de vídeos para estudiantes #RAPconCIENCIAvídeos, que se abrirá el 26 de noviembre (día del concierto) y finalizará el próximo 15 de diciembre. Las bases de este concurso pueden consultarse aquí.
La idea es que cualquier joven que tenga entre 11 y 17 años pueda realizar hasta un máximo de tres vídeos que aborden cualquier aspecto relacionado con la ciencia y la tecnología. Los formatos serán de libre elección de quienes participen y la duración de cada video será de entre un minuto y minuto medio. Las redes sociales, así como el correo electrónico del CSIC (divulga@csic.es) serán los medios para participar. Y entre los premios se encuentra una visita al Sincrotrón ALBA en Barcelona, así como un cómic de la expedición de Balmis,El mar recordará nuestros nombres, sobre la historia de la primera campaña de vacunación global.
Las personas responsables de la organización de esta iniciativa son Lourdes Infantes y Beatriz González Pérez del Departamento de Cristalografía y Biología Estructural Instituto de Química Física Rocasolano, CSIC, los raperos Lorenzo Pose Díez de La Lastra (De la Lastra) y Rafael García Díaz (Arché), Carlos Solís Escribano de I+D Films como director de Producción.
El concierto se podrá seguir también a través del canal de Youtube CSIC Divulga.
Más de 150.000 personas viven con VIH en España, según datos recientes proporcionados por el Plan Nacional del Sida. Y hay un 13% de las personas que lo tienen y no lo saben. Según información de Onusida (El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida), durante los dos últimos años de la COVID-19 y otras crisis mundiales, el progreso contra la pandemia del VIH ha decaído, los recursos se han reducido y, como resultado, hay millones de vidas en riesgo. Desde 1988 cada año, el 1 de diciembre, el mundo conmemora el Día Mundial del Sida. Desde entonces las agencias de las Naciones Unidas, los Gobiernos y la sociedad civil se reúnen cada año para luchar en determinadas áreas relacionadas con el VIH. El lema de este año será Igualdad Ya.
Dentro de las iniciativas que se ponen en marcha para concienciar a la población sobre el VIH, hay que destacar el original encuentro Mujeres con V: Positivas y diversas, en el que seis mujeres que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) contarán sus experiencias como seropositivas. Se trata de una “conferencia performativa”, organizada por la Compañía Teatreras y Pride+, apoyada por Cesida, la coordinadora estatal de VIH y sida, que está formada por 75 entidades que representan a más 120 organizaciones de todo el territorio español.
“Esta idea surge de los proyectos de intervención psicosocial con mujeres con VIH que han sido desarrollados desde Cesida en colaboración con la doctora Álvarez y que se basan en el uso de herramientas audiovisuales. Estas intervenciones son «Podcast Positivos», en los que hemos enseñado a las mujeres a hacer podcast para hablar de diversos temas relacionados con el VIH y en el proyecto «Itinerantas», que es una exposición de fotografías y micropodcast realizados por las mujetes. A partir de ahí empezamos a darle vueltas sobre cómo dar un paso más allá y se pusieron en contacto conmigo”, nos dice Nicoletta Cappello, directora del proyecto El Público y responsable de dirigir esta conferencia performativa, que aplica el teatro cómo herramienta de Educación y Transformación social.
“Se trata de una obra de teatro creada y representada por mujeres con VIH en la que intervienen expertos/as que abordan diversos temas relacionados con el VIH. Carmela La Vela, Lola Power, La Faraona, Mariquilla, Arancha, Flor, las participantes en esta obra, son mujeres con superpoderes, y la obra tiene el objetivo de mostrar esas fortalezas. Ellas se han enfrentado el estigma asociado al VIH y a situaciones vitales muy complejas y, sin embargo, son mujeres tremendamente optimistas y vitales. Son mujeres muy distintas y, a la vez, tienen tantas cosas en común que se han hecho amigas entre ella”, continúa explicando Nicoletta.
Desde la aparición del VIH, hace 40 años, sigue presente el estigma y la discriminación hacia las personas con este virus. Y todavía hay normativas y legislaciones discriminatorias y anacrónicas que limitan los derechos, así como el acceso a bienes y servicios, a las personas afectadas.
Visibilidad = Dignidad es el lema elegido para reivindicar los derechos de las personas con el VIH y reconocerlas como parte importante de la sociedad.
Además de Cesida, la obra cuenta con una subvención del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y con la colaboración de otras entidades públicas y privadas. Se celebrará el 24 de noviembre en el auditorio del Ministerio de Cultura, calle de San Marcos, 40, Madrid, a las 19:00 h.
Desde Cesida informan de que la entrada es libre hasta completar aforo y que es obligatorio inscribirse en el formulario para poder asistir al evento.
Como letrada de Transparencia Urbanística y de Acción Cívica contra la corrupción, con más de veinte años de lucha en este ámbito, saludo la Sentencia del Tribunal Supremo 769/2022, que confirma la condena a los responsables de la asociación ilícita en el llamado «CASO UNION». Una macrocausa de corrupción desarrollada en la isla de Lanzarote y que comprende los delitos propios de la corrupción urbanística y de la contratación pública. Entre los condenados está el fundador del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), Dimas Martín Martín, que entró por primera vez en prisión en 1998 y que ha sido condenado en ocho ocasiones.
No ha sido fácil. La sentencia del Tribunal Supremo avala la instrucción, éste es el mayor de los éxitos. Y no es baladí, pues desde el primer minuto en que la operación Unión estalla los corruptos han atacado por agua, tierra y aire a todo aquel que se enfrentara al sistema infestado de corrupción imperante en la isla: recurrieron autos, providencias y hasta diligencias de ordenación, se alegó nulidad de las grabaciones, nulidad de la intervención telefónica, nulidad de las resoluciones por carencia de firma, se alegó indefensión por no tener acceso a las piezas de convicción o a los autos, conexión de antijuricidad, parcialidad de la Sala, resoluciones dictadas en periodo vacacional, delito provocado…
Esta macrocausa se inició mediante auto de fecha 6 de julio de 2008, que acordó la incoación de las Diligencias Previas 697/2008 en virtud de atestado instruido por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil por los posibles delitos de prevaricación administrativa, cohecho, malversación de caudales públicos, fraude, asociación ilícita, falsedad en documento público, falsedad en documento mercantil y estafa. Han pasado catorce años desde que se inició la instrucción y ahora solo queda por oficiar la pieza Jable de las 12 piezas en que se dividió esta macrocausa.
¿Cómo se desarrolló esta trama? Queda muy claro en la sentencia del Tribunal Supremo (que ratifica la dictada por la Audiencia Provincial de Las Palmas en el Rollo 91/2015), en la que se detalla que entre el mes de abril del año 2007 y el mes de mayo del año 2009, los condenados saquearon las instituciones públicas mediante la simulación de procesos de contratación, fraccionamientos de contratos fraudulentos, doble facturación por pago de servicios no prestados, información privilegiada en la licitación, etc… Antes o después de la contratación se exigía el cobro de comisiones, que iban del 8% al 20% y que suponían una auténtica extorsión para las empresas que pretendían contratar con el Ayuntamiento.
Esta es la primera condena por asociación ilícita en un entramado de corrupción de Canarias. Y en palabras del representante del Ministerio Fiscal, Javier Ródenas, «Esto sobrepasa el concepto mismo de la corrupción. Todo tenía que pasar por la mirada carcelaria de un recluso. No hay artículo del Código Penal que recoja este nivel delictivo, esa sumisión». Era tal la ascendencia del llamado “jefe” de la trama de corrupción que en su celda se encontró la Relación de Puestos de Trabajo del Ayuntamiento de Arrecife, los Planes Generales de media isla, pliegos de condiciones de contratación, además de numerosa correspondencia que evidenciaba con meridiana claridad que los concejales no eran más que subalternos del líder Dimas Martín, que desde la propia cárcel daba instrucciones a sus subordinados.
Entre los condenados se encuentran el interventor y el jefe de la oficina técnica de Arrecife, además de los empresarios que participaron en el fraude de la contratación y en el pago de comisiones ilegales. Como buena trama de corrupción que se precie, no falta el sector empresarial, ni el funcionarial ni la financiación del partido. En la isla de la preservación del paisaje y de la cultura de la defensa del territorio, en una Reserva de la Biosfera, el panorama completo que las 12 piezas dibuja es desalentador en términos de salud democrática y madurez social.
Fuera de la instrucción se organizó una campaña de desprestigio y persecución mediática, social y profesional que afectó al juez instructor, al fiscal, a la Unidad Operativa de la Guardia Civil y al que creyeron eslabón más débil, la acusación popular representada por la Asociación Transparencia Urbanística. Dicha campaña de acoso solo paró con las demandas al honor y las numerosas condenas.
Los alertadores observamos el desembarco de los grandes despachos especializados en defender a los corruptos, ex fiscales o ex magistrados que dejan la toga para especializarse en las grandes tramas de corrupción. Escuchamos a los catedráticos de renombre impartiendo doctrina como peritos de los grandes corruptos. Aprendimos de normas de reparto, de composición de las Salas, de nombramientos de los altos cargos de los órganos de la justicia, atendimos a las comisiones de servicios, a la designación de jueces sustitutos, a las causas de recusación y de abstención…y todo el atrezzo propio de la corrupción sistémica.
El Tribunal Supremo dicta una Sentencia que condena en firme a nueve personas. Es muy de celebrar pero la corrupción continúa. La acción judicial no es suficiente, por sí sola nunca pone fin a nada, no desvela nada, apenas resuelve nada. Las personas que llevamos años soportando la carga de denunciar la corrupción sabemos perfectamente que este esfuerzo no es más que un grano de arena en un pequeño montículo del que cada día se sacan toneladas de piedras. Esta sentencia no es más que la punta del iceberg que permite atisbar la gran masa de corrupción que ha colonizado nuestras instituciones públicas y que parasita la estructura del Estado.
Sin combatir la corrupción imperante será imposible enfrentar el cambio de paradigma que la crisis energética, social, medioambiental y del clima nos exige. Lamentablemente, el Gobierno no ha sido capaz de trasponer satisfactoriamente la Directiva Europea 2019/1937 de protección al denunciante y, ahora, la parte mayoritaria de este Gobierno plantea abiertamente reformar el delito de malversación, reforma que podría derivar en un incremento impune del dispendio público.
Como abogada del turno de oficio constato a diario que la justicia es fuerte con el débil y débil con el poderoso. Y como letrada de Transparencia Urbanística y de Acción Cívica contra la corrupción puedo afirmar que no es que el sistema esté corrupto, es que la corrupción es el sistema.
¿Cómo democratizar las empresas? Para analizar esta cuestión y entender por qué es menos utópico de lo que algunos puedan pensar, contamos con la participación de: 🗣 Roberto Uriarte, diputado al Congreso por Bizkaia de UP 🗣 Ignacio Muro, vicepresidente de la Plataforma por la Democracia Económica 🗣 José Félix Tezanos, presidente del CIS 🗣 Carmen Madorrán Ayerra, profesora de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid Virginia Pérez Alonso, directora de ‘Público’, modera este debate organizado por Espacio Público.
La socióloga e investigadora argentina Laura Fernández Cordero ha realizado un viaje por los siglo XIX y XX para reunir, en este original y estupendo trabajo de investigación, catorce voces que rescatan las luchas y reivindicaciones pasadas de mujeres (también de dos hombres y hasta la voz colectiva de un periódico) que posiblemente no conocíamos y que explican y enlazan con las luchas feministas de nuestro tiempo.
Así, podemos escuchar a Claire Démar o Jenny D’Héricourt (traducidas aquí por primera vez al español), que a comienzos del siglo XIX reclamaban las promesas incumplidas de la Revolución Francesa y exigían el derecho al sufragio y al placer, o nos encontramos con hombres como Charles Fourier o Joseph Déjacque; también con “La Voz de la Mujer”, que da la palabra a un grupo de mujeres que reivindican la emancipación de las mujeres y el amor libre. O a luchadoras más conocidas y comprometidas con las luchas sociales y políticas de su tiempo, como Flora Tristán, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, o Alexandra Kollontay. Y también descubrimos a una nueva Bella Otero, no la famosa, sino otra mujer que desafiaba la dicotomía de los sexos y subvertía todas las clasificaciones. O con luchadoras anarquistas como Ana Piacenza y Maria Lacerda de Moura, por no olvidar a Emma Goldman, que reclama una revolución que no deje fuera el baile y el goce, o a librepensadoras como Maria Abella, que desafía la moral católica.
Este trabajo ha sido publicado recientemente en España por Siglo Veintiuno/Clave Intelectual y su autora ha viajado a España para presentar el libro.
Laura Fernández Cordero es socióloga y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, investigadora del Conicet, dirige proyectos de investigación dedicados a las publicaciones periódicas de las izquierdas durante el siglo XX y es autora de “Amor y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual” y coautora (con Judith Butler y Virginia Cano) de “Vidas en lucha. Conversaciones”. Con ella hemos podido conversar en Espacio Público.
El título del libro “Feminismos para la Revolución” y el subtítulo “Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas” refleja muy bien el contenido de esta obra. ¿Por qué feminismos en plural y a qué límites de las izquierdas te refieres?
Hace tiempo que el feminismo recurre al plural para dar cuenta de su diversidad y de la imposibilidad de contener en un solo término los debates, las corrientes y la velocidad con que da lugar a nuevas ideas y prácticas políticas. El libro intenta proponer que esa multiplicidad de maneras de vivir y de hacer política feminista existe desde que el término comienza a acuñarse y a dispersarse por el mundo en la segunda parte del siglo XIX. No escapa a una paradoja, casi ninguna de las voces que compila la antología se reconoce a sí misma como “feminista”.
Es otro modo de decir que los límites del movimiento y la propia denominación son parte de una agitada construcción política y su acuñación, un hecho colectivo. Las anarquistas del periódico La Voz de la Mujer adelantaban décadas respecto de las discusiones sobre el amor y la violencia, sin embargo, identificaban el feminismo con el sufragismo y rechazaban su conformación burguesa. Las socialistas y las comunistas miraban su desarrollo con atención, pero buscaban la organización de las obreras y las mujeres en general en clave revolucionaria, algo que las distanciaba de la propuesta liberal.
En relación con los límites, la antología pretende dar cuenta de la importancia de la “cuestión de la mujer” y la “emancipación femenina” en el ideario de las izquierdas, en sentido amplio, pero a la vez señalar las zonas más problemáticas. Cada texto llama la atención sobre alguna de ellas, para citar solo algunos: Jenny D´Hericourt debe defender el derecho a la escritura e incluso a la voz pública de las mujeres contra Pierre Joseph Proudhon, uno de los referentes de pensamiento libertario. La carta de Joseph Déjacque visibiliza la dificultad de definir el contorno de la Humanidad a liberar si en ese universal se incluye a las mujeres. La entrevista de Clara Zetkin a Lenin ofrece una síntesis de la posición clásica en relación con la “cuestión femenina” y la sexualidad, así como de la intención permanente de los líderes por encuadrarlas en sus propias tesis y directivas políticas. La Bella Otero pone en jaque la heteronormatividad y la homofobia que campean en gran parte de las izquierdas, pese a su discursividad en torno a la libertad sexual.
Emma Goldman denuncia las moralinas que acechan a los compañeros, y Ana Piacenza critica los límites del hombre anarquista que odia la opresión y oprime a la mujer. Más allá de mis propuestas de interpretación, creo que los textos, en su complejidad, puedan despertar otras lecturas.
Una de las principales características de los cánones, antologías y selección de personajes o textos, es que siempre hay exclusiones: una parte entra dentro de “lo elegido” pero la mayoría queda fuera. En la Introducción el libro dices que “El primer listado fue imposible. El segundo, delirante”. ¿Qué criterios has seguido para esta selección de personajes?
Una vez decidido que valía la pena aportar otra antología a las innumerables que ya han sido editadas, los criterios fueron múltiples. Primero, textos que reflejaran la discusión entre dos espacios que estaban en conformación y en diálogo permanente: los feminismos y las izquierdas en sentido amplio. Pero no solo de las referencias más obvias, sino también personalidades menos conocidas como la uruguaya y argentina María Abella o la librepensadora brasileña Maria Lacerda de Moura.
El segundo y más importante: que fueran escrituras significativas por su contenido político, su variación (hay cartas, ensayos, memorias, notas, libros, etc.), o su propia belleza. Textos que crean o surgen de problemas y no que van en el sentido de los cánones establecidos. Incluso dramáticos como el de Claire Démar, porque antecede su suicidio, o de fuerte actualidad como la carta en la que Rosa Luxemburgo se queja ante su amante por lo que hoy llamaríamos un permanente “mansplaining”. En ese sentido, los textos quieren contrarrestar el efecto de novedad causado por la celebrable masificación de los debates feministas y su crecimiento como movimiento político en las últimas décadas.
Por último, se impone un criterio de espacio y maleabilidad, FPR se pensó como un “libro herramienta”, uno que se puede leer en cualquier orden, que está allí para una consulta rápida y (ojalá!) que vaya en las mochilas camino a las asambleas y las aulas. Un buen indicio es que una productora sonora, Ya el Blanca (Miel de arcilla contenidos), me propuso convertir el libro en un podcast, un formato que permite otra circulación y puede invitar a seguir con otras lecturas.
Las voces que se oyen en el libro son muy variadas. Dices que: “De un tiempo a esta parte, pasamos de los deslumbramientos a disfrutar la relectura; fue y es un regreso atento a las voces quebradas, dubitativas, inconsistentes, polémicas y hasta suicidas”. ¿Has buscado sobre todo a personajes que vivieron momentos históricos agitados?
¡No sé si en los últimos dos siglos ha habido un momento que no haya sido agitado desde estas perspectivas! El libro tiene un evidente foco europeo, ruso y latinoamericano, abre con las décadas que siguen a la Revolución Francesa cuando las promesas de Libertad, Fraternidad e Igualdad atraviesan las tensiones de su propia ambición. La segunda parte del siglo XIX con su imparable revolución industrial deriva en la primera gran guerra y en los intentos revolucionarios que tienen a Rusia como exponente máximo.
La clausura de la expansión de la revolución a otros países, la proliferación de los movimientos emancipatorios fuera de Europa y los fascismos en crecimiento también exigieron escrituras y políticas urgentes y activas. Quizás la elección tuvo que ver con textos que, asumiendo la agitación, no intentaron simplemente explicarla o bajar su intensidad, sino echar más leña al fuego.
En esta antología hay también dos hombres, Charles Fourier y Joseph Déjacque, ¿consideras que los hombres forman parte o son aliados de las luchas feministas?
Es una pregunta difícil. En la historia de las luchas feministas siempre ha habido compañeros o aliados, pero sin la iniciativa de las mujeres y de quienes no se sintieron representados por la masculinidad tradicional y heterosexual, los feminismos no hubieran existido o habrían estado siempre subsumido bajo lo que se consideraban verdaderas grandes luchas económicas y políticas.
Ahora, si los feminismos quieren animar una transformación radical deben actuar sobre la producción misma del orden de los géneros y para eso se impone una política de alianzas que no restrinja el movimiento a “la Mujer”. En este sentido, sí, hay hombres dispuestos a formar parte de la lucha. Sin embargo, son menos los que se avienen a revisar los términos de esa participación, es decir, sumarse sin repetir lo que han aprendido como mandato: ordenar, dirigir, imponer su voluntad y opinión, brindar seguridad, escalar jerarquías, subir la voz sobre otras voces, explicarlo todo, acaparar el micrófono, desconocer la producción teórica feminista, etc. etc. Ya no pueden convencernos de que nuestra utopía se hará realidad a partir del primer día después de la revolución, ni compartimos completamente esa nostalgia de otros tiempos mejores de los movimientos emancipatorios. Si vamos a pensar el futuro, tendrá que ser de otros modos. Construir esas otras formas de hacer política es uno de los enormes desafíos del feminismo.
Otra de las personas que hablan en el libro es La Bella Otero. “Hubo, al menos, dos Bella Otero. Una, bailarina y actriz gallega con mucha fama en el 1900 parisién. La otra, capturada por el Servicio de Observación de Alienados de la Policía, desde el cual médicos, juristas, psiquiatras y criminólogos patrullaban los márgenes del orden nacional.” Dices en la presentación del personaje.
“He nacido en Madrid en el año de 1880. Siempre me he creído mujer, y por eso uso vestido de mujer”. Dice ella.
“Esta antología quiere ser parte de los feminismos que no son refugio de identidad ni barrera de control sobre los cuerpos[…] los feminismos que todavía tienen mucho para decir viven en las alianzas con los movimientos de mujeres y los activismos LGTB+”, afirmas también en el libro. Háblanos de esta Bella Otero.
Se sabe muy poco de esta persona que hoy llamaríamos travesti o trans, y que por entonces había asumido, en Buenos Aires, el nombre de una artista europea. Lo que conocemos es el momento en el que el médico Francisco de Veyga la mantiene detenida en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía.
En ese trance, bajo la etiqueta “científica” de “Inversión sexual adquirida – tipo profesional”, La Bella Otero cuela su breve autobiografía que es publicada con sus fotos en la revista Archivos de psiquiatría, criminología y ciencias afines en el año 1902. Es el texto más maternal y más erótico. Y más pícaro. No tiene una clara intención política en el sentido clásico, pero su historia, el interés que despierta y el modo en que aprovecha su momento (siempre que creamos que el texto es de su autoría… ya si hubiera sido escrito por uno de los médicos, tengo que escribir otro libro!), decía, su gesto de ironía, parodia y burla recuerda el desparpajo y el humor travesti local.
Al mismo tiempo, señala el fuerte artificio de la naturalización de la dicotomía sexual y la existencia de otras vidas que la exceden y la discuten. No se olvida de marcar cómo, aunque la mantienen en los márgenes, es parte de la vida de la ciudad e interactúa eróticamente con sus hombres. Creo que en la antología viene a apoyar la idea propuesta en la introducción sobre el error de estar patrullando los límites identitarios del movimiento feminista o, como hacen las llamadas Terfs (feminista radical transexcluyente), aferrarse a esa figurona “LA MUJER” que es también un artificio.
Al contrario, la historia y la fortaleza de los feminismos es la de mantener abierto el debate por el sujeto de sus políticas y los alcances de sus transformaciones en términos de identidad de género y deseo sexual. Y desde allí pensar las alianzas necesarias, sobre todo ante el avance de los movimientos conservadores (y de las derechas que capturan parte de las luchas feministas y LGTB+) que no andarán con tanta disquisición en las etiquetas y reprimirán por igual si tienen oportunidad.
Otro de los personajes es un periódico “La Voz de la Mujer”. ¿Por qué lo has seleccionado?
La Voz de la Mujer es una vieja conocida para mí. La encontré gracias al trabajo de historiadoras feministas que me precedieron (Maxine Molyneux, Dora Barrancos, María del Carmen Feijoó y Mabel Bellucci) y fueron protagonistas de mi primer libro: “Amor y anarquismo”, Siglo XXI, 2017. Es una voz colectiva que se expresa en uno de los primeros periódicos escritos y dirigidos por mujeres anarquistas. Hay muy pocos en el mundo, este salió en Buenos Aires entre 1896 y 1897. Si bien la consigna de la emancipación de la mujer era agitada por el anarquismo que había llegado al país, el texto elegido demuestra las tensiones entre la declamación de la doctrina y una de sus consecuencias, por caso, que las mujeres tomaran la palabra en primera persona. De ese modo, muchos se sintieron opresores o tiranos de su hogar, o consideraron que ellas excedían ciertos límites.
De hecho, los debates que recorrí en los periódicos libertarios (en el sentido digno de la palabra y no en el de las nuevas derechas) entre 1890 y 1930 dejan ver que la discusión no pasaba tanto por el contenido de la palabra femenina, sino por el tono o la modalidad en que asumían la escritura o la palestra. No en vano las redactoras recibieron el mote de “furiosas de lengua y pluma”. ¿Quién no recibió alguna vez esa crítica? Tu voz es demasiado fuerte, altisonante, poco razonable, nerviosa…
Desde las palabras de la primera mujer que aparece en la antología Claire Démar a la última, queda claro que ha costado muchos esfuerzos, luchas, sacrificios, conquistar los derechos de las mujeres. Pero también que se pueden perder en un muy poco tiempo. Lo estamos viendo ahora en Estados Unidos, por ejemplo. ¿Crees que este libro puede ayudar a tomar conciencia de lo importante que es para los feminismos no bajar la guardia?
Ojalá lo sea! Sin ánimo de aconsejar ir hacia el pasado para buscar lecciones para el presente, la antología propone un ejercicio de memoria histórica que parte de preguntas actuales. Quiere demostrar que, pese al recorte temporal, siempre hubo una enunciación feminista que, a lo largo de los siglos, discutió el orden de los géneros y la subordinación de una gran parte de la humanidad. Busca, al mismo tiempo, contrarrestar la idea de que es una novedad de las últimas décadas o que las disputas actuales entre feministas, a veces muy duras, son signo necesario de debilidad. Todo lo contrario.
También quiere iluminar las relaciones de las autoras con otros movimientos políticos y autores, así como los hilos que las van uniendo: Tristán y Goldman leyendo a Wollstonecraft, Maria Lacerda traduciendo a Aleksandra Kollontay, María Abella editando a Virginia Bolten… Es lo que todavía hacemos para mantener vivo este movimiento de vocación internacionalista.
Pero no todo es celebración, tal como anuncia tu pregunta, es necesario llamar la atención sobre las reacciones conservadoras y no solo externas, sino también en los compañeros de luchas y en el propio movimiento. El retroceso de los derechos en la decisión sobre el aborto en Estados Unidos es una prueba clara, pero no la única. El discurso de las derechas que avanzan en los distintos países y el de los cada vez más extendidos movimientos religiosos conservadores, junto a la actualización de la iglesia católica con un papa supuestamente “progresista”, no nos ofrecen un panorama en el cual podamos descansar.
Al mismo tiempo, las izquierdas han ido incorporando parte de las luchas feministas o dando más atención a quienes las agitaron siempre en esos mismos espacios; será importante que ese diálogo avance y no se quede en una incorporación oportunista u obligada por el clima de época. Hay mucha producción teórica y política de los feminismos en distintos terrenos (la subjetividad, las economías, los cuerpos, las emociones, la sexualidad, la ecología) que pueden revitalizar a las izquierdas en un momento crítico.
Saber que nuestras luchas tienen una larga historia, que aunque la pensemos en etapas no necesariamente van hacia un progreso seguro, y que ya se han enfrentado fascismos similares pueden ser una buena inspiración para las luchas presentes.
Nota:
Todas las imágenes publicadas en esta conversación han sido cedidas por la editorial Siglo Veintiuno/Clave Intelectual.
Antes de escribir esto leo que “[o]cho activistas de la PAH podrían ir a la cárcel por intentar parar el desahucio de Paola y sus tres hijos en Guadalajara”. Para aquella protesta pacífica- por reclamar el derecho humano a una vivienda, siquiera para tres menores de edad – la Fiscalía y el banco dueño de la casa piden penas de prisión.
En los márgenes, la reciente película que dirige Juan Diego Botto, expone esta insoportable realidad: más de 100 desahucios diarios. Los coloca en el debate público, promueve la movilización cívica y exige respuesta institucional. Todo eso logra una ficción documentalista que rehúye el paternalismo, la condescendencia y el simplismo maniqueo. Estos son rasgos del discurso “izquierdoso”; un estereotipo previsible. En consecuencia, fácil de rebatir y de marginar; por tanto, recluido “en los márgenes”.
Dícese izquierdoso/a de la gente de buena familia y abultada cartera que exhibe un buenismo que se proclama solidario; pero que resulta descomprometido y sin traducción práctica alguna. Excepto el autobombo, sostenido por una pornografía sentimental de la existencia idealizada de las clases bajas.
Califico En los márgenes de ficción documentalista y no de “cine social”, “político” o “comprometido”. Expresiones que suelen ensalzar ensayos fílmicos “de autor” y panfletos ideológicos o sentimentaloides. Los primeros resultan inaccesibles al público al que, supuestamente, se dirigen. Y éste, como es lógico, no soporta sermones propagandísticos ni idealizaciones esteticistas y sensibleras de la miseria que sufren.
El guion – coescrito entre el director y Olga Rodríguez – tiene el pulso de una novela de costumbres y la pulsión de un reportaje periodístico con tintes picarescos y de crónica negra; con apariencia documental. Narra 24 horas frenéticas en tres frentes de la lucha por la supervivencia, antes llamada guerra de clases.
En el primer frente pelea Azucena, interpretada por Penélope Cruz; que además, produce la película. Se trata de una trabajadora precaria, casada con un inmigrante argentino que autoparodia Juan Diego Botto. Ambos – con un matrimonio en crisis y un hijo enmudecido – víctimas colaterales y domésticas de la crisis – afrontan un desahucio inminente. La segunda historia la protagoniza Rafael, que encarna Luis Tosar: un abogado empeñado en reunir a una madre magrebí con su hija, Salma. Y en la tercera trinchera está Teodora, una anciana enferma que busca al hijo al que apoyó sufragando su negocio antes de que este naufragase. Alejados desde entonces, el tiempo también corre en su contra.
En los márgenes ofrece una historia coral que resulta angustiosa y dramática, pero también vital y esperanzada. No rehúye mostrar el dolor social, pero lo acompaña de autoorganización, autoayuda ciudadana y compromiso cívico. Con estos mimbres – tal como muestra la escena en la que irrumpen como actores reales los activistas de la PAH – se gesta y se exige la justicia social; peleándola en la calle y en las instituciones.
La película logra aquello a lo que aspiran los autoproclamados portavoces de las clases populares. De ella puede decirse “Si se te cruza, no te queda más remedio, [la] ves, eres partícipe”. La frase, extraída de una conversación del personaje de Tosar con su hijastro, resume la función política de la cinta: hacernos partícipes: convertirnos en parte del problema y de la solución.
No es este un cine para espectadores ideologizados, sibaritas del “séptimo arte” o pijiprogres que consumen “experiencias solidarias”. Busca de forma explícita – y, por tanto, honesta – crear conciencia. No sé si de clase trabajadora o del precariado. Pero sí de una ciudadanía que se siente responsable de defender los derechos humanos, exigiéndolos en la práctica y ejerciendo la libertad de asociación, protesta, defensa legal y acción directa no violenta.
Reconocerse parte del problema conlleva la autocrítica y esta, a su vez, exige distancia. Aunque se echa en falta en algunos pasajes, es consecuencia del foco que antes alabamos. El equipo de esta película suscribe el contrato del desaparecido Rafael Chirbes con el “pueblo galdosiano”, empeñado en “el esfuerzo para que la miseria no te degrade, en ese mantenerse en un estrecho filo siempre amenazado”. Allí, en los márgenes, diría de nuevo Rafael si siguiese entre nosotros: ”quedan algunos elementos en los que apoyarse para reconstruir ciertos pilares imprescindibles del código que venga si alguna vez este mundo de mierda salta en pedazos”.
Hubiera sido deseable una cuarta trama – aunque alargaría la peli – que apuntase la responsabilidad de las clases medias, propietarias y especuladoras, en el problema de la vivienda. La (ultra)derecha las atrae con el espantajo de la ocupación. Mientras la izquierda electoral rehúye incomodarlas, se divide y renuncia a topar los alquileres, grabar con impuestos las casas vacías o crear más vivienda social.
Saberse parte de la solución exige compromiso. Visibilizando el de la PAH – la Plataforma Anti-desaHucios que la película homenajea – la cinta revela su carga moral. Entonces, la compasión da paso a la empatía. Y la indiferencia, a la santa indignación. La mirada ya no se centra en el dolor sino en la esperanza de lucha colectiva. Y esta se alimenta del sentimiento con el que Penélope Cruz, lanza un grito mudo – “VERGÜENZA” – defendiendo el derecho a techo de su familia. La explotada y oprimida ya no se culpa, señala y combate a los culpables.
En los márgenes denuncia la marginación y rehúye la marginalidad izquierdosa. Se dirige a tres públicos, retratándolos sin apenas clichés y mediante las tres tramas que antes dijimos. La primera, centrada en el personaje de Tosar, convoca al público afín. A los trabajadores y administrativos que median para solventar las carencias sociales. Sin recursos ni apoyo institucional. Rebasados y estresados, precarizan también sus relaciones personales y vidas familiares. El cotidiano es para ellos un infierno de estrés, impotencia y carreras contrarreloj. Con todo, se mantienen a flote y son el asidero de otros muchos. El retrato de este activismo no resulta apologético, maximalista ni dogmático. Le salva la auto-ironía, la autocrítica y el reconocimiento de sus límites.
La segunda historia, la de Azucena y su marido inmigrante, apela a un primer círculo de afectados. Ella hace de madre coraje y él de derrotado derrotista. El apoyo que reciben del vecindario aporta dignidad y exorciza la autoculpa, haciendo posible la movilización. Y una última trama, la de la madre solitaria y el hijo ausente, extiende el círculo de afectados a la clase media hundida y humillada. Aunque resuelto de forma expeditiva, resulta imposible no identificarse con relato del emprendedor fracasado y una madre indigente.
Esos tres hilos se trenzan al final de la película y esta representa así la red del tejido social, necesaria para sostenerse en pie. La grandeza de los creadores reside en representarlo sin suplantarlo. No hace falta que las activistas de la PAH irrumpan en las proyecciones. Están presentes. Cuando comparecen en el film, ese es “el momento de la verdad”. La realidad político-social y la ética ciudadana entran en escena. Y nosotros en su asamblea. Toda una lección para las siglas partidarias y sindicales que, sin (re)conocer el liderazgo ciudadano, pretenden representarlo.
En este Encuentro, que ha sido organizado por la asociación Clásicas y Modernas con la colaboración de la Diputación de Pontevedra, INAEM, Ayuntamiento de Vigo y AISGE, participarán, entre otras, dramaturgas de la talla de la directora de teatro Marta Pazos, con la que Espacio Público conversó con motivo del estreno de su obra A Amnesia de Clío; las griegas Katerina Evangelatos (directora de teatro y ópera)y Lydia Koniordou, directora artística de teatros públicos y pedagoga, exministra de Cultura y Deportes de la República Helénica; la británica Jill Greenhalh, fundadora de The Magdalena Project; la sueca Maria Aberg, directora artística y artista asociada a la Royal Shakespeare Company; y las españolas Carmen Portaceli, directora artística del teatro Nacional de Cataluña; Fefa Noia, directora adjunta del Centro Dramático Nacional; Mariana Araoz, directora del proyecto francosueco Trans Mission Research Festival y Anxeles Cuña, dramaturga y directora de Sarabela Teatro.
Durante esos días habrá también mesas redondas, talleres y espectáculos artísticos con la intervención de mujeres de las artes escénicas en los que se podrá participar presencialmente y también online.
Conversamos con la gallega Mariana Carballal, actriz y directora teatral, una de las impulsoras, alma y coordinadora de este gran Encuentro, que nos explica:
Soy coordinadora en Galicia de Clásicas y Modernas desde 2015, cuando iniciamos Temporadas de Igualdad. Posteriormente fui-soy de Bibliotecas en Igualdad y en este momento Coordinadora en Galicia del MEI2022. Este I Encuentro Internacional de mujeres de la escena en Igualdad, recoge todo el trabajo hecho en las Jornadas del Festival de Mérida, abanderadas por Marga Borja. Sin ellas no podríamos estar celebrándolo.
Es voluntad de CYM ganar autonomía en la organización de este evento, que florezca al amparo de la asociación con entidad propia y no como una actividad paralela de un Festival. Pero justo es reconocer que sin la experiencia previa no podríamos estar hoy aquí.
Por otro lado, tenemos que tener en cuenta los cambios producidos por la lucha por la igualdad en las Artes Escénicas. Aunque las estadísticas apenas se mueven, mostrando una alarmante y persistente desigualdad, constatamos que todas las instituciones, teatros, organismos que firmaron las Temporadas de Igualdad, cumplen o lo intentan, la Ley de igualdad en sus programaciones. Por lo tanto obramos conciencia, y eso es un paso enorme en este camino.
A la pregunta de por qué han elegido la ciudad de Vigo para celebrarlo, responde:
El hecho de celebrarlo en Vigo es el comienzo de una nueva etapa, itinerante, que posibilite que cada año se celebre en una ciudad o comunidad autónoma diferente. Que Vigo sea la primera responde al interés de la Diputación de Pontevedra, con una presidenta feminista, comprometida, imparable. Carmela Silva no solo dice, hace. Como lo demuestran todos los programas de lucha por la igualdad que desarrolla durante todo el año. Y como lo ha demostrado desde el primer momento que le presentamos este proyecto. Después, la colaboración de Ayuntamiento de Vigo, nos permitió sentir a Vigo como la ciudad ideal para Encontrarnos. También nos ha apoyado INAEM y AISGE.
Sobre el programa de actividades, detalla:
Es un programa ambicioso y creemos que muy completo. Quisimos que las intervenciones artísticas estuvieran presentes todo el tiempo, empujando, alimentando toda la actividad en las mesas redondas en donde se analizarán realidades que afectan a la imposibilidad de mover estadísticas, dificultades en el acceso a puestos de dirección, de programación, de distribución, los caminos complejos hasta la profesionalización, etc. Todo aquello que impide que no se cumpla una Ley de Igualdad que ya tiene 15 años.
También se impartirán talleres, y sobre todo se creará una RED EUROPEA DE MUJERES DE LA ESCENA que pondrá el foco en la creación, programación y distribución de espectáculos de mujeres, por Europa.
Y por último agrega: CYM ejercerá de catalizadora, para informar, formar, propiciar que esa red sea efectiva y tenga continuidad.
Una de las actividades que se realizarán es la presentación del proyecto “Hécuba, nómos y música de las Ciudadanas” de Margarita Borja, poeta, autora y directora escénica, veterana activista de la lucha por la igualdad en las artes escénicas, que nos explica en qué consistirá esta actividad:
En esta sesión la productora griega Konstadina Angeletou, Zoe Chatziantoniou, mi codirectora en el montaje escénico, y yo misma, daremos a conocer la puesta en marcha de esta coproducción greco-española. Se trata de comentar el proceso de producción de la versión músico-escénica de mi reescritura de la Hécuba de Eurípides, estrenada en la Isla de Tabarca en 1998 en el Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante. En aquella ocasión, la crueldad extrema contra las mujeres en la cercana Argelia y en Afganistán, hizo que las actrices asumieran burkas en su vestuario. Hoy, talibanes, iraníes, Putin y sus adláteres, suman, en feroz contraofensiva, frente a los avances feministas. Circunstancia propicia para situar de nuevo altavoces y espejos donde reflectar las certeras preguntas que Eurípides puso en boca de la Reina troyana: ¿Quién me defiende? ¿Qué Ciudad? ¿Qué linaje?.
Hécuba, defensora de la educación, la proporcionalidad, la convivencia recíproca y la clemencia, dibujó hace siglos un camino vindicativo, recurrentemente en peligro por la pulsión vengativa de algunos, si la justicia no pone contrapesos. La obra se inspira en bases teóricas de las filósofas Martha G Nussbaum; Amelia Valcárcel y Victoria Sendón.
Hablamos también con otra de las impulsoras de este Encuentro, Fátima Anllo, presidenta de CyM, gestora e investigadora cultural especializada en políticas culturales y de igualdad y una de las pioneras de la gestión cultural en España. En la actualidad dirige el proyecto “Creación Independiente”. Dirigió recientemente el “Informe sobre la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura, en el marco competencial del Ministerio de Cultura y Deporte”, para el Observatorio de Igualdad de Género en el ámbito de la Cultura del Ministerio de Cultura y Deporte. A su cargo está el taller Estrategias de acción positiva en la gestión de las Artes Escénicas en España, que según nos explica:
Consta de dos partes: En una primera, se reflexionará sobre el contexto actual. Se dará cuenta de los resultados del “Informe sobre la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura” realizado por la conductora del taller y se trabajará tratando de identificar los discursos y resistencias presentes dentro del sector cultural para hacer frente a las políticas de acción positiva o afirmativa.
La segunda parte del taller explorará en grupo y de forma colaborativa posibles acciones con las que llevar a la práctica estas herramientas que ofrece la Ley como mecanismo para remover las barreras estructurales y difusas que impiden que las mujeres de las artes escénicas ocupen la escena en condiciones de igualdad.
Y a modo de conclusión Mariana nos dice: Como siempre, nada de esto sería posible sin un gran equipo trabajando por encima de nuestras posibilidades, intentando construir otras formas de hacer y de gestionar, feministas (que cada una entienda lo que desee entender). Permíteme una expresión gallega para decir que “tenemos que mover los marcos”, para que nuestra sociedad sea de verdad democrática, justa e igualitaria.
La deriva ideològica de la societat catalana, els canvis de l’opinió pública en les últimes dècades i l’estat actual de l’esquerra són alguns dels temes que han centrat l’acte Què pot fer l’esquerra davant la dretanització de la societat?, organitzat per Espacio Público juntament amb l’Ateneu Barcelonès aquest dimarts. Jordi Muñoz, politòleg i professor del Departament de Ciència Política, Dret Constitucional i Filosofia del Dret de la Universitat de Barcelona; Sara Cuentas, investigadora feminista descolonial i coordinadora de l’escola RedMGD ; Joan Herrera, jurista especialitzat en dret de l’energia, ex secretari general d’ICV i exdiputat al Congrés i al Parlament de Catalunya ; Enric Marín, professor del Departament de Mitjans, Comunicació i Cultura de la Universitat Autònoma de Barcelona, i Montserrat Tura, política. Modera: Lídia Penelo, periodista.
Un jovencísimo equipo de estudiantes españoles ha ganado la 16 edición del Desafío Aeroespacial Estudiantil, un concurso dirigido a estudiantes de grado, máster y doctorado de universidades europeas organizado por la Agencia Espacial Europea.
El equipo, denominado ICSpace que ha ganado el primer premio este año, ha estado formado por cuatro estudiantes de ingeniería de España, muy jóvenes (19 años) y que estudian en el Imperial College de Londres. Han ido pasando las cuatro fases eliminatorias hasta llegar a la gran final celebrada en el Museo del Aire y del Espacio en París. Su trabajo ha consistido en el diseño de un vehículo suborbital capaz de consumir mucho menos combustible y abaratar costes.
Con ellos conversamos hoy en Espacio Público.
En primer lugar, os damos la enhorabuena. Es siempre muy gratificante ver éxitos importantes obtenidos en la investigación científica por personas tan jóvenes.
Somos cuatro estudiantes de Ingeniería aeronáutica y aeroespacial en Imperial College en Londres: Paula Gutiérrez Cascales, Joel Tomas Pimentel, Adrien Venot Marco y Kirill Surkov. Joel, Paula y yo, somos españoles y Kirill es ruso con residencia permanente en España desde los 8 años. Acabamos de acabar segundo año de carrera. Todos hemos estudiado la ESO y bachillerato en España antes de irnos a la universidad en Inglaterra.
Al acabar primero de carrera decidimos que queríamos hacer algo fuera de las clases que nos aportara experiencia y conocimientos y encontramos este concurso; el Student Aerospace Challenge organizado por la ESA, ACE (Astronaute Club Européen), Musée de l’air et de l’espace en Paris le Bourget, Ariane Groupe y Dassault Aviation. El tema principal del concurso era vehículos suborbitales, es decir que alcanzan una altitud superior a los 100 km y vehículos hipersónicos, que superan la velocidad del sonido para el transporte de personas. El concurso está destinado a estudiantes universitarios, incluyendo a estudiantes de máster o doctorado, siendo nosotros el equipo más joven, cuenta Adrien.
Hemos conseguido obtener el primer premio, el ESA Grand Prix, que tenía como recompensa una beca de la Agencia Espacial Europea ESA para participar en International Student Education Board ISEB, un programa en el cual cada agencia espacial, entre las cuales NASA, JAXA, CSA y otras, selecciona entre 5 y 10 estudiantes para participar en diversos eventos y una invitación de la Agencia Espacial Europea para presentar nuestro proyecto en la International Astronautical Conference IAC 2022 organizado en París este año. Esto nos dio la oportunidad de conectar con multitud de estudiantes de diversas agencias espaciales pero sobre todo con empresas y trabajadores del sector aeroespacial como el director general de la ESA, o el astronauta Pedro Duque entre muchos otros, nos dice Paula.
¿Y qué características especiales tiene este vehículo espacial?
Intervienen aquí el resto del equipo para explicarnos que:
Hemos diseñado un vehículo suborbital, cuyo fin es llegar a 100 km de altura (línea de Karman, la cual se considera el límite del espacio) para estar entre 5 y 10 minutos sin gravedad, y seguidamente regresar a la atmósfera, todo sin entrar en órbita. Nuestro vehículo sería capaz de despegar y aterrizar horizontalmente como un avión y además sería capaz de hacerlo en casi todas las pistas de aeropuertos internacionales como por ejemplo en todas las pistas de Madrid Barajas, Charles de Gaulle en París o Heathrow en Londres entre muchos otros.
La idea principal es reducir la resistencia al aire durante la subida vertical del vehículo (tramo en el que más combustible se gasta) haciendo uso del innovador concepto de Busemann, una configuración geométrica cuyas alas tienen forma triangular y que es capaz de prácticamente eliminar la resistencia con el aire debido a la anulación de las ondas de choque supersónicas en las alas.
Hemos sido capaces de usar este concepto y aplicarlo a la realidad ya que el concepto tenía un problema elemental que es su incapacidad para crear sustentación (Lift) por lo que era incapaz de volar en condiciones subsónicas (menor que la velocidad del sonido).
La finalidad de nuestro diseño es abaratar el coste de las misiones de vehículos suborbitales para progresivamente hacerlas accesibles a todo el mundo, reduciendo el gasto principalmente de combustible gracias a una aerodinámica mejorada.
Y continúan explicando el uso al que puede estar destinado este vehículo aeroespacial:
El vehículo tiene diversas aplicaciones:
– El uso principal del diseño del avión es el mismo para el que fue diseñado en la competición, es decir un vuelo suborbital que llega hasta el espacio a una altitud de 100 km sobre la tierra y vuelve a aterrizar en la superficie, el cual tendría un enfoque turístico (tal y como hacen Virgin Galactic o Blue Origin).
– Aparte de eso, adaptando este diseño y construyendo sobre las tecnologías que hemos desarrollado para el mismo, se podría usar también en vuelos suborbitales para transportar carga al espacio como satélites o llevar equipaje a estaciones espaciales, reduciendo enormemente el coste tanto económico como de tiempo requerido para ello ya que se prescinde de la costosa y lenta tarea de ensamblar y usar cohetes verticales.
– Otra de las aplicaciones de un diseño adaptado a partir de este concepto es el vuelo supersónico para transportar tanto equipaje como personas rápidamente, replicando los usos del Concorde pero utilizando mucho menos combustible (lo que es de vital importancia ya que el alto consumo de combustible del Concorde fue una de sus principales causas de retiro).
– Finalmente, como todo avance de la aeronáutica o del espacio podría tener aplicaciones militares.
Los aviones son emisores de gases de efecto invernadero y el tráfico aéreo es uno de los mayores causantes de la contaminación. ¿Os han movido razones de sostenibilidad para diseñar un vehículo capaz de consumir menos combustible?
Sin lugar a duda uno de los mayores focos de desarrollo actual del sector aeronáutico se concentra en intentar reducir el consumo de los aviones. El sector de mayor investigación para reducir las emisiones de gases es el desarrollo de nuevos métodos de propulsión, de ahí los diferentes proyectos de aviones eléctricos o de hidrógeno como el AirbusZero. Sin embargo existen esencialmente dos métodos para reducir el consumo de combustible, uno se basa en mejorar la propulsión, y el otro en mejorar la aerodinámica. Es por eso que en los coches de Fórmula 1 la aerodinámica es uno de los componentes más esenciales que marca la diferencia entre unos coches u otros. Sin embargo, bajo nuestro punto de vista, los aviones comerciales y cohetes no han cambiado mucho su diseño en los últimos 50 años, de ahí nuestro interés en buscar soluciones innovadoras para mejorar la aerodinámica y así reducir las emisiones y también los costes.
¿Quiénes pensáis que pueden ser las empresas o instituciones más interesadas en este tipo de vehículos: turismo, aviones militares?
Cualquier empresa que trate de ofrecer servicios de transporte aéreo y/o espacial (tanto de personas como de mercancías) puede estar interesada en el proyecto, ya que el diseño del avión a la vez permite alcanzar velocidades extremadamente altas en el aire, llegar al espacio sin perder partes como lo hace un cohete, abaratando gastos, pero también haciendo posible realizar vuelos muy seguidos sin tener que esperar meses como pasa en la actualidad. Además, permite gastar menos combustible que otros aviones supersónicos, reducir el sonido de estos y despegar y aterrizar en muchos aeropuertos internacionales sin ninguna complicación adicional, responde Kirill.
Estudiáis en Londres, en una universidad británica de investigación que es pública. ¿Tenéis facilidades y medios para desarrollar vuestro trabajo investigación?
Estamos estudiando en Imperial College en Londres, una universidad con mucho prestigio tanto en Inglaterra como en el Reino Unido (sexta universidad del mundo en el QS World ranking). En efecto, Imperial College es una universidad pública británica, pese al precio de matriculación de 9250 libras al año (para ciudadanos británicos o europeos que comenzaron a residir en el Reino Unido antes del Brexit), aunque este precio es una tarifa estándar para todas las universidad pública inglesas. Sin embargo, esta cantidad puede ser financiada al completo por el estado inglés y devuelta por el estudiante al finalizar la carrera cuando se empieza a cotizar a través de préstamos estudiantiles con condiciones muy favorables. En nuestro departamento de aeronáutica en Imperial College, tenemos mucha suerte ya que tenemos muchos medios y facilidades a nuestra disposición entre los cuales:
– Tres simuladores de vuelo.
– Ocho túneles del viento que miden hasta 20m de largo y alcanzan una velocidad de hasta Mach 9 (9 veces la velocidad del sonido) para simular las condiciones tanto de vuelo como para vehículos como Fórmula 1.
– Varias cámaras de vacío para simular las condiciones del espacio.
– Un canal hidrodinámico para hacer tests aerodinámicos dentro del agua.
Además de los equipos físicos tenemos numerosos recursos digitales, como una página online donde podemos acceder a 346 softwares específicos para ingeniería lo que nos permite poder comparar siempre nuestros resultados mediante diferentes simuladores y tener mucha información a nuestra mano. Así mismo tenemos una biblioteca abierta 24h al día todos los días, incluido fines de semana y festivos.
Además, Imperial College destaca por su enorme interés en el desarrollo de proyectos estudiantiles, ya que los considera clave tanto como para que los alumnos consoliden los conocimientos aprendidos así como para que ganen experiencia y estén mejor preparados para el mundo laboral/creación de empresas. Frutos de esto son los más de 200 clubes que desarrollan una enorme variedad de proyectos desde cohetes, drones y un coche de fórmula 1 a administrar un pequeño fondo de inversión. También, Imperial trata de impulsar otros proyectos externos (como fue nuestro caso), por lo que el apoyo de los profesores en dudas técnicas o consejos siempre es muy accesible o solicitar acceso a instalaciones o material de investigación más avanzado (como superordenadores en caso de necesitar).
En general, se podría decir que como toda universidad pública en Inglaterra, estudiar en Imperial es caro, sin embargo, se hace un uso excelente de ese dinero aportando incluso más recursos de los que muchas veces se necesitan para desarrollar todo tipo de proyectos durante tus estudios en la institución, cuenta Paula.
Por último, ¿Creéis que en España hay muchos obstáculos o pocos medios para desarrollar un trabajo tan necesario como es el de la investigación científica?
España tiene todos los ingredientes necesarios para ser una cuna mundial de la investigación y la innovación. En general los españoles en el campo científico y tecnológicos son muy buenos en lo que hacen, por experiencia propia, tanto antiguos alumnos como profesores de nuestra universidad dicen que los españoles que acceden a ella están muy bien preparados y rinden por encima de la media, igual que todos hemos oído que algún español siempre anda metido en el desarrollo de la última novedosa tecnología. También, la calidad de vida y clima de nuestro país nos hace especialmente atractivos no solo para que los propios españoles prefiramos, si fuera posibles, quedarnos, pero también para los extranjeros. Y por último, por lo menos en el sector aeronáutico y espacial, no es que España esté retrasada con sus contrapartidas europeas, la realidad está lejos de eso; muchas empresas como Airbus, en Sevilla y Madrid, o las instalaciones de la ESA y la NASA en nuestro país nos dotan de un tejido industrial y científico avanzado que puede funcionar como la cabeza del sector y arropar muchísimas oportunidades de creación de empresas e investigación.
Creemos que el problema en España no es que haya obstáculos para la investigación sino más bien la falta de medios debido a una baja inversión en I+D+i necesaria tanto de entidades públicas como de empresas privadas, y la necesidad de aumentar los recursos de las universidades públicas.
Nosotros en nuestra vida universitaria sí que hemos notado algunas diferencias de España frente a otros países; varios de nosotros, que tratábamos de realizar prácticas este verano, siendo españoles, naturalmente hemos tratado de encontrar alguna en nuestro país, sin embargo, tras cientos de mails y la mayoría de respuestas siendo “no realizamos prácticas de verano”, hace que los que hemos hecho prácticas de verano las acabásemos haciendo en otros países como Reino Unido o Suiza. Además, en muchos casos, la remuneración económica es nula o bajísima si la hubiera (que se entiende que estas prácticas son para ganar experiencia, no dinero, pero por ejemplo, tener que trasladarse a una nueva ciudad a hacer las prácticas sin tener ninguna ayuda económica para hacerlo no siempre es posible). Otra cosa que hemos constatado por ejemplo es que mientras que en el Reino Unido tenemos acceso a lugares de estudio 24 horas, incluidos festivos, las bibliotecas, por ejemplo de Madrid, tienen horarios reducidos, muchas cierran fines de semana y muy aforo limitado.
Una idea que creemos que tendría mucho futuro en España que se da en muchos países extranjeros y potencia enormemente las capacidades de innovación y desarrollo es la presencia de campus científicos deslocalizados. Ejemplos de este son el Harwell Campus situado entre Londres y Oxford en el Reino Unido o el EPFL Innovation Park en Lausana. Estos centros de investigación, al estar por así decirlo “en el medio de la nada” disfrutan de precios muy baratos en cuanto a alquileres, viviendas etc. y gracias a transportes eficaces se conectan con grandes urbes como Londres y Ginebra desde las cuales muchos investigadores y estudiantes pueden ir rápidamente a estos a trabajar. En los ejemplos que hemos puesto, en ambos casos, estos campus están dando muy buenos resultados, y son en países sin líneas férreas de alta velocidad (por encima de 300 km/h). Así que solo imagine el potencial que podrían tener centros así situados en una parada en plena línea AVE.
Estos son solo algunos ejemplos con los que creemos que podrían mejorar la investigación científica en España, dicen Joel y Paula.
NOTA: Todas las fotografías de este reportaje han sido cedidas a Espacio Público por ICSpace el equipo ganador de esta 16 edición del Student Aerospace Challenge.
El pasado 13 de septiembre se inauguró en el Palau Robert de Barcelona, un emotivo acto al que tuve la fortuna de poder acudir, la exposición “Jordi Sierra i Fabra: 50 anys creant històries”, en castellano, “50 años creando historias”, que reúne y recoge una amplia y documentada muestra de toda la obra periodística, literaria y social a favor de la cultura de uno de los escritores más grandes de la historia contemporánea de nuestra literatura, autor de más de 500 libros entre novelas, ensayos y biografías.
Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas, entre los que se cuentan por supuesto el inglés o el francés, pero también el japonés, chino, ruso, griego, checo o polaco entre muchos otros, lo cual nos proporciona una muestra enormemente significativa de la transversalidad y la universalidad del talento, y la creatividad de Jordi Sierra i Fabra. Un escritor que es todo un patrimonio de nuestra historia del cual no siempre se ha proyectado adecuadamente su dimensión más completa como autor, motivo por el cual, como seguidor de su obra y como lector suyo, me congratulo de que se celebre esta exposición en su ciudad natal, en su Barcelona escenario de tantas y tantas de sus mejores novelas, que entiendo debería reivindicar más aún su figura literaria y dar a conocer más la ingente labor a favor del mundo de los libros que Jordi lleva haciendo desde hace muchísimos años.
En la inauguración de esta exposición, además del propio Jordi Sierra i Fabra, acompañado de sus lectores, familia y amigos más cercanos, intervinieron Izaskun Arretxe, directora de la Institució de les Lletres Catalanes y Jofre Llombart, Secretario de Difusión del Departament d’Economía i Hisenda de la Generalitat desde el ámbito más institucional, reconociendo y poniendo muy en valor todos ellos en cada una de sus intervenciones la aportación a la cultura, tanto catalana como universal de la obra de Jordi Sierra i Fabra a lo largo de estos 50 años.
Por otro lado, lo que el propio Jordi llamaba el “núcleo duro” del equipo que trabaja habitualmente con él, sus colaboradores más cercanos, Hortensia Galí y Jordi Bianciotto, quienes han trabajado de manera ejemplar, con un cuidado, una dedicación y una profesionalidad encomiables en la puesta en pie de esta exposición, también intervinieron para dejar su testimonio acerca de lo que había significado para ellos acometer esta tarea, para terminar con una sorpresa sensacional.
Jordi contó en su alocución que una de las dedicatorias más emotivas que recordaba haber hecho en sus libros constaba solo de cuatro palabras: “A Santi Arisa, músico”. Santi Arisa es con toda seguridad uno de los baterías y maestros de la percusión más grandes del mundo, quien suscribe estas líneas le lleva siguiendo desde hace casi 40 años, desde los tiempos de los míticos Pegasus y pese a que no fue posible instalar en el jardín del Palau Robert una batería, Santi apareció desde la escalinata principal con dos baquetas y haciendo, como no podía ser de otra manera en él, un ejercicio de percusión que arrancó encendidos aplausos por su originalidad y su maestría.
Entre el público asistente, fue entrañable y muy placentero encontrar y saludar a gente como Pere Gené, cantante de los míticos Lone Star con su hijo Jordi, a miembros de la Companya Eléctrica Dharma o a Lluís Gendrau, director y editor de la publicación decana del periodismo musical centrado en la difusión de la música en catalán, ‘Enderrock’, y que también ha sido uno de los principales impulsores de este proyecto de exposición.
La expo puede visitarse en la Sala 1 del Palau Robert (Paseo de Grácia 107, Barcelona) hasta el próximo día 30 de octubre, y aunque por el reducido espacio del recinto no abarca todo lo que conforma la obra de nuestro protagonista, la exposición es aún así muy completa, muy bien estructurada, y su visita pormenorizada ofrece una visión de conjunto interesante, atractiva y estimulante de toda la obra y la vida de Jordi Sierra i Fabra.
Cuatro escenarios, cuatro espacios son los que construyen este recorrido vital y literario sobre los que se ha construido la vida de Jordi. En la expo, el primero de ellos nos lleva a sus recuerdos y testimonios de una infancia que no fue fácil en algunos aspectos –sufrió acoso escolar por su tartamudez, aunque en cierta medida esa circunstancia le ayudó a encontrar en la literatura un refugio, una evasión, un camino de superación- y en el que quizá está más presente su memoria más personal, tanto en el juego de ajedrez con el que solía jugar con su padre como en sus recuerdos del Barça, su equipo de toda la vida y del que afirma que sigue sin perderse ni un solo partido.
El segundo nos introduce en la faceta de Jordi como pionero del periodismo musical rockero en el Estado español y como autor de numerosos libros que han sido toda una escuela para quienes, como es mi caso, hemos desarrollado una carrera profesional en la información rockera. El impacto que supuso en él descubrir la música, tanto con Stravinsky como con los Beatles, su ingente labor como periodista musical y autor de muchísimos libros sobre esta temática, entre ellos obviamente su primer trabajo, “Historia de la Música Rock” de 1972 y su faceta de cronista, editor y director de revistas musicales es otro capítulo fundamental de su trayectoria y en esta expo se revela como algo fundamental, muy especialmente con la magnífica reproducción a gran escala del árbol genealógico del “Rock Catalá”, que hizo a mano en su libro sobre esta temática y que en esta expo nos permite además conocer y escuchar a aquellas bandas a través de los códigos QR que se han implementado en esta reproducción.
El tercer escenario es el que se centra en su faceta como narrador y novelista, en la cual se pueden conocer los consejos que como autor el propio Jordi ofrece a quienes quieran sumergirse en el mundo de la literatura, ejemplares de sus propios y más primigenios manuscritos – lo confieso: me encantaría leer “Memorias de un perro”- y muestra sus herramientas de trabajo, desde las antiguas máquinas de escribir Olivetti a su primer Macintosh LC III y hasta borradores de alguno de sus libros.
Finaliza el recorrido de la expo con esa otra faceta más social que creo que debe ser mucho más conocida, apreciada y agradecida del trabajo que Jordi Sierra i Fabra ha hecho siempre por la cultura. Desde 2004 tiene dos fundaciones, una en Medellín, Colombia y otra en Barcelona, cuyo propósito es impulsar la lectura y la escritura entre los jóvenes. Ambas fundaciones se dedican a promover actividades culturales en el ámbito de la literatura tanto en el Estado español como en América Latina, y ponen en marcha programas para jóvenes en escuelas, bibliotecas y estamentos culturales diversos. Entre los más reseñables, el Premio Literario Sierra i Fabra para menores de 18 años, con gran éxito de convocatoria que se convoca desde 2004 y la edición de la revista gratuita online La Página Escrita, así como desde Colombia la publicación El Conde Letras, vinculada a la Fundación Taller de Letras, otra iniciativa puesta en pie por Jordi.
Para quienes estén en Barcelona entre septiembre y octubre, Jordi Sierra i Fabra estará en persona los días 3,18, 24 y 25 de octubre en persona para acompañar a los visitantes en unas jornadas de puertas abiertas y ampliar más detalles acerca de toda esta interesantísima exposición.
Mi felicitación más cordial y sincera a quienes han hecho posible esta maravillosa exposición, que recomiendo de corazón a todo aquel que sienta inquietud por la literatura, la música, la creatividad, la imaginación, todo lo que es el mundo de nuestro Jordi Sierra i Fabra, un autor de fecundidad inagotable que es, repito una vez más, todo un auténtico patrimonio de nuestra cultura. Al mismo tiempo que felicito a la Generalitat de Catalunya por su apoyo a esta iniciativa, desde esta tribuna emplazo al Ministerio de Cultura español, al Instituto Cervantes y al Instituto de Cooperación Iberoamericana a que se pongan manos a la obra para que esta exposición, como merece, trascienda fronteras y pueda ser disfrutada en muchos más lugares.
A más de 1.700 m de altitud, en el cerro de La Mesa, un espacio cargado de magia y espiritualidad dentro del término municipal de Navarrevisca, se celebró el pasado fin de semana un festival de música y danza dentro de este paisaje en el que conviven restos arqueológicos de distintas épocas: peñas sacras ligadas a ritos prehistóricos, tumbas antropomorfas visigodas, la ermita de San Pedro del siglo XIV o la plaza de toros del XVIII.
Leticia Sánchez, alcaldesa de Navarrevisca, explicó en la inauguración del festival los trabajos e investigaciones que se están llevando a cabo en este importante yacimiento arqueológico situado en un cerro, desde el que se pueden divisar más de 10 pueblos diseminados en el valle del Alberche.
Durante tres días, con el protagonismo muy destacado de mujeres, se ha celebrado esta interesante actividad cultural en la que la música, en distintas facetas, ha sido la principal invitada. Y ello ha sido posible gracias al impulso y la dirección artística de Concha Hernández, una gestora cultural fundadora y directora del festival Ellas Crean. Con un límite de asistencia máximo de 100 personas en todas las actividades por respeto al entorno, comenzó el primer día con el grupo Egeria. (https://www.egeriavoices.com/)
Egeria, la viajera y escritora hispanorromana del siglo IV, da nombre a este conjunto integrado por cuatro mujeres muy jóvenes, que entienden la música medieval como algo que se vincula con la esencia más profunda del ser humano. Desde la atalaya del yacimiento de tumbas prehistóricas interpretaron piezas medievales, a capella o acompañadas por una lira y una sencillísima pandereta.
El sábado fue el turno de Omos Uno (https://www.omosuno.com/), una compañía de música y danza nacida en 2008, que sobrecogió al público con su actuación en un atardecer que parecía haber sido encargado expresamente para esta ocasión.
El contacto directo y masivo con la gente del pueblo se produjo esa misma noche del sábado en la plaza de la Constitución de Navarrevisca con la actuación de Vanesa Muela, posiblemente la mayor divulgadora de la música tradicional, que ha investigado y conoce en profundidad el folklore tradicional de Castilla y León. Acompañada de instrumentos caseros como el almirez, la sartén, las cucharas y otros, conectó rápidamente con un público que se sabía las letras de las canciones, patrimonio del folklore popular de la zona.
Por último, el domingo 28 finalizó este original Festival en la piedra Sacra con la participación del dúo Arcadia (https://duoarcadia.com/) integrado por Pilar Rius y Avelina Vidal, que interpretaron varias piezas junto a la Piedra Sacra con sus guitarras contemporáneas.
Un festival que para Concha Hernández ha tenido un balance muy positivo, ha sido muy respetuoso con el medio ambiente y ha contribuido a un mayor conocimiento del patrimonio del cerro de la Mesa. Y que la alcaldesa de Navarrevisca ya está pensando en repetir el próximo año.
Tanto el movimiento cooperativista como la juventud se enfrentan en nuestro tiempo a importantes, múltiples y diversos retos. Sin embargo, la buena noticia es que algunos de esos retos se podrían llegar a solventar, de forma al menos suficiente, si se produjera una alianza entre el movimiento cooperativista y la juventud. Y entre los retos que se podrían abordar con dicha alianza caben ser destacados, al menos, cuatro -dos del movimiento cooperativista y dos de la juventud-.
En primer lugar, el movimiento cooperativista se enfrenta a un reto generacional. Si mañana diéramos una charla sobre startups en cualquier universidad de España nos encontraríamos que la sala se queda pequeña. Sin embargo, si la diéramos sobre cooperativas y otras entidades de economía social y solidaria (sociedades laborales, empresas de inserción, etc.) con suerte llegaríamos a veinte o treinta personas. Desde el cooperativismo y la economía social y solidaria todavía no hemos logrado que la juventud vea nuestro sector empresarial como un espacio atractivo para desarrollar su carrera profesional. Y ello está produciendo un importante reto generacional. Como señaló Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social, en el 10º aniversario de la Ley de Economía Social: “tenemos un reto muy importante: involucrar a las personas jóvenes para preparar el necesario cambio generacional”. En esta misma línea, y en el mismo acto, Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES (patronal de la economía social española), apuntó: “tenemos un gran reto con los jóvenes: queremos que vean a la economía social como una posibilidad sólida para construir su futuro laboral”.
En segundo lugar, el movimiento cooperativista se enfrenta también al reto de que muchas empresas del sector se están viendo obligadas a contratar a personas con capacidad técnica, pero sin capacidad cooperativista. Ello está generando inconvenientes no menores para las dinámicas y desarrollo de las propias entidades de este sector empresarial. En este sentido, y como tenía bien claro José María Arizmendiarrieta, fundador del grupo cooperativo Mondragón: “las empresas las hacen los hombres [y mujeres]: hombres [y mujeres] con capacidad técnica y moral”. Y para lograr esa capacidad moral/cooperativista no es pues suficiente la educación técnica, sino que es necesaria una educación empresarial cooperativista.
En tercer lugar, la juventud que se enmarca ideológicamente en el espacio progresista no sólo desea encontrar un empleo digno, sino también un empleo acorde con sus valores. Por desgracia, buena parte de la juventud progresista se ve obligada a trabajar en empresas que tienen unos valores lejanos, e incluso contrarios, a los que defienden en su vida personal y política. Con ello, no sólo aportan todo su trabajo y talento al crecimiento de empresas capitalistas, sino que también su verdadera vida suele comenzar tras su jornada laboral. Es pues necesario facilitar a la juventud progresista el acceso a puestos de trabajo dignos y acordes con sus valores en cooperativas y entidades de la economía social y solidaria, al igual que las escuelas de negocios facilitan el acceso a puestos de trabajo en empresas capitalistas.
Y, en cuarto y último lugar, la juventud tiene por delante un futuro marcado por la crisis ecológica -climática, energética y de recursos-, la cual puede llegar a poner en entredicho el propio concepto de progreso. Y ante dicha crisis, pero también ante el aumento de las desigualdades sociales, la persistencia de las desigualdades de género y el creciente poder de las grandes empresas capitalistas, es urgente construir y escalar un modelo empresarial democrático, local y que respete los derechos humanos, el bienestar animal, los límites del planeta y la viabilidad de la comunidad política. Y, a este respecto, son precisamente las cooperativas y entidades de economía social y solidaria las empresas que, con todos sus desafíos e incoherencias aún por resolver, más cerca se encuentran de ese modelo empresarial que necesitamos.
Una escuela para fomentar la alianza entre el cooperativismo y la juventud
Entre las distintas iniciativas que buscan fomentar la alianza entre el movimiento cooperativista y la juventud para dar respuesta a los retos mencionados, cabe ser destacada la Escuela de Activismo Económico. La Escuela, que está dirigida a la juventud de entre 18 y 35 años, es un espacio de formación práctica en cooperativismo y economía social y solidaria, y una puerta de entrada al mercado laboral de este modelo empresarial.
En la actualidad, cuenta con dos sedes: Madrid, donde la Escuela es organizada por Ecooo, y Barcelona, donde es desarrollada por LabCoop. Y, a falta de conocer la nueva edición de Barcelona, la 4ª edición de la sede de Madrid dará comienzo a principios de octubre con la siguiente propuesta de formación y empleo.
En relación con la formación, en la sede de Madrid se desarrollará un programa de formación que tendrá una duración de un curso, será presencial, gratuito, y tendrá un carácter esencialmente práctico (metodología learning by doing), aunque sin olvidar la parte teórica. Tras un destacado evento de bienvenida (que tendrá lugar el jueves 29 de septiembre), el programa comenzará en octubre con las sesiones de formación inicial, y continuará con el activismo dentro de una de las cooperativas sin ánimo de lucro de la Escuela. El activismo a lo largo del curso se complementará con sesiones de formación mensuales de diferentes temáticas, así como con otras actividades (ej. recomendaciones de materiales sobre cooperativismo y economía social y solidaria, recomendaciones de asistencia a eventos destacados, visitas a entidades, etc.). Actualmente, las cooperativas sin ánimo de lucro de la Escuela donde se llevará a cabo el activismo por parte del alumnado son: el Mercado Social de Madrid, Som Energia, La Corriente, La Osa, SuperCoop, Fiare y Coop57.
