Para hablar del trabajo y objetivos del Instituto Universitario de la Danza Alicia Alonso, ubicado en Fuenlabrada Madrid y adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos, conversamos con Alberto García Castaño, director de este Instituto, en un momento en que se encuentran en una difícil situación.

¿Qué es el Instituto Universitario de la Danza Alicia Alonso?

Para poner en contexto que es el Instituto, hay que comenzar hablando de su fundadora fallecida en noviembre de 2019 y de su trayectoria en el campo de la formación a través de la Escuela Cubana de Ballet.

Alicia Alonso, ostentó el título de Prima Ballerina Assoluta, por su triple condición de intérprete, coreógrafa y directora de compañía. Fue una de las grandes personalidades de la danza del siglo XX, famosa por sus versiones coreográficas de los grandes clásicos del ballet, especialmente por su versión interpretativa de Giselle, pues como dijo Maurice Béjar, “ella nació para que no muriera Giselle”. Estas versiones fueron adoptadas por los grandes teatros como el Ballet de la Opera de Paris, la Viena, Roma, el Teatro Bolshoi, etc, muchas de ellas incorporadas a la Compañía de Ballet de la Fundación de la Danza “Alicia Alonso” que es la unidad de prácticas escénicas de los profesionales que cursan estudios superiores.

Fue reconocida con las más altas distinciones en los cinco continentes, en España recibió la Encomienda de Isabel la Católica, y la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, en Gran Bretaña la Orden de Elizabeth II, en Francia el Grado de Comendadora de las Artes y las Letras y el Grado de Oficial Mayor, ambas distinciones de la Legión de Honor de la República de Francia, donde recibió en dos ocasiones, además, el Grand Prix de la Ciudad de Paris junto a su compañía, un hecho insólito en Francia, además de innumerables reconocimientos en otros países europeos y del mundo.

Miembro de Honor del Senado de los Estados Unidos de Norteamérica, por el Estado de Washington, Miembro del Consejo Mundial de la Paz y Embajadora de Buena Voluntad de Naciones Unidas y Embajadora Mundial de la Danza/UNESCO.  Recibió innumerables reconocimientos académicos a través de varios Doctorados Honoris Causa. Su mayor logro en el campo de la enseñanza fue la creación de la Escuela Cubana de Ballet, reconocida como una inestimable aportación al Patrimonio Cultural de la Humanidad, según Resolución 59 de 10 de noviembre de 1997 del Consejo Ejecutivo de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), por su grado de implantación a nivel nacional, regional e internacional. Una escuela no entendida como un centro formador de bailarines, sino una metodología que marca una forma de utilización de la técnica y una forma diferente de las puestas en escena, ligada al temperamento expresivo de los pueblos de Iberoamérica.

En 1992 a petición del destacado bailarín vasco Henry Brown, por entonces Presidente de la Asociación de Profesionales de la Danza de Madrid  y con el apoyo de varios sindicatos, consiguió con el concurso del entonces Rector de la Complutense Gustavo Villapalos Salas fundar la primera Cátedra de Danza en España que llevó su nombre en esta universidad,  y que posteriormente, se replicaría en las Universidades de Alicante y Castellón de la Plana (Jaume I), lo que entre otros méritos que culminaron con el nombramiento de Doctorada Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia.

Los estudios desarrollados a través de las cátedras constituyeron la base de la primera experimentación educativa que tuvo a su cargo por encargo de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid que culminó en 2004 con la implantación por primera vez en España de los primeros estudios de Grado en Danza con equivalencia plena a Grado Universitario, graduando ese año la primera promoción de estudiantes con un título oficial de grado en danza con validez en todo el territorio nacional.

Para alcanzar estos fines, creó la Fundación “Alicia Alonso”, una entidad sin ánimo de lucro, declarada de interés General y servicio público a través de la Orden 2030/1997 de 4/07/97 que no obtiene beneficios ni posee capital acumulado por los servicios que presta en el ámbito de la educación superior y por ende, nunca ha obtenido beneficios por la gestión académica que desarrolla, ya que sus alumnos abonan las tasas públicas. Esta fundación a través de su centro de denominación específica Instituto Superior de Danza del mismo nombre, con el fin de dar carácter universitario a estos estudios se adscribió a la Universidad Rey Juan Carlos el 16 de mayo de 2001 proceso que concluye mediante pacto firmado por el Consejero Educación y Cultura, tras el informe favorable de los servicios jurídicos, el 18 de septiembre de 2001, adquiriendo el rango de Instituto Universitario de la Danza de conformidad con la legislación vigente.

Con el nuevo marco jurídico el Instituto, pudo poner en marcha los primeros estudios de postgrado tales como el Máster Oficial de Artes Escénicas, del Diploma Europeo de Estudios Avanzados y el primer programa de doctorado en Artes Escénicas convirtiéndose así en un centro pionero de la Unión Europea.

Marta Graham, la gran bailarina y coreógrafa, decía que «La danza es el lenguaje oculto del alma”, ¿Qué asignaturas impartís para enseñar este lenguaje?

Creo que hay una frase de Marta Graham que lo dice todo: “si pudiera expresar lo que siento con palabras no necesitaría bailar”. Ella cambió el sentido de la danza, porque trasmitía un mensaje y esto hizo que se renovara el sentido de la danza clásica, era necesario hacer visible lo invisible, tal como propugnaron sus seguidores. Alicia Alonso, siempre decía que el mensaje estaba en los sentimientos que de nada valía el virtuosismo técnico y el conocimiento si en cada cosa que hacíamos no había una gota de humanidad.

Lo importante en el instituto es trabajar con el talento y que los alumnos aprendan de la historia el valor de cada gesto y de cada movimiento. La técnica es un medio no un fin, por ello son importante asignaturas como entrenamiento de la técnica de la danza contemporánea, o los talleres de puesta en escena o el conocimiento del repertorio y de su historia, para que cada uno pueda encontrar luego su propio lenguaje expresivo y puedan crear partiendo de un conocimiento del espacio y de la luz, hablamos de asignaturas como escenografía e iluminación porque nos van a permitir crear un espacio particular con una atmosfera que nos permita encontrar el medio ideal para trasmitir nuestras emociones.

Esencial es la música porque es la compañera ideal de la danza porque le sirve para dar sentido al movimiento y a la expresión. La danza no viaja sola en el tiempo. El instrumento es el cuerpo que crea la historia del arte nos muestra las maravillas del cuerpo y del mundo, por ello el bailarín tiene que observar para poder crear un cuadro, pero a diferencia de los pintores ha de hacerlo en una caja tridimensional, y eso sólo se aprende a través del quehacer diario que plantea el Instituto desde la visión multidisciplinar.

Foto cedida por el Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso. Clase de flamenco

¿Cuándo y cómo empezó la relación entre el Instituto y la Universidad Rey Juan Carlos?

Aunque la relación se inicia en 2001, realmente cobra sentido en el momento que se produce la entrada de España en el Espacio denominado Bolonia. En 2010 es que se va a poner en marcha un proyecto de innovación educativa único en la universidad española, la URJC y el Instituto Superior de Danza “Alicia Alonso” deciden unir sus destinos para que las artes escénicas ocupen un espacio universitario del cual hasta ese momento estaban excluidas.

El ordenamiento jurídico de las enseñanzas artísticas superiores, abrió una puerta que hasta ese momento estaba cerrada al diseño y puesta en marcha de titulaciones conjuntas de Grado y Máster entre instituciones de educación superior, sobre la base de una única solicitud y la emisión de un único título de Graduado/a o de Máster, así se planteaba en la Disposición Adicional Quinta del Real Decreto 632/2010 que regulaba los contenidos básicos de los Grados de Danza.

El Instituto de danza que ya acumulaba una larga experiencia, diseñó el Grado en Artes Visuales y Danza con la participación de algunos profesores universitarios del ámbito de la teoría no de la práctica. Así pues, la Universidad Rey Juan Carlos y el Instituto Superior de Danza se anticipan y se convierten en pioneros de las enseñanzas de artes escénicas, tal es así que algunas de las cuestiones que se prevén en la nueva Ley de Enseñanzas Artísticas que se tramita en la actualidad, ya tienen una larga andadura en la universidad como es lo que se pretende plantear como novedad sobre la introducción en la enseñanza superior de los estudios de Circo que ya desde (2017) están implantados como estudios oficiales, a través de la Mención de Danzas Acrobáticas y Técnicas Circenses del Grado de Artes Visuales y Danza, además de las Menciones de Danza Teatro o Teatro Físico del Movimiento, Danza Clásica, Danza Contemporánea y Danza Española donde  el Instituto Superior de Danza “Alicia Alonso” tiene a su cargo el 87% de la carga horaria del total de la titulación.

Los acuerdos entre la URJC y el ISDAA tienen su base en la contraprestación ya que la práctica totalidad de los recursos didácticos relacionados con la práctica escénica y la interpretación son propiedad de la Fundación de la Danza “Alicia Alonso”, aportaciones que tienen su base entre otras en el Repositorio de Danza que aloja el Fondo documental y de Investigación “Alicia Alonso”, valorado en 3.300.000.-€. Se incluía además la colección de vestuario de obras de repertorio tanto clásicas como contemporáneas y escenografías que soportan los talleres de puesta en escena, cuya presentación en teatros, festivales y espacios culturales gestiona la Fundación ya que las presentaciones en público tienen lugar a través de la Compañía de Ballet de la Fundación, la Compañía de Teatro de Cámara y la compañía Le Cirque Dance.

Asimismo, el ISDAA imparte conjuntamente con la URJC y Coordina Académicamente, el Máster Universitario en Gestión y Liderazgo de Proyectos Culturales y el Máster Universitario en Artes Escénicas.

Este proyecto de innovación educativa se desarrolla entre dos instituciones análogas del espacio de educación superior. Ambas instituciones poseen autonomía pedagógica de organización, gestión y funcionamiento, cuyo Plan de Estudios recogido en la Memoria Verificada de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad aprobado por el Consejo de Universidades y la Comunidad de Madrid fue refrendado por acuerdo del Consejo de Ministros.

Foto cedida por el Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso. Clase de ballet clásico

Según hemos sabido por noticias publicadas en prensa, desde hace unos años ha surgido un conflicto entre el Instituto y la URJC. ¿Cómo comenzó el conflicto y en qué punto os encontráis hoy?

Lo primero que hay que aclarar es cómo se financia el ISDAA.

La URJC y el ISDAA fijaron un precio a los Servicios Docentes que presta el ISDAA, es decir, no se trata de una subvención. Según los acuerdos en este punto la Universidad transferirá al ISDAA la totalidad de las matrículas que recauda del Grado en Artes Visuales y Danza y la totalidad de los ingresos provenientes de los Másteres de Artes Escénicas y Gestión y Liderazgo de Proyectos Culturales y de la subvenciones que recibe de los Presupuestos del Estado para compensar los precios públicos de la matrícula transferirá la cantidad necesaria hasta alcanzar la suma de 960.000.- de esta forma se estableció el precio de los servicios.

Así lo corrobora la Sentencia 328/2021 del Tribunal Superior de Justicia que condena a la universidad al pago de las costas que dice y sito literalmente (página 11):

no entenderse precisa ni incluso adecuada garantía alguna en este supuesto, en que en definitiva se viene a mantener el “status quo” entre las partes, prosiguiendo la Fundación (ISDAA) en la impartición de la enseñanza de grado que tenía asignada desde hace años, por lo que percibe la financiación correspondiente proveniente de la matrícula del alumnado, sin que de ello se deriven en principio concretos perjuicios para la Universidad que determine la necesidad de constituir garantía a tal efecto.”

Dicho esto, el conflicto comienza cuando el Rector de forma personal y unilateral prescindiendo de todo los trámites legales decide unilateralmente adjudicarse la docencia que en la Memoria Verificada del Plan de Estudios aprobada por acuerdo del Consejo de Ministros, pasando por alto la distribución competencial de cada una de las instituciones que en ella se establece, una norma que adquiere carácter jurídico y que es de obligado cumplimiento para todas las partes ya que de no haberse dictado medidas cautelarísimas el título perdía su carácter oficial y validez en todo el territorio nacional, violando los derechos fundamentales de los estudiantes y el estatuto del estudiante universitario.

El Rector tras el caso Máster decide cerrar todos los Instituto Universitarios, obviando que el ISDAA además de poseer la misma autonomía de la Universidad posee personalidad jurídica individualizada. Este acto se repite en 2020 y también es abortado por los tribunales, actualmente existen dos sentencias contradictorias que obligan a remitir el caso al Tribunal Superior de Justicia que se encuentra pendiente de resolución y fallo. No obstante, el Rector insiste en el curso 2024/2025 realizar la misma operación, adelantándose al fallo del TSJ pero para cuando esto se produzca los daños serán irreversibles si no se produce la intervención de la Consejería de Universidades, Ciencia y Educación.

Hasta entonces aunque la Universidad lo niega, los convenios permanecen vigentes tal y como se dice en la Sentencia 328/2021 que señala:

“En este sentido, al hilo de la apelación presentada, no cabe aquí pronunciarse  sobre lo relativo al carácter de la Fundación y del Instituto de Danza Alicia Alonso en relación con la URJC, así como tampoco en la aducida pérdida de vigencia de los conciertos suscritos entre ambas partes, cuestiones ambas en las que discrepan los contendientes”.

A esto hay que añadir que el Tribunal de Cuentas inició diligencias previas por nuestra denuncia contra el Gerente General Teodoro Conde Minaya por Mala Praxis en el Manejo de los Presupuestos, Falsedad Documental y Enriquecimiento Injusto y que terminadas las diligencias preliminares el Fiscal ha solicitado al Consejo de Gobierno que de acuerdo con el artículo 47 se designe al Fiscal Instructor.

¿Cómo os explicáis que después de 32 años de una enseñanza impartida con mucho éxito, dos grados y dos másteres especializados, haya surgido este problema?

Precisamente por el éxito del proyecto no se entiende el afán del Rector en hacer desaparecer el Centro de Enseñanzas Artísticas Superiores Instituto Superior de Danza “Alicia Alonso”, un centro que aloja la Delegación Española de la Organización Mundial de Artes Escénicas/UNESCO, que preside el Comité Internacional de la Danza/UNESCO, que es Miembro del Consejo Ejecutivo de la Cátedra UNITWIN/UNESCO de Universidades y Centros de Educación Superior de Artes Escénicas, Miembro del Consejo de Europa de ITI/UNESCO, que ha recibido el Premio Nacional Cultura Viva a la Mejor Institución de Enseñanzas Superiores de Danza, otorgado por el Consejo de Investigaciones Científicas y destacada personalidades de la Cultura, que recibió el Grand Prix Allassio 2014, Génova, Italia y el Grand Prix Ciudad de Barcelona en 2017 entre otros muchos reconocimiento, que ocupa la Presidencia de Honor del ITI/UNESCO y que varios de sus profesores incluido el director son Miembros de la Academia de Artes Escénicas. Sólo cabe preguntarse ¿racismo o xenofobia?

 ¿Qué medidas habéis tomado para afrontar la situación de precariedad que significa estar sin percibir los salarios durante ocho meses tanto el personal docente como el administrativo?

No es precariedad, es chantaje, el Rector lo que busca es que hagamos dejación de funciones, de esta forma no sólo no nos pagará sino que tendremos nosotros que indemnizar a la universidad. De esta forma provoca un daño irreversible y consigue lo que no ha logrado a través de los Tribunales, mientras tanto sobrevivimos como podemos con la ayuda de familiares y amigos, aunque esto no evita el endeudamiento, el no poder pagar la renta del alquiler, la hipoteca o la electricidad, subsistimos gracias a la caridad por la voluntad de un dictador al que nadie se atreve a levantar la voz. Hasta el Consejo Social que incurre en In Culpa in Vigilando mira hacia otro lado. Mañana sabremos si la Comunidad de Madrid, seguirá mirando en otra dirección o pondrá fin definitivamente a este atropello.

Dentro de las medidas que hemos tomado, cabe añadir la campaña de recogida de firmas en la conocida plataforma Change.org de la cual os dejamos el enlace para que toda aquella persona que esté interesada en manifestar su apoyo hacia nosotros pueda hacerlo aquí.

Y también emplazamos a la concentración en solidaridad con el Instituto organizada por la Fundación Democracia Activa para el domingo 28 de abril a las 12:00 horas, en la Plaza Juan Goytisolo de Madrid, junto al Museo Reina Sofía, en la que no solo queremos hacer visible nuestra protesta más enérgica, sino que invitamos a todos los artistas, educadores y personas sensibilizadas con el arte y la cultura que se sumen a nosotros.

¿Tenéis confianza en que el conflicto se pueda resolver a corto plazo?

La situación actual nos deja claro que el rector ha decidido seguir hacia adelante en su empeño por romper el convenio con el Instituto y al margen de lo que establece la ley, dejando claro que no le importan ni los profesores ni los alumnos de su propia universidad. Por lo que no tenemos muchas esperanzas en que, por parte del rector, se dé un paso atrás y vuelvan las aguas a su cauce, ya que parece tener un ensañamiento contra nuestra institución cuya naturaleza desconocemos.

Llegados a este punto, solo cabe esperar a que se pronuncie la justicia, que dicho sea de paso va bastante lenta, a través del TSJ del cual llevamos esperando sentencia firme desde el 2022, del Tribunal de cuentas, y en el caso más urgente, como es el que recibamos el pago de este curso para afrontar las ocho nóminas que tenemos pendientes treinta y dos trabajadores del instituto, el que se adopten las medidas cautelares que hemos solicitado para que sea la justicia, una vez más, la que le recuerde al rector que los derechos fundamentales de trabajadores y alumnos se han de respetar, cosa que en sus dos legislaturas se le ha olvidado con bastante frecuencia.

Esperamos y deseamos también, que después de Javier Ramos, actual rector de la Universidad Rey Juan Carlos, vuelva la cordura y el respeto por las artes y la educación pública de la mano de una persona que sepa estar a la altura del cargo que ocupa.

Luz Gómez nos ofrece un libro en que recoge la voz de tres poetas palestinos del Interior, escrito así con mayúscula, porque esa mayúscula hace referencia a un importante número de mujeres y hombres palestinos que viven en un territorio particular, ese territorio que, tras la Nakba —la catástrofe que da lugar a la primera expulsión de los palestinos de su tierra y la creación del Estado de Israel— quedó dentro de las fronteras del nuevo Estado.

Lo que queda de Palestina es ese otro territorio que, con el paso de los años y la feroz política colonialista del nuevo Estado, ha ido menguando hasta convertirse en un conjunto de bantustanes inconexos, divididos y separados por muros, vallas y vías de comunicación vedadas a los nativos de esa tierra ocupada. Palestina es también los campos de refugiados, creados con carácter provisional allá por 1948, pero que perduran 76 años después en países limítrofes: Líbano, Jordania, Siria… Y la diáspora palestina por todos los rincones del planeta. Ese conjunto de territorios conforman Palestina.

Volvamos al Interior y a esos casi apátridas, los palestinos del 48. Las voces de Rashid Hussein (1936-1977), Samid al-Qasim (1939 – 2014) y Taha Muhammad Ali (1931-2011) despertaron en esa población palestina apátrida en su propia tierra la conciencia de su identidad y la exigencia de igualdad y reparación. Con el tiempo, las voces de estos poetas dieron cuenta también del fracaso de los sueños y cantaron la lucha común por Palestina.

Cuenta Luz Gómez que «en febrero de 1977 una multitud acompañó los restos mortales del poeta Rashid Hussein al cementerio de Musmus, una aldea de la planicie central de Palestina, donde había nacido en 1936. Se cuenta que a la entrada del pueblo la familia, campesinos, había puesto una pancarta que decía: “Rashid Hussein os da la bienvenida”, una frase que retrata al poeta: visionario, directo, entregado, vivo».

El poeta había muerto en el incendio de su apartamento en Nueva York, donde vivía exiliado (a pesar de ser «ciudadano israelí», Israel no le permitió regresar nunca a Israel, después de que se fuera en 1965). Y continúa la autora: «Entre los que llevaron a hombros el ataúd se contaba otro gran poeta del Interior, Samih al-Qasim, al que Rashid Hussein había escrito desde el exilio una carta con los siguientes versos:

"Nos encontraremos
en la herida de una bandera
en una barca cuyos remos perfilan
la línea del amanecer".

Samih al-Qasim es la segunda voz de esta antología, había nacido en la alta Galilea en el seno de una familia drusa, minoría musulmana que Israel trató de atraerse en su política de división de los palestinos. A diferencia de los demás palestinos del Interior, los drusos están obligados a cumplir el servicio militar israelí. Samih al-Qasim, uno de los  primeros drusos que se negó, lo cual le costó la cárcel en una base militar.

La tercera voz poética de este libro es la de Taha Muhammad, que no formó parte de la llamada «poesía palestina de resistencia». Su voz se escuchó en un contexto muy distinto al de Rashid y Samih, cuyos poemas, en los años 50 y 60 del pasado siglo, se recitaban en «festivales y plazas y se transmitían de boca en boca por Galilea y el Triángulo», en palabras de la autora. Su primer libro se publicó en 1983.

Sin embargo, también él fue testigo y víctima de la Nakba. Ilan Pappé en La limpieza étnica de Palestina:

El escritor Taha Muhammad Ali era un joven de diecisiete años cuando los soldados israelíes entraron en la aldea de Mi’ar el 20 de junio de 1948. Había nacido en la cercana Saffuriya, pero buena parte de su poesía y su prosa actual, como ciudadano israelí, se inspira en los traumáticos hechos de los que fue testigo en Mi’ar. Ese día de junio, al atardecer, vio a las tropas israelíes acercarse disparando de forma indiscriminada a los campesinos que todavía se encontraban trabajando en los campos. Cuando los soldados se cansaron de matar a los aldeanos, empezaron a destruir las casas. Los supervivientes regresaron luego a Mi’ar a continuar viviendo allí hasta mediados de julio, cuando las tropas israelíes volvieron a ocupar la aldea y los expulsaron para siempre. En el ataque del 20 de junio murieron cuarenta personas.

Con su familia se refugió durante unos meses en el Líbano huyendo de las matanzas, regresó después y se instaló en Nazaret, donde transcurrió el resto de su vida, regentando una tienda de recuerdos que se convirtió en lugar de reunión de la intelectualidad del Interior.

A pesar de las dificultades y la escasez de medios, la vida cultural palestina no desapareció gracias a estos jóvenes, que hicieron de la lengua árabe un vehículo de expresión nacional.

Cuando en 1958 se fundó la primera editorial en árabe, la Arab Book Company, la censura se sumó a las restricciones existentes. El poema «Kafr Qasim»* de Samih al-Qasim se publicó censurado, una cruces sustituían sus ocho últimos versos:

Ni un monumento… ni una flor… ni una inscripción.
Ni una casa de la poesía que honre a las víctimas… ni un tupido velo.
Ni un jirón de camisa teñido de la sangre
de nuestros hermanos inocentes.
Ni una lápida con los nombres grabados.
Nada de nada… ¡Vergüenza!
Solo fantasmas que vagan sin descanso
en busca de sus tumbas en los escombros de Kafr Qasim.
+ + + + + + + +

«En la década de los sesenta, Israel todavía temía más a los poetas que a los shaheeds, (“mártires”)», en palabras del historiador israelí Shlomo Sand, citado por la autora. En estos días en que una nueva nakba se abate sobre el pueblo palestino de Gaza, Israel no teme a nadie, actúa con total impunidad, con el silencio cómplice de las naciones que alentaron la creación del Estado de Israel, haciendo suya la falacia de que Palestina era una tierra sin pueblo, y por tanto, podía convertirse en un regalo para un maltratado pueblo sin tierra. Pero la poesía no enmudece, y desde las ruinas de la destruida Gaza sigue escuchándose la poesía…

Luz Gómez
Palestina/48. Poemas del Interior
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, abril 2024

Si ha habido un personaje clave en la reorientación hacia la OTAN de la política ucraniana y su ruptura total con Moscú es la estadounidense Victoria Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos.

Nuland tuvo un fuerte protagonismo en la llamada revolución del Euromaidán de 2014, que resultó en el derrocamiento del presidente democráticamente elegido Víktor Yanúkovich y la instauración de un nuevo Gobierno de orientación atlantista.

La diplomática estadounidense participó personalmente en aquellas manifestaciones, que derivarían en sangrientos enfrentamientos con las fuerzas del orden protagonizados por elementos neonazis.

Como revela una grabación de sus conversaciones con el embajador estadounidense en Ucrania, Nuland fue también determinante en la decisión sobre quién debería encabezar el nuevo Gobierno de Kiev.

Nuland se decidió por Arseni Petróvich Yatseniuk, algo que no gustó a los líderes de la oposición, y el embajador sugirió que sería conveniente consultar ese nombre con los dirigentes europeos, a lo que aquélla contestó “Fuck the EU!”, («¡Al carajo la Unión Europea ¡»)

Descendiente de inmigrantes judíos de Besarabia (hoy parte de Ucrania) que abandonaron la Rusia zarista para establecerse en Nueva York, algo que parece explicar su interés por esa parte del mundo, Nuland está casada- y no es un detalle menor- con Robert Kagan.

Kagan es uno de los más duros ideólogos neocons: autor de un ensayo político titulado “The Jungle Grows Back” (“La Jungla vuelve a crecer”), que describe un mundo lleno de peligros – Rusia, China, Irán- y en el que corresponde poner orden a EEUU.

Decidida partidaria en su momento de la invasión de Irak, Victoria Nuland fue una de las principales asesoras del vicepresidente Dick Cheney, uno de los políticos más universalmente criticados por sus métodos sucios en la guerra antiterrorista y el programa ilegal de espionaje, denunciado por Edward Snowden.

El republicano George. W. Bush, que ordenó aquella invasión con la mentira de la existencia de armas de destrucción masiva en el país árabe, designó a Nuland embajadora ante la OTAN, puesto desde el que ésta se encargó de organizar el apoyo internacional a la ocupación de Afganistán.

Ya con el demócrata Barack Obama en la Casa Blanca, Nuland fue nombrada secretaria de prensa del Departamento de Estado de Hillary Clinton, para ser designada más tarde secretaria de Estado adjunto para Asuntos Europeos y Euroasiáticos.

Desde su papel de primera fila en el Euromaidán, Nuland no ha cesado en la búsqueda de apoyo militar a Ucrania tanto dentro como fuera de Estados Unidos para que el país invadido por Rusia consiga recuperar un día todo el territorio ocupado, Crimea incluida, la más roja de las líneas rojas del Kremlin.

Nuland estuvo una vez más presente en Kiev pocos días antes de que el presidente Volodímir Zelenski destituyese en febrero al jefe de las Fuerzas Armadas, Valerii Zaluzhny, y lo sustituyese por el general Oleksandr Syrskyi.

Victoria Nuland acaba de anunciar su próxima retirada del cargo que ocupa, en el que la sustituirá John Bass, último embajador en Afganistán antes de la salida de EEUU del país de los talibanes. ¿No es significativo?

El 5 de Abril de 2024, la misma mañana en la que Alemania votó No en la resolución de la ONU para el cese del envío de armas a Israel, un grupo de asociaciones de abogados de Berlín presentaron una acción legal de urgencia interpuesta contra el estado alemán por su complicidad con el genocidio en Gaza al haber seguido mandando armas a Israel tras las medidas preventivas ordenadas por el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya. Las entidades y asociaciones  European Legal Support Center (ELSC), Palestine Institute for Public Diplomacy (PIPD), Law for Palestine, que se han unido bajo la iniciativa Justice and Accountability for Palestine y en colaboración con Forensis quieren con esta acción lograr que el gobierno alemán pare de inmediato el envió de armas a Israel.

Como se muestra en el informe presentado ayer por Forensis, Alemania en los últimos 20 años ha mandado armas a Israel por valor de miles de millones y en los últimos dos años facilitó a Israel el 47% de las armas convencionales, lo que sitúa a Alemania como el segundo país proveedor de armas del estado sionista, tras EE.UU.

Durante la rueda de prensa de presentación de la querella en Berlín, se encontraban presentes varios medios internacionales, pero sólo uno alemán, Junge Welt, uno de los pocos periódicos críticos con Israel y con la actuación de su gobierno. Durante la ronda de entrevistas, a través de una video llamada, una periodista de la cadena pública ZDF entrevistó a la abogada Nadija Samour con preguntas como: “¿Qué pasa con Hamas y el derecho internacional?”, “¿Tiene Israel derecho a defenderse?” “¿Usted se considera abogada o activista?”. Tras 6 meses de genocidio y crímenes de guerra, la prensa alemana, pública y privada, sigue las directrices marcadas por Israel y centra la atención en Hamas y el 7 de octubre, y por tanto en la supuesta legitimidad de Israel a la autodefensa, y no encuentra importante acudir a la presentación de una acción legal contra su gobierno por su complicidad en el presente genocidio.

Alemania se enfrenta esta semana también en la Corte Internacional de Justicia de la Haya a una demanda interpuesta por Nicaragua por haber seguido exportando armas a Israel y haber cesado la financiación de UNRWA, tras la medidas provisionales dictadas por este mismo tribunal en el caso de Sudáfrica contra Israel por posible genocidio. Nicaragua argumenta que Alemania, con estas acciones, está fallando en la prevención del genocidio, tal y como está obligada a hacer al ser firmante de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Esta demanda tampoco ha tenido demasiada repercusión en los medios del país.

Al mismo tiempo asociaciones que luchan por el pueblo palestino en este país, como Comité Palestino Unido Nacional (Vereinigtes Palästinensisches Nationalkomitee), Voces Judías por la Paz en Oriente Medio (Judische Stimme), Fuerza de los/las trabajadores/as (Arbeiter:innenmacht), Izquierda Revolucionaria (Revolutionäre Linke), Diem 25 y BDS están organizando para el fin de semana del 12 al 14 de Abril el Congreso de Palestina en Berlín, donde acusarán al gobierno alemán por su complicidad en el exterminio y apartheid cometidos contra el pueblo palestino.  Entre los ponentes están activistas de la causa palestina tan destacados como Ghassan Abu Sittah, Noura Erakat o Yanis Varoufakis.

Este congreso en este país está siendo atacado por la clase política y la mayoría de los medios de comunicación, al que califican como “Antisemitas del mundo quieren reunirse en Berlín”. Mientras la clase política busca como efectuar su prohibición, la prensa alemana publica los nombres, direcciones y puestos de trabajo de algunos de los ponentes, que ahora están recibiendo amenazas y la policía criminal efectúa registros y confiscaciones de aparatos electrónicos en las casas de dichos ponentes. En una actuación no ocurrida en 75 años, la caja de ahorros Sparkasse, donde tiene su cuenta Judische Stimme, organización que recogía el dinero de las entradas al congreso, ha bloqueado la cuenta de la ONG judía y solicitado una lista de los nombres y la dirección de todos los miembros. En vez de un clamor popular de todas las personas y medios que supuestamente luchan contra el antisemitismo en este país, ha habido silencio y por tanto aceptación.

Tras la congelación de los fondos, se planeó para el viernes 5 de abril un evento en Berlín para recaudar dinero para el congreso con un panel de discusión sobre la represión en el estado alemán de la solidaridad con Palestina, el lugar donde se iba a celebrar, donde a menudo se dan encuentros políticos y artísticos, recibió una llamada de la policía, que alegado “problemas de seguridad”, sugirió enfáticamente que no se celebrara el evento. No vieron apropiado quizás hacer su trabajo y proteger el evento, optaron por presionar para cancelarlo, ante esta situación los organizadores y trabajadores del lugar se vieron obligados a suspenderlo.  Este evento se va a celebrar ahora el domingo en un centro completamente privado y por tanto inmune a la represión (económica) estatal.

Los organizadores/as del Congreso de Palestina ante esta terrible situación han hecho un llamamiento internacional de apoyo y piden a todos los grupos y personas del movimiento de solidaridad con palestina que se manifiesten el día 14 de abril frente embajadas y consulados alemanes para mostrar a este país que se está quedando solo en su apoyo al régimen sionista. Más información aquí. También hacen saber que el congreso será retrasmitido. Puede buscarse información en esa misma web.

El gobierno y la mayoría de la sociedad alemana están quedando en evidencia en su defensa sin fisuras de Israel. Cada vez más voces críticas mundiales están prestando atención a los graves sucesos que están pasando en Alemania. El próximo viernes 14 de abril habrá concentraciones en diversos lugares frente a sedes diplomáticas alemanas. Es el momento de que la sociedad española, que ha mostrado un alto grado de solidaridad con Palestina y que de nuevo saldrá a la calle el domingo 21 contra el genocidio en Gaza, se una a esas voces.

 

Miles de personas se acercaban cada día ahora hace veinte años a un recinto de casi 40 hectáreas en el cual, a partir del 9 de mayo y durante cinco meses, debía tener lugar un gran acontecimiento internacional. Preparaban un encuentro que tenía que «mover el mundo». Esto decían los padres de aquella idea. Se trataba de abrir un espacio de diálogo permanente entre culturas diversas, de encontrar formas de «desarrollo sostenible», de crear condiciones para la paz y de dar continuidad indefinidamente a la nueva iniciativa con convocatorias similares en todo el planeta. Ambición no faltaba y consiguieron una cantidad de dinero más que considerable para sustanciar el proyecto.

Barcelona era la ciudad en la que debía tener lugar el inicio grandioso de este «acontecimiento histórico» y, más en concreto, como escenario, los promotores eligieron una gran zona adyacente a la desembocadura del río Besòs, en la que hasta los años ochenta habían vivido miles de personas, en las barracas del Camp de la Bota, y en dónde el régimen franquista hizo fusilar a más de 1700 presos durante la larga posguerra. Un enclave totalmente transformado durante tres años con toneladas y toneladas de cemento. Una obra faraónica construida de espaldas a los vecinos del barrio de la Mina, que no se pudieron beneficiar ni siquiera de las migas de la gran fiesta que se celebró junto a sus viviendas a lo largo de 141 días.

Durante las semanas anteriores a la inauguración del Fòrum Universal de les Cultures la actividad en la zona era intensa. Las medidas de seguridad complicaban el acceso a cada área. Las tarjetas de acreditación eran diversas y restrictivas. Muchas visitas eran de carácter institucional, pero la mayor parte de la gente iba para trabajar en la instalación de equipos, en la ornamentación y en los preparativos finales de nuevos inmuebles… Había que hacer visitable todo el espacio que se había querido «rehabilitar», poner a punto las herramientas que tenían que hacer posible la conectividad interior y exterior, instalar pantallas, cámaras y servidores informáticos, preparar exposiciones, espectáculos de todo tipo, ceremonias, entretenimientos para los niños, conferencias, proyecciones, coloquios, debates, ferias, tiendas, chiringuitos para beber y comer… Y era preciso asistir a reuniones y más reuniones, muchas de las cuales dedicadas a tomar posiciones y a ver quién podía y quería hacerse responsable de cada cosa. Esto no siempre quedaba claro. Se había despertado una gran ansiedad para ocupar despachos y no dejar ninguna silla vacía. La asignación de cargos, encargos y responsabilidades había mutado unas cuántas veces y el organigrama se fue haciendo más y más complejo.

La gran pregunta para la gente normal era siempre la misma: ¿Qué es eso del Fòrum? Su naturaleza era cambiante. Los periodistas que tenían que seguir la actualidad generada por el proyecto se encontraban a menudo con dificultades por saber dónde y de qué manera podían obtener información fiable. Los canales de comunicación se multiplicaron y a menudo sus responsables competían entre ellos en vez de coordinarse y colaborar. Las dos principales cadenas de televisión públicas, CCRTV y RTVE, se disputaron los derechos sobre las imágenes desde mucho antes de la inauguración y sin saber siquiera en que consistiría la programación. Nueve semanas antes de la apertura de puertas firmaron un acuerdo para la creación de Canal Fòrum, que en realidad no sería un nuevo canal con frecuencia propia, sino el nombre de un compromiso para la emisión de programas sobre el Fòrum desde las emisoras ya existentes y para compartir los derechos de difusión en directo de los actos principales. Barcelona Televisió también firmó un convenio para la coproducción de un programa diario, Fòrum Directe.

La falta de coordinación se asumía como un hecho inevitable en no pocos ámbitos. La selección de actividades se llevaba a cabo a menudo desde instancias separadas de la organización logística. Así se reconoció desde altas instancias del propio Fòrum.

Las instituciones sufren a menudo enfermedades como esta, que empobrecen su operatividad. Parece una fatalidad. Con el paso del tiempo, quién las gestiona pone en segundo plano los objetivos para los cuales fueron creados los organismos y toma como prioridad la satisfacción de ambiciones personales, pero en el caso del Fòrum la metamorfosis fue espectacular. Su estructura organizativa se tornó obesa en poco tiempo y la degeneración burocrática se extendió a una velocidad más que notable.

Se contaba con el apoyo de la Administración del Estado, de la Generalitat de Catalunya y del Ajuntament de Barcelona, que en el momento en que se empezó a pensar en obras, recursos y contratos se encontraban bajo control respectivo de PP, CiU y PSC. Hipotéticamente mantenían el consenso en torno al Fòrum, pero el precio era la reserva de cuotas en la designación de cargos. Los despropósitos estaban garantizados.

La inauguración, sin embargo, se pudo llevar a cabo pocos meses después de la llegada de Pasqual Maragall a la Presidència de la Generalitat y a pocas semanas de que el candidato del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, fuera elegido presidente del Gobierno y frustrara de este modo las expectativas de quienes confiaban en la continuidad del PP en la Moncloa. Aun así PP y CiU siguieron en el Consejo de Administración del Fòrum.

La idea inicial, lanzada desde el Ajuntament de Barcelona en 1997, resultaba alentadora para una parte de la ciudadanía e insultante para otra, pero entre la mayor parte de la sociedad lo que despertaba era una mezcla de indiferencia y curiosidad.

Se trataba, decían en la abundante propaganda difundida con un descomunal gasto de papel impreso a todo color, de promover, «de una manera sustancial», «a través del diálogo entre las culturas, el estudio, la reflexión y la innovación», «la construcción de una cultura de la paz y una ética de la globalidad». Dicho así parecía que la filantropía predominaba por encima de cualquier otro criterio o interés. ¿Quién podía decir que estaba en contra de la cultura y de la paz al mundo?

Se daba la circunstancia, no obstante, de que más allá de las disputas entre partidos por sus cuotas de influencia, existían poderosos intereses económicos de compañías que querían presentar su actividad como algo coherente con la defensa de la paz, de los derechos humanos y del medio ambiente, y que casualmente obtendrían provecho de su «inversión» con importantes beneficios fiscales.

Empresas como ENDESA o La Caixa, reiteradamente denunciadas por su implicación en actividades contaminantes o en inversiones en la industria armamentista, figuraban como socios del propio Fòrum. Otros como Aguas de Barcelona, INDRA, Randstat o Nestlé, interesadas en negocios en todo el mundo que cuestionan derechos elementales, aparecían como patrocinadoras del «gran encuentro internacional», con el cual se justificaba además una macro-operación urbanística acorde con la transformación de la capital de Catalunya en una ciudad económicamente condicionada por la especulación inmobiliaria y enfocada hacia el turismo.

La zona costera que comparten Barcelona y Sant Adrià de Besòs necesitaba (y necesita todavía) la acción de las administraciones para atender las necesidades de la población de barrios degradados, para incrementar y mejorar equipamientos y para resolver problemas medioambientales. Hacía falta una intervención cuidadosa, decidida y respetuosa con el entorno.

La conclusión de unos trabajos necesarios para mejorar las condiciones de vida en la ciudad se podía haber celebrado, con una fiesta muy sonada, pero el Fòrum cambió esta lógica y sus impulsores decidieron hacerlo a la inversa. Se imaginó un acontecimiento hipotéticamente cultural y humanístico de proporciones gigantescas, y ello exigiría una obra descomunal. Para complementar el discurso filantrópico se buscó y se obtuvo la complicidad de organismos internacionales, como UNESCO y ACNUR, la colaboración de instituciones universitarias, de entidades dedicadas a la cooperación y de los principales sindicatos, que aparecieron en rara armonía con grandes consorcios empresariales.

Una parte de la sociedad civil barcelonesa, sin embargo, denunció los intereses privados camuflados bajo objetivos altruistas y conformaron una ‘Assemblea de Resistències al Fòrum’, integrada por unas cincuenta entidades, entre las cuales estaba la Federació d’Associaciones de Veïns y Veïnes de Barcelona.

El legado del Fòrum

El Fòrum de Barcelona aspiraba a «dejar un legado para el futuro». Quería ser la primera de una serie de convocatorias similares «con vocación universal», desarrolladas «bajo los auspicios de la UNESCO». Y aspiraba a «convertirse en un modelo de acontecimiento internacional para el siglo XXI». Los Juegos Olímpicos del 92 habían dejado buen sabor de boca entre no pocos sectores de la ciudadanía. No todos, ni de lejos, pero eran suficientes para que sonara bien la música de acompañamiento de un largo festival que consolidaría la marca ‘Barcelona’, con una ambiciosa aventura cultural y política de nuevo formato. Veinte años después, ¿quién la recuerda?

Se gastaron miles de millones, pero las cuentas nunca estuvieron bastante claras.

Se calcula que en las obras de infraestructura se invirtieron 2.300 millones de euros, pero el repaso de las cifras publicadas no permite hacerse una idea clara sobre el coste de todo lo que hicieron unos y otros.

Para algunas actividades se habían asignado cantidades de centenares de millones antes de saber para que tenían que servir.

Cuando concluyó el evento algunos medios optaron por el balance triunfalista. «Final feliz», «Brillante final», titularon a toda página.

No mucho tiempo después, el consejero delegado y el director general del Fòrum reconocían públicamente que la cifra de visitas al recinto, para las cuales había que pagar entrada, había sido muy inferior a la prevista: 3,3 millones en vez de los 5 que habían anunciado inicialmente. Hay que recordar que cuando se lanzó la idea se situó la expectativa de asistentes en 11 millones.

Hipotéticamente las cuentas del Fòrum Universal de les Cultures Barcelona 2004 se cerraron con un déficit de 400.000 euros, según explicó el alcalde de Barcelona. Las cifras variaban según las fuentes. Diez años más tarde, la Sindicatura de Comptes hizo público un informe según el cual Ajuntament, Generalitat y Estado habrían aportado fondos públicos por valor de 240 millones. En el mismo documento este organismo denunció un montón de irregularidades en la realización de las obras, en las licitaciones y en la adjudicación de contratos, en la utilización de empresas de trabajo temporal, en las gratificaciones y sobresueldos para los directivos y en el pago a los miembros del Consejo de Administración del Fòrum de dietas sin justificar.

El legado dejado para la capital catalana es básicamente de carácter inmobiliario: Una plaza dura enorme, el acceso a una zona de baños también de hormigón, una marina para embarcaciones de lujo, un edificio triangular habilitado como museo encima de un salón de actos grandioso y un Centro Internacional de Convenciones.

Y además de textos, imágenes y de lo que se haya podido guardar en archivos y discos duros, el legado inmaterial que quedó fue sobre todo una idea, un proyecto que murió unos años más tarde, porque no hay en perspectiva ninguna entidad dispuesta a reivindicar el propósito del Fòrum.

Las mismas entidades que promovieron la convocatoria del 2004, Ajuntament, Generalitat y Administración del Estado, constituyeron una Fundación, que tenía que hacer posible la continuidad de la iniciativa barcelonesa en otras ciudades del mundo. Y así lo consiguió durante unos cuántos años. Monterrey (México), Valparaíso (Chile) y Nápoles (Italia) tomaron sucesivamente el relevo a Barcelona 2004. Lo hicieron de manera menos y menos ambiciosa, con encuentros de duración cada vez menor en 2007, 2010 y 2013, hasta que la idea quedó sin defensores. Quebec (Canadá) y Ammán (Jordania) dimitieron de la responsabilidad de hacerse cargo conjuntamente de hacer posible la edición de 2016.

Al año siguiente, la Fundació Fòrum Universal de les Cultures quedó inactiva. Se disolvió muy discretamente. Hoy se diría que no quedan personas interesadas en recordar la exaltada actividad que agitó la capital de Catalunya durante 141 días. O quizás sí. En cualquier caso convendría hacer balance.

El Fòrum quería «mover el mundo». Y el mundo, no cabe duda, se ha movido una barbaridad a lo largo de estos veinte años, pero el Fòrum no ha tenido nada que ver en ello. Últimamente se mueve a una velocidad más que preocupante. Lo hace en sentido absolutamente contrario a las ideas proclamadas en la declaración final de la edición del Fòrum de Barcelona, en la cual se autoafirmó como «nueva oportunidad para conocer y participar en la resolución de los problemas del mundo». Los discursos de odio, los muros, las vallas y la negación de derechos a las personas migrantes han frustrado progresivamente durante estos veinte años las posibilidades de diálogo entre culturas. El planeta se calienta a una velocidad incluso superior a la que preveían los científicos y ecologistas a principios de siglo y la biodiversidad decrece de manera más que alarmante, el crecimiento económico indefinido que ambicionan gobiernos y entidades financieras se demuestra cada vez más irracional e incompatible con la idea de «sostenibilidad».

Y lejos «de establecer las bases para emprender un camino efectivo hacia un mundo más justo, más seguro, más rico, más diverso…», como se dijo en ‘El Compromiso de Barcelona’, lo que se ha ratificado a lo largo de estos últimos veinte años es que la organización social con capacidad y voluntad de revertir la deriva hacia la barbarie está por construir. Bajo el actual sistema capitalista no puede prosperar de ninguna forma la cultura de la paz. Hoy vemos como los progresistas defensores de los valores occidentales anuncian que nos hemos de preparar para una gran conflagración, votan a favor del crecimiento de los presupuestos militares y suministran munición y armas más modernas y destructivas a los países en conflicto. La autoproclamación del Fòrum Universal como instancia adecuada para «establecer las bases» de un «camino efectivo hacia un mundo en paz» fue algo más grave que una manifestación de ingenuidad.

La memoria es corta y es frecuente que se olviden cosas que son realmente importantes para la mayoría de la población. Para ir contra corriente de esta amnesia, hoy queremos recordar que el Foro Social Mundial celebrado en Monreal (Canadá) en junio de 2016 acordó designar el 3 de abril como Día Mundial de Abolición de los Paraísos Fiscales. La fecha no fue caprichosa; efectivamente, el 3 de abril de ese mismo año un consorcio de aproximadamente 400 periodistas hizo públicos los llamados “Papeles de Panamá”. Estos “Papeles” fueron el resultado de una ardua investigación periodística lanzada por este Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, que durante 9 meses analizó millones de documentos provenientes del bufete de abogados Mossack Fonseca ubicado en Panamá.

La publicación del resultado de esta investigación, que se hizo simultáneamente en 109 medios de comunicación de 76 países, provocó una auténtica conmoción mundial. Y no hay que extrañarse, el propio Consorcio informó de que según la investigación entre las personas implicadas había jefes de Estado, primeros ministros, conocidos políticos, grandes empresarios, deportistas, actores y actrices… Indicó también que aparecían más de 200.000 sociedades, fundaciones y fondos de inversión con sede en 21 países considerados paraísos fiscales.

Por supuesto, no aparecía dinero procedente de los salarios de la mayoría de la gente que vive (o sobrevive como puede) de su trabajo, tampoco provenía de pymes ni de gente con ahorros pequeños. No, estos “paraísos” no están pensados para la gente común, para la mayoría de la población.

Empecemos por aclarar lo que son estos mal llamados “paraísos” fiscales, porque como veremos enseguida son más bien guaridas. Son países o Estados donde los inversores extranjeros pagan impuestos a tipos muy, muy bajos, o bien directamente nulos. Estos lugares permiten eludir los impuestos en los países de origen o donde está radicada la actividad de la gente millonaria o de grandes empresas, sociedades y fondos de inversión.

Estas guaridas están concebidas para ser secretas y opacas. Este es un requisito imprescindible porque una sociedad, o quien tiene una cuenta en una guarida fiscal, es sin lugar a dudas alguien que se oculta porque no quiere contribuir –pagando los impuestos que debería– a las necesarias inversiones para el bienestar social, alguien que prefiere actuar sin ninguna transparencia porque tiene algo que esconder. Los “paraísos” fiscales son un elemento imprescindible del actual sistema económico y también una guarida necesaria para los capitales procedentes de la corrupción o de otras actividades delictivas. ¿Dónde se puede esconder mejor el dinero procedente del crimen o la corrupción? Y sin la complicidad de bancos y bufetes especializados en ingeniería financiera y en crear sociedades instrumentales no sería fácil operar en ellos.

Para que estos “paraísos” se llamen como lo que son: guaridas, el movimiento Attac y la Plataforma por la Justicia Fiscal lanzaron el año pasado una campaña para que la RAE cambiara la expresión paraíso fiscal por la de guarida fiscal. Varios miles de personas firmaron esta petición y unos meses después, el DRAE recogía (tímidamente) la expresión refugio fiscal que remite a la definición paraíso fiscal, que sigue siendo la principal.

Las consecuencias de las guaridas fiscales son evidentes: la evasión de impuestos a través de estos escondrijos disminuye gravemente la recaudación pública dificultando obtener los ingresos necesarios para la inversión en servicios esenciales: Sanidad, Educación, Vivienda, Igualdad, Medio Ambiente, Dependencia… todos los servicios públicos necesarios para el bienestar social.

La opacidad con la que operan hace muy difícil saber las cifras exactas que se mueven en este entramado de evasión fiscal, el economista Zucman en su libro “La riqueza oculta de las naciones” (Pasado & Presente, 2014) calculaba que el 8% de la riqueza financiera del mundo -unos 7.600 billones de dólares- está oculta en sitios como Suiza, las islas Bermudas, las islas Caimán, Singapur y Luxemburgo. Y representa más riqueza que la poseída por la mitad más pobre de los 7.400 millones de personas del mundo.

Ocho años después de los Papeles de Panamá, se ha puesto una vez más de manifiesto el cinismo y la hipocresía dominantes, y así, el informe Evasión fiscal global 2024, un ambicioso trabajo elaborado por el Observatorio Fiscal de la UE descifra la evolución de estas grandes lacras de la globalización que son la evasión y elusión fiscales, con una atención especial a los mega millonarios, a los que propone gravar con una tasa específica. También considera que cerca de un 25% de los activos financieros se han transformado en bienes inmuebles. Y si bien no es ilegal poseer propiedades en el extranjero, hay muchos casos en los que se emplean para fines ilegales, como lavar dinero o eludir sanciones internacionales.

Las principales guaridas fiscales del mundo, según la Red por la Justicia Fiscal, son las Islas Vírgenes Británicas, las Islas Caimán, Bermudas, los Países Bajos, Suiza, Luxemburgo, Hong Kong, Jersey, Singapur y los Emiratos Árabes Unidos.

Recientemente, en octubre de 2023, los ministros de finanzas europeos revisaron la lista de paraísos fiscales de la UE. Esta actualización supuso la incorporación de Antigua y Barbuda, Belice y Seychelles a la lista negra, mientras que se eliminaron las Islas Vírgenes Británicas, Costa Rica y las Islas Marshall, una decisión que ha sido muy cuestionada y que para Gabriel Zucman: “La lista de paraísos fiscales de la Unión Europea es un chiste”.

Lo que está claro es que las guaridas fiscales incrementan la desigualdad y la injusticia y que es necesario lograr de verdad la Justica Fiscal Global. ¿Se puede? Evidentemente, sí que se puede, hace falta voluntad política para hacerlo. El economista francés René Passet decía hace unos años “Acabar con los paraísos fiscales es facilísimo, hace falta querer. Un juez amigo, Jean de Maillard, tiene la solución: dejar de reconocer los actos jurídicos firmados en esos países”. Y pedía que la economía se someta a la política.

Medidas como no reconocer los actos jurídicos creados en estos paraísos, la exigencia de responsabilidades penales; la creación de una agencia fiscal internacional para combatir los paraísos; exigir la armonización fiscal de la UE; establecer un Impuesto a las Transacciones financieras, combatir el gran fraude fiscal, reforzar y proporcionar los medios necesarios a los inspectores y técnicos de Hacienda, son una muestra de las cosas que se pueden hacer.

moderado por:

  • Ignacio Muro Benayas

    Director Fundación Espacio Público

España inacabada

El conflicto territorial

Fecha de inicio: 02 de abril

Un debate decisivo para las izquierdas

El debate que se plantea tiene como propósito abordar las desigualdades y las deficiencias democráticas y funcionales del actual Estado de las Autonomías. Responde a la preocupación creciente que genera la persistencia del bloqueo para realizar cualquier reforma constitucional, situación que está acentuando y cronificando las deficiencias actuales.

Los déficits institucionales son evidentes: por un lado, la imposibilidad de concretar el perfil de las nacionalidades reconocidas en la Constitución en línea de una España plurinacional, por otro, el bloqueo para que el Senado asuma ser una cámara territorial. Son reformas constitucionales que previsiblemente seguirán bloqueadas, al menos, durante buena parte de la próxima década.

Ocurre que, en el «mientras tanto», se está dando una oportunidad a las inercias históricas (centralismo, caciquismo, particularismos) y a las fuerzas espontáneas del mercado (pugnas fiscales a la baja para captar capital) para que hagan su trabajo. El resultado es que crecen las diferencias territoriales en los servicios esenciales del Estado de Bienestar, con la sanidad como paradigma negativo; cada sequía nos recuerda la incapacidad de encontrar soluciones multilaterales al conflicto del agua, esencial ante el cambio climático; la solución ante el problema de la vivienda se pierde entre bloqueos institucionales y el ingreso mínimo vital se disuelve entre burocracias superpuestas.

La ausencia de programas de colaboración horizontal entre CCAA y la proliferación del unilateralismo vertical y del “qué hay de lo mío” en relación con el gobierno del Estado o la propia acumulación de poder económico en la Comunidad de Madrid… dibujan un Estado con dificultades para afrontar los grandes retos que las transiciones tecnológicas, demográficas y medioambientales nos plantean como país.

La incomodidad de las izquierdas estatales con la cuestión territorial es evidente. Atravesadas por sentimientos contrapuestos, no son capaces de madurar un referente federal consistente que supere las pulsiones centralistas y, al tiempo, complemente o sirva de contrapeso a las izquierdas confederales o soberanistas de Catalunya, Euskadi o Galicia y otras comunidades. Como resultado, pierden peso, a veces simultáneamente, en la España interior y en las nacionalidades. Afecta al PSOE, pero, sobre todo, a las fuerzas situadas a su izquierda especialmente heridas por la fragmentación territorial y los localismos que han propiciado el estado autonómico.

Para abordar esta situación, la Fundación Espacio Público y Público proponen realizar un debate en la que se propicie un balance de la situación del Estado de las Autonomías mediante la participación de expertos y expertas del ámbito político, periodístico, académico, etc.

Modera: Ignacio Muro. Director de la Fundación Espacio Público.

Intervienen
Marina Subirats. Catedrática emérita en Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Mertxe Aizpurua. Diputada de EH Bildu en el Congreso.
Joan Romero. Catedrático emérito en la Universitat de València y autor de «España inacabada».
Roberto Uriarte. Profesor de Derecho constitucional en la Universidad del País Vasco (Podemos).
Javier Pérez Royo. Catedrático de Derecho constitucional en la Universidad de Sevilla.
Monserrat Colldeforms. Economista experta en financiación pública.
Alberto López Basaguren. Vicepresidente de la Asociación Por una España Federal y catedrático de Derecho constitucional de la Universidad del País Vasco.
Teresa Rodríguez. Portavoz y líder de Adelante Andalucía.
Gerardo Pisarello. Diputado de En Comú Podem en el Congreso.
Xavier Domènech. Profesor de Historia de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Goreti Sanmartín. Alcadesa de Santiago de Campostela (BNG).
Laure Vega. Diputada de la CUP en el Parlament.
Amanda Meyer. Abogada y miembro de Izquierda Unida.
Carme Valls. Médica experta en sistemas sanitarios con perspectiva de género.
Joan Botella. Catedrático de Ciencia política (UAB) y vocal de la Asociación por una España Federal.

Carmen Lizárraga. Profesora Titular de Economía en UGR.

El mundo, y en particular los países desarrollados, se preparan para conseguir ventajas comparativas en un nuevo escenario de reubicación de las cadenas de valor y de especialización productiva vinculadas a las transiciones ecológicas, digitales y demográficas.

Los Estados de los países del centro se convierten en actores esenciales que refuerzan la relocalización y captación de procesos industriales antes situados en Asía y en regiones periféricas del mundo. Los discursos de “autonomía estratégica” son la expresión de una nueva fase en la globalización impregnada de tensiones geopolíticas que se presentan con múltiples variantes, en unos casos asumiendo su condicionamiento desde bloques regionales y, en otros, impregnados de planteamientos proteccionistas cuando no en la simple defensa de la ley del más fuerte.

Mientras gana relevancia la definición y apuesta por sectores estratégicos, se considera imprescindible reforzar la conexión entre impulsos públicos e interés general. En la UE la extraordinaria relevancia de los fondos públicos del programa Next Generation, acaparados en buena medida por las grandes empresas privadas, es un vector que exige transparencia y control. Las instituciones regulatorias y el sector público están obligados a asegurar transparencia, al tiempo que se esfuerzan por compatibilizar innovación, eficiencia económica y participación de los diferentes entes territoriales implicados.

Pero asegurar el uso adecuado de esos recursos no solo plantea un problema de fiscalización externa desde las instituciones públicas, también plantea un problema interno en el gobierno de los actores económicos para hacer conciliar la eficiencia y el interés general.

Teniendo en cuenta que el valor diferencial que hoy determina la competitividad de las empresas es el de la calidad de sus activos intangibles que descansan en el capital humano, es necesario superar el actual modelo de gestión verticalizado que termina facilitando el monopolio del poder de los primeros ejecutivos. No es razonable que aquellos que se responsabilizan de definir el rumbo de las empresas y de establecer sus objetivos (y los incentivos por cumplirlos) sean los mismos que deciden como presentar los resultados, algo que les garantiza “su éxito” ante los accionistas y el cobro de sus bonus. Se trata de un modelo de gestión monárquico que carece de contrapesos e impide desentrañar las consecuencias a medio y largo plazo de sus decisiones. Su corrección requiere incluir entre los contrapesos la participación de trabajadores y otros stake holders en el gobierno.

Un sector público no siempre en sintonía con el interés general

Si las aportaciones públicas convierten el reto de la transparencia y el control en algo universal, lo es especialmente en el caso de empresas públicas en las que debería implantarse un sistema de gobierno que garantizara su alineamiento con el interés general, algo de lo que no podemos presumir en España.

La experiencia reciente ha demostrado que nuestro modelo de empresa pública es especialmente débil en cuanto a la defensa de los intereses nacionales y excesivamente fácil de adaptar a los intereses partidistas del gobierno de turno. Situaciones como la de Endesa, que, siendo una empresa pública estratégica, de un ámbito tan sensible como la energía, ha terminado por ser una empresa secundaria de ENEL, del sector público de otro país, Italia, pone de manifiesto la extrema idiotez de las ideologías neoliberales y la fragilidad de nuestro sistema público. Mientras Italia, Alemania, Francia Portugal… han garantizado el control público de sus empresas estratégicas de energía, España las supedita a los intereses soberanos de otro país.

Encontrar un blindaje institucional suficiente y adaptado a las normas comunitarias que incorpore en su gobierno a los principales grupos de interés es el reto que hay que superar para alcanzar una cierta consistencia de su funcionamiento. Además de precisar en los estatutos de cada empresa su misión, sería conveniente reforzar sus metas mediante la definición de “contratos de empresa” en los que se acotase el interés público buscado y el control de sus resultados con indicadores globales de creación de valor, y perfilando la participación en el gobierno de aquellos “stakeholders” que sean identificables y representativos en cada caso.

En su ausencia, lo normal es que se instale un sistema viciado de gobierno que descansa en la extraordinaria libertad de las gerencias, algo que se manifiesta de dos modos:  por un lado, un Consejo monopolizado por funcionarios de diversos ministerios, solo preocupados por complementar rutinariamente su nómina con las dietas por asistir al Consejo, que es justo lo contrario de un accionariado activo implicado en un proyecto a largo plazo; por otro, la ausencia de controles internos ex ante que es cubierto solo por lejanas inspecciones burocráticas ex post de IGAE o del Tribunal de cuentas, preocupadas por detalles del “cómo” se hacen las operaciones pero nunca del “qué”.

La mejor conexión entre actores públicos e interés general exige alejarse de ese planteamiento burocrático típico del siglo pasado. Ello pasa por definir un estatuto de empresa pública, con una administración “ad hoc” abierta a la participación de sus interesados que, al tiempo, asegure una administración autónoma y profesional.

La participación de los trabajadores en el gobierno de las empresas públicas

Las empresas públicas, (con participación de capital público de cualquier nivel municipal, regional, estatal) deben estar obligadas a escalar en las máximas cotas participativas y, al tiempo, ser vanguardia en modelos de gestión eficientes, innovadores y profesionales para otorgar la máxima estabilidad y coherencia a los proyectos públicos.

Alcanzar ese objetivo requiere, que las fuerzas sociales interesadas y, en particular los sindicatos, incorporen en su agenda esa ambición política de coogobernanza algo que, desgraciadamente, todavía no se cumple.

De hecho, en España, esa participación existe como resultado de negociaciones directas entre UGT, CCOO y el gobierno de Felipe González, iniciadas en 1986, en plena oleada privatizadora, que consiguió regular la representación de los trabajadores en los Consejos de Administración de todas las empresas públicas. El residuo de esa experiencia sobrevive hoy en ADIF, RENFE, HUNOSA, TRACSA o Navantia, en las que los sindicatos más representativos mantienen, cada uno, un representante en el Consejo de Administración, pero no en otras como puede ser Agencia EFE, grupo MERCASA o Correos.

Aunque falta por hacer un balance global de esa experiencia, se puede afirmar que, en general, esos representantes realizan su labor, limitada a lo que cada uno entiende, de forma aislada y descoordinada de las estructuras sindicales que no terminan de asignarles el valor que tienen. La dificultad de discernir las mejores opciones para materializar su voto entre diferentes y complejas alternativas, con derivadas estratégicas, es uno de los motivos por los que su gestión se convierte en difícil si no cuenta con el apoyo correspondiente. De hecho, esa necesidad, que no solo afecta a los representantes sociales sino a cualquier consejero que actúe en representación de una institución, está cubierta legalmente con la figura de los “asesores de voto” (o Proxi Advisors, regulada por la CNMV). Formalizar la existencia de una estructura de apoyo a los representantes sindicales en los Consejos es imprescindible para que su actuación forma parte de un desarrollo democrático de la actividad productiva al más alto nivel.

Para ello, los sindicatos deberían apostar con más decisión por planteamientos más cercanos a las metas de democratización económica que, de alguna forma, podrían interpretarse como una concreción y prolongación de las políticas de concertación.

La concertación es la lógica que define la gobernanza actual y sería erróneo interpretarlo como un esquema que contradice el conflicto de clases. Significa compartir diagnóstico y construir consensos en torno a lo común, cuando los consensos son posibles, sin que eso limite evidenciar las discrepancias y disensos. A nivel global, esa lógica ha permitido consensuar los ODS; a nivel europeo para lanzar las políticas Next Generation; a nivel español para la reforma del mercado laboral. Y esa lógica es también asumida por los sindicatos a nivel sectorial en los convenios colectivos, que facilitan la máxima racionalización y estabilidad en la transformación del automóvil o la banca, por ejemplo.

Lo paradójico es que, mientras asumen la concertación social a múltiples niveles, cuando se desciende “a nivel de empresa”, los sindicatos parecieran sentirse cómodos defendiendo “solo lo suyo”, es decir, la defensa de “intereses de parte” (condiciones laborales, salarios, empleo) pero nunca cuestionando o interesándose por los rasgos del proyecto empresarial en su conjunto ni por la “dirección del barco”.

Y ello ocurre incluso en las empresas públicas que, por definición, son un instrumento del interés general en el que los trabajadores no son una parte más, sino una de las principales partes interesadas en vigilar que el producto de su trabajo se materialice en la dirección deseada a largo plazo.  Ya es hora de romper con esa lógica tradicional en la que los directivos asumen la empresa “como si fuera propia” y los trabajadores “como si fuera ajena”, algo imposible de entender cuando nos referimos a empresas públicas.

Cambiar la mirada del mundo del trabajo y la misión de los representantes de los trabajadores sería acceder a un nuevo estadio en el que «sus intereses de parte» encuentran un acomodo vigilante mientras muestran interés en participar en el “cómo producir” y “qué producir”.

Ese escenario nos dibuja un proceso de cambio social que nos lleva a repensar la sociedad que queremos. Confrontar el gobierno actual de las empresas con una alternativa que incorpora una nueva institucionalización de los intereses en disputa, debería ser uno de los motivos que marcaran las prioridades estratégicas del mundo del trabajo.

Traducción: Nuria del Viso

Recogemos en este artículo las intervenciones de Eileen Crist y de Lyla Mehta en el foro online sobre población «The Population Debate Revisited», organizado por Great Transition Initiative (GTI) en agosto de 2022[1]. Las autoras representan dos posiciones paradigmáticas de los debates sobre población: Crist defiende la necesidad de reducción de la población mundial mientras que Mehta aboga por poner el foco en cuestiones de poder, de distribución y de cómo se genera socialmente el concepto de escasez.

Menos es más

EILEEN CRIST

Me gustaría empezar agradeciendo a Ian Lowe el haber preparado el escenario para un animado intercambio. Mi comentario está motivado por la consideración normativa de superar el rencor que rodea la cuestión de la población. Abogo por replantear ciertos aspectos de la población de forma que se demuestre de forma incontestable que poner fin al crecimiento demográfico y reducir gradualmente el número de seres humanos sirve para el bienestar de todos a largo plazo.

Desvincular la política de inmigración de la cuestión demográfica. Resulta ventajoso enfocar la población como una cuestión global, excluyendo el discurso de la inmigración de las cuestiones de población. Cuando se proponen medidas de restricción de la inmigración como medio para hacer frente a la superpoblación, el debate sobre la población se paraliza en medio de acusaciones de racismo, xenofobia y similares. Podemos unirnos para abogar por la búsqueda activa de ciertos derechos humanos que reviertan el crecimiento de la población (cuestión que abordaré más adelante), sin que la inmigración se convierta en un obstáculo. El espacio me impide exponer los argumentos contra la restricción de la inmigración como política demográfica, pero los he publicado en otro lugar[2].

Los derechos de los niños, el empoderamiento de las mujeres, la libertad reproductiva y la educación sexual integral son el camino. Evitar empantanar el debate sobre la población con la política de inmigración no es una mera táctica. La transición hacia una población mundial más reducida y sostenible es posible mediante el mismo conjunto de transformaciones en todas las sociedades: tolerancia cero a las «novias infantiles»; educación hasta (al menos) la enseñanza secundaria para las niñas; empoderamiento de las mujeres, es decir, acceso a la educación superior, a un empleo significativo y a carreras de liderazgo; servicios de planificación familiar y opciones anticonceptivas voluntarias; y eliminación de las barreras físicas, sociales y culturales que las impiden. A estos derechos humanos establecidos relacionados con la población, debemos añadir la educación sexual integral (ESI), que puede desempeñar un papel importante en el decrecimiento de la población. La ESI reduce la tasa de embarazos no deseados, además de otros notables beneficios para la calidad de vida[3].

Los derechos de las niñas y las mujeres son fundamentales para la transición a una población más reducida. Cuando las mujeres reciben educación y se empoderan por lo general eligen tener menos hijos o no tenerlos, independientemente de su origen. Cuando las mujeres son libres de elegir su destino reproductivo aflora lo que Martha Campbell ha llamado su «deseo latente» de tener menos hijos[4]. Hay una razón evolutiva para ello: el embarazo y la maternidad son un reto para el cuerpo de las mujeres. Tener muchos hijos, sobre todo a partir de la pubertad y de forma muy seguida, está relacionado con un aumento de la mortalidad materna.

Las presiones sexistas del pronatalismo coercitivo están presentes no solo en el mundo en desarrollo. Ya sea de forma sutil o expresa, las normas socioculturales a favor de la maternidad están muy extendidas en el Norte y el Sur del mundo. Las presiones pronatalistas sobre las mujeres merecen ser expuestas y confrontadas[5].

El consumo es el problema, la población lo aumenta. Un marco estándar que requiere un replanteamiento es la yuxtaposición de «consumo» y «población» como variables de impacto distintas. Este dilema engañoso lleva a la gente a elegir cuál es el problema. Es comprensible que muchos opten por castigar el consumo excesivo de los ricos mientras desestiman el tamaño y el crecimiento de la población. Este dilema es ofuscante. El consumo excesivo es el problema; el crecimiento de la población hace que el consumo aumente y acabe por rebasar los límites.

Para entenderlo mejor, imaginemos una situación hipotética. Si los seres humanos fueran «respiradores», es decir, capaces de satisfacer sus necesidades energéticas únicamente con la respiración, y se inclinaran por la simplicidad voluntaria, el número de seres humanos apenas importaría. La Tierra podría albergar a muchos miles de millones de minimalistas respiratorios. Volviendo a la realidad, todas las personas necesitan comer y a la mayoría le gusta hacerlo al menos dos veces al día. Más aún, todo el mundo debería comer más de una vez al día y tomar buenos alimentos. En una civilización global electrificada e interconectada, la gente consume, por supuesto, muchas más cosas que alimentos. En este artículo, me centro en la cuestión de la población sobre todo a través de la lente de la alimentación.

El sistema alimentario (producción, consumo, transformación y comercio) se ha convertido en la principal causa de deterioro ecológico a todos los niveles: extensión del uso de la tierra y de los océanos, colapso de la biodiversidad, pérdida y degradación del suelo, agotamiento del agua dulce, cambio climático y contaminación de la tierra, los ecosistemas de agua dulce, los mares costeros y la atmósfera[6].

¿Podemos dejar de enmarcar la Revolución verde como un «logro técnico»? Me gustaría que abandonáramos el obligado guiño deferente a la revolución verde. A pesar de las buenas intenciones originales, los beneficios a corto plazo y los impresionantes rendimientos, la revolución verde ha desatado una caja de Pandora de daños desastrosos. Sus monocultivos destruyen la biodiversidad. Los agroquímicos ponen en peligro la biodiversidad del suelo, la vida de las plantas y los insectos, las aves y otros animales, incluidas las personas[7]. Los fertilizantes sintéticos desmantelan la biodiversidad del suelo; exacerban el cambio climático, contaminan el aire, la tierra, el agua dulce, las aguas subterráneas y los estuarios; y pueden provocar eventos de mortalidad masiva de la fauna. Mientras que la cantidad de alimentos se ha disparado (por ahora), la calidad de los mismos (especialmente los que se imponen a las personas sin poder) ha caído en picado. Más de 2.000 millones de personas (tanto subalimentadas como sobrealimentadas) sufren carencias de micronutrientes[8].

La revolución verde ha respaldado el crecimiento explosivo de la población humana. La existencia de casi la mitad de la población está en deuda con las tecnologías de la revolución verde, sobre todo con los fertilizantes[9]. Es un trato fáustico. Los efectos de la revolución verde en la biosfera están aumentando en los niveles interrelacionados mencionados anteriormente. El glifosato está en la lluvia. La contaminación por nitrógeno es una catástrofe creciente que pasa desapercibida, ya que la mayoría de los ojos están puestos en el carbono[10]. Los monocultivos son más vulnerables a un clima que cambia rápidamente.

Aunque se necesita inmediatamente una mejor gestión de los insumos de la revolución verde, el restablecimiento de la salud de la biosfera y de la humanidad no tiene por qué plantearse como un ejercicio de control de daños de un sistema de producción de alimentos intrínsecamente perjudicial. La solución profunda consiste en abandonar esta forma de producir alimentos, junto con la reducción gradual del número de personas hasta llegar a un punto en el que todas las personas puedan recibir alimentos sanos: alimentos producidos de forma ecológica y ética, no contaminados por biocidas y ricos en nutrientes procedentes de suelos sanos y regenerados.

El cultivo de alimentos no es un problema de ingeniería que deban resolver los tecnócratas con planes de eficiencia y microgestión. Cultivar alimentos es el arte de los agricultores en diálogo con la abundante fertilidad de la Tierra.

Menos es más: una población de unos 2.000 millones es mejor para todos y a largo plazo. La Tierra conoce la fertilidad, y los agricultores saben cómo trabajar con ese don para alimentar a la gente. Deberíamos prescindir del tropo de «alimentar al mundo». No hay que alimentar a los seres humanos, sino nutrirlos con alimentos hechos con amor por los animales y la tierra, cultivados por la calidad más que por la cantidad, y elaborados por los agricultores en una relación ingeniosa con la naturaleza que los rodea.

Entonces, ¿a cuántas personas puede alimentar la Tierra? Esta pregunta requiere una aclaración muy importante. ¿En qué tipo de planeta? Los guardianes de la Tierra sostienen que la opción virtuosa y prudente es un planeta en el que se conserve la biodiversidad, la abundancia de poblaciones no humanas, la complejidad ecológica, la vivacidad del comportamiento (como las culturas animales y las migraciones) y el potencial evolutivo. Todo ello requiere la conservación a gran escala de la tierra y los mares, el fin de la deforestación tropical, la proliferación de proyectos de renaturalizaciónz y restauración ecológica, y la eliminación gradual de los agroquímicos y otros contaminantes. Una amplia protección de la naturaleza salvaje y de los «paisajes intermedios» agrodiversos (donde se producen los alimentos) son sinérgicas, siempre que los paisajes intermedios sean subsistema modesto del planeta en lugar de invadirlo.

Cuando David Pimentel hizo el cálculo de cuántas personas pueden ser mantenidas con equidad a base de alimentos orgánicos, diversos y mayoritariamente vegetales, y al tiempo proteger generosamente la naturaleza salvaje, el resultado rondaba los 2.000 millones[11]. Esta cifra no es absoluta ni una «solución rápida”[12], sino que ofrece una visión a medio y largo plazo que debe abordarse con prontitud y ambición dentro de un marco de derechos humanos, junto con muchas otras transiciones que exige nuestra situación.

¿Qué elegirá la humanidad? Además de necesitar alimentos sanos, la mayoría de los habitantes del mundo moderno también quieren –entre otras cosas– ordenadores personales, frigoríficos, control de la temperatura interior, tecnologías de entretenimiento, medios de transporte y un conjunto material de servicios sanitarios, educativos y de otro tipo. Podemos dejar de lado si se trata de lujos industriales, de comodidades buscadas o de manifestaciones del potencial de nuestra especie que vale la pena mantener en formas alteradas y reducidas. En lo que sí podemos estar de acuerdo es en que las comodidades modernas no deberían ser un privilegio ilimitado de los ricos, sino una prerrogativa de todos los que las deseen a niveles moderados y justos.

A este respecto, el estilo de vida moderno se está extendiendo, lo que subraya el argumento: debemos ser muchos menos, si la humanidad también desea habitar un planeta biológicamente vibrante. Si, por el contrario, la humanidad deriva hacia la conversión de la Tierra en una colonia de recursos, ese planeta empobrecido podría –durante un periodo indeterminado– «alimentar» a muchos miles de millones de humanos, mientras se embolsarán las riquezas los Amazon, grandes almacenes, corporaciones agroquímicas, grandes farmacéuticas y el complejo militar-industrial. Si pudiéramos votar, ¿no elegiría la humanidad un planeta vivo en lugar de uno colonizado? En esta encrucijada nos encontramos.

Contra el alarmismo demográfico

LYLA MEHTA

Más que un «elefante en la habitación», como sostiene Ian Lowe, el tema de la población y el neomaltusianismo están vivitos y coleando. Ejemplos recientes son la película de David Attenborough Una vida en nuestro planeta, que aborda cómo los seres humanos están invadiendo el mundo y de las amenazas de la población para el medio ambiente; los grupos de reflexión de Washington que establecen vínculos entre los llamados refugiados climáticos, la escasez y la superpoblación; e incluso el príncipe Guillermo del Reino Unido afirma que la población de África es una amenaza para la vida salvaje y la conservación.

Lamentablemente, seguimos en un mundo en el que el pensamiento neomaltusiano establece vínculos simplistas entre el aumento de la población, el cambio climático, los conflictos y la escasez de recursos. Son evidentes los vínculos con la «tragedia de los comunes» de Hardin cuando el ecologismo y el pensamiento sobre el desarrollo en general interpretan una serie de cuestiones que van desde la pobreza mundial y el desarrollo económico, el cambio medioambiental, la conservación e incluso la seguridad nacional y mundial a través de la lente de la superpoblación y la escasez. Esto ha tendido a dar lugar a narrativas tecnoautoritarias que se dirigen desproporcionadamente a los pobres y marginados del “mundo mayoritario”, que en consecuencia suelen enfrentarse a una serie de acciones draconianas, por ejemplo, el desplazamiento, la desposesión, el control de los cuerpos –especialmente, de las mujeres pobres no blancas– y la biopolítica.

Así, esta fijación con la superpoblación desvía la atención de cuestiones más cruciales como la forma en que se distribuye el poder en la sociedad, la desigualdad de género, la discriminación étnica y de casta, las condiciones comerciales injustas, la planificación estatal, las tecnologías centralizadoras, los acuerdos de tenencia, la degradación ecológica, etc. Además, tenemos que vincular los debates sobre la población con las cuestiones relativas a los modelos desiguales y sesgados de consumo, y de asignación y distribución de recursos.

Gran parte de mi trabajo anterior se ha centrado en la escasez y los límites. El concepto de escasez –es decir, la suposición de que las necesidades y los deseos son ilimitados y los medios para conseguirlos son escasos– es el principio básico de la economía moderna. Pero esta noción ha hecho que la escasez se convierta en un discurso totalizador tanto en el Norte como en el Sur global. El «miedo» a la escasez ha hecho que esta se convierta en una estrategia política para los grupos poderosos. Como argumentó el difunto Steve Rayner, la propagación del miedo a la disminución de los recursos del planeta ha servido en gran medida para mantener a los pobres en la pobreza y enriquecer a los que ya son ricos[13]. Por eso, en trabajos anteriores, junto con varios colaboradores, he argumentado que la escasez no es una condición natural; el problema radica en cómo vemos la escasez y en las formas en que se genera socialmente[14]. Por lo tanto, tenemos que centrarnos en las cuestiones fundamentales de la asignación de recursos, el acceso, el derecho y la justicia social, en lugar de recurrir a nociones simplistas universalizadoras de la escasez.

Como sabemos por los informes recientes y pasados del Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición y también del PNUD, hay suficiente comida y agua para todos[15]. Sin embargo, a nivel mundial, el problema del hambre crónica existe y se ha intensificado durante la pandemia. En los países ricos, los perversos regímenes de subvenciones han llevado a la generación de excedentes, y los pobres comen alimentos envasados baratos. El hambre y la obesidad son dos caras de la misma moneda. Actualmente hay una explosión de bancos de alimentos en el Reino Unido, y cerca del 8% de la población sufre inseguridad alimentaria[16]. La malnutrición y el hambre en el Reino Unido no se deben a la superpoblación, sino a la austeridad, los recortes, el aumento de la pobreza y la desigualdad.

A pesar de estas cuestiones, el miedo a la escasez y la superpoblación sigue siendo un medio para desviar la atención de las causas de la pobreza y la desigualdad que pueden implicar a los políticamente poderosos. Por ello, Marie Sneve Martinussen, diputada noruega del Partido Rojo, en un reciente acto sobre los Límites del Crecimiento +50 en Oslo instó de forma elocuente a no centrarnos en la tragedia de los comunes, sino en la «tragedia de los pocos», es decir, en el papel que desempeñan los poderosos, los ricos y las élites, en la perpetuación del crecimiento obsesionado por el PIB, el consumo y la destrucción del medio ambiente. Del mismo modo, el movimiento por el decrecimiento reclama que los límites al consumo/crecimiento se apliquen en gran medida a los países ricos y a las élites de todo el mundo, y no a los grupos y países pobres y vulnerables.

Los discursos sobre el número de personas y la necesidad de control de la natalidad suelen hacer recaer todas las esperanzas y expectativas en las mujeres. Invariablemente, los objetivos son las mujeres negras y morenas de Asia, África y América Latina, a las que se considera que tienen demasiados hijos. Rara vez se apunta a las mujeres blancas de los países ricos, a sus bebés, o incluso a las huellas de carbono o ecológicas de las familias blancas en el mundo minoritario.

El 24 de junio de 2022, el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló el derecho constitucional al aborto en el país, lo que supuso un día muy trágico para los derechos de la mujer y los derechos humanos. ¿Cómo podemos siquiera hablar de cuestiones de población cuando se niegan derechos tan básicos a las mujeres? Aunque no existen prohibiciones similares en muchos otros países, sigue habiendo muchos obstáculos socioculturales y económicos en torno a los derechos reproductivos de las mujeres, que siguen estando moldeados por prejuicios y leyes masculinas discriminatorias. En el contexto de Estados Unidos, cada vez se reconoce más que la falta de acceso al aborto afectará en gran medida a las inmigrantes, las comunidades indígenas, las mujeres de color, las personas discapacitadas, etc. Gran parte del discurso antiabortista estadounidense es racista y puede vincularse a la supremacía blanca. Por lo tanto, es importante ser conscientes de que las políticas de crecimiento demográfico y de control de la población tienden a no tener en cuenta el género ni la etnia y, por lo tanto, corren el riesgo de reproducir procesos coloniales y racializados de razonamiento y discriminación.

En resumen, en lugar de hablar del crecimiento de la población, centremos nuestra atención en avanzar hacia la consecución de la igualdad de género, la justicia climática, los procesos justos de asignación y distribución de recursos y los procesos de desarrollo que sean sostenibles y socialmente justos en el Norte y el Sur. Esto es lo que realmente importa y contribuiría en gran medida a mejorar el bienestar humano y planetario que permitirá a todos los seres –humanos y no humanos– florecer y prosperar.

Notas:

*Este texto forma parte de la colaboración entre ESPACIO PUBLICO y FUHEM ECOSOCIAL. Fue publicado en Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 160, invierno 2022/2023, pp. 25-33.

Eileen Crist es profesora asociada emérita del Departamento de Ciencia y Tecnología en la Sociedad de la Universidad Virginia Tech y editora asociada de la revista Environmental Issues. Entre sus obras figura Abundant Earth: Toward an ecological civilization (University of Chicago Press, 2019).

Lyla Mehta es profesora del Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex, profesora visitante de Noragric en la Universidad Noruega de Ciencias de la Vida, y autora, entre otras obras, de Water, Food Security, Nutrition and Social Justice (Rouledge, 2019).

[1] El debate íntegro de GTI. Agradecemos a GTI el permiso para la reproducción de estos textos.

[2] Eileen Crist, «Decoupling the Global Population Problem from Immigration Issues», The Ecological Citizen vol. 2, núm. 2, 2019, pp. 149–151.

[3] Mona Kaidbey y Robert Engelman, «Nuestros cuerpos, nuestro futuro: difundir una educación sexual integral», en Educación ecosocial. Cómo educar frente a la crisis ecológica. La situación del mundo, capítulo 12, FUHEM Ecosocial/ Icaria, 2017, pp. 189-201.

[4] Martha Campbell y Kathleen Bedford, «The Theoretical and Political Framing of the Population Factor in Development», Philosophical Transactions of the Royal Society B 364, núm. 1532, 2009, pp. 3101–3113.

[5] Nandita Bajaj, «Abortion Bans Are a Natural Outgrowth of Coercive Pronatalism», Ms. Magazine, junio de 2022.

[6] Walter Willet, Johan Rockström, Brent Loken et al., «Food in the Anthropocene: The EAT-Lancet Commission on Healthy Diets from Sustainable Food Systems», The Lancet, vol. 393, núm. 10170, 2019, pp. 447–492.

[7] Joel K. Bourne, «The Global Food Crisis: The End of Plenty», National Geographic Magazine, junio de 2009.

[8] Walter Willet, Johan Rockström, Brent Loken et al., 2019, op. cit.; Paul Ehrlich y John Harte, «Food Security Requires a New Revolution», International Journal of Environmental Studies vol. 72, núm. 6 (2015), pp. 908-920; Richard Manning, «Hidden Downsides of the Green Revolution: Biodiversity Loss and Diseases of Civilization»Mother Earth News, 22 de abril de 2014.

[9] Hannah Ritchie y Max Roser, «Fertilizers»OurWorldInData.org, 2020.

[10] Fred Pearce, «Can the World Find Solutions to the Nitrogen Pollution Crisis?»Yale Environment 360, 6 de febrero de 2018; Eileen Crist, «Got Nitrogen?», The Ecological Citizen (editorial), vol. 5, núm. 1, 2021, pp. 3–10.

[11] David Pimentel et al., «Will Limited Land, Water, and Energy Control Human Population Numbers in the Future?», Human Ecology vol. 38, núm. 5, 2010, pp. 599–611.

[12] Corey Bradshaw y Barry Brook, «Human Population Reduction Is Not a Quick Fix for Environmental Problems», PNAS, vol. 111, núm. 46, 2004, pp. 16610–16615.

[13] Steve Rayner, «Foreword», en Lyla Mehta (ed.), The Limits to Scarcity, Routledge, Londres, 2010, pp. x–xvi.

[14] Lyla Metha (ed.), 2010, op. cit.; Lyla Mehta, Amber Huff y Jeremy Allouche, «The New Politics and Geographies of Scarcity», Geoforum, núm. 101, mayo de 2019, pp. 222–230.

[15] Programa de Desarrollo de las Naciones Unidad (PNUD), Más allá de la escasez: poder, pobreza y la crisis mundial del agua, PNUD, Nueva York, 2006.

[16] Departamento británico de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales (Reino Unido), United Kingdom Food Security Report 2021: Theme 4: Food Security at Household Level, 22 de diciembre de 2021.

La educación pública española libra en nuestros días una batalla contra quienes se han propuesto acabar con ella para mayor beneficio del capitalismo. Lo que debería ser un derecho garantizado universalmente, una educación pública de calidad e inclusiva, lo es sólo en el papel, porque el sistema no permite, deliberadamente, que se den las condiciones que lo aseguren.

De una educación reservada a una minoría privilegiada, donde el nivel de estudios completado se relacionaba de forma directa con la cualificación del trabajo que se desempeñaba y con el consiguiente nivel de vida, se ha pasado en varias décadas a una escolarización prácticamente universal donde es la propia escuela la que efectúa el trabajo de cribado y ordenación social en clases, determinando el futuro de los estudiantes desde las edades más tempranas.

Se constata una mercantilización de la enseñanza por dos vías, principalmente, la imitación de las prácticas empresariales en la gestión de los centros y la introducción descarada de las empresas en todos los niveles educativos, abarcando desde los servicios no educativos (comedores, extraescolares, etc.) hasta, en los peores casos, la entrada de empresas en el diseño del currículo, pasando por los exámenes externos y por la golosina que supone para las grandes tecnológicas la introducción masiva de tecnologías digitales, entre otros ejemplos.

Toda esta degradación de la calidad de un servicio público como es la educación no sería posible sin una serie de herramientas facilitadoras, la primera de ellas el mantenimiento en el tiempo de un modelo que nació como solución coyuntural, la doble red de centros financiados con fondos públicos. La creciente creación de centros concertados, la mayoría en manos de la Iglesia católica, a los que se regala suelo público, a los que se permite el cobro de ciertos servicios y la selección encubierta de alumnado contribuye claramente al abandono de los centros públicos y a su creciente degradación.

A la hora de segregar alumnado, no menos importante está siendo en los últimos veinte años la creación de programas mal llamados bilingües, que están potenciando el efecto clasificador de la propia escuela al impedir el progreso de los alumnos con situaciones de vulnerabilidad, ya sea social, económica o de otro tipo.

El aparato de la propaganda, al servicio del capital, contribuye igualmente con su lógica comercial basada en el lucro, vendiendo a las familias, ahora clientes, los beneficios de diferentes programas, tecnologías, “valores y misiones” como imprescindibles para la educación de sus hijos y, lo que es más importante, su progreso en una sociedad profundamente individualista.

Los discursos populistas que repiten el mantra de la libertad de elección de centro calan en la masa social que muchas veces no es consciente de las jugadas, nada inocentes, que los encaminan a pagar por servicios que deberían estar garantizados. A modo de ejemplo, se incumplen las promesas de construcción de centros públicos en barrios y pueblos mientras se multiplican los centros concertados, se reduce la oferta de plazas en las universidades públicas, se disparan los precios de los créditos de máster, un nivel académico ya casi “obligatorio” para la inserción en un puesto laboral no precario, sin ser garantía de ello.

Es imprescindible alzar la voz contra lo que es claramente una mercantilización de la educación, una conversión de un derecho en un objeto de consumo, abogando por una educación pública de calidad, que contribuya a una educación integral y humanista de las personas, otorgándoles los medios para comprender el mundo que les rodea y los valores que les impulsen a mejorarlo.

A lo largo de las últimas décadas hemos asistido a un intenso debate sobre el futuro de la familia a raíz de las rápidas y profundas transformaciones a las que se ha visto sometida. Existe un amplio consenso alrededor de la idea de que sus características básicas o “tradicionales” se han erosionado en los países ricos del Norte global desde la Segunda Guerra Mundial. Esto es especialmente evidente en los incrementos de las tasas de divorcio y las caídas sin precedentes de los matrimonios y, sobre todo, de las tasas de fecundidad. Sin embargo, este proceso ha estado acompañado por una creciente diversidad en los modelos de organización familiar, con un incremento del número de hogares unipersonales, de la cohabitación y otras formas alternativas de estructuración familiar.

El resultado de todo ello, para lo que aquí nos ocupa, es un desequilibrio demográfico marcado por la caída de las tasas de fecundidad, al estar muy por debajo de la tasa de reemplazo generacional[1], algo insólito cuando se analiza la realidad demográfica desde una perspectiva histórica. Las poblaciones de los países ricos envejecen a un ritmo nunca visto, y emergen voces de alarma que cuestionan la viabilidad de nuestros sistemas de protección social o que lo utilizan para justificar su desmembramiento, apuntando, por ejemplo, a la insostenibilidad de nuestro sistema de pensiones.

Entre los países ricos, estos fenómenos se han dado con especial intensidad entre los del sur de Europa, denominados “familiaristas”, caracterizados por tener Estados del bienestar poco desarrollados[2] y sistemas de cuidados fuertemente apoyados en las redes familiares[3]. Por ejemplo, en España la tasa de fecundidad ha sufrido una rápida y aguda caída, hasta situarse, en pocos años, a la cola de la UE (Figura 1).

Figura 1. Evolución de las tasas de fecundidad de los países de la UE-15, 1970-2020.

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Eurostat.

Todos estos procesos han estimulado un largo e intenso debate para tratar de explicar sus causas y, con suerte, tratar de revertir o mitigar algunos de sus efectos, tal y como veremos a continuación.

Teorías sobre la “erosión” familiar y la crisis demográfica

Hasta recientemente, en las ciencias sociales han destacado dos tesis principales para explicar este proceso de “erosión” familiar. De forma muy sintética, el economista neoliberal y premio Nobel Gary Becker[4] señaló que el cambio en los roles de las mujeres, sobre todo por su incorporación masiva al mercado laboral en el marco de una organización familiar basada en la especialización conyugal, conllevaba una devaluación de la utilidad del emparejamiento en términos de eficiencia y bienestar, lo que, en última instancia, derivaría en una erosión de la familia en su sentido tradicional.

Sus análisis, en definitiva, apuntan a la materialización de las aspiraciones de igualdad de género en el plano laboral, con el consecuente declive de la división sexual del trabajo (“productivo” reservado a los hombres y “reproductivo” reservado a las mujeres), como causa del debilitamiento de la familia y de la caída de las tasas de fecundidad[5]. Por otro lado, la tesis de la segunda transición demográfica (SDT, por sus siglas en inglés) apunta a la difusión de valores “posmodernos” o “postmaterialistas” (utilizando los términos de Inglehart [6], [7]) como desincentivos para los emparejamientos y el compromiso con el otro.

Según esta teoría, basada en la pirámide de necesidades de Maslow, los valores posmodernos se convierten en el motor de la transformación familiar al “elevar” las aspiraciones de los individuos que, una vez cubiertas sus necesidades básicas, desarrollan proyectos vitales influidos por valores como el individualismo, la autorrealización, la emancipación y el empoderamiento[8], [9]. De esta forma, se vincula el progreso material con la difusión de valores conflictivos con los que han sustentado el modelo familiar tradicional (por ejemplo, con el compromiso conyugal o la crianza)[10].

Sin embargo, algunas aproximaciones inspiradas por el marxismo feminista apuntan que esta crisis familiar y demográfica, más que un destino inevitable, es el resultado de los desequilibrios derivados del modelo de organización social basado en la familia tradicional en un contexto de expansión –con notables limitaciones– de los valores igualitarios en clave de género. Según estas, la familia es considerada uno de los pilares de la organización capitalista al ser la institución que, mediante la reproducción física de los/as trabajadores/as y la provisión del trabajo doméstico y de cuidados, hace posible la producción de la plusvalía[11], [12]. Es decir, la división sexual del trabajo en el marco de las sociedades capitalistas (mucho mayor que en sistemas de organización social anteriores) sería una condición necesaria para la explotación o la “esclavitud asalariada”[13].

En este contexto, el acceso al mercado de trabajo remunerado, sin ser el destino final de la emancipación de las mujeres, es el primer paso para su autonomía en una economía ampliamente basada en el empleo asalariado[14]. De ahí que, en tanto que la división sexual del trabajo –una de las características fundamentales del modelo familiar tradicional– ha mantenido a las mujeres apartadas del trabajo asalariado, estas hayan tendido a posponer o renunciar a la familia.

La crisis demográfica es reversible

Afortunadamente, en los últimos años, estudios comparados a nivel europeo han mostrado que la división sexual del trabajo no es inseparable de la familia, y que, en aquellos contextos en los que se han impulsado nuevos “contratos de género más igualitarios”, se produce un “resurgir” familiar (more family, en palabras del sociólogo danés Esping-Andersen), con más matrimonios, emparejamientos más estables y mayores tasas de fecundidad[15]. Es decir, cuando se adoptan medidas que, desde un punto de vista estructural, favorecen la igualdad de género, se suaviza el trade-off entre maternidad y realización del proyecto vital y/o profesional, lo que, al mismo tiempo favorece la independencia económica de las mujeres, una mayor protección ante la pobreza infantil, el acceso a empleos de mayor calidad, entre otros. Llegados a este punto, es fundamental constatar que, según datos del European Fertility Surveys, el número de hijos/as deseados en buena parte de los países de la UE se ha mantenido bastante estable durante más de medio siglo, por encima de los dos hijos/as.

La tesis que estas investigaciones parecen confirmar es que el motor de la transformación en la dinámica familiar es la revolución de los roles femeninos. Si bien, como hemos observado, en un primer momento la inestabilidad conyugal se incrementa y las tasas de fecundidad se reducen, este no es un destino inexorable, sino más bien una señal de que la sociedad en su conjunto no está dando respuesta a las necesidades derivadas de los nuevos roles adoptados por las mujeres en sus aspiraciones de una mayor igualdad.

Lo que hemos podido observar empíricamente es que, cuando, como resultado de esta respuesta, avanzamos hacia un nuevo equilibrio familiar, es decir, cuando las condiciones materiales y normativas se ajustan al nuevo modelo basado en una mucho menor división sexual del trabajo y una mayor autonomía de la mujer, la familia puede resurgir (la disposición al emparejamiento y al matrimonio se incrementan, las relaciones son más estables y las tasas de fecundidad tienden a reflejar mejor los deseos de las personas).

Esencialmente, este nuevo equilibrio requiere poner en práctica cambios de gran importancia: la adaptación del mercado de trabajo, el desarrollo del Estado del bienestar con servicios de cuidados suficientes, asequibles y de calidad y una mayor corresponsabilidad masculina en el trabajo doméstico y de cuidados[16]. Desde esta perspectiva, el objetivo sería alcanzar un régimen de políticas de género de “personas sustentadoras/cuidadoras en igualdad”, en contraposición a los regímenes tradicionales de “hombre sustentador y esposa dependiente” (ver Figura 2)[17]. Pese a que ningún país “desarrollado” se ajusta perfectamente a ninguno de los dos regímenes, encontrándose todos en el heterogéneo repertorio de “regímenes mixtos”, el ejemplo que suele utilizarse como más próximo al ideal de igualdad de género, es el de los países nórdicos, encabezados por Suecia. En ese país, incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, pero especialmente después con la consolidación de los gobiernos socialdemócratas y la influencia de la socióloga Alva Myrdal y el economista Gunnar Myrdal[18], [19], [20] fueron pioneros en el desarrollo de estas políticas y, pese a sus limitaciones, tienen las tasas de ocupación femenina más altas de la UE, así como unas tasas de fecundidad muy próximas a la de reemplazo generacional.

Figura 2. Regímenes de políticas de género

Fuente: elaboración propia a partir de Diane Sainsbury, 1999, op. cit.; y María Pazos, 2018, op. cit.

No obstante, cuando el mercado de trabajo asalariado y el Estado del bienestar no ofrecen las condiciones adecuadas para suavizar (o, idealmente, erradicar) el trade-off entre maternidad y realización del proyecto vital de las mujeres, se favorece la desintegración de la familia y la externalización masiva y precaria del trabajo reproductivo[21]. El caso de España (aunque también el de Italia) es especialmente ilustrativo a este respecto. En España, por ejemplo, entre 550.000[22] y 700.000[23] trabajadoras (el 88% son mujeres) del servicio del hogar –contratadas directamente por las familias– cubren las necesidades que las propias familias y los sistemas de protección social no están siendo capaces de atender adecuadamente[24].

Esto representa entre el 3,3% y el 4,2% del conjunto de la población activa española (frente al 0,9% del conjunto de la UE), y el 28% de todas estas trabajadoras en la UE. Y, aun así, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo de 2015, «entre las personas ocupadas que vivían con una pareja con trabajo remunerado e hijos/as, las mujeres dedicaban 37,5 horas semanales al trabajo no remunerado y los hombres 20,8». Todo ello con enormes desigualdades por clase social. Por poner un ejemplo ilustrativo, el 20% de los hogares más ricos con personas dependientes recibe ayuda a domicilio 2,5 veces más que el 20% de hogares más pobres[25].

Por todo ello, y a la luz de las investigaciones que han demostrado que la crisis demográfica (o, más bien, de cuidados) es reversible, es imprescindible crear las condiciones sociales necesarias para que las personas puedan desarrollar su proyecto vital de forma libre, igualitaria y erradicando todo rastro de precariedad laboral y social en un sector esencial para la vida de los individuos.

La respuesta es siempre “más derechos”

Más allá de los efectos macro de la actual crisis demográfica, tales como el incremento en la tasa de dependencia o el decrecimiento demográfico (obviando el saldo migratorio), este proceso conlleva la frustración de muchísimas personas que, como hemos visto, querrían tener hijos/as, pero se ven obligadas a posponer sus deseos o a renunciar a ellos. Esta brecha entre el número de hijos/as deseado y la tasa de fecundidad ha sido denominada “brecha de bienestar[26],” y es, por cierto, un elemento que prácticamente no se tiene en cuenta en los debates sobre esta cuestión.

Con todas sus limitaciones y el retroceso en materia de derechos y bienestar debido a las sucesivas oleadas de políticas neoliberales durante las últimas décadas, los países nórdicos han demostrado que alcanzar sociedades mucho más igualitarias que las actuales no es una utopía irrealizable, sino una alternativa posible y necesaria[27]. De ahí que, la fórmula para países familiaristas como España consiste en la eliminación de las políticas públicas que están perpetuando la división sexual del trabajo y la desigualdad de género, y el despliegue de aquellas que establecen las condiciones normativas y materiales para que la igualdad sea posible.

Entre las medidas principales, destacan: la universalización de los servicios de atención y educación de la primera infancia (0-3 años) en términos de suficiencia, gratuidad y calidad, con un empleo enteramente público que revierta las privatizaciones; la universalización de los servicios de atención a la dependencia en los mismos términos; y el fomento de la corresponsabilidad en el trabajo doméstico y de cuidados mediante la eliminación de las actuales limitaciones en los permisos de paternidad y maternidad[28], la eliminación de los permisos que no están remunerados al 100% y con reserva del puesto de trabajo, la reducción de la jornada laboral a 35 horas semanales (en cinco días, y no en cuatro) y el impulso de campañas de sensibilización y promoción del ejercicio de derechos de conciliación por parte de los trabajadores hombres.

Estas y otras medidas conforman lo que ha sido denominado el “cuarto pilar del Estado del bienestar”, al complementar los otros tres pilares actuales (sanidad, educación y sistema de pensiones). Algunas investigaciones recientes han demostrado que su implementación en España es perfectamente viable en un horizonte de tiempo relativamente corto (5-10 años)[29], [30] y que puede tener efectos muy positivos en términos de autonomía e igualdad de género, protección ante la pobreza infantil y, sobre todo, en términos de calidad en los cuidados.

Adicionalmente, se estima que el desarrollo de estos servicios podría crear alrededor de 500.000 puestos de trabajo directos a tiempo completo y de calidad; además, difícilmente deslocalizables (arraigados al territorio) y de escaso impacto ambiental, lo que contribuiría a la transición hacia un modelo productivo más racional, ecológicamente menos destructivo y más centrado en las necesidades básicas de las personas[31]. Esta es la agenda que hay que defender, especialmente en momentos de ruptura como los actuales en los que la creciente inseguridad y precarización de las condiciones de trabajo y de vida alimentan el auge de movimientos reaccionarios y/o neofascistas que demandan la reversión de los avances del feminismo y el blindaje de los privilegios patriarcales[32].

Reconocer y articular la interdependencia

Por último, cabe destacar que, contrariamente a lo que todavía muchas personas creen, los cuidados no son una cuestión meramente individual. Esta idea deriva de la negativa a reconocer nuestras vulnerabilidades compartidas y nuestra interdependencia como seres humanos[33]. Como en todos los momentos clave de la historia de la humanidad, la cooperación es un valor fundamental. Dicho sea de forma sintética: sin cuidados, en un sentido amplio, nada funciona.

Todos hemos necesitado cuidados durante las primeras etapas de nuestra vida y con gran probabilidad los volveremos a necesitar, por ejemplo, durante la vejez o por encontrarnos en una situación de enfermedad o dependencia. El trabajo de cuidar es extremadamente intensivo en tiempo, y no todo el mundo lo tiene o lo quiere dedicar al cuidado. Tampoco todo el mundo puede contratar servicios de cuidado de la calidad o con la intensidad necesaria (de hecho, solo puede hacerlo una minoría). Esto genera lógicas extremadamente perversas, que deberían avergonzar a cualquier país que se considere a sí mismo “desarrollado”.

Durante demasiado tiempo y de forma negligente hemos banalizado algo tan básico como la falta de cuidados. Hemos priorizado el desarrollo de “ciudades inteligentes” (smart cities), en lugar del desarrollo de ciudades justas y verdaderamente sostenibles; hemos visto a los hombres más ricos de la historia de la humanidad viajar por placer al espacio con cohetes milmillonarios, mientras tenemos a millones de personas ancianas y/o dependientes desatendidas en sus casas o hacinadas en residencias precarizadas (la gran mayoría privadas) que han sido un foco de enfermedad y muerte durante la pandemia[34], [35] y hemos socializado las pérdidas de los bancos que construyeron el castillo de naipes financiero que desencadenó la Gran Recesión de 2008, mientras hemos dejado a las familias y al mercado la provisión de algo tan básico para la vida como son los cuidados, con los perniciosos efectos que ello supone tanto para las personas cuidadas como para las que cuidan. La rueda que destroza las vidas de las personas y de los ecosistemas para quienes tratan por todos los medios de perpetuar el crecimiento y la acumulación de capital y privilegios es la misma.

Si bien es cierto que la pandemia ha provocado un cierto giro en la percepción social de los cuidados, y sin desmerecer los avances impulsados por algunos gobiernos, este ha sido más retórico que real. Por ejemplo, en España se acaban de mejorar las condiciones de empleo de las cuidadoras al servicio del hogar familiar mediante la aprobación del Real Decreto-ley 16/2022[36], algo imprescindible y largamente reivindicado para combatir la precariedad laboral en el sector. Sin embargo, de no acompañar medidas como esta con el desarrollo de un sistema público de cuidados de calidad, existe el riesgo de consolidación de un modelo de prestación de servicios domésticos y de cuidados atomizado y mercantilizado que seguirá generando enormes desigualdades sociales y de salud.

Hoy seguimos sin reconocer el carácter imprescindible del trabajo reproductivo, lo que nos mantiene en una larga transición o limbo normativo en el que, por no dar una respuesta adecuada a las aspiraciones de emancipación e igualdad impulsadas por los movimientos feministas, hemos convertido a la familia en un espacio de opresión y dominio insoportable. La reproducción basada en el sacrificio vital de las mujeres es algo insostenible y los datos demográficos así lo demuestran. Así, la que ha sido denominada “crisis demográfica” es más bien una crisis de cuidados. Resistirse a comprender y aceptar esta realidad no es solamente algo inmoral, sino también, a la vista de los resultados, el resultado de políticas ineficientes e inequitativas. Es por ello por lo que es imprescindible ponerlos de una vez por todas en el centro y dedicar nuestra capacidad individual y comunitaria a crear las condiciones políticas, sociales, materiales, culturales e incluso emocionales y afectivas que permitan prosperar a todas las personas y emprender una transición rápida y profunda hacia un modelo productivo (y reproductivo) verdaderamente justo y sostenible.

Notas:

*Este texto forma parte de la colaboración entre ESPACIO PUBLICO y FUHEM ECOSOCIAL. Fue publicado en la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 160, invierno 2022/2023, pp. pp. pp. 59-68.

[1] La tasa de reemplazo generacional es el número de hijos/as por mujer necesarios/as para mantener demográficamente una población sin tener en cuenta el saldo migratorio.

[2] Vicenç Navarro, El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias, Anagrama, Barcelona, 2006.

[3] María Pazos, Contra el patriarcado: economía feminista para una sociedad justa y sostenible, Katakrak, Pamplona, 2018.

[4] Gary Becker, A Treatise on the Family, Harvard University Press, Cambridge, 1981.

[5] Véase también: Charles F. Westoff, «Perspective on nuptiality and fertility», Population and Development Review, 12(supplement), 1986, pp. 155-170; Steven L. Nock, «A comparison of marriage and cohabiting relationships», Journal of Family Issues, 16(1), 1995, pp. 53-76; y Steven L. Nock, «The marriages of equally dependent spouses», Journal of Family Issues, 22(6), 2001, pp. 755-775.

[6] Ronald Inglehart, The silent Revolution, Princeton University Press, Princeton, 1977

[7] Ronald Inglehart, Culture Shift in Advanced Industrial Society, Princeton University Press, Princeton, 1990.

[8] Dirk J. Van de Kaa, «Postmodern fertility preferences. From changing value orientation to new behavior», Population and Development Review, 27(supplement), 2001, 290-331.

[9] Ron Lesthaeghe, «The unfolding story of the second demographic transition», Population and development Review, 36(2), 2010, 211-251.

[10] Puede encontrarse abundante literatura que constata la correlación existente entre el enriquecimiento de los países y la caída de las tasas de fecundidad. Por ejemplo, ver: Timothy Guinnane, The historical fertility. Transition, Yale University Economics Dept. Working Papers, 2010, 84; y Larry Jones y Michèlle Tertilt, «An economic history of fertility in the United States: 1826-1960», en Peter Rupert, Frontiers of Family Economics, Emerald Publishing, Bingley, 2008.

[11] Angela Davis, Women, Race and Class. Chapter 3: The Approaching Obsolescence of Housework: A Working-Class Perspective, The Women’s Press Ltd, Londres, 1981.

[12] Silvia Federicci, Caliban and the Witch. Women, The Body and Primitive Accumulation, Autonomedia, Nueva York, 2004. [N. de la e.] Hay traducción española: Calibán y la bruja. Mujeres cuerpo y acumulación originaria, Traficantes de Sueños, Madrid, 2010.

[13] Mariarosa Dalla Costa, «Capitalism and reproduction», artículo presentado en el seminario Women’s Unpaid Labour and the World System, organizado por la Japan Foundation, el 8 de abril de 1994, en Tokio, como parte del «European Women’s Study Tour for Environmental Issues».

[14] Mariarosa Dalla Costa y Selma James, The power of women and the subversion of the community, Falling Wall Press, Bristol, 1972.

[15] Gosta Esping-Andersen, Families in the 21st century, SNS Förlag, Stockholm, 2016.

[16] María Pazos, 2018, op. cit.

[17] Diane Sainsbury, Gender and Welfare State Regimes, Oxford University Press, Oxford/Nueva York, 1999.

[18] Alva Myrdal y Gunnar Myrdal, Kris i befolkningsfrågan, Albert Boniers Förlag, Estocolmo, 1934.

[19] Alva Myrdal, Nation and Family, Harper and Brothers, Nueva York, 1941.

[20] Alva Myrdal, Jämlikhet, Prisma, Estocolmo, 1969.

[21] Joan Benach (coord.), Precariedad laboral y salud mental: conocimientos y evidencias (Informe PRESME), Comisión de Personas Expertas sobre el Impacto de la Precariedad Laboral en la Salud Mental, Ministerio de Trabajo y Economía Social, Madrid, 2023 (en prensa).

[22] Oxfam Intermón, Esenciales y sin derechos. O cómo implementar el Convenio 189 de la OIT para las trabajadoras del hogar, Oxfam Intermón, Madrid, 2021.

[23] Philip Alsthon, Informe del Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos (A/HRC/444/40/Add.2), Naciones Unidas, 2020.

[24] El 56% de estas trabajadoras son migrantes, de las cuales una de cada cuatro está en situación irregular. Además, 40.000 son internas, el 92% de las cuales son migrantes, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) de 2019.

[25] Oxfam Intermón, 2021, op. cit.

[26] Gosta Esping-Andersen, 2016, op. cit.

[27] María Pazos, 2018, op. cit.

[28] Concretamente, algunos elementos del RD 6/2019 impiden a los progenitores turnarse para cubrir a tiempo completo los primeros 8-10 meses de vida, como la obligación de que las primeras seis semanas se tomen simultáneamente y, sobre todo, la necesidad de acuerdo entre el/la trabajador/a y la empresa para tomarse todo el permiso a tiempo completo en las fechas elegidas.

[29] Cristina Castellanos, Ana Carolina Perondi, «Diagnóstico sobre el primer ciclo de educación infantil en España (0 a 3 años). Propuesta de implantación de un sistema de educación infantil de calidad y cobertura universal. Estudio de viabilidad económica de la reforma propuesta y de sus impactos socio-económicos», Papeles de trabajo del Instituto de Estudios Fiscales, 2018, 3, pp. 1-140.

[30] Rosa Martínez, Susana Roldán, Mercedes Sastre, «La atención a la dependencia en España. Evaluación del sistema actual y propuesta de implantación de un sistema basado en el derecho universal de atención suficiente por parte de los servicios públicos. Estudio de su viabilidad económica y de sus impactos económicos y sociales», Papeles de trabajo del Instituto de Estudios Fiscales, 2018, 5, pp. 1-175.

[31] Vicenç Navarro et al., El cuarto pilar del estado del bienestar. Una propuesta para cubrir necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la igualdad de género, Grupo de Trabajo de Políticas Sociales y Sistema de Cuidados de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados, 2020.

[32] Más allá de los múltiples ejemplos cotidianos que pueden citarse, es especialmente relevante el trabajo del canadiense Jordan Peterson, un psicólogo canadiense y profesor de la Universidad de Toronto, autor de algunos best-sellers y famoso por sus polémicas opiniones tradicionalistas y misóginas que le han convertido en uno de los referentes intelectuales del conservadurismo anglosajón.

[33] The Care Collective, El manifest de les cures. La política de la interdependencia, Tigre de Paper, Manresa, 2022.

[34] Public Services International, La crisis del cuidado de larga duración: las consecuencias de la prestación, PSI, 2022.

[35] Joan Benach, «Las muertes en residencias y la mercantilización de los cuidados», El País, 27 de abril de 2020.

[36] Real Decreto-ley 16/2022, de 6 de septiembre, para la mejora de las condiciones de trabajo y de seguridad social de las personas trabajadoras al servicio del hogar.

Las asociaciones Justice and Accountability for Palestine, PIPD (Palestine Institute for Public Diplomacy) y ELSC (European Legal Support Center) han anunciado en Berlín el pasado 23 de febrero que han formalizado una denuncia contra el gobierno alemán por permitir y ayudar el genocidio en Gaza. Las asociaciones alemanas que por la causa Palestina están adoptando acciones legales contra el gobierno federal por su justificación, apoyo e incluso, en ciertos casos, incitación a los crímenes de guerra que está llevando a cabo el gobierno sionista de Israel y su ejército. Los políticos denunciados como cómplices de Israel incluyen al canciller socialdemócrata Olaf Schloz del SPD y la ministra de exteriores Annalena Baerbock y el ministro de economía Robert Habeck, ambos de Die Grünen (Los Verdes). Este hecho es muy importante pues en el principal estado de la Unión Europea se ha estado silenciando, reprimiendo y criminalizando la solidaridad con el pueblo palestino conculcando libertades y derechos básicos en una democracia.

Partiendo de la sentencia preliminar de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el juicio promovido por Sudáfrica contra Israel del 26 de enero 2024 en la que se afirma que Israel puede estar cometiendo un genocidio contra el pueblo palestino en Gaza, y en la que se ordenaba parar todas las acciones que pudiesen llevar al exterminio de la población civil, juicio en el que el único país que se posicionó a favor de Israel fue Alemania, estas asociaciones denuncian que:

  1. Alemania sigue autorizando la exportación de armas a Israel. Afirman que “las armas exportadas por Alemania representan el 28 por ciento de las importaciones militares de Israel”. De hecho, el apoyo monetario/armamentístico a Israel se ha multiplicado en Alemania por 10 desde el 7 de octubre 2023.
  2. El apoyo político a las actuaciones de Israel se plasma tanto en declaraciones como acciones por parte de altos cargos políticos.
  3. El cese del pago de las ayudas a UNRWA, se traduce en un apoyo implícito al uso de la hambruna como arma de guerra.

Las asociaciones presentan la denuncia en nombre de una ciudadana palestina-alemana que ha relatado el asesinato a tiros por las Fuerzas Armadas israelíes de sus familiares mientras protegían con las manos en alto su casa en Gaza. También han anunciado que este es el principio de una serie de denuncias y llaman los familiares de asesinados en Gaza que residan en Alemania a unirse a estas denuncias.

Por otro lado, la asociación Palestina Spricht está llevando a cabo otras acciones legales paralelas, denunciando a personas públicas por incitar al genocidio en Alemania, entre ellos Tobias Huch, un expolítico alemán de bajo nivel reconvertido en periodista y “activista”, que escribió para el Judische Allgemeine el ahora cambiado y recortado artículo “Las personas en Gaza (antes titulado “Los civiles en Gaza no son inocentes”) donde afirmaba entre otras cosas “Si hay algo así como responsabilidad colectiva de un delito, esto se puede aplicar a la población de Gaza. Esta es la cruda realidad”. Esta asociación también ha anunciado que esta es la primera de las múltiples denuncias que se van a llevar a cabo, y hace un llamamiento público a otras personas para que se unan y denuncien a todo aquel que haya incitado al genocidio.

Teniendo en cuenta la historia que Alemania tiene, podríamos preguntarnos ¿por qué los políticos y periodistas alemanes incitan de nuevo al genocidio públicamente? En síntesis, la respuesta la podemos encontrar en que uno de los mitos fundacionales de República Federal de Alemania (RFA) -desde sus inicios tras la guerra, reforzado después tras la reunificación con la extinta República Democrática de Alemania- es que la existencia misma del estado de Israel es una “Razón de Estado”. Ello implica que la supervivencia del estado sionista está inexorablemente conectada con la de la propia Alemania.

En un intento de expurgar lo que nunca podrá ser ni perdonado ni olvidado -el Holocausto cometido por el régimen nazi y sus aliados contra el pueblo judío- Alemania defiende y protege a Israel nacional e internacionalmente hasta sus últimas consecuencias alegando el derecho del pueblo judío a tener un “etno-estado” cueste lo que cueste. Premisa sionista que una importante parte de la comunidad judía internacional y alemana no comparte. Es por ello por lo que en estos últimos meses el estado alemán y la mayor parte de los medios de comunicación actúan como el agente proxi de Israel en Europa, ilegalizando y reprimiendo a la comunidad Palestina y toda forma de solidaridad con el pueblo palestino dentro de Alemania, repitiendo y amplificando todas y cada una de las excusas, mentiras y propaganda que Israel usa para justificar su continuado y persistente expolio, ocupación y colonización de Palestina, dónde el sionismo lleva a cabo una política militarista de tierra quemada, apartheid y genocidio contra el pueblo palestino.

Las mujeres fueron el muro de contención electoral de la extrema derecha hasta que llegó Donald Trump y luego Giorgia Meloni y Marine Lepen. Por sabido, no deja de sorprender que la llegada de Trump a la Casa Blanca viniera aupada por el apoyo de un número mayor de mujeres que de hombres tanto en 2016 como en 2020. Igualmente, desconcierta que tanto la victoria de Meloni como el manifiesto crecimiento electoral de Le Pen, en 2022, haya arrasado con las brechas de género entre sus electorados.

Pero hay algunos datos interesantes. El primero es que a Trump le votaron algunas mujeres y no otras. Le votaron las mujeres blancas, mientras que las mujeres de otras razas distintas, sobre todo negras y latinas, votaron mayoritariamente por las candidaturas demócratas de Clinton, primero, y Biden, después. El segundo es que si el voto de las mujeres fue clave para el triunfo de Meloni, también lo fue su desmovilización. En Italia, tantas mujeres decidieron quedarse en casa que la participación de las mujeres alcanzó mínimos históricos en unas elecciones presidenciales. El tercer dato novedoso es que si como dice alguna encuesta, casi la mitad de los franceses cree que Marie Le Pen representa un liderazgo feminista, entonces se podría pensar que ha inaugurado la era de un supuesto feminismo de ultraderecha.

La interseccionalidad que atraviesa el voto de las mujeres y conforma sus identidades más allá de su sexo, su desafección política hacia los procedimientos de legitimación de las instituciones comunes y una nueva retórica que confunde la interpretación de lo que es o no el feminismo parecen ser, entonces, algunos de los elementos que permiten empezar a explorar las razones del avance electoral de la extrema derecha entre el electorado femenino.

Con todo, sabemos que la potencia de su regreso a la escena política como actor emergente en la última década forma parte de un movimiento global cuyo elemento común, excepto en los tres casos mencionados, es que su sostén de apoyo proviene de los hombres y no de las mujeres. Lo que sí comparte esta extrema derecha sin excepciones es que las cuestiones de género son centrales en todos sus proyectos políticos. Sin embargo, sus posiciones respecto a los derechos de las mujeres y de las personas LGTBI difieren y adoptan narrativas distintas en cada contexto nacional, en función de sus tradiciones culturales y políticas. Basta con rastrear las diferencias sustanciales entre las extremas derechas del este y del sur de Europa, y también de América Latina y EE.UU, con las del norte europeo.

En cualquier caso, es precisamente en esta diferente consideración de las cuestiones de género, en donde se inscriben algunas de las innovaciones históricas que presentan las nuevas extremas derechas.

Una de las novedades está siendo la de colocar a una élite femenina al mando. Pero lo que a estas alturas de la historia parece claro es que el liderazgo de las mujeres no es una razón suficiente para que el voto de las mujeres se deslice hacia la extrema derecha. En Italia, el 68% de las mujeres que votaron a Meloni no lo hicieron por eso, sino, según nos dijeron, por su modelo de liderazgo. Tampoco el débil respaldo de las mujeres a otras líderes de extrema derecha, como a Pia Kjaersgaard en Dinamarca, a Alice Weidel en Alemania o a Rocío Monasterio en España, parecen indicarnos lo contrario. Y eso que todas ellas se reconocen y se proyectan identitariamente como mujeres diversas: mujeres divorciadas como Le Pen, lesbianas como la dirigente alemana, supermadres como Meloni o reivindicativas oportunistas de figuras feministas como la de la abogada Concepción Arenal, en el caso singular de Monasterio.

Las que parecen tener más éxito entre las mujeres, como Meloni y Le Pen hasta la fecha, son aquellas que articulan un discurso más complejo que incorpora elementos identitarios del feminismo de la diferencia y clasistas del feminismo liberal, como la defensa de la diferencia sexual, el reconocimiento del valor de la familia, el cuidado y la maternidad como elementos definitorios del ser mujer, el apoyo a la participación de las mujeres en el mercado laboral o la aceptación parcial de los derechos LGTBI. También colabora en la mejora de su atractivo para las mujeres que se pongan de perfil para evitar oponerse frontalmente al aborto, como en el caso de Marine Le Pen.

Detrás de esta “modernización ideológica” que apuesta por liderazgos femeninos y giros discursivos de defensa matizada de los derechos de las mujeres hay una estrategia que busca “desdemonizarse” capturando banderas progresistas con el fin de salir de la marginación política y extender su base sumando a las mujeres, tal y como ha señalado Amelia Lobo.

Pero, como también ha apuntado Steven Forti, no sólo se trata de pinkwashing. La defensa de los derechos de las mujeres sirve instrumentalmente para construir la ficción de una cultura occidental fundada en una presunta democracia sexual amenazada por culturas sexistas foráneas que pretenden acabar con ella. El problema de las mujeres no sería el régimen patriarcal y la institucionalización de su subordinación, sino los hombres inmigrantes, especialmente si son musulmanes. Se trataría de una nueva reinterpretación adaptada a la época, de la vieja mirada imperialista occidental fundada en la modernidad. Esa que construyó la identidad occidental proyectando en los otros no occidentales lo monstruoso, lo retrasado, lo bestial.

Esta ficción se alimenta hasta el empacho, además, de distintas paranoias que nacen de la obsesión por las bajas tasas de natalidad en occidente y la supuesta mayor capacidad reproductora de la población migrante. Esta tesis, conocida como el “gran reemplazo”, no deja de ser una mediocre teoría conspirativa sin ningún respaldo estadístico, pero funciona como un mito movilizador que parece resultar rentable a nivel electoral.

Al igual que los derechos de las mujeres, los derechos de las personas LGTBI y la denuncia de la violencia sexual y la homofobia, siempre de los musulmanes, también son usados para reforzar su cruzada antiinmigración. Su éxito no ha sido nada desdeñable dentro del mundo gay,  pero no en el lesbiano y transexual. Así, se pueden presentar como racistas y progay, articulando alianzas con una parte del movimiento LGTBI al tiempo que niegan el matrimonio entre personas del mismo sexo y su posibilidad de adoptar.

En definitiva, esta extrema derecha efectivamente, no sólo adopta un discurso que la hace más aceptable en contextos de hegemonía feminista y de rechazo mayoritario a la LGTBIfobia, sino que, además, le permite evocar una comunidad de pertenencia nacional asediada por un otro extranjero, agresor sexual e invasor demográfico.

Con todo, el análisis de esta retórica “feminista” y de las políticas que impulsan cuando tienen representación institucional, muestra que las propuestas no difieren de aquellas extremas derechas que criminalizan al feminismo y se oponen sin complejos y abiertamente a los derechos de las mujeres y personas LGTBI.

Tal y como evidencian los estudios de caso analizados en el informe “La extrema derecha y el antifeminismo en Europa” (2021) de la Fundación de Estudios Espacio Público, el futuro que proyectan todas ellas tiene en común el retorno al viejo modelo de hombre proveedor y mujer reproductora y cuidadora, introduciendo mecanismos de disciplinamiento de las mujeres y personas LGTBI usados profusamente en el pasado: limitar o eliminar los derechos sexuales y reproductivos, fortalecer la familia nuclear heteronormativa y patologizar otras formas familiares, refijar el rígido binarismo de género –sólo hay hombres y mujeres biológicamente determinados– persiguiendo la educación sexual y asimilándola con la pedofilia, negar la violencia machista, etc.

El futuro que imaginan estas extremas derechas, sin embargo, no es sólo un retorno a un supuesto pasado dorado, sino un proyecto constituyente en construcción, en discusión y sin contornos claros, pero que avanza hacia formas sociales antiigualitarias a través de estados con un fuerte carácter autoritario. Sólo hace falta mirar hacia las democracias iliberales del este de Europa o a la Argentina de Milei.

Desde esa perspectiva, comparto las tesis que argumentan que la relevancia que va adquiriendo la extrema derecha no puede ser interpretada sólo como una reacción al avance de los derechos de las mujeres. Sino que, más bien, podría explicarse por su capacidad para usar moduladamente sus posiciones antifeministas, según el contexto, para debilitar la democracia representativa e instaurar un nuevo régimen político que responda autoritariamente y en clave elitista a los grandes desafíos civilizatorios a los que nos enfrentamos, como la crisis ecológica, la crisis de reproducción social, el reemplazo humano por robots, etc.

He desvelado algunas de las condiciones ambientales, estrategias e intenciones que persigue la extrema derecha para pescar en el gineceo de las mujeres. Ahora necesitamos entender con cierta urgencia la corriente subterránea que podría estar articulando el apoyo de las mujeres, aún minoritario, a una revuelta reaccionaria organizada a nivel mundial para poder frenar su crecimiento. María Eugenia Rodríguez Palop ya indagaba extensamente y con lucidez en muchas de las claves que podrían estar detrás de los malestares de las mujeres y para los que el feminismo liberal no tendría respuestas. Aquí me propongo introducir algunos elementos que, sin ser del todo nuevos, profundizan en algunos aspectos no tan explorados de ese malestar contemporáneo que corroe la vida de las mujeres y que puede estar siendo capturado por algunas extremas derechas.

La crítica de la extrema derecha a las políticas de igualdad liberales intuye lo que muchas mujeres perciben: que su promesa de bienestar sólo ha llegado a algunas pocas afortunadas, mientras que ha abandonado a la inmensa mayoría. Lo cierto es que muchas mujeres sienten que sus vidas lejos de mejorar se enfrentan hoy más que nunca a la incertidumbre y a la amenaza de ver fracasadas sus expectativas vitales, especialmente las mujeres jóvenes, las mujeres que viven en entornos rurales y madres cabeza de familias monomarentales. A la extrema derecha no se le escapa, y Le Pen y Meloni marcan la pauta. Las dos dirigentes así pueden oponerse a unas políticas de igualdad que representan el statu quo de ese “neoliberalismo progresista” que beneficia a una nueva élite femenina, de la que ellas hipócritamente forman parte, al tiempo que se posicionan a favor de la igualdad salarial y apoyan medidas dirigidas a las jóvenes madres y a las familias monoparentales, en particular.

Hay algo más. Pese a la falta de redistribución del poder económico y social entre mujeres y hombres, es verdad que las políticas de igualdad han corroído las tradicionales jerarquías de género y han provocado cambios sustanciales en la articulación de los lazos sociales y de las relaciones íntimas.

El capitalismo, siempre a la conquista de nuevos mercados que satisfagan necesidades vitales, ha logrado introducir una racionalidad mercantil en ámbitos de la vida impensables como la amistad, el sexo o el amor. La mayor libertad de elección de las mujeres en la forma de vincularse , que no debe confundirse con la mayor capacidad de decisión para hacerlo, podría haber quedado atrapada en la gramática relacional de una individualidad narcisista que arrincona la empatía y que, guiada por la racionalidad económica del interés propio, aspira apenas a acumular experiencias en un nuevo mercado sexual amplio y diverso. Una nueva subjetividad ensimismada y con rasgos psicopáticos no sólo estaría impidiendo la articulación de vínculos estables, sino que, además, estaría tensionando hacia la ruptura los ya establecidos.

El sexo casual y el reconocimiento de las mujeres a partir de un capital erótico, que merma en las sociedades patriarcales a medida que avanza su edad, y que pueden leerse como fuentes de agencia y ejercicio efectivo de la libertad, en realidad son agujeros negros para la inmensa mayoría de las mujeres. Entre otras cosas porque minan su autoestima al someter sus cuerpos a una producción obsesiva y también competitiva, al servicio exclusivamente de la mirada y del deseo masculino. Y eso es así porque, aunque el amor romántico de pareja ha dejado de ser para las mujeres el fenómeno iluminador que las coloca en el centro de su propia experiencia y les revela su misión en el mundo, la autoestima de la mayoría de las mujeres se sigue apuntalando en una vincularidad relacional que forma parte de su identidad emocional-cultural, sobre todo por su papel central en el cuidado de otras personas. Las mujeres no somos todavía la extraordinaria Bella Baxter imaginada por Yorgos Lanthimos en Pequeñas criaturas.

La cuestión que aquí nos interesa ver es que esto, en parte, podría estar explicando la existencia de algunos movimientos de mujeres que rechazan su objetivación sexual y un sexo casual desapegado y desresponsabilizado del otro, y que giran su mirada hacia los valores familiares perdidos y los roles tradicionales de género. Como señala la socióloga Eva Illouz, quizá su rechazo a esta libertad sexual capturada por el mercado, que ha cambiado la relación entre los sexos y también ha reforzado el dominio de los hombres sobre las mujeres, podría explicar algunos malestares de las mujeres que, aunque menos visibles y analizados, podrían desempeñar un papel importante en su apoyo potencial a las nuevas extremas derechas.

La incertidumbre material, emocional y vincular que convierte el futuro en una competición solitaria por la supervivencia, por una parte, y el deterioro de la autoestima de las mujeres, por otra, pueden darnos sorpresas y provocar que lo que hace una década eran fenómenos aparentemente marginales, ya no lo sean tanto. Al feminismo de la cuarta ola le ha salido un competidor astuto y reaccionario que pugna por reorientar los malestares de unas mujeres a las que la promesa de la liberación de una identidad ligada exclusivamente al hecho biológico y al amor romántico, no sólo no les ofrece seguridad material, sino que parece exigirles renunciar a una vincularidad que, ellas saben, es la condición de posibilidad irrenunciable para ir al encuentro de su destino volando en libertad.

Nota:

Este artículo es una actualización del que fue publicado en 26 junio 2021 en el debate de la Fundación Espacio Público sobre antifeminismo y extrema derecha.

Las tecnologías de inteligencia artificial (IA) han emergido con fuerza durante los últimos años llegando a convertirse en el foco de acaloradas discusiones no solo en el ámbito tecnológico, sino también político, académico, filosófico y la esfera pública en su conjunto. Las promesas de mejora y progreso que se atribuyen a la IA se entremezclan con las preocupaciones que generan los posibles riesgos que estas tecnologías pueden producir tanto a escala individual como en el conjunto de la ciudadanía y los sistemas democráticos.[1]

Aunque estos debates son útiles y sin duda necesarios, casi todos ellos asumen 1) que la adopción de la IA es inevitable y 2) que estas tecnologías son neutrales y sus efectos nocivos o beneficiosos dependen del uso que se haga de ellas. En este artículo abordamos brevemente tres grupos de problemas éticos –privacidad, autonomía humana y libertad; sesgos, discriminación e igualdad; y crisis ecosocial– que surgen en torno a la IA y que, de distinto modo, ponen de relieve como estas tecnologías, lejos de ser neutrales, son inherentemente políticas y, por tanto, su adopción responde a un compromiso con ciertos proyectos ideológicos[2]. Desde esta perspectiva la IA no es un conjunto de tecnologías neutrales, sino una industria que se vale de la extracción y explotación no solo de los recursos naturales, sino también de nuestros datos y nuestros cuerpos.

 Algunos problemas éticos de la IA

Privacidad, autonomía humana y libertad. Una de las componentes esenciales que necesita cualquier sistema de IA para poder funcionar son los datos. Los datos son la información, la experiencia si usamos una metáfora humana, de la que se nutren los algoritmos (los sistemas de reglas) que permiten que la IA funcione. Grosso modo, podríamos decir que los algoritmos aprenden de los datos a extraer las relaciones y los resultados más probables. Identifica patrones que se encuentran presentes en los datos y así puede hacer estimaciones precisas. Por este y otros motivos la recopilación de datos es una práctica que tiene lugar diariamente de forma masiva y que nos afecta a todos.

En este contexto, muchos planteamientos éticos vinculados a la recopilación explotación y uso de los datos se plantean en relación con los problemas que estas prácticas pueden suponer, primero, para la privacidad. Los datos que se recopilan a través de nuestros relojes inteligentes, el consumo de películas y plataformas en streaming, etc, pueden contener y eventualmente revelar información extremadamente privada sobre nuestras vida como nuestra orientación sexual[3], nuestras prácticas sexuales, nuestra vida sentimental, familiar, y muchas otras cuestiones que con casi toda seguridad no compartiríamos con una persona de poca confianza y, aún menos con un extraño[4].

Pero los problemas relacionados con los datos también pueden producir problemas en relación con la autonomía humana y la libertad individual. En relación con la autonomía humana el problema se encuentra relacionado con la pérdida de la capacidad para pensar y tomar decisiones por nosotros mismos en una sociedad donde el uso de algoritmos de IA es cada vez mayor. Pensemos que cuando Netflix o cualquier plataforma de streaming nos hace una recomendación sobre qué película o serie podríamos ver, casi automáticamente desaparece un abanico entero de posibles contenidos que podríamos haber elegido si hubiéramos sido nosotros los que hubiéramos hecho la selección. El problema aquí no es tanto que la recomendación en base a nuestras elecciones previas, sino nuestra predisposición a mantenernos dentro de las películas seleccionadas por el algoritmo.

En el caso de las plataformas de streaming esto puede ser algo anecdótico, pero ¿qué sucedería si este tipo de sistemas se usaran para recomendarnos que nuevos productos disponibles en el supermercado nos gustarán más en base a nuestras preferencias alimenticias? ¿Y si las recomendaciones fueran sobre qué carrera estudiar, qué universidad elegir, dónde veranear o con quién tenemos más posibilidades de construir una relación sentimental duradera? Nuestra tendencia no solo a considerar, sino en muchos casos a adoptar las recomendaciones de la tecnología puede resultar muy problemática si el número de ámbitos en los que estas actúan aumenta. Aunque seamos nosotros los que creemos tener la última palabra, lo cierto es que este tipo de recomendaciones acotan nuestro rango de actuación y en muchos casos eliminan siquiera la posibilidad de plantearnos otras preferencias, caminos y/o alternativas que rompan con ese sendero que los algoritmos marcan a partir de nuestros gustos previos.

Además de la pérdida de autonomía humana, la recopilación y uso masivo de datos también puede afectar a la libertad individual. En la tradición liberal que predomina en los países occidentales la libertad se entiende como la ausencia de interferencia para actuar de la forma que nosotros consideramos más adecuada siempre y cuando esta se mantenga dentro de los límites que permiten la convivencia dentro de una comunidad política[5][6]. Para ejemplificar como la IA afecta a esta idea de libertad normalmente se recurre al uso que hace China de estas tecnologías. El sistema de crédito social chino funciona a través de la recopilación de ingentes cantidades de datos sobre sus ciudadanos para sancionarlos o premiarlos en función de cómo de “cívica” haya sido su conducta. Así, por ejemplo, a los ciudadanos que hayan acumulado una serie de faltas, como ausencias a citas médicas o cruzar la calle con un semáforo en rojo, puede llegar a prohibirles realizar vuelos internacionales[7]. En este sentido, resulta evidente como ciertas formas de uso de nuestros datos puede entrar en conflicto con la libertad individual de las personas.

Aunque en Europa este tipo de sistemas estarán prohibidos según la regulación de IA[8], cabría preguntarse hasta qué punto, por ejemplo, el uso de sistemas de IA para determinar a qué personas se les otorga un crédito bancario y a quiénes se les deniega, controlar las fronteras, otorgar visados, etc., constituyen o no actos contrarios a la libertad. Si atendemos a otras formas de entender la libertad que se salgan del marco del liberalismo como, por ejemplo, la que se maneja dentro del marco del republicanismo donde la libertad no se entiende con relación al individuo, sino a la comunidad en su conjunto[9], entonces encontramos que es posible que los sistemas de IA preserven la libertad individual, es decir, no interfieran en nuestra vida, y, sin embargo, no nos permitan ser ciudadanos libres[10].

El concepto de libertad como no dominación que opera en el seno del republicanismo muestra cómo, a ojos del liberalismo, un esclavo podría ser considerado libre si tuviera un amo muy bueno que le permitiese hacer lo que quisiera. El hecho de que el esclavo elija sus actos no le hace menos esclavo, pues siempre se encuentra bajo el control de su amo. En este sentido, el republicanismo y sus versiones contemporáneas ofrecen unas nuevas lentes con las que problematizar la IA y ser más críticos con estas tecnologías. Estas reflexiones apuntan a que aún en aquellas circunstancias en las que la IA no llegase a interferir directamente en nuestra vida, el hecho de que estas tecnologías se materialicen en todos los ámbitos de nuestra vida convierte a las empresas que recopilan nuestros datos en dueños de nuestras vidas. En el capitalismo de la vigilancia en el que son otros los que disponen de nuestros datos y los que eligen cómo y cuándo usarlos, nosotros, la ciudadanía, dejamos de ser libres[11].

Sesgos, discriminación e igualdad. En relación con los datos no solo importa cuántos datos se recopilen. También hay problemas éticos que surgen en función del tipo de datos que se usen para nutrir los sistemas IA. Como mencionábamos en el apartado anterior la IA aprende de los datos con los que se le entrena, principalmente, buscando patrones de repetición que le permitan identificar las relaciones más probables en función de la frecuencia. El entrenamiento y uso de datos de mala calidad y poco representativos en el caso de la IA puede producir problemas de discriminación y, por tanto, resultados que generan situaciones incompatibles con la justicia entendida en términos de igualdad[12].

Los problemas de discriminación en la IA pueden tomar distinta forma y se pueden deber a cuestiones de raza, etnia, género, clase social, religión, lenguaje, etc[13]. Estos problemas se producen cuando los datos de los que se nutren los sistemas de IA no son representativos y, al contrario, tiende a sobrerrepresentar a unos colectivos frente a otros. En la medida que la IA, como sucede de manera generalizada en el ámbito científico-tecnológico, es marcadamente androcéntrica los datos suelen representar con mayor frecuencia a los hombres blancos antes que a cualquier otro grupo de personas. Así, desde que estas tecnologías han empezado a operar entre nosotros se han ido descubriendo este tipo de sesgos que generan discriminación.

Para ilustrar esta problemática podemos usar el ejemplo del sistema IA que hace unos años puso en marcha Amazon para optimizar su proceso de selección de personal y elegir a los mejores candidatos para un puesto[14]. Sin embargo, al poco tiempo de tener en funcionamiento este sistema, la compañía se dio cuenta de que a los currículums de mujeres se les asignaba, de manera sistemática, una puntuación más baja que a la de los hombres. Tras analizar qué estaba sucediendo descubrieron que en los datos con los que se había entrenado al algoritmo, que procedían de los procesos de selección de personal de la empresa durante los 10 años anteriores, había una desproporcionada presencia de hombres. Esto provocó que el algoritmo encontrase un patrón de repetición claro: si en el pasado más hombres se habían presentado para ocupar un puesto y habían sido seleccionados, entonces debe ser que ellos son más aptos para ese cargo. De este modo que cuando esta IA se puso en funcionamiento empezó a tomar la variable “hombre” como algo positivo, tal y como podría haber sido el tener más años de experiencia en un puesto similar o una formación especializada en el área de contratación.

Como hemos señalado antes, los sesgos también pueden producirse por cuestiones de raza. El proyecto Gender Shades analizó tres sistemas de reconocimiento facial y demostró como los rostros de personas negras eran identificados con menos precisión que los de personas blancas de manera sistemática. Uno de los sistemas, desarrollado por Microsoft, identificaba correctamente el 100% de las caras de hombres blancos, en el caso de los hombres negros el porcentaje de aciertos era del 94%. Las cifras de IBM eran incluso peores, frente al 99,7% de hombres blancos correctamente identificados el de hombres negros era del 88%. Si al color de la piel le sumamos la variable del género, entonces la diferencia es aún mayor. Frente al 100% de hombres blanco bien identificados por el sistema de Microsoft, este solo acertaba con el 79,2% de las mujeres negras. En el caso de IBM la diferencia era del 99,7% para los hombres blancos al 65,3% para las mujeres negras.

Estos y otros ejemplos muestran como la IA está sesgada en distintos sentidos, produce situaciones discriminatorias y evidencia de falta de neutralidad. Estos problemas no son fallos o errores puntuales que se den en la tecnología, sino que son el resultado de una forma de pensar, entender y hacer ciencia y tecnología desde presupuestos marcadamente androcéntricos y blancos. La IA, como el resto de las tecnologías, ha sido (y continúa siendo) imaginada, diseñada y usada no solo en el marco de un sistema patriarcal, sino también capitalista en el que la norma, el dato estándar, es el del hombre blanco occidental. Esta realidad que permea las estructuras de la IA, y todas las disciplinas científico-técnicas, son el verdadero motivo de las sistemáticas discriminaciones y situaciones de desigualdad producidas por la tecnología y evidencia que estas son indisociables de proyectos ideológicos, así como ciertos contextos políticos y sociales. Si buscamos construir sociedades justas en la que todos los ciudadanos y ciudadanas sean libres e iguales, entonces debería ser una prioridad no solo acabar con los sesgos, sino cuestionar el proyecto actual de IA. La tarea por delante no es sencilla, la igualdad en la IA no solo depende del uso de bases de datos que representen en igualdad de condiciones a los colectivos que se verán afectados por sus decisiones y/o recomendaciones, también implica revisar los propios fundamentos tecnológicos, científicos, políticos, económicos y sociales que han permitido que la IA surja con tanta fuerza y amenace con convertirse en un ser omnipresente en nuestra sociedad.

Crisis ecosocial. Desde finales del s. XX las tecnologías digitales han sido presentadas como radicalmente contrarias a las tecnologías industriales de la primera y la segunda revolución industrial y, por tanto, como limpias, respetuosas con el medioambiente, casi independientes de infraestructura y normalmente asociadas a trabajos de gran valor social que necesitan de alta cualificación. Así lo reflejan los distintos discursos sobre tecnologías como la IA que se encuentran plagados de metáforas ecológicas como “la nube”, “redes neuronales”, “montañas de datos”, “granjas de datos”, etc., que nos hacen relacionar estas tecnologías con el respeto a la naturaleza y un futuro verde[15]. Metáforas que tratan de ocultar una realidad muy distinta: que la IA, lejos de ser un ente casi etéreo similar a una nube, es tan material y contaminante como una mina.

De la mina proceden los materiales que se necesitan para fabricar las tecnologías de IA. Materiales como el cobre, el níquel, el litio, las tierras raras, etc., se han convertido en elementos esenciales cuya extracción genera un impacto ecológico tremendo y su apropiación, conflictos geopolíticos serios. Y es que, por un lado, buena parte de estos materiales críticos, también conocidos como CRM[16], se encuentran en suelo chino y ruso, así como en otros países como Brasil, India, Chile, Bolivia, etc. Solo una pequeña parte de ellos se encuentra en territorio europeo. Por otro lado, las prácticas de extracción asociadas a la minería producen erosión, pérdida de biodiversidad, devastación de la vegetación cercana, contaminación de las aguas, deforestación, etc. Además, la minería, el refinamiento de materiales, la manufactura fuera de Europa, etc., suele estar vinculada a unas condiciones laborales pésimas para los trabajadores implicados[17].

Una vez se dispone de los materiales adecuados y estos son manufacturados su transporte a Europa también produce un impacto ecológico importante. En 2017, el transporte a través de barcos mercantes, utilizados, entre otros fines, para transportar los productos y las tecnologías de IA, fue responsable del 3,1% de las emisiones globales de CO2, lo que supera, por ejemplo, las emisiones producidas por un país como Alemania[18]. Asimismo, los cables submarinos a través de los cuales se transmite gran parte de la información que necesita la IA para funcionar producen un impacto medioambiental muy alto y son una realidad normalmente opacada al hablar de IA.

La minería, el refinamiento, la manufacturación y el transporte ponen de relieve que lejos de ser realidades no contaminantes, la IA es un grupo de tecnologías que necesita de una amplísima infraestructura (mucho mayor que la de las tecnologías industriales) para funcionar. Una infraestructura que se extiende también dentro de las fronteras europeas. Los centros de datos donde se almacena la información –nuestros datos– que usa la IA también son realidades materiales que permanecen con frecuencia ocultas y que, sin embargo, consumen una gran cantidad de energía. En el año 2018, los centros de datos europeos consumieron el 2,7% de la energía eléctrica producida en la UE y las predicciones más optimistas, en el caso de que las ganancias en eficiencia energética crezcan al mismo ritmo que el consumo, estiman que este alcance el 3,21% en 2030. En el caso de que eficiencia y consumo no vayan de la mano este último podría alcanzar el 6%[19].

Y es que, ya en 2011, si la computación en la nube fuera considerado un país, esta sería el sexto país del mundo que más energía eléctrica demanda[20]. Entre 2012 y 2014 la industria de las tecnologías de la comunicación y la información (TIC) consumió tanta energía eléctrica como el tercer país más contaminante del mundo, solo detrás de EEUU y China[21]. También el entrenamiento de algoritmos como ChatGPT y otros grandes modelos de lenguaje consume grandes cantidades de energía que suelen ser pasadas por alto. Se estima que entrenar a ChatGPT-3 ha «generado 500 toneladas de CO2, el equivalente a ir y volver a la Luna en coche»[22]. Además, «el uso que se habría hecho de electricidad en enero de 2023 en OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT, podría equivaler al uso anual de unas 175.000 familias danesas»[23], aunque se apunta que estas familias no son las que más consumen en Europa.

Finalmente, el reciclaje de los desechos electrónicos que se derivan del uso masivo de tecnología, entre ellas las de IA, no es todavía una práctica totalmente extendida en la UE. Gran parte de estos desechos se trasladan a países como Ghana o Pakistán donde son acumulados produciendo un deterioro del entorno y las especies que lo habitan a través de la acidificación de las aguas, la expulsión de gases tóxicos, la pérdida de biodiversidad, etc. Esta realidad pone de relieve una forma de funcionamiento de la IA muy distinta a la narrativa de los datos y los algoritmos que solemos escuchar. Al contrario, plantea serias dudas sobre si los discursos políticos, económicos y académicos qué presentan a la IA como una aliada fundamental para luchar contra el cambio climático están o no en lo cierto y si esta no sirve más bien para hacer greenwashing y seguir justificando y legitimando el consumo ilimitado en Occidente sin importar el impacto socioecológico que ello implique.

Conclusiones

Los problemas éticos que hemos expuesto en este texto son solo algunos de los que surgen en torno al diseño, adopción y uso de estas tecnologías[24]. La elección de estos y no otros se debe a que apuntan a problemas de fondo asociados el proyecto de IA en su conjunto, no a una simple enumeración de debates éticos que parten de la asunción de que dicho proyecto es bueno y/o deseable en sí mismo. El impacto socioecológico de la IA, junto a sus implicaciones para la libertad, las mujeres y otros colectivos vulnerables, pone de relieve que estas tecnologías son mucho más que sistemas enfocados a tomar decisiones iguales o mejores que las humanas, sino que más bien constituyen una idea, una forma de entender y ejercer el poder, una infraestructura y una industria extractivista de nuestros de recursos naturales, nuestros datos y nuestros cuerpos. En este sentido, la reflexión ética y política sobre la IA nunca debería limitarse a asumir los marcos tecnooptimistas que se nos imponen dentro del capitalismo y, más bien, debería a apuntar hacia como construir futuros ecológicos y socialmente justos en los que la tecnología no sea la única solución a nuestros problemas y la vía preferencial hacia el progreso.

Referencias:

Este texto forma parte de la colaboración entre ESPACIO PUBLICO y FUHEM ECOSOCIAL. Fue publicado en Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, núm. 164, invierno 2023/2024, pp. 33-43.

[1]Mariarosaria Taddeo y Luciano Floridi, «How AI can be a force for good», Science361(6404), 2018, pp. 751-752.

[2] Langdon Winner, El reactor y la ballena, Gedisa, 2013.

[3] Ryan Singel, «Netflix Spilled Your Brokeback Mountain Secret, Lawsuit Claims», Wired, 17 de diciembre de 2009.

[4]Carissa Veliz, Privacidad es poder, Debate, 2021.

[5] John Stuart Mill, Sobre la libertad, Alianza, 2013.

[6] Isaiah Berlin, Sobre la libertad, Alianza, 2017.

[7] Charlotte Jee, «China’s social credit system stopped millions of people from buying travel tickets», MIT Technology Review, 4 de marzo de 2019.

[8] Lucía Ortiz de Zárate Alcarazo, «La regulación europea de la IA», ABC, 21 de marzo de 2023.

[9] Quentin Skinner, Liberty before Liberalism, Cambridge University Press, 2012.

[10] Filip Biały, «Freedom, silent power and the role of an historian in the digital age–Interview with Quentin Skinner», History of European Ideas, 48(7), 2022, pp. 871-878.

[11] Shoshana Zuboff, La era del capitalismo de la vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder, Paidós, 2020.

[12] Lucía Ortiz de Zárate Alcarazo, «Sesgos de género en la inteligencia artificial», Revista de Occidente, 502, 2023.

[13] Naroa Martinez y Helena Matute, «Discriminación racial en la Inteligencia Artificial», The Conversation, 10 de agosto de 2020.

[14] Jeffrey Dastin, «Amazon scraps secret AI recruiting tool that showed bias against women», Reuters, 10 de octubre de 2018.

[15] Allison Carruth, «The digital cloud and the micropolitics of energy», Public Culture26(2), 2014, pp. 339-364.

[16] De sus siglas en inglés Critical Raw Materials.

[17] Kate Crawford, Atlas of AI: Power, Politics, and the Planetary Costs of Artificial Intelligence, Yale University Press, 2021.

[18] Zoe Schlanger. «If Shipping Were a Country, It Would Be the Sixth-Biggest Greenhouse Gas Emitter», Quartz, 17 de abril de 2018.

[19] Francesca Montevecchi, Therese Stickle, Ralph Hintemann, Simon Hinterholzer, Energy-efficient Cloud Computing Technologies and Policies for an Eco-friendly Cloud Market, Comisión Europea, 2020.

[20] Tom Dowdall, David Pomerantz y Yifei Wang, Clicking Green. How companies are creating the green internet, Greenpeace, 2014.

[21] Adrián Almazán, «¿Verde y digital?», Viento Sur: por una izquierda alternativa, 173, 2020, pp.61-73.

[22] Manuel Pascual, «El sucio secreto de la Inteligencia Artificial», El País, 23 de marzo de 2023.

[23]Ibidem

[24] Mark Coeckelbergh, Ética de la inteligencia artificial, Catedra, 2021.

“Hay que correr el Sahara Marathon porque el deporte también es una manera de manifestarse contra la injusticia y en defensa de los más desfavorecidos. Porque es una forma de apoyar a los miles de refugiados saharauis huidos de la guerra y desplazados a inhumanos campamentos en pleno desierto. Porque debemos intentar que el mundo no se olvide del Pueblo Saharaui y así logre la justicia que merece después de tantos años de dura espera”, decía el atleta Martín Fiz. Martín, premio Príncipe de Asturias de los Deportes y campeón del mundo en Goteborg 95, después de participar en la carrera Sahara Marathon.

Una carrera, cuya próxima edición, la 24, se celebrará el próximo 28 de febrero en Tinduf, en los campamentos de los refugiados saharauis, como todos los años.

Sahara Marathon es una carrera solidaria con el pueblo saharaui que se celebra desde el año 2001 coincidiendo con las celebraciones del aniversario de la fundación de la República Árabe Saharaui Democrática. La prueba principal de 42 Km  enlaza los campamentos de Aaiun, Auserd y Smara.  Y además, bajo el lema “Una carrera solidaria para los niños refugiados del Sahara Occidental”, se organizan también carreras de Maratón y Medio Maratón de 10 KM y 5 KM. El evento está organizado por la Federación de Atletismo Saharaui y el Ministerio Saharaui de Juventud y Deportes con ayuda de voluntarios internacionales.

En  esta ocasión habrá participantes de más de 20 países, procedentes también de lugares tan lejanos como Japón, México, Bolivia, Canadá o EEUU…  Además viajará hasta allí un grupo de arquitectos que va a realizar un experimento de aislamiento térmico en la jaima de una familia saharaui. Un grupo de estudiantes de Madrid de una escuela audiovisual cubrirá de forma voluntaria la carrera en las redes sociales.

En un escenario tan impresionante como el desierto, es fácil sentir miedo o angustia, pero quienes participan saben que lo hacen por una causa muy justa y quieren contribuir, poner su grano de arena para mantener viva la causa del Sáhara Libre frente a la ocupación marroquí. Una carrera para que  el pueblo saharaui tan injustamente maltratado no caiga en el olvido. Y con este evento deportivo internacional se alza una voz contra el injusto y cruel exilio que viven las familias de refugiados en los campamentos del desierto argelino hace ya cuarenta y siete años.

El alojamiento de las personas que participan y sus acompañantes se realiza en las jaimas y las casas de adobe de familias saharauis. Brahim Cheij, coordinador de la prueba nos dice que se acaba de abrir el plazo para inscribirse, que el equipaje máximo de cada participante no debe superar los 15 km, que habrá un equipo médico y que el tiempo previsto para esa fecha es de unos 25º, aunque por la noche la temperatura baja mucho.

Y añade que paralelamente al Sahara Marathon se desarrollan varios proyectos solidarios y formación destinados a niños y jóvenes. La organización se encarga de gestionar todos los trámites. Vuelo, visado, seguro de viaje, traslados, alojamiento y asistencia en carrera.

El viaje de Sahara Marathon se realizará desde el sábado 24 de febrero hasta el 2 de marzo de 2024. La carrera, como hemos dicho, tendrá lugar el 28 de febrero.

Una experiencia inolvidable.

Más Información: www.saharamarathon.org y http://www.proyectosahara.com/

Los economistas han preferido, en general, utilizar el término economía de la defensa para referirse al entramado económico militar, aunque, para ser más precisos, también podría calificarse como economía de guerra, pues no cabe llamarse a engaño, todo ese entramado no tiene otro cometido que prepararse para hacer la guerra, ya sea defensiva con el fin de evitarla mediante la disuasión, argumento este utilizado por los Estados para justificar su fuerza militar; u ofensiva para llevar a cabo intervenciones militares en otros países. Aunque cierto es que la denominación de economía de guerra se utiliza solamente cuando los Estados ponen toda la producción económica de la nación al servicio de la guerra, como así ha ocurrido en todas las grandes guerras. Pero aquí se utilizará la denominación Ciclo económico militar o Ciclo armamentista,[1] pues resulta más apropiado para describir todo el conglomerado económico que rodea toda la economía militar.

Esta denominación resulta más acertada porque el concepto de ciclo describe con mayor acierto el itinerario por dónde discurre la economía militar desde su nacimiento hasta su finalización. Este ciclo se inicia siempre de las manos del Estado con la aprobación de los créditos destinados al Ministerio de Defensa para el mantenimiento de las fuerzas armadas. Créditos que se reparten entre los salarios del personal militar, el mantenimiento de servicios, instalaciones e infraestructuras, la investigación y desarrollo (I+D) de nuevas armas y equipos, y los destinados a pagos a las industrias militares que producen y suministran las armas al propio Ministerio de Defensa; mientras que otra parte de su producción irá a la exportación bajo el control del Estado que regula el comercio de armas.

Así, cuando se habla de economía militar con referencia al gasto militar, las fuerzas armadas, la I+D militar, las empresas militares, se debe prestar atención al origen de los recursos que alimentan todo ese ciclo, que no es otro que el presupuesto de defensa de los Estados, incluidas las exportaciones de armas, pues también en su inmensa mayoría son adquiridas por Estados y tan solo una ínfima parte pueden ser adquiridas en el mercado ilegal o por la población. Un Estado que financia todo el ciclo económico militar y que se retroalimenta, pues surge bajo el paraguas del Estado y acaba su periplo en manos del Estado.

Un ciclo en el que también deben tenerse en cuenta todos aquellos aspectos que condicionan ese gasto militar, desde las políticas de seguridad y defensa del Estado, que son las que determinan la estrategia de defensa nacional, las directivas de defensa y el modelo de fuerzas armadas. Doctrinas de seguridad donde se plasman cuáles son los riesgos, los posibles peligros y de dónde proceden las amenazas. Estas doctrinas, llegado el caso, se disponen en leyes, decretos y disposiciones en el ordenamiento jurídico para regular la exportación de armas y su uso. Doctrinas que también determinan el modelo de fuerzas armadas y la clase de armamentos que se deben adquirir, así como el tipo de infraestructuras e instalaciones militares que serán necesarias para adecuar la defensa del territorio y las intervenciones en el exterior.

El ciclo económico contempla todo el mantenimiento y servicios necesarios a través de empresas privadas para que las fuerzas armadas sean operativas, y que incluye la formación de los militares en academias y universidades donde se les enseña estrategias y técnicas militares para su uso en conflictos armados. En el ciclo armamentista intervienen también las entidades bancarias financiando a las industrias militares en sus operaciones y venta de armas. Estas entidades comercializan fondos de inversión donde están presentes las grandes empresas de armamentos de las que además pueden ser accionistas.

Las fuerzas armadas como medio de control económico

La mejor manera de comprender la existencia de las fuerzas armadas y el gasto que éstas originan proviene de observar cómo actúan las grandes potencias económicas en sus relaciones político-económicas con otros Estados. En la mayoría de las ocasiones vemos cómo las potencias utilizan sus fuerzas armadas para defender sus intereses particulares. Es decir, en aras de la seguridad nacional defienden los intereses de las grandes corporaciones de su propio país. A tal efecto, solo cabe observar cómo actúan EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido o Australia en la geopolítica mundial y se puede observar cómo cuando las presiones políticas no son suficientes para conseguir sus objetivos políticos/económicos utilizan la fuerza mediante intervenciones militares para así doblegar las resistencias de los países que no se avienen a sus exigencias.

Se señala a las grandes potencias porque son estas las que condicionan el incesante aumento del gasto militar mundial debido a las presiones que ejercen sobre los países que forman parte de sus alianzas, como es el caso de EEUU sobre sus aliados dentro de la organización militar transnacional OTAN. Lo mismo ocurre con China y Rusia que aunque no tengan un organismo militar similar a la OTAN sí tienen acuerdos bilaterales entre ellos y con otros países en la Organización de Cooperación de Shanghái, o de la ASEAN, otro organismo político-económico del sudeste asiático auspiciado por EEUU, con los que pretenden hacer frente a las presiones político-militares de EEUU.

Este aspecto es algo que se constata cuando se observa cómo año tras año aumentan los recursos de las capacidades militares de la mayoría de las grandes potencias y de sus países aliados. Así, de los últimos datos de que disponemos –año 2020– el gasto militar mundial según el SIPRI[2] aumentó un 2,6% respecto a 2019, alcanzando la enorme cifra de casi dos billones de dólares (1,981). Algo que contrasta con el descenso del PIB mundial para ese mismo año de un 4,4% debido a los efectos de la pandemia de la COVID-19. De ese enorme gasto militar, EEUU consume el 39%, 778.000 millones, y si se le suman los gastos militares de todos sus países socios en la OTAN, la cifra se dispara hasta alcanzar los 1,03 billones de dólares, que representa el 52% del total del gasto militar mundial. Los dos rivales estratégicos de EEUU, China y Rusia, se encuentran a una considerable distancia en gastos militares. China destina 252.000 millones de dólares y Rusia, 61.700 millones.

Menciono estos datos para demostrar quién es más responsable en la escalada militarista, aunque esto, desde luego no disculpa a sus competidores que siguen el mismo camino de aumentar sus capacidades militares en una carrera de armamentos que solo vaticina conflictos y un mayor deterioro medioambiental del planeta.

Coste de oportunidad

Se han utilizado estos datos porque el gasto militar desde la economía crítica representa una pérdida de oportunidad para el desarrollo económico-social, pues si esos mismos recursos públicos en lugar de ser destinados a una economía ineficiente se dirigieran a la economía del ámbito civil, la real, la productiva, o a ámbitos sociales como la educación o la sanidad contribuirían mejor al desarrollo de la comunidad donde se llevan a cabo.

Los argumentos de quienes han estudiado este desajuste,[3] aducen, que el gasto militar genera endeudamiento del Estado, a lo que añaden, que si esos recursos monetarios, de bienes de equipo, de conocimientos tecnológicos y de mano de obra que consumen los ejércitos y la producción de armamentos se destinaran a sectores civiles generarían mayor empleo, así como manufacturas y servicios más competitivos. Esto es debido a que las armas deben ser consideradas productos ineficientes porque no son bienes de consumo, ni tienen valor de cambio pues no entran en los circuitos de intercambio, es decir, en el mercado, convirtiéndose tan solo en bienes de uso para los Estados que son sus principales consumidores, pero sin valor social para la población.

Un arma, como cualquier otro producto, en el proceso de producción necesita de inversiones en I+D y de capital, de otros productos manufacturados y de mano de obra asalariada. Entonces, la producción del arma beneficia tanto al trabajo como al capital (obrero y patrón), y entre ellos se producirá una conexión de intereses; el trabajador necesita el salario, el patrono desea extraer plusvalía del trabajo. Esto explica, cuando aparecen crisis, cómo los trabajadores de las industrias militares salen en defensa de sus puestos de trabajo sin tener en cuenta cuestiones humanitarias o de clase, ya que las armas que fabrican pueden ser utilizadas en guerras donde los obreros se enfrentarán entre sí rompiendo el principio de solidaridad internacional del que se supone deberían ser defensores, y donde, además, causarán un enorme sufrimiento a las poblaciones que padezcan las guerras.

Esta descripción económica, desde un punto de vista keynesiano, como cualquier otra forma de trabajo, mejora la economía, pues el trabajo comporta salario y este favorece el consumo y el crecimiento de la economía. Sin embargo, no aportan ingresos al Estado a través de los impuestos, pues este no los paga. Este periplo económico que para los keynesianos es beneficioso para la economía, no lo es para la economía crítica (Melman, Leontief…), incluidos los partidarios del decrecimiento, que niegan a las armas su carácter benéfico debido a que al ser adquiridas por el Estado no tienen valor social al no circular por el mercado como la gran mayoría de los productos, pues, como ya se ha indicado, la ciudadanía no puede adquirir un avión de combate o un buque de guerra que solo adquieren los Estados, y tan solo una pequeña parte de las armas, las ligeras, pueden ser adquiridas por la población, con enormes restricciones en la mayoría de los países del mundo.

Empero, aquí no se defiende el crecimiento económico per se, sino que debe entenderse que hay otros ámbitos de la economía donde los recursos destinados al armamentismo y al mantenimiento de los ejércitos pueden ser más beneficiosos para la sociedad sin necesidad de agravar la crisis ecológica que vive hoy el planeta.

Esta consideración es pertinente si se tiene en cuenta el gran impacto medioambiental de las emisiones de CO2e que producen las fuerzas armadas y la producción militar. Así, desde el punto de vista de la huella ecológica, las emisiones gases de efecto invernadero (GEI) de los ejércitos son una de las causas más importantes del cambio climático, de la pérdida de biodiversidad y de la reducción de los recursos fósiles no renovables que alimentan la crisis ecológica, y que anuncian, si no se pone remedio, el colapso de la biosfera.

Como ejemplos: la primera potencia militar mundial, EEUU, con sus casi dos millones de militares, su presencia militar en las más de 700 bases que tiene repartidas por todo el mundo y su participación directa en conflictos armados, entre 2010 y 2017 tuvo una media anual de emisiones de 527 millones de toneladas de CO2e, muy superior a la de países pequeños y algunos medianos [4]. Aunque a distancia de EEUU, la huella de carbono del sector industrial/militar y de las fuerzas armadas de los 27 países miembros de la Unión Europea en el año 2019 fueron estimadas de 24,8 millones de tCO2e[5], que equivalen a aproximadamente a las emisiones anuales de 14 millones de coches[6].

La dimensión económica del militarismo

Una aclaración conceptual. El militarismo es una ideología que se da mayormente en el interior de las fuerzas armadas, aunque también en algunos ámbitos de la sociedad civil. Tiene como objetivo imponer la resolución de los conflictos mediante el uso de la fuerza militar y desestimar otros medios no cruentos. Su cometido principal es presionar al poder civil para que aumente las capacidades militares de los ejércitos, que siempre se traducen en aumentar la adquisición de armamentos, mejorar las infraestructuras y el adiestramiento de los militares. En el caso de España, ese militarismo tiene un añadido: la pervivencia en el interior de la estructura militar de la ideología antidemocrática de la dictadura franquista, que impregnó toda la estructura militar durante los cuarenta años de dictadura donde los militares gozaron de múltiples privilegios que aún persisten, y que a menudo reaparece en declaraciones públicas de algunos de sus miembros.

Tal militarismo se puede constatar en el Estado español en el presupuesto del Ministerio de Defensa, con la adquisición de los grandes Programas Especiales de Armamentos (PEA). Los PEA tienen su aspecto más controvertido en lo referente a la necesidad de algunas de esas armas que no se justifican de acuerdo con las inseguridades que señala la Estrategia de Seguridad Nacional (ESN).

Los PEA se iniciaron en 1996, año en el que el gasto militar del Estado español fue de 12.551,7 millones de euros corrientes y que en 2022 será de 22.796 millones [7][8]. Estas cifras muestran un colosal incremento que en buena parte se debe a los enormes costes de los PEA mencionados. Igualmente, otro coste importante fue la profesionalización de las Fuerzas Armadas españolas a partir del año 2001, hecho que también abrió el paso a una mayor militarización, pues un ejército profesional es más corporativo e impulsará más enérgicamente que los valores castrenses se impongan con mayor fuerza en la sociedad.

Pero volviendo a los PEA, desde su inició en 1996 hasta diciembre de 2021 alcanzan 33 grandes programas con el colosal coste de 51.664 millones de euros. Unos programas que están destinados a dotar al ejército de potentes armas de última generación para enfrentarse a desafíos en lejanos escenarios, como así indica la Directiva de Defensa del Ministerio de Defensa de acuerdo con los compromisos que el Estado español contrae con organizaciones internacionales como la OTAN, la UE o compromisos bilaterales con otros países[9]. Los PEA no obedecen a las necesidades de la seguridad de la población, pues de acuerdo con lo que indica la ESN, España no tiene amenazas que los justifiquen y, entonces, solo satisfacen los intereses del complejo industrial militar español, que no son otros que los de los accionistas y ejecutivos de las industrias militares; los altos mandos militares, algunos de los cuales acaban entrando como ejecutivos en las empresas militares, o políticos ligados al Ministerio de Defensa que también se integran en las empresas militares[10].

De acuerdo con esas premisas, algunos de esos programas no deberían haberse llevado a cabo y otros deberían haberse reducido en número de manera considerable. Por ejemplo, los blindados de combate Leopardo, Pizarro, Centauro o los actuales Dragón tienen poca operatividad, pues no existe la percepción de que España se vea amenazada por una invasión exterior. Los blindados Leopardo, debido a su peso, no pueden ser transportados en otra de las estrellas de los programas PEA, los aviones A400M, adquiridos para transportar material y tropa a largas distancias, porque solo admiten un peso de 44 toneladas. Algo similar ocurre con otras armas, como los helicópteros Tigre y NH-90, el Obús de 155 mm, el avión de combate EF-2000 y el submarino S-80. Armas para ser desplazadas a largas distancias y que no aportan nada a la seguridad de la población española, pues su seguridad está relacionada con otras amenazas de ámbito social: falta de empleo, de vivienda y diversas coberturas sociales.

Pero la militarización del presupuesto no solo se produce por los PEA; otro elemento a considerar son las propias fuerzas armadas, y no por el elevado número de militares que tiene el Estado español, 120.000, pues un ejército de reducido número lo podría ser igualmente. La militarización del ejército proviene de la Directiva de Defensa Nacional donde se enumeran cuáles son las amenazas a las que se debe hacer frente, a saber: preservar el medio ambiente frente al cambio climático, prevenir pandemias, desastres naturales, crisis humanitarias, ataques cibernéticos, migraciones masivas, crimen organizado, vulnerabilidad energética, inseguridad económica, terrorismo, proliferación de armas nucleares y hacer frente a posibles conflictos armados. A excepción del último, los conflictos armados, ante el resto de amenazas las fuerzas armadas nada pueden hacer para evitarlas. Aunque haya quien piense que sí frente al terrorismo, pero ya se ha demostrado que las fuerzas armadas nada pudieron hacer ante los ataques perpetrados en diversos lugares del mundo, ni en el 11S en 2001 ni tampoco en Atocha, Madrid, en 2011 ni en Barcelona en agosto de 2017.

Entonces, el papel que juega el ejército en España, donde la posibilidad de una guerra entre Estados colindantes ha desaparecido y donde el ejército, desde el punto de vista de la seguridad, tiene una escasa o nula función, fuera de llevar a cabo acciones de emergencia frente a catástrofes naturales (tormentas, incendios, pandemias) –que no son su función, pues deberían estar a cargo de servicios civiles y no de un cuerpo militar–, el principal papel que desarrollan es dar apoyo fuera de las fronteras españolas a los compromisos adquiridos con la OTAN, la UE o la ONU, donde a lo sumo se despliegan no más de 3.000 militares y normalmente siempre equipados con un armamento de escaso potencial en supuestas misiones de paz.

Entonces, ¿por qué no abordar en España una profunda revisión del ejército que rebaje su número y sus capacidades armamentísticas para ponerlas en sintonía con la realidad no solo geopolítica sino también con las necesidades de las poblaciones del entorno mediterráneo y europeo? Ello liberaría enormes recursos de capital que podrían destinarse a una economía más productiva y a necesidades más perentorias para las personas. Solo hay una respuesta: por la existencia del militarismo, tanto en el interior de la cúpula de los grandes partidos españoles, como en el interior de las fuerzas armadas. Las razones: los políticos, por una inercia que proviene de un pasado en el qué no se concibe un Estado-nación sin ejército; el de la cúpula militar, para mantener sus privilegios corporativos. Estos intereses combinados contaminan a la sociedad para que se mantenga un ejército sobredimensionado en número y capacidades militares, cuando la auténtica seguridad que precisa la población española está relacionada con aquellos otros aspectos que son vitales para la vida de las personas: el empleo, la vivienda, la salud, preservar el medio ambiente y las coberturas sociales.

¿Gasto militar o desarrollo humano?

Reinvertir el gasto militar en desarrollo humano es una antigua aspiración expresada en el segundo Informe de Desarrollo Humano (PNUD) de 1992, donde se señalaba que tras finalizar la Guerra Fría se estaba produciendo un descenso del gasto militar mundial y que si una parte, un 3% del total anual, se destinara a ayuda al desarrollo –entonces representaban 50.000 millones de dólares anuales– a la vuelta de diez años, se podrían eliminar las enormes desigualdades existentes en el mundo, y, en especial, acabar con la pobreza que entonces afectaba a unos 1.000 millones de personas. Esta propuesta recibió el nombre de dividendos de paz. Es decir, que la voluntad expresada en el PNUD de 1992, hoy, con el gasto militar mundial actual y aplicando una igual disminución de un 3% anual y destinándola a desarrollo humano de los países empobrecidos se podrían liberar 60.000 millones de dólares para destinarlos a eliminar las desigualdades más perentorias de los países empobrecidos. En especial, se podría acabar con el hambre, que en 2021 afecta a unos 811 millones de personas, y desarrollar la educación y una sanidad suficientes para que sus economías mejoraran.

Otra cuestión. La crisis financiera iniciada en 2008 permitió la disminución de los gastos en defensa en la mayoría de los países del mundo occidental. Por ejemplo, EEUU disminuyó en dólares corrientes su presupuesto en defensa de 752.288 millones en 2011 a 633.830 en 2015. Y España también lo redujo, pasando de 19.418 millones en euros corrientes en 2008, a 16.861 millones en 2016[11]. Si eso fue posible debido a la crisis financiera, ahora con la crisis económica producida por la pandemia de la COVID-19 y con el desafío de hacer realidad los acuerdos ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) para 2030, aprobados por toda la comunidad internacional, que para alcanzarlos tan solo se debería persistir en el camino de disminuir el gasto militar, en especial el de las grandes potencias y el de sus países aliados para convertir los dividendos por la paz en una realidad.

Unos dividendos de paz que se conseguirían mediante la reducción en adquirir armamentos y del número de efectivos militares. Desde luego no se trata de dejar sin empleo a los militares obligados a dejar el ejército o a los trabajadores de las industrias militares; existen múltiples ejemplos de conversión del sector militar industrial al sector civil, como también de reintegrar en el cuerpo estatal de funcionarios a los militares. Esto, además, contribuiría a reducir carreras de armamentos entre países e impedir posibles nuevos conflictos armados. Entonces saldríamos ganando en medio ambiente, habría mayor empleo y más recursos para desarrollo humano. Esa posibilidad existe, y, como siempre, tan solo es cuestión de voluntad política por parte de los gobiernos.

Este texto forma parte de la colaboración entre ESPACIO PUBLICO y FUHEM ECOSOCIAL. Fue publicado en PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global nº 157, pp. 61-71.

[1] Tal como la denominaba el economista Arcadi Oliveres que es quién apadrinó esta denominación. Arcadi Oliveres y Pere Ortega, El ciclo armamentista español, Icaria, Barcelona, 2000.

[2] Stockholm International Peace Research Institute

[3] Heidi W. Garret-Pettier, Job Opportunity Cost of War, Papers, Watson Institute, Brown University, 2017.  Wassily Leontief y Faye Duchin, Military Spending: Facts and Figures, Worldwide Implications and Future Outlook, Oxford University Press, Nueva York, 1983; Wassily Leontief,  Disarmament, Foreign Aid and Economic Growth, Peace Economics, Peace Science and Public Policy, vol.5 (3), 2005; Seymour Melman, El capitalismo del Pentágono, Siglo XXI, Madrid, 1976.

[4] Neta C. Crawford, Pentagon Fuel Use, Climate Change, and the Costs of War, Papers, Watson Institute, Brown University, 2019.

[5] Stuart Parkinson y Linsey Cottrell, (2021), Under the Radar. The Carbon Footprint of Europe’s Military Sectors, European United Left/SGR/ the Conflict and Environment Observatory, 2021.

[6] Pere Brunet, Chloé Meulewaeter y Pere Ortega, Crisis climática, fuerzas armadas y paz medioambiental, Informe 49, Centre Delàs d’Estudis per la Pau, Barcelona, 2021.

[7] El gasto militar aquí señalado incluye el presupuesto del Ministerio de Defensa más todos aquellos otros créditos presupuestarios repartidos por otros ministerios que son de carácter militar. Para mayor información, consultar Pere Ortega, Economía de guerra, Icaria, Barcelona, 2018.

[8] Pere Ortega, Xavier Bohigas y Quique Sánchez, El gasto militar real del Estado español para 2022, Informe 50, Centre Delàs d’Estudis per la Pau, 2021.

[9] No se menciona a las Naciones Unidas porque, en general, las intervenciones de los cascos azules no requieren de ese tipo de armamentos, pues sus misiones están más encaminadas a la mediación e interposición sin necesidad de armas ofensivas.

[10] Los casos más escandalosos son los de los exministros Eduardo Serra en la empresa de capital israelí Everis, afincada en España, y Pedro Morenés, después de haber estado en muchas otras industrias militares ahora lo está en Amper. Para más información, véase Pere Ortega, El lobby de la industria militar espoañola, Icaria, Barcelona, 2015.

[11] Base de datos de Centre Delàs.

Una reciente información, difundida por el Instituto Nacional de Estadística de Francia (INSEE) ha provocado inquietud entre muchos franceses y ha tenido una amplia repercusión mediática: en 2023, la fecundidad en Francia cayó a 1,63 hijos por mujer. Si el dato hubiese emanado de nuestro INE, la satisfacción, ente nosotros, sería mayúscula.

En efecto, aunque en todos los países de la Unión Europea, la fecundidad se sitúa, de forma persistente, por debajo del nivel de remplazo de las generaciones, equivalente a dos hijos por mujer, estos dos países similares y vecinos se encuentran en las antípodas. Mientras Francia lleva años como la excepción europea, rozando el nivel de remplazo[1], España ocupa el otro extremo, en pugna con Italia, con décadas en los niveles más bajos. El último dato para España estimado por la Human Fertility Database (HFDB) es de 1,21 hijos por mujer en junio de 2023.

La conexión entre neoliberalismo y descenso de la fecundidad

Francia ostenta la particularidad de ser uno de los países de la UE que más ha resistido la penetración del neoliberalismo, especialmente en lo que se refiere al debilitamiento de las políticas sociales. Por ejemplo, desde los años noventa, los intentos de reformar (recortar) las pensiones se han enfrentado a una fuerte resistencia popular, que ha conseguido frenarlos o atenuarlos.

La presidencia de Macron, el intento más intenso de imponer las políticas neoliberales, ha conseguido introducir una serie de reformas (en materia de relaciones laborales, pensiones, inmigración, por ejemplo) gracias a la mayoría absoluta, primero, y después al uso extensivo del decreto (el llamado “49.3”, por el artículo de la Constitución que lo regula), enfrentándose a una fuerte oposición en la calle (la de los “chalecos amarillos”, entre otras movilizaciones) que ha terminado por beneficiar a la extrema derecha, hoy favorita para ganar las próximas elecciones presidenciales y generales.

Uno de los efectos de esta extensión del neoliberalismo ha sido, como lo es en otros países, la disminución de la fecundidad. España, país de la UE con mayores índices de desigualdad y pobreza, en el que los jóvenes tardan más en poder emanciparse y en el que las características del empleo y de los salarios les son menos favorables, es también el país con la fecundidad más baja. Muchos jóvenes viven aún con sus padres (hasta los 30 años en promedio) porque no les alcanza, no ya para comprar una vivienda, ni siquiera para alquilar, ni siquiera compartiendo. Muchos jóvenes tardan en encontrar empleo y, cuando lo encuentran, suele ser precario y mal pagado. Estas personas se comportan con impecable racionalidad: no tienen hijos.

La extrema derecha y la vocación reproductora de la familia

Hoy, la cuestión demográfica, la baja fecundidad y la inmigración, se ha erigido en un problema político importante y en uno de los principales campos de batalla para la extrema derecha.

En materia de discurso ideológico, destaca, en particular, la pervivencia del natalismo. Este viejo conocido impregna proclamas y políticas que cuestionan y condenan toda evolución de las familias que las aparte de su vocación reproductora. Se culpabiliza al feminismo, tratándolo de “ideología de género”, y siempre considerado radical, también a la diversidad sexual, por ser antinatural. Y en el horizonte, la catástrofe, la extinción de la nación.

Este alarmismo, histriónico y agresivo (por ejemplo, cuando intentan impedir por la intimidación el reconocido derecho a la interrupción voluntaria del embarazo), se contrapone a una realidad demográfica en la que no se cumplen sus siniestros vaticinios.

Proclamas que chocan con la realidad

La población española sigue creciendo y el incremento de personas mayores no ha hecho quebrar el sistema de pensiones. Más bien ha llenado los lugares de vacaciones de nuevos turistas de temporada baja, en viajes organizados por el IMSERSO, para contento de la industria hotelera y de los propios interesados. Los mayores también ayudan a que las madres que trabajen puedan respirar un poco y no sientan a todas horas la espada de Damócles de lo imprevisto.

El discurso regresivo se expresa preferentemente mediante metáforas sin ninguna base científica, que no buscan aclarar incertidumbres, sino fomentar la inquietud en los espiritus. “Suicidio demográfico”, “Invierno o Infierno demográfico” son expresiones que apuntan a un porvenir de expiación por pecados actuales.

Sobre estas bases se construyen los discursos antigénero y antiinmigratorios de los partidos de ultraderecha que van progresivamente destiñendo en el ideario de las derechas tradicionales.

Los voceros alertan del peligro de extinción de la nación, desangrada por la baja natalidad, consecuencia de la crisis de valores que afecta a la familia, de la que acusan a la ideología de género y a las élites supranacionales. La solución, para ellos, reside en el fomento directo de la natalidad, prefiriendo las prestaciones monetarias a la extensión de los servicios, y la protección de las mujeres que acepten y ejerzan su papel de madre.

Resurgen juntos, en estos discursos, el control de la sexualidad y la prohibición del aborto, inscritos en el regimen demográfico antiguo, como medios de encauzar y mantener a la familia en la senda de la reproducción. La misma preocupación por las esencias nacionales lleva a Vox a condenar y hasta a criminalizar la inmigración, consciente de que los vacíos tienden a llenarse.

No hay que minusvalorar el peligro de involución democrática que entrañan estas críticas y propuestas. Pero hay que ver también en ellas la manifestación del desconcierto de una parte de la sociedad frente a la extensión de las libertades que contradicen los valores en que fue educada por el nacional catolicismo español.

Pudo haberse quedado en un efecto generacional si el reducto de nostálgicos no se renovara gracias a la todavía aplastante presencia de la iglesia católica, a los nocivos efectos económicos de la mundialización y a la utilización política de esos miedos por partidos como Vox y el PP, al que suponíamos mayor sensatez.

Bien es verdad que, en Europa, toda la derecha tiende a hacer suyo ese discurso, a la vez que el realismo económico favorece la llegada de inmigrantes. Un barril de pólvora.

Las teorías del Gran Reemplazo

Todo este entramado de bulos, falacias, mitos y alarmismo, al servicio de intereses políticos y financieros, ha encontrado su expresión en el lenguaje demográfico, que no en la ciencia demográfica. Los medios de comunicación manipulan con frecuencia la información relativa a los hechos de población, mediante el abuso de un lenguaje alarmista y el recurso a “expertos” que, en su gran mayoría, no son demógrafos y a menudo solo representan a grupos de presión.

El foco se dirige ahora sobre todo a la inmigración, reforzado por la visión catastrofista de la baja fecundidad. Las teorías del “Gran Remplazo” se basan en ligar la baja fecundidad, que fácilmente atribuyen a los excesos del feminismo y a la pérdida de valores, y la inmigración, que consideran una invasión que acabará sustituyendo a la población autóctona.

En este caso, la ultraderecha se limita a explotar a su favor una insuficiencia, o contradicción, importante del capitalismo actualmente imperante. La mundialización ha facilitado enormemente la circulación de las mercancías y del capital, pero impone barreras al movimiento de personas.

La propia lógica del capitalismo exacerbado conduce a restringir sin límite el coste de la reproducción tanto de la fuerza de trabajo como de los recursos naturales. Lo primero conduce a que, en los países de mayor dominio del capitalismo financiero, la fecundidad no permita ni el simple mantenimiento de la población en el ámbito cerrado del Estado-Nación. Lo segundo a que crezca la alarma ante el problema de los recursos no renovables y de que alcance el nivel de crisis aguda el deterioro de nuestro planeta, sometido a una explotación excesiva y a su uso como cloaca, sin que se asuman los costes de mantenimiento del clima, del medio ambiente y de recursos básicos como el agua.

Los negacionismos se retroalimentan

Frente a la crisis climática y medio ambiental, la estrategia de la extrema derecha, seguida por buena parte de la derecha tradicional, es un claro negacionismo. Algo de negacionismo tiene también su actitud sobre la cuestión demográfica. No reconoce que la reproducción en el ámbito cerrado de un país es hoy incompatible con la lógica del capitalismo global, a pesar de que cada vez sea más evidente que la economía y la demografía de los países más desarrollados[2] depende crecientemente de la inmigración[3].

El gran problema es que la política actual de los Estados y de la Unión Europea en materia de inmigración acredita la influencia creciente de las tesis de la extrema derecha. Todas estas políticas se orientan a dificultar la entrada de inmigrantes y sus condiciones de vida en el país de “acogida”.

Debe reconocerse una cierta coherencia a la posición de las derechas, orientada por la nostalgia de un sentimiento nacional y de unos valores, cada vez menos presentes en la realidad económica y en la vida de los ciudadanos.

Las dificultades de implantar un discurso de izquierdas

Frente a ese sinsentido que, a pesar de todo, consiguen rentabilizar, la izquierda, una vez más, se muestra incapaz de esgrimir un discurso propio. Dominada por la prudencia, que acaba convirtiéndose en aversión al riesgo, no se atreve a hablar claro a los ciudadanos, a explicarles que la inmigración, que se deriva de nuestra situación en un mundo global, no solo es necesaria, en las circunstancias actuales, para que la economía funcione, sino que permite que España (o cualquier otro país de sus características) se mantenga como entidad autónoma, en vez de marchitarse y perecer.

La izquierda no consigue exponer con autoridad los datos y los argumentos que muestran que la clase trabajadora no se ve perjudicada, que los inmigrantes no vienen para robar puestos de trabajo ni para acaparar las prestaciones sociales. Sin hablar de la necesidad de resaltar las ventajas de la fusión cultural, a la que un mundo globalizado está necesariamente destinado. Una vez más, la izquierda acepta un marco para el debate orientado por las ideas nostálgicas y retrógradas de la derecha, en vez de intentar imponer el suyo, basado en un análisis realista del momento actual y de las tendencias futuras.

La política migratoria es un tema particularmente difícil para la izquierda, que debe descartar la tentación de apelar a razones humanitarias.

En primer lugar, porque es una batalla perdida ante un mundo laboral atenazado por el miedo a la precariedad y los bajos salarios, que ha sido convencido de que los inmigrantes contribuyen a deteriorar aún más el mercado de trabajo. En segundo lugar, porque acoger inmigrantes sería un gesto humanitario si no se pretendiera admitir solo a los más cualificados, lo que lleva a perjudicar duramente a los países que los han formado, a pesar de contar con recursos escasos, y que más lo necesitan. También llevaría a una competencia entre países de acogida, perjudicial para todos. Una buena política inmigratoria debería conseguir integrar a personas de escasa cualificación y, para ello, promover el funcionamiento del ascensor social, de manera que la pirámide de cualificaciones y empleos se renueve por la base[4].

Las crisis migratorias evidencian el espíritu de rapiña del último capitalismo

Nos encontramos en el paroxismo de la parte más negativa del capitalismo. Por un lado, su necesidad inacabable de acumulación le lleva a la extracción de valor del consumo inevitable (vivienda, energía, comunicaciones…) además de acentuar la reducción de los costes laborales, lo que provoca un empobrecimiento creciente y un aumento de la desigualdad. Por otro lado, la resistencia a asumir los costes de la reproducción, de la fuerza de trabajo y de la naturaleza, conducen a la baja fecundidad y a la crisis climática y medioambiental.

La extrema derecha no ofrece, evidentemente, ninguna respuesta eficaz ante este tipo de problemas, pero sus propuestas, que llevan todas implícito volver a tiempos pasados, tienen el atractivo de lo conocido y de lo falsamente sencillo. Sobre todo, para una población castigada en su presente y amenazada en su futuro. Sobre todo, para muchos hombres, que encuentran en ellas un alivio para su frustración frente a lo que perciben como un desclasamiento provocado, según ellos, por la “ideología de género”.

Las propuestas eficaces pasan todas por un cuestionamiento del funcionamiento actual del capitalismo y un reequilibrio de lo económico y lo social. El rendimiento a corto plazo del capital financiero no puede ser el único objetivo de toda la sociedad. La extinta socialdemocracia había encontrado una modalidad aceptable de convivencia entre el objetivo instrumental de maximización del beneficio y la necesaria cohesión social, condición de continuidad del conjunto de la sociedad, incluida la actividad económica. Sin pretender volver a lo que destruyó la contrarreforma neoliberal, es necesario, para abordar cualquiera de los grandes problemas actuales, potenciar el Estado y promover como prioridades la cohesión social y la protección del planeta. Un programa difícil de llevar a cabo en las circunstancias actuales.

NOTA DEL AUTOR. Algunas de las ideas contenidas en este artículo provienen de una reseña, redactada por el autor, del libro: Domingo, Andreu (ed.) (2023)  La coartada demográfica, Icaria, Barcelona, y pueden estar influenciadas por su contenido.

[1] En el que también se encuentra Irlanda ahora, en su trayectoria de caída de la fecundidad. Un caso muy distinto al de Francia.

[2] Llamar “desarrollados” a países que, a pesar de un elevado PIB medio por habitante, mantienen una población creciente con bajos ingresos y precariedad, es ya una burla insostenible. Entendemos aquí por “desarrollados”, a falta de otro término, aquellos países con mayor penetración del capitalismo financiero actual.

[3] Fernández Cordón, J.A. (2023) “La inmigración, clave del nuevo equilibrio demográfico” en Economistas Frente a la Crisis.

[4] Este fue el modelo catalán de integración de los inmigrantes del resto de España, analizado por Anna Cabré en su tesis doctoral: “La reproducció de les generacions catalanes 1856-1960”, en 1989.

El 29 de diciembre de 2020, se publicaba en el BOE la LOMLOE  (La Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación), cuyos objetivos son mejorar la calidad, la inclusión y la igualdad de la educación en España.  Los recientes resultados de PISA han puesto el foco en los docentes y en su formación con lo que la pregunta clave será ¿qué debería saber y saber hacer el profesorado para mejorar la educación?

Y para responder a esta pregunta, nada mejor que pulsar la opinión de profesionales de la enseñanza que llevan años mostrando una profunda preocupación por la mejora de la educación en todos los niveles educativos. Conversamos con representantes de las principales asociaciones científicas de didácticas de las artes, ciencias sociales, ciencias experimentales, lengua y literatura, y matemáticas. Estas asociaciones están formadas por profesorado de las facultades de educación que llevan décadas de investigación en pro de la formación de toda la ciudadanía.

Rut Jiménez, presidenta APICE, Asociación Española de Profesores e Investigadores de Didáctica de las Ciencias Experimentales.
Josep Ballester, presidente SIDLL, Sociedad Internacional de Didáctica de la Lengua y la Literatura.
Nuria Climent, presidenta SEIEM, Sociedad Española de Investigación en Educación Matemática.
Neus González-Monfort, presidenta AUPDCS, Asociación Universitaria de Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales.
Lola Alvarez, presidenta SEA, Sociedad para la Educación Artística.
Marián López Fernández Cao, expresidenta SEA, Sociedad para la Educación Artística. 

¿Cómo se está respondiendo a esta pregunta actualmente?

La formación inicial de docentes se desarrolla en las facultades de educación y en ellas participamos investigadores y docentes de pedagogía, psicología, sociología de la educación y didácticas específicas (artes, ciencias experimentales, ciencias sociales, matemáticas y lenguas y literaturas). De las materias del Grados de Maestro (Infantil y Primaria), Educación Social, Pedagogía y del Máster de Secundaria algunas se centran en contenidos generales sobre educación, psicología, didáctica general o sociología de la educación y otras sobre didácticas centradas en contenidos de lengua y literatura, ciencias experimentales, matemáticas, artes visuales, música, expresión corporal, ciencias sociales, entre otros. Actualmente, consideramos que hay un desequilibrio entre estos contenidos generales y los curriculares. Por ejemplo, a la didáctica de las ciencias experimentales se le dedica de media unas 120 horas (5% del total de los 240 créditos de la titulación) mientras que a la formación básica (en psicología, pedagogía y sociología de la educación) se le dedican 600 horas (un 25% del total de los 240 créditos de la titulación).

El desequilibrio de estos créditos en las titulaciones reduce la formación específica para la enseñanza de las materias escolares en favor de una formación general descontextualizada de las materias escolares. Tenemos que recordar que las didácticas curriculares ya incluyen todas las últimas innovaciones educativas aplicadas sobre una materia. Es decir, desde las didácticas específicas ya abordamos e incorporamos transversalmente los aspectos cruciales que la LOMLOE exige como la igualdad de género y la diversidad, o la interculturalidad o las nuevas tecnologías.

En redes sociales hay un debate polarizado de docentes que rechazan las herramientas pedagógicas, ¿qué aportan sus didácticas a resolver este conflicto?

En primer lugar, debemos indicar que este enfrentamiento solo pretende dividir al profesorado y no incidir en la mejora colectiva y conjunta de la educación. Consideramos, que el debate en educación no es blanco y negro, los grises, los matices, los contextos son imprescindibles. Es un debate infructuoso con doble arrogancia de quienes vienen a cambiarlo todo, como si los y las docentes lo hiciéramos todo mal sin valorar la implicación de los docentes que cada día realizan buenas prácticas; y de quienes reclaman lo que siempre se ha hecho así o es imposible de cambiar porque no se ha hecho nunca. No debemos posicionarnos en ninguna de ambas arrogancias sino contribuir tanto a la valoración de lo mucho que ya se hace bien y respaldar las mejoras que todos los docentes hacemos continuamente.

Creemos que herramientas pedagógicas y contenidos son necesarios en conjunto. Las didácticas específicas no sólo se refieren a contenidos actualizados, sino, y esto es lo más importante, a la didáctica de los mismos: cómo deben enseñarse las matemáticas de forma más actualizada, o cómo debe educarse la mirada y el hacer creador, las distintas visiones sobre la historia, la geografía o la economía, las lenguas y las literaturas, la lectoescritura viene de la mano de un saber enseñar. Es imposible aprender un enfoque de enseñanza sin ligarlo a un contenido concreto. Desde las didácticas específicas no podemos separar los contenidos a enseñar, de la manera de enseñarlos ni de la finalidad de para qué los enseñamos. Contenidos, metodología y epistemología van intrínsecamente vinculados.

Todo viene definido por el contenido, pero sobre todo por la enseñanza de cómo abordarlo en las aulas. Enseñar una pedagogía sin cuerpo, sin materia, deja al futuro profesorado sin verdaderas herramientas en el aula, se le transmite una teoría que luego no es capaz de aplicar en la cotidianeidad y por ello vuelve, en muchos casos, a repetir por inercia lo que se le enseñó no ya en la facultad sino en sus años de estudiante, replicando lo que recibió y desconociendo las justificaciones docentes que hubieron. Además, debemos abandonar una formación docente que destaca lo que se hace mal en pro de una centrada en la práctica de lo que tienen que realizar en el aula: desarrollar las competencias clave (plurilingüe, matemática-científica STEM, digital, personal-social, expresión cultural, ciudadana, etc.). De esta manera nos estaremos aproximando a lo que se demanda (LOMLOE) y a lo que mide PISA y PIRLS: competencias que jamás se podrán desarrollar sin contenido y sin enfoques de enseñanza competenciales.

Eso es lo que hay que renovar y es importante que el Ministerio de Ciencia y Universidades y el Ministerio de Educación comprendan que las didácticas específicas -didáctica de las ciencias experimentales, didáctica de las ciencias sociales, didáctica de las matemáticas, didáctica de la lengua y la literatura, didáctica del arte, etc.- son una interrelación de cómo ofrecer estos contenidos de forma significativa en las aulas.

Son estas didácticas específicas las que, precisamente, han introducido en sus contenidos aspectos cruciales en la LOMLOE como la igualdad de género y la diversidad, o la interculturalidad o las nuevas tecnologías. De nada sirve hablar de igualdad de género si no hay una didáctica específica en educación artística que enseñe a analizar una imagen, conozca y sepa hacer una crítica a mensajes visuales xenófobos o misóginos o no haya introducido mujeres artistas en los contenidos. Sólo las didácticas específicas, que conocen a fondo tanto la materia como la pedagogía y nuevos enfoques en educación, pueden acometer una verdadera transformación en la educación, fortaleciendo saberes y, sobre todo, aplicando visiones críticas sobre la realidad.

¿Qué propuestas planteáis al ministerio de Universidades para los futuros planes de estudio de magisterio? 

Queremos una propuesta coherente con la LOMLOE y que reconozca el necesario peso de la formación didáctico-disciplinar en asignaturas propias de la Educación Primaria (como Ciencias Naturales, Ciencias Sociales, Lenguas y Matemáticas), evitar el desequilibrio del número de horas de didáctica general en detrimento de las didácticas curriculares que contemple lo imprescindible de aplicar las innovaciones más necesarias en la educación a través de los contenidos: aplicar las tecnologías digitales a las matemáticas debe ser llevado a cabo por los y las especialistas en esa didáctica precisamente de un contenido que conocen a la perfección y saben de los elementos fundamentales que promueven el cambio y el aprendizaje significativo.

Del mismo modo que sólo conociendo a la perfección, como decíamos, el patrimonio cultural, podemos abrir la mirada hacia una perspectiva amplia, crítica, que sepa discernir de sesgos de género, de etnocentrismo o clasismo y fomentar una renovación crítica de la interpretación del patrimonio. Todo lo que la LOMLOE, PISA y PIRLS demandan desarrollar en competencias tiene obligatoriamente que pasar, si quiere ser significativo y no cosmético, por las didácticas específicas.

Además, en la aplicación didáctica de contenidos concretos es cuándo ésta se hace precisa y necesaria. De hecho, se desarrollan los métodos y las herramientas para el aprendizaje diverso de las materias y esto, ineludiblemente, debe hacerse de manera específica. Así, conseguimos desarrollar metodologías de enseñanza y aprendizaje adecuadas a unos determinados contenidos que luego pueden ser también utilizadas de forma más amplia o de manera interdisciplinar en situaciones de aprendizaje.

La reflexión pedagógica es imprescindible, pero la acción pasa por la enseñanza “de algo”. Y es aquí donde las didácticas específicas vinculamos intrínsecamente -como si fueran las dos caras de una moneda- “lo pedagógico” y “el contenido”. Son diferentes, pero inseparables. Un docente aplica las innovaciones y las metodologías mientras enseña la multiplicación, el ciclo del agua, las tipologías textuales, los procesos migratorios o la obra de Banksy.

 

¿Y para el Ministerio de Educación, cuál sería vuestra propuesta?

Nos estamos haciendo eco de las 24 propuestas de mejora de la formación docente del propio ministerio de Educación de actualizar el catálogo de especialidades de los maestros y maestras. En este proceso de adaptación a la LOMLOE es el momento de que el Ministerio de Educación amplíe el catálogo de especialidades pareciéndose a su propia LOMLOE con especialistas (y no proyectos o programas específicos) en competencia digital, cultural, STEM, equidad, patrimonial, etc.

Consideramos que no tiene mucho interés constreñir el título de maestro de primaria a ampliar asignaturas optativas (menciones) y que estas pretendan parecerse a las antiguas especialidades. La reforma anterior de planes de estudio de maestro pretendía resolver que los maestros especialistas, que en las escuelas en muchas ocasiones asumen también la labor de tutores, ampliaran su conocimiento en las materias diferentes a las de su especialidad, como las de Lengua y Literatura, Matemáticas, Ciencias Experimentales, Ciencias Sociales y Educación Plástica. Esta situación no ha cambiado.

Es por eso que defendemos un perfil de maestro con una base sólida para la enseñanza de las distintas materias curriculares, más que un perfil de pedagogo o de maestro especialista solo en alguna materia. Creemos que probablemente sea más adecuado una formación de maestro sin especialidad, que puede ser complementado por un master especialista en los diferentes campos. Si evitamos esta especialización parcial, todos los futuros-as maestros-as estarían mejor formados para desarrollar las competencias LOMLOE y PISA (con mayor presencia de las instrumentales: las lenguas y las matemáticas) Los resultados de PIRLS y PISA deberían hacer ver a las instituciones que el reforzamiento de las didácticas específicas en la formación de maestros puede contribuir a la mejora de la formación docente.

Aquí también queremos advertir de que no es cuestión de introducir la presencia de un profesional (un músico, un artista, un técnico de laboratorio, una escritora o una cartógrafa) en el aula, que poco o nada sabe de educación ni sabe transmitir sus conocimientos. Esa presencia será fructífera sólo si va acompañada de un docente conocedor de la didáctica específica que sepa tender puentes entre el profesional y su alumnado, que tenga la habilidad de conectar la práctica profesional con el nivel de desarrollo de su alumnado, sus intereses y sus recursos.

¿Cómo creéis que se puede conectar a los expertos-as de vuestras asociaciones de didactas con la política educativa?

En nuestras asociaciones tenemos a los expertos y expertas en didácticas específicas con una doble formación: la propia de su contenido y la aplicación pedagógica y didáctica, con dominio no solo de un contenido en permanente actualización, sino de cómo desarrollarlo en los diferentes niveles educativos.

Se habla mucho del pacto de Estado por la Educación similar al que se hizo en Ciencia y, quizás un paso en ese sentido, sería organizar una oficina E en el Congreso de los Diputados donde los expertos-as de todas las didácticas puedan realizar informes y podamos contribuir a fundamentar las decisiones políticas en pruebas y consensos.

En nuestras asociaciones tenemos a los expertos y expertas en didácticas específicas con una doble formación: la propia de su contenido y la aplicación pedagógica y didáctica, con dominio no solo de un contenido en permanente actualización, sino de cómo desarrollarlo en los diferentes niveles educativos.

Las áreas que conforman las didácticas específicas desarrollan numerosos proyectos I+Ds, tienen grupos de investigación consolidados, celebran congresos científicos que no sólo han actualizado los contenidos, sino que han desarrollado modelos educativos para esos contenidos que hacen que la enseñanza-aprendizaje se optimice.

Finalmente, ¿cómo se afronta el reto de unos nuevos planes de estudio para la educación infantil, primaria y secundaria?

El diseño de nuevos planes de estudio es un desafío y un proceso muy complejo. Hay muchos agentes implicados. Hay muchos intereses que se ponen de manifiesto. Todas las disciplinas consideramos que somos imprescindibles y que deberíamos tener más presencia en la formación inicial de los docentes. No hay ninguna que diga “yo soy menos importante, por lo que con pocos créditos cumplo mi cometido”.

Es por ello que, partiendo de la premisa que la formación inicial de docentes es una de los retos más importantes que tiene una sociedad (y un gobierno en particular y un parlamento en general), es imprescindible que se haga desde el consenso, desde el diálogo de todos los agentes. Debería ser un acuerdo de Estado. La Educación debería ser un acuerdo de Estado y no un espacio de lucha partidista.

Todas las disciplinas consideramos que somos imprescindibles y que deberíamos tener más presencia en la formación inicial de los docentes.

Consideramos que hay que pensar y diseñar la formación inicial pensando en la educación del alumnado que va a estar en las aulas de infantil, primaria y secundaria. No se puede separar la formación del profesorado de la formación del alumnado. No se puede diseñar una formación docente sin pensar en los retos que se van a plantear en las aulas del futuro a corto, medio y largo plazo. Pensamos que no se deberían tomar decisiones aplicando propuestas que responden a otros contextos y a otras necesidades.

¿Qué ciudadanía queremos? ¿Qué contenidos y cómo queremos que aprenda el alumnado? ¿Qué formación necesita el docente? La escuela es una de las instituciones más importantes de una sociedad. Por ella pasamos todas las personas, por lo que la formación del profesorado es una decisión que interpela a toda la sociedad. Actuemos desde la responsabilidad y no desde el corporativismo. 

 

El arroyo estaba seco, por primera vez. Ya no había agua para lavar, ni para bañarse, ni para echar carreras de palos flotando. No había agua que acariciara el cuerpo de Belén.

Extracto del relato “Agua” de María González Reyes[1]

La crisis del agua en el Estado español se reflejó a través de tres imágenes del verano pasado. En la primera de ellas se veía un terreno seco donde debería estar la laguna de Santa Olalla, en Doñana. Históricamente, siempre ha tenido agua y, por primera vez desde que se tienen registros, durante dos veranos seguidos se ha secado totalmente. El «humedal» de las Tablas de Daimiel aparecía en la siguiente imagen y sólo tenía agua en el 10% de toda su superficie. Si conserva algo de lo que fue es porque se mantiene con la respiración asistida que le dan los bombeos y el trasvase desde el río Tajo. Un parche que evita temporalmente su práctica desecación, como ya ocurrió en 2009. Por último, contemplamos un paisaje que tiene agua, pero no vida, la laguna costera del Mar Menor agonizante. La enorme carga de abonos agrícolas que recibe de su entorno ha desencadenado un crecimiento descontrolado de algas que consumen el oxígeno del agua y han provocado diferentes episodios de mortandad de peces y crustáceos.

Se trata de patrimonios naturales de gran valor ecológico que están desapareciendo y simbolizan el grado de deterioro de unos ecosistemas esenciales para la vida, también la humana. Pero lo cierto es que es una situación extendida por todo el territorio, como muestran los múltiples cauces secos de ríos y arroyos que habitualmente han llevado agua. Y también los más de 600 municipios con limitaciones y restricciones de agua para abastecimiento, principalmente en Andalucía y Cataluña, porque las reservas de los embalses estaban bajo mínimos. A ellos se suman varios centenares de pueblos en diferentes puntos de nuestra geografía abastecidos mediante camiones cisterna debido a que sus aguas se encuentran contaminadas por nitratos o plaguicidas, fruto de una agricultura cada vez más intensiva.

Con este panorama, los conflictos que enfrentan el mantenimiento de unos ríos, acuíferos y humedales vivos con los usos del agua están servidos. Como también los conflictos entre los usos del agua. Y estos se multiplican y agudizan, además, al mismo ritmo que avanza la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático. No queda otra que buscar las formas para garantizar que los ecosistemas gozan de buena salud y, a la vez, puede disponerse de agua para las personas con criterios de justicia social. Ese es el núcleo de la transición ecológica en la gestión de un bien básico para la vida que es cada vez más escaso.

Los límites del agua

En la mayor parte de la Península Ibérica predomina el clima mediterráneo, es decir, la lluvia no es abundante y, además, cada cierto tiempo se producen sequías que pueden llegar a durar varios años. A estas condiciones climáticas hay que sumar en los últimos tiempos la aceleración de los efectos del calentamiento global. El incremento de las temperaturas, especialmente en primavera y en otoño, cuando hay más precipitaciones, produce un aumento de la evaporación y evapotranspiración de las plantas. Hay, por lo tanto, una mayor transferencia de agua a la atmósfera, que circula por las masas de aire hasta volver a caer en forma de precipitaciones en otras regiones. Con un mismo nivel de lluvias, un poco más irregulares, hay más agua evaporada y menos agua en los cauces y acuíferos, que es la que podemos aprovechar. En los últimos 25 años, los cauces están llevando del orden de un 15 a un 20% menos de agua.

Lo paradójico de la situación es que en este escenario las demandas para actividades económicas están disparadas. Justo al contrario de lo que debería ocurrir para garantizar que exista agua para los ecosistemas y las necesidades de la población. Al igual que en otros sectores, la rentabilidad de las empresas demanda un consumo cada vez más voraz de todo tipo de insumos y recursos. El resultado es que la sobreexplotación está a la orden del día, especialmente en los territorios donde es más limitada su disponibilidad. Como muestra el mal estado de los acuíferos del Segura, Guadiana y las Cuencas Internas de Cataluña, donde más del 50% de estas masas de agua están menguando y se están salinizando, en el caso de que sean litorales. El primer puesto en inviabilidad ecológica corresponde a la cuenca hidrográfica[2] del Segura, cuyo índice de explotación hídrica se sitúa más de tres veces por encima del valor que señala una presión elevada.

El acaparamiento de agua por parte de la ganadería industrial, de grandes empresas embotelladoras de agua y del turismo e infraestructuras de ocio despilfarradoras y elitistas, como los campos de golf y las estaciones de esquí, generan conflictos socioambientales en numerosos territorios. Pero lo cierto es que el principal consumidor es el regadío, que se lleva en torno al 85% del total del agua que se consume[3]. Y son los regadíos intensivos los principales responsables del colapso hídrico al que se encaminan muchos ecosistemas.

La extensión de cultivos de frutas tropicales en Granada y Málaga o los frutos rojos en el entorno de Doñana están esquilmando el agua de estos territorios y muestran su inviabilidad ambiental y social a corto plazo en el marco del cambio climático. También lo hace la conversión de los cultivos que históricamente han sido de secano, como los olivares, viñedos y almendros, al regadío. El crecimiento tiene tal magnitud que el principal regadío por superficie en la actualidad es el olivar, con 875.000 hectáreas; el viñedo no llega a esa cifra, pero ya se están regando casi 400.000 hectáreas, mientras que existen 150.000 hectáreas de campos de almendros en riego. Las autonomías donde más ha aumentado son Castilla-La Mancha y, en segundo y tercer lugar, Andalucía y Extremadura. Las cifras oficiales contemplan el regadío legal, pero hay que tener también en cuenta el ilegal, que se ha venido estimando entre un 5 y un 10% más de superficie. Estimaciones que se quedan cortas en el entorno de las Tablas de Daimiel, donde los pozos ilegales regaban un 30% más de superficie, y algo similar ocurre en Doñana, en el acuífero de Los Arenales (Valladolid), y en el Mar Menor (Murcia). De hecho, los pozos ilegales pueden llegar a captar anualmente en España del orden de 4.000 hectómetros cúbicos anuales, el equivalente a lo que consumen más de 40 millones de habitantes.

En el diagnóstico de la crisis faltaría por apuntar la contaminación generada por la agroindustria, que también limita la disponibilidad del agua, porque la convierte en tóxica. Es así cuando el uso de grandes cantidades de plaguicidas llega a los ríos, como es el caso del herbicida glifosato. Su utilización masiva ha tenido como consecuencia el registro de mediciones superiores a los umbrales establecidos para garantizar la salud ambiental en prácticamente todas las cuencas hidrográficas ─Tajo, Miño-Sil, Cantábrico Occidental y Oriental, Duero, Guadiana, Cuencas Internas Andaluzas, Júcar y Segura─. Y también ocurre con los fertilizantes y los purines de la ganadería industrial, que incrementan la concentración de nitratos en el agua hasta tal punto que la hacen no apta para el consumo humano, como ha ocurrido en varios cientos de municipios.

Falsas soluciones

La vía que históricamente han utilizado los gobiernos para cubrir las crecientes demandas de agua en zonas con lluvias escasas y en épocas de sequía ha sido la construcción de grandes infraestructuras. El desarrollismo español franquista tenía como una de sus políticas de cabecera la construcción de numerosos embalses, que perseguían incrementar la oferta de agua para la agricultura, producir electricidad y contratar a las constructoras cercanas al régimen en condiciones lucrativas. Aumentar el acceso de agua a base de hormigón sigue en la actualidad considerándose la solución para los problemas de escasez. Así queda patente en la extendida alarma ante la falsa demolición de presas y en la reivindicación por parte de gobiernos regionales populistas de más embalses y trasvases para conseguir más agua. El problema es que es una política que ha fracasado a la hora de evitar la crisis en la que estamos actualmente, y cualquier infraestructura que se esté planteando en los últimos años no va a “crear” agua, sino negocio a las constructoras.

Aún con 1.225 grandes embalses[4] construidos, un récord mundial, se siguen exigiendo más a pesar de que los construidos en los últimos años se han mostrado ineficaces y algunos de ellos han sido directamente claros fracasos hidráulicos. Podemos hablar del embalse de San Clemente, en Granada, cuyo suelo permeable e imposibilidad de que el río sobre el que fue edificado pueda llenarlo lo ha hecho inservible. O el proyecto de embalse de Alcolea, en Huelva, que recoge aguas ácidas de la minería, que no es apto ni para el abastecimiento ni para el regadío. A la hora de plantear este tipo de infraestructuras hay que tener en cuenta que ya no están funcionando como almacenes o reservas de agua, sino que prácticamente se han convertido en estaciones de transferencia: el agua según llega se deriva a los regadíos. Se podría decir que estamos “viviendo al día” con el agua, y la razón es que la elevada demanda de la agricultura intensiva no puede ser satisfecha con el recurso decreciente que hay en el país. Si vivimos al día con el agua disponible, en el momento en el que se producen sequías se viven conflictos socioambientales como los que han tenido lugar en estos dos últimos años.

La inutilidad de las nuevas infraestructuras hidráulicas se puede explicar por la llamada espiral de insostenibilidad de las construcciones hidráulicas. Ante una situación de elevada demanda de agua, que no es cubierta con la disponible en cauces y acuíferos, se plantea la construcción de nuevos embalses y trasvases. Si estos proyectos se aprueban, lo que ocurre es que se generan nuevas expectativas y aumenta aún más la demanda. De esta forma, una vez construidas no llegan a cubrir las demandas, porque han crecido considerablemente desde el planteamiento del proyecto hasta su puesta en marcha. Un ejemplo paradigmático en este sentido es el trasvase Tajo-Segura: cuando empezó a funcionar, las demandas de agua para el regadío intensivo en la cuenca del Segura superaban en mucho el agua que llegaba.

La construcción de desaladoras y la modernización de las infraestructuras del regadío también han sido utilizadas para intentar sortear los límites del agua. La primera opción puede servir cuando hay mayor escasez, en una situación de elevada sobreexplotación de ríos y acuíferos o en territorios que no tienen más opción. El impacto ambiental de las salmueras sobre los ecosistemas marinos y el coste económico de su obtención limita mucho sus posibilidades.

La segunda ha conseguido reducir las pérdidas de agua en redes, pero ese volumen ahorrado se ha dedicado a intensificar y ampliar el regadío existente, siguiendo la misma lógica explicada en la espiral de insostenibilidad. Por no decir que favorece a las explotaciones con mayor tecnificación, dificultando aún más la supervivencia de las pequeñas producciones. Las infraestructuras y la modernización del regadío profundizan la insostenibilidad, pero son presentadas como soluciones para no abordar la cuestión central, y de gran complejidad, que permita afrontar la crisis del agua: el decrecimiento de su uso.

Claves para la transición ecológica en el uso del agua

Reducir el consumo de agua en las principales demandas requiere de acciones sociales y políticas en tres conflictos. Uno es el freno y desmontaje de los proyectos de grandes empresas inmobiliarias, turísticas, ganaderas y embotelladoras de agua mineral. Otro es el cierre de todos los pozos ilegales, para impedir que haya empresarios puedan robar varios millones de metros cúbicos anuales, como por ejemplo ocurre en el entorno de Doñana. Y el más complejo es la reducción del regadío hasta situarse en un nivel en que se pueda mantener el caudal ecológico de ríos y acuíferos, el abastecimiento de agua potable para la población y satisfacer de forma permanente esta demanda. Un equilibrio difícil, porque habría que prescindir de aproximadamente un millón de hectáreas de regadío existente para lograr un cierto equilibrio hídrico. La dimensión de la medida tiene, sin duda, una importante repercusión social y laboral.

La Mesa Social del Agua en Andalucía, un espacio de colaboración entre organizaciones ecologistas, sindicales, agrarias, ciudadanas y científicas, ofrece algunas claves a tener en cuenta. Entre ellas, la necesidad de definir prioridades en el decrecimiento del regadío con criterios ambientales y sociales, lo que podría plasmarse en el cierre de las explotaciones más intensivas y orientadas a la exportación. Por ejemplo, los olivares y viñedos en regadío intensivo, que, además, generan muy poco empleo. De hecho, el paso de olivar de secano a este formato de regadío reduce sustancialmente la mano de obra contratada. Igualmente, la reconversión de las hectáreas dedicadas a frutos rojos y frutas tropicales en Andalucía hacia explotaciones agrarias que puedan sostenerse con una cantidad de agua drásticamente menor. La reconversión que se plantea tiene que conseguir un empleo digno a jornaleras y jornaleros, para acabar con la situación de explotación laboral en la que viven actualmente. A la vez, hay que tener cuidado con las operaciones de cesión de derechos de agua que favorecen el mercadeo de agua. Si se reduce el agua que se consume, habría que evitar su venta a otros usuarios: necesitamos que su gestión no sea privada, sino pública.

Otra de las claves es planificar la reducción del regadío a través de un reparto social del agua, esto es, modular las dotaciones para que el agua disponible asegure la supervivencia de las explotaciones agroecológicas y de aquellas que son pequeñas y de baja huella hídrica. Con estas medidas, la idea es minimizar las situaciones en las que no exista disponibilidad de agua, una vez se mantiene el caudal ecológico y el abastecimiento a la población, para las pequeñas producciones. Y, en el caso de que se hayan recortado los usos más intensivos y de grandes empresas y aún así no haya agua para estas producciones familiares, podría afrontarse de manera participativa y colectiva cómo apoyarlas para evitar daños socioeconómicos.

Por el lado de la gestión del abastecimiento y saneamiento del agua, especialmente para evitar restricciones de agua a mucha población durante largo tiempo, se puede plantear la puesta en marcha de sistemas supramunicipales entre los principales sistemas metropolitanos y los pequeños y medianos municipios, para evitar que estos últimos sean más vulnerables a las sequías. Y en cualquier caso, blindar la función social y ambiental del agua sólo puede conseguirse con una gestión pública, transparente, con participación social en la toma de decisiones y rendición de cuentas.

Las medidas dirigidas hacia el decrecimiento/redistribución social del agua disponible deberían haberse puesto en marcha hace bastante tiempo, porque ya no hay recuperación posible tras la degradación o directamente desaparición de parte de los ríos, acuíferos, lagunas y humedales de nuestra geografía. Si no se pone freno a la sobreexplotación, el colapso hídrico que ya se está produciendo en algunas zonas puede extenderse a bastantes más territorios. La pérdida de estos ecosistemas no sólo tiene como consecuencia agravar la crisis de la biodiversidad, también se está destruyendo la naturaleza que provee de un bien básico para la vida humana. Sin los caudales ecológicos que de forma natural llevan los ríos y humedales no se puede disponer de agua de calidad para la alimentación y la salud pública. Y mucho menos para las actividades económicas. Con la desaparición de un humedal, y de la vegetación y fauna que habitan ahí, también deja de haber agua para las personas. La transición ecosocial en el uso de agua pasa, entonces, por aunar la conservación de los ecosistemas, la garantía del derecho humano al abastecimiento y saneamiento del agua y el reparto social del agua disponible para una agricultura y una ganadería agroecológica y familiar.

Notas:

Este texto forma parte de la colaboración entre ESPACIO PUBLICO y ECONOMISTAS SIN FRONTERAS. Fue publicado en el Dossier de Economistas sin Fronteras, número 52ª, invierno 2024.

[1] Yayo Herrero, Marta Pascual, María González Reyes y Emma Gascó, La vida en el centro. Voces y relatos ecofeministas, Madrid, Libros en Acción, 2019.

[2] Terreno que concentra el agua de escorrentía de las lluvias y deshielos a través de arroyos y ríos hacia un curso de agua principal que desemboca al mar.

[3] Es una cifra muy elevada y es sin tener en cuenta los retornos, es decir, el agua que vuelve a los cauces y acuíferos después de que es usada, y que en el caso del regadío es inferior al 10 %.

[4] Se considera gran embalse al que tiene una presa superior a 15 metros de altura. España es el país europeo que cuenta con más embalses y el quinto a nivel mundial.

Por fin, múltiples y unitarias manifestaciones

El sábado, 20 de enero, recorrió el Paseo del Prado una ola de solidaridad, de denuncia y de espanto, bajo el lema “Paremos el genocidio en Palestina”. Miles de personas mostraron el dolor y la rabia por la injusticia que sienten por la terrible violencia, por la masacre del pueblo palestino en Gaza.

La destrucción de las ciudades y los pueblos, de sus casas, escuelas y Hospitales, la terrible muerte diaria de cientos y cientos de niños y niñas, ancianos, mujeres, hombres que son enterrados envueltos en un sudario blanco abrazados por sus familias, niñas abandonadas que lloran su soledad por las calles…bajo las bombas, los disparos. Lo vemos cada día, en casa, en silencio, queriendo gritar contra un genocidio que ya ha provocado más de 26.000 muertos en estos meses. Y más de 6.700 enterrados por las ruinas. No es una guerra, es un genocidio.

Sevilla, Málaga, Granada, Gijón …fueron también otras de las ciudades en las que miles de personas acudieron a sus calles por esta convocatoria unitaria.

En Madrid se necesitaba esta manifestación unitaria y fuerte como ya se habían desarrollado en otras ciudades. Porque parece inhumano ver el espanto, sentir la indignación y no gritar y exigir que acabe. Volver a ver vagones de metro abarrotados como también lo estaban sus pasillos y salidas nos empujaban a la calle colectiva y airada. Nos reconocíamos.

Y también la poesía se duele: Una palabra para decir la muerte sin ahogarnos

Como también se han reconocido y encontrado voces de denuncia desde la poesía en 44 ciudades, en 10 países, a través de más de 1000 poetas que respondieron a la convocatoria Poesía por Palestina. Versos contra el genocidio realizada por el Colectivo de poetas de apoyo a Palestina.

Las ciudades que participaron fueron Alicante, Bilbao, Córdoba, Gijón, Logroño, Murcia, Santander, Tenerife, Toledo, Valladolid, Zaragoza entre otras; También se sumaron desde colectivos poéticos de Bélgica, Suiza, Argentina, Colombia, Chile, México, Perú, Uruguay, Venezuela.

El formato del encuentro, en espacios cerrados o abiertos, se concebía como un maratón de poetas desde las 10 de la mañana hasta las 22, doce horas de lecturas.

¿Quién y cómo organizó estos actos? La amistad, la militancia poética de un pequeño grupo lanza al agua una pequeña china y las ondas se van ampliando con el paso de los días y las palabras. Julio Mas Alcaraz, poeta, cineasta y productor, junto con el poeta y editor Paco Moral y Victor Gómez, poeta y miembro de una asociación de ayuda a los refugiados en Valencia, juntos, son ese primer círculo del que surge la idea. Ninguno es ajeno a actividades de promoción de la poesía. Paco ha organizado muchos actos públicos de lecturas poéticas a favor de los refugiados, contra la violencia a las mujeres… Por esta razón, sus contactos son “infinitos”. Alberto García Teresa, indispensable también en actos de poesía crítica, difundió desde este primer momento la idea y se unió al grupo. Todos ellos con sentido colectivo de organización y difusión. Enviaron un correo, un mensaje y la generosidad de los poetas para participar y colaborar se extendió por cada ciudad, creciendo como bola de nieve.

En Madrid, no quiero dejar de señalar a Belén García Nieto, Javier Gil, Jesús Bonilla y tantas otras, imposible nombrar a tantas personas que han realizado esas tareas en las que se echan horas y horas: han encontrado un local, el CSO La Ferroviaria, han definido la organización en todos sus detalles, tantos poetas en cada hora, cinco minutos cada uno. Han recogido las posibilidades de cada poeta según su disposición de tiempo y han preparado las listas y el orden. Y han puesto en marcha aquella intendencia que hace posible el éxito de los actos.

Más de 100 poetas han leído poemas, propios o no, en Madrid; muchos han dado voz a poetas palestinos. A lo largo del día han acudido a la escucha y acompañado a los versos más de 600 personas. Desde poetas muy reconocidos, otras con diferentes premios, aquellas voces que comienzan, las que mantienen un trabajo y unas ediciones constantes hasta aquellas que luchan para iniciar un proyecto editorial conseguir sacar adelante sus publicaciones. Todas juntas. El mismo grito, el mismo dolor, la misma ira,

La nana escrita por Carlos Piera y leída por Javier Gil Qué guapa en la cuna mi niña adorada/ para que la muerte cuando venga a verte te encuentre acostada/ cierra los ojitos vida de mi vida/ para que la muerte cuando venga a verte te encuentra dormida … duérmete rubí, a ver si la muerte, cuando venga a verte se me lleve a mí.

O los versos del más joven entre los poetas, Mario Obrero Es tiempo de guardar a todos en la memoria para que quienes no fueran de nadie sean también nuestros para expresar el dolor.

La voz de Rosana Acquaroni Gaza/fruto mortificado/ oigo a todos tus hijos/ látigos quebrantados/ en el nudo apretado de la noche. Carmen Crespo balbucea el dolor Algo que era/ algo como un alambre/ o una piedra/ o el recordatorio del padre muerto/ la premonición de quien no tiene nombre.

Las palabras de Antonio Crespo Massieu terminan revelando lo imposible de decir Habría que pedir/ que tal vez el viejo Dios del silencio/ dejara por fin la escena/ y como herencia nos restituyera/ una gramática del espanto/ y nos diera/ entre la emoción y el grito/ también entendimiento y palabra. / Una palabra para decir la muerte/ sin ahogarnos.

La intensidad de las últimas palabras leídas por Juan Carlos Mestre emocionaron hasta el dolor de las lágrimas, porque recogían nuestro grito silencioso:

Son los tanques frente a lo único verdadero, la vida, el valor absoluto, es la ruina moral de los actos de fuerza, la disimetría del conflicto, la violencia irrestricta contra la modesta condición de las víctimas. Llámalo como quieras, pero entiéndelo de una vez para siempre, no hay escuela en los cementerios, escrito está, escrito estuvo y escrito sigue en las Tablas: No matarás, no matarás, no matarás.

Una caja de resistencia

Organizaron una Caja de Resistencia, una Hucha, colocada en la pequeña barra de bar situada en el local. La gente colaboraba con dinero, con poemarios que se vendían en la entrada y cuya recaudación iba también a la hucha. 1.600 euros en una tarde y, sabiendo que la mayoría de poetas no son gente “de posibles”, era una cantidad apreciable.

Aquí entraba la colaboración con UNRWA Palestina, Agencia independiente de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, financiada por contribuciones voluntarias que funciona desde hace 70 años. Ayuda a 5 millones de refugiados. Y en estos momentos atiende en los campamentos de Gaza a 1,4 millones de personas. Incluyendo las inmediaciones de los campamentos ayudan a 1,8 millones de personas. Han sido asesinados más de 152 trabajadores de UNRWA desde el 8 de octubre. Solo 6 de sus 22 centros de salud funcionan como consecuencia de los bombardeos.

Para colaborar con esta Caja de Resistencia se puede ingresar en la cuenta corriente de la Asociación colaboradora desde hace muchos años con UNRWA desde Valencia:

Valéncia és refugi
ES48 2100 3662 6422 0011 3462
Titular: Valéncia és Refugi. 
Concepto: Ayuda a Palestina

Para que este grito que nos estremece a todos se haga por fin realidad: NO MATARÁS, NO MATARÁS, NO MATARÁS

Desde el 18 de enero y hasta el 1 de marzo se puede visitar en la Quinta del Sordo (Madrid) la exposición fotográfica IDENTIDADES, una muestra que se propone mostrar la existencia de la migración provocada por cuestión de género, orientación e identidad sexual. Y reivindicar también el derecho de asilo por estos motivos, así como la creación de nuevos espacios colectivos que sean inclusivos y acaben con etiquetas, prejuicios y falsas creencias.

Y no es un tema baladí si tenemos en cuenta que en más de 70 países la homosexualidad está considerada como un delito que es castigado con severas penas de cárcel. Y que incluso en seis países la pena capital es el castigo prescrito en sus respectivos códigos penales para los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo.

Esta situación es la causa que obliga a muchas personas a migrar, obligadas a abandonar sus países.

Foto de Sara Sda y Car Martín @estonovadefotos

La exposición ha sido preparada por Caleidoscopia una organización en la que sus fundadoras Carlota y Sara, entienden la fotografía como herramienta de transformación social. Por ello, se proponen mostrar al mundo al mundo realidades infrarrepresentadas de forma optimista para crear nuevos imaginarios colectivos inclusivos en los que tengan cabida todas las personas.

Así, Identidades ha realizado un proceso creativo colectivo en el que han participado personas que se han visto obligadas a abandonar sus países por no ceñirse a las normas de género. Y aportando sus propias imágenes, cada una de estas personas ha podido expresarse libremente a través del arte.

El resultado es una serie fotográfica impactante y tan ecléctica como las 7 personas que la protagonizan.

 

La idea de una transición ecológica justa aparece con fuerza en múltiples discursos políticos, económicos o mediáticos. En ocasiones se alude simplemente al cambio en las tecnologías energéticas, otras veces se apela al escurridizo y ambiguo concepto de sostenibilidad. Creemos necesario definir con nitidez a qué nos referimos cuando hablamos de transición ecológica para que la nebulosa conceptual no reste valor a los debates ni efectividad a las propuestas que de forma urgente se deberían acometer. Se trata de un cambio de tal calado que no es posible aspirar a realizarlo tomando atajos. No es un camino sencillo de recorrer y es preciso abrir debates en torno al mismo.

¿Por qué hablar de Transición Ecosocial Justa?