Y, en lo que respecta al empleo, desde la sede de Madrid se va a poner en marcha una suerte de bolsa de empleo. La Escuela facilitará al alumnado las ofertas de empleo existentes en cooperativas y entidades de economía social y solidaria de la Comunidad de Madrid. La facilitación de dichas ofertas comenzará a mitad del programa de formación (para que dé tiempo a adquirir un mínimo de capacidad cooperativista), y el alumnado que finalice el conjunto del programa será incluido de manera permanente en la bolsa de empleo. Para el desarrollo de esta bolsa de empleo la Escuela ha llegado a acuerdos con las tres principales redes de economía social y solidaria de la Comunidad de Madrid: FECOMA, AMEI y el Mercado Social de Madrid.
En estos momentos, ya hay apuntados/as más de 70 jóvenes en la 4ª edición de la Escuela, lo cual muestra el potencial existente para este tipo de iniciativas que buscan fomentar el encuentro entre el movimiento cooperativista y la juventud.
Algunos organismos de la Administración no se cansan de difundir notas según las cuales la ciudadanía consigue cada vez más facilidades para llevar a cabo todo tipo de trámites a distancia. A principios de agosto, el Departament de Polítiques Digitals del gobierno catalán proclamaba que Catalunya “consolida un destacado grado de digitalización y avanza a un ritmo superior a la media europea en la transformación digital de la sociedad y la economía”. “La Conectividad continúa siendo la dimensión en la que Catalunya obtiene la mejor posición”, decían los responsables de la Generalitat en este ámbito.
El pasado mes de enero, el conseller d’Empresa i Treball de la misma administración autonómica firmó un convenio de colaboración de la Generalitat con el Ajuntament de Barcelona, las diputaciones de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida, la Associació Catalana de Municipis i Comarques (ACM), la Federació de Municipis de Catalunya y el Consorci AOC para “establecer un punto de relación único entre autónomos y empresas, y administraciones públicas que facilite, simplifique e integre la gestión de todos los trámites vinculados a su actividad económica”.
Desde instancias gubernamentales diversas se ha anunciado reiteradamente a lo largo de los últimos años la implantación de fórmulas de cooperación innovadoras entre las diferentes entidades, en base a un mejor conocimiento de técnicas de gestión documental, con voluntad de transparencia y con el fin de conseguir la completa digitalización de los procedimientos.
Imposible recordar, además, cuántas veces se ha hecho propaganda sobre la creación de “ventanillas únicas” como presuntos servicios para la presentación de solicitudes, escritos, comunicaciones, acreditaciones ante cualquier organismo de la Administración del Estado, de las autonomías o de cualquier entidad de titularidad pública.
El aspecto más pintoresco de este concepto se encuentra, no obstante, en la cantidad de ‘garitos’ que han recibido la misma denominación. Hemos oído hablar de ventanilla única empresarial, ventanilla única de la abogacía, ventanilla única de la agencia tributaria, ventanilla única de trabajo social, ventanillas únicas de los colegios profesionales, ventanillas únicas de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas… Todas son “únicas”, pero las hay por docenas y en conjunto es tan amplia su función que se podría decir que cuando pagamos por sus servicios a las gestorías lo hacemos casi por capricho.
Se diría que todo el trajín de relaciones entre la ciudadanía y las administraciones se puede simplificar a través de la “ventanilla única” y conocemos demasiados ejemplos muy conocidos en sentido contrario. Un ciudadano, por ejemplo, que se quiera comprar un piso o un apartamento, después de ponerse de acuerdo con el vendedor tendrá que ir al notario, que certificará el cambio de propiedad y el pago. Probablemente el comprador necesitará dinero y pedirá un crédito en un banco, que también exigirá otro documento notarial. Las escrituras quedarán redactadas en unos términos que no son nunca fáciles de interpretar, porque los datos esenciales se encontrarán en no se sabe en qué páginas. Lo que diga la escritura, además, hace falta que quede reflejado en el Registro de la Propiedad. La misma notaría hará la gestión, no siempre, a cambio de una cantidad adicional de dinero. En caso contrario, si se quiere hacer por propia iniciativa habrá que ir al registro en el cual los registradores y los funcionarios que les ayudan es probable que pidan alguna enmienda. Si es así, habrá que volver a casa del notario, para ir de nuevo al registro, los datos del cual a menudo no se corresponderán con los del Catastro, controlado por el ministerio de Hacienda. La lectura de los documentos correspondientes exigen un buen esfuerzo de exégesis, que el común de los mortales no está en condiciones de realizar.
Es solo un ejemplo de la indefensión y del gasto gratuito de tiempo que genera el papeleo de las instituciones.
¿Se pueden gestionar trámites electrónicamente, a distancia? Algunos sí, pero si las interesadas son personas que nunca han podido superar la brecha digital, ya pueden ir directamente al gestor. Al resto, usuarios “conectados”, les resulta a menudo más que complicado moverse por los portales web oficiales, llenos de terminología que no conocen y de un elevado grado de ruido informativo. A menudo acaban buscando alguna manera de obtener apoyo telefónico de la oficina que corresponda, que con un poco de suerte conseguirán que les faciliten cita presencial con un funcionario o empleado público. ¿Hay manera de simplificar trámites a través de una de tantas “ventanillas únicas”? Es evidente que las probabilidades son muy pocas.
Todo el mundo sabe de qué va esto y que las dificultades de relación de la ciudadanía con las administraciones se extienden cotidianamente por casi todos los espacios de la vida en sociedad. Por no cansar, nos limitaremos a enumerar unos cuantos ámbitos, sin entrar en detalles: Juzgados, Hacienda y Agencias Tributarias, departamentos o ministerios de Trabajo y Seguridad Social, ayuntamientos, departamentos de Seguridad, Ministerio del Interior, cuarteles y comisarías; escuelas, facultades, centros penitenciarios, oficinas de Correos, juntas electorales… Y de estos lugares emanan sentencias ilegibles, llenas de argot pretendidamente jurídico; papeles para hacer liquidaciones de IVA, pagos de tributos, tasas, impuestos de renta, transmisiones, patrimonio y sucesiones, con documentación casi incomprensible y con la obligación de presentar datos perdidos entre cajones y archivadores; hojas de salarios casi ininterpretables para los perceptores, documentos enviados por correo certificado que raramente se consiguen a través de entregas directas a domicilio, procesos de pago de multas engorrosos, que demasiado a menudo impiden evitar los recargos; anuncios de subvenciones previstas para determinadas actividades, que parecen destinadas a no ser otorgadas; concursos, oposiciones, solicitudes de becas, titulaciones, licitaciones predestinadas, matriculaciones, permisos, visitas a centros penitenciarios, actas… Todo parece pensado para dificultar la comprensión de los documentos necesarios para realizar cualquier trámite, sea qué sea el nivel de estudios de la persona implicada. El tiempo del ciudadano o ciudadana importa muy poco. Y si se busca atención personalizada, además de los obstáculos que se interponen para obtenerla, cuando se supera la barrera de los contestadores automáticos y/o los tiempos de espera a las puertas de los despachos, al otro lado del teléfono, o de la mesa-mostrador si se concierta visita, a veces, solo a veces, se encuentra un servidor público cordial, dispuesto a facilitar y agilizar las gestiones, pero no es lo más frecuente.
¿Y para que sirven pues los altos niveles de “digitalización” y “conectividad” si lo que generan las conexiones, comunicaciones y gestiones directas es frustración en infinidad de circunstancias?
Hay que tener presente, además, que una parte más que importante de la sociedad, que no ha tenido manera ni ocasión de familiarizarse con las nuevas tecnologías, encuentra dificultados adicionales para realizar cualquier diligencia, lo cual acentúa las desigualdades sociales ya preexistentes. El calvario interminable que sufren los extranjeros sin papeles para regularizar su residencia y hacer valer su derecho a tener derechos es, probablemente, la demostración más clara y evidente de la injusticia de nuestro sistema.
El funcionario, agente o empleado público que tiene que atender al ciudadano está habitualmente demasiado preocupado por el organigrama de su negociado, por las dimensiones de su despacho o mesa, por el temor al estado de ánimo de su jefe, por el número de subordinados… y entonces cae en la tentación de añadir requisitos antes de realizar una tarea… “No es mi obligación”. ¿Cuántas veces hemos oído esta expresión en boca de algún chupatintas?
A ciertos niveles de “responsabilidad” administrativa, lo que menos importa entre determinados cargos altos y medios de los departamentos de Salud son los enfermos. En Agricultura los burócratas y “especialistas” raramente se ponen en la piel de un campesino o un ganadero. En Interior lo que más preocupa es el estado de ánimo de comisarios, inspectores, guardias y agentes, demasiado a menudo malcarados, sistemáticamente elogiados, hagan lo que hagan, como sacrificados profesionales dedicados al mantenimiento de la orden. En Justicia lo que impera es la resignación ante la triste realidad de los juzgados, marcados por el despotismo de un cúpula de fiscales, jueces y magistrados de talante conservador. En Industria y Territorio lo que se impone con excesiva frecuencia es la capacidad de presión de grandes empresas y el trato de privilegio con sus directivos. En Educación, a menudo parecen empecinados en mantenerse a distancia de los claustros de profesores y de la realidad del las aulas. Las prioridades y los presupuestos de Defensa no se discuten: vienen determinadas por la industria bélica, la banca armada y los intereses económicos y estratégicos de potencias económicas y militares. En Exteriores concentran su atención en conseguir que otros estados detengan y repriman a las personas migrantes que huyen de la miseria, el hambre y la guerra.
¿Es todo eso una fatalidad? Deberíamos decir que no, porque todavía podemos imaginar que llegue un momento en el cual estén mal vistos los comportamientos de los individuos que se lanzan encima de cualquier pedazo de poder y que compiten entre ellos como si fueran bestias hambrientas en disputa por unas piezas de carne. Tiene que llegar el día en el cual el aparato administrativo esté ocupado por personas indiscutiblemente altruistas. Será entonces cuando la ambición de acumular poder en pocas manos y la voluntad de mantenerlo indefinidamente caerá en el más absoluto desprestigio.
Algo se ha hecho a lo largo de la historia en contra de la concentración de poder económico. Muy poca cosa. De hecho, la mano invisible del mercado potencia cada vez más la acumulación de riqueza en manos de menos personas. Y cuando se llevaron a cabo determinadas colectivizaciones, los esfuerzos igualitaristas acabaron destrozados por el autoritarismo, la restricción de libertades elementales y la represión más brutal.
Parece que cuesta encontrar recetas que permitan humanizar el ejercicio del poder administrativo y poner límites a las arbitrariedades de los administradores, pero hay que confiar en que las personas sabremos encontrar formas de gestión racionales, que hagan más fácil la vida de todo el mundo y propicien la convivencia entre iguales.
Habrá que ponerse en ello. Será preciso que los movimientos y entidades de carácter social civilicen a la burocracia y obliguen a sus representantes institucionales y gobernantes a tomar conciencia de su función asistencial. El debate entre políticos tendrá que servir para reflexionar y deliberar, y no para hacer daño al adversario. Los dirigentes políticos tendrán que abandonar sus ridículas y enfermizas peleas por el control de tal o cual institución y los burócratas del Estado tendrán que entender que son subordinados de la ciudadanía, a la que deben servir con mucho cuidado y atención. La Administración tiene que ser por encima de todo un entramado de entidades facilitador de servicios, amable, próximo, transparente y útil. La sociedad lo tiene que percibir de este modo, porque en caso contrario lo que se genera es ineficacia, insolidaridad y miedo.
La escritora Tània Juste explica “el motor” de su última novela en ‘Punt de lectura’, un ciclo de charlas-coloquio literarias consolidado en un pueblo del Alt Empordà
La vida cultural en los pueblos es mucho más intensa y enriquecedora de lo que se suele imaginar desde las capitales. Más allá del impacto que puedan tener algunos macroconciertos y festivales musicales en los meses de alta temperatura, existen citas literarias y artísticas con un poder de convocatoria que sorprendería a no pocos dinamizadores y gestores culturales acostumbrados a la movilidad que existe entre semáforos.
Si os acercáis cualquiera de los próximos viernes a Agullana (Alt Empordà), poco antes de las siete y media de la tarde, preguntad por “la sala”, o por “la societat”, o “La Concòrdia”, como queráis, y os podréis reunir en sus jardines con decenas y decenas de personas interesadas por la lectura, con ganas de escuchar y hablar con una escritora o escritor que durante el último año haya publicado un libro.
El pasado 8 de julio la invitada al Punt de lectura de Agullana fue Tània Juste, premiada en 2021 con el Prudenci Bertrana de novela, por su Amor a l’art, (Columna, 2021), [En castellano, Amor al arte, (Ediciones Maeva, 2021)] un libro reivindicativo de las mujeres artistas y de su obra.
Se trata, dijo, de una novela pensada a lo largo de bastantes años, porque ella, licenciada en Historia del Arte, cuando estudiaba y estudia textos sobre la materia, se hizo y se hace con frecuencia la siguiente pregunta: “¿Dónde están las mujeres artistas?” En este libro ofrece abundantes respuestas, para rescatar del olvido el arte de mujeres libres que dieron vida al Montparnasse parisiense de los años veinte.
“El motor de la novela”, explicó Tània Juste, es el amor al arte que profesan ella misma y la principal protagonista de su relato, Olivia, una joven barcelonesa, estudiante de Filosofía y Letras, que vive con su abuelo anticuario y al que ayuda en su trabajo. Es en el ejercicio de esta profesión que descubre un autorretrato excepcional, escondido bajo otro lienzo, el de Valèria Sans, una mujer sobre la que inicia un extenso trabajo de investigación.
Olivia realiza este descubrimiento a mediados de los años 70 y no es una época elegida al azar. “Eran años muy intensos”, explicó Tània Juste. Por su casa, cuando era niña, pasaba mucha gente. Allí tenían lugar reuniones y conversaciones hasta las tantas de la madrugada, entre personas de la generación de sus padres, implicadas en actividades culturales y políticas casi siempre clandestinas, bajo la dictadura franquista.
La autora dedica el libro, significativamente, a su padre, Lluís Juste de Nin, y “a todas las mujeres libres, independientes y valientes que han elegido y defendido una vida propia”.
Valèria Sans es producto, precisamente, de la inmersión en la trayectoria de muchas mujeres artistas, reales, que tuvieron que luchar para actuar de acuerdo con lo que escogieron como eje de su vida.
En relación a este personaje y a su perfil, el impulsor y organizador del Punt de lectura, Enric Tubert, abrió el libro para leer unas palabras de Valèria ciertamente impactantes: “Había decidido renunciar al hombre que la quería y a unos futuros hijos para dedicarse plenamente a su arte. O una cosa o la otra, las mujeres siempre tenían que escoger. Escoger a qué renunciaban, en favor de lo que más estimaban. ¿Y los hombres? Ellos no renunciaban a nada. Ellos lo podían tener todo”.
La cita de los viernes por la tarde en los jardines de la sala de Agullana es siempre excepcional por su invitación a la conversación y a la reflexión sobre literatura y, a través de ella, sobre las huellas que deja la humanidad en nuestro planeta. Tal como explicó Enric Tubert, existen muchas maneras de entender la escritura. Las más de cincuenta autoras y autores que se han desplazado hasta “allí arriba”, como dicen algunos, hasta aquel extremo geográfico, en los últimos doce años, han dejado buena muestra de la diversidad cultural catalana. Y así seguirá.
El pasado 1 de julio, fue con Rafel Nadal, sobre su libro Quan s’esborren les paraules, en el cual la protagonista principal es también una mujer, como “líder intelectual” de una gran familia de Girona.
Juste y Nadal han compartido en sus obras, en forma asimismo diversa, la inquietud ante la gran dificultad que representa la reparación necesaria de los daños causados contra la memoria.
Sergi Belbel, Maite Salord, Xavier Aliaga, Glòria de Castro y Agnès Marquès serán las pròximas invitadas e invitados al Punt de lectura de Agullana. La última charla de este año de este encuentro literario tendrá lugar el 26 de agosto, con Laia Aguilar, en la plaza mayor de una localidad más pequeña del mismo municipio: la Estrada.
“Siempre me ha parecido extraño que el Heavy Metal, un género musical con más de medio siglo de historia, en comparación con otros estilos, haya propiciado una producción editorial tan pequeña. En España, muy pocas historias acerca del Heavy Metal se han editado, siendo muchas simplemente traducciones de obras anglosajonas…”, dice Mariano Muniesa (periodista musical especializado en blues y rock y colaborador de este Espacio), en la Introducción del libro Historia del Heavy Metal (Almuzara, 2022), que ha escrito contando con la colaboración de Mariskal Romero, pionero de la radio y la prensa rockera en España.
Muniesa nos relata cómo a mediados de la década de 1960 aparece el Heavy Metal, un concepto nuevo del rock que pronto se extendería a otros países. Y no es raro que fuera Londres el escenario de este nacimiento ya que en ese momento era la “ciudad más cosmopolita del mundo, meca mundial de la moda pop, del nuevo free cinema inglés y de la música rock”, si bien unos años antes, Muniesa establece el antecedente del Heavy Metal en el Johnny B. Goode de Chuck Berry, como el riff de rock´n´roll por definición, y debidamente amplificado, es “puro Heavy Metal”.
En estelibro Muniesa explica para todo tipo de público, sea o no seguidor del Heavy Metal, el recorrido de este género musical. Y lo hace de forma muy sencilla, con anécdotas, numerosos datos, ejemplos y también con humor.
Esta variante del rock, que había conocido los años de gloria en 1970-1972 cuando se editaron discos míticos que se siguen publicando hoy, conoció su mayor difusión en España en la década de los 80, con grupos como Barón Rojo y Obús, aunque no acabó en esa época y sigue hoy muy vivo. Y todo lo que rodea a esta música y a estos grupos generó prejuicios, sobre todo por las estigmatizaciones que sufrió. Muniesa recuerda que hace años llevar una camiseta de Iron Maiden podría llegar estigmatizarte y ahora se puede encontrar en cualquier tienda, incluidas las más convencionales.
Otro aspecto importante es el papel de las mujeres en el Heavy metal. A este respecto Muniesa afirma:
En el mundo de la cultura, históricamente la mujer ha tenido que luchar contra toda una serie de prejuicios fruto de la mentalidad machista predominante que siempre la obligaron a tener que demostrar más capacidad, más valía y más determinación de la que se le exigía a cualquier hombre. El heavy metal en modo alguno ha sido una excepción en ese ámbito, inclusive en los años 80 una buena parte de su idiosincrasia, sobre todo y muy especialmente en Estados Unidos, contemplaba a la mujer como un mero objeto de satisfacción sexual para el macho alfa. La idea, que hoy produce bochorno, de la supuesta estrella de hard rock masculina ante la cual las mujeres caen rendidas para adorarle como si de una deidad se tratara era desagradablemente habitual en las portadas de discos, los video-clips y a veces, en el comportamiento de algunos músicos. Hoy en el heavy metal, tal y como ocurre en el resto del panorama cultural, las mujeres se han empoderado, han conquistado su propio espacio, cada vez son más numerosas las bandas compuestas solo por mujeres o por mujeres y hombres. Queda algo de machismo residual y siempre hay excepciones, pero hoy las mujeres son respetadas, se las aprecia y valora por su capacidad como músicas y ya no se las ve simplemente como muñecas Barbie.
En este libro Muniesa, con la colaboración de Romero (que defiende la radio y el papel del periodista musical) viaja a los orígenes, las raíces del rock. Con un conocimiento increíble y una fuerte pasión por el Heavy Metal ambos se adentran en este hábitat musical que es también una manera de combatir falsos mitos y de entender el mundo.
Nada falta en esta historia del Heavy Metal para quien quiera conocer cómo han evolucionado el rock y el blues a través de la música de Ozzy Osbourne, Lemmy, Barón Rojo, Banzai, Obús, Sober, Saratoga, Mago de Oz, Metallica, Steppenwolf, Vanilla Fudgeo o Rainbow entre otros grupos.
Y para finalizar, sobre el futuro del Heavy Metal, Mariano Muniesa nos dice:
Toda manifestación cultural o si se prefiere todo estilo musical tiene futuro en tanto en cuanto las nuevas generaciones lo hagan suyo y le aporten, dentro de su evolución, su aportación personal. En ese sentido, y hablo desde mi experiencia y mi posición como periodista musical, estoy convencido de que el Heavy Metal tiene por delante un futuro espectacular. En la redacción de www.mariskalrock.com recibimos cada semana infinidad de maquetas y discos autoeditados, o enlaces online a sus redes sociales de grupos de los más variados estilos dentro del Heavy, todos formados por chicos y chicas que apenas han cumplido 18 años. Gracias a que hoy pueden aprender muy rápidamente a través de tutoriales en YouTube, que los precios de los instrumentos son más accesibles, gracias incluso al apoyo de sus padres –en los 70 y los 80 la oposición familiar contra el Heavy Metal era moneda común, dedicarse al rock era algo que casi se llevaba en secreto en casa- hay una cantera de músicos y músicas jóvenes realmente sensacional.
El reto, el desafío que esa generación tiene que superar, es la falta de apoyo a la cultura en general y al rock duro en particular que existe en los medios de comunicación. La barrera de la visibilidad es su gran hándicap. Pero cuando existe voluntad, convicción, pasión y se vive por hacer realidad un sueño, como dicen los ingleses, the sky is the limit… sólo el cielo es el límite.
Historia del Heavy Metal
Mariano Muniesa, con la colaboración de Mariskal Romero
Editorial Almuzara, colección “Eso No estaba en mi libro”, 2022.
Cumbre de innovación en terapias creativas (Universidad de Haifa, 28-30 de junio 2022)
Si la pandemia nos ha dejado alguna sabiduría o nos ha revelado algo de nosotros mismos, de nosotras mismas, que no supiéramos o no fuéramos conscientes, es que el arte es necesario. Especialmente durante el tiempo confinado, cuando uno se encontró de bruces frente al espejo, hemos necesitado la música -producirla y escucharla-; hemos necesitado relatos, leídos en silencio o construidos por nosotros: para organizar, a través de la gramática -los espacios, los puntos, las comas- la búsqueda léxica de la palabra adecuada, qué nos pasaba por dentro, qué nos estaba pasando. Volvimos a contar historias, como las sociedades más tradicionales, y volvimos a escucharlas, aunque fueran en forma de podcasts o videocartas. Nos atrevimos a coger un lápiz y sentir cómo acariciaba una hoja, quizá junto a nuestros hijos, quizá solos, buscando una imagen que pudiera darnos una explicación de lo que estaba ocurriendo. Una imagen que pudiera dar sentido.
Estos días he podido sumergirme en un proceso de reflexión conjunta con muchos profesionales de todo el mundo en la Universidad de Haifa. Mientras los responsables de la OTAN se ponían de acuerdo en el uso de la violencia y en localizar enemigos, unas cuantas personas, también provenientes de los extremos más alejados del mundo, desde Tailandia a Estados Unidos, desde Australia a Italia, intercambiábamos modos de mejorar la salud de las personas a través del arte.
Como la paz no es la ausencia de violencia, la salud no es la ausencia de enfermedad. Es algo más allá de lo estrictamente medicalizado, la eliminación de síntomas, o simplemente prolongar una vida que no es vivible. Tiene que ver con la Declaración universal de los Derechos Humanos: es el derecho a saber que la vida tiene un significado, un propósito, está conectada a otras vidas y tenemos derecho a la alegría. En eso consiste el derecho a la salud: buscar el modo de maximizar la vida, de que cada uno, cada una, encuentre su camino. Todas esas palabras fueron pronunciadas por Christopher Bailey, de la Organización Mundial de la Salud, que inauguró la cumbre señalando un juego de palabras que el idioma inglés permite: frente a la pregunta médica What’s the matter with you? -¿qué te pasa?- la pregunta del artista es What matters you? -¿Qué te importa, qué te preocupa?-. Bailey nos recordó cómo el ser humano dio un paso con el rubicón cerebral hace miles de años, cuando el cerebro pudo integrar la imaginación y la cognición a través de sus dos hemisferios cerebrales. Por eso la Organización Mundial de la Salud cuando habla de salud se refiere a la ciencia tanto como al arte. El arte reduce los niveles de cortisol relacionados con el estrés, ayuda a reconectar a las personas con su comunidad, encuentra placer en la diversidad, entre muchos otros beneficios. La salud no es sólo física: es mental y es social. Quizá el arte, la cultura, que nos produce momentos de alegría a través del proceso creador, de la belleza, que nos conmueve y nos conecta, probablemente no nos cura, pero sin duda nos sana.
Frente a aquellas actividades que nos mantienen absortos, pero no nos hacen pensar, tan recomendadas últimamente, el proceso creador tiene la capacidad de promover la concentración, ese “flow” que nos mantiene centrados -entre la experiencia y el interés, entre la dificultad y el placer de saber- y a la vez nos permite conocer, reconocernos y reconocer el contexto que habitamos y nos habita. Entre lo visible y lo invisible, entre lo dado y lo posible.
En Israel, donde se celebraba el encuentro, cada centro escolar tiene un arteterapeuta, sea a través de las artes visuales, la danza, el teatro o la música. 3500 arteterapeutas que trabajan para los ciudadanos más queridos de un Estado -los niños- con una población cercana a los nueve millones. Ellos saben, herederos de un trauma que casi les aniquila que, en los momentos importantes, el arte se acerca a lo más preciado. Como dijo Nietzsche, tenemos el arte para no morir de la verdad. Más allá de gobiernos y mandatos, en esta cumbre el arte se entrelazaba una y otra vez con la justicia social, reclamando lo político y social frente a lo patológico, donde se reivindicaba el diálogo, el apoyo a los que sufren y la denuncia de las barreras sistémicas y las políticas sociales que parchean pero no solucionan la violencia que supone no tener recursos. Por eso el arte se encuentra trenzado de modo interseccional con las múltiples formas que se oponen a la opresión -cultural, económica, social y de género-. Y quizá por ello, la pandemia, el corona -como lo llaman por aquí- nos ha hecho caer de bruces sobre una realidad compartida: pobre, mezquina y alienada, homogénea e indiferenciada, una realidad que quizá ya estaba enferma desde hacía mucho antes. El arte, entre el mundo y el individuo, tiene la capacidad de vincular y vincularnos. El arte, para resistir la realidad. El arte, para poder, de nuevo, apostar por la vida.
Fueron muchas y magníficas las intervenciones. Algunas recuperaban la noción de taller abierto de Arno Stern, renovando el potencial que tiene el proceso creador de transportarnos a un espacio seguro. Un espacio, apuntaban en la cumbre, simplemente “más seguro”, porque quizá no haya ya un espacio que podamos calificar de verdaderamente seguro para aquellos grupos estigmatizados, señalados o excluidos. Un espacio donde el juego, los objetos transicionales -aquellos que nos remiten al afecto primigenio- se convierten en componentes de la cultura, de la expresión y de la creatividad. Otras participantes nos compartieron el potencial de llevar con nosotros ese espacio simbólico del arte, para poder ofrecérselo a los otros, fuera en campos de refugiados, fuera en los lugares donde había ocurrido la tragedia, espacios donde parece imposible la calma. La estructura la puede dar la actitud, la constancia, el saberse acompañado, acompañada, donde contemplar y crear se convierte en lo opuesto a la alienación y donde la imaginación se convierte en una ventana frente al ahogo de vivir, donde volver a dar sentido un futuro con un presente destruido, donde soportar la paradoja. En la cumbre se hablaba también de cómo los seres más cuidados y amados en su infancia eran los más intrépidos en la vida adulta, los que se atrevían a pensar de otros modos, a inventar. La salud, de nuevo, como amor y cuidado.
Y se citaba a Grossman:
“Creo que en esta ráfaga de violencia hemos asistido a la desintegración de una cierta capa de cultura que hace posible las ilusiones que se necesitan para mantener un tejido de vida más o menos tolerable… De repente ves que todo el sentido de la vergüenza ha desaparecido, que incluso los mecanismos de hipocresía social que se necesitan para mantener el tejido de vida han desaparecido. Y en cierto modo está relacionado con la vida bajo el terrorismo. Porque si vives en una realidad en la que ves a la gente destrozada, en la que ves la carne desgarrada, es muy difícil que sigas creyendo en algo. Y entonces ves cómo se desmoronan todos los mecanismos: tanto del cuerpo privado como del cuerpo público» (Grossman, 2003, p. 7).
Esta cita puso delante mí no sólo la guerra de Ucrania y la apuesta por la violencia, sino también los cuerpos de los chicos jóvenes, algunos casi niños, amontonados como sacos -carne desgarrada y aun latiendo- delante de un país llamado España, aunque yo estuviera lejos. “La falta de sentido impide la plenitud de la vida y, por tanto, equivale a la enfermedad. El sentido hace que muchas cosas sean soportables”, decía Jung hace muchos años. La falta de sentido como enfermedad.
He tenido la oportunidad de estar en un lugar donde la utopía tiene forma estética, donde, a pesar del dolor, de los Estados, algunos ciudadanos, algunas ciudadanas, nos resistimos a la muerte.
El arte para no morir de la verdad. El arte para resistir la realidad. El arte como búsqueda de sentido.
Transición ecológica: una cuestión de justicia global y supervivencia
Cristina Narbona
Vicepresidenta Primera del Senado. Presidenta del PSOE
1. Introducción
Hace cincuenta años se celebró en Estocolmo la primera reunión de Naciones Unidas dedicada a los problemas ambientales (1). Los gobiernos escandinavos fueron los más activos a la hora de introducir tales cuestiones en la agenda internacional: sus ciudadanos estaban ya entonces concienciados y preocupados por el fenómeno de la peligrosa “lluvia ácida”, consecuencia de actividades muy contaminantes en los países de su entorno, en particular en el Reino Unido.
Ese mismo año se publicó “Los límites del crecimiento”, un informe del Club de Roma(2), encargado a diecisiete científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), que predecía un colapso ambiental generalizado a finales del presente siglo, si no cambiaban profundamente las pautas de producción y de consumo del modelo económico dominante. En 2020 se habían cumplido ya buena parte de sus pronósticos, que fueron rotundamente descalificados como catastrofistas durante mucho tiempo.
Diez años antes, se había publicado “Primavera silenciosa”, de la bióloga estadounidense Rachel Carson (3). Este libro -una contundente denuncia de los riesgos de los pesticidas químicos sobre la salud- produjo un importante efecto en la opinión pública norteamericana, con efectos muy relevantes: algunos años después, se prohibía el DDT en EEUU, y se creaba la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Estos tres hechos constituyen, según mi opinión, hitos fundamentales en el inicio de lo que hoy denominamos la “transición ecológica” de la economía. Por “transición ecológica” entendemos la transformación gradual del sistema productivo, de forma que se reduzca el consumo de recursos naturales así como todo tipo de contaminación, y que se preserven y restauren los ecosistemas, hasta alcanzar una situación compatible con el mantenimiento de los principales equilibrios ecológicos.
Ello exige el uso de nuevas tecnologías, pero también un cambio substancial en los hábitos de vida, y por lo tanto un esfuerzo colectivo de máxima responsabilidad.
Los avances de la ciencia y de la concienciación ciudadana, han sido determinantes para conocer cada vez mejor los efectos de la acción humana sobre la salud del planeta -y sobre las correspondientes consecuencias para la salud de todos los seres vivos-, así como para transmitir este conocimiento a la opinión pública, incentivando su implicación.
El problema más grave es sin duda la lentitud en el necesario cambio de paradigma económico, teniendo en cuenta la velocidad de las alteraciones en los ecosistemas, -muy superior a la prevista hasta hace poco por la comunidad científica- que comportan ya situaciones de extrema vulnerabilidad, en particular para los ciudadanos más desfavorecidos y para los países más pobres.
La resistencia al citado cambio es el resultado de la concentración de poder económico y mediático en muy pocas manos, lo que conlleva una gran capacidad para cuestionar la realidad de los problemas ambientales, de forma que la opinión pública llega a creer que tales problemas no son tan graves y que son, en todo caso, el precio ineludible del progreso económico y social. Todavía demasiadas personas están convencidas de que, si aumenta el PIB, se está generando riqueza y bienestar. Afortunadamente cada vez hay más baja evidencia de esta peligrosa falacia (4).
Todo lo anterior remite a la imprescindible aproximación ética al tema objeto de esta ponencia: quienes se ven más perjudicados por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, son precisamente quienes menos han contribuido a provocar dichos procesos.
En África, en el Sudeste asiático, en buena parte de América Latina y en las pequeñas islas del Pacífico, se sufren severas y crecientes hambrunas, sequías, inundaciones, elevación del nivel del mar… así como gravísimos episodios de contaminación del suelo, del aire y del agua causados por la acumulación de residuos, muchos de ellos tóxicos, procedentes de los países más ricos del planeta. Una reciente investigación (5) sobre el aumento de las exportaciones de residuos electrónicos desde el mundo más desarrollado hacia los países más pobres, pone de manifiesto la cara oscura de la supuesta “economía limpia” de la que presumimos en nuestro entorno… La transición ecológica constituye por tanto una cuestión de justicia, de “equidad global”, cada vez más evidente: el consumismo exagerado y el cortoplacismo del modo de vida occidental, afectan en particular a aquellos países de los que obtenemos materias primas -pensemos simplemente en la deforestación acelerada de la Amazonia, o en los recursos mineros que se extraen con serias consecuencias para la salud de los mineros-, y que convertimos también en nuestros vertederos.
Un ejemplo: la Unión Europea y Estados Unidos generan más del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de China, durante los procesos de fabricación de productos que después se consumen en nuestros países.
Cuando hablamos de “transición ecológica”, tenemos por lo tanto que añadir “justa”, es decir acompañada por medidas específicas para evitar consecuencias sociales indeseables tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
2. Lo que la ciencia nos dice
La comunidad científica venía alertando de los riesgos ambientales mucho antes de que éstos aparecieran en la agenda política internacional. Tanto el cambio climático como el agujero en la capa de ozono habían sido identificados durante la primera mitad del siglo XX como la consecuencia de determinados gases de efecto invernadero (GEI ), en el primer caso, y de ciertas substancias químicas en el segundo. Asimismo, eran ya conocidos en esa época muchos de los efectos de la contaminación sobre la salud humana, y, de hecho, en muchos países occidentales se promulgaron leyes sobre calidad del aire y del agua potable, antes de que existieran compromisos al respecto a nivel supranacional.
La ciencia fue incorporándose gradualmente como soporte de decisiones políticas nacionales e internacionales: el caso más importante fue la creación en 1988 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC), impulsado por el Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA) y por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que está compuesto por centenares de expertos en diferentes disciplinas, apoyados por el trabajo de aproximadamente cinco mil especialistas. Los informes periódicos del IPCC -el último en 2021-(6) han ido reflejando el avance de la ciencia en la comprensión del proceso de calentamiento global, con hallazgos recientes que confirman la gravedad de la denominada “emergencia climática”. Hoy conocemos mucho mejor, por ejemplo, la relación entre el océano y la atmósfera, que actúa como acelerador del cambio climático, aumentando la frecuencia y la intensidad de huracanes e inundaciones; y también la progresiva pérdida de capacidad del océano como sumidero de GEI, a causa del aumento de la temperatura y de la contaminación en nuestros mares. Sabemos ya que la desaparición de la capa de permafrost en las regiones más próximas al Polo Norte está liberando ingentes cantidades de metano (uno de los más dañinos GEI) y provocando una peligrosa inestabilidad de los suelos, en áreas donde se ubican instalaciones industriales e incluso plantas de energía nuclear.
Lo más relevante es que -a pesar de la dificultad, reconocida por los científicos, para predecir el momento en que el calentamiento global produce efectos irreversibles-, existe un alto consenso sobre la inminencia de ese momento de “no retorno” en numerosos procesos de la vida en nuestro planeta.
La ciencia nos alerta también sobre la conexión entre el cambio climático, la degradación de los suelos, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, conexión que agrava la evolución de cada uno de estos procesos.
El equipo de científicos del Instituto para la Resiliencia de Estocolmo lleva varios años profundizando en el concepto de los “límites planetarios”, que entre otras cosas permite estimar el momento de “no retorno” anteriormente aludido, en un total de nueve procesos básicos para la supervivencia de la especie humana. (7)
El conocimiento científico ha permitido -además del diagnóstico sobre los desafíos ecológicos- el desarrollo de nuevas tecnologías más eficientes y menos contaminantes, (cruciales para la transición energética gracias al coste decreciente de las energías renovables y de la electrificación del transporte), así como de las denominadas “soluciones basadas en la naturaleza” (por ejemplo, los llamados “filtros verdes” como alternativa a las depuradoras convencionales).
De todo ello se deduce la importancia de tener en cuenta los avances de la ciencia y de la tecnología en la toma de decisiones tanto en el ámbito del sector público como del sector privado: se trata de cuestiones que afectan ya a la salud y a la seguridad de la especie humana, y que por supuesto condicionarán la calidad de vida de las generaciones futuras.
3. La concienciación ciudadana
Toda actuación humana conlleva un impacto sobre el medio ambiente. Nuestra “huella ecológica“ depende de miles de decisiones diarias: aunque esas decisiones pueden tomarse de forma más o menos sostenible, dependiendo de la regulación y de los incentivos establecidos por la legislación, hay una evidente responsabilidad individual en nuestra alimentación, nuestros modos de transporte, nuestros hábitos de consumo… e incluso en nuestras preferencias a la hora de votar a unas opciones políticas o a otras. Y es obvio que no se puede poner permanentemente a un policía detrás de cada ciudadano para comprobar la sostenibilidad de sus actos.
Hoy día las nuevas tecnologías de la comunicación permiten acceder con facilidad a toda la información disponible sobre las causas y las consecuencias de los problemas ambientales; y permiten también compartir esta información con millones de personas, facilitando un auténtico activismo global. Es una buena noticia, ya que sin una implicación mucho más generalizada de la ciudadanía en el necesario cambio de paradigma económico, dicho cambio no será viable o, en todo caso, se producirá demasiado tarde, cuando hayamos superado el punto de “no retorno” en los denominados “límites planetarios”. Los ciudadanos pueden, con sus decisiones sobre lo que consumen, cómo se mueven o cómo votan, influir significativamente en las empresas y en los gobiernos.
Desde la acción pública se puede, y se debe, incentivar la participación pública para avanzar en la concienciación ciudadana en materia ambiental. Un buen ejemplo es la puesta en marcha de la Asamblea Ciudadana por el Clima, prevista en la ley sobre cambio climático, compuesta por cien personas representativas de nuestra sociedad en términos sociales, de género y territoriales, que han presentado recientemente al gobierno sus primeras recomendaciones. (8)
4. Cómo se puede incidir desde la política para acelerar la transición ecológica. El caso de España.
Lo primero que cabe decir es que no sirve de nada promover la transición ecológica desde un ámbito específico del gobierno (local, nacional o supranacional), si no se interiorizan sus objetivos y sus condicionantes en todas y cada una de las áreas de la acción pública. De nada sirve, por ejemplo, que se incentive el ahorro y la eficiencia en el consumo de agua, si desde la política agrícola se continúa fomentando la expansión del regadío, incluso con acuíferos sobreexplotados; de nada sirve exigir responsabilidad ambiental a las empresas dentro de nuestras fronteras, si dichas empresas, gracias a los tratados de comercio y de inversión internacional, pueden deslocalizar parte de su producción hacia países con una regulación ambiental laxa… La coherencia entre las diferentes políticas es crucial para avanzar de verdad en la transición ecológica. Esa coherencia resulta menos compleja de conseguir si quien tiene la responsabilidad en materia de transición ecológica está en un nivel jerárquico superior respecto a los responsables de otras políticas sectoriales. Por eso, la decisión de crear una vicepresidencia para la transición ecológica en el gobierno de Pedro Sánchez, con capacidad para orientar decisiones de distintos ministerios, constituye un hito muy notable que debería ser replicado en las administraciones territoriales.
A nivel europeo se cuenta también con una de las vicepresidencias de la Comisión Europea con análogas competencias.(9)
Existen numerosas medidas útiles para promover el uso de tecnologías más limpias y eficientes, así como para fomentar comportamientos individuales más responsables, comenzando por la educación. Las generaciones más jóvenes ya están aprendiendo, desde muy pequeños, las consecuencias de nuestros actos sobre nuestro entorno natural; las normas vigentes sobre el curriculum educativo exigen reforzar este conocimiento, asociado al aprendizaje de valores éticos fundamentales para que esos niños y niñas sean en el futuro ciudadanos responsables respecto de su propio comportamiento y a la vez exigentes frente a empresas y a gobiernos.
El acceso a la información, a la participación y a la justicia en materia ambiental son derechos incorporados a nuestra legislación desde 2006 (10), año en el que también se creó la Fiscalía especial de Medio Ambiente y Urbanismo, que cuenta actualmente con más de 170 fiscales dedicados a la prevención y persecución de los delitos ecológicos y urbanísticos.(11)
España ha consolidado un potente liderazgo a escala internacional en materia de energías renovables, gracias a una prolongada acción política desde la década de los noventa, interrumpida sólo durante las etapas de gobierno del Partido Popular, que llegó a eliminar los correspondientes incentivos en 2012, provocando entre otras cosas la pérdida de 80.000 puestos de trabajo. Actualmente se está desarrollando una ambiciosa hoja de ruta, el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC) (12), para cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de Paris sobre reducción de las emisiones de GEI, hasta alcanzar la plena descarbonización de nuestra economía en el año 2050. El PNIEC contempla además un calendario de cierre de las centrales nucleares, establecido de forma que dicho cierre se produzca cuando esté plenamente garantizado el suministro alternativo de electricidad.
El transporte (terrestre, marítimo y aéreo) es uno de los sectores donde resulta más difícil reducir la correspondiente contaminación, al consumir casi exclusivamente combustibles fósiles, causantes tanto del cambio climático como de importantes problemas de salud. La Comisión Europea está avanzando en el establecimiento de normas que, entre otras cosas, prohibirán la venta de vehículos que utilicen gasolina o diesel a partir de 2035, impulsando con potentes incentivos el vehículo eléctrico, así como el uso de biocombustibles y del transporte público.
Una de las cuestiones más complejas para el éxito de la transición ecológica en España es la política del agua, ya que todavía parte de la opinión pública (en particular en el medio rural) sigue convencida de que la simple construcción de embalses o conducciones garantiza sin límite los recursos hídricos. Lamentablemente, el cambio climático comporta ya una drástica reducción de precipitaciones que se acentuará en los próximos años, y que obliga a cambiar el enfoque de oferta hasta hoy dominante. Las condiciones climáticas exigen un replanteamiento de las actividades agrícolas y ganaderas para una mejor adaptación al cambio climático, a partir de una reducción del uso del agua para regadío, que supone en la actualidad más del 80% del consumo total del agua.
Es urgente además evitar la contaminación y la sobreexplotación de los acuíferos, así como la consideración de los denominados “caudales ecológicos”, es decir del establecimiento de un volumen de agua no destinable a ningún uso consuntivo, para preservar la biodiversidad fluvial y la necesaria aportación de sedimentos y de agua dulce en las desembocaduras de los ríos, para garantizar también la estabilidad del litoral así como la biodiversidad marina.
Actualmente se están tramitando los nuevos planes hidrológicos de todas las cuencas hidrográficas, para adaptarlos a las exigencias de la Comisión Europea.
Por último,- sin perjuicio de muchas otras medidas – cabe destacar la importancia de la preservación y restauración de la biodiversidad marina, objeto de Estrategias ya aprobadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Dichas estrategias deben contribuir tambien tanto a la fijación de población en el medio rural como a la garantía de suministro de alimentos y a la prevención de enfermedades. La pandemia del COVID 19 ha puesto de manifiesto la estrecha relación existente entre nuestra salud y la salud de los ecosistemas: más del 70% de las enfermedades infecciosas son la consecuencia de alteraciones en los mismos. (13).
La existencia de los fondos europeos Next Generation supone una extraordinaria oportunidad para impulsar la transición ecológica en España, ya que el 40% de los 140.000 millones de euros concedidos a nuestro país tienen que destinarse precisamente a dicha transición. Y, lo que no es menos importante, la aplicación de la totalidad de los fondos tiene que cumplir el principio de “no regresión ambiental”, es decir que no podrán financiar inversiones que resulten perjudiciales para el medio ambiente.
Vivimos, por lo tanto, un momento excepcionalmente positivo en términos de compatibilidad entre economía y ecología. Pero no cabe ignorar el avance de planteamientos negacionistas respecto del cambio climático o de la Agenda 2030 -esa hoja de ruta, comprometida por nuestro Gobierno, que integra objetivos económicos, sociales y medioambientales con un acertado enfoque holístico-.
Notas:
(1) Cumbre de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1972. www.un.org
(2) Club de Roma, “Los límites del crecimiento”, D. Meadows y otros, Fondo de Cultura Económica, 1972.
(3) R. Carson “Primavera Silenciosa” Editorial Crítica, 1962.
(4) “Más allá del PIB”, Banco Mundial, 2021.
(5) UNICEF: "Medio ambiente e infancia” 2022 www.unicef.org.
(6) IPCC: “Sexto Informe”, 2021 www.ipcc.es , 9 agosto 2021.
(7) Instituto para la Resiliencia de Estocolmo. “Planetary bounderies”, Nature 2009.
(8) Asamblea Ciudadana para el Clima. www.asambleaciudadanadelcambioclimatico.es
(9) Frans Timmermans, Vicepresidente para el Pacto Verde Europeo.
(10) Ley 27/2006 de 18 de julio por la que se regulan los derechos de acceso a la información,
la participación y la justicia en materia ambiental.
(11) Incorporada en la Ley 10/2006 de 28 de abril por la que se modifica la Ley 43/2003 de Montes.
(12) Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 www.miteco.es.
(13) Fernando Valladares: “La ciencia tiene que aprenderse a hacer valer”. Ethic, 31 marzo 2022.
Gran parte de la izquierda parece a menudo avergonzada de haber defendido en algún momento políticas igualitarias. El esfuerzo que han hecho y hacen numerosos dirigentes de izquierdas para simular que no lo han sido nunca, o que lo son en una medida no demasiado molesta para el poder económico, los ha llevado a asumir como propias las formas de intervenir en política de personas y partidos que tienen o tuvieron a su derecha.
Se pueden encontrar abundantes ejemplos en la historia contemporánea. Alguno, entre los más recientes, se ha puesto de manifiesto entre actores políticos que a principios de la pasada década participaron en la creación de más de una plataforma con voluntad de impugnar el régimen del 78 y que se reivindicaban como adalides de la “nueva política”. Hace un cierto tiempo sin embargo que muchos de ellos cierran filas con quienes habían querido desplazar del poder.
Se resistían a identificar sus nuevas formaciones como partidos políticos, pero querían entrar con fuerza en las instituciones. No tardaron lo más mínimo en dar un golpe de timón a su orientación inicialmente subversiva y no ahorraron gestos para significar que si pasaban a compartir responsabilidades de gobierno con quien habían identificado hasta aquel momento como agentes de la derecha no harían ningún estrago en el sistema.
Hablaron sobre la inutilidad de distinguir entre izquierdas y derechas y se autocensuraron en la utilización de simbología roja y/o republicana. Les parecía, así lo decían, que la tricolor, la roja y lo que representan podían poner la “nueva política” del lado de los “perdedores”. Sobreactuaron con la asunción del concepto “patriotismo” español, con un contenido muy difuso, para no dejarlo como patrimonio de la derecha. Con esta misma intención se solidarizaron significativamente con las aspiraciones corporativas de estamentos militares y funcionariales y elogiaron reiteradamente la tarea de los cuerpos policiales. Aspiraban a “ganar” y pretendían hacerlo con la complicidad de los votantes tradicionales de la izquierda pero también con gestos de comprensión y de asunción de sentimientos reaccionarios. Se trataba, así lo explicaban, de construir “una máquina de guerra electoral”, con una dirección homogénea, basada en liderazgos incuestionables y en la transmisión de mensajes sencillos, alejados de referencias a ideas socialistas y de líneas estratégicas emancipatorias.
Lucha contra «la casta»
Pusieron mucho énfasis sin embargo, durante bastante tiempo, en su voluntad de acabar con las prebendas de unos no muy definidos sectores o estamentos sociales privilegiados. No articulaban discurso sin hablar de la necesidad de luchar contra “la casta”.
En muy poco tiempo obtuvieron resultados espectaculares en las urnas e insistieron en su voluntad de gobernar. Celebraron la ruptura del bipartidismo, porque eso debía servir, dijeron, para aplicar correctamente la Constitución.
Los cargos que consiguieron en algunas instituciones, después de algunas contiendas electorales y de varias disputas, llamaron la atención. Vicepresidencias, en el gobierno del Estado y en algún gobierno autonómico; ministerios, alcaldías en ayuntamientos de las principales capitales, cargos en las mesas y comisiones de los parlamentos… pero el precio para obtenerlos fue el del pacto con fuerzas de la izquierda moderada o socioliberal que inicialmente habían descalificado rotundamente, además de los tratos para conseguir apoyo de algunos actores centristas o directamente derechistas. La “casta” desapareció de su lenguaje, se instalaron en el posibilismo y se esforzaron al demostrar que desde las instituciones, aunque fuera en posiciones subordinadas, se podían conseguir mejoras sustanciales “para la gente”.
Especialmente significativos fueron unos aplausos a la familia real en el Congreso de los Diputados, justificados precipitadamente en nombre de una mejora en el salario mínimo. Hicieron daño a los ojos de no pocos demócratas, pero sirvieron para dejar clara, ‘de facto’, la lealtad al régimen del 78 y la aceptación de la autoridad de una institución hereditaria como la Corona.
Progresismo, ¿en qué sentido?
La aspiración al logro de algún tipo de sociedad socialista, que las izquierdas habían mantenido de diferentes maneras durante muchas décadas, hacía tiempo que había quedado abandonada y cerrada en el armario de las ideas obsoletas. ¿Quién se acuerda de ese anhelo? Los dirigentes y seguidores del partido que se denomina socialista hace mucho tiempo que arrinconaron la idea del cambio social y que dieron por consagrado el libre juego de la oferta y la demanda como «la mano invisible», reguladora incuestionable de las relaciones sociales y económicas. Comparten con la derecha neoliberal la consideración del crecimiento económico y del mercado como axiomas inmutables.
Últimamente, al hablar de sí mismos, a los portavoces “socialistas”, poscomunistas y de las formaciones que habían anunciado la llegada de la “nueva política”, cuando construyen discurso, les gusta identificarse todos juntos como “progresistas”, defensores de proyectos políticos «amplios», de ideas “modernizadoras”, «diferentes» y «nuevas», como si estas expresiones sirvieran para marcar alguna línea estratégica alternativa a las de las fuerzas de la derecha y para generar algún tipo de esperanza colectiva en un futuro socialmente justo.
Cuando hablan de “progresismo”, y lo hacen reiterada y constantemente, convendría que explicaran qué sentido otorgan a esa palabra, porque en las últimas décadas hemos conocido un progreso tecnológico extraordinario y un crecimiento económico casi permanente, acompañado de enormes destrozos en la naturaleza, irreversibles, que atentan contra la supervivencia de gran parte de la humanidad. Predican incansablemente, impúdicamente, en favor del crecimiento económico indefinido, como si los recursos materiales fueran infinitos, como si nuestro planeta lo pudiera aguantar todo.
Sería buena cosa que los “progresistas” se pronunciaran algún día sobre sí es progresista o no el cuestionamiento del derecho ilimitado a la propiedad privada; sobre cómo se puede avanzar hacia la democracia económica, como se puede evitar la concentración progresiva de la riqueza en pocas manos y el empobrecimiento extremo de más y más gente, sobre si hay que cambiar la titularidad de los medios de producción de bienes y servicios esenciales, sobre las garantías públicas de asistencia sanitaria universal igualitaria y de calidad, independiente de los intereses de la industria farmacéutica, de mutuas, hospitales y residencias privadas; sobre cómo hacer efectivo el derecho a la vivienda y a los servicios públicos en condiciones dignas para todo el mundo; sobre si tienen o no voluntad de implantar en algún momento un sistema de enseñanza totalmente pública, para toda la población escolar, separado de cualquier posibilidad de negocio; sobre la manera de garantizar a todas las personas unos ingresos suficientes para poder vivir tranquila y dignamente, sin la angustia de no poder pagar lo que es esencial en cada casa, sobre el derecho efectivo al trabajo estable, no precario y justamente remunerado, sobre el derecho al descanso y al ocio; sobre los derechos de las personas migrantes y refugiadas, sobre si piensan derogar algún día la ley de extranjería. Haría falta que hicieran explícita la voluntad de romper con cualquier sistema de explotación capitalista y/o patriarcal.
El lector ya sabe que podríamos seguir y seguir, y concretar mucho más, pero no se trata de exponer desde aquí, en un pequeño artículo, las líneas de ningún programa político para fuerzas de izquierdas que no tengan vergüenza de serlo, sino de advertir a través de estas notas sobre un fenómeno: el olvido del pensamiento igualitario, el desplazamiento progresivo hacia el neoliberalismo de casi todo el abanico de fuerzas políticas y la adaptación constante de quien había defendido ideas socialistas a los deseos de los acumuladores de poder económico y administrativo.
Crecimiento de la extrema derecha
Los partidos que hoy se autorreconocen como componentes de un bloque “progresista” hacen llamamientos de vez en cuando en favor de la creación de un “cordón sanitario”, para proteger a la sociedad ante el progreso de los extremistas de derechas, aunque a veces algunos de ellos prefieren no confrontar mucho con esta realidad. Atribuyen a menudo este engorde de los ultras a los medios de comunicación y, ocasionalmente, a los directores y jefes de edición de los programas de radio y televisión.
No hay duda de que los medios tienen un papel importante, pero la abundancia de líneas editoriales ultrasesgadas y reaccionarias debe considerarse más como la consecuencia que como la causa. Si la extrema derecha tiene oportunidad de crecer es, sobre todo, porque ante una crisis que parece indefinida la izquierda antigua y nueva se muestra incapaz de ofrecer un horizonte de esperanza y justicia social, unas expectativas de convivencia entre iguales, unas garantías de lucha efectiva contra el machismo en todos los ámbitos públicos y privados, cierta confianza en que nuestros niños y niñas pueden tener en el futuro una vida tranquila y segura, en una sociedad solidaria. Si la ultraderecha gana terreno es porque la izquierda se adapta a un sistema injusto, porque renuncia a su impugnación, por sus deslealtades a la clase trabajadora, a los sectores sociales que dan sentido a la existencia de un tejido asociativo, vecinal, sindical y partidario útil para la defensa de los derechos de las mujeres, de las personas migrantes, de la gente que sufre enfermedades, de las personas mayores, de la infancia.
Nos encontramos de nuevo en tiempos de cálculos y de expectativas electorales y los “progresistas” se ven obligados a pintar un poco de rojo, verde y lila sus discursos. Vuelven a hablar en contra de los ricos, todos se reivindican feministas, algunos recuerdan incluso, alguna vez, que existe lucha entre clases sociales y que las privatizaciones se hicieron en contra del bienestar de la inmensa mayoría de la gente. Evocan la existencia del sector público de la economía y los derechos de las trabajadoras y trabajadores, en una confusa mezcla con los de “las clases medias”. También se expresan alguna vez en contra de la represión, sin atreverse a reconocer, a pesar de la experiencia y las evidencias, que una vez pasen las citas a las urnas seguirán igual de indiferentes ante los atentados contra los derechos fundamentales y las libertades, el empobrecimiento progresivo de la población, las injusticias más flagrantes, la destrucción del medio ambiente… Poca cosa dicen ya sobre los compromisos adquiridos en sus campañas anteriores, casi nada sobre la ley mordaza, ni sobre la mayor parte de la legislación laboral que prometieron derogar, ni sobre la pobreza energética, los impuestos, la banca, los desahucios…
Siguen, además, imperturbablemente insensibles ante un sistema judicial corrupto, que hace la vista gorda ante episodios corrupción pero que robó años de vida en libertad a dirigentes y activistas, que cometieron “el delito” de impulsar el crecimiento de entidades soberanistas o la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Catalunya. Fueron indultados pero nunca amnistiados, como tampoco lo han sido el resto de encausados y exiliados por sus ideas y actividades en defensa de la soberanía de los pueblos.
La «nueva política» ante la matanza de Melilla
La “nueva política” envejeció a gran velocidad. Las personas que entraron en las instituciones en su nombre derrocharon la ilusión que se había generado en las plazas, en las marchas por la dignidad, las manifestaciones de apoyo a los refugiados, las mareas, y particularmente en las extraordinarias movilizaciones del proceso soberanista catalán. No son pocas las que pusieron sus proyectos personales por encima de los de la ciudadanía, que presentan algunas reformas y mejoras como conquistas históricas, que dan por acabada la precariedad laboral en contra de toda evidencia, menosprecian las tremendas cifras de personas socialmente excluidas y cierran los ojos ante la ruptura de los sistemas de protección.
La deriva política y social hacia la derecha se ha puesto de manifiesto últimamente de forma especialmente dolorosa. La matanza de decenas de personas migrantes a manos de policías marroquíes y españoles en la valla melillense ha sido abiertamente justificada y reiteradamente elogiada por el presidente del Ejecutivo “progresista”, sin que la vicepresidenta y los ministros más izquierdistas de la coalición gubernamental levantaran la voz con claridad para denunciar los asesinatos cometidos como consecuencia del racismo institucional.
Una sociedad políticamente sana se encontraría conmocionada por este atentado, más grave que el del 17A del 2017 en las Rambles de Barcelona, no solo por el número de víctimas sino por la autoría. Las personas con sentimientos humanitarios tendrían que estar exigiendo la dimisión de los gobernantes involucrados, por su incapacidad de controlar fuerzas policiales propias y las relaciones con el régimen del Marruecos.
Las palabras abiertamente xenófobas del presidente del Gobierno español de apoyo a los responsables y autores de la matanza resultan más que preocupantes, pero la reacción tibia y tardía de gobernantes y dirigentes políticos de su izquierda también provoca angustia y desazón. Su ausencia en los actos populares de protesta es sintomática de la deriva «progresista», del mismo modo que resulta relevante en sentido contrario la asistencia y participación de algunos representantes públicos consecuentes con su pensamiento y trayectoria.
Durante la pasada década parecía que los movimientos sociales ponían de moda la democracia, el respeto por las libertades y el valor de la solidaridad, pero la ambición de ocupar espacio dentro de las instituciones modificaron conciencias. Algunas personas sufrieron una auténtica metamorfosis que las llevó a recuperar prácticas que por un tiempo parecía que desaparecían. Fanáticos del posibilismo se obsesionan con el poder administrativo logrado, con los despachos, las subvenciones y el aumento del número de subordinados. Excluyen a discrepantes, expulsan disidentes y como hemos visto recientemente en Andalucía, intentan incluso que quienes habían tenido como compañeros no puedan expresarse en los medios de comunicación y en las calles.
Vuelven las prácticas autoritarias que en algún momento parecía que desaparecían. Vuelven a calumniar y a acusar a quién presenta alternativas en complicidad con la ultraderecha.
Con quién y cuándo hay que enfadarse
Lamentablemente se olvida demasiado a menudo la realidad que hay que confrontar, que es la de la riqueza concentrada cada vez en menos manos, la de la desigualdad social creciente y la de una crisis económica cronificada que siguen pagando quienes no la provocaron.
Para intentar aligerar el sufrimiento de los perdedores de siempre, desde el “progresismo” blando, pero también desde el feminismo anticapitalista y de formaciones revolucionarias, se reivindica con insistencia la ética de las curas, pero no puede ser la única receta. Tal como explicaba Marina Garcés no hace mucho, su aceptación se puede interpretar como que el daño es irreparable. “Nos quieren enfermeras del mundo mientras otros hacen daño. ¿Hasta qué punto nos tenemos que cuidar? ¿Cuándo llegará el momento de enfadarse?”, preguntó la filósofa con enorme pertinencia.
Todavía se pueden detectar entre gente de todas las edades los restos de aquella indignación que nació ante una democracia que no lo es, gente que no quiere saber nada de burócratas ni de luchas intestinas, asqueada ante el caciquismo, las puertas giratorias, las exclusiones, depuraciones, expulsiones, censuras, condenas, amenazas, la represión, las órdenes de guardar silencio…
“Que no nos representan, que no”, se gritó en las plazas y manifestaciones, en tiempos de movilizaciones que llegaron a contar con un gran apoyo popular. Aquella fuerza ya no existe, pero todavía vemos gente que sale a la calle para gritar contra el racismo institucional, para defender el derecho a tener derechos de las personas migrantes, para oponerse al aumento del gasto militar, reclamar la disolución de la OTAN y manifestar su disgusto ante quien revitaliza el atlantismo desde «la nueva política» y afirma que su reunión en la capital del Estado representa un “orgullo y un placer”.
“La política es así” afirman a menudo personas adaptadas al establishment. Las prácticas antidemocráticas y los intercambios de favores “no desaparecerán nunca”, admiten. La respuesta es obvia. Si “es así”, hay que buscar otras maneras de hacerla, para poner los proyectos colectivos y la vida asociativa de los barrios, pueblos y centros de trabajo por encima de cualquier ambición económica, interés burocrático o liderazgo individual. Hay gente que no se resigna y que todavía piensa que otro mundo es posible.
Sinfonismo español iluminado, un impresionante, precioso y muy necesario proyecto musical
¿Puede haber vida sin música? Seguramente el 99 por ciento de las respuestas a esta pregunta dirían que no. El arte de las musas, que decían los griegos, una de las mayores formas artísticas desde los tiempos más remotos ha acompañado a los seres humanos en los momentos de tristeza o alegría, de serenidad o exaltación. El arte de combinar sonidos bajo los principios del respeto al ritmo, la armonía, la melodía, es decir, la música, es esencial para la vida de cualquier persona y forma parte fundamental del patrimonio cultural de todos los pueblos.
Y, sin embargo, este importante capital social no siempre encuentra el apoyo y la ayuda necesaria por parte de los poderes públicos para mantenerlo y enriquecerlo.
Por eso cobra más importancia el Proyecto Luz, una valiente iniciativa audiovisual puesta en marcha por José Luis Temes, que se ha ocupado de la dirección de orquesta y de la dirección musical; de Marta Berzal y Julia R. de Haro, encargadas de la realización, las cámaras y la edición; y del ingeniero de sonido Javier Monteverde.
En un laborioso trabajo por recuperar a hombres y mujeres cuyas creaciones musicales han permanecido desconocidas, el Proyecto Luz ha realizado hasta el momento una colección de 14 audiovisuales en los que se unen y complementan el trabajo de compositores, orquestas y profesionales de la musicología, la historia, la literatura, las artes plásticas… El resultado son espectaculares obras de arte que hace unos días pusieron en pie en Madrid a más de trescientas personas de todas las edades, que abarrotaban el cine Paz y acudieron al estreno de los videos Ilustrados (número 10) yCursus Vitae(número 13).
El primero de estos dos audiovisuales recupera un concierto para piano y orquesta del compositor barcelonés Jacinto Codina, una maravilla de creación de un músico desaparecido antes de cumplir la cincuentena y casi desconocido en el panorama musical español. Su época, la Ilustración del siglo XVIII, ha permitido también un homenaje a la generación de intelectuales y artistas que promovieron el respeto a la sabiduría, la tolerancia y el progreso. Con la colaboración de Radio Clásica y la Orquesta de RTVE, este video nos permite escuchar en directo a Jovellanos o la duquesa de Osuna, mientras Codina pasa las hojas de la partitura de un concierto interpretado magníficamente al piano por Marta Espinós. El resultado es una joya de 42 minutos de duración, que no debería permanecer oculta.
El segundo, Cursus Vitae (número 13), está dedicado al compositor vallisoletano Luis de Los Cobos, una asignatura pendiente de la música española. Interpretado por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León bajo la dirección de José Luis Temes, durante 24 minutos vemos como la música de Luis de los Cobos se vincula a la gran obra escultórica y barroca española que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, un museo al que el compositor se sentía muy afín y al que consideraba uno de los mejores de España en su especialidad.
Como podemos apreciar en la imagen siguiente, otros doce audiovisuales forman parte del Proyecto Luz, una lista en la que se puede observar también el pequeño porcentaje de mujeres compositoras que hay, reflejo de la desigualdad de las mujeres en la historia de nuestra cultura.
A la pregunta de cómo seguirá este proyecto, José Luis Temes nos dice:
La respuesta a esta pregunta tiene dos niveles: desde el punto de vista artístico, seguimos teniendo ideas, sigue habiendo mucha música orquestal española maravillosa que es una delicia divulgar, y hay un público fiel que sigue con ilusión cada nueva entrega de LUZ.
Otra cosa es la viabilidad económica de esta aventura: el Proyecto LUZ ha recibido y recibe los más encendidos elogios, pero por desgracia carecemos de un soporte económico que lo viabilice. Hemos conseguido ayudas puntuales valiosísimas, tanto públicas como privadas, que agradecemos infinitamente, pero que son aún muy insuficientes. Somos optimistas, no obstante, y esperamos equilibrar la deuda que hasta el momento acumulamos. La ilusión artística es más fuerte que ese déficit.
No sabemos qué suerte correrá este proyecto pero desde aquí deseamos y confiamos en que este equipo, que hasta ahora asumido todo el riesgo, encuentre en las instituciones y entidades amantes de la música el apoyo y la ayuda que merecen.
El PP ha logrado una victoria contundente en las elecciones anticipadas en Andalucía. VOX logró menos de sus expectativas y la izquierda se ha metido un bacatazo importante. Este sería el resumen de una jornada que marca un punto de inflexión en la legislatura en curso. La duda será saber si es un cambio de ciclo, o se queda en una seria advertencia a la coalición de izquierdas que gobierna España. Las anteriores elecciones de 2018 nos invitan a la prudencia, ya que las tres derechas sumaron, y el PSOE arrasó en las generales de 2019, movilizando la izquierda 1 millón más de votos que la derecha.
Es evidente que el marco de la pandemia ha beneficiado al PP, partido gobernante, mientras que el de la inflación y los choques dentro del gobierno central, junto a la guerra, han empeorado las expectativas de la izquierda. Esto se ve reflejado en la abstención, mayoritariamente de izquierdas. Hay un cierto castigo a la izquierda gobernante incapaz de ofrecer un relato coherente que ponga en solfa sus éxitos, y demasiado acostumbrada a generar ruido en un momento, y en un marco, donde la gente reclama seguridad y certezas.
El PP ha logrado repetir los buenos resultados de Arenas en 2012 (1,58 millones de votos), consolidando su hegemonía en el Sur, sustituyendo al PSOE como en Partido Institucional Andaluz. El PP regó con 50 millones de euros a los medios de comunicación. El PP logró, con las encuestas del CENTRA y de los medios antes de la convocatoria electoral, instalar dos ideas: Moreno es un moderado (aunque no tenga nada que ver con sus políticas), y no hay posibilidades de que la izquierda gobierne.
Con ese marco, que compró mucha gente, incluido muchos dirigentes de la izquierda andaluza, la campaña «que viene VOX», junto con la campaña de Olona, muy sobreactuada, benefició al PP, que es probable que se haya beneficiado de un trasvase de votos del PSOE para frenar a VOX, ya que los votantes percibían que la izquierda no tenía posibilidades de alcanzar el gobierno.
El PP ha logrado con una imagen “centrista”, que poco tiene que ver con las políticas que ha realizado, recuperar parte del electorado que se marchó a VOX en 2019, casi absorber a CS, y superar a toda la izquierda junta. Es un espaldarazo a Feijóo, frente a Ayuso, y un voto de castigo a Sánchez. La campaña de VOX fue un desastre y ha frenado las expectativas de la extrema derecha tras CyL, lo que beneficia al PP como partido alfa de la derecha española, y se beneficiará de cara a las Generales.
Mientras la derecha ha logrado superar en Andalucía los 1,8 millones de votos obtenidos en 2012 (han llegado a los 2,1 millones), la izquierda se ha dejado un millón de sufragios en casa. No logra movilizar a los 700.000 que se dejó en las anteriores elecciones, y se deja más de 260.000 en estas.
La izquierda ha sido incapaz de romper la imagen de moderado y sacar a relucir la agenda antisocial y neoliberal de Moreno. La sensación es que éste no ha tenido oposición (o no ha aparecido en los medios), favorecido por la pandemia, que ha evitado manifestaciones de todo tipo frente a su política neoliberal. Si observamos a las candidaturas de izquierdas el panorama no era alentador y no favorecía un clima para un cambio de gobierno. La gestión de Moreno no había sido contestada en los años anteriores, por lo que no se percibía como mala, y la izquierda no presentaba una alternativa. Bonilla lo ha tenido fácil.
El PSOE apostó por un liderazgo centrista, sevillano y con experiencia de gestión, pero poco consistente. Esto ocurrió porque Susana se empeñaba en querer continuar al frente de la SG y María J. Montero no quería enfrentarse a su antigua compañera, a pesar de ser la mejor apuesta. Escoger a un dirigente vinculado a una época de gobierno anterior, y falto de una ideología clara, no daba la imagen de renovación que hacía falta.
Teresa Rodríguez se opuso, desde la segunda reunión, a sumar en una candidatura conjunta, con la esperanza de reconstruir una suerte de PSA «à la CUP». El resultado es que, a pesar de que saca 2 diputados, ha restado más de lo que ha sumado y ha favorecido la mayoría absoluta del PP. Si sumamos las candidaturas de P.A y AA se han perdido 6 escaños, y hubiesen quedado empatados con VOX, además de evitar la mayoría absoluta del PP. El ciudadano/a común no ha entendido en qué se diferenciaban dos candidaturas que se reclamaban lo mismo (feministas, andalucistas y verdes).
El resultado de Por Andalucía era previsible. Una candidatura hecha a toda prisa (cuando hubo tiempo para realizarla), con un nombre que se podía confundir con el de AA, una candidata desconocida, con todo el sarao del cierre de la candidatura jugando al «chicken game», son los principales motivos que han provocado este resultado. ¿Alguien le daría un voto de confianza para gestionar una Consejería cuando no habían logrado presentar los papeles a tiempo de la coalición?
Por Andalucía vuelve a porcentajes de voto un poco superiores a los de IU en 2008, y si sumamos a AA, que obtiene votos del mismo espacio político, se queda en resultados superiores a IU en 2012, pero lejos de 2018 (4% menos), y de 2015 (8% menos). La confrontación resta, como restó en Galicia. Se vuelven a perder votos y a no obtener trasvase de los votantes socialistas.
En Por Andalucía hubo la posibilidad de colocar a un independiente de prestigio, ampliando el espacio, y haber cerrado gran parte de la coalición en febrero, permitiendo una precampaña larga y obligando al PSOE a moverse. IU y Podemos prefirieron negociar hasta el último minuto para colocar a su candidato/a, con el resultado conocido. Se perdió una oportunidad histórica de salir a la ofensiva y marcar, de nuevo, como en 2014-15, la agenda política.
Se hizo una lectura conservadora tras el bacatazo de CyL, apostando a que se iba a la baja y saliendo a «empatar», con el resultado ya sabido. Profecía autocumplida de manual. La campaña ha sido poco imaginativa. IU ha sido poco permeable a ideas innovadoras de campaña, ni a argumentarios potentes. Se ha hecho una campaña clásica sin tener una gran cantidad de militantes para poder realizarla. La comunicación un desastre, sin capacidad, apenas, de incidir en la agenda. Sólo ha salvado los muebles en los actos la presencia de Yolanda Díaz, que animó un poco la movilización.
Esto es el fin de una forma de hacer política inaugurada en 2014. Campañas poco profesionalizadas, falta de encuestas, negociaciones hasta el último minuto, falta de extensión territorial, no meter publicidad en los medios, amauterismo, programas poco trabajados, coaliciones realizadas, siguiendo a Borges, “más por espanto que por amor”. Si la izquierda alternativa quiere pintar algo, tiene que tratar de revertir estos malos hábitos, así como formar a sus cuadros y realizar precampañas largas, con datos, encuestas, extensión territorial, etc.
El problema no es que Podemos estuviese invisibilizado en campaña o en el nombre. UP lleva dándose bacatazos desde las elecciones autonómicas anteriores (y locales). El problema es la falta de proyecto de país, falta de extensión territorial, calidad de cuadros, conflictos internos (donde ha habido tortas las expectativas de votos han bajado), exceso de ruido en el gobierno central, falta de relato, falta de autocrítica, etc. Es urgente abrir un proceso de reflexión o la historia nos llevará por delante volviendo al bipartidismo. La mayor parte de la ciudadanía no va a votar a una opción política que ande ensimismada en sus batallas internas, y peleada, como ya le pasó al PCE en los 80. Aprendamos de la historia, aprendamos de la experiencia.
Otra cuestión a tener en cuenta. El horizonte de la izquierda no puede ser volver a 2008. Ya en 2008 había problemas serios, no existe la “belle époque”. Hay que avanzar y progresar y significa trascender los marcos resistencialistas. No podemos continuar “defendiendo los servicios públicos” cada día más degradados, ni “defender el Estado del Bienestar”, como si este hubiese sido magnífico previo a la crisis de 2008. Hay que reformar dichos sistemas y explicar su utilidad, como la del pago de los impuestos justos, en suma, dar la batalla ideológica en torno a un proyecto de reformismo fuerte, su suscite consensos de gran parte de la población. Hay que recordar que lo que antes dábamos por hecho (democracia, Estado del Bienestar, etc.) ha sido desacralizado en años de descapitalización, privatizaciones y degradación. La política debe de acercarse más a la ciudadanía y hacerla partícipe, dar argumentos e ideas. Tenemos que construir la política sobre la sociología española realmente existente, y no sobre la falsa ideología que hace pasar la realidad por nuestro molde mental. Tenemos que estudiar.
Es necesario trascender el espacio de UP, que no deja de ser una coalición electoral. Necesitamos cuidar la cultura de la cooperación y el apoyo mutuo, y dejar de comprar la competitividad y el homo hominis lupus en nuestras organizaciones, que tienen que ser netamente democráticas y fraternalmente republicanas. Hay que reinventarse y lograr ensanchar el espacio y aumentar la militancia. Hay que levantar un proyecto de país, que trascienda unas elecciones, y organizar candidaturas potentes con buenos cuadros. Sabiendo que la mayor parte de los medios de comunicación te es hostil, hay que volver a tejer alianzas con la sociedad civil, con la ciudadanía, con el sindicalismo de clase, con los trabajadores y trabajadoras, y los estudiantes. Esa es la clave del éxito. Sin horizonte de esperanza no hay victoria para la izquierda, sin Perestroika no hay futuro, sin dar seguridad a una vida convulsa y futuro incierto la tendencia es al conservadurismo y a la reacción. Esperemos que el proyecto de Yolanda Díaz lo consiga. A día de hoy, es nuestra única oportunidad.
La ciudad habitada. Tres miniaturas del Madrid isabelino (José Sierra Álvarez)
Estamos ante una rigurosa descripción de Madrid en la que se iluminan fragmentos esenciales de la ciudad en el primer tramo del reinado de Isabel II, un tiempo en el que, nos dice el autor, “para emplear la fórmula gramsciana, algo no termina de morir y otra cosa, lo nuevo, no acaba de nacer, un tiempo de aceleración, un tiempo vivace”. La ciudad que aquí vuelve a vivir es “la ciudad habitada”, el espacio donde se agitan hombres y mujeres concretos, muchos de ellos perdidos para la Historia, pero ganados para esta historia que rescata la verdad, pequeña y esencial, de unas vidas que fueron el latido de una ciudad edificada con sus sueños y esperanzas, tejida con la urdimbre de sus luchas.
Un memorable “Elogio de la miniatura” es prólogo y declaración de intenciones. Una cita de Walter Benjamin abre el libro: “Descubrimos entonces, en el análisis del pequeño momento singular, el cristal del acontecer total”. La miniatura encierra un mundo, imagen frágil que nos proyecta el pasado; es veraz como lo son las vidas pequeñas y nunca narradas que aquí encuentran una voz que, al nombrarlas, convocan algo de su presencia real. José Sierra Álvarez nos dice: “¿no cabe preguntarse si acaso no anidará en ella una posibilidad específica de narración histórica?” Y de esto se trata. El autor, en este libro en el que recurre con profusión a crónicas e imágenes de los periódicos y revistas del Madrid de la época, se nos presenta, además de como coleccionista, como un cronista. Tan cerca del que imaginara Walter Benjamin en sus Tesis de Filosofía de la Historia: “El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia”. Coleccionista (juntando fragmentos, teselas, miniaturas, documentos arrancados de manos del azar) cronista (narrador de lo pequeño, lo perdido en los márgenes de la historia): es decir historiador.
Tres son las miniaturas que iluminan el Madrid isabelino. En la primera de ellas asistimos a la construcción de las casas del Maragato, junto a la Casa de Correos en la puerta del Sol, número 1 de la calle Mayor. Se nos dice: “quizás la historia de una manzana, de una casa (y tal vez de una escalera) permita iluminar de otro modo una sociedad y sus cambios.” Se dibuja así el ascenso de una clase social y las transformaciones que va imponiendo en el tejido urbano, a través de una de las figuras que más excitaron la imaginación del Madrid isabelino; Santiago Cordero, conocido como el Maragato.
La segunda miniatura se centra en los pasajes comerciales madrileños entre 1839, fecha en la que se construye el primero de ellos a 1848 en que cierra el único que por entonces sobrevivía. La crisis de 1847-48 arrasó con las estrategias especulativas que estaban en su origen y nuevas formas de organización del espacio comercial más próximas al gran bazar dieron al traste con una experiencia que estaba muy lejos de la demanda de productos de lujo que podía permitirse la exigua burguesía madrileña.
La calle plebeya: siete iluminaciones
La tercera y última miniatura es la que ocupa un mayor espacio en el conjunto del libro y, también, la más arriesgada. Se trata de “Siete iluminaciones sobre la calle plebeya de los años 40”. La calle como el espacio por excelencia donde se despliega la vida popular, su importancia estratégica en la formación de la experiencia de las clases trabajadoras, de ahí, señala José Sierra Álvarez, la necesidad de estudiarla, “de arrastrarla hacia el discurso historiográfico”. Hacerla un objeto de estudio específico que estaría, nos dice el autor, a caballo entre la Historia social y la Geografía histórica. Ante nosotros aparece el pueblo bajo de Madrid, “la plebe asquerosa” por utilizar la terminología de un cronista de la época. Lo que José Sierra Álvarez define como “una cultura de la pobreza y la supervivencia, defensiva, apoyada en vínculos de solidaridad, de cooperación e incluso de ayuda mutua” que tiene el barrio, la “aldea imaginaria” tan real como lo eran los barrios populares de Madrid, como el espacio generador de identidad colectiva. Lo que ahora se levanta ante nosotros son estas vidas sepultadas por el progreso, los desparecidos de la historia; apenas mención jocosa o tópicamente costumbrista en los gacetilleros de la época, en la sección de sucesos de los periódicos o en su presencia en las causas judiciales… fuentes que se manejan aquí con toda cautela por sus evidentes prejuicios de clase, pero también con la fina sensibilidad de quien rastrea y descubre las voces y las caras que allí palpitan.
Ganar para la historia estas vidas es el propósito que anima esta sección del libro. Lo que se nos enuncia así: “Estas gentes atropelladas por el incipiente desarrollo capitalista, zarandeadas por el flujo constante de la inmigración, recelosas de la sociedad y de la cultura burguesas en vías de instauración, estas gentes que aspiraban a vivir mientras sobrevivían, estas gentes son ahora nuestra gente.” Surgen así siete iluminaciones, fragmentarias, incompletas, que se nos muestran como una ventana, una visión fugaz de un mundo cuya restitución completa se nos escapa. O, como prefiere el autor, un friso arruinado donde faltan paneles y teselas esenciales, pero que, al menos, son una “quieta y profana iluminación.”
Las siete iluminaciones que nos propone el autor son las siguientes: algunos elementos de la política callejera del pueblo bajo, el trabajo en la calle, el espesor social y cultural de las fuentes, las músicas y ruidos de la calle, la ciudad nocturna, la experiencia y aprendizaje de los niños plebeyos en la calle: los ragazzi di vita del Madrid isabelino. Y, para terminar, la estratégica pelea cultural y política por la demarcación entre los espacios públicos y privados, por el control de la calle.
Clases sociales y espacio urbano
La última de estas “iluminaciones” viene a ser la formulación de una hipótesis que articula y da sentido al conjunto del libro. Aguadores, ciegos, músicos, prostitutas, niños… son estorbos que impiden la fluidez funcional del tráfico. Estamos, señala el autor, “ante una auténtica obsesión estratégica: la de la fluencia (…) la muy vieja (y siempre renovada) metáfora organicista de la ciudad, según la cual la calle habría de ser (solo) el sistema circulatorio que pusiese en relación funcional los espacios de la producción con los de la reproducción”. La plebe ocupaba la calle y, o por razones de orden público o de la fluidez funcional del tráfico, ha de ser desalojada.
En el Madrid de 1848, en el que circulaban 1.232 carruajes los accidentes son el pan de cada día y la mayoría de las víctimas son, claro está, las clases populares, ciegos, mendigos y los vulnerables reyes de la calle: los niños. Y, como una salmodia, como un necesario rescate, el autor enumera una larga -y, por supuesto, muy incompleta- lista de niños muertos y heridos, atropellados en las calles. El emergente orden burgués en lucha contra el viejo orden urbano, percibido como desorden y caos que se expresaba, sobre todo, en los usos plebeyos de la calle. Y el autor señala, la intuición que articula todo este ensayo: “Se trataba de desplazar la raya de lo público y lo privado (…) de extender al conjunto social la propia espacialidad burguesa”.
Tras estas tres miniaturas que componen el libro, aún se nos ofrece un epílogo en el que encontramos tres “Notas al margen”. “Qué cosa es la plebe asquerosa” sobre el concepto de lumpenproletariado, su formulación en Marx y Engels y su reformulación como categoría social en el siglo XX. “Fisiologías sociales” sobre los estereotipos fisiognómicos y su función de control social. “Niño delincuente, niño proletario” sobre la construcción discursiva de la infancia.
No es posible terminar esta reseña sin señalar dos características esenciales de este trabajo. La presencia constante de ilustraciones que, junto a la amplia documentación de textos, extraídos ambos de publicaciones de la época, son la base documental sobre la que se asienta la reflexión del autor; una documentación gráfica exhaustiva que los textos ilustran o con la que dialogan. Iluminaciones tanto en el sentido de estampas, miniaturas, imágenes, como en el benjaminiano de recuperación de fragmentos de vida, instantes luminosos, aunque efímeros, de toda una época; en ese sentido este ensayo, salvando las distancias, guarda, no sólo una filiación y una declarada deuda teórica con Walter Benjamin sino también una semejanza formal con el Libro de los pasajes.
La otra consideración hace referencia al estilo del autor. Escrito en un admirable castellano, en él encontramos humor, ironía y una extrema sensibilidad hacia el dolor o la injusticia; lo cual no suele ser frecuente en muchos trabajos académicos. En los “Agradecimientos” que se incluyen al final de la obra, José Sierra Álvarez nos dice: “El autor ha tratado de controlar su compasión, su enfado y su, a veces, indignación por la cotidiana y reiterada crueldad de clase que se destila de la documentación que ha manejado. Ha intentado modularla mediante el humor, esa forma de la distancia, pero no ha sabido ni querido eliminarla del todo. ¿Es que la diatriba de parte, se pregunta quien escribe, está reñida con la objetividad?; ¿y la parcialidad con el realismo? Filos de navaja”.
En el filo de la navaja se mueve el autor. Fijemos nuestra atención en la descripción de una viñeta, en la que se muestra una reyerta de mujeres, con la que se cierra el ensayo. En esta blow-up, esta ampliación de lo que sin sus palabras sería un borroso negativo, apreciamos una mirada de un exacto realismo, sin duda parcial, y una prosa tan precisa como compasiva. “No hay estatuas que miren al cielo de Madrid; de hecho, en ligerísimo picado, no hay apenas cielo: solo la muestra de un zapatero observa la escena, colgada de un alambre atado a un madero. Pero no: un perro ladra, mira un niño, descalzo y con el pantalón precariamente sostenido por un solo tirante; tiene un pie adelantado y quizá duda si intervenir con sus brazos pequeños: aprende. Nosotros también miramos, mientras la pantalla va lentamente a negro”. Nosotros, como el niño de la viñeta, también aprendemos; miramos para aprender. La pantalla va a negro. Las imágenes, las instantáneas, las iluminaciones, los fogonazos de vida, desaparecen; el zootropo ha dejado de girar o la película, ya terminada, da vueltas en la bobina. Pero estas miniaturas han iluminado el pasado de una ciudad, las huellas de unas vidas que han sido rescatadas para la historia en esta crónica apasionada y lúcida que nos ofrece José Sierra Álvarez. Leemos y miramos. Para aprender.
Notas:
*Este artículo ha sido realizado por Antonio Crespo Massieu para Espacio Público. Una aproximación más amplia se puede consultar en Viento Sur, 7 de junio de 2022.
La ciudad habitada. Tres miniaturas del Madrid isabelino José Sierra Álvarez.
Fundación Instituto de Historia Social, Valencia 2021.
Con todas las entradas vendidas desde hace semanas, mañana se estrena en Madrid, en el Teatro del Barrio, Acción comadres, una original acción feminista en la que nueve mujeres se reúnen para hablar de sus cosas y compartir sus experiencias. Y esta vez lo hacen en un escenario, cara al público, no en ámbitos privados como suele ser habitual.
Nueves son las mujeres que participan en esta excepcional acción. Y con tres de ellas tenemos la oportunidad de hablar hoy: María Botto, la coordinadora del grupo; Cristina Abelló, impulsora del proyecto y productora de la acción y la periodista y escritora Cristina Fallarás, que desde el principio ha trabajado en la puesta en marcha de esta pionera acción.
Agradezco además la valiosa colaboración de la periodista Marisa Kohan, que también participa en este experimento, para la realización de esta conversación.
1. ¿Por qué habéis querido trasladar a un escenario público encuentros y conversaciones que suelen ser frecuentes entre mujeres?
Acción Comadres va a ser otro encuentro de los que tenemos habitualmente entre nosotras en casa de Cris o de Marisa y Lydia. Mujeres que se sientan alrededor de una mesa para conversar, para comer, para bailar, para acuerpar. Nosotras al principio quedábamos para reaccionar a todo lo que pasaba, para salir a las calles, para luchar desde la rabia y el dolor. Y aunque eso no hemos dejado de hacerlo, nuestros encuentros se fueron convirtiendo naturalmente en otra forma de vivir. Nos hemos descubierto desde la palabra, el baile, la alegría, la acción. Es necesario salpicar a la ciudadanía con ese mensaje: la fuerza del feminismo la hacen los cuerpos cuidándose. Y, por eso, nos subimos a un escenario. Para celebrarnos y que otras puedan hacerlo también, nos dice Cristina Abelló, a lo que añade Cristina Fallarás: La ficción sobre las mujeres ha sido tradicionalmente escrita por hombres, pienso en Madame Bovary, Fortunata y Jacinta, Bernarda Alba… Me parece un ejercicio muy estimulante tomar esa voz, y hacerlo desde el lugar opuesto, desde lo no ficcional. Algo así como: “esto os lo han contado así, y sucede asá”. Con todos los condicionantes, claro. Y concluye María Botto: Como bien dice Cristina, la historia la han escrito por nosotras. Es el momento de reescribirla y escribirla. Siempre se ha hablado del secreto femenino. No hay secreto sencillamente no podíamos hablar.
2. Decís que Acción comadres no es una representación, no se actúa. Por eso entre las mujeres que van a subir al escenario no hay actrices, ¿pensáis que las actrices no podrían también participar como otras mujeres, simplemente hablando, sin actuar?
Queríamos que Acción Comadres fuera un diálogo con la realidad feminista, el hecho de ver a actrices en el escenario podía generar cierta duda sobre la veracidad del acto, no porque no fueran a estar estupendas sino por la sensación de estar viendo una obra de teatro y no fragmento de la vida cotidiana, explica María Botto, afirmación que completa enseguida Cristina Abelló:El 18 de junio estrenamos Acción Comadres y va a ser un pase único por diversos motivos. El más evidente es el formato: no se actúa, porque no hay libreto, no hay guion, y porque las mujeres que subimos en esta primera ocasión no tenemos ninguna formación teatral. Por lo tanto, cada pase generará una creación distinta. Por otro lado, las participantes no van ser siempre las mismas. La fuerza que tiene esta acción es que vaya girando por cualquier espacio cultural de cualquier ciudad combinando mujeres locales con algunas de las participantes fundadoras. En esa rotación por supuesto que se van a incluir actrices también. Y para concluir, Cristina Fallarás sostiene que: Sí, claro que habrá actrices. El hecho de que no participen en la primera acción responde a la necesidad de dejar claro lo que comentamos antes, que no hay ficción ni, en cierto modo, representación. Con dos actrices entre nosotras, eso podría haber quedado algo confuso.
3. Además de vosotras tres, participan en esta primera ocasión las periodistas Lydia Aguirre y Marisa Kohan, la abogada y activista Violeta Assiego, la abogada Piluca Baselga, la escritora y periodista Karmele Marchante, la abogada y economista Zinnia Quirós y la cantautora Amparo Sánchez (autora de la música), todas son profesionales que de alguna forma tiene un matiz público. ¿Pensáis que se subirán a un escenario para hablar de sus cosas, de sus intimidades, otras mujeres con un perfil mucho más privado?
Fallarás es muy clara en su afirmación:La elección de las mujeres para la primera acción responde a que sencillamente estaban ahí cuando surgió la idea. Se sentarán en Acción Comadres mujeres procedentes de todos los ámbitos y con todos los perfiles. Esto nace entre un grupo de amigas entre cuyas miembras hay muchas con presencia pública: periodistas, actrices, políticas, escritoras… Por su parte, C. Abelló confirma: Estoy convencida de que sí. De hecho, en el mismo estreno de esta acción, alguna de nosotras vamos a contar experiencias que no conocen ni familiares, ni amigas cercanas. Nos han enseñado constantemente que tenemos que estar calladas, pero ahora ya hemos descubierto la potencia que tiene la palabra. Decir lo que nos pasa, contarnos los cuerpos, es reconocernos. No hay nada con tanta fuerza como eso. Tenemos que contarlo todo. Y para concluir María Botto corrobora que sin duda, hay muchas historias y mucho que contar. Cuando una alza la voz es muy difícil acallarla.
4. Habláis de la importancia de la risa, de gozar, de la importancia de la alegría. ¿Creéis que esto introduce una vertiente nueva y muy importante en el feminismo?
Cristina Abelló:No creo que sea nueva, pero entre tanto griterío político banal nos hemos olvidado de abrazarnos y de celebrarnos. He descubierto en estos últimos meses que alejándome de ese ruido y volviendo a cuestiones más cotidianas y primarias estoy mejor. Insisto: cuidarnos entre nosotras es lo más revolucionario que podemos hacer. Mientras que para Fallarás:Pues a mí me parece que sí es bastante nuevo. Creo que hay un hartazgo de luto y queja, y lo entiendo. Pasamos la vida respondiendo a las violencias machistas, y son tantas que, aunque les dedicáramos 24 horas al día, no daríamos abasto. Tengo la sensación de que nos ha robado –o hemos olvidado— la posibilidad de pensar nosotras qué mundo queremos. Pues bien, queremos gozar, bailar, juntarlos a compartir los alimentos… De eso se trata, creo. A lo que Botto agrega:Hemos crecido con violencia hacia nuestro cuerpo, nuestro comportamiento, nuestro pensamiento. Nuestra sexualidad y nuestro deseo son censurados desde muy pequeñas. Es momento de celebrar que a pesar de todo, amamos, gozamos, bailamos, deseamos y que no somos nosotras las locas y las peligrosas.
5. ¿Habéis tenido algún tipo de ayuda para la realización de este proyecto?
Es Abelló quien contesta: No, no hemos tenido ningún tipo de ayuda. El empuje de todas es lo que ha hecho que Acción Comadres se estrene el próximo 18 de junio. Eso sí, estamos muy agradecidas de que el Teatro del Barrio nos haya acogido en el estreno.
6. Esta es la primera vez que se pone en marcha esta acción. ¿Cómo pensáis continuar?
Estamos empezando a cerrar encuentros en Asturias, Córdoba, Segovia y Barcelona. La idea es que esta acción se vaya repitiendo por todas las ciudades del país incorporando a mujeres en el escenario de cada territorio. Esperamos que dentro de un año, en una fecha señalada, consigamos que simultáneamente haya teatros llenos de comadres. Muchísimas mujeres conversando a la misma vez desde localidades distintas. Eso sería un éxito para todas, responde Cristina Abelló en nombre de las tres.
7. Habláis de gozar: Gozamos, gozamos, gozamos. No galopamos a lomos de la violencia. Pero ¿qué pasa si quiere subir a hablar a un escenario alguna mujer víctima de malos tratos o de violencia machista?
Las respuestas de las tres son rotundas. Cristina Fallarás:En el relato de casi todas las mujeres late la violencia machista. Gozar está en el encuentro mismo, en el hecho de compartir lo bueno y claro que también lo malo… De todas formas, es nuestra experiencia que, después de vaciarte y compartir el dolor, fluye la alegría. ¡Tenemos que acostumbrarnos a celebrar también!
¿Qué mujer no ha sido víctima de la violencia machista? Nos subimos al escenario recordando esas experiencias, pero con la fortaleza de estar juntas sobrellevándolas, dice por su parte Cristina Abelló.
Y concluye María Botto: Si una mujer quisiera compartir en el escenario una experiencia de esa índole creo que habríamos hecho nuestro trabajo. Poder compartir y verbalizar la violencia es uno de los actos más importantes que una víctima puede hacer. ¡No estás sola! es una realidad. Somos muchas y compartimos nuestra necesidad de reconstruirnos.
Enhorabuena y muchas gracias a las tres por vuestras respuestas. Y también a las valientes nueve mujeres que subirán mañana al escenario del Teatro del Barrio.
La tendencia a describir etapas o pensadores del pasado con nombres del futuro (como cuando a Kierkegaard se le llama existencialista) se da también en el otro sentido cuando catalogamos la actualidad con etiquetas del pasado. Es lo que hace el filósofo italiano Giacomo Marramao en un libro de reciente publicación en nuestra lengua. Por un nuevo Renacimiento trata de examinar esta corriente histórica al tiempo que traza paralelismos con el pensamiento de nuestros días.
Comienza el libro con un capítulo dedicado a la figura de Leonardo Da Vinci. De modo didáctico, y recurriendo a distintas fuentes, entre las que destaca un texto de Paul Valéry, Marramao trata de establecer lo que, a su juicio, es el rasgo más importante de esta importante figura del Renacimiento. En su opinión, Da Vinci es el ejemplo de que filosofía y ciencia no solamente deben colaborar, sino que son variantes de la misma idea de ars, prácticas de conocimiento y construcción. Es como si la separación en ambas disciplinas fuera completamente artificial y moderna y fuera necesario volver a leer el legado renacentista intentando realizar una lectura más ajustada al espíritu personificado por Da Vinci. De esta forma, lo renacentista, al igual que lo barroco según Eugenio d’Ors, no es tanto un periodo bien delimitado de la historia, sino un movimiento cultural que puede aparecer en distintas épocas. Marramao, en este libro, trata de trazar las líneas maestras de la recuperación para la actualidad de ese espíritu del Renacimiento.
Por cierto, no es el filósofo italiano el primero en formular la necesidad de que ciencia y filosofía colaboren. En los capítulos finales de la Teoría del todo, Stephen Hawking advierte cómo los físicos de nuestro tiempo han avanzado en la difícil y extraña comprensión del tiempo mientras los filósofos han ignorado estos descubrimientos, lanzando quizás una pulla al que ha sido el pensador más importante del pasado siglo, Heidegger, cuya concepción del tiempo no tiene nada que ver con la de la física más moderna. Como lectores, debemos extraer la lección, formulada de dos maneras distintas por Marramao y Hawking, de que un libro de filosofía debe combinar distintos saberes: literatura, historia, arte, y también ciencia. Un buen libro de filosofía, como los que escribía George Steiner, es aquel que es capaz de combinar muchas ideas provenientes de diversos campos y con ellas formular una crítica o una teoría que ayude a contestar las preguntas trascendentales. Otra lección que como lectores debemos extraer: la filosofía reciente es un extravío, una fantasía de las ideas como la que construye Hegel en el siglo XIX. Esto pueden pensar los lectores, que deben pensar también muchas otras cosas, hasta lo contrario de lo que se ha dicho en el presente párrafo.
La segunda parte de este breve libro trata de construir una genealogía de la palabra humanidad, echando mano de la etimología y la crítica cultural. Si bien el lector deberá descubrir estos razonamientos por sí mismo, queden las siguientes ideas como invitación a la lectura. Uno: el que vive fuera de la polis es una bestia o un dios. Esto tiene gran importancia: muchos filósofos (Mill, Nietzsche) han animado a vivir una vida singular y distinta, lo que supone poner en práctica la verdadera libertad. Ello supone apartarse de la costumbre y la comunidad. Ser libre, por lo tanto, puede convertirnos tanto en bestias como en dioses. Hay que esforzarse en ser diferente, podría sugerir Marramao. Dos: la libertad irrumpe en muchas ocasiones en lugares, situaciones y épocas en las que no habría debido darse. Quisiera añadir una tercera idea, aunque esta es de mi propia lectura (tres): el renacimiento sirve para construir un ser humano libre y total, un ser humano de muchos conocimientos. Un ser humano solitario y que por lo menos espiritualmente viveapartado.
POR UN NUEVO RENACIMIENTO
Giacomo Marramao
Traducción de Francisco Amella
Gedisa, 2022
“Como bien observó Carlos Marx, no habrá capital sin trabajo asalariado, y viceversa”, afirma el profesor Albino Prada en su último libro “Trabajo y capital en el siglo XXI. Mutaciones, consecuencias, alternativas”, recientemente publicado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Vigo. Y arranca de esta premisa para ahondar en las claves del capitalismo actual. La preocupación de Prada por el trabajo asalariado y el origen de este libro surgen después de haber leído las dos voluminosas obras de Thomas Piketty “El capital en el siglo XXI” (2014) y “Capital e ideología” (2019), y de la sorpresa que le produjo el hecho de que del trabajo asalariado y su creciente productividad se hable en pocas páginas en ambos libros. “El primero es un análisis certero del crecimiento y concentración del capital y sus rentas, pero solo en 40 páginas de 650 se centra en analizar el otro lado de la ecuación: el trabajo”, ha afirmado Prada, que manifiesta también que en el ensayo de 2019 solo cinco páginas de sus 1.248 están dedicadas a este segundo elemento indisoluble del capital, tema que es precisamente el núcleo central de su libro, en el que reflexiona sobre el presente y el futuro del trabajo asalariado.
La Primera Parte está dedicada a la “Desalarización capitalista”. Generamos una producción excedente con costes menguantes que se monetiza monopolísticamente y se despilfarra con obsolescencia programada, empleo en declive y jornadas de trabajo creciente, afirma el autor, que se pregunta si pueden considerarse como una solución las propuestas neoliberales de la jornada a tiempo parcial o la prolongación de la vida laboral.
En los tiempos actuales de robotización, digitalización e inteligencia artificial cada vez se necesitan menos trabajadores y la relación no salarial es cada vez más frecuente y más dependiente del capital. Los contratos por proyectos, falsos autónomos, el trabajo online, las horas extras no pagadas y otras características del trabajo actual no responden muchas veces a la lógica laboral sino a la mercantil, de tal forma que las clases trabajadoras están sufriendo una merma considerable de sus derechos.
Si las jornadas laborales eran de 55 horas semanales a finales del siglo XIX y se han ido recortando hasta las menos de 40 horas semanales actuales, ¿no podemos ir pensando en establecer unas jornadas de cinco horas laborales al días sin que haya desempleo y sin prolongar los años de vida laboral?
A responder a esta pregunta está dedicada la segunda parte del libro, “Productividad, jornada y vida laboral” que trata de dar una respuesta a la pregunta de si es posible generar en la sociedad actual la misma riqueza con una estructura laboral más igualitaria e inclusiva. Desde el punto de vista del autor sí que es posible. La solución está en establecer la jornada laboral de 26 horas semanales, “sin desempleo y sin prolongar los años de vida laboral, siempre que las ganancias de productividad no sean apropiadas únicamente por los dueños del capital”. Es decir, si hay una redistribución de la riqueza más justa socialmente. Y en este sentido, plantea que es necesario un nuevo contrato social para que la sociedad pueda protegerse del excesivo poder de los propietarios del capital.
En la Tercera y última parte, “Más allá de la sociedad salarial”, Prada considera que una renta básica, a escala del conjunto de la sociedad y en combinación con una creciente reducción de la jornada laboral semanal sin pérdida de ingresos, modificaría en su raíz la apropiación creciente, por los dueños jurídicos del capital, de los frutos obtenidos en buena medida gracias a nuestro acervo tecnológico-científico colectivo.
En definitiva, una renta básica, una profunda reforma fiscal y una socialización del capital productivo son las alternativas que propone Albino Prada en este interesante ensayo, que incluye también tres breves Anexos: “La Seguridad Social más allá de los salarios”, “El camino hacia una renta básica en España” y “Trabajo y capital: Robotización, Algoritmos e Inteligencia Artificial.
Notas:
*Albino Prada es doctor en Ciencias Económicas por la USC, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, miembro de ECOBAS y del Consejo Científico de Attac.
El éxito sin precedentes al que asistió el movimiento feminista en la huelga del 2018 ha marcado un punto de inflexión. En el pasado era un asunto minoritario, cuyas propuestas pasaban inadvertidas a pesar de afectar a la mitad de la población. Hoy su fortaleza política como movimiento ha provocado situaciones imprevistas, y sobre todo inimaginables para muchas de nosotras. La división de este año en dos convocatorias en un día tan señalado como el 8M debe ser un motivo para acercarnos a la reflexión sobre cómo podemos construir juntas no sólo desde la diversidad, sino también desde la pluralidad ideológica.
Independientemente de las luchas partidistas por el control del feminismo ya tratadas en los medios de comunicación, que probablemente expliquen la división de facto en un día clave como es el 8M, hay un debate legítimo y necesario sobre cuál tiene que ser la agenda feminista que no se está produciendo por la tensión creciente a la que asistimos como movimiento. La polarización se ha convertido en una barrera difícil de sortear, pero no puede caer en el olvido que es imprescindible afrontar los debates y las diferencias ideológicas de cualquier espacio político para evitar caer en posiciones paralizantes y cerradas.
La comisión 8M de carácter transinclusiva cuenta entre sus demandas con el acceso al aborto seguro, libre y gratuito o la educación sexo-afectiva en la enseñanza junto a otra serie de reivindicaciones clásicas de la lucha de las mujeres. En todo caso, su incidencia política se debe a que plantea nuevos horizontes deseables para el conjunto de la sociedad desde un enfoque interseccional que genere sinergias poderosas de cara a proponer un cambio sistémico.
Por ello, reivindicaciones como la derogación de la ley de extranjería o la ratificación del convenio 189 de la OIT son centrales en esta propuesta política que conjuga el género, la clase y la raza desde la radicalidad y la transversalidad. Aunque es de justicia reconocer que si la manifestación es de todas, no es exclusivamente por su interseccionalidad, sino por sus procesos asamblearios que la legitiman, así como por erigirse como la punta de lanza de las movilizaciones con vocación transformadora de los últimos años.
A pesar de contar con un papel protagonista dentro del movimiento feminista, no se organiza en estructuras suficientemente articuladas como para canalizar muchos de los debates que llevan anquilosados desde hace demasiado tiempo en los feminismos. Este reto requiere de un abordaje participativo, informado, pausado y con pretensión de alcanzar consensos mínimos que nos permitan tener voz e incidencia política en temáticas feministas que atraviesan los cuerpos de las mujeres en el ámbito reproductivo y en el sexual. La prostitución (motivo de división histórica dentro del movimiento), pero también la explotación reproductiva, la pornografía y la “donación” de óvulos son cuestiones propias del feminismo al guardar una estrecha relación con la opresión sexual que viven las mujeres fruto del significado cultural que se asocia al sexo identificado como el femenino, es decir, con el género.
La falta de estructuras que caracteriza a algunos feminismos cercanos al 8M refuerza la influencia de las redes informales que fomentan la colaboración y la cooperación en el mejor de los casos, al mismo tiempo que generan dinámicas excluyentes dentro de los procesos asamblearios como ya recogió muy acertadamente Jo Freeman por el año 1972.
Por otro lado, la principal demanda que recogía la manifestación minoritaria bajo el lema de “el feminismo es abolicionista” es la abolición del género, pero ¿a qué se refieren con esto? Es la expresión que han utilizado las feministas transexcluyentes para enunciar que el proyecto de Ley Trans del Ministerio de Igualdad que lidera Irene Montero reforzaría los estereotipos de género. El reconocimiento de la autodeterminación de género pondría en grave riesgo el sujeto del feminismo y, por lo tanto, su incidencia política. Existen más diferencias ideológicas entre ambas convocatorias, pero este es el verdadero motivo de la tensión interna de los últimos meses e incluso hace ya algunos años. Pertenecen a una corriente de corte conservador que también se da en otros países por lo que es un fenómeno internacional. En general, sostienen algunas posiciones cercanas a la extrema derecha, y en España llegan a compartir algunos posicionamientos ideológicos de Vox.
En esta coyuntura política, dicha cuestión ha sido el motivo, pero sobre todo la excusa de los dos partidos del gobierno de coalición, para disputar la hegemonía del feminismo en el plano electoral. Además, una reivindicación como “abolir el género” que por sí sola carece de relevancia ha sido apoyada por una parte del movimiento al vincularse a demandas legítimas como son el cuestionamiento de la prostitución como institución patriarcal, la construcción de un imaginario machista y misógino mediante la pornografía mayoritaria, o la explotación reproductiva de las mujeres a lo ancho del globo como la actual guerra de Ucrania ha vuelto a poner de manifiesto. Temáticas que no son abordadas por el argumentario, ni por el comunicado del 8M, pero que sí plantean retos para aquellas que nos consideramos feministas y que con demasiada frecuencia no se tratan para no reforzar las divisiones internas.
El uso del significante “abolicionismo” con legitimidad dentro de una parte importante del movimiento, que hace alusión a posiciones críticas con la prostitución como práctica social, ha sido instrumentalizado para vincular una reivindicación, que es histórica desde el sufragismo, con posicionamientos que deberían hacer cuestionar su asistencia a esa manifestación a toda persona que se considere comprometida con los derechos humanos. Por no mencionar que el manido lema “el feminismo es abolicionista” no es cierto, ya que es un movimiento plural hasta el punto de que muchas veces hablamos de feminismos. De hecho, en su seno hay corrientes muy críticas con la prostitución (incluso entre las abolicionistas tenemos disensos sobre cómo debería enfocarse), así como posturas “regulacionistas” que también tienen diferencias significativas entre ellas.
En un momento en que desde la izquierda movimientista hasta la izquierda institucional pasando por el sindicalismo de clase mayoritario no llenan las calles, el 8M cobra un protagonismo que lo sitúa como una de las fechas señaladas del año. La pregunta, por lo tanto, es cómo mantener una agenda propia cuando su capacidad movilizadora coloca a las feministas en un lugar estratégico que desborda con mucho lo que podrían ser sus demandas clásicas. Estamos asistiendo al momento en que el feminismo es el espacio transversal en el que incidir políticamente, y no la izquierda mixta en la que estábamos acostumbradas a intervenir en calidad de feministas “pesadas” que siempre tenían que colocar sus demandas ante las resistencias patriarcales. Esto puede llevar incluso a que nuestras reivindicaciones sean relegadas en nuestros propios espacios con el fin último de llegar a consensos más amplios o incluso a que pasen al olvido dado el carácter altruista y sacrificial que se espera de nosotras. Esos roles de género que nos acaban pesando inexorablemente en todas las facetas de nuestra vida; la personal, la laboral e incluso la militancia política.
Ahora que parece que todo el mundo es feminista, que todas las mujeres de izquierda parecen no renegar de las demandas propias de las mujeres, tenemos que asegurar que nuestros espacios no pierdan su especifidad, ni su apuesta crítica por colocar los derechos de todas en el centro, también aquellos que tienen su origen en la opresión de género. La omisión de algunas cuestiones centrales que nos atraviesan en cuanto mujeres pueden ser un arma de doble filo y servir de excusa para aquellas que en nombre del feminismo excluyen a las mujeres trans.
De hecho, este año asistimos a como la convocatoria transexcluyente canalizó la indignación generada por una serie de debates sin resolver que tienen que ver con cómo afrontar las diferencias ideológicas relacionadas con nuestra sexualidad y la delimitación del acceso a nuestros cuerpos por parte del mercado. El hecho de que sea precisamente este sector el que ocupe el lugar de la irreverencia cooptando la bandera feminista es un motivo de preocupación. No hay que olvidar que en la actualidad la apariencia de radicalidad, aunque sea falsa, la búsqueda de identidad grupal, y los movimientos políticos construidos en torno a la exclusión en clave reaccionaria cobran fuerza.
La unidad en torno a determinados días señalados como el 8M tiene que ser un objetivo del feminismo no por mera romantización, sino porque se carece de estructuras que permita gestionar las diferencias sin que eso reste voz, e impacto a nuestras reivindicaciones a nivel mediático. Para ello alcanzar una agenda feminista que recoja los derechos de las trabajadoras domésticas, de las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio y de las limpiadoras junto con la crítica a la prostitución, o la pornografía como realidades que ahondan en la desigualdad de género es inaplazable.
No nos vamos a poner de acuerdo en qué pensamos sobre la prostitución, pero sí podemos encontrar consensos en defender bolsas de empleo en condiciones dignas con ayudas específicas para mujeres que independientemente de la modalidad de prostitución en la que se encuentren quieran abandonarla. Esta medida implicaría garantizar una mayor agencia para ellas, ampliar su libertad y su posibilidad de elección. Un ejemplo de una política pública en esta dirección es Barcelona Fem Tech, una propuesta que pretende acercar a mujeres precarias a trabajos relacionados con la tecnología a través de la formación.
Por otro lado, la guerra de Ucrania ha puesto a la vista de todas la deshumanización de las mujeres cuya capacidad reproductiva se mercantiliza en beneficio de parejas del norte global, ¿por qué no exigimos que se prohíba inscribir a esos niños y niñas estableciendo una moratoria que permita disminuir paulatinamente esta situación de explotación? Estos son dos ejemplos que deberían ser fruto de debate y reflexión conjunta que reflejan la dirección que nos debe guiar; construir una agenda feminista que articule las demandas cruzadas por el género fruto de la crisis de la reproducción social con consensos sobre los debates históricos del feminismo sobre la sexualidad y la reproducción sin temores.
Lo anterior no implica renunciar a nuestros posicionamientos, sino valorar que no podemos dedicar energías a enfrentarnos las unas a las otras cuando la ultraderecha cuenta con recursos para poner anuncios en el metro cuestionando nuestro derecho al aborto. Y para todo lo anterior, es necesario construir estructuras democráticas feministas acordes con el cada vez creciente número de mujeres politizadas en el feminismo, para que la reacción patriarcal que ya llevamos sufriendo varios años no nos arrastre con la resaca de la ola. Sólo así podremos construir pensamiento y praxis colectiva para pasar a la ofensiva, parar los pies a la ultraderecha y construir alternativas a la crisis climática que nos acecha.
Notas:
*Inés Morales Perrín es politóloga especializada en género.
En estos días en los que la mayoría de mujeres feministas alzan sus quejas al poder judicial y piden en distintos actos, más o menos públicos, el indulto para María Salmerón, aparece el libro de Beatriz Gimeno, titulado “Misoginia Judicial” con el subtítulo esclarecedor en sí mismo de La guerra jurídica contra el feminismo. Título que anticipa la descripción de algunos casos de la violencia ejercida contra las mujeres y muy especialmente contra las madres que protegen a sus hijos de padres maltratadores, incluso con hechos probados y sentencias en firme. Título, por lo tanto, que no se aloja estrictamente en un afuera externo a todo lo que nos cuenta Beatriz Gimeno; más bien abre, enseguida, todas las cuestiones que afectan jurídicamente al feminismo y nos aclara, si cabe, la propia misoginia de una Institución que mantiene vigentes leyes del pasado. De esta manera nos encontramos ante un texto tejido con estos vaivenes que, una vez más, sirven para expresar la fluctuación entre la Justicia y el Derecho.
La hija de María Salmerón le pidió en 2019 a su madre que le defendiera de estar con su padre, condenado por malos tratos. La desobediencia de María consistió en suspender el régimen de visitas para proteger a su hija. Algo tan Justo como eso le llevará, antes que acabe este mes de mayo, a la cárcel, cumpliendo así la condena con respecto al delito señalado y dictaminado por Derecho. Ya en 2018, Naciones Unidas pedía a la Justicia española la revisión urgente de eliminar la discriminación de las mujeres en las resoluciones judiciales, así como escuchar las voces de los niños y niñas que viven la violencia vicaria en las familias. Ejemplos como este de María Salmerón son los que ilustra el último libro de Beatriz Gimeno. Escribe sobre la sentencia, conocida como “Campo algodonero” que enlaza perfectamente la cuestión de la desigualdad estructural con la violencia específica que sufren las mujeres y Naciones Unidas condenó al Estado de México porque no dispuso los medios adecuados para luchar contra los estereotipos de género. Sobre violencia específica contra las mujeres, y ya muy particularmente sobre la denegación del indulto a María Salmerón por parte de la Ministra de Justicia, que considera vinculante la sentencia del Tribunal que la dictó, vienen al caso sus propias palabras.
Le hemos escuchado, tanto en la prensa como en la concentración del día 4 de mayo, delante del Congreso, y de viva voz, cómo siente sobre ella y su hija esa violencia institucional al denegarle el indulto que el Consejo de Ministros rechazó el pasado 26 de abril por ser reincidente y atendiendo a la negativa del tribunal que dictó su sentencia. Actitud esta, tanto del Tribunal como del Gobierno, similar al caso Juana Rivas. No se puede olvidar que en España desde 1996 la mayoría de los gobiernos de la democracia española han indultado a políticos y no sólo eso, han perdonado casos de corrupción. En esto último la cuestión de reincidencia es probable que necesite alguna que otra consideración.
Otro de los casos que cuenta Beatriz Gimeno en el libro es el de Irune Costumero y Ángela González Carreño, que se justifican con el SAP (Síndrome de alienación parental). A la hija de Irune la secuestró el padre violando el régimen de custodia. Pero la policía no consideró la denuncia y ni siquiera buscó al padre. Un claro ejemplo de desigualdad institucional. Interesante, también, leer las explicaciones en situaciones de violencia vicaria, abusos sexuales y estereotipos de género; los tribunales han pasado de la madre cuidadora, admitida como custodia de los hijos, a la madre protectora para la que despliegan en su contra las recomendaciones del SAP, interesado en que cualquier padre, aunque sea maltratador, es mejor para los niños y niñas que un padre ausente y es necesario mantener esa relación, contra viento y marea. La judicatura no puede dejarse llevar por estos estereotipos, como dice Gimeno, “esto es falso, además de peligroso”. Unido a otros casos, la ONU ha condenado a España porque estima que todo lo referente a esta artimaña es un claro sesgo de genero. Sin ninguna duda el feminismo anima a las madres a denunciar los abusos de todo tipo contra sus hijos e hijas, el estereotipo patriarca se siente amenazado y el SAP, en tanto que maniobra sectaria, sale en su defensa a ultranza empleándose como arma contra ellas.
¿Qué otra cosa puede ser sino misoginia y machismo en los órganos judiciales con las madres protectoras, se pregunta Violeta Assiego, en su artículo aparecido el día 4 de abril en la revista Pikara. A pesar de que los órganos internacionales han calificado de “falsos” los síndromes de alienación parental, se siguen aplicando en los tribunales de familia? Assiego compara estas decisiones judiciales “con el Código Civil y Penal franquista que retiraba la patria potestad a mujeres separadas, no escuchaba a los niños y negaba la violencia sexual dentro del matrimonio”. Escritoras feministas señalan al patriarcado como síntoma revelador de la desigualdad estructural en la sociedad que vivimos. Síntoma, estructuralmente también, poco analizado antes de la aparición de los feminismos a los que se deben su desvelamiento y que poco a poco y paso a paso van transformando la sociedad en un ámbito más agradable y más justo para vivir. Sugerente también, en cuanto los síntomas poco analizados históricamente, es el análisis de Federici sobre la llamada “caza de brujas”. Nos recuerda que la historia la mandó casi al olvido y al silencio o, en todo caso, ha tratado las torturas, condenas a la hoguera y persecuciones terribles, casi como algo meramente folclórico.
Somos las feministas quienes nos sentimos llamadas a escribir la historia traumática padecida por las mujeres y desvelar las características del poder patriarcal. Y no, no es nuevo, como se deduce de la caza de brujas y de otras muchas instancias en las que secularmente se sometió a la estricta obediencia y sumisión a las mujeres. Quizá lo actual, que inspira temor, es una cierta querencia protagonizada por algunos sectores del neoliberalismo patriarcal al mirar a un pasado terrible del que más proclives a olvidarlo, se tiene algo parecido a la nostalgia.
Resumiendo: de la madre cuidadora a la madre protectora hay un patriarcado en connivencia con el capitalismo que pretende ahogar todos los avances conseguidos hasta la fecha por el/los feminismo/s. Y sí, queda mucho por hacer, como se ve en los textos y situaciones que aquí se citan, puestos en negro sobre blanco. Dice Esther Vivas que la mamá desobediente no es tarea fácil en esta sociedad que se vislumbra hostil a la maternidad.
Notas:
*Concha Torralba es filósofa.
Misoginia judicialLa guerra judicial contra el feminismo
Beatriz Gimeno
Catarata, 2022
¿Existen otras formas de afrontar un conflicto como el de Ucrania? ¿Cómo se articula el derecho de la población a defenderse sin el envío de armas a Ucrania desde una perspectiva pacifista? ¿Quiénes son los principales interesados en que se produzca un aumento en el gasto militar? ¿Está recibiendo la población información correcta sobre la guerra en Ucrania? A estas y a otras preguntas respondieron Jordi Calvo, vicepresidente de la International Peace Bureau; Pere Ortega, del Centre d’Estudis per la Pau J.M. Delàs; y Itziar Ruiz-Giménez, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid; participantes en este debate organizado por Espacio Público y moderado por Virginia Pérez Alonso, directora de ‘Público’.
A veces tenemos la posibilidad de leer y/o escuchar a personas que se pronuncian clara y sinceramente en favor de la igualdad, la paz, en contra de la extensión de la injusticia y que lo hacen con especial elocuencia. Gente que tiene capacidad de promover solidaridad. Mujeres y hombres que demuestran más o menos abundancia de conocimiento pero que comunican bien y saben exponer ideas de contenido social, contrarias a la violencia, dirigidas a las colectividades. Algunas de estas personas, en algún momento, puede ser que ganen poder de convocatoria. Pueden resultar convincentes y esto las puede convertir en candidatas a ocupar determinados espacios dentro de las instituciones. De hecho, algunas ganan lo que se conoce como capacidad de liderazgo.
Necesitamos gente de este tipo, no cabe duda, siempre y cuando no pongan esta cualidad al servicio de ambiciones de acumulación de poder personal.
Esta decantación se produce a menudo y los efectos resultan nefastos para las entidades, organismos, sectores sociales y/o naciones que consiguen “liderar”, porque no solo quieren poder, sino que intentan incrementarlo y perpetuarse en sus cargos. Lo hacen a veces en nombre de “valores” siempre invocados por los autoritarios: la patria, los intereses reales de la ciudadanía, la seguridad, las razones de Estado, el bienestar… Se trata de personas que intentan monopolizar el derecho a la palabra, que difícilmente participan en movimientos o iniciativas que no encabecen, que sólo les interesa la presidencia, el ministerio, la alcaldía, la secretaría general, el cargo parlamentario, la magistratura, el mando, la dirección… y que desde estas posiciones no dudan en acusar a sus antagónicos de su propio mal, de querer poner sus proyectos personales por encima de los proyectos públicos de interés general.
Algunos de ellos manifiestan una acusada tendencia a perpetuarse en posiciones de control. Cuando les parece que se acerca o ha de llegar el momento de su relevo alegan que tienen que seguir en el cargo para terminar el «trabajo pendiente», a pesar de que sólo les pide su permanencia gente que ha hecho cierta carrera a su lado, personas que llevan tanto tiempo en la vida política o institucional que tienen dificultades para ejercer una profesión u oficio cualquiera. Si aparece algún discrepante le acusan de querer dividir, de romper la necesaria unidad.
Afortunadamente existen respetables excepciones, numerosas, pero el anhelo de poder, económico, administrativo, militar… es una plaga social contra la cual no se han encontrado fórmulas definitivas de curación. Es una enfermedad que transforma personas en “líderes”, más o menos carismáticos, inteligentes o preparados, que se sienten capacitados para marcar caminos a seguir al resto de la población y castigar violentamente o marginar a quién no siga sus directrices. Personajes que prescriben pensamientos y comportamientos, que interpretan el ejercicio de la libertad de los otros como un gesto de enemistad y que toman distancias con cualquier ser humano inclinado a reflexionar por su cuenta. Los celos en relación a personas que les puedan hacer sombra les lleva a construir un entorno de colaboradores grises, atemorizados, dóciles y sumisos, dispuestos a actuar contra el disidente o el contestatario.
La enfermedad se agrava a veces hasta el punto de hacer aparecer como ‘líderes’ a personas mediocres, incapacitadas para transmitir ni el más mínimo conocimiento, sin otra virtud que la habilidad para utilizar márgenes de maniobra dentro de los aparatos.
Convendría que dentro de la vida política y social exploráramos caminos para corregir estos comportamientos. A lo largo de la historia hemos visto dirigentes que se han presentado a sí mismos como ‘proyectos políticos’ en sí mismos. Los vemos también en la actualidad. ‘Proyectos’ sin ideas, sin propuestas ni modelos que puedan generar, razonablemente, esperanzas en un futuro pacífico e igualitario, sin amenazas, en el cual los comportamientos solidarios no sean la excepción, donde no se imponga la ley del más fuerte.
Hay que desconfiar de los individuos que esperan encarnar de alguna manera en su cuerpo y alma lo que desea la población y que aspiran a convertirse en autoridades facultadas para restringir libertades y pedir lealtad y respeto por el poder que han logrado. Su discurso a menudo se encuentra muy vacío de contenido, pero lo tienen que llenar de palabras y tienen que buscar adjetivos. Entonces dicen que representan algo diferente, patriótico, nuevo, moderno, amplio, muy grande, progresista… No precisan en qué sentido hay que progresar y cuando lo hacen a menudo se constata que se adaptan a los objetivos del poder principal, el económico.
Lamentablemente a menudo estos personajes también identifican el ejercicio de su autoritarismo con la defensa de la democracia. Y de la libertad y de la paz. Incluso de la solidaridad. Lo hacen sin complejos y procuran hacerse con el aparato comunicativo suficiente para extender esta idea. Si les hace falta y pueden, silencian al disidente, lo criminalizan, lo expulsan o lo reprimen.
Por fortuna hay gente que practica el pensamiento libre, y crítico, que propicia el debate como fuente de conocimiento, que no ambiciona ningún tipo de poder personal y no permite que ninguna autoridad invada su cerebro.
Gente que explica en estos días lo que es obvio, que la democracia es incompatible con el capitalismo, que la paz no se construye con armamento y que denuncia que la industria militar no desaprovecha ocasión para crecer, en base a la destrucción de medios de subsistencia y al empobrecimiento de franjas cada vez más amplias de población.
La nueva guerra trae consigo y traerá más pobreza y sufrimiento, dentro y fuera de Ucrania y de Rusia y a la vez más enriquecimiento de los más ricos. “Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas”. Para hacerlas, tal como señaló de forma bastante elocuente el periodista Eduardo Galeano, “siempre se invocan nobles motivos, se mata en nombre de la paz, de Dios, de la civilización, del progreso”.
Resulta imposible no recordar hoy a un pacifista radical, impulsor de la economía social y solidaria, respetado por sus argumentos sobre la existencia de otro mundo posible basado en la justicia social y el respeto por los derechos humanos. Nos dejó ahora hace un año. Arcadi Oliveres, tan elogiado por todo el mundo y al mismo tiempo tan ignorado por muchos de quienes le aplaudieron, no aspiraba a ninguna posición de poder. Denunciaría a todos aquellos que ante la guerra en Ucrania recetan más gasto militar. Denunciaría a los beneficiarios y a sus cómplices, pero no dejaría de explicar que los habitantes de nuestro planeta podemos encontrar caminos para gobernarnos de otro modo.
¿Cuándo llegará este momento?
Notas:
*Foto destacada: Devastación en Borodyanka, cerca de Kíiv, Ucrania — Oleg Petrasyuk / EFE
Relatos compartidos de mujeres en el Villaverde industrial y en la Cuenca minera de Asturias
Las búsquedas comunes en el territorio, entre diferentes grupos de mujeres abordando el olvido y la falta de reconocimiento de la presencia de mujeres en el espacio industrial, propició bajo este título, un encuentro en la Nave Boetticher el día 22 de marzo y al calor del 8M.
Un ejercicio de recuperación de la memoria de nosotras mismas, imprescindible ahora en el tiempo de la construcción del paradigma mujer para rescatar de la invisibilidad su contribución y presencia ignorada en la industria. La perspectiva de género ha de ir sacando a la luz el papel de las mujeres allí donde ha estado oculto. Una visión necesariamente feminista entendida como la aplicación de principios democráticos, igualitarios, a las relaciones entre hombres y mujeres, del mundo laboral y de la participación en las luchas políticas y sindicales, que hemos de visibilizar dotándola de una narrativa propia.
Esta conversación fue un intercambio de experiencias frente a frente: un análisis de Villaverde, la periferia industrial madrileña, y un libro, Carboneras[1], recopilación de relatos protagonizados por mujeres en las minas de carbón en la Cuenca minera asturiana. Dos planos superpuestos, complementarios descubrían un ángulo de mirada que abre un camino de reflexión.
El descubrimiento mutuo de dos periferias que desvela similitudes: dos espacios de trabajo estratégicos que sustentan el Desarrollo español ya en la postguerra, y abarcan desde la extracción de la materia prima para activar el motor de la máquina de acumulación del capitalismo industrial, hasta la gran empresa concentrada del sur que consumía el 50,4% de la energía motriz del total de la ciudad de Madrid. Ambos, territorios subsidiados al servicio de otros territorios. Espacios con identidad del mestizaje que conlleva la emigración y unas condiciones de vida extremas en términos de explotación laboral y ambientalmente insalubres, nocivos, peligrosos. Y las sensaciones compartidas, la neblina espesa de los humos de las chimeneas, el olor del hierro, las sirenas. Y las enfermedades asociadas.
Presentación en la Nave Boetticher
El rol de la mujer trabajadora en la industria ha sido difuso. La mujer no es un sujeto no se reconoce el trabajo que hace, aparece como una especie de acompañamiento. Prevalece una mentalidad que considera que las mujeres quitan puestos de trabajo a los hombres. Su acreditada presencia en el proceso de manufactura siderúrgica y su valor en el proceso productivo se vincula a trabajos inferiores (limpieza, comedores o auxiliares en oficinas). Un sujeto invisible en un entorno masculinizado, un submundo dentro del mundo laboral de los trabajadores.
Las distintas invisibilidades se solapan en planos: la de las trabajadoras de la industria, que durante el predominio de la metalurgia (fundiciones, acerías) las borraba. Ellas no tenían oficio para estar en naves y talleres y solo componían un escalafón secundario. En un segundo momento, llegan las cadenas de producción, Standard o Marconi, las petroquímicas, suponen una incorporación cuantitativamente importante de mujeres, que llegan a alcanzar puestos de cierta responsabilidad. La cifra de mujeres en el proceso productivo no se conoce ya que no se desagregan los datos de los trabajadores por sexo.
En el interior de las minas, por disposición de un viejo decreto de Primo de Rivera, estaba prohibido el trabajo de las mujeres (no podían ser picadoras) pero fuera, sí. Las tolvas volcaban el carbón extraído y ellas seleccionaban, eran las carboneras. Expuestas a la aspiración de toneladas de polvo negro, como los mineros enfermaban de silicosis. Pero ellas eran la 7ª categoría (por detrás solo los niños, la 8ª). Los hombres cobraban 8 veces más que ellas.
Mujeres en los procesos de lucha. Apenas hay referencias a su participación en organizaciones y luchas sindicales de movilización por derechos sociales y salarios, pero ahí estuvieron, ignoradas. En la “huelgona” de 1962 fue muy importante su movilización y sus enfrentamientos con los esquiroles. Es muy reciente el intento de recuperación de luchas ejemplares protagonizadas por mujeres (INDUYCO, Rok o A Pontesa).
Las mujeres de los trabajadores. Un sujeto oculto en el que se acopla su intervención en el proceso de producción con ser el soporte del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Acompañan en las movilizaciones de las fábricas, gestionan los cuidados del hogar, los accidentes y enfermedades laborales y sustentan las huelgas (empeños, comprar fiado).
Subempleadas que mantienen a sus familias. La crisis de la desindustrialización supuso, en Villaverde una pérdida de 25.000 puestos de trabajo directos. En la Cuenca minera la cifra alcanza a ser 20.484. Un proceso de pérdida de trabajo y de la cultura de trabajo. Las mujeres serán decisivas para salvar la situación trabajando en precario, sin derechos, limpiando oficinas, casas, bancos, hostelería. Un hecho tan inadvertido como imprescindible, otro sacrificio silenciado.
En Villaverde tras el desmantelamiento aparece en el polígono industrial la prostitución, mujeres mercancía repartidas por calles según nacionalidad. Y se produce una invisibilidad inversa, ya que mientras ellas están en el escaparate, se invisibilizan los clientes. Pero con similar resultado: abandonadas al comercio sexual y el desamparo.
Durante decenios las mujeres en el paisaje industrial han soportado más cargas: más abusos y esfuerzos, menos oportunidades. Transitando por espacios inhóspitos, caminos intimidatorios. La conciliación no existía y fueron creando redes de ayuda mutua dentro del modelo familista. Había que comportarse como los hombres, el único patrón válido, para trabajar. Una intensidad más intensivista en la explotación laboral.
Aún hoy, en el polígono industrial con 11.000 trabajadores se desconoce el porcentaje de mujeres. Cuántas y dónde trabajan. Cualquier regeneración urbana en un espacio laboral ha de integrar que la construcción de los espacios sociales no es neutra y configura jerarquías, brechas y desigualdades de usos, segregación y huellas de marginalidad. Según confirman los diferentes estudios llevados a cabo por mujeres[2], básicamente, que evidencian la necesidad de incorporar la perspectiva de la mujer en los procesos comunitarios de planificación territorial[3]. La igualdad de derechos de las trabajadoras ha de materializarse en espacios habitables, seguros, inclusivos, adaptados a su presencia. Es necesario romper la normalidad de la ausencia de las mujeres y formular las exigencias específicas de género con voz propia.
Notas:
*Concha Denche Morón es socióloga (Plataforma Nave Boetticher).
[1] Carboneras. Aitana Castaño/Alfonso Zapico. Ed Pez de Plata
Espacio Público reunió el jueves 31 de marzo en la sala Ecooo a líderes de los partidos madrileños Más Madrid, PSOE, Unidas Podemos, Izquierda Unida y Anticapitalistas en el debate Cómo ganar Madrid: la izquierda ante el espejo. Fue un encuentro para fomentar el diálogo en torno a la situación de la izquierda y preguntarse cómo desarrollar estrategias para recuperar el poder para las fuerzas progresistas en el Ayuntamiento y la Comunidad. Participaron Manuela Bergerot (Más Madrid), Pilar Sánchez Acera (PSOE Madrid), Jesús Santos (Podemos Madrid), Álvaro Aguilera (IU Madrid) y Lorena Cabrerizo (Anticapitalistas Madrid) y fue moderado por Ana Pardo de Vera, Directora Corporativa y de Relaciones Institucionales de Público. Se centró en los elementos clave para entender fenómenos como como la deriva hacia la ultraderecha, el caso Isabel Díaz Ayuso, la influencia de Vox en los gobiernos del PP, la tolerancia institucional hacia la corrupción, la privatización de lo público, la hostilidad hacia el feminismo de fuerzas que apoyan al gobierno regional, la aporofobia, la xenofobia, o el crecimiento de la propaganda reaccionaria.
El 8 de mayo de 1561 Felipe II instaló su Corte en Madrid, mayo tenía que ser… A partir de ese momento se inició una búsqueda constante de reservas de agua potable en la incipiente ciudad que, con el crecimiento constante de su población, ya no podía abastecerse con la mera excavación de pozos ni con la explotación de manantiales cercanos. Se creó entonces la Junta de Fuentes con el propósito de utilizar las galerías subterráneas de origen árabe y conducir el agua de los acuíferos a las fuentes públicas de la ciudad. Estas conducciones subterráneas recibieron el nombre de “viajes de agua”, y “aguadores” a quienes distribuían el agua a las casas. Madrid llegó a tener 77 fuentes públicas con 128 caños y 950 aguadores que repartían en cubas el agua equivalente a 2150 m³ diarios. Y así hasta mediados del XVIII en que el agua del subsuelo se agotó…
Los proyectos provisionales que se plantearon para enfrentar ese grave desabastecimiento demostraron ser insuficientes o simplemente fracasaron, hasta que llegado el año 1851, y siendo reina de España Isabel II, se dictó el Real Decreto de 18 de junio, disponiendo la ejecución del proyecto presentado por los ingenieros Rafo y Ribera que apostaron por conducir las aguas del río Lozoya hasta la capital, a través de un canal que llevaría por nombre Canal de Isabel II (CYII). Siete años más tarde, el 24 de junio de 1858, tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a Madrid, en la calle ancha de San Bernardo.
Las numerosas infraestructuras hidráulicas necesarias para el abastecimiento en la provincia de Madrid, a las que contribuyeron con su patrimonio decenas de municipios de la región a lo largo de un siglo, procuraron que en 1977 el CYII se convirtiera en una entidad de derecho público. En 1984, pasó a depender de la Comunidad de Madrid y se le encomendó, además de los servicios tradicionales de abastecimiento, la depuración de las aguas residuales y la mejora y conservación de los ríos. Pero con la llegada del Partido Popular al Gobierno de la Comunidad, el CYII inició un proceso de mercantilización y posterior privatización con la constitución de una sociedad con ánimo de lucro, vehículo para que inversores privados pudieran detentar el 49 % de sus acciones, y la Comunidad de Madrid junto con sus municipios el 51 % restante. Los bienes de dominio público pertenecientes al CYII y que integran la Red General de la Comunidad de Madrid fueron adscritos a la sociedad. Como consecuencia de este proceso privatizador se llevó a cabo la ejecución de más de 70.000 cortes de suministro de agua en una situación menos grave que la actual.
Por suerte en 2010 se iniciaron también las movilizaciones ciudadanas en contra de la privatización, las cuales que se extendieron al ámbito municipal, con iniciativas populares, y al ámbito judicial y constitucional, con la interposición de recursos ante los tribunales, alcanzando su punto culminante el 4 de marzo de 2012, con una consulta pública no vinculante convocada por la Plataforma contra la privatización del CYII, la Marea Azul y el movimiento 15M. En dicha consulta los madrileños fueron llamados a manifestarse a favor o en contra de que la titularidad del CYII siguiera siendo completamente pública, y se contó con la participación de 177.685 personas de las que el 99 % se mostró en contra de la privatización. Este hecho, más la crisis financiera y la respuesta social a la escalada de casos de corrupción en que la sociedad anónima del CYII ocupó portadas de periódicos a uno y otro lado del Atlántico, lograron detener temporalmente, hasta nuestros días, el proceso promovido por el partido popular.
Hoy son más y más graves las dificultades que nos asedian respecto a la gestión del ciclo integral del agua. El cambio climático, con el consecuente avance de la sequía, ha acelerado la formulación de propuestas con que debemos dar respuesta a las exigencias actuales y los problemas ingentes que ya no son sólo de abastecimiento de agua, también hay que garantizar su accesibilidad, disponibilidad, asequibilidad (acceso equitativo); participaciónen su gestión, transparencia (toma de decisiones participativa, rendición de cuentas sobre la distribución de beneficios, pago de dividendos, honorarios de gestión, etc.); y acceso a la información (facturas detalladas y compresibles, de manera que se pueda establecer una comparación con el precio del agua embotellada); además de la seguridad de poder denunciar los cortes o la denegación del suministro, haciendo uso del beneficio a una justicia gratuita.
Todo ello sin olvidar que las guerras en las que España está involucrada, directa o indirectamente, están provocando continuas oleadas de personas refugiadas que se suman a los colectivos de población vulnerable y marginada (personas sin hogar; personas en asentamientos informales o que habitan en los espacios comunes; personas trabajadoras agrícolas temporeras; nómadas o de culturas minoritarias e itinerantes, sean sedentarias o no), que ya viven en nuestro territorio en condiciones de pobreza, cuando no de miseria, condiciones que se verán incrementadas dramáticamente cuando desaparezcan las medidas del llamado «escudo social» que expiran el 30 de junio de 2022.
De ahí el importante impulso que supuso la iniciativa ciudadana Right2water y que se concretó en una serie de peticiones a la Comisión Europea, entre las que están las de manifestar la vigencia del derecho humano al agua, garantizar el acceso universal de los servicios de agua y saneamiento en todo el ámbito de la Unión Europea, asegurar la continuidad de los servicios para las personas en situación de vulnerabilidad sin que sea posible los cortes de suministro, así como garantizar el acceso a la información y la transparencia en torno a la gestión de los gestores de los servicios, y promover la participación ciudadana.
Esta iniciativa debe intensificarse en el estado español, no sólo trasponiendo la Directiva europea 2020/2184 a escala estatal, sino profundizando, mejorando y adoptando todas las medidas que aseguren la vigencia de esos derechos y garantías en nuestra Comunidad, en concreto los relacionados con el reconocimiento, realización y puesta en práctica del derecho al agua potable como un derecho humano, pues, en este contexto, son las administraciones públicas competentes las que tienen la obligación de cumplirlo, respetarlo y protegerlo, siendo la disponibilidad del agua de consumo humano lo primero que hay que cumplir, respetar y proteger en el sentido de que debe garantizarse el acceso al agua así como su suficiencia para satisfacer las necesidades higiénico-sanitarias de la población.
Por tanto, la prohibición de los cortes del suministro en situaciones de vulnerabilidad económica y social debe estar estrictamente regulada, siendo obligada la aplicación del principio de precaución (imposibilidad de realizar cortes si no se cuenta con información de los servicios sociales correspondientes), así como la dotación neta o de consumo medio de un mínimo vital que debería ser al menos 100 litros de agua por habitante y día, apta para el uso personal y doméstico, y para prevenir enfermedades; con sistemas de suministro alternativos (como dispositivos de tratamiento individuales, depósitos, camiones y cisternas) allí donde se carezca de infraestructuras normalizadas o éstas sean deficientes. Para ello es necesaria la promulgación, en nuestra Comunidad, de una Ley que garantice ese suministro mínimo vital de agua a todos sus habitantes, que involucre a los ayuntamientos como garantes del derecho humano al agua y al saneamiento.
En definitiva, tal y como hicieron nuestros antecesores en 1851, apostando decididamente por hacer frente a los graves problemas de abastecimiento de agua de la población madrileña, debemos con urgencia adoptar las medidas oportunas, responsables y decisivas para afrontar lo que se nos viene encima, que no es precisamente –ojalá lo fuera- el agua que cae del cielo de Madrid…
Liliana Pineda es miembro de Attac.
(Campaña por el derecho humano al agua y al saneamiento de la Red de Agua Pública de Madrid).