En 2022 se cumplió medio siglo desde la publicación del Informe Meadows sobre los límites al crecimiento y los escenarios de futuro que aquel informe planteaba son ya el presente. Es preciso reconocer que, tras decenios de retórica sobre el llamado desarrollo sostenible, los enfoques adoptados no han servido para resolver los problemas ecológicos y sociales. Más bien, desde entonces, los indicadores de crisis y destrucción de la naturaleza han venido empeorando sistemáticamente.

Comienzan a evidenciarse con intensidad las consecuencias de vivir bajo un orden económico, político y cultural antagónico con los procesos que sostienen la vida. Caos climático, escasez ligada al uso irracional de bienes finitos, vulneración de la protección social -que afecta asimétricamente en función de la clase, de la edad, del género, de la procedencia-, degradación y graves ataques a la democracia, recortes de derechos sociales y económicos, guerras, migraciones forzosas, extractivismo y expulsión…

Las reacciones al momento que vivimos son diversas. Por una parte, emergen en todos los continentes expresiones de una ultraderecha populista y negacionista que defiende explícitamente salidas autoritarias, misóginas, racistas y violentas. Por otra, se asiste, salvo excepciones, a un repliegue de las izquierdas y los progresismos. No solo porque su presencia disminuya en los gobiernos, sino porque sus políticas se derechizan. El genocidio televisado en Gaza y el abandono de las personas migrantes en las vallas de la Europa rica evidencian que el deterioro de los valores fundantes de los Derechos Humanos se extiende más allá de los límites que dibuja la ultraderecha. Palestina o el Mediterráneo ponen delante un espejo que deforma la mayor parte de la política europea.

Vivimos el tiempo, nos recuerda Isabelle Stengers, de la intrusión de Gaia [1]. La trama de la vida aparece, de forma y evidente, como agente económico y político con el que no se puede negociar. Hoy, lo que está en juego es la supervivencia en condiciones dignas de la mayoría.

Los seres humanos, queramos o no, tendremos que construir la vida en común en un contexto de contracción material. El decrecimiento es, por tanto, el marco físico en el que hay que desarrollar propuestas políticas que se centren en garantizar condiciones dignas de existencia. Habrá decrecimiento material de todos modos. Puede ser un contexto monstruoso que expulse masivamente vida humana o puede alumbrar sociedades libres, justas y democráticas. Para ello, es preciso orientar democráticamente la contracción material bajo el principio de suficiencia, la redistribución de la riqueza y la prioridad radical de sostener las vidas concretas, dignas y con derechos.

Ni el presente ni el futuro están predeterminados ni escritos. Tenemos medios, capacidad y potencialidad para poner en marcha un proyecto que salga de la trampa que obliga a elegir entre economía o vida. Un proyecto político que no rehúya ni disfrace la realidad, no deje a nadie atrás y permita mirar el presente y el futuro con compromiso y esperanza.

Las reflexiones y propuestas que se realizan a continuación no son solo de la autora del texto, son el fruto de un proceso de trabajo colectivo que involucró a casi doscientas personas y que tuvo como resultado el documento de Transición Ecológica Justa para la elaboración del proyecto país de la plataforma Sumar. Este proceso se realizó a petición de Sumar y, junto con otros treinta y tres documentos, iba a constituir la base para la dicusión y elaboración de un proyecto de país a diez años. La convocatoria de elecciones anticipadas detuvo este proceso y las propuestas posteriores, en mi opinión, no responden al enfoque que se propuso. Sin embargo, el resultado del trabajo que se hizo tiene valor en sí mismo y constituye una base desde la que poder repensar cómo organizar la vida en común en este siglo crucial para el futuro de los seres humanos.

En un contexto de profunda crisis ecosocial, ¿qué es la Transición Ecosocial Justa?

Para que la idea de sostenibilidad sea útil políticamente hay que plantearse qué es lo que hay que sostener. Corremos el riesgo de que la lucha contra la insostenibilidad o la forma política de abordar el inevitable decrecimiento de la esfera material de la economía -tanto por la escasez inducida de bienes como por la necesidad de frenar el agravamiento del cambio climático- se centre solo en indicadores de emisiones de gases de efecto invernadero o tasas de retorno energético y olvide que lo que queremos sostener, además de la vida en su conjunto, son las vidas cotidianas, concretas y vulnerables.

Judit Butler señala cómo la violencia se expresa con brutalidad cuando la sociedad se comporta como si las vidas que se pierden o sufren no merecieran ser lloradas. Siendo capaces de llorar cada vida perdida, la idea de urgencia ecosocial se amplifica. Es urgente frenar el deterioro ecológico, pero también detener las muertes en el Estrecho, el genocidio en Palestina, los feminicidios o el sufrimiento que causa el miedo, el desamparo, el hambre, los suicidios de jóvenes o la falta de techo. No son cosas incompatibles y encajarlas de forma natural en nuestras propuestas es clave para lograr un movimiento amplio y lleno de sentido para mayorías.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, la Transición Ecológica Justa es el camino que hay que recorrer para aspirar a mantener vidas dignas de forma generalizada. Cierto es que quienes tienen más de lo que les corresponde han de aprender a vivir con menos energía, minerales o bienes materiales, pero si pensamos en vidas con derechos básicos, económicos y sociales, cubiertos, vidas con tiempo propio disponible, derecho al descanso, cuidados compartidos y riqueza relacional, la vida de la mayoría será, sin duda, más segura.

Llamamos Transición Ecológica Justa al proceso compartido, planificado y deseado de reorganización de la vida en común, que tiene por finalidad la garantía de existencia digna para todas las personas y comunidades, con plena consciencia de que ese derecho ha de ser satisfecho en un planeta con límites ya superados, que compartimos con el resto del mundo vivo y que estamos obligados a conservar para las generaciones más jóvenes y las que aún no han nacido.

Hacerse cargo de la crisis ecológica y, simultáneamente, garantizar las condiciones de vida de todas las personas implica tener en cuenta siete ideas clave interrelacionadas: la idea de límite (relacionada con el ajuste a la realidad material de nuestro planeta), la de necesidades (que reconoce a los humanos y humanas como interdependientes), la idea de redistribución (que nos permite pensar en la satisfacción de necesidades para todas las personas en un contexto de contracción material), la idea de democracia (que pone en el centro el establecimiento de debates y la llegada a acuerdos para conseguir esa transición), la idea de urgencia (que llama la atención sobre la dinámica acelerada de la crisis ecosocial y sus consecuencias), la de precaución (que tiene en cuenta que la transición se llevará a cabo en un contexto plagado de contingencias imprevistas) y la idea de imaginación (crucial para construir horizontes de deseo compatibles con el contexto ecológico en el que han de ser materializados).

Las crisis ecológica y social son dos caras de la misma moneda. Ha llegado el momento de asumir que, mientras las propuestas y “políticas verdes” sigan ancladas al viejo paradigma, no es posible iluminar caminos alternativos. Ya no se puede dilatar en el tiempo la puesta en marcha de transformaciones que corrijan las tendencias de fondo descritas, que traten de evitar los escenarios más duros que proyectan los diferentes estudios y diagnósticos, que se adapten a los cambios que han llegado para quedarse y que tengan como prioridad la garantía de derechos y la cobertura de necesidades.

Este proceso político debe cumplir, a la vez, los siguientes objetivos:

Garantizar que todas las personas y comunidades puedan disfrutar de una vida segura y digna compatible con la restauración y preservación de sus entornos sociales, naturales y territoriales.

Sin justicia no habrá transición ecológica. Si las personas se ven obligadas a elegir entre supervivencia económica en el corto plazo, y supervivencia ecológica y económica en el medio plazo, se priorizará la primera opción, volviendo cada vez más inviable la segunda. Pero sin una política que gestione la escasez inducida por una economía que desborda los límites, con principios de suficiencia y redistribución de la riqueza, será el mercado el que racione, generando cada vez más desigualdad e insostenibilidad. El desafío político es, por tanto, asegurar una vida materialmente segura, digna y percibida como vida buena, a la vez que se adaptan los metabolismos económicos a la realidad de un planeta desbordado y en proceso de cambio.

Reducir la huella ecológica del sistema económico para compatibilizar la cobertura de las necesidades sociales con las biocapacidades locales y globales y el abordaje del cambio climático.

El modelo productivo y reproductivo de nuestro país habrá de reorientarse de modo que la huella ecológica del conjunto decrezca, sea resiliente ante el caos climático y la emergencia ecosocial y cubra las necesidades sociales. El cambio deberá estar orientado por una política general de gestión integrada de la demanda en el uso de recursos básicos (energía, agua y materiales) que se articule sobre dos elementos: la eliminación del despilfarro a través de medidas de reducción (lo que significa evitar incrementar la capacidad, aunque sea con fuentes renovables, sin haber reducido previamente y de forma sustancial el consumo de combustibles fósiles) y la transformación hacia el diseño y uso en origen de materiales reutilizables (en un contexto de contracción).

Hablar de reconversión industrial inquieta después de haber vivido el desmantelamiento de sectores enteros sin alternativa para las personas trabajadoras, pero es preciso tener en cuenta que los sectores que hoy se encuentran en la cuerda floja no lo están porque se hayan introducido restricciones de carácter ambiental, sino por haberlos hecho crecer de forma irracional y por su extrema dependencia de minerales y energía declinantes y del cada vez más complicado suministro, porque se ven afectados por el cambio climático o porque van siendo menos rentables y por tanto abandonados por los inversores.

Sería un error inyectar recursos que hacen falta para transitar a otro modelo en apuntalar el actual modelo productivo durante un poco más de tiempo, y no dedicar dichos recursos a hacernos cargo de las personas que trabajan en ellos. Los sectores económicos tienen sentido por su utilidad social. A la hora de pensar en las transiciones justas, es preciso recordar que hemos de proteger personas, y eso no es exactamente lo mismo que proteger los sectores en los que trabajan.

Adaptar el universo del trabajo y empleo a las circunstancias de la crisis ecosocial y al servicio de la Transición Ecológica Justa.

La necesidad de acoplar la economía a los límites ecológicos tenderá a reducir el empleo en algunos sectores, pero también a aumentarlo en otros, sobre todo si se incorporan todas las tareas que exige una transición ecosocial y trabajos socioeconómicos ligados a la satisfacción de las necesidades que implica una vida digna.

Sacar de las lógicas de mercado la satisfacción de las necesidades básicas y desacoplar su garantía del empleo es de gran importancia a la hora de conseguir la transición del modelo productivo.

Desplegar procesos que acometan las situaciones de contingencia y urgencia derivadas de los efectos de la crisis ecológica y climática.

Todo hace pensar en la posibilidad de vivir momentos de sobresaltos y urgencias derivados de eventos climáticos, crisis económicas o de suministros, pandemias o tensiones geoestratégicas. Ante ello, y en aplicación del principio de precaución, es preciso avanzar en dos frentes. Por un lado, planificar lo que ya se conoce, para no tener que tratar como contingencia y con urgencia cuestiones que ya son tendencia estructural y se pueden trabajar con anticipación. Por otra, establecer programas de gestión de riesgos, establecer reservas de recursos y legislar para proteger a la población de lo que sí son circunstancias inesperadas o sobrevenidas.

Detener los principales procesos de destrucción ecológica, restaurar y favorecer la resiliencia de los ecosistemas clave del país y proteger la vida animal.

El despliegue de estrategias vinculadas a la Transición Ecosocial Justa crea un marco favorable para desplegar un programa ambicioso de protección de la bodiversidad y de recuperación y restauración de los ecosistemas clave en las próximas décadas, tales como el suelo, los bosques, las masas de agua dulce, los litorales y las áreas marinas marinas, los ecosistemas litorales, las zonas áridas o los agrosistemas.

El respeto a las formas de vida no humana y la protección de las mismas constituye un reto fundamental. Hay que eliminar el sufrimiento animal y ello comporta cambios sustanciales en la alimentación, en el vestido y el rechazo a la tauromaquia y a los festejos en los que se produce la tortura y matanza de animales.

Transitar hacia modelos territoriales justos y sostenibles que generen nuevas relaciones de cooperación entre los mundos urbanos, rurales y naturales.

La transición requiere una nueva relación con el territorio. La ordenación del mismo desde la escala biorregional puede permitir planificar las transiciones a partir de una mirada integral que reconecte las ciudades, los medios rurales y los espacios naturales.

Existen desafíos enormes en torno a los modelos de ciudad, en la actualidad altamente insostenibles y a la vez muy vulnerables, y de la transición justa en los medios rurales, con respeto y escucha al tejido social que los habita, de modo que resulten a la medida de las necesidades de las personas que viven en ellos.

La transición territorial descansa sobre comunidades que deben fortalecerse y cohesionarse.

Invertir en investigación y tecnociencia orientada a resolver los retos que plantea una Transición Ecosocial Justa.

Se requiere reorientar la investigación y la tecnociencia de modo que se ponga al servicio de la transición y se centre en la búsqueda de soluciones de bajo impacto ecológico, extensibles a todas las personas, fáciles de implementar y comunitarias. Hacen falta conocimiento e investigación que apoyen los propósitos de  transición justa y ajuste a los límites biofísicos en todas sus dimensiones: energética, industrial, arquitectura, transporte, etc.

Construir un soporte económico y financiero que haga viable la Transición Ecosocial

La construcción de un sistema de financiación público y robusto es crucial. En sociedades que producen dinero a una enorme escala, no se puede decir que no hay recursos para financiar una TEJ. Es una cuestión de prioridades y de redistribución.

El desarrollo de una fiscalidad verde y progresiva, la banca pública, la persecución del fraude… Una cuestión clave es dejar de financiar lo insostenible. Los recortes deben centrarse en aquello que se quiere eliminar y que contribuye a profundizar los problemas, y se debe denominar inversión a lo que sirva para apuntar hacia el horizonte que hemos descrito como meta.

La formulación de objetivos puede plantearse sin demasiada dificultad, pero supone una profunda transformación política, económica, cultural y ética que afecta a todas las esferas de la vida social. Afecta a todas las escalas territoriales y de convivencia: el hogar, el barrio, la comunidad local, el área metropolitana, la región, el estado, la escala supranacional, los movimientos sociales, las empresas, etc. Exigirá gestionar los limites, blindar derechos, reorganizar los tiempos y reordenar el territorio, establecer deberes, aprovechar los esfuerzos ya realizados en materia de política pública y el conocimiento de quienes los han realizado, cuestionar privilegios, repartir con justicia los esfuerzos y transformar costumbres e imaginarios arraigados.

Este proceso no puede hacerse de arriba a abajo sin correr el riesgo de caer en dinámicas autoritarias,  generar una respuesta social de oposición o caer en la irrelevancia y en el mero discurso verde, así que la transición debe construirse a partir de un proceso participativo y deliberativo real que le dote de legitimidad, fortalezca y apuntale las prácticas democráticas e implique una importante transformación de prioridades, deseos y valores.

Requiere de una proyección que maneje el corto, medio y largo plazo. Hay muchos problemas sociales que no pueden esperar a ser resueltos, y, cuanto más avance la crisis ecológica, más se restringen las opciones y oportunidades de actuación. Deben percibirse mejoras y beneficios desde el primer momento y a la vez ofrecer horizontes esperanzadores y desarrollar  compromisos con el legado que dejaremos a nuestros nietos y nietas.

Se precisa tener un enfoque integrador que permita gestionar límites globales y establecer prioridades, reconversiones y reducciones en muchos campos. Si se planifica la política económica, la energía, la agricultura, el transporte, la vivienda, el turismo, la educación, la fiscalidad o los servicios públicos por separado y sin atender a los objetivos para la Transición Ecosocial Justa, esta no funcionará.

Por último, hay que asumir que hoy los imaginarios sociales, especialmente en los países más ricos, se inscriben en los paradigmas del crecimiento, el consumo y los proyectos de vida individualizados, y que, sin un amplio apoyo social, es evidente que no se podrán abordar en profundidad y con urgencia los cambios necesarios. Es más, en situaciones de dificultad, la demagogia, la frustración y la proliferación de las opciones populistas y autoritarias podrían verse fortalecidas, tal y como ya está sucediendo en algunos países europeos.

La Transición Ecosocial Justa requiere abordar la disputa de la hegemonía cultural y no es tarea pequeña. Supone nada menos que reorientar los conceptos hegemónicos de producción y bienestar, seguridad y libertad, hacer visibles los límites negados, reconocer la vida humana como ecodependiente, frágil y necesitada de cuidado y protección y explicar de forma convincente, serena y motivadora la situación de emergencia y la necesidad de transformación.

El gran reto es la reorientación de las aspiraciones y deseos de una buena parte de la sociedad. La propia crisis ofrece posibilidades y resquicios desde los que impulsar este cambio cultural. Estos momentos abren oportunidades para introducir debates y defender el cambio y la audacia. Hasta el momento, las crisis han sido mayoritariamente usadas para aplicar la doctrina del shock; quizás con anticipación y preparación podamos aprender a convertirlas en palancas de seducción para la Transición Ecosocial Justa.

Notas:

Este texto se basa en el trabajo coordinado por el Foro de Transiciones para dar respuesta a la pregunta formulada durante el proceso de reflexión que condujo a la conformación de la plataforma electoral Sumar. El trabajo trataba de responder al encargo de proporcionar criterios para la construcción de un proyecto-país a diez años vista desde la perspectiva de la Transición Ecológica Justa.

Este texto fue publicado en el Dossier de Economistas sin Fronteras, número 52ª, invierno 2024.

[1]Stengers, Isabelle (2017), En tiempos de catástrofes. Cómo resistir la barbarie que viene, Ned Ediciones, Barcelona.

Si quisiéramos resumir el declive político y moral en el que se encuentra el mundo, sin duda que habríamos elegido “Gaza” como la palabra y el sitio que mejor lo representa. Sería “Gobierno progresista” si quisiéramos destacar un actor que simbolizara la verdadera excepción que representa España en estos momentos, capaz de caminar contracorriente, a favor del progreso social en un contexto de presión creciente de las reacciones ultraconservadoras. Pero, si queremos resaltar aquella idea persistente que creemos simboliza el dominio neoliberal sobre la sociedad, aquello que ha motivado nuestro trabajo desde la Fundación Espacio Público en 2023, esa sería meritocracia.

Autoayudas y coaching, por un lado, y por otro, youTubers, tictokers e influencers representan nuevos modos de ganarse la vida que han actualizado y puesto al día la meritocracia como principio definitorio de la vida de nuevas generaciones. Con otras voces y acentos, las “enseñanzas” con las que nos desayunamos todos los días insisten que, aunque estés entre los desafortunados en la lotería social y genética, si sabes lo que quieres, te levantas muy temprano y te esfuerzas mucho, no habrá obstáculo que te impida conseguir aquello que te propongas: sea lo que sea.

El éxito no exige estudios particulares ni una preparación especial, solo voluntad, decisión y autoconvencimiento. Y si uno cae, debe saber levantarse. No se necesitan especiales aptitudes para llegar a la meta, solo las habilidades que se adquieren en la lucha por la vida y las actitudes que definen al ganador.

La meritocracia se cuela una y otra vez como principio de organización y gobernanza social. Tratándose de un tema tan central, sobre el que pensamiento progresista báscula con voces a favor y en contra, merecía una dedicación especial. Y la Fundación Espacio Público configuró un programa ambicioso en consonancia con la importancia del asunto.

El título elegido para el programa se presentó en forma de pregunta “Meritocracia: ¿un principio conservador o progresista?” lo que indica ya un enfoque abierto que necesitaba organizarse suficientemente para abordar, con la profundidad y la diversidad que merece.

Coordinado por Pedro González de Molina, profesor de Geografía e Historia, el programa se inició con un debate on line que abarcó los seis primeros meses de 2023 en el que participaron 23 expertos del ámbito académico, periodístico, de la educación, de la sociología y de las ciencias políticas, con artículos de gran calado y calidad que siguen accesibles desde aquí. Y concluyó con un acto y debate presencial el 27 de junio clausurado por la directora de Público, Virginia Pérez Alonso.

La ponencia principal estuvo a cargo de Carlos Gil, Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo (Italia), con la tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate (2020), premiada por el European Consortium for Sociologial Research (ECSR).

El planteamiento del debate

El centro sobre el que pivota el análisis es preguntarse cómo interactúan el concepto y la práctica de la meritocracia con el principio de igualdad de oportunidades sobre las estructuras, progresivamente desiguales, de nuestra sociedad.

Para ello se señalan dos líneas de interpretación de la meritocracia que conviene no confundir: aquella que la define como mecanismo de selección en el que la asignación de las posiciones y recompensas se basan exclusivamente en el mérito del individuo. Y, de otra, la meritocracia como ideología cargada de (pre)juicios morales, convertida, de facto, en el caballo de Troya del liberalismo extremo y la legitimación de desigualdades.

Mientras la izquierda considera que el mérito como categoría de selección solo sería posible en un contexto de igualdad de oportunidades, el mensaje neoliberal tacha ese esquema como mera excusa porque, cada uno por separado, dispone ya de suficientes recursos para superar las dificultades del camino. El mensaje es, tú mismo tienes ya la solución para tus problemas y para superar las dificultades que encuentres. Y si no lo consigues, tú eres el culpable.

Si el mérito es un asunto individual y privado, el fracaso también. Es evidente que, asumido ese marco mental, no cabe responsabilizar de tu situación a las estructuras sociales ni al peso asfixiante de una explotación que ningunea a las mayorías y las conduce a sobrevivir de forma precaria.  Si no lo consigues, podrás culparte solo a ti mismo por tus malas decisiones y por tu falta de habilidad, empeño o carácter.

Meritocracia y autoculpabilidad van de la mano. Y también la explosión de las enfermedades mentales como signo de nuestro tiempo. La sublimación del mérito pasa a ser, entonces, una deriva maldita hacia los infiernos.

Principales conclusiones del análisis

La meritocracia nace en las revoluciones burguesas como oposición a la herencia aristocrática

Pedro González De Molina, señala un primer contexto histórico rastreando “en el protestantismo, trazas que son similares al discurso meritocrático, especialmente en la doctrina calvinista de la predestinación”. En esta doctrina una persona sabe que ha sido predestinado a salvarse porque tiene éxito en la vida “lo que es una señal de salvación por Dios, que es quién incita al hombre a tener una vocación profesional.”

Y recuerda que Max Weber observó en esta ética del trabajo duro y el estilo de vida frugal uno de los impulsos del desarrollo capitalista. Lo que hoy conocemos como meritocracia es también un discurso de recompensas y castigos, pero es otra “divinidad”, el mercado, el encargado de sancionarlas.

François Dubet, sociólogo francés y profesor en la Universidad de Burdeos, conecta también el nacimiento de la meritocracia con el poder creciente de la burguesía y “con las revoluciones democráticas que afirman que los individuos son libres e iguales en derechos, y deben poder acceder a todas las posiciones sociales en función de su mérito y utilidad. El mérito es un principio meritocrático nacido de la abolición de los privilegios del nacimiento”.

“La meritocracia -señala- ha estado más presente en los EEUU, una sociedad más abierta sin herencia aristocrática” mientras en Europa, donde el peso de la historia y de las aristocracias es mayor, ese canal es más estrecho y solo algunos individuos excepcionalmente meritorios podían acceder a las élites.

Por lo mismo, afirma afirma Carlos Gil, autor de la ponencia que ha abierto el debate, que el sueño meritocrático americano se parecía, en su origen, “más a la utopía socialista sin clases sociales que a las sociedades capitalistas de alta desigualdad de ingresos y riqueza heredada en las que vivimos hoy”. El sueño americano ofrece hoy una visión tremendamente distorsionada de lo posible “que no refleja los altos niveles de desigualdad realmente existentes”.

Meritocracia: un principio progresista desnaturalizado por la hegemonía neoliberal

De acuerdo con Dubet, ”el principio meritocrático es indiscutiblemente de izquierdas” pues actúa “contra la discriminación en nombre de la igualdad. Por lo tanto, es correcto luchar por la igualdad de oportunidades meritocráticas y luchar contra la discriminación”.

“Todo el problema viene de los efectos de este principio”. Efectivamente en la medida en que se asume que las becas y la educación pública garantizan unas mínimas oportunidades de origen o se popularizan los casos excepcionales en los que algunas personas llegan a lo más alto por sus méritos, es más fácil asentar la idea de que “las desigualdades finales son justas”.

Como explica Carlos Gil en su ponencia: “Poco a poco, pero sobre todo desde los años 80, la meritocracia sufrió una dulce metamorfosis hasta derivar en un sistema ideológico que justifica las desigualdades y pone el foco en la responsabilidad del individuo”.

De modo que, “en lugar de una sociedad eficiente y justa, la meritocracia derivó en una tiranía cruel y despiadada con los menos afortunados”.

La gestión del resentimiento de los perdedores alimenta la extrema derecha

Antonio Gómez Villar, profesor de Filosofía en la Universitat de Barcelona (UB), destaca en su intervención el comportamiento de la clase media ante la creciente sensación de ver frustradas su aspiración al ascenso social: “La clase media siempre consideró que los de arriba están en su legítimo derecho de estar arriba. Es una lógica de su adecuación a un sentido platónico de la justicia”, que incluye “el derecho natural a ser ricos y poderosos y el derecho a ser pobre. No cuestionan los privilegios de los ricos porque confían ciegamente en la correspondencia entre esfuerzo y recompensa. Y porque el sueño de la clase media es aspiracional: ellos también pueden llegar ahí; con esfuerzo, pueden llegar a ser lo que quieran”

La cuestión es cómo metabolizan el fracaso porque si los vencedores deben su éxito sólo a sí mismos, es evidente que los vencidos deben sus fracasos sólo a sí mismos.

Dubet resalta cómo, a partir de un determinado momento, funciona la cadena de desprecios hacia arriba y hacia abajo y como se convierte en una acción política que pivota sobre la idea de mérito y merecimiento. Una vez asumida la ausencia de expectativas, “el resentimiento se convierte en emociones políticas fundamentales. Son hostiles a las élites que tienen todo el mérito y hostiles a los perdedores que no tienen ningún mérito”. Porque son despreciados por los que están arriba, desprecian a los que están debajo, los más pobres, los desempleados, los extranjeros… El electorado de Donald Trump, pero también el de Bolsonaro y la extrema derecha europea, son la expresión de estos sentimientos de ira populistas.

La conexión entre meritocracia e igualdad de oportunidades

La enseñanza y el sistema educativo ha sido considerada siempre como el espacio principal donde se juega el principio de la igualdad de oportunidades. No en balde, como nos recuerda Carlos Gil, “el término meritocracia se acuñó como una crítica a la reforma del segregador sistema educativo inglés de 1944, que introdujo la diferenciación temprana de itinerarios curriculares —el equivalente español del bachillerato o formación profesional— basada en una prueba de cociente intelectual a los 10 años”.

Pedro Mellado, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del colectivo DIME, vincula estrictamente la meritocracia con la igualdad de oportunidades. “Los datos indican que, si tu origen socioeconómico influye de manera significativa en las posibilidades de abandono escolar, entonces no hay igualdad de oportunidades. Y si no hay igualdad de oportunidades, no se puede hablar de meritocracia”.

La cuestión es que ni hay forma de evaluar el mérito como factor aislado de otras circunstancias sociales ni hay forma de medir cuando se alcanza realmente el momento de la igualdad de oportunidades. Y entonces el espacio para lo subjetivo y la deformación ideológica se agranda. Y la igualdad de oportunidades y la evaluación del mérito se convierten en palabras vacías, incapaces de ser medidas.

Efectivamente, como insiste Carlos Gil “el esfuerzo solo podría justificar desigualdades entre personas que han nacido en las mismas circunstancias de clase y, como no podemos cuantificar todas estas circunstancias, quizá podríamos centrar nuestros esfuerzos en ofrecer más oportunidades en lugar de juzgar quién merece qué antes de ofrecerlas”.

En otras palabras, que hay que centrarse en implementar políticas públicas de redistribución económica, así como de refuerzo de los servicios públicos, para que aproximarnos a la meta en la que todas las personas tengan acceso a desarrollar su vida en las mismas condiciones. Mientras tanto, “la igualdad de oportunidades no existe, son nuestros padres”.

El territorio sanciona y agranda las desigualdades de clase

La meritocracia es una filosofía global que impregna mentes de todos los territorios y continentes. Los países del sur de Europa son acusados por los ricos del Norte de sus desequilibrios macroeconómicos por no trabajar lo suficiente.  Los pobres del mundo, hambrientos y desheredados, son acusados de ser responsables de su situación.

Ante esa evidencia, José Ariza de la Cruz, Doctorando en Sociología urbana por la UCM, afirma que: el territorio socava la meritocracia. No solo entre países. No solo entre ciudades. También dentro de estas. Vivir en un barrio o en otro afecta a nuestras posibilidades de ascender socialmente, independientemente de la renta de nuestros padres o nuestras características sociales”.

Viviane Ogou, investigadora de las relaciones UE-África y el Sahel, refuerza este aspecto mediante la conexión entre desigualdad territorial y racismo: “Hemos comprado un discurso invasivo que nos dice que tenemos que ser mejores unos que otros. Un sistema jerarquizado, basado en el capitalismo racial y con mucha violencia estructural a las comunidades del sur global”

Y concluye: ”es imposible que exista la meritocracia. Y aunque se diera la igualdad de condiciones, ¿para qué competir?”. El objetivo del ascenso social es un mito y una farsa. “Se trata de organizarnos para tener la mejor gestión social posible”. Solo de ser más libres.

He asumido la tarea de sintetizar las conclusiones de este debate realizado en el año 2023, en mi calidad de nuevo director de la Fundación Espacio Público, función que acabo de asumir. No he sido responsable, por tanto, del extraordinario trabajo coordinado por Pedro González De Molina, bajo la dirección de Orencio Osuna, anterior responsable de la Fundación, a los que felicito afectuosamente.

Para seguir profundizando, recomiendo la lectura de:

Ponencia inicial de Carlos Gil: https://espacio-publico.com/la-meritocracia-un-principio-conservador-o-progresista.

Entrevista a François Dubet:  https://espacio-publico.com/francois-dubet-la-meritocracia-es-un-principio-justo-cuyos-efectos-pueden-ser-injustos

La meritocracia educativa, el rearme ideológico neoliberal. Pedro Mellado: https://espacio-publico.com/intervencion/la-meritocracia-educativa-el-rearme-ideologico-neoliberal.

La importancia del territorio para comprender la meritocracia. José Ariza de la Cruz: https://espacio-publico.com/intervencion/la-importancia-del-territorio-para-comprender-la-meritocracia

Meritocracia contra la casta señorial. Xavier Martínez-Celorrio: https://espacio-publico.com/intervencion/meritocracia-contra-la-casta-senorial.

Crisis de las clases medias. De la promesa meritocrática al resentimiento existencial. Antonio Gómez Villar: https://espacio-publico.com/intervencion/crisis-de-las-clases-medias-de-la-promesa-meritocratica-al-resentimiento-existencial.

El mito de la meritocracia: en busca de un bien común decolonial de Viviane Ogou: https://espacio-publico.com/intervencion/el-mito-de-la-meritocracia-en-busqueda-de-un-bien-comun-decolonial.

Estoy seguro que tendremos muchas oportunidades de seguir en contacto.

¿Llegará un momento en el cual lo que tenga peso en la vida política y ocupe el primer plano de los debates sean propuestas de cambio económicas, sociales y culturales para hacer frente a los descomunales problemas que padece la humanidad?

Esperemos que sí, porque resultan decepcionantes y frustrantes las batallas vacías de contenido entre personas y grupos sin otro objeto que no sea el de dañar al competidor, con la única ambición de disputarle espacio dentro de las instituciones. Son rifirrafes particularmente lamentables cuando se producen entre representantes de formaciones hipotéticamente comprometidas en la defensa de los Derechos Humanos y de la igualdad. Parecen incapacitadas para generar esperanzas en un futuro de buena vida y de apoyo mutuo entre personas.

Las lideran individuos a menudo autoritarios, acompañados por grupos que buscan la hegemonía, pero que no contraponen ideas sino agravios, descalificaciones, reproches, acusaciones de deslealtad, desacuerdos puntuales sobre tal o cual cargo o lugar en una lista y, en el mejor de los casos, discusiones sobre la oportunidad de cualquier gesto o decisión burocrática, a menudo acompañadas de insultos. En este contexto los protagonistas se sienten autorizados para intercambiar favores con adversarios o para llevar a cabo cualquier tipo de maniobra por sorpresa en contra de anteriores aliados. Y actúan de esa manera como si fuera lo más natural del mundo. Actos que consideran consustanciales con la vida política y que a menudo justifican en base a no se sabe qué supuestas «discrepancias estratégicas».

¿Estrategias?

¿A qué líneas estratégicas se refieren? ¿Estrategias para llegar a qué estado de cosas?

Los diferentes bandos de la izquierda que se reivindica «transformadora» repiten desde hace tiempo que lo que pretenden es «mejorar la vida de la gente». No se puede restar importancia a la subida del salario mínimo, ni a la nueva promesa de mejora de estos sueldos, ni al incremento temporal del subsidio por desocupación, ni la anunciada reducción de la semana laboral a 37’5 horas, que habrá que considerar como una conquista histórica cuando se apruebe.

Y hay que reivindicar como victoria indiscutible la ley del «solo sí es sí», a pesar de que partidos diferentes han hecho todo lo posible para desacreditar a las autoras de la iniciativa, a propósito de algunos detalles sobre la aplicación de la norma, y han dejado en segundo término el comportamiento que exige la misma.

Hay que celebrar también y sin dudar la toma en consideración de la anunciada ley de Amnistía por parte de la mayoría en el Congreso de los Diputados. Ahora hemos de esperar a que se apruebe y se aplique, y entonces se podrá medir hasta qué punto se avanza en el respeto de libertades y derechos elementales, entre ellos el de expresión, el de manifestación y el de autodeterminación de los pueblos.

La vida de la gente también mejorará si los permisos de paternidad y maternidad tienen más duración. ¿Qué duda cabe?

No entraremos en este artículo en temas tales como la eficacia de la reforma de la reforma laboral, que los ‘progresistas’ habían asegurado que derogarían, ni en lo que supone la sustitución de contratos temporales por fijos discontinuos. No insistiremos tampoco en otras promesas olvidadas como la eliminación de la ley mordaza, que para vergüenza de cualquier demócrata bautizaron como ‘Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana’.

Convendría reflexionar a fondo sobre el poder de seducción de las instituciones, que empuja a “defensores de valores republicanos” a acoger con aplausos a la familia real, a la vez que ningunean o criminalizan a quienes se pronunciaron o pronuncian en favor del fin de la monarquía y de la proclamación de una República.

Instituciones que obligan a mirar hacia otro lado cuando se produce una matanza como la de Melilla, o a votar a favor del incremento de los presupuestos de Defensa, o a hacerse corresponsables de un Gobierno que mantiene relaciones diplomáticas con un Estado genocida como el israelí.

Brutalidad sin límites

Cualquier formación política o gobierno que se diga de izquierdas, o progresista, o como le quieran llamar, en el ámbito internacional, tiene que romper relaciones con el Estado sionista, responsable del asesinato masivo de palestinos, de la destrucción de sus poblaciones y de la expulsión de su tierra.

Seguro que habrá que esforzarse en levantar el nivel de conciencia sobre estas y otras muchas expresiones de brutalidad, pero en estas notas intentaremos escribir en positivo, con todo el respeto hacia los ‘progresistas’ defensores de las reformas del régimen actual y que prometen más del mismo. No podemos dejar de recordar las multitudes que en la década pasada y en otras más lejanas vivieron animadas con la posibilidad de conseguir un cambio social, para hacer realidad la democracia, económica y política. No nos conformábamos con las migas. Queríamos el pan entero, decíamos.

Ahora se ha extendido una nueva ola de escepticismo y desafección en relación a la vida política, pero aun así podemos atrevernos a recordar, en negro sobre blanco, una sintética lista de posibles ámbitos de actuación en las raíces del sistema, porque sobran los motivos para pensar en una manera alternativa de vivir y convivir.

Conviene que se explique la nueva legislación y la acción del Ejecutivo pero quien aprueba y aplica la normativa tiene que evitar la autocomplacencia, porque resulta insultante para todo aquel que padece el castigo ‘de la mano invisible del mercado’ en cualquier ámbito de la vida propia y ajena.

Tendría que parecer necesaria, conveniente, sensata y realista, por ejemplo, la renuncia al comercio de material bélico y la sustitución de las fábricas de armamento por centros civiles de investigación, ¿verdad?

Resulta perfectamente imaginable también que los estados del norte global garantizaran el derecho de cualquier persona de cualquier país a migrar sin tener que arriesgar la vida, y el derecho a tener derechos en el lugar donde quiera residir. Los gobernantes europeos celebran ahora, mira por dónde, la firma de un nuevo acuerdo en sentido contrario. La historia de la humanidad está repleta de movimientos migratorios. En el siglo XXI no podemos mantener por más tiempo la negación del derecho a tener derechos a personas migrantes, particularmente mujeres, que desde las sociedades del norte se les reclama para ofrecerles trabajos en precario en domicilios, en empresas de servicios y en explotaciones agrarias.

El trabajo no remunerado de las mujeres, además, ha sido y sigue siendo fundamental por el funcionamiento de la sociedad. Las feministas evidencian la necesidad urgente de poner punto final a este sistema extremo de explotación. Más allá de la exigencia, sin embargo, hace falta que nos arremanguemos para concretar formas efectivas de hacerlo, ¿no?

Nuestra salud tendría que dejar de representar una oportunidad de negocio para los inversores. Solo de este modo se puede garantizar que toda la ciudadanía pueda recibir asistencia sanitaria de calidad en igualdad de condiciones. Es perfectamente posible y tendría que formar parte del programa político de cualquier fuerza que se reivindique transformadora. ¿No es evidente?

La seguridad social está inventada desde hace mucho tiempo, sin embargo, muchas personas reciben una atención y una protección del todo insuficientes, y otros, si pueden, pagan cuotas a compañías privadas para sentirse “seguras” ante necesidades de atención sanitaria, accidentes, problemas en la vivienda u otras eventualidades adversas en la vida cotidiana. Este sistema de previsión, en manos del sector público, sin excepciones, tendría que garantizar igualdad de derechos y muchísima más tranquilidad al conjunto de la ciudadanía. ¿Qué tiene que pasar para que la “izquierda transformadora” reclame en algún momento la asunción por parte del Estado de todo el sistema de seguros?

¿Qué sentido tiene el mantenimiento de intereses privados en una parte más que significativa de las escuelas y universidades? La educación, en todos sus ciclos, tiene que ser considerada como un servicio público y laico, libre de la influencia de intereses económicos o religiosos.

Y en relación a las entidades de crédito, está más que dicho y repetido que lo que interesa a los banqueros no se corresponde en forma alguna con lo que necesitan las personas que viven de su trabajo o de su pensión. Hay que democratizar el sistema financiero y hacerlo significa desprivatizar la actividad bancaria.

Miles de personas se encuentran sin hogar. El mercado inmobiliario convierte en papel mojado la legislación que reconoce el derecho a la vivienda digna y adecuada. La construcción de vivienda social y las normas que ponen límites al alquiler son positivas. ¿Qué duda cabe? Resultan, no obstante, medidas del todo insuficientes ante la voracidad de las inmobiliarias. La necesidad de atacar el problema desde la raíz es una asignatura pendiente para todas las entidades sociales y políticas.

El calentamiento global, el agotamiento de los recursos, la pérdida acelerada de diversidad biológica, las sequías, la contaminación, los fenómenos meteorológicos extremos… comprometen el futuro de la vida sobre nuestro planeta. La responsabilidad de las empresas del oligopolio energético en la degradación del medio ambiente ya es más que evidente, pero los responsables políticos de los países más industrializados confían en qué quién evitará el colapso ecológico serán las mismas compañías que nos conducen hacia la catástrofe, ahora interesadas en el negocio que pueden encontrar en la explotación de fuentes de energía renovable. Ya han dejado claro que no abandonarán los combustibles fósiles y que explotarán a su manera las reservas minerales necesarias para las nuevas tecnologías.

Sería deseable que las administraciones, en vez de favorecer la actividad de estos consorcios, tomaran en sus manos el control de las principales empresas del sector, facilitaran y promovieran la creación de comunidades energéticas, hicieran posible la existencia de redes descentralizadas de generadores de energía limpia y racionalizaran el consumo.

Y así podríamos seguir y seguir… sobre la democratización necesaria de tantos y tantos otros ámbitos de la producción, de los servicios, de la vida cultural, de la seguridad ciudadana… Y de la Justicia. El cambio en la estructura y comportamiento de un poder judicial como el español, ideológicamente sesgado hacia la derecha extrema y decidido a intervenir en la vida política, representa en la actualidad una de las tareas más complicadas en la agenda de cualquier mayoría democrática.

Hay que pensar en una fiscalidad que deje de favorecer a quién más tiene, en potenciar decididamente la economía social y solidaria y el comercio de proximidad, en unos transportes públicos libres de intromisiones del capital privado, en un sistema de telecomunicaciones totalmente público, en propiciar la creación de redes sociales de comunicación cooperativas, que marquen caminos para quitarnos de encima lo más pronto posible la dictadura de Google, Amazon y otros gigantes de la industria digital.

Se trata de poner la actividad económica e institucional al servicio de las personas y no a la inversa. Se trata, obviamente, de ideas revolucionarias y ambiciosas, que nadie puede presentar como algo fácil, pero si no se formulan propuestas concretas en este sentido, si no empezamos a dibujar de nuevo un orden de cosas justo, democrático y racional, gobernado por leyes alternativas a las del mercado, será imposible detener el avance hacia la distopía.

Hay entidades, como las que se encuentran asociadas a ECAS, o Òmnium Cultural, o Coop57, que impulsan el Projecte Lliures, o tantas otras que trabajan “por un futuro libre de desigualdades”, día a día, sobre realidades sociales y personales concretas, que no pueden dejar de señalar que la pobreza se cronifica. La precariedad laboral persiste.

Cómo salir de la pobreza

Los datos asustan. Los informes y estudios que difunden las mencionadas entidades constatan que, en Catalunya, una de cada tres personas se encuentra en riesgo de exclusión social y la mitad de la población tiene dificultades para llegar a final de mes. El sesenta por ciento de los hogares en situación de pobreza severa no reciben ningún tipo de prestación social. En la ciudad de Barcelona, 4.800 personas se encuentran sin hogar y 1.384 duermen en la calle, según los datos recogidos por la Fundació Arrels.

En el Estado español, 12,3 millones de personas viven en situación de riesgo de exclusión social, y entre ellas 1,4 millones cuentan con educación superior.

Las medidas aplicadas y anunciadas por el “progresismo” para “mejorar la vida de la gente” no se pueden menospreciar en modo alguno, pero llegan donde llegan, que es muy poco en relación a la magnitud de la fractura social existente.

La realidad, ciertamente, es la que es. El triunfalismo que caracteriza el discurso de gobernantes «progresistas» no ayuda a cambiarla. Tal como señala el informe FOESSA, «vivimos en una sociedad en la cual la integración se asienta sobre bases más débiles y la exclusión se enquista en la estructura social».

Las interpretaciones según las cuales las posibilidades de reducción de la pobreza se encuentran directamente vinculadas al crecimiento de la actividad económica y a los niveles de ocupación son excesivamente simplistas. Las recetas de la izquierda que gobierna no consiguen ni pueden conseguir cambiar la percepción que tiene una parte más que importando de la población. Un sector enorme de nuestra sociedad no ve posibilidades de salir de la pobreza, ve el riesgo de caer en ella y sufre el deterioro constante de los sistemas de educación pública, de salud, de acceso a la vivienda, del transporte, del medio ambiente…

Una parte de la izquierda consiguió suficiente apoyo para parar a la derecha extremadamente neoliberal en su pretensión de hacerse de nuevo con el aparato del gobierno central, y esto es importante, pero del todo insuficiente.

Tal como dijo el ex-diputado del la CUP David Fernàndez en un entrevista concedida a este diario, «si el programa político para que no gobierne la extrema derecha se reduce simplemente a que no gobierne la extrema derecha, únicamente como proclama, esta es la vía más corta para que gane».
Los que en otro tiempo habían escrito y hablado sobre vías de transición hacia el socialismo hace muchos años que renunciaron a las ideas de democracia económica, Dimitieron de su compromiso más o menos radical con proyectos de cambio de las estructuras sociales.

Y la mayor parte de lo que hoy se considera izquierda de la izquierda parece más interesada en ganar batallas administrativas que en la formulación y explicación de propuestas que permitan imaginar un futuro de igualdad, solidaridad y vida armónica con la naturaleza.

«Sé que las películas y series distópicas se han puesto de moda. Habrá que decir a los guionistas que no elucubren tanto, que la mayor fantasía se encuentra en el capitalismo», escribe Gustavo Duch en sus Cuentos del progreso (1). Se diría que cada vez hay más gente que entiende que la mayor parte de los problemas que sufrimos son consecuencia del capitalismo. El que falta es demasiada crítica para trabajar en favor de un cambio de sistema. Nos encontramos en un buen momento para pensar en ello, pero hay que hacerlo con urgencia.

Notas:

Gustavo Duch. Cuentos del progreso. Pol·len edicions, 2021.

 

Miles de personas han pasado ya por el Museo Thyssen-Bornemisza para ver la exposición MAESTRAS, inaugurada el pasado 31 de octubre y que se podrá visitar hasta el 4 de febrero de 2024.

Si el discurso patriarcal dominante ha ocultado históricamente el trabajo artístico realizado por mujeres, esta exposición nos permite conocer y disfrutar de casi cien obras de gran calidad cuyas autoras son mujeres, obras que fueron realizadas entre los siglos XVI al XX.

Feminismo, arte, historia concurren en esta muestra, que también tiene un indudable valor didáctico. Y nada mejor para recorrer la exposición que hacerlo de la mano de la Guía Didáctica realizada por la catedrática universitaria Marián López Fdez. Cao, que también ha dirigido el seminario Maestras españolas. Construyendo genealogía del arte español, como complemento a la exposición. Una Guía que plantea especialmente preguntas, empujando a que encuentren las respuestas quienes la leen. Le agradecemos a la autora que nos dedique una parte de su tiempo a Espacio Público para visitar con ella la muestra.

Marián López F. de Cao. Fotografía cedida por la autora.

¿Por qué esta Guía, a quién va dirigida y qué se propone?

Las exposiciones en el museo Thyssen siempre van acompañadas de un imprescindible componente educativo, especialmente a través del equipo Educathyssen, uno de los mejores equipos didácticos de España, y desde un compromiso del museo que no externaliza estos servicios sino que forma parte de su filosofía central.

Para esta exposición la comisaria, Rocío de la Villa, y el director del museo, Guillermo Solana, me propusieron ocuparme específicamente de la guía didáctica, dada mi trayectoria en el trabajo educativo en museos en clave feminista, mi conocimiento de las artistas de la exposición, el análisis de las exclusiones y tergiversación histórica de sus trayectorias y obras. Ello me daba la oportunidad de abrir temas de reflexión y cuestionamiento que me parecen importantes.

La guía invita a poner en cuestión algunos de los pilares del conocimiento al uso. La exposición Maestras puede ser considerada un hito que abre un profundo cuestionamiento a los fundamentos de la historia del arte presente en textos escolares y manuales, que se presentan como movimientos cerrados con características específicas y nombres determinados. Las y los visitantes de la exposición se quedan desconcertados ante la calidad de las obras y las autorías para ellos desconocidas, ¿De dónde salen tantas obras y de tanta calidad? ¿Dónde estaban? ¿Por qué sus autoras no están en las genealogías y vanguardias del arte? Los y las espectadoras se quedan impactados por tanta obra que desconocían y no aciertan a comprender el porqué. Si la base de la excelencia debiera ser la calidad de las obras, ¿por qué no las conocen? Y este cuestionamiento es lo que subraya esta magnífica exposición. El ocultamiento de estas magníficas obras no se debe a la calidad, sino a factores propios de la ideología subyacente a la construcción del pensamiento occidental.

Como señalo en la introducción, gracias a esta exposición, el canon comienza a ser puesto en entredicho, y desvela varios constructos que articulan no sólo la historia del arte, sino la construcción del conocimiento occidental, además del canon: el genio, la hegemonía cultural, la genealogía y el presentismo. El movimiento feminista académico lleva años alertando del presentismo –juzgar el pasado con los valores dominantes del presente– contra esta errada historiografía tradicional, que ha excluido voluntariamente a las mujeres de la historia universal (aparentemente representativa de toda la sociedad). En un discurso histórico androcéntrico, las mujeres no existen y cuando aparecen, lo hacen como la excepción, legitimando el pensa­miento patriarcal existente.

Las y los visitantes de la exposición se quedan desconcertados
ante la calidad de las obras y las autorías para ellos desconocidas. 
¿De dónde salen tantas obras y de tanta calidad? 
¿Dónde estaban? 
¿Por qué sus autoras no están en las genealogías y vanguardias del arte?

La hegemonía cultural, por otro lado, es un concepto que de­signa la dominación de la sociedad, cultural­mente diversa, por la clase dominante, imponiendo su propia cosmovisión —creencias, moral, explicaciones, percepciones, instituciones, valores o costum­bres— como norma cultural, válida y uni­versal.  La selección de obras que componen la historia del arte que nos ha sido transmitida responde a la selección de esta hegemonía cultural –a través de la genealogía que pone nombres y señala vínculos cuasi naturales de unos nombres con otros– realizada por críticos e historiadores que se han instituido como el discurso autorizado, deslegitimando cualquier otra visión.

A partir de esta reflexión que deconstruye este campo de conocimiento, abordamos las distintas secciones proponiendo textos que amplían el contexto de las secciones, ofreciendo datos relativos a las circunstancias sociales, educativas, culturales o económicas, entre otras cuestiones que pueden ayudar a comprender no sólo las obras sino las trayectorias vitales de estas artistas y su vinculación con su desarrollo profesional.

Esta guía educativa está principalmente diseñada para profesorado de educación secundaria y bachillerato, una etapa cuando adolescentes y jóvenes tienen capacidad de desarrollar su mirada crítica y poner en cuestión cánones heredados. Es una guía que tiene como intención abrir el pensamiento visual, hacer preguntas, mirar por las grietas de una narración que debe ser revisada.

La Guía está estructurada en torno a cuatro secciones que resumen las ocho que trata la muestra:

  • Mujeres, ciudadanas: La causa delle donne e Ilustradas y Académicas.
  • La mirada a la naturaleza y al otro: Botánicas, conocedoras de maravillas y Orientalismo/Costumbrismo.
  • Trabajos, cuidados y Otras visiones de la maternidad.
  • Amistad y vanguardia: Complicidades y Emancipadas.

¿Por qué estas cuatro secciones?

La exposición gira en torno a ocho secciones que se pueden ver claramente a lo largo del recorrido de la exposición que yo agrupo de dos en dos con fines educativos como señalas. Son secciones temáticas que ayudan a comprender aspectos vitales del ser humano como la lucha por la ciudadanía, el cuidado, la mirada a la naturaleza y lo otro, la amistad o la emancipación. Creo que La causa delle donne informa de la lucha por la igualdad que llevaron a cabo las mujeres desde el S. XV hasta el XVIII y que culmina con la lucha, junto a los hombres, por los derechos en la Revolución francesa. Saber que las mujeres han reclamado el acceso a la educación y estatus intelectual desde el S. XV, es para muchos y muchas jóvenes –y no tan jóvenes– algo que les sorprende, porque inexplicablemente, no aparece en los libros de historia o literatura que estudian. Yo añado algún dato relevante y textos de mujeres como María de Zayas, del S. XVI, donde, como hoy, se apoya en grandes mujeres de la historia para tratar de construir una legitimidad o Juana Inés de la Cruz que aborda temas tan actuales como el juicio masculino a la sexualidad femenina, además de parte de la vindicación de los derechos de la mujer y ciudadana, de Gouges.

Cada sección parte de una introducción amplia al concepto central y aporta datos específicos sobre algunas artistas. Aunque los modos de trabajo y de hacer arte de hombres y mujeres son similares, las miradas y los posicionamientos ante la realidad son en algunos casos, diferentes, y eso es algo que es necesario reseñar. La mirada hacia el acoso de una mujer –como es el caso de las interpretaciones de “Susana y los viejos”, o “Judith y Holofernes”, presentes en la exposición donde el artista puede conseguir que nos identifiquemos con la acosada o el acosador– difiere en muchos casos, del mismo modo que, por ejemplo, muchas de las perspectivas de las artistas a la naturaleza y al otro, precisamente por ser conscientes ellas mismas de la subalteridad a la que las somete la sociedad, son menos jerárquicas, más cercanas y respetuosas.

El “otro exótico” –la “otra exótica”– se diluye y la lucha por el sufragio coincide en muchas de ellas con la lucha por la abolición de la esclavitud. O la diferencia en la que las mujeres retratan a otras mujeres resaltando su capacidad intelectual y su verticalidad, otorgándoles dignidad, frente a innumerables representaciones a que estamos acostumbrados donde las representaciones femeninas tienden más a que se incida en su cuerpo y su horizontalidad visual que remite a la pasividad. En fin, cada sección interroga a nuestra mirada educada en la inferioridad femenina en el arte y abre ante nosotros otros modos de ver.

Aunque los modos de trabajo y de hacer arte de hombres
y mujeres son similares, las miradas y los posicionamientos ante la realidad 
son en algunos casos, diferentes, y eso es algo que es necesario reseñar.

La educación artística es un campo de batalla que nunca has abandonado. La metodología creativa y la educación de la mirada –la competencia visual y artística– debe ser fundamental en la educación”, dices. ¿Crees que se la da la suficiente importancia en los planes de enseñanza actuales?

En absoluto. Desde la Sociedad para la Educación Artística (SEA), de la que soy presidenta, llevamos casi cinco años tratando de que tanto el Ministerio de Educación, el Ministerio de Universidades y el Ministerio de Cultura comprendan la importancia de lo que hablábamos anteriormente y mucho más: de que una mirada crítica construye ciudadanos y ciudadanas libres y cultas e impide el estereotipo; que saber ver las construcciones visuales de jerarquía, de subalteridad o ejercicio de poder, nos permite no sólo desasirnos de ellas, sino modificarlas y crear nuevas.

La educación artística llevada por maestros y maestras con una formación sólida en procesos creadores y educación visual abre la mirada atenta, que es la misma que la mirada científica, que permite analizar, comparar, comprender estructuras internas y relaciones externas. Que la creación es un acto de conocimiento, vínculo y resistencia ante un mundo injusto que abre otras posibilidades más allá del aquí y ahora, el que estas mujeres de esta exposición llevaron a cabo a pesar de sus circunstancias. Ellas, las creadoras, son el ejemplo de la resiliencia a través del arte.

Queremos una red escuela-museo en igualdad donde 
los y las maestras sean profesionales formados en arte y cultura 
y también agentes activos con los museos en una red estable 
y estructurada que fomente espacios de educación 
en la inclusión, la igualdad y la diversidad.

Hoy en día, Francia y Portugal tienen un plan nacional de educación artística y cultural, que va desde lo macro a lo micro, algo que España no tiene y que desde la SEA le pedimos a los ministerios de Educación y Cultura. Sólo un plan similar será capaz de garantizar los derechos culturales, promover la creación, renovar la cultura y combatir la brecha cultural que hay en este país. Nosotros queremos que las escuelas sean espacios de cultura, no sólo los museos. Queremos una red escuela-museo en igualdad donde los y las maestras sean profesionales formados en arte y cultura y también agentes activos con los museos en una red estable y estructurada que fomente espacios de educación en la inclusión, la igualdad y la diversidad.

Actualmente, no hay red, no hay estructura, no hay formación.

Por último, después de tantos siglos silenciadas e invisibilizadas, ¿cuál crees que debe ser el papel de las mujeres en la historia del arte, en la creación y la educación artísticas?

Creo que lo que ha invisibilizado a las mujeres ha sido el relato de la historia, este relato de la historia. En esta exposición contemplamos a mujeres, como Natalia Gontcharova –que fue la primera artista, hombre o mujer, en realizar, como representante del arte ruso de vanguardia, en 1913, una gran exposición con más de 800 obras y un éxito sin precedentes–  o Sonia Delaunay –que llegó a tener un taller con más de 30 empleados– , o Helene Funke y muchas más, que fueron tremendamente famosas y con mucho éxito en su tiempo. Sin embargo, tan pronto se murieron, los libros las borraron y su obra bajó a los almacenes de los museos. Eso es el canon, la hegemonía, la genealogía.

Creo que estamos ante un momento de crisis de legitimidad de los museos, precisamente porque la historiografía feminista, al igual que la decolonial y demás movimientos críticos, está poniendo en entredicho los relatos de la hegemonía cultural, por volver al inicio. No podemos seguir mostrando a nuestras hijas e hijos que lo valioso –lo que está en los museos– es sólo lo que han hecho los hombres blancos propietaristas –en términos de Piketti– de la clase urbana. La cultura, como la creación, es mucho más que todo eso.

La exposición Maestras es una bocanada de aire puro en el museo, no sólo porque muestra y restituye la magnífica obra de mujeres tenaces, creativas y valientes, sino porque mira la realidad desde un poco más abajo, o un poco más arriba: desde las miradas de unas adolescentes planchadoras, desde las miradas de las enfermeras, de las vendedoras de zapatos, de las resistentes a la guerra que animan a los jóvenes a la deserción de las guerras y se enfrentan a la muerte. Esta nueva mirada la ha abierto el feminismo, que ha abierto a su vez, otras miradas –de clase, de origen, de diversidad–, en su continua autorreflexión crítica. Y en lo que a mi mirada atañe, al feminismo pacifista.

El arte, la creación, el proceso creador es todo lo anterior que debe acoger el museo y la educación: resignificar el mundo, mirarlo de otro modo, con cuidado y respeto, buscar una solución simbólica que nos sitúe –a través de nuestra mente, nuestra mirada y nuestras manos– en un conocimiento tácito más allá de la mera instrucción. La poesía, la danza, el teatro, el dibujo, el cine, la pintura, la música deben formar parte integral de nuestro desarrollo como humanos y es deber nuestro facilitárselo a los más pequeños. Una creación que nos haga mirar, aun en los momentos más duros, más allá. Como decía Brecht: “En los tiempos sombríos, / ¿se cantará también? También se cantará/ sobre los tiempos sombríos”.

Notas:

Marián Marián López Fdez. Cao es catedrática de Universidad (UCM). Ha colaborado con sus trabajos en Alemania (Akademie der Künste, Munich y Hochschüle der Künste, Berlín), Reino Unido (Courtald Institute of Art, Londres), EE.UU (MOMA, Nueva York) y México (Universidad de Veracruz).

Ha sido directora del Instituto de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid (2007-2011), presidenta de la Asociación Mujeres en las Artes Visuales (2012-2017), asesora del vicerrectorado de Relaciones Internacionales y directora de la Escuela Complutense Latinoamericana (2012-2019).

En la actualidad dirige el grupo de investigación consolidado EARTDI 941035 “aplicaciones del Arte en la inclusión social”.

Desde 2017 es vicepresidenta del European Consortium of Arts Therapies Education un consorcio que agrupa a 34 universidades europeas que ofrece estudios de terapias creativas (danza, música, drama, juego y artes visuales). Y forma parte del comité de expertos en cultura de la Organización de Estados Iberoamericanos.

Fotografías: Espacio Público

Utopia, transformació, resistència i claudicació: viu un model de societat alternativa en els moviments d’avui?

Vol ser una reflexió sobre la societat del futur, les utopies realitzables, al voltant de l’espai i els límits de tres conceptes: llibertat, propietat i individualitat. A càrrec de María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada i professora de Filosofia del Dret; Ivan Miró, sociòleg especialista en cooperativisme i estudi de la realitat de l’Economia Social i Solidària, UPF; Sandra Ezquerra, directora de la Càtedra UNESCO ‘Dones’ de la Universitat de Vic. La presentació de l’acte va ser a càrrec de Xavier Giró, professor de periodisme polític de la UAB.

No es frecuente ver esculturas o representaciones artísticas de mujeres en las calles. Y no es porque no hayan existido mujeres que merezcan ese reconocimiento. No, no es esa la razón. Existir sí han existido, pero han sido invisibilizadas y así han quedado, sin posibilidad de que conozcamos o podamos reconocer sus ideas, sus creaciones, sus aportaciones. Y cuando han sido representadas ha sido por ser esposas, madres o amantes de hombres, generalmente de la aristocracia y la nobleza, o como objetos de deseo especialmente en obras en las que aparecen desnudas. Pero nunca, o casi nunca, como creadoras. Y mucho menos en el espacio público.

Por ello es tan interesante la iniciativa de la escultora y feminista Pilar Vicente de Foronda, que propuso y ha llevado a cabo con la colaboración la anterior corporación del Ayuntamiento de Guadalajara, (representada por su concejala de Igualdad Sara Simón) un proyecto escultórico para conmemorar en la calle a ocho mujeres cuyas vidas y actividad han tenido que ver con la ciudad de Guadalajara a lo largo de la historia, desde el siglo XIII hasta la fecha.

“Las razones que validan la presente propuesta son estas: bustos de mujeres que recuperen la memoria de las mujeres que han sido motor de actuación en la ciudad de Guadalajara, ejecutados por una mujer escultora que lleva lustros visibilizando historias de mujeres y su lugar en la memoria colectiva, Poniendo en valor cómo hay otras mujeres que la historia nos enajena y cómo hubo otras pensadoras, creadoras, constructoras, políticas, filosofas, etc. cuyo pensamiento  debe ser visibilizado para que la historia de toda la humanidad esté completa”, nos dice Pilar V. de Foronda.

Los bustos de estas mujeres, que han tomado hoy la calle, han sido modelados en barro y posteriormente fundidos en bronce, a través del procedimiento de la cera pérdida, entre 2022 y 2023, y se pueden ver hoy en el Bulevar Clara Campoamor de Guadalajara Capital.

Mayor Guillén de Guzmán, nacida en León en 1205 y fallecida en Guadalajara en 1262, es la más antigua de estas mujeres. Aparece en las crónicas de la época por haber sido amante del rey Alfonso X el Sabio y madre de su hija Beatriz, que llegaría a ser reina de Portugal. Al no tener sangre real nunca pudo casarse con el rey. A cambio recibió de él un señorío (el Infantado de Huete). Dotó y fundó el monasterio de Santa Clara en San Miguel del Monte, una aldea despoblada en el término de Alcocer, fue también responsable de la iglesia parroquial de Cifuentes y fundadora en Alcocer del monasterio de San Miguel del Monte, de las hermanas Clarisas. El acta fundacional del convento, del que apenas quedan vestigios, fue suscrita por Guillén en 1260 y confirmada por sus hermanos Pedro y Nuño, una muestra muy clara del papel de las mujeres en la época: siempre necesitaban la colaboración de los hombres de su familia para poder realizar cualquier proyecto.

Algo posterior es María de Cazalla (nacida en Palma del Río en 1487 y fallecida en Guadalajara en fecha indeterminada), una mujer valiente, religiosa, letrada y teóloga, que fue procesada y torturada por la Inquisición dentro del proceso contra Los alumbrados. Escribió un libro de comentarios bíblicos, en colaboración con Juan Cazalla (que lo tradujo al latín), en el que defiende la necesidad de una existencia religiosa más interna y propia, reprueba la frivolidad, reprocha las riquezas de los ornamentos del culto y se burla de las devociones habituales de las mujeres devotas a las que denomina «míseras» y «papamisas».

En 1532 entró en prisión. Se le acusó de luteranismo, erasmismo y alumbrados. Sufrió las torturas del potro y la toca, y permaneció amordazada y a oscuras parte del tiempo de su cautiverio. Finalmente, tras nueve años de proceso, fue absuelta de los cargos más graves, sometida a vergüenza pública en una iglesia de Guadalajara, se le impuso una multa de cien ducados y se le prohibió mantener contacto con sus antiguas relaciones.

Mencía de Mendoza, nacida en 1508 en Jadraque (Guadalajara) de una familia noble, fue intelectual, bibliófila, humanista y mecenas de las artes y letras del Renacimiento; a los 14 años sucedió a su padre como marquesa del Cenete.

Casada con Enrique III de Nassau- Breda, camarero mayor y consejero de Carlos V, vivió en Breda durante casi una década. Allí conoció a Luis Vives, que fue su profesor con el que estudió Latín y Cultura clásica. Fue una de las mujeres más ricas de su época y fue mecenas de las artes y las letras, destacando su nutrida biblioteca en el Palacio del Real en Valencia, considerada una de las más importantes bibliotecas de uso del siglo XVI. Falleció en Valencia en 1554.

¿Y quién no ha oído hablar de la princesa de Éboli, posiblemente una de las mujeres más célebres del siglo XVI en España?

Ana Mendoza de la Cerda, (Cifuentes 1540 – Pastrana 1592), princesa de Éboli, cortesana, madre, hija, monja, viuda, sufrió un duro e injusto encarcelamiento. Hija de Diego Hurtado de Mendoza, su madre Catalina de Silva y Felipe II la casan muy joven con Ruy Gómez de Silva, privado del rey Felipe II, quien, en 1559, sería nombrado Príncipe de Éboli. Fue amiga de Juana de Austria, reina viuda de Portugal, de Teresa de Ávila, de Isabel de Valois y de la pintora italiana Sofonisba Anguisola, que fue quien la retrató por primera vez con su característico parche en el ojo disfrazada de pastora.

Ana de Mendoza poseía una de las mayores fortunas de España cuando se quedó viuda en 1573. Madre de seis hijos menores, los dejó al cuidado de su madre para profesar en el convento de las monjas carmelitas en Pastrana, casa que había sido fundada a expensas suyas por Teresa de Ávila. Pero pronto es obligada por el rey Felipe II a abandonar el convento para que se ocupara de sus hijos. Relacionada con el entorno de Antonio Pérez, secretario del Rey, se vio envuelta en intrigas que la enemistaron con otra parte de la nobleza, sufrió encarcelamiento y finalmente fue enclaustrada en Pastrana junto a su hija pequeña. Allí murió a los 52 años emparedada, enferma y demenciada.

Tres siglos después, las mujeres, algunas mujeres no procedentes de la nobleza, lograron estudios y su presencia en la vida pública fue más visible. Es el caso de Crescencia Alcañiz Maestro (1868-1906).

Maestra, pedagoga, reformista social, pionera y exitosa conferenciante, defensora de la educación femenina, vivió su juventud en Guadalajara, donde posiblemente fue la primera mujer que participó en la vida cultural de la ciudad.
Su actividad no sólo se limitó a la docencia, también intervino como conferenciante en la Asociación de Amigos de la Enseñanza en el Ateneo, proponiendo la creación de escuelas para niños y niñas con discapacidad, clases para personas adultas y escuelas en las fábricas. Fue una de las fundadoras de Asociación de la Caridad Escolar para impulsar la creación de las cantinas escolares junto a Carmen Rojo, Matilde García del Real y Luciana Casilda Monreal, ejerciendo como secretaria en su primera Junta Directiva. Participó activamente en 1892 en el Congreso Pedagógico hispano-portugués-americano junto a mujeres tan destacadas en la defensa de los derechos feministas como fueron Emilia Pardo Bazán o Concepción Arenal.

El siglo XX nos trae a mujeres luchadoras e implicadas en la actividad política. En Brihuega nació (1917) la investigadora y escritora Tomasa Cuevas, militante anarquista y comunista.

A los nueve años trabajaba en un taller textil, con 14 años se afilió a la Unión de juventudes Comunistas de España y a los 19 al Partido Comunista de España, desde donde, defendiendo a la Segunda República, ayudó en hospitales, organizó talleres de costura, colaboró en tareas de propaganda, reclutó a combatientes y preparó fiestas para las tropas. Tras el triunfo del golpe de estado fascista fue delatada por un vecino, detenida y condenada a prisión. Tras pasar 5 años en la cárcel es desterrada a Barcelona donde se afilia al PSUC y sigue con su actividad política, ahora en la clandestinidad, lo que lleva a nuevas detenciones y a sufrir torturas que le dejarían graves secuelas en la columna vertebral. Exiliada a Francia y más tarde a Praga, en 1969 regresó a Barcelona, donde siguió con su actividad política y desarrolló una gran labor en solidaridad con los presos. Su experiencia le llevó a recorrer España, magnetófono en mano, recogiendo las experiencias de otras mujeres que también lucharon en apoyo a la República y contra la dictadura franquista. De esa pionera labor de investigación surgieron los libros Cárcel de mujeres (1939-1945), Cárcel de mujeres: Ventas, Segovia, Les Corts, Mujeres de la resistencia) y Presas: mujeres en las cárceles franquistas publicados en los 80.

La Generalitat de Catalunya le concedió la Creu de Sant Jordi en 2004.

Posiblemente por su profesión de actriz, el rostro más conocido sea  el de Amelia De la Torre (Guadalajara, 1905 – Madrid, 1987)

Debutó en la compañía de Margarita Xirgú en 1925, con  20 años, trabajando en montajes como Cuando los hijos de Eva no son los hijos de Adán, de Jacinto Benavente, o Doña Rosita la Soltera de Lorca.

En 1963, dirigida por José Luis Alonso en el madrileño Teatro María Guerrero, Amelia de la Torre se consagró con su magnífica representación de La loca de Chaillot. Una de sus más grandes creaciones, si no la mejor. Y en esa misma temporada, en dicho escenario también, estrenó la primera obra de Antonio Gala: “Los verdes campos del Edén”, obra en la que también trabajó en 1966 para Televisión Española.

Junto a su marido Enrique Diosdado como compañía pusieron en escena obras como: Los papeles de Aspern (1955) de Henry James, Yerma de García Lorca (1960), Casa de muñecas (1961), de Ibsen, La barca sin pescador (1963), de Alejandro Casona, Nunca es tarde (1964), de José López Rubio, El carrusel (1964) de Víctor Ruiz Iriarte, ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), de Edward Albee, Canción para un atardecer (1973), de Noel Coward, Los comuneros (1974), estas dos últimas escritas por su hijastra Ana Diosdado, Las manos sucias (1977), de Jean-Paul Sartre o Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1985) de Rainer Werner Fassbinder, entre otras muchas.

Trabajó también como actriz en varias películas, como Plácido o La vaquilla entre otras, y en el famoso Estudio 1 de TVE.

Y llegando ya a los tiempos actuales, en Guadalajara también ha vivido y trabajado hasta 2004 la archivera, bibliotecaria y museóloga Juana Quilez Martí, protagonista en los años 30 del siglo XX de la modernización de las bibliotecas de la Universidad Central e impulsora del desarrollo del Archivo Histórico Provincial de Guadalajara.

Dirigió una biblioteca infantil en el Grupo Escolar “Ortega Munilla” de Madrid. Decía: “es triste que un niño tenga que pelear tanto para poder leer un libro de cuentos”. Fue una activa socia en la reciente Asociación de Bibliotecarios y Bibliógrafos de España, escribiendo artículos y dando charlas radiofónicas. También participó en el II Congreso Internacional de Bibliotecas y Bibliografía que tuvo lugar en Madrid en 1935. En 1952, comenzó una actividad que contribuiría definitivamente al desarrollo cultural de Guadalajara.

Probablemente era la única mujer entre los hombres de renombre provincial que asistía a los consejos de cultura del Ayuntamiento, Diputación o Gobierno Civil. En esos primeros años en Guadalajara, organizó la Biblioteca Pública Provincial, instalada en los bajos del antiguo Instituto de Enseñanza Media “Brianda de Mendoza”. Igualmente organizó el Archivo de Hacienda, poseedor de fondos de la Desamortización de Mendizábal.

Se jubiló en 1976, pero siguió participando activamente en proyectos ciudadanos, fundó dos guarderías, dos centros de mayores y la asociación de amas de casa Concepción Arenal. Es Hija Predilecta de Castilla–La Mancha y posee la Medalla de Oro de la Ciudad de Guadalajara.

Notas:

FOTOGRAFÍAS DE NOELIA PALAFOX, a la que agradecemos su gentileza al autorizar su reproducción en estas páginas.

Una pregunta que también se ha hecho la escritora (guionista, novelista, ensayista) Julia Montejo y que nos expone en su libro TODAS ESAS CHICAS DE ZAPATOS ROJOS. Sexo género y creatividad (editorial Huso), un estupendo y original ensayo en el que la autora muestra valentía y conocimiento al aventurarse por terrenos inéditos que le han exigido interconectar varias ramas del saber.

Le agradecemos a Julia Montejo que, con este motivo, haya aceptado conversar con Espacio Público.

En este ensayo hablas de la influencia de las hormonas en la actividad creativa de mujeres y hombres y dices que creamos a partir de nuestro cuerpo. ¿Cómo llegaste a esta idea y qué te impulsó a emprender esta investigación?

Como todas las investigaciones en las que invertimos mucho tiempo y ganas, también ésta partió de un interés muy personal. Llevo escribiendo desde que recuerdo. Leí muy pronto y también empecé a contar historias siendo muy pequeña. Al principio, en esos primeros años, más o menos hasta entrada la adolescencia, reinaba en mi cabeza lógicamente la fantasía y la aventura. Más adelante, empecé a encontrar una manera de hablar de mí a través de la ficción.

Además, empecé a ser consciente de que había días en los que me apetecía especialmente sentarme a escribir. Que el cuerpo me lo pedía. Eran ratos en los que me inundaba una paz sorprendente, o una sensibilidad a flor de piel que necesitaba canalizar. Y, por supuesto, estaban los relámpagos de rabia, impotencia, infelicidad ante los que el cuerpo reacciona y en los que sentarme a escribir era una manera de tranquilizarme, de ordenarme, de encontrar sentido. Todos eran momentos fructíferos e interesantes que empecé a observar primero como voyeur, y luego con curiosidad científica.

También aprendí que, en épocas felices, prefería disfrutar de la vida. Salir a la calle, compartir con otros. Y recordé la anécdota de Cristina Peri Rossi, de aquello que le dijo su tío cuando le manifestó su deseo de ser escritora… “Las mujeres no escriben, y cuando lo hacen, se suicidan”. Javier Peña dice que los escritores somos grandes infelices. Y, aunque tendamos a pensar que la infelicidad es algo abstracto e intangible, en realidad, si te acercas con la lupa del entomólogo, parte siempre de algo material.

En la pulsión creativa intervienen muchos factores, ¿cómo se puede separar la variable fisiológica del resto de variables?

No creo que se pueda. Yo diría incluso que es imposible. La fisiología se apoya sobre una realidad genética y epigenética, y está cruzada por variables diversas que nos demuestran una y otra vez la maleabilidad del ser humano. Más allá de la realidad biológica, de haber nacido con un cuerpo femenino o masculino, he intentado mostrar las cuestiones más relevantes que intervienen en los procesos fisiológicos. Sin embargo, lo central de mi ensayo es lo subjetivo que se superpone sobre los procesos fisiológicos, es decir, cómo interpretamos las mujeres nuestra menstruación, los embarazos y abortos o la menopausia y qué hacemos las escritoras con esa interpretación, generalmente inconsciente. Porque la creación está atravesada por quiénes somos, por el sexo y por el género, pero también por las herencias que hemos recibido.

En la primera parte del libro, “Una herencia tatuada en el cuerpo” nos hablas de las escritoras a lo largo de la historia. Se ha escrito y en la actualidad conocemos lo difícil que era para una mujer escribir, publicar; algunas lo tenían que hacer con seudónimo masculino. Lo original y novedoso de tu enfoque es que además de estos factores sociales, económicos, culturales… en el resto del libro te centras en otros que influyen también en la creación artística: menstruación, embarazo, maternidad, crianza, climaterio, menopausia… ¿de qué manera y hasta qué punto crees que intervienen estas variables fisiológicas a la hora de que una mujer se ponga a escribir?

Creo que en la escritura se conjuran demonios, se ordena el mundo y se buscan reparaciones. Y esto lo hacemos hombres y mujeres de manera más o menos consciente. Las mujeres partimos de una situación de profunda injusticia jurídica, social y familiar. Y esto es precisamente por el hecho de haber nacido mujeres. Es una cuestión de género, sí, pero sustentada por la biología. Nuestras hormonas modelan un cuerpo sobre el que se establecen unas expectativas. Las creadoras se rebelan contra ese destino subordinado tan alejado de la posibilidad de realización, de la autoridad y el reconocimiento. Así que cuando experimentamos síndromes premenstruales, embarazos más o menos deseados, abortos, el climaterio, etc… ¿cómo lo llevamos? ¿Lo ignoramos si podemos? ¿Lo contamos? El antropólogo danés Henrik Vigh ha desarrollado el concepto de navegación social, para explicar cómo se las apañan las mujeres para navegar por la realidad que nos rodea con un cuerpo en el que suceden acontecimientos que escapan a su control.  Porque tú puedes elegir tomarte una copa de vino o salir a montar en bicicleta, pero no puedes elegir tener o no un síndrome premenstrual.

Las montañas rusas hormonales son momentos de inestabilidad y la escritura para las personas que sienten la pulsión creativa siempre ha sido un buen asidero. La tristeza, la ansiedad, la sensación de vulnerabilidad… son sentimientos que buscan vías de escape para recuperar el equilibrio. Todos ello se vive en soledad. Y es en esa habitación silenciosa donde la pulsión creativa se ve estimulada, propulsada por la necesidad de comunicar con el otro. Escritoras como Ursula K. Le Guin, Alice Munro, Doris Lessing, o Toni Morrison explicaron su tremenda pulsión durante los embarazos y partos y su frustración por no poder escribir. A Virginia Woolf su marido le llevaba el calendario de su menstruación porque sabía que esos días eran difíciles y su trabajo se veía afectado. En ocasiones, los picos hormonales nos pueden llevar también a la no escritura.

Por otra parte, son precisamente estos momentos de grandes cambios fisiológicos los que hacen que las mujeres sean especialmente conscientes del paso del tiempo. “Ya soy madre y aún no he escrito la novela que quería. Tengo que ponerme a ello”. O, “estoy menopaúsica, sí, pero mis hijos ya no están en casa y por fin tengo estabilidad económica y tiempo. Es mi momento para escribir”. Una de las motivaciones más importantes para sentarse a escribir es sin duda la intención de crear algo que perdure y los hitos hormonales se convierten a menudo en piedras de toque en el camino.

Tu trabajo ha consistido en gran parte en escuchar, en saber escuchar (cosa poco habitual), ya que para escribir este libro has realizado un impresionante trabajo de investigación –que fue el objeto de tu tesis doctoral– y has entrevistado a una gran cantidad de escritoras que han expuesto con sinceridad y mucha claridad sus experiencias. ¿Nos puedes hablar de ellas?

Bueno, algunas no han querido que su nombre sea público. Otras ni siquiera quisieron participar porque consideraban que sus temas hormonales no interesaban a nadie. No es de extrañar porque durante siglos se ha ninguneado la capacidad intelectual de la mujer por considerarse inferiores a los hombres, ellas cuerpo, ellos intelecto.

Por suerte para mi estudio, muchas otras como Elvira Lindo, Rosa Montero, Marta Sanz, Lola López Mondéjar, Noni Benegas, María Tena, Laura Freixas, Paloma Díaz-Mas o Edurne Portela por citar solo algunas, aceptaron. La lista es larga y su testimonio ha enriquecido tremendamente el ensayo.

Creo que estamos en un momento de transición, y, como todas las transiciones, el debate se ha vuelto sensible. El cuerpo femenino está más que nunca en el centro del debate y de la creación. Y, por ello, una investigación que relacionaba, de la manera que fuera, algo tan corporal como son los procesos fisiológicos con el genio o el talento despertaba suspicacias, pero también interés. Agradecí la sinceridad para atreverse a reflexionar desde un lugar nuevo y, para algunas, incluso incómodo.

Es particularmente interesante el capítulo en el que hablas de la mente y el cuerpo, que muchas veces se ha interpretado como algo separado, y mencionas a las escritoras más jóvenes, que interpretan cerebro-mente como un todo integrado con el cuerpo. Para ellas “la palabra cuerpo tiene un contenido amplio que lo abarca todo”. ¿Se está produciendo o se ha producido ya este fenómeno?

Estamos en un momento de transición. No hay una línea clara que marque las distintas interpretaciones, aunque sí han aflorado dos posturas diferenciadas. En general, las escritoras más jóvenes abrazan su cuerpo con curiosidad e interés. No lo niegan, sino que lo incluyen.

Las escritoras más mayores han tendido a ignorar sus hitos hormonales. Sus referentes feministas han sido mujeres como Simone de Beauvoir quien, recordemos, creía que la mujer es más mujer cuando había entrado en la menopausia, es decir, cuando su ciclo fértil había quedado atrás para siempre. Por eso, mientras que estas mujeres nacidas en los 40, 50 o 60 se sintieron liberadas con la píldora, porque con ella conquistaban su propia sexualidad, las más jóvenes se cuestionan cómo les sienta, cómo les cambia. Se escuchan más. Se plantean otros dilemas. La construcción de la conciencia feminista corre en paralelo a la interpretación subjetiva que la mujer hace de su fisiología y de su cuerpo en relación con el mundo que le rodea, y este puede ser un asunto relevante en alguien que siente la pulsión por escribir.

Aunque es por donde se empieza, lo hemos dejado para el final, ¿por qué este título “Todas esas chicas de zapatos rojos”?

“Todas esas chicas de zapatos rojos, cogieron un tren que no pararía” rezan los versos de Anne Sexton, la poeta norteamericana quien, por cierto, también se suicidó. Sexton escribía sobre temas novedosísimos en su época: la menstruación, los abortos, el consumo de drogas. A mí me apenan y me llenan de rabia los suicidios de estas genias porque suelen estar muy relacionados con la presión de género, con los abusos sufridos a lo largo de sus vidas y con la incomprensión médica.

Estos versos surgen a partir del cuento de hadas de los hermanos Grimm. Los zapatos rojos son una metáfora de la creatividad femenina y del peligro que ésta supone para el patriarcado. Mi amiga y escritora Mariana Sández lo encontró en mi texto y me encantó. Porque esas chicas de zapatos rojos somos las creadoras, y como las de Sexton, también nosotras nos hemos montado en un tren que ya no va a parar.

Muchas gracias y enhorabuena por este ensayo.

Notas:

Julia Montejo (Pamplona, 1972) estudió Piano, Ballet y Canto en el Conservatorio Superior Pablo Sarasate y Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Es doctora por la Universidad Complutense de Madrid. Ha cursado estudios de Guion, Producción y Dirección Cinematográfica en la Universidad de California-Los Angeles (UCLA). Ha trabajado en Estados Unidos, España e Italia, como guionista y directora, cosechando importantes galardones por su película No Turning Back, entre ellos el premio Alma (la versión latina de los Oscar). Es también autora de varias novelas publicadas en Martínez Roca-Planeta y Lumen-Random House, que se han traducido al francés y al italiano. Actualmente dirige el programa Pipper en ruta para TVE.

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«Biólogos, climatólogos, oceanógrafos, edafólogos y otros muchos científicos de las diversas disciplinas que se dedican a auscultar el pulso de nuestra maltrecha biosfera llevan decenios aterrados: y basicamente seguimos sin hacerles caso» [1]. «Hay una gran probabilidad de que la mayor parte de la humanidad sea exterminada antes de que finalice el siglo XXI«.

El filósofo y politólogo ecologista Jorge Riechmann lo afirma rotundamente y lo ratifica en uno de sus últimos libros, Simbioética. ‘Homo sapiens’ en el entramado de la vida, con una exposición ordenada y exhaustiva de datos y argumentos.

«La distopía que Susan George esbozó con su Informe Lugano en 1998 se ha ido haciendo más probable en los años transcurridos desde su publicación», señala el ecologista sin ánimo alguno de deprimir a sus lectores.

«Nuestro sistema actual es una máquina universal para arrasar el medio ambiente y para producir perdedores con los cuales nadie tiene ni la más mínima idea de que hacer», escribió George en su premonitorio libro hace 25 años [2].

Hoy el grito de alarma también lo da el secretario general de la ONU, que se hace eco del último informe de la Organización  Mundial de Meteorología, y reconoce que las temperaturas récord ya queman la Tierra y que los fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más virulentos, empujan a millones de personas hacia el hambre. Se prevé que 670 millones de habitantes del planeta quedarán sin alimentos a finales de la presente década.

«Hemos abierto las puertas del infierno», insistió más recientemente António Guterres en un nuevo llamamiento ante la Asamblea General de Naciones Unidas para referirse a las temperaturas más altas de la historia, a las sequías de larga duración, a los incendios que no se pueden extinguir, a las inundaciones catastróficas, a las tierras que se vuelven inhabitables y a los efectos terribles de todo ello sobre la vida en nuestro planeta.

Poco a poco parece que más y más personas, gobiernos, actores políticos y sociales, incluso grandes empresas, asumen que la crisis climática existe, y reconocen en cierta medida la gravedad de sus efectos, pero los gobiernos siguen empecinados en políticas de «desarrollo sostenible» y de crecimiento económico; a los inversores, naturalmente, lo que les interesa son las oportunidades de negocio que pueda ofrecer la llamada «transición energética», los hábitos de consumo no cambian, las invocaciones en favor de la utilización de energías renovables ignoran tanto la escasez de materias primeras como los daños que causan sobre el territorio los macroparques eólicos y fotovoltaicos, y en las cumbres internacionales nunca se ha abordado el problema de raíz: la extralimitación en la explotación de los recursos del planeta.

Ahora el gran problema es que aquello que sería «ecológicamente necesario es cultural y políticamente imposible», explicó Riechmann en entrevista realizada por Crític. Lo necesario sería, ha escrito, “salir a toda prisa del capitalismo, redistribuir radicalmente la riqueza, olvidarnos de la hipermovilidad y del turismo, reducir rápidamente la población humana, construir sistemas productives biomiméticos, desarrollar una cultura de simbiosis con la naturaleza… Cultivar la música en vez del crecimiento económico, el amor en lugar de la competitividad, la espiritualidad en vez de la mercantilización, la educación en lugar del poder militar…” [3].

Pronósticos escalofriantes

En su libro Simbioética cita infinidad de trabajos, informes y tomas de posición de reconocidos investigadores y pensadores, entre ellos el antropólogo Bruno Latour, que falleció ahora hace un año: «… si uno estudia seriamente cuál será la trayectoria del planeta en los próximos treinta años, la certeza del desastre es de tal magnitud que resulta comprensible que algunos se nieguen a creerla. Es como si te dicen que tienes cáncer, o bien te puedes someter a un tratamiento y luchas, o bien no te lo crees y te vas de vacaciones al Caribe para aprovechar el tiempo que te queda” [4].

Todos los datos recogidos por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, IPCC, «vistas en conjunto, indican una tendencia común acelerada, síntoma de una biosfera que se dirige hacia el colapso, lo cual significa que la especie humana se perderá«.

«Hoy, ya, en el tercer decenio del tercer milenio, por desgracia hay que constatar que el Business As Usual nos lleva al exterminio de la gran mayoría de la humanidad, si no a su extinción total, y no a largo plazo»[5].

Se dice rápido, pero la lectura de afirmaciones como estas provoca una sensación difícil de describir. ¿Desasosiego? ¿Angustia? ¿Desazón? ¿Espanto? ¿Horror? ¿Pánico? Cuesta encontrar una palabra suficientemente fuerte, porque las enfermedades que sufre el planeta en el que vivimos, como consecuencia del derroche y de la explotación excesiva de recursos realizados por las últimas generaciones de seres humanos, hacen prever que, más allá del miedo y el sufrimiento que podamos sentir las personas mayores en los últimos años de nuestras vidas, nuestras hijas e hijos, o nuestras nietas y nietos se verán abocados, en la menos mala de las previsiones, a una dolorosa lucha para sobrevivir, compartida con millones y millones de seres vivos. Un escenario de pobreza y de necesidades elementales no satisfechas en el cual se pueden extender todavía más los conflictos armados y la más descarnada insolidaridad.

También hay quien mira hacia otro lado, se encoge de hombros y confía en que el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico aportarán soluciones. La tecnolatría paraliza las mentes de demasiada gente. «El capitalismo y la tecnociencia se han declarado en rebeldía ante el principio de realidad».  «La racionalidad económica dominante, movida por el dinero, nos arrastra hacia una catástrofe planetaria. Y las propuestas alternativas -bien trabadas, rigurosas, convincentes- existen desde hace decenios, pero no son atendidas», escribe Riechmann [6].  Y a propósito de la lógica del dinero y de la crisis ecosocial recuerda una contundente afirmación del antropólogo Jason Hickel: «Lo extraordinario del capitalismo es que produce el apocalipsis y después intenta venderse como la única solución razonable al apocalipsis«.

«Desarrollo sostenible» o cambio de sistema

No faltan negacionistas de los efectos devastadores del calentamiento global. Buena parte de la población mundial parece que prefiere escucharlos -y votarlos!-, pero a veces también parece como si existiera cierto consenso entre mucha otra gente, incluso entre algunos partidarios del «desarrollo sostenible», en torno a que la causa de la contaminación, del agotamiento de recursos y de minerales escasos, del calentamiento global, de la pérdida de biodiversidad, del riesgo de exterminio de la megafauna, de la desaparición de suelo fértil, de la extensión de partículas de plástico por todos los rincones del planeta y de sus organismos vivos, de la pérdida generalizada de acuíferos… se encuentra en la irracionalidad del sistema dominante de relaciones económicas y sociales. Incluso personajes como Joe Biden o Pedro Sánchez han llegado en algún momento a lamentar los efectos del enriquecimiento progresivo de unos pocos sobre la vida de la mayor parte de la gente. Lo que costa de entender es el motivo por el cual el número de personas que apuestan por un cambio de sistema y que se proclaman abiertamente dispuestas a hacer todo el posible para poner fin al capitalismo es hoy todavía tan pequeño. Mucho más pequeño incluso que en otros momentos de la historia contemporánea, en los cuales la conciencia sobre los límites del crecimiento era insignificante.

El pasado agosto, la organización Anticapitalistas dedicó buena parte de los ciclos, charlas y debates de su Universidad de Verano a tratar sobre la actual crisis ecosocial. ‘Un proyecto ecosocialista para un mundo en llamas’, fue el significativo titular de la XIII edición, en la cual Jorge Riechmann, más allá de señalar los efectos catastróficos que tiene sobre la biosfera de nuestro planeta la explotación de materias combustibles fósiles, habló ampliamente sobre la necesidad de un «cambio cultural profundo» en la concepción humana del mundo. Una transformación de la mentalidad dominante en Occidente desde hace dos siglos.

Una cultura amiga de la tierra

«Hay que ir a las raíces» de las crisis entrelazadas actualmente existentes, para las cuales «no hay solución técnica». «Estamos obligados a poner en cuestión la concepción de dominación del hombre por encima de todo«, insiste, y se pronuncia en favor de la consideración de la teoría Gaia, o Sistema Tierra, como camino para la toma de «conciencia de nuestra ecodependencia”. Se trata de «construir una cultura amiga de la tierra». La concepción del mundo que prevalece actualmente, «es muy negativa». Hay que «poner en cuestión el antropocentrismo moral’ y eso no quiere decir desconocer la singularidad humana. Explica, con abundantes referencias a los autores que han trabajado a fondo y desde diferentes puntos de vista sobre el comportamiento de la biosfera, que todos los seres vivos colaboran entre ellos y que el planeta Tierra se autorregula. Un planeta ‘simbiótico’, así denominado por la bióloga norteamericana Lynn Margulis para destacar que la simbiosis entre seres vivos prevalece por encima de la competencia y la «selección natural» darwiniana.

Lo que reclaman Riechmann y otros ecologistas es la asunción de una cultura de simbiosis con la naturaleza, «como seres vivos que a lo largo de millones de años hemos coevolucionado con el resto de organismos con los cuales compartimos la biosfera». «Nos va la vida» en esta asunción. Si seguimos con el Business As Usual, «las perspectivas apuntan hacia un genocidio que no tiene comparación posible en los doscientos mil años de existencia nuestra especie». Una cultura de simbiosis en contraposición a la antropocéntrica, que lo que se plantea es el dominio de los humanos sobre la naturaleza.

El homo sapiens, que es un ser complejo y que no deja de ser resultado de la coordinación entre bacterias preexistentes, no es independiente del comportamiento de la naturaleza. Es «el único animal que ha sido capaz de escribir la ‘Divina Comedia’ y de fabricar bombas atómicas», dice el ecólogo para remarcar la excepcionalidad de la condición humana. Tan excepcional, también, que en sus últimas generaciones «ha desequilibrado la capacidad de autorregulación de la Tierra».

Riechmann, sin embargo, considera Gaia («conjunto de todos los seres vivos de la Tierra, más su influencia sobre las condiciones de habitabilidad de nuestro planeta») como «un gran organismo que se autorepara» y que restablece sus equilibrios a lo largo del tiempo. No consuela demasiado, sin embargo, advirtió cáusticamente, la idea de que en un plazo de veinte millones de años la tierra haya sido capaz de autorregularse una vez desaparecido el género humano.

Él y otros significados ecologistas son, cotidianamente, objeto de ataques por parte de personajes adaptados a los intereses del poder corporativo. Ante los defensores del Green New Deal (capitalismo verde), que les descalifican y les acusan de catastrofistas y apocalípticos, Riechmann afirma: «El problema de fondo es que los sectores sociales que reconocemos que no hay posible solución de la crisis ecosocial dentro del capitalismo (y que esto del capitalismo verde es un oxímoron), y que nuestras sociedades siguen una trayectoria hacia el colapso, somos una ínfima minoría». «¿Cómo se llegó a convertir la economía, no en el arte del mantenimiento humano, sino en la gestión del crecimiento del PIB?», pregunta. «Sin hablar de combustibles fósiles, de capitalismo y también de irracionalidad humana, nada se entiende …»[7]. Él prescribe que hace falta «1) seguir el rastro a las mercancías desde la cuna hasta la tumba; 2) explorar vías para desglobalizar y relocalizar como forma de tomar T(t)ierra aterrizar (a-Tierra-r); y 3) dar pasos para salir de la ley del valor, lo cual, en realidad significa: salir del capitalismo».

Fracaso de la humanidad

El calentamiento global demuestra que la humanidad ha fracasado en su intento de dominar la naturaleza. Los humanos «interferimos en casi todo en la natura, pero no controlamos casi nada».

«El problema de los ecologismos», afirma Riechmann en libro más reciente, es que «durante demasiado tiempo nos acomodamos en exceso al posibilismo del desarrollo sostenible«[8]. «Necesitaríamos una izquierda no productivista, pero esto prácticamente no existe», lamenta.

La catástrofe medioambiental, además, no se puede entender sin tener presentes las desigualdades sociales y económicas. La batalla contra la degradación del planeta no se puede librar en el mercado. El «derecho» a contaminar no se tendría que poder vender ni comprar. Hay que recordar tantas veces como haga falta que las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por las sociedades más ricas afectan sobre todo a la población más pobre del planeta, a la cual no se puede atribuir ninguna responsabilidad en la tragedia climática.

Herramientas del ecologismo

La izquierda, en general, tiene cierta conciencia de esta realidad, pero según Riechmann, «la crisis ecológico-social contemporánea es tan profunda que nos invita a considerar los fundamentos mismos de las ideologías y el sentido común dominante» [9]. Nos invita a «construir concepciones contra-hegemónicas». Para hacerlo posible haría falta que muchos izquierdistas revisaran a fondo sus herramientas de análisis y de intervención. De esto se discutió tanto en la Universidad de Verano de Anticapitalistas como en la más reciente Escola d’Estiu de la CUP. En uno y otro lugar se expusieron estrategias para hacer frente en la crisis ecosocial y catálogos de propuestas tácticas y de experiencias del activismo realmente existente.

En las diferentes charlas se habló sobre las posibilidades de favorecer la “desmercantilización” de la vida económica, la planificación democrática de la economía, la democratización de la participación en medios de producción, la extensión de la economía social y solidaria, el crecimiento en sectores como la educación, la sanidad y los cuidados, la implementación de cambios profundos en los sectores del transporte y la energía…

Pero no faltó quién pusiera de manifiesto que muchas de estas ideas se plantean desde hace décadas y que ahora hace falta que el ecosocialismo incorpore un factor de importancia descomunal: «el choque con las limitaciones físicas de nuestro planeta».

El ingeniero y divulgador científico Ferran Puig, que ya hace un año se declaraba “escalofriado” con la lectura del informe del grupo II del IPCC sobre la situación actual del planeta, en todo el que hace referencia a los niveles de contaminación y a los datos actuales sobre extinción de especies, pero sobre todo ante la probabilidad de fenómenos extremos mucho más graves y frecuentes de lo que se pensaba, lanzó preguntas clave: «¿Cuánto tiempo puede durar la vida en estas condiciones?«, «¿dónde se encuentra la defensa de la vida?».

Activar el «freno de emergencia»

La negativa a emprender el camino del decrecimiento nos ha conducido hacia la destrucción de vida civilizada, a eliminar otras formas de vida y a degradar radicalmente la biosfera, mantienen los estudiosos de los ecosistemas.

¿De cuánto tiempo disponemos todavía para evitar el colapso? Riechmann comparte con Antonio Turiel la idea de que «nunca es tarde» para evitarlo, pero al mismo tiempo asegura sin tapujos que «nos empobreceremos colectivamente por las buenas o por las malas”. Hay que impulsar, dice, «dinámicas de decrecimiento material y energético, redistribución masiva, educación en libertad e igualitarismo, relocalización productiva, tecnologías sencillas, retorno en el campo de nuestras sociedades, renaturalización de zonas extensas de la biosfera, cultivo de una Nueva Cultura de la Tierra…”[10].

Otro gran interrogante, sin embargo, se encuentra en si hay manera de conseguir que la población adquiera conciencia sobre la necesidad de poner fin a dos siglos de crecimiento económico acelerado. ¿Qué se puede hacer para que en las sociedades industrializadas se produzca la interrupción del viaje hacia la catástrofe? ¿Cómo activar el necesario «freno de emergencia» que ya reclamaba Walter Benjamin? «¿Qué partido político con voluntad de obtener representación en las instituciones estará dispuesto a defender en sus campañas electorales que hay que reducir radicalmente el consumo?», preguntó un militante de larga trayectoria, Joxe Iriarte, Bikila, en una de las mencionadas charlas.

La elevación del nivel de conciencia y la salida de la cultura antropocéntrica hacen necesaria la actividad de los movimientos sociales, las luchas. «La conciencia no precede a la acción», «la principal tarea de nuestro tiempo es la de construir un bloque ecosocialista popular, diverso pero sólido, con capacidad de actuar estratégicamente y de golpear de forma conjunta desde diferentes frentes», mantiene el investigador ecosocialista, Martín Lallana. Él mismo y Júlia Martí Comas, doctora en Estudios de Desarrollo, explicaron que el momento actual de eco-crisis exige actuaciones urgentes, y aunque no nos encontremos en una  coyuntura de grandes movilizaciones hay que favorecer la existencia de movimiento de base «que interpele a las instituciones». Un movimiento que se conserve a sí mismo y resista, que utilice las «palancas institucionales», que tenga capacidad de actuar y de bloquear operaciones que atentan contra los ecosistemas, que pueda explicar sus objetivos al conjunto de la sociedad, que se implique en el cooperativismo y en actividades de la economía social y solidaria, que fortalezca su retaguardia y que plante la semilla para futuras luchas.

Más en concreto, presentan como referencias muy actuales el movimiento Soulèvements de la Terre, o la organización sindical del campesinado Confédération Paysanne, radicalmente opuestas a la agroindustria, a los macroproyectos energéticos, a las empresas contaminantes, al extractivismo irresponsable y a las operaciones nocivas de carácter especulativo.

Soulèvements de la Terre, que agrupa a un centenar de entidades defensoras del territorio de diferente perfil, se ha hecho especialmente conocido a lo largo de los últimos años por su capacidad creciente de actuar localmente y en todo el territorio del Estado francés, a pesar de la dureza de la represión ejercida por el Gobierno de Emmanuel Macron, que además de ordenar actuaciones policiales de extrema brutalidad ha querido ilegalizar este movimiento. Entre las iniciativas más celebradas de Soulèvements, explicó en la Escuela de la CUP uno de sus activistas, se encuentra la creación de las llamadas ZAD (Zonas A Defender), para «intentar construir desde ya el mundo que queremos«.

Esta idea, la de un activismo ecologista, descentralizado, arraigado a localidades y a zonas concretas, la valora especialmente el economista catalán Joan Martínez Alier, conocido internacionalmente y desde hace muchos años por sus estudios sobre cuestiones agrarias y sobre el ecologismo político. Él habla de la existencia de un «movimiento mundial de ecologismo ambiental, que  no tiene politburó, como tampoco lo tiene el feminismo», «un ecologismo popular que crece y que se vincula con otros movimientos».

Martínez Alier dirige una iniciativa de investigación de l’Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals (ICTA) de la UAB para catalogar y situar geográficamente «miles de casos de resistencia contra proyectos perjudiciales para el medio ambiente y la población«.

La multiplicación de estas plataformas de resistencia es, seguramente, una condición indispensable para que se produzca la necesaria «contracción económica de emergencia, sustanciada en una salida rápida e igualitaria del capitalismo, acompañada de la renaturalización masiva del planeta Tierra». Es lo que se reclama desde el ecosocialismo.

Referencias:

1. Jorge Riechmann. Simbioética. Madrid. Plaza y Valdés Editores, 2022 p. 330

2. Susan George. Informe Lugano. Barcelona. Icaria, 2001, p. 254

3. Riechmann. op. cit. p 184

4. Cita de Jorge Riechmann en Simbioética  (p. 307) a entrevista con Bruno Latour. El Mundo, 19 de febrero de 2019. La modernidad está acabada

5. Riechmann. op. cit. p. 306

6. Riechmann. op. cit. p. 137

7. Riechmann. op. cit. p. 151

8. Jorge Riechmann. Bailar encadenados. Vilassar de Dalt. Icaria, 2023. p. 250

9. Jorge Riechmann. Simbioètica. Madrid, Plaza y Valdés Editores, 2022 p. 231

10. Jorge Riechmann. Bailar encadenados. Vilassar de Dalt. Icaria, 2023. p. 255-256

¿Por qué hoy son invasivas las llamadas, si son sonidos o vibración, como un mensaje de whatsapp o de instagram o de tiktok, ante las cuales uno es libre de responder o de ignorar según su voluntad?

Unos se preguntaban, durante la crisis pandémica de 2020, si a partir de entonces cambiarían algunos de nuestros usos, costumbres o rituales sociales para siempre: si dejaríamos de besarnos o de tocarnos, si nos saludaríamos con el codo o no dejaríamos de ir a ningún lado sin mascarilla.

Nada de eso ha ocurrido. Sin embargo, existen otros muchos otros rituales que, ajenos a la pandemia, impulsados tan sólo por las dinámicas económicas y tecnológicas del capitalismo contemporáneo, sí se han transformado en la última década y cuyas transformaciones son bien visibles. Una de ellas es la que se refiere al uso y al sentido social que damos a las llamadas telefónicas. Volviendo a la pregunta inicial: éstas se han vuelto invasivas porque las llamadas –es una forma de respuesta– no son una “notificación” (esa palabra que las empresas de comunicación tecnológica han diseñado –y que hemos incorporado, como tantos otros neologismos, en nuestro proceso de adaptación–). El hecho de no ser una notificación significa que es “demasiado humano”.

En nuestra percepción –transformada o, ella sí, ciertamente invadida– la vibración o el sonido de un mensaje es antes que nada y sobre todo un aviso de whatsapp, no de la persona que nos escribe. De más está decir que cualquier estudio demostraría, incluso en términos de eficacia –de tiempo,
comprensión y resolución–, la ventaja relativa de las llamadas (o video-llamadas) frente a los otros tipos de comunicación tecnológica, cuyo umbral de malentendido es, desde el punto de vista afectivo y de la comunicación interpersonal no-formal, o espontánea, mucho menor en comparación al de la comunicación escrita o diferida. (Exactamente al contrario de lo que ocurre en la comunicación formal, que trasciende lo exclusivamente personal, sea política, administrativa o bélica). Sin embargo, cuando nos llaman, tenemos la sensación de algo así como un asalto que, de ser aceptado, permitiría, convocaría o invitaría a una posible restricción de nuestra libertad.

Esto ocurre porque los mediadores tecnológicos, como membranas epidérmicas protectoras, parecen derrumbarse o desaparecer, aunque de hecho sigan existiendo. Al sonar, adviene un salto, una confrontación: acceder –¡directamente!– a la voz actual del otro, desde nuestra voz actual, ahora –y
nos sentimos en una completa desnudez–. Tal es una muestra más, un síntoma de nuestro devenir cuerpos-tecnológicos, y del devenir la tecnología antes órganos que herramientas de nuestros cuerpos. (Otro, dentro del mismo ámbito, podría buscarse en la expresión popular “me abrió” o “le abrí”, común entre los jóvenes españoles, para significar la acción de iniciar una conversación por vía móvil. No tanto la naturaleza del verbo en sí –por cierto un abrir sin cierre, irreversible–, sino sobre todo su uso intransitivo –por el que se da una omisión total del objeto (la luz que es el mensaje), como una especie de contracción esquelética, y se enfatiza así el valor pronominal y pasivo (o sufrido) de la oración–, resulta particularmente ilustrativa de la nula o escasa distancia en la que se sitúa ese umbral respecto a la corporalidad).

En el bolsillo o en el bolso, a la misma distancia de nuestros cuerpos, la llamada toma la apariencia de algo mucho más ajeno: exógeno y, por tanto, amenazante. Es la puerta que da a la voz del otro; un paso más cerca de lo viscoso y lo espeso que constituye el cuerpo de otro.

Yo quiero rescatar la frase hermosa con la que comenzaba el segundo volumen de sus memorias Maria Aurèlia Capmany: “Això era i no era, era un món feliç i no ho era, potser en realitat tot era tristíssim, però, tampoc, ningú no et podia robar el sol i el mar ni la pell de l’altre”.

PD. Llámenme.

Addenda (en el contestador)

¿Qué es lo que no se abre ni se cierra en este mundo con los dedos de una mano? Todavía: muchas cosas. Pero los amigos se pierden en el des-contacto. Parece que estar en contacto es la única manera de estar cerca. Y aparecer (repetidamente), el único modo de permanecer en contacto.
Si pienso en la palabra “contacto”, lo primero que se me viene a la cabeza es un número (en el teléfono) o un punto (en el cuerpo). Si pienso más allá, diría que es un píxel, un fragmento en el espacio, una unidad informativa y no simbolizada. Un índice (de la mano, al dedo). Un interruptor. Una entre tantas intermitencias.

Hoy he llamado a tres amigas y ninguna ha respondido. Es algo normal en estos años. El otro día me sorprendí cuando, al cabo de unos tonos, respondió una amiga al otro lado. La había dejado de llamar. Oír aparecer su voz fue como un gol, como una suerte. A alguna gente le sorprende, o así me parece, cuando digo: “sólo llamaba para saludarte”.

Pienso en la palabra como es hoy, tanto más ancha, generalizada como paradigma de las relaciones. Si pusiéramos ante ella la palabra “lazo”, creo que todos gritaríamos: “¡Dios mío!” de vergüenza. Suena tan desfasada y vieja como una metáfora mala, incluso errónea. Demasiado atada, demasiado metáfora. El contacto es, en cambio, pura concomitancia capilar. Aquí bailamos.

Somos amigos. Estamos en contacto.
Somos contacto. Estamos en amigos.

Enric Tubert, profesor de Lengua y Literatura e historiador del arte, impulsa en un pueblo del Alt Empordà ‘PUNT DE LECTURA’, una iniciativa cultural de éxito sobre narrativa catalana contemporánea.

“Escribir es difícil”, pero aun así “cada vez hay más gente que escribe”. “La iniciación a la lectura tiene cierta dificultad”. Lo reconocía con estas palabras una representante más que reconocida de las letras catalanas, Maria Mercè Roca, ante una cantidad de personas que para algunos resulta sorprendente.

Las ofertas culturales de calidad y el interés por la cultura no son ni de lejos patrimonio de las grandes capitales.

Son las que cada viernes de los meses de julio y agosto se reúnen con narradoras o narradores catalanes, en un pueblo del Alt Empordà, Agullana, para escuchar, hablar y reflexionar sobre lo que representa el hecho de escribir y sobre sus últimas novelas.

“Leer y escribir cuesta”, insistió la decana de la Institució de les Lletres Catalanes, cuando explicaba cómo había concebido y elaborado, “con mucha calma”, su último libro, Marí (La Magrana).

Maria Mercè Roca participaba por tercera vez en uno de los ciclos literarios que desde hace trece años organiza y dirige en Agullana Enric Tubert, historiador del arte y profesor de Lengua y Literatura, que demuestra reiteradamente, de muy diversas maneras, que las ofertas culturales de calidad y el interés por la cultura no son ni de lejos patrimonio de las grandes capitales.

Una actividad minoritaria

“Es un tópico decir que antes se leía más”, a pesar de que “la lectura siempre ha sido una actividad minoritaria”. “En el mundo en que vivimos hay mucha más gente que sabe leer de la que había antes”, “inevitablemente hay más gente que acaba leyendo literatura”, explica Enric Tubert, en una entrevista en la cual pone el énfasis cuando habla sobre la manera de incentivar el hábito de leer.

«La clave importante para que haya lectores se encuentra en la escuela y en la familia… y en las bibliotecas».

“La clave importante para que haya lectores se encuentra en la escuela y en la familia. La gente que crece en un contexto en el cual la lectura forma parte de la cotidianidad es muy difícil que en alguna de las fases de su vida no sea lectora”. “Y pienso que otro lugar donde ocurren milagros es en las bibliotecas. En estos momentos, en Catalunya, en las bibliotecas, especialmente entre las franjas sociales más desfavorecidas, se hace un trabajo ingente, enorme, como espacio para hacer deberes, espacio de trabajo, y con ello como espacio para descubrir la lectura”.

Punt de Lectura

Tubert es un intelectual catalán, de l’Empordà, que ha hecho posible a lo largo de estos años que sesenta y tres autoras y autores de novela en catalán participaron en las diferentes ediciones de Punt de Lectura, que es el nombre con el que se conoce “el ciclo centrado en narrativa” que tiene lugar cada verano en Agullana.

Ocho escritoras y escritores han sido seleccionados y convocados una vez más entre quienes han publicado libro en el último año. Y se ha hecho de nuevo de acuerdo con una serie de criterios: respeto de la paridad de género, “que dos o tres autores hayan obtenido premios de novela entre los más conocidos del país”, como los ‘Prudenci Bertrana’, ‘Josep Pla’, ‘Ramon Llull’ o ‘Proa’, “que como mínimo uno o dos fueran debutantes, es decir, que aquella narración que han publicado sea la de su primera novela”, como es el caso de Gemma Ventura o de Helena Guilera; que al menos uno de los autores invitados al ciclo proceda “de mundos diferentes al de la novela”, como por ejemplo el de la música, la poesía, o el periodismo, y que participe también un o una novelista como mínimo de un territorio de habla catalana que no sea el Principat de Catalunya.

Sesenta y tres autoras y autores de novela en catalán participaron en las diferentes ediciones de Punt de Lectura.

Este año, por ejemplo, se ha podido contar con la presencia del científico y narrador del País Valencià Martí Domínguez.

En Punt de Lectura se favorece además la diversidad de grupos editores y que no falte “quién publica y apuesta por editoriales más alternativas”.

Tubert explica también el peso de otro criterio no explícito y es que “en cada una de las ediciones siempre se cuente al menos con un autor o autora de una novela en la cual el arte, como tema, esté presente directa o indirectamente”. “Creo que esto es una debilidad que yo tengo”, confiesa en alusión a su formación y a su perfil de experto simultáneo en literatura y artes plásticas.

En esta decimotercera edición, por ejemplo, uno de los autores con más poder de convocatoria, Màrius Serra, se prodigó al hablar sobre La dona més pintada (Edicions Proa), un libro que combina realidad y ficción, que le exigió un gran trabajo de investigación sobre la obra y vida del pintor Maties Palau Ferré, y cuya lectura obliga a reflexionar sobre la complicada relación entre arte y comercio.

El pasado verano, la escritora Tània Juste, pudo compartir con los asistentes las inquietudes que la llevaron a escribir Amor a l’art (Columna 2021), [Amor al arte, (Ediciones Maeva, 2021)], un libro reivindicativo de la visibilidad de las mujeres artistas y de su obra.

Un momento de la sesión de ‘Punt de Lectura’, en los jardines de la sociedad La Concòrdia, de Agullana (Alt Empordà). “Públic”.

Literatura, arte, periodismo…

¿En qué estado se encuentra la literatura catalana?

“Creo que en el terreno de la narrativa pasamos por un momento francamente muy interesante. Hay autores de mucha calidad y con estilos muy diferentes. Existe una avalancha de autores que provienen del mundo del periodismo, como formación, y que a menudo tienen una posición personal mediática, de tal manera que cuando publican una novela suenan mucho y resultan exitosos en ventas, pero rápidamente te das cuenta de quienes han entrado en un mundo en el que se quedarán y de los que han hecho una pieza que ha funcionado bastante bien y que quizás es bastante buena, pero que quedará como una anécdota”, responde Enric Tubert.

«En el terreno de la narrativa pasamos por un momento francamente muy interesante».

Y añade. “También es interesante ver a gente que proviene del mundo de la pintura o de las artes plásticas y que de repente entra en el mundo de la literatura y lo hace con una mirada renovada”. “Hay una generación muy joven que en las novelas que publican utilizan dibujos, gráficos… entran con una serie de elementos que son nuevos y que conectan con toda una generación de gente a la cual le gusta seguramente un tipo de discurso más delimitado, más fragmentado”.

El poder de la palabra y el de la imagen

Sociólogos y comunicadores entran a veces en polémica sobre cambios en los paradigmas culturales. Unos valoran el poder de la palabra por encima del de la imagen que, según dicen, pone en peligro el pensamiento abstracto, y otros, profesionales y artistas, son defensores de diferentes formas de creación iconográfica y de lenguaje visual. Ya hace una barbaridad de tiempo que se dice y se repite aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”.

Enric Tubert, en su condición de profesor de literatura, de experto en artes plásticas, y de intelectual comprometido en la difusión cultural, toma partido en favor de todas las formas de comunicación.

“Yo creo que cada vez queda más claro que el arte, más allá de ser una actividad, cuyo resultado son unos objetos que tradicionalmente se ha considerado que son ‘bonitos’, -entre comillas-, es una forma de comunicación, que está al servicio de quien sea, en función de las épocas, de un poder o de otro, de un mercado o de otro”, afirma. “Cuando eres profesor de literatura, en ocasiones, cuando quieres que quede claro un concepto estético, o un detalle propio de un autor o de una época, el mejor recurso que tienes es proyectar imágenes de pintores contemporáneos”. “A veces, lo que no se entiende al analizar las palabras o la estructura del texto, sí que se entiende viendo una imagen”, asegura.

El impulsor de Punt de Lectura, además, es también un activista cultural más que interesado en el mundo de la fotografía y, particularmente, en el legado a menudo olvidado en cajas, cajones, álbumes y estantes de muchas casas. Entre los libros que ha publicado, se encuentra el dedicado a la ‘Agullana desaparecida’, en el cual rescata un montón de imágenes en blanco y negro, que comenta para transmitir conocimiento histórico, económico, urbanístico, artístico, arquitectónico y social a través de infinidad de escenas de la vida cotidiana de su pueblo.

De hecho, en la edición de este año de Punt de Lectura, destaca también la presencia de autores de libros en los que la fotografía ocupa un papel más que destacado. Maria Mercè Roca otorga una función especial a una Leica R4, en manos de su protagonista, la Marí. A su abuelo le gusta mucho la fotografía. “La fotografía siempre dice la verdad, sobre todo las antiguas”, piensa la escritora. El periodista y escritor Martí Gironell, que fue el primer invitado del ciclo de este verano, centra su última novela, El fabricant de records (Columna Edicions), en un fotógrafo ambulante que a principios del siglo XX recorrió Catalunya para fotografiar a su gente. Gironell, explica Tubert, “reivindicó la fuerza de la fotografía como herramienta para construir recuerdos y para aprender a mirar”.

En otro extremo se encuentra Severina,  protagonista de la novela de Imma Monsó,  La mestra i la bèstia (Anagrama), que leía compulsivamente desde muy pequeña, “marcada a fuego” como su madre por la palabra escrita. “Leía porque quería salvarse. Leía porque quería ser libre, sabia, rica y feliz”, se dice en este libro también comentado con y por su autora en el ciclo literario de Agullana.

Un ciclo sobre narrativa catalana, ¿allí arriba?

«En un lugar remoto, un micropueblo de menos de mil habitantes, situado en un extremo del territorio, existe la posibilidad de dialogar con autores contemporáneos interesantes».

Punt de Lectura se ha consolidado como una iniciativa cultural de éxito. Muchos autores quedan sorprendidos por el hecho de que “en un lugar remoto, un micropueblo de menos de mil habitantes, situado en un extremo del territorio, existe la posibilidad de dialogar con autores contemporáneos interesantes con la misma naturalidad y calidad que se podría conseguir si la cita se diera en el barrio de Gràcia de Barcelona”, explica su impulsor.

“Lo que ha ido pasando es que gente del mismo pueblo… y de pueblos del alrededor, de La Jonquera, de Maçanet de Cabrenys, Darnius, La Vajol, pero también de Colera, Figueres, Llançà… ha ido adquiriendo el hábito, en función del autor que acude, de ir hacia Agullana los viernes, asistir a la sesión y, si conviene después, cenar o tomar algo en los jardines de La Concòrdia. Eso hace que a menudo el número de asistentes sea más o menos un centenar, que haya noventa, ciento veinte… este año, algún día 135… y claro, los autores, cuando contactas por primera vez con ellos, si no saben dónde está Agullana y se lo explicas, dicen, ¡ostras! ¿Allí arriba? Lo ven como un lugar alejado, remoto… Autores como Joan Benesiu, o el mismo Martí Domínguez, que ha venido este año, se desplazan desde Alacant o desde València. Para ellos es un extremo, pero una vez están aquí, cuando empieza a llenarse el espacio, y a menudo hay que añadir sillas, quedan muy sorprendidos ”.

«Se trata de entrar en las estrategias técnicas que un novelista asume a la hora de construir una novela».

“El libro es como un artefacto”, dice Enric Tubert  a las personas que manifiestan interés por su iniciativa. Lo dice porque le gusta considerarlo en su conjunto, desde la portada, “como metáfora de lo que hay dentro”, hasta su estructura. Y lo más importante, como una excusa para que los autores puedan compartir con el público lo que representa para ellos el hecho de escribir narrativa, “qué trabajos de documentación, de edición, de corrección han tenido que superar”, y para poder tratar sobre “aspectos formales de contenido y de estilo de la novela, de su trabajo”. “Se trata de entrar en las estrategias técnicas que un novelista asume a la hora de construir una novela”.

Este es seguramente uno de los secretos del éxito de Punt de Lectura.

Me merodeaba la cabeza mientras contemplaba esta exposición «Lieu de mémoire» de Helena Belzer, en el Ayuntament Vell de Sant Francesc, en Formentera (hasta el 5 de agosto) que estamos viviendo, por primera vez en la historia, el hecho de que toda una generación de mujeres artistas que rondan los 80 años está exponiendo su obra, aún sin estar en el mainstreaming del arte. Y, sin embargo, como un goteo imparable, están ahí: presentando sus trabajos, de los últimos años, al público.

Cómo mujer artista e intelectual, que ha dedicado gran parte de su trabajo a la visibilización de artistas que en la historia han sido, no puedo dejar de hacerme la pregunta de quiénes van a ser las guardianas de nuestra memoria, de la memoria de nuestros trabajos, de nuestra propiedad intelectual, del trabajo de todas las mujeres artistas que han surcado la segunda mitad del siglo XX y este primer tercio del XXI.

Cómo artista pienso en la necesidad de la trascendencia: las artistas mujeres que ya han comprendido que el talento es exhibicionista, se plantean dónde irá su legado. ¿Dónde y cómo pueden enseñar todo aquello que su pensamiento, su creatividad ha producido y, todavía, produce? Son artistas que ya saben convivir con la frustración y que saben lo que es la falta de reconocimiento aún a pesar de su excelencia. Son artistas resilientes que, como Helena Belzer, siguen trabajando y recuperando lugares que les ayuden a sujetarse a la memoria, que les ayuden a ser para la trascendencia.

Aquella súplica que la joven Julia Conesa, antes de ser fusilada contra la tapia del cementerio del Este de Madrid junto a otras 12 compañeras, siete menores de edad, en la madrugada del 5 de agosto de 1939, le dejó escrita a su madre y hermanos: “que mi nombre no se borre en la historia”, nos deja la pregunta, convertida en título de película por Diaz Yanes: «¿Quién hablará de nosotras cuando hayamos muerto?»

Esta pregunta, como autora, me resulta tan incómoda que según me la hago, la esquivo y me concentro en lo pragmático, en el día a día. Este lugar de confort en el que me coloca la cotidianidad, dónde tan a gusto me encuentro y del que la exposición de Helena Belzer, Lieu de Memoire, me saca como si de un calambre eléctrico se tratara. No se puede ser la memoria de otra artista, pero si se puede difundir la memoria de otra artista. Y eso es lo que hace este pequeño artículo: contar y narrar entre nosotras, nuestras acciones para poder seguir siendo en el futuro.

Helena Belzer tropieza, en Bruselas, con uno de los Stolpersteine que, desde el año 95, el artista Günter Demming va instalando por toda Europa, adoquines con los que homenajea a las víctimas del nazismo, logrando un Memorial Escultórico que interpela a todos aquellos que lo vean (o que tropieza con ellos). En el instante del tropezón, Belzer decide que tiene que tomar acción y pintar, buscar, conocer y reconocer lo que hay en su memoria de mujer alemana nacida en los tiempos de Hitler. ¿Cómo sobrevives cuando has visto pasar los trenes hacia los campos de concentración? Helena Belzer sobrevivió viajando, dejando de hablar alemán, abandonando su país de origen, para refugiarse en Formentera y Bruselas, y pintando, sobre todo pintando. Con una disciplina que, a día de hoy, continúa.

Helena Belzer y Manolo Oya con la obra “Pierres de mémoire  II” (2021). Fotografía de Pilar Aldea.

“Pilar, pinto las lágrimas que no soy capaz de llorar” me dijo cuando me descubría que lo que yo pensé que eran baldosas amarillas versión Mago de Oz, son su versión de los Stolpersteine y sus lágrimas son un intento de continuar manteniendo viva la memoria del horror nazi. En el documental “Shoah”, Claude Lanzmann enfrenta, a veces confrontado, la tristeza de aquellos testigos niños/as, que, como Helena Belzer, veían pasar los trenes. A uno de ellos le pregunta porque siempre lo cuenta sonriendo y el interrogado no tiene respuesta, el dolor le ocupa y se le humedecen los ojos. No hay nada más que decir.

Helena Belzer nos requiere como cómplices. “Estos son los objetos que necesitamos para vivir” me explica ante ese cuadro con una silla, una mesa y una cama, remitiendo el pensamiento a Thureau. Solo le faltó decirme para “vivir deliberadamente”. Toda su exposición remite a que “todos los hombres quieren algo que hacer para poder ser”. Helena Belzer, pinta sin parar desde los años 60. Sin detenerse. Y pintando se recupera, y recupera la memoria de los otros, porque es a través de la memoria que el espíritu tiene el poder “para hacer presente lo que es irrevocablemente pasado, y por tanto ausente a los sentidos”. Para Hannah Arendt la memoria es el ejemplo “más plausible de la capacidad del espíritu para hacer presente lo invisible”. Poner en valor aquello que no se ve, aquello que el pensamiento, por no salir de su zona de confort, no quiere retener, confrontarnos con que, al fin, sólo somos eso: la memoria que los demás puedan tener y retener sobre nosotras. Sin memoria, no hay trascendencia. Y esto es lo que el talento quiere.

Helena Belzer y Manolo Oya. Fotografía de Pilar Aldea.

Helena Belzer, casi parecería que sin querer, nos trae a esta exposición uno de los más hermosos y tristes lugares de memoria. Como bien dice el comisario de la exposición, Manolo Oya, en el catálogo de la misma: “Con el ejercicio de la memoria las ausencias se convierten en presencias. Es el recuerdo de las personas lo que las mantiene junto a nosotros. Compartimos el espacio que habitamos, sentados en la misma mesa, durmiendo en el mismo lecho con las almas que nos acompañan”. Que así sea.

Nota:

Agradecemos a Pilar Aldea su gentileza al ceder estas fotografías a la Fundación Espacio Público.

La imagen de un abrazo en Barcelona entre Felipe González y Javier Solana fue la más difundida en prensa y televisión para celebrar «el éxito» de la Conferencia que tenía que establecer las bases de la colaboración entre gobiernos de los quince países que en 1995 formaban parte de la Unión Europea y otros doce de la ribera sur mediterránea. Se felicitaban por el inicio de lo que se conoció y todavía se conoce como ‘Proceso de Barcelona’.

Los participantes en la cumbre aprobaron in extremis una declaración, de forma unánime, que representaba un «ambicioso proyecto», según el presidente González. Una iniciativa que tenía que permitir «mirar hacia el futuro y no al pasado», dijo Solana, entonces ministro de Asuntos Exteriores, poco antes de ser nombrado secretario general de la OTAN.

El rey Juan Carlos, hoy emérito, también se dirigió a los gobernantes asistentes a la Conferencia Euromediterránea para referirse a la capital de Catalunya como «síntesis de la estética y del espíritu mediterráneos», de la «creatividad mediterránea… cuna de civilizaciones», y para afirmar que “la paz y la seguridad de nuestros pueblos son indivisibles…”, faltaría más.

No se quería mirar hacia el pasado de las relaciones políticas, económicas y humanas entre países de la denominada región euromediterránea, no fuera a ser que se pudiera aprender alguna lección. La historia reciente no invitaba lo más mínimo al optimismo. Había que hablar del futuro. Lo que tenía que venir, no obstante, sería todavía peor.

Los participantes en la cumbre se comprometieron a crear una gran región económica y política euromediterránea, con una serie de objetivos, entre los cuales figuraba la creación de una área de libre comercio y la recomendación de cerrar acuerdos bilaterales para la «readmisión» en los países de origen de los «nacionales» que se encuentran en Europa «en situación ilegal». Un eufemismo para referirse a devoluciones en caliente, expulsiones y deportaciones.

Los gobiernos europeos favorecían de este modo el avance hacia la libre circulación de mercancías, que se concreta a menudo en ventas de material militar, y la obstaculización al mismo tiempo del movimiento de personas migrantes. Acuerdos bilaterales se han firmado desde entonces, ciertamente, para reforzar mecanismos de control policial en los países del sur sobre personas que necesitan migrar hacia el norte. Acuerdos migratorios vergonzosos, como el que la UE firmó con Turquía en 2016, o como el más reciente, firmado el pasado 16 de julio de 2023 por la presidenta de la Comisión Europea, la primera ministra italiana y el jefe de gobierno holandés con el presidente de Túnez. Se informó que la UE pagará a este país norteafricano más de 100 millones de euros para que impida la salida de migrantes hacia Europa.

El Estado tunecino se aplica en la “labor”, sin duda. La organización Migrant Rescue Watch pudo comprobar el pasado 25 de julio la llegada a la frontera libia de personas subsaharianas forzadas a huir por el desierto por las autoridades de Túnez. Se calcula que unos dos mil expulsados se encontraban hace pocos días en una zona desértica de la frontera, muchos de ellos deshidratados. Algunos habían muerto por el camino.

«Cooperación» contra los derechos humanos

Las bases de la «cooperación» euromediterránea se habían «consolidado» en 2004 en la Unión Europea, con la creación de una «agencia» de carácter represivo, Frontex, para «proteger las fronteras exteriores» de su espacio de «libre circulación», es decir, para el «control de las migraciones».

Cuatro años más tarde, en París, se fundaba la Unión por el Mediterráneo, formada por 42 estados. 27 de la UE y 15 socios del norte de África y de Oriente Próximo, para promover la estabilidad en la región y la integración entre países del norte y del sur, de acuerdo con el espíritu del ‘Proceso de Barcelona’. Se trataba, decían, de conseguir «paz, seguridad y prosperidad para todo el mundo».

El balance de tal «cooperación» resulta escandaloso. Lo sucedido durante estas últimas décadas en países como Siria, Irak, Palestina, Libia, Túnez o el Sahara Occidental, por mencionar solo algunos de los países destrozados, tiene muy poco que ver con la estabilidad, la paz, la seguridad o la prosperidad. Hay que ser muy hipócrita para concluir que en estas naciones o en otras del  África subsahariana se ha avanzado en algún sentido en el respecto de la vida.

«El aumento de las desigualdades entre Europa y África del norte y la subsahariana, el empobrecimiento de países del Este, sometidos a políticas despiadadas de ajuste estructural, la extensión incontrolable del caos en Oriente Medio, con la destrucción del Estado iraquí en 2003 y la descomposición de Siria desde 2011, provocan la huida de millones de personas hacia Europa», advertía el politólogo Sami Naïr en 2016 en debate abierto por Espacio Público. Un debate por escrito y presencial que aconsejamos revisitar. ¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración? (1), nos preguntábamos hace siete años. Y buscamos respuestas entre personas conocedoras de la cuestión desde diferentes puntos de vista.

Supuestamente, desde el Tratado de Roma (1957), la libre circulación de personas ha sido «un objetivo prioritario de Europa». «Tendría que haber sido una realidad desde la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea. No ha sido así», reconocían ya en 1997 destacadas representantes del grupo parlamentario de los socialistas europeos (2).

Ahora no sabemos ni sabremos nunca cuántas personas han muerto ahogadas en lo que llevamos de siglo XXI en el Mediterráneo y en las costas del Atlántico en su intento de huir de la miseria y de la muerte, y de buscar acogida en alguno de los países de la ribera norte. Solo conocemos algunas aproximaciones a las cifras de naufragios, de muertos y desaparecidos registradas por organizaciones humanitarias. Se cuentan ya por decenas de miles. Los gobiernos de la ribera norte solo hacen cálculos con quienes consiguen llegar. Deshumanizan la tragedia y siguen discutiendo sobre nuevas medidas para reducir lo que denominan «presión migratoria».

Desvían la mirada ante la transformación del Mediterráneo y de las costas atlánticas del Magreb en inmensas fosas comunes. Miran hacia otra parte e intentan borrar de la memoria colectiva la realidad más dolorosa. Recordaremos aquí solo algunos hechos significativos de las últimas décadas, entre otras muchísimos que se podrían citar.

El 18 de abril de 2015 un pesquero con más de 800 personas a bordo volcó en las costas de Sicilia. Sobrevivieron 28, se recuperaron 24 cuerpos. El resto desaparecieron. ¿Quién se acuerda de aquellas víctimas?

El 25 de julio de 2019 se dieron por desaparecidas 116 personas, ante las costas de Libia, en el naufragio de otra embarcación, en la cual según las autoridades libias viajaban 250 migrantes. Los supervivientes, dijeron, fueron trasladados a diferentes puntos de detención de aquel inseguro territorio.

El pasado 14 de junio de 2023, otro pesquero naufragó en las aguas del mar Jónico. Viajaban en él más de 700 personas. Un centenar sobrevivió, se rescataron algunas decenas de cadáveres y del resto no se supo nada más. ¿Quién lo recordará?

Durante aquellos días los medios estaban demasiado ocupados en difundir información sobre si cuatro barcos, junto a una decena de helicópteros norteamericanos, con la ayuda de aviones del Canadá y de un submarino francés, habían conseguido saber algo sobre cinco millonarios, tres británicos, un francés y un estadounidense, que se habían embarcado en un batiscafo para ver de cerca los restos del Titanic, en aguas del Atlántico norte.

El hundimiento de una barca que había salido el pasado 21 de junio desde el Sahara Occidental con unas sesenta personas a bordo casi pasó desapercibido en los medios de comunicación europeos. Se rescataron los cuerpos sin vida de dos personas. Veinticuatro sobrevivieron. El resto, desaparecidos. ¿Importa algo a nuestras instituciones? Otras cincuenta y una perdieron la vida dos semanas más tarde cuando intentaban llegar a Canarias. Habían pasado ocho días a la deriva en una lancha neumática. Si hubieran sido tripulantes blancos de una embarcación europea cerca de las mismas islas los informativos de radio y TV habrían abierto con el tema, se investigarían las causas, se darían todo tipo de detalles en publicaciones impresas y digitales y nuestras redes se llenarían de mensajes de pésame dirigidos a los amigos y familiares.

La ONG ‘Caminando Fronteras’ calculaba a principios de julio que, desde principios de este año, 951 personas habían muerto en el mar cuando intentaban llegar a las costas españolas.

El lector seguro que sabe que podríamos seguir y seguir, y continuar con infinidad de episodios, datos y más datos sobre muertes en circunstancias extremas y también sobre el tratamiento inhumano que reciben las personas que consiguen pisar territorio europeo, procedentes de países gravemente afectados por guerras y por los efectos de un cambio climático que la población de su tierra no ha provocado.

Dejamos para los «expertos» en geoestrategia las consideraciones sobre el grado de influencia de China y de Rusia en estos estados. Lo que nos ocupa en este texto es la insensibilidad de los defensores occidentales de hipotéticos valores democráticos, la piel gruesa que se le ha hecho a parlamentarios, funcionarios y gobernantes de la Unión Europea ante una tragedia permanente y extrema, que nunca debería considerarse como un mal secundario inevitable.

¿Hay algún representante de nuestros gobiernos, sean «progresistas» o «conservadores», que se interese por las familias de las personas que día tras día desaparecen en nuestras costas? ¿En algún momento se detienen a pensar en la tremenda e imborrable angustia que sienten madres, padres, hermanas y hermanos de personas que iniciaron un viaje en condiciones durísimas y de las cuales no han podido saber nada más? Las instituciones de la Unión Europea son directamente responsables de la deshumanización de lo que denominan «políticas migratorias», de la actuación represiva de Frontex, de la criminalización de las ONG que se ocupan de salvar y prestar auxilio a la gente que huye del hambre, las guerras, la miseria y la muerte.

¿En algún momento se depurarán responsabilidades por la acción conjunta de las policías española y marroquí, el 24 de junio del 2022, en la frontera melillense? ¿Cuántas veces habrá que recordar que en aquel lugar murieron no menos de 37 personas y que otras 76, por lo menos, siguen desaparecidas como consecuencia de la violencia policial? Tal como denunció Amnistía Internacional, ningún funcionario español o marroquí ha comparecido ante alguna instancia judicial por aquellos hechos.

Al actual Gobierno español de coalición y al que probablemente se conformará bien pronto, encabezado de nuevo por Pedro Sánchez, le corresponde en estos momentos la Presidencia rotatoria de la Unión Europea. Desde esta función se dispone a hacer frente a «un gran reto»: conseguir un «Pacto sobre Migración y Asilo», «un acuerdo equilibrado» con el cual todos los países de la Unión se sientan cómodos.

Tal como señala la CEAR, lo que se propone, por el momento, no garantiza la responsabilidad compartida en materia de asilo, introduce un control previo de entrada y profundiza en el modelo de externalización de fronteras. «No pone en el centro de las políticas migratorias y de asilo la protección de las personas”.

El tratamiento que reciben las personas que vienen hacia Europa desde otros países tendría que cambiar radicalmente con el nuevo gobierno. La llamada cooperación euromediterránea se encuentra actualmente marcada por la xenofobia y el racismo institucional. Las fuerzas que apoyen al nuevo Ejecutivo, si se proclaman defensoras de los derechos humanos, no solo tienen que denunciar comportamientos discriminatorios, sino que han de plantar cara a los gobiernos europeos y regionales, partidos, organismos y entidades que atentan contra derechos y libertades de la población, independientemente de su origen.

Hay que favorecer las redes de auxilio y de apoyo ciudadano a todo aquel que se ve obligado a abandonar su tierra, y que se apruebe, como dice la CEAR, «un mecanismo de solidaridad obligatorio y permanente». Lo que se gasta en control policial, dentro y fuera de la UE, hay que invertirlo en auténtica cooperación humanitaria y en garantizar vías seguras para quienes tienen necesidad de migrar.

(1) Varios autores ¿Qué debe hacer la UE sobre la inmigración? Espacio Público, 2016

(2) Anna Terrón y Francisca Sauquillo. 1997, año europeo contra el racismo y la xenofobia. Libre circulación, migraciones y asilo: la problemática de las fronteras. Grupo Parlamentario del Partido de los Socialistas Europeos.

Conversamos con Ángel Luis Lara 

Doctor en Sociología y guionista, Ángel Luis Lara es profesor de Estudios Culturales en la State University of New York (SUNY). Sociólogo e investigador social, guionista… posee un currículo tan amplio que hemos preferido publicarlo al final de esta conversación. Recientemente ha estado en España donde ha participado, en Granada, en el  Taller de Capacitación en Socioanálisis Narrativo y Etnografía creativa a  través de las Historias.

Con este motivo Espacio Público tenemos hoy la oportunidad de conversar con él.

En primer lugar, le damos las gracias por dedicarnos una parte de su tiempo. Antes que nada, podría explicarnos qué es eso del socioanálisis narrativo.

El socioanálisis narrativo es una propuesta metodológica en el ámbito de la investigación social y la práctica comunitaria que se articula a partir de situaciones grupales que colocan en el centro de su hacer las capacidades narrativas y fabuladoras, muchas veces olvidadas, que tenemos las personas. A partir de una práctica que erosiona la diferencia entre un sujeto investigador y un objeto investigado, el socioanálisis narrativo conforma colectivos de investigación-intervención con un horizonte transformador. Conjugando y rescatando saberes narrativos, realizamos ejercicios de autoanálisis grupal y diagnósticos situados que nos sirven para construir tejido comunitario. De este modo activamos procesos que generan conocimiento crítico sobre lo real, al tiempo que inventamos instrumentos de intervención y comunicación a través de los lenguajes de las ficciones.

En cualquier caso, el nombre “socioanálisis narrativo” no es nuestro, fue propuesto por el colectivo italiano Sensibili alle Foglie, que lleva años trabajando con este tipo de dinámicas. Igualmente, la propuesta socioanalítica no es nueva: nació en Francia en los años sesenta del pasado siglo ligada a ese laboratorio de prácticas sociales que fue el mayo del 68,  en torno a investigadores-activistas como George Lapassade, René Loureau o Félix Guattari. En nuestro país, el sociólogo Jesús Ibáñez realizó una labor de profundización metodológica y teórica muy importante en los años ochenta, al igual que Tomás Rodríguez Villasante y otros investigadores e investigadoras, quienes recogieron todo ese archipiélago de claves para la investigación-acción transformadora en una caja de herramientas abierta llamada “sociopraxis”.

Tenemos que felicitarnos de que la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Complutense de Madrid, muchas veces a pesar de la propia universidad, haya funcionado como uno de los epicentros mundiales de este tipo de propuestas en el ámbito de las ciencias sociales.

¿En qué campos es útil esta herramienta? ¿Podemos decir que se trata de otra forma de investigación en el campo de las ciencias sociales?

Dada la familiaridad con las series de televisión que presenta un porcentaje cada vez mayor de la población, así como el enorme peso de estos mundos de ficción en los imaginarios y en el curso de la vida cotidiana, en nuestra práctica socioanalítica llevamos varios años trabajando sobre todo con los códigos propios de las ficciones mediáticas seriales. Cuando usamos estos códigos para articular tejido social o para construir conocimiento e intervención junto a movimientos y colectivos sociales lo llamamos socioanálisis narrativo. Por el contrario, cuando utilizamos las ficciones para comunicar investigaciones realizadas desde la academia con un lenguaje no académico que juega con los modos de contar propios de las series de ficción lo llamamos etnografía creativa a través de las historias.

Ambos prismas abren campos de intervención: en el primer caso, las investigadoras trabajamos con gentes y colectivos no familiarizados con la investigación social, mientras que en el segundo caso las investigadoras tratamos de que nuestras investigaciones trasciendan el corto alcance social que normalmente presenta la actividad académica, entre otras cosas debido a la jerga y a los formatos en los que ésta suele expresarse. Comunicando nuestras investigaciones a través de los lenguajes de las ficciones seriales, consumidas masivamente en nuestros días, tratamos de hacerlas llegar a la gente, al tiempo que desarrollamos procesos de alfabetización mediática, intentando estimular posiciones críticas acerca de los lenguajes y los productos mediáticos que consumimos.

¿Las radionovelas, series televisivas, teatro social son las modalidades narrativas de esta investigación o hay alguna más?

Hasta ahora no hemos trabajado con la dramaturgia y los lenguajes teatrales, sino que nos hemos propuesto explorar el uso de los modos de narrar de las series de ficción mediática a partir, sobre todo, de los códigos de la televisión y del podcast serial, así como de las formas más clásicas de la radionovela.

Usted es autor de Of Kites and Borders (Yolanda Pividal, 2013), definida como “una película única y esencial para comprender cómo las fronteras afectan la vida de la gente”. Este documental habla de la lucha diaria de ser niño al otro lado de la frontera con Estados Unidos. La historia es narrada por tres niños y una niña que trabajan en Tijuana. ¿Puede contarnos su experiencia concreta de socioanálisis narrativo en este caso?

En la construcción de la película Of Kites and Borders no empleamos el socionálisis narrativo, sino que nos movimos en las coordenadas tradicionales del oficio del guionista en el ámbito del cine documental. A continuación, le facilito la información de algunos de los proyectos más reseñables en los que hasta ahora hemos activado procesos socioanáliticos o hemos jugado con los lenguajes de las ficciones mediáticas para socializar los resultados de una investigación social de carácter convencional:

  • Una séptima mujer: políticas e infrapolíticas migrantes en la ciudad neoliberal (Nueva York). Una práctica de etnografía colaborativa y narrativa comunitaria desde el querer vivir. Proyecto de investigación que formó parte de la iniciativa “Procesos emergentes y agencias del común: praxis de la investigación social colaborativa y nuevas formas de subjetivación política. [Acrónimo: PEAC]”. Convocatoria 2014, modalidad 1: Proyectos de i+d, del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia, Subprograma Estatal de Generación del Conocimiento. Ministerio de Economía y Competitividad; Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación; Gobierno de España. Referencia: CSO2014-56960-P.
  • Una experiencia de etnografía colaborativa junto al colectivo STOP Desahucios-15M de Granada. El proyecto se ha inscrito en el programa PEAC [CSO2014-56960-P] citado anteriormente, dirigido por investigadoras del Departamento de Antropología Social de la Universidad de Granada. El resultado de este proyecto ha sido la radionovela “Ya no estás sola”, que fue presentada el pasado 11 de junio.
  • “Epistemologías feministas y activismos en salud: practicas, cuidados y saberes emergentes en contextos biomédicos”. Subprograma Retos, Plan Nacional de I+D+I, Ministerio de Educación y Ciencia de España. Entidades participantes: Universidad Complutense de Madrid, Universidad Rey Juan Carlos, CSIC, Universidad de Valencia, Hospital Universitario de Alcorcón, Media Lab Prado-Madrid y State University of New York. 1 de enero de 2017 / 31 de diciembre de 2020. Referencia: FEM2016-76797-R.

Algo que nos esperábamos cuando comenzamos a activar este tipo de dinámicas es que el socioanálisis narrativo abre también un espacio común de cuidados. Las mujeres latinoamericanas indocumentadas con las que hemos trabajado en Nueva York lo han llamado “terapearse”.

¿Qué importancia tiene explorar el hacer grupal con los lenguajes de las ficciones en series de televisión, radionovelas, podcasts, etc.?

En los proyectos que hemos desarrollado hasta la fecha hemos descubierto que se activan tres fenómenos combinados: procesos de análisis y diagnóstico crítico de los modos de vida en los que estamos insertos, dinámicas de politización de la existencia y experiencias de alfabetización mediática a partir del aprendizaje de las herramientas y los lenguajes propios de las ficciones televisivas y radiofónicas. Esta pauta alfabetizadora no solo nos hace pasar del papel de espectadores al de productores de historias, sino que nos regala una perspectiva útil para comprender el carácter sistémico de la mayoría de las ficciones mediáticas que consumimos en nuestra vida cotidiana.

Cuando trabajamos junto a colectivos y movimientos sociales, los procesos de socioanálisis sirven además para generar radionovelas o series de podcast con las que se comunican proyectos e iniciativas de intervención, así como se convoca a la participación o se denuncian situaciones locales. Algo que nos esperábamos cuando comenzamos a activar este tipo de dinámicas es que el socioanálisis narrativo abre también un espacio común de cuidados. Las mujeres latinoamericanas indocumentadas con las que hemos trabajado en Nueva York lo han llamado “terapearse”.

Casi todas las series de televisión están siendo producidas por grandes plataformas privadas: Netflix, HBO, Filmin…, ¿qué influencia cree que tienen en sus contenidos?

Antes sólo veíamos televisión en el televisor, ahora la cargamos en el bolsillo y la activamos en cualquier momento. El relato televisivo posee un carácter ubicuo: ha colonizado íntegramente nuestra existencia. En este contexto, la influencia de las series de televisión en nuestras vidas es enorme. Intervienen en el tejido de lo sensible, construyen sentido común, socializan formatos estéticos y modulan nuestras inclinaciones éticas. Lejos de expresar la vida, la representan. Como ocurre en toda forma de representación, aquello que resulta representado está siempre ausente. No por casualidad los políticos funcionan cada vez más a partir de los lenguajes de este tipo de ficciones: lo crucial no es lo verdadero, con toda la cautela con la que siempre conviene usar este término, sino lo verosímil.

El primero que lo entendió fue Ronald Reagan, quien empleó dichos lenguajes en su campaña electoral de 1981. Su alumno más aventajado ha sido Barack Obama: para materializar su histórica visita a Cuba en 2016 no puso como condición reunirse con los mandatarios políticos de la isla, sino que exigió formar parte de uno de los episodios de la serie más importante del primetime televisivo cubano: Vivir del cuento. La clave de la intervención política de Obama no fue su encuentro con Raúl Castro, sino su comunión con don Pánfilo, un personaje de ficción. Volodimir Zelenski ha rizado el rizo al saltar directamente de un mundo televisivo ficticio, la serie ucraniana Servidor del pueblo, a la presidencia de su país.

Las ficciones han sido siempre un campo de batalla. La industria mediática y la clase política nos las han privatizado. Los movimientos de matriz emancipadora deberían tomarse más en serio las series. Esos relatos mediáticos son mucho más que aparatos ideológicos o instrumentos propagandísticos: constituyen el mundo en el que vivimos. Necesitamos con urgencia producir una ecología de la comunicación social que nos capacite para construir laboratorios comunitarios que construyan y disparen series de ficción televisiva y podcast.

Fotografía de Paloma Candela Soto, 2023.

¿Qué experiencia le ha proporcionado este taller que acaba de realizarse en Granada?

En este caso, se trataba de una iniciativa promovida y organizada por el Grupo de Investigación Charles Babbage en Ciencias Sociales del Trabajo, de la Universidad Complutense de Madrid. Amén de algunas personas que provenían del activismo vecinal o de la práctica del Teatro del Oprimido, la mayor parte de la gente tenía en común la condición académica, entre docentes y estudiantes de máster y doctorado. Uno de los aprendizajes que me he llevado del taller ha sido, precisamente, la enorme dificultad que tenemos las personas que habitamos la academia para pensar y expresarnos a partir de otra razón que no sea la académica. Definitivamente, me ha quedado claro que la universidad funciona, entre otras cosas, como un aparato de erosión de la creatividad y de la inventiva.

Por otro lado, hemos vuelto a comprobar el entusiasmo grupal que despierta el trabajo con las historias y el rescate de nuestras capacidades fabuladoras, así como el aprendizaje crítico de las herramientas narrativas con las que la industria mediática fabrica las series que consumimos. En este tipo de encuentros entendemos el carácter eminentemente político de las historias. La humanidad las ha usado desde sus orígenes para hacer sentido del mundo, pues su utilidad ha sido siempre la de posibilitarnos un puente explicativo entre lo conocido y lo desconocido. Se trata de un común que, como otros, ha sido privatizado. Desde mediados del siglo pasado la industria mediática, con su epicentro en Hollywood, nos ha arrebatado nuestra capacidad para contarnos historias. Hubo un tiempo en que las historias nos las contaban nuestras abuelas o las construíamos colectivamente alrededor de un fuego, ahora las adquirimos en un mercado. Hemos sido desposeídos de una de las principales herramientas que teníamos para construir sentido en común.

Por último, ¿qué le parece La Casa de papel y qué serie nos recomienda?

La Casa de papel es un muy buen producto mediático: espectaculariza la vida y genera distancia con lo real. Como casi todas las narrativas de este tipo, posee una naturaleza perversa: presentándose como mundo aparentemente crítico, ofrece un relato realmente sistémico. Nos condena al papel de espectadores dentro y fuera del propio relato: los atracadores hacen, la gente común mira. Este tipo de historias nos entretienen al tiempo que nos despolitizan.

Una serie española que me resulta muy recomendable es Antidisturbios, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y creada por él mismo y Belén Peña. De las últimas que he visto, sin duda recomendaría El último artefacto socialista, una maravillosa serie croata dirigida por Dalibor Matanic que se puede encontrar en Filmin. Un clásico que reside un mi cofre particular del tesoro es Okupas, escrita y dirigida por Bruno Stagnaro.

Como guionista y profesor de guion en el campo de las ficciones televisivas no soy de fiar a la hora de recomendar series, pues lo devoro todo y en toda historia suelo encontrar elementos que me interesan…

Una serie española que me resulta muy recomendable es Antidisturbios, dirigida por Rodrigo Sorogoyen y creada por él mismo y Belén Peña. De las últimas que he visto, sin duda recomendaría El último artefacto socialista, una maravillosa serie croata dirigida por Dalibor Matanic que se puede encontrar en Filmin. Un clásico que reside un mi cofre particular del tesoro es Okupas, escrita y dirigida por Bruno Stagnaro. Buenos ejemplos de relatos seriales estadounidenses basados en rigurosos procesos de investigación de lo real son series como Dopesick, producida por Michael Keaton, o todas las series creadas por David Simon.

Algunas de las series que se hacían en España en los años ochenta del pasado siglo resultan infinitamente más recomendables que la mayoría de las que se emiten en la actualidad. Verano azul o Curro Jiménez nos ayudan a entender parte del grave deterioro producido en la esfera mediática local a partir de su completa liberalización en los años noventa. Globomedia no fue una productora más: operó como paradigma de captura de lo imaginable y de encierro de lo posible. En aquel tiempo, Italia produjo a Berlusconi y España a Los Serrano. El viejo costumbrismo patrio de las comedias de Lope de Vega pasado por el tamiz neoliberal. Lo llamaron dramedia. De aquellos lodos, estos ansiolíticos.

Ángel Luis Lara es Profesor Titular de Estudios Culturales en la State University of New York, 
donde además dirige El Conuco, un centro cultural y académico centrado en las culturas iberoamericanas 
y latinas en Estados Unidos. Ángel ha enseñado Métodos de Investigación Social 
en Eugene Lang College-The New School for Liberal Arts y Parsons The New School for Design (Nueva York). 
También ha sido docente de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.
Profesor invitado de escritura de guion de ficción televisiva en la 
Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba, desde 2007,
ha impartido también seminarios y cursos de guion en la escuela de cine “Lugar de Cinema” en Belo Horizonte (Brasil) 
y en el Instituto Cervantes de Nueva York. Ha coordinado programas de escritura audiovisual comunitaria 
en el Jacob Burns Film Center-Arts Media Lab de Nueva York y ha dirigido seminarios sobre usos de la ficción mediática 
para la investigación social en la Universidad de Costa Rica, la Universidad de Granada y la Universidad Complutense de Madrid. 
En el campo del documental, Ángel ha impartido seminarios de guion en el Instituto del Cine de Madrid (ICM). 
En los últimos años, ha participado en diferentes proyectos de investigación social y comunitaria a través de las historias y 
las narrativas mediáticas de ficción.
Autor de numerosos artículos, ha sido coguionista de Caminantes de Fernando León de Aranoa (2001) 
y formó parte del equipo de guionistas de Hospital Central, una de las series más premiada de la televisión española. 
Igualmente, es el autor del guion de Of Kites and Borders (Yolanda Pividal, 2013), definida como “una película única y 
esencial para comprender cómo las fronteras afectan la vida de la gente”, premiada como mejor película documental en el 
San Diego Film Festival, Festival Internacional de Cine Documental de Ciudad de México y New York Havana Film Festival. 
Acaba de adaptar a España la serie Far Away Cows Have Long Horns, creada por el guionista escocés Paul Laverty.
Además de todo esto, es gran aficionado al cante flamenco, campo sobre el que ha investigado en los últimos años. 
En el mes de julio, durante la celebración de la LIV Reunión de Cante Jondo de La Puebla de Cazalla, 
participará en un laboratorio de construcción de ficciones seriales entorno al flamenco.

 

La extrema derecha cada vez tiene más fuerza en las instituciones y hace tiempo que suenan señales de alarma. Los progresistas reflexionamos sobre la manera de actuar ante este fenómeno.

«Progresismo» es una expresión que usamos últimamente con una frecuencia extraordinaria para referirnos de manera muy imprecisa a organizaciones situadas a la izquierda de los mapas políticos de diferentes territorios, particularmente de Catalunya y del Estado español. En los últimos tiempos utilizan muy a menudo esta palabra personajes públicos que no hace mucho anunciaban la llegada de la nueva política y explicaban que la distinción entre izquierda y derecha había perdido utilidad. Desde el actual gobierno español se ha reivindicado el «progresismo» hasta la saciedad, y ahora, en campaña, esta palabra se pronuncia ya de manera constante, sin sentido alguno de la medida.

Tiempo atrás tuvo otras acepciones el «progresismo». Tuvo y todavía tiene incluso una abreviatura, con cierta connotación a veces despectiva, con la cual nos referíamos a personas que intentaban romper aparentemente con las formalidades de la vida social del establishment. Al típico ‘progre’, en otro tiempo, se le podía distinguir por su talante, que podía parecer más o menos radical o contestatario, pero también por su aspecto. Desde finales de los años sesenta, las melenas, pañuelos, ropa tejana, botas de piel vuelta, barbas y zurrones permitían identificar a un ‘progre’ sin mucho margen de error. Con el tiempo todo eso cambió. Hoy prescinde de la corbata, viste informal y habla chapuceramente cualquier alto ejecutivo de empresa multinacional.

Dibujo de Lluís Juste de Nin

A lo largo de la historia, sin embargo, la denominación «progresista» se ha utilizado para referirse a causas muy diversas. Algunos ejemplos resultan ilustrativos para significar la ambigüedad del concepto:

Federación Progresista fue el nombre elegido por el economista Ramón Tamames y por otros disidentes del Partido Comunista de España para la fundación, a mediados de los 80, de una organización política de corta vida. Cómo cambian las cosas…

Mucho antes de todo eso, en el siglo XIX, el Partido Progresista agrupó a políticos liberales, defensores de una monarquía constitucional, que consiguieron cuotas más que importantes de poder político gracias al apoyo de sectores del ejército.

Podríamos recordar una gran cantidad de ejemplos antiguos y recientes, pero ¿Quién dice hoy en día que no es o que no quiere aparecer como progresista? «Progresista» es lo contrario de «reaccionario». A la gente de derechas, salvo a algún descerebrado, no le gusta que la califiquen de reaccionaria. Lo que quieren es que se les considere «de centro» o, como mucho, del «centro conservador» o del “centro-derecha».

Actualmente cuando se habla de progresismo no se explica casi nada sobre la naturaleza de las ideologías y de los proyectos políticos hipotéticamente contrapuestos que engloba. En realidad, casi no se habla de proyectos. ¿Existen diferencias claras e importantes entre las propuestas sociales del PSOE, las de Sumar, Esquerra Unida, Podemos o de los Comuns? ¿Quién es más de izquierdas o más socialmente «progresista», el PSC o ERC? ¿La Catalunya del futuro que sueñan los dirigentes de ERC es muy diferente a la que imaginan los de Junts per Catalunya? ¿Es más justa, más democrática o más igualitaria la sociedad que desean o imaginan para las futuras generaciones unos y otros?

Todos proclaman que quieren «mejorar la vida de la gente», pero socialistas y comunistas ya solo guardan un recuerdo desdibujado y lejano de los proyectos revolucionarios y de los programas políticos que dieron sentido al nacimiento de sus organizaciones. Para la mayor parte de la población la palabra «socialista» solo es una denominación, para referirse a los afiliados a una gran entidad, el PSOE. Hace muchas décadas que esta palabra, «socialismo», ya no sirve para referirse a un sistema de relaciones sociales y económicas alternativo al actual. Tal como dejó escrito el historiador Josep Fontana (1), las organizaciones de la izquierda tradicional «no solo aplazaron los objetivos por los cuales decían estar luchando desde 1939, sino que renunciaron a ellos para siempre».

¿Qué quiere decir pues ser «progresista»? ¿En qué consiste el «progreso»? ¿Progresismo, para qué?

Cuando los marxistas, conocedores de la obra de Karl Marx, «utilizan los términos progreso social o progreso histórico, se refieren a un proceso estrictamente definido y casi exactamente mensurable: las posibilidades de desarrollo de las fuerzas productivas, medidas por la productividad media del trabajo». Ernest Mandel lo explicaba de este modo en 1983 (2) para recordar que el sistema capitalista constriñe implacablemente a la humanidad a producir por producir y que los adelantos sociales reales siempre han sido consecuencia de actos de «resistencia, rebelión y revolución contra la injusticia, la desigualdad, la explotación y la opresión».

¿Tiene algo a ver el «progresismo» con el crecimiento económico? ¿Por qué se presentan siempre los incrementos del PIB como datos positivos a pesar de las ya evidentes consecuencias catastróficas de la sobreexplotación de los recursos del planeta?

¿Es progresista que las rentas del capital crezcan y que la flexibilidad del mercado de trabajo se mantenga inalterable sobre fórmulas medio reformadas de contratación y despido?

El incremento del salario mínimo benefició a muchas personas, qué duda cabe, pero ¿se puede pasar por alto que las políticas gubernamentales y los acuerdos entre sindicatos y patronal en materia de salarios no impiden la devaluación inexorable del poder adquisitivo de las asalariadas?

Vemos como más de la mitad de las mujeres jubiladas se ven obligadas a sobrevivir con pensiones miserables. Una cuarta parte de la población de Catalunya vive por debajo del umbral de la pobreza, un nivel que no consigue superar el 10 por ciento de trabajadoras y trabajadores con ocupación. El número de personas que duermen en la calle crece. El banco de los alimentos se ha visto obligado a reducir en un 20 por ciento la cantidad de alimentos que distribuye entre sus usuarios como consecuencia del encarecimiento de los productos.

Esta realidad y muchos datos como estos no se tendrían que esconder. Si se tuvieran presentes en el balance de la acción de los gobiernos progresistas quizás se podría empezar a reflexionar sobre los motivos por los cuales la derecha crece y la ultraderecha gana peso en las instituciones.

A veces hemos visto o leemos discursos en los cuales desde el «progresismo» se afirma que la precariedad laboral ha desaparecido y que ya existen garantías para el ejercicio del derecho a la vivienda. Discursos que tienden a considerar que la población que vota a la derecha o ignora las convocatorias a las urnas es más bien tonta, porque no sabe ver la buena gestión gubernamental y los cambios legislativos en favor de las mujeres, del trabajo estable, las prestaciones sociales, pensiones, fiscalidad, vivienda, salud, educación, seguridad…

La responsabilidad de esta ignorancia la tienen, según estos progresistas, los medios de comunicación, que no hacen otra cosa que desinformar sistemáticamente a la ciudadanía. No les falta una parte importante de razón a quienes constatan el estado lamentable de un sistema mediático extremadamente dócil con el poder económico y que cotidianamente transmite una percepción de la realidad totalmente sesgada, pero las raíces del crecimiento del voto en favor de los económicamente poderosos tiene otras raíces más profundas.

Los análisis demoscópicos sobre quién vota qué, y sobre qué sumas y restas se pueden hacer con unos y con otros para ganar peso en parlamentos, ayuntamientos y diputaciones son necesarios, pero también son del todo insuficientes para explicar comportamientos sociales. Los gritos de «no pasarán» emocionan y responden a voluntades necesarias, a pesar de que resultan demasiado endebles actualmente para evitar la derechización de la sociedad.

Las causas del desencanto de la gente trabajadora con los actores políticos que en otro tiempo la representaron se encuentran en la incapacidad de estas entidades de salir de la ambigüedad, de transmitir confianza en la posibilidad de un cambio social. Si además de promesas incumplidas, a los excluidos de la sociedad y a todos aquellos que ven amenazado su futuro y el de sus hijas e hijos, el progresismo del siglo XXI no les puede ofrecer mejor perspectiva que un balance de pequeños remedios para grandes enfermedades, a nadie le tendría que sorprender el crecimiento de la derecha.

Y si al mismo tiempo, desde el progresismo gubernamental se aplauden los discursos de la Corona, se justifica la represión contra personas migrantes, se pone en cuestión la libertad sexual de las mujeres, se aprueba el aumento extraordinario de los presupuestos en armamento, se niega el derecho de autodeterminación de los pueblos, como el saharaui, se criminaliza el soberanismo de catalanes, vascos y gallegos, se acepta resignadamente la conversión de servicios públicos en oportunidades de negocio, se potencia la construcción de nuevas infraestructuras que atentan contra la biodiversidad y el medio ambiente y se facilita que la transición energética se realice de acuerdo con los criterios de las grandes empresas, se dificulta que sectores importantes de población vean lo que se esconde en los mensajes del populismo autoritario y tomen conciencia de la necesidad de hacer frente a la derecha .

En algún momento la izquierda organizada tendrá que reflexionar y movilizar en favor de causas tales como la racionalización de las rentas, la producción y del consumo, la detención de la destrucción del planeta, la desaparición de la opresión de género, la igualdad económica, la eliminación de la banca privada, la desprivatizació de todos los servicios públicos y sociales, la desburocratización de las administraciones, el control democrático de las fuerzas de seguridad y su depuración de elementos ultraderechistas, la eliminación de las inversiones en armamento, el reconocimiento del derecho a tener derechos de las personas migrantes, la democratización del poder judicial, el derribo de la monarquía… En algún momento habrá que rescatar y renovar ideas socialistas y republicanas y explicar que el progreso en esta dirección no solo es posible sino necesario.

El futuro de la izquierda depende de la buena gestión que pueda realizar cuando obtiene representación en ayuntamientos, parlamentos, gobiernos y entidades públicas, pero sobre todo dependerá de su capacidad de cambiar las estrategias, para no dilapidar periodos de ilusión colectiva y de fuerza popular como los vividos en los años 70 y en la segunda década de este siglo, en el Estado español y particularmente en Catalunya. El futuro de la democracia depende de la capacidad de los demócratas de impugnar el sistema actual y de dibujar un horizonte de efectiva igualdad de derechos.

Notas:

(1) Josep Fontana. La Formació d’una identitat. Una història de Catalunya. Editorial EUMO, 2014

(2) Ernest Mandel. Marx, Engels y el problema de la doble moralViento Sur, n.º 187. Abril 2023

No lo tenía fácil Rosana Acquaroni para superar el magnífico poemario La casa grande. Premio Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid en 2019, logró atraparnos desde el primer verso… LLEVO ALOJADA EN EL CORAZÓN/una bala de plata./La misma que mi madre/no supo disparar. Un libro con tres ediciones y más de 1.000 ejemplares vendidos. Ahora regresa con la publicación del bello, comprometido y descarnado, 18 ciervas; un viaje emocional a través de la palabra poética que nos interpela con el trasfondo de las relaciones personales, el amor, el desamor, la dependencia afectiva, la libertad, la violencia, el perdón…

Un libro lleno de verdad, sin pliegues, sin fuegos de artificio.

La autora se desnuda y nosotros con ella, consiguiendo que, como señala Manuel Rico, director de la colección, el lector no salga indemne.

Hablamos con Rosana Acquaroni en la vorágine de la Feria del Libro de Madrid, con el horizonte de la lectura que realizará el próximo 28 de julio a 1.700 metros de altura, dentro de la segunda edición del festival Lo Sagrado, en plena naturaleza, en los parajes espirituales del Cerro de la Mesa de Navarrevisca.

¿Por qué el título de 18 ciervas?

Tal y como aparece recogido en la nota a pie de página que acompaña al poema nº 5 (pp. 32-33) el título hace referencia a las dieciocho ciervas que hay pintadas con la técnica del tamponado rojo en la cueva prehistórica de Covalanas, en Ramales de la Victoria, Cantabria, y que tuve oportunidad de visitar en el verano de 2018.

Aquella experiencia junto al hombre que amo fue una verdadera revelación. Sentí que el amor es regreso al origen, tal como luego se dice en ese mismo poema. Lo que empezó siendo deslumbramiento, experiencia vital y sensorial, se convirtió con el tiempo en veta poética. Además, supe enseguida que ese sería el título del poemario. La cierva se convierte en imagen dialógica, en voz interior que reverbera junto a la propia voz poética a lo largo del libro. Hay dieciocho poemas numerados que lo atraviesan, lo vertebran y le dan un vuelo simbólico al relato.

HAY ALGO EN TI/de mí/que ya ha tomado cuerpo… Encontramos tres partes diferenciadas en el libro, en las que emerge siempre un deseo de luminosidad, una reivindicación del amor a pesar de todo, de la violencia, del maltrato… y lo autobiográfico de nuevo como fuente de inspiración. ¿Por qué lo autobiográfico? ¿De donde surge esa necesidad?

No sé si calificarlo de necesidad, en sentido estricto. De hecho, no creo en una poesía encharcada de aquello que yo necesite decir. Busco una poesía que sea capaz de decirme y, sobre todo, de decirse a sí misma, para que el lector encuentre, en ese acopio, su propio sentido. Sin embargo, es cierto que La casa grande (2018) marca un antes y un después en mi escritura y que ese sustrato autobiográfico se mantiene claramente en 18 ciervas. Pero, insisto, los restos argumentales por los que el libro transita se han ido articulando a lo largo del proceso creativo nunca de manera deliberada.

Lo que empezó siendo un ars amandi, un libro de celebración del nuevo amor se fue convirtiendo en un libro mucho más complejo donde se abre también la grieta del desamor que lo precede. Una grieta que no busca la reparación sino la reflexión profunda a partir de lo vivido;  acerca del perdón, de la culpa, del deterioro de una relación: Cómo el amor pudo llegar a ser disparo, dice uno de los poemas. No hay nada mejor que dar tiempo a los poemarios… Dejarlos reposar y que ellos mismos vayan trazando esa organicidad que necesitan más allá del poeta y sus circunstancias.

Fotografía cedida por Rosana Acquaroni y Concha Hernández.

Han pasado cinco años desde que comenzaste a escribir 18 ciervas, ahora el libro ha empezado a caminar, a la espera de la opinión de los lectores ¿te sientes satisfecha con los resultados?

El libro encuentra su sentido esencial a partir de 2021. Y es en 2022 cuando se precipita el proceso de escritura y se convierte en obsesión necesaria y en voluntad de cierre. Tengo al mismo tiempo un sentimiento paradójico de plenitud y vacío que no me había pasado con libros anteriores, ni siquiera con La casa grande. Siento que 18 ciervas conjuga verdad y belleza, dos elementos fundamentales de la poesía que me interesa porque son los que consiguen la emoción en el lector que es, en definitiva, quien tiene la última palabra.

Vimos en la presentación en la Biblioteca Eugenio Trías a un público que llenaba la sala y gente sin poder entrar… ¿qué momento vive la poesía?

Estamos viviendo un momento complejo, en el que hay que estar muy atenta: por un lado, la poesía brota en las redes sociales con fuerza, casi, diría, de manera eruptiva, incluso virulenta; y esta nueva manera hipertextual, inmediata, discontinua y multimodal de leer en las redes sociales ha conseguido una apariencia de renacimiento. Pero no es poesía todo lo que navega en las redes. Hay cierta tendencia a la banalización que no le hace bien a la verdadera poesía.

Un momento de la presentación 18 ciervas en la biblioteca Eugenio Trías, Madrid. Fotografía cedida por Rosana Acquaroni y Concha Hernández.

Publicas 18 ciervas en una editorial, Bartleby, que cumple los 25 años.  ¿Qué dirías de esta tu editorial?

Creo que solo es necesario navegar por su catálogo para entender la enorme labor que Bartleby lleva realizando desde sus inicios. Su arriesgada apuesta por las ediciones bilingües, por ejemplo. Su apuesta por poetas norteamericanas tan importantes como, por ejemplo, Sharon Olds, que no estaban apenas traducidas y que ahora son y siguen constituyendo un referente inspirador. Su compromiso con la poesía escrita por mujeres… y como dice su editor, Pepo Paz, “la radical apuesta por la pluralidad, la independencia editorial y la calidad de las propuestas poéticas”.

El próximo 28 de julio estarás presentando tu libro en Navarrevisca a 1.700 metros de altura, en un paraje natural donde subsisten peñas sacras y ruinas arqueológicas de templos de diferentes épocas, dentro del festival Lo Sagrado, ¿qué supone para ti presentar este libro en este contexto, teniendo en cuenta que, según señalaba Fanny Rubio, el ciervo es el animal místico por excelencia, símbolo también de lo espiritual? ¿Rescata la poesía lo sagrado?

Para mí será una de las citas más importantes que me regala este libro. Poder recitar en plena naturaleza, rodeada de un paisaje mágico, de piedras cargadas de resonancia y ritos ancestrales va a ser un verdadero lujo. Lo sagrado es el lugar de la poesía, su espacio natural. Por otra parte, la figura de la cierva está presente en múltiples iconografías tanto occidentales como orientales, así como en muchas literaturas: desde el antiguo testamento, San Juan de la Cruz, hasta llegar al luminoso poema de la cierva blanca de Jorge Luis Borges, pasando por la cultura grecolatina, celta, etc. Espero que toda esa carga vibre en Navarrevisca  esta vez a través de 18 ciervas.

18 ciervas
Rosana Acquaroni
Bartleby Editores/2023

¡Más libros, es la guerra!

Todas las guerras son guerras entre ladrones demasiado cobardes para luchar, que inducen a los jóvenes varones de todo el mundo a hacer la lucha por ellos.

Emma Goldman

Durante tres años y medio esquivé la guerra tanto como pude. (…) Usé todos los medios posibles para que no me pegaran un tiro y no pegarlo, no usé los peores de los medios. Pero yo habría usado todos los medios, todos sin excepción, si me hubieran forzado a hacer algo así.

Kurt Tucholsky

Con este lema, ¡Más libros, es la guerra!, comienza hoy 4 de mayo, una campaña autogestionada contra la guerra, que ha sido lanzada por varias librerías y editoriales; entre ellas, Katakrak, Traficantes de sueños, Enclave de Libros, La Pantera Rossa y Ediciones del Oriente y el Mediterráneo. Hasta el momento la apoyan unas cuarenta entidades relacionadas con el mundo del libro, y está abierto un enlace en la web para que se puedan adherir tanto entidades como personas físicas.

PRIMERAS LIBRERÍAS Y EDITORIALES ADHERIDAS A LA CAMPAÑA 
LIBROS CONTRA LA GUERRA
Katakrak -- Enclave de libros -- Traficantes de sueños -- La Pantera Rossa 
-- Ediciones del Oriente y del Mediterráneo -- El corral de San Antón -- Zambra/Baladre 
-- Delirio, Diógene–Dyskolo -- La habitación propia -- Irrecuperables/Dado 
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Con el lema “Libros contra la guerra”, “hemos querido transformar nuestro dolor e impotencia en acción: queremos ser parte responsable de un cambio cultural que contribuya a la eliminación de las causas que provocan las guerras. No queremos apoyar el patriotismo nacional ni el supremacismo imperialista de uno u otro bando, nos negamos a cualquier forma de colaboración con esta injusticia y nos declaramos insumisas a todas las guerras y a la militarización social”, dicen.

Aitor Balbás de Katatkark nos dice que ya son 50 las entidades que se han adherido a la campaña y que la idea surgió en el Congreso que se celebró en Madrid en el pasado mes de febrero Ecosistema crítico del libro en el que analizaron que vivimos en un “espacio comunicativo y político polarizado por dos posiciones que no compartíamos,  y formaron un grupo de trabajo sobre la necesidad de difundir las ideas pacifistas y antimilitaristas entre todas las entidades que integran el mundo del libro: editoriales, librerías, distribuidoras, imprentas, bibliotecas…

Para ello se pondrán en marcha actividades culturales de todo tipo. Mesas redondas, charlas, conferencias, itinerarios de libros… recorrerán diferentes ciudades del territorio de todo el Estado español contra la cultura de la guerra y por la eliminación de todos los conflictos armados.

En el Manifiesto que  han publicado afirman: “La guerra nos atraviesa y determina nuestro presente. La invasión rusa de Ucrania y la guerra civilizadora «occidental» que se ha desencadenado como respuesta han hecho más fuerte al capitalismo y han provocado una nueva crisis a nivel planetario. Una amenaza letal se cierne sobre los derechos humanos, las conquistas sociales y los ecosistemas en los cinco continentes. Nada de esto es accidental, responde a una lógica clásica de partición del mundo entre potencias militares que avanza en un río revuelto de élites corruptas, mercaderes de armas, extractivistas, oligarcas y etnonacionalistas. Es la guerra del capitalismo global.

De cada 10 euros que va a invertir el Reino de España en 2023, tres serán para pistolas, tanques, bombas y cazas de combate. A más guerra más sacrificios salariales, en las pensiones, en la educación o la sanidad públicas”.

Añaden que la disyuntiva militarista de matar o morir se resuelve llamando a la vida, que no puede ser que se hable de paz mientas se aviva la escalada bélica y se militariza nuestra economía, haciendo de la guerra y la muerte un negocio para las grandes corporaciones, fondos de inversión y conglomerados bancarios.

Por último, llaman a apoyar a la deserción y la objeción de conciencia en Ucrania, Rusia y Bielorrusia, y a participar en los movimientos de resistencia a la guerra a través de la campaña internacional  #ObjectWarCampaign. Exigen que se paralice el envío de armamento a Ucrania. Y que el gasto militar español asignado al conflicto ucraniano se dirija a las organizaciones independientes que trabajan sobre el terreno, atendiendo a víctimas de esta y otras guerras .Que se potencien políticas europeas de negociación, conciliación y convivencia entre las poblaciones enfrentadas, y que el presupuesto militar europeo se destine a la reconstrucción de Ucrania sin coste para la sociedad ucraniana ni negocio para las multinacionales occidentales.

“Peccata Minuta. No solo buenas prácticas”

Con este título se inicia el próximo lunes 17 y hasta el 26 de abril, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, un ciclo de charlas/conferencias en el que diversas figuras de la cultura reflexionarán sobre cómo los errores les han servido en sus carreras como una forma de aprendizaje. En la primera sesión serán la polifacética Itziar Castro, actriz, cantante, productora, directora, autora y la cantautora malagueña Maria Peláe, las que expondrán sus “peccata minuta”, esas pequeñas faltas, errores leves, inevitables tropezones que les han servido para avanzar en sus respectivas carreras.

Un par de días después, el miércoles 19, será el turno del productor  Enrique Lavigne y de la artista multidisciplinar Etsy Quesada.

Sobre la importancia de la salud mental reflexionarán el 24 de abril  el psicólogo Pablo R. Coca (Occimorons). Y sobre las dificultades de abrirse camino en un mundo lleno de obstáculos nos contará sus experiencias la cantante Travis Birds.

El 26 de abril finalizará el ciclo con las intervenciones de la influencer (actriz, cómica, presentadora, escritora, columnista y activista española) Asaari Bibang y del conocido  Manuel Burque, actor, guionista y presentador.La productora y creadora de este ciclo, Cristina (Mía) Abelló, nos dice que la pretensión de estas charlas no es en absoluto debatir sobre lo que es el éxito o el fracaso, sino conocer cómo los errores pueden ser también una fuente de inspiración, no de penitencias ni remordimientos.

Cuenta que imaginó estas conversaciones sobre el fracaso como “un manual de sabiduría, una caja de herramientas, un mea culpa popular, un valioso conjunto de experiencias. La mayoría de nosotros prefiere no correr riesgos, no equivocarse, no fallar, es decir, no fracasar.” Y continúa afirmando “¿Desde cuándo le hemos concedido al término fracaso la posibilidad de generarnos angustia, frustración, ansiedad, miedo? ¿Por qué pensar que podemos equivocarnos nos paraliza, nos autodestruye, nos limita?”

“Las experiencias de todas estas personas deben servir para que podamos humanizar el fracaso y seguir adelante. Y quizás, después de escucharles, tengamos miedo a equivocarnos”, concluye.

El título de la maravillosa película de Bertrand Tavernier, Ça commence aujourd’hui, (‘Todo empieza hoy’), que narra la lucha por la dignidad de la gente trabajadora en un pequeño pueblo francés, es una valiosa y útil expresión para poner el acento en las necesidades de hoy. Las conquistas y avances se necesitan hoy, no mañana. Los ataques a los derechos de las clases populares y los retrocesos en las condiciones de vida se producen ahora. No son cosa de mañana.

Por eso es tan importante lo que ocurre hoy en Francia. Importante para su población, pero también para el futuro inmediato de las clases subalternas del resto de la Unión Europea. Desde la Comisión Europea se avanzan nuevas líneas de austeridad acordes con los intereses del gran capital en el capítulo de pensiones, que condicionan las políticas de cada uno de los países miembros, para imponer ampliaciones del número de años de trabajo cotizados necesarios para la jubilación, el retraso de la edad para retirarse de la vida laboral y para cambiar las cuantías a percibir, en función de la correlación de fuerzas entre clases sociales y entre gobernantes y gobernados en cada país. Frente a esa estrategia conjunta de los de “arriba”, la resistencia de las y los asalariados se da país a país y con escasas si no nulas muestras de solidaridad internacional.

Las movilizaciones que tienen lugar en Francia representan un movimiento histórico, por la dimensión y composición de las manifestaciones, su generalización en todas las ciudades, su duración, la unidad de las organizaciones del movimiento obrero y de las organizaciones sindicales, la convergencia con sectores ecologistas, feministas y rurales, expresión de la profundidad del malestar social y del hartazgo que existe en amplias capas de la población contra el Gobierno.

Trabajadoras y trabajadores, jóvenes y no tan jóvenes, estudiantes y personas jubiladas conforman una mayoría social apabullante en contra de la reforma del sistema de pensiones que el presidente francés, Emmanuel Macron, y el gobierno de Élisabeth Borne quieren imponer. Un cambio que implica el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años y un incremento de los años de cotización para conseguir pensión completa.

Miles de personas se manifiestan en Perpinyà contra la reforma de las pensiones (6 de abril 2023). Foto de Marià de Delàs.

Las encuestas coinciden en señalar que la mayor parte de la ciudadanía francesa no solo rechaza las condiciones para acceder a la jubilación que quiere mantener Macron sino que comparte preocupación por el hecho de que este político demuestra absoluta falta de respeto por un valor fundamental de la República que preside: el régimen de libertades.

Llevan tres meses de movilizaciones. Las cifras de personas que han participado en las manifestaciones en ciudades grandes y pequeñas de Francia son las más importantes de las últimas décadas. Han salido a la calle millones de personas, pero hasta el momento el Gobierno no solo no ha cedido ni un palmo sino que ha utilizado y utiliza las herramientas más duras de su arsenal administrativo y represivo para intentar que la revuelta se extinga.

La voluntad de aprobar la reforma a cualquier precio condujo a la primera ministra a utilizar un artículo de la Constitución francesa, el 49.3, que permite aprobar un cambio legislativo sin mayoría parlamentaria. Las amenazas del ministro de Interior, Gérald Darmanin, ha pretendido que la Liga por los Derechos humanos deje de recibir la financiación pública a la que tiene derecho, el escándalo por la contaminación del agua potable con clorotalonil, las nuevas revelaciones sobre la violencia empleada por la gendarmería en Sainte-Soline durante la movilización contra las megapresas … son indicadores de los estrechos límites (¡incluso en Francia! y no digamos en otras latitudes) de las libertades y derechos políticos en un contexto de neoliberalismo autoritario. Lo que se libra en Francia es algo más que una batalla social.

La actuación más y más violenta de la policía ha reforzado la exasperación de una ciudadanía que se siente cada vez más excluida de la vida política. Parece que el gobierno francés haya decidido tratar a la clase trabajadora del mismo modo que lo hizo Margaret Thatcher y que está dispuesto a cualquier cosa menos a retroceder. Observan la generalización de las asambleas, las manifestaciones, las huelgas y los bloqueos de carreteras y medios de transporte, pero esperan que la tormenta social pase de largo, y si en algún momento la situación les parece insoportable optan por incrementar la violencia policial y recurren a las detenciones.

El futuro del sistema de pensiones preocupa y mucho, pero el descontento social va mucho más allá. La gente también sale a las calles con confianza en la posibilidad de ganar, porque ve la necesidad de defender la democracia y su derecho a intervenir en la vida política más allá del tiempo de elecciones. La reforma de las pensiones concentra, “la mayor parte de mecanismos que hoy la ciencia política identifica como alimento del resentimiento social, que nutre así a los partidos de la derecha radical”, afirman los investigadores Bruno Palier y Paulus Wagner (1). “Si el movimiento pierde, la ultraderecha llegará al poder”, explicó recientemente en conferencia en Barcelona una militante anticapitalista francesa.

Las protestas se han generalizado y eso ha sido así porque existen más motivos junto al rechazo a la subida de la edad de jubilación (2). Se reclaman mejoras salariales, incremento de las prestaciones para los parados, servicios públicos de calidad, cambio de políticas en relación a las personas migrantes, medidas en favor de una transición ecológica justa… “No habrá pensiones en un planeta muerto”, dicen los jóvenes anticapitalistas, que explican cómo “ante el productivismo degenerado, que impacta sobre los ecosistemas y pone en peligro la sostenibilidad de nuestra existencia, lo que se nos propone es trabajar más tiempo”. Hace apenas unos días se viralizó un significativo video en el que se puede ver a una joven que baila al frente de una manifestación, al ritmo de una canción y un mensaje. “Pensiones, clima, un mismo combate. No hay jubilación en un planeta quemado”, repite Mathilde Callart, militante de un movimiento ecosocial nacido en el País Vasco.

En algunos países de Europa se han organizado concentraciones de solidaridad ante embajadas y consulados, convocadas por organizaciones de izquierdas, pero la rebelión de los trabajadores franceses pasa más bien desapercibida en los medios de comunicación. Coincidiendo con la movilización francesa y sin relación aparente pero sí efectiva, porque corresponde a una misma reacción ante la pérdida de derechos y condiciones de vida, en Alemania se produjo una gran huelga para desbloquear las negociaciones del convenio colectivo del sector del Transporte.

Ante esto cabe hacerse varias preguntas relevantes ¿Qué han hecho los sindicatos de cada país en solidaridad con los franceses? ¿Qué ha hecho la Confederación Europea de Sindicatos? La respuesta a la doble pregunta es: nada a la altura de los problemas y del momento actual. CCOO y UGT han enviado mensajes de aliento a la lucha de las y los huelguistas franceses y de denuncia de la brutal represión gubernamental, pero no se ha dado ni un solo paso práctico para sostenerla y para coordinar las estrategias de resistencia ante el incierto futuro. Parece hoy altamente improbable o inimaginable que las centrales sindicales europeas piensen en la articulación de algún tipo de campaña conjunta en defensa de los derechos elementales de trabajadoras y trabajadores, que cambie la correlación de fuerzas actual.

En el Estado español solo algún sindicato minoritario y alguna organización anticapitalista se han esforzado en la convocatoria de actos para explicar lo que pasa en Francia y para hacer ver la excepcionalidad que representa esa revuelta para la historia de las movilizaciones populares en el continente europeo.

Sobre el territorio francés, en las manifestaciones multitudinarias, que se reproducen en todo tipo de poblaciones, se expresa rechazo contra la criminalización del movimiento sindical, así como una clara determinación a mantener la movilización. “No nos rendiremos” (On lache rien) se escucha una y otra vez en boca de huelguistas y manifestantes, que ven en el mantenimiento de la actual y excepcional unidad sindical la fórmula para hacer retroceder al Gobierno. La ‘Intersyndicale’, que agrupa a trece organizaciones de personas asalariadas y de defensoras de la juventud, confía en que la protesta no se debilitará, en que se mantendrán las asambleas, huelgas, bloqueos y manifestaciones, sin ceder a las “invitaciones” a la paz social que expresa la primera ministra y sin confianza en lo que pueda resolver un Consejo Constitucional –comienza sus deliberaciones el 14 de abril- tradicionalmente significado por anteponer intereses de los poderosos por encima de necesidades sociales.

La victoria o derrota de este movimiento dejará profundas huellas en Francia y en toda Europa en un momento en el que la inflación generalizada, la guerra en Ucrania y ahora de nuevo en otros países, y el recrudecimiento de la competencia entre potencias económicas y militares pueden determinar un rumbo u otro para el movimiento popular. Las clases subalternas tienen ante sí el desafío de hacer presente su participación cualitativa en las decisiones, reconstruir su identidad y conciencia de clase ante los desafíos del siglo XXI y asumir de nuevo un papel activo ante la cuestión del poder.

De inmediato sabremos cómo se resuelve la cuestión en el plano legal, y, más importante, cómo se plasman los avances del movimiento social en las calles y en las empresas, que hagan posible el predominio de una alternativa política capaz de acabar con el macronismo, hacer frente al ascenso de la derecha e iniciar un nuevo marco constituyente democratizador y superador de las limitaciones de la Vª República. Quizás, ¡ojalá!, estemos ante un nuevo “tiempo de las cerezas” que desde Francia aliente al continente.

Notas:

(1) Benoit Bréville. Un peuple debut. Dossier: Retraites, l’onde choc. Le Monde Diplomatique, nº 829 Abril 2023.

(2) Antoine Larrache. Una semana movida ¿para ir hacia la victoria? Viento Sur, 1 abril 2023.

Este texto fue antes un artículo en CTXT y una ponencia para un encuentro en el museo Reina Sofía sobre cómo “desmilitarizar la comunicación política” y frenar el neofascismos. Lo reciclo ahora, urgido por las tensiones para fraguar una coalición de las izquierdas que materialice esos objetivos.

Para empezar, desertemos de las guerras culturales y de la autopromoción mercadotécnica. Recuperemos una comunicación política democrática: la que sostiene comunidades que dialogan entre sí para cobrar protagonismo e impacto institucional [1]. Eso practicó el 15M y lo olvidan quienes se disputan representarlo. Protagonizan, en cambio, caudillismos que abortan la comunicación entre los y las de abajo y de estos con los aparatos de partidos.

La inmensa mayoría de las “noticias” sobre la convergencia de las izquierdas más allá del PSOE se limitan a reproducir discursos de elites enfrentadas. O bien suman las ausencias y restan presencias de cargos (ex)podemitas en los actos convocados por Sumar. Si esas “informaciones” parecen carteles electorales, ajustes de cuentas y el cuento de la lechera electoral resuenan en muchos “análisis” de quienes lideraron procesos ahora enfrentados. De ahí la necesidad de identificarse para hablar de este embrollo y que yo lo haga al final de este escrito.

El marketing político, en campaña electoral permanente, ha generado polarización e inflación retóricas. Ambas lacras impiden dialogar y sustituyen la verdadera acción política con verborrea ideológica y puestas en escena. Quizás sean los dos peores legados comunicativos del 15M y que venían a suplir la carencia de propuestas. Sirvieron para impugnar lo existente pero lastran la gestión del presente. También cualquier proyecto futuro.

Ahora, desde las instituciones, la hegemonía cultural y las urnas se entienden como botines de guerra. Bien que lo entienden y rentabilizan los fascismos de nuevo cuño. Así eluden el pacto, extienden la antipolítica y tapan la desigualdad con diatribas ideológicas y postureos. Por ello, esta no puede ser la estrategia de quien se reclama de izquierdas o progresista. Si, encima, opone ambos términos es para irse a casa y pasar de votar.

La guerra y el márquetin encumbran hiperliderazgos, justifican el cesarismo. Blindan a “los mandos” que envían “mandados” al frente. Soldadesca fungible y consumidores de mensajes impostados que ayudarán a viralizar. “Carne de chatbot”, que dice un ilustre tocayo. En lugar de diálogo se emite pseudoinformación: propaganda disfrazada de noticias. Belicosas o edulcoradas, según el bando, instrumentalizan al receptor. Se le considera un objetivo publicitario. Una diana –target, en inglés- publicitaria, donde clavar la flecha, anulándonos como actores comunicativos dotados de autonomía.

Desde los años 90, los (neo)conservadores establecieron el consenso neoliberal que ha desembocado en regímenes “iliberales”. En el tránsito de Silvio Berlusconi a Giorgia Meloni se ven amenazados derechos fundamentales y principios liberales básicos. La xenofobia cultural del neofascismo empata con el electoralismo populista, desmentido por una gestión política favorable a las elites.

Las guerras culturales y el autobombo electoralista presuponen la mentira. Juntas han instaurado una pseudocracia donde gobierna quien más y mejores mentiras (en griego, pseudo) emite. Llega al poder viralizado por la ciudadanía (hater o fan, tanto da) y avalado con las métricas del mercado [2]. La política se convierte, entonces, en retórica que suplanta la realidad, arrasada por ejércitos de trolls y de propagandistas.

La pandemia ultra no se cura con discursos identitarios o electorales. Resultan insoportables por la superioridad moral, intelectual o identitaria que rezuman. Porque, además, luego no se ven avalados por el desempeño institucional ni la coherencia personal. Urge desarmar los discursos castrenses y autopromocionales que disimulan la falta de imaginario y de un proyecto político, sólidos y compartidos.

Las iniciativas que se reclaman emancipadoras o progresistas se sustancian en medidas políticas concretas, aquí y ahora. A los conservadores les vale con el circo que distrae de la guerra de clases que se vanaglorian de ir ganando. Pero la política no se limita -no debe, por tanto, supeditarse- a construir hegemonía ideológica o ganar elecciones. Los políticos profesionales comen de las marcas electorales y de los votos, los activistas y la población no.

Hacer política consiste en articular acuerdos que redunden en el bienestar de la mayoría social. Obviamente, los acuerdos son, primero, entre quienes se sienten afines. Y, si son democráticos, se abren a la diferencia. Sobran ejemplos en los municipios y autonomías en las que ya se han alcanzado listas comunes. Tómense, pues, como ejemplo. Porque enseñan a fraguar, paso a paso y poco a poco, un consenso inclusivo entre muchos y muchas. Aspirando -porque se quiere gobernar- que se sumen todos y todas.

La democracia nos convoca a realizar colectivamente “el análisis más afilado sobre el funcionamiento del poder y al diseño de la política más sofisticada para desafiar esas relaciones de poder existentes”[3]. Eran palabras de Pablo Iglesias Turrión, que lidera una guerrilla semiótica ante la guerra mediática contra su persona y partido. Aplica el foquismo guevarista y, en consecuencia, concibe las redacciones periodísticas como trincheras y la Red, un campo de batalla. Esa guerra de tronos choca con la batalla electoral de actores autodenominados progresistas y que Sumar pretende amalgamar. La contienda se plantea en términos de “integristas” frente a “entreguistas”. En suma, asistimos a una guerra cultural intestina entre izquierdas (se supone) afines; que, sin embargo, se revelan (otra vez) incapaces de ofrecer listas electorales comunes, coincidiendo en el 90% del programa (P. Iglesias, dixit).

Cabe reivindicar una comunicación política que se declara noviolenta y realista, No arenga a masas uniformadas ni edulcora los mensajes desactivando su potencia transformadora. Emplácense, emplácennos, emplacémonos a transformar la realidad. Tras reconocerla, construyamos futuros de emancipación aquí y ahora, desde ya. Fue posible en las plazas. No saben materializarlo en las instituciones.

Diseccionar las tensiones de poder y los desequilibrios reales, crear una comunidad de intereses e identidades, que no está al servicio de las marcas personales o tribales, sino de las organizaciones y colectivos, del cuerpo social que dicen representar. Ahí está el reto. Más allá de la autopromoción (imprescindible para visibilizarse), conviene ligar retórica y acción política: enmarcar los acontecimientos de la actualidad en narrativas colectivas, que promuevan acción institucional y movilización cívica.

La comunicación política no es tarea que pueda dejarse a “cuentacuentos” adanistas. Su storytelling siempre parte de cero. No “suman” sobre lo existente y disputan juegos de suma cero: su victoria presupone la derrota del otro. Insistimos: planteen acuerdos específicos, con la generosidad y la geometría variable que tanto invocan, y medidas concretas. Quien se demuestra incapaz de hacerlo, revela su inanidad como agente político. No tanto ante sus capataces electorales, sino ante los cinco millones de votos que este espacio –a la izquierda del PSOE y de la progresía bipartidista- llegó a sumar. El reto reside en denunciar condiciones objetivas de agravio a la ciudadanía y concretar cómo mejorarlas. La precarización laboral y económica, la consiguiente obturación de los proyectos de vida y la degradación del protagonismo de las clases populares son los motores de la involución democrática.

Unidas Podemos y Sumar no parecen conscientes de su desconexión respecto a la realidad. Es el primer síntoma de los abducidos por el ardor guerrero y el márquetin. UP, con razón, se reivindica como imprescindible para que el PSOE acepte realizar políticas de izquierdas en un gobierno de coalición. Pero resulta suicida negar que Yolanda Díaz representa el mejor aval de ello. Ella, por lo que le corresponde, debiera asumir que postularse como presidenciable exige poner en valor el apoyo de UP y de los nacionalismos periféricos, sin los cuales nunca llegará a la Moncloa. No hacerlo, le condena a ser muleta, un apéndice funcional y con muchas posibilidades de ser asimilado por la socialdemocracia gestora de lo existente.

Fundamenten y argumenten racional y empíricamente entre ustedes sus posiciones. Usen argumentos lógicos y datos incontestables. Han sabido hacerlo en el pasado con enorme eficacia. No hacerlo ahora, conlleva la autoexclusión y revelarse como actores resentidos, movidos por intereses personales e incompetentes. De poco valdrán más postureos: el insulto o la descalificación del contrario, presentarse como víctima excluida y censurada [4]. Quien así actúe se invalida. Se deslegitima ante el electorado que le abandonará en las urnas por estéril y cansino.

Los discursos de odio y miedo –si esto no cambia, acabarán gobernándonos- no se desactivan con etiquetas ideológicas o exaltaciones identitarias. Menos aún si comparecen enfrentadas. Exijamos información y diálogo veraces. Generémoslo. Al electorado, con razón, le desagrada la trama y le repugna la pugna de intereses. Y ya que estamos haciendo amigos, para quienes nos publican: la misión de una periodista es desmontar la tramoya del espectáculo no crearlo. Legítimas tensiones internas se transforman en trifulcas tertulianas. ¿Cuántas veces habremos de recordar que de casa se viene llorado y que los trapos sucios se lavan en casa?

Debieran desactivarse los enfrentamientos infundados, descartar falsos culpables y soluciones basadas en la exclusión. Por si fuera poco, además hay que infundir esperanza. La comunicación política debe presentar la realidad cotidiana desde una narrativa emancipatoria (por ende, desmilitarizada y no edulcorada) de la vida pública. El gran relato de la democracia anima a ocuparnos de los asuntos relevantes por el volumen de la población afectada y/o la gravedad de su situación.

Para mejorar las condiciones vitales (que de eso que se trata), los mensajes deben identificar responsabilidades y soluciones. Estas últimas, por definición, serán específicas y factibles. Avaladas con criterios técnicos y plasmando ciertos valores sociales, reverberarán en la experiencia y las conversaciones cotidianas. Comunicar algo es, precisamente, eso. La condena del otro y el enconamiento paralizan la deliberación y la práctica democráticas. Ese es, precisamente, el botín de la ultraderecha: presentar la democracia como inviable -máxime si gobiernan los socialcomunistas,- y ocupar sus instituciones -empezando por los medios- para vaciarla de contenido e imponer el sectarismo[5].

A la ciudadanía, que carece de las palancas de presión o censura de las maquinarias partidarias, solo le resta practicar una democracia comunicativa radical: abordar los retos desde la raíz, reclamar cambios estructurales -también en el mapa de partidos- y promoverlos con propuestas incrementales, exigiendo reciprocidad y facilitando consensos. Faltan foros donde hacerlo posible porque se priorizan las tribunas y las plataformas personales. Pero aún hay tiempo para emplear las vías de comunicación a nuestro alcance con vocación de servicio público. En eso deberíamos empeñarnos.

Notas:

* El autor no ha formado nunca parte de las listas electorales de (Unidas)Podemos ni de los equipos encargados del programa de Sumar. En 2018 fue elegido miembro del Consejo de Administración de RTVE por el Congreso de los Diputados, a propuesta de Podemos. Nunca tomó posesión de su cargo.

1) Víctor Sampedro, 2021. Comunicación política digital en España, 2004-2019. Del “Pásalo” a Podemos y de Podemos a Vox. Barcelona: UOC Press.

2) Víctor Sampedro, 2023. Teorías de la comunicación y el poder. Opinión pública y pseudocracia. Madrid: Akal.

3) Pablo Iglesias “Tu supermercado yugoslavo”, CTXT, 18/01/2023.

4) Santiago Alba Rico, 2/01/2023, CTXT, “Posturas”.

El próximo 30 de abril la ciudadanía paraguaya está llamada a las urnas para elegir presidente y vicepresidente/a (que ejercen el poder ejecutivo del Estado), los 45 senadores/as y 80 diputados/as que conforman el Congreso Nacional de la República del Paraguay (una asamblea bicameral —Senado y Diputados— que desempeña el poder legislativo), además de los cargos y juntas departamentales (algo parecido a las provincias en España).

Ese domingo 30 de abril las urnas distribuirán en Paraguay el poder institucional tanto central como regional de este país latinoamericano de régimen político presidencialista y unitario, fuertemente centralizado, que cuenta con alrededor de siete millones de personas y que tiene una superficie algo mayor que la de Alemania y menor que la de España. Entre las candidaturas presentadas solo una “chapa electoral” —término con el que se conoce a la dupla conformada por los aspirantes a presidente y vicepresidente— lleva a una mujer como candidata a presidenta (aunque sin ninguna opción real de ser elegida); de las dos candidaturas con posibilidades de lograr atraer el voto popular mayoritario —el conservador Partido Colorado (actualmente en el gobierno) y la Concertación Nacional (progresista y aspirante a gobernar)— solo la segunda lleva a una mujer en la chapa: la candidatura opositora conformada por Efraín Alegre y Soledad Núñez (con posibilidades reales de conseguir la victoria).

No hay lugar aquí para explicar toda la historia política del Paraguay, ni siquiera la reciente, pero sí podemos indicar ciertos aspectos históricos que resultaron clave para configurar su régimen político y su sistema electoral actual: Paraguay es un país con una escasa —siendo incluso generosos— experiencia democrática a lo largo de su historia y, como también sucedió en España, padeció durante la Guerra Fría un gobierno dictatorial militar fuertemente autoritario y personalista: el régimen del general Alfredo Stroessner, que inició en 1954 y finalizó en 1989 con un golpe de Estado interno, producido desde las entrañas del propio régimen.

Durante todo ese periodo, el dictador se apoyó en un partido político para sustentar lo que se denominó la “unidad granítica” que controló el país, conformada por el propio presidente Stroessner al frente del poder ejecutivo, las Fuerzas Armadas para mantener el orden manu militari, y la Asociación Nacional Republicana (ANR), popularmente conocida como “Partido Colorado”, para controlar el ámbito legislativo. Este el mismo partido que hoy, en 2023, sigue gobernando el país. Por entonces, en dictadura, había en Paraguay una “democracia de fachada” que permitía al régimen mantener hacia el exterior la ilusión óptica de tener una institucionalidad democrática (algo que los datos y las fuentes históricas no permiten corroborar).

No obstante, el poder de este partido y su fuerte implantación social no nace con la dictadura, sino antes: desde hace 75 años el país es dirigido por la misma organización política, la ANR o Partido Colorado, una institución corporativa con una férrea implantación en las instituciones estatales que con la dictadura se acrecentó y se consolidó, perfeccionando el modelo político de dominación y cooptación —cuando no parasitación— de las instituciones públicas. La ANR solo fue desalojada del poder ejecutivo en una ocasión durante los últimos 75 años: fue en 2008, cuando Fernando Lugo Méndez alcanzó la presidencia del país encumbrado por una concertación de partidos y movimientos de oposición que se denominó Alianza Patriótica para el Cambio; aquella coalición política de partidos de izquierda (sobre todo de partidos socialistas y socialdemócratas), incluía también al otro gran partido histórico del país, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), que alberga en su interior varias almas políticas (entre otras, la socialdemócrata, la socioliberal, y también la neoliberal). En este 2023, la oposición ha reeditado el modelo de candidatura de concertación de aquella Alianza Patriótica para el Cambio, victoriosa en 2008.

Sin embargo, aquella interrupción de la hegemonía colorada lograda por la coalición progresista en 2008 terminó de forma abrupta en 2012, cuando todavía no había finalizado el periodo de gobierno de Fernando Lugo (los mandatos presidenciales en Paraguay duran 5 años). Menos de cuatro años después de ser elegido por el voto popular, Lugo fue destituido mediante un golpe parlamentario (pueden llamarlo también juicio político, golpe blando, impeachment… les dejo que elijan el término que más les guste), golpe que fue orquestado por la ANR —entonces en la oposición— y también por un sector del propio PLRA.

Así, en la única ocasión en que el sistema político paraguayo tuvo la oportunidad de cambiar la organización política que venía gobernando desde décadas atrás —incluyendo todo el periodo dictatorial— y de alternar con ello el signo ideológico en el gobierno del Estado, la experiencia acabó en trauma: el presidente fue destituido en apenas 48 horas sin mayor motivo que un nuevo cálculo político de las élites, la coalición de gobierno quedó deshecha, y todo el campo de la oposición histórica paraguaya estalló por los aires, con reproches más que justificados de traición política y con una izquierda ideológica, en consecuencia, empujada de nuevo hacia la atomización y la marginalidad electoral, en una sociedad en la que no se habla de ideología ni de proyectos de país, y donde los dos partidos tradicionales copan prácticamente entre el 60% y el 90% del padrón electoral.

Pero hoy, a diez años vista, aquella ruptura parece olvidada entre la oposición, sabedora de la necesidad de concentrar el voto en una “chapa” con posibilidades de victoria, bien conocedora también del resultado invariable de una concurrencia dividida a los comicios. La oposición asumió en 2022 que si quieren tener una oportunidad de ganar deben acudir detrás de un proyecto común que combine tres elementos: un programa económico riguroso y coherente, para captar el voto la clase media paraguaya y de una juventud mucho mejor formada e informada que antes; un programa social ambicioso, para convencer a las clases populares de que asumirán el reto de alterar su durísima e incomprensible situación; y finalmente un proyecto político que respete, incorpore y ofrezca espacio de participación a todos los actores, sectores partidarios y colectivos sociales que se han implicado en ese proyecto —para no romper la unidad de la Concertación—, y quizá también algunos independientes externos para ampliar el apoyo en el último tramo de la campaña o incluso después —si ganaran— para gobernar.

Sin esos tres elementos no existe oportunidad, porque enfrente se encuentra un partido-Estado (la ANR) que aunque dé muestras de desgaste interno y a pesar de todos los desastres de su gestión, rehúsa perder el poder, sencillamente porque perder el poder es perder su casi único canal de financiación. La ANR es una organización muy antigua (fue fundada en 1887), tiene mucho arraigo social, con cerca de dos millones de afiliados de los siete millones de personas del país (lo que representa el 40% de la población y el 60% del padrón electoral). Sí, han leído bien: alrededor del 60% de los electores en Paraguay están afiliados al mismo partido que gobierna desde hace 75 años (lo que no significa que invariablemente todos ellos voten por “su” partido).

¿Por qué ocurre esto? El crecimiento o mantenimiento de la masa afiliada a la ANR se produce principalmente por vía de la adscripción comunitaria o identitaria de la militancia, una incorporación que las más de las veces es familiar: “soy colorado porque mi familia es colorada”, así se afilian muchos jóvenes en Paraguay. Por fortuna, otras y otros paraguayos ya no lo hacen, lo que permite atisbar luz en el horizonte. Pero esta afiliación identitaria no valdría por si sola para mantener la lealtad del militante y del votante: “para todo lo demás, Mastercard” (como decía el anuncio), o sea, billetera. Y es que el Partido Colorado es la organización que mejor maneja los mecanismos propios del funcionamiento clientelar y prebendario en las instituciones públicas; además, el control de las mismas durante tanto tiempo, así como el modelo de manejo e incorporación de funcionarios, asesores, contratos de servicios públicos, etc., han dotado al partido de un aparato y un músculo económico y social descomunal.

Básicamente, y mirado con cierta perspectiva histórica, desde que comenzó el proceso de democratización en Paraguay —y ya hace más de tres décadas de aquello— en la ANR jamás dejaron de participar “dopados” en las elecciones (y no estoy hablando de droga, al menos no todavía). Si quieren conocer más y mejor sobre cómo funcionan los partidos políticos paraguayos recomiendo a las lectoras y lectores acudir a los investigadores que más y mejor están abordando el asunto: Lorena Soler, Marcello Lachi, Raquel Rojas Scheffer, Marcos Pérez Talia, Fernando Martínez Escobar, Magdalena López, Félix Pablo Friggeri o Benjamín Arditi, entre otros y otras especialistas.

Pero el dopaje electoral crea adicción, y parece que en la ANR ya no supieran escapar de la trampa en la que se metieron; no es raro, en consecuencia, que cuando en 2008 perdieron el poder perdieran también una buena parte de ese músculo económico, lo que explica que el partido terminara cayendo en el encantamiento del dinero, derretido en los brazos del empresario Horacio Cartes Jara, en un gran “abrazo colorado” que puso también colorada a la propia democracia paraguaya (pero en otro sentido). El poder económico de Cartes y algunos otros socios permitió al partido sobrevivir tras los años de sequía del torrente de billetes que otrora fluían desde las arcas públicas merced a la presencia de la ANR en las principales instituciones del Estado. Basta con googlear las palabras clave “Horacio-Cartes-negocios-droga-corrupción” para hacerse una idea de la dimensión de la situación, porque Cartes no solo logró entrar y presidir el Partido Colorado (del que no era militante) sino que además fue presidente del país desde 2013 hasta 2018. Presidente del país, que no es cualquier cosa…

El partido todavía hoy vive y necesita de su liquidez, pero la soga empezó a estrecharse cuando, a comienzos de este año, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó al expresidente Horacio Cartes y al actual vicepresidente del país, Hugo Velázquez Moreno (también de la ANR) por “participación en corrupción desmedida que socava las instituciones democráticas en Paraguay” (según rezaba el comunicado de prensa del 26 de enero de 2023 de la Embajada norteamericana en Asunción). Para empezar a entrar en esa materia les recomiendo este trabajo del portal digital independiente paraguayo El Surti.

Como afirmaba recientemente la periodista paraguaya Estela Ruiz Diaz, la decisión estadounidense de señalar a Cartes es una medida que “pone en jaque todos sus proyectos porque el pedido de extradición pende como espada de Damocles”, y continuaba señalando que la grave acusación internacional de corrupción genera “una interrogante que lacera las carpas coloradas, ya que tanto la presencia como la ausencia de Cartes tendrá fuerte impacto». Estela Ruiz se mostró muy tajante a este respecto: “Horacio Cartes, el salvador de la ANR en el 2013, el poderoso empresario que puso bajo sus pies a medio Estado, a empresarios y a políticos a base de dinero, se está convirtiendo en un peso muerto para la ANR, mientras Santiago Peña busca desacoplarse de su controvertida figura”.

Santiago Peña es el actual candidato de la ANR para la presidencia (comparte chapa con el también colorado Pedro Alliana), y a día de hoy compite casi en pie de igualdad de oportunidades de victoria con la chapa conformada por Efraín Alegre (PLRA) y Soledad Núñez (independiente, aunque afiliada desde mayo de 2022 a la Concertación Nacional, la fórmula electoral que reúne a más de una decena de partidos de oposición para estas elecciones). No obstante, a diferencia de la chapa opositora (con mucha mejor imagen política y social), el candidato de la ANR carga a sus espaldas varios hándicaps nada desdeñables.

En primer lugar, Santiago Peña no es colorado de cuna —pertenecía antes al Partido Liberal—, pues se afilió a la ANR para ser el delfín de Cartes (toda vez que éste no podía ser reelegido porque en Paraguay está constitucionalmente prohibida la reelección presidencial), algo que le resta abolengo colorado (y ser colorado añeteté —en lengua guaraní, “colorado verdadero”— es una baza con la que no cuenta Peña para convencer a una parte de la militancia de la ANR); en segundo lugar, que precisamente ser el delfín de Cartes en estos momentos es un gran problema político por la imagen de corrupción ya difícilmente disimulable; en tercer lugar, que una chapa electoral conformada solo por hombres puede tener un cierto coste político a pesar del conservadurismo de la sociedad paraguaya; y en cuarto lugar, porque flaco favor se hace el candidato veleta cuando, como hizo en unas recientes declaraciones de finales de febrero, elogia la dictadura de Stroessner —aunque fuera con matices— ante los medios de comunicación.

Es difícil destruir más la imagen de un candidato que pretende ganar unas elecciones democráticas que cambiando de partido como de chaqueta, asociándose con la corrupción, abanderando el machismo institucional y blanqueando la dictadura; demasiado peso para tan poco carro. Sobre todo si, como parece que va a ocurrir, esta vez tanto la Unión Europea como la Organización de Estados Americanos van a tomarse en serio su Misión de Observación Electoral en Paraguay, que puede impedir las tradicionales artimañas electorales antidemocráticas —algunas de carácter expresamente fraudulento— a las que tanto se ha recurrido desde los partidos en el gobierno.

¿Pero cuál es la alternativa a la ANR? Todos los especialistas consultados apuntan a una única opción real: la chapa conformada por Efraín Alegre y Soledad Núñez, o sea, la Concertación Nacional, coalición progresista de centro izquierda con la incorporación de algunos grupos de derecha moderada cansados de la corrupción y la mala gestión del coloradismo. Si la ANR es la “espada”, ellos son la “pared”, literalmente un lienzo en blanco. ¿Qué podrían hacer? Esa es una buena pregunta. Por lo pronto, renovar el espíritu democrático, abrir las ventanas, y airear; lo que no es poca cosa en la situación actual. El país necesita un cambio: en algunos indicadores internacionales Paraguay aguanta el tirón general de América Latina —sin poder alardear, pero aguanta—, mientras que en otros va mal, o de mal en peor, y entre estos figuran la educación, la sanidad y la confianza en la democracia; nada más, y nada menos. En esta coyuntura cualquier cambio parece que tiene que ser, por fuerza, a mejor.

En las elecciones de 2013 la diferencia entre la ANR y la candidatura opositora de coalición (que también encabezó el propio Efraín Alegre) fue muy reducida, de apenas 75.000 votos (una diferencia inferior al 4%). Hoy, a la luz de los pocos datos y encuestas fiables de los que se puede disponer en Paraguay, esa diferencia se ha reducido, e incluso puede haberse revertido ya en intención de voto. Por su parte, en lo tocante al exterior, el voto paraguayo desde el extranjero a las candidaturas de oposición fue de hecho superior en 2013 al resultado obtenido por la ANR, y en 2018 la diferencia aumentó, cuando la alianza opositora recibió 4.444 votos frente a los 2.849 obtenidos por los colorados; una superioridad manifiesta que muy probablemente se repetirá o se ampliará el mes que viene en las mesas electorales habilitadas en Argentina, España, Brasil y Estados Unidos.

Conviene tener en cuenta que en España están radicados decenas de miles de paraguayos y paraguayas, quienes tienen el derecho constitucional al voto desde el exterior. En las elecciones paraguayas de 2013 había en España unos 4.000 electores inscritos en el Registro Cívico Permanente (RCP) —y que en consecuencia podían participar en aquéllas— de los que votaron algo más de 1.600; cinco años después, en 2018, el número de electores paraguayos en España se había incrementado hasta los 6.500 inscritos, votando unos 2.100. Para las elecciones paraguayas del 30 de abril de 2023 hay 7.248 personas registradas en el RCP que son residentes en España; esas 7.000 personas constituyen el 10% de los votos que hubo de diferencia en 2018 entre la ANR y el cambio político.

Para las elecciones paraguayas del próximo 30 de abril, las encuestas revisadas y los especialistas consultados hasta la fecha vaticinan un resultado que puede oscilar entre un empate técnico entre las dos candidaturas principales y una victoria ajustada de la Concertación Nacional (la chapa progresista de Efraín Alegre y Soledad Núñez), que ganaría por un reducido margen de votos (entre un 1% y un 3% superior al resultado de la ANR). El ciclo progresista en América Latina puede tener la guinda con un cambio histórico y muy necesario en Paraguay. Como en los mejores partidos de fútbol habrá emoción hasta el último minuto, y contará cada voto.

EL AÑO DE LAS REVOLUCIONES ROTAS (BRUNO ESTRADA)

Año bisiesto, declarado por la ONU Año Internacional de los Derechos Humanos, 1968 fue el año en el que parecía que la Revolución se estaba dando en todas partes, en el que volaron los sueños, se extendió la rebeldía y todo apuntaba a que algo muy nuevo estaba pasando en el mundo. Cincuenta y cinco años han pasado desde entonces, por lo que una gran mayoría de personas solo conocerá los acontecimientos de ese año por haberlos leído, escuchado en la radio o en la música, o visto en el cine.

No se preocupen, este libro les permitirá recorrer 1968 en un viaje en el que el autor ha querido que hablen los hechos a partir de historias reales, pero que él ha ficcionado, convirtiendo la lectura de este libro en un apasionado relato, riguroso con los acontecimientos históricos, pero ágil y con mucho ritmo. En cada capítulo nos acompañarán personajes reales –periodistas, escritores o protagonistas de cada uno de los episodios que se van narrando–, tejiendo un hilo conductor que nos lleva desde los Estados Unidos y la guerra del Vietnam al triunfo de Nixon, pasando por los asesinatos de Bob Kennedy o Luther Martin King o las impresionantes manifestaciones contra la guerra que se vivieron en muchas ciudades estadounidenses. Movilizaciones que se vivieron también en Francia, en un Mayo del 68, que quedará para la historia como un año de huelgas, grandes manifestaciones, despertar del movimiento obrero, pero sobre todo como el detonante que permitió que empezara a estallar en el mundo occidental el apretado corsé de las tradiciones culturales y religiosas que asfixiaban a la sociedad. París contagiaba al mundo. Ya no valían las ideas que sostenían el viejo mundo. Por eso fue también el año en el que se vivió una eclosión del feminismo.

Mientras, Checoslovaquia vivía la ilusión de su Primavera de Praga y la decepción de su aplastamiento por los tanques soviéticos. China vivía su Revolución Cultural en la que en lugar de seguir aquella máxima de “Permitir que 100 flores florezcan y que cien escuelas de pensamiento compitan”, lo que se sufrió en realidad fue la persecución de toda disidencia.

La imagen, en las Olimpiadas de México, de dos atletas afro-estadounidenses levantando el puño en defensa de los derechos de la población afroamericana, dio la vuelta a un mundo que veía con espanto cómo las autoridades mexicanas aplastaban violentamente las movilizaciones estudiantiles, obreras y campesinas.

Un año que vio también cómo fueron aplastadas revoluciones como las de Panamá o Pakistán y en el que la CIA, siempre presente en todas partes y al mismo tiempo, comenzaba, especialmente en América Latina, a intervenir para apoyar a militares golpistas, destituir a los mandatarios elegidos democráticamente e impulsar dictaduras, que en los años siguientes quedarían en la Historia como el horrible símbolo de la represión y opresión más violentas.

Un libro muy recomendable en estos tiempos en los que la revolución tecnológica en las comunicaciones, la globalización financiera, el deterioro del planeta y el crecimiento la desigualdad han fomentado un creciente individualismo en la sociedad.

Tiempos de “zozobra”, como dice Bruno Estrada en el capítulo de Agradecimientos, pero también tiempos de esperanza e ilusiones, con la aparición de nuevos importantes movimientos protagonistas en el camino del progreso y los cambios sociales: el feminismo y el ecologismo.

La Fundación Espacio Público te invitamos a participar en la presentación de este libro de nuestro compañero Bruno estrada el próximo jueves 30 de marzo.

1968
El año de las revoluciones rotas
Bruno Estrada López 
Prólogo de Daniel Bernabé
Catarata, 2022

Bruno Estrada es economista, miembro de la Fundación Espacio Público, coordinador de la Secretaría General de CCOO y director adjunto del curso de Relaciones Laborales de la UNED. También es presidente de la Plataforma por la Democracia Económica, miembro del consejo editorial de CTXT y de la Revista Temas. Es autor, entre otros libros, de La revolución tranquila (2018) y 20 razones para que no te roben la historia de España (2019).

Ante un panorama político y social incierto que padecemos en la actualidad, el próximo 2 de abril, supongo que por fin se pondrá en marcha el Proyecto Sumar, con Yolanda Díaz al frente de este ambicioso proyecto progresista de participación ciudadana integrado por distintas formaciones políticas.

Esta iniciativa es, no sólo largamente esperada, sino que, posiblemente, el proyecto de futuro más ambicioso, desde un punto de vista democrático y humanista, planteado en este país como forma de recuperar y ensalzar el concepto de Soberanía Popular; por medio de una idea de democracia popular en contraposición a la fracasada democracia liberal procedimental, que ha encadenado, durante estas últimas décadas, un sin fin de crisis financieras, políticas y sociales, incrementando la desigualdad, eliminando servicios y derechos sociales hacia la supresión de la Justicia Social alterando el principio de convivencia.

El deseado éxito del Proyecto Sumar requiere una verdadera unidad de las distintas fuerzas progresistas, dejando de lado egos personales y con el firme propósito de avanzar en un plan común con la mayor celeridad posible, debido al actual panorama político incierto con el riesgo de padecer un gobierno futuro entre PP y Vox como ya ocurre en Andalucía, Castilla León y Madrid.

En absoluto se trata de apelar al voto del miedo, más bien todo lo contrario, recuperar el voto de la esperanza de la revolución social permanente en busca de la recuperación de los derechos y servicios públicos básicos para la ciudadanía con la consiguiente mejora de la Seguridad Jurídica para un mejor desarrollo social y económico.

Para la consecución del éxito de este Proyecto y sus propósitos, se requiere destacar una serie de puntos que considero fundamentales y que se deben profundizar con la mayor rapidez y seriedad posible para la credibilidad de un programa social para todas y todos:

– Impulso y Desarrollo del Sistema de Educación Pública bajo el principio de «educar en derechos humanos, igualdad y respeto de género, interculturalidad y en la lucha contra la pobreza». Para esto debemos reforzar la figura de las educadoras y educadores social y económicamente. Además, es imprescindible planificar de forma eficiente la educación pública en el mundo rural muy desfavorecido en la actualidad.

La educación pública es la piedra angular para una verdadera cohesión social y la forma más eficiente de luchar contra la desigualdad social, por consiguiente el modo de conseguir una sociedad más empática y humanista basada en el respeto común a través del conocimiento y el pensamiento crítico.

– Leyes que refuercen la Sanidad Pública Universal con una financiación adecuada para su desarrollo y sostenibilidad, así como su implantación dentro de todo el territorio incidiendo, de nuevo, especialmente en las zonas rurales para que a nadie se le niegue la asistencia médica pública.

– Nueva Ley sobre la Función Pública que dote de eficiencia y prestigio a los funcionarios públicos como ejecutores del desarrollo de las políticas sociales más importantes en la lucha contra la desigualdad social. Para impulsar este punto abogo por la creación de una carrera universitaria, media y superior, de Gestión de los Servicios y Recursos Públicos para una mayor profesionalización en la gestión administrativa en sectores públicos estratégicos (hospitales, centros educativos,…etc).

– Potenciar un verdadero parque de vivienda pública.

– Desarrollo legislativo que bloquee e impida la privatización de los servicios y derechos públicos esenciales.

Lo expuesto hasta el momento es una humilde y sencilla pincelada básica como base por la lucha de igualdad de género, lucha contra el bullying escolar o cualquier otra discriminación, por el cuidado y protección de nuestros mayores, por el desarrollo y prevención de la ley de garantía integral de la libertad sexual, por la protección a la salud mental… En definitiva, devolver la soberanía y condición de ciudadanos a las personas en contraposición al concepto de súbdito como principio de sociedad gregaria que hemos padecido durante estas últimas décadas y que, en la actualidad, buscan mantener las élites y privilegiados sociales, económicos y eclesiásticos.

Recuperar la condición de ciudadanos significa, a mi modo de ver, promover la participación dentro del espacio público; centros educativos, centros de salud, asociaciones vecinales…como definición de DEMOCRACIA de John Rawls «el ejercicio de la Razón Pública» para ser partícipes de una sociedad más participativa, solidaria y humanista, siempre en busca de una mayor Igualdad, Respeto y Justicia Social.

Necesitamos que en la formación de este nuevo proyecto Sumar se ejerzan los principios de diálogo, debate y consenso con la mayor participación ciudadana posible, desde una perspectiva positiva, para la consecución de nuevos avances sociales con prosperidad, con un desarrollo económico justo y sostenible.

Considero que nos queda poco tiempo, pero que no es tarde para unificar nuestras fuerzas e ideas, que el mensaje debe de llegar hasta el último rincón de la ciudadanía para contrarrestar bulos y sofismas vertidos por la derecha y sus élites privilegiadas, así como evitar el grave problema de la abstención; pero no sólo movilizar el voto, sino concienciar e incentivar a la ciudadanía en la participación pública… en el espacio de todas y todos.

Decía Aldous Huxley en “Las puertas de la percepción” que los poetas ven el interior de las almas con una sensibilidad más vulnerable a la maravilla y también a la miseria de la existencia. Clemente Bernad (Pamplona, 1963) es un reconocido fotógrafo documental, pero sobre todo es un poeta de la imagen. Mira por una rendija y nos golpea. Es una mirada que crece desde abajo, inasequible al tráfico, se ocupa de todas las víctimas y de la dignidad humana allí donde fue arrebatada.

Los trabajos fotodocumentales que lo aseveran ocuparían un espacio que aquí no tenemos, porque queremos que nos hable de la monumental obra sobre el conflicto vasco “Cerca de aquí” que ha tardado 30 años en reconstruir y deja sin aliento a quien se acerque a ella. Un puzzle que dice ha conseguido componer lentamente entre las dudas y el dolor, sabiendo que ser todo es ser parte y que mirar dentro de casa es más difícil, más comprometido, más peligroso.

Durante esas tres décadas ha estado muy solo, pero ya no. Bernad, admirador de la Comuna de París, se ha acompañado de más de 80 personas que interrumpen una repetición visual desesperanzada del conflicto acompañándolo en un acto simbólico, que creemos, de reparación personal y colectiva. La potencia de esta voz comunal se desvela en esto que dice de manera tan hermosa: no es importante quién dice cada cosa, sino el hecho de colaborar y acompañar. Han faltado muchos cuidados y mucho acompañamiento en este conflicto.

El conflicto vasco, especialmente para quienes hemos vivido el conflicto dentro de casa es un legado de dolor, un legado traumático, lleno de tabúes y silencios de distinto tipo. Hubo silencios elegidos que sirvieron para preservar lo que la razón quería suspendido, justo lo que se encuentra en el entre tú y yo, en el entreser. Pero llegó el tiempo de contarnos qué es lo que hicimos, qué es lo que fuimos, qué es lo que pasó.

Mientras nos arrulla el recuerdo de la melodía de “El tiempo de las cerezas” escuchamos a Bernard susurrarnos “romper el silencio es un imperativo moral. El pasado no tiene remedio, porque no puede volverse a vivir, pero alcanzar la verdad de los hechos y procurar justicia y reparación para las víctimas es cosa del presente. Para entrar en la memoria con la mayor dignidad posible”. Seguid escuchándole, sus palabras son imperdibles.

EP: En tu libro dices que un fotógrafo documental no es un voyeur. En la misma línea reflexiona Ana Longoni cuando señala que el documentalista se confunde -entre la neblina y el humo, el fuego, la lluvia y el llanto porque una foto es una pregunta- ¿Cómo entiendes la fotografía documental y, en particular, en este trabajo? ¿Cuál crees que debe ser el lugar del fotógrafo?

Clemente: La fotografía documental o lo documental es una mirada de alguien. Yo entiendo esa mirada, en particular la mía, como un posicionamiento, como una forma de involucrarme en aquello que quiero contar a través de un discurso documental. Lo documental no es el mundo real ni lo sustituye. Es el territorio de la no ficción. Es tan real que no tiene guion, las cosas pasan y no están escritas de antemano como en la ficción. Tienes siempre la sensación de tirarte a una piscina vacía. Eso lo convierte en un material muy complejo porque representa el mundo y elabora un discurso sobre el mundo real. Por eso es importante que ese discurso no desmienta los hechos de los que va a hablar y asuma una responsabilidad sobre lo que cuenta, precisamente porque lo hace a través de personas y momentos delicados y a veces, muy duros. Una mirada responsable también es una mirada consciente del lugar que ocupa quien mira. Para mí es cada vez más importante una mirada que renuncia a sus privilegios, que se sabe no neutral, porque los fotógrafos muchas veces no sólo han impuesto su mirada, su discurso, sino que lo han hecho de manera absolutamente indigna.

Además, la fotografía es una herramienta muy pobre para contar algo. Por eso no aspiro a que tenga una función curativa o sanadora, una especie de misión mesiánica. Sin embargo, y, aunque suene contradictorio, sí creo que el compromiso con aquello que vas a contar, además de necesitar información y análisis crítico, tiene cierta voluntad de transformación. El documentalista no mira y se va. Mira, pero al colocar su mirada en el espacio público tiene el efecto de una piedra que cae en un charco y lo cambia. Aunque se ha puesto de moda, no me interesa nada usar el discurso documental como medio para contarse a uno mismo. Para mí es importante que mi trabajo sirva a la historia, no que yo me sirva de la historia.

EP: La narración del libro se estructura en torno a dos relatos que ofrecen perspectivas temporales y puntos de vista diferenciados. El primero es un relato visual y sigue el ritmo repetitivo, pesado, monótono, cansino y asfixiante del conflicto vasco. Muerte, muerte y más muerte por todas partes, dice Ana Longoni. El segundo es un relato colectivo. Más de 80 personas lo acompañan. Háblanos de este relato colectivo.

Clemente: La fragilidad de la imagen fotográfica para elaborar discurso, como decía antes, hace que para mí el contexto sea muy importante. Que esas imágenes débiles, pero que cuentan cosas sobre historias fuertes, estén acompañadas por otras voces. Eso permite un punto de vista poliédrico, multivocal. Que el relato sea colectivo ayuda a luchar contra una cosa contra la que yo lucho habitualmente que es contra la versión oficial. En el caso del conflicto en el País Vasco ha habido una versión oficial con la que nos han machacado constantemente y ha creado agujeros negros tremendos. Además, creo que el contexto y la coralidad de voces hacen menos manipulable el libro porque todas las voces se apoyan entre sí y conforman un concepto que a mí me gusta mucho y es el del apoyo mutuo.

Este libro fue un trabajo colectivo desde el principio. En ese relato colectivo hay tres textos de tres personas no vascas y cuyas voces son tremendamente importantes. Los de la argentina Ana Longoni, la estadounidense Jackie Urla y el madrileño, Emilio Silva. Sus biografías están ligadas a una memoria de exilio, represión y todas tienen un amplio conocimiento sobre procesos revolucionarios y prácticas culturales activistas. Luego vienen esos más de 80 testimonios que son muy importantes también. Son personas que he ido conociendo durante los años en los que hice las fotos del libro y que como digo en el libro, tienen algo razonable que decir sobre el conflicto. No hicimos un casting para seleccionarlas, pero casi. Sí decidimos que no hubiera políticos profesionales o que no tuvieran una trayectoria como parte combatiente dentro del conflicto. Creo que estas voces aportan sensibilidades muy diferentes y también aportan una herida que toma la forma de una especie de arrepentimiento, de lamentación, una especie de no sé qué hice, de desorientación y de pena.