En la misma semana, veo el espectáculo Pundonor*, una excepcional muestra del mejor teatro que nos invita a revisitar Foucault, cuando tanta falta nos hace y se publica la noticia del boicot a una profesora** de la clase de un máster por su posicionamiento antiqueer, que despierta una encendida reacción de denuncia por el uso arbitrario de la política de la “cancelación” como forma de censura.
Vaya por delante: estoy fervientemente a favor de la libertad de cátedra, de expresión, del derecho a la discrepancia y en contra de toda imposición de pensamiento único.
Pero vuelvo a constatar que en casi todos los órdenes de la vida diferentes opiniones, creencias, lecturas, es habitual que cada enfoque opte o privilegie una idea o una interpretación de «la» verdad y lo exponga como incuestionable (una especie de tótem conceptual) refutando el argumento “contrario” aislándolo del conjunto de formulaciones y forzando el “lxs que no están conmigo, están contra mí”.
Las respuestas reivindicadoras de no tolerar la cancelación, quedan silenciadas cuando la damnificada no es “una de las nuestras”. De uno y otro lado. Nos revuelven las injusticias, cuando “nos” parecen injustas.
Otra vez Foucault nos recuerda que el poder no es algo que se tiene sino que se expresa en actos y bien sabemos que la Universidad es una de las instituciones donde los juegos del poder/saber se ejercitan con mayor virulencia dialéctica… Y que ha sido siempre un laboratorio de pruebas, donde se despliegan hipótesis, se refutan argumentos, cada departamento, profesor, doctorandx, opta por defender y criticar sus ideas en un laboratorio social que en muchos casos antecede a otras esferas públicas. Se cumple a rajatabla que «el poder está en todas partes y viene de todas partes», dependerá de a qué nos estemos refiriendo. Hace apenas unos meses una doctoranda decide cambiar de director de tesis por no estar de acuerdo con el planteamiento del enfoque que se le propone. Se pacta una codirección pero se la insta a mantenerlo, por protocolo. Él no se pronuncia y de facto se abstiene de toda participación ni corrección del material. No obstante, decide el día anterior a su entrega, que no está apta, contrariamente a la aprobación de la codirectora que había sido elegida por la doctoranda y otra codirectora, “cancelando” así la continuidad del proceso. Y procurando nuevamente que se incluyan referencias que respaldan su línea, no la de la redactora de la tesis. O sea, uno más entre los numerosos ejemplos de cancelaciones diversas, muchas desde el ejercicio de diferentes niveles y estrategias de poder. ¿Todas igualmente visibilizadas, criticadas, o refrendadas? No, indudablemente.
Fotografía de Pundonor del Teatro de La Abadía.
En mi propia experiencia, habiendo estudiado en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, y finalizado en 1976 casi coincidiendo con el golpe militar, los debates, enfrentamientos, desautorizaciones y “cancelaciones” se manifestaban entre otras modalidades en que entraban frecuentemente a clase un grupito de alumnos de diferentes agrupaciones políticas estudiantiles contrarios a que se diera esa asignatura, o que estuviese a cargo de ese profesor o ayudante de Trabajos Prácticos (como se llamaban), o a infinidad de motivos y nos conminaban al resto a salir…y la clase quedaba cancelada y convertida en otra asamblea espontánea más. En ese momento (y con esa edad) nos parecía el colmo del anti-establishment.
Lamentablemente no podré llegar a saber qué pensarán de lo sucedido dentro de cincuenta años las alumnas que lo protagonizaron hace unos días,…
Foucault escribió sobre Vigilar y castigar en 1975 y desarrolló la idea del disciplinamiento como la forma de control propia de la época. La etapa universitaria es un entrenamiento privilegiado en diferentes formas de disciplina, algunas propias de la formalidad curricular y otras informales y de sometimiento/subordinación a diferentes estilos de poder, ligados tanto al mundo de las ideas como a las necesidades de pertenencia. Pero como “donde hay poder, hay resistencia” quiénes ocupan uno u otro lugar dependerá de nuestra lectura, que a su vez reproduce estos mismos mecanismos mentales.
Escribo esto desde el malestar que me produce la dificultad para encontrar canales de diálogo dentro del feminismo. Para salir del estancamiento del “y tú más y peor”, de las lecturas reduccionistas que como escribe Lakoff “cuando negamos un marco, evocamos el marco”.
Sería deseable que pudiésemos encarar y encarnar nuestro “lo personal es político” desde el saber que nuestras opciones ideológicas están teñidas de filias y fobias, no solamente de ideas producto de profundas reflexiones y mucho más frecuentemente de lo que deseáramos son estos deslices emocionales los que definen que sigamos uno u otro camino. Con retornos y dudas persistentes.
Para Edgard Morin el Yo es el acto de ocupación del sitio egocéntrico… no el de ninguna verdad y es desde allí donde juzgamos, cuestionamos, nos adherimos, sufrimos y gozamos.
Tal vez la única opción para salir del impasse sea lograr posicionarse en un lugar que la psicoanalista Jessica Benjamin llama de tercero moral que trata de superar el encapsulamiento en mi mismidad mediante el reconocimiento del hago y me hacen, sufrimos y hacemos sufrir. Considerar un espacio entre yo y la otra, y las otras, para legitimar las diferencias, y sentarnos a hablar. Buscar líneas de avance, comenzando por las cuestiones más abordables, enmarcado en un clima de búsqueda de acuerdos para seguir debatiendo. Elegir interlocutoras dialogantes. Dispuestas a escucharse. Llevo un par de años llamándolo tender puentes.
Nora Levinton Dolman es doctora en Psicología y psicoanalista, especialista en la psicoterapia con perspectiva de género, reflejada en su práctica docente y en numerosas publicaciones.
Notas:
*PUNDONOR
Andrea Garrote
Dirección: Rafael Spregelburd y Andrea Garrote
Producción: Carolina Stegmayer
La fotografía de portada es de la obra Pundonor del Teatro de La Abadía.
Las próximas elecciones andaluzas, que podrían ser en junio o en octubre, según le den las encuestas a Juanma Moreno Bonilla, no son unas elecciones autonómicas normales. Estas elecciones son las primeras del nuevo ciclo político lleno de incógnitas y en una situación internacional y nacional inestable. La inflación escala y la crisis energética se acentúa en el contexto de una guerra entre Rusia y Ucrania, que ha supuesto duras sanciones a Rusia, por ser el país agresor. Las consecuencias de esta guerra no van a ser inocuas en el Continente y, salvo que se haga una política social y económica decidida, va a golpear con dureza, especialmente a los más vulnerables.
Andalucía es la frontera sur de la UE, con un vecino conflictivo y por el que pasan desde tuberías con gas provenientes de Argelia (muy necesarias en la actual crisis energética provocada por la guerra de Ucrania y por el conflicto de Argelia y Marruecos) hasta una gran cantidad de mercancías. Es una frontera muy sensible a los cambios que se están produciendo de manera acelerada con el cambio climático, las llegadas de inmigración irregular, o los choques entre Argelia y Marruecos. La UE necesita una frontera Sur calmada, que evite choques innecesarios como los protagonizados por Salvini, cuando fue Ministro de Interior en Italia. Además, el PPE ve con malos ojos la entrada de los amigos de Órban, Putin, Salvini, Le Pen, etc., en el gobierno de Castilla y León, y verían con mucha alarma la entrada de estos en Andalucía. Por tanto, las elecciones tienen una importante dimensión europea.
Las elecciones andaluzas no son unas más debido al peso demográfico de nuestra Comunidad (ocho millones y medio de personas), por la cantidad de diputados que elige (61), además de por el peso simbólico de ser una Comunidad Autónoma que ha sido baluarte de la izquierda, y que vivió con sorpresa la llegada a la Junta de la derecha con la carambola que supuso el récord de abstención en la izquierda y máxima movilización de la derecha en 2018. Si el gobierno de coalición pretende continuar necesita un buen resultado en Andalucía (y como mínimo en Cataluña y/o Valencia). Si Yolanda Díaz quiere que su movimiento tenga futuro necesita de un buen resultado en Andalucía, como ella misma ha reconocido. Si Feijóo quiere ver desbrozado su camino a la Presidencia necesita retener la Junta para su partido. Por lo que podemos afirmar que estas elecciones son “la madre de todas las batallas”.
Si aterrizamos en el terreno nacional, tras la defenestración de Pablo Casado, ha asumido el poder en el PP el dirigente gallego Núñez Feijóo, con la promesa de lograr formar gobierno en un viaje “hacia Ítaca” (el centro político) pero que ha asumido la contradicción de que en Castilla y León la extrema derecha entre en las instituciones de manos del PP, que pone en entredicho “giro centrista”. Este giro queda desmentido ya que le han abierto el espacio a VOX, vuelve a utilizar “fake news” contra el gobierno de coalición, y sigue entrampados en la corrupción, tal y como se ha demostrado con el caso de las facturas del hermano de Ayuso. Si VOX es necesario para la gobernabilidad, en un contexto de hundimiento de CS, no nos cabe la menor duda de que estos entrarán en el gobierno de manos del “moderado” Moreno Bonilla.
Por otro lado, el gobierno de coalición navega en aguas turbulentas, con cierto desgaste, y con una de sus patas (UP) en una crisis existencial, a la espera de que Yolanda Díaz lance su proyecto. A pesar de todo, lo único estable en nuestro país en la actualidad es el Gobierno de coalición de izquierdas y progresista, y más ante la crisis del PP y sus problemas con su relación con VOX y con la corrupción.
Sin embargo, el crecimiento de la inflación, y las consecuencias de la guerra de Ucrania se sienten en Andalucía y proyectan un futuro incierto y generan ansiedad en la población. La recuperación podría descarrilar si no se toman medidas. El “futuro es un país extraño y amenazante”, parafraseando al maestro Fontana. Por consiguiente, existe la necesidad de ofrecer certidumbres, de construir un proyecto sólido, que no pretenda cambiarlo todo en pocos años, y que tenga una proyección de futuro. Si no acometemos la ardua tarea de ofrecer un proyecto transformador y realista no tendremos éxito frente a aquellos que lo único que defienden es volver al pasado.
¿Qué riesgos corremos en estas elecciones? Que la derecha se normalice en la Junta de Andalucía y siga con su labor de colapsar los servicios públicos, mientras favorece a las grandes empresas que se reparten espacios de negocio a costa del Estado del Bienestar. Nos jugamos que la extrema derecha continúe marcando la agenda al Presidente Juanma Moreno Bonilla, que pese a que se ha labrado una “imagen” de moderado, no deja de realizar políticas muy de derechas en nuestra Comunidad. Nos arriesgamos a que la extrema derecha gobierne nuestras instituciones democráticas, y logren cambiar la sociología de nuestra tierra e influyan en las políticas de la Junta, así como que los Fondos Europeos acaben en manos de cuatro empresas amigas del Presidente y de su Partido. Nos jugamos la democracia, nada más y nada menos.
Las políticas de la actual Junta son lesivas para los intereses de la mayoría social y pretenden revivir el modelo de los “pelotazos urbanísticos” de las décadas infaustas de inicios del 2000. Un ejemplo de ello ha sido tratar de amnistiar a los regantes que obtienen agua ilegal del Parque nacional de Doñana, que está en estado crítico por la falta de lluvias, el permitir la construcción de hoteles en parajes naturales, echar a 8000 sanitarios antes de la sexta ola, echar a 2500 docentes además del cierre continuado de aulas públicas, echar a 1000 trabajadores del INFOCA, realizar una reforma fiscal regresiva que beneficia a los que más tienen, etc. Un giro hacia el pasado que no tiene ninguna respuesta a los problemas del presente ni del futuro. Un repliegue hacia recetas fallidas que ya sabemos hacia donde nos llevan: al aumento de la desigualdad, a enriquecer a los que más tienen, a aumentar el cambio climático, aumentar la pobreza, y mantener en la precariedad a miles de andaluces y andaluzas.
El PSOE-A ha escogido a un candidato con poco fuelle en Andalucía para tratar de ganar la Junta. Juan Espadas es un político centrista, del aparato, con poco carisma y sin muchas ideas. Ha dado bandazos intentado realizar una “oposición útil” (no se sabe a qué) y casi acaba metido en la trampa presupuestaria que hábilmente le puso Moreno Bonilla. El PSOE-A está en un estado de apatía y tiene unas perspectivas mediocres. No podemos, salvo sorpresa de última hora, esperar grandes movimientos dentro del PSOE para revertir la situación. Siguen empeñados en querer “pescar” en el voto centrista que votaba a Ciudadanos, y que ahora se ha derechizado. Estrategia que tuvo escaso éxito en las campañas de Madrid y Castilla y León.
Teniendo en cuenta la situación del PSOE-A, nuestro espacio político, la izquierda alternativa, debe de dar un paso al frente. Salir de lugares comunes y avanzar hacia un diseño de candidatura que mire hacia el futuro, y que sea innovadora. No se trata sólo de sumar siglas, que son condición necesaria pero no suficiente, sino de sumar a personas provenientes de la sociedad civil, de los sindicatos de clase, de la Universidad, etc., que hagan más rica la candidatura y permita ampliar el espacio con vistas al futuro. Tenemos que reflexionar con la ciudadanía andaluza de izquierdas y progresista qué modelo de sociedad queremos construir para la próxima década que sea justa socialmente, ecologista, feminista, centrada en el mundo del Trabajo y federalista. Debemos ser “el Partido” del Estado del Bienestar, de la Transición Ecológica y la Justicia Social.
Debemos evitar el repliegue sobre nosotros mismos en momentos de incertidumbre. No podemos caer en buscar un candidato/a del apparátchik, sino a uno/a, que supere y amplíe el espacio político y logre movilizar parte del electorado que ve con perplejidad la situación actual de la izquierda. Las lecciones de Castilla y León son demoledoras, el espacio de la izquierda alternativa, sin un proyecto definido, sin sumar a más gente que la que hay, con falta de implantación territorial, y con liderazgos agotados, tienen un recorrido corto y una curva descendente. Hay que hacer lo contrario a lo que pregona Ignacio de Loyola, “en tiempos de crisis haz mudanza”. La fortuna nos ha dado una nueva oportunidad a la izquierda alternativa con la aparición en escena de Yolanda Díaz, y con su buen hacer en el Ministerio de Trabajo. Si sabemos aprovechar la oportunidad podremos virar el tablero político hacia la izquierda y construir un espacio político que nos permita llegar a la Junta de Andalucía en un gobierno de coalición progresista y de izquierdas, que encare los problemas heredados del pasado, como afrontar los grandes desafíos al que nos enfrentamos en el futuro, como la gestión de los Fondos Europeos o el cambio climático.
Tenemos esta oportunidad. No la desaprovechemos, si no: “la Historia nos juzgará y no nos absolverá”.
Notas:
*Pedro González de Molina Soler es ExSecretario de Educación y Formación de Podemos Canarias. Profesor de Geografía e Historia en el IES Vega de Mar (Málaga).
Profesionales de la educación discuten sobre las grandes dudas que plantea el presente y futuro de colegios, escuelas e institutos. Contamos con la participación de Cynthia Martínez Garrido, investigadora de la cátedra UNESCO en Educación para la Justicia Social de la UAM; Carmen Heredero de Pedro, miembro del Consejo Escolar del Estado; y Xavier Martínez Celorrio, profesor de Sociología de la Educación en la UB. Modera el debate el el profesor de Geografía e Historia Pedro González Molina.
Un viaje culinario por Palestina, Laila El-Haddad y Maggie Schmitt
No es un libro de cocina al uso este libro. Ya el título nos puede alertar: Las cocinas -que no la cocina- de Gaza, ese lugar que, como recuerda Raquel Martí, directora de la UNRWA en España, en su documentada Presentación, los informes de la ONU califican de inhabitable. Y, sin embargo, sí que es un libro de cocina… y mucho más. Es el fruto del trabajo de campo emprendido durante el año 2010 por las autoras Laila El-Haddad y Maggie Schmitt.
Desde el principio, optaron por las comidas caseras -patrimonio casi exclusivo de las mujeres- en lugar de la comida de restaurante, mucho más uniforme en toda la región y patrimonio casi exclusivo de los hombres.
Las mujeres que con extremada calidez y amabilidad abrieron las puertas de sus cocinas a Laila y Maggie provienen de todos los puntos de la Palestina histórica, pues Gaza, esa prisión al aire libre, fue tierra de acogida de aquellas familias que tuvieron que abandonarlo todo para no perder la vida. Primero fueron tiendas de campaña, sustituidas más tarde por construcciones precarias, que fueron creciendo a lo largo de los años de negativa israelí a acatar las resoluciones de Naciones Unidas sobre el derecho al retorno de los refugiados.
Muchas de las mujeres protagonistas de este libro, de segunda y tercera generación de refugiadas, si ese derecho se hiciera efectivo, no podrían volver a sus pueblos porque fueron destruidos por las milicias y el ejército israelí entre 1948-1949 (418, en concreto desaparecieron literalmente del mapa).
Las autoras nos revelan el misterio de cómo Um Hana, que proporciona la receta de dugga -esa mezcla de trigo, legumbres trituradas y especias, todo tostado y molido, tan nutritiva-; Um Zaher, que corta acelgas y cebollas para preparar la fogaía, un delicioso guiso de acelgas, garbanzos y arroz; Fátima Qaadan, que cocina una espléndida comida de Ramadán, y tantas otras consiguen llevar a la mesa esos manjares cotidianos…
Si bien, debido al asedio israelí, solo en contadísimas ocasiones, como mucho una vez por semana, pueden elaborar esos deliciosos platos de comida casera, ricos en verduras variadas, carnes tratadas con esmero y sazonadas con una paleta de hierbas y especias -y guindilla, mucha guindilla: esos pequeños pimientos rojos hacen furor en las cocinas gazatíes-, sin olvidar los pescados. “Si no fuera por el luminoso horizonte azul del Mediterráneo, Gaza podría parecer una mazmorra”, nos dicen las autoras. El pescado, básico en la dieta de Gaza, está presente en variadas y apetitosas recetas: hbari u ruz, chipirones con arroz tostado, saiadía, arroz marinero, kefta sardina, croquetas de sardina, saltaone mashui, cangrejos rellenos al horno… Pero, hoy en día, es casi imposible acceder a él: los barcos pesqueros no pueden salir de una zona de exclusión marcada arbitrariamente por Israel, a pocos metros de la costa. Por ello, piscicultores “de agua dulce”, como los hermanos Iyad y Ziyad se presentan a las autoras, tratan de suplir ese escaso y caro pescado de mar criando tilapia y mújol. Aunque, se lamentan nuestras cocineras, su sabor nada tiene que ver con el pescado que hizo a Gaza famosa en toda Palestina.
Pero ellas no reblan, en solitario en sus cocinas o unidas formando cooperativas, salvando todas las dificultades -agua contaminada (el 96% de las aguas del acuífero de Gaza están contaminadas), cortes de electricidad cada vez más prolongados- sostienen la vida y perpetúan la cultura.
Han pasado más de diez años de la primera edición de este libro, y las autoras, en la Introducción a la edición en castellano, lamentan el empeoramiento de la situación: la pobreza se ha enquistado, dicen, y las expectativas disminuyen. Y vuelven a asombrarse porque “mientras algunas de las circunstancias que aquí se describen han cambiado, los relatos y las tradiciones, y el infatigable buen humor que observamos a lo largo de nuestra investigación subsisten inalterados”.
Y añaden “después de diez años de pobreza en aumento en Gaza, este libro ha asumido una triste función: documentar para los propios habitantes de Gaza tradiciones culinarias que no pueden ser transmitidas a las generaciones más jóvenes sencillamente porque las familias no tienen los medios necesarios para hacerlo”.
Las recetas, las historias y las anécdotas narradas entre pucheros y sartenes se maridan en el libro con un considerable número de fotografías tomadas por las autoras, que nos guían durante ese viaje culinario por Palestina.
Las cocinas de Gaza. Un viaje culinario por Palestina
Laila El-Haddad y Maggie Schmitt
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2021.
“Tanto tienes, tanto vales”, decía el clásico de finales de los 80 de El Último de la Fila. “Y sí tú no tienes nada, a galeras a remar”, añadían Manolo García y Quimi Portet en ese tema, convertido ya en uno de los himnos de aquella generación. La frase se puede aplicar a muchos ámbitos, tanto sociales como económicos o políticos. Y desde luego es totalmente aplicable a los clientes del sector financiero en la actualidad.
La caída de los tipos de interés y la consiguiente pérdida de márgenes para los bancos, ha provocado en los últimos años que las entidades tengan que buscar otras fuentes de ingreso alternativas, que permitan mantener los resultados suficientes para asegurar la viabilidad del negocio. Y las comisiones se han convertido en una de las vías principales para lograr ese objetivo. Hasta ahí, todo perfecto, lógico, entendible y asumible. El problema radica en cómo se ha planteado el cobro, o la exención, de esas comisiones.
– Fidelidad sustituida por rentabilidad
Para establecer su estrategia en este aspecto, los bancos acudieron a un término que ya se había acuñado tiempo atrás, el de cliente fiel, pero desviando el concepto primitivo hacia otro con un matiz un poco diferente: el de cliente rentable. Una vez más, asistíamos a un cambio de valores. La fidelidad del cliente era sustituida por su rentabilidad. Una permuta poco perceptible en principio, pero de consecuencias mucho más perniciosas de lo que a priori pudiera parecer.
Porque un cliente, para ser rentable, tiene que tener, no solo domiciliada una nómina consistente, sino que, además, debe tener contratados otros productos. En concreto, tarjetas de crédito, fondos, planes y seguros que, en la situación actual de los tipos de interés, son los únicos que otorgan rentabilidad al banco. Por eso, en su estrategia comercial de comisiones, las entidades decidieron que estarían exentos de pagarlas solo aquellos clientes que, además de la nómina, tuvieran contratado un determinado mix de estos productos.
Aquí es donde surge la paradoja. Un elevadísimo porcentaje de las familias españolas llegan justitas, o ni eso, a fin de mes. Por lo que resulta imposible que puedan destinar ahorros a contratar fondos, planes o seguros privados. Y en cuanto a lo de usar una tarjeta de crédito, la lógica y los datos muestran que, a menor renta, menor uso de la misma. Así que, para acceder a servicios financieros, esa mayoría social de rentas medias y bajas ve mermados aún más sus cortos ingresos con el pago de comisiones bancarias, no precisamente bajas en muchos casos. Mientras tanto, una vez más, quienes más tienen se ven favorecidos por su propia situación de privilegio para ahorrarse unos cuantos euros. Unos euros que, en su caso, apenas representarían una leve migaja en comparación con sus ingresos totales.
– ¿Volverá el colchón?
Se produce así una doble exclusión financiera. A la generacional, de la que tanto se habla en la actualidad, se le une otra más ladina, más oculta, pero no menos real ni menos grave: la exclusión financiera social, directamente relacionada con tus ingresos y tu capacidad de gasto y de inversión. Esta exclusión afecta también, e incluso en mayor medida, a los jóvenes, que no tienen capacidad de ahorro suficiente para contratar el tipo de productos que les permitiría no pagar comisiones. En resumen, si llegas justo a fin de mes, más te vale hacer lo que mis abuelos: guardar tus pocos euros en el colchón e irlos sacando de ahí según vayas necesitando pan y aceite.
Estoy de acuerdo en que el cliente debe pagar por los servicios bancarios, como por cualquier otro servicio de cualquier otra empresa, pero el sistema que se han buscado las entidades, desde luego, no parece el más justo. El cobro porcentual, por ejemplo, similar al pago del IRPF, o un sistema parecido al del IVA, serían prácticas más lógicas desde el punto de vista social. Y seguro que los sesudos responsables de marketing podrían encontrar otras muchas alternativas.
Ahora que tanto se nos hincha el pecho hablando de la “responsabilidad social corporativa” de las empresas, freír a comisiones al cliente que menos tiene evoca los tiempos de la usura. Porque, como entonces, el desfavorecido no tiene escapatoria. Puede irse a otro banco, pero la situación que va a encontrar va a ser la misma o parecida. Una vez más, aquí hay que recordar que las cajas de ahorros nacieron, precisamente, con el principal objetivo de combatir la usura y así constaba, de manera explícita, en sus principios fundacionales. La muerte de las cajas ha resucitado viejos fantasmas y malas prácticas bancarias.
– Los tiempos los construimos nosotros
Llegados a este punto, muchos argumentarán que “eran otros tiempos”. Cierto. Pero los tiempos también se construyen. No nos vienen dados por designios mágicos. Los construimos los seres humanos. Los tiempos de guerra, los de paz, el cambio climático, las crisis energéticas y económicas, incluso las pandemias… no son etapas ajenas a la mano humana, a nuestras conductas, a nuestros errores o a nuestros aciertos.
Los tiempos actuales, además de las amenazas globales de sobra conocidas, no avanzan hacía un mayor equilibrio social, sino todo lo contrario. La desigualdad económica se acentúa cada vez más en nuestra sociedad y no se vislumbran muchas medidas, ni capacidades ni, tal vez, ganas de solucionarlo. Todo suma, o más bien en este caso, todo resta. Y que los bancos carguen el mayor peso de las comisiones a espaldas de quienes, al final, suelen pagar el pato de todo, no ayuda precisamente a avanzar hacia una sociedad más justa y más equitativa.
Notas:
*Jose Luis Cantalejo es exdirector de Comunicación Interna de Caja Madrid y Bankia. Twitter: @Singsfar
Desde el 11 de febrero de 2022, los colectivos y movimientos de las mujeres y madres por la derogación de la Ley de Alienación Parental celebran lo que, tal y como ha manifestado a través de su cuenta de twitter la Relatora Especial de Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, es “una noticia muy bienvenida”. Nos referimos a las Recomendaciones del Consejo Nacional de Salud de Brasil solicitando la derogación de la Ley de Alienación Parental y la prohibición de los términos “alienación parental” (AP), “actos de alienación”, “síndrome de alienación parental” (SAP) y sus derivaciones en el sistema judicial y en las prácticas en el área de la salud. Este logro se basa en pronunciamientos internacionales, destacando en especial la reciente declaración de la ONU sobre las violaciones a los derechos de las mujeres y las niñas y los niños en España.
Lamentablemente no hubo manifestaciones de las entidades correspondientes en Brasil ni de los medios de comunicación, tampoco existió suficiente repercusión en las redes sociales. Afortunadamente, el apoyo internacional se multiplicó, feministas de todo el mundo se sintieron aliviadas de saber que el país finalmente había reconocido el gran error cometido con la institucionalización del supuesto síndrome de alienación parental. De acuerdo con la investigación académica publicada por Sibele Lemos y Sheila Stolz, la búsqueda de los términos “alienación parental” y “síndrome de alienación parental” en el sistema del tribunal de Justicia del estado brasileño de Rio Grande do Sul, arrojó 547 decisiones tomadas entre 2006 y 2020. Tan solo entre 2019 y 2020, existieron 118 decisiones judiciales que implicaban acusaciones de alienación parental, de las cuales 107 estaban dirigidas a mujeres.
Esta recomendación del Ministerio de Salud brasileño es acorde al posicionamiento de los organismos internacionales y procedimientos especiales de derechos humanos. Por ejemplo, en 2021, 4 mandatos de Naciones Unidas se dirigieron al Estado español manifestando su preocupación por la utilización de este supuesto síndrome, y conceptos y términos similares en España -indicando que sucede también en otros países-, resaltando que: “… el 15 de febrero del 2020 la Organización Mundial de la Salud eliminó la alienación parental de su índice de clasificación”.
Además, la Plataforma EDVAW, compuesta por los mecanismos de expertas independientes sobre discriminación y violencia contra la mujer, desde 2019, trabaja para combatir la pseudo-teoría, que surgió en Estados Unidos y que está ocasionando víctimas en todo el mundo, teniendo en Brasil como uno de los casos más paradigmáticos el de la muerte de la niña Joanna Marcenal. El caso se refiere a una niña de 5 años, alejada de su madre que había denunciado por abusos físicos al padre. A pesar de esta denuncia, se le otorgó la custodia al padre bajo el argumento de que se trataba de un caso del supuesto “síndrome de alienación parental”. Situaciones similares ocurren en Brasil y en el mundo y, por este motivo, la ya mencionada Plataforma EDVAW emitió una declaración conjunta con una alerta global sobre los peligros del uso de los conceptos SAP y AP. Alerta basada en casos concretos por la falta de diligencia en la determinación de la custodia de menores en situaciones de violencia de género y que cita recomendaciones anteriores, entre las cuales se incluye la prohibición explícita del uso del concepto síndrome de alienación parental emitida por el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém do Pará (MESECVI) en el marco de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Al igual que España (que no cuenta con una ley, pero se da en la práctica), Brasil también está siendo observado por organismos internacionales. La OEA, en su informe de 2019, indicó que las denuncias de violaciones de los derechos de los niños y las niñas mediante el uso de la Ley de Alienación Parental, como forma de garantizar la custodia de un/a menor/a para el padre acusado de violencia, constituía el 50% del total de las denuncias sobre violaciones contra niños y niñas en Brasil. El Comité CEDAW (Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer de Naciones Unidas) ha preguntado al Estado brasileño sobre las consecuencias de Ley de Alienación Parental en Brasil, enviando nuestro Colectivo información en este sentido al Comité. El Estado brasileño ha declarado que está al tanto las “grandes injusticias” que ocurren a través de esta ley y que se encuentra en proceso de revisión.
Los medios locales no denuncian de forma exhaustiva que en Brasil, 12 mujeres son asesinadas todos los días, 7 mil niños y niñas son asesinados/as y 45 mil son víctimas de abuso sexual cada año. Se intenta ocultar, por lo tanto, a través de la pseudo-ciencia, el verdadero estatus que tiene la alienación parental, así como su amplio rechazo por la comunidad internacional, lo que es preocupante. Consideramos imprescindible que las supervivientes de violencia de género en Brasil encuentren apoyo y visibilidad a través de la comunidad internacional, dada la situación tan grave que estamos viviendo al estar este supuesto síndrome en la propia ley, buscando legitimar y construir un falso reconocimiento científico. Necesitamos una amplia divulgación de las Recomendaciones del Consejo Nacional de Salud para que se avance, con urgencia, en la derogación de la Ley de Alienación Parental. Esta conquista sería un importante paso para que esta pseudo-teoría no pueda causar más víctimas ni en Brasil ni en ninguna otra parte del mundo.
Notas:
*Colectivo de mujeres/madres que luchan por el reconocimiento del derecho a la maternidad sin violencia. Entendemos que la lucha de las madres es la lucha de todas las mujeres y que romper con los ciclos de violencia y proteger a nuestras hijas e hijos de sus padres agresores no es un crimen, es parte del ejercicio de la maternidad. Mujeres/madres y niños y niñas tienen el derecho de vivir una vida libre de violencias, es un principio universal de los derechos humanos. Somos resistencia, lucha y acogida. Divulgamos información y denunciamos el uso de la ideología de la alienación parental, en forma de ley, como estrategia de defensa de los agresores en procesos de litigio sobre la custodia de los hijos e hijas, dado que se legitima la violencia institucional contra las víctimas y se obstaculiza el acceso a las leyes de protección por la mordaza impuesta por el Poder judicial brasileño. Facebook @cpivozmaterna, Instagram @cpivozmaterna2017, Twitter @cpivoz.
Quizás, una de las máximas dificultades para un escritor sea la de adentrarse en la dificultad, que concentra en cada palabra su espesura, sin perder de vista cuestiones de la novela que aluden a su todo como son la estructura o la trama. Es esta dificultad (dificultad poética, expresiva, de ideas) lo que hace que el libro de Marina Closs brille de forma especial.
Dificultad, por lo tanto, entendida como la complejidad que todo gran libro debe poseer: la complejidad encubre un misterio que el lector debe desentrañar. Esto, en el fondo, no es más que la proyección de un concepto tan básico como clave de los textos literarios: hay un texto y un subtexto, algo que se ve y parece evidente y otra cosa que debe descubrirse. Esto explica el arte de la literatura, pero también es una de las razones por la cual la lectura es, sobre todo, una diversión.
Resulta estimulante leer libros como Tres truenos. Para empezar, Closs consigue expresiones de gran intensidad que obligan a detenerse en el texto y releer (“yo trataba de morderme el grito que me saltaba de los labios”, “escribir, escribía con letras muy grandes, como si estuviese siempre gritando”). Esta expresividad la consigue, además, acudiendo a un gran repertorio de figuras que pasan desapercibidos a los ojos del lector por la intensidad con que consiguen enunciarse y construirse. Metáforas, adjetivos, comparaciones… Repeticiones (tanto en la misma frase para producir efectos de extrañamiento y misterio como más repartidas en el texto para apuntalar la estructura de los monólogos) o el uso sorprendente de los infinitivos, las comas y las conjugaciones verbales.
Marina Closs
El título describe plásticamente lo que son las tres historias. Tres mujeres. Vera Pepa, la primera, pertenece a la comunidad mbyá guaraní, donde parir gemelos es símbolo de adulterio y maldición. La segunda es Demut, una alemana que, a principios del siglo XX llega a la provincia argentina de Misiones con su hermano, con el que mantiene una relación incestuosa. La tercera mujer, Adriana, es una estudiante que descubre el amor y la sexualidad en la época presente.
Las historias de Marina Closs están atravesadas por el sacrilegio, la moral fronteriza, la violencia y el placer culpable. Resulta muy interesante, también, la forma en que estas tres mujeres parecen tener que traducir en palabras sus experiencias. Esto es importante y parece caracterizar nuestra cultura: para expresar un sentimiento o una experiencia, hay que hacer el esfuerzo de verbalizarlas. La palabra no surge de forma natural y hasta se intuye que podría prescindirse de ella y substituirse por un mordisco o una canción si lo que tuviéramos entre las manos no fuera una novela. Esto, por supuesto, puede ser un gesto irónico: recurrir a las palabras al mismo tiempo que se nos transporta a un territorio que las excluye.
Pero, y esta sería la tercera opción y la que creo que más se ajusta a Tres truenos, el espacio que existe entre lo verbal y lo no verbal podría ser también el espacio donde crece lo poético: palabras en que el significado se extiende, por composición, a la interioridad invadiéndola por completo, de forma que lo dicho (¿más que lo escrito?) no podría haberse dicho de ninguna otra forma. Un camino a lo esencial. Así, llegamos a alumbrar otra característica muy llamativa de muchos creadores contemporáneos: la mezcla de géneros y lenguajes, una novela que es más narración que novela. Narración, incluso, oral, con lo que se toca otro elemento del genio estilístico de Closs: convertir un texto en un pedazo de oralidad mediante el ornamento y la figura, igual que Lope de Vega o Góngora conseguían hacer pasar por literatura oral sus estilizadas imitaciones del romancero.
Notas:
Tres truenos, Marina Closs, editorial Tránsito, 2021
Guillem Santacruz es escritor y ensayista. Ha ganado el Premio Ateneo de novela joven 2021 con La conjetura de Reiner.
El mítico disco del músico canadiense cumple hoy 50 años
Quiero vivir, Quiero dar, He sido un minero Por un corazón de oro.
Un minero a la búsqueda del tesoro, de la gema más valiosa, de aquel mineral que se transfigura en precioso, único e irrepetible. Así son las joyas artísticas, cinceladas con precisión, modelando la roca bruta en una alhaja luminosa y refulgente. Crear belleza a partir de la nada, como los alquimistas que cristalizan lo imposible. Heart of Gold, corazón de oro, es seguramente una de las canciones más famosas de Neil Young, un artesano que supo redefinir con maestría las profundas tradiciones musicales norteamericanas en un disco histórico, a menudo olvidado, pero que marcó la música rock para siempre.
¿Qué hace que un disco se convierta en legendario? Depende de una multiplicidad de factores diversos que deben converger espontáneamente en un momento concreto, pero que, al mismo tiempo, necesitan de manera indispensable: innovación, genialidad y legado. Harvest es una obra excepcional. No forma parte de los 50 mejores discos de la historia, pero nadie discute su impronta artística. Seguramente se debe al personaje, hosco, poco amigo del showbusiness, antidivo, que a diferencia de otros artistas no crean una figura notoria y vendible. Neil Young es un antihéroe americano, siempre ha sido molesto, no ha dejado nunca de denunciar los gobiernos de turno, en una posición contestataria, insobornable y disidente. Así no se forjan las estrellas, así es él, cómo también lo es Bob Dylan, artistas que incomodan y que lejos de relucir se convierten en personajes incomprendidos, en sospechosos habituales. Su carácter indomable le ha llevado a suprimir este mes de enero todas sus canciones de Spotify por razones éticas. Hace años un periodista le preguntó si creía que los artistas tenían la responsabilidad de compartir su visión del mundo. “No” contestó. “Lo sé, es irresponsable por mi parte, pero es simplemente algo que hago. Así soy yo”.
Neil Percival Young nació en la ciudad canadiense de Toronto, el 12 de noviembre de 1945. Con 5 años ya empezó a interesarse por la música popular norteamericana y su ídolo de adolescencia fue Elvis Presley, a quién quería parecerse. Su primer grupo fue los The Squires y poco después conoció Stephen Stills con quien formó Buffalo Springfield. En solitario grabó su primer disco en 1968 y un año más tarde Everybody Knows This is Nowhere, con grandes temas como Cinnamon Girl o Down by the River. En 1969 se unió a una de la superbandas más famosa de todos los tiempos, Crosby, Stills, Nash & Young que en agosto de 1969 tocaron en el mítico Festival Woodstock. En 1970 abandonó la banda y grabó su tercer disco en solitario, el magnífico After the Gold Rush, su primer gran éxito.
Febrero de 1971, Young fue a Nashville para tocar en el programa de televisión The Johnny Cash Show donde Linda Ronstadt y James Taylor también aparecían. El productor Elliot Mazer había inaugurado el estudio Quadrafonic Sound en la ciudad, e invitó a Young a cenar el 6 de febrero para convencerle de que grabara ahí su siguiente disco. Young tenía trabajadas nuevas canciones que ya tocaba en directo en su última gira, y comentó a Mazer que necesitaba una banda. Young tomó la decisión de comenzar a grabar esa misma noche.
Aquí empezó la gestación de la que es considerada para muchos su obra maestra, Harvest, y también fue el inicio del idilio que tengo con este disco que me ha acompañado todos los días de mi vida, en vinilo, casete, cd, radio, streaming y también a la guitarra. Aquella fría noche de invierno en Nashville, Mazer encontró al batería Kenny Buttrey, al bajista Tim Drummond y al guitarrista Ben Keith. Tras grabar su participación en The Johnny Cash Show el domingo por la noche, Young invitó a Ronstadt y a Taylor, se sentaron los tres en un sofá y grabaron los coros de Heart of Gold y Old Man. Las canciones más roqueras fueron grabadas en el granero del rancho que Young había comprado hace poco en California.
Kenny Buttrey (batería), Tim Drummond (bajo), Jack Nitzsche (piano), John Harris (teclado) y Neil Young (guitarra) – REPRISE RECORDS.
10 temas, 10 gemas, 10 maravillas que brillan y que fluyen en una obra que se ha convertido en el disco más conocido y vendido de Young tras alcanzar en 1972 el primer puesto en la lista Billboard 200, y con el sencillo Heart of Gold que también llegó al número uno. El éxito de Harvest fue inesperado. Un personaje como Young, en cierto modo huraño, no pudo aceptar el estrellato y se alejó de los focos: “Ese disco me puso en medio de la carretera. Viajar ahí pronto se convirtió en un aburrimiento, así que me dirigí a una zanja. Un paseo áspero pero vi gente más interesante ahí”, dijo entonces. No quería ser estrella y se convirtió en una, a pesar suyo. Harvest, “cosecha”, es un disco que, como dice su nombre, nace de la tierra americana, de las raíces, de las músicas folk, del country y de la música negra. Young supo mezclar toda esta tradición para crear una nueva sonoridad que le ha acompañado en una larga carrera creativa, prolífica, honesta y coherente. Se ha convertido a pesar de él mismo, en una respetada leyenda de la música, y sigue tocando con una energía inusitada a sus 71 años de edad, rocanroleando en un mundo libre…
Es difícil destacar algún tema, pero si tuviera, elegiría estos tres: Old Man, mi preferida, una canción que se mueve entre el folk y el rock, no es ni una cosa ni la otra, es una combinación superlativa que encumbra a Young como un músico capaz de reinventar los sonidos clásicos del folclore norteamericano. Alabama, es un crítica al racismo, a la homofobia, al pensamiento conservador que rige los principios morales del Sur. Aquí gana el rock y muchos ven en este tema la semilla de lo que después fue el Grunge, y Young como uno de sus padrinos aventajados. Y por último el majestuoso Words Between the Lines of Age. Aquí tenemos un Young crepuscular, que reflexiona con tristeza sobre la esterilidad de su vida como músico de rock, que se sorprende al ser admirado, cantando palabras vacías, cuando inexorablemente, se desvanecen los años.
Harvest se publicó hoy, hace exactamente 50 años. Fue uno de los mejores discos de aquel 1972, un año que también produjo obras maestras, como Exile on Main Street, el mejor disco de los Rolling Stones, Machine Head de Deep Purple, Close to the Edge de Yes, Transformer de Lou Reed, Foxtrot de Genesis, Honky Château de Elton John, Facing You de Keith Jarrett, Talking Book de Stevie Wonder, sin olvidar que en mayo de ese mismo año, Pink Floyd entraba en los estudios Abbey Road de Londres para grabar The Dark Side of the Moon…
Harvest ya forma parte de la historia de los top álbumes de todos los tiempos, no es el más conocido ni el más comercial, pero es seminal, heterogéneo, conforma el complejo universo sonoro del artista, donde el folk, el country y el rock se entrelazan para descubrir nuevas maneras de combinar nuevos y viejos sonidos. Armonías que inspiraron miles de artistas, músicos que no sospechan lo mucho que el “anciano” Neil Young hizo por ellos y que, sin saberlo, se parecen mucho a él.
He sido el primero y el último, Mira cómo pasa el tiempo, Pero estoy completamente solo por fin, Yendo a casa contigo. Viejo, echa un vistazo a mi vida, me parezco mucho a ti.
Recientemente la Asociación para la Transparencia y la Calidad Democrática, entidad caracterizada por su opacidad y sin más actividad demostrada que su oposición a la remunicipalización del agua en Valladolid y la pugna judicial que ha emprendido contra el ayuntamiento de Barcelona, ha conseguido que la alcaldesa de esta ciudad sea investigada por temas que ya fueron descartados por la Justicia al archivar otra querella similar.
También es significativo el recurso presentado por la Cámara de Concesionarios de Infraestructuras, Equipamientos y Servicios Públicos (CCIES) integrada, entre otras, por multinacionales como Abertis, Alsa, Saba o Suez, contra el acuerdo adoptado por el Concello de Arteixo el pasado mes de octubre, en el que se aprobó cambiar la modalidad de la gestión del servicio de abastecimiento, pasando de ser prestado directamente por el Ayuntamiento a que lo haga una empresa de titularidad pública. Asimismo, es relevante que, desde el pasado mes de noviembre, Aguas de Barcelona y CCIES están enviando requerimientos e, incluso, interponiendo recursos ante el Tribunal Catalán de Contratos del Sector Público, que afectan a numerosos ayuntamientos a los que la empresa pública Aguas de Manresa suministra agua, en los que se cuestionan las encomiendas de gestión que estas administraciones realizan con la citada empresa pública y así abrir paso a la gestión privada de este servicio.
Estos casos, que se pueden calificar de actos de intimidación contra ayuntamientos que reivindican la gestión pública del agua, no son circunstanciales ni aislados, sino que se incardinan en una práctica sistemática del lobby privado del agua en defensa de sus intereses empresariales y de las políticas en pro de la privatización de los servicios de abastecimiento y saneamiento y contrarias a su remunicipalización y a la gestión pública. Manifiestan un claro posicionamiento ideológico que reivindica las políticas neoliberales, y que no dudan en imponerlo aprovechando los desequilibrios de poder que existen entre las empresas multinacionales y las administraciones locales y los movimientos ciudadanos.
En el último informe que Leo Heller, anterior Relator especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, presentó en 2020 a la Asamblea General de Naciones Unidas, se pone en evidencia que la gestión privada conlleva riesgos relevantes para el disfrute de estos derechos humanos, como consecuencia de la combinación de tres factores: la maximización de los beneficios, el monopolio natural de los servicios y los desequilibrios de poder. A partir de la publicación de este informe, Leo Heller pasó de ser un referente para el lobby privado del agua en temas de derechos humanos, a convertirse en la diana de sus críticas más acerbas y en el objeto de una campaña infame de desprestigio tanto a nivel nacional como internacional que llegó, incluso, hasta la presidenta del Consejo de Derechos Humanos y a la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
De esta forma, el lobby privado del agua puso en evidencia el poder de influencia que dispone cuando se trata de defender sus intereses económicos y sus posicionamientos ideológicos. Pero este despliegue de medios y capacidad de influencia no es nuevo, sino que se manifiesta continuamente en numerosos aspectos que abarcan los ámbitos político, económico, legislativo, judicial, académico y de los medios editoriales y de comunicación. Siempre en defensa de políticas neoliberales y de la gestión privada de los servicios de abastecimiento y saneamiento, llámese gestión indirecta, privatización o colaboración pública-privada.
Existen numerosos ejemplos de estas prácticas que significan, en los términos que Leo Heller emplea en su informe, claros desequilibrios de poder entre el lobby privado del agua y las administraciones locales y la ciudadanía, y los movimientos y organizaciones que reivindican la gestión pública del agua, y que, en lo sustancial, se concretan en:
Su capacidad de relacionarse con el poder judicial al más alto nivel y transmitirle, a través de cursos de formación, el marco conceptual y práctico que justifica la privatización (Convenios entre el Consejo General del Poder Judicial y la Fundación Agbar entre 2011 y 2015). Las consecuencias de estas formaciones se pueden rastrear en numerosas sentencias favorables a los intereses del lobby privado, emitidas por algunos de los magistrados asistentes a los cursos.
La incidencia política para influir en las políticas públicas y en el contenido de leyes estatales en su propio beneficio, como es el caso de la Ley 27/2013 de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, que favorece la privatización de los servicios de agua y limita drásticamente su remunicipalización.
La sistemática judicialización de procesos de remunicipalización para obstaculizarlos, cuando no impedirlos, bien directamente, bien a través de asociaciones fantasma o de instituciones afines (Valladolid, Terrassa, Barcelona, Arteixo, Alcázar de San Juan, entre otros).
La aplicación de procedimientos judiciales para cuestionar la gestión democrática de aquellos ayuntamientos que defienden la gestión pública del agua. Esta práctica, conocida como lawfare, se ha aplicado singularmente en Valladolid, Terrassa, Alcázar de San Juan y recientemente, como ya se ha puesto en evidencia, en Barcelona, Arteixo y en los ayuntamientos abastecidos por Aguas de Manresa.
La utilización de prácticas de presión a los movimientos sociales para impedir la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre el modelo de gestión de los servicios de abastecimiento y saneamiento. Al respecto, son significativos casos como los de la Plataforma contra la Privatización del Canal de Isabel II de Madrid cuando en 2012 se señaló a uno de sus dirigentes y se emprendió una campaña de descrédito hacia su persona y a la propia Plataforma. Más recientemente, fue relevante el boicot realizado entre 2017 y 2019 a través de nueve recursos contra el ejercicio del derecho a la participación en Barcelona para realizar la consulta ciudadana sobre el modelo de gestión en el Área Metropolitana de Barcelona.
El impulso y financiación de cátedras de agua en universidades públicas, que son un instrumento fundamental en la generación del conocimiento justificativo, entre otros temas, de las políticas, planteamientos e intereses del lobby privado del agua. Actualmente hay más de once de estas cátedras en universidades de Huelva, Granada, Málaga, Almería, Valencia, Cartagena, Murcia, Las Palmas de Gran Canaria y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
La utilización de medios de comunicación afines y propios para desprestigiar a la gestión pública y democrática del agua, tergiversar el alcance y contenido de los derechos humanos al agua y al saneamiento y colaborar con las campañas de desprestigio, incluso personales, de organizaciones que defienden alternativas a la privatización. Es muy relevante el caso del periódico digital Agora diario del agua, que es un medio digital sin publicidad que lo financie, pero con estrechos lazos con Suez, una de las principales multinacionales del agua. Este periódico digital tiene dos temas recurrentes: defensa numantina de las alianzas público – privadas (la privatización) y una campaña sistemática de desprestigio del actual relator especial de Naciones Unidas sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento.
Para llevar a cabo una buena parte de estas actividades de incidencia política y empresarial, el lobby privado cuenta con la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento, otrora prestigiosa entidad dedicada a temas técnicos y profesionales, pero que ahora, junto con la organización de la patronal Asociación Española de Empresas Gestoras de los Servicios de Agua Urbana (AGA), son la punta de lanza de la defensa y promoción de la gestión privada del agua. Precisamente AGA, en marzo de 2020, al inicio de la pandemia de la Covid-19, se opuso abiertamente a que el gobierno garantizara los servicios básicos de agua luz y gas y que se prohibieran los cortes de suministro arguyendo que estas medidas ocasionarían un déficit financiero estructural que pondría en peligro la sostenibilidad económica de las empresas. Con este posicionamiento, el lobby dejó claras sus expectativas de primar la consecución del máximo beneficio frente a la salud colectiva, incluso en una situación de crisis sanitaria. Este es, precisamente, otro de los factores identificados por Leo Heller que pueden poner en riesgo el disfrute de los derechos humanos al agua potable y al saneamiento.
Ante estas manifestaciones del lobby privado del agua de imponer sistemáticamente sus intereses y modelos de gestión privada, la Red Agua Pública (RAP) reivindica los modelos de gestión sin ánimo de lucro, públicos y democráticos basados en los principios y criterios definitorios de los derechos humanos al agua potable y al saneamiento. La RAP se solidariza con los gobiernos municipales que actualmente están sometidos a procedimientos judiciales por defender la gestión pública, y singularmente con Barcelona, Arteixo y los ayuntamientos abastecidos por Aguas de Manresa.
Notas:
*Gonzalo Marín, Miriam Planas y Leandro del Moral son integrantes de la Red Agua Pública.
Eduardo Chillida, Broto, Marta Cárdenas, Elena Asins, Yturralde, Sistiaga, Victor Ávila, Sempere,F. García Sevilla, Alexanco, José Iges, Dick Rekalde, Jose Ramón Elorza, Palazuelo, Rafols Casamada, Soledad Sevilla, Roscubas, Cruz Novillo, Sistiaga, Jaume Plensa, Zóbel
Bilbaíno de nacimiento, el compositor y musicólogo Luis de Pablo, recientemente fallecido, Premio Nacional de música, además de haber recibido otros muchos reconocimientos y galardones dentro y fuera de España, fue gran amigo de la Galería Altxerri de San Sebastián. Y hoy recibe el homenaje de esta galería, que lo rememora con una de sus ideas sobre la representación del sonido: “la acumulación de fuerzas sonoras por un simple –o complejo– gesto plástico… una especie de premonición plástica de lo que luego va a ser la forma sonora.” (Juan María Solare, «Una conversación con Luis de Pablo», Sibila, nº 11, enero de 2003).
Raquel Ubago, fundadora de la galería, nos comenta que conoció a Luis de Pablos hacia la década de 1990, época en la que ella cambió su profesión de arquitecta por las artes plásticas, lo que le acercó a Marta Cárdenas, esposa del compositor. De esta manera se inició una relación estrecha de amistad basada en el vínculo que existe entre el arte en todas sus variedades y la música.
Por su parte, el director de la galería Javier Balda, añade que esta exposición que permanecerá abierta desde el 18 de febrero hasta el 12 de marzo de 2022, es un breve recuerdo a su memoria con algunos elepés de sus obras emblemáticas, carteles de cine y obras de artistas con un sentido de grafía musical.
La exposición muestra una serie de obras que contienen o aluden algo cercano a ese gesto plástico, a la notación musical o a una imaginaria plasmación gráfica del ruido, de lo musical, de lo sonoro o del silencio, algunas específicamente, otras como una evocación en piezas de varios artistas, algunos coetáneos, que tuvieron alguna relación con él, que coincidieron en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid de los años 70 o que estuvieron presentes en los Encuentros de Pamplona de 1972 de los que fue organizador con José Luis Alexanco (también fallecido el pasado año), con el patrocinio de la familia Huarte y de los que este año se conmemoran 50 años, todo un hito de las artes más radicalmente contemporáneas en ese momento. Con artistas como: chillida, Sempere, Plensa, Palazuelo, Elena Asins, Soledad Sevilla, Yturralde, Alexanco, José Iges, Broto…
Alexanco y De Pablo colaboraron asimismo en la instalación plástico-musical “Soledad interrumpida”.
Luis de Pablo es una de las personalidades sobresalientes de la música contemporánea española y europea de la segunda mitad del siglo XX; no solo compuso, también organizó y programó conciertos desde los años 60 del siglo pasado. Fue pionero en la difusión de la música culta contemporánea, y entre otras muchas iniciativas creó, con el patrocinio de Juan Huarte, ALEA, el primer laboratorio de música electroacústica en España. Trabajó desde la música incidental y la experimentación electroacústica a la creación de bandas sonoras para directores como Víctor Erice, Carlos Saura, o Javier Aguirre, realizadores de algunas de las películas que ya son un clásico fundamental del cine español (El espíritu de la colmena, La caza, Pippermint Frappé, La prima Angélica, Último encuentro…). Una colaboración cinematográfica estrechamente ligada al productor Elías Querejeta. Los carteles de estas películas se pueden ver en esta exposición, así como algunos elepés del músico como WE, Polar, Sonido de guerra, Tornasol o Portrait imaginé, ilustrado por su esposa, la artista Marta Cárdenas.
Queremos con este sencillo homenaje recordar la figura de Luis de Pablo, su incansable conocimiento y por extensión la importante relación del arte contemporáneo, en todas sus disciplinas, con la música y la investigación sonora. Nos dice Raquel Ubago.
Íbamos en la furgoneta de producción, camino a la localización, cuando Pastora me contestó: «El problema no es que los guionistas no piensen en mujeres de mi edad para papeles protagonistas. El problema es que seguimos viviendo en una sociedad donde impera el heteropatriarcado». Pastora Vega que tiene 61 años y ha intervenido en un gran número de series y películas de la gran pantalla (Delirios de amor, Bandolera, Amar en tiempos revueltos, El sueño de Tánger, Casas de fuego, Todos los hombres sois iguales, La sonámbula, Un crisantemo estalla en cinco esquinas, El chevrolé o Un asunto privado) me estaba denunciando la invisibilidad que sufren las actrices a ciertas edades. Era la primera vez que hablábamos. Recuerdo que estaba justo en el asiento de atrás, que no podíamos acercarnos, ni podíamos mirarnos las caras; y que aun así, nos reconocimos comulgando en el mismo dolor. Los estereotipos de género afectan a las mujeres de todas las edades. Yo, que soy una mujer de 33 años, sabía perfectamente desde qué lugar me estaba hablando: el dolor ha sido para nosotras un espacio común en toda la historia. Estuve unos días pensando en aquella conversación que tuvimos que dejar a medias, así que decidí invitarla a comer unas semanas después para poder seguir escuchándola. En el fondo, su denuncia también era esa: quería ser escuchada.
«He transitado el desierto profesional desde los 45 años. Y lo he llevado mal, con paciencia, dejando que pasara el tiempo y dedicándome a hacer otras cosas. Ahora vuelvo a trabajar, pero los papeles que estoy interpretando son los de la madre, de la abuela, de la tía, del o de la protagonista. Acompaño a contar la historia, pero nunca se cuenta desde mi voz, desde mi mirada, desde mi forma de estar en el mundo», siguió contándome. «Las mujeres mayores estamos infrarrepresentadas en el cine y cuando por fin aparecemos, ¿qué roles estamos ocupando? ¿Se refleja realmente nuestra realidad como personas mayores o son estereotipos acerca de nuestros rasgos, de nuestras capacidades?» Hay un largo etcétera de películas en las que la vejez femenina se interpreta desde roles secundarios y con representaciones negativas que apelan a estereotipos de viudas vividoras, de mujeres desamparadas y convertidas en víctimas, de marujas, de dependientes; como una carga social, pasivas, con una función doméstica central, pidiendo permiso para volver a enamorarse o para poder sentirse deseadas.
«No sé qué mensaje les estamos transmitiendo a la gente joven desde esas representaciones, pero desde luego no me extraña que en mis últimos trabajos haya percibido otro respeto y otra manera de actuar frente a los mayores. Cuando a mí me tocaba rodar con Paco Rabal u otras personas mayores de mi generación, nos poníamos a comer alrededor de ellos y les llenábamos de preguntas. Queríamos saberlo todo. Ahora parece que se haya perdido esa admiración por el que ya ha vivido más. Hay una cierta soberbia, hay un no mirar hacia atrás, como si todo estuviera por hacerse y no hicieran falta los referentes. Nosotras ya hemos sido hippies, veganas y feministas», recordaba con un poco de nostalgia. Las espectadoras necesitamos escuchar todas las voces, reconocernos en la pantalla, tener mujeres-faro. Es relevante quiénes nos narran la historia para que vayamos aprendiendo, nosotras, todas, a transitar por caminos no convencionales.
En el ideario colectivo, el valor social de la mujer ha estado ligado a nuestra belleza. La mirada masculina es la que sigue gobernando, es la que nos pone en la posición de ser observadas y en consecuencia la que nos exige estar perfectas para poder levantarles el ánimo. Por eso nuestra vejez no interesa: porque desde su mirada ya no somos una femme fatale. Ya no somos su entretenimiento. Por contra, ellos siguen siendo héroes a los cincuenta y Richard Gere es interesante, no viejo. El cine puede sostener muchos de estos estereotipos y prejuicios sociales. Usémoslo como antídoto contra ellos y no como un transmisor. Que la reyerta a pie de calle no sea sólo por hacer películas sobre mujeres mayores, sino porque su presencia en ellas sea igual de digna como la de cualquier otra persona.
Pastora Vega tiene entre manos un proyecto audiovisual junto a un grupo de actrices argentinas donde ella es la más joven. El principal objetivo de esta iniciativa es luchar contra el edadismo y contar por fin la historia desde sus propias voces.
Notas:
*Cristina Abelló es productora audiovisual y gestora cultural.
Dijeron que mantendrían la discreción sobre lo que habían tratado o debían hablar en la mesa de diálogo y que no se pondrían ningún tipo de calendario de reuniones ni de plazos.
Sobre la discreción no cabe duda de que la mantienen estrictamente. Pronto se cumplirán cinco meses desde que Pedro Sánchez se reunió durante dos horas con Pere Aragonès y del posterior encuentro entre delegaciones del Gobierno español y del catalán durante dos horas más, y no han explicado nada en público sobre lo que trataron. Fue un éxito, eso sí. En esta valoración coincidieron todos los que participaron. Lástima que no se pueda saber el motivo.
No sabemos tampoco cuándo será la próxima reunión. La ministra Isabel Rodríguez ya dijo que eso tendría lugar cuando tuvieran algo acordado. En conversaciones discretas, hay que suponer.
Además de la ausencia de perspectivas de solución de los problemas generados por la represión contra el soberanismo catalán, de las inhabilitaciones, de los miles de procedimientos judiciales abiertos contra ciudadanos acusados de querer subvertir el orden centralista, de la incapacidad del progresismo español de hacer posible el retorno de los exiliados, además de las multas, amenazas, detenciones… el Gobierno y el aparato judicial españoles lo que hacen de momento es añadir obstáculos a una hipotética agenda de conversaciones. No dejan de crear problemas nuevos, como la aparición y desaparición de 1.700 millones de inversión pública que no podían servir para otra cosa que para hacer más grande el aeropuerto de Barcelona, el olvido de las lenguas diferentes del castellano en los planes de protección de la industria audiovisual, «solucionado» con una partida anual -¡de 15 millones!- para la producción de contenidos en catalán, vasco y gallego; la recuperación de la política educativa de José Ignacio Wert, la de la españolización de los niños catalanes, con la aplicación de sentencias contra la inmersión lingüística, la retirada de las actas de diputado a personas desobedientes que se han expresado y se expresan públicamente en contra de la represión, en favor de la libertad de expresión y en contra de la extrema derecha implantada en el aparato jurídico y policial del Estado.
«Que se respete la ley», dicen los representantes del Gobierno central y de los partidos nacionalistas españoles, en sintonía con magistrados que, por ejemplo, avalan la competencia de la Junta Electoral para poner límites a la libertad de expresión de los miembros del Govern de la Generalitat, particularmente de su presidente y de cualquier diputado. Para dejarlo claro pasan por alto los resultados de las elecciones y privan de sus derechos a todo aquel que no siga las directrices de aquellos jueces que convierten sus tribunales en agentes activos de la vida política.
Los partidos del gobierno catalán, por su parte, hablan muy a menudo sobre las discrepancias estratégicas que mantienen, pero tampoco se sabe de qué estrategias hablan, porque ni unos ni otros han ofrecido pistas sobre cuál es el camino que tienen previsto ya no para conseguir la independencia de Catalunya, tal como lo proclaman de vez en cuando, sino para obligar el Estado a hablar sobre una ley de amnistía y a reconocer de alguna manera el derecho de Catalunya a decidir su futuro como nación. Mucho menos todavía saben explicar en qué se diferencia la Catalunya del futuro que sueñan unos y otros. Pero más allá de estos «detalles» y de las descalificaciones mutuas constantes que se dedican desde hace cuatro años, con evidente menosprecio del desaliento que generan entre la ciudadanía que les vota sin especial predilección partidaria, sí que expresan diferencias, no demasiado claras, sobre la voluntad de diálogo y la conveniencia de la confrontación con el Estado. Hay que suponer que todos tienen conciencia de que cualquier conflicto, por grave que sea, concluye con negociación, y que si se quiere negociar, aunque sea una tregua, hay que sentarse a hablar y tener contrapartidas, porque en caso contrario, si no se puede ofrecer nada o no se tiene capacidad de incomodar seriamente a la otra parte, no hay pacto posible. El ganador impone su voluntad y el perdedor capitula, o se rinde.
El diálogo real parece en estos momentos paralizado por varios motivos, pero el principal es la pérdida de capacidad de presión por parte del soberanismo catalán. El tiempo de las grandes movilizaciones ha quedado atrás y la gente que desearía recuperar la ilusión que tenía hace unos años no puede ocultar su desencanto. Lo que hay entre los dos partidos independentistas con más representación no es más que una batalla permanente y constante para desgastar a la fuerza de la competencia, para conseguir de este modo, se supone, un grado más alto de presencia en las instituciones.
Quién insistía más en la vía del diálogo, sin embargo, se encuentra fuera del Govern. Son aquellas fuerzas que se identifican como progresistas, pero que consideraron que la movilización de millones de personas en defensa de la República catalana no iba con ellos. Algunos que se reivindican como la izquierda transformadora y que incluso todavía se proclaman a veces como herederos del 15M, no consideraron siquiera la posibilidad de jugar un papel en la extraordinaria movilización soberanista vivida durante la pasada década, que parecía que abría una oportunidad para poner en cuestión el régimen del 78.
Ahora los epígonos de los izquierdistas que a finales de los 70 pactaron la reforma política que dio continuidad a una parte sustancial del legado de la dictadura, entre el cual se encuentra la institución monárquica, toman la palabra para decir que no es el momento (1) de exigir reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Catalunya ni de reclamar un referéndum sobre la forma de Estado. Ya no hablan casi nunca de la «nueva política», ni de la casta, ni de procesos constituyentes, ni de la revolución democrática que decían que teníamos a las puertas. La casta debe haber desaparecido y «la nueva política» debe consistir en el intercambio de cromos, de apoyos parlamentarios y de amenazas de retirada de los mismos para conseguir la aprobación de presupuestos de una u otra institución o la convalidación in extremis de un decreto sobre la reforma laboral. Muy nueva esta forma de hacer política no parece.
Aun así algunos de los que se han reconocido como significados «equidistantes» entre el nacionalismo constitucionalista español y el republicanismo catalán, han empezado a detectar escepticismo sobre la viabilidad de la mesa de diálogo y han hecho una serie de sugerencias a los gobiernos catalán y español para «predisponer a los interlocutores a una negociación exitosa» (2). Expresan preocupación por el posible bloqueo del diálogo y para «avanzar» proponen una agenda de negociación sobre las siguientes cuestiones: inversiones estatales en Catalunya, traspaso de las competencias sobre ferrocarriles de cercanías, algún tipo de compromiso sobre el corredor del Mediterráneo, una reorganización territorial que permita la creación de una unidad administrativa del área metropolitana de Barcelona y un compromiso del Estado para la protección y promoción de la lengua catalana.
Cuesta entender que personajes con experiencia política y conocimiento de la historia y la realidad catalana, a pesar de haberse vuelto negacionistas del derecho a la autodeterminación de Catalunya, puedan imaginar una hoja de ruta para la resolución del conflicto entre Catalunya y el Estado sin tocar temas tales como el déficit fiscal, las competencias en materia de educación, economía, medio ambiente, relaciones laborales, vivienda, seguridad, el respeto por la soberanía del Parlament de Catalunya o la reparación del daño causado a miles de víctimas de la represión contra el independentismo.
Hay «progresistas» que niegan desde hace tiempo la posibilidad de una amnistía y argumentan, como lo hicieron en los años setenta a propósito de la reforma política, que la correlación entre fuerzas políticas no permite que se pongan en cuestión determinados asuntos. Una correlación de fuerzas que, obviamente, cambia en un sentido o en otro a lo largo de la historia y que no se puede modificar a favor de los defensores de los derechos elementales y las libertades democráticas si se trabaja para conseguir la desmovilización y la renuncia al cambio social (3).
Los principales partidos independentistas catalanes dilapidaron con sus rifirrafes la fuerza popular extraordinaria ganada con las movilizaciones que tuvieron lugar entre los años 2011 y 2019. La derecha y los constitucionalistas españoles celebran la desmovilización general del soberanismo catalán. Cuesta imaginar en estos momentos, por ejemplo, la recomposición de una red como la que se tejió en torno a los CDR. Eso tranquiliza al centralismo, no cabe duda. Y no lo disimula. Hoy ninguna organización catalana tiene capacidad de convocatoria de actos reivindicativos como la cadena humana de 400 kilómetros del año 2013, formada por 1.600.000 personas; o la marcha hacia Bruselas del 2017, o la manifestación a Madrid del 2019, o las marchas por la libertad en respuesta a las sentencias del Supremo del mismo año, y mucho menos llamamientos a las urnas como la consulta del 2014 y el referéndum del 2017, en los que participaron millones de personas.
Los dirigentes independentistas no han perdido ocasión para descalificarse mutuamente (4) y el destrozo que han dejado en esta batalla no lo podrán reparar con facilidad, pero aun así la sociedad catalana conserva buena parte de su tejido asociativo. Los demócratas necesitan reforzarlo para cuando irrumpa una nueva oleada de protesta popular y de impugnación del régimen del 78. Una nueva oleada que tarde o temprano llegará, cuando los actores políticos menos se lo esperen, pero entonces habrá que disponer de una sólida red de entidades culturales, sindicales, vecinales, políticas que, para ser eficientes, necesitarán una orientación social responsable y una fuerte vinculación internacional.
Hay que suponer que en algún momento de las próximas semanas o meses el Gobierno del PSOE y de UP hará posible la escenificación de una nueva conversación en mesa de diálogo, con una parte del Gobierno catalán si nada cambia, que a estas alturas, después de haber comprobado de nuevo la capacidad del centralismo de olvidar promesas y de sacar provecho de los efectos de la represión y de la desmovilización del soberanismo, ya pueden prever qué tipo de «concesiones» les ofrecerán en el nuevo encuentro. Alguna nueva «inversión» prometerá el Gobierno de Pedro Sánchez. No faltarán actores que quieran que se asuma como un nuevo éxito del progresismo o como un cambio que hay que apoyar en favor de los intereses de todo el mundo. Los ciudadanos que no viven de rentas se merecen mejoras sustanciales que efectivamente se puedan celebrar.
Notas:
*La foto destacada es de Jordi Bedmar.
(1) Mireia Esteve. Los referéndums que Yolanda Díaz y Ada Colau no ven urgentes. Ara, 7 de febrero de 2022.
(2) Varios autores. ¿Impulsar la mesa de diálogo? El País, 2 de febrero de 2022.
(3) Dossier especial. Por qué pierde la izquierda. Le Monde Diplomatique en español, enero de 2022.
(4) Marc Font y Ferran Espada. La resaca del caso Juvillà vuelve a destapar la falta de una estrategia conjunta del independentismo. Público, 8 de febrero de 2022.
En realidad, es cada vez más difícil -y no más fácil- para mí escribir sobre prostitución. Muchos años, décadas de debates, algunos muy agrios, y miles de páginas leídas y escritas me han producido una sensación de sobresaturación de significados que resulta cada vez más complicado resumir. Con el tiempo, además, es que la propia institución de la prostitución se ha ido haciendo más compleja al tener que incorporar a su estudio mucho de lo aportado por el feminismo interseccional. Ya no se puede hablar de prostitución sin hacerlo de cuestiones como el racismo, el colonialismo, las migraciones el funcionamiento global del mercado neoliberal con todas sus derivadas de clase, así como de cuestiones más culturales como la sociedad de consumo o el imperio de nuevas subjetividades nacidas al amparo del neoliberalismo.
Estamos hablando de una institución poliédrica y cambiante que se ha ido adaptando a cada sociedad a la que tiene que ser funcional. A pesar de todo ello, la comprensión social de lo que es la prostitución no ha cambiado tanto; todo el mundo sabe lo que es o cree saberlo, al fin y al cabo lleva con nosotras miles de años. Pero ese “todo el mundo cree saber” es uno de sus problemas, que la prostitución, quizá, ya no es eso que la gente piensa que es. Eso genera que en algunos de los debates sociales y políticos acerca de la prostitución se combatan fantasmas o, peor aún, que a veces no se tengan en cuenta cambios que se han producido en cuestiones relacionadas con ella: el sexo; el dinero, el trabajo, el cuerpo, la moral, el consentimiento sexual, el feminismo, los estados mafiosos y paralelos…la manera de entender esas cuestiones y otras muchas ha cambiado y no tenerlo en cuenta puede hacer que equivoquemos el discurso. Cuando escucho a mi madre criticar la prostitución siento que sus argumentos no serían hoy compartidos por mucha gente. Pero lo que no ha cambiado es su función: reforzar, reafirmar la desigualdad, aunque haya cambiado la manera en que lo hace.
Una vez explicado esto, que no es más que un intento de explicar mis propias limitaciones al disponer de este espacio, comentaría tres aspectos que creo importantes para el actual debate, pero que podrían perfectamente ser otros tantos, y muchos más.
La prostitución es una institución social y política y como tal ha de ser comprendida y debatida. Es una institución de orden (como todas). Ha servido para marcar un adentro y un afuera entre las mujeres y su disponibilidad para los hombres, unas para el sexo, otras para la procreación; unas buenas y otras malas pero todas sometidas. Y, según la ideología masculina tradicional, ha servido también para evitar que los hombres fueran por ahí violando a las mujeres de otros. Era, por tanto, una institución importante para el mantenimiento del orden social. Tan importante que siempre ha estado, al contrario de la creencia tradicional, protegida por los diferentes poderes: la iglesia, el estado, el rey. Por eso, además, ha estado casi siempre regulada (aunque las putas sufrieran estigma y marginación). En la historia de Europa ha estado prohibida en cortísimos períodos de tiempo, especialmente durante las guerras de religión. La mayor parte del tiempo no sólo ha estado permitida sino intensamente regulada y protegida. Sólo con la llegada del sufragismo, del feminismo organizado como movimiento, la hasta entonces incuestionable necesidad social de la prostitución empieza a cuestionarse y comienza el proceso de deslegitimación política que alcanza, por primera vez, a los pensadores de la izquierda. Hasta el siglo XIX, estos pensaban que esas mujeres lo hacían por vicio. Que la pobreza es un condicionante determinante, aunque parezca mentira, se les había ocurrido respecto a los hombres, pero no respecto a las mujeres; esto no se les ocurrió hasta que las feministas lo pensaron y lo denunciaron.
La situación legal de la prostitución, históricamente, pues puede leerse como la protección de un privilegio masculino, quizá uno de los mayores: el de poder acceder a cuantas mujeres se quiera, cuando se quiera y por un precio accesible a todos los hombres, a todos. Los niños crecen sabiendo que todos los hombres del mundo, tengan el dinero que tengan, poco o mucho, cuando quieran, tendrán cuerpos de mujeres a su disposición. Sólo por ser hombres estarán en ese lado y ellas, sólo por ser mujeres (en este caso pobres, muy a menudo racializadas) estarán en el otro lado; lados, por cierto no intercambiables. Esto configura mucho del mundo: del mercado, de las subjetividades, del privilegio y la opresión, de las desigualdades en las que se cruzan varios ejes: de raza, de clase, de sexo, de origen.
Para empezar determina que la subjetividad masculina es inseparable del conocimiento de esta realidad. Se podrá usar o no, pero está ahí. Desde ahí construye emociones en torno al sexo. El feminismo es un movimiento que ha conseguido politizar lo sensible, como dice Sara Ahmed, es decir, los afectos, los aspectos emocionales –cuestiones complicadas de introducir en el ámbito de la política– por eso no podemos continuar fingiendo que las emociones masculinas en torno al sexo no tienen importancia, cuando sabemos de sobra que el funcionamiento de las economías sexuales regula en gran parte las relaciones patriarcales. Y no podemos continuar negando que la existencia de la prostitución y todo lo que gira en torno a ella es un enorme configurador de emociones masculinas y también de políticas sexuales.
Es un privilegio puro: el de sentir deseo y tener un supermercado de cuerpos accesible a cualquier economía personal. Y es un privilegio puro la sensación que eso procura, sobre ellas, de control del mundo, de potencia, de poder. Esto es especialmente importante en un momento en el que las identidades masculinas tradicionales se están fragilizando porque el neoliberalismo global ha significado, entre otras cosas, una emasculación simbólica para la masculinidad hegemónica. Se ha roto aquello que ha configurado desde el nacimiento del capitalismo la identidad masculina: poder en la familia, sobre las mujeres; autoestima proporcionada por un salario capaz de mantener a su familia. Eso se ha acabado. Pero la prostitución sirve también para que la situación no estalle. Al fin y al cabo, recordemos que lo que hacen siempre los ejércitos, los tiranos, los empresarios explotadores, es proporcionar mujeres para acallar el conflicto. Falte lo que falte, lo que no faltan son mujeres
Finalmente, ese privilegio masculino, tiene un coste en términos de igualdad. Es incompatible con la igualdad. Ese enorme mercado, esa enorme industria global de miles de millones de dólares, necesita producto para seguir funcionando. Y el producto son las mujeres. Y ninguna industria puede presumir de ser tan rentable y de obtener mayor plusvalía. Las mujeres son inacabables, no requieren costes de transformación, todo es ganancia. Pero para eso, tiene que haber suficientes mujeres pobres y desiguales.
Hay países, continentes, cuyo PIB depende en gran parte de la llamada industria del sexo. Si esos países invierten en igualdad, si hacen políticas públicas feministas, si se esfuerzan en educar a las niñas, habrá menos materia prima. ¿Para qué invertir en igualdad si lo que da dinero es mantener un contingente de mujeres en la pobreza que puedan ser convertidas en la mercancía necesaria? El inmenso negocio de la prostitución -uno de los mayores del mundo- necesita mujeres pobres y sin alternativa. La industria necesita también alimenta la demanda; por eso necesita alimentar el machismo, combatir la igualdad, o de lo contrario la demanda disminuye. Todo eso tiene un coste: en igualdad. La prostitución es una institución profundamente contaminante, de la igualdad, de su posibilidad siquiera. Hoy es una institución convertida en un dique de contención del patriarcado frente al feminismo. Hay otros, pero este crece aupado por un enorme caudal de dinero y por complicidades políticas e institucionales. Acabar con ella no será fácil y no será con una ley, aunque la ley sea imprescindible.
Ya va siendo hora de que perdamos el miedo a la autoridad masculina que se cree por encima de cualquier razonamiento si no viene avalado por la RAE (María Martín Barranco)
Si a usted le interesa el tema del lenguaje inclusivo nada mejor que acudir, leer o escuchar a María Martín Barranco. Feminista, licenciada en Derecho, aficionada por su importancia a las palabras, los diccionarios y los medios de comunicación, lleva más de quince años trabajando como formadora en diversas áreas de los estudios de género tanto para organismos públicos como privados, ha impartido clases y ha dado conferencias en universidades españolas y mexicanas. Es autora de tres libros muy recomendables: «Ni por favor ni por favora» (2019), «Mujer tenías que ser» (2020) y el recientísimo «Punto en boca» (febrero de 2022), los tres publicados por la editorial Catarata.
Con motivo de la publicación de este último título conversamos con ella en Espacio Publico.
El lenguaje es un instrumento de poder. Puede nombrar o invisibilizar. Las mujeres somos la mitad de la población pero en el lenguaje estamos siempre dentro del género masculino. Para la Real Academia «hablar con el plural masculino no supone alguna discriminación sexista«. ¿Qué le parece esta afirmación?
La versión corta: Una sandez.
La versión larga: La RAE es tenida y se tiene por autoridad en materia lingüística, de lo que no sabe nada es de igualdad, de discriminación ni de sexismo. Pueden decir “hablar con el plural masculino es la norma” y no podemos hacer sino darles la razón (otra cosa es que obedezcamos), pero ¿Qué no supone discriminación sexista? ¿con qué argumentos lo sostienen? ¿Cuál es su conocimiento del tema? En la RAE entran profesionales de diferentes especialidades y no solo lingüistas para poder definir con propiedad acerca de lemas de muy diferentes contenidos. ¿Especialistas en sexismo, en igualdad, en género? Cero.
Al no existir un plural único a veces resulta un tanto pesado emplear constantemente el masculino y femenino. En su libro «Ni por favor ni por favora» Cómo hablar con lenguaje inclusivo sin que se note (demasiado)» usted afirma que hablar sin discriminar a las mujeres puede ser un proceso ameno y creativo. ¿Cómo podemos hacerlo?
Teniendo en cuenta dónde se producen las discriminaciones para evitarlas. No se trata, como pretenden hacernos creer, de cambiar una letra por otra, o de hacer todo neutro. Se trata de tomar conciencia de los modos diversos en los que el lenguaje reproduce discriminaciones (a las mujeres continuamente, pero también a colectivos en situación tradicional de discriminación). Cuando te entrenas para ver esas discriminaciones y quieres evitarlas, cualquier persona adulta con un vocabulario medio tiene ya las herramientas lingüísticas que necesita.
Se necesita, antes de practicar con la lengua, entrenar la mirada para ver las desigualdades, también las lingüísticas. Porque se nos hace pasar la discriminación por lo natural, por la norma. Pero ni es natural ni las normas son, no ya inamovibles, ni siquiera tan rígidas como pensamos.
¿Existe en otras lenguas este mismo problema de discriminación de las mujeres en el lenguaje?
Cualquier sociedad machista tendrá formas de reflejar en el idioma que le sea propio esas desigualdad cultural. Lo que no podemos esperar es que discriminen en la misma forma que se hace en español. Por eso se pude concordar en femenino, por decir algo, y que esa lengua sea discriminatoria con las mujeres en otros aspectos. En Punto en bocapongo ejemplos del inglés, el ruso o el guajiro.
En libro «Mujer tenías que ser. La construcción de lo femenino a través del lenguaje» habla de cómo hemos sido históricamente narradas las mujeres. ¿Puede comentarnos algunos ejemplos de cómo se ha construido la imagen de lo femenino en el lenguaje, los refranes, expresiones…?
La cultura académica y popular ha construido una narración completa del deber ser de las mujeres que ha ido cambiando con el tiempo (pues es una construcción cultural que varía) para mantener una posición inamovible de estas (porque es el eje del sistema patriarcal): subyugadas bajo el poder masculino. La forma de moverse, vestirse, estar en los espacios público o privado, dónde son bienvenida y dónde no y cómo se castigará el no acatar esos mandatos. Cómo deben verse (y cómo debemos ver) los cuerpos, los procesos biológicos y fisiológicos de las mujeres; nuestras “fallas” morales: charlatanas, mentirosas, volubles, intrigantes, pierde hombres; nuestras virtudes ideales: abnegación, sacrificio, entrega, pasividad, abstinencia… Esa imagen está idealizada (para santificar la figura de la madre como ángel del hogar y demonizar la de la mujer libre, asimilada a la prostituta, la que es de todos los hombres y por ello candidata a ser usada por ellos), subordinada a los intereses masculinos y, lo que es más importante: alejada del derecho de ser por sí misma. En el caso de las lenguas, apartadas históricamente del derecho a decidir quienes son y cómo ser nombradas, de contar sus propias historias y, lo que es más importante, desde sus propios puntos de vista y no desde el punto de vista masculino identificado con el de la sociedad (cuando solo era el de los hombres en situación de poder).
«No hay que sospechar que la doctrina se vaya a cambiar ni cabe esperar que se hagan recomendaciones sobre cambios en el lenguaje. La RAE no hace políticas legislativas, sino que simplemente explica cómo hablan la mayoría de los hablantes y recoge las normas», dice Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, institución que es reacia a admitir el femenino en las profesiones: pilota, por ejemplo. Generalmente se usan expresiones como «el médico y la enfermera», «el piloto y la azafata», «el jefe y la secretaria» (nunca a la inversa: «la médica y el enfermero», «la pilota y el azafato», etc.), que reflejan una situación de subordinación profesional de las mujeres, cuando la realidad nos demuestra que hoy día hay muchas mujeres médicas, pilotas, jefas… ¿No es esto una muestra del poder que tiene el lenguaje para mantener situaciones discriminatorias contra las mujeres?
Por supuesto que lo es. En Punto en boca Muñoz Machado y sus dislates sobre el lenguaje inclusivo tienen más de un hueco. No solo él, he de aclarar, hay más señoros de los que me gustaría, pero ya va siendo hora de que perdamos el miedo a la autoridad masculina que se cree por encima de cualquier razonamiento si no viene avalado la RAE. Porque esas afirmaciones tan rotundas unas veces se desdicen por sí mismas (porque son erróneas o directamente falsas) y otras las desdicen la Gramática (que no conocen tanto ni tan bien como deberían ocupando las posiciones académicas que ocupan).
Si la RAE no hace políticas legislativas ¿por qué hicieron por iniciativa propia un informe recomendando usar la expresión violencia doméstica en lugar de la que se anunciaba de violencia de género? ¿Por qué reconocen en el informe sobre la CE que habría que decir rey y reina, príncipe y princesa pero las mujeres sin sangre real no lo merecemos?
¿Por qué se empeñan en decirnos no uses el femenino, hacer la flexión en género es innecesario, no digas esto o lo otro? Que esperen, observen y no sean juez y parte. Si la RAE no hubiera puesto el grito en el cielo por el lenguaje inclusivo (o lo que creen que es) o solo dejaran de ridiculizarlo muchas personas no estarían en contra. No legislan, pero meten cizaña. Nos acusan de ideología y creen que su machismo no es ideología (o quieren que lo creamos, que es peor).
Las resistencias a nombrar las profesiones en femenino son ideológicas siempre. La lengua es lo suficientemente flexible para adaptarse a los usos de quienes la hablamos.
Vemos aún cartas iracundas a los periódicos o partidos que se niegan a decir “presidenta” una palabra admitida por la RAE no ayer por la mañana por presiones feministas (como dicen por ahí) sino por el diccionario académico en el siglo XIX.
Uno de los argumentos empleados por la RAE y por quienes se oponen al lenguaje inclusivo es la «economía del lenguaje». En su último libro, «Punto en boca», usted afirma que el lenguaje inclusivo no solo nos permite precisar, sino también economizar, si de ahorrar palabras se trata. ¿Puede ponernos algún ejemplo?
No es que se trate de eso, porque no se trata de economizar, esto no es un mercado de las palabras, aunque hace poco un académico dijera justo eso “mercado de las palabras”. Lo que trataba de demostrar en el libro es que usar un lenguaje que no discrimine a las mujeres no es, necesariamente largo o farragoso. Casi cualquier frase discriminatoria puede hacerse no sexista, o puede hacerse inclusiva, con menos palabras, menos letras, menos caracteres (si me apuras, ahora que son tan importantes en las redes sociales). Si no se hace es porque no se sabe o porque no se quiere. El primer problema tiene una solución más fácil que el segundo porque quien no quiere, no quiere. Pero que digan “no quiero” y se dejen de excusas.
Por último, ¿qué parte de responsabilidad tienen los medios de comunicación en el uso del lenguaje que discrimina a las mujeres?
Tanta como espacio ocupan en nuestras vidas y, cada vez, ese espacio es más y más grande. El caudal de información que consumimos (uso este verbo consciente de lo que digo) es enorme incluso cuando intentamos ponerle filtros. Sin ellos, en sociedades capitalistas, es imposible avanzar.
“El futuro es un lugar extraño”, como diría el maestro Josep Fontana en su último libro, y añadiríamos que también es un lugar “amenazante”. Estamos viviendo la descomposición del orden neoliberal, que ha multiplicado los problemas a nivel internacional. Estamos ante la amenaza de la crisis climática, que puede hacer inhabitable gran parte del Planeta, por no hablar de la crisis migratoria, en parte derivada del anterior, la crisis económica y de salud derivada de la pandemia del COVID19 con las restricciones que se han tenido que imponer, crisis internacionales (Ucrania, Taiwan, Nigeria, etc.) cada día más graves, crisis energética, subida de la inflación, reverberaciones del trumpismo por el mundo, crisis existenciales por las cargas de trabajo y la precariedad, etc. El futuro no parece un lugar de optimismo ni de esperanza.
En este marco que se dibuja aparecen dos posturas contrapuestas, una demanda de reformas para solventar los problemas que se dibujan en el horizonte, y otra demanda que exige orden y certidumbre, que es vehiculada hacia posiciones autoritarias. Esta demanda de orden y certidumbre es un intento de buscar en los valores “eternos”, frente a un mundo que gira a demasiada velocidad y que produce cambios difíciles de digerir en todos los planos (laboral, social, económico, etc.), esa promesa de algo a lo que aferrarse que disipe dichos miedos y ansiedades hacia ese futuro extraño y amenazante. Los grupos políticos de la derecha y de la extrema derecha juegan con los conceptos de nación, ley dura, en muchos casos, religión desde su perspectiva ultra, mientras mantienen un sistema económico agonizante para seguir beneficiando a los de siempre. Esto sería una salida autoritaria, un intento de imponer una hegemonía negativa, que trata de evitar que la decadencia del neoliberalismo arrastre las conquistas realizadas por la oligarquía. Estos síntomas mórbidos del sistema neoliberal, que no termina de morir, están provocando una reacción ante su declive que utiliza la violencia verbal y, en algunos casos, física, contra la democracia y los demócratas, en un momento que el nuevo paradigma, si es que se logra imponer, no termina de nacer.
Este movimiento es global. Tiene en la figura de Donald Trump una imagen de lo que hay que hacer, y sus métodos han traspasado fronteras y están siendo imitadas por las extremas derechas populistas, y por los partidos de la derecha que se han ido dejando arrastrar hacia posiciones ultras.
Las derechas internacionales y patrias están usando la estrategia de los neoconservadores de Bush Jr., que luego perfeccionó Trump, de “tensión política”. Partiendo de la base de que el electorado progresista y de izquierdas es más susceptible de abstenerse en unas elecciones, se trata de considerar al gobierno “ilegítimo”, como hizo Trump acusando a Biden de fraude, para comenzar una campaña de acoso y derribo por todos los medios. Desde los medios de comunicación. Desde la Judicatura conservadora con los métodos del “Lawfare”, mintiendo día sí y día también, e incluso llegando a la coacción física, si es necesario. Esta estrategia terminó con el asalto al Congreso de los EEUU, que tuvo la connivencia del Presidente saliente y de parte de las fuerzas de seguridad, lo que fue un atentado contra la democracia sin precedentes.
Dicho de otra manera, la democracia se utiliza de manera instrumental, sin ser realmente un demócrata. Se rompen cualquier consenso constitucional, y se usan cualquier arma a su disposición para lograr derribar al gobierno salido de las urnas.
En el caso español, el consenso del 78 roto por la derecha en 2011, que inició un ataque sin precedentes contra la “constitución material” de la Constitución del 78, empezando por las relaciones laborales, pasando por la Educación y la Sanidad, etc. Dirigido a desguazar el Estado del Bienestar para favorecer los intereses privados, encaminado a socializar las pérdidas de constructoras y bancos hacia la ciudadanía, y con el objetivo de que una minoría saliese reforzada de la crisis del 2008 a costa de la mayoría de la población. La moción de censura exitosa en 2018 desalojó del poder a Rajoy por una alianza amplia de las izquierdas, y parte de las derechas, periféricas, de UP y del PSOE.
A partir de la caída de Rajoy, y la llegada a la Presidencia del PP del neoconservador Pablo Casado, más la subida de VOX en el Congreso, se inició una fase de acoso y derribo al gobierno que ya había inaugurado el defenestrado Albert Rivera. Se acusó al Presidente Sánchez de ser un okupa del poder, por lo que se trataba de instalar la idea de que lo había okupado ilegalmente, que traída aparejada la idea de que el poder es propiedad de la derecha en este país. Nunca hay que olvidar de que la derecha tiene un concepto patrimonialista del poder y que esta es escasamente democrática.
Si Sánchez había llegado al poder de manera ilegal, pactando con la “banda” de bolivarianos, terroristas e independentistas, cualquier método para derribar al gobierno se convierte en bueno. Hemos visto al PP, porque de VOX ya nos lo esperábamos, realizar campañas utilizando bulos como lo de las macrogranjas contra Garzón, apoyando el acoso que duró meses contra Pablo Iglesias, Irene Montero y sus hijos, bloqueando la renovación del CGPJ y otros órganos de Justicia desde los que se ha interferido en la práctica del Ejecutivo y del Legislativo a través de una mayoría conservadora caducada, apoyándose en una ofensiva mediática continua contra el gobierno, tratando de boicotear que España recibiese los fondos europeos (la Comisión Europea apoyó al gobierno sin fisuras), apostaron por derribar al gobierno en plena pandemia, se entrevistaron días antes de la crisis con Marruecos con partidos marroquíes que defienden la anexión de Ceuta y Melilla, escorando hacia la extrema derecha su discurso legitimando el discurso de VOX, dando un tamayazo en Murcia para impedir una moción de censura contra su gobierno, usando un lenguaje incendiario para caldear a su electorado e impedir cualquier tipo de acuerdo, etc. El PP echado al monte. Un PP acomplejado por VOX que le abre camino.
No contento con esto se ha producido en estos días dos hechos aún más graves, si cabe. En Lorca personas vinculadas al PP y a VOX han alentado a los ganaderos a asaltar el ayuntamiento en un momento en el que se estaba votando limitar las macrogranjas. Este movimiento es escuadrismo y nos recuerda peligrosamente a los años 30. Lo que el PP no logra por la vía democrática, lo intenta a través de los juzgados, o, como en este caso, a través de la coacción y la violencia, con el silencio cómplice de parte de los conglomerados de los medios de comunicación, que están jugando un papel nefasto en la defensa de la democracia. Si la izquierda hubiese cometido tal desafuero, o hubiese habido violencia en una manifestación de trabajadores, sería portada en todos los periódicos.
Y para rematar, ayer se producía la votación de la reforma laboral, medida estrella del gobierno. Parte de los socios de la investidura han votado en contra, esperando que el Gobierno tuviese los votos amarrados, por motivos electoralistas, ya que, por ejemplo, ERC, BILDU y el BNG ven con ansiedad las posibilidades electorales de Yolanda Díaz, por lo que han intentado desgastarla y casi se llevan por delante el gobierno de coalición. El PSOE había amarrado su flanco derecho ante la desafección de los antes mencionados y del PNV, esto garantizaba una votación favorable, pero por un margen estrecho. Sin embargo, Teodoro García Egea, Secretario General del PP, tenía preparado un nuevo tamayazo al estilo murciano, logró que los dos diputados de UPN rompiesen la disciplina de partido y votasen no. Sólo un error de un diputado del PP, que se equivocó votando, ha salvado la reforma y al gobierno. Ahora empezarán la campaña de juego sucio para seguir con aquello de “gobierno ilegítimo”.
Lo que está en juego no es derribar el “Régimen del 78”, ni la revolución, lo que está en peligro es la democracia. ERC, el BNG, BILDU y el PNV lo tendrían que tener claro, o sacar alguna conclusión de lo que pasó ayer. El electoralismo se puede llevar por delante la legislatura y darle una oportunidad a que la derecha y la extrema derecha llegue al poder, con un programa autoritario que pretende asaltar el Estado del Bienestar. El PSOE debe aprender a que no hay otra mayoría que la mayoría de la investidura. El giro al centro es una ensoñación. Algunos dirigentes de Podemos deberían de realizar menos aspavientos y crear conflictos innecesarios. El izquierdismo y el tacticismo se nos puede llevar por delante.
En este país sigue habiendo una mayoría de centro-izquierda, aunque no sabemos por cuánto tiempo. La izquierda debe de entender que en una situación de pandemia, y con tantas amenazas en el horizonte, deben de encarnar un proyecto sólido, confiable, que aporte seguridad, con menos tacticismos y más mirada amplia, que vaya a la raíz de los problemas y mejore la vida de la ciudadanía, que reduzca la ansiedad y los miedos. Si no logramos armar ese proyecto y una práctica política más sólida, y menos de política espectáculo, lo que terminaremos perdiendo es la democracia y una oportunidad de oro, que no sabemos cuándo se volverá a repetir, de construir un país más justo socialmente y poder lograr que la gente viva con dignidad.
De la derecha antidemocrática no podemos esperar nada. No fallemos nosotros.
“Las palabras enseñan, los ejemplos arrastran” (Dicho latino).
“Si las elites traicionan, las sociedades fracasan” (Albert Camus, 1950).
“El corazón tiene razones que la razón no entiende” (Pascal, matemático francés y teólogo. Siclo XVII).
“Si una mentira se repite constantemente, acaba por convertirse en verdad” (Goebbels).
La lectura del libro del profesor Tamayo me ha abierto todo un mundo de interrogantes.
En principio solo veo actitudes no compasivas e inmisericordes:
Actitud de la Conferencia Episcopal Española, incapaz de visitar durante años, a los niños de la Cañada Real.
Oigo, en un programa de televisión la voz inmisericorde de un cocinero: “¡Concursantes, quedan cinco minutos!” Una concursante derrotada se quitó posteriormente la vida (¿)
“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo” (José Ortega). Hemos heredado las circunstancias de millones de años de historia anterior. Tenemos que conocerlas para actuar, cambiando continuamente para seguir “haciendo camino”.
Por mi formación y profesión científico técnica he tenido que estudiar geotecnia y geología para poder cimentar “sobre roca” o terreno firme. Los arqueólogos profundizan mucho más en la historia al quitar la roña de siglos nos descubren tesoros antiguos que relucen al sol.
Los paleontólogos, como Arsuaga, nos descubren muchos más tesoros. Creo que era un poeta el que afirmaba que la Verdad era como una joven pudorosa que gustaba de esconderse y que había que descubrirla. Cuando Poncio Pilatos pregunta a Jesús: “¿Qué es la Verdad?” Éste no contesta, sus silencios son muy elocuentes.
En los campos de lo infinitamente pequeño, mecánica cuántica, el ser es reemplazado por la probabilidad de existir, o de lo infinitamente grande el Universo creciendo y muriendo la mente se nubla y solamente unos privilegiados son capaces de vislumbrar lo maravilloso.
Si nos adentramos en el cerebro humano estamos en pañales todavía.
El ansia de saber y conocer es innata y no se sacia nunca “Si no os hacéis como niños…”. Mateo, el apóstol, nos recuerda posteriormente: “Cualquier pecado será perdonado menos el pecado contra el Espíritu”.
En un principio y para “educar” las religiones primitivas han empleado el soborno, premiando al sumiso, y el miedo al castigo, expulsión del paraíso, castigando al díscolo. El proceso continúa. Nuestros antepasados expulsaron a judíos y moriscos, que se llevaron consigo los conocimientos matemáticos filosóficos, médicos… Dejaron una península yerma y estéril, dominada por la incuria y el miedo a la Inquisición.
Posteriormente fuimos una especie de apéndice del Primer Reich o Sacro Imperio Romano Germánico, fundado por Carlomagno, y al que perteneció Carlos V: «Entre septiembre de 1547 y junio de 1548 Carlos celebró en Augsburgo el «Reichstag acorazado» (Geharnischte Reichstag) tutelado por una fuerte presencia militar» (desde «El Sacro Imperio Romano Germánico: Mil años de historia de Europa (Otros títulos)» de Peter H. Wilson, Javier Romero Muñoz).
Las guerras de religión asolaron Europa. Los judíos fueron tanto tolerados como perseguidos en otras ocasiones. Las Españas (denominación de los Austrias al conglomerado de pueblos de la Península), se desangraron en aventuras ajenas. El oro traído de América no cubría los gastos guerreros. Estábamos en manos de prestamistas y banqueros.
Un inciso sobre nuestra actuación en el Nuevo Mundo, los historiadores se dividen en antiespañoles, partidarios de la Leyenda Negra y los contrarios. Charles Darwin, en “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, nos narra, sin juzgar, lo que ve en su viaje en el Beagle al mando del aristócrata Robert FitzRoy. Ambos eran gente de orden.
Es la crónica de una travesía dando testimonio de la aniquilación bestial de tribus indígenas y de las torturas a los esclavos. Darwin, hombre de su tiempo, les considera inferiores pero nos narra sus matanzas sistemáticas por el argentino general Rosas, dictador posterior de su país.
El filósofo protofascista, FiedrichNietsche, propone, en el siglo XIX, el ideal del superhombre capaz de escapar de todas y cada una de las cadenas que atrapan a los hombres normales. El superhombre es el ideal, para él todo es lícito: saltarse todas las reglas, no tiene freno y quiere acabar con todos nosotros.
Para “los divinos” (hospital Puerta de Hierro, “Calle M-30”, tenistas, presidentes de clubs de fútbol, presidentes de bancos, de eléctricas, de televisiones, futbolistas…) todo está permitido, no hay límites para su poder.
Por otra parte, nace la psicología con Freud, que considera al hombre como un haz de instintos que hay dominar. Tiene una visión pesimista del ser humano al llegar a su consulta solamente enfermos patológicos.
Con el tiempo surge la psicología conductista, representada principalmente, por Skinner. Nos considera robots sometidos a estímulos (s) a los que correspondemos con respuestas (r), como los célebres perros de Pavlov o las ratas de laboratorio sometidas a descargas eléctricas.
Finalmente surge la psicología humanista de Maslow y Rogers que estudian las circunstancias en las que se han desarrollado las personas que han alcanzado “experiencias cumbre”.
Mucha ciencia pierde su autonomía para sobrevivir.
Los métodos “goebbelianos” actuales han suplantado al pensamiento y a los sentimientos. El humanismo primitivo ha sido sustituido, lenta y silenciosamente, por la lucha sin cuartel entre los humanos. Se fomenta, subliminalmente, la competencia, en busca de la “excelencia” de la “optimización de resultados”. Lo importante es ganar a cualquier precio para conseguir el ansiado premio ya sea deportivo o de cocina. El que no lo consigue será excluido del paraíso del consumo y relegado a los bajos fondos separados por muros tanto invisibles como visibles. Los concursos televisivos, reality shows, no tienen otra razón de ser que producir un lavado de cerebro, lo importante es derrotar al adversario. “Comunicadores” de poca monta y sin escrúpulos dirigen el cotarro: se convierten en flautistas de Hamelin que nos conducen, ciegos, tontos y sordos a la felicidad.
Los “influencers” y psicólogos del sistema han encontrado la clave: “piensa en positivo”, es decir no existas, no pienses, adáptate…
Existen muchas ONGs y Fundaciones que pretenden transmitir caridad, buenos sentimientos, misericordia… Casi todas tienen sus Patronatos, encargados de que no se desvíen del “camino correcto”. Consiguen apoyos financieros con tal de que no se investiguen las causas que producen el Cambio Climático, sequías, ciclones, huracanes, emigraciones masivas de pueblos empobrecidos huyendo de hambrunas, guerras y persecuciones.
¿Quién soy yo para juzgar a los miembros de esas organizaciones? No puedo ver en su interior. Si no se atreven a “salvar la circunstancia” y analizar las raíces profundas del empobrecimiento será por algo, tampoco yo soy un héroe.
Agradezco a Tamayo la mención que hace del teólogo posconciliar José María González Ruiz, su pequeño libro “Creer es comprometerse” me despertó. En él figura lo que llama el autor “parábola de los ateos”. En el Juicio Final llama el Padre a su derecha porque le dieron de comer o de beber cuando tuve hambre o sed ¿Cuándo, Señor, hicimos eso? Cuando se lo hicisteis a uno de mis pequeñuelos lo hicisteis conmigo.
El compromiso con el compañero es otro concepto barrido por la inconsistencia en las relaciones humanas en el trabajo, que, como dice Bauman, se han vuelto líquidas y terminan conduciendo a la soledad más inhumana.
Tamayo ha sido perseguido, pero sigue, valiente, encabezando la batalla entre la Autonomía de la Razón Humana y su guerra sin fin contra su domesticación por el poder.
¿Por qué no hay reacción y la gente no se aterroriza? Eso se preguntan los protagonistas de No mires arriba. Y se lo preguntarán ustedes, si aceptan identificarse con ellos en este juego, que entra en su segunda y última parte. Así transcurrió la primera, dedicada a políticos y periodistas. Juguemos, de nuevo, a ponernos en la piel de Kate – J. Lawrence – y Randall – L. DiCaprio. Y hablemos ahora de movilización ciudadana, nacionalismo, belicismo, corporaciones digitales, gurús tecnológicos e industria cultural.
El motivo de la inacción ante el desastre que se avecina estriba en que lo que la propia película muestra: todo el mundo –literal, el planeta entero- permanece expectante y paralizado ante las pantallas. Mientras, estas emiten promociones electorales, bélicas y corporativas.
La “movilización popular” se prefabrica en las pantallas, cuando la perspectiva de perder las elecciones recomienda realizar un ataque preventivo contra el “planet killer”. Esto ya lo hemos vivido. Recuerden a cuántas elecciones han sido convocados y en qué plazos, sufragando campañas de “nosotros o el caos” y sin apenas mejorar el nivel de vida ni la gobernanza del país.
¿A que No mires arriba también ofrece una lectura voxista? Aunque también denuncia operaciones bélicas, comandadas por héroes de la patria y aderezadas por spin doctors que copian a Spielberg… con la consiguiente subida de las acciones de la industria de armamentos. O de las tecnológicas y las farmacéuticas.
La primera movilización de la película tiene carácter bélico-espacial. Pero es un movimiento especulativo electoral y de grandeza nacional que se transfiere a quien la encarna: la presidenta xxx. Pongan ustedes un nombre y unos apellidos de por aquí. El “pueblo” participa montando un picnic masivo, haciendo así de figurante en un media event: algo hecho para y por los medios y a escala planetaria. Este lo retransmite un supremacista blanco y homófobo que acabará disparando al cielo y representando a la Asociación del Rifle.
Pero esta operación de la NASA será revertida por una –sí, en singular y régimen de monopolio- Corporación Tecnológica. Ofrece un espectáculo más lucrativo en términos de audiencia y cotización bursátil del “mercado de futuros”. “La salvación de la Humanidad” vendrá, una segunda vez, de la mano de un magnate tecnológico que reemplaza a los gobiernos del mundo y elude el control científico. Algo así, como que la próxima invasión norteamericana será llevada a cabo por los satélites Starlink de Elon Musk, que colaboran con la US Air Force. En el ámbito doméstico, sería que gracias a Telefónica recuperásemos, al fin, Gibraltar y Perejil. (A falta de link que avale este último despropósito, podría servirles este).
El Mark Zuckerberg/Elon Musk/Jeff Bezos/Tim Cook de No mires arriba representa al CEO-gurú digital que actúa, según ciertos académicos, como un “déspota benevolente”. Encarna la deidad de los macrodatos, capaz de predecir la muerte de cualquier ser humano. (Menos la de Randall y volveremos sobre ello). Los teléfonos móviles de esta compañía ya incorporan también el Neuralink de E. Musk. Conectados a nuestros cerebros y sensores psico-biométricos, dictan lo que consumimos –hacen órdenes de compra- y prescriben los contenidos o la terapia que recibimos. El CEO, bautizado Peter -¿será Peter Thiel, uno de los personajes más oscuros de Silicon Valley– ordena y manda. El mundo, convertido en su metaverso, obedece.
La ONU amaga y, como viene siendo norma, demuestra impotencia. Las potencias extranjeras –China, Rusia y la India– también se ven rebasadas por este empresario, que se niega a definirse como “hombre de negocios”. Se cree un motor turbo de la evolución humana. Considera a un robot, que bautiza como Primo, su primer hijo. Junto a sus hermanos autómatas –esa es toda la familia del gurú- extraerá metales preciosos que convertirán “la amenaza y la tragedia en una oportunidad de negocio”. Anuncia, pues, “la gloria de una edad dorada de la especie humana”. Y la cotización bursátil de la compañía le exime de someterse a la supervisión de la comunidad científica.
La cobertura “informativa” de esta segunda misión espacial corporativa es una promoción sin fin. Incluye una plegaria del spin doctor, hijo de la presidenta. En el culmen del materialismo, reza “por las cosas”: por vivir para consumir. Las noticias-propaganda de esta pseudocracia -el régimen del poder de la mentira- se acompañan de teléfonos de asistencia psicológica. Pretenden ser un gesto “filantrópico”, de responsabilidad social corporativa. Pero se trata de una vía fraudulenta de ingresos, con cargos y “costes de itinerancia” apenas audibles en el anuncio.
La esfera pública de No mires arriba, como la nuestra, solo da cabida al consumo y al lucro corporativo. No hay opción a la disidencia porque, en esos términos, no hay competencia. Si el baremo fuese el interés público, el número de afectados y la gravedad de la amenaza Kate y Randall habrían sido escuchados. Pero los astrónomos y el cargo de la NASA afín son “sacados del mapa”; es decir, de las pantallas y los medios.
Eso mismo viene ocurriendo con los “alertadores” de verdades incómodas como Edward Snowden, Julian Assange y Chealsie Manning. También sobre ellos se hicieron canciones y biopics laudatorios. Pero ni siquiera uno de cada diez de “mis” alumnos de Periodismo les conoce. Casi nadie les admira y menos aún revindica. La ausencia de “hackers” disidentes en el grupo activista de los astrónomos rebeldes aleja No mires arriba del inconformismo “ciberpunk” y “criptopunk” que Assange y compañía invocan como modelo.
Borrar la disidencia digital priva a la generación Netflix de la rebeldía y la capacidad de respuestas necesarias para revertir la situación. Las llamadas a la desconexión digital son desoídas y reprimidas en la película. El catastrofismo de los astrónomos, convertidos en celebrities, se diluye en programas infantiles. Una película de gran presupuesto sobre el colapso, lejos de tomar partido, recomienda “mirar arriba y abajo para evitar la división”.
La alianza de Kate y Randall con la pareja musical del momento evidencia la imposibilidad de movilizar a la ciudadanía desde la industria cultural. Para empezar, ese no es su objetivo. Y, en caso de que lo fuese, apagar la pantalla y tomar las calles perjudicaría el negocio. Las iniciativas de Bob Geldorf y de Bono de U2, en los años 80 y 90, ya demostraron en plena hegemonía neoliberal la inanidad política del pop-rock convencional. Ni el hambre ni la deuda externa fueron ni serán erradicadas desde los escenarios. Tampoco por las estrellas del K-Pop que representa Ariana Grande en No mires arriba.
La sentimentalización y la hiper-personalización del activismo, lo convierten en show y exhibicionismo de marcas identitarias. Lucir “productos críticos” -sean camisetas, canciones o libros- es apenas una marca de distinción, sin impacto político alguno. Consumismo cultural para progres autocomplacientes y autoindulgentes: encantados de haberse conocido y saciados con clickactivismo. A este público parece dirigida la postura a adoptar que nos sugiere la película. La escena final y dos breves epílogos entre los títulos de crédito así lo aclaran.
En la entrega anterior señalé que la película acaba con una “última cena” de tintes bíblicos. Se desmiente así el pronóstico realizado por el gurú digital de que Randall moriría solo. Como Jesús, aceptará su inmolación, precediéndola de un ágape con los más próximos. El liberalismo estadounidense e incluso la socialdemocracia europea no dan más de sí. Apenas nos dejan con el apoyo y los cuidados mutuos; pero fuera de las instituciones, tras aceptar el desmantelamiento del estado de bienestar.
Instalados en el malestar y antes del apocalipsis, apenas cabe rezar. Y parece bastar con una plegaria como la dirigida por el novio porrero de Kate. Aunque laico o ateo –o eso parece-, recupera la educación evangélica que recibió de sus padres. ¿Estamos ante una llamada a la conversión religiosa, previa al Armagedón? Morir en gracia de Dios –por si acaso- y rodeado de los tuyos consuela ¿O es la escena final una mano fraterna, tendida a los evangélicos que se aliaron primero con Reagan y luego Trump? En cualquier caso, sugieren los guionistas, oremos porque ya es demasiado tarde. Pero como programa político solo se traduce en inacción.
Dos breves epílogos, insertos entre los créditos, desmienten el diálogo o entendimiento con quienes representan a “los malos”. Apenas la mitad de ellos alcanza un nuevo planeta habitable en el avión interestelar en el que desertaron de la Tierra. Y la presidenta acaba devorada por un “bronteroc”, tal como había profetizado el gurú Peter. Este, en un alarde de infantilismo, recomendará no tratar estas alimañas prehistóricas como mascotas. En un segundo epílogo, el spin doctor, abandonado por su madre en tierra, se convierte en “el último habitante” del planeta. Inconsciente de ello y enajenado se inmortaliza con un selfie pidiendo un like.
Fotograma de la película (Netflix)
En resumen, tras implorar valor a Dios Padre para asumir una extinción ineludible –privados de gobernantes, periodistas, científicos y creadores de cultura- los guionistas nos invitan a reírnos de los Poncio Pilatos que nos desgobiernan. La mejor crítica proviene de la autoparodia que la propia película ofrece.
Por si se les había olvidado identificarse con los protas, dice Kate: «Quizás la destrucción de todo el planeta no se supone que sea divertida. [Ni solventable o reparable con plegarias, cabe añadir]. Tal vez se supone que debe ser aterradora [y movilizadora, añado]». Y Randal afirma: «No todo tiene que sonar tan malditamente inteligente o encantador o simpático todo el tiempo. A veces sólo necesitamos ser capaces de decirnos cosas. Necesitamos ser capaces de escuchar cosas». Digámoslas y escuchémonos, pues.
Que las risas y los rezos no apaguen la conversación y las iniciativas que, supuestamente, quiere inspirar esta película con tanto jugo para quien quiera exprimirlo. Por cierto, el juego que les proponía no es el del calamar. Aquí no gana nadie. Se trata de examinar las razones y las responsabilidades del fracaso presente.
Fotograma de la película (Netflix)
BONUS para maestr@s, profes, y sus trasuntos en casa, bar, curro o pachanga musical… Y, sobre todo, en Twitch.
*** REGLAS PARA JUGAR al Mira arriba, abajo, a los lados… y adelante.***
0. Consultar los links de este texto (en sus dos entregas, mejor).
1. Repartirse entre ser Kates y Randalls. El resto, que hagan de secundarios ;-)
2. Dividirse en grupos para identificar * políticos, ** periodistas, *** gurús tecnológicos, **** iconos progres y ***** voces de la ciencia que en este u otros temas no (nos) dejan hacer, ni decir, ni escuchar, ni ver lo evidente, lo necesario y lo urgente.
3. Continuar el relato que, leído de forma más radical –yendo a las raíces– nos propone esta más que aprovechable y nutritiva peli.
El objetivo final sería (r)escribir otra escena final y otros dos epílogos, tan breves o más que los que están en los títulos de crédito. Propongo estas interpretaciones y versiones de los mismos.
– Reunámonos para cocinar juntos, comer y charlar. Démosle la mano a próximos y a quienes no lo son tanto. No digamos en público cuándo fuimos más felices en este mundo sino en el que vamos (re)construir. Y entonemos las oraciones más transversales: las que atraviesan más fronteras. Si es necesario, démosle la vuelta a las que heredamos de nuestros padres. Apropiémonos de ellas para “salvarnos”.
Y pensemos en “los malos” viéndolos de esta manera:
– Cuando los hiperricos y plutócratas inmundos llegan a crear un nuevo planeta demuestran que son parásitos de los trabajadores. De hecho, este era uno de los finales que estaba pensado (aunque nos privaría del desnudo masivo: ¿El emperador va desnudo). Proponían los guionistas que arrancase una puja entre estos inútiles magnates -gurús-megaVIPs por contratar a alguien que les construyese una casa. No encontraban a nadie. Y, claro, la puja especulativa no paraba de subir. ¿Lo pillan? ¿Se les ocurren otros finales?
– Creo que el segundo y último epílogo nos representa a todos y todas. Confesémoslo, quisiéramos ser (o contratar los servicios de) Iván Redondo. Somos huérfanos de la presidenta mala madre. Estamos empantallados. Tanto que cuando llegue el fin no percibiremos que no queda nadie más vivo, excepto nosotros. Y, aún así, pediremos un like, un retuit… una suscripción.
INSTRUCCIONES PARA USUARI*S AVANZAD*S: Doblad el final y los epílogos, filmad otros en línea con los propuestos. Viralizadlos como hámsters en una jaula que saben abrir.
La humanidad se enfrenta en nuestro tiempo a retos de gran magnitud: agravamiento de la crisis ecológica, intensificación de las desigualdades sociales, creciente poder de las grandes empresas capitalistas, persistencia de las desigualdades de género, aumento de los autoritarismos nacionalistas, etc.
Ante ellos, el espacio progresista lleva décadas apostando, de forma más o menos explícita, por una estrategia basada en actuar principalmente a través de partidos políticos, de movimientos sociales, de sindicatos, y de fundaciones, institutos de investigación y editoriales. Sin embargo, y si bien estos actores son condición necesaria para lograr abordar los retos de nuestro tiempo, no son, como se viene observando durante décadas, condición suficiente.
En este sentido, y siguiendo el espíritu del Foro Social Mundial, es pues necesario incorporar a dicha estrategia a, al menos, un nuevo actor: las cooperativas y entidades de economía social y solidaria. Ello estaría justificado por los importantes impactos positivos que tiene dicho actor en relación con los retos de nuestro tiempo. Unos impactos positivos que se producen gracias a, al menos, cuatro elementos característicos de las cooperativas y entidades de economía social y solidaria.
En primer lugar, la propiedad y gestión cooperativa de los medios de producción por parte de los trabajadores de las cooperativas y entidades de economía social y solidaria garantiza que, en caso de haber beneficios, los mismos no se acumulen en unas pocas manos, sino que se distribuyan equitativamente entre todos los trabajadores. Además, y por su parte, las cooperativas y entidades de economía solidaria directamente no tienen ánimo de lucro, por lo que los beneficios no se distribuyen entre los trabajadores, sino que se destinan o bien al impulso de proyectos sociales o bien se reinvierten en la propia empresa. Igualmente, la propiedad y gestión cooperativa de los medios de producción favorece una menor brecha salarial entre los trabajadores, garantizando con ello, también en este aspecto, la no acumulación de recursos en unas pocas manos. De esta forma, y ante los retos de nuestro tiempo, las cooperativas y entidades de economía social y solidaria fomentan pues una mayor igualdad social y de género.
En segundo lugar, la propiedad y gestión cooperativa de los medios de producción por parte de los trabajadores conlleva también la existencia de una democracia interna en la empresa. Frente a las “órdenes” de los “jefes” de las empresas capitalistas, en las cooperativas y entidades de economía social y solidaria, los trabajadores deciden colectivamente qué se produce, cómo se produce, cuánto se produce, cómo se organizan, cuánto cobran, etc. En la actualidad, en las democracias occidentales, donde reina el capitalismo neoliberal o el capitalismo bienestarista según el país, existe una dicotomía al vivir en una democracia en el ámbito político y en un régimen autoritario en el ámbito empresarial. Es pues fundamental romper esa dicotomía y defender tanto una democracia política como una democracia económico-empresarial. Además, la democracia económico-empresarial fomenta positivamente la democracia política: por un lado, y siguiendo las investigaciones de Carole Pateman, a mayor participación en la empresa por parte de un trabajador, mayor sentido de eficacia política (es decir, mayor sentido de que sus acciones sí pueden tener un impacto político) y, con ello, mayor probabilidad de participación política por parte de ese trabajador. Y, por otro lado, para garantizar la calidad de esa participación política es necesario, como bien apuntan Cornelius Castoriadis o Martha Nussbaum, una paideia democrática; y ésta, en el caso del trabajador de una cooperativa, no sólo se adquiere en la esfera política, sino también en el día a día de su propio lugar de trabajo. De esta forma, las cooperativas y entidades de economía social y solidaria fomentan la democracia política frente al aumento de los autoritarismos.
En tercer lugar, el cooperativismo, al contrario que la empresa capitalista, no tiene el ánimo de lucro y la maximización de los beneficios como principio rector. El cooperativismo entiende que es necesaria la viabilidad económica de la empresa, y con ello que es necesario tener beneficios en cada ejercicio económico, pero apuesta por, o bien un ánimo de lucro reducido en el caso de las entidades de la economía social, o bien, y como se señalaba previamente, por no tener ánimo de lucro en el caso de las entidades de la economía solidaria. Por este motivo, el cooperativismo sitúa de forma general y equilibrada el bienestar de sus trabajadores, la viabilidad de la empresa y el bien común de la sociedad en el centro de su modelo de producción. De esta manera, las cuestiones laborales, de cuidados, de sostenibilidad de los ecosistemas, de integración en la comunidad, de no deslocalización de la producción, de no evasión fiscal, etc., se encuentran, de forma general, entre sus principios esenciales. Así, y con ello, las cooperativas y entidades de la economía social y solidaria fomentan la igualdad social, la igualdad de género y la lucha contra la crisis ecológica.
Y, en cuarto y último lugar, las cooperativas y entidades de la economía, principalmente, solidaria, abogan, frente al consumismo salvaje del capitalismo, por un modelo de consumo consciente y organizado. Un consumo consciente y organizado que tendría, al menos, cinco características principales: por un lado, se considera fundamental distinguir entre necesidades y deseos. Por otro, el consumo de bienes y servicios debe estar más orientado a la satisfacción de necesidades que a la de deseos. Igualmente, el consumo de esos bienes y servicios debe realizarse desde la moderación para no agravar la crisis ecológica. Por su parte, dicho consumo ha de llevarse a cabo en el mayor grado posible en las cooperativas y entidades de la economía social y solidaria, favoreciendo así también con ello el apoyo mutuo entre consumidores y productores. Y, por último, y además de un consumo consciente de carácter individual, es fundamental fomentar un consumo organizado en grupos de consumo, en cooperativas de consumidores (como podría ser el caso de La Osa, La Corriente, Som Energia o Som Connexió) y en cooperativas integrales (como podría ser el caso de Opcions o del Mercado Social de Madrid). Con este modelo de consumo, se fomenta pues una mayor igualdad social y de género (al consumir en, y con ello dar dinero a, cooperativas y entidades de la economía social y solidaria), una reducción del poder de las grandes empresas capitalistas, y una mayor sostenibilidad de los ecosistemas.
Sin embargo, a pesar de los impactos positivos señalados, y a pesar también de que destacados autores contemporáneos como Mario Bunge, Alec Nove, Richard Wolff o Robert Dahl han realizado importantes aportaciones en defensa del cooperativismo, en estos momentos ninguna de las principales ideologías del espacio progresista incorpora el cooperativismo y la economía social y solidaria como un pilar esencial de su propuesta económica. Por un lado, el eurocomunismo todavía no se ha podido librar del todo de la estéril dicotomía comunista entre el Estado y el Mercado. Por otro, la socialdemocracia, para poder construir el Estado de Bienestar tras la Segunda Guerra Mundial, tuvo que aceptar de forma casi acrítica el rol del Mercado capitalista y la empresa capitalista, y se olvidó de la posibilidad de fomentar un modelo empresarial propio que le ayudara a conseguir sus objetivos. Por su parte, el anarquismo, que históricamente siempre se encontró cercano al cooperativismo (piénsese, por ejemplo, en las experiencias desarrolladas en la revolución social española de 1936), en la actualidad apuesta principalmente por la vía sindical de defensa de los derechos laborales de los trabajadores en las empresas capitalistas, más que, de forma clara, por la constitución de cooperativas por parte de los trabajadores. Y, por último, los movimientos ecologistas y los partidos verdes, si bien podrían ser actualmente los más cercanos a la defensa del cooperativismo, tampoco han llegado a introducir, posiblemente por su focalización en el eje productivismo/antiproductivismo, el cooperativismo como elemento esencial de su propuesta económica. De esta forma, y como sostiene Bunge, el espacio progresista sigue teniendo guardado en un cajón su principal y más seria, transformadora y emancipadora apuesta de modelo empresarial.
Una escuela para el activismo económico
Con este marco, en 2019 surgió en Madrid -de la mano de Ecooo-, y en 2020 se extendió a Barcelona -de la mano de LabCoop-, la Escuela de Activismo Económico. Y lo hizo con tres objetivos principales: por un lado, movilizar las fuerzas de la juventud universitaria y de ciclos superiores de FP hacia la (re)construcción del movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria. Por otro, ofrecer a dicha juventud un programa de formación de carácter principalmente práctico en otro modelo de hacer economía y empresa -el del movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria-. Y, por último, que dicha juventud mejore su empleabilidad en cooperativas y entidades de la economía social y solidaria, favoreciendo con ello su acceso al mercado laboral.
«Sesión de formación de la Escuela de Activismo Económico»
Y si bien durante los peores momentos de la pandemia la Escuela tuvo que bajar su nivel de actividad, gracias a la mejora de la situación sanitaria la sede de Madrid volvió en el presente curso 2021/2022 a retomar su actividad a pleno rendimiento. En este curso, el programa de formación -de carácter práctico, presencial y gratuito- está compuesto por cinco actividades. En primer lugar, tres sesiones de formación inicial, donde se introduce al alumnado en los principales modelos económicos y empresariales, y se presentan las seis cooperativas sin ánimo de lucro que forman parte de la Escuela y donde el alumnado realizará su activismo económico (La Corriente, Som Energia, La Osa, SuperCoop, Fiare Banca Ética y Mercado Social de Madrid). En segundo lugar, siguiendo la metodología learning by doing (aprender haciendo), y como actividad principal de la Escuela, el alumnado desarrolla un activismo durante al menos tres meses en una de las cooperativas sin ánimo de lucro de la Escuela. En tercer lugar, el alumnado, a lo largo de sus meses de activismo, disfruta también de tres sesiones de formación complementaria que versan sobre cómo trabajar en equipo, cómo realizar buenas presentaciones en público, y cómo diseñar y ejecutar estrategias de comercialización. Igualmente, y en cuarto lugar, el alumnado también lleva a cabo, al menos, una sesión de compartir experiencias y reflexiones tanto sobre el activismo que está realizando, como sobre la propuesta teórica y práctica del cooperativismo y la economía social y solidaria. Y, por último, el alumnado asiste a, al menos, un encuentro destacado de la economía social y solidaria de la Comunidad de Madrid.
De esta forma, y con este programa de formación, la Escuela de Activismo Económico ofrece así una educación económica y empresarial a la juventud universitaria y de ciclos superiores de FP para que ésta se convierta en un actor destacado de la necesaria y urgente (re)construcción del movimiento cooperativista y de la economía social y solidaria. Un movimiento que, junto al resto de actores políticos, sociales, sindicales e intelectuales, está llamado a jugar un rol fundamental a la hora de abordar los grandes retos de nuestro tiempo.
Debatir si No mires arriba, el reciente estreno de Netflix, nos llama a actuar ante el cambio climático resulta aburrido y, sobre todo, estéril. Una película pensada para el consumo masivo, como es esta, no pretende convocar solo a la chavalada seguidora de Greta Thunberg. También hará guiños a los retardistas y negacionistas del colapso. Por otra parte, reírse del desastre que se avecina y parodiar nuestra inactividad amplía la audiencia, rebaja la crítica y consuela.
Se me ocurre proponerles un juego en dos tiempos –esta es la primera entrega– que parta de las obviedades anteriores. No mires arriba no es cine político ni social, sino un relato apocalíptico que busca un público masivo. Para alcanzar ese reto, hace digerible la distopía que anticipa. Aborda con humor la imbecilidad individual y colectiva con la que asistiremos al fin del mundo. Cuando este llegue, como ahora, nos limitaremos a negarlo y, luego, a esperar sin poder hacer apenas nada para evitarlo. No mires arriba, ayuda a reconocer el problema; pero no a resolverlo.
Les propongo sacar provecho de la mayor virtud de la película. Diría que reside en la dificultad para distinguir la parodia futurista del relato crítico y veraz sobre nuestro presente. La sátira es el ingrediente base de este pretendido cuasi-documental, que rebaja su tono ficticio con referencias a la actualidad. Pero anticipar el fin acarrea un riesgo inmovilizador. ¿Para qué luchar contra lo inevitable? La risa rebaja la crudeza del pronóstico y normaliza el horror con cinismo.
No les anticipo, aún, el final de la película. Pero adelanto que propone aceptar la inmolación a escala planetaria. No se precisa mucho análisis fílmico para lanzar esta tesis. Y sobran aspavientos por no estar ante una obra altermundista y anticapitalista. ¿Alguien se esperaba otro The End? El “This is the end, my friend” de los Doors, que Coppola filmó con un fondo de Vietnam-USA en llamas y olor a napalm, no cabe en Netflix. La plataforma nunca producirá una segunda parte de Apocalypsis Now emplazada, por ejemplo, en Afganistán. Para empezar, porque Coppola se arruinó haciendo la suya. Y Netflix, por modelo de negocio, no financia proyectos que no aseguren beneficios.
El mayor riesgo de las plataformas –y, por extensión, de la tecnología digital– reside en que cortocircuiten la conversación social y, así, cercenen nuestras facultades para percibir la realidad y actuar sobre ella. No mires arriba aborda este asunto de forma muy lúcida: no queremos saber, sino posicionarnos a favor o en contra. Así que les invito a desplegar ante las pantallas un juego de rol. En esta primera parte deben pensar en los políticos y periodistas que salen en la película.
Vuelvan a ser niños viendo esta peli. Escoja quién será en ella, como ensayo de quién quiere ser “de mayor”. Solo vale pedirse un personaje. Y hay que mantenerlo. Queda prohibido cambiar según las tornas del guion. A lo dicho, hecho y pecho.
Apechugar con lo que escojas ser y hacer esta vida. Esta es la máxima. Porque este juego de rol va sobre nuestra responsabilidad personal y colectiva, sobre lo que decimos y callamos, hacemos o evitamos, en este caos que hemos montado. Lo que sigue, por tanto, contiene spoilers.
Les “estropearé la peli” proponiéndoles que la comenten, antes, durante y después de verla. Miren arriba, abajo y a los lados de la pantalla. Paren la proyección cuando les pete. Encuéntrense allí y entonces con otros espectadores. Se trata de que la sonrisa descreída, el consumo “crítico” y los rezos de una “última cena” no sean las únicas propuestas de acción. Se trata de abrir el debate que los creadores de No mires arriba se arrogan haber planteado pero que, de hecho, clausuran.
Elijan entre ser la joven astrónoma o el investigador senior que protagonizan la película. Cuentan ustedes con seis meses y dos semanas para preparar el mundo ante una “extinción masiva”. Asuma, por tanto, la misión de certificar la inminencia de un “planet killer”: una verdad, una certeza empírica, avalada con datos incontestables y que nadie quiere escuchar. Si la ciencia le trae al pairo, escoja otro personaje. Pero acepte que es un secundario.
La pareja de astrónomos y el cargo de la NASA que les respalda lo tienen claro. El resto del elenco se dedica a boicotearles, con contadas excepciones. Son dignas de ser identificadas, porque sus lazos no se basan en el interés sino en los afectos. Y, con todo, se demuestran impotentes. Los cuidados que se brindan en la película se limitan a convocarse por última vez en familia ante una mesa. Aceptan el final anunciado y dan gracias “por haberlo intentado”. Pero ¿qué? Si además han fracasado.
Identificarse con la pareja de astrónomos ayuda a identificar el resto de roles que nos impiden hacer lo necesario. No quieren consensuarla realidad, porque se niegan a aceptarla. Por eso la endulzan, la niegan o la imputan a conspiraciones y bulos del bando contrario. De modo que la comunicación se convierte en un ejercicio constante de manipulación. Escamotean lo evidente con realidades “alternativas” al gusto del consumidor desaforado y el espectador desquiciado. Y la realidad que se impone depende del lucro que genera para una plutocracia que se sabe impune.
Imaginando que somos los protas de esta historia, Kate –interpretada por Jennifer Lawrence– y Randall –Leonardo DiCaprio–, identificaremos con facilidad los trasuntos del resto de personajes que pueblan nuestra cotidianeidad. En eso consiste el juego: asumida nuestra reticencia a actuar ante tamaña amenaza, señalemos e interpelemos a quienes nos lo ponen imposible y aceleran el desastre. Agrupemos personajes, repasando la película de principio a fin. Convertidos en Kates y Randalls, a ver si desmienten o completan este repaso a políticos, periodistas, gurús tecnológicos y celebrities-creadores de contenidos. Ahora nos fijaremos solo en los dos primeros grupos.
La “clase política” está representada por una presidenta populista, por su hijo y principal consejero, y por un sheriff –antes estrella porno– nominado al Tribunal Supremo. Pónganles nombres y apellidos patrios. Recuerden titulares de quienes negaban tesis científicas por no brindar el 100% de certeza. Y a quienes se sentaron a “aguardar y evaluar” medidas inaplazables, sin permitir que se fiscalizaran las que ellos llevaban a cabo. Y cómo las supeditaron a las encuestas que, a pesar de su enorme incertidumbre, determinaron los calendarios electorales y las designaciones de cargos.
Señalar al clan familiar trumpista y al ayusismo como los correlatos reales de esta forma de hacer “política” apenas tiene mérito. ¿Cuánto tiene de Hillary Clinton o de Kamala Harris la presidenta de No mires arriba que interpreta Meryll Streep? Se lo pregunta Forbes, no yo. ¿Cuánto del Sr. X o M.R. –no son letras al azar–, la presidenta de la CAM? Rebusquen otros perfiles, pero con la óptica del cuñao/á voxista que le amargó estas Navidades. Y encontrarán, entonces, razones comunes para señalar otras muchas dianas. Revestidas de “autoridad y legitimidad democráticas” también han renunciado a hacer política sustantiva. Y también la reemplazan con esa retórica de autobombo que se apaga en el momento de enunciarla.
La inacción política ante los retos que afrontamos también es consecuencia de una inanidad ideológica y programática generalizada. Gestores y representantes públicos la disimulan con gestos, postureos y puestas en escena. Pero, de seguir así, el espectáculo democrático final, como ocurre en el último mitin de la presidenta que encarna M. Streep, se saldará con el apedreamiento de los actores. Esa toma del escenario por los espectadores en No mires arriba ya se produjo el 6 de enero de 2021 ante el Capitolio. Un año después, la degradación de la democracia estadounidense se evidencia en las encuestas: la condena a los instigadores de la subversión y la aceptación de los resultados electorales dividen a la población.
Si el poder no actúa, quizás la Prensa le empuje a hacerlo. Sí, aquel periodismo que se escribía así mismo con mayúsculas. ¿Ya le han encontrado pariente español al New York Herald –¿Times?– al que acuden los científicos para filtrar información? ¿Muestran la misma impotencia para convertir un escándalo de tal magnitud en algo más que un pico de visitas a la web? ¿Y ya han dado con los representantes domésticos de los conductores del Daily Rip? Atrévanse a pensar en un pack Ana Rosa/Ferreras/Évole/Motos/Risto; jueguen a los parecidos y las diferencias. No propongo igualarles ni que apliquen la equidistancia. Piensen en qué coinciden y qué deberían diferenciarse quienes se arrogan la condición de informadores profesionales.
Adam McKay, director y productor de No mires arriba
Resultaría burdo imputar la banalización y la mercantilización informativas a un puñado de prestitutos o pseudoperiodistas. Y denotaría una enorme irresponsabilidad eximirnos de la lacra que comportan la trivialización y la polarización digitales. Tanto meme-memez, en su obsesión por el contagio y los baremos de popularidad, conlleva el vaciamiento de sentido y la imposibilidad de diálogo. ¿Cuál es la capacidad de Randall para responder a sus detractores en las redes? ¿Encarna otro papel que el de científico madurito sexi-follable? ¿En qué personaje convierten las plataformas y los medios a Kate? Destrozan su credibilidad y la presentan como una desgraciada por decir a bocajarro lo innombrable. Incluso los padres, en quienes busca refugio, se niegan a acogerla: “ya hay bastante división en este país, no la queremos en casa”.
Queda un segundo tiempo de juego. La que antes fuera heroína en Los juegos del hambre no ha dicho la última palabra.
Cuando a finales del pasado año se anunció la dotación de un fondo europeo para la recuperación económica post-pandemia, la reacción general fue desesperanza, generando grandes expectativas. El fondo se presentó como un cambio de estrategia respecto a la crisis de 2008 que partía del reconocimiento, cuando menos implícito, del fracaso de las políticas de austeridad, proponiendo una importante inyección de fondos públicos. Esta vez a través de los sectores productivos y no directamente a los bancos. El núcleo duro de la nueva estrategia, orientada a la reestructuración tecnológica de la economía, es la transformación digital de la sociedad, acompañada de una transición ecológica y resiliente con la vista puesta en la próxima generación, queda nombre a los fondos (Next Generation Funds).
Sin embargo, también ha suscitado recelos. La posible relajación del control de ejecución presupuestaria y de las evaluaciones del impacto ambiental de las medidas y proyectos, así como su distribución entre todos los sectores y territorios implicados, ha motivado ya manifestaciones que relativizan la capacidad de producir las transformaciones estructurales que se atribuyen a los fondos [1]. El propio volumen de los fondos anunciados y su distribución entre todos los sectores y territorios implicados, obliga a relativizar su capacidad de producir tales transformaciones. Las cuantías anuales asignadas grosso modo a las acciones relacionadas con el agua (no llegan a 900M€) son inferiores a la media anual de lo ejecutado en el conjunto de los Planes Hidrológicos durante el periodo 2015-2019 (1.100M€, aproximadamente) y distan mucho de cubrir los 3.750M€ anuales necesarios para financiar el conjunto de medidas previsto y no ejecutados en los mismos.
Las principales inversiones y reformas que el Estado español tiene previsto acometer con este fondo fueron presentadas en junio pasado en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Lo primero que hay que señalar es que los mecanismos de gobernanza y participación puestos en marcha y previstos por el Plan son muy insuficientes: se prevé el diálogo entre administraciones y se pone en marcha una Mesa de Diálogo Social, con organizaciones sindicales y empresariales, pero no hay previsto mecanismo alguno para el diálogo y participación de otros actores de la sociedad civil organizada, entre los cuales se cuenta con entidades cuyos objetivos son, precisamente, impulsar una transición verde y justa, en línea con los objetivos declarados del Plan[2].
En ese sentido, la política del agua ha de ser una pieza fundamental en cualquier estrategia de transición ecológica, dado el deterioro generalizado de los ecosistemas acuáticos y las perspectivas derivadas del cambio climático. El PRTR, el documento que recoge las principales inversiones y reformas que el Estado español tiene previsto acometer con este fondo, se estructura en treinta componentes, el quinto de los cuales Preservación del litoral y recursos hídricos, agrupa los principales ítems relacionados con la política del agua.
Para la realización de los proyectos el Plan se apuesta por un modelo de colaboración público-privada. Aunque no se detalla la forma de esa colaboración, hay que tener presente que, en lo concerniente al sector del agua –un bien común de dominio público- y más específicamente del abastecimiento de agua potable y el saneamiento, dicha colaboración no está exenta de riesgos.
Debido a su carácter de derechos humanos fundamentales, el acceso al agua potable y el saneamiento deben estar garantizados por el estado y protegidos de los riesgos que se derivan de su provisión con fines de negocio. Como ha puesto de manifiesto el relator especial de NNUU para los derechos al abastecimiento y el saneamiento, Leo Heller, la privatización comporta riesgos para el ejercicio de dichos derechos debido a la combinación de tres factores relacionados con el suministro privado de agua y saneamiento: el objetivo empresarial de maximización de los beneficios, el monopolio natural de los servicios y los desequilibrios de poder [3]. En el estado español, el modelo dominante de privatización se articula a través de empresas mixtas, constituidas en la mayor parte de los municipios más poblados por unos pocos grupos empresariales. Los factores señalados por el relator Heller -junto con el de la corrupción que los acompaña (Pokémon, Caso Aquagest, Operación Lezo)- caracterizan la actividad de este sector empresarial también en nuestro país.
El PRTR combina reformas estructurales, sometidas a los lentos ritmos de la tramitación legislativa, con medidas de reactivación de la economía de carácter urgente. Para las segundas la administración y las empresas han acudido a proyectos maduros, que se pudieran poner en marcha en cuanto se dispusieran de la financiación necesaria.
En el caso del agua, el PRTR coincide con la revisión de la segunda generación de planes de gestión de las cuencas hidrográficas que, entre otras cuestiones, comparten la característica común del escaso nivel de ejecución. Según los últimos datos disponibles, a diciembre de 2019, es decir transcurridos dos tercios del periodo de vigencia del plan, se había ejecutado menos de un 10% de las medidas correspondientes a dicho periodo[4].
El anuncio de los planes ha sido recibido como una ocasión para impulsar las medidas ya planificadas, pero pendientes de ejecución. Así, las asociaciones de regantes se han empleado a fondo en una campaña para reclamar las obras de instalación de sistemas de riego localizado, conocidas como modernización y muy cuestionadas por sus efectos rebote de intensificación y/o extensión de los regadíos. A pesar de que el gobierno ha dejado claro que estas obras quedarán excluidas de los fondos, lo cierto es que el ministerio de agricultura (y algunas consejerías) verán incrementados sus recursos presupuestarios a través del PRTR y podrán liberar fondos con destino a la modernización.
Otra medida fundamental de la política de oferta que inspira la planificación hidrológica es la reutilización de aguas residuales urbanas. Aceptada por los regantes –siempre que les resulte a coste cero- cuenta con el apoyo de las constructoras, reunidas en la organización patronal SEOPAN[5], que ven en el ámbito de la depuración de aguas y la reutilización un ámbito de negocio compensatorio del agotamiento de los proyectos de presas y canales. A diferencia de las obras de modernización, éstas sí están incluidas en el PTRT. No hay que olvidar, que el Reino de España abona cada semestre una multa coercitiva de casi 11 M€ por el incumplimiento reiterado de la directiva 91/271/CEE de aguas residuales. Por otro lado, hay que recordar que en el caso de los pequeños y medianos municipios la prestación del servicio de agua presenta deficiencias básicas: no siempre se prestan todos los servicios del ciclo urbano -saneamiento y, principalmente, depuración de aguas; el servicio no es de suficiente calidad- no se cumplen con los estándares de calidad del agua; y, de manera generalizada, no se obtienen ingresos suficientes para cubrir todos los costes asociados al servicio[6].
En un programa que se presenta como de transición hacia una sociedad ecológica y resiliente cabe esperar que los aspectos relacionados directamente con la protección de los ecosistemas y la diversidad biológica que sustentan ocupen un lugar central. El PRTR recoge algunas medidas en éste ámbito sin que se pueda afirmar su centralidad, mucho mejor representada por las ayudas a la trasformación tecnológica de ciertos sectores productivos. Con todo, se reserva una partida (C4.I2; 551.5M€) para muy diversos aspectos relacionados con la biodiversidad que incluye los humedales, pero no los ríos. Sí existe, en cambio, una línea (C5I2) destinada al seguimiento y restauración de ecosistemas fluviales, recuperación de acuíferos y mitigación del riesgo de inundación, de la que cabe presumir una orientación ecológica.