Hernani, 1996.

EP: El título “Cerca de aquí” sitúa el conflicto dentro de tu propia casa. No está a miles de kilómetros de distancia. Justo allí donde dices se encuentran los miedos y los fantasmas. Donde nada es en blanco y negro. Donde no es posible volver a casa y dejar atrás a las partes en conflicto porque el conflicto forma parte de tu identidad. Qué dificultades tiene esa mirada que aborda lo que está cerca, lo que forma parte de uno ¿se puede uno o una  desprender de esa mirada?

Clemente: No, yo no puedo hacerlo. Casi todos mis trabajos personales sirven para contar lo que tengo cerca que es lo que me interesa. El título del libro conecta con esto y también la propia cubierta. Es una foto tomada de una pegatina que estaba en el portal de nuestra casa en Pamplona. Es una pegatina de un miembro de ETA preso que era del barrio, imagino que era una pegatina de Euskal Presoak, y esa pegatina estaba rayada, o sea alguien la rayó. Esa pegatina es como una sublimación del conflicto. Ahí está todo.

Cuando trabajas sobre lo que está cerca conoces las claves porque las claves están en las discusiones que tienes sobre este tema con tu familia, con tus amigos, con tu entorno. Todos los que hayan vivido en el País Vasco lo saben. Cuando lo que está cerca lo miras como lo he mirado yo te conviertes en sospechoso para todos. Los que sospechan suele ser gente que piensa que el mundo tiene que ser como ellos piensan, que no hay grises y matices, que no hay miles de posiciones distintas y formas de organizar la vida.

En este trabajo he tenido que hacer muchas elecciones como sacar fotos a realidades invisibles que nadie conoce realmente y a nadie le interesa. Y como fotógrafo no tomé precauciones. Por ejemplo, elegí subirme a un autobús que los familiares de presos siguen cogiendo para ir a visitar a los presos de ETA. Estos autobuses eran parados sistemáticamente por controles de la Guardia Civil. Yo podía haber dicho que tenía un carné de prensa y que iba a hacer fotos, pero elegí mantenerme cerca de aquí. Decidí formar parte de la historia del autobús en el que me habían facilitado ir. En el libro también hay muchas fotos de la kale borroka y antes de poder hacer esas fotos me destrozaron un par de cámaras en dos episodios en Pamplona. Eres siempre sospechoso cuando decides hacer fotos y no irte a tu casa. Esto no ocurre cuando eres un fotógrafo de una agencia internacional que se aloja en un hotel, hace cuatro fotos y se va.

EP: La imagen documental te sirve para mostrar un virulento conflicto político, que  afectaba de manera transversal a una sociedad que se encontraba dividida y herida gravemente. Sin embargo, dices que, el sufrimiento de las víctimas y el odio enquistado, discurría de manera oculta, fuera de los focos. Como también señala otra de las voces que acompañan el libro, el conflicto era una guerra con pausas administradas a lo largo del tiempo, acciones que discurrían en distintos tiempos históricos y por eso es difícil ponerle un principio y un final ¿Cómo se ha representado el conflicto? ¿Qué función ha tenido el silencio y los tabúes en esa representación?

Clemente: Creo que la representación de este conflicto ha sido muy deficitaria. Se han utilizado símbolos, estereotipos y escenificaciones habituales en la imagen fotográfica -cuatro banderas, una pintada, una manifestación, capuchas…- para comunicar de una manera tremendamente pobre lo que estaba ocurriendo. Creo que también ha habido una mirada policial que ha capturado la mirada de los medios de comunicación con una intención propagandística. También ha habido mucho silencio por miedo a las represalias. Yo he intentado mirar los silencios y los tabúes. Quise mirar lo visible, lo que estaba a disposición de todo el mundo, pero asumiendo una distancia digamos que distinta, y también quise mirar las zonas de sombra, lo que quedaba fuera de la existencia común y se convirtió en tabú. En el libro hay varias fotos que hablan de la humanidad de los miembros de ETA, de sus familiares y de su entorno. Era gente que mataba, pero que también vivía experiencias llenas de cariño y de humanidad y que han permanecido ocultas.

Donostia / San Sebastián

Bilbao/Bilbo, 1997. Funeral de Modesto Rico, agente del CNP asesinado por ETA.

Por otro lado, el conflicto vasco demandaba una especie de control  de la identidad,  una ficha, un DNI, algo por otra parte muy policial. En el libro he tratado de enfrentarme a eso, impugnar esa historia. En las fotografías del libro hay muy pocas identidades reconocibles, sólo algunos políticos, algunas caras de gente que aparece en ciertas circunstancias, pero en todo momento, su identidad está rebajada. En el conflicto vasco hacerse ver era un tabú. Ha sido un conflicto muy silencioso y este silencio también ha sido voluntario. La voluntad de no comunicarse. Yo creo que esa ha sido una particularidad de este conflicto a diferencia de otros como el de Irlanda del Norte. De alguna forma, en ese mantenerme cerca de aquí también he querido dar coherencia a esa voluntad de las y los vascos de no ser vistos, de mantenerse en silencio.

EP: Dices que el trabajo de las instituciones de este país para con las víctimas ha sido profundamente deficitario. De hecho, se ha tenido que esperar hasta 2011 para que desde el Estado se implementen algunas medidas dirigidas a obtener verdad, justicia y reparación. Sin embargo, también dices que el Estado ha categorizado a las víctimas ¿Quiénes son las víctimas y qué debe hacer una democracia que quiera merecer tal nombre para reparar el daño de todas?

Clemente: El conflicto vasco no nace como un champiñón en mitad de la nada, nace en plena dictadura franquista. Las víctimas causadas por ETA han sufrido mucho por la marginación, el silencio, la dejadez del Estado, pero luego se ha legislado y han recibido verdad, justicia y reparación, pero hay otras víctimas que están abandonadas. Dice Emilio Silva que a su abuelo lo mataron como a Miguel Ángel Blanco pero que a su abuelo nadie le ha hecho ningún tipo de reparación. Todas son víctimas, pero su tratamiento es profundamente desigual.

Una cosa importante para mí es saber que ser víctima no te imprime carácter porque esa condición no te hace víctima en todos los contextos. Puedes haber sufrido un atentado de ETA pero eso no puede ser una coartada para blanquear tu pasado criminal, como puede ser el caso de Carrero Blanco pero de muchos otros también. Como dice Emilio Silva en el texto del libro hay que luchar contra el silencio, pero lo que no podemos hacer es promover más silencio. Los principios de la justicia transicional, verdad justicia y reparación tiene que llegar a todas las víctimas del conflicto vasco, cualesquiera que sean estas. Las familias de los presos de ETA que han sufrido la dispersión son víctimas del conflicto vasco. Frente a las simplificaciones, hay muchísimos miembros de ETA cuyas familias han diferido completamente de la actuación de sus hijos y han sido víctimas de un conflicto en el que ellas no participaron. El único camino es meterse en la piel del otro, hay que subir la montaña del otro y, aunque es complicado, es lo que hay que hacer.

Irún, 1996. Agentes del CNP detienen en la frontera a los autobuses que regresan de una marcha en Bruselas contra la dispersión de lxs presxs vascxs.

EP: Has tenido que hacer tu trabajo conviviendo con la amenaza, acosado, criminalizado, sufriendo campañas sucias de desprestigio y un monstruoso apartheid profesional ¿ha merecido la pena?

Clemente: Hacer este trabajo fue una decisión que comportaba riesgos desde el principio y yo los asumí. Nadie me pidió que lo hiciera y nadie me lo encargó. Luego es verdad que me ha provocado mucho sufrimiento porque he tenido que enfrentarme a todo tipo de experiencias, sanciones, retenciones. Algunas de ellas, como la del Guggenheim, las cuento en el libro. Me quedé solo. Me di cuenta de que nadie quería mancharse con una cosa que era absolutamente sucia, que salpicaba a todos. Esa soledad la he sentido en todo momento hasta el final. También sé que esas condiciones en las que hice el trabajo están relacionadas con mi necesidad de mantener una libertad y una independencia que también implican trabajar a la intemperie. Así que no me planteo nunca si ha merecido la pena, yo creo que todo merece la pena pase lo que pase en la vida.

EP: Dice Ana Longoni que las mujeres no abundan en las fotografías seleccionadas para este libro y que eso puede darnos claves de la lógica de un conflicto que se dirime entre masculinidades y cuerpos de varones básicamente ¿Qué lectura feminista se puede hacer del conflicto a través de la ausencia y escasa presencia de las mujeres en el libro?

CB: Ana Longoni tiene razón. Cuando la cosa va de violencia y agresividad los hombres se llevan el protagonismo. En las fotos, la presencia de las mujeres es importante, pero escasa. Probablemente también se explique por el momento histórico en el que está contextualizado el conflicto vasco. Un contexto muy masculinizado y machista que también fue evolucionando e hizo evolucionar el papel de las mujeres en el conflicto, pasando de ser familiares acompañantes a ser militantes de ETA, por ejemplo. Creo que ese hecho fue duramente castigado. Ha habido casos paradigmáticos que lo han puesto de manifiesto como el caso de Yoyes o la hipersexualización de Idoia López de Riaño, alias “la tigresa”. En otros ámbitos del conflicto hubo también pocas mujeres en las estructuras de decisión política, en los partidos, en otro tipo de entidades. En la última parte del conflicto, después del alto al fuego, hubo una mayor visibilidad de plataformas por la paz en las que las mujeres han sido muy importantes.

Donostia / San Sebastián, 1991. Féretros de Jokin Leunda, Patxi Itziar e Iñaki Ormaetxea, militantes de ETA muertos por disparos de la Guardia Civil.

Sin embargo, como decía, para mí la presencia de las mujeres es importante, precisamente porque están en momentos que yo considero claves: la presa que tiene un hijo en el hospital y que luego tiene que volver a la cárcel o esa mujer tumbada sobre el cadáver de su sobrino, que es un miembro de ETA que muere en el barrio de Morlans, que es una especie de Piedad llorando al varón que ha muerto en un acto de violencia.

EP: En el libro cuentas “Un día de 2015 pudimos entrar por un agujero en la pared en la nave abandonada del diario Egin, clausurado por Baltasar Garzón. Detenerse ante aquella redacción devastada y contemplarla sin prisas y en silencio supuso un taciturno viaje a un pasado implacable”. Dices que fue un auténtico revulsivo que intuiste podría cerrar un círculo inacabado y doloroso ¿El verdadero viaje es el retorno?

Clemente: Estoy completamente de acuerdo con esa frase que la dice Úrsula K. Le Guin en su libro “Los desposeídos”. También con esta otra que también dice si quieres volver continúa. Todo mi trabajo ha sido volver constantemente. Son 30 años de trabajo, así que hubo una fase del trabajo que fue ir, pero luego empecé a volver. Entrar en la nave de Egin fue brutal porque yo había abandonado el trabajo. Había tenido disgustos como el del Guggenheim y otros que de alguna manera me desautorizaban haciendo que cuestionara la situación en la que me encontraba. Entrar en Egin fue como entrar en una cápsula del tiempo. Todo se ordenó allí porque vi que todo tomaba sentido.

El libro es muy cíclico, vuelve todo el rato sobre lo mismo, no es nada lineal. Se repite el sufrimiento una y otra vez. Lo de Egin fue un cierre total. El cierre de algo que existió y ya no está. La fotografía en sí misma es un proceso de memoria total y es un proceso de muerte porque cualquier imagen fotográfica tiene algo de mortuorio. Cuenta algo que ya pasó, que quedó ahí y nunca más va a volver a suceder. Empecé con 30 años y ahora tengo 60, así que cualquiera de las imágenes del libro son un viaje en la memoria para mí como persona y también como acontecimiento. Es un pasado que queda detenido y queda detenido para el futuro. También le he leído decir a Úrsula K. Le Guin que no sabe dónde empezó todo. Y yo me siento así también, no sé cómo empezó realmente todo. Este trabajo es un viaje en el tiempo que para mí tiene algo de misterio. En fin, creo que sí, que el verdadero viaje es el regreso.

EP: Muchísimas gracias por tu generosidad, Clemente.

CERCA DE AQUÍ // Hemendik Hurbil
Clemente Bernad
Concepto: Clemente Bernad & Carolina Martínez

Textos de: Imanol Aguirre, Ignacio Ayestarán Úriz, Iñaki Alforja, Ana
Aliende, Mónica Allende, Bingen Amadoz, Txema Aranaz, Mikel Aramburu Zudaire,
María José Aranzasti, Silvia Casado Arenas, Fernando Armendáriz, Iñaki Arzoz,
Bernardo Atxaga, Pepe Baeza, Álvaro Barrientos, Joseba Beramendi, Clemente
Bernad, Iosu Bezunartea, Isabel Cadenas Cañón, Christian Caujolle, Federico
de los Ríos Marín, Martxelo Díaz, Ana Díez de Ure Eraul, Lee Douglas, Juantxo
Egaña, Aingeru Epalza, Xabi Epalza, Santi Eraso, Amaia Ereñaga, Alicia Ezker, Gari
Garaialde, Ander Gillenea, Iván Giménez, Laura Gómez, Carles Guerra, Peio H.,
Carlos Hernández, Xabier Idoate, Patxi Irurzun, Jabier Izquierdo, Yulia Kovarskaya,
Ikor Kotx, Alberto Labarga, Joxe Lacalle, Hasier Larretxea, Mariano Llorente, Ana
Longoni, Joxe Mari López, Juanjo López, Maite López Flamarique, Maite Lorés,
Andoni Lubaki, Jagoba Manterola, Carlos Martínez, Carolina Martínez, Rosa
Martínez, Arantxa Mendiharat, Aitor Merino, Juan Carlos Mestre, Álvaro Minguito,
Oskar Montero, Mariasun Monzon, Víctor Moreno, Fermin Muguruza, Fermin
Munarriz, Juan Luis Napal Villanueva, Aitor Ortiz, Pedro Osés, Orreaga Oskotz,
Martxelo Otamendi, Fernando Pérez, Edurne Portela, Rafa Rivas, Paco Roda, Jabier
Salutregi Mentxaka, Pablo S. Quiza, Virginia Senosiain Sánchez, Emilio Silva,
Helena Taberna, Mabel Tapia, Ana Unanue, Jacqueline Urla, José Ramón Urtasun,
Vincent West, Idoia Zabaleta, Joseba Zabalza.

Alkibla Editorial, 2023.

“Un rasgo curioso del problema ontológico es su simplicidad. Puede formularse en dos monosílabos: «¿Qué hay?». Puede además responderse en una sola palabra: «Todo»; y todos aceptarán esta respuesta como verdadera. Sin embargo, esto es sólo decir que hay lo que hay. Queda lugar para discrepancias en casos particulares; y así la cuestión ha persistido a través de los siglos.”

(Willard Van Orman Quine, filósofo estadounidense, 1908-2000)

Acaba de hacer ahora justo un mes que la Sala Segunda del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) tuvo a bien publicar (15/02/2023) la Sentencia desestimatoria de todos los recursos contenciosos (9) presentados contra la aprobación del planeamiento urbanístico relativo al ámbito del entorno de la estación madrileña de Chamartín, que fue reciente y pomposamente rebautizado como “Madrid Nuevo Norte”.

Tiene lugar la Sentencia treinta años después del inicio (1993) de una dilatada trayectoria salpicada de hechos y de actos inconexos en apariencia, guiados eso sí por un propósito invariable: la realización de un colosal negocio asociado a la transformación de un espacio, de un “vacío” situado en un lugar de la ciudad con máximo valor estratégico en su proceso de  expansión.

En su conjunto la referida sucesión de actos -y de hechos- tanto los ya registrados como los que en adelante acontecerán, reúne las condiciones para su consideración como un “caso”, pudiendo y debiendo ser contemplada como tal para su cabal comprensión. Y ello por una doble razón.

En primer lugar y desde un punto de vista ontológico -por así decir-, en tanto resulta ser la expresión particularizada de un “universal“: el Urbanismo, al examinarse éste en la degradada evolución que ha experimentado en los últimos 30-35 años, con especial intensidad y alcance en su plasmación propiamente madrileña.

Pero además, por los numerosos vestigios de ilicitud, susceptibles de investigación en cuanto tales, que el propósito antes mencionado ha presentado -y seguirá presentando- en su discurrir; propósito y ribetes asimilables por entero a los que han movido, impulsado y caracterizado los ya innumerables “casos” que de día en día, la inteligencia policial ha ido bautizando con sugerentes  e ingeniosas denominaciones[1] en su labor de investigación de tramas y escándalos. Y de nuevo aquí comparece la ontología, solo que ahora el “universal” pasaría a ser la Corrupción[2].

Con respecto a lo sucedido hasta ahora y desde el planteamiento que se acaba de exponer, los principales elementos en juego serán examinados en las líneas que siguen procediendo del siguiente modo: identificándolos y desglosándolos primero, para reagruparlos a continuación en tres planos o facetas:

1. La creación y preparación institucional de un espacio o campo de juego en el que diversos agentes que representan las diversas modalidades extractivas del capital, esencialmente el inmobiliario y el financiero, podrán disputarse esa.

2. La plasmación concreta del planeamiento, en su devenir, en tanto instrumento de ordenación del espacio urbano y sobre todo en tanto instrumento que constituye un soporte básico para la obtención de ganancias al tiempo que regula su apropiación.

3. La Sentencia, como episodio en el que finalmente se condensan las maniobras y esfuerzos destinados a justificar desde la autoridad judicial un más que dudoso ajuste entre lo ya sancionado en la esfera administrativa (y también en la política en el presente caso) y la legalidad a la que debería haberse sujetado.

Estos tres planos pese a ser distintos y aparentemente autónomos están estrechamente interrelacionados y gobernados por la lógica impuesta por el primero de ellos, es decir por ese permanente propósito de cosechar en forma de ganancia privada los frutos derivados del proceso de expansión y transformación de la ciudad.

Foto de Jesús Gago.

Espacio codiciado. Negación flagrante de un precepto constitucional y oportunidad perdida

En 1993 RENFE convoca un concurso para “poner en valor” una limitada parte [3] de los terrenos que ocupan sus instalaciones ferroviarias en Chamartín, en cuanto tales adscritos al dominio público y cuya administración y destino a ese fin le había sido encomendada una vez que fueron adquiridos mediante expropiación.

Las 62 hectáreas que originariamente RENFE trataba de “poner en valor” se vieron así triplicadas y con ellas mucho más todavía sus frutos. Con ello sin embargo, la incesante codicia que mueve cualquier negocio sustentado en la extracción de rentas no quedaba colmada. Hubo pronto (2002) que recurrir a lo que ha sido la principal regla en la gestión del Plan General vigente desde 1997 -sus incesantes modificaciones- hasta saciar las ansias de negocio quintuplicando la superficie originaria, para así superar los tres millones de metros a construir.

La conversión de terrenos de dominio público en bienes patrimoniales para su consiguiente mercantilización y traducción en dinero ha sido -y sigue siendo- práctica común y generalizada entre los diferentes entes del Estado y del resto de las Administraciones Públicas.

Ese ingreso en la esfera del codiciado negocio inmobiliario ha implicado, por un lado, la adopción de la misma lógica que preside y guía la persecución y obtención privada de lucro y que no es otra que su maximización; y por el otro lado, de modo simultáneo, ha supuesto el alejamiento -de hecho- de cualquiera de los valores de índole social que se conocen bajo los nombres de “bien común” o de “interés general”, en cuya tutela y defensa el Estado tendría que comprometerse de modo efectivo.

Una retórica invariable que da por supuesta la bondad finalista, como atributo natural de los actos del Estado en tanto representante de lo público, ha querido asimilar la mencionada inmersión en el negocio inmobiliario como una de las formas en que la comunidad puede participar en “las plusvalías que genera la acción urbanística de los entes públicos” (artículo 47 de la CE in flne); según ello, la financiación de infraestructuras o el aligeramiento de la deuda pública legitimarían por sí solas tal participación, cualquiera que sea la forma adoptada.

El problema es que esa creencia deja en la sombra el esencial cometido que ese mismo artículo, con anterioridad, ha encomendado a los poderes públicos y que es nada menos que “impedir la especulación”.

En el caso que nos ocupa dentro del ámbito ‘perimetrado’ como MNN, la propiedad pública de suelo es mayoritaria y dentro de ella la proporción más elevada pertenece a RENFE, La entrega del que ésta dispone, mediante su venta a un solo operador, que adquiere con ello un inestimable ‘poder de mercado’, entra en flagrante contradicción con el mencionado precepto constitucional ya que supone justo lo inverso de lo establecido por el mismo (“impedir la especulación”). Máxime cuando la actividad y por tanto la naturaleza de dicho operador -el BBVA- ni siquiera es inmobiliaria sino financiera y cuando, además, la entrega es total, se efectúa en una sola vez y por un tiempo de tan dilatada duración (más de 20 años con toda probabilidad); lo que inevitablemente le convertirá en dueño y señor en régimen de oligopolio de esta estratégica e importantísima porción del territorio madrileño.

De este modo la pretendida legitimidad en la “participación pública en las plusvalías generadas por la acción urbanística”, al resolverse en este caso mediante la venta de unos terrenos públicos en condiciones tales que todas las ventajas -precio y forma de pago [4] incluidos- quedan en el campo del comprador, lleva consigo la creación de un campo abonado para ejercitar libremente la especulación durante años y años (previsiblemente tantos como ya ha requerido la preparación del mismo).

La otra cara de la perversión en ese comportamiento del poder público es la pérdida de una de las ya escasas oportunidades que la ciudad de Madrid y con ello la metrópoli de la que es lugar central, ofrecía para materializar un verdadero cambio de rumbo en la forma de intervenir sobre el territorio[5].

Deslegitimación del urbanismo

El “caso” Chamartín, examinado a través de su plasmación en el planeamiento urbanístico, resulta ser la verificación más elocuente del completo derrumbe de los pilares sobre los que parecía haberse asentado la legitimidad del urbanismo en tanto disciplina profesional, como consecuencia de su agrietamiento progresivo y acelerado[6]. Bajo tal ruina solo queda ya un único cimiento: un amasijo de leyes, reglas y procedimientos burocráticos, envuelto en tediosa literatura de pésima calidad.

Un planeamiento que es la consecuencia de concebir el urbanismo como instrumento cuya principal función fuera la de convertir “terrenos” en “derechos” y estos en “dinero”.

Un planeamiento en que todo queda supeditado irremediablemente al fin principal, que no es otro que el del afloramiento y la maximización de plusvalías y con ello la ‘extracción’ de rentas como motor de la transformación del territorio y como fuente principal de lucro privado.

Un planeamiento que deliberadamente o por ignorancia tiene como pretensión borrar el territorio físico –con sus preexistencias– y que renuncia -como meta-, a construir un nuevo paisaje urbano respetuoso con los condicionantes impuestos por la geografía física y social.

Un planeamiento que parte de un equívoco, tan extendido como arraigado, según el cual los terrenos “generan” edificabilidad, es decir como si ésta “brotase” de la tierra como consecuencia de una suerte de “fertilidad” natural, en vez de ser consecuente resultado de meras decisiones administrativas, adoptadas con un muy alto grado de discrecionalidad, cuando no de arbitrariedad.

En efecto, lo que ocurre con frecuencia -y en operaciones como la que nos ocupa resulta más que palmario- no es sino la consecuencia de haber establecido ‘a priori’ y como variable, o más bien como “dato” exógeno, el ‘quantum’ de edificación que ha de ‘meterse’ dentro de determinado ámbito, bien sea por mostrenca aplicación de un índice igualmente exógeno, bien sea para ‘casar’ las cuentas de la plusvalía que es preciso obtener para sufragar los costos de infraestructuras, dato o variable en todo o en parte igualmente exógenos- a la propia implantación de lo proyectado.

En concreto el susodicho planeamiento ha significado el olvido o el arrinconamiento del que debiera ser el principio rector de cualquier ordenación urbanística: la racionalidad en la reconfiguración urbana del espacio o lo que es lo mismo la adecuación máxima entre las cualidades potenciales de los suelos y el destino que se les asigna.

Desde ese elemental y al mismo tiempo esencial principio resulta extravagante edificar sobre lo que reúne las mejores condiciones físicas, sociológicas, posicionales y paisajísticas para convertirse en parque y, en cambio, asignar ese destino a la inmensa losa de hormigón que cubrirá las vías mediante una costosísima estructura, convirtiendo la estación en un sótano y privando además a ese nuevo espacio soterrado de un elemento arquitectónico de importancia y valor tan elevado como es la iluminación y ventilación natural.

¿Cómo responder a la Sentencia?

La oposición del CDU frente a la Operación Chamartín viene de lejos, tiene un largo pasado. Al principio no solo junto a otras instituciones de la sociedad civil, sino también en convergencia con lo que en tiempo no demasiado lejano fueron las posiciones de los partidos políticos de izquierda, incluidos los que han tenido y tienen representación institucional.

Así pues, la decisión que llevó al CDU a presentar un Recurso contencioso frente al planeamiento aprobado, no es sino la prosecución consecuente de lo que hasta el momento había venido haciendo respecto a la referida Operación.

Siete fueron las causas de nulidad finalmente aducidas en el Recurso[7]. En su selección se descartaron algunas otras que, pese a no carecer de fundamento, eran parciales o de carácter más formal y podían distraer del principal objetivo perseguido con aquél: la reiteración formalizada y canalizada ahora por vía judicial de una enmienda a la totalidad a esta funesta Operación, cuyo último acto de una largo proceso había sido la aprobación definitiva del planeamiento.

Así pues junto a razones más sustanciales y de fondo para oponerse a la Operación, reiteradamente manifestados con anterioridad, se sumaban ahora las graves y numerosas infracciones de ley de que adolecía dicho planeamiento

La respuesta que la Sentencia da a los razonados argumentos aportados en el Recurso sobre los referidos motivos de nulidad no ha podido ser más evasiva y decepcionante. Lejos de rebatirlos en concreto y de modo directo, la Sentencia se guarece tras un fárrago de citas que reproducen in extenso -para tergiversar a continuación su sentido- sentencias anteriores del mismo tribunal, o de otra instancia superior y páginas de la Memoria del Plan recurrido al que concede de modo tan generoso como ostentoso el beneficio de la presunción de veracidad y de raciocinio.

Naturalmente, la Sentencia, como cualquier otra, en su alcance meramente jurídico ha de ser acatada. Ello no es sino el reconocimiento de la ontología del Poder: el poder es lo que es. O si  se quiere recordando la cita de Quine que encabeza este escrito: ”Hay lo que hay”.

Por el contrario, desde el punto de vista exclusivamente intelectual o de la razón, la Sentencia no solo puede sino que debe ser rechazada. Es más el rechazo o el desacato intelectual a la misma es la única respuesta honesta que nos queda a quienes simultáneamente nos resistimos a dar por irremediable la muerte del Urbanismo, ni por válida el acta levantada sobre dicha defunción por quienes en este caso han ejercitado burocráticamente la función de administrar, tal  y como predica la Constitución, la Justicia, pero más en nombre del Rey que no del pueblo del cual emana.

Notas:

1) “Caso Gürtell”, “caso Madeja”, “caso Pitusa”, “caso Pokemon” etc.

2) En 2013, según el Consejo General del Poder Judicial, en España se investigaban 1661 casos de corrupción.

3) 62 has de las 320 que al discurrir de los años acabaría alcanzando el “terreno de juego”.

4) Mientras que RENFE pone sus terrenos a disposición del comprador al principio y de una sola vez, a éste se le aplaza el pago para que lo vaya haciendo en cuotas anuales durante veinte años.

5) Es decir para colmar carencias y satisfacer necesidades tan desamparadas y perentorias como el alojamiento para quienes el mercado y la inexistencia de vivienda pública en alquiler vetan cada vez más su acceso; haciéndolo al tiempo con nuevos modos, atentos a la a la preservación, cuidado y transformación del medio urbano, sin desnaturalizar su original esencia de ‘bien del común’, para el uso y disfrute de los ciudadanos que ahora estamos; y para devolverlo, una vez transformado, mejorado a quienes nos sucederán.

6) Manuel de Solá Morales, en un tan condensado como magistral artículo advirtió hace ya más de tres lustros de esa irremisible pérdida de legitimidad asentada hasta entonces en:
a) El conocimiento especializado, la racionalidad técnica y la autoridad científica como supuestos atributos de esa disciplina y por consiguiente inherentes a quienes la ejercitan.
b) La existencia de una moral específica (reformismo social) sobre el interés público y la mejora de las condiciones de vida, particularmente las de los más desfavorecidos.
c) La persecución de valores estéticos como objetivo (embellecimiento de la ciudad) y en consecuencia la ‘artisticidad’ como cualidad del urbanista en el desempeño y en el resultado de su trabajo.

7) De un modo aún mas conciso y con la única finalidad de servir de recordatorio, se enuncian a continuación esos siete motivos de nulidad :
1. La clasificación de suelo.
2. Atribución de derechos de edificabilidad con fraude de ley a suelos de dominio público que no pueden ser ni serán desafectados o alternativamente a fincas inexistentes (la losa de cubrición de la playa de vías del ferrocarril).
3. Fraude de ley igualmente en la configuración de zonas verdes al considerar dicha losa como la principal y más extensa de las calificadas como tales.
4. Arbitraria y fraudulenta asignación de edificabilidades y aprovechamientos urbanísticos en clara ventaja para Renfe y sobre todo para su afortunado adjudicatario (BBVA) en el Centro de Negocios, con infracción del equitativo reparto de beneficios y cargas.
5. Reserva de suelo para vivienda protegida inferior a los mínimos legalmente establecidos.
6. Planeamiento consecuencia de un previo convenio no configurado ni tramitado formalmente como tal , pero nulo de pleno derecho según vigente legislación.
7. Desviación de poder al primar el interés particular sobre el general.

«El principio meritocrático es indiscutible: es de izquierda contra la discriminación en nombre de la igualdad», así explica el principio de meritocracia François Dubet, reconocido sociólogo francés y exdirector de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. La Fundación Espacio Público ha tenido el placer de conversar con el autor de La época de las pasiones tristes y Por qué preferimos la desigualdad sobre el origen, el concepto y los efectos de la meritocracia, en el marco del debate La Meritocracia: ¿un principio conservador o progresista?

¿Cuándo aparece el concepto de la meritocracia y cuál es su definición?

La meritocracia nace con las revoluciones democráticas que afirman que los individuos son libres e iguales en derechos, y deben poder acceder a todas las posiciones sociales en función de su mérito y utilidad. El mérito es un principio meritocrático nacido de la abolición de los privilegios del nacimiento. Pero durante mucho tiempo, esta definición ha estado relativamente limitada, en Europa especialmente, donde algunos individuos excepcionalmente meritorios podían acceder a las élites. La meritocracia ha estado más presente en los EEUU, una sociedad más abierta sin herencia aristocrática.

La meritocracia se ha instalado como un principio de justicia dominante en los años 60 del siglo XX, con la masificación escolar abierta al acceso de estudios largos para todos los estudiantes. La escuela se diseña entonces como una competición meritocrática cuando los diplomas obtenidos en dicha institución juegan un rol decisivo en el destino de los individuos. Si bien la justicia social fue pensada principalmente como la reducción de las desigualdades entre posiciones sociales, lo que se denominó progreso social o socialismo, la justicia se convierte paulatinamente en la igualdad meritocrática de oportunidades para acceder a todas las posiciones sociales igualmente desiguales, sean éstas las que sean. La injusticia dominante era la explotación de los trabajadores, en Marx aunque no únicamente se convierte en la suma de discriminaciones, ya sean sexuales, sociales, culturales o de otro tipo, que dificultan la igualdad de oportunidades.

¿Cuál es la relación entre la meritocracia y la desigualdad y la percepción sobre dicha desigualdad?

Yo creo que los individuos se adhieren al ideal meritocrático, aún sabiendo lo difícil que es realizar este ideal. Ellos saben que la escuela reproduce largamente las desigualdades sociales, saben también que la competición meritocrática no es justa, al igual que saben que, frecuentemente, los individuos heredan su mérito y no merecen su mérito. Pero todas estas dudas no nos impiden querer que la sociedad sea más meritocrática porque, en principio, sólo el mérito puede justificar las desigualdades.

Sin embargo, después de algunos años hemos comenzado a observar críticas a la meritocracia porque los más merecedores se convierten en los ganadores de la competencia social mientras que los perdedores merecen su destino. Básicamente, existen grandes dudas sobre la realización de la meritocracia, sobre el hecho de que sus consecuencias no siempre son justas. Pero el principio mismo de la meritocracia no es directamente cuestionable en una sociedad donde se piensa que todos tienen derecho a acceder a todos las posiciones sociales.

François Dubet

¿Por qué la socialdemocracia ha abrazado el concepto sin ponerlo en cuestión?

Durante mucho tiempo, la izquierda fue impulsada por el movimiento obrero y por el ideal de reducir la desigualdad entre las posiciones sociales. Para ella, la meritocracia era secundaria, incluso sospechosa. Pero hoy, si han persistido las desigualdades, las comunidades de clase se han debilitado, las mujeres y diversas minorías protestan contra la discriminación, todos los individuos participan en la competencia académica… En cierta medida, las desigualdades se han convertido en experiencias individuales y singulares. Caminos singulares, por supuesto desiguales, han sustituido a los destinos y se ha fortalecido el derecho a la igualdad. Nos sentimos cada vez más discriminadas “como”: como mujeres, como minorías, como jóvenes, como calificadas, como no graduadas… Además, las utopías socialistas y comunistas no han cumplido todas sus promesas. A partir de entonces, la promesa de justicia pasó por confiar a la escuela el proyecto de “clasificar” a los individuos de manera justa según su mérito. Lo que era una aspiración “pequeñoburguesa” a la movilidad social se ha convertido en una aspiración de masas, un derecho, incluso un deber de ascender en la escala social.

¿Qué efectos tiene el concepto de meritocracia en las leyes, especialmente en la educación y en la sociedad?

Las leyes contra la discriminación se han multiplicado en nombre de la igualdad de oportunidades. El efecto sobre la educación es considerable: frente a la herencia de las posiciones sociales, la escuela debe clasificar a los individuos según su mérito. Por supuesto, la Escuela falla. Pero el hecho es que es el diploma el que define el valor de un individuo y el trabajo al que puede aspirar. Además, la escuela meritocrática es cada vez más competitiva y, al final, siempre es la misma gente la que gana y la misma gente la que pierde. Pero lo hacen según su mérito y ya no según su herencia, aunque hayan heredado su mérito.

En los países de Europa y América del Norte, este mecanismo ha cambiado profundamente la relación con las desigualdades. La vieja división entre la burguesía y el proletariado es reemplazada por la oposición de ganadores y perdedores en la competencia meritocrática. Los primeros votan por los partidos liberales de centro, de izquierda y por los ecologistas; los vencidos ya no votan o votan por partidos “populistas” de derecha y extrema derecha. Este es el caso en todas partes, incluso en los países escandinavos que tenían todas las virtudes de la socialdemocracia.

¿Considera usted que la meritocracia es un principio conservador o progresista?

El principio meritocrático es indiscutible: es de izquierda contra la discriminación en nombre de la igualdad. Por lo tanto, es correcto luchar por la igualdad de oportunidades meritocráticas y luchar contra la discriminación.

Todo el problema viene de que los efectos de este principio son más bien conservadores ya que las desigualdades resultantes de la competencia meritocrática serían consideradas justas. Básicamente, la meritocracia es un principio justo cuyos efectos pueden ser injustos. Es por ello que muchos filósofos, como John Rawls o Michael Walzer, hacen un uso moderado de la meritocracia. En lo que a mí respecta, creo que se deben multiplicar los criterios de mérito y no darle a la escuela el monopolio de la definición del mérito. Sobre todo, creo que la cuestión esencial de la meritocracia es saber qué se debe a los perdedores de la meritocracia. Sin esto, la meritocracia sería sólo una forma de darwinismo social: ¡ay de los vencidos!

¿Cuál es la conexión entre las emociones tristes y la meritocracia? ¿Promueve la meritocracia la fragmentación social y el individualismo o, quizás, está detrás de la rebelión populista?

En una sociedad meritocrática, los vencedores deben su éxito sólo a sí mismos, mientras que los vencidos deben sus fracasos sólo a sí mismos. Por tanto, entre los «perdedores», el resentimiento y el sentimiento de ser despreciados se convierten en emociones políticas fundamentales: somos despreciados por los que están arriba, y despreciamos a los que están debajo de nosotros, los más pobres, los desempleados, los extranjeros… El electorado de Donald Trump, pero también el de Bolsonaro y la extrema derecha europea, son la expresión de estos sentimientos de ira populistas. Son hostiles a las élites que tienen todo el mérito y hostiles a los perdedores que no tienen ningún mérito.

Además, mientras el proyecto de igualdad social se lleva a cabo por una representación de la solidaridad, el ideal meritocrático es el de las desigualdades justas, más que el de la solidaridad y lo que tenemos en común. La reducción de las desigualdades sociales requiere que aceptemos sacrificios y cómo; la igualdad meritocrática de oportunidades requiere sólo una competencia leal. El problema de la izquierda hoy es construir una articulación entre aspiraciones meritocráticas y una solidaridad en la que la prioridad sea el destino de los perdedores de una competencia meritocrática. Pour le moment, elle a du mal à y parvenir. Mais le pire n’est pas certain (Por el momento, ella está luchando por hacerlo. Pero lo peor no es seguro).

Desde el próximo 21 de marzo hasta el 30 de abril se podrá ver en el Centro Juvenil El sitio de mi recreo, en la Villa de Vallecas, la exposición IDENTIDADES, un muy interesante proyecto fotográfico colectivo cuyo objetivo es permitir que las cuestiones de identidad, género, orientación sexual de personas refugiadas puedan ser expresadas con libertad. La fotografía, el arte fotográfico deben servir también para eso.

La exposición, organizada por Caleidoscopia, una organización conducida por Sara y Car que entiende la fotografía como herramienta de transformación social y cuyo propósito es mostrar realidades infrarrepresentadas de una forma optimista, para crear imaginarios deseables donde tengan cabida todas las personas, cuenta con la colaboración de la APDHE, y con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores Unión Europea y Cooperación, de la Fundación Nadine y los Centros Juveniles de Madrid.

Si tenemos en cuenta que según el Ministerio del Interior, en 2021, en España un 37,06% de los delitos de odio fueron por racismo/xenofobia y el 27,03% por orientación sexual e identidad de género, se entienden muy bien las palabras de la APDHE: “Esta exposición surge de la necesidad de combatir el odio, la intolerancia y los prejuicios negativos que son el germen de la discriminación, el menosprecio y la violencia por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

En 70 países la homosexualidad es delito y en 6 de ellos se castiga con la pena de muerte. Ser transexual es uno de los mayores factores de riesgo. Una persona transexual sufre exclusión, odio, incluso muerte. Y aunque haya países donde la legislación reconoce sus derechos, la diversidad sigue siendo una causa de discriminación.

Sara y Car afirman que para ellas la fotografía tiene un poder transformador inmenso. Por eso, lo más importante de este proyecto no es el resultado, si no lo que sucede en el camino. Ha sido durante el proceso creativo cuando las personas que lo protagonizan han pensado qué querían contar y cómo querían que el mundo las viese.

El día de la inauguración (21 de marzo), a las 19:00 h, habrá un encuentro de sensibilización para proponer un análisis abierto sobre los prejuicios que favorecen las conductas vinculadas a los delitos de odio. En él participarán:

Cristina Mateos Casado, profesora de Periodismo, género y movimientos sociales en la Universidad Complutense, será la moderadora.

Gabriela López Neyra, psicóloga y coordinadora de la red Sir[A].

Ravan Nasimi, activista y defensor de los derechos LGBTIQ+ en Azerbaiyán.

Violeta Assiego Cruz, abogada, analista, investigadora. Especializada en DDHH, infancias, feminismos, interseccionalidad y desigualdad.

Rubén Romero, defensor de DDHH e investigador en políticas sociales urbanas de migración, género, diversidad e inclusión.

Porque no se puede respetar lo que se desconoce, Identidades es una exposición necesaria, imprescindible.

La igualdad y la dignidad de las personas son los pilares sobre los que se extienden todos los derechos humanos y sobre los que se construye y garantiza la vida, la integridad y la libertad.

Centro Juvenil El sitio de mi recreo, calle Real de Arganda, 39, 28031 Madrid. Santa Eugenia/Villa de Vallecas.

En 1971, el economista estadounidense James Tobin propuso el establecimiento de un impuesto a las transacciones en los mercados de divisas como medio de reducir las fluctuaciones en los tipos de cambio. La idea era que la aplicación de una pequeña tasa ─de un 0,5% proponía él─ a cada una de las operaciones disuadiría a los especuladores al resultar especialmente gravosa por el corto plazo y la frecuencia con la que estas se realizan.

En diciembre del 1997, en plena crisis financiera asiática, la organización ATTAC, por medio de un editorial de Ignacio Ramonet en Le Monde diplomatique, reclamaba desarmar los mercados imponiendo un impuesto de amplio espectro a las transacciones financieras (ITF) y la supresión de los refugios ─mal llamados “paraísos”─ fiscales, además del aumento de la tributación de las rentas del capital.

Desde entonces, la idea ha seguido un camino turbulento.

En septiembre de 2011 la Comisión Europea (CE), bajo la presidencia de José Manuel Barroso, presentó una propuesta de Directiva para introducir un ITF ambicioso en los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE), con el objetivo de que las entidades financieras y agencias de inversión contribuyeran a la financiación de los gastos que la crisis de 2007-2008 había provocado a los Estados y de reforzar la estabilidad del sector financiero haciendo menos rentables las transacciones especulativas, especialmente las de alta frecuencia. Dicho impuesto se pretendía aplicar a las operaciones realizadas, tanto en mercados organizados como en los no organizados (over the counter), con todo tipo de activos financieros y sus derivados.

En mayo de 2012, el Parlamento Europeo (PE) se pronunció también a favor de la implementación de un ITF, proponiendo algunas enmiendas con respecto a la propuesta original de la CE. Sin embargo, en las reuniones posteriores del Consejo de Asuntos Económicos y Financieros (ECOFIN), donde se requiere unanimidad, no fue posible sacar adelante esta iniciativa debido a la oposición frontal de algunos Estados miembros. A consecuencia de ello, el proyecto de establecer un ITF común en toda la UE no progresó.

A pesar de ello, y dado que el Tratado de la UE lo permite, once Estados favorables al ITF (España entre ellos) solicitaron autorización a la CE para proceder a su implantación a través del procedimiento de cooperación reforzada, para ser aplicado exclusivamente en sus respectivos territorios nacionales. Dicha autorización fue formalizada por la CE el 23 de octubre de 2012 y, poco tiempo después, también lo fue por la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del PE. Sin embargo, a causa de la presión de los lobbies del sector financiero, este intento quedó varado durante la presidencia de Jean-Claude Juncker.

Unos años más tarde, y ya con la Comisión Europea de Von der Leyen asentada en el Edificio Berlaymont de Bruselas, Alemania presentó otra propuesta para intentar llegar a un acuerdo durante su semestre al frente del Consejo Europeo a finales de 2020. Pero lamentablemente esta tampoco salió adelante.

Igual suerte corrió la petición, realizada por Portugal en 2021, de hacer avanzar el ITF en 10 Estados miembros, también en el marco de la cooperación reforzada, ofreciendo un proyecto interesante que incluía algunos tipos de derivados.

En este estado de cosas, y ante las dificultades para sacar adelante el gravamen de manera conjunta, varios países de la UE, como Bélgica, Grecia, Italia, Francia y España han ido estableciendo sus propios ITF, si bien de un alcance muy limitado con respecto a las propuestas iniciales presentadas en 2011 y 2013 por la CE, lo que se ha traducido en una pobre recaudación ─en España solo 372 millones de euros en 2022, lejos de los 850 previstos anualmente por Hacienda─ y ningún efecto en lo que se refiere a la reducción de la especulación y la estabilización de los mercados.

Pero como bien decía la inolvidable Mercedes Sosa en su famosa canción, todo cambia en este mundo. Y cambia porque las circunstancias y las necesidades también lo hacen.

La crisis multifacética y global que padecemos (climática, energética, sanitaria, económica y social), está conformando un nuevo paradigma propicio al resquebrajamiento de muchos dogmas que hasta hace poco se consideraban inmutables, y ofrece por tanto nuevas oportunidades para el relanzamiento del malogrado impuesto.

La motivación principal de los Estados no sería en este caso la lógica preocupación por la inestabilidad financiera inherente al funcionamiento especulativo de los mercados que pudiera provocar en cualquier momento otro terremoto en la economía mundial equivalente al de 2007-2008 (tal es la irresponsabilidad de los cuadros dirigentes políticos y financieros), sino la urgente exigencia de recursos monetarios para hacer frente a los ingentes gastos originados por presentes y futuras pandemias y las inversiones requeridas para paliar las consecuencias del cambio climático.

En este sentido, la propuesta de Emmanuel Macron de organizar una cumbre del clima junto con Mia Mottley, primera ministra de Barbados, los días 22 y 23 de junio del presente año en Paris, sería un ejemplo de esta nueva visión. El objetivo proclamado de este evento es encontrar nuevos medios para financiar las necesidades de adaptación al clima y las pérdidas y daños de los países más vulnerables con vistas a la COP28 de Emiratos Árabes Unidos en noviembre, donde el ITF forma parte de uno de los 4 pilares (movilizar financiaciones innovadoras) de la cumbre.

Por otro lado, el Parlamento Europeo está actualmente trabajando en un nuevo informe sobre los recursos propios de la UE, los cuales, de acuerdo con la hoja de ruta prevista por la Comisión Europea, deberían incluir el ITF en el marco financiero plurianual revisado que se adoptará este año. El informe se votará en el Pleno a finales de marzo.

Y en la esfera global, las cosas también se mueven.

En Brasil, con motivo de la futura presidencia brasileña del G20 y en la próxima IV Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo (FpD), se está generando un nuevo impulso para el resurgimiento del ITF en el bienio 2024-2025.

En Japón, la Global Solidarity Tax Coalition, que reúne 120 organizaciones de la sociedad civil, solicitará que el gobierno japonés proponga, en la cumbre del G7 a celebrar en Hiroshima en mayo, la aplicación conjunta de un Impuesto sobre las Transacciones Monetarias (ITM) como Tasa de Solidaridad internacional. La GSTC organizará la Cumbre del C7, en donde se debatirá sobre cómo conseguir nueva financiación incluyendo el ITF.

El grupo Labour7 (L7), que es la plataforma del G7 para el diálogo con las organizaciones que representan los intereses de la clase trabajadora, integrará la propuesta de ITF en su declaración de 2023, y ha solicitado establecer vínculos con otras organizaciones de la sociedad civil para trabajar conjuntamente en este tema.

El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) declara que con los mercados financieros en niveles muy altos y la obtención de beneficios excesivos, vuelve el debate sobre el Impuesto a las Transacciones Financieras para hacer frente a la actual crisis alimentaria, los gastos necesarios para el aislamiento de edificios, el transporte público y las energías renovables, para ayudar a los países del Sur global a hacer frente a las pérdidas y daños causados por el cambio climático, para ayudar a los países que acepten detener la deforestación y a los que renuncien a la explotación de sus reservas de gas o petróleo…

La cantidad y diversidad de las actuaciones arriba mencionadas son indicativas de un renovado interés por el ITF como medio de obtener ingresos adicionales en numerosos foros, en particular para la acción por el clima.

Un nuevo Zeitgeist parece asomar por el horizonte. Un espíritu más acorde con la época en la que vivimos que demanda justicia fiscal y climática, y que se eliminen las obscenas desigualdades de riqueza e ingresos que avergüenzan al mundo.

Hay que sacar partido de estos vientos favorables. Y para ello, el gobierno español tiene ahora la oportunidad de jugar un importante papel con la presidencia del Consejo Europeo en el segundo semestre de este año. Ahí Pedro Sánchez tiene dos opciones: no hacer nada, como ha sido la actitud de otras presidencias, o batallar por la implementación en la UE de un ITF ambicioso que cumpla con la misión de reducir, si no fuera posible impedir, los movimientos especulativos de las finanzas y conseguir ingresos sustanciales para aplicarlos a las necesidades sociales y climáticas más perentorias.

Empujemos también desde la sociedad civil en este sentido a través de acciones de concienciación y una labor de educación popular.

Durante los primeros cursos en la enseñanza pública, yo era una de tantas feministas sumidas en un cierto espejismo de la igualdad en la escuela: casi nunca me planteaba si en la enseñanza se seguían perpetuando los mandatos de género, ni que el mero hecho de no contrarrestarlos fuera una manera de fortalecerlos. Y ello debido a la sensación de que, poco a poco, la historia nos iba llevando “por el buen camino” y el machismo tenía los días contados.

Un día empiezas a fijarte en que los libros muestran un sesgo claramente sexista (por ejemplo: una página dedicada a profesiones no muestra ni una sola mujer; las voces de chica en un libro suenan cursis, casi tontas, y hacen preguntas a una voz segura de chico que es quien explica y sabe todo; un vídeo muestra -ya en el 2023- cómo la madre y la hija preparan la comida mientras el hijo y el padre leen el periódico) y escribes a una editorial, a otra…sin recibir respuesta. Vas haciendo actividades a favor de la igualdad por tu cuenta, en tutorías, en tu propia asignatura, confiando en que, si cada cuál pone de su parte, la enseñanza va a contribuir a crear una sociedad más justa.

Una mañana de 2016, niñas de primero de la ESO se quejan, hartas de ver penes por todas partes: en los pupitres, en sus cuadernos… Me quedo estupefacta. Las pintadas y dibujos esquemáticos de penes erectos y testículos me parecían una antigualla de cuando yo tenía su edad (unos treinta años atrás). Tras una  intervención de impacto con una vulva gigante en la pantalla grande en una tutoría (para que los autores se hagan una pequeña idea de cuán absurdo es hacer gala de los genitales y “restregárselos” a otras personas por la cara) queda patente que la inconsciencia y el seguir la corriente  del “regreso del pene” a la iconografía son el origen de esta invasión. No vuelven a hacerlo -y creo que no lo harán nunca más.

El curso siguiente, durante el 8 de marzo, unas chicas se escapan de clase al patio para ejercer el paro estudiantil convocado oficialmente. La jefa de estudios sale a buscarlas y, hecha un basilisco, las conmina a volver a las aulas. No está informada de nada. Ellas desobedecen. Son sancionadas, pero el hecho se difunde en redes y el equipo directivo tiene que reconocer su error.

Dos años después, una orientadora de otro instituto pronuncia estas palabras: “mejor no hablemos de feminismo ni de machismo, que no queremos polemizar”. Alguien le responde: “si no sabemos lo que es el feminismo, difícilmente vamos a formar sobre ello”. Y es que esa es la clave: no estamos formando sobre ello y, lo que es más, tampoco estamos formadas ni formados. Ese curso, además, fue el último en que presencié la existencia de talleres para la prevención de embarazos y de infecciones de transmisión sexual, y el segundo, y no el último (ya se ve que vuelve a ser tendencia) en que se da el fenómeno de los penes dibujados y mostrados a trabajadoras jóvenes, a modo de agresión “divertida”, entre risas e inconsciencia. Qué se puede esperar si, incluso cuando los citados talleres se han impartido, en ellos se refleja, casi siempre, una visión falocéntrica y coito-céntrica de la sexualidad.

Empiezo a plantearme si el público en general sabe que no hay formación alguna en igualdad en las aulas, salvo la que cada cuál por su buena voluntad y buenamente quiera ofrecer, sobre todo a raíz del curso de Experta en Coeducación Afectivo Sexual, en el que descubro la montaña de legislación, pactos y tratados que supuestamente obligan a las  instituciones a asegurarse de que en todos los niveles se imparte una educación feminista y educación afectivo sexual.

Poco a poco vamos tomando conciencia de que, ante ese vacío y esa dejación de funciones por parte de las instituciones educativas, son las redes sociales las que “se encargan” de construir masculinidades y feminidades, de normalizar y fomentar una misoginia y un machismo que se consideraban ya superados, mediante vídeos, canciones, frases rescatadas del olvido…Un día veo que un chico al que considero un “cielo” está escribiendo esto entre admiraciones en el “bocadillo” de un personaje que se dirige a una mujer al volante:

”A fregaaar”.

No doy crédito. Hablo muy seriamente con él: le digo que espero que, en el futuro, sea él, muchísimo más joven, el que me de a mí lecciones sobre igualdad y modernidad, y no a la inversa. Se le caen las lágrimas. El producto no ha salido de su mente: sale de esa masa ahora incontrolable que se expande por internet y que, disfrazada de moda “graciosilla”,  inocua y “revival”, oculta una voluntad siniestra de hacernos retroceder en nuestros derechos y de anclar a los hombres en su papel tradicional, también limitado aunque dominante, como en otros países ya está sucediendo desde hace tiempo.

Mientras tanto, me temo que pocas familias acompañan a sus hijas e hijos para saber cómo se están “educando” en cuestiones de género y de relaciones, en internet, aunque es cierto que existe una corriente opuesta, en paralelo, de adolescentes y jóvenes con una formación y una ética admirables.

En los medios de comunicación, cada vez se habla más de violencia hacia la mujer: horror ante los asesinatos machistas, la violencia sexual ha aumentado en los últimos años, aumentan las violaciones en grupo. Por ello, se multiplican las movilizaciones y aumenta la indignación ante el machismo judicial…Sin embargo, se sigue sexualizando a mujeres y niñas y se sigue erotizando la violencia y pocas voces ofrecen propuestas o posibles soluciones más allá de leyes y otras medidas solo aplicables a posteriori.

Casi nadie parece acordarse de que existe una herramienta que llega a todo el mundo y que -está escrito- debe enseñar a tratarnos como iguales y a valorar por igual a mujeres y hombres; casi nadie habla de si se cumple o no la ley a este respecto. Cabe pensar que, si casi nadie se acuerda de la pedagogía en todos los niveles educativos como posible salida a este retroceso social, es porque, o bien creen que desde la educación ya está haciendo todo lo posible -algo que, después de veinte años en esta profesión y de contrastar con decenas de colegas, puedo decir que no sucede de manera sistemática en absoluto- o bien no confían en que educar sea la clave. Pero, si la educación no es la clave, entonces…¿qué acabará con el patriarcado y sus violencias?

Fruto de esta profunda convicción de que es imprescindible que la base legislativa para acabar con la desigualdad desde sus raíces se ponga en práctica de manera efectiva, es el artículo Escuela Feminista, una Necesidad Urgente. El artículo termina con un llamamiento a movimientos sociales a crear un manifiesto por una escuela igualitaria.

Mientras escribía el artículo tomé conciencia también del impacto de la ausencia de mujeres en los libros de texto, algo que Esther Arconadas nos explicó en su ponencia “¿Por qué no hay mujeres en los libros de Texto?”, en la que reconoció haber tardado alrededor de diez años en darse cuenta de que, incluso en la facultad, se le habían ocultado figuras clave de mujer que, no ya es que en su momento se mantuvieran en la sombra, sino que, contra viento y marea, habían tenido éxito.

Por aquellos tiempos salió a la luz pública el  proyecto El legado de las mujeres que, en parte a raíz de un estudio de Ana López-Navajas quien, tras analizar 115 manuales de tres editoriales, llegó a la conclusión de que solo alrededor de un 7,5% de las personas de las que se escribe en los libros de texto de la ESO son mujeres -y, al parecer, según sube el nivel, el porcentaje va bajando- decidió generar material que diera visibilidad a las mujeres en todas las asignaturas. Tras ponerme en contacto con el proyecto, descubrí que se basaba en trabajo voluntario arduo para crear una base de datos que “se pudiera usar”, una especie de “fuente alternativa” a la corriente oficial invisibilizadora de mujeres. Interesante, pero, al final, se trata de-principalmente- profesoras trabajando gratis para cubrir las lagunas  en el material de editoriales que no están cumpliendo con la ley y siguen dando alas a la desigualdad.

Poco después, escuché algunas ponencias de un curso -por desgracia, poco publicitado, aunque debería haber sido obligatorio- sobre coeducación y violencia sexual, impartido por el gobierno canario. La información que se ofreció en este curso, basada en investigaciones de personas expertas en la materia, me resultó tan impactante que casi no pude dormir esa noche. Entre otros, se detallaron video juegos de una brutalidad extrema hacia la mujer cuyo contenido no voy a describir aquí para no herir por sorpresa sensibilidades. Lluis Ballester aseguraba que la llamada “nueva pornografía” era la hepítome del patriarcado, más aún que la actual situación social en Afganistán. En ella, es habitual que el protagonista sea un chico en forma de enorme pene y que la chica solo aparezca como un objeto cuya voluntad se ignora mientras grita “no, no”. Es decir, y para hablar claro: que -otro dato escalofriante- el 5% de los preadolescentes de 12 años ha visualizado durante miles de horas escenas con las que se ha habituado a excitarse y tener orgasmos con la violencia hacia mujeres o niñas.

Tras conocer algo así, decidí pedir ayuda a la comunidad feminista para intentar poner en marcha un proyecto conjunto lo antes posible. Ya había participado en varios actos del distrito y acudí a una asamblea con el fin de presentar una propuesta de acción en la que, por supuesto, tenía intención de involucrarme y dar el callo como la que más. Para mi total decepción y estupefacción, el asunto de la educación feminista y la prevención de violencias a través de la escuela no parecía una prioridad a la mayoría de las allí presentes. Defendían, en cierta manera,  la inocuidad del porno (argumentando que existe el “porno feminista”) y, más adelante, alguien llegó a argumentar que la familia era la que debía encargarse de la educación sexual. Es decir, el discurso de la ultraderecha había calado…¡incluso a parte del activismo feminista!

Entre tanto, también me había encontrado con la indiferencia de mis compañeras y compañeros supuestamente feministas al proponer que se fomentara activamente la educación afectivo sexual de la comunidad educativa de nuestro centro. Solo el departamento de orientación, esta vez, me apoyó en mi propuesta a dirección, especialmente después de que se produjera una violación de una niña de doce años del centro por un niño de aproximadamente la misma edad, también alumno de nuestro instituto.

Al borde de la depresión -y no exagero- le propuse a mi amiga (y ex alumna) Yara elaborar nosotras mismas un manifiesto por una escuela igualitaria y difundirlo a los cuatro vientos para hacerlo llegar a instituciones y presionar para que se cumpliera la ley.

De esta forma se gestó el Manifiesto por una Escuela Igualitaria. Después de muchos meses en que unas cuantas personas hicimos todo lo posible para difundir y animar a sumarse al texto, llegamos a la conclusión de que la educación ya no está de moda y que su potencial para acabar con el patriarcado no se aprecia, salvo por una minoría. Eso sí, conseguimos las firmas de personas especializadas en disciplinas que tienen mucho que decir: antropólogas, sexólogas, sociólogas, docentes… y de otras, activistas y/o con profesiones variadas que tienen clara la importancia de una educación feminista y que debe cumplirse la legislación al respecto, por justicia. También se sumaron firmas como la de las cantautoras Alicia Ramos y Aurora Beltrán Gila, algo que nos llena de orgullo y que agradecemos enormemente. Además, el apoyo de un pequeño grupo local feminista nos permitió recoger decenas de adhesiones en menos de una hora y media. Todo el mundo que pasaba por allí y se acercaba parecía verlo esencial.

La mayor decepción fue, de nuevo, el total desinterés por parte de personas feministas que, además, nunca dieron ninguna razón para no adherirse al manifiesto. Y mi pregunta es, si esto no es una prioridad para el feminismo, ¿qué será una prioridad? ¿Tal vez -para una parte- seguir hablando hasta el infinito del supuesto “borrado” de las mujeres con la “ley trans”? ¿Tal vez seguir hablando de una ley que, se modifique o no, no va a acabar con la violencia ni con la desigualdad y que, como siempre, se aplicará cuando el daño ya esté hecho? ¿Vamos a seguir ofreciendo un “frente al patriarcado y sus violencias, ahora y siempre autodefensa” y  “aquí estamos las feministas”, etc, como propuesta al poder para lograr nuestro propósito de acabar con el patriarcado? Si no es con la educación, que llega -supuestamente- al 100% de la ciudadanía…,¿qué otro plan tenemos para transformar la sociedad?

Todavía estás a tiempo de sumarte al Manifiesto por una escuela igualitaria enviando un correo a lyricstraduccion@gmail.com.

La guerra en Ucrania genera un descomunal sufrimiento entre gente normal que nunca habría querido verse implicada en una conflagración sangrienta. Es una obviedad escondida o disimulada, porque en el relato que recibimos sobre lo que pasa en aquel país a menudo se pone mucho más el acento en las posiciones ganadas o perdidas sobre el territorio por uno u otro ejército, en los discursos oficiales, las valoraciones, las expresiones patrióticas, las proclamas belicistas o en la descalificación mutua entre enemigos, que en las muertes, la devastación, la pobreza, la angustia, el dolor, los exilios y el miedo que provocan y han provocado las acciones militares.

La invasión ordenada por Vladimir Putin sorprendió el mundo entero. Casi nadie la preveía y quien la tenía en su agenda guardaba sus planes, pronósticos o informaciones en el más absoluto secreto. Ahora tampoco hay quién se atreva a hacer conjeturas claras sobre cuándo puede acabar la destrucción y el derramamiento de sangre. El enfrentamiento parece indefinido. Hay quién tristemente confía en que el elevado número de bajas mortales y el agotamiento de municiones hará posible el desenlace del conflicto en un momento u otro con la capitulación de una parte. De hecho, es evidente que Rusia mantiene los bombardeos, que Estados Unidos y la Unión Europea han optado por la escalada militar y que todos se abstienen de proponer cualquier iniciativa diplomática o de abrir alguna expectativa pacificadora.

Necesitamos una mentalidad de guerra”, dijo claramente y sin rubor el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, en reunión con los ministros de Defensa de esta organización hipotéticamente dedicada a implementar la cooperación entre sus estados miembros y a servir a los intereses de la ciudadanía.

Borrell, que tiene adjudicada la máxima responsabilidad sobre la “diplomacia europea”, anunció que Europa occidental ha de fabricar centenares de miles de proyectiles, tiene que vaciar sus arsenales y dedicar un presupuesto extraordinario a la compra de armamento y munición a terceros países para apoyar al ejército de Ucrania.

Tras este propósito seguramente existe una buena y creciente dosis de visceralidad, y de brutalidad irracional, por qué no decirlo. Frecuentemente los comportamientos de algunos participantes en cumbres y reuniones en los más altos niveles de la vida política son mucho más impulsivos y vulgares de lo que se piensa desde la sociedad civil, pero hay que suponer que tras las grandes decisiones, como la nueva apuesta belicista occidental, también existen estrategias pensadas que se ocultan o disfrazan bajo un lenguaje aparentemente humano. En esta guerra, como en tantas otras, la verdad es una de las primeras víctimas.

Tal y como se explicó recientemente en un encuentro organizado por este diario sobre ‘Qué puede hacer Europa para la construcción de la paz en Ucrania’, “falta información fiable sobre el desarrollo de este conflicto”, y quien procura realizar una tarea periodística rigurosa “lo hace en medio de un océano de desinformación que en nada ayuda a saber lo que pasa”. Cada día se nos suministran  “análisis” e “informaciones” subordinadas a la propaganda difundida por responsables de gobiernos, ejércitos y aparatos de Estado en general.

“Una de las consecuencias inmediatas de esta guerra, en la cual la información sobre el conflicto está sometida a la censura primaria de los estados mayores, a la censura secundaria de las corporaciones mediáticas y a las cajas de resonancia y propagación de las redes sociales, es que el acercamiento a los hechos no garantiza más que grados variables de certeza”, explica el escritor Raúl Sánchez Cedillo en un libro (*) repleto de argumentos en favor de una “política emancipadora, en contraposición a la propaganda de guerra y la instauración de un régimen de guerra en nuestras sociedades”.

Esta opacidad ha hecho imposible conocer, por ejemplo, lo que prevén los más altos responsables militares ante las alusiones a la posible utilización de los arsenales nucleares. Analistas y expertos en geoestrategia especulan sobre si llegará un momento en cual el régimen de Vladimir Putin se sienta arrinconado por el bloque occidental hasta el punto de recurrir al armamento atómico, sobre la medida en la cual lo utilizaría y sobre cuál sería la respuesta de la OTAN y la Unión Europea.

Hay que suponer en cualquier caso que ministros y mandos militares contemplan esta hipótesis y que ninguno de ellos frivoliza sobre el significado de hechos tales como la suspensión por parte de Rusia de su colaboración en el tratado START. Nadie puede ignorar que el descontrol de los arsenales nucleares puede acercar la humanidad a escenarios indudablemente apocalípticos.

El derecho de la población ucraniana a defender su soberanía y a exigir la retirada de las tropas rusas es indiscutible pero, tal como explicaron en reciente conferencia Pere OrtegaTica Font, investigadores del Centre Delàs d’Estudis per la Pau, “cuando hay posibilidad de guerra nuclear es imposible hablar de guerra justa”. Ninguna persona sensata puede creer que la resolución de un conflicto como el de Ucrania puede venir dada por la utilización de armas atómicas de cualquier alcance. Cuesta imaginar los efectos terroríficos y devastadores de una nube nuclear en territorio europeo. Es una posibilidad que no se puede descartar. De momento, la escalada militar que propician la OTAN y la UE no ofrece otra perspectiva que el horror sin fin, el caos y la prolongación indefinida de la catástrofe humanitaria.

La confrontación militar en Ucrania no empezó en 2022. Los prolegómenos hay que situarlos en 2014, pero nadie puede dudar de que la guerra actual, que ha sido dibujada por muchos medios como una “guerra de autodefensa”, se ha agravado exponencialmente e internacionalizado desde hace un año después de una invasión criminal, la del ejército ruso. Aun así, aunque no se dice con suficiente frecuencia, resulta evidente para cualquier persona que no cierre los ojos que millones de ucranianos se han visto obligados a buscar refugio lejos de su tierra y que decenas de miles de personas han perdido la vida como consecuencia de un choque de intereses y lógicas que poco tienen que ver con los de la población normal de Ucrania y de Rusia. Choques de intereses entre oligarquías de estos dos países, entre los dirigentes rusos y los del OTAN y también entre Estados Unidos y China.

“Todas las guerras tienen solución, si se actúa sobre sus causas”, explica Ortega, pero hasta el momento no se ha podido ver ninguna iniciativa gubernamental en esta dirección. Por no haber no hay ni siquiera una propuesta de alto el fuego por parte de algún país occidental.

Tica Font y otras personas dedicadas a la investigación y estudio en favor de la paz coinciden en que “la invasión de Ucrania marca el inicio de una nueva era”, “un cambio de ciclo”, “un horizonte de imprevisibilidad sin precedentes en el último medio siglo”.

Quién quiera hacerse una idea sobre lo que nos espera es preciso que intente filtrar la información que recibe y que no dé por buena la que aparece claramente sesgada y que se nos ofrece cotidiana y constantemente. Hay que interesarse por los abundantes episodios trágicos que ha sufrido el pueblo de Ucrania a lo largo de su historia bajo los efectos del capitalismo, la guerra, el fascismo, el estalinismo y la contaminación nuclear… Y además, hay que escuchar y leer atentamente a los estudiosos sobre el tema y no dejar de buscar respuestas en sus textos y conferencias a una serie de preguntas bastante complejas:

¿Por qué proliferan los gobernantes apologetas de la guerra? ¿A quién beneficia la prolongación del conflicto? ¿Qué papel juegan y han jugado los oligarcas rusos y ucranianos? ¿Qué recursos naturales y económicos se encuentran en disputa? ¿Representa Rusia una amenaza militar que se pueda eliminar? ¿Por qué existe consenso en la UE sobre la conveniencia de aumentar los gastos en Defensa? ¿Qué sentido tiene la ampliación de la OTAN hacia el Este a pesar de la oposición de Rusia? ¿Qué efectos tiene el crecimiento de esta alianza militar sobre el mercado de las armas? ¿China ha formulado una propuesta en 12 puntos en favor de la paz. ¿A quién la ha dirigido? ¿Cómo hay que interpretar las recientes y múltiples advertencias de Estados Unidos contra China en los ámbitos económico, tecnológico y militar? ¿Qué nuevas formas de guerra y qué tecnologías se ponen a prueba en este conflicto? ¿Se puede recomponer de alguna manera el control sobre el armamento nuclear? ¿Por qué el pacifismo no despierta y no consigue movilizar multitudes ante la tragedia ucraniana? ¿Hasta qué punto podrán mantener las autocracias rusa y ucraniana en la represión de las libertades en sus respectvos países? ¿Por qué motivo se presenta el apoyo occidental a Ucrania como una acción en defensa de la democracia?

Hay que despejar incógnitas y buscar respuestas a todas estas y otras preguntas porque la necesidad de iniciativas pacificadoras adecuadas a la situación es acuciante, en defensa de la vida. Hay que “sabotear” de alguna manera “las condiciones que hacen posible el régimen de guerra”, afirma Sánchez Cedillo en su trabajo. Esta guerra, piensa, no finalizará en Ucrania, porque “más allá de efímeras treguas o de solemnes acuerdos de paz, que se violarán tan pronto como sean firmados, en ella se concentran contradicciones y antagonismos de tres tipos, todos irreconciliables bajo el actual estado del capitalismo: un conflicto de independencia nacional, un conflicto interimperialista y un choque de hegemonías en el sistema-mundo”.

Sánchez Cedillo considera “indecente prescribir a una población civil sobre cómo se tiene que comportar ante una agresión militar contra su territorio”, pero también se pregunta sobre si tiene algún sentido hablar de “guerras justas” en un “ecosistema biopolítico dominado por las máquinas de guerra… que impiden el control político de la guerra”. “Si queremos seguir hablando de guerras justas, será de aquellas en las que se juega la existencia física misma de pueblos y culturas enteros”, dice, y hace referencia al pueblo kurdo en Rojava, al palestino contra el militarismo de Israel o al saharaui, pero pide que se descarte para siempre la idea según la cual “de una guerra moderna puede surgir una democracia emancipadora o que una democracia pueda ser compatible con una guerra moderna”. Para ilustrar claramente el valor que otorgan a la democracia los dirigentes de las partes enfrentadas en la guerra en Ucrania, el autor señala reiteradamente que tanto las oligarquías rusas como las ucranianas se acusan mutuamente de fascistas y neonazis mientras unas y otras alimentan y utilizan mercenarios y combatientes nazi-fascistas en los campos de batalla.

En este contexto, el activismo pacifista, el antimilitarismo y las prácticas no violentas se presentan como las líneas de acción política más realistas y sensatas para encarar el nuevo ciclo abierto con esta guerra. Los partidarios de la desobediencia civil se han cargado una vez más de razones para extender su movimiento.

En Ucrania, la objeción de conciencia quedó derogada con la ley marcial, pero miles de jóvenes han eludido el reclutamiento obligatorio o han desertado de las unidades militares, explica Aitor Balbás Ruiz, en el epílogo del libro de Sánchez Cedillo.

En Rusia, la deserción también se presenta como una alternativa a pesar de las penas de prisión previstas en la reforma del código penal aprobada por la Duma contra quien incumpla las órdenes de movilización o la ley marcial. El grado de conciencia antimilitarista no es mayoritario, pero mucha gente huyó, confirmó la periodista rusa y colaboradora de PúblicoInna Afinogenova, en el citado encuentro organizado por este diario. “Hay que dar la mano a todos aquellos que no quieren coger una arma”, concluyó.

Ellos no necesitan la mentalidad de guerra que exige Borrell. Objetivamente solo interesa a quienes sacan provecho directo o indirecto del negocio de las armas y quienes desean tener más control sobre la extracción de minerales y la producción de alimentos para acumular más y más capital, aunque estas ambiciones nos conduzcan hacia la barbarie.

(*) Sánchez Cedillo, Raúl. Esta guerra no termina en Ucrania. Katakrak, noviembre 2022. 

Yo he elegido ser un poeta troyano. Pertenezco 
decididamente a la estirpe de los perdedores:
privados del derecho a dejar huella de su derrota,
privados hasta del derecho a proclamarla.
Ahora bien, acepto la derrota, no la rendición.

El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía reúne cinco entrevistas que Mahmud Darwish, en su madurez, concedió a diferentes medios. En su prólogo, Luz Gómez, editora y traductora del libro, nos advierte de que existen numerosas entrevistas de Darwish en sus inicios y en la etapa de madurez, pero guardó “un premeditado silencio, casi total en su periodo medio que coincide con los años de su exilio en Beirut, Túnez y finalmente en París”. El regreso a Palestina, tras los Acuerdos de Oslo, dio inicio a una nueva etapa de su vida y de su poesía, a la que corresponden las entrevistas aquí seleccionadas. “La entrevista —continua la prologuista— es un género temerario. La frescura y la sinceridad casan mal con la cautela y la prudencia necesarias. Darwish supo llevar a su terreno el género y desgranar sus intereses mayores: lo poético y lo político, lo personal y lo colectivo”.

A través de estas conversaciones, Darwish va desgranando su poética, que ha ido evolucionando a lo largo de su dilatada obra, desde una poesía de resistencia a una poesía que reclama su lugar en la universalidad poética, que, a su parecer, le permite expresar mejor la tragedia palestina. Deslindar lo político de lo poético, lo personal de lo colectivo sin renegar de nada.

A la pregunta de Abdo Wazen en “Nacimiento a plazos” —la más larga de las entrevistas que recoge el presente volumen— de si París, ciudad en la que el poeta vivió exiliado durante diez años, fue decisiva para darlo a conocer, Darwish responde: “No sé. Lo que sí sé es que en París tuvo lugar mi verdadero nacimiento poético. Si tuviera que destacar algo de mi poesía, casi todo con lo que me quedaría lo escribí en París, durante los años ochenta y primeros noventa. Allí tuve la oportunidad de pararme a pensar y reflexionar sobre la patria, el mundo, las cosas, poniendo cierta distancia, una distancia iluminadora”.

Más adelante, refiriéndose a su retorno a los Territorios Ocupados de Palestina, dice: “Así que tomé la segunda decisión más arriesgada de mi vida: tras la salida, el retorno. Salir y retornar son los dos pasos más difíciles que he tenido que dar. Elegí Ammán porque está cerca de Palestina y porque es una ciudad tranquila de buena gente. Allí puedo hacer mi vida. Cuando quiero escribir, me marcho de Ramala y aprovecho para estar solo en Ammán”.

En Ramala, Mahmud Darwish siguió dirigiendo la revista Al-Karmel, cuyos archivos fueron destruidos por el ejército israelí durante el asedio de la ciudad en el año 2002.

Wazen alude a La cama de la extranjera, “un libro de amor muy hermoso”, cito literalmente, uno de los poemarios de su etapa final, en el que parece que Darwish consigue acabar con la idea de que en su poesía la mujer es la tierra, o la amada, la patria. “Es peligroso andar siempre aferrándose a los símbolos. La mujer es un ser humano y no un medio para expresar otras cosas. La rosa es un ser vivo sublime y no tiene por qué simbolizar la herida o la sangre”, contesta Darwish, y prosigue:

La identidad de ser humano del palestino precede a su identidad nacional … El palestino es un ser que ama, odia, disfruta de la primavera, se casa… Igual pasa con la mujer, que significa otras cosas que no son la tierra. Por más bonito que sea que la mujer encarne la existencia entera, lo primero es que tiene su personalidad como mujer.

Cuando a raíz de la publicación de La cama de la extranjera se me echó encima la crítica, que me acusó de haberme desentendido de la causa palestina, les respondí que al contrario, que este libro profundizaba en esa dirección. Que escribir sobre el amor representa una dimensión esencial de la resistencia cultural, y que si somos capaces de escribir sobre el amor o la existencia, la muerte o el más allá, nuestros valores nacionales y nuestra identidad salen reforzados. No somos una arenga política, no somos un panfleto. Como he dicho y repetido en más de una ocasión, ser palestino no es una profesión: por más que el palestino luche y defienda su tierra y sus derechos, ante todo es un ser humano.

En la entrevista que cierra el libro, “La estética de la desesperación”, Darwish confiesa a Dalia Karpel, del diario israelí Haaretz: “La situación actual es la peor que quepa imaginar. Los palestinos son la única nación en el mundo que sienten con certeza que el día de hoy es mejor que los días venideros. Mañana siempre trae una situación peor”.  Estas palabras fueron pronunciadas en julio de 2007, pocos días antes de un recital histórico en el Auditorio Monte Carmelo de Haifa (Israel en la actualidad), y parecen proféticas: en marzo de 2023 la situación de Palestina empeora irremisiblemente, el día de hoy es, lamentablemente, mejor que los días venideros.

Mahmud Darwish

Mahmud Darwish nació en 1941 en Birwa, una aldea palestina cercana a Acre, completamente destruida por las milicias sionistas en 1948. Cuando regresó a Galilea desde Líbano, donde se había refugiado su familia, se le declaró “presente-ausente”, lo que significaba que no podía reclamar ninguna de sus propiedades, que habían pasado a propiedad del Estado judío. Entre 1960 y 1970 estuvo encarcelado en numerosas ocasiones por su defensa de Palestina. En 1971 emprendió el camino del exilio, cuyo primer destino fue El Cairo. Fue miembro del Comité Ejecutivo de la OLP, del que dimitió tras los Acuerdos de Oslo en 1993. Desde entonces y hasta su muerte (2008) en un hospital de Houston (EE.UU.) vivió entre Ammán y Ramala.

El poeta troyano. Conversaciones sobre la poesía.
Mahmud Darwish
Edición y traducción de Luz Gómez.
Guadarrama: ediciones del oriente y del mediterráneo, 2023.

Independientemente de que haya habido otros factores, como la guerra en Ucrania o ciertos problemas de desabastecimiento, que hayan podido contribuir a agravar aún más la situación, existe suficiente consenso en que los altos precios alcanzados por la energía y en concreto por el gas natural, que venían subiendo desde un año antes del inicio de la guerra, constituyen la causa principal de la inflación de casi dos dígitos porcentuales que tenemos actualmente tanto en España como en la UE. De igual forma, no está nada claro que, tras la eventual finalización de la guerra, vaya a ser posible retornar al nivel de precios de la energía que había antes de la misma, porque, como veremos más adelante, la postura de los países productores ha cambiado de un tiempo a esta parte, sin que ello tenga demasiada relación con la guerra.

Ante esta inflación de origen exógeno, los gobiernos europeos no tienen muchas más opciones que intentar reducir la demanda por cualquier medio para no reforzar la espiral de precios al alza. No es tarea fácil al tratarse de una materia prima esencial para la vida diaria, de gran consumo tanto a nivel individual como industrial, que además hoy por hoy no es aún posible sustituir por otra fuente de energía alternativa.

El presidente Biden viajó recientemente a Arabia Saudí y tuvo una polémica entrevista con el príncipe heredero Mohamed bin Salman, en un vano intento de convencerle para que aumentara la producción y así se redujera el precio del crudo. A diferencia de otras ocasiones, los saudíes no sólo no accedieron a la petición americana, sino que, por el contrario, propiciaron que los países de la ampliada OPEC+ decidiesen conjuntamente reducir la producción en 2 millones de barriles diarios. Todo un cambio drástico en la postura de colaboración que habían mantenido antaño. Biden reaccionó manifestando en declaraciones a la CNN, que EE.UU “reconsideraría su política con Arabia Saudí, cuya relación con Rusia”, dijo, “tendrá consecuencias”. Todo un síntoma de que Putin ha encontrado en los países productores unos nuevos aliados, si no en la guerra, sí en su estrategia de lograr un incremento sustancial en el precio de los hidrocarburos. Por ello cabe pensar que los altos precios de la energía se van a mantener más allá de la finalización del conflicto bélico.

Determinar cuál sería un precio más justo del crudo y de sus derivados es un tema que merecería consideración aparte. Mientras tanto, en la actual tesitura, los bancos centrales y en concreto el BCE en un exceso de celo o como una forma de demostración de poder, han decidido cumplir con el objetivo que tienen asignado de combatir la inflación a cualquier precio, utilizando la herramienta de política monetaria que tienen más a mano, que no es otra que disminuir la oferta monetaria, bien sea aumentando los tipos de interés o reduciendo el balance del Banco. Reemplaza así su anterior política de QE (Quantitative Easing) por otra en sentido opuesto QT (Quantitative Tightening), consistente en reducir paulatinamente su cartera actual de bonos soberanos.

Este giro copernicano de la anterior política de QE a la QT en las actuales circunstancias es de esperar que se aplique también al llamado Corporate Sector Purchase Program (CSPP), consistente en la compra por el BCE de activos financieros del sector empresarial en condiciones muy ventajosas para las empresas de acuerdo con el denominado “principio de neutralidad”, por el que los valores elegibles por el BCE se distribuían cuantitativamente en proporción a la participación de cada sector en el mercado sin tener en cuenta su interés social, ni tampoco si en el aspecto medioambiental, eran “verdes” o “marrones”.

Cuando los bancos centrales emiten grandes sumas de dinero (QE) sin discriminar los receptores ni el uso que se va a hacer de él, no tienen en cuenta que los efectos de la inflación que se puede generar no son uniformes ni simultáneos en todos los sectores. Aquéllos que reciben el dinero de nueva creación en primer lugar, ganan poder adquisitivo al ser capaces de acceder a bienes de consumo o de capital a precios relativamente inferiores, mientras que quienes lo reciben con un cierto retraso sólo podrán hacerlo una vez que los precios ya hayan subido a causa de la inflación que posiblemente se genere. Si es posible afirmar que las políticas monetarias de QE nunca son neutrales, del mismo modo sus opuestas de ajuste cuantitativo (QT), que ahora se pretenden implantar, tampoco lo son.

Dos objeciones pueden hacerse a la política monetaria emprendida por el BCE. La primera es preguntarse en qué medida ello va a suponer la bajada de los precios de la energía, que se ha demostrado que en gran parte, a pesar de las sanciones que trata de imponer la UE, está en manos de los países productores, que pueden buscar canales de distribución alternativos o incluso tomar la decisión de recortar producción, con la que las grandes empresas petroleras como Saudi Aramco, están paradójicamente alcanzado cifras récord de beneficios.

Es también el caso de Rusia, que hace unos días respondió recortando un 5% su producción a las limitaciones de precio impuestas por la UE para el gasoil y otros productos refinados que, a pesar de su difícil trazabilidad y posibles vías alternativas de distribución, pudieran identificarse como de origen ruso. Está comprobado, por otra parte, que cualquier reducción en la producción significa un incremento del precio y, paradójicamente, un aumento de ingresos para los países productores.

La segunda objeción es que la subida de tipos de interés puede causar un doble efecto colateral perverso, que afecta a los países más endeudados y a los sectores más vulnerables de la población. Dentro de la Eurozona supone una “fragmentación” y una divergencia en los costos de endeudamiento de los distintos estados que, al tener el BCE estatutariamente prohibido la financiación directa de los estados miembros, han de acudir a los mercados en busca de crédito. Por esta razón el BCE ha tenido que anunciar en paralelo una nueva herramienta “antifragmentación”, por la cual, contrariamente a lo que se pretende con su política de ajuste cuantitativo QT, adquiere un cierto compromiso de comprar deuda de aquellos países que considere que están sufriendo una subida injustificada en su coste de endeudamiento. En cuanto a los ciudadanos que tienen una hipoteca de interés variable, que son mayoría, se verán más agobiados y algunos al borde de la insolvencia.

Independientemente de estas actuaciones estatutariamente permitidas, lo ideal sería que, con el fin de volver a situar la política monetaria en el ámbito del debate democrático y del interés general, el BCE pudiera, al menos coyunturalmente, utilizar su capacidad de emitir moneda para, mediante financiación directa, respaldar eventuales déficits fiscales de los estados miembros, que pudieran generar crecimiento y puestos de trabajo si la posible situación de estanflación lo hiciera necesario, sin necesidad de tener que enfrentarse a las restricciones de gasto que les impongan los mercados. Se evitaría así aumentar aún más su ya elevado endeudamiento.

El BCE, como constructo que es de una sociedad europea diversa y también lamentablemente desigual, no debería caracterizarse por su “neutralidad” económica, sino por su naturaleza “democrática”, de la que carece absolutamente, así como por su transparencia, por cierto también bastante mejorable. Resulta inadmisible que los tratados de la UE puedan servir de pretexto para llevar a cabo una política a favor de los más ricos. Por tanto, es exigible al BCE que extreme mucho la prudencia en la implantación de sus nuevas políticas monetarias y aplique también a la economía el adagio latino: “PRIMUM NON NOCERE”.

De otra forma, la ciudadanía acabará preguntándose por qué hubo y hay dinero para rescatar a los bancos y no para ayudar a las clases populares o para financiar un macroplan de inversiones que es esencial y urgente para la transición energética.

Antonio Crespo Massieu (1951), licenciado en Filosofía y Letras (UCM) y diplomado en Estudios Portugueses por la Universidad de Lisboa, es sobre todo poeta. Autor de varios libros, fue finalista del Premio Nacional de Poesía en 2012 y su obra poética forma parte de numerosas antologías. De él ha dicho el escritor Matías Escalera Cordero: “Desde hace tiempo, en realidad, desde que me topé con Elegía en Portbou, estoy convencido de que Antonio Crespo Massieu, permanecerá en la futura crítica de la poesía española del tránsito del siglo veinte al veintiuno como el poeta de la memoria y de las injustas ausencias que han provocado tanto la barbarie como el tiempo –a lo largo del temible siglo XX–, los dos más acérrimos enemigos del hombre y de la vida”.  

El dolor que amamos (Bartleby Ediciones, 2022) es su último y muy reciente libro. Con este motivo Espacio Público conversa hoy con él.

EP: El título del libro “El dolor que amamos” forma parte de una frase de Albert Camus que cita usted al comienzo del libro. Dolor y amor son dos constantes en todo el libro, ¿por qué?

A.C.M.: Dolor y amor, se entrelazan en nuestra existencia, pero, al menos para mí, lo significativo de la cita de Camus, autor querido que siempre me ha acompañado -deslumbramiento y apasionada lectura a mis 15 y 16 años- es que el amor hace perceptible “lo más real en este mundo: el dolor de las personas que amamos”. Acercarse al dolor, sentirlo como nuestro, amarlo incluso; con esta idea dialoga la cita de Rubén Darío que se incluye a continuación: “Vamos al reino de la muerte por el camino del amor”.

Dos temas confluyen en el libro: la pérdida del cabello en la mujer como consecuencia de tratamientos médicos y ese repetido ejercicio de humillación que ha sido y es rapar el pelo a las mujeres y que se ha practicado en todas las guerras y posguerras. Así, en la primera parte, “El acróbata de la noche” centrada en la enfermedad, el ángel mínimo, el ángel de las pequeñas cosas, recoge una a una cada hebra del pelo caído y que ya nunca volverá a crecer y recorre “salas de espera, quirófanos, ucis”, los espacios del dolor y el desconsuelo, pero también acompaña la esperanza de la sanación.

EP: Combray, Vinteuil, Swan… aparecen en varios de sus poemas; es inevitable no recordar a Marcel Proust. ¿Es una de sus referencias literarias?

Lo es, y además en este tiempo detenido de la pandemia y pospandemia volví a leer los siete tomos de En busca del tiempo perdido en la vieja edición de bolsillo de Alianza Editorial que tenía en casa. Pero en este libro son muchas las referencias literarias, a veces explícitas y otras menos evidentes; por citar algunas: Marguerite Duras, Claudio Rodríguez, Garcilaso, James Joyce, Guadalupe Grande, Coleridge… Pero, sí, Marcel Proust, el “olor, el sabor del tiempo”, “su claridad de niño herido”.

Antonio Crespo (fotografía de Carmen Ochoa)

EP: “El dolor de la pequeña rapada de Nevers” dice dos veces, ¿es un homenaje a Hiroshima mon amour, la película de Alain Resnais (1959), y a Marguerite Duras?

A.C.M.: Sí, tanto el poema inicial de esta parte como el que la cierra, dicen el dolor de “la pequeña rapada de Nevers”, memoria y homenaje a Marguerite Duras y Alain Resnais por esa película que iluminó mi adolescencia: “Hiroshima mon amour”. Lo que yo descubro, a mis 15 o 16 años, al ver la película de Alain Resnais, es algo tan esencial, y que sin duda estaba ya en mi interior, como que ninguna humillación, ningún acto de desprecio al ser humano puede ser justificado. En Hiroshima mon amour “la culpa” de la mujer que interpreta Emmanuelle Riva es haberse enamorado y haber amado por vez primera a un soldado alemán, tan joven como ella y, casi con seguridad, combatiendo en una guerra que no ha elegido y en un país al que no odia. La necesidad de la piedad, lo que se expresa así en el poema: “Ninguna humillación consentirás. / No olvides Hiroshima, mas tampoco Nevers./ Toda causa, por noble que sea, la envilece el desprecio./ No olvides nunca la piedad./ Solo por ella serás justificado”

EP: Pourquoy Font bruit es el título de uno de los poemas. En la última parte del libro, que usted dedica (cosa bastante inusual) a explicar las referencias y dedicatorias, dice que es para Juan Carlos Mestre por recibir “la visitación del pródigo y la música de las esferas”. Puede explicar un poco más este pequeño homenaje.

A.C.M.: El origen más concreto de esta dedicatoria está en un poema suyo en el que la “Oración o discurso sobre la dignidad del hombre de Pico de la Mirandola está presente, en el poema mío que citas ocupa un lugar central, es, por tanto, una deuda. De una manera más lejana, y más profunda, está en mi admiración por su poesía y su ejemplar compromiso cívico. Pero en estas dedicatorias, que no es tan inusual situar al final del libro, está bien acompañado. Muchos son los poetas y los amigos que aquí figuran, algunos de ellos desaparecidos en estos últimos años, hermanos suyos, hermanas nuestras, en la república de la imaginación, en este territorio de la dignidad y la fidelidad a la palabra. En la poesía necesaria que, como nos dijo Guadalupe Grande es “la actividad más democrática, más desobediente y más necesaria” pues “es tener un pie en el pasado y otro en el futuro. Intentar otras posibilidades para circular a través de la vida y la historia”.

EP: La segunda parte del libro “Y quedan interrogados e imperfectos” comienza con esta cita de Milo de Angelis: A veces, al borde la noche, se queda uno en suspenso y no se muere […]. Las ausencias están presentes constantemente en un ejercicio de memoria histórica y personal. ¿Cree que es necesaria la memoria para que sigan viviendo quienes ya no están presentes?

A.C. M.: Sí, tal como señalas, en esta segunda parte los primeros poemas hablan de ausencias personales: la madre, el padre, el hermano y la amiga; y esta es Guadalupe Grande que nos dejó tan pronto, se diría que ayer mismo, y que aún nos acompaña, por otra parte, este es el único poema escrito durante la pandemia. Los poemas siguientes hablan de “los efímeros”, aquellas vidas apenas vividas que fueron arrebatadas por la historia. El escándalo de un país, el nuestro, que hizo y sigue haciendo del olvido una virtud cívica (el poema dedicado a María Martín y a toda y todos los que aún siguen en las cunetas y fosas comunes y esperan -¡hasta cuándo!- verdad, justicia y reparación); la memoria siempre viva de Federico García Lorca y de Lucia Modiano y Marie-Loise Antelme que no pudieron sobrevivir a Auschwitz. Y la herida que, para mi generación, la que nació a la militancia política en 1969, significó el asesinato de Enrique Ruano Casanova. Tarea del poeta es escuchar las voces de los ausentes, salvar del olvido, rescatar con la palabra; al menos así es como yo entiendo la poesía.   

EP: Y aunque es la última pregunta, nos vamos a referir al principio del libro, a la portada. Se trata de la pintura de Antonello da Messina “Cristo muerto sostenido por un ángel” (Museo del Prado) a la que se le ha dado un tratamiento especial que ha eliminado la presencia de Cristo y el ángel para dar protagonismo al paisaje. ¿Por qué?

A.C.M.: En el origen del libro está la visión de un cuadro de Antonello da Messina, “Cristo muerto sostenido por un ángel”, que se conserva en el Museo del Prado. En él, un ángel mínimo sostiene un cuerpo enorme, descoyuntado. Al contemplarlo me pregunté, y me sigo preguntando: ¿qué forma de amor o piedad sostiene el frágil equilibrio del mundo y acompaña el dolor de las personas que amamos? ¿Hay algo, alguien que equilibra la balanza de la historia, el dolor del mundo? ¿Un solícito cuidado, un irresistible y fraternal impulso de justicia o dignidad? Esta figura del amor es la que yo vi en el cuadro. Y este ángel, niño o niña, pequeño, invisible, es el que acompaña, a lo largo del poemario, el dolor de las personas que amamos. El poema pórtico que introduce el libro es casi una écfrasis de este cuadro y, desde esa descripción, formula las preguntas que, aún sin respuesta cierta, puedan sostener el dolor y acoger “el desamparo infinito de todas las ausencias”.

Respecto a la portada del libro, Cristina Morano, que se ha encargado de la maquetación, nos ofreció una reproducción del cuadro de Antonello da Messina; pero nos pareció que lo marcaba demasiado en un sentido religioso. De inmediato nos brindó esta belleza que es un detalle del cuadro, aquí está la “luminosa piedad iluminando la ciudad de los hombres”. Y tal vez sea esta, la luminosa piedad, el verdadero tema del libro.

El dolor que amamos será presentado en Madrid el 6 de marzo a las 19.00h. en el Café Comercial. Juan Carlos Mestre y Manuel Rico acompañarán al autor.

Público’ y la Fundación Espacio Público organizan, con motivo del primer año de la entrada de los tanques a Ucrania, el acto ‘¿Qué puede hacer Europa para la construcción de la paz en Ucrania?’. El evento acoge a expertos como la periodista rusa instalada en España desde el momento en el que surgió el conflicto Inna Afinogenova; la copresidente de Transform! Europa, Marga Ferré; el colaborador de Público, excorresponsal en Rusia, antiguas repúblicas soviéticas, Japón y Corea y experto en geopolítica y seguridad mundial, Juan Antonio Sanz; y con Jordi Calvo, doctor en paz, conflictos y desarrollo, economista e investigador, además de coordinador del Centre Delàs y miembro de la Junta del International Peace Bureau. La mesa redonda está moderada por la directora adjunta de nuestro diario y experta en temas internacionales, Esther Rebollo. La inauguración corre a cargo del periodista de la Fundación Espacio Público, Marià de Delàs, y la clausura está protagonizada por la directora de Público, Virginia Pérez Alonso.

Hoy analizamos un éxito y un fracaso del sistema. Celebramos como éxito, el hecho de que hay 10 millones de pensionistas que disfrutan desde el pasado mes de enero de una subida de su pensión de un 8,5%, algunos de ellos habituales asistentes de las concentraciones que convocan la derecha y la ultraderecha española en la Plaza de Colón de Madrid. Es un gran éxito el haber conseguido que existan estas pensiones, que aparte de la justicia distributiva, entra dentro del flujo circular de la renta, aunque los titulares de los medios de comunicación liberales hablan de “Gasto de Pensiones”.

¿Cómo que gasto? Es simplemente una redistribución de la renta.

Los pensionistas no están metiendo el dinero que reciben en un sumidero, no lo llevan a los Paraísos Fiscales, sino que lo gastan en el consumo, es una redistribución y a la vez, es un incentivo para la actividad económica.

Pero al mismo tiempo, frente a este éxito, se evidencia un gran fracaso del sistema: Mientras que la pensión máxima llega a los 3.000 euros mensuales, o incluso ese importe que lo puede alcanzar una unidad familiar de dos pensionistas, es una cantidad suficiente que permite mantener un nivel de vida holgada, hoy la mayoría de los jóvenes están percibiendo unos sueldos muy precarios. El IMV es un sistema complejo con infinitas trabas burocráticas, y al final, el objetivo es llegar a percibir alrededor de 6.000 euros al año, importe que muchos pensionistas cobrarían en 2 pagas mensuales.

Esto es un gran fracaso del sistema, y a los jóvenes no se les escucha su voz en los medios de comunicación, siendo los mayores beneficiarios de cualquier medida vinculada a un Ingreso Garantizado, ya que favorecería su emancipación.

Por eso, desde este grupo de reflexión, proponemos la implantación de la Renta Básica Universal, es decir, para TODA la población de forma individual, desde su nacimiento hasta su fallecimiento, de la misma forma que en la Sanidad Pública todas las personas, ricas y pobres, tienen derecho a ser atendidas. Para empezar, no importa la cuantía de su importe, pero debería tener tal grado de automatismo que haga innecesario cualquier prueba de recursos, ni cualquier otro papeleo para percibirla. Si consiguiéramos encontrar unas propuestas que produjeran este automatismo, estaríamos empezando el camino hacia una autentica Renta Básica Universal que cubriera las necesidades básicas para garantizar la existencia de toda la población y eliminara los niveles de pobreza extrema. Ahora bien, volvemos al pesimismo:

¿Tenemos en estos momentos en nuestro país una clase política con voluntad real de implantar una Renta Básica?

La respuesta es rotunda: No la hay, porque aquellos que lo llevaron como bandera, sobre todo la nueva izquierda emergente, cuando proponen sustanciar una medida de este tipo, ofrecen alternativas asistencialistas, y eso no tiene nada que ver con la Renta Básica.

La universalidad tiene la ventaja de no estigmatizar al perceptor con la etiqueta de pobre, y a los jóvenes les permitiría ver un horizonte de oportunidades donde desarrollar sus capacidades personales, bien sean artísticas, científicas, literarias, etc., y hacer aquello en que realmente se sientan realizados.

Uno de los problemas que observamos es que a nivel popular el concepto de Renta Básica no es aceptada por el desconocimiento que hay sobre ella. Nuestra batalla cultural sería intentar cambiar el concepto de asistencialista, que actualmente existe por un derecho ciudadano, dando un toque ilusionante a la racionalidad de la Renta Básica, aunque para esto debamos asumir los nuevos paradigmas respecto al concepto de trabajo que vemos imponerse día a día debido al desarrollo de las nuevas tecnologías, y en especial, la Inteligencia Artificial.

Cuando hablamos de “ciudadanía” en general debemos de aclarar que no todo son solamente derechos, sino también conlleva responsabilidad con la sociedad donde se vive. Aquí también es necesario aclarar que el derecho de ciudadanía no está en el pasaporte, sino que está en la residencia donde viven, tributan y consumen. Tenemos que desanclar el concepto de ciudadanía del de nacionalidad.

Todos observamos cómo están aumentando los problemas de salud mental debido a los niveles de incertidumbre que tenemos sobre el futuro, especialmente los jóvenes que están llegando a un nivel de desmotivación preocupante y que los hace pasivos. Recientemente hemos oído que el 44% de los jóvenes el año pasado han pensado en algún momento en quitarse la vida. Necesitamos discursos de esperanza, necesitamos recuperar la capacidad de pensar en cosas mejores, de pensar en términos positivos, en un futuro interesante.

El argumento que todo el mundo utiliza para oponerse a la Renta Básica es el enorme coste que supondría, pero:

¿Alguien se ha ocupado de calcular lo que nos cuesta NO tener una Renta Básica?

Los únicos cálculos que se conocen son lo poco competitivos que son los países con mayor desigualdad frente a otros con una mayor igualdad.  Es tiempo de asumir el cambio de época. Necesitamos un salto adelante en los derechos ciudadanos, iniciativas que potencien y apoyen las posibilidades de las redes locales, que ya no son individuales como nos propone el neoliberalismo, sino que serán colectivas.

En todo caso, todas las propuestas de Renta Básica van acompañadas de cambios tributarios que implican que, en términos netos, los que no la necesitan acaban devolviéndola vía impuestos y que el coste total se reduzca sustancialmente.

Por último, no debemos olvidar que los efectos de la Renta Básica Universal son transversales. No son un fin, sino un medio que afectaría la política fiscal, a la ecología, a las políticas sociales, a la España vaciada y, por supuesto, a las pensiones. Las experiencias piloto que se han puesto en marcha hasta la fecha han dado los siguientes resultados comprobados:

  • No se ha notado un especial efecto sobre el empleo, los perceptores han continuado trabajando, y aquellos que han optado por abandonar su puesto de trabajo, en una gran mayoría, era para completar sus estudios universitarios.
  • Se han incrementado las iniciativas empresariales, la Renta Básica les ha proporcionado un suelo de seguridad que les permite asumir el riesgo.
  • Algunas personas reducen su jornada laboral en favor de labores de cuidados, hobbies, voluntariado, etc., favoreciendo de esta forma la distribución del trabajo.

En todos los casos se ha observado que la Renta Básica aporta mayor seguridad, disminuye el estrés, mejora la salud mental, reduce el abandono escolar y la delincuencia…. Ventajas suficientes para apostar por su implantación.

Y no debemos olvidar la liberación que supone al personal de los servicios sociales para que se dediquen a lo suyo: a proteger a quien más lo necesite y no verse obligados a perseguir a los protegidos.

Notas:

(1) Síntesis del debate realizado en el seno del Grupo sobre La Redistribución y la Renta Básica.

moderado por:

  • Pedro González de Molina Soler

    Profesor de Geografía e Historia

Hay que esforzarse por debatir más de políticas que de meritocracia en público

  • Carlos Gil

    Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo (Italia), con la tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate (2020), premiada por el European Consortium for Sociologial Research (ECSR)

Uno de los principales problemas en la acalorada discusión pública sobre la meritocracia es la confusión generalizada sobre su significado y el papel del esfuerzo. Hay dos interpretaciones que hay que aclarar antes de tener un debate serio sobre las políticas y acuerdos necesarios para mejorar la igualdad de oportunidades: (1) la meritocracia como mecanismo de selección y (2) la meritocracia como ideología cargada de (pre)juicios morales. Una vez aclaradas, veremos que la meritocracia es una concepción muy pobre de la igualdad y que hablar de ella en público agita el avispero ideológico, desviando así la atención de las políticas indispensables para construir sociedades más justas.

La meritocracia como mecanismo de selección

Por un lado, la meritocracia puede entenderse como un mecanismo de selección o asignación de las posiciones y recompensas valoradas en una sociedad basado en el mérito del individuo, sea lo que sea el mérito, quién lo define y si es posible medirlo — un debate clave que abordaré más abajo.

Nadie dijo que no haya que esforzarse. Ya desde las revoluciones liberales del siglo XIX se hacía énfasis en la carrera abierta al talento en las burocracias estatales para derribar las sociedades aristocráticas donde la posición social era directamente heredada por linaje familiar, tradición o propiedad. En las democracias actuales, la mayoría de los ciudadanos prefiere que el sistema educativo, el mercado de trabajo o las instituciones públicas se rijan por los criterios más transparentes y objetivos posibles en los procesos de selección, evaluación y promoción — como la capacidad y el trabajo duro. Pocas personas consideran que esforzarse no sirva para nada y que no haya que hacerlo para salir adelante. Que se recompense —eso sí, de forma igualitaria— el esfuerzo es necesario para motivar e incentivar a la gente para, por ejemplo, cursar estudios más difíciles o trabajar en ocupaciones con mayor responsabilidad. Esto es lo mínimo que se espera del capitalismo: una competición justa en la que se recompense a cada uno según sus méritos individuales y lo que el mercado valore en ese momento histórico, independientemente de si vienes de abajo o de arriba, de tu género, orientación sexual u origen étnico.

Últimamente se ha desviado interesadamente el debate sobre la meritocracia hacia el peligro de cuestionar la sacrosanta trinidad de levantarse temprano, trabajar duro y ser resilientes y difundir así la cínica idea de que esforzarse no vale para nada a nuestros ingenuos jóvenes. ¡A ver si van a quedarse en casa de brazos cruzados a esperar la “paguita”! Así, se desvía la atención de una segunda interpretación de la meritocracia menos idílica: la meritocracia como caballo de troya del liberalismo extremo, el statu quo y la legitimación de desigualdades injustas para aquellos desafortunados en la lotería social y genética. Nadie elige ni merece las (des)ventajas de nacer en una familia con menos o más recursos o heredar unos u otros genes que influencian el desarrollo de las habilidades productivas que valora el mercado.

Para que quede negro sobre blanco: esforzarse es importante para conseguir los objetivos que uno se proponga y sobre todo si vienes de abajo. Por algo se llama clase trabajadora. Dicho esto, si vienes de clase obrera, tener talento y trabajar duro no te garantiza los mismos resultados que a alguien que venga de la elite y también se esfuerce, o incluso no dé palo al agua — que se lo digan a Froilán. Que el mismo esfuerzo no tenga la misma recompensa según la clase social en la que has tenido la fortuna de nacer no quiere decir que el esfuerzo no tenga valor, sino que la meritocracia es un timo. El esfuerzo solo podría justificar desigualdades entre personas que han nacido en las mismas circunstancias de clase y, como no podemos cuantificar todas estas circunstancias, quizá podríamos centrar nuestros esfuerzos en ofrecer más oportunidades en lugar de juzgar quién merece qué antes de ofrecerlas. Podemos aspirar a más como sociedades democráticas que competir en una carrera amañada desde el pitido de salida para repartir los trabajos y bienes que valoramos.

La meritocracia como sistema ideológico

En su segunda interpretación, la meritocracia es un sistema ideológico de legitimación de la desigualdad que da por hecho el hollywoodiense sueño americano de que hay igualdad de oportunidades. El sueño de que, si te levantas muy temprano, te esfuerzas mucho y te buscas un buen coaching, no habrá obstáculo que te impida conseguir aquello que te propongas: ya sea ser astronauta, millonario, influencer, jugador de fútbol, CEO de una multinacional o estrella del trap, tú lo vales. Si no lo consigues, podrás culparte solo a ti mismo por tus malas decisiones y por tu falta de habilidad, empeño o carácter. Tuviste poco autocontrol y te comiste la golosina de la mesa en lugar de esperar media horita más para tener dos. Cada uno recibe lo que se merece, ni más ni menos ¡Espera, la meritocracia no siempre fue así, me la han cambiado!

El origen distópico de la meritocracia y su metamorfosis liberal. La palabra meritocracia es joven y nació como una sátira distópica del sociólogo Michael Young para denunciar los peligros de una sociedad que aplicara a rajatabla la fórmula mérito = habilidad + esfuerzo para elegir a sus elites gobernantes. En esta sátira ambientada en Gran Bretaña, las posiciones en la estructura de clase se deciden desde la escuela primaria sin tener en cuenta las desigualdades socioeconómicas de partida entre las familias para puntuar más alto o bajo en esta fórmula meritocrática. No en vano, el término meritocracia se acuñó como una crítica a la reforma del segregador sistema educativo inglés de 1944, que introdujo la diferenciación temprana de itinerarios curriculares —el equivalente español del bachillerato o formación profesional— basada en una prueba de cociente intelectual a los 10 años. El cuento de la meritocracia acabó como el rosario de la aurora, con una rebelión de las clases sociales perdedoras en 2033, despreciadas por el desdén de la oligarquía ganadora. En lugar de una sociedad eficiente y justa, la meritocracia derivó en una tiranía cruel y despiadada con los menos afortunados.

Poco a poco, pero sobre todo desde los años 80, la meritocracia sufrió una dulce metamorfosis hasta derivar en un sistema ideológico que justifica las desigualdades y pone el foco en la responsabilidad del individuo. Se moraliza la desigualdad y no se reconoce ni las circunstancias materiales ni los factores estructurales que la explican. Como consecuencia de este martillo pilón ideológico y en paralelo al incremento de la desigualdad de ingresos y riqueza, ha crecido también la creencia en que nuestras sociedades son meritocráticas. Ya se sabe, “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”.

Así, casi sin darnos cuenta, la meritocracia se convirtió en un slogan vacío de políticas que promete el sueño americano para todos. Un ebrio brindis al sol tal y como ya lo expresara Tony Blair, ex primer ministro británico y máximo exponente de la tercera vía socialdemócrata tras la caída del bloque comunista. De estar a años luz de ser una meritocracia en 1995, Blair se regocijaba de que, solo dos años después, mientras se desmantelaban los estados de bienestar y se privatizaba la economía, ya lo habían conseguido:

“Estamos a años luz de ser una verdadera meritocracia” (Julio de 1995). “Quiero una sociedad basada en la meritocracia” (Abril de 1997). “La Gran Bretaña de las elites se ha acabado”. “La nueva Gran Bretaña es una meritocracia” (Octubre de 1997). “El antiguo establishment está siendo reemplazado por una nueva, más grande y más meritocrática clase media” (Enero de 1999). T. Blair

Aunque Michael Young se tirara de los pelos, apelar a la meritocracia se convirtió en un comodín aspiracional, una cortina de humo tanto liberal como socialdemócrata (de tercera vía), para vender la moto del ascensor social y no abrir el melón del frigorífico: ¿qué políticas públicas y grandes acuerdos entre fuerzas políticas hacen falta para reducir las desigualdades de clase y conseguir mayores niveles de igualdad de oportunidades? ¿A qué privilegios tendrían que renunciar las elites para tal envite?

No hay lugar ni momento justo para evaluar el mérito. La carrera es una metáfora recurrente para ilustrar cómo se reparten las posiciones sociales y recompensas económicas valoradas en una sociedad bajo la meritocracia. Imaginemos una carrera de velocidad en la que se dibuja la línea de salida en la misma posición para todos los participantes y así compitan en igualdad de partida. A partir del pistoletazo de salida, las posiciones finales y los trofeos serían solo una función de la habilidad (velocidad) y el esfuerzo (entrenamiento previo) de los corredores.

Si aplicamos esta metáfora a nuestro sistema educativo o mercado de trabajo, ¿cuándo sería justo dibujar la línea para que empiece la carrera por el estatus socioeconómico en igualdad de condiciones y evaluar el mérito? ¿Al nacimiento, en la educación primaria o en el mercado de trabajo? ¿Cómo diferenciamos el mérito individual de las circunstancias familiares que escapan a nuestro control y que ayudan o dificultan desarrollar este mérito? ¿Cómo separamos nuestras decisiones responsables de las circunstancias materiales que las preceden y posibilitan?

Desde el nacimiento, e incluso antes, ya empiezan a gestarse desigualdades de clase, a través de los recursos culturales y económicos familiares, en el desarrollo de aquellas habilidades productivas —cognitivas y socioemocionales— que luego serán recompensadas con calificaciones y sueldo por los evaluadores del mérito en el sistema educativo y mercado de trabajo: los profesores y los empleadores. La educación es el principal canal para la movilidad social de los hijos de la clase trabajadora, al no contar con un capital y patrimonio considerable que heredar. En la meritocracia liberal, se da por sentado que los sistemas educativos públicos son suficientes para compensar las desigualdades de partida e igualar las oportunidades de acumular las competencias que más recompensa el mercado. A pesar del meritorio esfuerzo de la comunidad educativa en hacer que estas desigualdades no fueran aún más grandes, si no existiera la escuela pública, estás desigualdades de clase en el desarrollo del mérito académico se mantienen casi intactas a lo largo del sistema educativo y no se han reducido significativamente en las últimas décadas.

Así, se pone todo el peso y la culpa de la política social en el sistema educativo público y la (falta de) habilidad individual. El papel de la escuela pública como igualador social es crucial, pero es solo condición necesaria, ya que, por cada acción política para igualar el terreno de juego, habrá una reacción de las clases privilegiadas para ir varios pasos por delante. Por ejemplo, a través de la educación privada, que no para de crecer. ¿De verdad somos tan ingenuos de creer que solo por facilitar el acceso a la universidad pública a las clases trabajadoras vamos a erradicar la desigualdad de oportunidades? Hay una infinidad de canales por los que los hijos de clases altas seguirán aún en ventaja para conseguir una mejor posición en el mercado de trabajo: la formación privada y en el extranjero, la transmisión de capital y patrimonio, los contactos, la información privilegiada o el know-how de cómo funcionan las bambalinas de las instituciones.

Volviendo al ejemplo de la carrera, imaginemos que el ganador tiene la línea de salida adelantada con respecto al resto de corredores partiendo así con varios metros de ventaja, empieza a correr cinco segundos antes del pitido de salida, calza las mejores zapatillas del mercado y ha entrenado en el mejor club de atletismo con Usain Bolt como instructor personal. El resto de los corredores, además, afronta una calle llena de obstáculos en la pista. Obviamente, aunque genéticamente nuestro hipotético personaje no goce de ventajas considerables, gana la carrera y se le recompensa con un premio en metálico 50 veces superior al segundo clasificado. Además, nuestro aventajado corredor recoge el trofeo henchido de orgullo mientras los espectadores y medios de comunicación ensalzan su gran habilidad y esfuerzo para ganar la carrera, llevándose todo el prestigio y reconocimiento social.

¿A quién le puede parecer esto justo? Probablemente solo a quien parta de una situación de privilegio y quiera conservarla para él mismo y los suyos. Es racional mirar por el interés propio, sí, pero no es justo bajo ninguna óptica moral. La investigación psicológica ha mostrado que hasta los niños de 3 años saben reconocer la injusticia y tienen una preferencia universal por la equidad. Quizá esto nos diga algo sobre el rol evolutivo que ha tenido la cooperación para que el ser humano progrese como especie y sociedad, en lugar de resignarnos a que el hombre sea un lobo para el hombre. Si más gente que nace o llega a situaciones de privilegio lo reconociera también y estuviera dispuesta a cambiar el statu quo no sería del todo hipócrita, sino solidario con quienes no tuvieron la misma suerte. Ahí queda la llamada de multimillonarios como Warren Buffet a tasar más a los ricos al pagar un porcentaje ridículo de impuestos en términos relativos con respecto a un trabajador medio de su empresa.

Incluso cuando es un hecho científico que gran parte de nuestros logros está condicionada por las (des)ventajas de nacer en una familia con más o menos recursos, así como por las instituciones, inversiones e infraestructuras públicas, muchos atribuyen su éxito única y exclusivamente a su esfuerzo y valía personal. Investigaciones experimentales indican que, al jugar al Monopoly, si se lanza una moneda al aire para determinar al azar qué jugador empezará la partida con más dinero que el resto y tirará con dos dados, el jugador que por pura suerte y sin ningún mérito ha empezado la partida con ventaja suele racionalizar las causas de su victoria a través de sus brillantes dotes estrategas ¡Oye, que a mí nadie me ha regalado nada!