El PRTR incluye entre sus previsiones un conjunto de reformas legislativas encaminadas a adecuar el marco normativo a las necesidades de gestión. Estas propuestas, con ser importantes, son escasamente ambiciosas y, por lo publicado hasta la fecha, de muy escaso alcance. Así, por ejemplo, se anuncia una revisión del canon de vertidos para repercutir a los usuarios urbanos las mayores exigencias en depuración (tratamiento terciario) necesarias para posibilitar la reutilización de las aguas depuradas en la agricultura, pero se renuncia a una revisión en profundidad de los instrumentos para posibilitar de manera eficaz y equitativa la imputación de los costes financieros y ambientales a quien se beneficia de los servicios de dicha reutilización (frecuentemente los usuarios agrarios) o deteriora el medio, respectivamente; es decir, para dar cumplimiento a la DMA.
Sin embargo, existen otras reformas pendientes que no aparecen en la agenda del PRTR. Cabe destacar la ausencia de cualquier referencia a la regulación de los derechos humanos al agua y el saneamiento; pero también, la democratización de la administración del agua, especialmente de las confederaciones hidrográficas, un caso paradigmático de secuestro del regulador desde su misma concepción, que superó la reforma del franquismo de 1978 prácticamente incólume.
La información publicada hasta la fecha es insuficiente para tener una imagen nítida de la aplicación de los fondos. A pesar de ello, situada en el contexto general de la planificación hidrológica y de los graves problemas estructurales de la gestión del agua en nuestro país (deterioro ambiental, distribución asimétrica e injusta de los costos, vulnerabilidad de los sistemas urbanos del agua por falta de inversión, riesgos para los derechos humanos al agua y el saneamiento derivados de la privatización de la gestión, etc.) la información disponible es suficiente para apreciar indicios de divergencia entre la aplicación de los fondos programada y las necesidades prioritarias en la política hídrica, desde el punto de vista de la protección ambiental, el fomento del uso sostenible y la garantía de los derechos humanos fundamentales.
Aun asumiendo la hipótesis de la plena realización de las reformas enumeradas en el PRTR relativas a diversos aspectos normativos de la gestión del agua, resulta difícil aventurar un cambio de rumbo estratégico que reoriente la política de aguas española hacia un modelo de protección ambiental y uso sostenible del agua necesario para frenar la crisis socioecológica. Las referencias retóricas compartidas con las más recientes de la UE –Pacto Verde, Economía circular- pueden inducir a pensar en avances en ese sentido. Pero, con todas las cautelas derivadas de la falta de concreción del documento, es legítimo concluir que no hay un cambio sustancial en el modelo de política del agua consolidado a lo largo del pasado siglo. Insistimos, a falta de conocer la distribución de los fondos entre las diversas acciones mencionadas en el texto y su concreción en proyectos, el subtexto transmite continuidad y no permite aventurar ni actuaciones sobre las causas de los problemas (fuerzas motrices) que supongan una reducción de las presiones sobre los ecosistemas acuáticos, ni una reorientación del modelo de gestión de los abastecimientos y el saneamiento urbanos acorde con el enfoque de gestión de riesgos de la nueva directiva de aguas potables y la protección de los derechos humanos.
De la crisis de 2008 queda aprendida la lección de los costes que sobre el conjunto de la economía tiene la respuesta basada en la transferencia directa de fondos públicos al sector financiero y la austeridad de la mayor parte de la población. La corrección estratégica de la recuperación post-pandemia no parece, sin embargo, apuntar a la superación de una crisis que, más allá de los aspectos coyunturales derivados de la pandemia, tiene su origen en la explotación de los ecosistemas por encima de su capacidad de renovación y asimilación de residuos. En lo que se refiere a los ecosistemas acuáticos y la gestión de los usos del agua, las medidas contenidas en el plan refuerzan, ahora amparadas en una retórica verde, un modelo que erosiona la base biofísica sobre la que se sustenta. La privatización, mercantilización y financiarización del agua ha mostrado sus riesgos en el ámbito de los derechos humanos al acceso al agua y el saneamiento. La extensión de este modelo de negocio privado al riego, mediante la construcción de redes de distribución artificiales y la digitalización de la gestión, producirá cambios profundos en el estado de los ecosistemas acuáticos incompatibles con cualquier transición ecológica posible.
Notas:
*El presente artículo es un resumen de un texto más extenso, que está disponible con el mismo título en la página web de la Fundación Nueva Cultura del Agua https://fnca.eu.
** Francesc La-Roca, Julia Martínez y Leandro del Moral son miembros de la Red Agua Pública y de la Fundación Nueva Cultura del Agua.
[2] El gobierno de España, junto con otras instituciones ha organizado una serie de Diálogos sobre el futuro. El celebrado en Alacant los días 22 y 23 de noviembre de 2021 bajo el título El futuro del Agua ha motivado un escrito de la Red Agua Pública dirigido al presidente del gobierno en el que se denuncia que no se haya contado con la participación activa de la ciudadanía, ni en su organización ni en la composición de los talleres previstos en esta iniciativa. La exclusión de las organizaciones cívicas que desarrollan actividades en el campo del agua de un programa que concede el protagonismo hegemónico a los intereses privados del sector sesga el debate desde su planteamiento inicial. https://fnca.eu/107-novedades/1568-la-rap-muestra-su-malestar-ante-la-jornada-el-futuro-del-agua-22-11-21
[3] Heller, L. (2020) Informe del Relator Especial sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, Naciones Unidas. Asamblea General, A/75/208 https://undocs.org/es/A/75/208.
[4] A diciembre de 2019, la inversión ejecutada acumulada desde diciembre de 2015 es de un 19,8% respecto a la prevista para el horizonte de 2021 […]: un 6.7% corresponde a medidas finalizadas, un 1,2% a medidas completadas-periódicas y un 11,9% a medidas que aún estaban en marcha. MITERD (2020) Informe de seguimiento de Planes Hidrológicos y Recursos Hídricos en España. Año 2019. [Avance diciembre 2020]; p. 124.
[5] SEOPAN (2015) Infraestructuras: consideraciones, desafíos y previsiones, Presentación de Julián Nuñez, Presidente de SEOPAN, marzo 2015.
[6] García Rubio, M.A., y González Gómez, F. (2020), Informe temático. Informe sobre el ciclo integral del agua en pequeños y medianos municipios, Libro Verde de la Gobernanza del Agua en España. Noviembre de 2020.
Una novela que nos habla de la muerte para reivindicar la vida
Guillem Santacruz es poeta y novelista. También es colaborador de este Espacio Público donde escribe artículos y reseñas sobre ensayos y novelas.
Convencido de que la palabra, el conocimiento y la literatura son dos extraordinarias herramientas para hacer más bella la vida, de sus artículos suelen formar parte la historia, la ciencia, la poesía y la filosofía. Y todas estas disciplinas están también presentes en su novela La conjetura de Reiner, que ha obtenido el premio Ateneo Joven de Sevilla de novela (Editorial Algaida, 2021).
Reiner es un viejo profesor que ejerce una fuerte fascinación entre algunos de sus alumnos. Obsesionado hasta la locura por descubrir la fecha de nuestra muerte, cuando está moribundo y ve cercano su fin convoca a Boris Keller, uno de sus alumnos más próximos, para que se haga cargo de esta investigación. Boris, protagonista y narrador de la historia nos adentra en un mundo en el que se mezclan historia, filosofía y ciencia a través de un recorrido por el tiempo y las ideas en una Europa que desde 1914 ha vivido los más terribles y contrapuestos acontecimientos: desde terribles guerras y matanzas hasta los valores de tolerancia y democracia instaurados tras la Segunda Guerra Mundial. Una historia que proclama que tras el horror de la muerte y la violencia nacen los ideales más nobles de los seres humanos.
Boris, que a su vez está embebido en el estudio del problema del Pseudo Pitágoras, se apoyará en sus recuerdos para tratar de descifrar el problema matemático planteado por su maestro. Y a lo largo de la narración iremos conociendo a los personajes que construyen esta novela; mujeres como Berta, Gabriela, Victoria; y hombres como Florín, Franz o el propio Reiner, son los protagonistas de una historia compleja, exigente, escrita no para complacer gratuitamente al lector sino para proclamar la necesidad de la palabra, del amor y del conocimiento como valores supremos de la civilización.
En la presentación de su libro, Guillem Santacruz decía: “He querido hacer una defensa de la poesía, del lenguaje, de la literatura como método de conocimiento, […] La ciencia igual que la poesía tiene un componente mágico. La ciencia actual no es la del siglo XIX, en la que estaba todo reglado, En la ciencia hay campos de misterio que no vamos a conocer nunca. Y es ahí donde la literatura puede tener un papel.”
Este artículo se enmarca en el nuevo Espacio Feminista de la Fundación Espacio Público. Este espacio surge desde la necesidad de abrir una ventana inclusiva, con diversas voces, un abanico amplio de temas, desafíos y retos que debe afrontar el feminismo. Además, pretende fortalecer una línea editorial y una agenda específicamente feminista, desde una perspectiva interseccional, que teja redes con mujeres de ámbitos distintos, las acompañe y las apoye.
El pasado 25 de noviembre conmemoramos el día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres. Podría haber sido cualquier fecha, porque todos los días, en todas partes, las mujeres sufrimos violencia por el hecho de serlo. Latinoamérica eligió en 1981 el 25-N por ser el día del asesinato de las hermanas Mirabal por orden del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo en 1960, y la ONU se sumó a esta fecha en 1999.
España fue pionera y sigue siendo referente internacional en la protección integral contra la violencia de género, considerada desde la Ley Orgánica 1/2004 como una de las más graves manifestaciones de la discriminación, de la desigualdad y de las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres que hayan sido sus cónyuges o hayan mantenido relaciones similares de afectividad con ellas, aun sin convivencia. Una ley cuyo ámbito abarca tanto los aspectos preventivos como educativos, sociales, asistenciales y jurídicos. Pero que, en la actualidad, solo reconoce y protege la violencia de género que sufrimos las mujeres como parejas o esposas de un hombre, pese a que hace ya diez años del Convenio de Estambul. Las hermanas Mirabal y tantas otras no serían en nuestra ley estatal víctimas de violencia contra las mujeres, ni entrarían en nuestras estadísticas oficiales.
Desde el 1 de enero de 2022 España va a cumplir por fin el compromiso de computar todos los feminicidios, los asesinatos de mujeres por el hecho de serlo; y cuando en el próximo año se apruebe la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual, la ley de “solo sí es sí”, se va a cerrar esa gran brecha de protección de las víctimas y supervivientes de violencia sexual. Esta segunda ley integral comprenderá también todos esos ámbitos, aunque, como pasó con la Ley Orgánica 1/2004, la más debatida y conocida sea su parte penal, un síntoma manifiesto de la concepción autoritaria de las leyes que tenemos en nuestra sociedad. Al igual que cuando hablamos de memoria democrática, no sólo hablamos de castigo, cuando hablamos de las víctimas y supervivientes de violencia sexual, hablamos de que necesitan y merecen verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición. Y sólo en la búsqueda de la “verdad” ya nos encontramos con un gran obstáculo: según los datos oficiales de la Macroencuesta de 2019 de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, sólo el 8% de las víctimas de violencia sexual la denuncian. Sumando otras fuentes que nos permiten ampliar el conocimiento de la violencia sexual realmente existente -partes médicos, atestados policiales, otras instituciones- la cifra alcanza un paupérrimo 11,1%. Es decir, que cuando hablamos de delitos sexuales, estamos obviando casi el 90% de la realidad.
Es importante recordar de dónde venimos: hasta 1979 en España eran delito el adulterio, el amancebamiento (las parejas de hecho), los anticonceptivos y, por supuesto, también el aborto. Ya en democracia y hasta 1989 la violencia sexual más grave se penaba como “delito contra la honestidad”, no como delito contra la libertad sexual. Esto implicaba que la condición de víctima quedaba supeditada a un enfoque patriarcal y de clase. El prejuicio sexista determinaba que, si la mujer no era considerada “honesta”, no podía ser sujeto pasivo -nunca mejor dicho- de estos delitos. En realidad, el estereotipo cultural de “honestidad” equivalía prácticamente a virginidad, y de ahí que, en nuestra tradición judicial, para la determinación del delito siempre se colocara en primer plano quién era esa mujer o qué vida llevaba. Lo que ella hubiera hecho ocupaba más tiempo del proceso judicial que la actuación del agresor.
Esto no solo afectaba a las mujeres sin una vida estable y “ejemplar” a ojos del poder patriarcal. En la práctica, ni las mujeres prostituidas podían ser víctimas de violencia sexual, ni las mujeres casadas podían ser violentadas sexualmente dentro del matrimonio. Conocer esto es esencial para comprender que la relación de subordinación era de tal intensidad que en realidad se penaba, como en el siglo XIX, que la mujer yaciera con otro, deseara a otro; y que el hombre robara o raptara a la mujer de otro, aún con su consentimiento. Esto era, literalmente, lo que penaba el Código de 1822. Ese que Pablo Casado esgrimió en el debate electoral de noviembre de 2019 para argumentar que el consentimiento sexual lleva más de un siglo en el Código Penal, haciendo gala de nuevo de la fragilidad de su formación jurídica. Si se pena que una mujer tenga relaciones sexuales “aún con su consentimiento”, lo que se está castigando es que un hombre acceda a lo que es propiedad de otro hombre. Por eso hasta 1963 era legítimo que el marido matara a la mujer adúltera -no al contrario, claro- o el padre a la hija. En el ámbito civil, legalmente el testimonio de las mujeres no tenía en mismo valor que el de los hombres; en algunos artículos del Código Civil se equiparaba al de menores o personas con discapacidad; hasta 1975 no se reconoció a las mujeres plena capacidad de obrar, y hasta 1981 la patria potestad sobre los hijos y la administración de los bienes correspondía al marido por delante de la mujer. Un sistema jurídico que de forma manifiesta no creía a las mujeres.
La cultura masculina que considera a las mujeres una propiedad de los hombres está en los cimientos de nuestra tradición jurídica aún en democracia. Por eso el consentimiento libre, la ley de “solo sí es sí”, es un paso trascendental para el cambio de la cultura del sometimiento a la del consentimiento. Decir “no es no”, ha sido un lema feminista básico al reclamar al sistema el mínimo respeto exigible como seres humanos. Pero la igualdad sexual va más allá de la cultura del no, del veto. Ésta presupone un derecho de los hombres a acceder al cuerpo de las mujeres, y un deber de las mujeres de establecer los límites, de decir “no”. La posición de partida sigue siendo desigual, y se transmite a los varones de forma más o menos consciente esa situación hegemónica derivada de una suerte de derecho natural sobre unos seres subordinados y discriminados, que somos las mujeres. Sin embargo, cuando damos el paso al “solo sí es sí”, hay un cambio de paradigma que presupone que mujeres y hombres son sujetos libres e iguales. Sólo desde la igualdad el valor del consentimiento de ambas personas se equilibra y podemos hablar de la existencia de una libertad sexual entre iguales.
Por eso la agresión sexual no será el acto sexual con violencia o intimidación: será el acto sexual no consentido. Y por eso es importante desterrar el concepto de abuso sexual. Abusar significa hacer uso de algo de modo excesivo o indebido. Pero las mujeres y la infancia, víctimas de un 98% de las violencias sexuales, no serán ya objetos para el Derecho, sino sujetos de derechos. Ya no habrá que buscar explicación, porque no la tiene, a la diferencia de trato legal entre la víctima de la “manada de Pamplona”, que sufrió violación por intimidación ambiental, y la de la “manada de Manresa” que, sin embargo, sufrió legalmente abuso sexual, no agresión, porque aun siendo menor de edad, estaba inconsciente y por tanto los cinco agresores no ejercieron contra ella violencia o intimidación, ni ambiental ni de ningún tipo. Que esto deje de ser abuso para pasar a ser agresión sexual no significa, sin embargo, que se equiparen las penas de acciones de distinta gravedad. La proporcionalidad de las penas es una garantía esencial, que además tiene efectos prácticos evidentes: la huida del derecho penal bajo cualquier tipo de subterfugio cuando se consideran penas excesivas es tan evidente como que, si la pena de violación se equipara a la del homicidio, estaríamos permitiendo que al agresor le merezca la pena asesinar a la única testigo.
Habría mucho más que decir de este proyecto de ley, sobre todo en aspectos que no han merecido la atención de los medios: la creación de centros de atención 24 horas a víctimas de violencias sexuales -actuales o pasadas- sin requerir denuncia. La garantía de una atención especializada. La implantación del modelo de las “casas de infancia” que básicamente implica que las instituciones sean quienes acudan a donde se encuentran las víctimas menores de edad, y no al revés. La previsión de que la asistencia sanitaria a las víctimas incluya la recogida de todas las muestras y pruebas biológicas con su consentimiento, y su debida custodia, no condicionada a tener que tomar la decisión de denunciar en ese momento. La regulación del derecho a la reparación integral: física, psíquica, económica, social y simbólica. La reforma del artículo 443 del Código Penal para que sea delito no solo la solicitud sexual a personas bajo custodia en comisarías, prisiones y centros de menores, sino también en CIEs, centros de estancia temporal o cualquier otro de retención y custodia. La proscripción de la divulgación de datos de las víctimas sin su consentimiento y de las preguntas innecesarias sobre su vida privada en los juicios.
Esta ley no es punitivista, porque el feminismo no lo es; porque el punitivismo, bajo una falsa apariencia de protección y seguridad, obedece a esa cultura radicalmente patriarcal, a esa tradición jurídica que considera a la mujer una propiedad del hombre. Es esa tradición y no el respeto a la libertad sexual de las mujeres, la raíz del severo castigo formal e informal al delincuente sexual. El cambio de paradigma de una ley integral con perspectiva feminista y de derechos humanos lo constituye la seguridad basada en los derechos, a los que corresponden las obligaciones del Estado: prevenir, educar, investigar, cuidar, sancionar, reparar. Frete al negacionismo reaccionario que transmite miedo, domesticación, silencio, y que trata la violencia sexual como casos aislados de monstruos, locos o extranjeros, las instituciones públicas asumen que la violencia contra las mujeres es un problema estructural y sistémico que no solo no es extraño a nuestra cultura patriarcal, sino que hunde sus raíces en lo más profundo de nuestra tradición. Y responde por fin con un mensaje claro y rotundo a las mujeres: yo sí te creo.
Notas:
Vicky Rosell es magistrada y actualmente delegada del Gobierno contra la Violencia de Género.
Jornada ‘Transición digital y cambios en el mundo del trabajo’ en la que distintas voces del mundo laboral, como la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que inauguró la jornada, el secretario general de CCOO, Unai Sordo, el presidente del CES, Antón Costas o el presidente de AMETIC, Pedro Mier, abordaron los retos y desafíos a los que se enfrenta el mercado de trabajo en España.
Este artículo se enmarca en el nuevo Espacio Feminista de la Fundación Espacio Público. Este espacio surge desde la necesidad de abrir una ventana inclusiva, con diversas voces, un abanico amplio de temas, desafíos y retos que debe afrontar el feminismo. Además, pretende fortalecer una línea editorial y una agenda específicamente feminista, desde una perspectiva interseccional, que teja redes con mujeres de ámbitos distintos, las acompañe y las apoye.
En octubre de 2019 Chile vivió uno de los momentos que pasarán a la historia de esa larga y angosta faja de tierra, el estallido social chileno llevó a la calle a millones de personas que alzaron su voz en uno de los países con mayor desigualdad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) después de México y la recientemente incorporada Colombia[1]. De ese momento histórico devino un proceso político en el que chilenos y chilenas eligieron no solo escribir una nueva Constitución sino que ésta fuera redactada por una Convención Constitucional paritaria[2].
Dentro de este contexto, el 4 de julio este año Elisa Loncón Antileo fue elegida presidenta de la Convención Constitucional, en su discurso saludó a las mujeres “que caminaron contra todo sistema de dominación”. Esa misma dominación contra la que dos años antes, en los días previos a la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Colectivo feminista LasTesis se rebeló a través de la intervención artística “Un violador en tu camino”, convirtiéndose en un himno feminista extendido por todo el mundo y que dos años después sigue resonando en nuestros oídos. En la performance son apuntados por el dedo –cuestionador e inquisidor— de las feministas el Estado y algunas de sus instituciones, entre ellas los jueces, ante el reconocimiento que la culpa no es mía, ni donde estaba o cómo vestía, y como el patriarcado nos juzga y castiga con una violencia que no es visible o más bien se invisibiliza, y que se ejerce de distintas formas: el homicidio, la desaparición, la violación y la impunidad.
La letra de este himno nos llama a reflexionar sobre las violencias contra mujeres y niñas y el sistema de justicia, catalogado por el movimiento feminista como una (in)justicia patriarcal, y de algunas de las herramientas para combatirla y lograr imperiosas transformaciones en pos del pleno goce de los derechos humanos de aquellas.
La violencia contra la mujer ha sido reconocida en diversos instrumentos del Sistema de Protección de Derechos Humanos como una violación a los mismos, una forma de discriminación en su contra, y que incluye no solo la violencia perpetrada por agentes no estatales, sino también por el Estado y aquella tolerada por éste[3]. Respecto de esto último y llevado al ámbito judicial, la Recomendación General Nº 35 del Comité de la Cedaw de 2017 establece que todos los órganos judiciales tienen la obligación de (i) “abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación o violencia por razón de género contra la mujer” y (ii) “aplicar estrictamente todas las disposiciones penales que sancionan esa violencia, garantizar que todos los procedimientos judiciales en causas relativas a denuncias de violencia por razón de género contra la mujer sean imparciales, justos y no se vean afectados por estereotipos de género o por una interpretación discriminatoria de las disposiciones jurídicas, incluido el derecho internacional” (§24).
Para cumplir ambas obligaciones se hace necesaria la incorporación de una serie de estrategias en lo jurídico, entre ellas, la incorporación de la perspectiva de género en la labor jurisdiccional, metodología que ingresó en el ámbito de las políticas de desarrollo y que se ha extendido entre otras áreas, al sistema de justicia, junto con la capacitación y formación de quienes imparten justicia sobre estas materias.
La incorporación de la perspectiva de género en la labor jurisdiccional conlleva, el uso “de ese potencial crítico y autorreflexivo que la categoría género lleva implícito” y “ayuda a interrogar y a analizar la realidad y sobre todo, a impulsar trasformaciones sociales, pues entender la perspectiva de género, reta y obliga a tomar posturas reflexivas frente a esas realidades que colocan en desventaja a las mujeres”[4]. Su incorporación conlleva garantizar los derechos humanos, en especial el derecho de igualdad y no discriminación y el derecho de acceso a la justicia mediante el cual “la persona humana se emancipa, se defiende y se afirma frente a las manifestaciones del poder arbitrario”[5].
Por otro lado, la capacitación de jueces y juezas en materias de género, siguiendo a Ronconi y Vita parte del supuesto que “existe una relación de pertinencia entre la capacitación que reciben quienes aspiran a ocupar o desempeñan cargos en la magistratura y un perfil de juez que colabore con la construcción de un modelo de sociedad igualitario”, pudiendo no solo el Derecho reproducir las desigualdades entre hombres y mujeres, sino que los jueces y juezas a través de la aplicación del mismo, consolidando jerarquizaciones de género[6].
La necesaria formación y capacitación de quienes administran justicia en estas materias, tal como ha sostenido la Corte Interamericana de Derechos Humanos debe implicar no solo un aprendizaje de las normas, sino el desarrollo de capacidades para reconocer la discriminación que sufren las mujeres en su vida cotidiana, tomando en cuenta cómo ciertas normas o prácticas en el derecho interno, sea intencionalmente o por sus resultados, tienen efectos discriminatorios en la vida cotidiana de las mujeres[7], como también para “deconstruir los estereotipos de género negativos o perjudiciales y así asegurar que las investigaciones y enjuiciamientos de este tipo de hechos se realicen de acuerdo a los más estrictos estándares de debida diligencia”[8].
Jueces y juezas pueden incurrir en el incumplimiento por parte del Estado de las obligaciones internacionales, en especial, en relación al derecho de las mujeres a una vida libre de violencia[9], debiendo no solo no cometer actos de violencia sino además actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar, enjuiciar y castigar este tipo de violencia. Para ello, propongo dos herramientas, la incorporación de la perspectiva de género en la labor jurisdiccional y la formación y capacitación de jueces y juezas sobre estas materias, buscando con ello que el sistema de justicia no siga siendo apuntado con el dedo como parte de aquella estructura que sostiene y perpetua el patriarcado, en cuanto juez que nos juzga por nacer.
Notas:
*Pilar Maturana Cabezas es jueza feminista chilena.
[1] OECD, 2019. Inequalities. “Society at a Glance 2019. OECD Social Indicators”.
[2] Ley Nº 21.216, Diario Oficial, 24 de marzo de 2020.
[3] Entre otros, la Recomendación General Nº 19 y Nº 35 el Comité de la Cedaw; la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer; y, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.
[4]Cuaderno de Buenas Prácticas para Incorporar la Perspectiva de Género en las Sentencias del Poder Judicial chileno (2018). Santiago de Chile: Poder Judicial República de Chile – Eurosocial, p. 60.
[5] Cançado, Antônio (2008). El derecho de acceso a la justicia en su amplia dimensión. Santiago de Chile: Librotecnia, p. 79
[6] Ronconi, Liliana, y Vita, Leticia (2013). La perspectiva de género en la formación de jueces y juezas. En Revista sobre enseñanza del Derecho de Buenos Aires, 11 (22), p. 115.
[7] Cfr. Corte IDH, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Sentencia de 16 de noviembre de 2009 (Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas). Serie C No. 205; y, Corte IDH, Caso Espinoza Gonzáles vs. Perú. Sentencia de 20 de noviembre de 2014 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), Serie C No. 289.
[8] Corte IDH, Caso López Soto y otros Vs. Venezuela. Sentencia de 26 de septiembre de 2018 (Fondo, Reparaciones y Costas). Serie C nº 362, § 338.
[9] Artículo 3 de la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer.
Alaíde Ventura Medina es una escritora y antropóloga mexicana. Ha publicado dos novelas: “Como caracol” que ganó el Premio Gran Angular (2018) y “Entre los rotos” (Premio Mauricio Achar 2019).
La editorial Tránsito ha publicado hace unos días en España, en una estupenda edición, “Entre los rotos”, un libro que estremece y conmueve desde la primera página. Con este motivo en Espacio Público conversamos con Alaíde Ventura.
Dos novelas, dos premios. Hay que darle la enhorabuena, tiene usted una estupenda carrera literaria. En “Como Caracol” la protagonista indaga en las relaciones familiares entre su madre y su abuela, tres generaciones de mujeres en las que hay secretos, enfermedad, tristeza y también ternura. En esta nueva novela, “Entre los rotos”, usted narra una historia familiar en la que está presente de principio a fin la violencia patriarcal. ¿Por qué le interesa tanto la familia como tema central de sus novelas?
En origen, la familia no era el tema central. En mi caso las historias salen solitas, las voces me empiezan a hablar, pero la familia palpita debajo, como subterránea. Supongo que es porque es lo que más conozco. No tengo mucha imaginación. Lo que hago más bien es reacomodar las piezas del entorno en esta especie de autoficción o de ficcionalización de la propia experiencia. Será por eso, no hay escape a los patrones mentales. Yo tiendo a caer en las repeticiones y esto se nota en el mundo real pero también en mi literatura.
La lectura de “Entre los rotos” te estremece desde la primera página. “La primera guerra a veces es la casa. La primera patria perdida, la familia”. Usted cuenta una experiencia familiar muy dura, de una violencia tapada, que apenas vemos, pero que por desgracia está muy extendida: la violencia patriarcal contra niñas y niños. Y lo cuenta de una manera muy realista, ¿hay algo autobiográfico en su novela?
Yo no escribo autobiografías, yo tomo prestada mi voz para narrar historias posibles, pero no necesariamente relato hechos comprobables. No tengo mucha imaginación, entonces me da más por la especulación, en el sentido aristotélico de reflejar el mundo no como fue sino como pudo o debiera haber sido. Me acuerdo que a Betty Smith, la autora de “Un árbol crece en Brooklyn” le preguntaban si así había sido su infancia. Y ella contestaba que no, que ella narraba su infancia como debía haber sido. Entonces, yo me pongo en hipotéticos, en imaginarios hipotéticos: ¿cómo habrá sido para mí vivir una historia así? Hay muchos pasajes muy parecidos a mi vida, las atmósferas, algunas relaciones familiares, algunos personajes; y sobre todo eso que te digo, mi voz, es ¿cómo habría reaccionado yo? pero no diría que es mi vida o que estoy contando crónica. Y sobre si yo he sido víctima de violencia, eso es muy extraliterario, yo me atengo contestar sobre lo que hay en el interior del texto, sí diría que en mi generación por lo menos en este momento no hay nadie que se libre. Por desgracia no hay nadie que esté exenta de haber sufrido violencia. Los femicidios y la violencia machista que va de lo micro a lo macro, desde el abuso verbal a la violación y el femicidio. Eso ocurre todos los días. En ese sentido sí, he sido víctima de violencia. Hay literatura que sí nace como denuncia y yo la admiro también. Cada escritora tiene sus propios objetivos y el efecto que busca encontrar en las lectoras. Pero mi caso no era denunciar, era narrar, nada más narrar.
En su novela, que transcurre en Veracruz (México) también la madre es víctima de la violencia que ejerce su marido contra ella. En México asesinan a mujeres, también niñas, todos los días. ¿Cree que la sociedad ha normalizado esta violencia?
Más bien siempre la hemos tenido normalizada. Lo que pasa es que desde un tiempo para acá se ve: las voces femeninas, las escritoras han comenzado a contar historias que vienen desde el interior de cuatro paredes en donde suceden horrores peores que en la calle. Eso, pues, ha ayudado a visibilizar. Pero por desgracia, normalizada siempre ha estado. Y justo es lo que nos tiene con estos indicios tan altos.
El libro comienza cuando la protagonista encuentra la colección de fotos de su hermano Julián, menor que ella. Fotografías que no reflejan momentos especialmente felices. ¿Por qué cree que las guardó el hermano, que siempre era el objeto principal de la brutalidad de su padre? ¿Es necesario recordar, no olvidar? ¿Ayuda a curarse la memoria?
Justo esa es la gran pregunta del libro: ¿por qué Julián ha conservado las fotografías? Ese es el detonador narrativo ¿por qué? Pues no sé, hay muchas razones. Yo que me apoyo mucho en la búsqueda de mis mapas mentales, uno de los patrones; a veces no damos con un motivo o una razón, simplemente un mecanismo, cómo sucede es a veces más importante que por qué sucede. Nos volvemos locas buscando explicaciones causales como si las personas fuéramos acción-reacción cuando en realidad somos algo muchísimo más complejo. ¿Por qué las ha conservado? Pues no sé, por la misma razón por la que a veces no logramos salir de patrones destructivos, también porque forman parte de tu historia. Se necesita lo oscuro para conservar también la luz, yo creo que es de los jedis.
5. Su prosa es muy personal. Impacta. Los recuerdos de la protagonista nos llegan como trallazos:
“La culpa: Recuerdo también las palabras de mi hermano al bajarnos del autobús. La idea maldita que ya nunca había de abandonarlo se enraizó esa tarde en su corazón de niño de ocho años: Todo esto es culpa mía”.
“El silencio: Solamente quien ha vivido con una persona silenciosa entiendede qué manera el silencio puede llenar los espacios, apropiarse de ellos. El silencio de mi hermano invadía todo. Nos dejaba a los demás sin posibilidad de movimiento”.
«Quisiera leer este gesto como una confesión cobarde de que mi existencia también fue de algún modo parte de él mismo. Su rostro un día fue mi espejo. ¿Habrá sido el mío, también, el suyo? Una imagen rota, cada pedazo un yo distinto. Un arma posible. Los vidrios con los que hacerse daño«.
El hermano es el eje principal de su libro. ¿Es este libro un homenaje a su memoria?
No, no es un homenaje. Como contesté en la primera pregunta, no es un libro biográfico, es un libro de voz, así como está narrado a la manera de un Memoir para construir verosimilitud pero no es mi vida, no lo es. Por eso el libro está dedicado a mi hermano, que está vivo, contento y feliz. Esto para evitar malentendidos. Quizás sea un homenaje a los rotos, a personas que han pasado por procesos similares, ya sea del lado de Julián o del lado de la hermana, o también de la mamá. O también, por qué no, todos hemos sido un poco el papá a veces. Es un homenaje a esos fantasmas que tenemos adentro, pero que son arquetípicos, no necesariamente gente de carne y hueso.
Estremece lo que cuenta de la madre: La espalda de mamá era una constelación siniestra. Cicatrices de varios colores y en distintos relieves. Pinté con yodo un mensaje sobre su piel. Alguna clase de grito sofocado. Igual que el llanto que brotaba de mis ojos algunas noches, sin motivo aparente. Cicatriz: recordatorio. Mamá. Sin embargo, durante su infancia la protagonista no se sintió tan unida a su madre: Mamá era un refugio para los desafortunados. ¿Cómo ve ahora al personaje de la madre?
Al personaje de la madre, desde la distancia le tengo mucha compasión porque le toca una parte muy dura de la historia y sus mecanismos son cortos. No encuentra herramientas y pobre, ¿no? Pero también lleva un poco de responsabilidad porque su mutismo y su hermetismo afectan a otros también.
La protagonista con su padre tuvo una relación muy difícil, La normalidad es esta memoria hecha de fragmentos irrecuperables, dice. De niña tuvo una relación ambivalente. De mayor fantasea con que ha muerto en las más variadas circunstancias y con que es capaz de sentir arrepentimiento. ¿Cree que el personaje del padre llega arrepentirse, a tener conciencia de su brutal conducta?
No creo poder inventar nada de lo que ya está en el libro. Depende de la interpretación de cada lectora. A mí como lectora, pues porque una vez que el libro anda en el mundo ya no me pertenece a mí, también puedo verlo a la distancia. Yo diría que no, habría sido bueno pero no.
En el libro también a aparecen personajes entrañables, como la abuela, Ana (la amiga) o Hugo, el gatito. ¿Hay lugar para la esperanza? ¿Hay lugar para el amor?
Qué bueno que me preguntas esto porque para mí era muy importante darles a mis personajes que lo están pasando tan mal, darles un poco de sosiego, un oasis, un remanso de esperanza. Para mí esos son los personajes más luminosos. Como bien dices, los animales, pero también la abuela y Ana, porque no puede ser todo funesto, nos volveríamos locos. No habría historia. Tiene que haber claroscuros y ambigüedades.
Por último, ¿Cree que su novela, como otras obras de otras autoras influirá paraque la sociedad tome conciencia de la brutalidad de la violencia machista, la violencia contra niñas y niños?
No sé si ayudé a tomar conciencia, pero si ayudo a sacudirnos a que las lectoras encuentren algo, ya sea un espejo oscuro doloroso o un remanso, o algo, por lo menos la sensación de no estar solas, de compartir una historia, compartir generacionalmente un pasado aunque sea violento, aunque sea así tan gris. Yo me doy por bien servida con eso. No creo que sea el lugar de mi historia concienciar. Para eso hay otro tipo de escritura. Pero, claro, si funciona pues ¿qué mejor? Pero no era la intención original. Pero es un extra muy bien recibido también.
Valencia, nuestras calles y nuestras plazas por Joan Olmos Lloréns
“Nada grande se ha hecho sin pasión” (Hegel)
La frase hegeliana es lo primero que se me ocurre al intentar glosar el libro de Joan Olmos Lloréns que ha dedicado toda su vida a pensar, escribir y enseñar urbanismo y que, ya jubilado, nos hace este regalo dedicado a su amada ciudad de Valencia, por la que sigue luchando en contra de la codicia, ignorancia y corrupción del poderoso caballero, D. Dinero.
Joan Olmos es un ingeniero de mente y corazón: “Imposible parece que un facultativo de corazón que no tiemble al trazar las primeras líneas del plano de una ciudad cuando debe saber que esas líneas deciden el porvenir material y humano de un sinnúmero de familias” (Ildefonso Cerdá).
Para un castellano de la meseta es muy difícil glosar un libro sobre una ciudad mediterránea basado en vivencias. No obstante, trataré con empeño extraer de ellas algo universal que presiento en ellas.
Joan nos transmite sus sentimientos por medio de fotos, de planos y de la historia de Valencia, me recuerda a mi abuela materna, valenciana, cuando me contaba que la comitiva de una boda que transitaba por el cauce del Turia fue arrastrada por una riada.
¿Existe actualmente el Espacio Público en nuestras ciudades? Nos pregunta el autor. Contesta, a priori, que no cuando habla de “reconquista”. ¿Saben las generaciones actuales en qué consiste el Espacio Público?
Tenemos que volver la vista atrás, a los clásicos griegos y romanos para saber cómo nacieron la polis, la civitas y la urbs. La urbanización ha desplazado a la ciudadanía, deshumanizándola y despolitizándola. El poder hegemónico del mercado y de las inmobiliarias ha fomentado el aislamiento (isla) y la fragmentación social. Refiriéndome a Madrid recuerdo los PAU (Plan de Actuación Urbanística). Primero se construye la urbanización, con todos los servicios requeridos (desde las calles al wi-fi, pasando por el agua potable, alcantarillado, iluminación…). Para combatir el miedo e inseguridad ciudadana (posiblemente amplificados), se construyen manzanas amuralladas, con entrada vigilada y toda clase de servicios comunes interiores: piscinas, gimnasios, pistas deportivas, jardines…
En principio los ingenieros de caminos, herederos de los pontífices romanos, son constructores de puentes y carreteras que sirven para unir poblaciones y personas, pero no murallas excluyentes (los muros no nos son ajenos pues son elementos auxiliares e imprescindibles en la construcción de caminos y puentes). Este sistema nos retrotrae a la Edad Media, retroceso de la ciudadanía a épocas dominadas por el miedo, tratando de protegerse mediante murallas y castillos. Los “señores actuales”, el “mercado y el capital” están venciendo a la Razón tanto Intelectual como Cordial (Adela Cortina, valenciana de pro). Es necesario reconquistar la ciudad en su acepción humana de Polis y de Civitas. Lo “actual y moderno” nos lleva a la deshumanización, segregación, fragmentación y desigualdad social, aislamiento, ceguera e ignorancia…Imitando a Kant me atrevería a decir que: El problema del restablecimiento de la civitas y la polis tiene solución, incluso para un pueblo de demonios con tal de que tengan entendimiento y no estén cegados por la necedad, la codicia, el individualismo y el miedo al otro, al diferente…
Notas:
*Francisco Altemir, Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos
Este artículo se enmarca en el nuevo Espacio Feminista de la Fundación Espacio Público. Este espacio surge desde la necesidad de abrir una ventana inclusiva, con diversas voces, un abanico amplio de temas, desafíos y retos que debe afrontar el feminismo. Además, pretende fortalecer una línea editorial y una agenda específicamente feminista, desde una perspectiva interseccional, que teja redes con mujeres de ámbitos distintos, las acompañe y las apoye.
El politólogo Cas Mudde nos recuerda a menudo que el peligro para las democracias liberales no es tanto la derecha radical sino sus políticas. Nuestra preocupación suele centrarse en el mayor o menor éxito electoral de estos partidos; en si entrarán o no en un gobierno de coalición. Sin embargo, su mera presencia en las instituciones, o a veces incluso solamente en la esfera mediática, es suficiente para que puedan contaminar el debate político, las posiciones de otros partidos e incluso las decisiones de ejecutivos de los que no forman parte. Este escenario se hace más plausible allí donde los partidos tradicionales -y especialmente los de derecha- se abren a establecer una estrategia de colaboración. La adopción de políticas migratorias cada vez más restrictivas y punitivas en muchos países europeos se suele citar como uno de los ejemplos más significativos de esta capacidad de influencia.
Hace tiempo que el feminismo viene advirtiendo que el cuestionamiento de los derechos de las mujeres constituye también un objetivo central para la derecha radical que debe preocupar, y ocupar, a las democracias europeas. Estos partidos comparten una visión de la desigualdad como una realidad importada de otras culturas y que en occidente constituye un fenómeno del pasado. Se presentan como defensores de las mujeres y garantes de su seguridad y libertad, mientras proponen eliminar todo vestigio de políticas públicas que fomenten una transformación de los roles de género. Las medidas de lucha contra la violencia machista representan un objetivo político habitual para estos partidos, dado que contribuyen a dibujar este fenómeno como sustento básico de unas desigualdades estructurales que siguen atravesando las vidas de las mujeres.
No es necesario trasladarse a la Hungría de Orbán para observar los efectos de este tipo de agendas. El ejemplo de Vox resulta paradigmático de una derecha radical con capacidad de socavar las políticas de igualdad a pesar de no ocupar el poder político. Andalucía constituye aquí uno de los casos más interesantes, por tratarse de la primera institución de relevancia en la que obtiene representación; también por reproducir el escenario más favorable para la influencia para este tipo de partidos: un gobierno en minoría formado por fuerzas de centro-derecha con voluntad de colaboración.
La presentación de un candidato como Francisco Serrano para liderar las listas autonómicas representó toda una declaración de intenciones. Su perfil estaba marcado por la oposición a las políticas de lucha contra la violencia de género. Las negociaciones inter-partidistas para apoyar la investidura de Juanma Moreno pusieron pronto sobre la mesa que este sería un ingrediente central para conseguir pactos. Ciudadanos y Partido Popular se habían comprometido a fortalecer el marco legislativo existente, tanto en sus programas electorales como en su acuerdo de coalición, siendo las medidas incorporadas en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género su punto de referencia.
Es precisamente este compromiso previo, junto con el amplio consenso social y político, lo que hace especialmente atractiva la consecución de concesiones por parte de Vox. Permiten mostrar una posición diferenciada y revelan una clara capacidad de determinar la toma de decisiones del gobierno. En este contexto no resulta sorprendente que los tres acuerdos presupuestarios firmados por estos tres partidos en Andalucía hayan incorporado diferentes medidas para dar desarrollo por primera vez a un teléfono de violencia intra-familiar. Estas actuaciones suponen un intento de volver atrás en el tiempo y recuperar un enfoque en el que la violencia ejercida hacia las mujeres era enmarcada como un asunto doméstico, desprovisto de conexión con la pervivencia de las desigualdades.
Este retroceso no es si no un ejemplo más de la importancia de las políticas de igualdad en la agenda política de la derecha radical y su voluntad de desmantelarlas, también cuando no ocupan el gobierno. Comprender la deriva iliberal de aquellos países donde alcanzan poder y/o influencia requiere poner los derechos de las mujeres en el centro y considerar su garantía como un compromiso irrenunciable. Todo retroceso en este ámbito representa un paso hacia atrás en la calidad de nuestras democracias.
En Europa y en España, la democracia será feminista o no será.
Notas:
*Alba Alonso es doctora en Ciencias Política y profesora de la Universidade de Santiago de Compostela.
Hace unos días se presentó en la Fundación Carlos Amberes en Madrid el libro Ursula Hirschmann, una mujer por y para Europa, cuya autora es Silvana Boccanfuso y que ha sido publicado por la editorial Icaria.
En este libro, Silvana Boccanfuso reconstruye con sensibilidad femenina la trayectoria vital emocional y política de la protagonista, cuyas reflexiones, emociones, aspectos psicológicos y sensaciones también restituye.
Ursula Hirschmann, joven socialista berlinesa (hermana del intelectual y economista antifascista Albert O. Hirschmann), tuvo que huir de su ciudad en 1933 a causa de la persecución política que sufría por parte del régimen nazi. Residió en París y en Italia, donde participó de las conversaciones clandestinas entre los desterrados antifascistas de la isla de Ventotene. Allí nació el Manifiesto de Ventotene – Por una Europa libre y unida (1941), documento fundacional del federalismo europeo. Fue también una de las principales artífices de la difusión de este texto entre los opositores al régimen fascista de Mussolini. Participó activamente en la creación del Movimiento Federalista Europeo en Milán (1943), apoyó la acción política de Altiero Spinelli en Suiza y Francia, y participó activamente en la organización de la Conferencia Federalista de 1945 de París, evento que también promovió Albert Camus y en el que participaron varias personas de la Resistencia y de la cultura antifascista en Europa, como George Orwell.
Desde el Berlín de la República de Weimar hasta el feminismo de los años 70, pasando por el París del exilio antinazi, el Trieste de la inmediata preguerra, la Suiza de los antifascistas, una Francia que aún no era libre, la Roma ya liberada y por reconstruir, y la Bruselas de las Comunidades Europeas: Ursula Hirschmann, casada primero con Eugenio Colorni y más adelante con Altiero Spinelli, vivió en estas coordenadas geográficas e históricas, cosmopolita –no importa si por elección o por destino– hasta el punto de perder con los años cualquier sentido de identidad o pertenencia nacional. Quizá sea precisamente en la evanescencia de la identidad nacional de Úrsula donde esté la clave para entender la profundidad de su compromiso europeísta, como ella misma señala: «Nosotros, los deracinés de Europa, que hemos cambiado de fronteras más veces que de zapatos –como dice Brecht, ese rey de los deracinés-, tampoco tenemos nada que perder, salvo nuestras cadenas en una Europa unida, y por eso somos federalistas».
Con esta obra, Silvana Boccanfuso ha sacado del olvido a una de las figuras femeninas más interesantes del siglo XX. Para Ursula Hirschmann la elección del federalismo europeo no fue una reacción temporal y emocional a los dramáticos acontecimientos contingentes (el desastre de los totalitarismos de la guerra) sino un objetivo de acción convencido que llevó adelante a lo largo de toda su vida, incluso cuando la urgencia del momento había pasado, e incluso en aquellos momentos de crisis, económica o política, en los que la idea de una Europa unida no era especialmente popular. Fue precisamente en respuesta a uno de los periodos de crisis más importantes para la construcción de la comunidad que el proyecto más significativo de Ursula Hirshmann –entendido como su propia y original contribución a la causa federalista– tomó forma a mediados de los años 70: el grupo «Femmes pour l’Europe».
Además de la autora participaron en esta presentación Miguel Ángel Aguilar de la Fundación Carlos Amberes, Brando Benifei (Spinelli Group de Bruselas), el editor del libro Marcello Belotti, Hana Jalloul (Secretaria de Política Internacional y Cooperación al Desarrollo PSOE), Francisco Aldecoa (Presidente Consejo Federal Español del Movimiento Europeo) y la periodista Eva Orúe, que fue la encargada de moderar el acto.
Este artículo se enmarca en el nuevo Espacio Feminista de la Fundación Espacio Público. Este espacio surge desde la necesidad de abrir una ventana inclusiva, con diversas voces, un abanico amplio de temas, desafíos y retos que debe afrontar el feminismo. Además, pretende fortalecer una línea editorial y una agenda específicamente feminista, desde una perspectiva interseccional, que teja redes con mujeres de ámbitos distintos, las acompañe y las apoye».
“Lucha por las cosas que te importan, pero hazlo de tal manera que los demás se unan a ti”. Ruth Bader Ginsburg (1933-2020)
Casi cincuenta años después de la ley 92/1966, que derogaba la prohibición a las mujeres de acceder a la carrera judicial española, bajo el poderoso motivo de ser estos trabajos actitudes contrarias al «sentido de la delicadeza consustancial en la mujer», en noviembre de 2015 los medios de comunicación españoles de norte a sur, se hacían eco del nacimiento de la primera Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE).
La curiosidad por conocer el origen, la composición y los fines de esta “extraña” asociación de mujeres y juezas se extendió por todo el país con rapidez traspasando incluso la judicatura española, donde nunca antes se había dado un fenómeno asociativo judicial similar.
Perolos orígenes de la AMJEse sitúan mucho más allá de las fronteras españolas, en tierras australianas y allí hemos de trasladarnos para entender nuestro devenir.
Fue durante el verano de 2014, cuando tres magistradas del Tribunal Supremo del Estado de Queensland (Australia), a las que conocí en mi viaje a la ciudad de Brisbane (Australia), me hablaron, por primera vez, de la existencia de la International Association of Women Jutges (IAWJ). Una de ellas, Catherine Holmes, brillante jurista, ha sido nombrada recientemente presidenta del Tribunal Supremo de dicho Estado. Su nombre ha dado la vuelta al mundo, por ser la primera mujer que accede a un cargo institucional de tal envergadura en el continente australiano. Ellas me explicaron la importancia e influencia internacional de dicha asociación, que representa a todos los niveles del poder judicial y promueve la igualdad (real) desde la Justicia.
Una de las peculiaridades de la IAWJ, que la diferencia del resto de asociaciones, es la solidaridad de sus integrantes. Las juezas con mayor capacidad retributiva ayudan económicamente a sufragar los gastos del viaje de aquellas juezas con menor nivel adquisitivo (Afganistan, Irak, Pakistán, Malawi, Siria, Nigeria, etc.), para que puedan explicar en sus conferencias bienales la situación de las mujeres y niñas en sus respectivos países.
Más recientemente, en 2021, la internacional ha vuelto a poner a prueba su faz más activista, en una misión sin precedentes muy alejada de lo judicial, aunque no de la justicia: la evacuación de las juezas afganas ante la amenaza talibán.
Las juezas afganas han peleado desde sus tribunales, a golpe de sentencias, por los derechos humanos de las mujeres, atreviéndose a plantar cara a un sistema que las negaba como seres humanos y, son, ahora, un estratégico objetivo talibán, para aleccionar a una población en shock. Pero la IAWJ no ha permanecido impasible y ha pasado de la dicción a la acción creando un estratégico comité internacional de apoyo a las juezas afganas, desde el que ya han logrado evacuar a más de 160 colegas y sus familias. De las deliberaciones telemáticas de las magistradas de ese peculiar “comité judicial” dependen, ahora, las vidas de sus compañeras afganas.
Y me enamoré de la IAWJ en 2014.
Quedé tan fascinada por su funcionamiento y fines que, durante el viaje de vuelta a España, trazaba ya una estrategia para promover una delegación española.
El siguiente paso fue entablar contacto con Washington DC (su sede social), donde tuve la gran suerte de topar con Vanessa Ruiz, de la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia y presidenta de la IAWJ (2018-2021), una mujer fascinante, no solo por su profunda formación jurídica sino por sus valores humanos y su incansable afán por ayudar y tender puentes a otras colegas para acelerar el camino hacia una justicia (realmente) igualitaria. Una mujer sensible ante las injusticias, inteligente y cercana con gran capacidad comunicativa y de liderazgo.
En octubre de 2015, Vanessa viajó a España invitada por la Asociación Canaria de Iuslaboralistas, que presido, para la presentación española de la IAWJ durante la celebración de la IV edición anual de las Jornadas Laborales de Lanzarote y cautivó a ponentes, asistencia e incluso a los medios de comunicación españoles.
2015, fue el año de la selección de las juezas que harían realidad el proyecto. Un año de búsqueda y construcción estatutaria de la esencia de una asociación diferente destinada a cambiar el rumbo de la justicia española.
La AMJE nació impulsada por la confluencia de 12 juezas de distintas jurisdicciones, edades y procedencia geográfica, pero con valores e ideales comunes, ilusiones y mucha energía que invertir en un proyecto común de género, universal, transversal y no vinculado a ninguna ideología política, pero capaz de cambiar las cosas. Una nueva asociación que siempre ha defendido los derechos humanos en general, pero especialmente los derechos de las mujeres y la infancia de todo el mundo, invirtiendo para ello tiempo, esfuerzo, conocimientos y la sensibilidad y experiencia de un colectivo de juezas que, ante todo, pretendíamos ser MUJERES ayudando a otras MUJERES.
Y debutamos en noviembre de 2015 con nuestra primera aportación social, un total de 12 propuestas de justicia hacia la igualdad, una por cada jueza fundadora. Propuestas claras, precisas, directas, fundadas en el conocimiento práctico y empírico que nuestra profesión de juezas nos aporta, pretendiendo mejorar todas las variedades de discriminación de género que se proyectan, sin pudor, en una sociedad todavía diseñada y dirigida en masculino.
A partir de aquí empezamos, sin saberlo, a definir nuestra personalidad asociativa. Observábamos los acontecimientos y resoluciones judiciales, de mayor impacto, sin permanecer impasibles cuando se veían comprometidos los derechos de las mujeres y la infancia, posicionándonos críticamente, siempre desde el rigor y el respeto, al lado de los colectivos más vulnerables.
Nuestros comunicados se encarnaron en el devenir social español, hasta el punto de convertirnos en un referente judicial feminista en España y más allá. Las redes sociales se aliaron con nosotras, convirtiéndose en potentes canales desde donde amplificábamos nuestra presencia e impacto social. Nuestro seguimiento en Facebook, actualmente se acerca a los 200.000 seguidores, más de 23.000, en twitter, y vamos hacia los 4.000 en Instagram, con un elevado número de visitas a nuestra activa página web.
Empujamos desde la práctica, la justicia con perspectiva de género que promovíamos a través de nuestras propias sentencias, dando cumplimiento efectivo a los estándares y obligaciones internacionales.
Una buena prueba de dicho compromiso fue nuestro comunicado crítico en relación a la sentencia del caso de “la manada” (abril 2018). Quizás nuestro comunicado más difícil por el rechazo recibido desde dentro de la judicatura, incluso desde posiciones autodenominadas “progresistas”. Pero cerramos filas y nos regeneramos desde dentro. Nos apoyamos entre nosotras y seguimos adelante pensando siempre en el norte de nuestros fines. Teníamos muy claro de donde veníamos y adonde queríamos llegar.
Poco después, el 28 de mayo de 2018, la página web del Consejo General del Poder judicial español publicaba un comunicado bajo el siguiente título: “El Tribunal Supremo aplica por primera vez la perspectiva de género y condena por intento de asesinato, en lugar de homicidio, a hombre que asestó ocho puñaladas a su mujer”.¡Avanzábamos, desde las entrañas de la Justicia!
Nuestra hiperactividad asociativa culminó en 2019 con la organización en Madrid de la II Conferencia Regional de la IAWJ, sobre “Justicia con perspectiva de género”, que organizamos junto al Instituto de la Mujer del Gobierno de España y la colaboración del Consejo General del Poder Judicial que la incluyó en su programa de formación continua, con la participación de más de 50 jueces y juezas españoles. Se celebró los días 25 y 26 de abril de 2019 en Madrid, con una asistencia de más de 400 personas, procedentes de 35 países del mundo. Y fuimos premiadas por ello, por el Ayuntamiento de Madrid y la “Madrid Convention Bureau” ese mismo año.
Otra insignia de AMJE es el programa educativo “educando en justicia Igualitaria”, nuestra artillería pesada en el abordaje de la violencia de género. Arrancó en 2016 y actualmente se aplica en numerosas localidades españolas e incluso en México, con más de 3000 jóvenes adscritos y más de un centenar de operadores judiciales de todos los estamentos jurídicos (judicatura, forensía, fiscalía, abogacía…). Un programa bidireccional de educación en la igualdad del alumnado, pero también de nuestros formadores/as judiciales. El éxito del programa fue tal que incluso recibió el premio especial “Meninas-2018” de la delegación del gobierno español, por nuestra contribución a la erradicación de la violencia de género y en la búsqueda de la igualdad.
Emitimos más de 30 comunicados entre 2015 y 2019 y colaboramos con el Consejo General del Poder Judicial en la confección del II plan de Igualdad de la carrera judicial que vio la luz en 2020.
Mientras tanto, aumentaba el número de asociadas que actualmente superan el centenar, y con ello nos enriquecíamos con nuevas miradas y aportaciones desde distintos estamentos (abogacía, fiscalía, universidades, forensía, cuerpos y fuerzas de seguridad, psicología, etc.).
Durante este viaje asociativo hemos intentado hacer las cosas lo mejor posible, sin excesos, pero sin perder nuestra mirada crítica y comprometida muy necesaria, desde dentro de la justicia y también hacia fuera. Hemos tenido aciertos y desatinos, pero siempre hemos invertido ilusión, tiempo y esfuerzo por mejorar la justicia, la sociedad y las relaciones humanas. En esta andadura, hemos forjado la reputación social de nuestra asociación, que se ha ganado el respeto de la comunidad jurídica y judicial dentro y fuera de nuestro país.
Años de experiencia enriquecedora para todas nosotras y de orgullo y agradecimiento hacia nuestras socias, que son el activo más potente de AMJE. Ellas nos suben la moral en tiempos difíciles, nos hacen reír y bailar, pero también aportan su infinita sabiduría, paciencia, experiencia y mirada crítica, entregándose a esta causa común que nos hace mejores y más fuertes para ir haciendo realidad, paso a paso, día a día, todos y cada uno de nuestros sueños igualitarios.
En verano de 2019, un periodista me preguntó:
“¿Cuál es el secreto del éxito social de la Asociación de Mujeres Juezas de España?”
“no es una respuesta fácil”, le dije, “pero mi opinión personal es que el secreto son nuestras tres señas de identidad:
– la primera. Desde el primer momento tuvimos claro que no pretendíamos ser una asociación endogámica sino abierta a la sociedad. Las juezas nos importan, pero sobre todo nos importan las restantes mujeres y especialmente aquellas más vulnerables.
– La segunda. Somos autocríticas y hemos sido capaces de denunciar las brechas de género endógenas de la carrera judicial y aportar propuestas para su eliminación.
– Y la tercera, es que en AMJE somos resolutivas, y no contemplativas, por lo que ideamos y aplicamos propuestas, programas y acciones con incidencia directa en la sociedad y en la justicia, para cambiarla y avanzar hacia la igualdad, real, no formal, desde la justicia.”
Estas tres características definen bien nuestra esencia, y hoja de ruta asociativa.
En la actualidad, la justicia española ha normalizado la perspectiva de género, que años antes era vista por un importante sector judicial, como una amenaza a la “imparcialidad” que debe regir la actividad jurisdiccional. No tengo ninguna duda, de que esta evolución se iba a producir en un momento u otro, pero, tampoco, que la AMJE ha acelerado el proceso.
Notas:
*Glòria Poyatos Matas es Magistrada del Tribunal Superior Justicia de Canarias, Directora Regional de Europa, Norte de África y Oriente Medio de la IAWJ y Cofundadora y presidenta AMJE (2015-2019).
Parece que fue ayer cuando el mundo aún no había experimentado el gran frenazo global y sin embargo hemos seguido. Muchos han, hemos, perdido personas muy allegadas, como en mi caso el marido de una buena amiga, amigo a su vez, a través del cual rindo homenaje a todas las personas buenas, sabias, que nos han dejado una estela de sabiduría, solidaridad y buen hacer. A todas la más sentida de las ausencias y la más cercana y perpetua de las presencias. Para ellas una tierra leve y un universo infinito.
Así y todo, hay algo que ha demostrado ser esencial en las crisis perpetuas de este momento de la historia del planeta: el arte; la belleza entendida como un gran compendio de los sentidos. La necesidad de él como antídoto de las amenazas a la salud de este asteroide errante y sus múltiples habitantes, sean de la categoría que sean. Y por ello retomamos las sugerencias de exposiciones que han seguido manteniendo la llama de la esperanza, de la vida y de la memoria por los ausentes. La mejor medicina para sobrellevar y, eventualmente, superar esta etapa que también es creativa, porque el arte es resurrección constante de la vida.
CENTRE POMPIDOU MÁLAGA
Sophie Calle 19/11/2021 – 17/04/2022
Sophie Calle (Paris, 1953), es una artista referencia del panorama artístico actual francés. Sus campos de trabajo son la fotografía y el videoarte. La intimidad, el amor y la ausencia, esa que tanto nos está acompañando últimamente a tantas personas, son sus temas de referencia.
La exposición abarca gran parte de los cuarenta años que abarca su obra. El recorrido se conforma en cinco etapas donde temas tan personales como “Dolor Exquisito”, creada a partir de una ruptura amorosa, conviven con “Autobiografías”, desarrollada a modo de diario. “El Marido”, “El Hotel” y un proyecto de reciente creación “Souris Calle”. En cuanto a la parte videoartística, durante la exposición se proyectará su cinta del año 1992 “No sex lastnight”, una roadmovie rodada durante un viaje a los Estados Unidos junto con su marido.
Tres Mujeres Magnum: Eve Arnold, Inge Morath y Cristina García Rodero
Centro Niemeyer, Avenida del Zinc s/n, Avilés, Asturias. Del 2 de julio de 2021 al 30 de enero de 2022.
En 1947. Recién terminada la II Guerra Mundial, una serie de fotoperiodistas y corresponsales de guerra de reputado prestigio se juntaron para crear la primera cooperativa de fotógrafos y así ser más independientes al poder elegir los temas, tratamientos, edición, utilización, reproducción y negociación final de sus fotos. Entre ellos se encontraban nombres tales como Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, María Eisner o Rita Vandivert. De los noventa y nueve fotógrafos que en la actualidad pertenecen a la Agencia Magnum solo once son mujeres, tres de las cuales son españolas: Cristina García Rodero desde 2005, de pleno derecho; Cristina de Middel, desde 2019, de pleno derecho; y Lúa Ribeira, desde 2020, como fotógrafa asociada.
En la exposición de las tres artistas Eve Arnold, Inge Morath y Cristina García Rodero, con un total de 60 fotografías, sobre todo aparecen muchas mujeres salvo alguna excepción.
Eve Arnold (Filadelfia, 1912 – Londres, 2012) centra su trabajo en las mujeres. Le gustaba retratar a las mujeres reflejando sus anhelos y luchas con una mirada muy solidaria hacia las personas más humildes.
Inge Morath (Austria, 1923 – Estados Unidos 2002)
Mujer políglota (hablaba siete idiomas); sus temas de interés fueron muy variados con una especial afinidad hacia los lugares donde vivieron artistas, escritores o personas de relevancia histórica. Su vida privada fue especialmente intensa con circunstancias como ser la esposa de Arthur Miller, una vez este se hubo divorciado de Marilyn Monroe. Trabajó con directores de cine como John Huston y actores de la categoría de Montgomery Cliff y Clark Gable.
Expuso en numerosos museos siendo galardonada con varios premios, reconocimiento a una artista cuya trayectoria profesional es muy similar a la de Eve Arnold.
Cristina García Rodero (Puertollano, Ciudad Real, 1949)
Primera española que consigue ingresar en la agencia Magnum. Artista cuya trayectoria se mueve en un entorno de empatía y complicidad hacia el mundo en el que vive. Muy influida por el mundo del barroco al configurar y componer sus imágenes, se considera más artista que fotoperiodista. En la década de los setenta comienza un estudio, con grandes tintes antropológicos, sobre las fiestas y costumbres de España (ritos paganos y creencias religiosas).
Académica de la Escuela de Bellas Artes de Madrid ha sido reconocida como una artista de primera, habiendo recibido todos los premios de fotografía del mundo, exponiendo su obra en una miríada de museos a lo largo del planeta.
MADRID
Madrid continúa siendo el imán de la creación y exposición del arte con una tendencia cada vez más centrípeta con respecto al resto del estado. Una tendencia compleja en el camino hacia una España vaciada, que no vacía de ideas, que debate cómo no invisibilizarse ante tanto desequilibrio centralista.
Fruto de esa tendencia hacia el escoramiento de la capital es la inmensa oferta que tanto museos como galerías proporcionan en estos tiempos de turbulencia. Destacar algunas muy interesantes propuestas de instituciones como los museos de la milla de oro de las artes.
Museo del Prado
En el Museo del Prado se ha trabajado intensamente para que la institución continúe brillando con luz propia. Una de estas tareas ha sido la reordenación de la colección permanente con nuevos criterios que fueron ensayados, con evidente éxito, al reabrirse el museo después de las semanas de confinamiento. A esto hay que añadir las distintas exposiciones que en estos momentos están a disposición del público erudito y al interesado en todo aquello que el museo pone a disposición del visitante.
Museo Nacional del Prado. Madrid 05/10/2021 – 13/02/2022
Museo Thyssen Bornemistza
Al igual que en los museos que conforman la triada de la milla de oro del arte, Prado y Reina Sofia, el museo Thyssen, con categoría de museo nacional desde no hace mucho, el Thyssen ha reorganizado sus colecciones y montado extraordinarias exposiciones. A la exposición en torno a Georgia O’keeffe, que tanto atrapó a aquellos que, conociendo parte de su obra, sin embargo, desconocíamos su capacidad de trabajo, técnicas y mirada pictórica muy personal; le ha seguido una magnífica retrospectiva en torno al pintor belga René Magritte. Magníficamente comisariada por Guillermo Solana y Paula Luengo, que definen la obra del pintor surrealista como una “locura razonada”.
En posteriores crónicas comentaremos las ofertas expositivas de otras instituciones de Madrid con un énfasis en la reordenación de la colección permanente del museo Reina Sofia. Mientras tanto que ustedes lo disfruten con emoción y curiosidad.
No se olviden de la prudencia que nos permite que la cultura sea un lugar seguro y sanador.
Este artículo se enmarca en el nuevo Espacio Feminista de la Fundación Espacio Público. Este espacio surge desde la necesidad de abrir una ventana inclusiva, con diversas voces, un abanico amplio de temas, desafíos y retos que debe afrontar el feminismo. Además, pretende fortalecer una línea editorial y una agenda específicamente feminista, desde una perspectiva interseccional, que teja redes con mujeres de ámbitos distintos, las acompañe y las apoye.
Las Olas feministas llegan y se van. Su punto álgido suele ser breve pero siempre queda un poso de conocimiento feminista y de avances sobre el que ponen sus pies las generaciones futuras. También, desgraciadamente, toda Ola tiene su reacción patriarcal, de la que también se extraen enseñanzas, pero que duele cuando se está viviendo. A estas alturas, no hay duda de que la Cuarta Ola (aunque no hay acuerdo en esta terminología) fue una revolución contra las violencias sexuales, y tampoco hay duda de que estamos en medio de una virulenta reacción patriarcal. Se pudo poner de manifiesto la enormidad de su extensión y que lo que las feministas llamamos “cultura de la violación” es una realidad cotidiana que, como bien escribió Susan Brownmiller, se despliega como un continuo sobre las vidas de todas. Un continuo que, desde la más leve a la más grave, hemos padecido todas las mujeres en algún momento de nuestra vida. La violencia sexual acompaña a todas las mujeres desde el comienzo de la historia. El miedo a la misma está escrito en nuestro ADN, nos socializamos en ese miedo y con razón, porque no hay un solo lugar del mundo en el que las mujeres puedan decir que viven libres de violencia.
El feminismo lleva décadas luchando contra todas las violencias machistas. Las ha denunciado, conceptualizado adecuadamente, ha diseñado estrategias, políticas públicas, ha dedicado recursos, ha conseguido que todas las instituciones se impliquen en esta lucha, pero la violencia no disminuye. Pasadas ya muchas décadas desde que el feminismo definiera la violencia de género y desde que las instituciones dedicaran a esta lucha presupuestos y políticas públicas, la violencia parece estar aumentando, especialmente las violencias sexuales. Es evidente que una parte de dichas violencias tienen su origen en un movimiento de reacción patriarcal contra los avances del feminismo. Seguramente no se trata de que las feministas o las instituciones estemos haciendo cosas mal, simplemente nada es suficiente todavía para tumbar el sistema patriarcal. Quizá lo que peor hagamos sea pensar en la violencia como una “lacra” del sistema, como una excrecencia del mismo, como un mal ajuste, como algo que se puede combatir independientemente del combate contra el sistema patriarcal en su conjunto. Lo cierto es que todo sistema de dominación necesita usar de ciertas dosis de violencia para perpetuarse, especialmente si pierde, como este ha perdido, el poder formal, legal, sobre las mujeres. Sólo la desaparición del patriarcado traerá la desaparición de la violencia y, mientras, no es pensable la dominación sin ella y, además, cuanto más terreno conquistemos a la igualdad, podemos esperar una reacción más violenta por parte de aquellos que se sienten despojados de sus privilegios.
Las feministas también sabemos a estas alturas que para acabar con las violencias sexuales (con todas las violencias) lo que tiene que pasar es que los hombres dejen de ejercerlas; es decir, que sean ellos los que cambien. Y no lo harán solo con castigos, ni con nuestras movilizaciones. Debemos poner el foco sobre la manera en que se construyen subjetividades que desean violar, dañar, golpear, que cosifican, que deshumanizan a las mujeres. Es posible que aquellas violencias sexuales que parece que están creciendo más, las que se comenten en grupo como hermanamiento en la fratría masculina, aquellas que son extraordinariamente crueles, se puedan estar utilizando como reparación simbólica ante los avances del feminismo por los hombres más apegados a subjetividades rígidamente patriarcales. Así pues, tenemos por delante todo un campo de trabajo con ellos, buscando transformar sus emociones más profundas, aquellas que no encuentran otro cauce de expresión que la violencia. Hay que trabajar poniendo todos los recursos posibles para construir en los niños subjetividades igualitarias, subjetividades no cosificadoras, subjetividades empáticas y cuidadoras y para apoyar el trabajo de los hombres rebeldes al patriarcado.
Las mujeres ya hemos cambiado (aunque quede mucho por hacer) ahora es necesario que cambien también ellos, los hombres igualitarios son todavía una minoría. Pero el cambio no vendrá solo con intervenciones educativas en los niños. Vivimos en un orden disociado en el que por una parte luchamos contra el patriarcado y por la otra lo alimentamos de múltiples maneras. Sigue formando parte de esta lucha, por tanto, la denuncia de las costumbres, las instituciones, los discursos, los artefactos culturales, los privilegios, en definitiva, que contribuyen a reforzar la desigualdad. En muchas ocasiones seguimos denunciando los efectos, las consecuencias más evidentes del patriarcado, pero no penetramos con la suficiente profundidad en aquello que lo sustenta y lo reproduce, en aquello que contribuye a que los hombres no estén cambiando al ritmo que necesitamos.
Pero también tenemos que esforzarnos en cambiar guiones que parecen escritos en piedra, pero que sirven para ocultar la verdad, y el de la epidemia de violaciones es uno de ellos. Las feministas tenemos que movernos en un difícil equilibrio entre la denuncia permanente y el miedo y su gestión social. El otro día aparecía en la televisión el siguiente titular en La Sexta: “Las violaciones se disparan en España: se denuncian seis agresiones sexuales con penetración cada día. Los datos que comparte el Ministerio de Interior son el reflejo de la grave situación social. En lo que llevamos de 2021 se han denunciado un total de 1.601 violaciones”. Además de que hay tantas violaciones ocultas que cuando se denuncian más puede parecer una epidemia, ¿a qué situación social de refieren? ¿al patriarcado? No lo creemos. Más bien pretenden hacerlas aparecer como si las violaciones fueran consecuencia de la acción de un gobierno o de una situación económica y no consecuencia del patriarcado mismo. Es el miedo de las mujeres utilizado con fines políticos espurios, nada nuevo y nada bueno.
Las feministas tenemos que tener cuidado con la gestión social y política del miedo porque este busca limitarnos y coartar nuestro derecho a ocupar todos los espacios y porque se buscan también reacciones viscerales y nada feministas a ese miedo. Tenemos miedo porque somos socializadas en él, y porque las agresiones graves en la calle, que sufren un número pequeño de mujeres, son un aviso para todas; tenemos miedo porque es verdad que es algo que nos puede ocurrir a todas. Esto nos sitúa en una situación perversa. Se crean las condiciones para que tengamos miedo y después somos nosotras las que tenemos que cuidarnos, las que tenemos que protegernos. Nos limita, nos controla, nos infantiliza. Y el miedo también es un arma que utilizan contra nosotras aquellos que no nos quieren libres, sino encerradas; al tiempo que lo convierten también en arma de otras batallas sociales conservadoras o reaccionarias.
Es verdad que hay un aumento de un 9% en las violaciones denunciadas, pero también es verdad que la mayor concienciación puede hacer que haya más denuncias. Y, en todo caso, estas cifras escalofriantes siguen magnificando la figura del hombre en un callejón oscuro, una figura que pretende vetar nuestra presencia en el espacio público, mientras que se sigue invisibilizando el verdadero guion de las violaciones, de las que más del 80% son causadas por hombres conocidos de las víctimas. Y, más aún, que la mitad de este 80% se ejercen sobre niños y niñas menores, víctimas de una violencia sexual intrafamiliar de la que todavía no nos atrevemos siquiera a hablar claramente. La frase “Sola y borracha quiero llegar a casa” es un grito de justicia del movimiento feminista en todo el mundo que pone el foco donde hay que ponerlo.
Cuarenta años de dictadura franquista prohibieron, escondieron e invisibilizaron las obras creadas por mujeres y hombres que tuvieron que salir de España por oponerse al golpe de Estado contra la República. De esta manera fueron condenados al olvido numerosos libros, muchos de los cuales todavía hoy no conocemos. Son los libros que no se sometieron al pensamiento único, monocolor, al que obligaba la dictadura.
Afortunadamente, desde hace unos años hay editoriales que están trabajando por recuperar la memoria colectiva y rescatar una obra cultural que merece ser conocida. Una de estas editoriales es Renacimiento, que recientemente ha publicado en un solo tomo, con prólogo de Soledad Fox Maura, las obras Tiempo de llorar,Voz de nadie, Cuaderno de Apuntes y el guion cinematográfico En el balcón vacío, obras literarias de María Luisa Elío, una de las voces más significativas del exilio español en México.
María Luisa Elío nació en Pamplona en 1926 y falleció en Ciudad de México en 2009. Hija de un abogado, en 1936 tuvo que abandonar España junto con su familia, tras el golpe de Estado de Franco, y exiliarse primero en Francia y posteriormente en México. Escritora y actriz, ella y su marido, el poeta, cineasta y publicista Jomí Garcia Ascot, se rodearon en México de las personalidades intelectuales más conocidas de la época: Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Ramón Xirau, Emilio García Riera, Alejo Carpentier, Susana Noriega, Fina García Marruz…, y Gabriel García Márquez, que les dedicó a ella y a su marido Cien años de soledad.
Su exilio, el abandono obligado de su hogar siendo una niña, son los temas que marcaron su vida y están presentes en toda su obra. También el dolor y el sufrimiento que vivió de cerca en su madre enferma. “No quiero contar nada de eso, en verdad no quiero, no contaré nada. Pero aunque no lo cuente yo sé que lo sé. Sé que sé, ¿cómo puedo hacer para no saber que sé? Dios mío, si hubiera podido no saber, si pudiera morirme sin saber que he sabido”, confiesa en Voz de nadie.
En 1970 regresó a Pamplona con su hijo (pequeño). Y ese regreso, tema principal de la mayor parte de su obra, es lo que la lleva a explorar el abandono, la profunda herida provocada por el destierro, la búsqueda de esa niña que se vio obligada a dejarlo todo para viajar a una tierra desconocida. El reencuentro con un pasado que ya no existe le llevan a exclamar: “Me habían quitado el pasado, ahora me quitaban el recuerdo del pasado, del que yo hacía el presente, y sin tener ninguno de los dos me era imposible pensar en el futuro. ¿Cómo puede haber un futuro sin pasado ni presente? No había nada. Había que comenzar una historia sin historia; con una presencia, que era mi hijo, y con una ausencia total, que era yo.” Sus recuerdos transmiten desgarro y emotividad, son un relato extensible a todas esas personas que vivieron el trauma de la guerra y se vieron obligadas a exiliarse. Unas con más contactos y medios (como en el caso de María Luisa y su familia), otras con mucha menos suerte ya que carecían de todo. “En España habíamos pasado frío, hambre y miedo; lo que más recuerdo es el frío, no sé por qué […] como si el frío fuera la guerra”, confiesa.
El recuerdo de un preso “rojo” que mantiene vívido desde niña le lleva a visitar la prisión donde estaba encarcelado para descubrir que ya no existía y que “su” preso había sido fusilado y enterrado en una fosa común. “Cogí una pequeña margarita y la puse sobre lo que era, sin duda alguna, la fosa común de tierra non sancta” en la que se supone estaba enterrado.
Tiempo de llorar y Cuaderno de apuntes habían sido publicadas con anterioridad en México, y en 2002 la editorial Turner publicó ambas obras en un solo volumen. El guion cinematográfico En el balcón vacío (1961) es la primera vez que es publicado, aunque sí fue estrenada la película, que fue dirigida por su entonces marido en la que María Luisa Elío interviene como guionista y actriz, y es la primera película realizada en México por el exilio español.
Ahora, estos tres textos, junto con Voz de nadie, forman parte de este volumen dentro de la biblioteca de grandes escritoras del siglo XX de la editorial Renacimiento.
Desarraigo y memoria en un rincón de la España sumergida (Virginia Mendoza Benavente)
En los años sesenta del siglo pasado el tramo final del río Guadalope fue mutilado para dar lugar a un gran embalse, el de Mequinenza, que anegó 3.500 huertas y provocó la desaparición de Cauvaca, una pequeña población cercana a Caspe (Aragón) según cuenta el libro “Cauvaca. El paraíso perdido” de Alfredo Grañer, perteneciente a la colección Tedero de la Asociación de Amigos del Castillo del Compromiso de Caspe, referido en su blog por Dragón Chorche.
Ahora, ha retomado el relato de esta historia la escritora “perioantropodista” Virginia Mendoza Benavente –autora de ¿Quién te cerrará los ojos? Historias de soledad y arraigo en la España rural (Libros del KO, 2017) y Heridas del viento, crónicas armenias (La Línea del Horizonte, 2018)– en Detendrán mi río. Desarraigo y memoria en un rincón de la España sumergida (libros del KO, 2021). Y lo hace con su personalísimo estilo, que impregna de magia literaria la realidad que cuenta.
Personajes inolvidables, reales, y en especial Mercedes, rememoran con nostalgia desde el presente lo que fue su infancia en una tierra de huertas y agua. Una tierra llena de vida y contacto con la naturaleza. Una tierra en la que hay pobreza habitada por personas llenas de dignidad. Un mundo en el que María, una campesina ve morir a varios de sus hijos, uno detrás de otro, mientras pare también uno tras otro. Ciega después de tantos partos, conoce “ve” por primera vez el mar de la mano de su marido. El agua, siempre presente, el agua del río en el que Mercedes aprendió a nadar y que fue el escenario de su infancia y adolescencia. Una niña capaz de cazar serpientes y hacerse con la piel de una de ellas un cinturón que podía predecir la lluvia.
Otros personajes, sobre los que la autora ha investigado y otros a los que la autora ha entrevistado y ha rescatado del olvido forman también parte de este bellísimo relato. Un ingeniero estadounidense especialista en embalses que embarca en el último y trágico viaje del Lusitania. Un niño que quiere ser ingeniero y será años después uno de los encargados de la construcción de la presa. Las maestras, los campesinos, los soldados…
Y la guerra, la terrible guerra de 1936 provocada por las fueras del general Franco, que años después se dedicará a promover nuevos embalses: “Queda inaugurado este pantano”, quedará ya como recuerdo del Caudillo de España “por la gracia de Dios”.
Virginia Mendoza Benavente
“Se caían las estrellas del cielo y los hombres se reunían y decían: ‘Va a haber guerra, que se caen las estrellas’. Yo veía que se caían, se desprendían del cielo, pero yo no sabía ni lo que era una guerra cuando lo decían.” Recuerda Mercedes de su vivencia cuando la guerra llegó a Cauvaca. Señales que anuncian años de miedo, miseria, tristeza, lo mismo que se vivía en el resto de España.
Es también el recuerdo de los trabajadores de las empresas hidroeléctricas, que no arraigan, que siempre están de paso mientras se mantiene la dura tarea de acabar con pueblos y de enviar a la migración a sus habitantes.
Un relato que cuenta una realidad y parece una fábula. Un libro necesario para mantener viva la memoria de lo que un día fueron tierras llenas de vida.
Un libro para disfrutar leyendo. Una lectura muy recomendable.
La Conferencia sobre el futuro de Europa comenzó formalmente su andadura el día 9 de mayo de 2021. En general el tono y expectativas de la Conferencia, si nos atenemos a lo expresado por los portavoces de las instituciones europeas, buscaría varios objetivos simultáneos: un ejercicio abierto y sin condicionantes iniciales de escucha de la diversidad de opiniones de la ciudadanía europea; un práctica deliberativa con el propósito de recoger opiniones y propuestas de esta ciudadanía; un empeño por que la propia práctica de debate y discusión contribuya a hacer avanzar un espacio público europeo y un método de articulación del debate de abajo-arriba cuya intención es salir al encuentro de la desconfianza y el malestar ciudadano respecto a la política en general y a la política europea en particular.
No obstante, los enunciados y expectativas están muy lejos de haberse correspondido con una Conferencia que pueda dar respuesta a esas expectativas.
Las diferencias apreciables entre las diferentes instituciones muestran que Parlamento, Consejo y Comisión no esperan lo mismo de la Conferencia. Para el Consejo y, en parte también para la Comisión, el debate público es instrumental y condicionado: debe servir para legitimar lo existente, ceñirse a las perspectivas estratégicas ya diseñadas por las instituciones y, por último, sus propuestas de reforma deben adecuarse a los principios de subsidiariedad y proporcionalidad y no puede afectar a los Tratados. El Parlamento ofrecía una ambición más ajustada con las necesidades de reforma, proponiendo un modelo de abajo-arriba, inclusivo y donde no se ponían condicionantes a las propuestas de reforma.
El modo en el que se ha organizado finalmente la Conferencia está más cerca de las expectativas del Consejo y Comisión que de las propuestas por el Parlamento. Y aunque los procesos deliberativos son procesos abiertos, en el sentido de que se sabe cómo empiezan pero no es posible determinar su final, no parece que haya condiciones para que el desarrollo de la Conferencia lleve hasta sus límites las posibilidades contempladas en la Declaración conjunta de las tres instituciones.
Finalmente, parece que estaremos, en el mejor de los casos, ante un ejercicio de opinión respecto al que las instituciones europeas –particularmente el Consejo- asumen un compromiso ligero y poco concreto. Y lo cierto es que reducida a un ejercicio de opinión la Conferencia resulta un acontecimiento más bien reiterativo e innecesario. La opinión de la ciudadanía europea respecto al proceso de integración en general y respecto a políticas más específicas es suficientemente conocida a través del Eurobarómetro, en primer lugar y de muchas otras experiencias de participación (limitada) de la sociedad civil europea en diferentes temas. El problema no es tanto no saber lo que la ciudadanía piensa, como la voluntad política para llevar a cabo esas demandas y una hoja de ruta para hacerlas posible.
Sin embargo, la Conferencia se realiza en un momento idóneo para repensar el futuro de la UE y los imprescindibles cambios de envergadura que esta debe acometer si quiere, realmente, ser un proyecto al servicio de las mayorías. La década de crisis que comenzó con el colapso financiero y que sigue activa con los coletazos (no sabemos si serán los últimos) del Coronavirus no tiene parangón en la historia del proceso de integración y debe ser evaluada como un hecho excepcional con importantes implicaciones en todos los órdenes.
Las consecuencias de la policrisis han afectado a las instituciones, a su relación, a la legitimidad de la acción de la UE como sistema político y a las principales políticas de la Unión, pero también a sus valores y principios.
La gobernanza política y económica de este turbulento período ha puesto de manifiesto la disfuncionalidad de esta estructura institucional en términos de eficacia, capacidad de gestión de situaciones inesperadas e ilegibilidad del proceso para la mayoría de la ciudadanía. Al mismo tiempo ha sido este un período de creciente politización respecto al proceso de integración. La mayor visibilidad de la UE en el contexto, por ejemplo, de la gestión de la crisis de 2008, ha suscitado enorme preocupación por sus déficits democráticos y de legitimidad pero también por la orientación neoliberal de sus principales políticas y por la presión sobre los estados del bienestar para reducir sus prestaciones y servicios. La ciudadanía ha visto, además, crecer de manera inexplicable las desigualdades sociales y el deterioro de regiones y ciudades que han hecho crecer la sensación de abandono y, en relación con la UE, de vivir un proceso de integración cuyos beneficios alcanzan solo a una minoría.
Las políticas y la retórica de la austeridad se compadecen mal con una realidad de deterioro de los estados del bienestar, de creciente desigualdad al interior de las sociedades, pero también de creciente diferenciación en el plano económico entre países.
Por otra parte, la crisis del Coronavirus ha hecho estallar los corsés de las políticas de austeridad y del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Ha puesto de manifiesto, además, la insuficiencia de un Presupuesto comunitario que apenas alcanza el 1% del PIB de la región. Y está obligando a repensar la relación entre lo estatal y lo supranacional, ante la evidencia de que sin la UE la situación provocada por la pandemia habría sido aún peor, pero sin los estados la gestión de la crisis sanitaria y social hubiera sido imposible.
Pese a constatar que la resiliencia de la UE ha sido mayor de lo, probablemente, esperada, los daños causados al edificio plantean la necesidad de una importante reforma estructural. Parece claro que los interrogantes abiertos por este período inacabable de crisis precisan de respuesta globales y de reformas que afectan al conjunto del edificio. El consenso básico cada vez más extendido es que no es posible seguir como hasta ahora y, por tanto, es necesario acometer reformas en profundidad, habida cuenta, además, de que la lógica de las pequeñas reformas y la búsqueda de soluciones “in extremis” no sirve en estos momentos.
Vivimos eso que se ha denominado “momento maquiaveliano” una situación histórica en la que el sistema político no puede seguir operando de la misma manera y precisa de cambios mayores. En este sentido, la situación, no sólo y no tanto la Conferencia en sí misma, son una oportunidad para la izquierda alternativa.
El pasado Libro Blanco sobre el futuro de Europa propuesto en 2017 por la Comisión Europea mostró el agotamiento del modelo de debate y reforma privilegiado por las elites políticas y económicas europeas y nacionales en relación con la UE: negociaciones intergubernamentales, pactos fuera del alcance y seguimiento de la ciudadanía, menosprecio de los parlamentos nacionales, etc. La lógica elitista y despolitizada que ha sido dominante en el proceso de construcción europea se ha convertido, a estas alturas, en un problema para el proceso de integración mismo.
En esta coyuntura la idea de una Conferencia ciudadana organizada de arriba-abajo y con voluntad real de facilitar la participación de las poblaciones de los países europeos, además de una actitud activa de escucha por parte de las instituciones, sonaba como una propuesta prometedora.
Podría haberse pensado, inicialmente, que la Conferencia diera lugar a un “hecho político” novedoso y fuera este la movilización masiva de la ciudadanía a favor de una estrategia de reforma de la Unión. Pero creemos que no se dan las condiciones para esa movilización y los primeros meses de desarrollo de la Conferencia demuestran que ésta está muy lejos de cumplir con sus expectativas. De una parte, los asuntos europeos siguen viéndose como complejos y alejados por buena parte de la ciudadanía y, consecuentemente, suscitan poco entusiasmo e interés. Por otra parte, no se ha creado ese espacio europeo que singularice el debate sobre los asuntos de la Unión. Los debates políticos siguen anclados en los espacios nacionales tanto en términos discursivos cómo simbólicos, de modo que la “agenda UE” se inserta en los conflictos nacionales subordinada a los debates propios y específicos de las agendas nacionales.
Llegados a este punto podría parecer que lo más razonable es dar ya por muerta la Conferencia. Pero parece más productivo un enfoque que articule el “momento maquiaveliano” al que antes hacíamos referencia con las oportunidades que la Conferencia ofrece de visibilización.
Hay opciones para que la izquierda transformadora utilice este espacio para debatir sus propias posiciones en relación con este momento, para que utilice este recurso como una oportunidad para hacer propuestas audaces de cambio y reforma del proceso de integración. Pensando en el momento más que en la Conferencia en sí misma, la izquierda alternativa podría colocar la idea de una Convención Constituyente, después de la Conferencia e incluir propuestas y reflexiones que desborden los estrechos marcos en los que Consejo y Comisión quieren mantener la Conferencia.
Notas:
*Artículo elaborado en el marco del seminario “Una Gobernanza Democrática en la Unión Europea para la Era Post COVID-19”. Subvención para la celebración de acciones de comunicación y actividades divulgativas, sobre asuntos relacionados con el ámbito de sus competencias para el año 2021 de la Secretaría de Estado para la Unión Europea.
**Pedro Chaves, Investigador IELAT y colaborador del Instituto 25M
Este verano una muy buena amiga me ha regalado el libro Hamnet de Maggie O’Farrell, traducción de Concha Cardeñoso, edición Libros de Asteroide. Lo leí de un tirón. Ha sido considerado el libro del año con 15.000 ejemplares vendidos. Recibió el Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro (National Book Critics Circle Award) y el Premio de Ficción Femenina de Reino Unido (The Women’s Prize for Fiction).
Hace tiempo que tengo pendiente hacer una reseña del libro, pero en estos días otoñales, me he recordado de los paisajes lluviosos ingleses descritos por la autora y decidí ponerme con ello.
La escritura del libro es impresionante, ¿con qué adjetivos la podríamos definir? Extraordinaria, fluida, expresiva, con descripciones precisas de los paisajes del siglo XVI, que retratan acertadamente las diferencias entre la vida rural y la vida urbana, destacando las maravillas y las desilusiones de vivir en el campo o en la ciudad; aunque la revolución industrial llegaría muchos siglos después, estos contrastes ya se empezaban a delinear en el contexto histórico en que está ambientada la obra.
Como se nota en este párrafo, en que se describen las percepciones de Agnes cuando muda a la ciudad: En vez de ser una unidad en la que varias generaciones trabajan juntas cuidando a los animales, la tierra y la casa, en Henley Street la estructura es otra: están los padres, después los hijos, luego la hija, después los cerdos de la pocilga y las gallinas del gallinero, a continuación, el aprendiz y, al final de todo, las criadas. Cree que su lugar, como nuera reciente es ambiguo entre el aprendiz y las gallinas. (p. 135).
En estas líneas, la protagonista traslada también la representación de la estructura patriarcal que se percibe de forma más clara en la zona urbana. Ojo, que no quiere decir que no haya una estructura patriarcal parecida en la zona rural, solo que en la ciudad se organiza de forma diferente, recalcando quizás la jerarquía patriarcal y socio-económica del ámbito doméstico.
La vida de la familia Shakespeare en un cuadro del siglo 19.
El libro narra la historia de la esposa del escritor, dramaturgo, poeta y conocido por ser el grande fundador de la lengua inglesa, William Shakespeare. Un genio de su época, en su obra trata de los tormentos, angustias, envidias, de la ganancia del poder, pero también aborda las diferencias entre la clase aristocrática y la plebe, del amor que termina en tragedia. Es un autor que retrae el ser humano en el siglo XVI con todas las contradicciones, ambiciones, desgracias y bellezas.
El libro se centra en la que fue supuestamente la pareja de Shakespeare, Agnes. En la obra los hechos reales se mezclan con la ficción. La protagonista es una mujer peculiar que vive en la zona rural de un pequeño pueblo de Inglaterra, en Stratford. Agnes tiene una fuerte vinculación con la naturaleza, que es motivo de extrañamiento y cotilleo en el pueblo. Su conocimiento sobre las plantas y sus características medicinales y curadoras es excepcional. Después de un primer momento de desconfianza, las personas acuden a ella buscando sanación.
Se retrata, por lo tanto, esa vinculación fuerte con la naturaleza, que en algunas ocasiones recuerda al realismo mágico, que mezcla elementos cotidianos con algo fuera de lo común o extraño.
Además, la novela trata especialmente del dolor de perder a un hijo y como esta pérdida afecta a la pareja y a la vida cotidiana de toda la familia. Al principio parece que será la hija la que no tendrá condiciones de vivir, la peste la ha afectado gravemente. Sin embargo, es el niño, que “intercambia” su vida por la de la hermana, y padece irremediablemente de la “muerte negra”, que había llegado hasta Inglaterra a través de las embarcaciones venecianas. El nido vacío que deja la pérdida de un hijo es retratado en la novela con mucha maestría. El dolor que sufren la madre y el padre, la dificultad de seguir la vida sin el hijo, una pérdida de este tipo les persigue por toda la vida. Shakespeare supuestamente acaba escribiendo Hamlet, en homenaje a su hijo:
“Me muero […]Vive tú; […]Reserva con dolor tu alientoPara contar mi historia".
(Hamlet, Acto V, escena III).
Es una delicia de libro, en que el lector y la lectora tiene la oportunidad de reflexionar sobre muchos temas, entre ellos, las relaciones de pareja, la sociedad del siglo XVI, la vida del campo y de la ciudad, las estructuras patriarcales, el realismo mágico, la condición de la mujer en este contexto histórico. Recomiendo la lectura.
Extrañamente, algunas generaciones parecen en su conjunto mejor dotadas que otras y, en consecuencia, construyen una obra de un impacto que resuena durante siglos. No es cierto que todas las generaciones sean iguales en talento y producción. Por eso, los grandes poetas del siglo XX parecen haber compartido marco temporal: Cavafis, Machado, Pessoa, Lorca, J. V. Foix. Listas similares a esta podrían escribirse en relación con los poetas franceses de finales del XIX o los novelistas norteamericanos de la segunda mitad del pasado siglo. La generación de Jena, la generación de oro de la filosofía alemana, entra también en esta categoría.
Peter Neumann con La república de los espíritus libres (Tusquets, 2021) ha escrito un libro sobre ese grupo de escritores, académicos, poetas, filósofos y traductores que durante unos años formaron una comunidad intelectual inigualable en una pequeña ciudad universitaria de calles estrechas y oscuras bajo el auspicio de figuras tan relevantes como Goethe o Schiller, del que abiertamente se mofaban. Durante el día, en la misma casa, trabajaba cada cual en su propia obra y por la noche se reunían para cenar, conversar y discutir ideas. También compartían cotilleos, jugaban a las cartas y se calentaban con el fuego.
Los nombres son conocidos por todos: Novalis, Friedrich y Carolina Schelling, Hegel, Holderlin, los hermanos Wilhelm y Fritz Schlegel, Dorothea y Ludwig Tieck. Excitados por la herencia de Kant, que toman como punto de partida, inician una aventura del pensamiento que Neumann narra con frescura y sin necesidad de internarse en asuntos especialmente densos. Poco a poco, al lector le asalta una pregunta fundamental: ¿cómo es posible que de un grupo de jóvenes de los que se esperaba que se convirtieran en abogados y funcionarios surjan individualidades tan brillantes y originales? Neumann no contesta a esta pregunta. Ni siquiera se la plantea. Se limita a contar, de manera superficial aunque muy placentera, las vidas de los protagonistas.
El libro tiene varios niveles de lectura. Puede leerse como un animado y entretenido relato de unos cuantos escritores famosos. Puede también leerse como la descripción del surgimiento de la vocación filosófica que, en el caso de los alemanes, nace con tanta fuerza como la vocación artística. Ellos, en cierta forma, se sienten tan artistas como filósofos. Al contrario que Adorno, que no se decidía entre ser compositor o filósofo, y así cumplió los cuarenta años, los Schelling, Schlegel, Hegel, Holderlin o Novalis, eran conscientes de estar creando una nueva forma de pensar, sentir y crear. No en vano, los años de Jena son los años de las guerras napoleónicas. Hegel, en pantuflas, verá al emperador a lomos de su caballo y sentirá la presencia del espíritu de la Historia. Esta generación abunda en sentimientos, sentimientos abrumadores. ¡Qué habría escrito Hegel si ese día hubiera calzado unas buenas botas de hebilla!
Friedrich Wilhelm Jospeh Schelling, 1848. Daguerrotipo
Quizás el secreto de esta generación se encuentre en que fueron capaces de tomar la tradición como un hecho simultáneo y revivirla en el presente. Impera la variedad de estilos, géneros e ideas. Se contradicen con frecuencia y discuten. El pasado cultural se integra en la actualidad y no se realizan selecciones ni rígidos cánones. Esta vivencia del pasado es lo que, según Curtius, caracterizaba también al Siglo de Oro español y lo diferenciaba del clasicismo francés. Al final, todo se reduce a una idea muy manida, elaborada hasta la extenuación por Georg Steiner; la idea de que lo nuevo se basa en configuraciones inéditas de lo que ya existe. Por eso, la creación requiere una amplia cultura. Algunos gestos que revelan este modo de pensar son la ironía y la parodia. El Quijote, sin ir más lejos, no es más que una inmensa parodia de los libros de caballerías. Schelling y los Schlegel se entregan a ella también con gusto.
Habría resultado muy grato que Neumann se hubiera explayado en lo concerniente a las fuentes de esta generación. Apenas son nombrados Calderón y Shakespeare y la cámara del escritor ya se ha posado en otro personaje. En Dorothea, por ejemplo. Neumann hace un trabajo necesario al destacar las figuras femeninas intelectuales del grupo, también en el caso de Carolina. En cualquier caso, Neumann, siempre aséptico, está lejos de la crítica cultural feminista. Tampoco menciona la palabra Barroco, lo que habría ayudado mucho a entender el espíritu de este grupo de Jena. Neumann, sin embargo, consigue escribir un libro que disfrutarán sobre todo los nostálgicos de las pasadas épocas y de la tradición y la cultura. Quien escribe esta reseña lo ha hecho. ¡La nostalgia! Otro sentimiento muy barroco (español) y alemán. Pero Neumann tampoco la menciona.
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha nombrado nuevo jefe para la Jefatura Superior de policía en Catalunya, Luis Fernando Pascual, un funcionario aragonés que ya estuvo destinado a las comisarías de L’Hospitalet de Llobregat y la de la vía Laietana de Barcelona, lugar de espantosos recuerdos para tantos y tantos defensores de las libertades democráticas. Un nombramiento que abre de nuevo el interrogante sobre los motivos por los cuales Interior se ha negado hasta ahora a permitir que este inmueble se transforme en un centro de recuperación de la memoria de la represión.
No caben muchas dudas. La complicidad de sectores de la policía, y también del ejército, con la extrema derecha se pone de manifiesto con tanta frecuencia que llega a considerarse casi como un fenómeno normal.
Muchos gobernantes, de diferentes colores políticos, acostumbran a tratar a las fuerzas armadas y policiales con especial atención y delicadeza. En el Estado español, sin embargo, el tufo que dejó en estos cuerpos el régimen franquista se percibe todavía. Es particularmente fuerte e impregna el comportamiento y los discursos de mandos y responsables políticos.
Cuesta olvidar aquellas ruedas de prensa organizadas por el actual Gobierno del Estado, protagonizadas en buena medida por altos cargos uniformados, en las que se llamaba a la ciudadanía a comportarse como «soldados» para combatir el coronavirus o las palabras de quien hasta no hace mucho ejercía como jefe de la Guardia Civil en Catalunya, cuando equiparó la movilización soberanista catalana con actividades terroristas o al comisario de policía, que salió al balcón de la jefatura de la vía Laietana de Barcelona a levantar el brazo y a besar la rojigualda al paso de una manifestación del nacionalismo español.
La lista de ejemplos que ilustran el talante ideológico de fuerzas hipotéticamente dedicadas a velar por la seguridad de la ciudadanía sería inacabable, pero el más preocupante, quizás, es que no se ven signos ni voluntad de rectificación por parte de gobernantes que se reivindican como progresistas.
Parece mentira pero todavía no han enmendado las palabras del magistrado que ocupa la Secretaría de Estado de Seguridad, Rafael Pérez Ruiz, hombre de confianza del ministro Marlaska. La ciudadanía, dijo, «aprecia el trabajo abnegado y callado» de los policías de la Jefatura Superior de Cataluña. Su sede, en la vía Laietana, «ha sido un símbolo de servicio público desde el cual varias generaciones de policías han contribuido y siguen contribuyendo a fortalecer la democracia en nuestro país», añadió, en señal de cruel desprecio por las persones que allí padecieron el sadismo de determinados comisarios e inspectores.
¿Cuándo se considerarán innecesarios o desacertados estos elogios? ¿Qué necesidad hay de ensalzar sistemáticamente a los empleados del Estado que portan armas, como si sus ocupaciones exigieran mayores «sacrificios» cotidianos por amor a la humanidad que los de otros profesionales? Cuando Pérez Ruiz habló de «generaciones de policías» quiso complacer, evidentemente, a quienes deberían sentir vergüenza por la brutalidad practicada en aquel edificio, la de las torturas del franquismo, pero también la que se siguió aplicando después de la muerte del dictador y la que también sufrió recientemente, por poner tan solo un ejemplo, Guillem Padilla (el joven de la sudadera naranja), que no cometió más error que el de no ser suficientemente rápido para levantarse del suelo y correr, para evitar los golpes de una carga policial.
El mismo día en que el secretario de Estado dejaba bien claro el grado de sensibilidad democrática del Ministerio de Interior, el hasta hace pocos días máximo responsable de la policía en Catalunya elogiaba el «trabajo» de sus subordinados de «captación y análisis de información relevante para la prevención de actividades delictivas y otras que pueden afectar de manera grave el orden público y la pacífica convivencia, provenientes de organizaciones radicales que tienen como objetivo la fractura del Estado, tanto política como social, afectando el normal funcionamiento de las instituciones públicas y privadas, incumpliendo reiterada y gravemente la Constitución y las leyes». No eran estos los objetivos de la «policía patriótica» que participó en la «Operación Cataluña»?
Dicen que este comisario, José Antonio Togores, cargado de medallas al mérito policial y experto en unidades antidisturbios, mantuvo una relación impecable con el major Josep Lluís Trapero, que últimamente se ha significado por sus peticiones de respeto a los Mossos d’Esquadra, realizadas en un esfuerzo para mantener prestigio entre los agentes que reclaman al poder político medidas de reconocimiento de su autoridad. El major, que entró en conflicto con la cúpula policial española durante el otoño de 2017, y que fue cesado por el Gobierno de Mariano Rajoy, procesado posteriormente y absuelto por la Audiencia Nacional, calificó a Quim Forn de irresponsable ante los magistrados del Tribunal Supremo que condenarían a quién fue consejero de Interior a penas de 10 años y medio de prisión y de inhabilitación para ejercer cargos públicos. En una inusual entrevista emitida por TV3 el pasado mes de junio, Trapero no ahorró elogios a los actuales responsables de la policía española y de la Guardia Civil.
El corporativismo que a menudo se pone de manifiesto entre profesionales de muchos oficios se acaba imponiendo con especial intensidad entre agentes policiales de diferentes cuerpos. A veces se disputan ámbitos de competencia y se ocultan datos, como fue el caso de la información sobre la iman de Ripoll, con consecuencias terribles para las víctimas de los atentados del 17 de agosto. Pero a menudo, si reciben críticas desde la sociedad civil, pueden llegar a defender u ocultar comportamientos propios de energúmenos, actuaciones de violencia gratuita, ensañamientos contra manifestantes, maltratos, castigos inhumanos, golpes, insultos, registros sin garantías, interrogatorios humillantes que hieren la sensibilidad de cualquier ciudadano normal…
La ciudadanía tendría que poder tener, en principio, una percepción amable de los agentes policiales, una imagen habitualmente alejada del sentimiento de miedo, pero este objetivo, difícil de lograr en demasiadas partes del mundo, resulta especialmente complicado de alcanzar en el Estado español, donde es evidente la simpatía que genera la extrema derecha entre sectores de las policías, de la Guardia Civil y de las fuerzas armadas. Los resultados electorales en los colegios y distritos donde tienen mayor presencia son bastante elocuentes.
«El orden, desgraciadamente, pocas veces exige el buen hacer», escribió Albert Camus (1), En nombre del orden público se han justificado y se justifican todo tipo de atentados más y menos graves contra la dignidad de las personas, porque demasiado a menudo quién tiene que garantizar seguridad se preocupa más por el respeto por su «autoridad» que por el servicio que tiene que ofrecer.
Los demócratas con responsabilidades de gobierno tendrían que manifestar preocupación por esta realidad, en vez de disimularla. El régimen del 78 otorgó carta de credibilidad democrática a la policía y al ejército franquistas. Los «casting» posteriores para seleccionar agentes y militares de diferente rango no se han realizado cuidadosamente, es obvio. Los representantes de las mayorías de izquierdas, en lugar de intentar combatir esta enfermedad antidemocrática con muestras de «gratitud y respeto» por quien participa en los desfiles de fuerzas armadas, en vez de invitar a la ciudadanía a la reflexión sobre un «pasado compartido» que nunca ha existido, tendrían que pensar en la manera de democratizar unos cuerpos que nunca fueron depurados de ultraderechistas y que necesitan procesos de selección y formación radicalmente diferentes.
No es una tarea sencilla, porque quien acepta responsabilidades políticas en ámbitos de «seguridad» siempre teme posibles reacciones hostiles en comisarías y cuarteles,. De nada sirve, sin embargo, desviar la mirada hacia otro lado y mucho menos la adulación.
Con Ana María López Martín como editora del proyecto, textos de Miguel Cuesta Aguirre y, sobre todo, con las espléndidas ilustraciones arquitectónicas de María del Busto Abriqueta, algunas de las cuales reproducimos en este artículo, la editorial Anaya Touring ha publicado recientemente este libro, que nos ofrece un recorrido por veinte ciudades de España y el resto de Europa teniendo como hilo conductor su camino hacia la sostenibilidad.
Siguiendo un orden alfaético nos adentramos en ciudades que han desarrollado edificios y zonas que quieren cumplir con lo dispuesto en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El urbanismo, los ecosistemas, la biodiversidad, los eco-barrios, la economía circular, la utilización de tecnologías inteligentes, la reducción a cero de CO2 son algunas de las medidas necesarias para que los sistemas puedan mantenerse a largo plazo sin agotar los recursos, perjudicar el medio ambiente o generar injusticias sociales, es decir conseguir la sostenibilidad de las zonas y edificios que habitamos. Así, visitamos el edificio Zuidas, el centro de Arquitectura de Ámsterdam o el NEMO en Ámsterdam. Nos adentramos en el Fórum, el hospital San Pau o la Biblioteca Sant Gervasi, entre otros, en Barcelona. Berlín es una de las ciudades que nos ofrece una amplia gama de lugares y espacios: el Futurium, el Foro Humboldt o el vergel Prinzessinnengärten.
Cité du Vin- Burdeos (2016)
En Burdeos, la ciudad del Vino, no podía faltar la Cité du Vin, un museo a orillas del Garona, que además de museo es un espacio urbano ganado por los vecinos, cuyo diseño (de XTU, 2016) se presta a un sinfín de interpretaciones.
Copenhague nos ofrece sus islas flotantes, un nuevo concepto de parque público. En Estocolmo podemos ver las Slussen (esclusas) el Skansen (museo rural) o el Hammarby Sjöstad. El Centro Internacional de Artes José de Guimarães es otra de las visitas que nos ofrece este libro en el que no podía faltar la ciudad de Hamburgo con su Elbphilharmonie (la filarmónica del Elba).
Löyly, Helsinki (2016)
Löyly, en Helsinki, diseño de Avanto Architects, es un edificio que alberga un restaurante y sauna pública y cuya construcción se ha hecho con madera de telas sostenibles.
De Lisboa podemos ver la Terminal de cruzeiros. Y en Londres no podía faltar la Tate Modern, sede del Museo Nacional Británico de Arte Moderno. Madrid Río es el espacio principal de Madrid los que podemos ver en este libro.
Hotel Indigo (2018) Manchester.
El NOMA (North Manchester) es un distrito de usos mixtos que merece la pena ser visitado.
Milán nos presenta su Palazzo Italia, que fue estandarte de la Exposición Universal de 2015. Y en Oslo hay que ver el Vulkan, que ha convertido un viejo espacio industrializado en un barrio de filosofía sostenible, así como el Munchmuseet, diseño de Herreros finalizado recientemente (2021).
Museo Munch (Oslo) 2021 Diseño de Herreros
No podían faltar París con su Museé du Quai Branly (2006) dedicado a las civilizaciones de África, América, Asia y Oceanía, ni el Markthal de Róterdam (2014). De Viena hay una buena muestra de oficinas sostenibles, viviendas sociales y el WU (Universidad de Economía de Viena). Vitoria es otra de las ciudades españolas que aparecen en el libro. En ella destaca el Palacio de Congresos de Europa (2015), un jardín vertical de Urbanobolismo.
Tanzhaus, Zúrich (2019)
Por último, visitamos el Tanzhaus en Zúrich. Diseñado por Barozzi Veiga, esta escuela y escena de danza constituye una espléndida recuperación del paseo fluvial. Un proyecto que ha logrado enriquecer culturalmente al barrio y mejorar la movilidad a pie y en bicicleta.
Notas:
*Foto de portada: Vulkan (Oslo,Noruega) Diseño de LPO Arkitekter (2014). Ubicado a orillas del río Akerselva, un espacio industrializado ha sido convertido en un barrio con filosofía sostenible.
En estos días la Agencia Tributaria ha publicado los datos de las declaraciones de la Renta de 2019 agrupados por códigos postales, que pese a que cogerlos siempre con reservas, nos dan una panorámica de las desigualdades que se producen por barrios en nuestro país, y en especial, en Andalucía. Estos datos van en consonancia con los publicados por el INE en los indicadores urbanos 2020, que vienen a confirmar dos cuestiones, la brecha social y la brecha territorial se agrava desde la crisis del 2008 hasta el año 2019 (últimos con datos disponibles). Como las políticas no se hacen en abstracto, es interesante comparar la situación actual de Andalucía con las medidas que intenta, vía presupuestos de la Comunidad, aplicar el bipartito de derechas que gobierna en la Junta, apoyado por VOX.
Si observamos los indicadores urbanos de 2020 publicados por el INE, vemos una imagen escalofriante de nuestra Comunidad. Los 10 municipios más ricos están situados en Madrid y Barcelona. El resto están situados en Cataluña, la Comunidad de Madrid, País Vasco, más Toledo, Oviedo y Santiago de Compostela. De los municipios más ricos de nuestro país ninguno está situado en Andalucía. Sin embargo, tenemos el triste record de tener 34 de los 49 municipios más pobres, entre ellos el que menos renta tiene: Níjar (Almería).
Atendiendo a la variable del empleo, con datos de 2019 que han variado, Linares (30,9%), La Línea de la Concepción (27,4%) y Córdoba (26,7%) presentaron las tasas de paro más elevadas. No hay ninguna ciudad andaluza entre las ciudades con menos paro. Tenemos 11 de las 15 ciudades con más paro de España.
Como es natural, a mayor pobreza y paro, menor esperanza de vida. Andalucía no tiene ninguna ciudad con las mayores esperanzas de vida, pero sí 9 de las que tienen menos, compartiendo esta lista negra con Canarias, Alicante, Melilla y Ceuta (datos de 2017).
Si aterrizamos a las rentas por barrios, las rentas más bajas se localizaron en Sevilla –zonas 5-A (barrio Polígono Sur del distrito Sur), 4-E (barrios de Los Pajaritos y Amate del distrito Cerro-Amate) y 9-A (ocupada parcialmente por el barrio Colores/Entreparques) y en la zona 4-A de Alicante/Alacant (que incluye en su mayor parte al barrio Juan XXIII). No hay ningún barrio andaluz entre los que tienen mayor renta en España. Todos los de mayor renta se encuentran en las ciudades de Madrid y de Barcelona. Con los datos de 2017, de los 15 barrios más pobres de España 13 se encuentran en Andalucía, principalmente en Sevilla, Córdoba, Málaga y Campanillas. También hay dos barrios de Alicante y uno de Madrid.
Con los datos obtenidos de la Agencia Tributaria para 2019, seguimos manteniendo la tendencia. El barrio más rico de Andalucía es la Malagueta-Monte Sancha (53.453 euros brutos de renta, número 43 sobre 606 números estudiados por la Agencia Tributaria), en Sevilla están el Casco Antiguo-Este-Nervión Sur (60) y otros 4 barrios favorecidos. A pesar de esto están lejos de los 245.400 euros de renta media de La Moraleja en Madrid.
Otro de los datos interesantes que obtenemos es que en los barrios más ricos, a pesar de los enormes salarios que cobran, suelen percibir gran parte de sus ingresos a través de las rentas del capital, del ahorro, de los bienes inmuebles, los rendimientos por sus empresas y las ganancias patrimoniales, que están menos gravadas que las del trabajo. A lo que tenemos que añadir que, durante la recuperación económica, éstas han recuperado lo que han perdido y han crecido tres veces (o más) sobre las rentas de las familias e individuos más pobres.
Observando los datos y la realidad que se cierne sobre nuestra tierra, uno pensaría en la necesidad de realizar una política redistributiva y predistributiva enérgica para reducir la desigualdad y lograr una sociedad más equilibrada, cohesionada y justa. Esto sería el sentido común de alguien que cree en la necesidad de evitar la concentración de riqueza, por un lado, que además no es eficiente económicamente ni justa socialmente, con el aumento de la pobreza, la precariedad, el descenso de la esperanza de vida, etc., por el otro. Sin embargo, la Junta de Andalucía, gobernada por el PP y CS, sostenida por VOX, realiza una política distinta a la del sentido común. ¿Qué política realiza?
Por un lado, rebajan los impuestos en torno a unos 329 millones, en un contexto donde la pandemia, aunque ha remitido, no ha desaparecido, y las consecuencias sociales y económicas no se han solucionado. Empiezan por una reducción al ya menguado Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados al 7%, que beneficia principalmente a las rentas más altas y a las empresas, y en menor medida al resto. En 2019 se bonificó el impuesto de sucesiones y donaciones al 99%, que antes sólo pagaban las rentas altas y que es un mecanismo de redistribución de la riqueza muy potente y al que los Think Tanks de la derecha han logrado colgarle un sambenito de mala fama, ahora se pretende reducirlo aún más. En 2019 rebajaron 3 puntos el tramo autonómico a las rentas más altas, y en 2021 pretenden rebajarlo aún más. Se pretenden rebajar la fiscalidad sobre los Tributos sobre el juego (TJ), en plena epidemia de ludopatía, y al Impuesto Especial sobre Determinados Medios de Transporte. Además de otros impuestos menores, se pretende que se pueda deducir, siguiendo el modelo de Madrid, los gastos de las Escuelas Privadas y de las Academias, dicho de otra manera, todos los andaluces y andaluzas perderemos prestaciones de servicios públicos porque gente que no lo necesita se va a poder deducir de la renta los gastos de las Escuelas privadas a las que sólo va la “élite” y las Academias privadas. Esto es el “triunfo de la injusticia”, tal y como reza el libro de Saez y Zucman sobre las bajadas de impuestos y la desigualdad.
Si estas noticias se unen al cierre de las aulas públicas en la Educación, a la contratación de la mitad de los docentes COVID de refuerzo (2700 docentes menos entre las dos medidas), que redujeron el curso pasado el abandono escolar, o que se vaya a echar a 8000 sanitarios de sus puestos de trabajo mientras se benefician las empresas privadas de Educación o de Sanidad, echar a parte de la plantilla de INFOCA, gracias a la negligencia de este gobierno, uno puede llegar a la conclusión siguiente: Este gobierno no pretende una “Bajada Masiva de Impuestos” sino un “birle masivo de impuestos” a favor de los más ricos y grupos económicos afines a la derecha andaluza.
Justamente, todas las medidas que han beneficiado a las clases populares y a las clases medias en Andalucía vienen de la legislación aprobada por el Gobierno de Coalición de izquierdas en el Congreso y el Senado, o de las ayudas contra la COVID19 aportada por el Gobierno central, que muchas no se saben dónde se han gastado, por consiguiente no dependen de la acción de la Junta. Dicho de otra manera se han logrado pese a la Junta.
Cuando usted vea que pide cita al médico y se lo dan para varias semanas más tarde, que le retrasan una intervención, que su hija o hijo estudia en aulas masificadas, que no hay plazas suficientes para la FP en la Pública y debe desembolsar una cantidad importante en la Privada, que la atención a la Dependencia es lenta, etc. Recuerde, todo esto ha sido gracias a las bajadas de impuestos que reducen los servicios, aumentan las desigualdades, y a ese dinero que se han ahorrado los más pudientes por llevar a su hijo o hija al Colegio Privado religioso y a su Academia de Inglés, a costa de todo lo demás.
Joseph Chamberlain, primer ministro conservador británico, pronunció las siguientes palabras, en plena crisis producida por el crack del 29: “El propósito de mi existencia es hacer la vida más agradable a la gran mayoría; no me preocupa si para ello debe volverse menos agradable para la minoría acomodada.” Sin embargo, los actuales partidos gobernantes pretenden que nuestra tierra retroceda a costa del bienestar de la mayoría de la gente, para que unos pocos vivan mucho mejor de lo que ya viven. No son la solución, son parte del problema.
Esta tierra se merece un gobierno que haga políticas para la mayoría, no para una minoría. Esta tierra se merece un gobierno que priorice la Justicia Social y pretenda dar oportunidades a todos y a todas para que puedan tener un futuro digno. Como hombres y mujeres comprometidos con el cambio social esta debe ser nuestra guía.
moderado por:
Pedro González de Molina Soler
Profesor de Geografía e Historia
Irene Bassanezi Tosi
Doctoranda en Estudios Avanzados en Derechos Humanos en UC3M
Profesor Titular de Sociología en la Universidad de Laguna, especializado en educación y desigualdad. Desde 2020 es Director de la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa
Un debate sosegado sobre política educativa necesita el entendimiento de por qué se producen tensiones en educación. Para ello, debemos empezar por lo que entendemos como educación. Es un concepto con diferentes sentidos, resultado de diversas tensiones. Empecemos por la tensión entre capital humano y capital cultural. Como capital humano, el fin de la educación es lograr una economía más productiva. Por tanto, los saberes deben orientarse hacia aquello que desean quienes disponen de poder de compra, es decir, manda el dinero. Por otro lado, como capital cultural, la educación es el cultivo de la naturaleza humana. Aquí, a su vez, se genera una nueva tensión en torno a qué es cultivar. Por un lado, quienes defienden que para que sea posible el cultivo, es necesario abonar con la tradición. Por tanto, la educación obligatoria debe orientarse a asegurar el canon cultural de una época dada en los estudiantes. Por otro, el cultivo se entiende como apoyar a la propia semilla que cada estudiante lleva en su interior, y por tanto, la educación es acompañamiento de las necesidades e inquietudes individuales. Esta tensión se expresa en polémicas como que es más importante en la educación obligatoria, si saber analizar el Poema de Mio Cid o apostar más por la educación emocional.
Como vemos, al hablar de educación podemos estar hablando de dinero, tradición o desarrollo personal. Que una misma palabra se emplee para realidades tan diferentes lleva a conflictos. Son conflictos que, más que por la razón, se dirimen según la fuerza de las partes implicadas, fuerza que depende de los recursos (dinero y prestigio) de cada posición. Quienes estén más cercanos al mundo de la empresa o más preocupados por el desarrollo económico cuando hablan de educación no hablan de lo mismo que quienes están más preocupados por preservar el canon cultural que define quien es de clase media, o quienes piensan que cada persona debe aprovechar su paso por la escuela para su desarrollo personal. Los contenidos de las materias no serán los mismos, incluso puede diferir la didáctica.
Está bien desear que estas formas de entender la educación fuesen coherentes y su desarrollo integrado, pero el deseo nos oculta el entendimiento. En la realidad lo que se produce es un equilibrio inestable entre estos polos de tensión, un equilibrio que casi como una estructura fractal, se produce tanto al nivel más macro del diseño del sistema educativo como al nivel más micro de cómo en un aula se enfoca la didáctica de un tema en concreto, pasando por todos los niveles intermedios. Hablar de consenso en educación supone aceptar equilibrios entre estas tres concepciones, que obedecen a intereses diferentes. Dinero, religión y pensamiento crítico, son tres de las formas en que se expresa cada una de estas formas de entender la educación.
Hay otros dos elementos de naturaleza educativa que no podemos obviar para encuadrar el debate, y que se confunden al emplear la palabra educación en genérico. Por un lado, el nivel educativo. La experiencia educativa, tanto del alumnado como del profesorado, es muy heterogénea por niveles educativos, tanto en vertical como en horizontal. Nada tiene que ver la educación infantil con la universitaria, o la diferencia entre un cuarto de ESO y un primero de FP Básica es abismal. No hacen falta las mismas competencias y habilidades docentes para dar clase en un segundo de ESO que en un segundo de Bachillerato. La falsa homogeneidad con la que tratamos estas cuestiones se expresa en disfunciones, como, por ejemplo, que la última persona en llegar al centro se queda a cargo de los grupos de mayor complejidad. Si no ponemos al profesorado más veterano con los grupos más complejos, quizá sería interesante distinguir mejor entre el profesorado capacitado para dar en unos u otros grupos, y en vez de dejar que la decisión dependa de un criterio tan poco educativo como que el trabajo más duro sea para el recién llegado.
Por otro lado, tenemos la naturaleza de las disciplinas. No cabe entender la didáctica como algo general, debe ser específica. En una doble especificidad: la madurez del alumnado y la naturaleza de la propia disciplina. Los métodos para enseñar estadística no son los mismos que para enseñar filosofía. Pero además, no se pueden explicar igual si un estudiante tiene trece o veinticuatro años. En demasiadas ocasiones entramos en el debate del deber ser de enseñar sin pararnos antes a analizar las condiciones concretas en las que se enseña según qué materia. El docente debe tener la panoplia de métodos para adaptarse a esta variedad de situaciones, y según su criterio, decidir qué se adapta mejor a la situación concreta. Lo importante es saber adaptar la enseñanza a cómo se produce el aprendizaje y cuál es el contexto social y educativo en que se produce.
Otro elemento fundamental son las experiencias educativas de quienes estudian. El primer día en la vida en que una persona atraviesa el umbral de la escuela, ya trae mucho en la “mochila”. Las capacidades difieren, y el nivel socioeconómico y cultural varía. La experiencia escolar está pensada para personas con ciertas capacidades, intereses y de clase media o alta, cishetero, de un grupo no racializado… Quien se aleje de este retrato robot es etiquetado como un problema, necesitado de recursos adicionales. Dicho de otra forma, se diseña un sistema rígido que acaba produciendo estudiantes problemáticos. Parte de las quejas con lo mal que está el sistema educativo no atinan con el diagnóstico: la culpa no es del alumnado (o las familias) que no se ajusta al retrato robot, sino de unas reglas de juego que lo dejan fuera.
Además, contamos con un currículum obligatorio muy enfocado hacia las disciplinas universitarias, dejando de lado el trabajo manual. Persiste la idea de que el fin esperable de la escuela es la universidad, y de esa forma, los saberes manuales tienen poca cabida y reconocimiento en las etapas obligatorias. Si tan bien les va a los fontaneros, podríamos enseñar un poco más de fontanería u otros oficios manuales en la etapa obligatoria.
Si bien diría que desde la Ley General de Educación de 1970 la escuela toma conciencia de estas limitaciones y se proponen medidas para paliarlas, lo cierto es que hay una inercia que deja en el margen otras experiencias que quieren escapar a este modelo. Un modelo igualitario en tanto que da los mismos medios y espera los mismos resultados de todo el alumnado, pero no reconoce la diversidad y es pacato en recursos para afrontarla. No está demás recordar que, por ley, la población entre 6 y 16 años que debe permanecer obligatoriamente en el sistema. Un indicador sencillo de esta falta de sensibilidad es el peso que sigue teniendo el nivel socioeconómico y cultural de las familias en explicar el éxito educativo del alumnado, especialmente el nivel educativo de la madre. Es una prueba de que una de las condiciones que facilita el éxito educativo en su ambiente familiar que se parezca lo más posible a la escuela, en vez de ser al revés. Recientes estudios muestran que una forma exitosa de compensar estos problemas consiste en reforzar con clases extra materias básicas en grupos con pocos estudiantes (cinco aproximadamente), es decir, que las clases particulares pasen a ser públicas.
Al finalizar la etapa obligatoria el alumnado debe tomar la decisión de si proseguir en el sistema. Aquí intervienen principalmente dos factores. Por un lado, la adaptación que ha mostrado al sistema, que se expresa básicamente en las notas. Por otro, los costes de seguir estudiando. Hemos logrado reducir considerablemente los costes directos de estudiar, pues la educación post-obligatoria pública es prácticamente gratis, a excepción del material escolar, y de la educación universitaria. Y si bien esta es cara en contexto de la Unión Europea, la proporción de alumnado que no paga la matrícula por renta hace que el peso de personas que no estudia por no poder costearse los estudios sea escaso (del 2%). Más importantes son la suma de costes indirectos (manutención), así como los costes de oportunidad, es decir, el ingreso que podría lograr esa persona si estuviese en el mercado de trabajo, en vez de ser inactiva, dedicada a estudiar a tiempo completo. La Gran Recesión nos mostró la importancia de estos costes, pues posiblemente sea la principal explicación del descenso de las tasas de abandono educativo temprano en España, de más del 30% al 16%. La crisis no llevó a más fracaso escolar, a pesar de los recortes en educación, sino a menos, debido a que el aumento de la tasa de paro bajó el coste de oportunidad de estudiar.
La relación entre paro y estudios debe interpretarse no tanto por el nivel medio de paro al que se enfrentan los jóvenes, sino por las diferencias de paro entre niveles educativos. A diferencia de la crisis económica de los noventa, en la iniciada en 2008 la destrucción de empleo fue mucho más selectiva entre los jóvenes según su nivel de estudios. Eso explica que con esta última crisis haya aumentado sobre todo la proporción de jóvenes matriculados en FP, un aumento de la demanda que no está siendo adecuadamente acompañado por el aumento de plazas públicas. Esto se debe a que no es fácil improvisar un grupo de FP (hacen falta infraestructuras, materiales, profesorado cualificado…), pero esta dificultad que experimentan los centros públicos está siento aprovechada por el sector privado.
La sensibilidad de la FP a las condiciones del mercado de trabajo nos muestra que si queremos a más jóvenes estudiando en FP son necesarias mejores becas también para estos estudios, especialmente cuando baja el paro juvenil de quienes no tienen más estudios que la ESO. También ha habido un ligero aumento en la universidad. En el caso de la universidad debe destacarse que en las últimas décadas ha habido un incremento del importe medio de la beca (hasta los recortes de 2011), sin que haya sido acompañado de un aumento en paralelo de estudiantes de orígenes populares que van a la universidad (desde finales de los setenta la proporción ronda en torno a uno de cada cinco). Parece por tanto que las becas universitarias en España no son de una cuantía suficiente como para asegurar que el alumnado de sectores populares estudie más.
El sistema educativo no solo está pensado para un alumnado que encaje en el retrato robot antes aludido, también vive de espaldas a las experiencias educativas que ocurren fuera de sus puertas. En España tenemos a poca gente trabajando con titulaciones medias. Se asume sin reflexión que son trabajadoras y trabajadores sin cualificación, cuando lo que sucede en muchas ocasiones es que no tienen certificaciones de lo que han aprendido a hacer fuera del sistema educativo, en parte por las rigideces para circular entre niveles educativos. Recuerdo que cuando se empezó a exigir título específico para conducir ambulancias, conductores con años de experiencia tenían dificultades para lograr el título, debido a que les pedían saber qué es una sinalefa, y otros conocimientos así, del canon de la clase media. Es necesario un sistema educativo lo suficientemente flexible, en el que sea fácil entrar y salir, sin vías muertas (como pasaba hasta la LOMCE con los ciclos medios de FP o con no titular en la ESO), en el que sea posible reconocer lo que las personas saben hacer y progresen desde ese punto. En este sentido, lo que sabemos de la nueva ley de FP, facilitando el reconocimiento de lo que muchas personas han aprendido a lo largo de su experiencia laboral, está bien encaminado.
Los diversos modelos de entender la educación (dinero, tradición o desarrollo personal) comparten la idea de que quienes estudian son mejores personas que quienes no estudian. No deja de ser un elitismo peligroso, con una deriva en sus versiones más extremas lleva a criticar que una persona que no haya ido a la universidad pueda ser representante político (con el corolario de hay quienes que para estar en política, amañan sus títulos). Se olvidan de que uno de los mejores políticos de las últimas décadas a nivel mundial no fue a la universidad: Lula. Este elitismo nos lleva a un mundo de los salvados y los hundidos, las dos categorías en que los presos se dividían en Auschwitz, según Primo Levi. Quienes se salven por la educación, ya sea porque son personas muy productivas, tienen un conocimiento complejo, sofisticado y distinguido de su tradición cultural o llegan a altos niveles de refinamiento en su desarrollo personal, deben ser recompensadas de forma extraordinaria.
Las tres visiones de la educación se solapan en entender a la educación como un bien de salvación. Quienes lo consiguen, tienen derecho a un pase para el ascensor social y vivir en el último piso. El resto, debe conformarse con sobrevivir. Aquí caben dos observaciones. Por un lado, debemos fomentar que la relación con la educación sea intrínseca, no extrínseca. Es decir, el premio por estudiar es el propio estudio, es la gratificación que experimentamos todos y todas quienes hemos estudiado algo complejo con esfuerzo y luego hemos llegado al eureka, es una recompensa intrínseca por desarrollar una de nuestras más altas capacidades, nuestro cerebro ya se encarga de premiarnos. El problema es que en vez de orientar el sistema educativo hacia el “eureka”, lo enfocamos hacia la nota. De esa forma, el motivo para estudiar es extrínseco, el premio. De pequeño la nota, de mayor el pase para el ascensor social. Sin duda es más fácil el control externo mediante la motivación extrínseca, como ratones de laboratorio, simplifica mucho la tarea educativa, pero corremos el riesgo de degradar el proceso natural de aprendizaje. Esto no quiere decir que desterremos la nota de nuestro sistema educativo, pues además de un valor de recompensa para el estudiante, tiene un valor informativo para el conjunto de la sociedad, pues certifica lo que el estudiante sabe. Pero su papel no puede ser el mismo cuando los estudiantes son niños en la educación a la que están obligados por ley que cuando están en un máster, esperando el título para promocionar en su empresa. Debemos desterrar la idea de que el proceso de enseñanza-aprendizaje se debe interpretar solo como un modelo conductista de sufrimiento y recompensa, en el que la nota es para el estudiante lo que el queso para el ratón.
Más allá de que lo razonable que sea un mayor reconocimiento para aquellos que han destacado en la educación (sea lo que sea lo que entendemos por esta palabra), la posibilidad de llevar una vida digna no puede estar vinculada a los resultados educativos. No podemos basar nuestra sociedad en el chantaje de que si no estudias, quedas a merced total de la incertidumbre y de la voluntad arbitraria de quienes tienen poder, como la persona que te contrata. Un destino reservado a los pobres que no estudian, no a los rentistas. El estudio es lo suficientemente noble en sí mismo, y se degrada cuando lo tratamos como un medio y no como un fin. Un diseño conductista genera estudiantes que en vez de orientar su inteligencia a la curiosidad y a saber más, acaban siendo expertos en minimizar el esfuerzo para maximizar la nota.
Las nadies de la narrativa española sobre Marruecos (1863-2018)
Fruto de una exhaustiva y paciente indagación de la narrativa española desde 1863 hasta la actualidad, ha nacido este libro de Khadija Karzasi y Yasmina Romero Morales, cuyo propósito es mostrar los títulos de ficción en prosa que versan sobre el tema marroquí, publicados por autoras españolas y en lengua española. De esta forma, el libro analiza las obras (48 novelas y 59 relatos) de 46 autoras españolas, que han ambientado sus trabajos en Marruecos y que fueron publicados entre 1863 y 2018.
Con ello, sus autoras, investigadoras especialistas en la materia y oriundas de España y Marruecos, pretenden contribuir a que se tengan en cuenta estos textos escritos por mujeres y que se conviertan en referentes literarios y culturales en igualdad de condiciones que las de los hombres.
Espacio Público ha tenido la oportunidad de conversar con ellas.
EP. Yasmina, habéis realizado una investigación muy ambiciosa¿Cuánto tiempo os ha llevado hacerla?
La redacción del trabajo nos ha llevado algunos meses, pero la recopilación de los materiales ha sido una ardua y paciente observación de la narrativa española sobre Marruecos, que nunca ha parado y que va durando ya muchos años. Por supuesto, ha sido una búsqueda más activa en determinadas épocas, en mi caso, por ejemplo, fueron determinante los años de mi formación predoctoral, pero, de manera tangencial, esta búsqueda no se detiene y se alarga ya a toda nuestra vida académica y profesional. Cada día encontramos nuevas autoras, nuevas nadies y las sumamos a la nómina de autoras rescatadas. Tanto la profesora Karzazi como yo somos amantes de esta narrativa y le dedicamos tanto tiempo que forma parte ya de nuestro bagaje no solo literario sino personal.
EP. Yasmina, en la Introducción decís que en vuestro trabajo subyace el planteamiento de Virginia Woolf de que “cuando un tema genera mucha controversia y, desafortunadamente, cualquier cuestión relativa a los sexos suele generarla, no se puede esperar a decir la verdad sino a explicar cómo se llega a profesar tal o cual opinión.” Y que por eso habéis puesto el foco de atención en las nadies de la narrativa española sobre Marruecos. Vuestra investigación tiene una clara orientación feminista puesto que analizáis la obra literaria generalmente invisibilizada de escritoras españolas que han hablado de Marruecos. ¿Habéis contado con ayuda suficiente para hacerla?
Si con ayuda te refieres a ayuda institucional, la respuesta es no. Este proyecto nació de nuestro propio empeño académico y personal. Estábamos cansadas de ver cómo los catálogos generales omitían a estas escritoras españolas que optaban por el tema marroquí para sus ficciones. Las omitían o las nombraban tangencialmente en el mejor de los casos. Estábamos cansadas de comprobar que no había análisis de conjunto, tampoco revisiones críticas, que no se reeditaban sus textos y que apenas ocupaban atención de la crítica especializada. Con todo, injusto sería no agradecer a la Editorial Diwan Mayrit, una editorial especializada en Oriente Medio, África y en libros universitarios que decidió apostar por nuestra idea y publicó el volumen en una cuidadísima edición de la que estamos muy satisfechas. Pero el motivo fue ese, únicamente la necesidad de dar a conocer a estas escritoras poco conocidas. Sobre todo, porque su obra no se ha divulgado lo suficiente. Con ello no queremos decir que los autores, varones, no hayan tenido también dificultad en divulgar sus obras, sino que ellas han comprobado el peso no solo de esos obstáculos compartidos, sino el de uno añadido, el hecho de ser mujeres. Y, como opina Toril Moi, en una sociedad machista que discrimina a las escritoras precisamente porque son mujeres es fácil justificar el estudiarlas como grupo aparte.
Cecilia Böhl de Faber
EP. Empezáis en 1863 con textos de Cecilia Bölh de Faber y seguís a principios del siglo XX (1909) con Carmen de Burgos para finalizar con la obra de Cristina López barrio Niebla en Tánger publicada en 2017. ¿Qué otras autoras aparecen en el libro?
Aparecen un total de 46 escritoras españolas que ambientaron en Marruecos un conjunto de 107 textos narrativos: 48 novelas y 59 relatos. Un corpus nada desdeñable de más de 10.000 páginas. Por nombrarte alguna, a parte de las que has señalado, Margarita Astray Reguera, una escritora y pianista gallega muy conocida en su época por sus dos vertientes artísticas, pero principalmente por la interpretación musical en la que llegó a ser una figura destacada. Enriqueta O’Neill de Lamo, conocida hoy por ser la madre de la feminista Lidia Falcón y, también, hermana de Carlota O’Neill, pero que por sí misma fue ya una persona singular. Escritora, traductora, guionista, periodista e incluso actriz. Otra autora es Rosa María de Aranda, una escritora que, a diferencia de la mayoría de las demás, sí saboreó el éxito y el reconocimiento en vida. Recibió halagos de otras figuras literarias como Carmen Laforet, quien la consideraba una mujer valiente y transgresora para la época que le tocó vivir. Quedó finalista en premios de la talla del Nadal, Café Gijón, Elisenda de Montcada, Ondas o el Ateneo de Valladolid.
EP. ¿Pensáis que vuestro libro es de alguna forma un ajuste de cuentas contra esta discriminación, contra ese canon parcial e incompleto en el que solo aparecen hombres?
Exactamente. La institución literaria se organiza, desafortunadamente, de una manera sexista y clasista, y esto cala todas las producciones culturales, también esta narrativa española de tema marroquí que, además, es especialmente abundante. Escritores y escritoras han mostrado un interés manifiesto por Marruecos prácticamente desde siempre y hasta la actualidad. De ahí que arabistas como Pedro Martínez Montávez hayan considerado que estamos ante un conjunto literario con entidad y dimensión propias. Y, además, con bastante éxito. Estas novelas y relatos gozaron de gran aceptación en algunos momentos, sobre todo mientras duró el Protectorado, pero también con obras relativamente recientes como El tiempo entre costuras (2009) de María Dueñas. Sin embargo, a pesar de este éxito, son pocos los autores, y muchas menos las autoras, las que han pasado a los anales de la literatura. Entre los privilegiados se suelen recoger los nombres de Ramón J. Sender, José Díaz Fernández, Arturo Barea o Miguel Delibes. En ellas, con suerte se cita a Carmen de Burgos. Esta fue la motivación principal que tuvimos, queríamos prestar atención a estas escritoras españolas, poco conocidas, que relataron a Marruecos.
EP. Yasmina, antes de Las Nadies… publicaste Moras (Plaza y Valdés, 2019), una obra que trata de veintidós escritoras españolas de ficción que se sirvieron de Marruecos para ambientar sus novelas y relatos durante el pasado siglo XX. Y hablas de que la imagen que tiene las españolas de las mujeres marroquíes se aleja mucho de la realidad. ¿Hay demasiados tópicos en la idea que se tiene en España de las mujeres de Marruecos?
Hay muchísimos tópicos sobre las mujeres marroquíes. De ahí el interés de mi trabajo, estudiar las representaciones literarias de las moras (así se denomina a las mujeres marroquíes en estas ficciones). Quería averiguar cómo estas escritoras españolas se las imaginaban o, incluso, cómo no se las imaginaban. Esta es la razón principal por la que no debe sorprender al público lector que estas mujeres imaginadas no armonicen con las verdaderas mujeres marroquíes, las que viven al otro lado del Estrecho, porque en ningún caso Moras ha sido una estrategia para llevar a cabo aproximaciones de tipo factual sobre de las mujeres de Marruecos o de cualquier otro contexto árabe-islámico. Con todo, sí nos acercará a otra realidad, a la de las escritoras que las narran, en la medida que nos aporta inestimable información de contenido ideológico sobre cómo las percibían, las imaginaban y las pensaban.
EP.Khadija, publicaste en 2017 La experiencia de Marruecos en la narrativa española contemporánea, ¿cómo ves que se ha tratado el tema marroquí en la literatura española en general? ¿Y a inversa, cómo se refleja España en la literatura marroquí?
En líneas generales estos textos destapan el imaginario orientalista de la literatura española de tema marroquí y aunque percibimos un implícito y sincero deseo de combatir los clichés, en la mayoría de los casos, los escritores permanecen encerrados en una visión distorsionada y ajena a la realidad marroquí. Lamentablemente, salen a la superficie estereotipos que suponen una manifiesta incapacidad para percibir un Marruecos real, por mucho que los autores españoles de las últimas décadas del siglo XX pretendan reproducir con objetividad lo que perciben. Lo cierto es que sus textos transmiten, más bien, un Marruecos recreado impulsivamente, lastrado por una serie de clichés fuertemente arraigados al subconsciente.
En lo que se refiere a la literatura marroquí con temática española, pues en su mayoría destaca por su hibridez ya que ambienta sus tramas en ciudades fronterizas o proyecta la experiencia migratoria de los propios escritores desde la orilla norte. Sin lugar a duda, novelas como Diario de un clandestino (2008) de Rachid Nini, El séptimo mandamiento (2017) de Husein Majdoubi son un ejemplo claro del choque de culturas que siente el marroquí al pisar tierra española. Su enfrentamiento con el otro diferente es un auténtico terremoto que sacude su conciencia y lo obliga a replantearse sus esquemas de pensamiento. Mención especial requeriría también otra novela fronteriza, Barrio Málaga (2007) de Mohammed Ankar, una novela que se ambienta en el periodo de 1912 y 1956 en un barrio periférico de Tetuán creado durante el Protectorado español con el propósito de albergar a marginales excluidos de la zona urbana de Tetuán. Esto es, miserables campesinos recién llegados, emigrantes españoles procedentes de Málaga, rifeños que huyeron de sus aldeas durante el famoso año de la hambruna, etc. Una novela impactante que encierra la cruda realidad de un espacio marginal pero también fronterizo e híbrido como fue el “Barrio Málaga” y donde no se hace distinción entre el sufrimiento de marroquíes y españoles.