Dos mitos fundacionales de la meritocracia desmontados por la evidencia

La igualdad de oportunidades no existe, son los padres. La ideología liberal meritocrática da por hecho que ya hemos llegado a la igualdad de oportunidades y todos navegamos en el mismo barco, el de la clase media, sea lo que sea. La acumulación de riqueza de las elites goteará hasta que suba la marea y eleve todos los barcos. El sueño americano se parece más a la utopía socialista sin clases sociales que a las sociedades capitalistas de alta desigualdad de ingresos y riqueza heredada en las que vivimos. Es una visión tremendamente distorsionada que no refleja los altos niveles de desigualdad realmente existentes.

En España no hay meritocracia. Si la entendemos como una sociedad en la que haya igualdad de oportunidades y la clase social de nuestros padres no influya en nuestro nivel educativo, ocupación, ingresos y riqueza, y sean solo nuestro esfuerzo y habilidad los responsables. ¿Y la europea? Es un hecho empírico que la igualdad de oportunidades no se cumple ni en las sociedades contemporáneas que han hecho mayores esfuerzos por reducir las desigualdades durante décadas a través de amplios acuerdos políticos, estados de bienestar universalistas, redistribución y dinamismo económico, como los países nórdicos. La igualdad de oportunidades solo existe sobre papel mojado, basta abrir cualquier constitución o declaración de derechos. Ni en la España de hoy, ni en ninguna sociedad industrial o posindustrial de la historia moderna ha existido la igualdad de oportunidades plena hasta la fecha. Ni siquiera en las sociedades comunistas.

Los monopolios privados, los beneficios empresariales desorbitados, el fraude fiscal, la corrupción pública y la transmisión de (des)ventajas de padres a hijos implican que no haya una competición justa. Si no queda más remedio que competir, si no hay otra alternativa, que al menos la competición no sea una pantomima.

No hay igualdad de oportunidades, ni se la espera. La igualdad de oportunidades es una utopía. El punto clave del debate es que sin igualdad de partida nunca puede haber una “verdadera” meritocracia en la que las circunstancias de la cuna sean irrelevantes, solo legitimación de la desigualdad. Aun más importante, la igualdad de oportunidades es imposible de conseguir por cuatro razones: (1) falta de consenso político y del votante en las políticas para combatir la desigualdad de resultados por los juicios morales que la consideran como justa o injusta; (2) la fractura de la meritocracia por parte de las clases altas con la transmisión intergeneracional de sus privilegios; (3) los límites de intervención del estado; (4) la imposibilidad de igualar los resultados en la generación de los padres dentro de sociedades capitalistas avanzadas tecnológicamente con una gran división técnica del trabajo.

Esto no quiere decir que haya que tirar la toalla y abandonar la política social, sino todo lo contrario: políticas universalistas, redistributivas y compensatorias que no beneficien solo a las clases medias-altas son esenciales para acercarnos a la utopía de la igualdad de oportunidades en su segunda acepción: “una representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano”.

Consenso político. Dado el grado de polarización política en materia fiscal y educativa, es muy difícil remar en la misma dirección y construir un estado de bienestar fuerte con mayor recaudación, redistribución y generosas políticas sociales durante décadas. La búsqueda de la igualdad de oportunidades no es cuestión de una legislatura y esta es precisamente una de las principales líneas rojas entre la derecha y la izquierda, entre el liberalismo y la socialdemocracia.

Los límites de intervención del estado y las familias. El estado no puede inmiscuirse en que los padres inculquen a sus hijos habilidades, aspiraciones y preferencias específicas para sus estudios o carrera profesional. Las familias más aventajadas, como todas, siempre querrán lo mejor para sus hijos, cosa legítima y natural, pero romperán así con la meritocracia y la carrera comenzará ya desvirtuada desde la cuna. La familia es incompatible con la igualdad de oportunidades y aquí el estado poco puede hacer, pero hay canales de transmisión de la desigualdad entre padres e hijos que pueden considerarse más injustos, como la transmisión directa de riqueza y los enchufes.

Además, hay un punto fundamental del que no se habla. Dependiendo del punto de vista ideológico, se centra el relato en la falta de oportunidades de los que vienen de abajo para subir o en su falta de habilidad, esfuerzo o motivación para conseguirlo. Sin embargo, ¿qué pasa con los de arriba? Para que existiera una meritocracia o la movilidad social fuera “perfecta”, los hijos de familias aventajadas deberían caer en ocupaciones no cualificadas o renta baja si no se esfuerzan lo suficiente o muestran talento.

En la realidad, las clases altas tienen recursos económicos, culturales y sociales para garantizar que sus hijos no se despeñen en la escalera social: gozan de un suelo de cristal, red de seguridad o paracaídas. Son solo ellos quienes pueden permitirse el lujo de equivocarse, no esforzarse o tener bajas habilidades productivas. Tienen más segundas oportunidades y por ello las clases altas rompen la meritocracia con sus privilegios. Un ilustrativo ejemplo reciente es el escándalo Varsity Blues por los sobornos de familias de alto estatus para que sus hijos, que no eran muy brillantes, fueran admitidos a universidades americanas de élite.

Si de verdad tanto quieren una meritocracia, las clases sociales más aventajadas deberían estar dispuestas a renunciar a parte de sus privilegios para igualar el terreno de juego y que haya una competición sin trampas. Solo si esto sucediera, que no lo hará, tendría sentido hablar de meritocracia.

La pescadilla que se muerde la cola. La meritocracia sufre una contradicción intrínseca que la convierte en una falacia circular: no cuestiona el nivel de desigualdad de ingresos o de riqueza en la sociedad, lo que se conoce como desigualdad de resultados o premios en la carrera. Esta desigualdad incentivaría en cambio el trabajo duro, la creatividad y la innovación. En una meritocracia perfecta, habría movilidad social hacia abajo y hacia arriba: los hijos de las elites bajarían en el ascensor social con la misma probabilidad que los hijos de clases trabajadoras subirían. Habría un cambio de cromos en la estructura de clases sociales, pero la pobreza, la precariedad y las desigualdades económicas y de riqueza seguirían intactas.

Ya sabemos que es imposible en la práctica, pero incluso si hubiera igualdad de oportunidades en la generación de los padres, estos conseguirían resultados muy diferentes en términos de recursos culturales y económicos que después transmitirían a sus hijos. Esta desigualdad de resultados sin límite, que consiente la meritocracia, imposibilita la igualdad de oportunidades en la generación de los hijos. Combinar mucha movilidad social o igualdad de oportunidades y mucha desigualdad de resultados es incompatible en la práctica. Las sociedades modernas más igualitarias del planeta, las nórdicas, dan buena cuenta de ello. Aunque el expresidente demócrata de Estados Unidos, B. Obama, no prometía la igualdad de resultados, sí que sabía que la combinación de desigualdad y baja movilidad social deja desvelado al sueño americano:

 “La premisa de que todos hemos sido creados iguales es la razón de ser de la historia americana. Y dado que nosotros no prometemos igualdad de resultados, nos hemos esforzado por dar igualdad de oportunidad a todos – esta es la idea de que el éxito no depende de haber nacido en la riqueza o el privilegio, sino que depende del esfuerzo y el mérito”. […] “Las tendencias combinadas del aumento de la desigualdad y la disminución de movilidad amenazan fundamentalmente el Sueño Americano, a nuestra forma de vida, y lo que representamos alrededor del mundo”. B. Obama (2013).

La meritocracia como una pobre concepción de la igualdad

Lo podemos pensar como una pregunta que nos tenemos que hacer como sociedad: ¿queremos vivir en un rascacielos sin ascensores ni escaleras donde una subclase malvive en el sótano sin luz ni agua mientras la elite del ático bebe champagne en el jacuzzi? Los del ático y los del sótano serían siempre hijos de las mismas dinastías familiares ¿O preferimos vivir en un edificio más bajo, horizontal y abierto en el que las plantas estén conectadas por escaleras mecánicas de subida y de bajada?

Bajo las lentes de la meritocracia liberal, la sociedad se entiende como una competición por la distribución de los recursos, por los trabajos más prestigiosos y mejor pagados. La otra pregunta que debemos hacernos como sociedad es si lo que valora el mercado, los premios que se dan a los ganadores de la carrera, son los mejores criterios para determinar nuestro bienestar colectivo. Que el mercado recompense un trabajo con un salario 500 veces más alto que otro no implica que este trabajo sea 500 veces más útil o beneficioso para la sociedad, que esta persona se haya esforzado 500 veces más, que su esfuerzo valga 500 veces más, que su trabajo tenga 500 veces más responsabilidad o que sea 500 veces más difícil de desempeñar. Repítelo 500 veces conmigo. Quizá sería hora de dignificar el trabajo y su valor también por debajo y mejorar las condiciones económicas y laborales de la mayoría, la de los trabajadores. La igualdad no está reñida con el crecimiento económico, hasta el Fondo Monetario Internacional lo ha reconocido.

Al César lo que es del César: tampoco sería justo que hubiera igualdad total de resultados o recompensas, ya que no habría ningún incentivo para esforzarse o asumir responsabilidad. Cómo dijo M. Rajoy allá por 1984, no es cuestión de “equiparar a quien por capacidad, trabajo y méritos son claramente desiguales”, pero tampoco es que se pretenda, cómo también temía Rajoy, “explotar la envidia y el resentimiento para asentar sobre tan negativas pulsiones la dictadura igualitaria”. Se trata de otra cosa, de la última pregunta que tenemos que responder: ¿cuánto queremos (re)compensar y tasar a los “ganadores” y a los “perdedores” de la carrera si no podemos separar sus circunstancias de sus méritos? Aunque hasta hace poco la respuesta del liberalismo y la socialdemocracia era relativamente unánime, esta pregunta es un dilema moral que hoy representa una gruesa línea roja entre la izquierda y la derecha. De cómo resolvamos este dilema dependerá nuestra capacidad para construir sociedades con mayor igualdad de oportunidades y despertar del sueño americano porque, cómo decía el cómico George Carlin, que en paz descanse: “se llama sueño americano porque hay que estar dormido para creérselo”.

La meritocracia es una meta e ideal político muy pobre, vacío de contenido, un canto de sirena que nos distrae de las políticas públicas realmente necesarias para construir sociedades más justas y que exploten el potencial personal y productivo de todos sus ciudadanos, independientemente del accidente de nacimiento ¡Despertemos y manos a la obra!

Notas:

Carlos Gil es doctor en Ciencias Políticas y Sociales por el Instituto Universitario Europeo (Italia), gracias a la beca Salvador de Madariaga del Ministerio de Educación, con la tesis Cracking Meritocracy from the Starting Gate (2020), premiada por el European Consortium for Sociologial Research (ECSR). El artículo está basado en esta tesis y un capítulo del libro La movilidad social en España (2015), coescrito con Ildefonso Marqués y publicado por Catarata.

Un cortometraje documental sobre el asentamiento Los Nietos (Almería) y la vida de los inmigrantes que viven allí.

En julio de 2022 comenzó la distribución del cortometraje La Rotonda, un documental sobre el asentamiento conocido como El Walili o Los Nietos, situado en Níjar (Almería), que había comenzado a rodarse en noviembre 2021. Este asentamiento está situado en la rotonda de Los Albaricoques, punto de paso estratégico para acceder desde la autovía del Mediterráneo a San José y las playas turísticas de Cabo de Gata.

Este documental ha sido premiado como mejor corto documental en el Festival Internacional de Cine Premios Lorca de Granada en noviembre de 2022, y en el Sevilla Indie Film Festival en febrero de 2023, ha sido seleccionado para competir en varios festivales y muy próximamente, el 19 de febrero, se proyectará en el Festival de Cine Independiente de Ibiza (Ibizacinefest).

Su directora es Carmen Tortosa y con ella tenemos la oportunidad de hablar hoy en Espacio Público.

Carmen Tortosa

EP: Su cortometraje muestra de forma muy clara las terribles condiciones de vida en las que viven los emigrantes de El Walili, aproximadamente 400 jornaleros la mayoría de los cuales llegó a la Península desde la costa africana. ¿Cómo surgió la idea de rodar en este lugar?

CT: Como has comentado, este asentamiento está situado en una rotonda de paso para las playas de San José y de Cabo de Gata, y como muchos amantes del Parque Natural, he pasado por allí desde que tengo uso de razón. Pero fue en 2020, una vez finalizado el periodo de confinamiento estricto por la pandemia, y debido a la posibilidad de hacer teletrabajo, que me alojé en un cortijo en Los Albaricoques. Todos los días pasaba por la Rotonda, y veía el poblado de Los Nietos, con sus casas hechas de plásticos negros y productos de reciclaje, con una estética muy llamativa. Me preguntaba muchas cosas ¿Cómo se desarrollaría la vida allí? ¿Tendrían algún tipo de apoyo? ¿Cuánta gente vivía? ¿Cómo es que nadie hablaba de ello? Pensé que su visión no debería dejar indiferente a nadie y que, sin embargo, poco sabemos de él, ni de otros asentamientos similares en la zona; era como si no existieran, como si sus habitantes fueran invisibles. Me dije que había que contar aquella historia. La historia del poblado de Los Nietos y de los inmigrantes que viven allí. Además tan cerca del Mediterráneo, ese mar, tan ambiguo, que acoge veraneantes de todo el mundo y que es testigo de muertes continuas de personas que aspiran a un mundo mejor, y que cuando consiguen llegar, se encuentran condiciones como las que se ven en el poblado de Los Nietos.

Fotos cedidas por la realizadora y el equipo de rodaje del documental.

EP: Mientras La Rotonda viaja por distintos festivales, el pasado 30 de enero El Walili fue desalojado forzosamente, con un amplio despliegue policial, sin que hubiera una alternativa habitacional para sus moradores. ¿De dónde salió esta orden de desalojo?

Desde que se empezó a organizar el asentamiento en Los Nietos, un antiguo cortijo del municipio de Níjar, hace más de 10 años, no existía nadie con legitimidad sobre el terreno, ya que es una propiedad enquistada por una herencia que no fue aceptada por alguno de los herederos. Han sido muchos años sin un plan de alojamiento que permitiera vivir y trabajar dignamente a los inmigrantes que allí iban llegando.

El desalojo y demolición del asentamiento, este 30 de enero de 2023, fue solicitado por el Ayuntamiento de Níjar, gobernado por el PSOE, y se ha ejecutado a través de una resolución judicial. Como dices sin una alternativa a sus habitantes, y de un modo cruel y precipitado, con amplio despliegue policial y excavadoras desde primera hora de la mañana. Sin tener en cuenta para nada la opinión de los afectados, dejándolos en situación de vulnerabilidad y con muy pocas alternativas. Supongo y espero que se estudiará la violación de sus derechos humanos. Como se ve en la película, con parte del rodaje en una de las casas del asentamiento, el interior disponía de bastantes enseres, frigorífico, cocina, sofá, mesa, camas, etc. No puedo imaginar cómo se las apañaron para poder sacar todo eso, ni dónde lo pudieron llevar. O si tuvieron que ver cómo las excavadoras se lo tragaban.

La realidad es que el desalojo ha dejado sin hogar a medio millar de trabajadores de los invernaderos.

Fotos cedidas por la realizadora y el equipo de rodaje del documental.

EP: La eurodiputada Idoia Villanueva llevó al Parlamento Europeo la denuncia de este desalojo; y el parlamentario andaluz José Manuel Jurado, que estuvo presente en el desalojo, denunció que los trabajadores «tienen miedo y que no saben dónde van a ir» ¿Ha tenido noticias de cómo están ahora los protagonistas de La Rotonda?

CT: No he sabido nada de ellos, de hecho les tenía informados del recorrido del cortometraje a través del móvil, y siempre me contestaban enseguida, desde el desalojo no han visto mis mensajes. Ellos no han podido ver la película todavía, ya que no he logrado proyectarla en Almería, como hubiera sido mi deseo. Lo más probable es que se hayan marchado, como hicieron muchos de los trabajadores en el fin de semana previo. El día del desalojo, 30/01/2023, quedaban en el asentamiento una cuarta parte o menos de sus habitantes. Espero que se vean pronto en pantalla grande.

Fotos cedidas por la realizadora y el equipo de rodaje del documental.

EP: Mientras que los habitantes de El Walili han sido desalojados, se amplían las hectáreas de invernaderos y las empresas que  tienen instalados allí sus negocios van ampliando beneficios. ¿Qué está haciendo el Ayuntamiento de Níjar para apoyar a estas personas inmigrantes?

Pues sí, gracias a la mano de obra que proporcionan estos trabajadores, los invernaderos de Almería siguen creciendo continuamente y surtiendo de frutas y verduras a toda Europa. Almería está a la cabeza de las exportaciones agrícolas. La economía de la zona depende en gran parte de esta actividad.

El Ayuntamiento de Nijar, encargado del desalojo y demolición, ha ofrecido a unas 80 personas de las que vivían en el asentamiento, un alojamiento en una nave con literas en un polígono a las afueras de Níjar y alejado de los lugares de trabajo de los inmigrantes, sin garantizar un alojamiento definitivo. Dentro de su plan de realojo contempla 62 viviendas en alquiler “a precio asequible” y rotatorias que han sido patrocinadas por la Junta de Andalucía y que no se prevé que estén terminadas hasta este verano.

EP: En su documental, protagonizado por emigrantes marroquíes, se ve claramente que el asentamiento no reunía las mínimas condiciones de habitabilidad. El diputado en la Asamblea de Madrid, Serigne Mbaye Diouf, se desplazó a Almería y afirmó que estas personas, en su mayoría varones, han mostrado ciertas reticencias a seguir las recomendaciones a subirse a los buses porque no tenían claro dónde los iban a llevar, en qué condiciones y cómo iban a desplazarse para trabajar mañana. ¿Sabe cómo son las condiciones de este realojo forzado?

CT: Es cierto que el asentamiento no reunía condiciones mínimas de habitabilidad, no tenía electricidad, hacían enganches con la peligrosidad que eso conlleva, no contaba con agua corriente, recogían en bidones de un depósito cercano, ni recogida de basuras, etc. Pero era el único sitio que tenían, no tenían posibilidades de alquiler, nadie les alquila nada, ni los jefes les ofrecen alojamiento. Lo que no puede ser es que los utilicemos como mano de obra barata en los invernaderos, que tengan que buscarse la vida como pueden para tener un lugar donde estar y poder ir al curro, y que encima los echemos de sus «viviendas», los dejemos totalmente abandonados con criterios supuestamente de mejora para ellos.

El desalojo se realizó en autobuses en los que podían llevar solamente bolsas o maletas con sus pertenencias, sin tener casi información, con las dificultades del idioma, el desconocimiento de la zona y la incertidumbre de cómo podrían desplazarse al trabajo al día siguiente. Me pregunto ¿qúe hicieron con sus bicicletas? Parece que hubo muy poco apoyo de asistencia social y mediadores. CEPAIM, Almería Acoge, Médicos del mundo y Hermanas Mercedarias denunciaron la improvisación y falta de adecuación de la alternativa de realojo, así como las prisas de última hora después de tanto tiempo.

En resumen, si bien el asentamiento no reunía condiciones mínimas de habitabilidad, las alternativas no parecen demasiado cuidadas y no se ha tenido en cuenta la opinión de sus habitantes. Tiene que haber otras formas. ¡Tiene que haber políticos que sepan lo que hay que hacer, o por lo menos eso sería lo deseable!

Fotos cedidas por la realizadora y el equipo de rodaje del documental.

EP: ¿Cree que su corto puede contribuir a divulgar la denuncia de las terribles condiciones de vida que tienen que soportar muchas personas que se han visto obligadas a emigrar?

Sí, nos gustaría denunciar la situación a la que se enfrentan las personas que se ven obligadas a emigrar por las diferentes situaciones complejísimas de sus países de origen, pero sobre todo para ayudar a sus familias, y que arriesgan su vida a través del desierto, mar y carreteras para alcanzar este paraíso europeo. Se topan con la triste realidad, una de ellas el trabajo en los invernaderos de Almería, con un trato cercano al esclavismo, con jefes y capataces que les cobran por hacer un contrato de trabajo, que les pagan entre 4-5 euros la hora, con unas condiciones de precariedad insospechadas, que no encuentran dónde vivir, que nadie les alquila ni una habitación, que no se pueden empadronar, que se desplazan con bicicletas, no precisamente nuevas, a sus trabajos, por carreteras mal iluminadas y con mucho tráfico, y en horarios de noche, sin conocer el idioma…; cuentan solamente con el apoyo de ellos mismos y su organización dentro de los asentamientos y con el apoyo de las ONGs de la zona, sobre todo CEPAIM.

Pensamos que la proyección de nuestro corto, en el que describimos la vida en el asentamiento de una forma intimista y muy digna por parte de los protagonistas de nuestra historia (migrantes marroquíes), es muy importante en este momento tan delicado. Queremos intentar poner un granito de arena a favor de ellos, a favor de la solidaridad y de un mundo más humano.

Fotos cedidas por la realizadora y el equipo de rodaje del documenta

EP: Además de a Ibiza, La Rotonda viajará a Sevilla donde le han dado el premio a mejor documental SEVIFF, a Granada y también a Portugal. ¿Tiene pensado proyectarlo en otras ciudades, como Madrid?

En Ibiza se puede ver en la programación oficial de Ibizacinefest -Festival de cine independiente-, el 19 de febrero. En Sevilla en la Sala Cero, el día 23 de febrero, donde recogemos el premio a mejor cortometraje documental en SEVIFF-Sevilla Indie Film Festival. En Granada se va a proyectar a través de FILM IN Granada, dependiente de Diputación, en el Palacio de los Condes de Gabia, el día 16 de marzo, con coloquio sobre el tema. El 16 de abril iremos a Portugal, donde formamos parte de la selección oficial en Moinho Cinefest. El cortometraje sigue en periodo de distribución y nos encantaría que se pudiera ver en Madrid, lo hemos enviado recientemente a la convocatoria de Documenta Madrid, ojalá les parezca interesante.

Muchas gracias en nombre de Espacio Público.

Hoy se cumplen 90 años de la masacre perpetrada por la  Guardia de Asalto, dirigida por el Capitán Rojas, en Benalup-Casas Viejas. Esta masacre tuvo consecuencias en el gobierno de la nación, ya que deterioró la imagen del mismo, desprestigió a Manuel Azaña (presidente del gobierno), influyó en la ruptura de la coalición republicano-socialista, y favoreció la abstención de una parte importante de las bases de la CNT, que ayudó a la victoria de la derecha en las elecciones de 1933, de manos de la CEDA y el Partido Republicano Radical, de Alejandro Lerroux.

El 11 de enero de 1933 se produjo el levantamiento anarquista en Benalup-Casas Viejas, pueblo pobre de Cádiz, bajo el dominio de la Casa de Medina Sidonia, con unas situaciones sociales terribles. Un grupo de anarquistas atacó el cuartel de la Guardia Civil, matando a dos agentes. Este levantamiento se produjo en el marco de levantamientos de poca efectividad realizados en varias localidades de España por la CNT, que no se consideraba ligada al gobierno republicano-socialista, ni a la “República burguesa”. Un contingente de guardias de asalto llegó al pueblo y desató una represión muy dura sobre la población. No sólo el Capitán Rojas ordenó la quema de la casa de “Seidedos” y su familia, que resistían a las fuerzas del orden, sino que fusilaron a sangre fría a 14 personas, de las cuáles la mayoría no participaron en los hechos. Azaña defiende, con noticias parciales, la actuación de las fuerzas del orden, pero una investigación posterior, y la labor de los cronistas, acabó provocando que se supiese la verdad sobre Casas Viejas.

La prensa reaccionaria se cebó con la figura del odiado Manuel Azaña, citándolo como responsable de la masacre y de haber pronunciado la frase: «Ahora vaya a sus hombres y dígales que rechacen los ataques y que nada de hacer prisioneros ni heridos. Tiros a la barriga. Tiros a la barriga y nada más». Teóricamente, esta frase había sido pronunciada como orden al capitán del Estado Mayor Bartolomé Barba, quién lo transmitió, supuestamente, al Capitán Rojas, que ejecutó con frialdad y crueldad. También fue duramente criticado Azaña por la prensa izquierdista. La persona que se había opuesto a la actuación de la fuerza pública contra las personas que estaban incendiando las Iglesias en Madrid en 1931 y había dicho: «todos los conventos de España no valen la vida de un republicano. Si sale la Guardia Civil, yo dimito».

Eso no importó. El buen nombre de Azaña fue arrastrado por el barro a través de la utilización de bulos, que apenas se logró borrar con el juicio posterior, dónde el Capitán Rojas fue condenado, y se encontró numerosas contradicciones del Capitán del Estado Mayor, Bartolomé Barba. Azaña pudo recuperar su prestigio tras la detención arbitraria por parte del gobierno radical-cedista, que intentó culparlo de la fracasada Revolución de 1934, y de la proclamación de la República Federal Catalana dentro de la República Federal Española, realizada por el presidente Companys, al estar éste en Barcelona. Su absolución y la lucha por la amnistía a los revolucionarios del 34 le permitió volver a la arena política. No todos han tenido tanta “suerte”.

Azaña no ha sido la única víctima de campañas para arrastrar su nombre por el barro. Es una táctica bien conocida, en vez de atacar a sus argumentos, o su actuación de gobierno, se les ataca personalmente, tratando de deslegitimar al político, o política, en cuestión. Una falacia ad hominem de manual.

Otro ejemplo fue el de Pablo Iglesias Possé, fundador del PSOE, que fue acusado por parte del diario “El Debate”, de adscripción católica, de haber traicionado sus ideales que solía defender “en sede parlamentaria”, porque según el diario Iglesias había acudido al Congreso envuelto en un caro y lujoso abrigo de pieles. El viejo patriarca del socialismo español era un hombre austero que solo poseía dos trajes, uno para el verano y otro para el invierno. Aquel ataque le supo tan mal que no volvió a usar el gabán, pasando frío muchos días antes de volver a ser acusado de tan terrible delito.

El propio PSOE es también víctima de dos bulos muy repetidos a lo largo de los últimos años, cómo son que había votado en contra del voto femenino, debido a la oposición a aprobar este derecho por la diputada socialista Victoria Kent, y que la Guerra Civil había comenzado en 1934 con la Revolución de Asturias. Cierto que Kent se opuso a la aprobación del voto femenino con argumentos discutibles, como lo fue que el partido de Clara Campoamor (PRR) votó en contra, ella votó a favor, y que los socialistas votaron en bloque a favor del voto femenino (salvo 26 de 110, que no votaron o se abstuvieron). Una búsqueda en los diarios del Congreso desmiente rápidamente el bulo.

En el caso de la fallida Revolución de Asturias de 1934 como inicio de la Guerra Civil, casi que se desmiente solo. Una revolución que duró dos semanas, con unos millares de combatientes, que acabó en un baño de sangre, no pudo ser el inicio de la Guerra Civil porque luego pasaron dos años hasta que los militares, que llevaban algunos de ellos conspirando con falangistas y tradicionalistas desde hacía tiempo, en acuerdo con Mussolini, iniciaron el levantamiento militar contra el gobierno salido legítimamente de las urnas.

Carrillo es otra de las víctimas de los bulos para desacreditar su figura. Empezó con la responsabilidad que se le adjudicó a Santiago Carrillo, siendo el Consejero de Orden Público de la Junta de Defensa en 1936, por la masacre perpetrada en Paracuellos del Jarama, justo con la cercanía de las tropas franquistas de Madrid. La realidad es que fue ordenada y ejecutada por la NKVD, cenetistas exaltados, y hombres enviados por el Secretario de Organización del PCE, Fernández Checa, usando los aparatos de la DGS. Fernández Checa actuaba a las órdenes del partido, y de Moscú, no de la Junta de Defensa.

Las implicaciones de Carrillo están descartadas por las últimas investigaciones históricas, pero, la prensa de derechas, y los pseudohistoriadores revisionistas de derechas, han utilizado este hecho para atacar a Carrillo e igualar el “terror rojo” (desordenado, caótico, y que fue combatido por el gobierno republicano), y el “terror azul” (organizado, institucionalizado, metódico, y que continuó después de la guerra de manera sistemática). Las investigaciones determinan que el bulo comienza con el nombramiento de Carrillo como ministro del gobierno Giral en 1946, y fue aumentando con el nombramiento de Santiago Carrillo como Secretario General del PCE, y más todavía conforme se acercaban a la Transición español.

En otra ocasión, Carrillo fue atacado porque éste viajaba en un Mercedes. Ese vehículo fue usado en una ocasión, cuando su amigo Teodulfo Lagunero ayudó a pasar a Carrillo con su peluca puesta por la frontera en ese Mercedes, que era de su propiedad. ¡Cómo podía ser que un comunista viajase en un Mercedes! Por eso, mucho de los dirigentes de aquella época han vivido de manera muy austera, para que sus ideales no se viesen empañados con ataques fáciles a su manera de vestir, o de vivir.

En la actualidad, ésta máquina de enfangar el debate público, y de realizar ataques personales para deslegitimar a políticos de izquierdas, han llegado al paroxismo, gracias a el uso de las redes sociales, los memes, y otros artefactos discursivos. Un ejemplo de campañas de intoxicación fue la que trató de endosar, en plena crisis de desahucios, la compra de una casa a un desahuciado por parte de Valderas, vicepresidente de la Junta (IU), que en realidad había comprado hacía 15 años. O el lawfare que le realizaron a Torrijos (IU), teniente alcalde de Sevilla, cuando fue perseguido por la Jueza Alaya, siendo “imputado” por la prensa en declaraciones de la Jueza Alaya, sin que hubiese un documento real de imputación, justo antes de las elecciones, y otras barbaridades.

La campaña que se ha realizado contra Podemos (financiados, supuestamente, por Irán y por Venezuela), a Juan Carlos Monedero, o al propio Iglesias, han sido brutales y desmedidas. En el caso de Iglesias y Montero, las campañas de acoso, o de insultos, y de deshumanización (“coletas rata”- a Iglesias, “usted ha logrado ascender agarrada a la coleta del jefe”- a Montero), han sido la tónica, buscando destruir sus imágenes públicas. Quizá la más dura fue la del bulo de las residencias, dónde el gobierno de Ayuso trató de culpar a Iglesias, como Ministro de Derechos Sociales, de las muertes en las residencias de ancianos, cuando las órdenes de no trasladarles a los hospitales, salvo que tuviesen un seguro privado (siempre hay clases), las había dado la propia Ayuso. Los ataques personales han acabado calando en una parte de la población, además aderezados con algunos errores propios, pero, en cuanto a los casos de corrupción, no han logrado probar nada de nada, pero han acabado con algunas carreras políticas.

Con Yolanda Díaz han intentado que pareciese una “pija”, alejada de sus votantes, siendo nombrada por Federico Jiménez Losantos como la “fashionaria”, o ser noticia que se había hecho la pedicura, o lo supuestamente caras que son sus sandalias. Críticas a las políticas de la Ministra, las justas, cuando no se utilizan bulos o se retuercen las estadísticas para tratar de decir que la Reforma Laboral ha sido un engaño.

Esta política de destrucción del contrario desestabiliza la democracia. La derecha suele utilizar expresiones gruesas en el Congreso siguiendo la estrategia de la tensión, y tratando de no debatir el fondo de las políticas del gobierno actual, o de la izquierda, ya que hacer campaña a favor de las desigualdades no es muy popular. La pregunta que nos hacemos es; una vez desmentido el bulo. ¿Quién repara el daño?

La arqueóloga y prehistoriadora Almudena Hernando es catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de su Instituto de Investigaciones Feministas.

Su impresionante carrera como investigadora ha estado dedicada al estudio de cómo se ha ido construyendo la identidad de los seres humanos a lo largo de la Prehistoria y de la Historia. Estos trabajos le han llevado a dirigir varios proyectos de estudio con grupos indígenas, como los q’egchí’  de  Guatemala, los awá del Amazonas brasileño y los gumuz y dats’in  de Etiopía.

Sus tres obras más destacadas, Arqueología de la identidad (2002), La fantasía de la individualidad. Sobre  la construcción sociohistórica del sujeto moderno (2012), y la muy reciente La corriente de la Historia (Y la contradicción de lo que somos) (2022), han sido escritas y publicadas con 10 años de diferencia entre sí. En cada una de ellas elabora, complejiza y profundiza el argumento desarrollado en las anteriores, como si fuera un juego de muñecas rusas (metáfora que utiliza en el último libro) que permite descubrir siempre un nuevo nivel de complejidad dentro del anterior. En las tres queda patente la búsqueda de la autora de los mecanismos a través de los que se construye la identidad humana (y el género) en las diferentes condiciones socioeconómicas que han caracterizado a las sociedades humanas, pero es en  el último donde reflexiona sobre las transformaciones que están operando en la identidad a raíz de la explosión de internet.

Hoy tenemos la oportunidad de conversar con ella.

En primer lugar queremos darte las gracias por dedicarnos este tiempo. Sabemos que estás celebrando conferencias, debates y presentaciones de tu último libro y que has hecho un esfuerzo para que tengamos esta conversación. Mi primera pregunta tiene que ver con algo que está presente en la evolución de todos tus libros y que se refiere a la situación que tenemos los seres humanos con respecto al mundo y a la comunidad a la que pertenecemos: ¿qué es la identidad relacional?

Soy yo la que agradece a Espacio Público y a ti el interés, Lourdes. Y en efecto, no hay mejor manera de comenzar a desarrollar mis argumentos que preguntando por la identidad relacional. Se trata de la identidad colectiva, de adscripción a un grupo, que tenemos todos los seres humanos, a pesar de que la Ilustración nos dijera que se fue abandonando cuando apareció la individualidad y de que la mayor parte de la gente especializada en el análisis de procesos sociales la identifique con expresiones muy particulares y generalmente conservadoras de la misma, como son las identidades religiosas o nacionalistas. La identidad relacional es una identidad de pertenencia que, a diferencia de la individualidad, construimos todos los seres humanos a través de mecanismos que no pasan por la reflexión. Se construye a través del cuerpo (el modo en que nos saludamos, movemos, sentamos, ponemos los labios y la lengua para generar un acento determinado al hablar, etc.), a través de los objetos que utilizamos (por ejemplo, la vestimenta), las acciones que compartimos, el espacio al que nos vinculamos y los vínculos que construimos (somos las hijas/hijos, hermanas/hermanos, madres, padres, amigas… de).

La adscripción a un grupo humano, es decir, la construcción de identidad relacional, es imprescindible para neutralizar la angustia que nos generaría darnos cuenta de la impotencia esencial del ser humano frente a la inacabable complejidad del universo. A través de ella nos sentimos (aunque no lo reconozcamos conscientemente) parte de una unidad mayor, de una comunidad que nos sostiene y nos permitirá construirnos la fantasía de la individualidad cuando la sociedad empiece a caracterizarse por la división de funciones y la especialización del trabajo. Al principio de las trayectorias históricas, como en las sociedades cazadoras-recolectoras actuales, no había nadie que hiciera tareas diferentes a los demás, salvo que los hombres hacían unas cosas y las mujeres otras. Pensemos en sociedades, como la de los awá del Amazonas brasileño con la que trabajé, en donde no hay ningún jefe, ni siquiera un chamán. Así serían también las sociedades del comienzo de las trayectorias históricas de acuerdo con el registro arqueológico. En ese tipo de sociedades, como no hay nadie que haga cosas distintas a los demás, no hay sensación de diferencia interpersonal, así que la única identidad que existe es la relacional, que se visibiliza a través de una apariencia similar (una decoración en los labios, o en las orejas…), acciones y objetos similares, etc. Pero, como digo, a medida que apareció la complejidad socioeconómica, definida por la división de funciones y la especialización del trabajo, comenzaron a percibirse diferencias interpersonales.

Al principio, esas distintas posiciones fueron ocupadas solo por hombres (por razones que no podemos explicar aquí) que, de este modo, fueron dando cada vez más importancia a su “diferencia” y a la capacidad de decisión y de agencia que les iba caracterizando, de forma que simultáneamente fueron dejando de poner energía y de dar valor a la identidad relacional que, sin embargo, resulta imprescindible. Así que lo que hicieron fue impedir que las mujeres se individualizaran, de forma que ellas mantuvieran solo ese modo de identidad que antes también les caracterizaba a ellos, para que, a través de relaciones heterosexuales normativas, les garantizasen a ellos los vínculos, la pertenencia y los cuidados.

Lo que llamamos identidad de género femenina es solo la identidad relacional que al principio caracterizaba tanto a hombres como a mujeres y que, a medida que ellos se individualizaron, quedó asociada solo a las mujeres. Como ellos eran los que ocupaban posiciones de poder, fueron construyendo un discurso social y un orden político en el que se atribuía exclusivamente a las dinámicas asociadas a la individualidad (la razón, la tecnología, los cambios) la seguridad de nuestro grupo, ocultando progresivamente que sin los cuidados y los vínculos, sin la pertenencia a una comunidad (que había pasado a ser considerado tarea de mujeres), la sociedad no habría podido construir la fantasía de “progreso”, de poder y de control en la que nos socializábamos todos. Esto es el patriarcado. Yo creo que no se entiende el presente sin comprender que el orden lógico que ha regido occidente ha consistido en idealizar y premiar los valores asociados a la individualidad y en ocultar los asociados a la identidad relacional, que sin embargo, como la propia pandemia vino a demostrar, son los únicos imprescindibles para la supervivencia humana.

Almudena Hernando con Americhá, mujer awá (Maranhão, Brasil) en 2009. Foto de Alfredo González Ruibal.

Comparas el cambio que se produjo con el paso de la oralidad a la escritura, con el momento actual de aparición de internet y las plataformas virtuales. Y dices que entramos en una nueva fase, dejamos atrás la Prehistoria y la Historia y comienza la Poshistoria. ¿Qué cambios crees que pueden producirse? ¿Hemos empezado ya a vivirlos?

Sí, lo comparo, porque a cada modo de representación del mundo corresponde un nuevo modo de entenderlo y de entender lo que es la persona dentro de él. La Prehistoria se caracterizó por la oralidad, no había escritura. En condiciones de oralidad, el mundo solo tiene las dimensiones que se pueden recorrer, porque no hay mapas. Y la persona no se considera integrada por un cuerpo y una mente, como sucederá con la escritura, sino solo por un cuerpo, al que se atribuyen las funciones que, a partir de la aparición de la escritura serán depositadas en la mente (de hecho, seguimos diciendo “el corazón me dice”, “siento con las tripas”… que es lo que hacen las sociedades orales), o atribuyen sus pensamientos y emociones a espíritus que se les aparecen o les hablan en sueños.

Llamamos Historia a esa parte del proceso de transformación del sapiens que comenzó con la aparición de la escritura alfabética. Esta “herramienta intelectual” cambió completamente tanto la construcción del mundo como de la persona. Aparecieron los mapas y la posibilidad de la ciencia, con lo que el mundo se amplió y el control tecnológico adquirió potencias desconocidas en la oralidad. Y a su vez, cambió la construcción de la persona, porque la escritura alfabética permite representar lo que pensamos, y con ello nos permite “ver” el pensamiento como algo que existe, una nueva instancia de realidad. ¿Y de dónde viene el pensamiento? De la mente. La persona, a partir de la escritura, comenzó a considerarse integrada por un cuerpo y una mente, fijo el primero y transformable la segunda.

Pues bien, en mi opinión, internet y el uso de la Red están provocando un cambio en la relación con el mundo y en el modo de construcción de la persona tan trascendente como el que marcó la escritura respecto a la oralidad. Por eso, pienso que está dando comienzo una nueva etapa histórica, a la que llamo Poshistoria. Nos comenzamos a relacionar con el mundo a través de representaciones virtuales (piénsese en el GPS si volvemos al ejemplo del espacio), lo que aumenta la capacidad de control del mundo y modifica el modo de construcción de la persona, que va sustituyendo la intimidad, en la que comunicaba el contenido de su mente, sus pensamientos y emociones mediante relaciones personales directas, por lo que Paula Sibila llamó ya en 2010 “extimidad”, en donde lo más privado se hace absolutamente público. La persona se relaciona de forma menos “presencial” cada vez, de forma que va dejando de cultivar la conversación cara a cara, y se construye cada vez más a través de las imágenes que publica de sí misma. Creo que esto está llevando a que mucha gente joven deje de localizar su malestar en la mente y comience a depositarlo en la imagen del cuerpo.

En mi opinión esto puede tener que ver con la explosión de identidades LGTBIQ+, aunque no con su origen. La sociedad es cada vez más compleja, lo que significa que sus miembros están/estamos cada vez más individualizados. Y esto hace que la persona se sienta cada vez más exigida a diferenciarse de los demás, a tener su propia “marca personal”, es decir, a individualizarse. A mí me parece que la sociedad reconoce cada vez menos la imprescindibilidad de la identidad relacional y que gran parte del sufrimiento emocional y de los problemas de salud mental de la gente joven tienen que ver con la atomización creciente de la sociedad, resultado de la relación creciente del mundo a través de internet y del extremo capitalismo (de las plataformas) que ahora nos rige.

La búsqueda de recompensa: El motivo de nuestra adicción al móvil
Varios jóvenes consultan sus teléfonos móviles.

Afirmas que los derechos que se han ido conquistando a lo largo de la historia nos han ido individualizando y que con ello en lugar de acabar con las estructuras de dominación –el patriarcado entre otras–, lo que estamos haciendo es reforzarlo. ¿No es esto una contradicción?

Bueno, es que esto no se puede entender si no se entiende en qué consiste el patriarcado y las identidades de género. Como dije antes, lo que sucedió en la historia (entendida, así con minúscula, como el proceso total de transformaciones desde sapiens) es que solo los hombres se fueron individualizando, es decir, ocupando posiciones especializadas, de poder y de riqueza, hasta llegar a la modernidad. Como ya he señalado, para sostener su propia fantasía de potencia, impidieron que las mujeres también se individualizaran, de forma que ellas siguieran encarnando la identidad relacional y les garantizaran a ellos los vínculos y la pertenencia que es imprescindible para la supervivencia. Pero al llegar a la modernidad, las mujeres comenzamos a individualizarnos también y a luchar por nuestros derechos. Sin embargo, nos integramos en un orden sociocultural que había sido construido por los hombres y que, por tanto, solo daba valor político y social a las dinámicas relacionadas con la individualidad que les caracterizaba a ellos. Es decir, las mujeres nos incorporamos a un orden social en el que el reconocimiento pasa por desarrollar la razón, tener éxito, dinero, poder, y que, desvaloriza, en el orden económico, social y político, todo lo que tiene que ver con la identidad relacional, esto es, con los cuidados, los vínculos, lo comunitario, lo común, la pertenencia.

Las mujeres tuvimos que hacernos cargo de ambos modos de identidad, porque no teníamos a nadie que nos garantizara a nosotras los vínculos y la pertenencia, así que, a diferencia de los hombres, nos individualizamos sin dejar de poner energía en la construcción de lo relacional. Pero como el orden social solo da importancia a lo primero, la inmensa mayoría de las mujeres sigue también desvalorizando políticamente lo segundo, aunque lo encarne, puesto que el orden social solo les va a dar reconocimiento por los logros asociados a su individualidad. Y además, en general, como si tienen trabajos especializados no se pueden ocupar de las tareas relacionales que hasta entonces asumían, y los hombres no se hacen cargo de ellas porque siguen dando prioridad a sus trabajos especializados, las mujeres individualizadas de la modernidad están delegando las tareas asistenciales y de cuidado a mujeres más precarias (por raza, etnia, condición de inmigrante, clase social).

De esta manera, el avance de los derechos asociados a la individualidad de las mujeres no ha puesto en cuestión la lógica y los valores que caracterizan al orden patriarcal y capitalista. De hecho, cada vez están más reforzados.

Dices que “el bienestar del mundo occidental crece a costa del aumento de la pobreza en múltiples ámbitos dentro y fuera de sus fronteras y del agotamiento de los recursos naturales del planeta», que la lógica de la historia es extractivista y creas una metáfora muy visual para explicar lo que es el proceso histórico y la estructura social: un edificio con muchos pisos, los más altos son los de la gente rica y los más bajos los de la gente pobre. Y cuanto más crece en altura, más crecen los sótanos que albergan a quienes no poseen nada. Y ahí, en los sótanos, estaríamos también las mujeres. ¿Qué habría que hacer para que estos edificios dejen de crecer, se desmoronen?

Habría que cambiar la lógica que dirige el sistema, que es patriarcal y capitalista. Se trata de pasar al orden de lo político, al orden de la “verdad” que nos rige, todo eso que sabemos que es verdad, como ha demostrado la propia pandemia: que los cuidados, la construcción de vínculos y de comunidad son imprescindibles para la supervivencia. Es lo que siempre ha dicho el “ecofeminismo”, la filosofía de “la vida en el centro” de Yayo Herrero, las epistemologías del Sur. Se trata de que, desde los órganos de poder, se deje de estimular la hiperproductividad (lo que está pasando en el mundo académico, por ejemplo, es un ejemplo claro de la exigencia hiperproductiva, antisocial y deshumanizadora que nos rige. Las comisiones del Ministerio que regulan las normas para valorar los CVs en las selecciones de nuevo personal docente obligan a que se premie a la gente que más datos produce o que más “papers” tiene, lo que obstaculiza (hasta impedir) la entrada a la gente que hace crítica social, porque esto requiere unos tiempos y una elaboración mucho más lenta. ¡¡Y no hablo de la carrera de informática, sino de la mía, la historia¡¡¡).

Se trata de cambiar los criterios de “excelencia”, de bajar los horarios de trabajo, de permitir que la gente tenga tiempo de ocio para que pueda relacionarse y construir vínculos y comunidad, de poner en valor social los cuidados, de forma que los hombres los asuman en la misma medida que las mujeres, de fortalecer las políticas públicas que se hagan cargo del sostenimiento de la sociedad (cuidados, salud, educación, lo contrario de lo que está sucediendo en nuestra Comunidad de Madrid, en donde resulta evidente una estrategia de destrucción de lo público). De estimular la lectura y la conversación en la gente joven, para que puedan construir una intimidad que van dejando de saber construir, y con ello no sigan disminuyendo los índices de empatía y solidaridad.

Una parte muy importante de este libro, y de toda tu obra, lo ocupan las mujeres y su capacidad para establecer vínculos relacionales: los cuidados, por ejemplo, algo que se ha visto claramente durante la reciente pandemia. ¿Crees que si los hombres asumen estos estos vínculos podríamos caminar hacia sociedades donde haya más igualdad?

Almudena Hernando. Foto de Pilar Aguilar.

Por supuesto que sí. Para mí la identidad no deriva del cuerpo o sexo que se tenga, sino del grado de abstracción que es inherente a la formación que recibimos y del grado de especialización o poder que ocupamos. Por supuesto que hay hombres no patriarcales que quieren encarnar un nuevo modo de estar en el mundo, alejado de la llamada “masculinidad hegemónica”, y están asumiendo o compartiendo cuidados. Pero me parece que son muy escasos los que entienden profundamente en qué consiste renunciar a los privilegios de género. Ojalá hubieran muchos más.

Otra de las cuestiones muy interesantes es cuando diferencias entre identidad de género e identidad de sexo. Y hablas de las personas LGTBI+Q. De personas trans, binarias, no binarias… ¿Piensas que de alguna manera estamos asistiendo a una cierta revolución ontológica?

Sí, así lo pienso. En mi opinión, la Poshistoria implica una transformación ontológica respecto de la Historia tan importante como la Historia la implicó respecto de la Prehistoria. Como decía antes, en la Prehistoria la persona se considera formada solo por un cuerpo, y en la Historia por un cuerpo y una mente (es decir, por una exterioridad no transformable, y una interioridad transformable). Si hay malestar, en la Prehistoria se atribuía (y se atribuye en las sociedades orales) a espíritus malignos (mal de ojo, por ejemplo), mientras en la Historia se atribuye a problemas en el contenido de la mente, que se pueden resolver con terapias psi.

Creo que, en la Poshistoria, al comenzar a construirse la persona a través de las imágenes en el mundo virtual, el malestar se está depositando crecientemente en la apariencia, en el cuerpo, lo que hace que se invierta la relación: cuando hay malestar lo que debe transformarse es el cuerpo o su apariencia porque se va perdiendo la noción de interioridad transformable. Esto no es nuevo de internet. Ya existía en toda la historia trans, que es una historia de marginalidad y lucha, pero creo que esa ontología es coherente con internet y por eso está expandiéndose en la Poshistoria. Al mismo tiempo, creo que se están manejando categorías distintas para hacer referencia a sexo y a género.

En la Historia, el sexo hace referencia a la exterioridad material inmutable y el género a la interioridad psicológica transformable. Pero en la Poshistoria, se está recuperando la triple categoría que arranca de los estudios de John Money en los años ’50 del siglo XX. En ella se distingue entre sexo (macho/hembra), identidad de género (hombre/mujer) y expresión de género (masculino/femenino). Aquí, el concepto de “identidad de género” hace alusión a una interioridad psicológica no transformable, el llamado ”sexo sentido”: me siento hombre o me siento mujer y esto es así, fijo, estable. Si lo que siento no es coherente con lo que mi cuerpo es, cambio el cuerpo, o tengo expresiones de género fluidas, cambiantes, no binarias. Yo creo que el debate entre el feminismo radical y lo LGTBIQ+ tiene que ver con que sus representantes hablan desde ontologías diferentes, y eso hace imposible el entendimiento. Cada cual piensa que su forma de entender a la persona es la única acertada, y que la otra está equivocada. Pero esto es un error, en mi opinión.

Como investigadora interesada en comprender cómo se percibe a sí misma una persona sin escritura, sé que yo no me puedo poner en la piel de lo que siente una persona de un grupo cazador-recolector porque yo he sido socializada en las categorías de la Historia y creo en la existencia de la mente. Pero sí puedo intentar acercarme analíticamente en la medida que me lo permitan esas categorías y, sobre todo, se me hace evidente que mi manera de entender el mundo y de entender qué es una persona no es universal, que existe otro modo igualmente complejo y operativo para la supervivencia que es el que las personas con oralidad representan. Y esto no solo me suscita el máximo respeto, sino incluso la asombrosa admiración que siempre me ha generado comprender la maravillosa versatilidad del ser humano y de la cultura. Creo que exactamente lo mismo sucede cuando se contemplan las nuevas identidades de la Poshistoria desde las categorías de la Historia: no es posible ponerse en la piel de quien ha sido construido de otra manera, pero debe aceptarse que su nueva manera de entender a la persona y la realidad es tan legítima y está tan condicionada históricamente como la de la Historia. Hay que aceptar que la manera de ser persona en la Historia, integrada por cuerpo y mente no es universal, que solo es una manera posible de entender a la persona. A cada modo de representación de la realidad, corresponde una ontología distinta, y creo que ahora se están mezclando en el planeta tres diferentes: la mediada por la oralidad, la mediada por la escritura y la mediada por internet y el uso de la Red.

Estaría conversando horas y horas porque el libro suscita preguntas y reflexiones, que es lo que yo creo que debe tener un buen ensayo, pero tenemos que ir terminando. Por último, si la conquista de derechos nos ha ido haciendo más individuales y cuando creemos estar luchando contra el patriarcado, contras las injusticias, podríamos en realidad estar reproduciéndolos. ¿Qué salida nos queda?

Nos queda la salida de analizar de qué modo podemos estar contribuyendo todos/as/es a la reproducción de ese orden a través de mecanismos de los que no somos conscientes. Y si resulta que los podemos estar reproduciendo, luchar por transformarlos. Si la sociedad avanza en una determinada dirección es porque todas las personas nos vamos transformando subjetivamente y contribuimos a esa corriente. A través de la socialización, la cultura nos modela de una cierta manera, pero precisamente porque estamos socializadas así, vamos transformando a nuestra vez la cultura. A medida que tenemos tecnología y ciencia se nos va transmitiendo que el cambio es un valor positivo, así que cada vez cambiamos más aceleradamente, generando más tecnología y más cambio. Nos vamos llenando de ansiedad y de hiperexigencia, que cada vez deja menos espacio a cultivar lo relacional. Se trata de un feedback inacabable entre subjetividad y cultura. No puede olvidarse que hay una parte de la identidad que es consciente de sí y otra que no lo es, que es actuada, y lo que más pesa en lo que transmitimos es lo que hacemos, no lo que teorizamos que debe hacerse.

Si las mujeres luchamos con la razón por los derechos de las mujeres, pero no intentamos pasar al orden político la importancia de los cuidados y los vínculos, sino que solo luchamos por los derechos asociados a la individualidad, seguiremos reproduciendo orden patriarcal. Si para luchar por esos derechos se intensifica la presencia y la actividad en redes virtuales, estaremos contribuyendo a potenciar el deshumanizado y patriarcal capitalismo de las plataformas, que cada vez dirige más nuestros deseos y comportamientos, orientándolos al consumo. Por su parte, si la gente LGTBIQ+ no toma conciencia de que no pueden disociarse las categorías de feminidad y masculinidad de los modos de identidad relacional e individualizado que los han caracterizado a lo largo de la historia, y que solo tienen sentido dentro de la lógica patriarcal, seguirán contribuyendo, sin ser conscientes de ello, a ocultar los fundamentos de ese orden, que está más fuerte que nunca.

Yo veo el edificio que hemos venido construyendo en el llamado Norte Global como una pirámide en cuya cúspide se sitúan los hombres más individualizados y desconectados que existen (piénsese en quienes dirigen el orden mundial, los CEOs de las plataformas, de las GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple), que ayudan a construir a través de la atomización social que genera internet una sociedad cada vez menos empática, más agresiva y con más sufrimiento, al tiempo que ellos acumulan una riqueza y un poder cualitativamente superior a todo lo conocido en la Historia. La existencia de ese tipo de masculinidad no hará sino incrementar cada vez más la dominación sobre las mujeres y su cosificación, como es evidente que está sucediendo con el aumento de la prostitución, la trata, la erotización de la violencia sexual en la pornografía, los vientres de alquiler, el maltrato, los asesinatos…

La cúspide de la pirámide por arriba, y su base de sustentación, por abajo, permanecen inalterables, con rasgos cada vez más intensificados, mientras que en los niveles intermedios nos movemos las mujeres y la gente LGTBIQ+ con crecientes niveles de contradicción, dependientes en general de una lógica de reconocimiento que nos obliga a negar la importancia social y política (aunque podamos reconocerla en el ámbito privado) de una parte esencial de lo que somos, la parte relacional que es imprescindible para sostenernos.

Yo creo que para encontrar la salida, 1) no se puede dejar de hablar de patriarcado (ni por tanto despolitizar los conceptos de feminidad y masculinidad); 2) es esencial entender que la clave de ese régimen de poder, que está en las entrañas del capitalismo, es la ocultación que ha hecho de la imprescindibilidad de las dinámicas relacionales, vinculares y comunitarias para la supervivencia humana, y que hay que arbitrar medidas políticas para ponerlas en valor social; 3) no se puede dejar de hablar del sujeto político “mujeres” (cis o trans, esto no es trascendente para mí), porque a medida que los hombres con poder estén más individualizados y desconectados emocionalmente, la cosificación y la dominación sobre las mujeres será más necesaria para mantener su fantasía de potencia, y 4) debe respetarse la nueva ontología de la Poshistoria, las identidades trans y fluidas o no binarias con el mismo grado de respeto con el tratamos la de la Historia.

No es incompatible considerarse feminista con reproducir orden patriarcal, y no es incompatible ser LGTBIQ+ y ser feminista. Todo depende de hasta qué grado estemos dispuestas a reconocer nuestras contradicciones y a entender bien qué es necesario cambiar para transformar el diseño del edificio de lo que hasta ahora hemos llamado “progreso”.

Muchas gracias, Almudena. 

La corriente de la Historia (y la contradicción de lo que somos) 
Almudena Hernando
Traficantes de Sueños (2022)

Plankton Press es una nueva y recién nacida editorial española. “Una editorial sin rumbo […], de no ficción e independiente, que publica libros para conectarse con el mundo”, se autodefine. Una forma de entender lo que nos rodea a partir de la escritura, que debe servir también para cambiar el mundo.

Y en esta definición encaja perfectamente uno de los primeros títulos que han publicado: Modas y otras neurosis de Katja Eichinger, escritora, fotógrafa y cineasta alemana que escribe de temas sociales, cultura y moda.

El texto, traducido por Núria Ventosa, va acompañado de fotografías realizadas por el  fotógrafo alemán Christian Werner.

En los 10 capítulos que componen el libro, Katja  recorre con agudeza, inteligencia y humor temas tan variados como el streetwear y la libertad. Un encuentro casual con el filósofo Habermas que llevaba unas deportivas blancas, le da pie para hablar de cómo las grandes marcas se apropiaron de la moda callejera y la convirtieron en producto de lujo, como hizo por ejemplo Balenciaga, disparando su facturación al poner su logotipo en las bolsas de plástico utilizadas en las lavanderías. “El auge de la moda urbana demuestra que la libertad se ha convertido más que nunca en un bien de consumo, […] Sí, somos libres de tomar decisiones de consumo: podemos elegir ente contratos de móviles, seguros de vida, destinos de vacaciones, entre Nike y Adidas, entre Puma y Reebok. Pero todo eso no es en realidad la libertad. Y lo sabemos.”, afirma  la autora.

Fotografía de Christian Werner.

El bolso de diseño es otro de los temas que aborda la autora, que nos  cuenta la anécdota de cómo una gran (y barata) bolsa de paja donde llevaba una inmensidad de cosas la cantante Jane Birkin se convirtió en el bolso más codiciado y caro del mundo, fabricado por Hermès, un producto exclusivo al alcance de muy pocos bolsillos, que como todas las mercancías caras se ha convertido también en una inversión. Y además en un símbolo del estatus social de las mujeres que lo pueden llevar. Y entre citas en las que no faltan las de pensadores como Freud o Walter Benjamin, nos enteramos de que los bolsos pueden ser también una metáfora de la vagina femenina.

El selfie, una de las últimas modas más extendidas, es también analizado por Katja Eichinger como lo que en un principio puede parecer una de las representaciones más claras del narcisismo, pero que también significa la necesidad de autoafirmación. Y con estas reflexiones en las que entran Lacan, Marx, Roland Barthes o Rousseau, entre otros pensadores (todos hombres, por cierto), la autora nos habla de que también son un negocio para quienes han abrazado la nueva profesión de influencer: “Una persona que publica fotos suyas en las redes sociales a cambio de dinero y lo aprovecha para promocionar productos”.

La cirugía estética, sobre todo en las mujeres, es otro de los asuntos que no olvida Katja Eichinger. Interesante conocer las cifras de cómo está creciendo esta moda/negocio en todo el mundo, especialmente el aumento de labios y pechos, así como retoques de nariz y de pómulos. El miedo a envejecer es el motor que lleva a muchas mujeres a pasar por el quirófano antes de cumplir los 50 años. No es casual que el ensayo dedicado a este tema comience con una cita de Simone de Beauvoir: “Envejecer es definirse.”

La barba, símbolo de masculinidad, que ha conocido varios booms; o los tatuajes que han ido ganando en popularidad durante las últimas décadas, y han pasado de ser llevados por bandas juveniles o presidiarios a ser exhibidos por millones de personas como un algo mágico en lo que se trasforma el cuerpo, son también algunas de las “neurosis de la moda” en las que entra la autora.

Especialmente crítica es Katja Eichinger con la moda rápida, “de usar y tirar” (fast fashion), cuya cabeza más visible es Zara (Inditex), y de la que también se benefician empresas como Primark, H&M, Mango…  “La moda rápida exige que desechemos prendas rápidamente y en cantidad para que podamos consumir otra vez rápidamente”. Y ello provoca un coste medioambiental y social que no podemos pagar.

No olvida la autora el traje de caballero, indispensable en el atuendo de los hombres para el trabajo o las ocasiones especiales, casi único hasta épocas muy recientes cuando ha sido sustituido por el jersey negro de cuello vuelto o el chaleco polar, que junto a los mocasines Gucci ha conseguido su propio hastagh: #Patagucci (chaleco Patagonia arriba y mocasines Gucci abajo).

La ropa también delimita quiénes forman parte de un club. Y apoyándose en Virginia Woolf, nos dice que “la ropa, y con ella también la moda, es siempre un ritual colectivo”. Y así se van creando clubes de personas que visten de forma similar. Y los más exclusivos son quienes pueden costearse los productos de lujo, definidos fundamentalmente por su exclusividad: solo muy poca gente tiene acceso a ellos. Productos cuyo valor no es de uso, no reside en la utilidad que se les pueda dar, sino en su exclusividad. Porello, muchas firmas de lujo queman al final de año los stocks no vendidos para garantizar que son exclusivos de la élite millonaria.

Fotografía de Christian Werner.

Finalizan estos breves ensayos con algunas reflexiones sobre la moda y la política, su evolución en el tiempo y su importancia en la época actual en la que la visibilidad se ha convertido más que nunca en un tema político.

Una mirada rápida, que no superficial, sobre el mundo de la moda y la moda en el mundo, realizada por una mujer muy despierta y aguda, que sigue y ama la moda. Moda y otras neurosis, además de muy interesante es también un libro muy divertido.

Modas y otras neurosis
Katja Eichinger
Fotografías de Christian Werner
Traducción de Nuria Ventosa
Plankton Press, 2023

El  pasado sábado 21 de enero volvimos a ver una nueva “foto de Colón” en defensa de la Constitución convocada por aquellos a quien la Carta Magna es una auténtica desconocida para sus propios intereses. La realidad es que a los ideólogos  convocantes, herederos de Torquemada, del Cardenal Cisneros, del duque De Alba, de Fernando VII, de Primo de Rivera, del generalísimo…..lo que menos les importa es el texto constitucional, así como la democracia, simplemente buscan el regreso al poder para recuperar sus históricos privilegios. Estos nuevos constitucionalistas nunca han asumido el principio de Soberanía Popular, contrario a sus intereses, aunque están siempre dispuestos a dar una lección magistral con sus bulos y sofismas ( ahora sobre el plan oculto de Sánchez con ETA y demás independentistas) ……han sido y siguen siendo unos auténticos arquitectos del terror.

Cabe recordar sus opiniones respecto al artículo 128 CE que con tan sólo mencionar se mofan sin pudor alguno recordando Venezuela cada vez que algún miembro del actual gobierno lo ha mencionado. No olvidemos que una de las musas de los convocantes los financia incumpliendo la Ley de Fundaciones representando ,además, una institución condenada judicialmente en diversas ocasiones por sus políticas sobre vivienda pública, incluso evitando cumplir con la ley dilatando la ejecución de dichas sentencias….. y cabe preguntarse, conocerán el art.47 CE ?

Los principales convocantes de este acto son los mismos que bloquean la renovación de CGPJ , sintiéndose orgullosos de tener atada y bien atada la Sala Segunda del Tribunal Supremo, aludiendo un sin fin de perniciosas excusas …….y cabe preguntarse, conocerán el art 122.3 CE?

Para los nuevos constitucionalistas vivimos bajo el yugo de un gobierno ilegítimo, okupa y que se forra con los impuestos, utilizando todo tipo de embustes …… y cabe preguntarse, conocerán el artículo 99 CE?

Cuando este Gobierno habla de educar en derechos humanos, igualdad y respeto de género, interculturalidad y en la lucha contra la pobreza  gran parte de los convocantes lo tachan de adoctrinamiento de la dictadura progresista ….cabe, también preguntarse, conocerán los convocantes el artículo 27CE?

Llama la atención que los principales convocantes sean los mismos que abogan por la privatización y eliminación de los principales servicios públicos en favor de fondos privados, “buitres”, para el enriquecimiento de la aristocracia financiera, y quién sabe si para el blanqueo de ganancias de algún famoso narcotraficante, especialmente todo lo relacionado con la SANIDAD…. y cabe preguntarse, conocerán el artículo 43CE?

Resulta ofensivo que para una parte importante de los convocantes, una vez más, sobran 26 millones de ciudadanos en este país, whatsappp noviembre 2020. Estos no tienen el más mínimo pudor de declarar que ser fascista es estar en el lado bueno de la historia, declaraciones públicas de Isabel Díaz Ayuso respaldada por el señor Almeida. En estos casos cumple nuestro Jefe del Estado sus obligaciones constitucionales?

Nuestros nuevos constitucionalistas son aficionados a estos actos cargados de mentiras en busca de una rebelión anticonstitucional que les ayude a recuperar sus privilegios, incluyendo sus famosas vacaciones con narcotraficantes….., el resto (los 26 millones de ciudadanos que sobramos) seguiremos día a día intentando lograr una sociedad con una mejor y mayor Justicia Social.

P.D. Recordar a los nuevos constitucionalistas que en la Constitución española de 1978 existe un Título X por el cual la Constitución puede adaptarse a otras nuevas y modernas formas de Estado, no siendo por ello anticonstitucionales…….no sólo existe el artículo 155 en dicho texto!

¿Qué cambio económico y social se puede realizar y con qué recursos? ¿Cómo combatir la concentración de la riqueza, las desigualdades, las amenazas de las guerras y la depredación del planeta? ¿Cómo afrontar los nuevos retos que plantea la crisis energética en el Estado español y en la Unión Europea? ¿Cómo construir un modelo de sociedad más justo de “buen vivir” para todas y todos?

Para analizar estos temas contamos con la participación de técnicos, investigadores, ecologistas, periodistas, economistas, analistas, y responsables del gobierno, que aportaron diagnósticos y propuestas.

En los últimos tiempos hemos vivido un debate sobre la Educación y la implementación de la LOMLOE, que ha generado bandos en torno al rechazo o la aceptación de la ley. Al producirse en las redes sociales y en la prensa, ha generado más ruido que debate, y ha ayudado más a polarizar a los y las docentes que a acercar posturas sobre un asunto tan relevante como es el de la Educación.

En este marco se ha ido produciendo una queja constante de una parte del profesorado sobre la “bajada de nivel” del alumnado en los últimos años. Algunos responsabilizan al propio sistema, incluso se llega a culpar a la LOMLOE que lleva unos meses en vigor, o, implícitamente, al alumnado o a sus familias, considerando que en el pasado había mejores alumnos y alumnas, más motivados y mejor formados que en la actualidad. Esta apreciación tiene un componente cultural de nuestra tradición griega. Los griegos consideraban que vivían en una era en decadencia respecto a la “edad dorada”, dónde los hombres no tenían necesidades, ya que vivían, según Hesíodo, con “el corazón libre de preocupaciones, al margen de las penas y las miserias”; siempre jóvenes, desconocían la enfermedad y la vejez. Pasaban el tiempo en un puro regocijo, ajenos a todos los males, y cuando llegaba la hora de la muerte “parecían sucumbir a un dulce sueño”.

Poseían todo sin necesidad de trabajar o de luchar: “El suelo fecundo producía por sí solo una abundante y generosa cosecha y ellos vivían de sus campos, en la alegría y la paz, en medio de bienes sin cuento”. Ésta concepción de la Historia dónde el pasado, en la mayoría de las ocasiones, es un tiempo mejor y mítico, es recurrente en la Europa de la tradición grecolatina, a la que se le suma el sesgo del superviviente, que sanciona como bueno un sistema educativo porque la persona que da su opinión fue capaz de sobrevivir a dicho sistema, aunque otros muchos no.

En muchos de los análisis que se realizan en las redes sociales, y artículos de prensa, hay una ausencia parcial, o casi total, de análisis sociológicos. Sin embargo, hay dos estudios que no ignoran dicha dimensión, y que han hecho saltar las alarmas; la evaluación diagnóstica realizada en 2022 al alumnado catalán de 6º de Primaria y 4ºESO, y un informe de Esade EcPol y la Fundación Cotec sobre la “Pérdida de aprendizaje tras un año de pandemia: el caso de Euskadi.”

En el caso catalán, revelan una caída generalizada en el aprendizaje de todas las competencias analizadas. Matemáticas ha sido especialmente golpeada, al haber obtenido la peor puntuación desde 2011. En 6º de Primaria el 38,8%, y en 4ºESO el 53,7%, tienen un nivel calificado como medio-bajo o bajo, y disminuye también el número de alumnado con puntuaciones altas, además de que aumentan los que no llegan al aprobado. Los efectos negativos también se han notado en castellano (-2,7 puntos), en inglés (-6,3 puntos), y matemáticas (-9,1 puntos) en 2021 frente a las pruebas de 2020, según el Consell Superior d’Avaluació de Cataluña para el alumnado de 4ºESO. La nota positiva ha sido que en esta evaluación la brecha de género en matemáticas y otras materias científicas se ha acortado.

En el País Vasco, el informe presentado por Esade EcPol y la Fundación Cotec, plantea que ha habido un diferente impacto por el COVID19 en las redes educativas que conforman nuestro sistema de enseñanza. Según el informe, la red más perjudicada ha sido la Pública frente al Concertado-Privado. Recordemos que el País Vasco es de las Comunidades Autónomas con menor alumnado matriculado en la Pública (51,099%), que coincide en mayor medida con el alumnado con mayor complejidad, y algunos sectores de las clases medias, en un claro sistema segregado. Según el informe, el alumnado de la Escuela Pública perdió el equivalente a medio curso de Matemáticas por la pandemia, mientras que el de la Concertada-Privada apenas perdió.

Según los investigadores de dicho informe, la pérdida global de aprendizaje equivalió al 13% del curso escolar, con diferencias significativas entre las dos redes, siendo mayor en la Escuela Pública (30%) que en la Concertada-Privada (2%). Esto se vio reflejado en las distintas materias, como en Matemáticas, dónde la pérdida general fue del 25% de un curso (un 54% en la pública y un 7% en la concertada). Y en Euskera fue del 15% (26,8% en la pública y 6% en la concertada). En castellano se han encontrado pequeñas diferencias tan nimias que concluyeron que no hubo impacto.

Aunque faltan estudios para otras CCAA, si podemos extrapolar los datos, siempre con prudencia, al resto del país. Podemos calcular que el impacto medio en el aprendizaje, provocado por el confinamiento, fue entre un tercio a medio curso, dependiendo del alumno/a en cuestión y su contexto. A esto habría que sumar el tercio que se pierde durante las vacaciones estivales y, en aquellas clases que fueron semipresenciales en el siguiente curso, un avance menor que en aquellas que hubo presencialidad total. Por dar una nota para no autoflagelarnos, en los EEUU el impacto ha sido muy notable, por ejemplo, en Matemáticas, y el COVID19 ha afectado de forma muy negativa en la mayor parte de los países. En España se ha logrado reducir un poco el impacto gracias a la rápida vuelta a los centros educativos.

Por lo tanto, podemos afirmar que el impacto del COVID19 es uno de los causantes de la bajada de nivel que hemos observado en las clases. Ese freno ha sido mucho mayor en el alumnado en los contextos sociales y económicos complejos, que en aquellos estratos sociales acomodados, y ha impactado más en los centros Públicos que en los Concertados-Privados. La explicación es sencilla, por un lado, los padres y madres más acomodados han podido ayudar más a sus hijos e hijas durante el confinamiento con las tareas, presentan espacios más amplios de estudio, ordenadores individuales y más capital cultural para compensar lo que se perdía con la falta de clases presenciales, además de que los centros Concertados-Privados tuvieron menos problemas para pasar a la enseñanza online.

Sin embargo, los centros Públicos, que escolarizan a la mayor parte del alumnado NEAE, inmigrante, y/o de clase social baja, tuvo un 15% de alumnado desconectado, que coincidió con el más vulnerable. Además, al alumnado desaventajado socialmente los progenitores les pudieron ayudar mucho menos, o tenían problemas materiales que no siempre se pudieron compensar, o faltas de competencias en informática que dificultaron las clases, además de medios más precarios para pasar a la enseñanza online. Por no hablar, de que se están encontrando alumnos/as de infantil al que se ha retrasado el comienzo del habla por el uso de las mascarillas por parte de los adultos.

Las escuelas son espacios de socialización y conocimiento. El alumnado más vulnerable necesita más las clases presenciales para poder avanzar en su carrera escolar. Además, las clases semipresenciales no ayudaron en el siguiente curso a lograr recuperar el terreno perdido, y en muchas Comunidades no se han realizado medidas para reforzar los conocimientos que no se adquirieron. Lo que se hizo fue flexibilizar el paso del curso, para que no se viesen perjudicados, y la EBAU, porque el alumnado no llegaba con el mismo nivel.

Otra de las cuestiones que ha afectado a la bajada de nivel, además del daño provocado por el COVID19, que, como afirmamos antes, ha afectado más al alumnado que necesita más la Escuela y está en situación desfavorecida que al acomodado, es la extensión de la pobreza y la exclusión social, que mezclado con la segregación escolar y la existencia de centros gueto, ha empeorado los resultados educativos de varias CCAA, como Madrid en PISA (Comunidad más segregada) o Cataluña (segunda Comunidad más segregada), por ejemplo. La existencia de una doble red segregadora acaba por eliminar los efectos compensadores del alumnado locomotora en las clases más desfavorecidas, hunde resultados, genera centros gueto y de alta complejidad, y acaba provocando un cierre de clase que obstruye la igualdad de oportunidades y acaba con la justicia social.

A esto habría que sumarle el uso excesivo de las pantallas, que compite con las horas de estudio, de descanso, fomenta una menor capacidad de concentración, una menor tolerancia a la frustración ya que el móvil da recompensas inmediatas, una tendencia a abusar del “copiar-pegar” para realizar trabajos, como la pérdida de habilidades relacionadas con la lectoescritura y comprensión lectora, al reducirse las horas de escritura a mano y de lectura. De hecho, un informe de Cáritas alerta que casi el 37% de los adolescentes pasa más de 6 horas con el móvil, uno de cada cinco tiene adicción (siendo más vulnerables el alumnado de clase baja), desarrollando rasgos adictivos más las chicas que los chicos, y aumentando las probabilidades de suspender varias materias a aquellas personas que son adictas o usan más horas el móvil. Por no hablar del impacto en la salud mental, que ha agravado también el COVID19, aumentando en un 26% las tasas de suicidios en adolescentes, y un mayor desarrollo de problemas de ansiedad, depresión, intentos autolíticos, etc.

Las brechas sociales, la existencia de los centros gueto, la extensión de la pobreza en algunos sectores de la sociedad, la segregación escolar, la complejidad (que no asume en su mayoría la Concertada-Privada) escolar de algunos centros, sumada al uso excesivo de las pantallas, a la pandemia y el confinamiento, explican estos resultados. Así lo reconocen, en parte, las autoridades educativas catalanas. Un sistema segregado escolarmente no sólo es injusto socialmente, es ineficiente a la hora de los resultados educativos en pruebas estandarizadas, y fomenta un cierre de clases impidiendo, en gran medida, la movilidad social.

Por lo tanto, cuando hablamos de “bajada de nivel” debemos atender a estos factores sociales e históricos que están afectando a dicha bajada; ya sean de carácter coyuntural, como la pandemia o las pantallas, de carácter estructural, como la pobreza y la exclusión social, cómo de carácter institucional, cómo es la segregación escolar, ya sea por clase social, origen nacional, o género.

Sin tener en cuenta estos factores sociológicos, no sólo se errará en el análisis de los problemas aludiendo a un supuesto “edad dorada” a la griega, y tampoco se podrán tomar medidas contundentes como: un pacto de Estado contra la segregación escolar, medidas para mejorar las competencias en lectoescritura, de reducción de las desigualdades sociales y educativas, favorecer la movilidad social, la igualdad de oportunidades, la Justicia social, y fomentar la cohesión de la sociedad y una democracia robusta y no polarizada en riqueza y oportunidades.

Antes de responder a la pregunta del título de este artículo, debemos hacer una reflexión sobre los orígenes del liberalismo.

Si nos atenemos a lo que Francis Fukuyama define en su libro “El liberalismo y sus desencantos” podemos decir que es una doctrina surgida por primera vez en la segunda mitad del siglo XVII y que aboga por la limitación de los poderes de los gobiernos o los Estados mediante las leyes y, en última instancia las constituciones, así como con la creación de instituciones que protejan los derechos de los individuos que viven bajo su jurisdicción.

A menudo, asumimos que los términos liberalismo y democracia son sinónimos, pero en realidad, ambos conceptos se basan en principios diferentes. El concepto de democracia está relacionado con el “gobierno del pueblo”, es decir, gobierno de las mayorías elegido en elecciones multipartidistas, periódicas y libres mediante sufragio universal. En cambio, el liberalismo antepone un sistema de normas formales que restringe los poderes del ejecutivo, incluso aunque este haya sido legitimado mediante unas elecciones.

La verdad es que, a lo largo del tiempo, el liberalismo se hizo demócrata, y la democracia se hizo liberal. Pero en realidad, el liberalismo nunca se ha sentido cómodo con el sufragio universal, pues su modelo fue el voto censitario. De hecho, según la Constitución española de 1837 pactada por los liberales progresistas y moderados, solo podían votar los españoles que pagaran impuestos a Hacienda por valor de “200 reales”, lo que dejaba el censo electoral en el 5% de la población española, y solo hombres. Es importante reseñar que el sufragio femenino en España fue reconocido por primera vez en la Constitución Republicana de 1931.

El liberalismo histórico defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica, fomentando un individualismo consumista en un mundo basado en el crecimiento continuo y la libre competencia, una forma de laissez faire, de acuerdo con las tesis de Adam Smith expresadas en su libro “La riqueza de las naciones”. Pero en el siglo XIX nace una corriente de pensamiento dentro del liberalismo que aboga por los seres humanos y su bienestar, que situaba en el centro el desarrollo social y material del ser humano. Esta corriente se denominó liberalismo social y cada vez se fue distanciando más del liberalismo económico.

En los años 40’s y 50’s empieza a haber posturas a favor de una economía social de mercado, que plantea una sociedad regida por un modelo económico que, basado en la competencia, combine la libre iniciativa con un progreso social asegurado por la capacidad económica, potenciando la corriente del liberalismo social.

Pero aparecen en escena un par de ultraliberales como Ludwing con Mises y Friedrick Hayek, que plantean un nuevo liberalismo clásico, pero mucho más radical. Esta nueva teoría se experimenta a finales de los años 70’s con los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, y se pone en marcha en Chile aprovechando la dictadura de Augusto Pinochet en los 80’s llevada a cabo por los “Chicago Boys”, consolidando el nuevo concepto de neoliberalismo, creando una hegemonía de pensamiento y generando una gran brecha económica entre la ciudadanía siempre a favor de los más ricos por medio de la financiarización de la economía.

Podemos estar de acuerdo en que los individuos deberían asumir personalmente la responsabilidad de sus vidas, pero el neoliberalismo crea circunstancias en las que las personas se enfrentan a amenazas fuera de su control. La dominación es primordial para el funcionamiento del liberalismo, y por eso existen grupos que lo defienden como ideología, en particular aquellos que denominamos élite económica.

Desde la perspectiva española, habría que destacar una cierta hipocresía de esos presuntos liberales que siempre abogan por la no intervención del Estado en los asuntos económicos y que todo sea iniciativa privada, pero que, en cuanto surgen problemas buscan la subvención, la ayuda del Estado, etc. fomentando la privatización de beneficios y la socialización de pérdidas.

Adam Smith decía que había que poner límites a los empresarios, ya que si se reunían era para restringir la libertad de mercado y la competencia. El mercado es un mecanismo que puede ser razonablemente eficaz, pero:

1. Siempre que exista competencia.
2. Que no existan desequilibrios potentes de poder, porque en ese momento, el mercado no funciona.

Ahora lo progresista es defender la competencia y la lucha contra los monopolios, y por supuesto, una redistribución económica. Una de las alternativas para lograr este objetivo es crear una Banca Pública y una serie de empresas públicas que sirvan de referencia a la competencia junto a un control de los monopolios.

Otro de los problemas que ha tenido el liberalismo español actual ha sido el choque con la idea de España. Lo liberal, que teóricamente podía haber sido condescendiente con determinadas posiciones periféricas, ha coincidido en España con unas posiciones de cierre de banderas, y esa condescendencia que era una singularidad del liberalismo español que tenía a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, actualmente se ha perdido.

A pesar de estas sombras en nuestro liberalismo español, no podemos echar en saco roto las luces de las grandes conquistas alcanzadas en nuestra historia, como fue la introducción del Krausismo o la Institución Libre de Enseñanza, por parte de Francisco Giner de los Ríos, Ramón Carande, además de las aportaciones de muchísimos otros intelectuales del pensamiento republicano como Antonio Machado o Manuel Azaña.

Llegados a este punto, podemos concluir que, en la España de hoy no existe una opción auténticamente liberal. Lo que existe es un neoliberalismo en determinadas fuerzas políticas e intelectuales que pretenden implantar un liberalismo clásico del laissez faire radical que no interesa para nada hoy día.

Resuelta la primera cuestión, planteamos otra pregunta: ¿Es útil el liberalismo hoy? Estamos en una nueva época, vivimos en tiempos de emergencia ecosocial junto a una fase de descomposición de los grandes acuerdos democráticos de posguerra, grandes referentes de avances sociales, y por eso el peligro del fascismo es enorme. Los paradigmas están cambiando y estamos utilizando herramientas que pertenecen al pasado. Tenemos que elegir entre vivir las últimas fases de un modelo que agoniza, o intentar comprender y empujar en la buena dirección el nuevo mundo que se avecina.

¿Estaríamos de acuerdo en que lo importante ahora es tratar de garantizar una vida buena y justa a todas las personas y comunidades en un entorno de proximidad y en un planeta habitable? Esto es en lo que los movimientos de DDHH, multiculturales, feministas y ecologistas vienen confluyendo en los últimos tiempos.

¿Estaríamos de acuerdo en que para conseguir esto, hay que supeditar la economía a los límites de la biosfera y hacer una justa redistribución de la riqueza? Indudablemente, creemos que ese es el camino. El desafío histórico que supone afirmar que tenemos que poner límites a la economía, es algo que pasa por primera vez en la historia a nivel global, y es muy difícil que alguien lo hubiera tenido en cuenta en las teorías anteriores.

Creemos que en España existe una mayoría social no alienada que, aunque no pensemos todos lo mismo, podemos alcanzar un gran acuerdo para superar los retos que tenemos por delante. Es imprescindible un Estado fuerte y democrático, por lo menos para la fase de transiciones, junto con personas y comunidades jugando un papel esencial en este proceso.

En definitiva, la mayoría no alienada queremos paz, y para que exista paz social tiene que haber un Estado de Bienestar construido sobre los ejes de una fiscalidad justa y una buena gestión de los recursos.

Notas:

(1) Síntesis del debate realizado en el seno del Grupo sobre el papel del liberalismo español en la época actual.

ECTOGÉNESIS (del griego ecto, exterior y de génesis, origen, creación). Procreación a través de un útero artificial.
Si bien Aldous Huxley utilizó este concepto para su obra más famosa, no fue el único. También utilizó dos conceptos más: hipnopedia y senescencia. ¿Suenan raro?, ¿no los conoces?

HIPNOPEDIA (del griego hipno, sueño, y pedia, educación). Huxley inventó el término y, en esencia, consistía en la educación por medio del sueño. Aunque no lo creas, ya se está usando. Pregúntale a los “coach” que proponen inducir ideas a los niños a través de frases que se les repiten mientras duermen.

El otro término, inventado por Huxley también, es:
SENESCENCIA (del latín, senescens, envejecer). Proceso de envejecimiento celular. Actualmente se define como el momento en que las células humanas dejan de dividirse y/o reproducirse, pero no mueren.

¿Madurez? ¿Vejez?

Hoy, para este artículo, voy a utilizar el primero de los términos: ECTOGÉNESIS.

Pues bien, hasta que este proceso sea viable, somos las mujeres (sexo mujer, no género mujer), las que gestamos y parimos.

¿Hay alguna duda de ello?

Si piensas que me equivoco puedes ahorrarte tiempo, no sigas leyendo porque no me vas a entender. Es más, ya has opinado antes de llegar al final.

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Sigo definiendo términos:
Trabajo es todo aquello que requiere un esfuerzo (otra cosa es el empleo, no confundamos).

Aunque la RAE recoge, al menos, 12 acepciones para dicho término, voy a quedarme, ahora, con este: Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital.

Y lo voy a utilizar para hablar del que es, no ya el más importante, sino el trabajo IMPRESCINDIBLE para los humanos. Hablo de la reproducción. No hay vida, no hay riqueza, no hay continuidad de la especie sin que un ser humano, mujer (sexo, no género), geste y para. Por mucho que queramos reivindicar lo contrario, la naturaleza es como es. Los mamíferos nos reproducimos así. Mientras los niños no nazcan de una semilla en una mata, o de un huevo puesto por una gallina, será la mujer la que tenga en su útero un óvulo, fecundado por un espermatozoide, durante los nueve meses de rigor y luego pase por el parto para que ese bebé sea, en un futuro, productor de riqueza y consumidor de la misma (es decir, le interesa al gran capital, no solamente a la naturaleza).

Quiero dejar claro que la decisión de no ser madre es muy respetable. La decisión de cambiar de sexo, porque no te identificas con el que has nacido, también lo es, pero es incuestionable que la reproducción es como es. Otra cosa es que algún día se consiga en probetas, tipo Huxley, es decir, se logre la ECTOGÉNESIS.

Toda esta introducción es necesaria para abordar el tema que realmente quiero abordar, ya que tengo la costumbre de intentar ir a la raíz, al origen de la cuestión y/o problema, para encontrar una solución. Atacar el efecto sin solucionar la causa es batalla perdida. De ahí toda esta explicación previa. Si tomas un analgésico para calmar el dolor que te produce el dedo que has metido en el ojo, es, cuanto menos, inútil si no sacas antes el dedo del ojo.

Dejando esto como arranque quiero que intentemos no pensar con la mente capitalista que nos hace creer que todo aquello que no genera una nómina no es trabajo y que todo aquello que no genera beneficio económico tampoco lo es, aunque, en el caso de lo que quiero explicar, sí produce beneficio económico, aunque no lo percibas tú directamente.

La economía feminista, en contra de lo que muchos piensan (incluso las que hablan de ella en púlpitos y artículos) se basa en ver la economía desde un ángulo muy diferente al habitual. Astrid Agenjo, (Doctora en Economía por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla y Máster en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid), la define así: Esta corriente económica pone la vida, sostenible y digna, en el centro.

Nuestra conocida y querida antropóloga, ingeniera, profesora y activista Yayo Herrero, dice: “No hay economía ni tecnología ni política ni sociedad sin naturaleza y sin cuidados”. La ecología y la economía feminista van de la mano. Ambas toman como centro la naturaleza. ¿Y que han más cercano a la naturaleza que la reproducción y los cuidados?

Estamos acostumbrados a que todo gire en torno a la producción. A la producción, no a la reproducción. Pues bien, la economía feminista gira en torno a la reproducción y a los cuidados. En torno a la VIDA. En síntesis, intenta poner en el centro lo que es necesario para sostener la vida. Trabajos que, como expliqué antes, son IMPRESCINDIBLES. La reproducción es el único imprescindible para la vida humana. Sin él no habría trabajadores, ni consumidores de lo producido por los trabajadores, si solo queremos verlo desde el punto de vista capitalista. Y no habría continuidad de la especie, es decir, el hombre desaparecería de la faz de la tierra, si utilizamos el punto de vista biológico. Es decir, lo mires desde donde lo mires, sin REPRODUCCIÓN, los humanos no existiríamos.

El doctor en biología, considerado uno de los más eminentes primatólogos y etólogos contemporáneos, Frans de Waal, dice, en El bonobo y los diez mandamientos: “El cuidado maternal mamífero es la inversión más costosa y prolongada en otros seres que se conoce en la naturaleza, que empieza con la nutrición del feto y acaba muchos años después.”. O no acaba nunca, como diríamos cualquier madre a la que nos preguntasen cuándo dejamos de cuidar a los nuestros.

¿Verdades de Perogrullo? Tan de Perogrullo deben de ser que no lo vemos, o no somos capaces de tenerlo en cuenta.

Si las generaciones de nuestras madres y abuelas, las que se dedicaron, porque así lo determinaba la educación y la cultura transmitida, a casarse, ser madres, cuidar de su familia, no han cotizado (nada o poco) como para generar un derecho a una pensión contributiva de jubilación, según las normas que rigen actualmente, no es porque no hayan trabajado, es porque ese trabajo, repito, el más importante de todos los trabajos, no se consideraba obligado a cotizar. Es más, ni se consideraba trabajo… ¿o sí?
¿Recordáis qué ponía, en el apartado “PROFESIÓN” en los DNIs de nuestras madres y abuelas? Os lo digo yo: SUS LABORES, por lo tanto, en el fondo, se reconocía como tal.

Es curioso que los movimientos feministas que conocemos nos intenten hacer creer que esa labor es denigrante para la mujer. Nunca lo vi así. Quizá porque me acostumbré a pensar sin ser condicionada por intentos de manipulaciones exteriores.

Una conocida feminista (no de las de camiseta y consigna), allá por 1870, dijo: “Para que la mujer llegue a su verdadera emancipación debe dejar de lado las ridículas nociones de que ser amada, estar comprometida y ser madre, es sinónimo de estar esclavizada o subordinada”. Ella era Emma Goldman (anarquista, crítica, pensadora, activista radical, feminista y defensora de la libertad de expresión, el amor libre y el control de la natalidad). No lo dudéis. Era una acérrima feminista. Otra de sus frases: “… nunca haré las paces con un sistema que degrada a la mujer a una mera incubadora”. Para ella no está reñida la maternidad con el feminismo, pero ese, también, es un tema que trataré en otra ocasión.
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Teniendo en cuenta que intento sacar el dedo del ojo antes de recetar paracetamol para aliviar el dolor generado por mantenerlo dentro, doy el siguiente paso hacia la cuestión que me ha movido a escribir este artículo.

Cuando utilizamos cantinelas tan repetidas que ya no sabemos ni qué significan, deberíamos, al menos, analizarlas a fondo. En este caso, y porque formo parte del movimiento pensionista y me duelen los errores de mis compañeras, quiero explicar por qué estoy segura de que se equivocan cuando sueltan el slogan: queremos acabar con la brecha de género en las pensiones. Es un error, un gran error, querer acabar con algo que ni es brecha ni es de género. Y paso de analizar si es reivindicación feminista, pseudo feminista o… lo que el capitalismo encubierto quiera que sea. Si la reivindicación es incongruente, se cae por su propio peso. Y no solamente eso sino que deja en evidencia a las reivindicadoras.

Es cierto que existe un porcentaje elevado de diferencia entre la media de las pensiones de las mujeres y las de los hombres. Ronda el 33% (lo sé porque yo misma hice el cálculo con datos del INE y de la Seguridad Social).

Dejando aparte que las diferencias también podríamos calcularlas en base a las edades (sin tener en cuenta el sexo -que no el género-) o a las comunidades autónomas, por poner solo un par de ejemplos, y también encontraríamos otros tipos de brechas, estas diferencias a las que me refiero en esta ocasión, se deben a que todas las personas recibimos el mismo trato, independientemente del sexo (repito, que no el género), edad, provincia, etc.

El SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES (SPP de aquí en adelante) es igualitario. Trata a todo cotizante por igual. No hace distinciones por sexo (otro tema aparte es la “justicia” de las normas). Por lo tanto, si pides igualdad, no pidas trato diferente. ¿Se ve la incongruencia?

Si pedimos igualdad y defendemos un SPP, no podemos hablar de brecha de género pretendiendo que el SPP nos lo solucione. Estaríamos pidiendo una manera diferente de cálculo. Dejaríamos sin efectividad la igualdad y la base del sistema que defendemos.

Vamos a ver si podemos sacar el dedo del ojo antes de tomar el paracetamol.

Es cierto que las mujeres, de media, cobramos menos que los hombres por las pensiones contributivas de jubilación.

Ah, pero las que denuncian esa brecha se les ha olvidado otro detalle. Esa media, ese 33%, es falso. La diferencia de poder adquisitivo es mucho mayor. Si es que hacen bien las cuentas, claro, y lo que quieren saber es realmente lo que cobran, unos y otras, a su jubilación.

¿Por qué es mayor? Porque se les ha olvidado tener en cuenta que hay muchas mujeres que, por no tener el tiempo cotizado suficiente para tener derecho a una pensión contributiva (15 años) no entran en el cálculo, ya que no cobran ninguna pensión contributiva. No quiero meter cifras para demostrarlo porque no es la intención de este artículo. Es suficiente con que se me haya entendido para ver que también se equivocan en esos porcentajes de los que hablan.

Esta es una evidencia más de que la lucha por la “brecha de género” está enfocada desde el ángulo capitalista. No han tenido en cuenta más que a las mujeres que han cotizado 15 años o más. El resto, ¿qué pasa?, ¿no existen para calcular la dichosa brecha?

Esas mujeres, las que dedicaron toda su vida, exclusivamente o a tiempo parcial, a la reproducción y a los cuidados, se encuentran sin derecho a una vejez digna. Cómo si su trabajo no las hiciera merecedoras de tal. Y no olvidemos que, por cultura y por costumbre, muchas de estas mujeres han trabajado, también, en negocios familiares y/o en trabajos para otros desde casa (coser, bordar…), y ni se planteaba siquiera la posibilidad de cotizar por ellas.

Tampoco me vengan con que sus maridos ya tienen una pensión, porque no es la pensión de ellas, y son ellas las merecedoras de un reconocimiento y una vejez digna. Ni tampoco me cuenten eso de que se les da una no contributiva porque tampoco. Las no contributivas no son pensiones, son caridad. Y, hay más, esas ayudas (repito, no pensiones) se conceden si reúnen, ellas y su unidad familiar, las características necesarias para ser consideradas pobres de necesidad. Es caridad y condicionada a la precariedad, no solamente suya, sino de su marido.

Queda claro que ese planteamiento no reconoce el trabajo hecho ni las hace merecedoras de una pensión per se.

Peor todavía, perpetúan la dependencia del varón. ¿Es esta una reivindicación feminista?
Las mujeres, y nombro el sexo porque somos las dotadas por la naturaleza, para la reproducción, deberíamos exigir que se nos considere el trabajo que hacemos PARA LA SOCIEDAD como trabajo imprescindible. Y, por tanto, como generador a derechos acordes.

Los cuidados, hoy por hoy, sobre todo los de los primeros meses de los hijos, recaen, sino exclusivamente al menos en su mayor parte, en nosotras. Y sin cuidados un niño no crece, no se desarrolla. No será un futuro trabajador ni un futuro consumidor. Ni tampoco origen de una nueva generación. Por tanto, seguimos trabajando para la sociedad.

Los cambios culturales están convirtiendo a los padres en cuidadores también. Estupendo. Así será, pero no mañana, ni pasado mañana. Y sea cuando sea, aun así la gestación y el parto sigue siendo labor de la madre. En su totalidad (miedo me da pensar en que algún día Huxley tenga razón y los hijos no tengan padres).

Las 2 generaciones vivas que, hoy por hoy, han dedicado su vida a este trabajo, repito, se merecen, por ellas, por nosotras y por nuestras hijas, pero también por la sociedad venidera, que se les proporcione una vejez digna, independientemente de su situación económica y familiar. ¿O se tienen en cuenta estos datos para calcular las pensiones contributivas de jubilación? ¿Verdad que no?

Deberíamos empezar a cambiar el chip. A pensar que la vida no ha de girar en torno al dinero, sino a la vida, como ha de ser si el ser humano quiere seguir en el planeta. Respetar la vida y que esta la considere como el eje de todo, nos hará, también, más respetuosos con el medio en el que se desarrolla: EL PLANETA.

Yayo tiene razón. Reproducción y ecología van de la mano. Y yo me atrevo a añadir: eso también es FEMINISMO.

EPÍLOGO:

Respecto a la demanda sobre la pensión, soy consciente de que esto es una batalla que, si algún día se gana, probablemente ya no quedarán vivas las mujeres por las que lucho. No importa, me conformo con que se les reconozca su trabajo y, desde dentro de cada uno de nosotros, les pidamos perdón por no haber sabido valorarlas y les demos las gracias por todo lo que han aportado a la sociedad humana. Y, sobre todo, me conformo con que el chip para ser capaces de ver el error en centrar la existencia en algo que no sea la propia existencia, empiece a funcionar.

La filósofa argentina Diana Maffía (Buenos Aires, 1953) hace tantas cosas y tiene tantos títulos y reconocimientos que resultaría imposible enumerarlos en esta entrevista. Quedémonos, de momento, con que es la Directora del Observatorio de Género de la Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tiene en su haber ser Doctora honoris causa por la Universidad de Córdoba (Argentina). Una distinción académica que, aclara, es un reconocimiento a una historia feminista, en la que la vida íntima y la política se relacionan estrechamente y donde el trabajo académico y el activismo feminista son siempre colectivos. El último homenaje lo ha recibido a finales de noviembre, también en forma de Doctora honoris causa, esta vez, por la Universidad Jaume I. Visitó España para recibirlo, participar en una Conferencia en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CESIC) y en una Maestría de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

Unió el pensamiento filosófico con el activismo feminista, en tiempos de estudio y dictadura, inspirada por algunas las filósofas feministas, Clara Kushnir, Celia Amorós y María Lugones, y desde entonces, la irrupción de los estudios de género en las universidades argentinas y la apertura de espacios de reconocimiento para las mujeres y las feministas en otras muchas instituciones, no podrían explicarse sin su trabajo. Ha sido, también, diputada y adjunta a la defensoría del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Reconoce que no ha sido fácil ser feminista, pero ahora dice con humor que “cuando persistís mucho en el error, a eso se le llama trayectoria”.

Diana Maffía (wikipedia).

Hija de una pareja que vivió 70 años en común y casada desde hace 40 años con otro filósofo, dice que es convencional en la foto, pero no en la película. Crítica con las derivas identitarias que cancelan los discursos que no nacen de cuerpos que encarnan las interseccionalidades, repite en bucle las palabras puente, alianzas y diálogo. Preocupada afirma que “el empobrecimiento del lenguaje, dificulta que podamos establecer diálogos”.

Llega a la cita de zoom sin almorzar. Lleva todo el día acelerada y apagando incendios. Tiene prisa o hambre, o las dos cosas, y lo noto. Es directa y tajante. De mirada amable y generosa en sus disertaciones. Ahí pierde la noción del tiempo. Consigue reventar el guion que tenía preparado y lo agradezco.

¿Qué moviliza hoy a las feministas a diferencia de lo que movilizaba a las de las décadas anteriores?

En los 80 nuestras identidades personales eran identidades políticas. No se concebía una manera de estar en la academia o estar en la vida, en tu pareja, en tus elecciones personales, en tus amistades, que no estuviera atravesada por tus posiciones políticas. Tenía que ver con maneras de ver la sociedad, maneras de ver el mundo y una manera de establecer alianzas de acción en común. Eso se fue perdiendo en los 90. Los gobiernos neoliberales fueron produciendo un efecto de silenciamiento ideológico, reorientando la atención y el deseo hacia la competencia y el consumo, que es un movimiento continuo porque es insaciable. Durante ese periodo, casi una generación entera no participó en el feminismo. Se veía como una cosa de gente vieja, algo pasado de moda. La crisis del 2001 en Argentina y la violencia extrema de los femicidios y las mujeres secuestradas por las redes de trata y de explotación sexual, que interpela a chicas muy jóvenes, produjeron un hartazgo social que dio lugar primero a la marcha Ni una menos y después a los pañuelos verdes. Las calles se llenaron de chicas que venían de colegios secundarios, con su mochila y su pañuelo verde. Se sintieron interpeladas porque el riesgo lo corrían mujeres de su edad. La lucha contra la violencia hacia las mujeres se unió a la lucha por el aborto seguro y gratuito y, entonces, las feministas empezamos a ser vistas políticamente.

Te he escuchado decir que el feminismo de hoy se caracteriza por estar muy politizado, por estar muy vinculado con la demanda social y de clase, pero que, también, es un feminismo menos reflexivo…

La marcha Ni una menos fue muy importante. Antes de esta marcha, los tres de cada mes, nos encontrábamos apenas 30 o 40 mujeres para denunciar los femicidios. Cuando ocurrieron los femicidios de chicas muy jóvenes, las comunicadoras más jóvenes comenzaron a activarse en la red y en tres semanas armaron una marcha que movilizó a ¡500.000 mujeres! Es cierto que las chicas jóvenes que llegan a esta primera marcha masiva dicen “aquí empezó todo”. Nosotras llegamos al feminismo a través de una reflexión intelectual, ellas llegan, sin embargo, de un modo más performativo. Un modo que pone el cuerpo en escena. Las formas de comunicar son maneras que establecen alianzas, pero no se sabe argumentar en qué consiste esa alianza. Ahí siento que hay casi una supresión del lenguaje. Creo que esto, generacionalmente, no sólo sucede en el feminismo, también pasa en otras manifestaciones. Ese empobrecimiento del lenguaje dificulta que podamos establecer diálogos y, entonces, lo que queda son posiciones a favor o en contra viscerales, muy emocionales. Impide la posibilidad de aproximar posiciones, desde la comprensión de la otra y tejer algún consenso que nos permita actuar en común. Precisamente ese diálogo entre diferentes es lo que nos ha dado el feminismo y deberíamos preservarlo. Evitar lo que nos está pasando recientemente. Las cancelaciones y el repliegue identitario. Llevo más de tres décadas trabajando a favor del reconocimiento, a favor de leyes y políticas feministas y recientemente muchas veces me han dicho “tú no puedes hablar porque esto a tí no te pasó porque eres una mujer cis, o blanca, o heterosexual”. Claro que serlo me da privilegios y me ha costado mucho reconocerlos frente a otras mujeres, pero fueron otras mujeres las que me enseñaron a hacerlo. Reconocer estos privilegios es lo que da la posibilidad de establecer alianzas. Permite no actuar a favor de tus privilegios, sino en favor de un movimiento más plural. Siento que esto es cada vez más difícil sin lenguaje, sin argumentar. No se trata de haberte leído los diez libros fundamentales del feminismo como les dicen a las jóvenes algunas de mis compañeras. Se trata de movilizar la voluntad de comprender, la voluntad de entender lo que la otra persona está tratando de decir. No movilizar la voluntad de derrotar, desplazar y cancelar a la otra.

La práctica sin teoría es ciega y la teoría sin práctica es estéril

Sí, pero lejos de esa idea iluminista de que son sujetos diferentes los que ponen pensamiento y los que ponen acción, yo aprendí a respetar la teoría producida desde fuera de las universidades, en las organizaciones populares y en las culturas diversas. No se puede dialogar con una mujer kurda y comprender muchas de sus acciones revolucionarias desde una posición de feminista socialdemócrata europea que piensa que su pensamiento es esencialista y binario. Durante mucho tiempo el feminismo estuvo dividido por eso. No es que las que estamos en la academia bajamos las ideas a la población, como si esta estuviera abajo y nosotras fuéramos señoras feudales. Hay una metafísica de la espacialidad que tiene que ver con el poder.

¿Las luchas partidistas por la representación institucional del feminismo entorpece la construcción de alianzas feministas transversales para forzar cambios desde las instituciones?

En Argentina, cuando empezamos a ser vistas políticamente, los varones de los partidos empezaron a preguntarse quién estaba convocando a las mujeres. No podían creerse que la marcha surgiera de una convocatoria espontánea y que nadie respondiera a ningún patronazgo o matronazgo particular. Por supuesto había mujeres de partidos políticos, pero no estaban allí convocadas por sus partidos. Esa visibilidad fue lo que hizo que los partidos empezaran a querer manejar los feminismos de diversas maneras. Al año siguiente de la primera marcha de Ni una menos, la comisión organizadora ya se había dividido. Era un año electoral. Ese movimiento que era transversal, fuertemente político, pero no partidario, se rompió y empezaron las fisuras. De hecho, los 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, solemos tener dos marchas diferentes.

Has alertado también sobre el peligro de que las mujeres prioricen la pertenencia partidaria, frente a las alianzas interseccionales

Lo peor que veo de esas pertenencias partidarias es el silenciamiento de la crítica feminista, cuando se producen situaciones abusivas en relación a prácticas patriarcales. Cuando hay situaciones de acoso sexual por compañeros del propio partido, cuando se dice que va a haber paridad y después se va echando a las mujeres para quedarse con dos o tres. No se trata de que haya sólo paridad, se trata de cambiar la lógica de los lugares a los que accedemos. Esa perspectiva paritaria ha provocado una enorme frustración porque ha generado muchas figuras individuales que no representan a los colectivos de mujeres y feministas, sino que construyen alianzas con los varones con los que comparten intereses. Por otro lado, es difícil para el feminismo decir voy a hacer transversalidad pasando por los partidos, cuando los propios partidos rompen su compromiso con la representación porque sus liderazgos no practican aquello que enuncian. Otra dificultad es que el movimiento feminista trabaja en red. Tiene una manera de hacer política, de colaborar y construir alianzas muy distinta a los partidos políticos, generalmente piramidales. Las feministas tenemos que hacer alianzas transversales, incluso pasando de nuestras pertenencias partidarias. Cosa que en Argentina se está poniendo muy difícil y creo que en España, también.

El feminismo ha formulado muchas veces que hay que estar en todas partes ¿qué riesgo tiene para las feministas fiarlo todo al Estado como herramienta central en la transformación del mundo?

No creo en absoluto que el Estado sea el único que tiene que transformar la sociedad. Muchos de los cambios que nos han permitido sobrevivir a crisis tremendas los hemos hecho las mujeres desde los movimientos sociales. Hay que pensar en una institucionalidad de lo común que permita formas de organización comunitarias, quizá más pequeñas, que hagan de puente con el Estado. Que facilite la interrelación entre articulaciones académicas, partidarias, sindicales, de movimientos sociales. Esto es lo que veo que no funciona porque el Estado funciona por delegación y las delegaciones tienen sus propios intereses.

Has dicho que los hombres se sacaron la carga de proveedores sin sacarse los privilegios y que andan perdidos en su rol…

Los hombres tienen que pensar en cómo cambiar el modo de organización social para que no sea un sistema de explotación y dominio sobre las mujeres. Pensar en ese mundo es difícil para las mujeres, pero aún es muchísimo más difícil para los hombres, porque todo el tiempo están ejerciendo sus privilegios. Los hombres tienen que pensar en una masculinidad como praxis que no reproduzca esas relaciones de opresión. También es verdad que se han apropiado de un lenguaje de aliados, como una especie de escudo protector y que se victimizan cuando no ven reconocido el enorme esfuerzo que creen estar haciendo. Las feministas no odiamos a los hombres, odiamos las expresiones violentas de machismo y tratamos de que no nos dañen a ninguna de nosotras. Mujeres y hombres tenemos que dialogar para repensar este sistema porque las mujeres no podemos hacerlo solas. Lo que ocurre es que los varones, en general, están muy lejos de tener conciencia de la subjetividad violenta y privilegiada que los construye como individuos.

La reacción antifeminista aumenta y podría estar teniendo capacidad para conectarse con los malestares de las mujeres, dándoles una respuesta que refuerce su papel reproductor y cuidador…

Aquí veo dos cosas. Por una parte, que hay un montón de diputadas con discursos conservadores que han podido acceder a las instituciones por los esfuerzos del feminismo. Sin embargo, obedecen al patriarcado porque este no sólo se impone a través de castigos, sino que también lo hace a través de premios. A los partidos conservadores les encanta que sean mujeres las que anuncian su desprecio por las cuestiones feministas. Y, por otra parte, el nuevo activismo feminista, que es más performativo, que usa consignas, eslóganes, que hacen del movimiento feminista un movimiento colorido, que tiene múltiples expresiones y yo adoro, sin embargo, hay muchas mujeres, más conservadoras, que sienten que ese nuevo feminismo no las representa. Quizá sienten que su deseo de un modelo de vida más doméstico, menos riesgoso es despreciado desde algunos sectores feministas y eso hace que se sientan más cercanas a discursos de la derecha religiosa que, obviamente, caricaturizan al feminismo como exhibicionista, contrario a los valores de la familia, etc. Quizá esos discursos reaccionarios están teniendo mucho éxito por desinteligencia de nosotras mismas. Como movimiento tenemos que buscar esos puentes de comprensión. Esos diálogos se dan con el lenguaje y, como decía antes, creo que en ese terreno del lenguaje estamos teniendo dificultades.

¿Crees que esa dificultad del lenguaje también explica algunas de las dificultades del diálogo entre una parte del movimiento feminista y del movimiento LGTBI?

Falta diálogo. En Argentina hemos trabajado mucho en común entre el movimiento feminista y el movimiento de la diversidad. Fruto de ese esfuerzo creativo, se entendió que los mandatos patriarcales sobre la sexualidad y sobre todo, sobre los derechos no reproductivos, alcanzaban a todas las mujeres, pero también a las diversidades. Que había leyes en común que lograr y se trabajó mucho. Es cierto que estamos impugnando el binarismo y que aún no hemos logrado tener datos de mujeres y hombres que nos permitan intervenir sobre la realidad para cambiarla. Al tiempo, nos manejamos con conceptos limitadísimos como personas gestantes o que una x defina el género no binario. Nadie está satisfecho con estos conceptos. Muchas mujeres y varones trans no quieren ser nombrados como “personas gestantes” y las personas binarias dicen “no somos una x”. La única forma de enfrentar este desafío es activar espacios amorosos y amables de diálogo que nos permitan ir resolviendo, en el estado y fuera del estado, especialmente fuera, porque es donde podemos manejar las tensiones de una forma productiva.

Nota: Se agradece el apoyo inestimable de Irene Bassanezi Tosi para la realización de la entrevista.

Hace unos días, tan pronto como las circunstancias creadas por la pandemia del covid-19 lo han permitido, el Movimiento Laico y Progresista de Aragón (MLPA) ha celebrado en Zaragoza su 25 aniversario.

En el acto, muy concurrido y con una asistencia muy destacada de gente joven, fueron presentados dos libros: Nietas de la República de Jordi Serrano y Asaltar los suelos, en el que han participado varias de las personas que destacan lo más interesante de sus experiencias sobre su colaboración con el MLPA.

Fotografía de Alex Sahún Abad.

Instaurado en una única Comunidad Autónoma, la de Aragón, este movimiento reúne algunas características muy específicas entre las que destaca su defensa de la laicidad. Y aprovechando este 25 aniversario, la Fundación Espacio Público ha querido conversar con tres de sus protagonistas.José Luis Palacios, coordinador del MLPA y uno de sus impulsores nos dice: El MLPA es una confluencia de una decena de organizaciones que desde postulados laicos y progresistas pretende organizar a la población juvenil y sumarla al conjunto de luchas sociales que pugnan por un mundo mejor, contra un orden internacional que no podemos aceptar. Nace tras el cierre de las 150 Casas de Juventud de Aragón, una red de espacios juveniles autogestionados, impulsada por los ayuntamientos democráticos de izquierda. El PP llegó al poder municipal y autonómico en el noventa y cinco y se aprestó a acabar con esos escenarios de participación social. Su núcleo militante constituyó esta red que llamamos MLPA. Una red que agrupa a centenares de militantes capaces de concitar la participación de decenas de miles de jóvenes en las tres mil actividades que organizan cada año.

José Luis Palacios. Fotografía de Alex Sahún Abad.

Quiero destacar el enorme potencial que tiene cualquier proceso de participación colectiva para el cambio social, con tal de que esté mínimamente bien enfocado. Lo vimos en el 15-M, o en cualquiera de las ‘mareas’ en defensa de los servicios públicos. Y lo vemos en esta pequeña gota de agua que es el Movimiento Laico y Progresista de Aragón en el río de movimientos sociales que existen en nuestro país: Las asociaciones del MLPA, con la enemiga de la derecha, han resistido durante veinticinco años: han agrupado a miles de jóvenes -en un trabajo de formación tildado de inocuo e incomprendido por buena parte de la izquierda-. Pero ese trabajo de base es el que ha permitido que nuestra organización incorporara esa energía juvenil al conjunto de las luchas que se han dado en este cuarto de siglo: la guerra de Irak, el trasvase del Ebro, las movilizaciones en defensa de los servicios públicos… Y mientras tanto, ante la ausencia de recursos para los movimientos asociativos, ha creado sus propios espacios: el Centro de Formación La Nave, con 150 plazas para la formación militante en régimen de estadía; y el Ateneo Laico Stanbrook.

Sí, somos solo una gota de agua en el río que pugna por el cambio social. Pero un río está compuesto de muchas gotas. Por eso la izquierda social, política y sindical no debió abandonar el trabajo con la gente; y deberá volver a la acción de base en los barrios y los centros de trabajo y enseñanza. Nosotras jugamos mucho con la idea de “asaltar los suelos” frente a el “asaltar los cielos” de Marx. Solo desde la autoorganización de la ciudadanía, en sus cosmos vitales, se acumulará suficiente energía para otros asaltos más aéreos, continúa diciendo.

Uno de los espacios que habéis construido es el Ateneo Laico Stanbrook. ¿Por qué este nombre? le preguntamos

El Stanbrook fue el penúltimo barco que salió del puerto de Alicante el 28 de marzo de 1939 con 2.638 personas a bordo. El coraje cívico del capitán Archibald Dickson salvó a esos republicanos y republicanas de la muerte o los campos de concentración franquistas. Nuestra organización siempre ha estado muy preocupada por la ruptura del hilo rojo que une a las distintas generaciones de militantes sociales. Nombrar a nuestro Ateneo con el nombre de uno de los barcos que salvaron la vida a miles de españoles era, aunque simbólicamente, reconstruir ese hilo y reafirmarnos en nuestros valores republicanos. Antonio Marco Botella, un esperantista de los años treinta, valenciano afincado en Zaragoza, fue uno de esos heroicos pasajeros. Intervino en el acto de inauguración del Ateneo. La emoción invadió a los jóvenes militantes que escucharon sus palabras, nos contesta

Y para finalizar, añade que los principales retos del para el futuro son que el MLPA tiene la capacidad para incorporar a su acción a mucha gente, de alcanzar un impacto social inusual en este tiempo de atonía. Pero ha perdido mucho músculo orgánico; dos años de pandemia han dificultado enormemente los procesos de formación de las personas que lo componen y dirigen. Recuperar la “organicidad” del pasado, fortaleciendo sus estructuras internas, es el reto inmediato. La apertura de los Ateneos Quanza y Sinaia, en Huesca y Teruel; o la reconexión con los movimientos sociales de izquierda, son nuestros objetivos en los dos próximos años.

Y además de hablar con un veterano activista con muchos años de experiencia , hemos querido conversar también  con una mujer joven. Se trata de María Korkóstegi Sola, de 16 años, coordinadora de Fadea (federación de estudiantes) del MLPA en el IES Clara Campoamor de Zaragoza, que nos cuenta cómo entró en contacto con este movimiento:

María Korkóstegi Sola. Fotografía de Alex Sahún Abad.

Conocí el MLPA con trece años, estaba una noche en Torrellas, el pueblo de Zaragoza donde se ubica el Centro de Formación asociativa La Nave. Mi entorno familiar participó en la fundación de la red de entidades laicas. Decidí quedarme esa noche con los militantes de las asociaciones de medias que ese finde se reunían en La Nave. Allí conocí a varias personas que me dieron seguridad y me animaron incorporarme al movimiento, nos dice.

Me impulsó a participar en este movimiento  laico sentir que los jóvenes tenemos una voz y podemos cambiar cosas. El feminismo no es solo cosa de adultos, sino que tiene que llegar a la juventud. La lucha contra el cambio climático, contra el racismo y la xenofobia, la integración e igualdad de todas las personas son los objetivos que mueven mi lucha.

La única manera de mejorar la vida de la gente joven en Aragón es organizándose para ello. Y para organizarse se necesita sentir partícipe de un grupo; en nuestras organizaciones eso se da de una manera natural. Es necesario crear proyectos y compartirlos con personas. Y sentirse orgulloso de ellos. Porque los cambios que se logran desde una organización no son solo hacia el exterior, sino que modifican a las propias organizaciones y a la vida de sus militantes, concluye.

Otro de los libros presentados en este acto es Nietas de la República  de Jordi Serrano Blanquer, historiador y rector de la Universitat Progressista d’Estiu de Catalunya (UPEC) con el que también hemos tenido la oportunidad de conversar.

La falta de participación y asociacionismo durante la dictadura “pesa como una losa en las mentalidades colectivas”, dices en el libro. ¿Cómo se refleja eso en la democracia de hoy?

Vivimos en una democracia de muy baja intensidad, con los índices de participación asociativa más bajos de Europa. Algunos autores dicen que es porque España, Grecia y Portugal somos mediterráneos, ¿No será porque tuvimos los tres países dictaduras muy longevas? Además, los constituyentes tenían miedo a la participación y se ha conseguido ahogar todos los intentos de tener unos niveles de participación europeos. Había y hay miedo a los niveles de participación asociativa, política, juvenil y sindical de la II República. En este libro documento un gran ejemplo de lo que afirmo

Explicas con una gran profusión de datos a la gente joven que durante la II República “la participación popular fue extraordinaria, enorme”, aunque con poca participación de las mujeres que apenas participaban en la vida social. ¿Cómo ves hoy la participación de la juventud y especialmente de las mujeres en asuntos políticos y sociales?

Jordi Serrano. Fotografía de Alex Sahún Abad.

Hubo un momento extraordinario e histórico de la participación de las mujeres en la vida colectiva y es cuando las chicas se hacen con la dirección de la Juventudes Socialistas Unificadas porque los chicos van al frente. Algunas incluso fueron al frente: las milicianas. Una revolución brutal. Esto está descrito en el libro de Teresa Pàmies “Cuando éramos capitanes”. Pàmies fue de la JSU y gran escritora casada con Gregorio López Raimundo el gran líder del PSUC nacido en Tauste.

Si nos trasladamos a la actualidad se ha dado un salto espectacular. La participación de las mujeres se da en todas partes, es una revolución exitosa e imparable. Estudian más, se preocupan más por lo colectivo, leen más, están más asociadas. Si hablamos de la juventud en general, creo que los adultos han sido muy poco autocríticos y se cabrean cuando los jóvenes quieren participar. Se ha visto como han intentado liquidar las expresiones políticas del 15M.

¿Qué significó para la participación juvenil la entrada de la izquierda en las instituciones a partir de 1979?

Veníamos de la brutal crisis de participación juvenil justamente en el momento que se llega a la democracia. Se le llamó el desencanto. En los jóvenes fue anterior y una auténtica carnicería, que se agravó con la llegada de la heroína que hizo estragos. Hay que recordar que del ciclo electoral las elecciones municipales fueron las últimas, dos años más tarde, precisamente por el recuerdo que tenía la derecha de las elecciones de 12 de abril de 1931 que el 14 trajeron la II República. Fue un momento de gran esperanza que llegó demasiado tarde y de gran desilusión después. Esperanza porque se estaba construyendo la democracia, pero las flamantes instituciones tenían nula experiencia y enseguida se sintieron amenazadas por la sociedad civil. Y así continuamos ahora. Las instituciones siguen viendo a los ciudadanos organizados con recelos. También la izquierda.

Las Casas de Juventud son las grandes protagonistas del libro. Dedicas muchas páginas a hablar de ellas y proporcionas muchos datos sobre su implantación en el territorio de la Comunidad Autónoma de Aragón. ¿Cómo explicarías muy brevemente lo que son?

Fue la mejor explosión de participación democrática de la juventud en España. Los que lo mirábamos desde fuera lo veíamos con emoción y asombro. La creación de 150 Casas de Juventud en Aragón fue un fenómeno asociativo y cultural que enlazaba con la tradición republicana (inespecífica) hasta en el último rincón de Aragón. Una parte del PSOE y del PCE-IU lo vio con recelo e intentó liquidarlo. Una gran manifestación en la Plaza del Pilar de 25.000 jóvenes en el año 1992 consiguió salvarlas. Ha sido seguramente la manifestación juvenil más importante de la historia de España hasta el 15M. Una parte del PSOE reaccionó y les ayudó. Pero la victoria del PP con Luisa Fernanda Rudi en el Ayuntamiento de Zaragoza y de Santiago Lanzuela en el Gobierno de Aragón, los dos del PP, empezaron a generar dudas.

La Federación de Casas de Juventud de Aragón se planteó juntamente con la Confederación Europea de Clubes de Jóvenes (ECYC) la construcción de una federación española. Gana las elecciones José María Aznar y ven como un peligro la extensión de las Casas al Reino de España. Y se las cargan, pero lo hacen de una manera feroz, brutal, para dar un escarmiento para que nadie más lo intente. Y así ha sido, excepto una aldea gala llamada Movimiento Laico y Progresista de Aragón. El resultado es que no hay sociedad civil de izquierdas en Aragón. Las izquierdas ya les iba bien. El resultado es que hay los partidos de izquierda se quedaron sin jóvenes, casi sin militantes. Una mala manera de hacer política, una manera suicida. Cuando se hace el relevo se hace fuera de las organizaciones políticas y esto genera problemas que pagamos hay. No ha habido una transmisión generosa de conocimientos de una generación a la siguiente.

 

El Instituto de Química-Física Rocasolano del CSIC, la Vicepresidencia adjunta de Cultura Científica del CSIC y el Ministerio de Ciencia e Innovación, lanzó el proyecto RAP conciencia, una iniciativa dirigida a gente joven para crear y grabar temas de rap sobre una base instrumental. Ahora, el próximo sábado 26 de noviembre se celebrará un concierto en el Teatro Fernando Rojas del Círculo de Bellas Artes, en el que actuará El Chojín como intérprete y maestro de ceremonias.

El Chojín (Wikipedia).

Este concierto es el resultado del trabajo desarrollado por jóvenes que se han esforzado por difundira ciencia a través de sus creaciones de rap. Y en su trabajo se ha valorado la composición musical y también el ingenio, el vocabulario, la creatividad y su capacidad para que la investigación científica adquiera el reconocimiento social que merece.

Según información del CSIC “Los autores y autoras de las tres mejores letras participarán junto con De la Lastra y Arché en la composición de un tema que se grabará en un videoclip dirigido por Carlos Solís (I+DFilms). El jurado, compuesto por los dos raperos y las investigadoras del IQFR-CSIC Beatriz González Pérez y Lourdes Infantes, valorará que la composición siga la base musical establecida, el vocabulario empleado, la creatividad e ingenio de la letra, así como la veracidad de la información transmitida y el mensaje de las letras”.

El objetivo ha sido utilizar este medio de comunicación juvenil para que a través de las letras puedan hablar de científicos y científicas, de personas que trabajan en la investigación y cuyos inventos son de la máxima utilidad para toda la sociedad. Sin ciencia no hay futuro ni bienestar. Y a través del rap cada cual defiende una aportación científica si menospreciar las demás.

La Joven Orquesta de Estudiantes y Colegios Mayores (JOECOM) dirigida por Teresa Lufuluabo  se encargará de la orquestación musical de algunas canciones del rapero, así como de los temas ganadores del concurso y otras piezas de los raperos De la Lastra y Arché.

De forma paralela al concierto RAP conciencia, se ha  lanzado también el concurso de vídeos para estudiantes #RAPconCIENCIAvídeos, que se abrirá el 26 de noviembre (día del concierto) y finalizará el próximo 15 de diciembre. Las bases de este concurso pueden consultarse aquí.

La idea es que cualquier joven que tenga entre 11 y 17 años pueda realizar hasta un máximo de tres vídeos que aborden cualquier aspecto relacionado con la ciencia y la tecnología. Los formatos serán de libre elección de quienes participen y la duración de cada video será de entre un minuto y minuto medio. Las redes sociales, así como el correo electrónico del CSIC (divulga@csic.es) serán los medios para participar. Y entre los premios se encuentra una visita al Sincrotrón ALBA en Barcelona, así como un cómic de la expedición de Balmis, El mar recordará nuestros nombres, sobre la historia de la primera campaña de vacunación global.

Las personas responsables de la organización de esta iniciativa son Lourdes Infantes  y Beatriz González Pérez del Departamento de Cristalografía y Biología Estructural Instituto de Química Física Rocasolano, CSIC, los raperos Lorenzo Pose Díez de La Lastra (De la Lastra) y Rafael García Díaz (Arché), Carlos Solís Escribano de I+D Films como director de Producción.

El concierto se podrá seguir también a través del canal de Youtube CSIC Divulga.

 

Más de 150.000 personas viven con VIH en España, según datos recientes proporcionados por el Plan Nacional del Sida. Y hay un 13% de las personas que lo tienen y no lo saben. Según información de Onusida (El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida), durante los dos últimos años de la COVID-19 y otras crisis mundiales, el progreso contra la pandemia del VIH ha decaído, los recursos se han reducido y, como resultado, hay millones de vidas en riesgo. Desde 1988 cada año, el 1 de diciembre, el mundo conmemora el Día Mundial del Sida. Desde entonces las agencias de las Naciones Unidas, los Gobiernos y la sociedad civil se reúnen cada año para luchar en determinadas áreas relacionadas con el VIH. El lema de este año será Igualdad Ya.

Dentro de las iniciativas que se ponen en marcha para concienciar a la población sobre el VIH, hay que destacar el original encuentro Mujeres con V: Positivas y diversas, en el que seis mujeres que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) contarán sus experiencias como seropositivas. Se trata de una “conferencia performativa”, organizada por la Compañía Teatreras y Pride+, apoyada por Cesida, la coordinadora estatal de VIH y sida, que está formada por 75 entidades que representan a más 120 organizaciones de todo el territorio español.

“Esta idea surge de los proyectos de intervención psicosocial con mujeres con VIH que han sido desarrollados desde Cesida en colaboración con la doctora Álvarez y que se basan en el uso de herramientas audiovisuales. Estas intervenciones son «Podcast Positivos», en los que hemos enseñado a las mujeres a hacer podcast para hablar de diversos temas relacionados con el VIH y en el proyecto «Itinerantas», que es una exposición de fotografías y micropodcast realizados por las mujetes. A partir de ahí empezamos a darle vueltas sobre cómo dar un paso más allá y se pusieron en contacto conmigo”, nos dice Nicoletta Cappello, directora del proyecto El Público y responsable de dirigir esta conferencia performativa, que aplica el teatro cómo herramienta de Educación y Transformación social.

“Se trata de una obra de teatro creada y representada por mujeres con VIH en la que intervienen expertos/as que abordan diversos temas relacionados con el VIH. Carmela La Vela, Lola Power, La Faraona, Mariquilla, Arancha, Flor,  las participantes en esta obra, son mujeres con superpoderes, y la obra tiene el objetivo de mostrar esas fortalezas. Ellas se han enfrentado el estigma asociado al VIH y a situaciones vitales muy complejas y, sin embargo, son mujeres tremendamente optimistas y vitales. Son mujeres muy distintas y, a la vez, tienen tantas cosas en común que se han hecho amigas entre ella”, continúa explicando Nicoletta.

Desde la aparición del VIH, hace 40 años, sigue presente el estigma y la discriminación hacia las personas con este virus. Y todavía hay normativas y legislaciones discriminatorias y anacrónicas que limitan los derechos, así como el acceso a bienes y servicios, a las personas afectadas.

Visibilidad = Dignidad es el lema elegido para reivindicar los derechos de las personas con el VIH y reconocerlas como parte importante de la sociedad.

Además de Cesida, la obra cuenta con una subvención del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 y con la colaboración de otras entidades públicas y privadas. Se celebrará el 24 de noviembre en el auditorio del Ministerio de Cultura, calle de San Marcos, 40, Madrid, a las 19:00 h.

Desde Cesida informan de que la entrada es libre hasta completar aforo y que es obligatorio inscribirse en el formulario para poder asistir al evento.

Como letrada de Transparencia Urbanística y de Acción Cívica contra la corrupción, con más de veinte años de lucha en este ámbito, saludo la Sentencia del Tribunal Supremo 769/2022, que confirma la condena a los responsables de la asociación ilícita en el llamado «CASO UNION». Una macrocausa de corrupción desarrollada en la isla de Lanzarote y que comprende los delitos propios de la corrupción urbanística y de la contratación pública. Entre los condenados está el fundador del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), Dimas Martín Martín, que entró por primera vez en prisión en 1998 y que ha sido condenado en ocho ocasiones.

No ha sido fácil. La sentencia del Tribunal Supremo avala la instrucción, éste es el mayor de los éxitos. Y no es baladí, pues desde el primer minuto en que la operación Unión estalla los corruptos han atacado por agua, tierra y aire a todo aquel que se enfrentara al sistema infestado de corrupción imperante en la isla: recurrieron autos, providencias y hasta diligencias de ordenación, se alegó nulidad de las grabaciones, nulidad de la intervención telefónica, nulidad de las resoluciones por carencia de firma, se alegó indefensión por no tener acceso a las piezas de convicción o a los autos, conexión de antijuricidad, parcialidad de la Sala, resoluciones dictadas en periodo vacacional, delito provocado…

Esta macrocausa se inició mediante auto de fecha 6 de julio de 2008, que acordó la incoación de las Diligencias Previas 697/2008 en virtud de atestado instruido por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil por los posibles delitos de prevaricación administrativa, cohecho, malversación de caudales públicos, fraude, asociación ilícita, falsedad en documento público, falsedad en documento mercantil y estafa. Han pasado catorce años desde que se inició la instrucción y ahora solo queda por oficiar la pieza Jable de las 12 piezas en que se dividió esta macrocausa.

¿Cómo se desarrolló esta trama? Queda muy claro en la sentencia del Tribunal Supremo (que ratifica la dictada por la Audiencia Provincial de Las Palmas en el Rollo 91/2015), en la que se detalla que entre el mes de abril del año 2007 y el mes de mayo del año 2009, los condenados saquearon las instituciones públicas mediante la simulación de procesos de contratación, fraccionamientos de contratos fraudulentos, doble facturación por pago de servicios no prestados, información privilegiada en la licitación, etc… Antes o después de la contratación se exigía el cobro de comisiones, que iban del 8% al 20% y que suponían una auténtica extorsión para las empresas que pretendían contratar con el Ayuntamiento.

Esta es la primera condena por asociación ilícita en un entramado de corrupción de Canarias. Y en palabras del representante del Ministerio Fiscal, Javier Ródenas, «Esto sobrepasa el concepto mismo de la corrupción. Todo tenía que pasar por la mirada carcelaria de un recluso. No hay artículo del Código Penal que recoja este nivel delictivo, esa sumisión». Era tal la ascendencia del llamado “jefe” de la trama de corrupción que en su celda se encontró la Relación de Puestos de Trabajo del Ayuntamiento de Arrecife, los Planes Generales de media isla, pliegos de condiciones de contratación, además de numerosa correspondencia que evidenciaba con meridiana claridad que los concejales no eran más que subalternos del líder Dimas Martín, que desde la propia cárcel daba instrucciones a sus subordinados.

Entre los condenados se encuentran el interventor y el jefe de la oficina técnica de Arrecife, además de los empresarios que participaron en el fraude de la contratación y en el pago de comisiones ilegales. Como buena trama de corrupción que se precie, no falta el sector empresarial, ni el funcionarial ni la financiación del partido. En la isla de la preservación del paisaje y de la cultura de la defensa del territorio, en una Reserva de la Biosfera, el panorama completo que las 12 piezas dibuja es desalentador en términos de salud democrática y madurez social.

Fuera de la instrucción se organizó una campaña de desprestigio y persecución mediática, social y profesional que afectó al juez instructor, al fiscal, a la Unidad Operativa de la Guardia Civil y al que creyeron eslabón más débil, la acusación popular representada por la Asociación Transparencia Urbanística. Dicha campaña de acoso solo paró con las demandas al honor y las numerosas condenas.

Los alertadores observamos el desembarco de los grandes despachos especializados en defender a los corruptos, ex fiscales o ex magistrados que dejan la toga para especializarse en las grandes tramas de corrupción. Escuchamos a los catedráticos de renombre impartiendo doctrina como peritos de los grandes corruptos. Aprendimos de normas de reparto, de composición de las Salas, de nombramientos de los altos cargos de los órganos de la justicia, atendimos a las comisiones de servicios, a la designación de jueces sustitutos, a las causas de recusación y de abstención…y todo el atrezzo propio de la corrupción sistémica.

El Tribunal Supremo dicta una Sentencia que condena en firme a nueve personas. Es muy de celebrar pero la corrupción continúa. La acción judicial no es suficiente, por sí sola nunca pone fin a nada, no desvela nada, apenas resuelve nada. Las personas que llevamos años soportando la carga de denunciar la corrupción sabemos perfectamente que este esfuerzo no es más que un grano de arena en un pequeño montículo del que cada día se sacan toneladas de piedras. Esta sentencia no es más que la punta del iceberg que permite atisbar la gran masa de corrupción que ha colonizado nuestras instituciones públicas y que parasita la estructura del Estado.

Sin combatir la corrupción imperante será imposible enfrentar el cambio de paradigma que la crisis energética, social, medioambiental y del clima nos exige. Lamentablemente, el Gobierno no ha sido capaz de trasponer satisfactoriamente la Directiva Europea 2019/1937 de protección al denunciante y, ahora, la parte mayoritaria de este Gobierno plantea abiertamente reformar el delito de malversación, reforma que podría derivar en un incremento impune del dispendio público.

Como abogada del turno de oficio constato a diario que la justicia es fuerte con el débil y débil con el poderoso. Y como letrada de Transparencia Urbanística y de Acción Cívica contra la corrupción puedo afirmar que no es que el sistema esté corrupto, es que la corrupción es el sistema.

¿Cómo democratizar las empresas? Para analizar esta cuestión y entender por qué es menos utópico de lo que algunos puedan pensar, contamos con la participación de: 🗣 Roberto Uriarte, diputado al Congreso por Bizkaia de UP 🗣 Ignacio Muro, vicepresidente de la Plataforma por la Democracia Económica 🗣 José Félix Tezanos, presidente del CIS 🗣 Carmen Madorrán Ayerra, profesora de Filosofía en la Universidad Autónoma de Madrid Virginia Pérez Alonso, directora de ‘Público’, modera este debate organizado por Espacio Público.

La socióloga e investigadora argentina Laura Fernández Cordero ha realizado un viaje por los siglo XIX y XX para reunir, en este original y estupendo trabajo de investigación, catorce voces que rescatan las luchas y reivindicaciones pasadas de mujeres (también de dos hombres y hasta la voz colectiva de un periódico) que posiblemente no conocíamos y que explican y enlazan con las luchas feministas de nuestro tiempo.

Así, podemos escuchar a Claire Démar o Jenny D’Héricourt (traducidas aquí por primera vez al español), que a comienzos del siglo XIX reclamaban las promesas incumplidas de la Revolución Francesa y exigían el derecho al sufragio y al placer, o nos encontramos con hombres como Charles Fourier o Joseph Déjacque; también con “La Voz de la Mujer”, que da la palabra a un grupo de mujeres que reivindican la emancipación de las mujeres y el amor libre. O a luchadoras más conocidas y comprometidas con las luchas sociales y políticas de su tiempo, como Flora Tristán, Clara Zetkin, Rosa Luxemburgo, o Alexandra Kollontay. Y también descubrimos a una nueva Bella Otero, no la famosa, sino otra mujer que desafiaba la dicotomía de los sexos y subvertía todas las clasificaciones. O con luchadoras anarquistas como Ana Piacenza y Maria Lacerda de Moura, por no olvidar a Emma Goldman, que reclama una revolución que no deje fuera el baile y el  goce, o a librepensadoras como Maria Abella, que desafía la moral católica.

Este trabajo ha sido publicado recientemente en España por Siglo Veintiuno/Clave Intelectual y su autora ha viajado a España para presentar el libro.

Laura Fernández Cordero es socióloga y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires, investigadora del Conicet, dirige proyectos de investigación dedicados a las publicaciones periódicas de las izquierdas durante el siglo XX y es autora de “Amor y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual” y coautora (con Judith Butler y Virginia Cano) de “Vidas en lucha. Conversaciones”. Con ella hemos podido conversar en Espacio Público.

El título del libro “Feminismos para la Revolución” y el subtítulo “Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas” refleja muy bien el contenido de esta obra. ¿Por qué feminismos en plural y a qué límites de las izquierdas te refieres?

Hace tiempo que el feminismo recurre al plural para dar cuenta de su diversidad y de la imposibilidad de contener en un solo término los debates, las corrientes y la velocidad con que da lugar a nuevas ideas y prácticas políticas. El libro intenta proponer que esa multiplicidad de maneras de vivir y de hacer política feminista existe desde que el término comienza a acuñarse y a dispersarse por el mundo en la segunda parte del siglo XIX.  No escapa a una paradoja, casi ninguna de las voces que compila la antología se reconoce a sí misma como “feminista”.

Es otro modo de decir que los límites del movimiento y la propia denominación son parte de una agitada construcción política y su acuñación, un hecho colectivo. Las anarquistas del periódico La Voz de la Mujer adelantaban décadas respecto de las discusiones sobre el amor y la violencia, sin embargo, identificaban el feminismo con el sufragismo y rechazaban su conformación burguesa. Las socialistas y las comunistas miraban su desarrollo con atención, pero buscaban la organización de las obreras y las mujeres en general en clave revolucionaria, algo que las distanciaba de la propuesta liberal.

En relación con los límites, la antología pretende dar cuenta de la importancia de la “cuestión de la mujer” y la “emancipación femenina” en el ideario de las izquierdas, en sentido amplio, pero a la vez señalar las zonas más problemáticas. Cada texto llama la atención sobre alguna de ellas, para citar solo algunos: Jenny D´Hericourt debe defender el derecho a la escritura e incluso a la voz pública de las mujeres contra Pierre Joseph Proudhon, uno de los referentes de pensamiento libertario. La carta de Joseph Déjacque visibiliza la dificultad de definir el contorno de la Humanidad a liberar si en ese universal se incluye a las mujeres. La entrevista de Clara Zetkin a Lenin ofrece una síntesis de la posición clásica en relación con la “cuestión femenina” y la sexualidad, así como de la intención permanente de los líderes por encuadrarlas en sus propias tesis y directivas políticas. La Bella Otero pone en jaque la heteronormatividad y la homofobia que campean en gran parte de las izquierdas, pese a su discursividad en torno a la libertad sexual.

Emma Goldman denuncia las moralinas que acechan a los compañeros, y Ana Piacenza critica los límites del hombre anarquista que odia la opresión y oprime a la mujer. Más allá de mis propuestas de interpretación, creo que los textos, en su complejidad, puedan despertar otras lecturas.

Una de las principales características de los cánones, antologías y selección de personajes o textos, es que siempre hay exclusiones: una parte entra dentro de “lo elegido” pero la mayoría queda fuera. En la Introducción el libro dices que “El primer listado fue imposible. El segundo, delirante”.  ¿Qué criterios has seguido para esta selección de personajes?

Una vez decidido que valía la pena aportar otra antología a las innumerables que ya han sido editadas, los criterios fueron múltiples. Primero, textos que reflejaran la discusión entre dos espacios que estaban en conformación y en diálogo permanente: los feminismos y las izquierdas en sentido amplio. Pero no solo de las referencias más obvias, sino también personalidades menos conocidas como la uruguaya y argentina María Abella o la librepensadora brasileña Maria Lacerda de Moura.

El segundo y más importante: que fueran escrituras significativas por su contenido político, su variación (hay cartas, ensayos, memorias, notas, libros, etc.), o su propia belleza. Textos que crean o surgen de problemas y no que van en el sentido de los cánones establecidos. Incluso dramáticos como el de Claire Démar, porque antecede su suicidio, o de fuerte actualidad como la carta en la que Rosa Luxemburgo se queja ante su amante por lo que hoy llamaríamos un permanente “mansplaining”. En ese sentido, los textos quieren contrarrestar el efecto de novedad causado por la celebrable masificación de los debates feministas y su crecimiento como movimiento político en las últimas décadas.

Por último, se impone un criterio de espacio y maleabilidad, FPR se pensó como un “libro herramienta”, uno que se puede leer en cualquier orden, que está allí para una consulta rápida y (ojalá!) que vaya en las mochilas camino a las asambleas y las aulas. Un buen indicio es que una productora sonora, Ya el Blanca (Miel de arcilla contenidos), me propuso convertir el libro en un podcast, un formato que permite otra circulación y puede invitar a seguir con otras lecturas.

Un momento de la presentación de “Feminismos para la Revolución” en la librería La Mistral de Madrid.

Las voces que se oyen en el libro son muy variadas. Dices que: “De un tiempo a esta parte, pasamos de los deslumbramientos a disfrutar la relectura; fue y es un regreso atento a las voces quebradas, dubitativas, inconsistentes, polémicas y hasta suicidas”. ¿Has buscado sobre todo a personajes que vivieron momentos históricos agitados?

¡No sé si en los últimos dos siglos ha habido un momento que no haya sido agitado desde estas perspectivas! El libro tiene un evidente foco europeo, ruso y latinoamericano, abre con las décadas que siguen a la Revolución Francesa cuando las promesas de Libertad, Fraternidad e Igualdad atraviesan las tensiones de su propia ambición. La segunda parte del siglo XIX con su imparable revolución industrial deriva en la primera gran guerra y en los intentos revolucionarios que tienen a Rusia como exponente máximo.

La clausura de la expansión de la revolución a otros países, la proliferación de los movimientos emancipatorios fuera de Europa y los fascismos en crecimiento también exigieron escrituras y políticas urgentes y activas. Quizás la elección tuvo que ver con textos que, asumiendo la agitación, no intentaron simplemente explicarla o bajar su intensidad, sino echar más leña al fuego.

En esta antología hay también dos hombres, Charles Fourier y Joseph Déjacque, ¿consideras que los hombres forman parte o son aliados de las luchas feministas?

Es una pregunta difícil. En la historia de las luchas feministas siempre ha habido compañeros o aliados, pero sin la iniciativa de las mujeres y de quienes no se sintieron representados por la masculinidad tradicional y heterosexual, los feminismos no hubieran existido o habrían estado siempre subsumido bajo lo que se consideraban verdaderas grandes luchas económicas y políticas.

Ahora, si los feminismos quieren animar una transformación radical deben actuar sobre la producción misma del orden de los géneros y para eso se impone una política de alianzas que no restrinja el movimiento a “la Mujer”. En este sentido, sí, hay hombres dispuestos a formar parte de la lucha. Sin embargo, son menos los que se avienen a revisar los términos de esa participación, es decir, sumarse sin repetir lo que han aprendido como mandato: ordenar, dirigir, imponer su voluntad y opinión, brindar seguridad, escalar jerarquías, subir la voz sobre otras voces, explicarlo todo, acaparar el micrófono, desconocer la producción teórica feminista, etc. etc.  Ya no pueden convencernos de que nuestra utopía se hará realidad a partir del primer día después de la revolución, ni compartimos completamente esa nostalgia de otros tiempos mejores de los movimientos emancipatorios. Si vamos a pensar el futuro, tendrá que ser de otros modos. Construir esas otras formas de hacer política es uno de los enormes desafíos del feminismo.

Otra de las personas que hablan en el libro es La Bella Otero. “Hubo, al menos, dos Bella Otero. Una, bailarina y actriz gallega con mucha fama en el 1900 parisién. La otra, capturada por el Servicio de Observación de Alienados de la Policía, desde el cual médicos, juristas, psiquiatras y criminólogos patrullaban los márgenes del orden nacional.” Dices en la presentación del personaje.

He nacido en Madrid en el año de 1880. Siempre me he creído mujer, y por eso uso vestido de mujer”. Dice ella.

“Esta antología quiere ser parte de los feminismos que no son refugio de identidad ni barrera de control sobre los cuerpos […] los feminismos que todavía tienen mucho para decir viven en las alianzas con los movimientos de mujeres y los activismos LGTB+”, afirmas también en el libro. Háblanos de esta Bella Otero.

Se sabe muy poco de esta persona que hoy llamaríamos travesti o trans, y que por entonces había asumido, en Buenos Aires, el nombre de una artista europea. Lo que conocemos es el momento en el que el médico Francisco de Veyga la mantiene detenida en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía.

En ese trance, bajo la etiqueta “científica” de “Inversión sexual adquirida – tipo profesional”, La Bella Otero cuela su breve autobiografía que es publicada con sus fotos en la revista Archivos de psiquiatría, criminología y ciencias afines en el año 1902. Es el texto más maternal y más erótico. Y más pícaro. No tiene una clara intención política en el sentido clásico, pero su historia, el interés que despierta y el modo en que aprovecha su momento (siempre que creamos que el texto es de su autoría… ya si hubiera sido escrito por uno de los médicos, tengo que escribir otro libro!), decía, su gesto de ironía, parodia y burla recuerda el desparpajo y el humor travesti local.

La «otra» Bella Otero

Al mismo tiempo, señala el fuerte artificio de la naturalización de la dicotomía sexual y la existencia de otras vidas que la exceden y la discuten. No se olvida de marcar cómo, aunque la mantienen en los márgenes, es parte de la vida de la ciudad e interactúa eróticamente con sus hombres. Creo que en la antología viene a apoyar la idea propuesta en la introducción sobre el error de estar patrullando los límites identitarios del movimiento feminista o, como hacen las llamadas Terfs (feminista radical transexcluyente), aferrarse a esa figurona “LA MUJER” que es también un artificio.

Al contrario, la historia y la fortaleza de los feminismos es la de mantener abierto el debate por el sujeto de sus políticas y los alcances de sus transformaciones en términos de identidad de género y deseo sexual. Y desde allí pensar las alianzas necesarias, sobre todo ante el avance de los movimientos conservadores (y de las derechas que capturan parte de las luchas feministas y LGTB+) que no andarán con tanta disquisición en las etiquetas y reprimirán por igual si tienen oportunidad.

Otro de los personajes es un periódico “La Voz de la Mujer”. ¿Por qué lo has seleccionado?

La Voz de la Mujer es una vieja conocida para mí. La encontré gracias al trabajo de historiadoras feministas que me precedieron (Maxine Molyneux, Dora Barrancos, María del Carmen Feijoó y Mabel Bellucci) y fueron protagonistas de mi primer libro: “Amor y anarquismo”, Siglo XXI, 2017. Es una voz colectiva que se expresa en uno de los primeros periódicos escritos y dirigidos por mujeres anarquistas. Hay muy pocos en el mundo, este salió en Buenos Aires entre 1896 y 1897. Si bien la consigna de la emancipación de la mujer era agitada por el anarquismo que había llegado al país, el texto elegido demuestra las tensiones entre la declamación de la doctrina y una de sus consecuencias, por caso, que las mujeres tomaran la palabra en primera persona. De ese modo, muchos se sintieron opresores o tiranos de su hogar, o consideraron que ellas excedían ciertos límites.

De hecho, los debates que recorrí en los periódicos libertarios (en el sentido digno de la palabra y no en el de las nuevas derechas) entre 1890 y 1930 dejan ver que la discusión no pasaba tanto por el contenido de la palabra femenina, sino por el tono o la modalidad en que asumían la escritura o la palestra. No en vano las redactoras recibieron el mote de “furiosas de lengua y pluma”. ¿Quién no recibió alguna vez esa crítica? Tu voz es demasiado fuerte, altisonante, poco razonable, nerviosa…

Desde las palabras de la primera mujer que aparece en la antología Claire Démar a la última, queda claro que ha costado muchos esfuerzos, luchas, sacrificios, conquistar los derechos de las mujeres. Pero también que se pueden perder en un muy poco tiempo. Lo estamos viendo ahora en Estados Unidos, por ejemplo. ¿Crees que este libro puede ayudar a tomar conciencia de lo importante que es para los feminismos no bajar la guardia?

Ojalá lo sea! Sin ánimo de aconsejar ir hacia el pasado para buscar lecciones para el presente, la antología propone un ejercicio de memoria histórica que parte de preguntas actuales. Quiere demostrar que, pese al recorte temporal, siempre hubo una enunciación feminista que, a lo largo de los siglos, discutió el orden de los géneros y la subordinación de una gran parte de la humanidad. Busca, al mismo tiempo, contrarrestar la idea de que es una novedad de las últimas décadas o que las disputas actuales entre feministas, a veces muy duras, son signo necesario de debilidad. Todo lo contrario.

También quiere iluminar las relaciones de las autoras con otros movimientos políticos y autores, así como los hilos que las van uniendo: Tristán y Goldman leyendo a Wollstonecraft, Maria Lacerda traduciendo a Aleksandra Kollontay, María Abella editando a Virginia Bolten… Es lo que todavía hacemos para mantener vivo este movimiento de vocación internacionalista.

Pero no todo es celebración, tal como anuncia tu pregunta, es necesario llamar la atención sobre las reacciones conservadoras y no solo externas, sino también en los compañeros de luchas y en el propio movimiento. El retroceso de los derechos en la decisión sobre el aborto en Estados Unidos es una prueba clara, pero no la única. El discurso de las derechas que avanzan en los distintos países y el de los cada vez más extendidos movimientos religiosos conservadores, junto a la actualización de la iglesia católica con un papa supuestamente “progresista”, no nos ofrecen un panorama en el cual podamos descansar.

Al mismo tiempo, las izquierdas han ido incorporando parte de las luchas feministas o dando más atención a quienes las agitaron siempre en esos mismos espacios; será importante que ese diálogo avance y no se quede en una incorporación oportunista u obligada por el clima de época. Hay mucha producción teórica y política de los feminismos en distintos terrenos (la subjetividad, las economías, los cuerpos, las emociones, la sexualidad, la ecología) que pueden revitalizar a las izquierdas en un momento crítico.

Saber que nuestras luchas tienen una larga historia, que aunque la pensemos en etapas no necesariamente van hacia un progreso seguro, y que ya se han enfrentado fascismos similares pueden ser una buena inspiración para las luchas presentes.

Nota:

Todas las imágenes publicadas en esta conversación han sido cedidas por la editorial Siglo Veintiuno/Clave Intelectual.

Antes de escribir esto leo que “[o]cho activistas de la PAH podrían ir a la cárcel por intentar parar el desahucio de Paola y sus tres hijos en Guadalajara”. Para aquella protesta pacífica- por reclamar el derecho humano a una vivienda, siquiera para tres menores de edad – la Fiscalía y el banco dueño de la casa piden penas de prisión.

En los márgenes, la reciente película que dirige Juan Diego Botto, expone esta insoportable realidad: más de 100 desahucios diarios. Los coloca en el debate público, promueve la movilización cívica y exige respuesta institucional. Todo eso logra una ficción documentalista que rehúye el paternalismo, la condescendencia y el simplismo maniqueo. Estos son rasgos del discurso “izquierdoso”; un estereotipo previsible. En consecuencia, fácil de rebatir y de marginar; por tanto, recluido “en los márgenes”.

Dícese izquierdoso/a de la gente de buena familia y abultada cartera que exhibe un buenismo que se proclama solidario; pero que resulta descomprometido y sin traducción práctica alguna. Excepto el autobombo, sostenido por una pornografía sentimental de la existencia idealizada de las clases bajas.

Califico En los márgenes de ficción documentalista y no de “cine social”, “político” o “comprometido”. Expresiones que suelen ensalzar ensayos fílmicos “de autor” y panfletos ideológicos o sentimentaloides. Los primeros resultan inaccesibles al público al que, supuestamente, se dirigen. Y éste, como es lógico, no soporta sermones propagandísticos ni idealizaciones esteticistas y sensibleras de la miseria que sufren.

El guion – coescrito entre el director y Olga Rodríguez – tiene el pulso de una novela de costumbres y la pulsión de un reportaje periodístico con tintes picarescos y de crónica negra; con apariencia documental. Narra 24 horas frenéticas en tres frentes de la lucha por la supervivencia, antes llamada guerra de clases.

En el primer frente pelea Azucena, interpretada por Penélope Cruz; que además, produce la película. Se trata de una trabajadora precaria, casada con un inmigrante argentino que autoparodia Juan Diego Botto. Ambos – con un matrimonio en crisis y un hijo enmudecido – víctimas colaterales y domésticas de la crisis – afrontan un desahucio inminente. La segunda historia la protagoniza Rafael, que encarna Luis Tosar: un abogado empeñado en reunir a una madre magrebí con su hija, Salma. Y en la tercera trinchera está Teodora, una anciana enferma que busca al hijo al que apoyó sufragando su negocio antes de que este naufragase. Alejados desde entonces, el tiempo también corre en su contra.

En los márgenes ofrece una historia coral que resulta angustiosa y dramática, pero también vital y esperanzada. No rehúye mostrar el dolor social, pero lo acompaña de autoorganización, autoayuda ciudadana y compromiso cívico. Con estos mimbres – tal como muestra la escena en la que irrumpen como actores reales los activistas de la PAH – se gesta y se exige la justicia social; peleándola en la calle y en las instituciones.

La película logra aquello a lo que aspiran los autoproclamados portavoces de las clases populares. De ella puede decirse “Si se te cruza, no te queda más remedio, [la] ves, eres partícipe”. La frase, extraída de una conversación del personaje de Tosar con su hijastro, resume la función política de la cinta: hacernos partícipes: convertirnos en parte del problema y de la solución.

No es este un cine para espectadores ideologizados, sibaritas del “séptimo arte” o pijiprogres que consumen “experiencias solidarias”. Busca de forma explícita – y, por tanto, honesta – crear conciencia. No sé si de clase trabajadora o del precariado. Pero sí de una ciudadanía que se siente responsable de defender los derechos humanos, exigiéndolos en la práctica y ejerciendo la libertad de asociación, protesta, defensa legal y acción directa no violenta.

Reconocerse parte del problema conlleva la autocrítica y esta, a su vez, exige distancia. Aunque se echa en falta en algunos pasajes, es consecuencia del foco que antes alabamos. El equipo de esta película suscribe el contrato del desaparecido Rafael Chirbes con el “pueblo galdosiano”, empeñado en “el esfuerzo para que la miseria no te degrade, en ese mantenerse en un estrecho filo siempre amenazado”. Allí, en los márgenes, diría de nuevo Rafael si siguiese entre nosotros: ”quedan algunos elementos en los que apoyarse para reconstruir ciertos pilares imprescindibles del código que venga si alguna vez este mundo de mierda salta en pedazos”.

Hubiera sido deseable una cuarta trama – aunque alargaría la peli – que apuntase la responsabilidad de las clases medias, propietarias y especuladoras, en el problema de la vivienda. La (ultra)derecha las atrae con el espantajo de la ocupación. Mientras la izquierda electoral rehúye incomodarlas, se divide y renuncia a topar los alquileres, grabar con impuestos las casas vacías o crear más vivienda social.

Saberse parte de la solución exige compromiso. Visibilizando el de la PAH – la Plataforma Anti-desaHucios que la película homenajea – la cinta revela su carga moral. Entonces, la compasión da paso a la empatía. Y la indiferencia, a la santa indignación. La mirada ya no se centra en el dolor sino en la esperanza de lucha colectiva. Y esta se alimenta del sentimiento con el que Penélope Cruz, lanza un grito mudo – “VERGÜENZA” – defendiendo el derecho a techo de su familia. La explotada y oprimida ya no se culpa, señala y combate a los culpables.

En los márgenes denuncia la marginación y rehúye la marginalidad izquierdosa. Se dirige a tres públicos, retratándolos sin apenas clichés y mediante las tres tramas que antes dijimos. La primera, centrada en el personaje de Tosar, convoca al público afín. A los trabajadores y administrativos que median para solventar las carencias sociales. Sin recursos ni apoyo institucional. Rebasados y estresados, precarizan también sus relaciones personales y vidas familiares. El cotidiano es para ellos un infierno de estrés, impotencia y carreras contrarreloj. Con todo, se mantienen a flote y son el asidero de otros muchos. El retrato de este activismo no resulta apologético, maximalista ni dogmático. Le salva la auto-ironía, la autocrítica y el reconocimiento de sus límites.

La segunda historia, la de Azucena y su marido inmigrante, apela a un primer círculo de afectados. Ella hace de madre coraje y él de derrotado derrotista. El apoyo que reciben del vecindario aporta dignidad y exorciza la autoculpa, haciendo posible la movilización. Y una última trama, la de la madre solitaria y el hijo ausente, extiende el círculo de afectados a la clase media hundida y humillada. Aunque resuelto de forma expeditiva, resulta imposible no identificarse con relato del emprendedor fracasado y una madre indigente.

Esos tres hilos se trenzan al final de la película y esta representa así la red del tejido social, necesaria para sostenerse en pie. La grandeza de los creadores reside en representarlo sin suplantarlo. No hace falta que las activistas de la PAH irrumpan en las proyecciones. Están presentes. Cuando comparecen en el film, ese es “el momento de la verdad”. La realidad político-social y la ética ciudadana entran en escena. Y nosotros en su asamblea. Toda una lección para las siglas partidarias y sindicales que, sin (re)conocer el liderazgo ciudadano, pretenden representarlo.

La ciudad de Vigo será la anfitriona del primer Encuentro Internacional de las Mujeres de la Escena en Igualdad (MEI) que se celebrará en la Casa de las Artes desde el 25 al 27 de octubre.

En este Encuentro, que ha sido organizado por la asociación Clásicas y Modernas con la colaboración de la Diputación de Pontevedra, INAEM, Ayuntamiento de Vigo y AISGE, participarán, entre otras, dramaturgas de la talla de la directora de teatro Marta Pazos, con la que Espacio Público conversó con motivo del estreno de su obra A Amnesia de Clío; las griegas Katerina Evangelatos (directora de teatro y ópera)y Lydia Koniordou, directora artística de teatros públicos y pedagoga, exministra de Cultura y Deportes de la República Helénica; la británica Jill Greenhalh, fundadora de The Magdalena Project; la sueca Maria Aberg, directora artística y artista asociada a la Royal Shakespeare Company; y las españolas Carmen Portaceli, directora artística del teatro Nacional de Cataluña; Fefa Noia, directora adjunta del Centro Dramático Nacional; Mariana Araoz, directora del proyecto francosueco Trans Mission Research Festival y Anxeles Cuña, dramaturga y directora de Sarabela Teatro.

Durante esos días habrá también mesas redondas, talleres y espectáculos artísticos con la intervención de mujeres de las artes escénicas en los que se podrá participar presencialmente y también online.

Conversamos con la gallega Mariana Carballal, actriz y directora teatral, una de las impulsoras, alma y coordinadora de este gran Encuentro, que nos explica:

Soy coordinadora en Galicia de Clásicas y Modernas desde 2015, cuando iniciamos Temporadas de Igualdad. Posteriormente fui-soy de Bibliotecas en Igualdad y en este momento Coordinadora en Galicia del MEI2022. Este I Encuentro Internacional de mujeres de la escena en Igualdad, recoge todo el trabajo hecho en las Jornadas del Festival de Mérida, abanderadas por Marga Borja. Sin ellas no podríamos estar celebrándolo.

Es voluntad de CYM ganar autonomía en la organización de este evento, que florezca al amparo de la asociación con entidad propia y no como una actividad paralela de un Festival. Pero justo es reconocer que sin la experiencia previa no podríamos estar hoy aquí.

Por otro lado, tenemos que tener en cuenta los cambios producidos por la lucha por la igualdad en las Artes Escénicas. Aunque las estadísticas apenas se mueven, mostrando una alarmante y persistente desigualdad, constatamos que todas las instituciones, teatros, organismos que firmaron las Temporadas de Igualdad, cumplen o lo intentan, la Ley de igualdad en sus programaciones. Por lo tanto obramos conciencia, y eso es un paso enorme en este camino.

Mariana Carballal

A la pregunta de por qué han elegido la ciudad de Vigo para celebrarlo, responde:

El hecho de celebrarlo en Vigo es el comienzo de una nueva etapa, itinerante, que posibilite que cada año se celebre en una ciudad o comunidad autónoma diferente. Que Vigo sea la primera responde al interés de la Diputación de Pontevedra, con una presidenta feminista, comprometida, imparable. Carmela Silva no solo dice, hace. Como lo demuestran todos los programas de lucha por la igualdad que desarrolla durante todo el año. Y como lo ha demostrado desde el primer momento que le presentamos este proyecto. Después, la colaboración de Ayuntamiento de Vigo, nos permitió sentir a Vigo como la ciudad ideal para Encontrarnos. También nos ha apoyado INAEM y AISGE.

Sobre el programa de actividades, detalla:

Es un programa ambicioso y creemos que muy completo. Quisimos que las intervenciones artísticas estuvieran presentes todo el tiempo, empujando, alimentando toda la actividad en las mesas redondas en donde se analizarán realidades que afectan a la imposibilidad de mover estadísticas, dificultades en el acceso a puestos de dirección, de programación, de distribución, los caminos complejos hasta la profesionalización, etc. Todo aquello que impide que no se cumpla una Ley de Igualdad que ya tiene 15 años.

También se impartirán talleres, y sobre todo se creará una RED EUROPEA DE MUJERES DE LA ESCENA que pondrá el foco en la creación, programación y distribución de espectáculos de mujeres, por Europa.

Y por último agrega: CYM ejercerá de catalizadora, para informar, formar, propiciar que esa red sea efectiva y tenga continuidad.

Una de las actividades que se realizarán es la presentación del proyecto “Hécuba, nómos y música de las Ciudadanas” de Margarita Borja, poeta, autora y directora escénica, veterana activista de la lucha por la igualdad en las artes escénicas, que nos explica en qué consistirá esta actividad:

En esta sesión la productora griega Konstadina Angeletou, Zoe Chatziantoniou, mi codirectora en el montaje escénico, y yo misma, daremos a conocer la puesta en marcha de esta coproducción greco-española. Se trata de comentar el proceso de producción de la versión músico-escénica de mi reescritura de la Hécuba de Eurípides, estrenada en la Isla de Tabarca en 1998 en el Festival Internacional de Música Contemporánea de Alicante. En aquella ocasión, la crueldad extrema contra las mujeres en la cercana Argelia y en Afganistán, hizo que las actrices asumieran burkas en su vestuario. Hoy, talibanes, iraníes, Putin y sus adláteres, suman, en feroz contraofensiva, frente a los avances feministas. Circunstancia propicia para situar de nuevo altavoces y espejos donde reflectar las certeras preguntas que Eurípides puso en boca de la Reina troyana: ¿Quién me defiende? ¿Qué Ciudad? ¿Qué linaje?.

Margarita Borja

Hécuba, defensora de la educación, la proporcionalidad, la convivencia recíproca y la clemencia, dibujó hace siglos un camino vindicativo, recurrentemente en peligro por la pulsión vengativa de algunos, si la justicia no pone contrapesos. La obra se inspira en bases teóricas de las filósofas Martha G Nussbaum; Amelia Valcárcel y Victoria Sendón.

Hablamos también con otra de las impulsoras de este Encuentro, Fátima Anllo, presidenta de CyM, gestora e investigadora cultural especializada en políticas culturales y de igualdad y una de las pioneras de la gestión cultural en España. En la actualidad dirige el proyecto “Creación Independiente”. Dirigió recientemente el “Informe sobre la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura, en el marco competencial del Ministerio de Cultura y Deporte”, para el Observatorio de Igualdad de Género en el ámbito de la Cultura del Ministerio de Cultura y Deporte. A su cargo está el taller Estrategias de acción positiva en la gestión de las Artes Escénicas en España, que según nos explica:

Fátima Anllo

Consta de dos partes: En una primera, se reflexionará sobre el contexto actual. Se dará cuenta de los resultados del “Informe sobre la aplicación de la Ley de Igualdad en el ámbito de la cultura” realizado por la conductora del taller y se trabajará tratando de identificar los discursos y resistencias presentes dentro del sector cultural para hacer frente a las políticas de acción positiva o afirmativa.

La segunda parte del taller explorará en grupo y de forma colaborativa posibles acciones con las que llevar a la práctica estas herramientas que ofrece la Ley como mecanismo para remover las barreras estructurales y difusas que impiden que las mujeres de las artes escénicas ocupen la escena en condiciones de igualdad.

Y a modo de conclusión Mariana nos dice: Como siempre, nada de esto sería posible sin un gran equipo trabajando por encima de nuestras posibilidades, intentando construir otras formas de hacer y de gestionar, feministas (que cada una entienda lo que desee entender). Permíteme una expresión gallega para decir que “tenemos que mover los marcos”, para que nuestra sociedad sea de verdad democrática, justa e igualitaria.

La deriva ideològica de la societat catalana, els canvis de l’opinió pública en les últimes dècades i l’estat actual de l’esquerra són alguns dels temes que han centrat l’acte Què pot fer l’esquerra davant la dretanització de la societat?, organitzat per Espacio Público juntament amb l’Ateneu Barcelonès aquest dimarts. Jordi Muñoz, politòleg i professor del Departament de Ciència Política, Dret Constitucional i Filosofia del Dret de la Universitat de Barcelona; Sara Cuentas, investigadora feminista descolonial i coordinadora de l’escola RedMGD ; Joan Herrera, jurista especialitzat en dret de l’energia, ex secretari general d’ICV i exdiputat al Congrés i al Parlament de Catalunya ; Enric Marín, professor del Departament de Mitjans, Comunicació i Cultura de la Universitat Autònoma de Barcelona, i Montserrat Tura, política. Modera: Lídia Penelo, periodista.

Un jovencísimo equipo de estudiantes españoles ha ganado la 16 edición del Desafío Aeroespacial Estudiantil, un concurso dirigido a estudiantes de grado, máster y doctorado de universidades europeas organizado por la Agencia Espacial Europea.

El equipo, denominado ICSpace que ha ganado el primer premio este año, ha estado formado por cuatro estudiantes de ingeniería de España, muy jóvenes (19 años) y que estudian en el Imperial College de Londres. Han ido pasando las cuatro fases eliminatorias hasta llegar a la gran final celebrada en el Museo del Aire y del Espacio en París. Su trabajo ha consistido en el diseño de un vehículo suborbital capaz de consumir mucho menos combustible y abaratar costes.

Con ellos conversamos hoy en Espacio Público.

En primer lugar, os damos la enhorabuena. Es siempre muy gratificante ver éxitos importantes obtenidos en la investigación científica por personas tan jóvenes.

Somos cuatro estudiantes de Ingeniería aeronáutica y aeroespacial en Imperial College en Londres: Paula Gutiérrez Cascales, Joel Tomas Pimentel, Adrien Venot Marco y Kirill Surkov. Joel, Paula y yo, somos españoles y Kirill es ruso con residencia permanente en España desde los 8 años. Acabamos de acabar segundo año de carrera. Todos hemos estudiado la ESO y bachillerato en España antes de irnos a la universidad en Inglaterra.

Al acabar primero de carrera decidimos que queríamos hacer algo fuera de las clases que nos aportara experiencia y conocimientos y encontramos este concurso; el Student Aerospace Challenge organizado por la ESA, ACE (Astronaute Club Européen), Musée de l’air et de l’espace en Paris le Bourget, Ariane Groupe y Dassault Aviation. El tema principal del concurso era vehículos suborbitales, es decir que alcanzan una altitud superior a los 100  km y vehículos hipersónicos, que superan la velocidad del sonido para el transporte de personas. El concurso está destinado a estudiantes universitarios, incluyendo a estudiantes de máster o doctorado, siendo nosotros el equipo más joven, cuenta Adrien.

Hemos conseguido obtener el primer premio, el ESA Grand Prix, que tenía como recompensa una beca de la Agencia Espacial Europea ESA para participar en International Student Education Board ISEB, un programa en el cual cada agencia espacial, entre las cuales NASA, JAXA, CSA y otras, selecciona entre 5 y 10 estudiantes para participar en diversos eventos y una invitación de la Agencia Espacial Europea para presentar nuestro proyecto en la International Astronautical Conference IAC 2022 organizado en París este año. Esto nos dio la oportunidad de conectar con multitud de estudiantes de diversas agencias espaciales pero sobre todo con empresas y trabajadores del sector aeroespacial como el director general de la ESA, o el astronauta Pedro Duque entre muchos otros, nos dice Paula.

Paula Gutiérrez Cascales, Pedro Duque, primer astronauta español y exministro de Ciencia e Innovación, y Joel Tomas Pimentel.

¿Y qué características especiales tiene este vehículo espacial?

Intervienen aquí el resto del equipo para explicarnos que:

Hemos diseñado un vehículo suborbital, cuyo fin es llegar a 100 km de altura (línea de Karman, la cual se considera el límite del espacio) para estar entre 5 y 10 minutos sin gravedad, y seguidamente regresar a la atmósfera, todo sin entrar en órbita. Nuestro vehículo sería capaz de despegar y aterrizar horizontalmente como un avión y además sería capaz de hacerlo en casi todas las pistas de aeropuertos internacionales como por ejemplo en todas las pistas de Madrid Barajas, Charles de Gaulle en París o Heathrow en Londres entre muchos otros.

La idea principal es reducir la resistencia al aire durante la subida vertical del vehículo (tramo en el que más combustible se gasta) haciendo uso del innovador concepto de Busemann, una configuración geométrica cuyas alas tienen forma triangular y que es capaz de prácticamente eliminar la resistencia con el aire debido a la anulación de las ondas de choque supersónicas en las alas.

Hemos sido capaces de usar este concepto y aplicarlo a la realidad ya que el concepto tenía un problema elemental que es su incapacidad para crear sustentación (Lift) por lo que era incapaz de volar en condiciones subsónicas (menor que la velocidad del sonido).

© del diseño a ICSpace del Student Aerospace Challenge

La finalidad de nuestro diseño es abaratar el coste de las misiones de vehículos suborbitales para progresivamente hacerlas accesibles a todo el mundo, reduciendo el gasto principalmente de combustible gracias a una aerodinámica mejorada.

Y continúan explicando el uso al que puede estar destinado este vehículo aeroespacial:

El vehículo tiene diversas aplicaciones:

– El uso principal del diseño del avión es el mismo para el que fue diseñado en la competición, es decir un vuelo suborbital que llega hasta el espacio a una altitud de 100 km sobre la tierra y vuelve a aterrizar en la superficie, el cual tendría un enfoque turístico (tal y como hacen Virgin Galactic o Blue Origin).

– Aparte de eso, adaptando este diseño y construyendo sobre las tecnologías que hemos desarrollado para el mismo, se podría usar también en vuelos suborbitales para transportar carga al espacio como satélites o llevar equipaje a estaciones espaciales, reduciendo enormemente el coste tanto económico como de tiempo requerido para ello ya que se prescinde de la costosa y lenta tarea de ensamblar y usar cohetes verticales.

– Otra de las aplicaciones de un diseño adaptado a partir de este concepto es el vuelo supersónico para transportar tanto equipaje como personas rápidamente, replicando los usos del Concorde pero utilizando mucho menos combustible (lo que es de vital importancia ya que el alto consumo de combustible del Concorde fue una de sus principales causas de retiro).

– Finalmente, como todo avance de la aeronáutica o del espacio podría tener aplicaciones militares.

Joel Tomas Pimentel, Adrien Venot Marco, David Parker, director for Human and Robotic Exploration en la ESA, Paula Gutiérrez Cascales y Kirill Surkov.

Los aviones son emisores de gases de efecto invernadero y el tráfico aéreo es uno de los mayores causantes de la contaminación. ¿Os han movido razones de sostenibilidad para diseñar un vehículo capaz de consumir menos combustible?

Sin lugar a duda uno de los mayores focos de desarrollo actual del sector aeronáutico se concentra en intentar reducir el consumo de los aviones. El sector de mayor investigación para reducir las emisiones de gases es el desarrollo de nuevos métodos de propulsión, de ahí los diferentes proyectos de aviones eléctricos o de hidrógeno como el AirbusZero. Sin embargo existen esencialmente dos métodos para reducir el consumo de combustible, uno se basa en mejorar la propulsión, y el otro en mejorar la aerodinámica. Es por eso que en los coches de Fórmula 1 la aerodinámica es uno de los componentes más esenciales que marca la diferencia entre unos coches u otros. Sin embargo, bajo nuestro punto de vista, los aviones comerciales y cohetes no han cambiado mucho su diseño en los últimos 50 años, de ahí nuestro interés en buscar soluciones innovadoras para mejorar la aerodinámica y así reducir las emisiones y también los costes.

 ¿Quiénes pensáis que  pueden ser las empresas o instituciones más interesadas en este tipo de vehículos: turismo, aviones militares?

Cualquier empresa que trate de ofrecer servicios de transporte aéreo y/o espacial (tanto de personas como de mercancías) puede estar interesada en el proyecto, ya que el diseño del avión a la vez permite alcanzar velocidades extremadamente altas en el aire, llegar al espacio sin perder partes como lo hace un cohete, abaratando gastos, pero también haciendo posible realizar vuelos muy seguidos sin tener que esperar meses como pasa en la actualidad. Además, permite gastar menos combustible que otros aviones supersónicos, reducir el sonido de estos y despegar y aterrizar en muchos aeropuertos internacionales sin ninguna complicación adicional, responde Kirill.

Estudiáis en Londres, en una universidad británica de investigación que es pública. ¿Tenéis facilidades y medios para desarrollar vuestro trabajo  investigación?

Estamos estudiando en Imperial College en Londres, una universidad con mucho prestigio tanto en Inglaterra como en el Reino Unido (sexta universidad del mundo en el QS World ranking). En efecto, Imperial College es una universidad pública británica, pese al precio de matriculación de 9250 libras al año (para ciudadanos británicos o europeos que comenzaron a residir en el Reino Unido antes del Brexit), aunque este precio es una tarifa estándar para todas las universidad pública inglesas. Sin embargo, esta cantidad puede ser financiada al completo por el estado inglés y devuelta por el estudiante al finalizar la carrera cuando se empieza a cotizar a través de préstamos estudiantiles con condiciones muy favorables. En nuestro departamento de aeronáutica en Imperial College, tenemos mucha suerte ya que tenemos muchos medios y facilidades a nuestra disposición entre los cuales:

– Tres simuladores de vuelo.

Fotografias cedidas por Imperial College

 

Fotografias cedidas por Imperial College

– Ocho túneles del viento que miden hasta 20m de largo y alcanzan una velocidad de hasta Mach 9 (9 veces la velocidad del sonido) para simular las condiciones tanto de vuelo como para vehículos como Fórmula 1.

– Varias cámaras de vacío para simular las condiciones del espacio.

– Un canal hidrodinámico para hacer tests aerodinámicos dentro del agua.

Además de los equipos físicos tenemos numerosos recursos digitales, como una página online donde podemos acceder a 346 softwares específicos para ingeniería lo que nos permite poder comparar siempre nuestros resultados mediante diferentes simuladores y tener mucha información a nuestra mano. Así mismo tenemos una biblioteca abierta 24h al día todos los días, incluido fines de semana y festivos.

Además, Imperial College destaca por su enorme interés en el desarrollo de proyectos estudiantiles, ya que los considera clave tanto como para que los alumnos consoliden los conocimientos aprendidos así como para que ganen experiencia y estén mejor preparados para el mundo laboral/creación de empresas. Frutos de esto son los más de 200 clubes que desarrollan una enorme variedad de proyectos desde cohetes, drones y un coche de fórmula 1 a administrar un pequeño fondo de inversión. También, Imperial trata de impulsar otros proyectos externos (como fue nuestro caso), por lo que el apoyo de los profesores en dudas técnicas o consejos siempre es muy accesible o solicitar acceso a instalaciones o material de investigación más avanzado (como superordenadores en caso de necesitar).

En general, se podría decir que como toda universidad pública en Inglaterra, estudiar en Imperial es caro, sin embargo, se hace un uso excelente de ese dinero aportando incluso más recursos de los que muchas veces se necesitan para desarrollar todo tipo de proyectos durante tus estudios en la institución, cuenta Paula.

Por último, ¿Creéis  que en España hay muchos obstáculos o pocos medios para desarrollar un trabajo tan necesario como es el de la investigación científica?   

España tiene todos los ingredientes necesarios para ser una cuna mundial de la investigación y la innovación. En general los españoles en el campo científico y tecnológicos son muy buenos en lo que hacen, por experiencia propia, tanto antiguos alumnos como profesores de nuestra universidad dicen que los españoles que acceden a ella están muy bien preparados y rinden por encima de la media, igual que todos hemos oído que algún español siempre anda metido en el desarrollo de la última novedosa tecnología. También, la calidad de vida y clima de nuestro país nos hace especialmente atractivos no solo para que los propios españoles prefiramos, si fuera posibles, quedarnos, pero también para los extranjeros. Y por último, por lo menos en el sector aeronáutico y espacial, no es que España esté retrasada con sus contrapartidas europeas, la realidad está lejos de eso; muchas empresas como Airbus, en Sevilla y Madrid, o las instalaciones de la ESA y la NASA en nuestro país nos dotan de un tejido industrial y científico avanzado que puede funcionar como la cabeza del sector y arropar muchísimas oportunidades de creación de empresas e investigación.

Creemos que el problema en España no es que haya obstáculos para la investigación sino más bien la falta de medios debido a una baja inversión en I+D+i necesaria tanto de entidades públicas como de empresas privadas, y la necesidad de aumentar los recursos de las universidades públicas.

Nosotros en nuestra vida universitaria sí que hemos notado algunas diferencias de España frente a otros países; varios de nosotros, que tratábamos de realizar prácticas este verano, siendo españoles, naturalmente hemos tratado de encontrar alguna en nuestro país, sin embargo, tras cientos de mails y la mayoría de respuestas siendo “no realizamos prácticas de verano”, hace que los que hemos hecho prácticas de verano las acabásemos haciendo en otros países como Reino Unido o Suiza. Además, en muchos casos, la remuneración económica es nula o bajísima si la hubiera (que se entiende que estas prácticas son para ganar experiencia, no dinero, pero por ejemplo, tener que trasladarse a una nueva ciudad a hacer las prácticas sin tener ninguna ayuda económica para hacerlo no siempre es posible). Otra cosa que hemos constatado por ejemplo es que mientras que en el Reino Unido tenemos acceso a lugares de estudio 24 horas, incluidos festivos, las bibliotecas, por ejemplo de Madrid, tienen horarios reducidos, muchas cierran fines de semana y muy aforo limitado.

Una idea que creemos que tendría mucho futuro en España que se da en muchos países extranjeros y potencia enormemente las capacidades de innovación y desarrollo es la presencia de campus científicos deslocalizados. Ejemplos de este son el Harwell Campus situado entre Londres y Oxford en el Reino Unido o el EPFL Innovation Park en Lausana. Estos centros de investigación, al estar por así decirlo “en el medio de la nada” disfrutan de precios muy baratos en cuanto a alquileres, viviendas etc. y gracias a transportes eficaces se conectan con grandes urbes como Londres y Ginebra desde las cuales muchos investigadores y estudiantes pueden ir rápidamente a estos a trabajar. En los ejemplos que hemos puesto, en ambos casos, estos campus están dando muy buenos resultados, y son en países sin líneas férreas de alta velocidad (por encima de 300 km/h). Así que solo imagine el potencial que podrían tener centros así situados en una parada en plena línea AVE.

Estos son solo algunos ejemplos con los que creemos que podrían mejorar la investigación científica en España, dicen Joel y Paula.

NOTA: Todas las fotografías de este reportaje han sido cedidas a Espacio Público por ICSpace el equipo ganador de esta 16 edición del Student Aerospace Challenge.

El pasado 13 de septiembre se inauguró en el Palau Robert de Barcelona, un emotivo acto al que tuve la fortuna de poder acudir, la exposición “Jordi Sierra i Fabra: 50 anys creant històries”, en castellano, “50 años creando historias”, que reúne y recoge una amplia y documentada muestra de toda la obra periodística, literaria y social a favor de la cultura de uno de los escritores más grandes de la historia contemporánea de nuestra literatura, autor de más de 500 libros entre novelas, ensayos y biografías.

Su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas, entre los que se cuentan por supuesto el inglés o el francés, pero también el japonés, chino, ruso, griego, checo o polaco entre muchos otros, lo cual nos proporciona una muestra enormemente significativa de la transversalidad y la universalidad del talento, y la creatividad de Jordi Sierra i Fabra. Un escritor que es todo un patrimonio de nuestra historia del cual no siempre se ha proyectado adecuadamente su dimensión más completa como autor, motivo por el cual, como seguidor de su obra y como lector suyo, me congratulo de que se celebre esta exposición en su ciudad natal, en su Barcelona escenario de tantas y tantas de sus mejores novelas, que entiendo debería reivindicar más aún su figura literaria y dar a conocer más la ingente labor a favor del mundo de los libros que Jordi lleva haciendo desde hace muchísimos años.

©Juan Miguel Morales

En la inauguración de esta exposición, además del propio Jordi Sierra i Fabra, acompañado de sus lectores, familia y amigos más cercanos, intervinieron Izaskun Arretxe, directora de la Institució de les Lletres Catalanes y Jofre Llombart, Secretario de Difusión del Departament d’Economía i Hisenda de la Generalitat desde el ámbito más institucional, reconociendo y poniendo muy en valor todos ellos en cada una de sus intervenciones la aportación a la cultura, tanto catalana como universal de la obra de Jordi Sierra i Fabra a lo largo de estos 50 años.

Por otro lado, lo que el propio Jordi llamaba el “núcleo duro” del equipo que trabaja habitualmente con él, sus colaboradores más cercanos, Hortensia Galí y Jordi Bianciotto, quienes han trabajado de manera ejemplar, con un cuidado, una dedicación y una profesionalidad encomiables en la puesta en pie de esta exposición, también intervinieron para dejar su testimonio acerca de lo que había significado para ellos acometer esta tarea, para terminar con una sorpresa sensacional.

©Juan Miguel Morales

Jordi contó en su alocución que una de las dedicatorias más emotivas que recordaba haber hecho en sus libros constaba solo de cuatro palabras: “A Santi Arisa, músico”. Santi Arisa es con toda seguridad uno de los baterías y maestros de la percusión más grandes del mundo, quien suscribe estas líneas le lleva siguiendo desde hace casi 40 años, desde los tiempos de los míticos Pegasus y pese a que no fue posible instalar en el jardín del Palau Robert una batería, Santi apareció desde la escalinata principal con dos baquetas y haciendo, como no podía ser de otra manera en él, un ejercicio de percusión que arrancó encendidos aplausos por su originalidad y su maestría.

Entre el público asistente, fue entrañable y muy placentero encontrar y saludar a gente como Pere Gené, cantante de los míticos Lone Star con su hijo Jordi, a miembros de la Companya Eléctrica Dharma o a Lluís Gendrau, director y editor de la publicación decana del periodismo musical centrado en la difusión de la música en catalán, ‘Enderrock’, y que también ha sido uno de los principales impulsores de este proyecto de exposición.

La expo puede visitarse en la Sala 1 del Palau Robert (Paseo de Grácia 107, Barcelona) hasta el próximo día 30 de octubre, y aunque por el reducido espacio del recinto no abarca todo lo que conforma la obra de nuestro protagonista, la exposición es aún así muy completa, muy bien estructurada, y su visita pormenorizada ofrece una visión de conjunto interesante, atractiva y estimulante de toda la obra y la vida de Jordi Sierra i Fabra.

Cuatro escenarios, cuatro espacios son los que construyen este recorrido vital y literario sobre los que se ha construido la vida de Jordi. En la expo, el primero de ellos nos lleva a sus recuerdos y testimonios de una infancia que no fue fácil en algunos aspectos –sufrió acoso escolar por su tartamudez, aunque en cierta medida esa circunstancia le ayudó a encontrar en la literatura un refugio, una evasión, un camino de superación- y en el que quizá está más presente su memoria más personal, tanto en el juego de ajedrez con el que solía jugar con su padre como en sus recuerdos del Barça, su equipo de toda la vida y del que afirma que sigue sin perderse ni un solo partido.

El segundo nos introduce en la faceta de Jordi como pionero del periodismo musical rockero en el Estado español y como autor de numerosos libros que han sido toda una escuela para quienes, como es mi caso, hemos desarrollado una carrera profesional en la información rockera. El impacto que supuso en él descubrir la música, tanto con Stravinsky como con los Beatles, su ingente labor como periodista musical y autor de muchísimos libros sobre esta temática, entre ellos obviamente su primer trabajo, “Historia de la Música Rock” de 1972 y su faceta de cronista, editor y director de revistas musicales es otro capítulo fundamental de su trayectoria y en esta expo se revela como algo fundamental, muy especialmente con la magnífica reproducción a gran escala del árbol genealógico del “Rock Catalá”, que hizo a mano en su libro sobre esta temática y que en esta expo nos permite además conocer y escuchar a aquellas bandas a través de los códigos QR que se han implementado en esta reproducción.

©Juan Miguel Morales

El tercer escenario es el que se centra en su faceta como narrador y novelista, en la cual se pueden conocer los consejos que como autor el propio Jordi ofrece a quienes quieran sumergirse en el mundo de la literatura, ejemplares de sus propios y más primigenios manuscritos – lo confieso: me encantaría leer “Memorias de un perro”-  y muestra sus herramientas de trabajo, desde las antiguas máquinas de escribir Olivetti a su primer Macintosh LC III y hasta borradores de alguno de sus libros.

Finaliza el recorrido de la expo con esa otra faceta más social que creo que debe ser mucho más conocida, apreciada y agradecida del trabajo que Jordi Sierra i Fabra ha hecho siempre por la cultura. Desde 2004 tiene dos fundaciones, una en Medellín, Colombia y otra en Barcelona, cuyo propósito es impulsar la lectura y la escritura entre los jóvenes. Ambas fundaciones se dedican a promover actividades culturales en el ámbito de la literatura tanto en el Estado español como en América Latina, y ponen en marcha programas para jóvenes en escuelas, bibliotecas y estamentos culturales diversos. Entre los más reseñables, el Premio Literario Sierra i Fabra para menores de 18 años, con gran éxito de convocatoria que se convoca desde 2004 y la edición de la revista gratuita online La Página Escrita, así como desde Colombia la publicación El Conde Letras, vinculada a la Fundación Taller de Letras, otra iniciativa puesta en pie por Jordi.

©Juan Miguel Morales

Para quienes estén en Barcelona entre septiembre y octubre, Jordi Sierra i Fabra estará en persona los días 3,18, 24 y 25 de octubre en persona para acompañar a los visitantes en unas jornadas de puertas abiertas y ampliar más detalles acerca de toda esta interesantísima exposición.

Mi felicitación más cordial y sincera a quienes han hecho posible esta maravillosa exposición, que recomiendo de corazón a todo aquel que sienta inquietud por la literatura, la música, la creatividad, la imaginación, todo lo que es el mundo de nuestro Jordi Sierra i Fabra, un autor de fecundidad inagotable que es, repito una vez más, todo un auténtico patrimonio de nuestra cultura. Al mismo tiempo que felicito a la Generalitat de Catalunya por su apoyo a esta iniciativa, desde esta tribuna emplazo al Ministerio de Cultura español, al Instituto Cervantes y al Instituto de Cooperación Iberoamericana a que se pongan manos a la obra para que esta exposición, como merece, trascienda fronteras y pueda ser disfrutada en muchos más lugares.

A más de 1.700 m de altitud, en el cerro de La Mesa, un espacio cargado de magia y espiritualidad dentro del término municipal de Navarrevisca, se celebró el pasado fin de semana un festival de música y danza dentro de este paisaje en el que conviven restos arqueológicos de distintas épocas: peñas sacras ligadas a ritos prehistóricos, tumbas antropomorfas visigodas, la ermita de San Pedro del siglo XIV o la plaza de toros del XVIII.

Leticia Sánchez, alcaldesa de Navarrevisca, explicó en la inauguración del festival los trabajos e investigaciones que se están llevando a cabo en este importante yacimiento arqueológico situado en un cerro, desde el que se pueden divisar más de 10 pueblos diseminados en el valle del Alberche.

Leticia Sánchez del Río, alcaldesa de Navarrevisca, junto con Carlos García, presidente de la Diputación de Ávila y el arqueólogo Blas Cabrera en el acto de inauguración de Lo Sagrado.

Durante tres días, con el protagonismo muy destacado de mujeres, se ha celebrado esta interesante actividad cultural en la que la música, en distintas facetas, ha sido la principal invitada. Y ello ha sido posible gracias al impulso y la dirección artística de Concha Hernández, una gestora cultural fundadora y directora del festival Ellas Crean. Con un límite de asistencia máximo de 100 personas en todas las actividades por respeto al entorno, comenzó  el primer día con el grupo Egeria. (https://www.egeriavoices.com/)

Asistentes a la sesión del 26 de agosto

Egeria, la viajera y escritora hispanorromana del siglo IV, da nombre a este conjunto integrado por cuatro mujeres muy jóvenes, que entienden la música medieval como algo que se vincula con la esencia más profunda del ser humano. Desde la atalaya del yacimiento de tumbas prehistóricas interpretaron piezas medievales, a capella o acompañadas por una lira y una sencillísima pandereta.

Un momento de la actuación de Egeria.

El sábado fue el turno de Omos Uno (https://www.omosuno.com/), una compañía de música y danza nacida en 2008, que sobrecogió al público con su actuación en un atardecer que parecía haber sido encargado expresamente para esta ocasión.

La danza de Omos Uno.

El contacto directo y masivo con la gente del pueblo se produjo esa misma noche del sábado en la plaza de la Constitución de Navarrevisca con la actuación de Vanesa Muela, posiblemente la mayor divulgadora de la música tradicional, que ha investigado y conoce en profundidad el folklore tradicional de Castilla y León. Acompañada de instrumentos caseros como el almirez, la sartén, las cucharas y otros, conectó rápidamente con un público que se sabía las letras de las canciones, patrimonio del folklore popular de la zona.

Por último, el domingo 28 finalizó este original Festival en la piedra Sacra con la participación del dúo Arcadia (https://duoarcadia.com/) integrado por Pilar Rius y Avelina Vidal, que interpretaron varias piezas junto a la Piedra Sacra con sus guitarras contemporáneas.

Un festival que para Concha Hernández ha tenido un balance muy positivo, ha sido muy respetuoso con el medio ambiente y ha contribuido a un mayor conocimiento del patrimonio del cerro de la Mesa. Y que la alcaldesa de Navarrevisca ya está pensando en repetir el próximo año.

Tanto el movimiento cooperativista como la juventud se enfrentan en nuestro tiempo a importantes, múltiples y diversos retos. Sin embargo, la buena noticia es que algunos de esos retos se podrían llegar a solventar, de forma al menos suficiente, si se produjera una alianza entre el movimiento cooperativista y la juventud. Y entre los retos que se podrían abordar con dicha alianza caben ser destacados, al menos, cuatro -dos del movimiento cooperativista y dos de la juventud-.

En primer lugar, el movimiento cooperativista se enfrenta a un reto generacional. Si mañana diéramos una charla sobre startups en cualquier universidad de España nos encontraríamos que la sala se queda pequeña. Sin embargo, si la diéramos sobre cooperativas y otras entidades de economía social y solidaria (sociedades laborales, empresas de inserción, etc.) con suerte llegaríamos a veinte o treinta personas. Desde el cooperativismo y la economía social y solidaria todavía no hemos logrado que la juventud vea nuestro sector empresarial como un espacio atractivo para desarrollar su carrera profesional. Y ello está produciendo un importante reto generacional. Como señaló Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y Ministra de Trabajo y Economía Social, en el 10º aniversario de la Ley de Economía Social: “tenemos un reto muy importante: involucrar a las personas jóvenes para preparar el necesario cambio generacional”. En esta misma línea, y en el mismo acto, Juan Antonio Pedreño, presidente de CEPES (patronal de la economía social española), apuntó: “tenemos un gran reto con los jóvenes: queremos que vean a la economía social como una posibilidad sólida para construir su futuro laboral”.

En segundo lugar, el movimiento cooperativista se enfrenta también al reto de que muchas empresas del sector se están viendo obligadas a contratar a personas con capacidad técnica, pero sin capacidad cooperativista. Ello está generando inconvenientes no menores para las dinámicas y desarrollo de las propias entidades de este sector empresarial. En este sentido, y como tenía bien claro José María Arizmendiarrieta, fundador del grupo cooperativo Mondragón: “las empresas las hacen los hombres [y mujeres]: hombres [y mujeres] con capacidad técnica y moral”. Y para lograr esa capacidad moral/cooperativista no es pues suficiente la educación técnica, sino que es necesaria una educación empresarial cooperativista.

En tercer lugar, la juventud que se enmarca ideológicamente en el espacio progresista no sólo desea encontrar un empleo digno, sino también un empleo acorde con sus valores. Por desgracia, buena parte de la juventud progresista se ve obligada a trabajar en empresas que tienen unos valores lejanos, e incluso contrarios, a los que defienden en su vida personal y política. Con ello, no sólo aportan todo su trabajo y talento al crecimiento de empresas capitalistas, sino que también su verdadera vida suele comenzar tras su jornada laboral. Es pues necesario facilitar a la juventud progresista el acceso a puestos de trabajo dignos y acordes con sus valores en cooperativas y entidades de la economía social y solidaria, al igual que las escuelas de negocios facilitan el acceso a puestos de trabajo en empresas capitalistas.

Y, en cuarto y último lugar, la juventud tiene por delante un futuro marcado por la crisis ecológica -climática, energética y de recursos-, la cual puede llegar a poner en entredicho el propio concepto de progreso. Y ante dicha crisis, pero también ante el aumento de las desigualdades sociales, la persistencia de las desigualdades de género y el creciente poder de las grandes empresas capitalistas, es urgente construir y escalar un modelo empresarial democrático, local y que respete los derechos humanos, el bienestar animal, los límites del planeta y la viabilidad de la comunidad política. Y, a este respecto, son precisamente las cooperativas y entidades de economía social y solidaria las empresas que, con todos sus desafíos e incoherencias aún por resolver, más cerca se encuentran de ese modelo empresarial que necesitamos.

Una escuela para fomentar la alianza entre el cooperativismo y la juventud

Entre las distintas iniciativas que buscan fomentar la alianza entre el movimiento cooperativista y la juventud para dar respuesta a los retos mencionados, cabe ser destacada la Escuela de Activismo Económico. La Escuela, que está dirigida a la juventud de entre 18 y 35 años, es un espacio de formación práctica en cooperativismo y economía social y solidaria, y una puerta de entrada al mercado laboral de este modelo empresarial.

En la actualidad, cuenta con dos sedes: Madrid, donde la Escuela es organizada por Ecooo, y Barcelona, donde es desarrollada por LabCoop. Y, a falta de conocer la nueva edición de Barcelona, la 4ª edición de la sede de Madrid dará comienzo a principios de octubre con la siguiente propuesta de formación y empleo.

En relación con la formación, en la sede de Madrid se desarrollará un programa de formación que tendrá una duración de un curso, será presencial, gratuito, y tendrá un carácter esencialmente práctico (metodología learning by doing), aunque sin olvidar la parte teórica. Tras un destacado evento de bienvenida (que tendrá lugar el jueves 29 de septiembre), el programa comenzará en octubre con las sesiones de formación inicial, y continuará con el activismo dentro de una de las cooperativas sin ánimo de lucro de la Escuela. El activismo a lo largo del curso se complementará con sesiones de formación mensuales de diferentes temáticas, así como con otras actividades (ej. recomendaciones de materiales sobre cooperativismo y economía social y solidaria, recomendaciones de asistencia a eventos destacados, visitas a entidades, etc.). Actualmente, las cooperativas sin ánimo de lucro de la Escuela donde se llevará a cabo el activismo por parte del alumnado son: el Mercado Social de Madrid, Som Energia, La Corriente, La Osa, SuperCoop, Fiare y Coop57.

Y, en lo que respecta al empleo, desde la sede de Madrid se va a poner en marcha una suerte de bolsa de empleo. La Escuela facilitará al alumnado las ofertas de empleo existentes en cooperativas y entidades de economía social y solidaria de la Comunidad de Madrid. La facilitación de dichas ofertas comenzará a mitad del programa de formación (para que dé tiempo a adquirir un mínimo de capacidad cooperativista), y el alumnado que finalice el conjunto del programa será incluido de manera permanente en la bolsa de empleo. Para el desarrollo de esta bolsa de empleo la Escuela ha llegado a acuerdos con las tres principales redes de economía social y solidaria de la Comunidad de Madrid: FECOMA, AMEI y el Mercado Social de Madrid.

En estos momentos, ya hay apuntados/as más de 70 jóvenes en la 4ª edición de la Escuela, lo cual muestra el potencial existente para este tipo de iniciativas que buscan fomentar el encuentro entre el movimiento cooperativista y la juventud.

Si quieres conocer más información y/o inscribirte en la Escuela de Activismo Económico, entra en: https://escueladeactivismoeconomico.org/

Algunos organismos de la Administración no se cansan de difundir notas según las cuales la ciudadanía consigue cada vez más facilidades para llevar a cabo todo tipo de trámites a distancia. A principios de agosto, el Departament de Polítiques Digitals del gobierno catalán proclamaba que Catalunya “consolida un destacado grado de digitalización y avanza a un ritmo superior a la media europea en la transformación digital de la sociedad y la economía”. “La Conectividad continúa siendo la dimensión en la que Catalunya obtiene la mejor posición”, decían los responsables de la Generalitat en este ámbito.

El pasado mes de enero, el conseller d’Empresa i Treball de la misma administración autonómica firmó un convenio de colaboración de la Generalitat con el Ajuntament de Barcelona, las diputaciones de Barcelona, Tarragona, Girona y Lleida, la Associació Catalana de Municipis i Comarques  (ACM), la Federació de Municipis de Catalunya y el Consorci AOC para “establecer un punto de relación único entre autónomos y empresas, y administraciones públicas que facilite, simplifique e integre la gestión de todos los trámites vinculados a su actividad económica”.

Desde instancias gubernamentales diversas se ha anunciado reiteradamente a lo largo de los últimos años la implantación de fórmulas de cooperación innovadoras entre las diferentes entidades, en base a un mejor conocimiento de técnicas de gestión documental, con voluntad de transparencia y con el fin de conseguir la completa digitalización de los procedimientos.

Imposible recordar, además, cuántas veces se ha hecho propaganda sobre la creación de “ventanillas únicas” como presuntos servicios para la presentación de solicitudes, escritos, comunicaciones, acreditaciones ante cualquier organismo de la Administración del Estado, de las autonomías o de cualquier entidad de titularidad pública.

El aspecto más pintoresco de este concepto se encuentra, no obstante, en la cantidad de ‘garitos’ que han recibido la misma denominación. Hemos oído hablar de ventanilla única empresarial, ventanilla única de la abogacía, ventanilla única de la agencia tributaria, ventanilla única de trabajo social, ventanillas únicas de los colegios profesionales, ventanillas únicas de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas… Todas son “únicas”, pero las hay por docenas y en conjunto es tan amplia su función que se podría decir que cuando pagamos por sus servicios a las gestorías lo hacemos casi por capricho.

Se diría que todo el trajín de relaciones entre la ciudadanía y las administraciones se puede simplificar a través de la “ventanilla única” y conocemos demasiados ejemplos muy conocidos en sentido contrario. Un ciudadano, por ejemplo, que se quiera comprar un piso o un apartamento, después de ponerse de acuerdo con el vendedor tendrá que ir al notario, que certificará el cambio de propiedad y el pago. Probablemente el comprador necesitará dinero y pedirá un crédito en un banco, que también exigirá otro documento notarial. Las escrituras quedarán redactadas en unos términos que no son nunca fáciles de interpretar, porque los datos esenciales se encontrarán en no se sabe en qué páginas. Lo que diga la escritura, además, hace falta que quede reflejado en el Registro de la Propiedad. La misma notaría hará la gestión, no siempre, a cambio de una cantidad adicional de dinero. En caso contrario, si se quiere hacer por propia iniciativa habrá que ir al registro en el cual los registradores y los funcionarios que les ayudan es probable que pidan alguna enmienda. Si es así, habrá que volver a casa del notario, para ir de nuevo al registro, los datos del cual a menudo no se corresponderán con los del Catastro, controlado por el ministerio de Hacienda. La lectura de los documentos correspondientes exigen un buen esfuerzo de exégesis, que el común de los mortales no está en condiciones de realizar.

Es solo un ejemplo de la indefensión y del gasto gratuito de tiempo que genera el papeleo de las instituciones.

¿Se pueden gestionar trámites electrónicamente, a distancia? Algunos sí, pero si las interesadas son personas que nunca han podido superar la brecha digital, ya pueden ir directamente al gestor. Al resto, usuarios “conectados”, les resulta a menudo más que complicado moverse por los portales web oficiales, llenos de terminología que no conocen y de un elevado grado de ruido informativo. A menudo acaban buscando alguna manera de obtener apoyo telefónico de la oficina que corresponda, que con un poco de suerte conseguirán que les faciliten cita presencial con un funcionario o empleado público. ¿Hay manera de simplificar trámites a través de una de tantas “ventanillas únicas”? Es evidente que las probabilidades son muy pocas.

Todo el mundo sabe de qué va esto y que las dificultades de relación de la ciudadanía con las administraciones se extienden cotidianamente por casi todos los espacios de la vida en sociedad. Por no cansar, nos limitaremos a enumerar unos cuantos ámbitos, sin entrar en detalles: Juzgados, Hacienda y Agencias Tributarias, departamentos o ministerios de Trabajo y Seguridad Social, ayuntamientos, departamentos de Seguridad, Ministerio del Interior, cuarteles y comisarías; escuelas, facultades, centros penitenciarios, oficinas de Correos, juntas electorales… Y de estos lugares emanan sentencias ilegibles, llenas de argot pretendidamente jurídico; papeles para hacer liquidaciones de IVA, pagos de tributos, tasas, impuestos de renta, transmisiones, patrimonio y sucesiones, con documentación casi incomprensible y con la obligación de presentar datos perdidos entre cajones y archivadores; hojas de salarios casi ininterpretables para los perceptores, documentos enviados por correo certificado que raramente se consiguen a través de entregas directas a domicilio, procesos de pago de multas engorrosos, que demasiado a menudo impiden evitar los recargos; anuncios de subvenciones previstas para determinadas actividades, que parecen destinadas a no ser otorgadas; concursos, oposiciones, solicitudes de becas, titulaciones, licitaciones predestinadas, matriculaciones, permisos, visitas a centros penitenciarios, actas… Todo parece pensado para dificultar la comprensión de los documentos necesarios para realizar cualquier trámite, sea qué sea el nivel de estudios de la persona implicada. El tiempo del ciudadano o ciudadana importa muy poco. Y si se busca atención personalizada, además de los obstáculos que se interponen para obtenerla, cuando se supera la barrera de los contestadores automáticos y/o los tiempos de espera a las puertas de los despachos, al otro lado del teléfono, o de la mesa-mostrador si se concierta visita, a veces, solo a veces, se encuentra un servidor público cordial, dispuesto a facilitar y agilizar las gestiones, pero no es lo más frecuente.

¿Y para que sirven pues los altos niveles de “digitalización” y “conectividad” si lo que generan las conexiones, comunicaciones y gestiones directas es frustración en infinidad de circunstancias?

Hay que tener presente, además, que una parte más que importante de la sociedad, que no ha tenido manera ni ocasión de familiarizarse con las nuevas tecnologías, encuentra dificultados adicionales para realizar cualquier diligencia, lo cual acentúa las desigualdades sociales ya preexistentes. El calvario interminable que sufren los extranjeros sin papeles para regularizar su residencia y hacer valer su derecho a tener derechos es, probablemente, la demostración más clara y evidente de la injusticia de nuestro sistema.

El funcionario, agente o empleado público que tiene que atender al ciudadano está habitualmente demasiado preocupado por el organigrama de su negociado, por las dimensiones de su despacho o mesa, por el temor al estado de ánimo de su jefe, por el número de subordinados… y entonces cae en la tentación de añadir requisitos antes de realizar una tarea… “No es mi obligación”. ¿Cuántas veces hemos oído esta expresión en boca de algún chupatintas?

A ciertos niveles de “responsabilidad” administrativa, lo que menos importa entre determinados cargos altos y medios de los departamentos de Salud son los enfermos. En Agricultura los burócratas y “especialistas” raramente se ponen en la piel de un campesino o un ganadero. En Interior lo que más preocupa es el estado de ánimo de comisarios, inspectores, guardias y agentes, demasiado a menudo malcarados, sistemáticamente elogiados, hagan lo que hagan, como sacrificados profesionales dedicados al mantenimiento de la orden. En Justicia lo que impera es la resignación ante la triste realidad de los juzgados, marcados por el despotismo de un cúpula de fiscales, jueces y magistrados de talante conservador. En Industria y Territorio lo que se impone con excesiva frecuencia es la capacidad de presión de grandes empresas y el trato de privilegio con sus directivos. En Educación, a menudo parecen empecinados en mantenerse a distancia de los claustros de profesores y de la realidad del las aulas. Las prioridades y los presupuestos de Defensa no se discuten: vienen determinadas por la industria bélica, la banca armada y los intereses económicos y estratégicos de potencias económicas y militares. En Exteriores concentran su atención en conseguir que otros estados detengan y repriman a las personas migrantes que huyen de la miseria, el hambre y la guerra.

¿Es todo eso una fatalidad? Deberíamos decir que no, porque todavía podemos imaginar que llegue un momento en el cual estén mal vistos los comportamientos de los individuos que se lanzan encima de cualquier pedazo de poder y que compiten entre ellos como si fueran bestias hambrientas en disputa por unas piezas de carne. Tiene que llegar el día en el cual el aparato administrativo esté ocupado por personas indiscutiblemente altruistas. Será entonces cuando la ambición de acumular poder en pocas manos y la voluntad de mantenerlo indefinidamente caerá en el más absoluto desprestigio.

Algo se ha hecho a lo largo de la historia en contra de la concentración de poder económico. Muy poca cosa. De hecho, la mano invisible del mercado potencia cada vez más la acumulación de riqueza en manos de menos personas. Y cuando se llevaron a cabo determinadas colectivizaciones, los esfuerzos igualitaristas acabaron destrozados por el autoritarismo, la restricción de libertades elementales y la represión más brutal.

Parece que cuesta encontrar recetas que permitan humanizar el ejercicio del poder administrativo y poner límites a las arbitrariedades de los administradores, pero hay que confiar en que las personas sabremos encontrar formas de gestión racionales, que hagan más fácil la vida de todo el mundo y propicien la convivencia entre iguales.

Habrá que ponerse en ello. Será preciso que los movimientos y entidades de carácter social civilicen a la burocracia y obliguen a sus representantes institucionales y gobernantes a tomar conciencia de su función asistencial. El debate entre políticos tendrá que servir para reflexionar y deliberar, y no para hacer daño al adversario. Los dirigentes políticos tendrán que abandonar sus ridículas y enfermizas peleas por el control de tal o cual institución y los burócratas del Estado tendrán que entender que son subordinados de la ciudadanía, a la que deben servir con mucho cuidado y atención. La Administración tiene que ser por encima de todo un entramado de entidades facilitador de servicios, amable, próximo, transparente y útil. La sociedad lo tiene que percibir de este modo, porque en caso contrario lo que se genera es ineficacia, insolidaridad y miedo.

La escritora Tània Juste explica “el motor” de su última novela en ‘Punt de lectura’, un ciclo de charlas-coloquio literarias consolidado en un pueblo del Alt Empordà

La vida cultural en los pueblos es mucho más intensa y enriquecedora de lo que se suele imaginar desde las capitales. Más allá del impacto que puedan tener algunos macroconciertos y festivales musicales en los meses de alta temperatura, existen citas literarias y artísticas con un poder de convocatoria que sorprendería a no pocos dinamizadores y gestores culturales acostumbrados a la movilidad que existe entre semáforos.

Si os acercáis cualquiera de los próximos viernes a Agullana (Alt Empordà), poco antes de las siete y media de la tarde, preguntad por “la sala”, o por “la societat”, o “La Concòrdia”, como queráis, y os podréis reunir en sus jardines con decenas y decenas de personas interesadas por la lectura, con ganas de escuchar y hablar con una escritora o escritor que durante el último año haya publicado un libro.

El pasado 8 de julio la invitada al Punt de lectura de Agullana fue Tània Juste, premiada en 2021 con el Prudenci Bertrana de novela, por su Amor a l’art, (Columna, 2021), [En castellano, Amor al arte, (Ediciones Maeva, 2021)] un libro reivindicativo de las mujeres artistas y de su obra.

Se trata, dijo, de una novela pensada a lo largo de bastantes años, porque ella, licenciada en Historia del Arte, cuando estudiaba y estudia textos sobre la materia, se hizo y se hace con frecuencia la siguiente pregunta: “¿Dónde están las mujeres artistas?” En este libro ofrece abundantes respuestas, para rescatar del olvido el arte de mujeres libres que dieron vida al Montparnasse parisiense de los años veinte.

“El motor de la novela”, explicó Tània Juste, es el amor al arte que profesan ella misma y la principal protagonista de su relato, Olivia, una joven barcelonesa, estudiante de Filosofía y Letras, que vive con su abuelo anticuario y al que ayuda en su trabajo. Es en el ejercicio de esta profesión que descubre un autorretrato excepcional, escondido bajo otro lienzo, el de Valèria Sans, una mujer sobre la que inicia un extenso trabajo de investigación.

Olivia realiza este descubrimiento a mediados de los años 70 y no es una época elegida al azar. “Eran años muy intensos”, explicó Tània Juste. Por su casa, cuando era niña, pasaba mucha gente. Allí tenían lugar reuniones y conversaciones hasta las tantas de la madrugada, entre personas de la generación de sus padres, implicadas en actividades culturales y políticas casi siempre clandestinas, bajo la dictadura franquista.

La autora dedica el libro, significativamente, a su padre, Lluís Juste de Nin, y “a todas las mujeres libres, independientes y valientes que han elegido y defendido una vida propia”.

Valèria Sans es producto, precisamente, de la inmersión en la trayectoria de muchas mujeres artistas, reales, que tuvieron que luchar para actuar de acuerdo con lo que escogieron como eje de su vida.

En relación a este personaje y a su perfil, el impulsor y organizador del Punt de lectura, Enric Tubert, abrió el libro para leer unas palabras de Valèria ciertamente impactantes: “Había decidido renunciar al hombre que la quería y a unos futuros hijos para dedicarse plenamente a su arte. O una cosa o la otra, las mujeres siempre tenían que escoger. Escoger a qué renunciaban, en favor de lo que más estimaban. ¿Y los hombres? Ellos no renunciaban a nada. Ellos lo podían tener todo”.

‘Temps de rebel·lia’, un libro autobiográfico de Lluís Juste de Nin

Punt de lectura

La cita de los viernes por la tarde en los jardines de la sala de Agullana es siempre excepcional por su invitación a la conversación y a la reflexión sobre literatura y, a través de ella, sobre las huellas que deja la humanidad en nuestro planeta. Tal como explicó Enric Tubert, existen muchas maneras de entender la escritura. Las más de cincuenta autoras y autores que se han desplazado hasta “allí arriba”, como dicen algunos, hasta aquel extremo geográfico, en los últimos doce años, han dejado buena muestra de la diversidad cultural catalana. Y así seguirá.

El pasado 1 de julio, fue con Rafel Nadal, sobre su libro Quan s’esborren les paraules, en el cual la protagonista principal es también una mujer, como “líder intelectual” de una gran familia de Girona.

Juste y Nadal han compartido en sus obras, en forma asimismo diversa, la inquietud ante la gran dificultad que representa la reparación necesaria de los daños causados contra la memoria.

Sergi Belbel, Maite Salord, Xavier Aliaga, Glòria de Castro y Agnès Marquès serán las pròximas invitadas e invitados al Punt de lectura de Agullana. La última charla de este año de este encuentro literario tendrá lugar el 26 de agosto, con Laia Aguilar, en la plaza mayor de una localidad más pequeña del mismo municipio: la Estrada.

“Siempre me ha parecido extraño que el Heavy Metal, un género musical con más de medio siglo de historia, en comparación con otros estilos, haya propiciado una producción editorial tan pequeña. En España, muy pocas historias acerca del Heavy Metal se han editado, siendo muchas simplemente traducciones de obras anglosajonas…”, dice Mariano Muniesa (periodista musical especializado en blues y rock y colaborador de este Espacio), en la Introducción del libro Historia del Heavy Metal (Almuzara, 2022), que ha escrito contando con la colaboración de Mariskal Romero, pionero de la radio y la prensa rockera en España.

Muniesa nos relata cómo a mediados de la década de 1960 aparece el Heavy Metal, un concepto nuevo del rock que pronto se extendería a otros países. Y no es raro que fuera Londres el escenario de este nacimiento ya que en ese momento era la “ciudad más cosmopolita del mundo, meca mundial de la moda pop, del nuevo free cinema inglés y de la música rock”, si bien unos años antes, Muniesa establece el antecedente del Heavy Metal en el Johnny B. Goode de Chuck Berry, como el riff de rock´n´roll por definición, y debidamente amplificado, es “puro Heavy Metal”.

En este libro Muniesa explica para todo tipo de público, sea o no seguidor del Heavy Metal, el recorrido de este género musical. Y lo hace de forma muy sencilla, con anécdotas, numerosos datos, ejemplos y también con humor.

Mariano Muniesa

Esta variante del rock, que había conocido los años de gloria en 1970-1972 cuando se editaron discos míticos que se siguen publicando hoy, conoció su mayor difusión en España en la década de los 80, con grupos como Barón Rojo y Obús, aunque no acabó en esa época y sigue hoy muy vivo. Y todo lo que rodea a esta música y a estos grupos generó prejuicios, sobre todo por las estigmatizaciones que sufrió. Muniesa recuerda que hace años llevar una camiseta de Iron Maiden podría llegar estigmatizarte y ahora se puede encontrar en cualquier tienda, incluidas las más convencionales.

Otro aspecto importante es el papel de las mujeres en el Heavy metal. A este respecto Muniesa afirma:

En el mundo de la cultura, históricamente la mujer ha tenido que luchar contra toda una serie de prejuicios fruto de la mentalidad machista predominante que siempre la obligaron a tener que demostrar más capacidad, más valía y más determinación de la que se le exigía a cualquier hombre. El heavy metal en modo alguno ha sido una excepción en ese ámbito, inclusive en los años 80 una buena parte de su idiosincrasia, sobre todo y muy especialmente en Estados Unidos, contemplaba a la mujer como un mero objeto de satisfacción sexual para el macho alfa. La idea, que hoy produce bochorno, de la supuesta estrella de hard rock masculina ante la cual las mujeres caen rendidas para adorarle como si de una deidad se tratara era desagradablemente habitual en las portadas de discos, los video-clips y a veces, en el comportamiento de algunos músicos. Hoy en el heavy metal, tal y como ocurre en el resto del panorama cultural, las mujeres se han empoderado, han conquistado su propio espacio, cada vez son más numerosas las bandas compuestas solo por mujeres o por mujeres y hombres. Queda algo de machismo residual y siempre hay excepciones, pero hoy las mujeres son respetadas, se las aprecia y valora por su capacidad como músicas y ya no se las ve simplemente como muñecas Barbie.

En este libro Muniesa, con la colaboración de Romero (que defiende la radio y el papel del periodista musical) viaja a los orígenes, las raíces del rock. Con un conocimiento increíble y una fuerte pasión por el Heavy Metal ambos se adentran en este hábitat musical que es también una manera de combatir falsos mitos y de entender el mundo.

Mariskal Romero

Nada falta en esta historia del Heavy Metal para quien quiera conocer cómo han evolucionado el rock y el blues a través de la música de Ozzy Osbourne, Lemmy, Barón Rojo, Banzai, Obús, Sober, Saratoga, Mago de Oz, Metallica, Steppenwolf, Vanilla Fudgeo o Rainbow entre otros grupos.

Y para finalizar, sobre el futuro del Heavy Metal, Mariano Muniesa nos dice:

Toda manifestación cultural o si se prefiere todo estilo musical tiene futuro en tanto en cuanto las nuevas generaciones lo hagan suyo y le aporten, dentro de su evolución, su aportación personal. En ese sentido, y hablo desde mi experiencia y mi posición como periodista musical, estoy convencido de que el Heavy Metal tiene por delante un futuro espectacular. En la redacción de www.mariskalrock.com recibimos cada semana infinidad de maquetas y discos autoeditados, o enlaces online a sus redes sociales de grupos de los más variados estilos dentro del Heavy, todos formados por chicos y chicas que apenas han cumplido 18 años. Gracias a que hoy pueden aprender muy rápidamente a través de tutoriales en YouTube, que los precios de los instrumentos son más accesibles, gracias incluso al apoyo de sus padres –en los 70 y los 80 la oposición familiar contra el Heavy Metal era moneda común, dedicarse al rock era algo que casi se llevaba en secreto en casa- hay una cantera de músicos y músicas jóvenes realmente sensacional.

El reto, el desafío que esa generación tiene que superar, es la falta de apoyo a la cultura en general y al rock duro en particular que existe en los medios de comunicación. La barrera de la visibilidad es su gran hándicap. Pero cuando existe voluntad, convicción, pasión y se vive por hacer realidad un sueño, como dicen los ingleses, the sky is the limit… sólo el cielo es el límite.

Historia del Heavy Metal
Mariano Muniesa, con la colaboración de Mariskal Romero
Editorial Almuzara, colección “Eso No estaba en mi libro”, 2022.

Cumbre de innovación en terapias creativas (Universidad de Haifa, 28-30 de junio 2022)

Si la pandemia nos ha dejado alguna sabiduría o nos ha revelado algo de nosotros mismos, de nosotras mismas, que no supiéramos o no fuéramos conscientes, es que el arte es necesario. Especialmente durante el tiempo confinado, cuando uno se encontró de bruces frente al espejo, hemos necesitado la música -producirla y escucharla-; hemos necesitado relatos, leídos en silencio o construidos por nosotros: para organizar, a través de la gramática -los espacios, los puntos, las comas- la búsqueda léxica de la palabra adecuada, qué nos pasaba por dentro, qué nos estaba pasando. Volvimos a contar historias, como las sociedades más tradicionales, y volvimos a escucharlas, aunque fueran en forma de podcasts o videocartas. Nos atrevimos a coger un lápiz y sentir cómo acariciaba una hoja, quizá junto a nuestros hijos, quizá solos, buscando una imagen que pudiera darnos una explicación de lo que estaba ocurriendo. Una imagen que pudiera dar sentido.

Estos días he podido sumergirme en un proceso de reflexión conjunta con muchos profesionales de todo el mundo en la Universidad de Haifa. Mientras los responsables de la OTAN se ponían de acuerdo en el uso de la violencia y en localizar enemigos, unas cuantas personas, también provenientes de los extremos más alejados del mundo, desde Tailandia a Estados Unidos, desde Australia a Italia, intercambiábamos modos de mejorar la salud de las personas a través del arte.

Como la paz no es la ausencia de violencia, la salud no es la ausencia de enfermedad. Es algo más allá de lo estrictamente medicalizado, la eliminación de síntomas, o simplemente prolongar una vida que no es vivible. Tiene que ver con la Declaración universal de los Derechos Humanos: es el derecho a saber que la vida tiene un significado, un propósito, está conectada a otras vidas y tenemos derecho a la alegría. En eso consiste el derecho a la salud: buscar el modo de maximizar la vida, de que cada uno, cada una, encuentre su camino. Todas esas palabras fueron pronunciadas por Christopher Bailey, de la Organización Mundial de la Salud, que inauguró la cumbre señalando un juego de palabras que el idioma inglés permite: frente a la pregunta médica What’s the matter with you? -¿qué te pasa?- la pregunta del artista es What matters you? -¿Qué te importa, qué te preocupa?-. Bailey nos recordó cómo el ser humano dio un paso con el rubicón cerebral hace miles de años, cuando el cerebro pudo integrar la imaginación y la cognición a través de sus dos hemisferios cerebrales. Por eso la Organización Mundial de la Salud cuando habla de salud se refiere a la ciencia tanto como al arte. El arte reduce los niveles de cortisol relacionados con el estrés, ayuda a reconectar a las personas con su comunidad, encuentra placer en la diversidad, entre muchos otros beneficios. La salud no es sólo física: es mental y es social. Quizá el arte, la cultura, que nos produce momentos de alegría a través del proceso creador, de la belleza, que nos conmueve y nos conecta, probablemente no nos cura, pero sin duda nos sana.

Frente a aquellas actividades que nos mantienen absortos, pero no nos hacen pensar, tan recomendadas últimamente, el proceso creador tiene la capacidad de promover la concentración, ese “flow” que nos mantiene centrados -entre la experiencia y el interés, entre la dificultad y el placer de saber- y a la vez nos permite conocer, reconocernos y reconocer el contexto que habitamos y nos habita. Entre lo visible y lo invisible, entre lo dado y lo posible.

En Israel, donde se celebraba el encuentro, cada centro escolar tiene un arteterapeuta, sea a través de las artes visuales, la danza, el teatro o la música. 3500 arteterapeutas que trabajan para los ciudadanos más queridos de un Estado -los niños- con una población cercana a los nueve millones. Ellos saben, herederos de un trauma que casi les aniquila que, en los momentos importantes, el arte se acerca a lo más preciado. Como dijo Nietzsche, tenemos el arte para no morir de la verdad. Más allá de gobiernos y mandatos, en esta cumbre el arte se entrelazaba una y otra vez con la justicia social, reclamando lo político y social frente a lo patológico, donde se reivindicaba el diálogo, el apoyo a los que sufren y la denuncia de las barreras sistémicas y las políticas sociales que parchean pero no solucionan la violencia que supone no tener recursos. Por eso el arte se encuentra trenzado de modo interseccional con las múltiples formas que se oponen a la opresión -cultural, económica, social y de género-. Y quizá por ello, la pandemia, el corona -como lo llaman por aquí- nos ha hecho caer de bruces sobre una realidad compartida: pobre, mezquina y alienada, homogénea e indiferenciada, una realidad que quizá ya estaba enferma desde hacía mucho antes. El arte, entre el mundo y el individuo, tiene la capacidad de vincular y vincularnos. El arte, para resistir la realidad. El arte, para poder, de nuevo, apostar por la vida.

Fueron muchas y magníficas las intervenciones. Algunas recuperaban la noción de taller abierto de Arno Stern, renovando el potencial que tiene el proceso creador de transportarnos a un espacio seguro. Un espacio, apuntaban en la cumbre, simplemente “más seguro”, porque quizá no haya ya un espacio que podamos calificar de verdaderamente seguro para aquellos grupos estigmatizados, señalados o excluidos. Un espacio donde el juego, los objetos transicionales -aquellos que nos remiten al afecto primigenio- se convierten en componentes de la cultura, de la expresión y de la creatividad. Otras participantes nos compartieron el potencial de llevar con nosotros ese espacio simbólico del arte, para poder ofrecérselo a los otros, fuera en campos de refugiados, fuera en los lugares donde había ocurrido la tragedia, espacios donde parece imposible la calma. La estructura la puede dar la actitud, la constancia, el saberse acompañado, acompañada, donde contemplar y crear se convierte en lo opuesto a la alienación y donde la imaginación se convierte en una ventana frente al ahogo de vivir, donde volver a dar sentido un futuro con un presente destruido, donde soportar la paradoja. En la cumbre se hablaba también de cómo los seres más cuidados y amados en su infancia eran los más intrépidos en la vida adulta, los que se atrevían a pensar de otros modos, a inventar. La salud, de nuevo, como amor y cuidado.

Y se citaba a Grossman:

“Creo que en esta ráfaga de violencia hemos asistido a la desintegración de una cierta capa de cultura que hace posible las ilusiones que se necesitan para mantener un tejido de vida más o menos tolerable… De repente ves que todo el sentido de la vergüenza ha desaparecido, que incluso los mecanismos de hipocresía social que se necesitan para mantener el tejido de vida han desaparecido. Y en cierto modo está relacionado con la vida bajo el terrorismo. Porque si vives en una realidad en la que ves a la gente destrozada, en la que ves la carne desgarrada, es muy difícil que sigas creyendo en algo. Y entonces ves cómo se desmoronan todos los mecanismos: tanto del cuerpo privado como del cuerpo público» (Grossman, 2003, p. 7).

Esta cita puso delante mí no sólo la guerra de Ucrania y la apuesta por la violencia, sino también los cuerpos de los chicos jóvenes, algunos casi niños, amontonados como sacos -carne desgarrada y aun latiendo- delante de un país llamado España, aunque yo estuviera lejos. “La falta de sentido impide la plenitud de la vida y, por tanto, equivale a la enfermedad. El sentido hace que muchas cosas sean soportables”, decía Jung hace muchos años. La falta de sentido como enfermedad.

Concertinas en una valla de Melilla.

He tenido la oportunidad de estar en un lugar donde la utopía tiene forma estética, donde, a pesar del dolor, de los Estados, algunos ciudadanos, algunas ciudadanas, nos resistimos a la muerte.

El arte para no morir de la verdad. El arte para resistir la realidad. El arte como búsqueda de sentido.

moderado por:

  • Lourdes Lucía

    Abogada y editora

  • Marià de Delàs

    Periodista

Transición ecológica: una cuestión de justicia global y supervivencia

  • Cristina Narbona

    Vicepresidenta Primera del Senado. Presidenta del PSOE

 1. Introducción

Hace cincuenta años se celebró en Estocolmo la primera reunión de Naciones Unidas dedicada a los problemas ambientales (1). Los gobiernos escandinavos fueron los más activos a la hora de introducir tales cuestiones en la agenda internacional: sus ciudadanos estaban ya entonces concienciados y preocupados por el fenómeno de la peligrosa “lluvia ácida”, consecuencia de actividades muy contaminantes en los países de su entorno, en particular en el Reino Unido.

Ese mismo año se publicó “Los límites del crecimiento”, un informe del Club de Roma(2), encargado a diecisiete científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), que predecía un colapso ambiental generalizado a finales del presente siglo, si no cambiaban profundamente las pautas de producción y de consumo del modelo económico dominante. En 2020 se habían cumplido ya buena parte de sus pronósticos, que fueron rotundamente descalificados como catastrofistas durante mucho tiempo.

Diez años antes, se había publicado “Primavera silenciosa”, de la bióloga estadounidense Rachel Carson (3). Este libro -una contundente denuncia de los riesgos de los pesticidas químicos sobre la salud- produjo un importante efecto en la opinión pública norteamericana, con efectos muy relevantes: algunos años después, se prohibía el DDT en EEUU, y se creaba la Agencia de Protección Ambiental (EPA).

Estos tres hechos constituyen, según mi opinión, hitos fundamentales en el inicio de lo que hoy denominamos la “transición ecológica” de la economía. Por “transición ecológica” entendemos la transformación gradual del sistema productivo, de forma que se reduzca el consumo de recursos naturales así como todo tipo de contaminación, y que se preserven y restauren los ecosistemas, hasta alcanzar una situación compatible con el mantenimiento de los principales equilibrios ecológicos.

Ello exige el uso de nuevas tecnologías, pero también un cambio substancial en los hábitos de vida, y por lo tanto un esfuerzo colectivo de máxima responsabilidad.

Los avances de la ciencia y de la concienciación ciudadana, han sido determinantes para conocer cada vez mejor los efectos de la acción humana sobre la salud del planeta -y sobre las correspondientes consecuencias para la salud de todos los seres vivos-, así como para transmitir este conocimiento a la opinión pública, incentivando su implicación.

El problema más grave es sin duda la lentitud en el necesario cambio de paradigma económico, teniendo en cuenta la velocidad de las alteraciones en los ecosistemas, -muy superior a la prevista hasta hace poco por la comunidad científica- que comportan ya situaciones de extrema vulnerabilidad, en particular para los ciudadanos más desfavorecidos y para los países más pobres.

La resistencia al citado cambio es el resultado de la concentración de poder económico y mediático en muy pocas manos, lo que conlleva una gran capacidad para cuestionar la realidad de los problemas ambientales, de forma que la opinión pública llega a creer que tales problemas no son tan graves y que son, en todo caso, el precio ineludible del progreso económico y social. Todavía demasiadas personas están convencidas de que, si aumenta el PIB, se está generando riqueza y bienestar. Afortunadamente cada vez hay más baja evidencia de esta peligrosa falacia (4).

Todo lo anterior remite a la imprescindible aproximación ética al tema objeto de esta ponencia: quienes se ven más perjudicados por el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, son precisamente quienes menos han contribuido a provocar dichos procesos.

En África, en el Sudeste asiático, en buena parte de América Latina y en las pequeñas islas del Pacífico, se sufren severas y crecientes hambrunas, sequías, inundaciones, elevación del nivel del mar… así como gravísimos episodios de contaminación del suelo, del aire y del agua causados por la acumulación de residuos, muchos de ellos tóxicos, procedentes de los países más ricos del planeta. Una reciente investigación (5) sobre el aumento de las exportaciones de residuos electrónicos desde el mundo más desarrollado hacia los países más pobres, pone de manifiesto la cara oscura de la supuesta “economía limpia” de la que presumimos en nuestro entorno… La transición ecológica constituye por tanto una cuestión de justicia, de “equidad global”, cada vez más evidente: el consumismo exagerado y el cortoplacismo del modo de vida occidental, afectan en particular a aquellos países de los que obtenemos materias primas -pensemos simplemente en la deforestación acelerada de la Amazonia, o en los recursos mineros que se extraen con serias consecuencias para la salud de los mineros-, y que convertimos también en nuestros vertederos.