Edición italiana de Diario de un clandestino (a la izquierda); Edición árabe de Barrio Málaga (a la derecha).
EP. Khadija, ¿crees que es muy diferente el enfoque de las mujeres marroquíes que nos ofrecen las escritoras españolas de las que nos presentan los escritores?
Una de las observaciones que más me impactaron de mi primer libro es la ausencia de la figura femenina como personaje principal en ficciones. Casi no hay rastro de experiencias sentimentales de mujeres marroquíes, por ejemplo, de modo que el mundo femenino aparece ante los ojos del escritor español como un espacio hermético o inaccesible. No obstante, los autores españoles contaron en más de una ocasión experiencias amorosas de personajes femeninos españoles con hombres marroquíes, lo que nos dio a entender que, en realidad, nunca estos escritores han hecho esfuerzo para infiltrarse en el mundo de las mujeres y recrearlo de forma natural. En cuanto a las escritoras españolas, muchas de estas, sin duda alguna con las mejores intenciones, se proclaman como defensoras de la mujer marroquí, no obstante, lo hacen apropiándose de su voz ya silenciada por el patriarcado y por el imperialismo. La pregunta que se impone en este marco y parafraseando a Spivak sería: ¿qué diría la mujer marroquí con su propia voz si tanto la institución patriarcal como la narrativa occidental le permitieran hablar en un espacio dialógico efectivo? Ciertamente, muchas de estas escritoras españolas llevadas por el deseo de denunciar las supuestas atrocidades cometidas contra estos seres dóciles que suponen que son las mujeres, no logran captar la realidad sino que, por el contrario, vierten en sus tramas valoraciones contradictorias y un profundo rechazo a los esquemas socioculturales que, en muchos casos, se interpretan de forma superficial o errónea.
EP. Khadija, ¿te ha sorprendido en especial algún o algunos textos que habéis recogido en el libro?
Quizá el libro que más me ha impactado sea Amira. El destino estaba escrito (2016). Su autora Mara Molla cuenta la historia de Amira, una chica rifeña que, al dar a luz a su primer bebé en Melilla, lo pierde en extrañas circunstancias. En el hospital las enfermeras le hacen creer que su hija nació muerta, pero en realidad la niña fue vendida y trasladada a España. Lo más curioso es que la novela recoge un testimonio vivo de la propia escritora y nos hace revivir en carne propia el abuso que sufrieron muchos bebés vendidos en Marruecos a familias españolas durante los años 70. Mara Molla fue una de estas niñas robadas en Melilla y vendidas en la Comunidad Valenciana.
Yasmina Romero-Morales es Doctora en Estudios Filológicos (Universidad de La Laguna, 2016), Diploma de Estudios Avanzados en Estudios Árabes e Islámicos (Universidad de La Laguna, 2008) y, además, posee dos másteres: uno en Estudios Feministas, Violencia de género y Políticas de Igualdad (Universidad de La Laguna, 2009) y otro en Literatura Comparada y Crítica Cultural (Universidad de Valencia, 2018). Es personal investigador de distintos proyectos nacionales, autonómicos e insulares; investigadora del Centro de Estudos Africanos da Universidade do Porto, en Portugal; investigadora del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres de la Universidad de La Laguna. En la actualidad, es la presidenta de BETA. Asociación de Jóvenes Doctores en Hispanismo, socia de Clásicas y Modernas, una asociación para la igualdad de género en la cultura y profesora del Departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna.
Khadija Karzasi es Doctora en Filología Española por la Universidad de Valencia en 2004. Actualmente es profesora titular de Literatura Española y Teoría Literaria en la Facultad de Mohammedia. Entre 2013 y 2017 fue directora de la Rama de Estudios Hispánicos. Fue becaria por la AECI en la Universidad de Valencia desde 1998 y 2002 y por el Institut de la Dona, Valencia en 2004. Es autora de Marruecos en la narrativa española contemporánea (Publicia, 2017) y tiene otros trabajos publicados sobre la literatura catalana actual escrita por marroquíes y narrativa española con temática migratoria.
Las nadies de la narrativa española sobre Marruecos (1863-2018)
Khadija Karzazi y Yasmina Romero Morales
Madrid, Editorial DiwanMayrit, 2021
El sábado, 2 de octubre, a las 7 de la tarde, desde Punta Umbría, nos habían convocado a un encuentro poético dos amigos, el poeta y gestor cultural Uberto Stabile y la poeta Gema Estudillo en la sala de la editorial Huerga y Fierro de Madrid. Llevan entre ambos, desde hace cuatro años, una pequeña editorial con diferentes e interesantes proyectos: la revista Alameda 19, una colección de poesía Garumy unas plaquettes las hojas del baobab. Estas hojas, estos “pliegos de poesía”, comenzaron como una excusa para viajar desde el sur, para visitar a poetas amigos y pedirles su colaboración para una edición primorosa, un pliego, casi, de cordel. Cuando lleguen a cien obras, en ese momento, la colección se acabará. En Madrid se presentaban algunos de los doce pliegos correspondientes a este año: Jorge Riechmann, Alberto García-Teresa, Fernando Beltrán, Pilar González España y Jesús Munárriz.
Yo leo poesía. Una lectura íntima y necesaria, imprescindible. Depende del momento me decanto por uno u otro libro. Y me gusta leer en voz alta, para oír su música también, para que me envuelvan más las palabras. Escuchar poemas leídos por buenos actores, actrices, con esas voces tan educadas, con ese saber pronunciar todas y cada una de las palabras, también me llega. Pero escuchar a poetas leer sus propias obras es sorprendente. A veces es decepcionante y prefiero olvidar esa lectura y sumergirme yo sola en sus palabras. Pero otras veces, ay, otras veces, escuchar un poema con la voz de la persona que lo ha creado, surgiendo con su sentido y sus sentimientos, es un milagro.
Porque sucede, a veces, solamente a veces, que se tiene la sensación de vivir un momento irrepetible. Extraordinario e irrepetible. Eso vivimos las más de setenta personas que asistimos a este acto en Embajadores.
Jorge Riechmann abrió con la lectura de Qué capricho lo de aprender a bien morir. «Y quién te acompaña entre una y otra oscuridad”, una cita de Guadalupe Grande, de ella, de la que nos dejó “el dos de enero del año 21 que nunca hubiera tenido que ocurrir”, conforma sus primeras palabras. Y él nos recordó que “Perplejidad es palabra que oímos tantas veces de su boca” y que llegaba tantas veces “aleteando junto a desconcierto”. Él nos sentó a la mesa de Alenza ocho para esperar la tortilla de Paca en “ese refugio luminoso de inteligencia y piedad y belleza y alegría”. Y cuando nos recordó que “Los ya nunca golpean como hachazos” el silencio, la tristeza, el recogimiento inundó la sala.
Uberto Stabile (a la izquierda) y Jorge Riechmann (a la derecha)
Más adelante Fernando Beltrán leyó La jerarquía del ángel, se trata de un largo poema que compone todo el pliego. Comienza “A la naturaleza le da igual que mueras o no mueras”. Y como una letanía desgranó el manzano, la flor, el verde, la montaña. “El pulmón en su afán, la ola en su espuma, el perro en su diván de mirada tristísima”. Todo permanece en su sitio. Porque un ángel le dio la mano y nunca sabrá que ya no era su mano. Juan Ramón Jiménez escribe “Y yo me iré y se quedarán los pájaros cantando”. Y el concepto, la idea es la misma. Pero la lectura temblorosa, emocionada, a veces furiosa o tierna de Fernando hizo de aquel momento un tiempo fuera del tiempo, un sentir, de repente, el dolor de todos los heridos de estos largos meses que han estado en esa frontera terrible “cuando ya nada es tuyo, pero aún es contigo”. Y un inmenso agradecimiento por la valentía de vivirlo frente a todas las personas que allí estábamos apenas respirando.
Alberto leyó Descender la distancia, poemas llenos de amor a los animales, y Pilar La bella durmienteque mantuvieron ese clima. Y finalizó Jesús Munárriz con Yo a lo mío (que es lo vuestro) lleno de ironía y de humor que nos dejó respirar.
Fernando Beltrán (a la izquierda) y Alberto García Teresa (a la derecha)
El acto lo cerró el editor Francisco Cumpián leyendo, acompañado por Antonio Bueno, su bellísima edición de Aullido de Allan Ginsberg. Con ella se despide de una ejemplar labor editorial de muchos años uniendo la sensibilidad del poeta, el trabajo del artesano y la mirada del artista.
Fue una tarde que nos ayudó a recolocarnos en el mundo, a salir de estos meses buscando a tientas la luz, a encontrarnos y agradecernos que seguimos aquí pero también a reconocer de dónde hemos salido. Como repetía Fernando “Todo tiene sentido cuando todo se pierde”. Escuchar poesía, escuchar poesía de la boca de sus autores, es imprescindible para que todo sea.
Francisco Cumpián (a la izquierda). Y a la derecha: amistad desde hace 20 años: Jorge Riechmann, Antonio Crespo Massieu, Guadalupe Grande y Fernando Beltrán en una lectura en la Universidad Complutense.
“Los sueños son buenas historias, pero todo lo importante sucede cuando estamos despiertos.”
Un planeta cubierto de arena, bello pero hostil, no hay agua, la luz ocre lo envuelve todo, un mundo inhóspito donde la humanidad resiste, a duras penas, luchando, en algún lugar del universo, lejos de la Tierra.
Dune parece una profunda ensoñación, es como vivir una fantasía, pero a medida que uno se sumerge en la historia, todo parece familiar, todos sus habitantes son como nosotros, humanos, con sus imperfecciones y soportando el irrefrenable descontrol de sus emociones. La nueva película de Denis Villeneuve, adaptación de la novela homónima de Frank Herbert, te transporta en las entrañas de la compleja mente de nuestra especie.
La trama se desarrolla en un lejanísimo futuro, alrededor del joven Paul Atreides, heredero del ducado de la Casa Atreides. Su padre recibe del Emperador la orden de trasladarse al planeta Arrakis, la única fuente en el universo conocido de la especia “melange”, materia primera esencial para la salud de los humanos y combustible imprescindible para las naves espaciales. Paul, interpretado por Timothée Chalamet, debe enfrentarse a la traición del Emperador, temeroso de la ascendencia del poder de la Casa Atreides y de la Casa Harkonnen, enemigos de los Atreides. El libro de Herbert es considerado una de las obras primordiales de la literatura de ciencia ficción, inspiradora de Star Wars y Juegos de Tronos entre otras. La obra se mueve entre la ficción utópica que proyecta pocas veces un futuro prometedor y la ficción distópica que vislumbra a menudo un porvenir opresivo y violento.
Dune somos nosotros, y resulta desesperante ver lo poco que vamos a evolucionar dentro miles de años. Los mismos errores, los mismos pecados, las debilidades de siempre. No cambiaremos porque siempre nos sentiremos atrapados por el miedo:
“No debo sentir temor. El temor mata la mente. El temor es la pequeña muerte que nos lleva a la extinción total. Haré frente a mi temor. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Cuando el miedo se haya ido, no habrá nada. Solo yo permaneceré”.
Lo dice Paul Atreides, en una letanía recurrente, que pone de relieve la profunda incapacidad para combatir los conflictos más profundos que ponen en jaque nuestra civilización. Él quiere luchar contra el miedo, contra las falsas creencias, los oráculos y las mentiras, creando un nuevo “yo” y una nueva subjetividad. Combate en un mundo del Universo futuro que parece regirse por los mismas estructuras de poder de siempre. El feudalismo, el colonialismo y el capitalismo como motor de progreso. A decir verdad, no parece que hayamos aprendido de la toxicidad de sus consecuencias, de la imposibilidad de combinar la vida, la libertad y la prosperidad para todos. Los pecados se repiten, la codicia, la vanidad, la ira en forma de desconfianza. Los habitantes de Arrakis, los Fremen, son indígenas que han vivido oprimidos desde hace siglos bajo el poder de los colonizadores que explotan sus recursos naturales… Más de lo mismo:
“Los forasteros devastan nuestra tierra frente anuestros ojos. Su crueldad hacia mi gente es todo lo que he conocido. ¿Qué será de nuestro mundo, Paul?
Son escépticos y precavidos, no creen en el otro, luchan por sus tierras y tienen la ayuda de los gusanos de arena gigantes, seres extraordinarios que recuerdan animales mitológicos, guardianes de las esencias y protectores de los justos. Los colonizadores por su parte son implacables, y aunque en algún momento intentaron hacer el planeta habitable para todos, son crueles y avaros. Nada nuevo.
La novela de Herbert ya había sido trasladada al cine. Alejandro Jodorwskylo intentó sin éxito en la década de los 70, con la ayuda de Jean Giraud, más conocido como Moebius, con Orson Welles, MickJaggery Salvador Dalí como actores y la banda sonora que debía componer Pink Floyd. Finalmente fue David Lynch en 1984 quien finalmente rodó “Dune”, un film fallido, incomprendido, que fue un fiasco absoluto en taquilla.
Casi 60 años después de su publicación, Denis Villeneuve se propuso rodar esta obra, de muy difícil adaptación, como también lo ha sido siempre el Quijote. Son obras complejas, repletas de un imaginario intrincado. El espacio de los sueños y la fantasía, pertenecen sobre todo al mundo de lo narrado, luego escrito. Cuesta construir en imágenes este mundo irreal. Pero Villeneuve, que ya había hecho la difícil secuela de Blade Runner, sale airoso del reto. La película es magnífica, bella y profunda, rodada al límite, en el ocaso, como una metáfora de la oscuridad a la que se ve sometida la civilización. El diseño de producción es a menudo majestuoso, el vestuario, las localizaciones en Jordania, Noruega y la Península Arábiga espectaculares.
El rodaje convertido en pinturas crepusculares, el gusano transformado en un dragón omnipresente y poderoso. La arena se transfigura en un elemento acuoso, fluye como un río, crea oleaje, en un océano infinito. El sílice convertido en un mineral protector. La historia es épica, no puede ser de otra manera, la lucha entre el bien y el mal. Paul Atreides es un humanista, no sabe que es el nuevo Mesías, tiene poderes, pero como todos los héroes tiene que luchar contra la violencia y la injusticia. No existen dioses en aquel universo, pero sí superhombres que viven en unos paisajes llenos de símbolos sobrenaturales. Dune contiene toda la historia existencial que hemos construido. Es una epopeya humana, hija de la Odisea odel Mahabharata. En la mayoría de los relatos fundacionales de nuestras civilizaciones, la guerra se erige como eje transmisor del poder, del supremacismo cultural y de la sumisión. Paul es el salvador, como Ulises, un ser sobrehumano, contradictorio también, que deberá salvar unos mundos que sus habitantes, atrapados en sus paradojas, son incapaces de redimir.
Dune nos hace reflexionar sobre la fragilidad de la vida y del entorno natural, sobre un futuro incierto en el que la Tierra ya no existe. El mañana se proyecta inseguro, allá la supervivencia es difícil y nuestra especie vaga por el espacio sin rumbo, esperando un nuevo Prometeo que nos rescate al fin de nuestra inmadurez. ¿Cómo ahora?
“El misterio de la vida no es un problema para resolver, sino una realidad que hay que experimentar”.
No descubro nada si digo que cuando una mujer llega a un puesto de poder históricamente ocupado por un hombre su día a día se llena de suspicacias y exigencias que su antecesor no afrontaba. A ser la más preparada y la mejor gestora de equipos se sumará la demanda de ser muy amable, simpática, empática y que, por supuesto, su apariencia muestre también su mejor versión. Si además esa mujer con responsabilidad es joven y trabaja en una universidad fundada y mantenida por una raza distinta a la suya, la cosa se pone seria. La directora (Netflix) arranca cuando Ji-Yoon Kim (Sandra Oh) llega a su despacho de jefa del departamento de Literatura Inglesa en la universidad (ficticia) de Pembroke: madera por doquier, retratos de señoros en marcos doradosy una silla regia que se rompe en minutos, presagio de lo que la protagonista vivirá a lo largo de los seis divertidos e interesantes capítulos.
Hasta aquí puedes pensar que esto va de feminismo y de reivindicar cuotas de poder en un contexto tan androcéntrico como el universitario. Y por supuesto la reflexión sobre esto es potente, pero hay mucho más. No te dejes llevar por la posible pereza de ver una serie ambientada en el mundo universitario porque aunque este es el escenario de casi el cien por cien de la trama, acompañar a Ji-Yoon en su día a día supone adentrarnos en cuestiones muy presentes en el debate social actual. En esta primera temporada de La directora (que haya más!) hay reflexiones sobre el rol desquiciado que han adquirido las redes sociales; la familia no normativa; el racismo que erróneamente se cree superado; la sororidad; la inexistencia de la conciliación de la vida familiar y laboral; las relaciones amorosas sin clichés; la poca permeabilidad del sistema educativo ante los cambios sociales y las nuevas metodologías de enseñanza… Todo ello aderezado con un tono amable donde el humor negro juega sin descanso. Y para capitanear algo tan real y desquiciante qué mejor actriz que Sandra Oh, a la que habrás visto en Anatomía de Grey o más recientemente en Killing Eve. Oh demuestra una vez más que es una gran actriz que se maneja increíblemente bien en guiones como este en los que la frontera entre la comedia y el drama no existe.
Mención especial también para su partanaire, Jay Duplass, quien gusta de peculiares retos interpretativos (como Josh Pfefferman en la magnífica Transparent) y para Holland Taylor, estupenda en ese juego de espejos con la protagonista, con la que comparte espíritu crítico poniendo en valor la importancia de la red femenina en contextos tan hostiles.
Más razones para verla: los capítulos son cortos (bien!), te vas a reír, y es muy probable que te sientas identificada/o al reconocer cómo funciona el sistema y cómo este te obliga a ser. Pero el mensaje de la serie es positivo: se le puede plantar cara y no es tan dramático como lo pintan.
Una historia gráfica dedicada a la recuperación de la memoria de unos años de fuerte movilización social, trascendentales en la historia contemporánea de Catalunya
Quienes vivieron y participaron de alguna manera en las actividades contrarias a la dictadura franquista encontrarán seguramente en los dibujos y la narración de Lluís Juste de Nin (1945-2020), en Temps de rebel·lia, una gran cantidad de experiencias ya históricas que les resultarán familiares. Se trata de una parte de la obra póstuma de un diseñador, dibujante, ilustrador y guionista, que ha dejado testimonio de una enorme capacidad creativa en muchos ámbitos, y en las últimas décadas de su vida lo hizo en el de la novela gráfica Temps de rebel·lia es un retorno a los orígenes, es ir a su propia vida. De alguna manera es como un cierre de ciclo y además sobre una época que él tenía muchas ganas de explicar, que es la de los años setenta, el momento álgido de la lucha antifranquista, durante la cual convirtió su lápiz en una arma«, explica su hija, la escritora Tània Juste.
«Yo era una niña en medio de barbudos que luchaban por las libertades desde mi casa, de muchas maneras, y en este libro se encuentra dibujada mi infancia. Es como yo la recuerdo y como fue. El piso de Infanta Carlota, que era como se llamaba nuestra calle en aquellos momentos, que hoy es Josep Tarradellas, era donde yo vivía de pequeña con mis padres. Además de ser la redacción del semanario del PSUC, era también el centro de reunión de todos los amigos de la época, porque muchos de ellos no tenían piso todavía y por tanto pasaban por casa día sí y día también. Gente como Ovidi, que yo conocí con ojos de niña».
Dibujo en ‘Temps de rebel·lia’ en el que deja constancia de las reuniones de amigos en su casa, entre ellos, Ovidi Montllor – Lluís Juste de Nin
«Jo sóc fill d’una família molt humil. Tan humil que d’una cortina vella una samarreta en feren: vermella. D’ençà per aquesta samarreta, no he pogut caminar ja per la dreta» (“Soy hijo de una familia muy humilde. Tan humilde que de una cortina vieja hizo una camiseta: roja. Desde entonces por esta camiseta, no he podido caminar ya nunca más por la derecha”) cantaba Ovidi Montllor en La samarreta, recuerda Juste de Nin en su libro, entre otros muchísimos episodios íntimos y sociales vividos en aquellos años sesenta y setenta de toma de conciencia, compromiso y movilización.
En Temps de rebel·lia evoca el impacto que tuvieron acontecimientos tan diversos como la elección de Salvador Allende como presidente de Chile, el primer festival de poesía catalana, los conciertos multitudinarios, las huelgas en empresas como Seat, Maquinista, Harry Walker, la fundación de la Assemblea de Catalunya, la detención de dirigentes de CCOO, entonces en la clandestinidad, el atentado contra Carrero Blanco, la ejecución de Salvador Puig Antich, la revolución de los claveles en Portugal, la derrota de Estados Unidos en el Vietnam y la muerte del dictador Francisco Franco.
Compromiso político y desengaño
Juste de Nin deja constancia de la estrecha colaboración que mantuvo con el PSUC y con el PCE, y de su militancia, pero también reconoce «tremendas decepciones».
«En un momento determinado, como se ve en el libro, queda huérfano de partido«, explica Tània Juste. «Él se inició con todo el tema de las colaboraciones en los semanarios del PSUC, de diferentes barrios. Primero empezó a dibujar, como se ve en el libro, para la revista del PSUC del barrio de Horta, con la firma de El Zurdo (y después en Sant Andreu) y el Bon Pastor, y trabajaba sobre lo que la dirección del Partido le iba encargando… esos muñecos de Franco que hacía y que no podía publicar en la prensa legal, porque en caso contrario le habrían detenido, por culpa del lápiz. Y en aquellos momentos se aproxima evidentemente al PSUC, hasta el punto de que se hace del partido, pero un poco más adelante se produce un punto de inflexión para él muy importante, y también por Neus, su compañera, mi madre, en 1976, cuando viajan por primera vez a la Unión Soviética. Es el momento en el que pueden contrastar sobre el terreno la situación del comunismo allá. Todas aquellas lecturas realizadas, aquella ideología discutida con los compañeros de lucha… encuentran el momento de vivirla in situ y de ver cómo se encuentra implementada en la URSS. Es aquí cuando empieza el desengaño. A mí me lo había explicado muchas veces pero al leerlo la he vivido con él esta decepción. Quedó huérfano pero todavía aguantó en el PSUC, porque de alguna manera consideraba que quedaba mucha lucha para hacer y que era un buen medio para llevarla a cabo y mantiene muchos puntos en común, pero poco a poco empieza a distanciarse, sobre todo en el momento en el que el PSUC renuncia a aquel cuarto punto de la Assemblea de Catalunya del derecho a la autodeterminación. Él siempre lo explicaba esto. Es un punto de inflexión en el cual él dice: ‘Amigos, hasta aquí la lucha con vosotros. Ahora nos tenemos que separar’. Y es cuando empieza a colaborar mucho con Nacionalistes d’Esquerra, en donde encuentra más esta convicción, gracias a la influencia de la lectura de Andreu Nin, de que la liberación social y la nacional tenían que ir de la mano. Para él eran cuestiones indisociables y es aquí donde se acerca más a Nacionalistes d’Esquerra y a toda una serie de gente y de entidades que se ve en el libro».
Libro en el que aparecen dibujos y referencias a las manifestaciones multitudinarias del 76, a las elecciones de 1977 y del 79, a las conversaciones sobre el régimen soviético que había mantenido con personajes clave de aquellos años, como Josep Lluís López Bulla o Paco Frutos, la lectura de textos de Victor Serge y George Orwell, las charlas sobre las opiniones de su pariente Andreu Nin sobre el estalinismo o sobre la cuestión nacional que mantuvo con Manuel Vázquez Montalbán, a quien se refiere reiteradamente.
Dibujo publicado en ‘Temps de rebel·lia’ sobre las movilizaciones antifranquistas de los años 70 – Lluís Juste de Nin
«A Manolo le tenía devoción», asegura su hija. «Recuerdo perfectamente cuando murió y mi padre estuvo muy triste, porque para él era una persona muy importante, tanto por los dibujos y colaboraciones que hicieron juntos como por la amistad, como persona. Se tenían un gran aprecio mutuo. Además a Manolo siempre le estuvo muy agradecido, porque fue la persona que le dijo: ‘Lluís, tú tienes que compartir estos dibujos con la gente. Esto no te lo puedes quedar para ti, lo tienes que publicar’, y a partir de aquí es cuando mi padre empezó a publicar las novelas gráficas». Así una parte de su obra la dedicó a personajes históricos que consideró excepcionales, como Salvador Seguí, El Noi del Sucre; o Joan Pujol, Garbo; o Andreu Nin. «Siempre tenía palabras de agradecimiento para Manolo. Imagino que es uno de los grandes candidatos que tenía para ser dibujado», piensa Tània Juste.
Dibujo sobre Manuel Vázquez Montalbán, a quien el autor se refiere en diversas ocasiones en ‘Temps de rebel·lia’ … Lluís Juste de Nin
Ella misma es otra persona más que destacable en Temps de rebel·lia. «Tal como me ha dibujado es como yo lo recuerdo», nos dice. Aparece a menudo en el libro, por motivos vitales, evidentemente, pero también porque a principios de los ochenta Juste de Nin se encargó de crear un personaje para una campaña de normalización de la llengua catalana, la Norma, en uno de los momentos en los cuales el Gobierno español puso más en cuestión la capacidad de autogobierno del País Vasco y de Catalunya con una ley que llamaron «de armonización autonómica», la LOAPA.
«Él tenía que reproducir la cara de una niña, la Anna Solà, y a partir de aquí ir haciendo la figura del personaje que ilustraba los textos de Tisner, cada semana. Resulta que el dibujante tenía una niña de diez años en casa y por tanto… Mis recuerdos de la Norma eran casi como si fuera una amiga mía y, además, en casa mi padre me utilizaba un poco, porque, claro, no tenía a Anna Solà tan a mano como a mí y cuando construía el personaje me decía “ahora ponte así, ahora asá…” e iba dibujando.
Una herramienta de conocimiento
Lluís Juste de Nin explica en el epílogo de Temps de rebel·lia que a través de sus libros ha «querido construir un gran rompecabezas de la historia contemporánea de Catalunya… deseando que para muchos, especialmente para los jóvenes, pueda ser una herramienta de conocimiento de su país». Su hija nos ha explicado que todavía queda bastante obra por publicar:
«Tenemos la suerte de que mi padre no podía dejar el lápiz prácticamente ni un solo día y por tanto nos ha dejado, además de Temps de rebel·lia, un par de obras más que están acabadas y que en un futuro tenemos intención de publicar. Una es de esta tipología más personal, más biográfica, autobiográfica de hecho, en la cual viaja todavía más hacia atrás, viaja a su juventud, a aquella España rabiosamente franquista y a cómo lo vivía un niño de su edad y de su generación. Y tenemos otro que no te puedo avanzar de qué personaje se trata, pero sería también de esta tipología de biografías dibujadas de personajes históricos».
‘La Norma’, personaje de la campaña de normalización de la lengua catalana – Lluís Juste de Nin
Cuando Naomi Osaka (Osaka, 1997) encendió el pebetero olímpico en Tokio no se imaginaba hasta qué punto su influencia en esta cita deportiva iba a ir mucho más allá de ese momento simbólico o de la medalla que pudiese conseguir. Los Juegos de la era postcovid se han hecho eco de diversos debates sociales que están en la calle (comunidad LGTB+, indumentaria cosificadora de las deportistas, la imposibilidad de conciliar para las madres…) pero quizás el que más ha resonado es cómo se ha ninguneado históricamente la salud mental en el deporte de élite, asunto del que Osaka viene hablando con naturalidad desde que se convirtió en la número 1 del tenis mundial.
Antes de tomar el pebetero, la tenista japonesa había escrito un artículo para la revista TIME con el clarificador título It’s OK not to be OK, en el que explica cómo se siente en un caduco sistema deportivo que te obliga a elegir entre ser persona y atleta. Cuando el pebetero ardía nadie se esperaba que Simone Biles, la aclamada gimnasta perfecta, se acabaría retirando de varios ejercicios por problemas de ansiedad. Muchos/as deportistas la apoyaron públicamente mientras que el tenista Novak Djokovic la cuestionó definiendo la presión como “el privilegio” de estar “en la cima”. Curiosa reflexión de alguien que no gestiona su ira cuando pierde.
Netflix acaba de estrenar Naomi Osaka, una miniserie documental que sigue a la tenista en ese complicado proceso que es convertirse en una estrella del deporte. El documental vale la pena por varias razones. En primer lugar, escapa al típico producto para endiosar al/a la deportista en cuestión quedándose en un discurso sobre el sacrificio y el medallero. Lejos de ello, la directora Garret Bradley apuesta por cómo es Osaka como persona y en consecuencia cómo y por qué actúa. La cámara voyeur de Bradley y las grabaciones caseras de la protagonista nos permiten adentrarnos en una intimidad en la que el tenis se ubica en la justa medida que Osaka considera. Sobre esto, un momento significativo: su hermana le regala un retrato hecho por ella y lo coloca en el lugar ocupado por su imponente trofeo de campeona mundial.
El cinéma vérité de Bradley evidencia que su elección como directora no fue azarosa ya que venía de ganar (primera mujer negra) el Festival de Sundance 2020 con Time, documental que muestra cómo viven Rob G. Rich y sus hijos la condena de 60 años del padre de familia a través de un relato íntimo y poético que despliega también con la tenista japonesa. Osaka confió en alguien que supiese captar las raíces familiares que la han llevado a un valiente compromiso político poco habitual en el deporte de élite. Desde no jugar un partido para unirse a la protesta del movimiento Black Lives Matter a retirarse de Roland Garros por no sentirse bien en las ruedas de prensa… Porque ante todo es una persona.
Durante estos últimos años se han ido sucediendo una serie de sentencias exculpatorias a los acusados por agresiones sexuales en diferentes ciudades de Japón (Fukuoka, Shizuoka, Nagoya). Pocas voces se han atrevido a alzarse, esgrimiendo la extremada gravedad de los hechos y la falta de conciencia y formación en Estudios de Género por parte de los jueces varones, quienes siempre han respondido de forma prepotente, con risas irónicas y burlándose de las víctimas y de quienes las defendían, tal como le sucedió hace ya dos décadas en nuestro país a la concejala Nevenka Fernández.
En marzo de 2019, tras la enésima sentencia favorable al agresor, llegó la gota que colmó la paciencia, y esas voces contrarias a la trivialización y minimización de las agresiones por parte del mundo jurídico e institucional y por gran parte de la sociedad, hicieron un llamamiento en protesta que tuvo lugar el 11 de abril de 2019.
Esa noche, ante la estación de Tokio, se reunieron más de quinientas mujeres llevando flores y adornadas con ellas, tal como indicaba la convocatoria. Y…¡sucedió algo totalmente imprevisto, inimaginable…! Una vez acabado el discurso y el acto de protesta, todo el mundo seguía allí… De repente, una mujer anónima tomó el micrófono y empezó a narrar los abusos, violencia estructural y agresiones sexuales de las que había sido objeto a lo largo de su vida. Otras mujeres la apoyaron y también hablaron: «En nuestro caso, el daño ya está hecho, pero tenemos que poner todo nuestro empeño en construir un mundo mejor para que las nuevas generaciones de niñas y mujeres no tengan que pasar por lo que nosotras hemos sufrido en silencio durante tantos años y décadas«.
Tampoco nadie podía imaginar que esa protesta, en principio «aislada», iba a ser la fértil semilla, el punto de partida ya imparable del movimiento #FlowerDemo, el #metoo #withyou #don´tbesilent de Japón.
A partir del mes siguiente y poco a poco, el movimiento se fue extendiendo por todo el país y ya ha llegado a las 47 prefecturas y a casi todas sus ciudades.
Las protestas se siguen repitiendo el día 11 de cada mes, excepto cuando se decreta el estado de alarma, y el pasado abril (2021) cumplió su segundo aniversario.
#FlowerDemo, ya sobradamente conocido a nivel nacional, cuenta con el apoyo de las escasas, todavía, Asociaciones feministas y periódicos, como Shin Fujin Shinbun 新婦人しんぶん (nombre que hace referencia a las publicaciones de las primeras feministas japonesas, como Raicho Hiratsuka (1886-1971): “Al comienzo, la mujer era el sol”, Genshi, jōsei wa taiyō de atta: 元始、女性は太陽であった, Fusae Ichikawa (1893-1981), la Clara Campoamor japonesa:『“El voto femenino es la llave” Fusen wa kagi nari婦選は鍵なり, “Sin paz no hay igualdad, sin igualdad no hay paz” Heiwa naku shite, byōdō naku, byōdō nakusite heiwa nasi 平和なくして平等なく、平等なくして平和なし, “No nos durmamos en los derechos” Kenri no ue ni nemuru na 権利の上に眠るな, y otras muchas) y ha participado en numerosos debates con el gobierno.
Para entender este movimiento y su gran repercusión hay que adentrarse en la cultura japonesa y conocer la idiosincrasia y el contexto en el que nos movemos.
Sabemos muy bien cómo funcionan estos movimientos en los países occidentales, la gente sale a las calles o avenidas, la plaza mayor de su pueblo o ciudad y, una vez visto el panorama, decide. Y asume con toda naturalidad que cualquiera con un móvil puede hacerle una foto y salir en cualquier medio.
En Japón, participar en este tipo de protestas, conduce con frecuencia a un ostracismo social y/o familiar y también a la pérdida del trabajo: el comienzo de una pesadilla. La sociedad, uniforme, obediente y supuestamente «heterogénea» no perdona a las voces disidentes y los castigos infligidos son desproporcionados.
Quien estas líneas escribe ha participado en estos encuentros desde el otoño de 2020, fecha en que tuve noticia del movimiento. La ciudad más cercana para mi es Chofu, que es a Tokio como Alcalá de Henares a Madrid. Ante la estación hay varios espacios: parque infantil, espacio de ocio para jóvenes que actúan y un espacio repleto de flores con un muro decorativo al fondo. Ese es nuestro lugar de encuentro, donde nos reunimos todos los días 11 unas 20 personas, mujeres en su mayoría.
La coordinadora llega puntualmente con flores y otros preparativos: carteles impecables, impresos y plastificados para indicar donde hay que colocarse si se quiere salir o no, en la foto conjunta. Es la única que hace la foto oficial del grupo, con el muro al fondo y cuidando mucho de que no se cruce una bicicleta o aparezca cualquiera por despiste, insistiendo varias veces en que la foto se va a publicar en Twitter @ChofuDemo, @chofu_flower_demo, por si alguien tiene alguna objeción.
Por supuesto, antes o después del acto, puedes hacerte las fotos que quieras, siempre a título personal.
A continuación, escuchamos el informe del mes anterior con turno de preguntas y dudas. Guardamos cinco minutos de silencio por las víctimas, y para finalizar, la coordinadora cede el micrófono a quien desee hablar. Siempre se animan varias personas que relatan los abusos sufridos años o décadas atrás, o alguien que los ha presenciado, y escuchamos sus testimonios en silencio y con gran respeto.
La gente pasa y nos mira, lee los carteles y pancartas, se para…, escucha a quien habla… a veces se suman o preguntan algo.
Apenas cuarenta minutos, muy intensos y emotivos cuarenta minutos…
Una vez finalizado el encuentro la gente se queda un rato hablando con quienes ya conoce de otros meses.
Yo me quedo hablando con una señora de 90 años, en silla de ruedas, que ha sufrido abusos y todo tipo de violencia a lo largo de su vida por parte de los varones de su familia. Durante años y como consuelo para el profundo desgarro interior que sentía, se dedicó a coser a mano un tapiz, a modo de pancarta, decorada con flores y con las letras en japonés e inglés. Ya no tiene fuerza para sostenerla, pero sí para seguir participando cada mes, y siempre la lleva para que la sostengamos las demás.
Pero… vayamos a las causas, ¿cuál es la razón de tanta permisividad y banalidad en las agresiones sexuales?
Japón ha sido, desde el principio de los tiempos, una de las culturas más patriarcales y el hecho de que sea una gran potencia económica y el número uno en tecnología mundial, no sólo no es incompatible sino que más bien va de la mano y juega a su favor. Veamos tan solo algunos ejemplos.
Durante la tan idealizada época samurai, caracterizada por un sistema feudal y continuas guerras intestinas, que tuvo su origen en el siglo XIII hasta bien entrado el siglo XIX, la mujer era un mero instrumento, una mera mercancía al servicio del hombre, el guerrero, y la perpetuación de su linaje. El samurai tenía en sus manos la vida y la muerte de cualquier persona de «rango» inferior.
La poligamia ha sido natural y hasta bien entrado el siglo XX la «segunda esposa» era inscrita en el libro de familia (koseki).
En 1886, el primer ministro Hirobumi Ito (1841-1909), uno de los grandes patriarcas del actual Japón, compró, de forma pública y notoria, con el aplauso y admiración de toda la sociedad e instituciones, como quien compra tomates en el mercado, la virginidad de la actriz Sadayakko (1871-1946), que posteriormente triunfó en Estados Unidos, cuando ella contaba tan solo 15 años de edad.
A pesar de que Japón declara abolido el «sistema patriarcal, kafuchosei 家父長制” en su Constitución de 1947, no hay una conciencia social de lo que significa exactamente «patriarcado».
Por otra parte, las lenguas reflejan la cultura, configuran y mediatizan nuestra realidad: son un prisma para ver el mundo. En el caso de numerosas lenguas tenemos el género gramatical como caballo de batalla. En el caso del japonés, aunque no existe la categoría de género, dispone de una larga serie de recursos que encasillan a la mujer, la adoctrinan y colocan en un lugar muy inferior. Pero este tema lo dejaremos para otra ocasión.
Con las palabras “Durante estos últimos años…” comenzaba este artículo. Huelga decir que la violencia existe desde el comienzo de la humanidad. Pero las sentencias por agresiones sexuales o las denuncias interpuestas por mujeres han sido inexistentes o archivadas, en un país como Japón, meca de la tecnología y súmmum del desarrollo económico, debido al miedo a una sociedad tribu, que educa a una mujer sumisa y sometida, feliz de serlo, una Yamatonadeshiko大和撫子: “la ley del Agrado” (Amelia Valcárcel) japonesa, la eterna trampa del patriarcado, que nos coloca entre la espada y la nada, entre el señalamiento o el abismo, que culpabiliza y expulsa de su seno a las víctimas: la segunda violación, la que perpetran miradas y lenguas ajenas.
Cualquiera, una misma, uno mismo.
Si ha sido en estos últimos años cuando se ha ido tomando conciencia, gracias a la repercusión mundial del #Metoo de Hollywood, y a las protestas, juicios y sentencias en los años 90, de las eufemísticamente llamadas “Mujeres-consuelo” ianfu 慰安婦: las 200.000 esclavas sexuales del ejército japonés durante la segunda guerra mundial[1], tras ocho décadas de silencio, quienes a su vez respiraron el aliento de valor que les infundieron las denuncias por las violaciones masivas perpetradas en la guerra de los Balcanes, una vez comenzada la búsqueda de justicia y reparación del daño causado, asistimos a un nuevo nacimiento: la MUJER INDOBLEGABLE, #wakimaenaionnna #わきまえない女.
Larga vida, mil, diez mil años de vida, BANZAI 万歳, no para la casa imperial, para la mujer dueña y ama, que impera en su vida y su destino.
Texto y fotografías de Elena Gallego Andrada (Burgos, 1967). Doctora en Literatura y Culturas Comparadas y Teoría de la Traducción (Universidad de Sevilla, 2002). Traductora pionera de obras clásicas japonesas. Investigadora del SIP (Seminario Investigación para una cultura de PAZ). Reside en Japón desde 1993.
Notas:
[1] Yoshiaki YOSHIMI: Esclavas sexuales. La esclavitud sexual durante el imperio japonés, Barcelona, Ediciones. B, 2010.
Habrá que dedicar esfuerzos, ahora y previsiblemente en el futuro, para enmendar las numerosas insuficiencias del proyecto de Ley de Memoria Democrática, particularmente en aspectos clave, como la inmunidad concedida a los responsables de los crímenes del franquismo mediante la ley de amnistía del año 77 o el rechazo a las exigencias de reparación jurídica a las víctimas de los tribunales de aquella dictadura.
Hay que dejar muy claras las responsabilidades, para que no se borren de la memoria y para fijar en la agenda de los demócratas una tarea pendiente: el cambio y limpieza de las instituciones heredadas de la dictadura. La vida política española sería hoy muy diferente si el poder judicial, la policía, el ejército, el cuerpo diplomático, y tantos otros ámbitos del aparato del Estado se hubieran sometido a un proceso de democratización radical.
Habría que abordar, por otra parte, un aspecto muy olvidado de la historia española contemporánea, que es imprescindible reivindicar.
A menudo, cuando se habla de recuperación de la memoria, se recuerda obviamente lo que fue y significó la República, la guerra y sus episodios, los campos de concentración, los fusilamientos y la desaparición de más 140.000 personas, el exilio, el régimen de terror, las detenciones, torturas, encarcelamientos… Así ha de ser y hay que apoyar resueltamente a quienes investigan sobre este período. Se evoca también la resistencia antifranquista y la actividad política clandestina, pero en este último aspecto se padece en la práctica una amnesia premeditada y consensuada como parte del pacto de Estado que permitió convertir en demócratas a los cancerberos y partidarios del autócrata y que situó al antifranquismo como el huésped incómodo de un nuevo régimen.
Son pocos los historiadores, periodistas y políticos que han dedicado esfuerzos a estudiar en detalle y a dejar constancia de un fenómeno social trascendental vivido durante los últimos años de la dictadura:
Miles de personas dedicaron una parte muy importante de sus vidas a la militancia en organizaciones clandestinas antifranquistas, quizás minoritarias, pero muy significativas en aquellos años y cuya actividad dio al traste con los planes más continuistas del tardofranquismo. Eran ciudadanas y ciudadanos de ideología diversa pero la mayor parte eran comunistas, que de una u otra manera se arriesgaban a sufrir persecución no solo para conseguir un régimen político de libertades, sino porque vivían y actuaban con la ilusión de lograr, un día u otro, una sociedad igualitaria.
La evaluación del número de personas comprometidas en estas militancias en los años sesenta y setenta sería una buena tarea para historiadores, porque el relato de la Transición ha borrado en buena medida la existencia de esta realidad, sin la cual no se puede entender el proceso de descomposición de la dictadura.
Miles de trabajadores y estudiantes que militaban en organizaciones, que se reivindicaban casi todas ellas partidarias de Marx y de Lenin, como el Partido Comunista de España, Partit Socialista Unificat de Catalunya, Partido del Trabajo de España, Organización Revolucionaria de Trabajadores, Liga Comunista Revolucionaria, Organización Comunista de España-Bandera Roja, Movimiento Comunista, Organización de Izquierda Comunista, Partido Comunista de España Marxista-Leninista, diferentes escisiones de Euskadi Ta Askatasuna, Partit Socialista d’Alliberament Nacional, Unión do Povo Galego… -la lista podría ser mucho más amplia- cada una de las cuales contaba con organizaciones juveniles, intervenía en el movimiento obrero a través de diferentes tipos de organismos también clandestinos, participaban en el movimiento asociativo vecinal, abordaban de diferente manera la cuestión nacional vasca, catalana, gallega, que reclamaban soberanía en todos los aspectos, buscaban amparo de alguna manera en organismos legales o paralegales, contaban con organización dentro de las prisiones, trabajaban desde el exilio… y todo esto en plena dictadura.
Y a todo este tejido habría que añadir entidades también ilegales no comunistas, como la CNT, el PSOE, la Federación de Partidos Socialistas y otras organizaciones nacionalistas o independentistas que también se veían obligadas a existir en la clandestinidad. Tampoco se puede pasar por alto la existencia del Frente de Liberación Popular (FLP) y sus homólogos en Euskadi y Catalunya, ESBA y FOC, muchos de cuyos militantes se convirtieron más tarde en destacados cuadros de otras organizaciones.
Pero el relato de Transición se centró mucho más en figuras que en colectivos y se ha impuesto de tal manera que muchas personas implicadas en el acontecer de estas entidades han procurado que posteriormente se olvidara su militancia. Había que limpiar los CV de referencias a cualquier veleidad revolucionaria. Muchos temieron lógicamente que su implicación en actividades subversivas les perjudicara social y profesionalmente y una vez quedó claro que el nuevo régimen se encarrilaba sin ruptura de raíz con el franquismo, tuvieron vergüenza, o cierto miedo de que se recordara aquel activismo de color rojo, tan importante en la vida de tantas personas.
Algunos de estos militantes y/o dirigentes desaparecieron de la vida política, del mismo modo que las organizaciones que impulsaron e hicieron crecer. Algunos cambiaron radicalmente, se implicaron en las instituciones, a través de partidos del régimen del 78, o en actividades empresariales de diverso tipo. Otros se reciclaron profesionalmente en diferentes ámbitos, y algunos mantienen más o menos sus ideales de juventud, pero casi todos, se han retirado poco a poco. Entre otros motivos porque los años no perdonan y los imperativos biológicos obligan.
Se acabó el tiempo en el cual se podía reconstruir la historia de los años 30 y 40 a través del testimonio de quienes vivieron la República, la guerra, la represión de los años cuarenta y principios de los cincuenta, el régimen que se asentó sobre el pánico colectivo… Nos quedan, además de algunos repositorios audiovisuales, valiosos textos y discursos de los protagonistas de aquella época, además de abundantes trabajos de los investigadores, pero ya no queda con vida casi nadie que pueda explicar experiencias vividas de aquellos años. Sobre los episodios políticos y la vida clandestina de finales de los años 60 y de los 70 también se ha escrito bastante, pero en la mayor parte de los casos sin referencias a los documentos de entonces y sin entrar en detalle sobre los debates del momento, los objetivos, las estrategias, la vida organizativa, la formación, las implicaciones en la vida cotidiana y familiar de los militantes. Y no deja de resultar significativa la escasa producción literaria y cinematográfica centrada en la resistencia antifranquista.
Hay que destacar el trabajo realizado por asociaciones memorialistas como La Comuna o la ARMH, que han reclamado la creación de un comisionado para atender a las víctimas de la represión franquista y señalan la necesidad de que el Estado se disculpe por “los miles de personas que han muerto ignoradas”. Y hay que poner en valor también el esfuerzo de colectivos y militantes que han elaborado cronologías (1), han recogido y difundido documentación (2), han abierto foros en redes sociales, han escrito y editado libros (3), impulsado campañas sobre el legado de luchas populares compartidas (4), y también el de un reducido número de investigadores y académicos que han tomado la tarea en sus manos. Todos ellos han informado sobre actos e iniciativas reivindicativas de la memoria del movimiento obrero, pero lo que se explica en las escuelas y universidades, lo que se difunde a través de los medios de comunicación, por encima de cualquier otro relato, son los ejes de un discurso según el cual la dictadura se acabó cuando Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Felipe González, Manuel Fraga, Miquel Roca y algunos otros personajes pactaron el inicio de una nueva etapa en la historia del Estado español, con la activa complicidad del rey Juan Carlos, la aprobación de una reforma institucional del régimen del Movimiento franquista, la legalización de los partidos políticos, la convocatoria de elecciones a Cortes generales y el pacto constitucional del 1978.
Se difumina así, con generalizaciones y anécdotas de cariz cortesano, el excepcional esfuerzo realizado por centenares de miles de personas que participaron durante los años 60 y 70 en movilizaciones populares duramente reprimidas por la policía franquista. Se olvidan las huelgas locales y generales, reivindicativas de condiciones de trabajo dignas, que por el simple hecho de realizarse desestabilizaban el régimen franquista; las reclamaciones de amnistía para las víctimas de la legislación penal, social y laboral de la dictadura; las exigencias de legalización de las organizaciones sindicales, políticas, estudiantiles, feministas, vecinales realmente existentes en la sociedad de aquel momento; las demandas por la vía de la práctica de libertades democráticas plenas y la derogación de toda la legislación que restringía los derechos de huelga, libre expresión, asociación, reunión y manifestación; las reivindicaciones de depuración del ejército, la magistratura, la policía y del conjunto del aparato de Estado, la exigencia de reconocimiento del derecho a la autodeterminación de Catalunya, Euskadi y Galicia; de convocatoria de asambleas constituyentes, el rechazo a los pactos con la OTAN… Todas estas aspiraciones formaban parte del patrimonio político común de las organizaciones comunistas mencionadas. Todas.
Eran grupos y partidos, algunos de mucho peso, como el PCE y el PSUC, otros con menos implantación, que discrepaban radicalmente sobre formas organizativas, análisis de coyuntura, calendarios y estrategias, que actuaban bajo orientaciones y referencias distintas en política internacional, rivalizaban en su voluntad de hegemonizar y dirigir movimientos reivindicativos en fábricas, centros de enseñanza, asociaciones profesionales, vecinales… pero todas ellas transmitían el mensaje de que, en algún momento, se podría abrir un proceso hacia el socialismo.
Todas formaban parte de la oposición al franquismo y todas deseaban la ruptura de aquel régimen, para dar paso a la democracia, pero los dirigentes de los partidos con mayor influencia optaron por la vía de la reforma. Reforma que exigía un pacto que descartara la ruptura de raíz con el franquismo y una imprescindible capacidad de control sobre lo que se había movilizado hasta entonces, con la contribución decisiva de miles de militantes, disciplinados, muchos de los cuales se encontraban encuadrados en organizaciones con o sin democracia interna, pero dispuestos todos ellos a sacrificar gran parte de su tiempo en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria, preparados para resistir la represión policial y empresarial.
Eran ciudadanos que en sus centros de trabajo o de estudio impulsaban la creación de comisiones y comités, repartían octavillas, confeccionaban carteles y pancartas, se ponían al frente de huelgas, convocaban manifestaciones, muchas de ellas por sorpresa para salvaguardar la seguridad de los participantes, mantenían en funcionamiento imprentas clandestinas, en las que se editaban documentos internos de debate y publicaciones periódicas, que luego había que distribuir a través de redes de confianza, se reunían secretamente e intentaban conocer lo menos posible los datos personales de los asistentes, utilizaban pseudónimos (‘nombres de guerra’) para tratarse entre sí, separaban todo lo posible la actividad política de su tiempo de ocio y vida familiar, para dificultar al máximo la acción de las brigadas político sociales de la policía.
Hay que prestar atención a estas personas, muchas de ellas desilusionadas como consecuencia de la frustración de los objetivos e ideales que determinaron su comportamiento social, familiar, profesional durante unos años clave de su vida, ideas que transmitieron por todos los medios que tenían a su alcance. Hace falta que historiadores y especialistas en ciencias sociales les escuchen para poder reconstruir y recuperar de manera fidedigna la memoria de aquellos años.
Quizás de este modo, rompiendo el silencio, se podrá tomar conciencia social de lo que significa que hoy, por ejemplo, no se pueda investigar la corrupción de la monarquía, o que los tribunales consideren como delictivos los debates parlamentarios sobre el derecho de autodeterminación de Catalunya o que se haya castigado con años de prisión a personas por el hecho de ejercer su derecho a la libre expresión y manifestación.
Notas:
*Manuel Garí es economista y Marià de Delàs periodista
Pilar Aldea, artista multidisciplinar afincada en Formentera desde hace años, lleva a cabo esta exposición titulada Residir l’instant dentro del programa de Sant Jaume en la Isla de Formentera. La exposición está dividida en dos espacios expositivos, uno es la Sala de Exposiciones del ”Ajuntament Vell”, que se podrá ver hasta el 31 de julio, y la otra estará en el espacio cultural y educativo del “Far de la Mola” y se podrá contemplar hasta el 16 de octubre. Ir a ver esta exposición obliga a transitar la Isla de Formentera de una punta a la otra, con toda la belleza que ello nos suma al hecho expositivo en sí mismo.
En el “Ajuntament Vell” se puede ver un impresionante mosaico de sesenta y seis fotografías de la serie “Instants” y siete fotografías de la serie “Residencias” donde la artista recoge aquellos “instants” y otros que no están presentes en la muestra, jugando a presentarnos, representarnos, encuentros entre los personajes retratados a los que pone en dialogo, logrando de este modo subvertir ese instante congelado en la fotografía. Ese instante que la cámara captó para siempre, que a Pilar Aldea le pesa tener archivado y, que ahora, cambia de valor al dialogar con otra imagen de otro “instante” y con la recreación llevada a cabo a través del ordenador donde da sentido a un “resucitar” cual Lázaro, para resignificar y politizar aquello que su mirada ha atrapado a lo largo de los años.
Años de capturas de cámara en un testimonio conmovedor y, en ocasiones, desgarrador: un intento de comprender y captar la vida. En un intento de elaborar del trauma para, de este modo, escapar del estrés postraumático, mostrando sin señalar, enseñando y, en ocasiones, ocultando bajo el tamaño las fotos que son más políticas.
Recoger los instantes que en su día fueron capturados para concederles otros momentos en el relato de lo que la autora, Pilar Aldea, denomina el efecto Lázaro. Efecto Lázaro recogido en el texto poético con ese mismo título, “Llàzars” que presenta en el Faro de la Mola. Porque es ella, Pilar Aldea, la que dice “levántate y anda”, concediéndose, al fin, la autoridad necesaria para mostrar al público lo que ha estado escondido. Y, así, con mimo y cuidado, se concede hacer escasamente 10 ejemplares de cada edición para que se comprenda que, aunque haya tanto, todas y cada una de las imágenes “resucitadas” son un elemento precioso y único. Aunque hayan salido de esos cajones y armarios llenos de imágenes de toda una vida de recorrer el mundo.
El compendio de 40 años de creación y mirada divergente sobre el mundo, a la búsqueda del otro que finalmente es la búsqueda de una misma. De modo que, al final, no se trata de ellos, se trata de la autora y sus propios encuentros, sus fantasmas y sus modos de exorcizarlos, al amparo de Ortega, Zambrano y Juan de la Cruz. Para lograr que, cuando el espectador mire, no esté tan enfadado con ellos, para que esa manera de mirar que Pilar Aldea posee, altere la percepción de la realidad del que mira y lo lleve a compasión y, siendo posible, a la comprensión.
Por último, la video instalación “Comú”, en la cual, a lo largo de un bucle de nueve minutos, asistimos a un viaje temporal donde se nos muestran realidades paralelas, asistiendo a la visión de una cosa y su contraria. Encuentros cotidianos de usos y costumbres que, en breve tiempo y manejando una tensión narrativa extraordinaria, nos lleva a un recorrido antropológico por el imaginario de su autora.
Como bien dice Marifé Santiago Bolaños en la presentación del catálogo: “Pilar Aldea ha abierto sutiles y elegantes ventanas fotográficas para que no se olvide el nosotras que esconde el todo. Su obra perturba y emociona”. Destacando el relato de niñas y mujeres. De soledades y acompañamientos. Pero, lo más bello de esta presentación, lo más atinado, es denominar a Pilar Aldea “criatura del alba. Claro que sí”. Por méritos propios añadiría yo. Por supuesto que sí.
Pilar Aldea es licenciada en Imagen en la Escuela Superior de Comunicación, Imagen y Sonido en el CEV de Madrid, ha expuesto de modo individual y colectivo en el Palacio de la Audiencia de Soria, La biblioteca María Zambrano de la UCM, en JustMAD y el Centro Cultural Conde Duque entre otros espacios. También es fundadora y codirectora de “Consulta Films Bruselas-Madrid 1994-2009” y “Producciones Como Mola Jugar a las Películas”, proyecto participativo que estrenó su primera producción en el Formentera Film. Pilar Aldea es miembro del Colectivo Espai F desde 2015 y, desde 1988, tiene una fuerte vinculación con la isla de Formentera donde reside en la actualidad.
“Residir l’instant” se podrá ver hasta el 31 de julio en la Sala de Exposiciones Ajuntament Vell; y en el espacio cultural y educativo Far de la Mola, del 14 de julio al 16 de octubre.
*Pilar V. de Foronda @pivifo es escultora y gestora cultural
Muchos fans de Iron Maiden pensaron que el disco en directo titulado Life after Death, Vida después de la muerte, era el legado póstumo del grupo. Nada más lejos de la realidad; ya que, como se ha visto, la vida del grupo británico se ha prolongado después más de 30 años. De igual manera, ¿cómo un monasterio cisterciense pudo seguir vivo tras el abandono provocado tras la desamortización de Mendizábal en 1835 hasta 1973? La realidad es compleja, pero vamos a intentar explicarla. El Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias situado en Pelayos de la Presa fue pasando de mano en mano, mientras diversos elementos arquitectónicos iban desapareciendo, la portada renacentista en su exterior, las estatuas del interior, los azulejos talaveranos, columnas, dinteles y capiteles del claustro plateresco y otros muchos elementos. En algunos casos como necesidad para construir casas y corrales en el pequeño municipio de Pelayos, en otros casos para hacer la puerta de entrada o decorar una ermita en una finca de lujo en El Alamín, Toledo, caso del Marqués de Comillas.
Sin embargo, su estado de semiruina en la niebla daba el aspecto perfecto y tenebroso para escenas de películas de horror de los años 60. O eso debieron pensar los guionistas y el director de The Blancheville Monster en 1963 contando con una jovencísima Helga Liné. La película rodada en inglés tiene bastantes minutos en diferentes estancias del Monasterio, la iglesia, el claustro e incluso la capilla mozárabe, lugar donde se encontraba la ermita que dio origen al Monasterio en el siglo XII, según algunos estudiosos del monasterio. Mucho más tarde Helga Liné repetiría como actriz principal con Las garras de Lorelei junto a Tony Kendall.
Escena de The Blancheville Monster, 1963
Después, el conocido director y actor Paul Naschy usó el mismo escenario para varias de sus películas actuando como hombre lobo en los años 70. Quizás, la película más destacada fue La Noche de Walpurgis, una película serie B de vampiros. Cuenta la leyenda que, durante su rodaje se tiraron desde la fachada barroca dos estatuas al suelo, San Benito y San Bernardo. La primera de ellas, tuvo el dudoso honor de aparecer en la película Necrophagus con la actriz Beatriz Elorrieta como una de las protagonistas para iniciar un juego de escondite dentro del Monasterio.
Escena de La noche de Walpurgis, 1970
Muchas películas rodadas en el Monasterio fueron del género de spaghetti western y hay que destacar entre ellas, 100 Rifles con una escena icónica con Burt Reynolds y Raquel Welch montando a caballo frente a la iglesia; destacada también fue la aparición de George Peppard en Cañones para Córdoba, conocido por sus papeles en Desayuno con diamantes y el coronel Hannibal Smith en El Equipo A. No de menor importancia son las películas Garringo, La Hora del Coraje, ¿Quién grita venganza? y ¡Vamos a matar compañeros!, con actores de la talla de Peter Lee Lawrence, Antonio de Teffé, José Bódalo, Mark Damon, Mónica Randall o Fernando Rey.
Escena de 100 Rifles, 1969
¿Se puede usar un monasterio en ruinas para una película de comedia con Tony Leblanc, Concha Velasco, Alfredo Landa y Manolo Gómez Bur? Efectivamente. En la película, Los que tocan en piano, que era una forma de decir en aquella época tardofranquista que algunas personas estaban metidas en asuntos turbios, principalmente estafas y timos. En este caso, el timo consiste en la venta de un cuadro a un coleccionista alemán a las puertas del monasterio en una hilarante escena finalizada con Alfredo Landa portando un cerdo.
Escena de Los que tocan el piano, 1968
Otra película que llama la atención es El Caballero de la Rosa Roja con una jovencísima Raffaella Carrà, fallecida el pasado 5 de julio. Hay varias versiones de esta película de aventuras con la revolución francesa de fondo, en castellano, alemán y francés. La actriz tenía 25 años cuando rodó esta película y algunas partes del Monasterio son usadas en la caratula de la película.
Escena de El Caballero de la Rosa Roja, 1965
Si bien es cierto que en algunas escenas se puede ver que se produjeron daños al monasterio en algunos rodajes, el resultado de todas las grabaciones fue darle una historia al mismo desde los años 60 hasta 1973, momento en que el convento es comprado por Don Mariano García Benito. De otra manera, el monasterio hubiera acabado desmantelado completamente o como una urbanización más; y sin embargo, hoy podemos comprobar la evolución de su arquitectura durante sus siglos de historia: románico, mozárabe, renacentista, barroco y gótico. El monasterio, Bien de Interés Cultural, es un compendio de historia, el único cisterciense de la Comunidad de Madrid y también el más antiguo.
Don Mariano García fue un arquitecto madrileño que compró el Monasterio tras leer un anuncio en el periódico ABC en 1973. A partir de ese momento, dedicó su vida a proteger el monasterio, tanto en solitario como con ayudas de conocidos, pero sin apoyo institucional. En un video comentaba: “Venían camiones a llevarse las piedras y yo evité la destrucción total del monumento”. En los últimos años, la Comunidad de Madrid ha invertido en rehabilitar y consolidar diversas partes del monumento, aunque todavía falta un plan claro de difusión regional y nacional y un proyecto para que tenga un uso más continuado y controlado, como por ejemplo convertirlo en un museo del Cister. La Fundación del Monasterio y muchos particulares trabajan para poner en valor este lugar, aún desconocido para muchos madrileños.
Muchas de sus obras de arte recogidas por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1836, se encuentran dispersas en diversos puntos del país. La sillería del coro y el facistol en la catedral de Murcia, muchas pinturas de Correa de Vivar, pintor renacentista están en el Museo del Prado, pero sin exponer. Otros lienzos se encuentran en el Museo de Santa Cruz de Toledo y hay algunas otras piezas en Pontevedra, Barcelona y Málaga. Recientemente se encontraron dos relieves mencionados por Antonio Ponz en sus libros de Viajes por España, Jesucristo con la cruz a cuestas y La Piedad en el Museo del Prado, pero muchos otros cuadros, estatuas y otros dos relieves mencionados en los inventarios que llegaron al convento de la Trinidad continúan en paradero desaparecido. Otras muchas pinturas continúan en el Museo del Prado, pero se perdió su trazabilidad y se tiene que seguir investigando para catalogarlas, incluyendo un lienzo posiblemente de Sofonisba Anguissola.
El monumento vive de nuevo tras 80 años de expolio continuado desde la desamortización, que lo llevaron casi a su desaparición. El cine en este caso es un elemento más a añadir a la dilatada historia del monasterio con sus pleitos, incendios, derrumbes, época de esplendor, declive y narración por parte de un monje en el conocido como Tumbo de Valdeiglesias de sucesos históricos como la muerte del Condestable Don Álvaro de Luna.
Las visitas se han reanudado tras la pandemia y se puede visitar todo el verano, los sábados de 10 a 14 horas.
Lista de películas:
TheBlancheville Monster, 1963.
Los que tocan el piano, 1968.
La marca del hombre lobo, 1968.
El aventurero de la rosa roja, 1968.
¿Quién grita venganza?, 1968.
Junio 44. Desembarcamos en Normandía, 1968.
La hora del coraje, 1968.
Los desesperados, 1969.
100 rifles, 1969.
Cañones para Córdoba, 1970.
La noche de Walpurgis, 1970.
Garringo, 1970.
¡Vamos a matar, compañeros! 1970.
Drácula vs Frankenstein, 1971.
La noche del terror ciego, 1971.
El ataque de los muertos sin ojos, 1973.
La noche de las gaviotas, 1974.
El mariscal del diablo, 1974.
Necrophagus, 1973.
Hora Cero: Operación Rommel, 1969.
El jorobado de la morgue, 1973.
La llamada del vampiro, 1972.
Las garras de Lorelei, 1973.
* Mario Cuellar es exconcejal de Unidas Podemos e Investigador.
“Editamos sueños” es el lema con el que se inicia la web de la editorial Cazador de ratas. Su fundadora, Carmen Moreno, ha tocado infinidad de teclas en el mundo de la cultura: gestora cultural desde 2004, ha sido editora de contenidos para la Fundación Giner de los Ríos, asesora técnica de cultura para el Ministerio de Igualdad, co-directora de la colección de bolsillo de la Diputación de Cádiz, guionista del programa de televisión Cifras y Letras, correctora en diversas editoriales, profesora de creación literaria para la Junta de Andalucía y otras instituciones, entre otras muchas cosas. Los premios literarios tampoco le han sido ajenos: ha ganado el Premio Nacional de Relato Corto Fernando Quiñones, el Premio Andalucía Joven en la modalidad de arte, el Premio Nacional de Relato Corto Pilar Paz Pasamar, y el Premio Internacional de Poesía Francisco de Quevedo, entre otros. Ha publicado una veintena de libros y varias antologías. Además, con su proyecto Sin habitación propia está realizando talleres por la igualdad y la diversidad en diferentes institutos de España.
Defensora de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+, recientemente, su trayectoria, junto a las de Inmaculada Pavía y Lola Salguero, ha sido reconocida por el Ayuntamiento de Cádiz durante la semana del Orgullo LGBTIQ+ en el homenaje “Para no perder la memoria”.
Espacio Público tiene hoy la oportunidad de conversar con ella.
La primera pregunta es fruto de la curiosidad: ¿Por qué el nombre de Cazador de ratas para una editorial?
Es un homenaje a una de esas mujeres a las que la historia les debe aún mucho, Marina Tsvietaieva. La mejor poeta, junto a Ajmátova, de Rusia en el siglo XX. Mujer que sufrió la represión más bestial que puede sufrir una mujer: ver cómo torturan a sus hijos hasta la muerte y lento.
Hija del creador del Hermitage, mujer culta, muy culta, esposa de un militar del Ejército Blanco, activista por el feminismo, por la igualdad, por la libertad de pensamiento.
Carmen Moreno
En “La sociedad del espectáculo” Guy Debord dice que en el capitalismo todo se ha convertido en representación, en un espectáculo. Hoy los concursos culturales tienen muy poco de cultura y mucho de espectáculo. Tú has sido guionista de Cifras y Letras, un concurso cultural de TVE ya desaparecido. Con la excepción de Saber y ganar, los demás concursos son una pasarela de gente famosa o una sucesión de situaciones en las que las personas que concursan son puestas en ridículo para mayor diversión de la audiencia. ¿Estás al tanto de estos programas televisivos? ¿Qué te parecen este tipo de concursos?
No veo ninguno, no me interesan. Todo quedó al descubierto en Quiz Show. Ni te cuento esos en los que se ponen en ridículo a quienes van a concursar como si fueran simplemente un elemento más del atrezzo. No estoy en contra de la telebasura, es más soy muy defensora de algunos de ellos porque creo que alienarse un rato al día está muy bien, pero no me gusta que me tomen por idiota. Creo que tan telebasura son esos programas como el Sálvame, con la diferencia de que este último no engaña a nadie. Sabes qué vas a ver. Es uno de los programas que defiendo como método de entrar en estado comatoso después de trabajar dieciséis horas al día.
Tienes una amplísima experiencia en el mundo editorial. Prácticamente has pasado por todas las fases: autora, correctora, editora, crítica literaria. En la web de la editorial el lema es muy claro: “Editamos sueños”. ¿Es posible hoy día? ¿Cómo ves hoy el panorama para una editorial pequeña e independiente?
Es posible editar sueños. Otra cosa es la rentabilidad. Los sueños no siempre son rentables económicamente. Yo trabajo como autónoma no solo en mi editorial sino para otras editoriales y particulares. Mi editorial exige ocho horas al día, siete días a la semana, pero no me permite tener un sueldo. Ni siquiera me permite pagar autónomos, así que tengo que trabajar otras ocho horas para poder darle de comer a mi hija.
¿Podría tirar la toalla y opositar? Claro que sí, pero no quiero porque eso es lo que nos han querido vender: “confórmate”, “no te rebeles”, “sigue las reglas y todo irá bien”… Quiero que mi hija entienda que en la vida no todo es fácil, casi nada lo es de hecho, pero que no tiene que conformarse. Será más difícil, vale, pero puede ser lo que quiera.
Un vistazo a tu bibliografía nos indica que has escrito poesía, ensayo, literatura infantil, novela, también el cómic… ¿con cuál de estos géneros te encuentras más cómoda?
Con la novela. Hubo un tiempo en el que no podía escribir nada que no fuera poesía. El síndrome del impostor pega demasiado fuerte en las mujeres todavía. Ahora hace años que no escribo poesía y tampoco la leía. Dejó de interesarme porque me daban mucha perece quienes se hacían llamar “POETAS”. Dios, Gloria Fuertes nunca lo fue. Ella fue una poeta, de esas que se escriben en minúsculas y se leen con lágrimas en los ojos y escarcha en los dedos.
Ahora estoy terminando un libro de poemas que se llama Elia, como mi hija, y estoy con otro a cuatro manos con Ana Tapia, grandísima escritora almeriense. Un poemario LGBTI+, pero sigo con las novelas e investigando para otro ensayo sobre dos mujeres absolutamente únicas.
El informe “Ditrendia: Mobile en España y en Mundo 2020” dice que los españoles pasan 5 horas y 14 minutos al día utilizando Internet. Y que esta cifra aumenta hasta seis horas en el caso de los jóvenesde entre 18 y 24 años. ¿Crees que esto afecta a la lectura?
Cuanto menos lees y más consumes opiniones precocinadas (muy normales en internet), más fácil de manipular eres. Quien quiera que saque sus conclusiones.
Tu labor en defensa de los derechos de las mujeres y de las personas LGBTIQ+ te ha llevado a poner en marcha el proyecto “Sin habitación propia”. ¿Puedes explicarnos en qué consiste este proyecto?
Sin habitación propia es un libro que reivindica a dieciséis poetas mujeres (odio la palabra “poetisa”, cuestión de gustos lingüísticos). De ahí surgió con Diputación de Cádiz una exposición itinerante para dar a conocer a estas mujeres. Lo que jamás pensé es que institutos de toda Andalucía, pero, sobre todo de Cádiz, se hicieran eco y me llamaran para dar conferencias sobre el papel de la mujer en la educación y sobre estas mujeres en particular.
La juventud piensa que las mujeres estamos en el aula desde siempre, pero hay que recordarles que no es así y que los derechos que tenemos fueron conquistados hace muy poco y están en peligro una vez más. Hay que contarles la historia con espíritu crítico. No existe una sola historia, hay hechos concretos que son objetivos, la guerra civil estalló en 1936, pero la historia cambiará depende de quién la cuente. En cambio, eso es irrefutable.
Hay que ver las cosas desde varias perspectivas, analizarlas y, solo entonces, tomar una decisión. Todo lo demás se llama manipulación.