Un ejemplo: la Unión Europea y Estados Unidos generan más del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de China, durante los procesos de fabricación de productos que después se consumen en nuestros países.

Cuando hablamos de “transición ecológica”, tenemos por lo tanto que añadir “justa”, es decir acompañada por medidas específicas para evitar consecuencias sociales indeseables tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

2. Lo que la ciencia nos dice

La comunidad científica venía alertando de los riesgos ambientales mucho antes de que éstos aparecieran en la agenda política internacional. Tanto el cambio climático como el agujero en la capa de ozono habían sido identificados durante la primera mitad del siglo XX como la consecuencia de determinados gases de efecto invernadero (GEI ), en el primer caso, y de ciertas substancias químicas en el segundo. Asimismo, eran ya conocidos en esa época muchos de los efectos de la contaminación sobre la salud humana, y, de hecho, en muchos países occidentales se promulgaron leyes sobre calidad del aire y del agua potable, antes de que existieran compromisos al respecto a nivel supranacional.

La ciencia fue incorporándose gradualmente como soporte de decisiones políticas nacionales e internacionales: el caso más importante fue la creación en 1988 del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPPC), impulsado por el Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA) y por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que está compuesto por centenares de expertos en diferentes disciplinas, apoyados por el trabajo de aproximadamente cinco mil especialistas. Los informes periódicos del IPCC -el último en 2021-(6) han ido reflejando el avance de la ciencia en la comprensión del proceso de calentamiento global, con hallazgos recientes que confirman la gravedad de la denominada “emergencia climática”. Hoy conocemos mucho mejor, por ejemplo, la relación entre el océano y la atmósfera, que actúa como acelerador del cambio climático, aumentando la frecuencia y la intensidad de huracanes e inundaciones; y también la progresiva pérdida de capacidad del océano como sumidero de GEI, a causa del aumento de la temperatura y de la contaminación en nuestros mares. Sabemos ya que la desaparición de la capa de permafrost en las regiones más próximas al Polo Norte está liberando ingentes cantidades de metano (uno de los más dañinos GEI) y provocando una peligrosa inestabilidad de los suelos, en áreas donde se ubican instalaciones industriales e incluso plantas de energía nuclear.

Lo más relevante es que -a pesar de la dificultad, reconocida por los científicos, para predecir el momento en que el calentamiento global produce efectos irreversibles-, existe un alto consenso sobre la inminencia de ese momento de “no retorno” en numerosos procesos de la vida en nuestro planeta.

La ciencia nos alerta también sobre la conexión entre el cambio climático, la degradación de los suelos, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, conexión que agrava la evolución de cada uno de estos procesos.

El equipo de científicos del Instituto para la Resiliencia de Estocolmo lleva varios años profundizando en el concepto de los “límites planetarios”, que entre otras cosas permite estimar el momento de “no retorno” anteriormente aludido, en un total de nueve procesos básicos para la supervivencia de la especie humana. (7)

El conocimiento científico ha permitido -además del diagnóstico sobre los desafíos ecológicos- el desarrollo de nuevas tecnologías más eficientes y menos contaminantes, (cruciales para la transición energética gracias al coste decreciente de las energías renovables y de la electrificación del transporte), así como de las denominadas “soluciones basadas en la naturaleza” (por ejemplo, los llamados “filtros verdes” como alternativa a las depuradoras convencionales).

De todo ello se deduce la importancia de tener en cuenta los avances de la ciencia y de la tecnología en la toma de decisiones tanto en el ámbito del sector público como del sector privado: se trata de cuestiones que afectan ya a la salud y a la seguridad de la especie humana, y que por supuesto condicionarán la calidad de vida de las generaciones futuras.

3. La concienciación ciudadana

Toda actuación humana conlleva un impacto sobre el medio ambiente. Nuestra “huella ecológica“ depende de miles de decisiones diarias: aunque esas decisiones pueden tomarse de forma más o menos sostenible, dependiendo de la regulación y de los incentivos establecidos por la legislación, hay una evidente responsabilidad individual en nuestra alimentación, nuestros modos de transporte, nuestros hábitos de consumo… e incluso en nuestras preferencias a la hora de votar a unas opciones políticas o a otras. Y es obvio que no se puede poner permanentemente a un policía detrás de cada ciudadano para comprobar la sostenibilidad de sus actos.

Hoy día las nuevas tecnologías de la comunicación permiten acceder con facilidad a toda la información disponible sobre las causas y las consecuencias de los problemas ambientales; y permiten también compartir esta información con millones de personas, facilitando un auténtico activismo global. Es una buena noticia, ya que sin una implicación mucho más generalizada de la ciudadanía en el necesario cambio de paradigma económico, dicho cambio no será viable o, en todo caso, se producirá demasiado tarde, cuando hayamos superado el punto de “no retorno” en los denominados “límites planetarios”. Los ciudadanos pueden, con sus decisiones sobre lo que consumen, cómo se mueven o cómo votan, influir significativamente en las empresas y en los gobiernos.

Desde la acción pública se puede, y se debe, incentivar la participación pública para avanzar en la concienciación ciudadana en materia ambiental. Un buen ejemplo es la puesta en marcha de la Asamblea Ciudadana por el Clima, prevista en la ley sobre cambio climático, compuesta por cien personas representativas de nuestra sociedad en términos sociales, de género y territoriales, que han presentado recientemente al gobierno sus primeras recomendaciones. (8)

4. Cómo se puede incidir desde la política para acelerar la transición ecológica. El caso de España.

Lo primero que cabe decir es que no sirve de nada promover la transición ecológica desde un ámbito específico del gobierno (local, nacional o supranacional), si no se interiorizan sus objetivos y sus condicionantes en todas y cada una de las áreas de la acción pública. De nada sirve, por ejemplo, que se incentive el ahorro y la eficiencia en el consumo de agua, si desde la política agrícola se continúa fomentando la expansión del regadío, incluso con acuíferos sobreexplotados; de nada sirve exigir responsabilidad ambiental a las empresas dentro de nuestras fronteras, si dichas empresas, gracias a los tratados de comercio y de inversión internacional, pueden deslocalizar parte de su producción hacia países con una regulación ambiental laxa… La coherencia entre las diferentes políticas es crucial para avanzar de verdad en la transición ecológica. Esa coherencia resulta menos compleja de conseguir si quien tiene la responsabilidad en materia de transición ecológica está en un nivel jerárquico superior respecto a los responsables de otras políticas sectoriales. Por eso, la decisión de crear una vicepresidencia para la transición ecológica en el gobierno de Pedro Sánchez, con capacidad para orientar decisiones de distintos ministerios, constituye un hito muy notable que debería ser replicado en las administraciones territoriales.

A nivel europeo se cuenta también con una de las vicepresidencias de la Comisión Europea con análogas competencias.(9)

Existen numerosas medidas útiles para promover el uso de tecnologías más limpias y eficientes, así como para fomentar comportamientos individuales más responsables, comenzando por la educación. Las generaciones más jóvenes ya están aprendiendo, desde muy pequeños, las consecuencias de nuestros actos sobre nuestro entorno natural; las normas vigentes sobre el curriculum educativo exigen reforzar este conocimiento, asociado al aprendizaje de valores éticos fundamentales para que esos niños y niñas sean en el futuro ciudadanos responsables respecto de su propio comportamiento y a la vez exigentes frente a empresas y a gobiernos.

El acceso a la información, a la participación y a la justicia en materia ambiental son derechos incorporados a nuestra legislación desde 2006 (10), año en el que también se creó la Fiscalía especial de Medio Ambiente y Urbanismo, que cuenta actualmente con más de 170 fiscales dedicados a la prevención y persecución de los delitos ecológicos y urbanísticos.(11)

España ha consolidado un potente liderazgo a escala internacional en materia de energías renovables, gracias a una prolongada acción política desde la década de los noventa, interrumpida sólo durante las etapas de gobierno del Partido Popular, que llegó a eliminar los correspondientes incentivos en 2012, provocando entre otras cosas la pérdida de 80.000 puestos de trabajo. Actualmente se está desarrollando una ambiciosa hoja de ruta, el Plan Nacional Integral de Energía y Clima (PNIEC) (12), para cumplir con los compromisos asumidos en el Acuerdo de Paris sobre reducción de las emisiones de GEI, hasta alcanzar la plena descarbonización de nuestra economía en el año 2050. El PNIEC contempla además un calendario de cierre de las centrales nucleares, establecido de forma que dicho cierre se produzca cuando esté plenamente garantizado el suministro alternativo de electricidad.

El transporte (terrestre, marítimo y aéreo) es uno de los sectores donde resulta más difícil reducir la correspondiente contaminación, al consumir casi exclusivamente combustibles fósiles, causantes tanto del cambio climático como de importantes problemas de salud. La Comisión Europea está avanzando en el establecimiento de normas que, entre otras cosas, prohibirán la venta de vehículos que utilicen gasolina o diesel a partir de 2035, impulsando con potentes incentivos el vehículo eléctrico, así como el uso de biocombustibles y del transporte público.

Una de las cuestiones más complejas para el éxito de la transición ecológica en España es la política del agua, ya que todavía parte de la opinión pública (en particular en el medio rural) sigue convencida de que la simple construcción de embalses o conducciones garantiza sin límite los recursos hídricos. Lamentablemente, el cambio climático comporta ya una drástica reducción de precipitaciones que se acentuará en los próximos años, y que obliga a cambiar el enfoque de oferta hasta hoy dominante. Las condiciones climáticas exigen un replanteamiento de las actividades agrícolas y ganaderas para una mejor adaptación al cambio climático, a partir de una reducción del uso del agua para regadío, que supone en la actualidad más del 80% del consumo total del agua.

Es urgente además evitar la contaminación y la sobreexplotación de los acuíferos, así como la consideración de los denominados “caudales ecológicos”, es decir del establecimiento de un volumen de agua no destinable a ningún uso consuntivo, para preservar la biodiversidad fluvial y la necesaria aportación de sedimentos y de agua dulce en las desembocaduras de los ríos, para garantizar también la estabilidad del litoral así como la biodiversidad marina.

Actualmente se están tramitando los nuevos planes hidrológicos de todas las cuencas hidrográficas, para adaptarlos a las exigencias de la Comisión Europea.

Por último,- sin perjuicio de muchas otras medidas – cabe destacar la importancia de la preservación y restauración de la biodiversidad marina, objeto de Estrategias ya aprobadas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Dichas estrategias deben contribuir tambien tanto a la fijación de población en el medio rural como a la garantía de suministro de alimentos y a la prevención de enfermedades. La pandemia del COVID 19 ha puesto de manifiesto la estrecha relación existente entre nuestra salud y la salud de los ecosistemas: más del 70% de las enfermedades infecciosas son la consecuencia de alteraciones en los mismos. (13).

La existencia de los fondos europeos Next Generation supone una extraordinaria oportunidad para impulsar la transición ecológica en España, ya que el 40% de los 140.000 millones de euros concedidos a nuestro país tienen que destinarse precisamente a dicha transición. Y, lo que no es menos importante, la aplicación de la totalidad de los fondos tiene que cumplir el principio de “no regresión ambiental”, es decir que no podrán financiar inversiones que resulten perjudiciales para el medio ambiente.

Vivimos, por lo tanto, un momento excepcionalmente positivo en términos de compatibilidad entre economía y ecología. Pero no cabe ignorar el avance de planteamientos negacionistas respecto del cambio climático o de la Agenda 2030  -esa hoja de ruta, comprometida por nuestro Gobierno, que integra objetivos económicos, sociales y medioambientales con un acertado enfoque holístico-.

Notas:
(1) Cumbre de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1972. www.un.org
(2) Club de Roma, “Los límites del crecimiento”, D. Meadows y otros, Fondo de Cultura Económica, 1972.
(3) R. Carson “Primavera Silenciosa” Editorial Crítica, 1962.
(4) “Más allá del PIB”, Banco Mundial, 2021.
(5) UNICEF: "Medio ambiente e infancia” 2022 www.unicef.org.
(6) IPCC: “Sexto Informe”, 2021 www.ipcc.es , 9 agosto 2021.
(7) Instituto para la Resiliencia de Estocolmo. “Planetary bounderies”, Nature 2009.
(8) Asamblea Ciudadana para el Clima. www.asambleaciudadanadelcambioclimatico.es
(9) Frans Timmermans, Vicepresidente para el Pacto Verde Europeo.
(10) Ley 27/2006 de 18 de julio por la que se regulan los derechos de acceso a la información, 
la participación y la justicia en materia ambiental.
(11) Incorporada en la Ley 10/2006 de 28 de abril por la que se modifica la Ley 43/2003 de Montes.
(12) Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 www.miteco.es.
(13) Fernando Valladares: “La ciencia tiene que aprenderse a hacer valer”. Ethic, 31 marzo 2022.

 

Gran parte de la izquierda parece a menudo avergonzada de haber defendido en algún momento políticas igualitarias. El esfuerzo que han hecho y hacen numerosos dirigentes de izquierdas para simular que no lo han sido nunca, o que lo son en una medida no demasiado molesta para el poder económico, los ha llevado a asumir como propias las formas de intervenir en política de personas y partidos que tienen o tuvieron a su derecha.

Se pueden encontrar abundantes ejemplos en la historia contemporánea. Alguno, entre los más recientes, se ha puesto de manifiesto entre actores políticos que a principios de la pasada década participaron en la creación de más de una plataforma con voluntad de impugnar el régimen del 78 y que se reivindicaban como adalides de la “nueva política”. Hace un cierto tiempo sin embargo que muchos de ellos cierran filas con quienes habían querido desplazar del poder.

Se resistían a identificar sus nuevas formaciones como partidos políticos, pero querían entrar con fuerza en las instituciones. No tardaron lo más mínimo en dar un golpe de timón a su orientación inicialmente subversiva y no ahorraron gestos para significar que si pasaban a compartir responsabilidades de gobierno con quien habían identificado hasta aquel momento como agentes de la derecha no harían ningún estrago en el sistema.

Hablaron sobre la inutilidad de distinguir entre izquierdas y derechas y se autocensuraron en la utilización de simbología roja y/o republicana. Les parecía, así lo decían, que la tricolor, la roja y lo que representan podían poner la “nueva política” del lado de los “perdedores”. Sobreactuaron con la asunción del concepto “patriotismo” español, con un contenido muy difuso, para no dejarlo como patrimonio de la derecha. Con esta misma intención se solidarizaron significativamente con las aspiraciones corporativas de estamentos militares y funcionariales y elogiaron reiteradamente la tarea de los cuerpos policiales. Aspiraban a “ganar” y pretendían hacerlo con la complicidad de los votantes tradicionales de la izquierda pero también con gestos de comprensión y de asunción de sentimientos reaccionarios. Se trataba, así lo explicaban, de construir “una máquina de guerra electoral”, con una dirección homogénea, basada en liderazgos incuestionables y en la transmisión de mensajes sencillos, alejados de referencias a ideas socialistas y de líneas estratégicas emancipatorias.

Lucha contra «la casta»

Pusieron mucho énfasis sin embargo, durante bastante tiempo, en su voluntad de acabar con las prebendas de unos no muy definidos sectores o estamentos sociales privilegiados. No articulaban discurso sin hablar de la necesidad de luchar contra “la casta”.

En muy poco tiempo obtuvieron resultados espectaculares en las urnas e insistieron en su voluntad de gobernar. Celebraron la ruptura del bipartidismo, porque eso debía servir, dijeron, para aplicar correctamente la Constitución.

Los cargos que consiguieron en algunas instituciones, después de algunas contiendas electorales y de varias disputas, llamaron la atención. Vicepresidencias, en el gobierno del Estado y en algún gobierno autonómico; ministerios, alcaldías en ayuntamientos de las principales capitales, cargos en las mesas y comisiones de los parlamentos… pero el precio para obtenerlos fue el del pacto con fuerzas de la izquierda moderada o socioliberal que inicialmente habían descalificado rotundamente, además de los tratos para conseguir apoyo de algunos actores centristas o directamente derechistas. La “casta” desapareció de su lenguaje, se instalaron en el posibilismo y se esforzaron al demostrar que desde las instituciones, aunque fuera en posiciones subordinadas, se podían conseguir mejoras sustanciales “para la gente”.

Especialmente significativos fueron unos aplausos a la familia real en el Congreso de los Diputados, justificados precipitadamente en nombre de una mejora en el salario mínimo. Hicieron daño a los ojos de no pocos demócratas, pero sirvieron para dejar clara, ‘de facto’, la lealtad al régimen del 78 y la aceptación de la autoridad de una institución hereditaria como la Corona.

Progresismo, ¿en qué sentido?

La aspiración al logro de algún tipo de sociedad socialista, que las izquierdas habían mantenido de diferentes maneras durante muchas décadas, hacía tiempo que había quedado abandonada y cerrada en el armario de las ideas obsoletas. ¿Quién se acuerda de ese anhelo? Los dirigentes y seguidores del partido que se denomina socialista hace mucho tiempo que arrinconaron la idea del cambio social y que dieron por consagrado el libre juego de la oferta y la demanda como «la mano invisible», reguladora incuestionable de las relaciones sociales y económicas. Comparten con la derecha neoliberal la consideración del crecimiento económico y del mercado como axiomas inmutables.

Últimamente, al hablar de sí mismos, a los portavoces “socialistas”, poscomunistas y de las formaciones que habían anunciado la llegada de la “nueva política”, cuando construyen discurso, les gusta identificarse todos juntos como “progresistas”, defensores de proyectos políticos «amplios», de ideas “modernizadoras”, «diferentes» y «nuevas», como si estas expresiones sirvieran para marcar alguna línea estratégica alternativa a las de las fuerzas de la derecha y para generar algún tipo de esperanza colectiva en un futuro socialmente justo.

Cuando hablan de “progresismo”, y lo hacen reiterada y constantemente, convendría que explicaran qué sentido otorgan a esa palabra, porque en las últimas décadas hemos conocido un progreso tecnológico extraordinario y un crecimiento económico casi permanente, acompañado de enormes destrozos en la naturaleza, irreversibles, que atentan contra la supervivencia de gran parte de la humanidad. Predican incansablemente, impúdicamente, en favor del crecimiento económico indefinido, como si los recursos materiales fueran infinitos, como si nuestro planeta lo pudiera aguantar todo.

Sería buena cosa que los “progresistas” se pronunciaran algún día sobre sí es progresista o no el cuestionamiento del derecho ilimitado a la propiedad privada; sobre cómo se puede avanzar hacia la democracia económica, como se puede evitar la concentración progresiva de la riqueza en pocas manos y el empobrecimiento extremo de más y más gente, sobre si hay que cambiar la titularidad de los medios de producción de bienes y servicios esenciales, sobre las garantías públicas de asistencia sanitaria universal igualitaria y de calidad, independiente de los intereses de la industria farmacéutica, de mutuas, hospitales y residencias privadas; sobre cómo hacer efectivo el derecho a la vivienda y a los servicios públicos en condiciones dignas para todo el mundo; sobre si tienen o no voluntad de implantar en algún momento un sistema de enseñanza totalmente pública, para toda la población escolar, separado de cualquier posibilidad de negocio; sobre la manera de garantizar a todas las personas unos ingresos suficientes para poder vivir tranquila y dignamente, sin la angustia de no poder pagar lo que es esencial en cada casa, sobre el derecho efectivo al trabajo estable, no precario y justamente remunerado, sobre el derecho al descanso y al ocio; sobre los derechos de las personas migrantes y refugiadas, sobre si piensan derogar algún día la ley de extranjería. Haría falta que hicieran explícita la voluntad de romper con cualquier sistema de explotación capitalista y/o patriarcal.

El lector ya sabe que podríamos seguir y seguir, y concretar mucho más, pero no se trata de exponer desde aquí, en un pequeño artículo, las líneas de ningún programa político para fuerzas de izquierdas que no tengan vergüenza de serlo, sino de advertir a través de estas notas sobre un fenómeno: el olvido del pensamiento igualitario, el desplazamiento progresivo hacia el neoliberalismo de casi todo el abanico de fuerzas políticas y la adaptación constante de quien había defendido ideas socialistas a los deseos de los acumuladores de poder económico y administrativo.

Crecimiento de la extrema derecha

Los partidos que hoy se autorreconocen como componentes de un bloque “progresista” hacen llamamientos de vez en cuando en favor de la creación de un “cordón sanitario”, para proteger a la sociedad ante el progreso de los extremistas de derechas, aunque a veces algunos de ellos prefieren no confrontar mucho con esta realidad. Atribuyen a menudo este engorde de los ultras a los medios de comunicación y, ocasionalmente, a los directores y jefes de edición de los programas de radio y televisión.

No hay duda de que los medios tienen un papel importante, pero la abundancia de líneas editoriales ultrasesgadas y reaccionarias debe considerarse más como la consecuencia que como la causa. Si la extrema derecha tiene oportunidad de crecer es, sobre todo, porque ante una crisis que parece indefinida la izquierda antigua y nueva se muestra incapaz de ofrecer un horizonte de esperanza y justicia social, unas expectativas de convivencia entre iguales, unas garantías de lucha efectiva contra el machismo en todos los ámbitos públicos y privados, cierta confianza en que nuestros niños y niñas pueden tener en el futuro una vida tranquila y segura, en una sociedad solidaria. Si la ultraderecha gana terreno es porque la izquierda se adapta a un sistema injusto, porque renuncia a su impugnación, por sus deslealtades a la clase trabajadora, a los sectores sociales que dan sentido a la existencia de un tejido asociativo, vecinal, sindical y partidario útil para la defensa de los derechos de las mujeres, de las personas migrantes, de la gente que sufre enfermedades, de las personas mayores, de la infancia.

Nos encontramos de nuevo en tiempos de cálculos y de expectativas electorales y los “progresistas” se ven obligados a pintar un poco de rojo, verde y lila sus discursos. Vuelven a hablar en contra de los ricos, todos se reivindican feministas, algunos recuerdan incluso, alguna vez, que existe lucha entre clases sociales y que las privatizaciones se hicieron en contra del bienestar de la inmensa mayoría de la gente. Evocan la existencia del sector público de la economía y los derechos de las trabajadoras y trabajadores, en una confusa mezcla con los de “las clases medias”. También se expresan alguna vez en contra de la represión, sin atreverse a reconocer, a pesar de la experiencia y las evidencias, que una vez pasen las citas a las urnas seguirán igual de indiferentes ante los atentados contra los derechos fundamentales y las libertades, el empobrecimiento progresivo de la población, las injusticias más flagrantes, la destrucción del medio ambiente…  Poca cosa dicen ya sobre los compromisos adquiridos en sus campañas anteriores, casi nada sobre la ley mordaza, ni sobre la mayor parte de la legislación laboral que prometieron derogar, ni sobre la pobreza energética, los impuestos, la banca, los desahucios…

Siguen, además, imperturbablemente insensibles ante un sistema judicial corrupto, que hace la vista gorda ante episodios corrupción pero que robó años de vida en libertad a dirigentes y activistas, que cometieron “el delito” de impulsar el crecimiento de entidades soberanistas o la convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Catalunya. Fueron indultados pero nunca amnistiados, como tampoco lo han sido el resto de encausados y exiliados por sus ideas y actividades en defensa de la soberanía de los pueblos.

La «nueva política» ante la matanza de Melilla

La “nueva política” envejeció a gran velocidad. Las personas que entraron en las instituciones en su nombre derrocharon la ilusión que se había generado en las plazas, en las marchas por la dignidad, las manifestaciones de apoyo a los refugiados, las mareas, y particularmente en las extraordinarias movilizaciones del proceso soberanista catalán. No son pocas las que pusieron sus proyectos personales por encima de los de la ciudadanía, que presentan algunas reformas y mejoras como conquistas históricas, que dan por acabada la precariedad laboral en contra de toda evidencia, menosprecian las tremendas cifras de personas socialmente excluidas y cierran los ojos ante la ruptura de los sistemas de protección.

La deriva política y social hacia la derecha se ha puesto de manifiesto últimamente de forma especialmente dolorosa. La matanza de decenas de personas migrantes a manos de policías marroquíes y españoles en la valla melillense ha sido abiertamente justificada y reiteradamente elogiada por el presidente del Ejecutivo “progresista”, sin que la vicepresidenta y los ministros más izquierdistas de la coalición gubernamental levantaran la voz con claridad para denunciar los asesinatos cometidos como consecuencia del racismo institucional.

Una sociedad políticamente sana se encontraría conmocionada por este atentado, más grave que el del 17A del 2017 en las Rambles de Barcelona, no solo por el número de víctimas sino por la autoría. Las personas con sentimientos humanitarios tendrían que estar exigiendo la dimisión de los gobernantes involucrados, por su incapacidad de controlar fuerzas policiales propias y las relaciones con el régimen del Marruecos.

Las palabras abiertamente xenófobas del presidente del Gobierno español de apoyo a los responsables y autores de la matanza resultan más que preocupantes, pero la reacción tibia y tardía de gobernantes y dirigentes políticos de su izquierda también provoca angustia y desazón. Su ausencia en los actos populares de protesta es sintomática de la deriva «progresista», del mismo modo que resulta relevante en sentido contrario la asistencia y participación de algunos representantes públicos consecuentes con su pensamiento y trayectoria.

Durante la pasada década parecía que los movimientos sociales ponían de moda la democracia, el respeto por las libertades y el valor de la solidaridad, pero la ambición de ocupar espacio dentro de las instituciones modificaron conciencias. Algunas personas sufrieron una auténtica metamorfosis que las llevó a recuperar prácticas que por un tiempo parecía que desaparecían. Fanáticos del posibilismo se obsesionan con el poder administrativo logrado, con los despachos, las subvenciones y el aumento del número de subordinados. Excluyen a discrepantes, expulsan disidentes y como hemos visto recientemente en Andalucía, intentan incluso que quienes habían tenido como compañeros no puedan expresarse en los medios de comunicación y en las calles.

Vuelven las prácticas autoritarias que en algún momento parecía que desaparecían. Vuelven a calumniar y a acusar a quién presenta alternativas en complicidad con la ultraderecha.

Con quién y cuándo hay que enfadarse

Lamentablemente se olvida demasiado a menudo la realidad que hay que confrontar, que es la de la riqueza concentrada cada vez en menos manos, la de la desigualdad social creciente y la de una crisis económica cronificada que siguen pagando quienes no la provocaron.

Para intentar aligerar el sufrimiento de los perdedores de siempre, desde el “progresismo” blando, pero también desde el feminismo anticapitalista y de formaciones revolucionarias, se reivindica con insistencia la ética de las curas, pero no puede ser la única receta. Tal como explicaba Marina Garcés no hace mucho, su aceptación se puede interpretar como que el daño es irreparable. “Nos quieren enfermeras del mundo mientras otros hacen daño. ¿Hasta qué punto nos tenemos que cuidar? ¿Cuándo llegará el momento de enfadarse?”, preguntó la filósofa con enorme pertinencia.

Todavía se pueden detectar entre gente de todas las edades los restos de aquella indignación que nació ante una democracia que no lo es, gente que no quiere saber nada de burócratas ni de luchas intestinas, asqueada ante el caciquismo, las puertas giratorias, las exclusiones, depuraciones, expulsiones, censuras, condenas, amenazas, la represión, las órdenes de guardar silencio…

“Que no nos representan, que no”, se gritó en las plazas y manifestaciones, en tiempos de movilizaciones que llegaron a contar con un gran apoyo popular. Aquella fuerza ya no existe, pero todavía vemos gente que sale a la calle para gritar contra el racismo institucional, para defender el derecho a tener derechos de las personas migrantes, para oponerse al aumento del gasto militar, reclamar la disolución de la OTAN y manifestar su disgusto ante quien revitaliza el atlantismo desde «la nueva política» y afirma que su reunión en la capital del Estado representa un “orgullo y un placer”.

“La política es así” afirman a menudo personas adaptadas al establishment. Las prácticas antidemocráticas y los intercambios de favores “no desaparecerán nunca”, admiten. La respuesta es obvia. Si “es así”, hay que buscar otras maneras de hacerla, para poner los proyectos colectivos y la vida asociativa de los barrios, pueblos y centros de trabajo por encima de cualquier ambición económica, interés burocrático o liderazgo individual. Hay gente que no se resigna y que todavía piensa que otro mundo es posible.

Sinfonismo español iluminado, un impresionante, precioso y muy necesario proyecto musical

¿Puede haber vida sin música? Seguramente el 99 por ciento de las respuestas a esta pregunta dirían que no. El arte de las musas, que decían los griegos, una de las mayores formas artísticas desde los tiempos más remotos ha acompañado a los seres humanos en los momentos de tristeza o alegría, de serenidad o exaltación. El arte de combinar sonidos bajo los principios del respeto al ritmo, la armonía, la melodía, es decir, la música, es esencial para la vida de cualquier persona y forma parte fundamental del patrimonio cultural de todos los pueblos.

Y, sin embargo, este importante capital social no siempre encuentra el apoyo y la ayuda necesaria por parte de los poderes públicos para mantenerlo y enriquecerlo.

Por eso cobra más importancia el Proyecto Luz, una valiente iniciativa audiovisual puesta en marcha por José Luis Temes, que se ha ocupado de la dirección de orquesta y de la dirección musical; de Marta Berzal y Julia R. de Haro, encargadas de la realización, las cámaras y la edición; y del ingeniero de sonido Javier Monteverde.

José Luis Temes

En un laborioso trabajo por recuperar a hombres y mujeres cuyas creaciones musicales han permanecido desconocidas, el Proyecto Luz ha realizado hasta el momento una colección de 14 audiovisuales en los que se unen y complementan el trabajo de compositores, orquestas y profesionales de la musicología, la historia, la literatura, las artes plásticas… El resultado son espectaculares obras de arte que hace unos días pusieron en pie en Madrid a más de trescientas personas de todas las edades, que abarrotaban el cine Paz y acudieron al estreno de los videos Ilustrados (número 10) y Cursus Vitae (número 13).

El primero de estos dos audiovisuales recupera un concierto para piano y orquesta del compositor barcelonés Jacinto Codina, una maravilla de creación de un músico desaparecido antes de cumplir la cincuentena y casi desconocido en el panorama musical español. Su época, la Ilustración del siglo XVIII, ha permitido también un homenaje a la generación de intelectuales y artistas que promovieron el respeto a la sabiduría, la tolerancia y el progreso. Con la colaboración de Radio Clásica y la Orquesta de RTVE, este video nos permite escuchar en directo a Jovellanos o la duquesa de Osuna, mientras Codina pasa las hojas de la partitura de un concierto interpretado magníficamente al piano por Marta Espinós. El resultado es una joya de 42 minutos de duración, que no debería permanecer oculta.

El segundo, Cursus Vitae (número 13), está dedicado al compositor vallisoletano Luis de Los Cobos, una asignatura pendiente de la música española. Interpretado por la Orquesta Sinfónica de Castilla y León bajo la dirección de José Luis Temes, durante 24 minutos vemos como la música de Luis de los Cobos se vincula a la gran obra escultórica y barroca española que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, un museo al que el compositor se sentía muy afín y al que consideraba uno de los mejores de España en su especialidad.

Como podemos apreciar en la imagen siguiente, otros doce audiovisuales forman parte del Proyecto Luz, una lista en la que se puede observar también el pequeño porcentaje de mujeres compositoras que hay, reflejo de la desigualdad de las mujeres en la historia de nuestra cultura.

A la pregunta de cómo seguirá este proyecto, José Luis Temes nos dice:

La respuesta a esta pregunta tiene dos niveles: desde el punto de vista artístico, seguimos teniendo ideas, sigue habiendo mucha música orquestal española maravillosa que es una delicia divulgar, y hay un público fiel que sigue con ilusión cada nueva entrega de LUZ.

Otra cosa es la viabilidad económica de esta aventura: el Proyecto LUZ ha recibido y recibe los más encendidos elogios, pero por desgracia carecemos de un soporte económico que lo viabilice. Hemos conseguido ayudas puntuales valiosísimas, tanto públicas como privadas, que agradecemos infinitamente, pero que son aún muy insuficientes. Somos optimistas, no obstante, y esperamos equilibrar la deuda que hasta el momento acumulamos. La ilusión artística es más fuerte que ese déficit.

No sabemos qué suerte correrá este proyecto pero desde aquí deseamos y confiamos en que este equipo, que hasta ahora asumido todo el riesgo, encuentre en las instituciones y entidades amantes de la música el apoyo y la ayuda que merecen.

El PP ha logrado una victoria contundente en las elecciones anticipadas en Andalucía. VOX logró menos de sus expectativas y la izquierda se ha metido un bacatazo importante. Este sería el resumen de una jornada que marca un punto de inflexión en la legislatura en curso. La duda será saber si es un cambio de ciclo, o se queda en una seria advertencia a la coalición de izquierdas que gobierna España. Las anteriores elecciones de 2018 nos invitan a la prudencia, ya que las tres derechas sumaron, y el PSOE arrasó en las generales de 2019, movilizando la izquierda 1 millón más de votos que la derecha.

Es evidente que el marco de la pandemia ha beneficiado al PP, partido gobernante, mientras que el de la inflación y los choques dentro del gobierno central, junto a la guerra, han empeorado las expectativas de la izquierda. Esto se ve reflejado en la abstención, mayoritariamente de izquierdas. Hay un cierto castigo a la izquierda gobernante incapaz de ofrecer un relato coherente que ponga en solfa sus éxitos, y demasiado acostumbrada a generar ruido en un momento, y en un marco, donde la gente reclama seguridad y certezas.

El PP ha logrado repetir los buenos resultados de Arenas en 2012 (1,58 millones de votos), consolidando su hegemonía en el Sur, sustituyendo al PSOE como en Partido Institucional Andaluz. El PP regó con 50 millones de euros a los medios de comunicación. El PP logró, con las encuestas del CENTRA y de los medios antes de la convocatoria electoral, instalar dos ideas: Moreno es un moderado (aunque no tenga nada que ver con sus políticas),  y no hay posibilidades de que la izquierda gobierne.

Con ese marco, que compró mucha gente, incluido muchos dirigentes de la izquierda andaluza, la campaña «que viene VOX», junto con la campaña de Olona, muy sobreactuada, benefició al PP, que es probable que se haya beneficiado de un trasvase de votos del PSOE para frenar a VOX, ya que los votantes percibían que la izquierda no tenía posibilidades de alcanzar el gobierno.

El PP ha logrado con una imagen “centrista”, que poco tiene que ver con las políticas que ha realizado, recuperar parte del electorado que se marchó a VOX en 2019, casi absorber a CS, y superar a toda la izquierda junta. Es un espaldarazo a Feijóo, frente a Ayuso, y un voto de castigo a Sánchez. La campaña de VOX fue un desastre y ha frenado las expectativas de la extrema derecha tras CyL, lo que beneficia al PP como partido alfa de la derecha española, y se beneficiará de cara a las Generales.

Mientras la derecha ha logrado superar en Andalucía los 1,8 millones de votos obtenidos en 2012 (han llegado a los 2,1 millones), la izquierda se ha dejado un millón de sufragios en casa. No logra movilizar a los 700.000 que se dejó en las anteriores elecciones, y se deja más de 260.000 en estas.

La izquierda ha sido incapaz de romper la imagen de moderado y sacar a relucir la agenda antisocial y neoliberal de Moreno. La sensación es que éste no ha tenido oposición (o no ha aparecido en los medios), favorecido por la pandemia, que ha evitado manifestaciones de todo tipo frente a su política neoliberal. Si observamos a las candidaturas de izquierdas el panorama no era alentador y no favorecía un clima para un cambio de gobierno. La gestión de Moreno no había sido contestada en los años anteriores, por lo que no se percibía como mala, y la izquierda no presentaba una alternativa. Bonilla lo ha tenido fácil.

El PSOE apostó por un liderazgo centrista, sevillano y con experiencia de gestión, pero poco consistente. Esto ocurrió porque Susana se empeñaba en querer continuar al frente de la SG y María J. Montero no quería enfrentarse a su antigua compañera, a pesar de ser la mejor apuesta. Escoger a un dirigente vinculado a una época de gobierno anterior, y falto de una ideología clara, no daba la imagen de renovación que hacía falta.

Teresa Rodríguez se opuso, desde la segunda reunión, a sumar en una candidatura conjunta, con la esperanza de reconstruir una suerte de PSA «à la CUP». El resultado es que, a pesar de que saca 2 diputados, ha restado más de lo que ha sumado y ha favorecido la mayoría absoluta del PP. Si sumamos las candidaturas de P.A y AA se han perdido 6 escaños, y hubiesen quedado empatados con VOX, además de evitar la mayoría absoluta del PP. El ciudadano/a común no ha entendido en qué se diferenciaban dos candidaturas que se reclamaban lo mismo (feministas, andalucistas y verdes).

El resultado de Por Andalucía era previsible. Una candidatura hecha a toda prisa (cuando hubo tiempo para realizarla), con un nombre que se podía confundir con el de AA, una candidata desconocida, con todo el sarao del cierre de la candidatura jugando al «chicken game», son los principales motivos que han provocado este resultado. ¿Alguien le daría un voto de confianza para gestionar una Consejería cuando no habían logrado presentar los papeles a tiempo de la coalición?

Por Andalucía vuelve a porcentajes de voto un poco superiores a los de IU en 2008, y si sumamos a AA, que obtiene votos del mismo espacio político, se queda en resultados superiores a IU en 2012, pero lejos de 2018 (4% menos), y de 2015 (8% menos). La confrontación resta, como restó en Galicia. Se vuelven a perder votos y a no obtener trasvase de los votantes socialistas.

En Por Andalucía hubo la posibilidad de colocar a un independiente de prestigio, ampliando el espacio, y haber cerrado gran parte de la coalición en febrero, permitiendo una precampaña larga y obligando al PSOE a moverse. IU y Podemos prefirieron negociar hasta el último minuto para colocar a su candidato/a, con el resultado conocido. Se perdió una oportunidad histórica de salir a la ofensiva y marcar, de nuevo, como en 2014-15, la agenda política.

Se hizo una lectura conservadora tras el bacatazo de CyL, apostando a que se iba a la baja y saliendo a «empatar», con el resultado ya sabido. Profecía autocumplida de manual. La campaña ha sido poco imaginativa. IU ha sido poco permeable a ideas innovadoras de campaña, ni a argumentarios potentes. Se ha hecho una campaña clásica sin tener una gran cantidad de militantes para poder realizarla. La comunicación un desastre, sin capacidad, apenas, de incidir en la agenda. Sólo ha salvado los muebles en los actos la presencia de Yolanda Díaz, que animó un poco la movilización.

Esto es el fin de una forma de hacer política inaugurada en 2014. Campañas poco profesionalizadas, falta de encuestas, negociaciones hasta el último minuto, falta de extensión territorial, no meter publicidad en los medios, amauterismo, programas poco trabajados, coaliciones realizadas, siguiendo a Borges, “más por espanto que por amor”. Si la izquierda alternativa quiere pintar algo, tiene que tratar de revertir estos malos hábitos, así como formar a sus cuadros y realizar precampañas largas, con datos, encuestas, extensión territorial, etc.

El problema no es que Podemos estuviese invisibilizado en campaña o en el nombre. UP lleva dándose bacatazos desde las elecciones autonómicas anteriores (y locales). El problema es la falta de proyecto de país, falta de extensión territorial, calidad de cuadros, conflictos internos (donde ha habido tortas las expectativas de votos han bajado), exceso de ruido en el gobierno central, falta de relato, falta de autocrítica, etc. Es urgente abrir un proceso de reflexión o la historia nos llevará por delante volviendo al bipartidismo. La mayor parte de la ciudadanía no va a votar a una opción política que ande ensimismada en sus batallas internas, y peleada, como ya le pasó al PCE en los 80. Aprendamos de la historia, aprendamos de la experiencia.

Otra cuestión a tener en cuenta. El horizonte de la izquierda no puede ser volver a 2008. Ya en 2008 había problemas serios, no existe la “belle époque”. Hay que avanzar y progresar y significa trascender los marcos resistencialistas. No podemos continuar “defendiendo los servicios públicos” cada día más degradados, ni “defender el Estado del Bienestar”, como si este hubiese sido magnífico previo a la crisis de 2008. Hay que reformar dichos sistemas y explicar su utilidad, como la del pago de los impuestos justos, en suma, dar la batalla ideológica en torno a un proyecto de reformismo fuerte, su suscite consensos de gran parte de la población. Hay que recordar que lo que antes dábamos por hecho (democracia, Estado del Bienestar, etc.) ha sido desacralizado en años de descapitalización, privatizaciones y degradación. La política debe de acercarse más a la ciudadanía y hacerla partícipe, dar argumentos e ideas. Tenemos que construir la  política sobre la sociología española realmente existente, y no sobre la falsa ideología que hace pasar la realidad por nuestro molde mental. Tenemos que estudiar.

Es necesario trascender el espacio de UP, que no deja de ser una coalición electoral. Necesitamos cuidar la cultura de la cooperación y el apoyo mutuo, y dejar de comprar la competitividad y el homo hominis lupus en nuestras organizaciones, que tienen que ser netamente democráticas y fraternalmente republicanas. Hay que reinventarse y lograr ensanchar el espacio y aumentar la militancia. Hay que levantar un proyecto de país, que trascienda unas elecciones, y organizar candidaturas potentes con buenos cuadros. Sabiendo que la mayor parte de los medios de comunicación te es hostil, hay que volver a tejer alianzas con la sociedad civil, con la ciudadanía, con el sindicalismo de clase, con los trabajadores y trabajadoras, y los estudiantes. Esa es la clave del éxito. Sin horizonte de esperanza no hay victoria para la izquierda, sin Perestroika no hay futuro, sin dar seguridad a una vida convulsa y futuro incierto la tendencia es al conservadurismo y a la reacción. Esperemos que el proyecto de Yolanda Díaz lo consiga. A día de hoy, es nuestra única oportunidad.

La ciudad habitada. Tres miniaturas del Madrid isabelino (José Sierra Álvarez)

Estamos ante una rigurosa descripción de Madrid en la que se iluminan fragmentos esenciales de la ciudad en el primer tramo del reinado de Isabel II, un tiempo en el que, nos dice el autor, “para emplear la fórmula gramsciana, algo no termina de morir y otra cosa, lo nuevo, no acaba de nacer, un tiempo de aceleración, un tiempo vivace”. La ciudad que aquí vuelve a vivir es “la ciudad habitada”, el espacio donde se agitan hombres y mujeres concretos, muchos de ellos perdidos para la Historia, pero ganados para esta historia que rescata la verdad, pequeña y esencial, de unas vidas que fueron el latido de una ciudad edificada con sus sueños y esperanzas, tejida con la urdimbre de sus luchas.

Un memorable “Elogio de la miniatura” es prólogo y declaración de intenciones. Una cita de Walter Benjamin abre el libro: “Descubrimos entonces, en el análisis del pequeño momento singular, el cristal del acontecer total”. La miniatura encierra un mundo, imagen frágil que nos proyecta el pasado; es veraz como lo son las vidas pequeñas y nunca narradas que aquí encuentran una voz que, al nombrarlas, convocan algo de su presencia real. José Sierra Álvarez nos dice: “¿no cabe preguntarse si acaso no anidará en ella una posibilidad específica de narración histórica?” Y de esto se trata. El autor, en este libro en el que recurre con profusión a crónicas e imágenes de los periódicos y revistas del Madrid de la época, se nos presenta, además de como coleccionista, como un cronista. Tan cerca del que imaginara Walter Benjamin en sus Tesis de Filosofía de la Historia: “El cronista que narra los acontecimientos sin distinguir entre los grandes y los pequeños, da cuenta de una verdad: que nada de lo que una vez haya acontecido ha de darse por perdido para la historia”. Coleccionista (juntando fragmentos, teselas, miniaturas, documentos arrancados de manos del azar) cronista (narrador de lo pequeño, lo perdido en los márgenes de la historia): es decir historiador.

Las fuentes, imanes de sociabilidad plebeya (años 40 del siglo XIX).

Tres son las miniaturas que iluminan el Madrid isabelino. En la primera de ellas asistimos a la construcción de las casas del Maragato, junto a la Casa de Correos en la puerta del Sol, número 1 de la calle Mayor. Se nos dice: “quizás la historia de una manzana, de una casa (y tal vez de una escalera) permita iluminar de otro modo una sociedad y sus cambios.” Se dibuja así el ascenso de una clase social y las transformaciones que va imponiendo en el tejido urbano, a través de una de las figuras que más excitaron la imaginación del Madrid isabelino; Santiago Cordero, conocido como el Maragato.

La segunda miniatura se centra en los pasajes comerciales madrileños entre 1839, fecha en la que se construye el primero de ellos a 1848 en que cierra el único que por entonces sobrevivía. La crisis de 1847-48 arrasó con las estrategias especulativas que estaban en su origen y nuevas formas de organización del espacio comercial más próximas al gran bazar dieron al traste con una experiencia que estaba muy lejos de la demanda de productos de lujo que podía permitirse la exigua burguesía madrileña.

La calle plebeya: siete iluminaciones

La tercera y última miniatura es la que ocupa un mayor espacio en el conjunto del libro y, también, la más arriesgada. Se trata de “Siete iluminaciones sobre la calle plebeya de los años 40”. La calle como el espacio por excelencia donde se despliega la vida popular, su importancia estratégica en la formación de la experiencia de las clases trabajadoras, de ahí, señala José Sierra Álvarez, la necesidad de estudiarla, “de arrastrarla hacia el discurso historiográfico”. Hacerla un objeto de estudio específico que estaría, nos dice el autor, a caballo entre la Historia social y la Geografía histórica. Ante nosotros aparece el pueblo bajo de Madrid, “la plebe asquerosa” por utilizar la terminología de un cronista de la época. Lo que José Sierra Álvarez define como “una cultura de la pobreza y la supervivencia, defensiva, apoyada en vínculos de solidaridad, de cooperación e incluso de ayuda mutua” que tiene el barrio, la “aldea imaginaria” tan real como lo eran los barrios populares de Madrid, como el espacio generador de identidad colectiva. Lo que ahora se levanta ante nosotros son estas vidas sepultadas por el progreso, los desparecidos de la historia; apenas mención jocosa o tópicamente costumbrista en los gacetilleros de la época, en la sección de sucesos de los periódicos o en su presencia en las causas judiciales… fuentes que se manejan aquí con toda cautela por sus evidentes prejuicios de clase, pero también con la fina sensibilidad de quien rastrea y descubre las voces y las caras que allí palpitan.

Ganar para la historia estas vidas es el propósito que anima esta sección del libro. Lo que se nos enuncia así: “Estas gentes atropelladas por el incipiente desarrollo capitalista, zarandeadas por el flujo constante de la inmigración, recelosas de la sociedad y de la cultura burguesas en vías de instauración, estas gentes que aspiraban a vivir mientras sobrevivían, estas gentes son ahora nuestra gente.” Surgen así siete iluminaciones, fragmentarias, incompletas, que se nos muestran como una ventana, una visión fugaz de un mundo cuya restitución completa se nos escapa. O, como prefiere el autor, un friso arruinado donde faltan paneles y teselas esenciales, pero que, al menos, son una “quieta y profana iluminación.”

Interior del pasaje de Matheu en 1842-1843.

Las siete iluminaciones que nos propone el autor son las siguientes: algunos elementos de la política callejera del pueblo bajo, el trabajo en la calle, el espesor social y cultural de las fuentes, las músicas y ruidos de la calle, la ciudad nocturna, la experiencia y aprendizaje de los niños plebeyos en la calle: los ragazzi di vita del Madrid isabelino. Y, para terminar, la estratégica pelea cultural y política por la demarcación entre los espacios públicos y privados, por el control de la calle.

Clases sociales y espacio urbano

La última de estas “iluminaciones” viene a ser la formulación de una hipótesis que articula y da sentido al conjunto del libro. Aguadores, ciegos, músicos, prostitutas, niños… son estorbos que impiden la fluidez funcional del tráfico. Estamos, señala el autor, “ante una auténtica obsesión estratégica: la de la fluencia (…) la muy vieja (y siempre renovada) metáfora organicista de la ciudad, según la cual la calle habría de ser (solo) el sistema circulatorio que pusiese en relación funcional los espacios de la producción con los de la reproducción”. La plebe ocupaba la calle y, o por razones de orden público o de la fluidez funcional del tráfico, ha de ser desalojada.

En el Madrid de 1848, en el que circulaban 1.232 carruajes los accidentes son el pan de cada día y la mayoría de las víctimas son, claro está, las clases populares, ciegos, mendigos y los vulnerables reyes de la calle: los niños. Y, como una salmodia, como un necesario rescate, el autor enumera una larga -y, por supuesto, muy incompleta- lista de niños muertos y heridos, atropellados en las calles. El emergente orden burgués en lucha contra el viejo orden urbano, percibido como desorden y caos que se expresaba, sobre todo, en los usos plebeyos de la calle. Y el autor señala, la intuición que articula todo este ensayo: “Se trataba de desplazar la raya de lo público y lo privado (…) de extender al conjunto social la propia espacialidad burguesa”.

Nodrizas norteñas en la plazuela de Santa Cruz en 1846.

Tras estas tres miniaturas que componen el libro, aún se nos ofrece un epílogo en el que encontramos tres “Notas al margen”. “Qué cosa es la plebe asquerosa” sobre el concepto de lumpenproletariado, su formulación en Marx y Engels y su reformulación como categoría social en el siglo XX. “Fisiologías sociales” sobre los estereotipos fisiognómicos y su función de control social. “Niño delincuente, niño proletario” sobre la construcción discursiva de la infancia.

No es posible terminar esta reseña sin señalar dos características esenciales de este trabajo. La presencia constante de ilustraciones que, junto a la amplia documentación de textos, extraídos ambos de publicaciones de la época, son la base documental sobre la que se asienta la reflexión del autor; una documentación gráfica exhaustiva que los textos ilustran o con la que dialogan. Iluminaciones tanto en el sentido de estampas, miniaturas, imágenes, como en el benjaminiano de recuperación de fragmentos de vida, instantes luminosos, aunque efímeros, de toda una época; en ese sentido este ensayo, salvando las distancias, guarda, no sólo una filiación y una declarada deuda teórica con Walter Benjamin sino también una semejanza formal con el Libro de los pasajes.

La otra consideración hace referencia al estilo del autor. Escrito en un admirable castellano, en él encontramos humor, ironía y una extrema sensibilidad hacia el dolor o la injusticia; lo cual no suele ser frecuente en muchos trabajos académicos. En los “Agradecimientos” que se incluyen al final de la obra, José Sierra Álvarez nos dice: “El autor ha tratado de controlar su compasión, su enfado y su, a veces, indignación por la cotidiana y reiterada crueldad de clase que se destila de la documentación que ha manejado. Ha intentado modularla mediante el humor, esa forma de la distancia, pero no ha sabido ni querido eliminarla del todo. ¿Es que la diatriba de parte, se pregunta quien escribe, está reñida con la objetividad?; ¿y la parcialidad con el realismo? Filos de navaja”.

Bandas juveniles; aquí, «los de Maravillas» marcando su territorio en 1858.

En el filo de la navaja se mueve el autor. Fijemos nuestra atención en la descripción de una viñeta, en la que se muestra una reyerta de mujeres, con la que se cierra el ensayo. En esta blow-up, esta ampliación de lo que sin sus palabras sería un borroso negativo, apreciamos una mirada de un exacto realismo, sin duda parcial, y una prosa tan precisa como compasiva. “No hay estatuas que miren al cielo de Madrid; de hecho, en ligerísimo picado, no hay apenas cielo: solo la muestra de un zapatero observa la escena, colgada de un alambre atado a un madero. Pero no: un perro ladra, mira un niño, descalzo y con el pantalón precariamente sostenido por un solo tirante; tiene un pie adelantado y quizá duda si intervenir con sus brazos pequeños: aprende. Nosotros también miramos, mientras la pantalla va lentamente a negro”. Nosotros, como el niño de la viñeta, también aprendemos; miramos para aprender. La pantalla va a negro. Las imágenes, las instantáneas, las iluminaciones, los fogonazos de vida, desaparecen; el zootropo ha dejado de girar o la película, ya terminada, da vueltas en la bobina. Pero estas miniaturas han iluminado el pasado de una ciudad, las huellas de unas vidas que han sido rescatadas para la historia en esta crónica apasionada y lúcida que nos ofrece José Sierra Álvarez. Leemos y miramos. Para aprender.

Notas:

*Este artículo ha sido realizado por Antonio Crespo Massieu para Espacio Público. Una aproximación más amplia se puede consultar en Viento Sur, 7 de junio de 2022.

La ciudad habitada. Tres miniaturas del Madrid isabelino José Sierra Álvarez. 
Fundación Instituto de Historia Social, Valencia 2021.

Con todas las entradas vendidas desde hace semanas, mañana se estrena en Madrid, en el Teatro del Barrio, Acción comadres, una original acción feminista en la que nueve mujeres se reúnen para hablar de sus cosas y compartir sus experiencias. Y esta vez lo hacen en un escenario, cara al público, no en ámbitos privados como suele ser habitual.

Nueves son las mujeres que participan en esta excepcional acción. Y con tres de ellas tenemos la oportunidad de hablar hoy: María Botto, la coordinadora del grupo; Cristina Abelló, impulsora del proyecto y productora de la acción y  la periodista y escritora Cristina Fallarás, que desde el principio ha trabajado en la puesta en marcha de esta pionera acción.

Agradezco además la valiosa colaboración de la periodista Marisa Kohan, que también participa en este experimento, para la realización de esta conversación.

1. ¿Por qué habéis querido trasladar a un escenario público encuentros y conversaciones que suelen ser frecuentes entre mujeres?

Acción Comadres va a ser otro encuentro de los que tenemos habitualmente entre nosotras en casa de Cris o de Marisa y Lydia. Mujeres que se sientan alrededor de una mesa para conversar, para comer, para bailar, para acuerpar. Nosotras al principio quedábamos para reaccionar a todo lo que pasaba, para salir a las calles, para luchar desde la rabia y el dolor. Y aunque eso no hemos dejado de hacerlo, nuestros encuentros se fueron convirtiendo naturalmente en otra forma de vivir. Nos hemos descubierto desde la palabra, el baile, la alegría, la acción. Es necesario salpicar a la ciudadanía con ese mensaje: la fuerza del feminismo la hacen los cuerpos cuidándose. Y, por eso, nos subimos a un escenario. Para celebrarnos y que otras puedan hacerlo también, nos dice Cristina Abelló, a lo que añade Cristina Fallarás: La ficción sobre las mujeres ha sido tradicionalmente escrita por hombres, pienso en Madame Bovary, Fortunata y Jacinta, Bernarda Alba… Me parece un ejercicio muy estimulante tomar esa voz, y hacerlo desde el lugar opuesto, desde lo no ficcional. Algo así como: “esto os lo han contado así, y sucede asá”. Con todos los condicionantes, claro. Y concluye María Botto: Como bien dice Cristina, la historia la han escrito por nosotras. Es el momento de reescribirla y escribirla. Siempre se ha hablado del secreto femenino. No hay secreto sencillamente no podíamos hablar.

Cristina Abelló

2. Decís que Acción comadres no es una representación, no se actúa. Por eso entre las mujeres que van a subir al escenario no hay actrices, ¿pensáis que las actrices no podrían también participar como otras mujeres, simplemente hablando, sin actuar?

Queríamos que Acción Comadres fuera un diálogo con la realidad feminista, el hecho de ver a actrices en el escenario podía generar cierta duda sobre la veracidad del acto, no porque no fueran a estar estupendas sino por la sensación de estar viendo una obra de teatro y no fragmento de la vida cotidiana, explica María Botto, afirmación que completa enseguida Cristina Abelló: El 18 de junio estrenamos Acción Comadres y va a ser un pase único por diversos motivos. El más evidente es el formato: no se actúa, porque no hay libreto, no hay guion, y porque las mujeres que subimos en esta primera ocasión no tenemos ninguna formación teatral. Por lo tanto, cada pase generará una creación distinta. Por otro lado, las participantes no van ser siempre las mismas. La fuerza que tiene esta acción es que vaya girando por cualquier espacio cultural de cualquier ciudad combinando mujeres locales con algunas de las participantes fundadoras. En esa rotación por supuesto que se van a incluir actrices también. Y para concluir, Cristina Fallarás sostiene que: Sí, claro que habrá actrices. El hecho de que no participen en la primera acción responde a la necesidad de dejar claro lo que comentamos antes, que no hay ficción ni, en cierto modo, representación. Con dos actrices entre nosotras, eso podría haber quedado algo confuso.

Cristina Fallarás. (Fotografía de Vanesa Esteban Pino)

3. Además de vosotras tres, participan en esta primera ocasión las periodistas Lydia Aguirre y Marisa Kohan, la abogada y activista Violeta Assiego, la abogada Piluca Baselga,  la escritora y periodista Karmele Marchante, la abogada y economista Zinnia Quirós y la cantautora Amparo Sánchez (autora de la música), todas son profesionales que de alguna forma tiene un matiz público. ¿Pensáis que se subirán a un escenario para hablar de sus cosas, de sus intimidades, otras mujeres con un perfil mucho más privado?

Fallarás es muy clara en su afirmación: La elección de las mujeres para la primera acción responde a que sencillamente estaban ahí cuando surgió la idea. Se sentarán en Acción Comadres mujeres procedentes de todos los ámbitos y con todos los perfiles. Esto nace entre un grupo de amigas entre cuyas miembras hay muchas con presencia pública: periodistas, actrices, políticas, escritoras… Por su parte, C. Abelló confirma: Estoy convencida de que sí. De hecho, en el mismo estreno de esta acción, alguna de nosotras vamos a contar experiencias que no conocen ni familiares, ni amigas cercanas. Nos han enseñado constantemente que tenemos que estar calladas, pero ahora ya hemos descubierto la potencia que tiene la palabra. Decir lo que nos pasa, contarnos los cuerpos, es reconocernos. No hay nada con tanta fuerza como eso. Tenemos que contarlo todo. Y para concluir María Botto corrobora que sin duda, hay muchas historias y mucho que contar. Cuando una alza la voz es muy difícil acallarla.

4. Habláis de la importancia de la risa, de gozar, de la importancia de la alegría. ¿Creéis que esto introduce una vertiente nueva y muy importante en el feminismo?

Cristina Abelló: No creo que sea nueva, pero entre tanto griterío político banal nos hemos olvidado de abrazarnos y de celebrarnos. He descubierto en estos últimos meses que alejándome de ese ruido y volviendo a cuestiones más cotidianas y primarias estoy mejor. Insisto: cuidarnos entre nosotras es lo más revolucionario que podemos hacer. Mientras que para Fallarás: Pues a mí me parece que sí es bastante nuevo. Creo que hay un hartazgo de luto y queja, y lo entiendo. Pasamos la vida respondiendo a las violencias machistas, y son tantas que, aunque les dedicáramos 24 horas al día, no daríamos abasto. Tengo la sensación de que nos ha robado –o hemos olvidado— la posibilidad de pensar nosotras qué mundo queremos. Pues bien, queremos gozar, bailar, juntarlos a compartir los alimentos… De eso se trata, creo. A lo que Botto agrega: Hemos crecido con violencia hacia nuestro cuerpo, nuestro comportamiento, nuestro pensamiento. Nuestra sexualidad y nuestro deseo son censurados desde muy pequeñas. Es momento de celebrar que a pesar de todo, amamos, gozamos, bailamos, deseamos y que no somos nosotras las locas y las peligrosas.

María Botto    

5. ¿Habéis tenido algún tipo de ayuda para la realización de este proyecto?

Es Abelló quien contesta: No, no hemos tenido ningún tipo de ayuda. El empuje de todas es lo que ha hecho que Acción Comadres se estrene el próximo 18 de junio. Eso sí, estamos muy agradecidas de que el Teatro del Barrio nos haya acogido en el estreno.

6. Esta es la primera vez que se pone en marcha esta acción. ¿Cómo pensáis continuar?

Estamos empezando a cerrar encuentros en Asturias, Córdoba, Segovia y Barcelona. La idea es que esta acción se vaya repitiendo por todas las ciudades del país incorporando a mujeres en el escenario de cada territorio. Esperamos que dentro de un año, en una fecha señalada, consigamos que simultáneamente haya teatros llenos de comadres. Muchísimas mujeres conversando a la misma vez desde localidades distintas. Eso sería un éxito para todas, responde Cristina Abelló en nombre de las tres.

7. Habláis de gozar: Gozamos, gozamos, gozamos. No galopamos a lomos de la violencia. Pero ¿qué pasa si quiere subir a hablar a un escenario alguna mujer víctima de malos tratos o de violencia machista?

Las respuestas de las tres son rotundas. Cristina Fallarás: En el relato de casi todas las mujeres late la violencia machista. Gozar está en el encuentro mismo, en el hecho de compartir lo bueno y claro que también lo malo… De todas formas, es nuestra experiencia que, después de vaciarte y compartir el dolor, fluye la alegría. ¡Tenemos que acostumbrarnos a celebrar también!

 ¿Qué mujer no ha sido víctima de la violencia machista? Nos subimos al escenario recordando esas experiencias, pero con la fortaleza de estar juntas sobrellevándolas, dice por su parte Cristina Abelló.

Y concluye María Botto: Si una mujer quisiera compartir en el escenario una experiencia de esa índole creo que  habríamos hecho nuestro trabajo. Poder compartir y verbalizar la violencia es uno de los actos más importantes que una víctima puede hacer. ¡No estás sola! es una realidad. Somos muchas y compartimos nuestra necesidad de reconstruirnos.

Enhorabuena y muchas gracias a las tres por vuestras respuestas. Y también a las valientes nueve mujeres que subirán mañana al escenario del Teatro del Barrio.

La tendencia a describir etapas o pensadores del pasado con nombres del futuro (como cuando a Kierkegaard se le llama existencialista) se da también en el otro sentido cuando catalogamos la actualidad con etiquetas del pasado. Es lo que hace el filósofo italiano Giacomo Marramao en un libro de reciente publicación en nuestra lengua. Por un nuevo Renacimiento trata de examinar esta corriente histórica al tiempo que traza paralelismos con el pensamiento de nuestros días.

Comienza el libro con un capítulo dedicado a la figura de Leonardo Da Vinci. De modo didáctico, y recurriendo a distintas fuentes, entre las que destaca un texto de Paul Valéry, Marramao trata de establecer lo que, a su juicio, es el rasgo más importante de esta importante figura del Renacimiento. En su opinión, Da Vinci es el ejemplo de que filosofía y ciencia no solamente deben colaborar, sino que son variantes de la misma idea de ars, prácticas de conocimiento y construcción. Es como si la separación en ambas disciplinas fuera completamente artificial y moderna y fuera necesario volver a leer el legado renacentista intentando realizar una lectura más ajustada al espíritu personificado por Da Vinci. De esta forma, lo renacentista, al igual que lo barroco según Eugenio d’Ors, no es tanto un periodo bien delimitado de la historia, sino un movimiento cultural que puede aparecer en distintas épocas. Marramao, en este libro, trata de trazar las líneas maestras de la recuperación para la actualidad de ese espíritu del Renacimiento.

Por cierto, no es el filósofo italiano el primero en formular la necesidad de que ciencia y filosofía colaboren. En los capítulos finales de la Teoría del todo, Stephen Hawking advierte cómo los físicos de nuestro tiempo han avanzado en la difícil y extraña comprensión del tiempo mientras los filósofos han ignorado estos descubrimientos, lanzando quizás una pulla al que ha sido el pensador más importante del pasado siglo, Heidegger, cuya concepción del tiempo no tiene nada que ver con la de la física más moderna. Como lectores, debemos extraer la lección, formulada de dos maneras distintas por Marramao y Hawking, de que un libro de filosofía debe combinar distintos saberes: literatura, historia, arte, y también ciencia. Un buen libro de filosofía, como los que escribía George Steiner, es aquel que es capaz de combinar muchas ideas provenientes de diversos campos y con ellas formular una crítica o una teoría que ayude a contestar las preguntas trascendentales. Otra lección que como lectores debemos extraer: la filosofía reciente es un extravío, una fantasía de las ideas como la que construye Hegel en el siglo XIX. Esto pueden pensar los lectores, que deben pensar también muchas otras cosas, hasta lo contrario de lo que se ha dicho en el presente párrafo.

La segunda parte de este breve libro trata de construir una genealogía de la palabra humanidad, echando mano de la etimología y la crítica cultural. Si bien el lector deberá descubrir estos razonamientos por sí mismo, queden las siguientes ideas como invitación a la lectura. Uno: el que vive fuera de la polis es una bestia o un dios. Esto tiene gran importancia: muchos filósofos (Mill, Nietzsche) han animado a vivir una vida singular y distinta, lo que supone poner en práctica la verdadera libertad. Ello supone apartarse de la costumbre y la comunidad. Ser libre, por lo tanto, puede convertirnos tanto en bestias como en dioses. Hay que esforzarse en ser diferente, podría sugerir Marramao. Dos: la libertad irrumpe en muchas ocasiones en lugares, situaciones y épocas en las que no habría debido darse. Quisiera añadir una tercera idea, aunque esta es de mi propia lectura (tres): el renacimiento sirve para construir un ser humano libre y total, un ser humano de muchos conocimientos. Un ser humano solitario y que por lo menos espiritualmente vive apartado.

POR UN NUEVO RENACIMIENTO
Giacomo Marramao
Traducción de Francisco Amella
Gedisa, 2022

 

“Como bien observó Carlos Marx, no habrá capital sin trabajo asalariado, y viceversa”, afirma el profesor Albino Prada en su último libro Trabajo y capital en el siglo XXI. Mutaciones, consecuencias, alternativas”, recientemente publicado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Vigo. Y arranca de esta premisa para ahondar en las claves del capitalismo actual. La preocupación de Prada por el trabajo asalariado y el origen de este libro surgen después de haber leído las dos voluminosas obras de Thomas Piketty “El capital en el siglo XXI” (2014) y “Capital e ideología” (2019),  y de la sorpresa que le produjo el hecho de que del trabajo asalariado y su creciente productividad se hable en pocas páginas en ambos libros. “El primero es un análisis certero del crecimiento y concentración del capital y sus rentas, pero solo en 40 páginas de 650 se centra en analizar el otro lado de la ecuación: el trabajo”, ha afirmado Prada, que  manifiesta también que en el ensayo de 2019 solo cinco páginas de sus 1.248 están dedicadas a este segundo elemento indisoluble del capital, tema que es precisamente el núcleo central de su libro, en el que reflexiona sobre el presente y el futuro del trabajo asalariado.

La Primera Parte está dedicada a la “Desalarización capitalista”. Generamos una producción excedente con costes menguantes que se monetiza monopolísticamente y se despilfarra con obsolescencia programada, empleo en declive y jornadas de trabajo creciente, afirma el autor, que se pregunta si pueden considerarse como una solución las propuestas neoliberales de la jornada a tiempo parcial o la prolongación de la vida laboral.

En los tiempos actuales de robotización, digitalización e inteligencia artificial cada vez se necesitan menos trabajadores y la relación no salarial es cada vez más frecuente y más dependiente del capital. Los contratos por proyectos, falsos autónomos, el trabajo online, las horas extras no pagadas y otras características del trabajo actual no responden muchas veces a la lógica laboral sino a la mercantil, de tal forma que las clases trabajadoras están sufriendo una merma considerable de sus derechos.

Si las jornadas laborales eran de 55 horas semanales a finales del siglo XIX y se han ido recortando hasta las menos de 40 horas semanales actuales, ¿no podemos ir pensando en establecer unas jornadas de cinco horas laborales al días sin que haya desempleo y sin prolongar los años de vida laboral?

A responder a esta pregunta está dedicada la segunda parte del libro, “Productividad, jornada y vida laboral” que trata de dar una respuesta a la pregunta de si es posible generar en la sociedad actual la misma riqueza con una estructura laboral más igualitaria e inclusiva. Desde el punto de vista del autor sí que es posible. La solución está en establecer la jornada laboral de 26 horas semanales, “sin desempleo y sin prolongar los años de vida laboral, siempre que las ganancias de productividad no sean apropiadas únicamente por los dueños del capital”. Es decir, si hay una redistribución de la riqueza más justa socialmente. Y en este sentido, plantea que es necesario un nuevo contrato social para que la sociedad pueda protegerse del excesivo poder de los propietarios del capital.

En la Tercera y última parte, “Más allá de la sociedad salarial”, Prada considera que una renta básica, a escala del conjunto de la sociedad y en combinación con una creciente reducción de la jornada laboral semanal sin pérdida de ingresos, modificaría en su raíz la apropiación creciente, por los dueños jurídicos del capital, de los frutos obtenidos en buena medida gracias a nuestro acervo tecnológico-científico colectivo.

En definitiva, una renta básica, una profunda reforma fiscal y una socialización del capital productivo son las alternativas que propone Albino Prada en este interesante ensayo, que incluye también tres breves Anexos: “La Seguridad Social más allá de los salarios”, “El camino hacia una renta básica en España” y “Trabajo y capital: Robotización, Algoritmos e Inteligencia Artificial.

Notas:

*Albino Prada es doctor en Ciencias Económicas por la USC, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, miembro de ECOBAS y del Consejo Científico de Attac.

Trabajo y Capital en el siglo XXI
Mutaciones, consecuencia, alternativas
Albino Prada Blanco
Universidad de Vigo (2022)

El éxito sin precedentes al que asistió el movimiento feminista en la huelga del 2018 ha marcado un punto de inflexión. En el pasado era un asunto minoritario, cuyas propuestas pasaban inadvertidas a pesar de afectar a la mitad de la población. Hoy su fortaleza política como movimiento ha provocado situaciones imprevistas, y sobre todo inimaginables para muchas de nosotras. La división de este año en dos convocatorias en un día tan señalado como el 8M debe ser un motivo para acercarnos a la reflexión sobre cómo podemos construir juntas no sólo desde la diversidad, sino también desde la pluralidad ideológica.

Independientemente de las luchas partidistas por el control del feminismo ya tratadas en los medios de comunicación, que probablemente expliquen la división de facto en un día clave como es el 8M, hay un debate legítimo y necesario sobre cuál tiene que ser la agenda feminista que no se está produciendo por la tensión creciente a la que asistimos como movimiento. La polarización se ha convertido en una barrera difícil de sortear, pero no puede caer en el olvido que es imprescindible afrontar los debates y las diferencias ideológicas de cualquier espacio político para evitar caer en posiciones paralizantes y cerradas.

La comisión 8M de carácter transinclusiva cuenta entre sus demandas con el acceso al aborto seguro, libre y gratuito o la educación sexo-afectiva en la enseñanza junto a otra serie de reivindicaciones clásicas de la lucha de las mujeres. En todo caso, su incidencia política se debe a que plantea nuevos horizontes deseables para el conjunto de la sociedad desde un enfoque interseccional que genere sinergias poderosas de cara a proponer un cambio sistémico.

Por ello, reivindicaciones como la derogación de la ley de extranjería o la ratificación del convenio 189 de la OIT son centrales en esta propuesta política que conjuga el género, la clase y la raza desde la radicalidad y la transversalidad. Aunque es de justicia reconocer que si la manifestación es de todas, no es exclusivamente por su interseccionalidad, sino por sus procesos asamblearios que la legitiman, así como por erigirse como la punta de lanza de las movilizaciones con vocación transformadora de los últimos años.

A pesar de contar con un papel protagonista dentro del movimiento feminista, no se organiza en estructuras suficientemente articuladas como para canalizar muchos de los debates que llevan anquilosados desde hace demasiado tiempo en los feminismos. Este reto requiere de un abordaje participativo, informado, pausado y con pretensión de alcanzar consensos mínimos que nos permitan tener voz e incidencia política en temáticas feministas que atraviesan los cuerpos de las mujeres en el ámbito reproductivo y en el sexual. La prostitución (motivo de división histórica dentro del movimiento), pero también la explotación reproductiva, la pornografía y la “donación” de óvulos son cuestiones propias del feminismo al guardar una estrecha relación con la opresión sexual que viven las mujeres fruto del significado cultural que se asocia al sexo identificado como el femenino, es decir, con el género.

La falta de estructuras que caracteriza a algunos feminismos cercanos al 8M refuerza la influencia de las redes informales que fomentan la colaboración y la cooperación en el mejor de los casos, al mismo tiempo que generan dinámicas excluyentes dentro de los procesos asamblearios como ya recogió muy acertadamente Jo Freeman por el año 1972.

Por otro lado, la principal demanda que recogía la manifestación minoritaria bajo el lema de “el feminismo es abolicionista” es la abolición del género, pero ¿a qué se refieren con esto? Es la expresión que han utilizado las feministas transexcluyentes para enunciar que el proyecto de Ley Trans del Ministerio de Igualdad que lidera Irene Montero reforzaría los estereotipos de género. El reconocimiento de la autodeterminación de género pondría en grave riesgo el sujeto del feminismo y, por lo tanto, su incidencia política. Existen más diferencias ideológicas entre ambas convocatorias, pero este es el verdadero motivo de la tensión interna de los últimos meses e incluso hace ya algunos años. Pertenecen a una corriente de corte conservador que también se da en otros países por lo que es un fenómeno internacional. En general, sostienen algunas posiciones cercanas a la extrema derecha, y en España llegan a compartir algunos posicionamientos ideológicos de Vox.

En esta coyuntura política, dicha cuestión ha sido el motivo, pero sobre todo la excusa de los dos partidos del gobierno de coalición, para disputar la hegemonía del feminismo en el plano electoral. Además, una reivindicación como “abolir el género” que por sí sola carece de relevancia ha sido apoyada por una parte del movimiento al vincularse a demandas legítimas como son el cuestionamiento de la prostitución como institución patriarcal, la construcción de un imaginario machista y misógino mediante la pornografía mayoritaria, o la explotación reproductiva de las mujeres a lo ancho del globo como la actual guerra de Ucrania ha vuelto a poner de manifiesto. Temáticas que no son abordadas por el argumentario, ni por el comunicado del 8M, pero que sí plantean retos para aquellas que nos consideramos feministas y que con demasiada frecuencia no se tratan para no reforzar las divisiones internas.

El uso del significante “abolicionismo” con legitimidad dentro de una parte importante del movimiento, que hace alusión a posiciones críticas con la prostitución como práctica social, ha sido instrumentalizado para vincular una reivindicación, que es histórica desde el sufragismo, con posicionamientos que deberían hacer cuestionar su asistencia a esa manifestación a toda persona que se considere comprometida con los derechos humanos. Por no mencionar que el manido lema “el feminismo es abolicionista” no es cierto, ya que es un movimiento plural hasta el punto de que muchas veces hablamos de feminismos. De hecho, en su seno hay corrientes muy críticas con la prostitución (incluso entre las abolicionistas tenemos disensos sobre cómo debería enfocarse), así como posturas “regulacionistas” que también tienen diferencias significativas entre ellas.

En un momento en que desde la izquierda movimientista hasta la izquierda institucional pasando por el sindicalismo de clase mayoritario no llenan las calles, el 8M cobra un protagonismo que lo sitúa como una de las fechas señaladas del año. La pregunta, por lo tanto, es cómo mantener una agenda propia cuando su capacidad movilizadora coloca a las feministas en un lugar estratégico que desborda con mucho lo que podrían ser sus demandas clásicas. Estamos asistiendo al momento en que el feminismo es el espacio transversal en el que incidir políticamente, y no la izquierda mixta en la que estábamos acostumbradas a intervenir en calidad de feministas “pesadas” que siempre tenían que colocar sus demandas ante las resistencias patriarcales. Esto puede llevar incluso a que nuestras reivindicaciones sean relegadas en nuestros propios espacios con el fin último de llegar a consensos más amplios o incluso a que pasen al olvido dado el carácter altruista y sacrificial que se espera de nosotras. Esos roles de género que nos acaban pesando inexorablemente en todas las facetas de nuestra vida; la personal, la laboral e incluso la militancia política.

Ahora que parece que todo el mundo es feminista, que todas las mujeres de izquierda parecen no renegar de las demandas propias de las mujeres, tenemos que asegurar que nuestros espacios no pierdan su especifidad, ni su apuesta crítica por colocar los derechos de todas en el centro, también aquellos que tienen su origen en la opresión de género. La omisión de algunas cuestiones centrales que nos atraviesan en cuanto mujeres pueden ser un arma de doble filo y servir de excusa para aquellas que en nombre del feminismo excluyen a las mujeres trans.

De hecho, este año asistimos a como la convocatoria transexcluyente canalizó la indignación generada por una serie de debates sin resolver que tienen que ver con cómo afrontar las diferencias ideológicas relacionadas con nuestra sexualidad y la delimitación del acceso a nuestros cuerpos por parte del mercado. El hecho de que sea precisamente este sector el que ocupe el lugar de la irreverencia cooptando la bandera feminista es un motivo de preocupación. No hay que olvidar que en la actualidad la apariencia de radicalidad, aunque sea falsa, la búsqueda de identidad grupal, y los movimientos políticos construidos en torno a la exclusión en clave reaccionaria cobran fuerza.

La unidad en torno a determinados días señalados como el 8M tiene que ser un objetivo del feminismo no por mera romantización, sino porque se carece de estructuras que permita gestionar las diferencias sin que eso reste voz, e impacto a nuestras reivindicaciones a nivel mediático. Para ello alcanzar una agenda feminista que recoja los derechos de las trabajadoras domésticas, de las trabajadoras del Servicio de Ayuda a Domicilio y de las limpiadoras junto con la crítica a la prostitución, o la pornografía como realidades que ahondan en la desigualdad de género es inaplazable.

No nos vamos a poner de acuerdo en qué pensamos sobre la prostitución, pero sí podemos encontrar consensos en defender bolsas de empleo en condiciones dignas con ayudas específicas para mujeres que independientemente de la modalidad de prostitución en la que se encuentren quieran abandonarla. Esta medida implicaría garantizar una mayor agencia para ellas, ampliar su libertad y su posibilidad de elección. Un ejemplo de una política pública en esta dirección es Barcelona Fem Tech, una propuesta que pretende acercar a mujeres precarias a trabajos relacionados con la tecnología a través de la formación.

Por otro lado, la guerra de Ucrania ha puesto a la vista de todas la deshumanización de las mujeres cuya capacidad reproductiva se mercantiliza en beneficio de parejas del norte global, ¿por qué no exigimos que se prohíba inscribir a esos niños y niñas estableciendo una moratoria que permita disminuir paulatinamente esta situación de explotación? Estos son dos ejemplos que deberían ser fruto de debate y reflexión conjunta que reflejan la dirección que nos debe guiar; construir una agenda feminista que articule las demandas cruzadas por el género fruto de la crisis de la reproducción social con consensos sobre los debates históricos del feminismo sobre la sexualidad y la reproducción sin temores.

Lo anterior no implica renunciar a nuestros posicionamientos, sino valorar que no podemos dedicar energías a enfrentarnos las unas a las otras cuando la ultraderecha cuenta con recursos para poner anuncios en el metro cuestionando nuestro derecho al aborto. Y para todo lo anterior, es necesario construir estructuras democráticas feministas acordes con el cada vez creciente número de mujeres politizadas en el feminismo, para que la reacción patriarcal que ya llevamos sufriendo varios años no nos arrastre con la resaca de la ola. Sólo así podremos construir pensamiento y praxis colectiva para pasar a la ofensiva, parar los pies a la ultraderecha y construir alternativas a la crisis climática que nos acecha.

Notas:

*Inés Morales Perrín es politóloga especializada en género.

En estos días en los que la mayoría de mujeres feministas alzan sus quejas al poder judicial y piden en distintos actos, más o menos públicos, el indulto para María Salmerón, aparece el libro de Beatriz Gimeno, titulado “Misoginia Judicial” con el subtítulo esclarecedor en sí mismo de La guerra jurídica contra el feminismo. Título que anticipa la descripción de algunos casos de la violencia ejercida contra las mujeres y muy especialmente contra las madres que protegen a sus hijos de padres maltratadores, incluso con hechos probados y sentencias en firme. Título, por lo tanto, que no se aloja estrictamente en un afuera externo a todo lo que nos cuenta Beatriz Gimeno; más bien abre, enseguida, todas las cuestiones que afectan jurídicamente al feminismo y nos aclara, si cabe, la propia misoginia de una Institución que mantiene vigentes leyes del pasado. De esta manera nos encontramos ante un texto tejido con estos vaivenes que, una vez más, sirven para expresar la fluctuación entre la Justicia y el Derecho.

La hija de María Salmerón le pidió en 2019 a su madre que le defendiera de estar con su padre, condenado por malos tratos. La desobediencia de María consistió en suspender el régimen de visitas para proteger a su hija. Algo tan Justo como eso le llevará, antes que acabe este mes de mayo, a la cárcel, cumpliendo así la condena con respecto al delito señalado y dictaminado por Derecho. Ya en 2018, Naciones Unidas pedía a la Justicia española la revisión urgente de eliminar la discriminación de las mujeres en las resoluciones judiciales, así como escuchar las voces de los niños y niñas que viven la violencia vicaria en las familias. Ejemplos como este de María Salmerón son los que ilustra el último libro de Beatriz Gimeno. Escribe sobre la sentencia, conocida como “Campo algodonero” que enlaza perfectamente la cuestión de la desigualdad estructural con la violencia específica que sufren las mujeres y Naciones Unidas condenó al Estado de México porque no dispuso los medios adecuados para luchar contra los estereotipos de género. Sobre violencia específica contra las mujeres, y ya muy particularmente sobre la denegación del indulto a María Salmerón por parte de la Ministra de Justicia, que considera vinculante la sentencia del Tribunal que la dictó, vienen al caso sus propias palabras.

Le hemos escuchado, tanto en la prensa como en la concentración del día 4 de mayo, delante del Congreso, y de viva voz, cómo siente sobre ella y su hija esa violencia institucional al denegarle el indulto que el Consejo de Ministros rechazó el pasado 26 de abril por ser reincidente y atendiendo a la negativa del tribunal que dictó su sentencia. Actitud esta, tanto del Tribunal como del Gobierno, similar al caso Juana Rivas. No se puede olvidar que en España desde 1996 la mayoría de los gobiernos de la democracia española han indultado a políticos y no sólo eso, han perdonado casos de corrupción. En esto último la cuestión de reincidencia es probable que necesite alguna que otra consideración.

Otro de los casos que cuenta Beatriz Gimeno en el libro es el de Irune Costumero y Ángela González Carreño, que se justifican con el SAP (Síndrome de alienación parental). A la hija de Irune la secuestró el padre violando el régimen de custodia. Pero la policía no consideró la denuncia y ni siquiera buscó al padre. Un claro ejemplo de desigualdad institucional. Interesante, también, leer las explicaciones en situaciones de violencia vicaria, abusos sexuales y estereotipos de género; los tribunales han pasado de la madre cuidadora, admitida como custodia de los hijos, a la madre protectora para la que despliegan en su contra las recomendaciones del SAP, interesado en que cualquier padre, aunque sea maltratador, es mejor para los niños y niñas que un padre ausente y es necesario mantener esa relación, contra viento y marea. La judicatura no puede dejarse llevar por estos estereotipos, como dice Gimeno, “esto es falso, además de peligroso”. Unido a otros casos, la ONU ha condenado a España porque estima que todo lo referente a esta artimaña es un claro sesgo de genero. Sin ninguna duda el feminismo anima a las madres a denunciar los abusos de todo tipo contra sus hijos e hijas, el estereotipo patriarca se siente amenazado y el SAP, en tanto que maniobra sectaria, sale en su defensa a ultranza empleándose como arma contra ellas.

¿Qué otra cosa puede ser sino misoginia y machismo en los órganos judiciales con las madres protectoras, se pregunta Violeta Assiego, en su artículo aparecido el día 4 de abril en la revista Pikara. A pesar de que los órganos internacionales han calificado de “falsos” los síndromes de alienación parental, se siguen aplicando en los tribunales de familia? Assiego compara estas decisiones judiciales “con el Código Civil y Penal franquista que retiraba la patria potestad a mujeres separadas, no escuchaba a los niños y negaba la violencia sexual dentro del matrimonio”. Escritoras feministas señalan al patriarcado como síntoma revelador de la desigualdad estructural en la sociedad que vivimos. Síntoma, estructuralmente también, poco analizado antes de la aparición de los feminismos a los que se deben su desvelamiento y que poco a poco y paso a paso van transformando la sociedad en un ámbito más agradable y más justo para vivir. Sugerente también, en cuanto los síntomas poco analizados históricamente, es el análisis de Federici sobre la llamada “caza de brujas”. Nos recuerda que la historia la mandó casi al olvido y al silencio o, en todo caso, ha tratado las torturas, condenas a la hoguera y persecuciones terribles, casi como algo meramente folclórico.

Somos las feministas quienes nos sentimos llamadas a escribir la historia traumática padecida por las mujeres y desvelar las características del poder patriarcal. Y no, no es nuevo, como se deduce de la caza de brujas y de otras muchas instancias en las que secularmente se sometió a la estricta obediencia y sumisión a las mujeres. Quizá lo actual, que inspira temor, es una cierta querencia protagonizada por algunos sectores del neoliberalismo patriarcal al mirar a un pasado terrible del que más proclives a olvidarlo, se tiene algo parecido a la nostalgia.

Resumiendo: de la madre cuidadora a la madre protectora hay un patriarcado en connivencia con el capitalismo que pretende ahogar todos los avances conseguidos hasta la fecha por el/los feminismo/s. Y sí, queda mucho por hacer, como se ve en los textos y situaciones que aquí se citan, puestos en negro sobre blanco. Dice Esther Vivas que la mamá desobediente no es tarea fácil en esta sociedad que se vislumbra hostil a la maternidad.

Notas:

*Concha Torralba es filósofa.

Misoginia judicial
La guerra judicial contra el feminismo
Beatriz Gimeno
Catarata, 2022

¿Existen otras formas de afrontar un conflicto como el de Ucrania? ¿Cómo se articula el derecho de la población a defenderse sin el envío de armas a Ucrania desde una perspectiva pacifista? ¿Quiénes son los principales interesados en que se produzca un aumento en el gasto militar? ¿Está recibiendo la población información correcta sobre la guerra en Ucrania? A estas y a otras preguntas respondieron Jordi Calvo, vicepresidente de la International Peace Bureau; Pere Ortega, del Centre d’Estudis per la Pau J.M. Delàs; y Itziar Ruiz-Giménez, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid; participantes en este debate organizado por Espacio Público y moderado por Virginia Pérez Alonso, directora de ‘Público’.

A veces tenemos la posibilidad de leer y/o escuchar a personas que se pronuncian clara y sinceramente en favor de la igualdad, la paz, en contra de la extensión de la injusticia y que lo hacen con especial elocuencia. Gente que tiene capacidad de promover solidaridad. Mujeres y hombres que demuestran más o menos abundancia de conocimiento pero que comunican bien y saben exponer ideas de contenido social, contrarias a la violencia, dirigidas a las colectividades. Algunas de estas personas, en algún momento, puede ser que ganen poder de convocatoria. Pueden resultar convincentes y esto las puede convertir en candidatas a ocupar determinados espacios dentro de las instituciones. De hecho, algunas ganan lo que se conoce como capacidad de liderazgo.

Necesitamos gente de este tipo, no cabe duda, siempre y cuando no pongan esta cualidad al servicio de ambiciones de acumulación de poder personal.

Esta decantación se produce a menudo y los efectos resultan nefastos para las entidades, organismos, sectores sociales y/o naciones que consiguen “liderar”, porque no solo quieren poder, sino que intentan incrementarlo y perpetuarse en sus cargos. Lo hacen a veces en nombre de “valores” siempre invocados por los autoritarios: la patria, los intereses reales de la ciudadanía, la seguridad, las razones de Estado, el bienestar… Se trata de personas que intentan monopolizar el derecho a la palabra, que difícilmente participan en movimientos o iniciativas que no encabecen, que sólo les interesa la presidencia, el ministerio, la alcaldía, la secretaría general, el cargo parlamentario, la magistratura, el mando, la dirección… y que desde estas posiciones no dudan en acusar a sus antagónicos de su propio mal, de querer poner sus proyectos personales por encima de los proyectos públicos de interés general.

Algunos de ellos manifiestan una acusada tendencia a perpetuarse en posiciones de control. Cuando les parece que se acerca o ha de llegar el momento de su relevo alegan que tienen que seguir en el cargo para terminar el «trabajo pendiente», a pesar de que sólo les pide su permanencia gente que ha hecho cierta carrera a su lado, personas que llevan tanto tiempo en la vida política o institucional que tienen dificultades para ejercer una profesión u oficio cualquiera. Si aparece algún discrepante le acusan de querer dividir, de romper la necesaria unidad.

Afortunadamente existen respetables excepciones, numerosas, pero el anhelo de poder, económico, administrativo, militar… es una plaga social contra la cual no se han encontrado fórmulas definitivas de curación. Es una enfermedad que transforma personas en “líderes”, más o menos carismáticos, inteligentes o preparados, que se sienten capacitados para marcar caminos a seguir al resto de la población y castigar violentamente o marginar a quién no siga sus directrices. Personajes que prescriben pensamientos y comportamientos, que interpretan el ejercicio de la libertad de los otros como un gesto de enemistad y que toman distancias con cualquier ser humano inclinado a reflexionar por su cuenta. Los celos en relación a personas que les puedan hacer sombra les lleva a construir un entorno de colaboradores grises, atemorizados, dóciles y sumisos, dispuestos a actuar contra el disidente o el contestatario.

La enfermedad se agrava a veces hasta el punto de hacer aparecer como ‘líderes’ a personas mediocres, incapacitadas para transmitir ni el más mínimo conocimiento, sin otra virtud que la habilidad para utilizar márgenes de maniobra dentro de los aparatos.

Convendría que dentro de la vida política y social exploráramos caminos para corregir estos comportamientos. A lo largo de la historia hemos visto dirigentes que se han presentado a sí mismos como ‘proyectos políticos’ en sí mismos. Los vemos también en la actualidad. ‘Proyectos’ sin ideas, sin propuestas ni modelos que puedan generar, razonablemente, esperanzas en un futuro pacífico e igualitario, sin amenazas, en el cual los comportamientos solidarios no sean la excepción, donde no se imponga la ley del más fuerte.

Hay que desconfiar de los individuos que esperan encarnar de alguna manera en su cuerpo y alma lo que desea la población y que aspiran a convertirse en autoridades facultadas para restringir libertades y pedir lealtad y respeto por el poder que han logrado. Su discurso a menudo se encuentra muy vacío de contenido, pero lo tienen que llenar de palabras y tienen que buscar adjetivos. Entonces dicen que representan algo diferente, patriótico, nuevo, moderno, amplio, muy grande, progresista… No precisan en qué sentido hay que progresar y cuando lo hacen a menudo se constata que se adaptan a los objetivos del poder principal, el económico.

Lamentablemente a menudo estos personajes también identifican el ejercicio de su autoritarismo con la defensa de la democracia. Y de la libertad y de la paz. Incluso de la solidaridad. Lo hacen sin complejos y procuran hacerse con el aparato comunicativo suficiente para extender esta idea. Si les hace falta y pueden, silencian al disidente, lo criminalizan, lo expulsan o lo reprimen.

Por fortuna hay gente que practica el pensamiento libre, y crítico, que propicia el debate como fuente de conocimiento, que no ambiciona ningún tipo de poder personal y no permite que ninguna autoridad invada su cerebro.

Gente que explica en estos días lo que es obvio, que la democracia es incompatible con el capitalismo, que la paz no se construye con armamento y que denuncia que la industria militar no desaprovecha ocasión para crecer, en base a la destrucción de medios de subsistencia y al empobrecimiento de franjas cada vez más amplias de población.

La nueva guerra trae consigo y traerá más pobreza y sufrimiento, dentro y fuera de Ucrania y de Rusia y a la vez más enriquecimiento de los más ricos. “Las armas exigen guerras y las guerras exigen armas”. Para hacerlas, tal como señaló de forma bastante elocuente el periodista Eduardo Galeano, “siempre se invocan nobles motivos, se mata en nombre de la paz, de Dios, de la civilización, del progreso”.

Resulta imposible no recordar hoy a un pacifista radical, impulsor de la economía social y solidaria, respetado por sus argumentos sobre la existencia de otro mundo posible basado en la justicia social y el respeto por los derechos humanos. Nos dejó ahora hace un año. Arcadi Oliveres, tan elogiado por todo el mundo y al mismo tiempo tan ignorado por muchos de quienes le aplaudieron, no aspiraba a ninguna posición de poder. Denunciaría a todos aquellos que ante la guerra en Ucrania recetan más gasto militar. Denunciaría a los beneficiarios y a sus cómplices, pero no dejaría de explicar que los habitantes de nuestro planeta podemos encontrar caminos para gobernarnos de otro modo.

¿Cuándo llegará este momento?

Notas:

*Foto destacada: Devastación en Borodyanka, cerca de Kíiv, Ucrania — Oleg Petrasyuk / EFE

Relatos compartidos de mujeres en el Villaverde industrial y en la Cuenca minera de Asturias

Las búsquedas comunes en el territorio, entre diferentes grupos de mujeres abordando el olvido y la falta de reconocimiento de la presencia de mujeres en el espacio industrial, propició bajo este título, un encuentro en la Nave Boetticher el día 22 de marzo y al calor del 8M.

Un ejercicio de recuperación de la memoria de nosotras mismas, imprescindible ahora en el tiempo de la construcción del paradigma mujer para rescatar de la invisibilidad su contribución y presencia ignorada en la industria. La perspectiva de género ha de ir sacando a la luz el papel de las mujeres allí donde ha estado oculto. Una visión necesariamente feminista entendida como la aplicación de principios democráticos, igualitarios, a las relaciones entre hombres y mujeres, del mundo laboral y de la participación en las luchas políticas y sindicales, que hemos de visibilizar dotándola de una narrativa propia.

Esta conversación fue un intercambio de experiencias frente a frente: un análisis de Villaverde, la periferia industrial madrileña, y un libro, Carboneras[1], recopilación de relatos protagonizados por mujeres en las minas de carbón en la Cuenca minera asturiana. Dos planos superpuestos, complementarios descubrían un ángulo de mirada que abre un camino de reflexión.

El descubrimiento mutuo de dos periferias que desvela similitudes: dos espacios de trabajo estratégicos que sustentan el Desarrollo español ya en la postguerra, y abarcan desde la extracción de la materia prima para activar el motor de la máquina de acumulación del capitalismo industrial, hasta la gran empresa concentrada del sur que consumía el 50,4% de la energía motriz del total de la ciudad de Madrid. Ambos, territorios subsidiados al servicio de otros territorios. Espacios con identidad del mestizaje que conlleva la emigración y unas condiciones de vida extremas en términos de explotación laboral y ambientalmente insalubres, nocivos, peligrosos. Y las sensaciones compartidas, la neblina espesa de los humos de las chimeneas, el olor del hierro, las sirenas. Y las enfermedades asociadas.

Presentación en la Nave Boetticher

El rol de la mujer trabajadora en la industria ha sido difuso. La mujer no es un sujeto no se reconoce el trabajo que hace, aparece como una especie de acompañamiento. Prevalece una mentalidad que considera que las mujeres quitan puestos de trabajo a los hombres. Su acreditada presencia en el proceso de manufactura siderúrgica y su valor en el proceso productivo se vincula a trabajos inferiores (limpieza, comedores o auxiliares en oficinas). Un sujeto invisible en un entorno masculinizado, un submundo dentro del mundo laboral de los trabajadores.

Las distintas invisibilidades se solapan en planos: la de las trabajadoras de la industria, que durante el predominio de la metalurgia (fundiciones, acerías) las borraba. Ellas no tenían oficio para estar en naves y talleres y solo componían un escalafón secundario. En un segundo momento, llegan las cadenas de producción, Standard o Marconi, las petroquímicas, suponen una incorporación cuantitativamente importante de mujeres, que llegan a alcanzar puestos de cierta responsabilidad. La cifra de mujeres en el proceso productivo no se conoce ya que no se desagregan los datos de los trabajadores por sexo.

En el interior de las minas, por disposición de un viejo decreto de Primo de Rivera, estaba prohibido el trabajo de las mujeres (no podían ser picadoras) pero fuera, sí. Las tolvas volcaban el carbón extraído y  ellas seleccionaban, eran las carboneras. Expuestas a la aspiración de toneladas de polvo negro, como los mineros enfermaban de silicosis. Pero ellas eran la 7ª categoría (por detrás solo los niños, la 8ª). Los hombres cobraban 8 veces más que ellas.

Mujeres en los procesos de lucha. Apenas hay referencias a su participación en organizaciones y luchas sindicales de movilización por derechos sociales y salarios, pero ahí estuvieron, ignoradas. En la “huelgona” de 1962 fue muy importante su movilización y sus enfrentamientos con los esquiroles. Es muy reciente el intento de recuperación de luchas ejemplares protagonizadas por mujeres (INDUYCO, Rok o A Pontesa).

Las mujeres de los trabajadores. Un sujeto oculto en el que se acopla su intervención en el proceso de producción con ser el soporte del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Acompañan en las movilizaciones de las fábricas, gestionan los cuidados del hogar, los accidentes y enfermedades laborales y sustentan las huelgas (empeños, comprar fiado).

Subempleadas que mantienen a sus familias. La crisis de la desindustrialización supuso, en Villaverde una pérdida de 25.000 puestos de trabajo directos. En la Cuenca minera la cifra alcanza a ser 20.484. Un proceso de pérdida de trabajo y de la cultura de trabajo. Las mujeres serán decisivas para salvar la situación trabajando en precario, sin derechos, limpiando oficinas, casas, bancos, hostelería. Un hecho tan inadvertido como imprescindible, otro sacrificio silenciado.

En Villaverde tras el desmantelamiento aparece en el polígono industrial la prostitución, mujeres mercancía repartidas por calles según nacionalidad. Y se produce una invisibilidad inversa, ya que mientras ellas están en el escaparate, se invisibilizan los clientes. Pero con similar resultado: abandonadas al comercio sexual y el desamparo.

Durante decenios las mujeres en el paisaje industrial han soportado más cargas: más abusos y esfuerzos, menos oportunidades. Transitando por espacios inhóspitos, caminos intimidatorios. La conciliación no existía y fueron creando redes de ayuda mutua dentro del modelo familista. Había que comportarse como los hombres, el único patrón válido, para trabajar. Una intensidad más intensivista en la explotación laboral.

Aún hoy, en el polígono industrial con 11.000 trabajadores se desconoce el porcentaje de mujeres. Cuántas y dónde trabajan. Cualquier regeneración urbana en un espacio laboral ha de integrar que la construcción de los espacios sociales no es neutra y configura jerarquías, brechas y desigualdades de usos, segregación y huellas de marginalidad. Según confirman los diferentes estudios llevados a cabo por mujeres[2], básicamente, que evidencian la necesidad de incorporar la perspectiva de la mujer en los procesos comunitarios de planificación territorial[3]. La igualdad de derechos de las trabajadoras ha de materializarse en espacios habitables, seguros, inclusivos, adaptados a su presencia. Es necesario romper la normalidad de la ausencia de las mujeres y formular las exigencias específicas de género con voz propia.

Notas:

*Concha Denche Morón es socióloga (Plataforma Nave Boetticher).

[1] Carboneras. Aitana Castaño/Alfonso Zapico. Ed Pez de Plata

[2] Género y espacio industrial. PNB 2020

[3] Aproximación desde una perspectiva de género del área industrial y residencial de Marconi. PNB 2021

Espacio Público reunió el jueves 31 de marzo en la sala Ecooo a líderes de los partidos madrileños Más Madrid, PSOE, Unidas Podemos, Izquierda Unida y Anticapitalistas en el debate Cómo ganar Madrid: la izquierda ante el espejo. Fue un encuentro para fomentar el diálogo en torno a la situación de la izquierda y preguntarse cómo desarrollar estrategias para recuperar el poder para las fuerzas progresistas en el Ayuntamiento y la Comunidad. Participaron Manuela Bergerot (Más Madrid), Pilar Sánchez Acera (PSOE Madrid), Jesús Santos (Podemos Madrid), Álvaro Aguilera (IU Madrid) y Lorena Cabrerizo (Anticapitalistas Madrid) y fue moderado por Ana Pardo de Vera, Directora Corporativa y de Relaciones Institucionales de Público. Se centró en los elementos clave para entender fenómenos como como la deriva hacia la ultraderecha, el caso Isabel Díaz Ayuso, la influencia de Vox en los gobiernos del PP, la tolerancia institucional hacia la corrupción, la privatización de lo público, la hostilidad hacia el feminismo de fuerzas que apoyan al gobierno regional, la aporofobia, la xenofobia, o el crecimiento de la propaganda reaccionaria.

Un mínimo vital

El 8 de mayo de 1561 Felipe II instaló su Corte en Madrid, mayo tenía que ser… A partir de ese momento se inició una búsqueda constante de reservas de agua potable en la incipiente ciudad que, con el crecimiento constante de su población, ya no podía abastecerse con la mera excavación de pozos ni con la explotación de manantiales cercanos. Se creó entonces la Junta de Fuentes con el propósito de utilizar las galerías subterráneas de origen árabe y conducir el agua de los acuíferos a las fuentes públicas de la ciudad. Estas conducciones subterráneas recibieron el nombre de “viajes de agua”, y “aguadores” a quienes distribuían el agua a las casas. Madrid llegó a tener 77 fuentes públicas con 128 caños y 950 aguadores que repartían en cubas el agua equivalente a 2150 m³ diarios. Y así hasta mediados del XVIII en que el agua del subsuelo se agotó…

Los proyectos provisionales que se plantearon para enfrentar ese grave desabastecimiento demostraron ser insuficientes o simplemente fracasaron, hasta que llegado el año 1851, y siendo reina de España Isabel II, se dictó el Real Decreto de 18 de junio, disponiendo la ejecución del proyecto presentado por los ingenieros Rafo y Ribera que apostaron por conducir las aguas del río Lozoya hasta la capital, a través de un canal que llevaría por nombre Canal de Isabel II (CYII). Siete años más tarde, el 24 de junio de 1858, tuvo lugar la inauguración oficial de la llegada de las aguas a Madrid, en la calle ancha de San Bernardo.

Las numerosas infraestructuras hidráulicas necesarias para el abastecimiento en la provincia de Madrid, a las que contribuyeron con su patrimonio decenas de municipios de la región a lo largo de un siglo, procuraron que en 1977 el CYII se convirtiera en una entidad de derecho público. En 1984, pasó a depender de la Comunidad de Madrid y se le encomendó, además de los servicios tradicionales de abastecimiento, la depuración de las aguas residuales y la mejora y conservación de los ríos. Pero con la llegada del Partido Popular al Gobierno de la Comunidad, el CYII inició un proceso de mercantilización y posterior privatización con la constitución de una sociedad con ánimo de lucro, vehículo para que inversores privados pudieran detentar el 49 % de sus acciones, y la Comunidad de Madrid junto con sus municipios el 51 % restante. Los bienes de dominio público pertenecientes al CYII y que integran la Red General de la Comunidad de Madrid fueron adscritos a la sociedad. Como consecuencia de este proceso privatizador se llevó a cabo la ejecución de más de 70.000 cortes de suministro de agua en una situación menos grave que la actual.

Por suerte en 2010 se iniciaron también las movilizaciones ciudadanas en contra de la privatización, las cuales que se extendieron al ámbito municipal, con iniciativas populares, y al ámbito judicial y constitucional, con la interposición de recursos ante los tribunales, alcanzando su punto culminante el 4 de marzo de 2012, con una consulta pública no vinculante convocada por la Plataforma contra la privatización del CYII, la Marea Azul y el movimiento 15M. En dicha consulta los madrileños fueron llamados a manifestarse a favor o en contra de que la titularidad del CYII siguiera siendo completamente pública, y se contó con la participación de 177.685 personas de las que el 99 % se mostró en contra de la privatización. Este hecho, más la crisis financiera y la respuesta social a la escalada de casos de corrupción en que la sociedad anónima del CYII ocupó portadas de periódicos a uno y otro lado del Atlántico, lograron detener temporalmente, hasta nuestros días, el proceso promovido por el partido popular.

Hoy son más y más graves las dificultades que nos asedian respecto a la gestión del ciclo integral del agua. El cambio climático, con el consecuente avance de la sequía, ha acelerado la formulación de propuestas con que debemos dar respuesta a las exigencias actuales y los problemas ingentes que ya no son sólo de abastecimiento de agua, también hay que garantizar su accesibilidad, disponibilidad, asequibilidad (acceso equitativo); participación en su gestión, transparencia (toma de decisiones participativa, rendición de cuentas sobre la distribución de beneficios, pago de dividendos, honorarios de gestión, etc.); y acceso a la información (facturas detalladas y compresibles, de manera que se pueda establecer una comparación con el precio del agua embotellada); además de la seguridad de poder denunciar los cortes o la denegación del suministro, haciendo uso del beneficio a una justicia gratuita.

Todo ello sin olvidar que las guerras en las que España está involucrada, directa o indirectamente, están provocando continuas oleadas de personas refugiadas que se suman a los colectivos de población vulnerable y marginada (personas sin hogar; personas en asentamientos informales o que habitan en los espacios comunes; personas trabajadoras agrícolas temporeras; nómadas o de culturas minoritarias e itinerantes, sean sedentarias o no), que ya viven en nuestro territorio en condiciones de pobreza, cuando no de miseria, condiciones que se verán incrementadas dramáticamente cuando desaparezcan las medidas del llamado «escudo social» que expiran el 30 de junio de 2022.

De ahí el importante impulso que supuso la iniciativa ciudadana Right2water y que se concretó en una serie de peticiones a la Comisión Europea, entre las que están las de manifestar la vigencia del derecho humano al agua, garantizar el acceso universal de los servicios de agua y saneamiento en todo el ámbito de la Unión Europea, asegurar la continuidad de los servicios para las personas en situación de vulnerabilidad sin que sea posible los cortes de suministro, así como garantizar el acceso a la información y la transparencia en torno a la gestión de los gestores de los servicios, y promover la participación ciudadana.

Esta iniciativa debe intensificarse en el estado español, no sólo trasponiendo la Directiva europea 2020/2184 a escala estatal, sino profundizando, mejorando y adoptando todas las medidas que aseguren la vigencia de esos derechos y garantías en nuestra Comunidad, en concreto los relacionados con el reconocimiento, realización y puesta en práctica del derecho al agua potable como un derecho humano, pues, en este contexto, son las administraciones públicas competentes las que tienen la obligación de cumplirlo, respetarlo y protegerlo, siendo la disponibilidad del agua de consumo humano lo primero que hay que cumplir, respetar y proteger en el sentido de que debe garantizarse el acceso al agua así como su suficiencia para satisfacer las necesidades higiénico-sanitarias de la población.

Por tanto, la prohibición de los cortes del suministro en situaciones de vulnerabilidad económica y social debe estar estrictamente regulada, siendo obligada la aplicación del principio de precaución (imposibilidad de realizar cortes si no se cuenta con información de los servicios sociales correspondientes), así como la dotación neta o de consumo medio de un mínimo vital que debería ser al menos 100 litros de agua por habitante y día, apta para el uso personal y doméstico, y para prevenir enfermedades; con sistemas de suministro alternativos (como dispositivos de tratamiento individuales, depósitos, camiones y cisternas) allí donde se carezca de infraestructuras normalizadas o éstas sean deficientes. Para ello es necesaria la promulgación, en nuestra Comunidad, de una Ley que garantice ese suministro mínimo vital de agua a todos sus habitantes, que involucre a los ayuntamientos como garantes del derecho humano al agua y al saneamiento.

En definitiva, tal y como hicieron nuestros antecesores en 1851, apostando decididamente por hacer frente a los graves problemas de abastecimiento de agua de la población madrileña, debemos con urgencia adoptar las medidas oportunas, responsables y decisivas para afrontar lo que se nos viene encima, que no es precisamente –ojalá lo fuera- el agua que cae del cielo de Madrid…

Liliana Pineda es miembro de Attac.

(Campaña por el derecho humano al agua y al saneamiento de la Red de Agua Pública de Madrid).

En la misma semana, veo el espectáculo Pundonor*, una excepcional muestra del mejor teatro que nos invita a revisitar Foucault, cuando tanta falta nos hace y se publica la noticia del boicot a una profesora** de la clase de un máster por su posicionamiento antiqueer, que despierta una encendida reacción de denuncia por el uso arbitrario de la política de la “cancelación” como forma de censura.

Vaya por delante: estoy fervientemente a favor de la libertad de cátedra, de expresión, del derecho a la discrepancia y en contra de toda imposición de pensamiento único.

Pero vuelvo a constatar que en casi todos los órdenes de la vida diferentes opiniones, creencias, lecturas, es habitual que cada enfoque opte o privilegie una idea o una interpretación de «la» verdad y lo exponga como incuestionable (una especie de tótem conceptual) refutando el argumento “contrario” aislándolo del conjunto de formulaciones y forzando el “lxs que no están conmigo, están contra mí”.

Las respuestas reivindicadoras de no tolerar la cancelación, quedan silenciadas cuando la damnificada no es “una de las nuestras”. De uno y otro lado. Nos revuelven las injusticias, cuando “nos” parecen injustas.

Otra vez Foucault nos recuerda que el poder no es algo que se tiene sino que se expresa en actos y bien sabemos que la Universidad es una de las instituciones donde los juegos del poder/saber se ejercitan con mayor virulencia dialéctica… Y que ha sido siempre un laboratorio de pruebas, donde se despliegan hipótesis, se refutan argumentos, cada departamento, profesor, doctorandx, opta por defender y criticar sus ideas en un laboratorio social que en muchos casos antecede a otras esferas públicas. Se cumple a rajatabla que «el poder está en todas partes y viene de todas partes», dependerá de a qué nos estemos refiriendo. Hace apenas unos meses una doctoranda decide cambiar de director de tesis por no estar de acuerdo con el planteamiento del enfoque que se le propone. Se pacta una codirección pero se la insta a mantenerlo, por protocolo. Él no se pronuncia y de facto se abstiene de toda participación ni corrección del material. No obstante, decide el día anterior a su entrega, que no está apta, contrariamente a la aprobación de la codirectora que había sido elegida por la doctoranda y otra codirectora, “cancelando” así la continuidad del proceso. Y procurando nuevamente que se incluyan referencias que respaldan su línea, no la de la redactora de la tesis. O sea, uno más entre los numerosos ejemplos de cancelaciones diversas, muchas desde el ejercicio de diferentes niveles y estrategias de poder. ¿Todas igualmente visibilizadas, criticadas, o refrendadas? No, indudablemente.

Fotografía de Pundonor del Teatro de La Abadía.

En mi propia experiencia, habiendo estudiado en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, y finalizado en 1976 casi coincidiendo con el golpe militar, los debates, enfrentamientos, desautorizaciones y “cancelaciones” se manifestaban  entre otras modalidades en que entraban frecuentemente  a clase un grupito de alumnos de diferentes agrupaciones políticas estudiantiles contrarios a que se diera esa asignatura, o que estuviese a cargo de ese profesor o ayudante de Trabajos Prácticos (como se llamaban), o a infinidad de motivos y nos conminaban al resto a salir…y la clase quedaba cancelada y convertida en otra asamblea espontánea más. En ese momento (y con esa edad) nos parecía el colmo del anti-establishment.

Lamentablemente no podré llegar a saber qué pensarán de lo sucedido dentro de cincuenta años las alumnas que lo protagonizaron hace unos días,…

Foucault escribió sobre Vigilar y castigar en 1975 y desarrolló la idea del disciplinamiento como la forma de control propia de la época. La etapa universitaria es un entrenamiento privilegiado en diferentes formas de disciplina, algunas propias de la formalidad curricular y otras informales y de sometimiento/subordinación a diferentes estilos de poder, ligados tanto al mundo de las ideas como a las necesidades de pertenencia. Pero como “donde hay poder, hay resistencia” quiénes ocupan uno u otro lugar dependerá de nuestra lectura, que a su vez reproduce estos mismos mecanismos mentales.

Escribo esto desde el malestar que me produce la dificultad para encontrar canales de diálogo dentro del feminismo. Para salir del estancamiento del “y tú más y peor”, de las lecturas reduccionistas que como escribe Lakoff “cuando negamos un marco, evocamos el marco”.

Sería deseable que pudiésemos encarar y encarnar nuestro “lo personal es político” desde el saber que nuestras opciones ideológicas están teñidas de filias y fobias, no solamente de ideas producto de profundas reflexiones y mucho más frecuentemente de lo que deseáramos son estos deslices emocionales los que definen que sigamos uno u otro camino. Con retornos y dudas persistentes.

Para Edgard Morin el Yo es el acto de ocupación del sitio egocéntrico… no el de ninguna verdad y es desde allí donde juzgamos, cuestionamos, nos adherimos, sufrimos y gozamos.

Tal vez la única opción para salir del impasse sea lograr posicionarse en un lugar que la psicoanalista Jessica Benjamin llama de tercero moral que trata de superar el encapsulamiento en mi mismidad mediante el reconocimiento del hago y me hacen, sufrimos y hacemos sufrir. Considerar un espacio entre yo y la otra, y las otras, para legitimar las diferencias, y sentarnos a hablar. Buscar líneas de avance, comenzando por las cuestiones más abordables, enmarcado en un clima de búsqueda de acuerdos para seguir debatiendo. Elegir interlocutoras dialogantes. Dispuestas a escucharse. Llevo un par de años llamándolo tender puentes.

Nora Levinton Dolman es doctora en Psicología y psicoanalista, especialista en la psicoterapia con perspectiva de género, reflejada en su práctica docente y en numerosas publicaciones.

Notas:

*PUNDONOR
Andrea Garrote
Dirección: Rafael Spregelburd y Andrea Garrote
Producción: Carolina Stegmayer
La fotografía de portada es de la obra Pundonor del Teatro de La Abadía.

**Juana Gallego.